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El Estado de Bienestar se estableció en los países occidentales en las décadas del ’50 y del ’60.
Este modelo estatal particular, que fuera impulsado en Latinoamérica a través de los
regímenes populistas, se sostenía sobre un fuerte intervencionismo sobre el mercado
económico y laboral.
El Estado tenía un rol de árbitro en las relaciones económicas y sociales, garantizando el
funcionamiento del sistema y controlando la inflación que surgiera naturalmente al otorgar
aumentos salariales, al ampliar el gasto público o ante un exceso de la demanda sobre el
mercado productivo. En esa función, le correspondía el dictado de normas legislativas que
sirvieran de protección para la población trabajadora.
Esta situación particular se vio agravada por la Crisis del Petróleo. En 1973 y en 1974, la
Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) decide aumentar el precio del barril
disminuyendo considerablemente, su producción. La economía mundial se vio afectada por la
Crisis del Petróleo. El consumo de energía fue restringido y aumento su costo. Las industrias
occidentales limitaron su producción encareciendo en consecuencia, sus manufacturas. La
búsqueda de nuevos yacimientos y la explotación de áreas marginales se convirtió en una
necesidad. El desarrollo electrónico, informático y tecnológico logrado en los años ’60
aparecerá como el nuevo nicho económico que habrán de ocupar los países occidentales. Las
industrias emigrarán hacia áreas marginales escasamente desarrolladas o subdesarrolladas.
La Crisis del Petróleo profundizó las dificultades en que se hallaba el Estado de Bienestar, al
provocar una significativa caída de las tasas de crecimiento y el aumento de la desocupación y
la pobreza. Frente a esto, surgió con fuerza la propuesta monetarista del Neoliberalismo. El
Neoliberalismo consideraba que, para recuperar el crecimiento económico, debía favorecerse
la inversión privada y su natural búsqueda de ganancias. Esto exigía reducir el rol del Estado a
sus áreas vitales, liberar el mercado, establecer una fuerte disciplina presupuestaria que
limitara el gasto público y fortalecer la moneda para mantener bajo control la inflación.
A partir de la década del ’80, distintos países occidentales comenzaron a aplicar estas políticas
neoliberales. Los EE.UU. bajo la presidencia de Ronald Reagan y la Gran Bretaña de Margaret
Thatcher emprendieron esas reformas poniéndole fin a la experiencia keynesiana. En el nuevo
modelo estatal, se reducían las prestaciones sociales, se privatizaban empresas, se desregulaba
el mercado y se emprendía una reforma completa de los sectores administrativos, previsional
y fiscal.