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Marcel duchamp

Especialmente conocido por su actividad artística, su obra ejerció una fuerte


influencia en la evolución del dadaísmo. Al igual que el citado movimiento,
abominó la sedimentación simbólica en las obras artísticas como consecuencia del
paso del tiempo y exaltó el valor de lo coyuntural, lo fugaz y lo contemporáneo.
Duchamp es uno de los principales valedores de la creación artística como
resultado de un puro ejercicio de la voluntad, sin necesidad estricta de formación,
preparación o talento.
Impresionista a los 16 años, fauvista a los 19 y cubista a los 24, al final este
iconoclasta encontró su voz como forajido, un terrorista que acabaría
encontrando en el dadaísmo su libertad y la forma de reírse de todo y de todos,
incluido él mismo. Este movimiento, condenado a su autodestrucción, trataría por
todos los medios (sobre todo con ironía, absurdo y mala hostia) acabar con el arte
narcotizado de las instituciones.
En 1914, Duchamp crea los ready mades, objetos cotidianos separados de su
entorno habitual y presentados por el artista como obras de arte. A partir de
entonces el arte ya no se veía con los ojos, sino con la mente. Resultó que la
belleza podía estar en otros sitios… También creó otras formas de arte hoy
institucionalizadas: instalaciones, museos portátiles, performances,
happenings…

Polémico y transgresor pero, a la vez, considerado el padre del arte conceptual, el


artista fue uno de los principales valedores de la creación artística como resultado
de un puro ejercicio de la voluntad, es decir, sin necesidad de formación,
preparación o talento. Su obra ejerció una gran influencia en la evolución del
movimiento dada en el siglo XX.

Pensaba que todo era más banal que lo que los propios artistas vendían y,
precisamente por ello, eligió la provocación como vía para llamar la atención y
generar debate

Duchamp, durante los años sesenta, criticó corrientes como el pop art o el nuevo realismo, porque
aprobaban la estética que él había intentado destruir.
Arte irrespetuoso, provocativo, antidogmático, despreocupado, en fin, arte revolucionario,
es el de Marcel Duchamp. Otorga igual importancia al acto de introducir un urinario
masculino en una galería como al leve proceso de acumulación de polvo sobre los
tamices de El Gran Vidrio, destruyendo de esta forma el mito del creador y con una
estética que muchos juzgaban caduca. Así lo afirma él:

«Utilización de un aparato para coleccionar y para transformar todas las pequeñas


manifestaciones externas de energía (en exceso o desperdiciadas) del hombre,
como por ejemplo: el exceso de presión sobre un interruptor eléctrico, la
exhalación del humo del tabaco, el crecimiento del cabello y de las uñas, la caída
de la orina y de la mierda, los movimientos impulsivos del miedo, de asombro, la
risa, la caída de las lágrimas, los gestos demostrativos de las manos, las miradas
duras, los brazos que cuelgan a lo largo del cuerpo, el estiramiento, la
expectoración corriente o de sangre, los vómitos, la eyaculación, el estornudo, el
remolino o pelo rebelde, el ruido al sonarse, el ronquido, los tics, los desmayos,
ira, silbido, bostezos.»

Energías perdidas, elementos que pasan desapercibidos a pesar de ser tan


humanos, fueron los que inspiraron al artista y llenaron su obra de luz y erotismo.

Su período creativo fue corto, dejando que fueran otros los que desarrollaran los
temas que él había ideado y aunque no fue muy prolífico, su influencia fue crucial
para el desarrollo del Surrealismo, el Dadá, el Pop art y el Arte conceptual,
manteniéndose como el artista crucial para la comprensión de la posmodernidad
en la actualidad. Toda su obra es una burla al espectador, llena de humor, ironía y
parodia.

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