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E​DUARDO​ L​IENDO

Diario del enano (*)

Si no fuera porque hay evidencias suficientes de que fue publicada por primera vez en 1995 y
que su presentación estuvo a cargo del poeta Juan Liscano, cualquier lector venezolano que se
adentre por primera vez en el ​Diario del enano​ (Alfaguara, 1966?), la novela que hoy tenemos el
honor de presentar, tiene suficientes razones para pensar que Eduardo Liendo su autor ha tomado
como objeto de inspiración la figura de Hugo Chávez y la del régimen político que se ha
construido a su alrededor.

Sucede que esta novela de Liendo, más allá de las situaciones narrativas que la conforman tiene
como objetivo principal el de adentrarse en la práctica política de la tiranía, en el fenómeno de la
búsqueda del poder individual absoluto, mirándola desde la perspectiva de los retorcimientos
sicológicos que hacen que una persona, un ciudadano cualquiera, un individuo como usted o
como yo, termine convirtiéndose en esa figura desesperada por el ejercicio del poder absoluto
que conocemos como El Tirano o El dictador.

Para llevar a cabo esa tarea, e inscribiéndose en una larga tradición de obras y autores que han
insistido en hurgar en los laberintos personales de este tipo de figuras en las que América Latina
ha sido prodiga – El otoño del patriarca", de García Márquez; "Yo, el Supremo", de Roa Bastos;
"El Señor Presidente", de Miguel Angel Asturias; "Oficio de difuntos" de Uslar Pietri; o "La
fiesta del Chivo", de Vargas Llosa- Eduardo Liendo ha recurrido a una muy particular estrategia
que consiste en narrarnos su historia a partir de la contraposición de varias voces que cuentan
pero que tienen como guía y como ancla decisiva las notas de un diario llevado por un enano
testigo de excepción del proceso mediante el cual alguien deja de ser un modesto “xxxxxxxx” de
teatro para convertirse en el tirano, en el jefe único, en el casi Dios, de una isla alegóricamente
llamada Tacalma.

(*)(Palabras de presentación del libro de Euardo Liendo. Lunes 20 de noviembre. Fundación


Banco Provincial. Caracas)

Sin embargo, nada se nos cuenta en un tono lineal, realista, documental. No hay ningún intento
de hacer sociología, novela histórica o algo parecido. La novela de Liendo remite más bien a una
especie de gran montaje teatral, de secuencial puesta en escena de breves piezas dramaturgicas
autónomas que sólo al ser vistas en su conjunto cobran sentido y hacen inteligible lo narrado.

El ​turnign point​ decisivo, para utilizar un término de la dramaturgia cinematográfica, ocurre


cuando el personaje central, Julián Calamares, primer a actor de una obra de teatro titulada
Fatalidad se cansa de representar el papel de José Niebla, un tirano de tiranos personaje central
del drama, y una vez que termina otra representación en vez de salir al camerino se dirige
inspirado a la cada de gobierno de Tacalma y decide convertirse en el Jefe Supremo de la
comarca con el apoyo y el beneplácito inicial de la mayoría de sus pobladores convertidos a
partir de entonces en colectivos lamebotas del tirano surgidos de las tablas.

Y allí está la tesis principal, y digo tesis porque quien les habla es un sociólogo y los sociólogos
siempre estamos buscando alguna, del ​Diario del enano​. El tirano sólo puede resolver su
fragilidad espiritual, su sentimiento de derrota, su insignificancia personal apelando al recurso
del control absoluto del poder, de la capacidad de dominar a su antojo a todos los demás, de
poner el mundo a sus pies y en ese cometido los mejores aliados son las víctimas de ese poder, la
imbecilidad colectiva, el miedo, la abulia y la comodidad de quienes aprueban, celebran y
convalidan su dominio.

Por eso el tirano se confiesa y dice:

“Yo mando porque me da la gana, por obsceno placer, porque me sale de los cojones.
Todo el delirio de un opiómano no vale lo que un segundo de poder. Una energía
vigorosa invade mis pulmones y acelera la circulación de mi sangre cuando mis adorados
panfilos rugen de entusiasmo en la plaza que se extiende frente al balcón. Extasiados con
cada uno de mis gestos. Penetrados por cada frase certera salida de mi boca como un
dardo. Conmovidos con mi poderosa emoción, aunque pronuncie siempre el mismo
soliloquio. Porque la palabra más inútil se ilumina como una centella en mi boca, retumba
como un trueno en sus corazones atemorizados y envilecidos”

No hay nada gratuito en el hecho de que el Tirano surja de un escenario teatral. El poder absoluto
es un ejercicio de teatralidad, de seducción y de retórica. Está hecho de la construcción de un
personaje, el del Tirano, construido sobre el asesinato, la eliminación de otro, el verdadero yo, el
que se desea olvidar, el frágil, el debil.
“Por eso buena parte de la novela está construida sobre el juego de metamorfosis sucesivas de un
personaje multiple que cambia de roles (asistente de circo, lazarillo, ratero, contrabandista,
pintor), de personalidad, y de mentalidad siempre con el mismo nombre pero con diferente
apellido hasta que en la etapa de Juan Calamares se unbica en su papel definitivo de JOse niebla”

Obviamente este tipo de parlamente y de definición vale para cualquier tipo de tirano en
cualquier etapa de la historia humana. Ya Shakespare nos había mostrado hasta donde arrastra el
poder. Lo particular de nuestro José Niebla es que a pesar de lo atemporal del relato y la
ficcionalidad espacial de Tacalama es obvio que estamos ante un tirano tropical con claras raíces
venezolanas. Un tirano que, además, recurre con frecuencia al Balcón del Poder, tiene una
Guardia Nacional Neblinosa a la que le compra armas modernas, consiente y mima y “suele
comparar con los sercitos…”. Un tirano que se cree descendiente de próceres, y que en otras
vidaza sido pintor, pitcher de los tiburones de Taclama (sic) y al que le gustan “los poeticas
románticos, ambicioss, pobretones y revolucionarios…porque quiere muhca paja en las
proclamas.. porque”no hay nada que le agrade más a mi amados panfilos que esa chpáchara
pomposa”.

No me asombro, porque todos los aquí presentes sabemos de las potencialidades del arte, pero si
celebro esta capacidad visionaria del Eduardo Liendo en haber construido un personaje tan
similar al que hoy padecemos como jefe máximo de la nación. Como si no fueran suficiente las
coincidencia que hasta aquí he mostrado hay un pasaje de los monólogos de José Niebla que me
puso los nervios de punta tiene que ver con el descubrimiento del teleneblisor. Con el
teleneblisor:

“puedo imaginarme representando los grandes papeles que alguna vez ambicioné en el
tablado..Yo podría ser el rey y el gladiador al mismo tiempo. Cada madrugada le narraría
mis hazaña a mis amados panfilos..para distraerlos de vez en cuando podría cantarles
algunas operas de Puccini..Para cada hora del día o de la noche les reservaría una nueva
sorpresa: yo de guerrerpo Zamurai. Yo de hombre murciélago. Yo de pitcher estrella de
los tibiuerno de TAcalam. Yo de zaratrusta, Yo de Hipócrates. Yo . El unico. …Presiento
que con el teleneblisor, cada uno de mis multiples yoes podría controlar la vida particular
de mis amados panfilos en su propia casa, por una eternidad.”
Para concluir quiero decir que es muy probable que en esta segunda edición los lectores
entiendan mejor aún que estamos ante una gran novela que constituye además una de las
libertades más grandes que se ha concedido a sí mismo Eduardo Liendo, que como bien o ha
explicado Barrera Linares constituye el puente entre todo lo que Eduardo había escrito
anteriormente y ese tetxo extraordinario que constituye “Último round”, que a pesar de sus
particularidades muestra una de las constantes de su obra, la de la alteridad y, lo que me parece
más extraordinario, es un acto de literatura premonitoria que nos advierte como los grandes
artista previenen sin proponérselos, alimentados por señales ocultas de la realidad aquello que no
puede ocurrir como erijan, como colectivos, como pueblos. Uno después de todo esto no tiene
otra cosa que agradecerle al autor por haberlo regalado este relato prodigioso y sabroso y por
ayudarnos a andar con los ojos más abiertos en este lugar donde José Niebla reina construyendo
la opacidad de nuestro futuro.

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