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El matrimonio: naturaleza jurídica, relación entre los cónyuges

CÓDIGO CIVIL de 1936

3. Heterosexualidad y uniones homoafectivas

el artículo 234 del código civil, se desprende que el matrimonio es un acto eminentemente
heterosexual, al señalar de modo expreso que la unión debe ser entre varón y mujer.

Aun cuando el artículo no prohíbe de manera expresa las uniones poligámicas ni las uniones
poliandricas; esta posibilidad debe entenderse desechada, ya que en el artículo se desprende que el
matrimonio es la unión entre "un varón y una mujer".

Por otra parte, cabe tener en cuenta que la regulación del matrimonio y la familia en nuestra
legislación apunta a la constitución de hogares monogámicos.

No obstante, hay argumentos a favor de las uniones homoafectivas, sobre la base del derecho
constitucional a la igualdad ante la ley, consagrado en el artículo 2, inciso 2 de la Constitución de
1993. se estaría atentando contra el principio de igualdad al admitir que solo una pareja heterosexual
puede contraer matrimonio y, se niega esta posibilidad a una pareja homosexual.

Sobre esta base, las parejas homosexuales deberían ser reconocidas por el ordenamiento legal, no
bajo la figura del matrimonio, sino mediante un régimen semejante, que regule los deberes y
obligaciones de la pareja, el régimen patrimonial y demás aspectos.

Esta propuesta estaría referida a la posibilidad de admitir la unión de hecho o concubinato entre
personas del mismo sexo.

En la legislación comparada, destaca el Pacto Civil de Solidaridad (PACS) del Derecho francés. Estas
uniones realizadas a través de un contrato.

Cabe precisar, que el tratamiento contractual de uniones homoafectivas en el Derecho francés es


posible dado que el Derecho Civil de ese país admite la posibilidad de que los contratos sean fuente
de relaciones jurídicas extrapatrimoniales. Esta posibilidad ha sido desechada por el Derecho
peruano, según el cual los contratos solo pueden generar relaciones jurídicas patrimoniales.

4. La igualdad conyugal

En el segundo párrafo del artículo 234 hace referencia al principio de igualdad conyugal. La igualdad
entre los esposos tiene como antecedente inmediato el artículo 2 de la Constitución de 1979. Este
precepto ha sido recogido por la Constitución vigente en su artículo 2, inciso 2.

El principio de la igualdad de cónyuges tiene su base en la naturaleza de la alianza entre iguales que
constituye el matrimonio, en la que no caben subordinaciones por razón de sexo.

No obstante el carácter de dogma que ha adquirido este principio, la igualdad entre los esposos
podría generar problemas de anarquía doméstica conforme han destacado PLANIOL y RIPERT
quienes afirman que "en la sociedad conyugal, como en toda sociedad, es necesario que haya una
unidad de dirección. Sin duda es deseable que esta unidad se realice por un acuerdo completo entre
los dos esposos en las cuestiones que haya que decidir. Pero, por muy perfecta que sea su unión,
pueden subsistir diferencias de opinión y conviene que una de ellas tenga la preponderancia. El error
que ha determinado la reacción feminista ha sido considerar esta autoridad como una prerrogativa
ejercida por el marido en su propio interés, cuando las razones que la justifican hacen de ella una
función que el marido debe cumplir en bien de la familia".

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