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TALLER DE LECTURA DE RADIOGRAFIAS

Pedro Enrique Jiménez Farfán M. D.

En Ortopedia y Traumatología las radiografías son de vital importancia, su solicitud, toma y lectura
adecuadas son fundamentales en el diagnóstico y los errores en este proceso a menudo conducen
a errores graves en el diagnóstico o en el manejo de los pacientes. La lectura de una radiografía
simple del esqueleto es competencia del médico general y con frecuencia en Urgencias debe hacer
diagnósticos y tomar decisiones con base en su apreciación sin contar con ayuda del especialista o
bien informar a éste sobre el diagnóstico, quien tomará decisiones relevantes sobre la base del
informe del médico de Urgencias. En la consulta externa frecuentemente el médico general deberá
evaluar una radiografía de las extremidades por dolor o limitación funcional, o confirmar o descartar
el diagnóstico de displasia del desarrollo de la cadera por ejemplo.

A. LECTURA DE RADIOGRAFIAS EN TRAUMA.


En la lectura deben tenerse en cuenta los siguientes pasos:

1. Identificación del estudio: cerciorarse que el estudio pertenece al paciente correcto.

2. Orientación del estudio e identificación de la zona anatómica a la cual corresponde (p. ej:
radiografía del hombro derecho anteroposterior). Se basa en el hecho de que la marca de la
radiografía se ubica a la derecha del paciente (izquierda del examinador) y que las tomas en
general se hacen en posición anatómica. Las radiografías de muñeca y mano se toman en
pronación, siempre con la marca a derecha del paciente. El estudio radiográfico se identifica
con el nombre del segmento anatómico radiografiado: brazo, pierna, tobillo, pie, etc.

3. Búsqueda de patología articular: revisar el estado de las relaciones articulares, si están


completamente perdidas hablaremos de una luxación, si se encuentran parcialmente perdidas
hablaremos de una subluxación. En caso de encontrarse debemos precisarla, p. ej., luxación
radiohumeral lateral del codo derecho, teniendo en cuenta que el segmento desalojado es el
distal.

4. Búsqueda de lesiones óseas traumáticas: debemos recorrer las corticales de los huesos
radiografiados en búsqueda de interrupciones en las mismas o soluciones de continuidad, es
decir, de fracturas. En caso de hallar una fractura debemos precisar con exactitud su
localización, patrón, tipo, posición, aposición, rotación.
a. Localización: las fracturas pueden ubicarse en las diferentes porciones de los huesos.
Tratándose de huesos largos las ubicaremos en la epífisis, metáfisis o diáfisis o en la unión
de ellas: metaepifisiaria, metadiafisiaria. En las diáfisis pueden ocurrir en los tercios
proximal, medio o distal o en las uniones de ellos. Muchas fracturas tienen nombres
dados por el uso y la costumbre: subcapitales del húmero para las fracturas
metafisiarias proximales o del cuello quirúrgico de este hueso, supracondíleas para la
metáfisis distal del húmero, subcapitales del fémur para las fracturas del fémur proximal
en la unión de la cabeza y el cuello, transcervicales para las que atraviesan la porción
central del cuello femoral, basicervicales o basocervicales para aquellas ubicadas en la
unión del cuello con la diáfisis femoral, intertrocantéricas, pertrocantéricas o
transtrocantéricas para las ubicadas en la región entre trocánter mayor y menor,
subtrocantéricas para aquellas ubicadas en los primeros centímetros distales al trocánter
menor, supracondíleas para las metafisiarias distales del fémur, intercondíleas para las
metaepifisiarias distales del fémur. En el extremo proximal de la tibia llamamos platillos
tibiales a la metaepífisis y pilón tibial a la metaepífisis distal del mismo hueso.
b. Tipo de fractura: corresponde a la descripción en términos de número de fragmentos y
configuración.
1) Número de fragmentos: se llama una fractura simple a aquella en la cual se
encuentran dos fragmentos únicamente y conminutas a las fracturas con 3 o más
fragmentos. Frecuentemente se llaman policonminutas a las fracturas con más de 3
fragmentos. Se denominan fracturas segmentarias aquellas en las cuales dos trazos
fracturarios se encuentran separados (aproximadamente el doble del diámetro del hueso o
más)
2) Trazo: diferentes tipos de cargas (fuerzas aplicadas) a un hueso producen trazos
específicos: fractura transversa perpendicular al eje mayor del hueso, producto de cargas
por tensión o tracción (fracturas por avulsion o arrancamiento), flexión o doblaje o
cizallamiento; oblicua en la cual el trazo fracturario está cerca de 45° inclinado respecto
al eje del hueso, producidas por cargas de compresión a lo largo del la diáfisis del hueso,
frecuentemente denominadas oblicuas cortas cuando tienden a ser transversas y oblicuas
largas cuando se hacen más longitudinales; helicoidal o espiroidea cuando el trazo
semeja una fractura oblicua larga que se continúa proximal y distalmente rodeando la
diáfisis, producto de cargas torsionales; longitudinal o vertical cuado el trazo es paralelo
al eje mayor del hueso, producidas por fuerzas de compresión excéntricas o cizallamiento
vertical; en alas de mariposa cuando combina un trazo transverso con oblicuos proximal
y distal a él dejando un fragmento de conminución de aspecto triangular en la radiografía.
c. Posición: Se refiere a la posición relativa de los fragmentos proximal y distal al nivel del
foco de fractura, considerando que el fragmento proximal se encuentra debidamente
conectado al segmento corporal fracturado y siempre el fragmento distal es el
desplazado. En una radiografía anteroposterior o AP los desplazamientos posibles serán
medial cuando el fragmento distal se desplaza hacia la línea media respecto al proximal o
lateral cuando se desaloja hacia lateral. En una radiografía lateral podría encontrarse un
desplazamiento anterior si el fragmento distal se desplaza hacia adelante respecto al
proximal o posterior si se desplaza hacia atrás.
d. Aposición: Si hay contacto completo de los fragmentos, la fractura no se encontrará
desplazada. Si hay desplazamiento se cuantificará el grado de contacto: parcialmente
desplazada ( en porcentaje o proporción del diámetro óseo, p. ej, desplazamiento del
50%). Si hay desplazamiento completo, sin contacto y los fragmentos se encuentran
superpuestos uno al lado del otro, la fractura está cabalgada (es útil medir la longitud de
cabalgamiento. Si un fragmento, normalmente el diafisiario, se introduce en otro,
normalmente el metafisiario por ser esponjoso, la fractura está impactada, si los
fragmentos se encuentran separados la fractura está diastasada o distraída.
e. Alineación: se refiere a la orientación de los ejes mayores de los fragmentos proximal y
distal. En una placa AP podemos tener una angulación cuyo vértice sea lateral lo cual
denominamos angulación de vértice lateral o en varo (o lo que es lo mismo la parte distal
se desplaza hacia la línea media), o angulación de vértice medial denominada en valgo
(la porción distal se desplaza hacia fuera). En una placa lateral podemos ver angulación
de vértice anterior o antecurvatum, o con vértice posterior o recurvatum. Debe notarse
que una fractura no desplazada puede estar angulada y una fractura desplazada puede no
estar angulada si sus ejes son paralelos.
f. Rotación: el grado de giro del fragmento distal respecto al proximal es difícil de valorar
radiográficamente, sin embargo si hay diferencia en el diámetro de los fragmentos a nivel
de la fractura puede presumirse la rotación. Si la radiografía muestra las articulaciones
proximal y distal del segmento óseo y una de ellas se visualiza en proyección
anteroposterior en tanto que la otra se visualiza en posición lateral puede concluirse que
hay rotación de la fractura.
g. Epónimos: Algunas fracturas o combinaciones de lesiones reciben nombres propios o
epónimo: fractura de Colles para la fractura metafisiaria del radio distal con
desplazamiento dorsal y angulación de vértice palmar; Smith para la fractura de la misma
localización con desplazamiento palmar; luxofractura de Barton es la fractura epifisiaria
distal del radio con subluxacion o luxación radiocarpiana –variantes palmar y dorsal-;
luxofractura de Galeazzi es la fractura diafisiaria distal del radio con luxación radioulnar
distal; luxofractura Monteggia es la fractura diafisiaria proximal de la ulna con luxación
radiohumeral; luxofractura de Bennett es la fractura de la base del primer metacarpiano
con subluxacion trapeciometacarpiana.

5. Aspecto general de la zona anatómica. Se evaluará la calidad del hueso de acuerdo a su


radioopacidad o radiolucencia, la presencia o ausencia de trabeculatura en el esponjoso y el
grosor de las corticales, considerándose que hay osteopenia si el hueso es radiolúcido,
escaso de trabéculas y con corticales adelgazadas. Se revisará la totalidad del estudio
también en busca de lesiones líticas, reacción perióstica (capa de hueso formadas por el
periostio en la periferia del hueso), enfermedades asociadas como artrosis, artritis
reumatoidea, calcificaciones de tejidos blandos, etc..

B. LECTURA DE RADIOGRAFIAS EN PATOLOGÍAS FRECUENTES.

En la evaluación de pacientes con dolor, limitación o deformidades en el aparato locomotor, el


primer estudio siempre será una radiografía simple. Se consideran los hallazgos radiográficos en
las patologías más comunes.

1. Dolor articular. En la evaluación de una articulación dolorosa y/o inflamada podemos


encontrar cuadros radiográficos característicos:

a. Osteoartritis u osteoartrosis (artrosis o artritis degenerativa. Se caracteriza


radiográficamente por la presencia de: disminución del espacio articular, esclerosis del
hueso subcondral (aumento de densidad del hueso marginal articular), presencia de
osteofitos marginales (excrecencias óseas en el borde articular) y quistes o geodas
(lesiones líticas redondeas subcondrales).
b. Artritis Reumatoidea: se caracteriza por la presencia de: aumento de tejidos blandos,
osteoporosis periarticular, disminución del espacio articular, erosiones (lesiones
líticas periféricas) y más tardíamente destrucción articular y subluxación o luxación.
c. Osteocondrosis: se trata de un grupo de afecciones juveniles que comparten la evolución
patológica en una secuencia conocida: necrosis, revascularización, secuelas. El ejemplo
más característico es la enfermedad de Legg-Calvé-Perthes, necrosis avascular juvenil de
la cabeza femoral, en la cual en estados inciales puede verse únicamente aumento de la
densidad ósea en la epífisis femoral proximal debida al contraste con la osteopenia
circundante por desuso y posiblemente también por alguna deposición de matriz ósea
sobre el hueso necrótico, en estados subsiguientes de la enfermedad se producirá
aplanamiento de la epífisis, fractura subcondral y posteriormente al producirse
revascularización con reabsorción del hueso necrótico, el aspecto radiográfico será de
fragmentación; la revascularización conlleva deposición de hueso nuevo que aumenta
este aspecto fragmentado. Finalmente la revascularización será completa haciendo
homogéneo el aspecto óseo y se establecerá una fase de secuelas con cambios en la
morfología, por ejemplo coxa magna (agrandamiento de la cabeza femoral), coxa plana
(aplanamiento), coxa vara (disminución del ángulo cervicodiafisiario). Esta misma
secuencia se presenta en enfermedades como: Osgood Schlatter (osteocondrosis de la
tuberosidad anterior de la tibia), enfermedad de Kienböck (necrosis del semilunar), etc.

2. Dolor óseo. En la evaluación del dolor en el hueso deben tenerse en cuenta especialmente
las enfermedades neoplásicas que, si bien raras, deben diagnosticarse y tratarse lo más
tempranamente posible.
a. Tumores Oseos: Ante la sospecha de una lesión tumoral debemos tener en cuenta las
siguientes pautas:
1) Determinar si la lesión es monostótica (compromete un solo hueso) o poliostótica
(compromiso de múltiples huesos lo cual apunta a otro tipo de patología).
2) Tipo de hueso comprometido (plano, largo).
3) Localización anatómica (intramedular, cortical o yuxtacortical), o bien tratándose de
huesos largos su ubicación: diafisiaria (sarcoma de Ewing, tumores de la médula ósea
como el mieloma múltiple); metadiafisiaria como el encondroma; metafisiaria
(metástasis, osteosarcoma, condrosarcoma); metaepifisiaria como el tumor de células
gigantes; epifisiaria (condroblastoma).
4) Tipo de reacción del hueso a la destrucción (esclerosis y engrosamiento cortical que
indican benignidad o adelgazamiento y expansión cortical como en el quiste óseo
aneurismático).
5) Grado de extensión.
6) Tipo de destrucción, la cual puede ser:
a) Geográfica: lesión con interfaz hueso-lesión muy bien delimitada, suele acompañarse
de un borde escleroso y en general corresponde a lesiones benignas de crecimiento
lento.
b) Apolillado: no se define la interfaz lesión-hueso, se caracteriza por múltiples
orificios mal delimitados, se presenta en lesiones agresivas en crecimiento, por
ejemplo lesiones originadas en la médula ósea.
c) Permeativo. Orificios de destrucción pequeños y confluentes, en lesiones malignas
de crecimiento rápido, la interfaz lesión-hueso es muy precaria.
7) Densidad del tejido tumoral: La lesión puede ser productora de hueso (blástica),
destructura (lítica), o mixta. Puede presentar calcificaciones típicas de lesiones
cartilaginosas.
8) Integridad de la cortical, su interrupción indica frecuentemente pero no siempre
malignidad.
9) Reacción perióstica: corresponde a respuesta de calcificación del periostio que indica
lesión tumoral o infecciosa y puede adoptar patrones como: triángulo o ángulo de
Codman en el cual hay una delgada capa de hueso perióstico adyacente a la cortical,
láminas concéntricas en bulbo de cebolla (sarcoma de Ewing), láminas
perpendiculares en sol naciente (osteosarcoma).

b. Infección. En la osteomielitis aguda no esperamos cambios radiográficos y la toma de la


radiografía pretende especialmente descartar otras patologías o determinar el verdadero
tiempo de evolución. En los estados iniciales sólo encontraremos edema de los tejidos
profundos o evidencia de distensión y presencia de líquido articular como evidencia de
edema articular por vecindad o por efusión primaria como en la artritis séptica. Tras unas
dos semanas hallaremos lesiones líticas óseas y reacción perióstica. En la osteomielitis
crónica los hallazgos típicos son: cloacas (lesiones líticas), secuestros (hueso necrótico
que se evidencia como fragmentos óseos de mayor densidad que el hueso adyacente, en
ocasiones en las cloacas o en ocasiones correspondiente a la cortical del hueso),
involucro (hueso perióstico nuevo reactivo).

3. Displasia de cadera. Frecuentemente tenemos que evaluar radiográficamente la cadera de un


lactante por sospecha de displasia. La radiografía debe tomarse en posición anteroposterior
con ligera flexión de caderas y rodillas por la deformidad en flexión fisiológica de la cadera a
esta edad, y en posición de rana o de Lowestein.
En la placa AP se identifican dos puntos: el punto más inferior del ilion y el punto superoexterno
del acetábulo. Una línea que une los puntos inferiores del ilion es horizontal, la llamada línea
de Hilgenreiner. Una línea perpendicular a la anterior que pasa por el punto superoexterno del
acetábulo es la llamada línea de Perkins, la cual debe cortar por lo menos una tercera parte de
la metáfisis femoral medial. Estas dos líneas determinan los llamados cuadrantes de Putti.
Los núcleos de osificación secundarios de la cabeza humeral deben estar presentes a los 6
meses de edad y localizarse en el cuadrante inferointerno. Si el núcleo se localiza
inferoexterno se trata de una subluxación y si se localiza en el superoexterno se trata de una
luxación. El arco de Shenton o cervico-obturador se refiere a una curva que prolonga la
mitad superior del agujero obturador y debe coincidir con el contorno medial del cuello femoral,
interrumpiéndose en casos de luxación. El ángulo formado por una línea que une los puntos
inferior del ilion y superoexterno del acetábulo respecto a la línea de Hilgenreiner, se denomina
ángulo o índice acetabular que tiene valores de 29° al nacimiento, disminuye un grado por
mes hasta los 6 meses, y mide 21° al año y 19° a los dos años, aceptándose como valores
normales 2° por encima o por debajo. La elevación del índice es indicativo de DISPLASIA
acetabular, los otros criterios además del índice son: aplanamiento del acetábulo (pérdida de la
concavidad del techo), lateralización de la esclerosis (la zona más radioopaca que debe
ubicarse en el centro del techo acetabular se localiza lateralmente) y pérdida de la esquina
lateral del techo acetabular.
Existen múltiples líneas descritas pero las anteriores son las indispensables para el médico
general.

Bibliografía.
Wissman B. N., Sledge C. Orthopedic Radiology. W. B. Saunders Company.
Gerstner J. Conceptos en Ortopedia. Aspromédica.

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