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Universidad nacional de Colombia

Departamento de filosofía

CFA – Platón

II – 2022

Tercer parcial

Nombre …………………………………………………………………………………….. noviembre 17 – noviembre 24

En una ocasión alguien leyó a manera de conferencia el texto que


se transcribe abajo
Para responder a este parcial usted debe leer el texto, proponer un
título para él y elaborar tres preguntas que usted formularía al
autor o autora del escrito.
Los criterios para calificar las preguntas son: Pertinencia 1, no
reiteración2, claridad3 justificación4
(En procura de la pertinencia debe usted ocuparse detalladamente
del escrito buscando asuntos que se traten de manera insuficiente,
o incoherencias, o contradicciones, o proponer temas o enfoques
que permitan completar, complementar aspectos relevantes o
identificar perspectivas que permitan enriquecer la conferencia)
(En procura de la no reiteración debe usted evitar repetir en todo o
parte una pregunta o una justificación)
1
Pertinente: Adecuado y oportuno en la ocasión, o el caso de que se trata (Diccionario de uso del español.
María Moliner. Editorial Gredos Madrid 1994. Tomo II)
2
Decir o expresar algo otra vez o repetidas veces. (Diccionario de uso del español. María Moliner. Editorial
Gredos Madrid 1994. Tomo II)
3
Manera de hablar del que lo hace abiertamente, cualidad de claro, lúcido o perspicaz. (Diccionario de uso
del español. María Moliner. Editorial Gredos Madrid 1994. Tomo I)
4
Causa, fin, motivo o razón que justifica una cosa. (Diccionario de uso del español. María Moliner. Editorial
Gredos Madrid 1994. Tomo II)
(La claridad requiere brevedad y precisión. Una pregunta no es un
comentario)
(la justificación la debe expresar a continuación de cada pregunta
máximo en dos razones expresadas de la manera más breve que
sea posible. Una justificación no es un comentario)
(Debe también brindar una razón que justifique el título que
propone)
TEXTO:
“Entre las características que contribuyen a explicar el hecho de que Platón sea uno de los
personajes más conocidos de toda la humanidad y que se considere como referencia e inspiración
constante en filosofía se pueden destacar: 1. la habilidad como escritor, 2. la capacidad notable
para elaborar preguntas sorprendentes y de largo aliento, 3.- La manera muy aguda en que
calcula los alcances de una tesis y descubre fallas en la argumentación, 4.- La destreza inigualable
para percibir el grado de dificultad de los problemas y las conexiones más ostensibles o remotas
entre los temas 5.- el virtuosismo para ensayar salidas, reconocer errores y diseñar caminos de
solución 6.- la inigualable amabilidad con el lector para conducirlo con la información necesaria al
conocimiento de los problemas, los términos de la discusión y el escrupuloso respeto para
permitirle pensar por sí mismo.

Platón ante todo enseña filosofía, el lector hace parte de la obra, no puede sustraerse. En muchos
casos cuando uno lee los diálogos se siente participando en una especie de experimento mental,
casi siempre uno está acompañado de un par de alternativas de manera que se ve deliciosamente
forzado a involucrarse y cuando se acaba el escrito uno tiene la sensación propia de las ocasiones
en que una persona muy agradable con la que uno está compartiendo una velada se retira sin que
la fiesta haya finalizado. Lo diálogos de Platón no están aún terminados, y uno puede reiniciarlos
en cualquier momento. Pero en todo esto hay rigor, no se trata de asociar libremente o de
ilusionarse con el simple torneo dialéctico. El juego de Platón, tiene reglas y muy estrictas, la
principal es tal vez rechazar la terca asunción de que el punto de vista que uno tiene es
privilegiado, o el imperativo de no confundir prejuicios con argumentos.

El punto de partida es bastante simple, hay filosofía porque la verdad no es evidente, porque no
basta simplemente con abrir los ojos o preguntarle a la almohada, porque no hay libro sagrado o
verdad establecida de manera definitiva. Se trata de investigar y es necesario el diálogo porque
nadie logra en ejercicio solitario conquistar la solución de las dificultades. Los problemas
interesantes requieren esfuerzos continuos, por eso el Sócrates de Platón se irrita cuando Gorgias,
el retórico, afirma que está en condiciones de responder cualquier pregunta o que desde hace
mucho tiempo nadie lo ha dejado mal parado de cara a un interrogante. [Cfr. Gorgias. 448ª].
Platón es valiente, no se arredra fácilmente ni se conforma con poco, se enfrenta sin reservas a la
búsqueda, es del todo contrario a los dogmas, en su caso, la creencia se asienta sobre la prueba
satisfactoria, sobre la argumentación cuidadosa, por eso su desencanto con los poetas, con los
sabios, con los que se expresan como inspirados oráculos. Platón hace suya la causa de establecer
una adecuada definición de filosofía y de filósofo, En el Banquete afirma que se trata de amor a la
sabiduría y en su vida fue un intenso enamorado del saber e hizo cuanto estuvo a su alcance para
evitar el engaño.

Una de las más desenfocadas apreciaciones que suelen hacerse sobre platón es asumir de modo
dogmático que para él hay algo así como un súper mundo, el de verdad, el mundo de ideas y por
contraste que este, el mundo que solemos reconocer como el nuestro es deleznable, efímero
falso, aparente. Digamos de modo terminante que, si efectivamente existiera el mundo de las
ideas separado del nuestro estaría fuera de nuestro alcance. En verdad todas las preguntas y
todas las búsquedas, incluso el diseño teórico de las ideas como verdades fundamentales, se
hace a partir de la información que se obtiene percibiendo, pensando, dialogando,
experimentando, recordando, actividades todas que se cumplen en este mundo, el único que
hay.

Un lugar particularmente propicio para tratar acerca de la educación en Platón, es el diálogo


Protágoras, allí un joven visita a Sócrates y le pide que intermedie ante Protágoras, el famoso
sofista para que éste lo acepte como discípulo, de manera que siguiendo sus enseñanzas se
eduque, se convierta en un hombre virtuoso, esto es un hombre de bien y un buen político Ante el
requerimiento, Sócrates interroga al joven de la siguiente manera “– ¿Cómo? ¿No te das cuenta
del peligro en el que vas a poner tu alma? Si tuvieras que confiar tu cuerpo a alguien, corriendo el
riesgo de resultar mejorado o dañado, ¿acaso no mirarías mucho si deberías o no confiarlo y
dedicarías muchos días a pedir consejos a los amigos y allegados? Pero, cuando se trata de algo
que estimas más que tu cuerpo, esto es, tu alma, de la que depende toda tu felicidad o tu desdicha,
haciéndote tú mismo útil o malvado, sobre eso no consultas ni con tu padre ni con tu hermano ni
con ninguno de nuestros amigos, si debes confiar o no tu alma a ese extranjero que acaba de
llegar, sino que te enteras ayer tarde, según dices, de su llegada y ya hoy, antes del amanecer,
pones manos a la obra, sin reflexionar y sin consultar si es conveniente confiarte a él o
no”(prot.313ª)

Este breve fragmento contiene una apreciable cantidad de temas y problemas de los que Platón se
ocupó extensamente. Veamos al menos tres, particularmente complejos: 1.- ¿Cómo ha de ser un
guía o maestro que merezca confianza’, ¿qué condiciones debe cumplir alguien para considerarlo
educador? 2.- ¿Es posible enseñar?, ¿qué se puede enseñar?, ¿cómo se puede enseñar?. 3.- ¿En
qué sentido puede afirmarse que de la educación depende que uno sea feliz o desdichado, y que
resulte útil o malvado? De estos tres asuntos me quiero ocupar:

El punto inicial en este tipo de cuestiones, es no perder de vista que uno no puede considerar la
posibilidad de que alguien enseñe, sin tener en cuenta la cuestión a enseñar. Hace ocho días, en
esta misma sala se reclamaba que la filosofía debía ocuparse de la formación de las personas, de
hacer hombres buenos y buenos ciudadanos. Ese tipo de formación corresponde a lo que Platón
denomina virtud y es justamente a propósito de la enseñanza, y en particular de la enseñanza de
la virtud que Platón expresa, con abundantes razones muchas dudas reservas y observaciones. En
la defensa de Sócrates afirma:
“En cuanto a mí, a lo largo de toda mi vida…he actuado…sin transigir en nada con nadie contra la
justicia ni tampoco con ninguno de los que, creando falsa imagen de mí, dicen que son discípulos
míos. Yo no he sido jamás maestro de nadie” (defensa. 33ª) tenemos pues, por una parte, que
Sócrates es justo, esto es virtuoso y por otra parte que rechaza la posibilidad de ser maestro.
Sócrates obliga a Protágoras a precisar su oficio: “- Vamos a ver –repuse si interpreto bien tus
palabras. Me parece que te refieres al arte de la política y que te comprometes a hacer de los
hombres buenos ciudadanos. – Esa es, exactamente, Sócrates, la oferta que hago. – ¡Qué hermoso
arte posees!, si realmente lo posees... Yo creía, Protágoras, que esto no era enseñable, si bien no sé
cómo voy a disentir de tu afirmación. Y es justo que te diga por qué pienso que ni es enseñable ni
los hombres pueden transmitírselo unos a otros (Protágoras.319ª). Platón asume que para decidir
en torno a si la virtud es enseñable es preciso que previamente se responda a preguntas como
¿Qué es la virtud?, ¿Hay una sola virtud o son varias?, y ¿en ese caso cuántas son?, además ¿Si son
varias las virtudes, que relación se puede reconocer entre ellas, o hay que decir que son
independientes? Ninguna de estas preguntas tiene respuesta fácil, pero en todas está involucrada
otra pregunta decisiva, a saber, ¿cómo podemos asegurar que somos capaces de tener
conocimiento? ¿Qué es propiamente conocer? Aquí se puede tener la impresión de que Platón
nos coloca ante una especie de juego de muñecas matriosvskas, de modo que destapando una hay
otra en su interior y uno se ve inclinado a asumir que no hay manera de poner fin a este proceso
de preguntas que conducen a otras de manera indefinida. Sin embargo, Platón se ocupa de las más
caracterizadas cuestiones que se ponen de manifiesto. Así, a propósito de qué sea conocimiento,
hay en su obra largos pasajes en los que se expresa su reflexión. En particular dedica el Diálogo
Teeteto a esta cuestión. Allí de modo bastante detallado y completo, hace un análisis de la
percepción, de la capacidad judicativa, de los procedimientos silogísticos y en general establece
que es imposible estar seguros de saber algo, si asumimos que el conocimiento se juega en una
relación entre nuestras potencias y los objetos. En este caso, como somos parte de la relación no
podemos erigirnos en jueces confiables para decidir si en un caso determinado nuestros
contenidos en la percepción, el entendimiento o la memoria corresponden a estados de cosas en
el mundo

Tomemos, a modo de ejemplo, el caso de la percepción: uno ingenuamente tiende a pensar que
no es posible dudar de lo que lo que inmediatamente se ve o en general de lo que se percibe a
través de los sentidos y así denomina realidad lo que tiene delante de los ojos e infiere sin mayor
reserva que los demás comparten con uno ese conocimiento. De esta manera consideramos que la
percepción es conocimiento. A semejante doctrina Platón opone un conjunto de tesis del siguiente
estilo [cfr Teeteto161b]: Cualquier criatura que posea sensaciones tendrá conocimientos válidos y
así animales y hasta plantas si son capaces de sentir serán conocedores; ningún ser que posea
sensación podría ser considerado más sabio que otro; no se percibe lo mismo de cerca que de
lejos, no hay siempre la misma intensidad en los datos que proceden de los sentidos; los actos de
percepción serían conocimiento y a la vez criterio de verdad. Nadie puede juzgar a otro en
términos de verdad o falsedad a nivel sensible. Propiamente no habría criterio de verdad; además
hay que aceptar que no habría lugar a enseñanza, ni se puede distinguir ignorancia de sabiduría,
de manera que el análisis filosófico no tiene justificación. De esta manera la tesis el conocimiento
es percepción queda refutada, y en general la información obtenida por esta vía debe sostenerse
sólo como una suerte de indicio que más que resolver cuestiones es una fuente generosa de
dificultades. Todo lo que puede decirse es que no conocemos con los sentidos sino a través de los
sentidos esto es que la potencia capaz de conocimiento no es sensible y que los sentidos son a lo
sumo herramientas, siempre defectuosas, Por este motivo en el diálogo se propone que es el alma
la que conoce, algo así como lo que hoy llamaríamos mente, las operaciones del alma que pueden
ser consideradas como soporte del conocimiento son la memoria, la asociación, la capacidad de
elaborar juicios o proposiciones y la capacidad de razonar, pero en todos los casos es preciso
convenir que ninguna de estos recursos es suficiente y a todos es común la ausencia de una pauta
que permita determinar de modo inequívoco el acierto o el error. Cuando uno recuerda, no puede
estar seguro de que su recuerdo se corresponde exactamente con la cosa recordada, cuando se
hace una asociación, son aspectos circunstanciales o totalmente artificiosos los que permiten
subsumir en categorías o definir niveles, cuando se establece por análisis o síntesis una
proposición, no se puede saber si su contenido corresponde a una situación real. En cuanto a los
silogismos o razonamientos, son auto referentes. En una palabra, si el conocimiento es asunto de
nuestras potencias no se puede pretender salir de ellas para encontrar su justificación. El resultado
del Teeteto es negativo, pero permite un gran avance en la crítica de algunas tesis con las que con
mucha frecuencia se pretende responder la pregunta ¿qué es conocimiento? Es plausible
considerar ese diálogo como una vía que conduce sensatamente a plantear la teoría de ideas
como alternativa para lograr una respuesta satisfactoria.

En el mismo diálogo, el Teeteto, [149ss] Platón hace una amplia exposición del denominado
método mayéutico en donde, para el lector queda definitivamente claro que es imposible acceder
a un saber que uno mismo no construya a su interior, el maestro es sólo un guía que a través de
análisis, preguntas y asociaciones oportunas va conduciendo a que su interlocutor logre poseer
contenidos bien justificados, capaces de desafiar las dudas. El buen suceso del procedimiento
mayéutico depende de dos factores imponderables, la habilidad del partero y la capacidad de
quien se somete al examen. Ninguno de los dos puede someterse, en sus procedimientos a
normas inmodificables o rutinas estrictas. Es condición que el guía no trasmita a quien es guiado
un contenido determinado, él solo merodea y está muy pendiente de cosas como poner de
manifiesto yerros formales, llevar a contraste en escenarios distintos lo que se propone como
conocimiento y buscar ejemplos que hagan falsas las tesis. Sócrates afirma “Hasta tal punto me
parezco a la partera, que yo mismo no puedo dar a luz sabiduría, y el reproche usual que se me
hace es cierto: a pesar de que yo pregunto a los demás, nada puedo traer a luz por mí mismo,
porque no existe en mí la sabiduría” (Teeteto. 150c) El guía es bastante singular su habilidad
consiste en señalar el error y no puede en ningún caso establecer sin sombra de duda que un
supuesto conocimiento determinado es efectivamente acertado. La recuperación del error es uno
de los rasgos mejor caracterizados de la teoría platónica del conocimiento, se conoce siempre en
contra de un conocimiento anterior, la marcha hacia la verdad supone la superación de muchos
intentos equivocados, la mayéutica es un buen testimonio del procedimiento por ensayo y error.

El relato de la caverna es un testimonio más de la concepción platónica según la cual la formación


es un asunto que se produce por la experiencia y la maduración de cada hombre que se está
formando y un rechazo bien logrado a la pretensión de que alguien puede enseñar a otra persona
contenido mental de modo exitoso. El relato se presenta como una situación límite en lo que
respecta a la educación y a la falta de ella: “Después de eso- proseguí- compara nuestra naturaleza
respecto de la educación y de la falta de educación con una experiencia como ésta”
(República.514ª)Aquí es claro que se puede educar la naturaleza, o mejor aquello que uno es,
también podríamos añadir, definitivamente, que la educación se ejerce sobre un estado ya dado
de cosas y que no se trata del advenimiento de algo totalmente inédito. Esta idea recorre toda la
república, el estado educador debe ejercer como buen psicólogo, esto es como buen conocedor
del alma de quien se educa de manera que pueda garantizarle un cabal desarrollo de sus
virtualidades naturales y sobre todo permitirle acceder al lugar que de acuerdo a su naturaleza
pueda ocupar para desempeñarse bien. Veamos unos pasajes del relato

“Examina ahora el caso de una liberación de sus cadenas y de una curación de su ignorancia, que
pasaría si…uno de ellos fuera liberado y forzado a levantarse de repente, volver el cuello y marchar
mirando a la luz y al hacer esto sufriera a causa del encandilamiento… ¿no piensas que se sentiría
en dificultades y que consideraría que las cosas que antes veía eran más verdaderas que las que se
le muestran ahora?… y si a la fuerza se le arrastrara por una escarpada y empinada cuesta ¿no
sufriría acaso y se irritaría por ser arrastrado y tras llegar a la luz los fulgores le impedirían ver los
objetos que ahora decimos que son verdaderos” (República. 515ª)

Hay un par de situaciones que se ilustran en la caverna y que son relevantes para nuestro asunto:
El prisionero mira los objetos que causan las sombras obligado, haciendo resistencia y en contra
de sí mismo, las sombras son como las opiniones y los hombres nos aferramos a ellas con inercia y
afectación, la cuestión es patológica, probablemente lo más difícil en la formación de una persona
sea hacerla cambiar de opinión, en efecto, si de conocimientos se trata es relativamente sencillo
derrotar una teoría o proponer tesis nuevas pero con las opiniones la cosa es otro precio, uno se
hace matar como hincha de un equipo de fútbol, o como partidario político en tanto opinión
publica pero nadie le gasta una riña al hecho de que le corrijan la demostración deficiente de un
teorema. En buena medida lo que se educa son los sentimientos de agrado o desagrado, o como
dice el primero y principal comentarista de platón, Aristóteles, ‘enseñar a alegrarse por lo que es
debido y a dolerse por lo que es debido’. El otro asunto es que una vez el hombre ha abandonado
la caverna, se ha acostumbrado a los objetos reales y ha entendido el carácter de las sombras, no
desea volver y en cierto sentido no tiene por qué hacerlo: “Y si se acordara de su primera morada,
del tipo de sabiduría allí existente y de sus entonces compañeros de cautiverio, ¿no piensas que se
sentiría feliz del cambio?…¿no le pasaría como al Aquiles de Homero que ‘preferiría ser un labrador
al servicio de un hombre sin tierra’ antes de volver a su anterior modo de opinar y de vivir?…Y si
descendiera nuevamente…¿no se expondría al ridículo y a que se dijera de él que por haber subido
hasta lo alto se había estropeado los ojos, y que ni siquiera valdría la pena intentar marchar hacia
arriba? Y si intentase desatarlos y conducirlos hacia la luz ¿no lo matarían si pudieran tenerlo entre
sus manos y matarlo?” (República.516c)

Para regresar a la caverna se requiere fuerza, para evitar ser prendido y para liberar a quienes
están allí y eso no es posible para un hombre, por eso el estado asume la tarea. Por ahora está
claro que no es asunto de un maestro, por capaz que este sea porque si bien es difícil tener la
autoridad y la fuerza, y tal vez esto sea lo más importante, es imposible reemplazar la mirada o la
experiencia de otro. No hay maestros, nadie puede cargar sobre sí la expectativa de lograr
plenamente la formación de otra persona nadie puede trasmitirle a otra persona los contenidos
del conocimiento, en el Banquete se lee: “Estaría bien Agatón que la sabiduría fuera una cosa de
tal naturaleza, que, al ponernos en contacto unos con otros, fluyera de lo más lleno a lo más vacío
de nosotros, como fluye el agua en las copas, a través de un hilo de lana de la más llena a la más
vacía” (Banquete. 175d) No aprendemos por Osmosis.
Una vez hemos establecido en primer lugar que no hay manera de garantizar el conocimiento si se
lo estima como una suerte de relación entre potencias del alma y objetos y en segundo lugar que
no es posible migrar el conocimiento de un maestro a un alumno como un acto de transmisión,
hemos de buscar alternativas.

Más arriba hice referencia a que el estado cumple el papel de educador. Vale la pena preguntar
¿Qué es definitiva lo que el estado puede hacer en términos de educación? Es preciso partir de
una aclaración básica, que permite ubicar el tipo de respuesta que Platón desarrolla en los
diálogos de madurez, particularmente en la República, El Timeo y Las Leyes: no debe usarse el
término estado, sino polis, y esto no es solo un acto cortés con la lengua griega, en realidad Polis
no es solo un andamiaje institucional o legal, polis es el conjunto social actuante, que por supuesto
incluye idioma, costumbres, religión, arte, leyes gobierno, que tiene un territorio, muchos
individuos y que, sobre todo, ha aclimatado las tradiciones capaces de dar identidad. La republica
es un intento de Platón por fundar buenas tradiciones, por lograr mantener en el tiempo una
identidad fuerte. Una ciudad que opere como un gran organismo armónico, coherente vital, en
donde cada parte sea expresión del todo y carezca de cualquier sentido pensarla al margen de su
integración con las demás partes. La polis así es trazada de acuerdo a la naturaleza de sus
miembros y a la articulación natural de sus partes, la polis es la referencia constante y procurar su
bienestar y estabilidad es algo que debe primar por encima de cualquier interés particular.

En el modelo de Platón, el interés de la clase gobernante se confunde con el interés de la polis,


“Por ello, no cesarán los males del género humano hasta que ocupen el poder los filósofos puros y
auténticos o bien los que ejercen el poder en las ciudades lleguen a ser filósofos verdaderos,
gracias a un especial favor divino.” (Carta Séptima). La ciudad es la personificación de la filosofía, o
mejor es la verdad articulada, El rey filósofo en sentido estricto no es una persona, es la filosofía.
Al frente de la polis está la filosofía

En el Timeo Platón alude al hecho de que en la República la polis se ha descrito en su conjunto y


en sus partes como si fuera una pintura y propone que ahora se la presente como un organismo,
como un animal activo allí la polis a su vez se inscribe en una totalidad orgánica mayor que es el
Universo La verdad solo puede ser la conjugación de todos los elementos que constituyen el
cosmos. Una cosa aislada o un hombre aislado no pueden existir ni ser conocidos

Según se afirma en el Timeo, el universo no está conformado a semejanza de muchas ideas o


paradigmas inteligibles sino a semejanza de un único modelo. Algo particular es incompleto y por
ende no es bello. Por lo demás lo construido es un viviente único y visible. Vida es asimilable a
organización dinámica, orgánica. El Universo es un gran organismo, no un agregado de cosas
hecho según múltiples paradigmas

En síntesis, afirma Platón, la constitución del mundo se ha hecho “sin dejar fuera ninguna parte ni
propiedad, pues proyectó lo siguiente: primero, que el mundo fuera lo más posible un viviente
completo, compuesto de partes completas; segundo, que fuera único, porque no quedaba nada de
lo que pudiera generarse otro semejante; tercero, que estuviera exento de vejez y de enfermedad
(Timeo. 32d-33ª)

Lo generado es la versión temporal, o en movimiento de lo eterno inteligible, y es a su vez, eterno:


“Cuando el padre que lo había engendrado observó que el mundo, imagen generada de los dioses
eternos, estaba en movimiento y vivo, se alegró y, se propuso hacerlo todavía más semejante al
modelo. Como en efecto éste es un viviente eterno, intentó que este universo fuera de ese modo en
la medida de lo posible. Pero dado que la naturaleza del viviente era eterna, no podía adaptarla
completamente a lo generado. Entonces se propuso hacer una imagen móvil de la eternidad, y, a
la vez que ordenaba el cielo, hizo de la eternidad que permanece en unidad una imagen eterna que
avanza según el número, a la que precisamente denominamos “tiempo”. (Timeo.37c-d) El Universo
expresa lo inteligible en el tiempo, no puede manifestar ordenadamente nada que no corresponda
a lo inteligible. El mundo sensible es así inteligible. El tiempo aquí no engendra, no es padre de
nada es solo el modo de expresar. ‘Nada hay nuevo bajo el sol y además el sol es muy viejo’.
Tiempo, espacio, materia, son como medios de expresión de lo inteligible. El pasado, el futuro son
modos de hablar son diferencias temporales introducidas por nosotros que hablamos de las cosas,
que ‘percibimos tiempo’, pero no hacen justicia a lo que es, son en general, modos erráticos e
impropios de hablar.

Así pues, tenemos un modelo inteligible sobre el cual no hay sospecha, un mundo sensible que no
se opone a aquel, o mejor, un mundo frente al cual cabe preguntar qué hay en él, considerado
como realmente es, o sea como organismo y totalidad, ¿qué hay en él reitero, que no esté en el
inteligible? Y, por lo demás tenemos un tiempo ilusorio, un espacio onírico. Nada parcial es por sí
mismo y nada parcial es verdadero ningún conocimiento aislado es consistente

Estas últimas alusiones al Timeo pueden generar la apreciación de que finalmente la significación
individual es incomparablemente pobre frente al orden universal ineluctable, Pero en esto platón
es muy prudente, él no deja de asentar con fuerza los pies sobre la tierra y no habita en las
nebulosas, en las leyes, que es tal vez su última obra, reconoce que es necesario el
constreñimiento y la imposición de deberes y obligaciones dado el carácter imperfecto de los seres
humanos. Ese texto sorprende al lector por algunos trazos muy próximos a las teorías políticas
modernas, La idea de libertad, como fruto de la observancia de la ley y un espíritu que se diría más
ilustrado que romántico, conduce a Platón a afirmar que la autonomía es propia de quien sabe
matemáticas y dialéctica, o que ninguna ley u ordenación es superior al conocimiento, si bien,
semejante nivel de conocimiento no se consigue en parte alguna [cfr leyes 875cd]. Las leyes no
sólo cumplen un papel moderador y garante de armonía y estabilidad, Platón afirma: “Todo aquel
que se ocupa de la ley como lo hacemos nosotros no está estableciendo ley para los ciudadanos
sino educándolos” (Leyes 857e)

Así el fin último de la ley es su propia eliminación, que se logra una vez los habitantes de la polis se
han apropiado de su sentido y su justicia y entonces la ley es parte de la identidad y no un
mandato, pero esto desde luego no es un punto de partida, es el resultado de buenas leyes y de
una autoridad decidida, la ley es pues un elemento educativo, Platón sostiene que el legislador no
debe buscar el favor del vulgo, legislar buscando el placer de las personas sería como esperar que
el tratamiento médico o el entrenamiento duro fueran por sí placenteros [cfr.Leyes684c]. Las leyes
deben salvaguardar las tradiciones y la fisonomía de la ciudad, deben ser la encarnación de la
justicia, una justicia determinada por la sabiduría lejos de la complacencia o el querer individual de
los asociados, lo que llevaría a nivelar las cosas de modo impropio o ajeno a la naturaleza “La
igualdad entre desiguales es desigualdad” (Leyes757a)
Si bien el constreñimiento impulsa y la ley orienta a los individuos por cuanto estos están
compelidos a observarla sobrevive aún una cuestión central, ¿cómo juega el individuo en sentido
positivo en todo esto?, cómo logra inscribirse en el todo social o cosmológico?, ¿de qué manera se
puede generar un espacio para considerarlo en su particularidad? El más auténtico modo de
reinstalar al individuo en este escenario es señalando el camino de su disolución y en esto Platón
es particularmente agudo, lo hace de la siguiente manera:

En el diálogo Fedro encontramos un Sócrates poseído que al ocuparse del Amor hace presente una
inmensa cantidad de temas típicos de Platón. Parece una enciclopedia de la obra, Platón luce en el
Fedro convencido de que el amor es un asunto en que concurren muchas cosas importantes, al
tratarlo desfila mágicamente casi la totalidad de su producción intelectual. Hay alusiones a doxa,
episteme, teoría de ideas, los dos mundos, la reminiscencia, el motor inmóvil, el papel de los
poetas, la adivinación, intuición, la deliberación, dialéctica retórica, enseñanza, virtudes; se
procede con discursos, mitos, pequeños diálogos, citas, apoyo en poetas. Se ensayan muchos
modos de escritura y se termina criticando la escritura. Y sobre todo se establece una concepción
de Filosofía.

Sócrates, se dispone a alabar a Eros cuya auténtica divinidad reconoce. En algunos pasajes previos
del diálogo se había sostenido que el enamorado se encuentra lejos de la sensatez en estado de
locura, Sócrates, por su parte sostiene que la locura no es un mal. A través de la locura, que es un
don de los Dioses nos llegan grandes bienes. La locura es cosa enviada por dioses, la sensatez es
cosa de hombres.

Sócrates recurre a un símil para dar cuenta de la naturaleza del alma y el carácter de la locura

Si el alma es perfecta y posee alas sanas, surca las alturas y domina todo el cosmos, pero la que ha
perdido sus alas va a la deriva cae, se asienta y se une a cuerpo terrestre. “Este compuesto,
cristalización de alma y cuerpo, se llama ser vivo, y recibe el sobrenombre de mortal” (Fedr.246c).
El destino del alma es así remontar de nuevo las alturas, el poder del ala es levantar el alma
llevándola hacia donde moran los dioses. Lo divino es descrito como bello, sabio, bueno y otras
cosas por el estilo. Lo divino alienta el plumaje.

El orden propicio para el entendimiento es presentado como divino y a él corresponden las


realidades más altas, el conocimiento es elevación del alma que se hace capaz de ascender
precisamente porque contempla la verdad, se trata de una lucha tenaz y permanente, Filosofía y
ausencia de engaño conforman el sendero para ascender, para conquistar las ideas y la felicidad.
El filósofo tiene el alma con alas sanas, vive volcado a lo divino, se aproxima a él y guarda memoria
de lo eterno. El filósofo es “tachado por la gente de perturbado, pero él está entusiasmado.”

Previamente se había alabado la sensatez, el autocontrol, la recta opinión y el buen juicio, por eso
sorprende hablar del filósofo como entusiasmado, esto es poseído por los dioses, y lo que aún
resulta más revelador, el filósofo aparece caracterizado por la locura. Una forma de locura “que se
da cuando alguien contempla la belleza de este mundo y recordando la verdadera belleza le salen
alas”. 249d. El amante de los bellos se llama enamorado, el alma se entusiasma y quiere ascender
por cuanto aquí abajo hay imitaciones sin resplandor. Y las alas brotan por el deseo del regreso,
brotan por amor, la fuerza que impulsa a los filósofos es el amor. El filósofo es un enamorado.
Platón escribe una de sus más hermosos textos a propósito de esto. En las cosas del amor se
requiere entrenamiento, se habla siempre en términos de proceso, entrenarse, aquí significa
educarse, recorrer un arduo camino de avances y de retrocesos, una vía de perfeccionamiento, de
entusiasmo, de huida de la apariencia y del engaño.

He aquí una especie de experimento mental: “El que no está entrenado ante lo que aquí se llama
bello no siente estremecimiento (simplemente se le agita el cuerpo) y dado al placer 'inmediato'
pretende como un cuadrúpedo cubrir y hacer hijos, ni teme ni se avergüenza de perseguir un placer
contra la naturaleza”. (Fedro.250e) la naturaleza humana se manifiesta en la conquista del amor.
Amor, que calificar de supremo es redundante. No es exagerado afirmar que Platón establece para
la naturaleza humana el hecho de ser poseída por Eros. Somos legítimamente seres eróticos.

“El que contempló –la belleza-, cuando ve un rostro de forma divina o entrevé en un cuerpo que
imita bien a la belleza se estremece primero y le sobreviene algo de los temores de antaño y
después lo venera al mirarlo como a un dios, y si no tuviera miedo de parecer muy enloquecido,
ofrecería a su amado sacrificios” (Fedro. 251ª)

Los transportes amorosos se reflejan en la vida física, la sanidad del alma es la sanidad del cuerpo
del bendito Eros depende también la buena fisiología. “Y cuando lo ha visto y encausado el deseo,
abre lo que antes estaba cerrado, y, recobrando aliento, ceden sus pinchazos y va cosechando
entre tanto, el placer más dulce. De ahí que no se presten a que la abandonen - a nadie coloca por
encima del hermoso muchacho- , olvidándose de madre, hermanos y amigos todos, sin importarle
un bledo que, por sus descuidos, se disipen sus bienes y desechando y desdeñando todos aquellos
convencionalismos y fingimientos con los que antes se adornaba, presto a hacerse esclavo y poner
su lecho donde le permita estar lo más cerca del deseado”. (Fedro.251e) En nada enfatiza tanto
Platón como en la fuerza amorosa, nada parece valer tanto la pena ni dar tanto sentido a la
existencia como el enamoramiento, ningún bien material, ni el prestigio, ni el poder, ante la
ausencia del amor son dignos de atención, es locura, hermosa locura, divina locura. De él depende
la salud del alma, la salud del cuerpo, nada puede ser superior a la cálida presencia del amor, la
feliz contemplación de la belleza.

“Y es que, además de venerarle, ha encontrado en el poseedor de la belleza al médico apropiado


para sus grandísimos males. A esta pasión, pues, hermoso muchacho, al que precisamente van
enhebradas mis palabras, llaman los hombres amor.… Se puede o no se puede creer esto; no
obstante, la causa de lo que les sucede a los amantes es eso y sólo eso” (Fedro. 252b)

Según las palabras de Sócrates, si bien se aspira a la belleza en sí que ha sido contemplada, el
camino de ascenso se inicia y es asistido por la presencia física de lo bello. De ésta manera lo Físico
y lo inteligible aparecen integrados. No se imaginan los amantes al amado, lo contemplan con sus
ojos y todo lo hacen para estar a su lado.

Los amados son como dioses y los que aman tratan de hacer que su amado se parezca o aproxime
al dios. “y como si aquel amado fuera su mismo dios, se fabrica una imagen que adorna para
honrarla y rendirle culto… Y hacen todo lo posible para que sea tal cual es… al verse obligados a
mirar fijamente hacia él. Y una vez que se han enlazado con él por el recuerdo y en pleno
entusiasmo, toman de él hábitos y maneras de vivir, en la medida en que es posible a un hombre
participar del dios”. El amor posee una enorme capacidad transformadora, quien ama vuelve
sobre si y quiere elevarse a la divinidad, solo se puede hablar de seres humanos divinos si son
capaces de amor, si sus almas no son yermas. Decir dios y decir enamorado para el caso de los
seres humanos es expresar algo similar.

Es también, el amor la fuerza que conduce a la bondad, la que derrota los vicios y las veleidades
humanas, el verdadero amante no puede ser sino benevolente, la bondad preside las acciones del
amante ante el amado. No hay probablemente otro escenario en el que la moralidad pueda tener
su lugar natural como el amor, no puede haber amante en sentido propio, a quien acompañe la
envidia, la mentira, el interés, y a quien abandone la bondad, de ningún otro lugar ha de huir el
engaño con tanta presteza como del encuentro amoroso.

Mirarse a sí mismo en el amante no es el triunfo de un yo con límites conocidos, no es la


reiteración de la tragedia absurda de cargar con la flaca identidad, es ser con el otro uno mismo,
es auténticamente reflejarse y ser reflejado en otro. El proceso amoroso es búsqueda de
identidad, es proyecto de fundirse en la divinidad. Se ama lo divino, se ama la verdad se ama lo
bello y esas cosas coinciden. A este nivel, Platón asume la palabra filosofía de manera bastante
amplia, como estética, apreciación del lenguaje, del conocimiento, de la moral, de la naturaleza, y
todo en una realidad básica, el amor, la afinidad y la identidad con los objetos. En la carta séptima
afirma: En una palabra, a la persona que no tiene ninguna afinidad con aquello que se ha de
conocer, ni la facilidad para aprender ni la memoria podrían proporcionarle conocimiento, pues en
principio no se da éste en naturalezas ajenas. De modo que cuantos no sean aptos por naturaleza y
no armonicen con la justicia y las demás virtudes, por muy bien dotados que estén en otros
aspectos para aprender y recordar, ninguno de ellos conocerá jamás la verdad sobre la virtud y el
vicio en la medida en que es posible conocerla” (Carta VII)

Dice en el Fedro, “De esta manera, si vence la parte mejor de la mente que conduce a una vida
ordenada y a la filosofía, transcurre la existencia en felicidad y concordia, dueños de sí mismos,
llenos de mesura, subyugando lo que engendra la maldad en el alma y dejando en libertad aquello
en lo que lo excelente habita……Ni la humana sensatez, ni la divina locura pueden otorgar al
hombre un mayor bien”.(Fedro. 256ª) El amor, está de más decirlo, es el mayor bien y hace el
mayor bien, la vida se orienta se resuelve, se logra gracias a esta divinidad, al demonio que es
capaz de hacer de un ser humano filósofo, ante el cual ‘los filósofos’, caja de resonancia de meros
pensamientos ajenos, ‘los filósofos’ que emulan a los políticos buscando fama y reconocimiento,
los filósofos solitarios incapaces de amar, deben ponerse a llorar

Si es necesario puntualizar puedo decir que el amor es una suerte de fuerza de elevación en pos
de la belleza que se genera a partir de la contemplación de los bellos, “el amante de los bellos se
llama enamorado” y tal fuerza es la principal fuerza educadora, conduce al amante a la búsqueda
de perfección, a la identificación de lo que se es con lo que se ama y al impulso transformador de
quien se ama, en pos de la mayor realización de la belleza que tiene que ver tanto con los
hermosos rostros y los cuerpos divinos, como con la exaltación de las virtudes y la belleza de las
almas que es coronada en el cultivo de la filosofía. Se trata de que amante y amado coincidan, se
identifiquen y se unan en la perfección. Este es un camino de entusiasmo, de divina locura, en
cuyo término el silencio y la felicidad esperan al alma capaz de elevarse. Si hablamos de amor,
hablamos de filosofía, de integración de todos los aspectos de la realidad, hablamos de silencio y
hablamos de trascendencia de la condición de solitarios y separados propia de los seres humanos
sin filosofía. Quien está poseído por Eros está en el camino de la sabiduría, de la bondad, la belleza
y la sensatez, y el acceso a esa realidad es posible en virtud del entusiasmo, de la divina locura. Es
completamente posible sostener a partir de lo expuesto que la filosofía es en pleno sentido hija de
Eros, y que sin Eros no puede ser, bien podríamos, en contra de la costumbre llamarla EROSOFÍA.

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