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La gran obra de nuestra vida es nuestra propia persona, no lo es todo aquello que podemos crear,
aquellas experiencias que podemos vivir, aquellos encuentros que podemos realizar, y mucho
menos aquello que lo queremos disfrutar o tener.
Pero, si bien, mi propia persona es la gran obra de mi vida, no es ella su fin porque la persona es
continuidad, llamado, ella no es su argumento, sino que su vida es llamada y su responsabilidad es
la respuesta.
Pero esto no es una hipótesis, ni una teoría, es una experiencia de toda persona, toda persona se
percibe asimismo como siendo alguien y no una cosa un mero individuo más, y somos alguien en
la medida en que actuamos como alguien en la realización de la obra que somos, de la llamada
que somos, en este sentido somos actividad, fuerza, creatividad, somos energía, actividad.
Pero somos energía en la medida en que vamos haciendo emerger toda la riqueza que hay en
nosotros, o vamos haciendo fructificar toda la riqueza que vamos adquiriendo a lo largo de la vida,
somos un conjunto de capacidades somos dinamis: potencialidad.
Nuestra propia identidad, lo que somos cada uno, Se manifiesta en una constelación de
capacidades, físicas y psíquicas. Así, nuestras capacidades son lingüísticas y comunicativas,
destrezas manuales, intelectuales y abstractiva, capacidades de relación, capacidades afectivas
entre paréntesis capacidad de apertura, de llegar al otro, amabilidad, de ternura, generosidad,
perdón, tolerancia, conocer los propios defectos, saber expresarnos, saber controlarlos, saber
conocer los defectos ajenos, saber resolver conflictos.
Pero no sólo somos creatividad, actividad, potencia, capacidad. También somos finitud, limitación.
Nuestras fuerzas y capacidades son limitadas. Nuestro tiempo es limitado entre paréntesis lo cual
no debe ser motivo de angustia sino de tomar conciencia de la responsabilidad ante cada opción,
ante cada momento de nuestra vida). Somos homo sapiens, homo Faber pero también homo
Patience: hombre sufrientes. Cargamos con la culpabilidad, con el sufrimiento, con la muerte y
siendo esta una extralimitación, también supone un reto: el reto de realizarnos en el sufrimiento,
transformando el sufrimiento en tarea personal,