Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
- Lucas 21:34-36
Jesús enumera tres cosas que pueden pesar nuestros corazones; (1) la
disipación, (2) la embriaguez y (3) las preocupaciones de esta vida. La
expresión «aquel día» se refiere al tiempo del fin y al día del regreso del
Señor. «Mas velad» significa que te estoy advirtiendo.
En Mateo 24:36-39, Jesús dice: «Pero de aquel día y hora nadie sabe, ni
siquiera los ángeles del cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre. Porque como
en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. Pues así como
en aquellos días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo,
casándose y dándose en matrimonio, hasta el día en que entró Noé en el
arca, y no comprendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos;
así será la venida del Hijo del Hombre.»
Necesitamos velar y orar para que Dios haga que los fieles sean
considerados dignos. Nuestra fe, nuestra vigilia y oración, nuestra
confianza en el regreso de Cristo se cuenta como justicia. Justo como
cuando Abraham creyó a Dios y le fue contado como justicia.
Velar y orar hace que el creyente escape de las cosas que vienen a la
tierra y se mantenga justificado ante el Hijo del Hombre cuando venga
para estar de pie delante del Señor; justificado, listo para ser
semejante a Su cuerpo glorioso (Filipenses 3:21); listo para ser
conformado a Su imagen (Romanos 8:29); y listo para «servir a Dios
día y noche en Su templo» (Apocalipsis 7:15).
¿Entonces cómo podemos hacer esto? El arma que Jesús usó para
vencer fue la oración y la Palabra de Dios. Los discípulos de Jesús hoy
también deben velar y orar. Somos fácilmente distraídos por este
mundo, nuestras necesidades y deseos carnales, y los esquemas del
enemigo (2 Corintios 2:11). Cuando quitamos nuestros ojos de Jesús,
nuestros valores comienzan a cambiar, nuestra atención vaga, y pronto
estamos viviendo como el mundo y produciendo pocos frutos para el
reino de Dios (1 Timoteo 6: 18-19). Él nos advirtió que debemos estar
preparados en todo momento para presentarnos ante Él y dar cuenta
de nuestras vidas (Romanos 14:12, 1 Pedro 4:5, Mateo 12:36).