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Drogas de diseño
1. INTRODUCCIÓN
Con el término drogas de diseño se designa a un conjunto de sustancias sintetizadas,
en los últimos años, por químicos en ciertos laboratorios de forma clandestina, con el
propósito de producir, mediante variaciones en la estructura química, efectos similares o
más potentes que los de las drogas clásicas. Obviamente para su fabricación ya no se parte
del producto natural de la planta, como en el caso de la cocaína (hoja de la coca) o de la
heroína (opio), sino que el origen son grupos farmacológicos de síntesis artificial, mediante
el empleo de reactivos químicos, que por regla general existen en el comercio legal.
Estas «nuevas drogas» al ser productos no incluidos en las listas de sustancias
consideradas ilícitas por los convenios internacionales sobre estupefacientes y psicotropos,
simplemente porque periódicamente se sintetizan nuevas y porque además los expertos
que las confeccionan no se reúnen anualmente, hace que el control de su tráfico resulte
dificultoso.
Aunque por el significado del término, traducción del inglés, «designer drugs»,
pudiera aparentar que nos encontramos ante hecho novedoso, nada más lejos de la
verdad. En realidad, la mayoría de las drogas de diseño son productos, que en su día
fueron sintetizados por la industria farmacéutica, durante los procesos de investigación
para descubrir nuevos medicamentos; desechando numerosos productos resultantes, bien
por no reunir las acciones para las que van destinadas, o por ser considerados dañinos
para el organismo.
5. RECUERDO HISTÓRICO
El MDMA o éxtasis fue sintetizado por primera vez a principios de siglo, y patentado
por la compañía alemana Merk en 1914. La intencionalidad era comercializarlo como
medicamento anorexígeno, para reducir el apetito en las personas con problemas de
obesidad. Debido a que no dió el resultado que se esperaba y a sus efectos secundarios,
se retiró y no llegó a ser comercializado.
A finales de los años “70” es empleado por psiquiatras estadounidenses como parte
de los tratamientos dirigidos a superar problemas de comunicación, debido a su facilidad
para desatar estados de euforia aumentando la sociabilidad y la locuacidad. Sus efectos
secundarios provocaron su inclusión en la Lista de Sustancias Psicotrópicas de la ONU, y
su consiguiente prohibición.
Al término de la década de los “60” y principios de los “70” se produjo su explotación
y comercialización ilegal junto a otras drogas como las anfetaminas y el cannabis. Tras
la desaparición de los movimientos juveniles y tribales de la época, pasó practicamente
desapercibido su consumo hasta los años “80”, momento en que comenzó su expansión
en Londres, de donde pasó directamente a la isla de Ibiza.
Acompañando a los movimientos musicales conocidos como «acid-house»,
«máquina», «trance», «bakalao» y demás formatos de la llamada «música industrial», se
fué convirtiendo en la sustancia protagonista de los rave-parties y finalmente de las
macrodiscotecas. De Ibiza pasó a Valencia, Alicante y después Barcelona, y desde 1996 ya
se puede encontrar en practicamente todas las ciudades de la Península. A medida que
se dispara su consumo y distribución baja la edad de inicio entre los más jóvenes, que en
estos momentos ya puede situarse en torno a los 16 años, abarcando un amplio espectro
de edades que alcanza hasta los 27-28 años.
6. EFECTOS BUSCADOS
Las excelencias del éxtasis han sido cantadas y vendidas hasta en compac-disc.
Todos recordamos cuando en el otoño de 1991 se puso de moda una pieza musical del
bakalao de la que se vendieron más de 150.000 copias. Fabricada por el discjockey Chimo
Bayo, la letra decía así:
«Exta sí, exta no, exta me gusta me la como yo. Si la conoces te gustará, porque es
la bomba que va a estallar... exta sí, exta no...»
Lo cierto es que entre fiestas, determinadas piezas musicales, y las declaraciones
de ciertos personajes escribiendo o hablando sobre lo inocuo del éxtasis, se puede decir
que esta droga ha gozado de un empuje semejante al de una concienzuda campaña de
marketing. Los efectos «buscados» del éxtasis se producen en la mayoría de los casos, no
siempre, y en dosis de 70-100 miligramos. Una pastilla con esta concentración suele hacer
efecto apenas media hora después de haber sido tragada. Las principales sensaciones son
las siguientes:
• Euforia.
• Reducción de la sensación de hambre.
• Reducción de la sensación de sed.
• Reducción del cansancio y del sueño.
• Aumento de la autoestima.
• Aumento de la sensibilidad emocional.
• Afectividad.
• Locuacidad.
• Desinhibición.
• Aumento de la empatía.
En resumen: produce euforia, disminuye radicalmente las sensaciones de cansancio,
sueño, hambre y sed, y facilita la comunicación y las relaciones personales, aumentando
el deseo de relacionarse y hablar.
Según la tolerancia que se haya desarrollado el efecto de la dosis puede durar
hasta cuatro horas, comenzando a disminuir ya una hora después de la ingesta. La dosis
de MDMA varía extremadamente de unas pastillas a otras, incluso entre las procedentes
de una misma remesa, de tal forma que puede llegar a consumirse un éxtasis con 0 mg
7. TOLERANCIA Y DEPENDENCIA
La capacidad del éxtasis para crear tolerancia y dependencia es sin duda una de
las cuestiones más polémicas, ya que aún no se han realizado los estudios necesarios
como para que ésto quede totalmente admitido. No obstante todo indica que esta droga
psicoestimulante provoca tolerancia, dependencia física y psíquica y hasta síndrome de
abstinencia:
1º. En los consumidores más regulares se observa que ingieren dosis cada vez
mayores buscando los mismos efectos que en las primeras ingestas. La
tolerancia existe, de tal forma que sus efectos «buscados» son cada vez más
difíciles de alcanzar, lo cual lleva a muchos consumidores a mezclar el éxtasis
con otras drogas como el speed, la cocaína o el cannabis. Por otro lado está
demostrado, y es especialmente preocupante, el hecho de que según se
aumenta la dosis se van aumentando también los efectos tóxicos del MDMA,
pero no los «buscados».
2º. Al igual que con el resto de los derivados anfetamínicos se desarrolla una
tolerancia directa hacia algunos efectos como la euforia, la reducción de la
sensación de fatiga, retraso del sueño...
3º. Aunque muchas personas que consumen anfetaminas esporadicamente no
llegan al abuso, la dependencia psicológica se produce con gran rapidez e
intensidad.
4º. Cuando se suprime el consumo de éxtasis, normalmente o con frecuencia
entre el lunes y el jueves, se desarrolla un permanente estado de ansiedad y se
arrastra una sensación de agotamiento, depresión, pesimismo, irritabilidad y
actitud negativa general. Muchos jóvenes consumidores describen el espacio
de tiempo que transcurre entre el lunes y el jueves como «un infierno», que
sólo la perspectiva del fin de semana permite superar. Esta demostrado
que la supresión en el consumo de anfetaminas va seguida de un síndrome
caracterizado por sueño, hiperfagia, síndrome depresivo y cansancio, que
bien puede ser considerado como síndrome de abstinencia.
Es posible que la capacidad del éxtasis para crear tolerancia, dependencia e incluso
síndrome de abstinencia no esté aún suficientemente demostrada, pero «el que quiera ver...
que vea» y el que no que espere a los resultados de los estudios que se elaborarán con los
adictos que a los 27 años lleven 10 consumiendo drogas de diseño.
14. ARILHEXILAMINAS
El representante más conocido y típico de esta familia química es la fenciclidina
(PCP). La PCP se comenzó a fabricar en los años 50 como anestésico intravenoso. El uso de
la PCP en seres humanos se descontinuó en 1965 por haberse descubierto que los pacientes
se mostraban a menudo agitados, delirantes e irracionales mientras se recuperaban de sus
efectos anestésicos. La PCP se fabrica ilegalmente en laboratorios y se vende en la calle con
los nombres de angel dust, ozone, wack y rocket fuel (polvo de ángel, ozono, chifladura
y combustible de cohete). Killer joints y crystal supergrass, (superhierba cristal y porros
mortales) son nombres vulgares que se refieren a la combinación de PCP y marihuana. La
variedad de nombres vulgares de la PCP refleja sus efectos extraños y volátiles.
La PCP es un polvo blanco cristalino que se disuelve fácilmente en agua o alcohol.
Tiene un sabor químico amargo distintivo. Se puede mezclar con facilidad con colorantes y
se vende en el mercado de drogas ilícitas en forma de diversas clases de tabletas, cápsulas y
polvos de colores. Por lo general, hay tres formas de uso: se inhala, se fuma o se come. Para
fumarla se suele aplicar a hojas de plantas, como menta, perejil, orégano o marihuana.
También se está extendiendo como droga de abuso, derivado de su costumbre
en los países anglosajones el clorhidrato de ketamina, un anestésico general congénere
de la fenciclidina, que produce en ocasiones alucinaciones con sensaciones de vivencias
extrañas o pesadillas y con posibilidad de producir cuadros psicóticos, confusionales y de
conducta irracional.