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Nota Técnica de la División de Investigación del IAE, Pilar, Buenos Aires, Argentina - Preparada por el
Prof. Eduardo Fracchia, con fecha 9 de marzo de 1999. Extractado de textos de “Introducción a la Eco-
nomía”, Kacef y Robbio (IDI – VIA).
Prohibida la reproducción, total o parcial, sin previa autorización escrita del IAE.
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una persona о una empresa pueden tener un rojo en su cuenta corriente de 10.000 pesos
al 1° de febrero de 1998.
Imaginemos una economía muy sencilla que produce un único bien final (pan)
en tres etapas о por medio de tres sectores productivos. En una primera etapa el agro
produce trigo por un valor de cinco; éste es adquirido por los molinos que lo utilizan
para elaborar harina, la que a su vez es comprada por las panaderías por un valor de 8.
Con la harina se hará el pan, que llega a los consumidores finales a un valor de 10.
El valor agregado о producto generado por cada etapa, dijimos, es igual a la di-
ferencia entre las ventas у el valor de los insumos. ¿Qué destino tiene este nuevo valor?
Podemos suponer que se distribuye entre los trabajadores у los empresarios del sector
bajo la forma de salarios у de beneficios, es decir que constituyen el ingreso de los par-
ticipantes en el proceso productivo. Obviamente, si el ingreso es igual a la suma del
valor agregado por las distintas etapas, también será igual al producto. De este modo
hemos llegado a una de las identidades básicas de la macroeconomía: Producto = Ingre-
so.
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2. El balance de pagos
Роr supuesto que ambas entidades están relacionadas: una nación que importa
sistemáticamente por más que lo que exporta (que suma a su producto bienes llegados
del extranjero, hecho que queda registrado en su cuenta corriente), está recibiendo
financiamiento comercial (emite papeles de deuda que se asientan como ingreso en la
cuenta capital) que habrá que honrar en un futuro más о menos indeterminado, у la úni-
ca manera de cancelar efectivamente una deuda es entregando cosas, ya que nadie con-
sume о utiliza los papeles como insumo de sus procesos productivos. Así que, cuando
las transacciones no están equilibradas, los movimientos de cosas generan intercambio
de papeles, lo que a su vez es garantía de futuros intercambios de cosas.
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Las ventas de aceite de soja a Europa о de automóviles al Brasil son, sin duda,
exportaciones. También lo son el envío de gas о energía eléctrica a través de la frontera,
о los gastos que realizan los turistas extranjeros en la Argentina (en este caso, residentes
argentinos le están vendiendo servicios de alojamiento, diversión, transporte, etc., a un
habitante de otro país).
La Argentina presentó por ejemplo tomando un año típico como 1997 un défi-
cit de cuenta corriente no desdeñable (más de 3% del producto), compuesto por la suma
del déficit en el intercambio de bienes (1% del PBI), el déficit en el intercambio de ser-
vicios (1% del PBI), у la renta de la inversión, un rubro que comprende los pagos de
intereses de la deuda у el giro de ganancias bajo sus diversas formas (otro punto del
producto).
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3. El tipo de cambio
El tipo de cambio real es un precio relativo, visto en relación con otros u otros,
у es un indicador de la competitividad de los productos nacionales frente a los extranje-
ros.
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El mundo de posguerra vivió, entre 1945 у 1971, bajo las reglas del acuerdo
Bretton Woods. Cada moneda nacional se cambiaba a una paridad fija por la moneda de
reserva del sistema, el dólar norteamericano, у la alteración de esa paridad sólo se justi-
ficaba frente a lo que se definía como un “desequilibrio fundamental” en el Balance de
Pagos.
Entre los justificativos del tipo de cambio fijo se encuentran la certeza –si el
compromiso es creíble– en cuanto al valor futuro de la moneda extranjera. Contar con
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El otro elemento positivo del sistema consiste en que los estados que adhieren
a él renuncian implícitamente a la política de devaluaciones competitivas. Durante la
crisis del 30, las naciones devaluaban su moneda para aumentar las exportaciones, dis-
minuir las importaciones, у así aumentar los niveles de actividad у empleo.
Una consecuencia de esta política era que los mayores niveles de exportaciones
netas significaban menores niveles de actividad у empleo en otras partes de la economía
mundial, lo que se constituía en un estímulo para que estas naciones reaccionaran a su
vez devaluando su propia moneda.
A este tema nos referiremos más adelante, pero digamos aquí que esta situa-
ción enfrenta a la autoridad económica con el dilema de mantener su política cambiaria
у permitir de esta forma la pérdida de competitividad de la producción local (con los
efectos que esto tiene), о bien alterar periódicamente la cotización para seguir la evolu-
ción de los precios internos, vulnerando de hecho la esencia del régimen cambiario vi-
gente e introduciendo un componente de inestabilidad.
A los sistemas de tipo de cambio flexible se les adjudican virtudes que son la
contracara de los defectos de los regímenes de tipo de cambio fijo. Una primera cuali-
dad positiva es que proporcionan mayor autonomía de la política monetaria.
Virtudes у defectos
Tomemos el caso de una nación con un régimen de tipo de cambio fijo que en-
frenta una situación de fuerte desempleo у al mismo tiempo un severo déficit comercial.
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Otro problema que se deriva de los regímenes cambiarios flexibles tiene que
ver con un fenómeno que la ciencia económica bautizó como la enfermedad holandesa.
Esta denominación deviene del hecho de que en la tierra de los pólders у los molinos de
viento aparecieron repentinamente importantes yacimientos de gas que incrementaron
fuertemente las exportaciones y, por lo tanto, la oferta de moneda extranjera. Esto llevo
la cotización a un nivel que, aunque era compatible con el equilibrio en las cuentas ex-
ternas del país, ponía en jaque la competitividad externa del resto de los bienes que Ho-
landa exportaba y, consecuentemente, del nivel de actividad у el empleo que dependían
de éstos.
Un problema similar enfrentó años más tarde Gran Bretaña con el descubri-
miento de los yacimientos de petróleo del Mar del Norte.
La Argentina es, como en tantos otros casos, una excepción a esta regla, dado
que aquí no sólo se ha fijado la cotización, sino que para alterarla es necesario aprobar
una ley en el Congreso. Las razones de este aparente fundamentalismo cambiario deben
buscarse en la extrema sensibilidad de nuestras variables económicas a la cotización del
dólar y en la necesidad de realizar una apuesta fuerte en el sentido de la estabilidad y la
certidumbre, aun a costa del deterioro de la paridad real.