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Mujer y subsistencia… María Teresa Agüero

MUJER Y SUBSISTENCIA. LAS VIUDAS POBRES EN ALICANTE DURANTE EL


SIGLO XVIII
María Teresa Agüero
Universidad de Alicante

INTRODUCCIÓN
“…dice que Luisa Pastor ha sido toda la vida persona honesta, de buenas costumbres,
buena cristiana y temerosa de Dios y de la Justicia Real. Lo sabe porque ha conocido a sus
padres, Juan Pastor y Luisa Cerdá, buenos cristianos que como tales criaron y educaron a
su hija, siendo vecinos del declarante en la localidad de la Cañada del Fenollar en donde
nació y se crió. Que la acusada ha venido a tal estado de pobreza que no tenía caudal ni
bienes con que subvenir sus necesidades en tal extremo que le faltaba el preciso alimento,
de suerte que vivía con gran penalidad y padecía mucha hambre antes de ser presa, y que
según lo aniquilada que está la tierra, especialmente en la ciudad y en los lugares de Agost y
Monforte y la jurisdicción, con la estrechez del tiempo, tiene por cierto que la dicha Luisa
Pastor padecería lo que le han preguntado. La conoce desde hace más de cuarenta años” 1.
Así testificaba el regidor alicantino Juan Colomina en la causa que se inició en 1710 contra
la viuda Luisa Pastor. El dilatado desarrollo de esta causa nos ofrece la oportunidad de acercarnos
al recorrido vital de esta mujer y también aglutina una gran parte de los aspectos que nos
proponemos observar en esta comunicación. No sólo queremos referirnos a aquellas mujeres
cuyo estatus social era precario ya desde el momento de su matrimonio, sino también y sobre
todo, a quienes como consecuencia de su viudedad se vieron abocadas a pasar de un “modus
vivendi” digno a una situación de precariedad, o de extrema pobreza cuando su principal asidero
económico y social desaparecía.
Nos interesa pues, el proceso mediante el cual se generaba este desplazamiento, así como
observar las escasas estrategias de supervivencia que estas mujeres tenían a su alcance. Por otra
parte, saber hasta qué punto el tejido parental, social e institucional era capaz de responder a estas
estrategias ha sido otro de nuestros intentos.
Para ello, y como ocurre casi siempre que se trata un tema referido a las mujeres durante
el siglo XVIII y mucho más ante el tema que intentamos abordar, el principal escollo ha sido la
necesidad de construir un relato a partir de “escrituras ajenas”, en las que muy pocas veces se
tiene la sensación de rescatar siquiera someramente, sentimientos o manifestaciones que nos
permitan acercarnos a lo que fue su sentir y vivir. En otro sentido, aunque el término pobreza en
todas sus apreciaciones es utilizado con profusión en los documentos manejados, bajo estos
términos se abarcaba un amplísimo campo de situaciones y, de vez en cuando, la imagen
descarnada de la pobreza más absoluta aparece a raíz de acontecimientos que nunca hubieran
deseado protagonizar estas mujeres “solas”. Se trata pues de un material escaso y delicado, pero
sólo a través de él podemos recuperar restos de estas voces condenadas, en caso contrario, a
desaparecer a través de los tiempos.
Las fuentes utilizadas tienen como base fundamental documentación recogida en los
registros del cabildo alicantino: Libros de actas capitulares correspondientes al siglo XVIII,
Interrogatorios políticos, Vecindarios, Libros de quintas, Libros de expedientes y veredas y
finalmente el apartado de Pleitos.

1Parte de la declaración del regidor Francisco Colomina, como testigo en el Auto contra la viuda Luisa Pastor en
1710. A.M.A., Sec. Pleitos, Lío nº 4, nº 34.

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POBLACIÓN Y VIUDAS POBRES


Como ya hemos indicado no nos proponemos hacer un estudio demográfico de las
mujeres viudas en situación de penuria, sino atender a la correlación de circunstancias que podían
precipitar y agravar su pobreza. En todo caso, y teniendo en cuenta la volatilidad de la población
a que nos referimos y la naturaleza de las fuentes, trataremos de seleccionar algunos datos que de
alguna manera enmarquen a modo de referencia este aspecto. En este sentido, es cierto que
cuando el cabeza de familia fallecía, era posible que estas mujeres perdiesen la posesión del hogar
como espacio físico teniéndose que buscar otras fórmulas de supervivencia diferentes al hogar
nuclear, en ocasiones recurriendo al hogar extenso, la co-residencia o en el peor de los casos a la
caridad 2. Estos hogares extensos se nos descubren a veces por fuentes transversales 3y la
itinerancia del grupo familiar, si lo hubiera, o de la mujer sola en busca de un medio de vida
también dificulta el seguimiento de estos grupos 4.
Considerando que Alicante era de 1708 a 1709 una ciudad diezmada por la guerra, recién
salida de un asedio y con un gran número de pobres y mendigos en toda su jurisdicción (Alicante,
Busot, Villafranqueza, Agost, San Juan, Muchamiel y Monforte), los vecindarios realizados en
Alicante en 1714 (el requerido por Felipe V para el repartimiento de contribuciones) y el de 1717
(Campoflorido), también de carácter fiscal, nada nos aportan respecto al tema que nos ocupa.
Aunque tampoco es muy fiable su contenido, sí que nos vamos a guiar en un principio por los
datos del vecindario confeccionado entre 1731 y 1732, también con finalidad fiscal y con objeto
de evitar ocultaciones en el repartimiento de equivalente. En este vecindario el recuento de
pobres de solemnidad era de 317 sobre una población de 4.319 vecinos 5. Los sucesivos
vecindarios tienden minimizar el número de pobres y mendigos y, en las respuestas a los
Interrogatorios, se solía contestar que los indigentes eran en su mayoría extranjeros, y que la
población autóctona generalmente trabajaba. Sólo a partir de la segunda mitad de siglo podemos
hablar de porcentajes.
En nuestro caso, por las fechas en que se realiza, así como por la fiabilidad que ha venido
mereciendo, tomaremos como referencia el Censo de Floridablanca, cuyo recuento se realizó en
Alicante en 1786. Siguiendo los datos de este censo, sabemos que la proporción de varones en la
Comunidad valenciana durante el siglo XVIII, 103 hombres por cada 100 mujeres, era superior a
la registrada en el resto del país donde el número de varones era de 99 y que en 1787 6 la
población de mujeres viudas en el país valenciano era ligeramente inferior a la del resto de
España, con un porcentaje de 12, 24 frente a un 13,76 en el resto del país 7, contabilizándose para
Alicante un total de 937 viudas 8.

2 Este ha sido uno de los aspectos que trata Miguel Ángel GARCÍA SÁNCHEZ en su estudio comparativo:
“Hogares pobres en Madrid y Londres, 1590-1700.Problemas metodológicos y primeros resultados”, IX Reunión
Científica de la FEHM-UMA, Málaga, 2009, pp. 677-692.
3 A través de los registros referidos a las exenciones en las quintas también encontramos este tipo de hogares, donde

convivían grupos familiares sin vínculos biológicos: “En el arrabal de San Francisco, en casa del soldado José Marz,
además de su hijo, vive un muchacho, Joseph Palacios de 17, a cuyo cargo está su madre viuda” Arm. 1, Lib. 60, fol.
39.
4 El debate abierto sobre la composición de los hogares pobres indica la complejidad del tema. Siguiendo la teoría de

Th. Sokoll se podría considerar que la familia pobre era mayoritariamente nuclear, pero con tendencia a agruparse en
hogares amplios bajo la fórmula de la co-residencia. M. A. GARCÍA SÁNCHEZ, en “Hogares pobres en …”, op.
cit., p. 680.
5 Las ocultaciones debieron ser numerosas, aunque lejos de los altos índices de los vecindarios de primeros de siglo.

Enrique GIMÉNEZ LÓPEZ, Alicante en el siglo XVIII, Valencia 1981, p. 40.

7 Pedro PÉREZ PUCHAL, “La población del país valenciano hasta la época estadística”, Cuadernos de Geografía nº 10,
1972, p. 19.
8 Su distribución en cuanto edades era la siguiente:

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Del censo de Godoy (1797) hemos recogido la información que nos es útil para conocer
el número de mujeres viudas que residían en las casas de acogida existentes en Alicante, unas
cifras muy bajas en función de la población de mujeres viudas que podrían encontrarse en estado
de necesidad extrema. Las recogidas en la Real casa de Misericordia 9 ascendían a nueve, cinco de
“ochenta y tantos” años las otras cuatro “de cuarenta a sesenta, todas ellas impedidas”. A pesar
de no estar en las mejores condiciones para ello, también se especifican los trabajos que las
mujeres hacían en este centro y que se describen así: “…amasan, hacen la cocina, medias, coser,
hilar, remendar y “…demás ocupaciones necesarias para la limpieza de la casa”. En la Real casa
de Corrección también había dos reclusas viudas, sin que se recojan más detalles en cuanto a
edades y circunstancias 10.
Es significativo el alto número de viudas 11 contabilizado en el Interrogatorio de 1803
respecto al de varones en las mismas circunstancias. En este mismo Interrogatorio el número de
pobres de ambos sexos era de 77. En cuanto a los mendigos, se contabilizan únicamente 25,
añadiéndose que “por lo regular en esta ciudad son extranjeros, y aún manchegos: las gentes de
este lugar son aplicadas al trabajo y sólo piden limosna los impedidos” 12.

MUJER, TRABAJO Y DEPENDENCIA. LA PRESENCIA DE LA MUJER VIUDA EN


LOS REGISTROS MUNICIPALES
Una primera consideración respecto a este grupo de viudas con escasos recursos, se
refiere a la dificultad que tenían en cuanto a vivir de sus ingresos, ya que habitualmente sólo
podían acceder a aquellos trabajos peor remunerados, como empleadas domésticas 13, costureras,
lavanderas o empleadas en alguna industria local. Esta posibilidad se reducía aún más cuando la
viuda tenía a su cuidado algún hijo de corta edad, aun cuando los hijos de la gente más humilde
podían comenzar a trabajar muy pronto.
A lo largo del siglo XVIII, las actas municipales del cabildo alicantino recogían un gran
número de memoriales de mujeres viudas en los que el término “quedar en la pobreza” era una
expresión abundantemente repetida, tanto por parte de las viudas de funcionarios municipales
como por otras mujeres en semejantes circunstancias. En cuanto a las primeras, el municipio no
quedaba obligado a ayudar a la viuda por ley, pero sí en algunos casos parecía considerar su
situación y concedía una ayuda a modo de indemnización, que podía aliviar de momento la falta
de ingresos. Lo cierto es que la mujer viuda recurría a aquellos medios que le garantizaran algún

De 16 a 25……..10
“25 a 40………148
“40 a 50……....191
“ + 50………..588
9 La casa de Misericordia de Alicante fue concluida en el año 1751.
10 A.M.A. Expedientes y veredas, año 1797, arm.15, Lib.28.
11 Plaza del mar, calle Mayor, S. Nicolás, Bonayre, Labradores, Plaza de S. Cristobal, Porchins, Empedrado y callizos:

viudos……38; viudas…..108. Arraval de S. Francisco (Liorna, Valle, Plaza de Elche, Barranquet, plaza de S. Javier, y
Morello, S.Francisco, Balseta, Plaza de las Barcas, Bavel, Parador, Virgen de Orito, Mar y callizos: viudos……44;
viudas….198. Arraval de San Antón: viudos…..44; viudas…..252. S. Roque, Llop, Verónica, parte de la calle Mayor y
plaza del Mar, calle Toneleros, plaza de Ramiro, Postiguet y Pescadería: viudos…...23; viudas……73. Villavieja y
Arraval Roig: viudos….43; viudas……141. Partición de Hospital, portería de S. Agustín, Virgen de Belén, Fuente de
San Nicolás, Virgen del Remedio y del Diezmo, calle de Aro, Médicos, Alpargateros, plaza de Norma y calle de
Arque, parte del barrio de S.Roque, barranco del Carmen y S. Ginés: viudos…..43; viudas……141 Partidas
(Condomina, Orchecha, Santa Faz, Campello, Aguas, Rio Monnegre, Tánger y Almajada, Torregroses,
Respeh,Cañada, Moralet y Verdegás;Alcoraya, Olla del Rebolledo y Vallonga, Serreta, Barranco de Colomina y Font
Calent, Bacarot, Saladar, Agua Amarga y huertos del contorno). Viudos…..158; viudas……237.
A.M.A. Interrogatorios Políticos mandados contestar por el Ministerio de Hacienda, 1803, Lib. 99, Arm.5.
12 A.M.A. Ibidem, fol. 88.
13 En 1803 se contabilizaban en Alicante 476 criadas. A.M.A. Interrogatorios […], Ibidem.

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ingreso que pudiera paliar, en palabras de Francisco Sanz de la Higuera “la pérdida de la llave de
la despensa” 14. Si existía algún hijo en edad suficiente para realizar el mismo trabajo que había
ocupado su padre, la viuda a veces presentaba sus memoriales ante el cabildo solicitando para su
aquél su desempeño. En caso contrario, buscaba la posibilidad de proponer otra persona allegada
que reuniera las condiciones necesarias para hacerlo y, a cambio, asegurar a la viuda y a su familia
algún ingreso. Si estas circunstancias no se cumplían, el camino que se presentaba a estas mujeres
podía ser muy incierto
Por otra parte, aunque sabemos que la mujer joven trabajaba en el ámbito doméstico
mucho más de lo que queda reflejado en los documentos, muchas viudas añadían en sus
memoriales la circunstancia de tener a su cuidado hijas doncellas. En 1753 la viuda de Vicente
Violat, guardaporta del Ayuntamiento se refería a la necesidad de dar cobijo y sustento a sus tres
hijas doncellas, y para ello proponía la ocupación de este puesto para Vicente Cerdá con la
condición de que “socorra de alguna manera a las suplicantes”. 15
Si nos atenemos a los argumentos que estas mujeres aducían en sus memoriales, muchas
de ellas quedaban totalmente desprotegidas. El 30 de enero de 1785, Isabel Juana Galdó, viuda
del maestro de primeras letras Guillermo Estela, exponía haber quedado “…en el más mínimo
consuelo, puesta en la suma miseria por no haber dejado su marido bienes de ninguna especie” 16.
También en 1785, Micaela Hernández, viuda del sereno Juan José Egea argüía que: “…no tiene
medios para volver a su ciudad natal, Murcia, dice que se encuentra en un país extranjero, que no
tiene parientes ni conocidos y que no puede acudir a sus precisos y cotidianos alimentos.
Propone a una persona con la condición que la ayude” 17.
El hogar, símbolo de estabilidad, también se veía a menudo en peligro cuando el padre de
familia desaparecía, más aún si su posesión dependía del trabajo desempeñado. Tal era la
situación de las viudas de los porteros del Ayuntamiento. Año tras año se planteaba en sesión
capitular la necesidad de resolver los conflictos surgidos a partir de la forzada convivencia de las
familias de los porteros en activo con aquellas encabezadas por las viudas de los anteriores
porteros fallecidos. Uno de los últimos testimonios que se nos ofrece al respecto data de
noviembre de 1792. En esta fecha se comunicaba, una vez más, en cabildo que: “a pesar de haber
muerto Manuel Rosell, portero del consistorio, su viuda e hijos aún viven en la azotea del mismo,
así como otras familias de los anteriores porteros” 18. La falta de interés en solucionar el problema
por parte del cabildo nos hace pensar que se confiaba en la buena voluntad de las familias,
obligadas a compartir espacios, mientras no se registraran conflictos mayores. Se relegaba, pues, a
la solidaridad vecinal el acogimiento de estas familias.
En este proceso de vulnerabilidad progresiva, la dependencia de la mujer viuda de edades
más avanzadas se hacía inevitable y en el mejor de los casos podía tener la posibilidad de vivir a
expensas, generalmente, de algún hijo varón. Se trataba ya de un cambio sustancial, que a través
de la documentación existente nos muestra a estas mujeres como sujetos pasivos que en muchos
casos eran útiles en cierta manera para sus supuestos protectores. Un ejemplo claro lo tenemos
con ocasión de los reclutamientos de varones en las temidas quintas. Uno de los requisitos más
efectivos y utilizados para conseguir ser excluido del servicio al Rey era la de ser “hijo de viuda
pobre de solemnidad”. Muchos de estos varones, a veces muy jóvenes, exponían la penuria

14 Francisco SANZ DE LA HIGUERA, “A la sombra de la muerte: viudez espléndida, viudedad paupérrima a


mediados del Setecientos”, Cuadernos de Investigación Histórica, nº 22, 2005, p. 431-461.
15 A.M.A. Arm.9, Lib.43, acta capitular de 10 de mayo de 1753.
16 También añadía esta viuda: “…que su marido ejerció durante más de treinta años con conocida utilidad de muchos

alumnos que hoy se encuentran en honoríficos empleos”. Para corroborar su pobreza aseguraba además “haber
tenido que enterrar a su marido por Dios”. A.M.A. Arm.9, Lib.75, acta capitular de 30 de enero de 1785.
17 Ibidem.
18A pesar de que en cabildo se decidió “tomar las medidas pertinentes”, se advierte una crónica lentitud en desalojar

estas familias. A.M.A. Arm.9, Lib.82, acta capitular de 20 de noviembre de 1792.

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existente en sus casas ya que el suyo era el único ingreso de la familia. En el libro de exenciones
correspondiente al año 1771, a medida que nos acercamos a los barrios aledaños a la ciudad
donde residían las gentes más humildes, estos eximentes van en aumento, pero también es verdad
que la constatación en cuanto a la veracidad de los mismos quedaba a veces en entredicho, y
muchos de ellos eran rechazados 19.

DE LA POBREZA SUPUESTA A LA POBREZA Y MARGINACIÓN. DOS CASOS


JUDICIALES
Ya nos hemos referido al heterogéneo y amplio contenido que podía encerrar el término
pobreza en los documentos considerados. En dos extremos opuestos podríamos considerar dos
asuntos judiciales que tuvieron por protagonistas a dos viudas alicantinas.
El primer caso se refiere al pleito presentado por Josefa Castillo, “viuda y heredera de
Nicolás Tredós” mediante el cual reclamaba ser declarada “en estado de extrema pobreza”. A
pesar de su situación social destacada y su vinculación tanto por nacimiento como por
matrimonio a familias influyentes, esta mujer declaraba en 1744 que: “…se alimenta a expensas
de una hermana suya, imposibilitándola estos motivos el poder sostener los costosos gastos que
ocasionan los pleitos” 20.Aquí se nos muestra la figura de una mujer viuda que aparentemente
pierde apoyos dentro de su mismo entorno familiar.
Josefa presentó en este año un pedimento a D. José Javier de Solórzano, Juez Pesquisidor
de la ciudad en quien recaía la jurisdicción ordinaria de la misma porque: “para poder continuar
los autos que seguía con la compañía de los negociantes Pedro e Ignacio Geraers, establecidos en
el comercio necesitaba justificar la notoria pobreza y miserable estado de viudez en que se
hallaba”.
La declaración de Josefa Alfonsa Castillo, se dirigía a demostrar que no contaba con
ningún recurso económico 21 y necesitaba recibir las cantidades correspondientes a su legítima
herencia tanto por parte de su marido como de su suegra, cuyos papeles “justificativos” estaban
en manos de sus cuñadas, Josefa y Victoriana Tredós 22. Afirmaba Josefa Castillo que: “muerta la
testadora acudió a reclamar los papeles que justificasen los créditos de los Tredoses y Alcaraces,
encontrándose sin ellos y con altas sospechas de que se los hubieran ocultado”.

19A modo de ejemplo citaremos algunas de las alegaciones presentadas por estos varones para intentar ser
considerados exentos:
Vicente Baeza, calle de san Agustín, afirma ser “…tardo de oído y, en haciendo viento de Levante, sordo del todo; y
así mismo es quebrado, también que tiene una nubecilla bajo la niña del ojo derecho y, últimamente ser hijo de viuda
pobre con dos hermanas de nueve y siete años de edad que viven bajo su amparo”. Se mandó que acreditase lo
declarado. A.M.A., Lib.6, Sec.6, Subsec. C. Año 1771.
Francisco Cerdá en barrio de Santa Cruz: “excluido por hijo de viuda, pobre de solemnidad a quien mantiene
juntamente con un hermano menor, y así mismo por ser tierno de ojos y corto de vista”. A.M.A. Ibidem.
Pedro Gómez, a espaldas del barrio de San Agustín: “… excluido por haber acreditado ser hijo único de viuda pobre
a quien mantiene juntamente con una hermana soltera demente”. Declaraciones de exentos y no exentos hechas por
el Exmo. Señor Gobernador y Corregidor en consecuencia de las Diligencias de primera medida. A.M.A. Ibidem.
20 Declaración de pobreza de Josefa Alonso Castillo. Pleito sobre pérdida de papeles para poder justificar el estado de

pobreza de la viuda Josefa Alfonsa Castillo A.M.A. Sec. Pleitos. Legajo 9/46. Año 1745.
21 Sus cuñadas Victoriana Tredós y Josefa Mª Tredós, afirmaban no saber nada de esos papeles y que nunca habían

sabido nada de ellos. A.M.A. Sec. Pleitos, Ibidem


22 Victoriana Tredós, mujer del regidor José Alcaraz declaraba que “…es incierto que haya ocultado la declarante los

papeles que dicho pedimento menciona, ni mucho menos saber cuáles eran ni dónde paran, sin que hayan oído jamás
decir semejante cosa”. Josefa María Tredós, mujer del regidor Vicente Beviá también declaró que no sabía nada de
esos papeles y que nunca había oído hablar de ellos. A.M.A, Ibidem

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Finalmente, el 17 de noviembre de 1744, esta mujer conseguía su propósito y el juez así lo


corroboraba en los siguientes términos: “habiendo leído los autos y la información producida
[…] debo declarar y declaro a Josefa Castillo como pobre” 23.
Muy distinto es el caso de otra viuda, cuyo proceso judicial se prolongó durante cuatro
años. Se trata de un trágico episodio ocurrido en 1710 en Monforte, en plena reconstrucción del
territorio tras la larga Guerra de Sucesión, que nos permite acceder a un despliegue de
testimonios en torno a la figura de una viuda, Luisa Pastor, acusada de la muerte por
ahogamiento de su hija, Francisca Morant.
El auto se inicia con una notificación por parte del Alcalde ordinario de la Universidad de
Monforte, dando fe del macabro hallazgo24. Más tarde, el planteamiento de las distintas
exposiciones del fiscal, abogado defensor y testigos nos describen un proceso de pauperización,
marginación y posible locura de una mujer viuda desde una posición social relativamente estable
en cuanto a sus vínculos familiares.
El 22 de febrero de 1710, una niña de muy corta edad (entre cuatro y cinco años) apareció
ahogada en una acequia de Monforte del Cid (Alicante). La principal sospecha recayó sobre su
madre, Luisa Pastor natural de Agost, viuda de Pedro Morant, quien en esas fechas intentaba
encontrar trabajo como criada en este pueblo.
Tras las primeras pesquisas, Luisa Pastor fue detenida e interrogada. Posteriormente fue
llevada presa a las Reales Cárceles de Alicante donde se procedió a un segundo interrogatorio, en
el cual la acusada no desmintió el terrible hecho, yendo ambas declaraciones en el mismo sentido.
Cuando se le preguntó sobre los motivos de tan cruel asesinato su respuesta fue: “… porque se
hallaba sin remedio ni consuelo; necesitada de forma que pasaban los cinco y los seis días sin
comer cosa de sustancia y por ver si hallándose sola la admitirían a servicio en cualquier casa pues
reparaban admitirla por la dicha su hija”.
Pese a que nadie había visto a Luisa Pastor arrojar a su hija a la noria, las declaraciones de
los vecinos de Monforte tendían a acusarla, describiéndola como un ser insensible al dolor
producido. Para ellos esta forastera era la principal y única implicada en la muerte de su hija 25.
Sin embargo, en el desarrollo de esta causa criminal, sorprende la solidez de otras
declaraciones que nos van informando sobre la figura de esta viuda, antes y después de fallecer su
marido. Uno de los testigos fue Francisco Colomina, regidor perpetuo de la ciudad de Alicante,
quien declaró eximiendo a Luisa de una parte de la culpa, haciendo hincapié en las muchas
dificultades y reveses que esta mujer había tenido que afrontar.
La declaración de otros dos testigos, Bautista Marhuenda y Pedro Pina, también tendían a
dar testimonios más favorables en cuanto al pasado de Luisa. El primero aseguraba “…que era
23 Ibidem.
24“En la Universidad de Monforte a 22 días del mes de febrero de 1710, su Merced D. Esteban Aracil, Alcalde
ordinario de dicha universidad, dijo que agora que serán las cinco horas y media de la tarde se ha dado noticia de que
en la noria de los herederos de Joseph Sirvent que está a la orilla de esta Universidad hay una criatura muerta dentro
del agua y no se sabe cuya es ni de dónde. Su merced se fue en derechura a dicha noria juntamente con Juan
Limiñana, alguacil mayor y otros vecinos, la mandó sacar, la cual se halló difunta, vestida con un jubón de Calamanca
de color encarnado y blanco y unas basquiñas de bayeta pajiza muy viejas y unas alpargaticas y por su merced fue
mandado llevarla en casa de la viuda de Juan Martínez para que de allí se libre eclesiástica sepultura y se hagan las
diligencias que convinieren para saber de dónde es y averiguar su muerte que, por ahora se ignora y se reciba la
declaración de una mujer del lugar de Agost para que diga si sabe algo sobre esto por no ser la dicha difunta de esta
Universidad y juntamente los testigos que se pudieren haber para la averiguación y que se hubieren hallado presentes
para en su vista proveer justicia”Doy fe Esteban Aracil Ante mí, Joseph LLopis A.M.A. Sec. Pleitos, lío 4. Nº 34, año
1710.
25 Miguel Benito, vecino de Monforte declaraba que cuando Josefa acudió al lugar donde habían trasladado a su hija

“…se quedó muy poco tiempo y no manifestaba mucho sentimiento”. Otra vecina de Monforte, Magdalena Guillo
decía que “…comenzó a llorar pero no con aquel dolor y sentimiento que debe una madre, y estuvo allí muy poco
tiempo”. A.M.A., Sec. Pleitos, fol 10.

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una buena cristiana, temerosa de Dios y de la Justicia Real, creyéndola por tanto incapaz de
cometer tal crimen”, mientras que Pedro Pina también aportaba su testimonio:
“… dice que no duda de que estaría en estado de pobreza, porque se fue a servir a la casa
de Lorenzo Loup, banquero del tabaco y administrador de las rentas, y habiendo el
susodicho ido a Valencia, por la misma necesidad se vio obligada a seguirle hasta la ciudad
de Valencia, y por el embarazo de Francisca Morant, la despidió de su casa y se volvió a
Agost, arrastrada por los caminos en los que padecería mucha necesidad y hambre.
También que Luisa Pastor tendría unos cincuenta años pero que por su aspecto corporal
no podría vivir de su trabajo. Ha visto tratar con amor de madre a su hija, y quitarse los
bocados de la boca para dárselos a ella, y antes de que muriese su marido, tenía muchas
pesadumbres con él porque trataba con mucho cariño a su hija y no la castigaba nunca”
Y también el cirujano José Piñuela vecino de Alicante testificaba:
“…que hace tres años que la conoce, así en el lugar de Agost, como en esta ciudad, y
estando en casa de Lorenzo López el banquero de tabaco, sirviéndoles, en donde se fijó y
acomodó por su necesidad , la ha conocido y visto vivir como mujer honesta, recogida, de
buenas costumbres y buena cristiana, temerosa de Dios y de la justicia, de forma que se
edificaba de ver los buenos procederes de dicha Luisa Pastor , y habiendo sucedido la
muerte de su hija, no pueda el testigo presumirse verosímilmente creer que la perpetradora
de dicha muerte haya sido la acusada, mayormente teniendo como tenía mucho amor a sus
hijos y cuidando singularmente de ellos en medio de su mucha pobreza, lo cual sabe el
testigo por haber vivido en dicho tiempo en dicho lugar de Agost y haber visto los
procederes de dicha Luisa Pastor[…] que así en el lugar de Agost, como en esta ciudad ha
oído a diferentes personas que Luisa Pastor es hija de buenos padres, cristianos viejos,
honrados, de buen linaje, de buenas costumbres, fama y opinión.[…]que la mujer de
Lorenzo la despidió por su embarazo de Francisca María por lo que se vio obligada a
volver a Agost, con mucho trabajo por el camino y padeciendo extrema necesidad, según
luego que vino de Valencia en Monforte, el testigo le preguntó que cómo se había vuelto y
ella contestó que por su extrema pobreza.[…]que la acusada tendría unos cincuenta años
pero que los trabajos y penalidades con que vivía la habían ajado y “descaecido” mucho y
que con su trabajo corporal no podría adquirir su preciso alimento, mayormente en estos
tiempos en que generalmente todos padecen necesidad y pobreza 26. Que por haber sido
vecino de la acusada podía decir con certidumbre que el amor de la acusada por su hija era
propio de madre y de maternal amor que la tenía y que se manifestaba que le suministraba
fiel cuidado de suministrarle alimento del poco que para sí tenía, como en no apartarla de
sí, y si le hacían daño otros muchachos, reprenderlos como una madre”.
La última declaración recogida en esta causa criminal hecha por Isabel Ana Soria, viuda de
José Aracil el 30 de julio de 1710, nos aporta datos sobre las horas previas al terrible suceso:
“…dice que Luisa Pastor fue a Monforte solicitando servir a la viuda de Fernando
Martínez, la cual no quería recibirla porque tenía una criatura pequeña y repitiendo Luisa
Pastor que aunque fuera solo por cuarenta reales la serviría, dicha viuda refirió hacerle
cargo de conciencia por la poca cantidad que pedía y también por el reparo de dicha su hija,
y expresándole dicha Luisa Pastor que no hiciese escrúpulo por la poca cantidad , que a ello
le obligaba la mucha necesidad que sentía y que tampoco reparara en dicha su hija, que la
llevaría a Novelda y se la dejaría en casa de un tío suyo, lo cual era por el mes de febrero
próximo pasado y conviniéndose en lo referido, el mismo día partió para ir a llevar a su hija
a Novelda según decía y al toque de las oraciones la vieron llegar a la casa de la viuda de
Fernando Martínez y preguntándola la testigo que de dónde venía tan tarde, respondió que
de Novelda de llevar la muchachica su hija, y quedándose en dicha casa en que estaba la
testigo, el día siguiente fueron las dos a coger aceituna al olivar y viña de dicha viuda de
Fernando Martínez y habiéndolas dicho el ama de la casa que habían de ir el domingo a
Novelda a traer un poco cáñamo, la testigo preguntó si habían de ir y Luisa Pastor contestó
que no tenía mucho ánimo. La testigo, queriendo animarla, le dijo que allí vería a su hija,
pero Luisa no contestó, y no habló más. Después cogieron un poco de ensalada y se fueron
a lavarla a la acequia y cuando estaban lavándola oyó la testigo que una muchacha decía:
una muchachica han sacado ahogada de la azequia y dicen que es de aquella mujer,

26
Ibidem, fol. 49.

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señalando a Luisa Pastor, ésta volvió a la casa con presteza y dijo: ¿Qué dicen esas
muchachas? Al contárselo, Luisa Pastor se llevó las manos a la cabeza y dijo ¡Virgen
Santísima¡, y no se le oyó decir más palabra”.
La defensa de Luisa Pastor a cargo de Pascual Bueno, también pugnaba por analizar el
proceso de deterioro físico y mental de esta mujer, pidiendo la absolución ya que:
“…necesariamente causaría la debilitación de su cuerpo la extrema debilidad con que se
hallaba. Pues es cierto por experiencia, y nadie duda de aquella imbecilidad que causa la
falta del preciso alimento, perturba el uso de las potencias, el libre ejercicio de la voluntad y
entorpece los sentidos exteriores con el decaimiento del vital espíritu y, por consiguiente, es
muy natural la inadvertencia y la falta de conocimiento que pudiese inducir malicia de
libertad en la ejecución. A que se añade la melancolía que causa la necesidad extrema que es
ordinariamente la causa natural de los accidentes de furor y demencia. Y siendo como es
mujer de edad de más de cincuenta años tiene de su parte las disposiciones de derecho que
la libran de la pena ordinaria de los delitos y templan su rigor con la fragilidad de sexo y la
imbecilidad de edad tan anciana” 27.
“…que en el procedimiento no concurren las solemnidades debidas, carece de debido
tiempo, forma y relación [...] que no es presumible que la dicha Luisa perpetrase y
cometiese el supuesto delito que se le imputa, siendo esta como es y ha sido siempre una
honesta, buena cristiana, temerosa de Dios y de la Real Justicia, de buena fama y opinión,
hija de buen padre de linaje honrado, y tampoco es creíble que siendo la difunta niña como
era hija legítima y natural de la dicha Luisa Pastor, tuviese ésta jamás ánimo deliberado de
quitarle la vida”.
El abogado defensor argumentaba que era más bien posible que:
“…casualmente haya caído en la noria siendo como es de tan corta edad. Que este hecho
no ha dejado vestigios que lo constaten ni testigos que lo hayan presenciado”.
Al considerar la declaración de Luisa en el sentido de que al pasar por la acequia sufrió
una tentación diabólica, el defensor argumentaba que: “…en qué mente sana de un padre se
plantea este hecho criminal”
La causa prosigue con el mantenimiento de la acusación por parte del fiscal quien
consideraba culpable a la acusada, alegando que los testigos en contra: “…son más numerosos,
temerosos de Dios y de sus conciencias y que no deben de ser consideradas de aprecio, las
declaraciones a su favor”.
Este largo proceso llegaba a su desenlace el 6 de septiembre de 1714, con la sentencia de
Francisco esteban Zamora, y Cánovas, abogado de los Reales Consejos, alcalde mayor de la
ciudad de Alicante. Su contenido era el siguiente:
Fallo: Atento a sus méritos a que en lo necesario me refiero que por dicho promotor fiscal
se ha probado su acusación bien y bastantemente como […] la debo condenar y condeno
en la pena ordinaria de muerte en la horca y que después de muerta sea puesta y cerrada en
una cuba o bota y arrojada al mar para que se sepulte y no en la tierra. Dejo de hacer
condenación pecuniaria y de costas por no haber de dónde satisfacerlas, y por esta mi
sentencia definitiva administrando justicia sí lo juzgo, pronuncio y mando
Y ya, el 14 de noviembre, José Vicents, escribano de Cámara de la Corte y real
Chancillería de Valencia certificaba que:
“En los autos criminales sustanciados de oficio por la Real Justicia de la ciudad de Alicante
contra Luisa Pastor, viuda de Pedro Morant, del lugar de Agost, jurisdicción de esta ciudad
presa en la cárcel […] mandan que dicho alcalde Mayor ejecute su sentencia, añadiendo la
calidad de ser arrastrada y que en la cuba se pinten los animales que dispone la ley y para lo
cual se le devuelvan los autos con la certificación”.
Finalmente, el 11 de diciembre de 1714:

27 Ibidem, fol.20.

382
Mujer y subsistencia… María Teresa Agüero

“...entre diez y once horas del día, habiendo precedido en el antecedente el disponer,
confesar y comulgar a Luisa Pastor, se ejecutó en su persona en la sentencia que dicha
causa contiene y habiendo quedado en la horca colgada y muerta en la tarde del mismo día,
fue encubada en una cuba en que se habían pintado los animales que dispone la ley y
cerrada, fue arrojada al mar, concurriendo a uno y otro que se ejecutó con la formalidad del
derecho y común práctica para mucho número de personas a su vez de esta ciudad como
forasteros y extranjeros…”
Un día más tarde se procedía a cerrar el capítulo económico de esta tragedia:
“En la ciudad de Alicante, a doce de Diciembre, de 1714 se hizo pago al verdugo de la
ciudad de Murcia que mediante carta que el Señor Alcalde Mayor de esta ciudad escribió al
corregidor de aquella: vino a ejecutar en Luisa Pastor la sentencia y justicia que refiere la
antecedente fe y diligencia de 75 pesos en que fue concertada, no habiendo podido
ajustarlo por menos, y a seis guardias de la ciudad de Murcia, con sus caballos para custodia
de dicho ejecutor por diez días de venida, estada y vuelta mil ochenta reales de vellón a
razón de dieciocho a cada uno en cada un día, sin el gasto de comida en las posadas y en la
de esta ciudad, que se pagó aparte y todo se ha satisfecho de cien libras que de sus propios
ha dado esta ciudad, veinte la de Monforte que fue donde se cometió el delito y lo restante,
la menor cantidad, a proporción en los demás lugares del partido, que el importe se les
entregó en mi presencia”.

CONCLUSIONES
Mediante este breve recorrido por lo que pudo ser el devenir de la mujer viuda y con
escasos medios durante el siglo XVIII en Alicante, subyace la idea de que eran muchos y variados
los factores y circunstancias que podían afectar su capacidad de subsistencia y en muchos casos,
este desplazamiento hasta la marginación podía producirse desde puntos estables dentro del
tejido social. Si sucesivamente se iban rompiendo aquellos lazos que sustentaban el amputado
núcleo familiar: parentales, sociales, de trabajo e institucionales, el camino hacia la marginalidad
en todas sus variantes, y consecuencias podía estar abierto. Pero la mujer viuda y pobre podía
también pasar de ser un elemento clave en el núcleo familiar a ser un sujeto pasivo de cara a
determinadas situaciones en que se apelaba a su existencia para solicitar ayudas de distinta índole.
Por otra parte, no parece que estas mujeres dejaran de recurrir a su trabajo y a intentar subsistir
por sus propios medios.

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