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Universidad del valle de México

Maestría es psicología jurídica y criminología

Docente: Daniel Ricardo Reyes Jaimes

Alumno: Fernando Martínez Martínez

Tema: Psicología del delincuente

Fecha: 04-febrero-2023
Psicología del delincuente

Introducción.
Desde el siglo XX se ha ido conformando una Psicología de la delincuencia, a partir
de los métodos y los conocimientos generales de la psicología, donde se desarrollan
investigaciones y se generan conocimientos específicos de los fenómenos
criminales, para la explicación y predicción del comportamiento delictivo (Bartol y
Bartol, 2005; Harris, Rice y Cormier, 1998) como para el diseño y aplicación de
programas preventivos y de tratamiento (Andrés-Pueyo y Redondo, 2004; Andrews y
Bonta, 2006; Dowden y Andrews, 2001; Garrido, 2005; Redondo, 2007).

En donde las conductas antisociales de los jóvenes, el maltrato de mujeres, las


agresiones sexuales, el consumo de alcohol y otras drogas vinculan la exclusión
social y la frustración, ya que los fenómenos tienen un origen multifactorial, ya que
los comportamientos delictivos se implican interacciones, pensamientos, elecciones,
emociones, recompensas, rasgos, perfiles de personalidad, aprendizajes,
socializaciones, creencias, actitudes, atribuciones, expectativas, etc.

Si bien los conocimientos psicológicos sobre la delincuencia se han acumulado


especialmente en torno a los siguientes ámbitos: explicación del delito, estudios
sobre carreras delictivas, prevención y tratamiento, predicción del riesgo de conducta
antisocial.

Psicología del delincuente.

La psicología de la delincuencia ha reconocido, desde hace tiempo, que los actos


delictivos son sólo un componente más de una categoría más amplia de ‘conducta
antisocial’ que abarca un amplio rango de actos y actividades, tales como peleas,
acciones agresivas, hurtos, hechos vandálicos, piromanía, absentismo escolar,
huidas de casa o mentiras reiteradas (Kazdin, 1988). Todas estas conductas
infringen reglas y expectativas sociales importantes, y muchas de ellas igualmente
reflejan acciones contra el entorno, incluyendo a personas y propiedades (Kazdin y
Buela, 1994). Así, muchos términos como delincuencia, trastorno de conducta,
conductas de exteriorización (conductas impulsivas) o problemas de conducta,
denotan con mayor o menor intensidad conductas antisociales.

La etiqueta de conducta antisocial puede reflejar hechos tan dispares, es útil


recordar que, en términos generales, hace referencia a cualquier acción que viole las
reglas y expectativas sociales o vaya contra los demás (personas y propiedades),
con independencia de su gravedad. Tales conductas son observables en jóvenes
delincuentes y en menores bajo tratamiento clínico, no obstante, algunas conductas
antisociales pueden darse en el transcurso normal del desarrollo evolutivo del
menor, es decir, se manifiestan durante un período de tiempo, más o menos breve, y
desaparecen posteriormente, de forma súbita o gradual, sin llegar a suponer
conflictos serios con el entorno.

Bandura (1987), toma el papel de la imitación y de las expectativas de la conducta,


el modelo dominante en la explicación de la delincuencia es la versión del
aprendizaje social formulada por Akers (2006; Akers y Sellers, 2004), el cual
considera que en el aprendizaje del comportamiento delictivo intervienen
mecanismos interrelacionados: asociación diferencial, adquisición por el individuo,
reforzamiento diferencial y la imitación de modelos predelictivos.
Existen rasgos y características individuales que predisponen al delito con la
investigación biopsicológica de acuerdo a las diferencias individuales y de la
delincuencia donde la asociación de la conducta antisocial como lesiones craneales,
baja actividad del lóbulo frontal, baja activación del Sistema Nervioso Autónomo,
respuesta psicogalvánica reducida, baja inteligencia, Trastorno de Atención con
Hiperactividad, alta impulsividad, propensión a la búsqueda de sensaciones y
tendencia al riesgo, baja empatía, alta extraversión y locus de control externo.
Cuando las diferencias individuales y delito es la teoría de la personalidad de
Eysenck (Eysenck y Gudjonsson, 1989), donde se incluye la interacción de
elementos biológicos y ambientales.
La combinación de cada individuo de sus características personales en estas
dimensiones y de sus propias experiencias ambientales, condicionaría los diversos
grados de adaptación individual en este proceso tendría lugar mediante
condicionamiento clásico, a partir del apareamiento de estímulos aversivos,
administrados por padres y cuidadores, y comportamientos socialmente
inapropiados. Los delitos constituyen reacciones a vivencias individuales de estrés y
tensión , ya que la conexión entre las vivencias de tensión y la propensión a cometer
ciertos delitos, especialmente delitos violentos (Andrews y Bonta, 2006; Tittle, 2006).

Otro programa multifacético altamente efectivo para delincuentes juveniles es el


Entrenamiento Alternativo Agresivo (programa ART), que consta de tres
componentes principales (Goldstein Glick, 2001):
a) entrenamiento en 50 habilidades consideradas más relevantes para la interacción
social,
b) entrenamiento en ira, control y desarrollo moral.
Actualmente, existe una versión simplificada de este procedimiento que se utiliza
durante diez semanas. Si se tiene en cuenta el tipo de delito, la psicoterapia se
centra especialmente en las siguientes categorías de delincuentes:
1. Los delincuentes juveniles. Una de las mejores formas de prevenir el crimen es a
través de la planificación familiar. Actualmente, la llamada Terapia Multisistémica
(MST), propuesta por Henggeler y sus colegas, es una de las terapias para jóvenes
más probadas (Edwards, Schoenwald, Henggeler, & Strother, 2001). En parte,
tiene en cuenta que el desarrollo de los niños ocurre durante la síntesis e interacción
entre los diferentes niveles del entorno, incluyendo la familia, la escuela, las
instituciones vecinales, etc. Todos estos sistemas tienen factores de riesgo para el
delito, así como factores de protección. En base a esto, se establecieron varios
principios básicos: evaluación del "ajuste" entre problemas identificados en
diferentes sistemas; basar los cambios de tratamiento en factores positivos; pautas
de tratamiento para promover un comportamiento responsable y centrado en el
presente y la acción; las intervenciones deben adaptarse a las necesidades de los
jóvenes y, por último, debe planificarse la replicación y el mantenimiento de los
resultados. La terapia multisistémica utiliza todas las técnicas que han demostrado
ser más efectivas para los agresores que las intervenciones específicas, como el
refuerzo, el modelado, la reestructuración cognitiva y el control emocional. Se refiere
a lugares y tiempos elegidos por el sujeto, que suelen incluir domicilios familiares,
centros vecinales, comidas o fines de semana.
2. delincuente sexual Debido a su complejidad y persistencia, el comportamiento
sexual antisocial es uno de los desafíos más importantes que enfrenta la
psicoterapia del delincuente. Los componentes de tratamiento más comunes de
estos programas incluyen el deterioro cognitivo, el desarrollo de la empatía por las
víctimas, la mejora de las habilidades interpersonales, la reducción de las
preferencias sexuales y de actitud hacia la agresión o los niños, y la prevención de
recaídas (Marshall y Redondo, 2002). El trabajo futuro incluirá el análisis psicológico
y el tratamiento de tales criminales.
3. Abusadores. La violencia de pareja íntima ahora se reconoce como un fenómeno
complejo asociado con múltiples factores de riesgo, que incluyen características
personales y culturales, así como de interacción. Los protocolos de tratamiento
utilizados internacionalmente incluyen los siguientes métodos terapéuticos (Dobash
y Dobash, 2001): autoinforme de sentimientos de ira, desensibilización y relajación
sistemáticas, modelado de comportamiento noviolento, refuerzo de respuesta
noviolenta, entrenamiento en comunicación, creencias sexistas, reestructuración
cognitiva y justificación de la violencia. y prevención de recaídas. España cuenta con
programas de tratamiento para los infractores tanto en las cárceles como en la
comunidad. La aplicación para prisiones desarrollada originalmente por Echeburúa y
su equipo incluía los siguientes elementos (Echeburúa, Fernández-Montalvo, &
Amor, 2006): autorresponsabilidad, empatía y expresión emocional, delirios, control
emocional, desarrollo de habilidades y prevención de recaídas.

En relación con la eficacia de los tratamientos psicológicos de los delincuentes, entre


1985 y la actualidad se han desarrollado alrededor de 50 revisiones meta-analíticas.
El mensaje esencial de los meta-análisis ha sido que los tratamientos psicológicos
tienen un efecto parcial pero significativo en la reducción de las tasas de reincidencia
(Hollin, 2006; McGuire, 2004): logran en promedio una reducción de la reincidencia
delictiva de alrededor de 10 puntos, para tasas base de reincidencia del 50% (Cooke
y Philip, 2001; Cullen y Gendreau, 2006; Lösel, 1996; McGuire, 2004; Redondo y
Sánchez-Meca, en preparación), y los mejores tratamientos llegan a obtener
reducciones superiores

Un número considerable de psicólogos trabajan en los países desarrollados en los


ámbitos del análisis, predicción, prevención y tratamiento de la delincuencia. Frente
a lo anterior y para finalizar, quiere llamarse la atención del lector sobre el
desequilibrio que existe en la actualidad entre todos estos desarrollos psicológicos
en un campo de tanta relevancia social, como lo es el de la violencia y la
delincuencia, y, en contraste, la escasísima presencia que dichos conocimientos
tienen en la actual formación universitaria de los psicólogos. Los planes de estudio
de Psicología son en general ajenos a los conocimientos y desarrollos profesionales
de la Psicología de la delincuencia, algo que, en bien de la proyección científica y
aplicada de la psicología, debería ser remediado en el futuro.

Conclusión
En la actualidad, en paralelo al tratamiento de los delincuentes, se está
desarrollando con fuerza la evaluación del riesgo de violencia y delincuencia que
puedan presentar, ya sea antes o después de un tratamiento. Con esta finalidad se
han construido y se están aplicando diversos instrumentos de predicción de riesgo, a
los que se hará referencia en los trabajos que siguen a éste.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

 Redondo Illescas, S., & Pueyo, A. A. (2007). La psicología de la delincuencia. Papeles del
Psicólogo, 28(3), 147-156.

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