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¿QUÉ ES EL CAMBIO CLIMÁTICO?

El cambio climático es un reto global que no tiene fronteras y que para combatirlo
requiere del trabajo coordinado por parte de todos los países.
Existe un gran desconocimiento de lo que es el cambio climático en realidad, bien
por exceso de información, inexactitud en las fuentes o por desinformación
interesada, lo que da origen a una serie de falsos mitos sobre el cambio climático.
En este espacio abordaremos desde un punto de vista objetivo y científico qué es
el cambio climático, cuáles son sus causas, sus consecuencias y cómo se puede
combatir. En definitiva, cómo nos afecta el cambio climático.
En primer lugar es necesario aclarar dos conceptos que, si bien están
estrechamente relacionados, con frecuencia se toman de manera errónea como
sinónimos: el cambio climático y el calentamiento global. Existe una importante
diferencia, y es que el calentamiento global es la causa del cambio climático, es
decir, el aumento de la temperatura del planeta provocado por las emisiones a la
atmósfera de gases de efecto invernadero derivadas de la actividad del ser
humano, están provocando variaciones en el clima que de manera natural no se
producirían.
La Tierra ya se ha calentado y enfriado en otras ocasiones de forma natural, pero
lo cierto es, que estos ciclos siempre habían sido mucho más lentos, necesitando
millones de años, mientras que ahora y como consecuencia de la actividad
humana, estamos alcanzando niveles que en otras épocas trajeron consigo
extinciones en apenas doscientos años.
Causas y consecuencias del cambio climático
La principal causa del cambio climático es el calentamiento global y tiene múltiples
consecuencias negativas en los sistemas físicos, biológicos y humanos, entre
otros efectos.
Causas del cambio climático
Empecemos por el principio. El efecto invernadero es un proceso natural que
permite a la Tierra mantener las condiciones necesarias para albergar vida: la
atmósfera retiene parte del calor del Sol; sin el efecto invernadero, la temperatura
media del planeta sería de 18 0C bajo cero.
La atmósfera está compuesta por diversos gases que, en la proporción adecuada,
cumplen su cometido. El problema está cuando las actividades del ser humano
aumentan la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera y ésta retiene
más calor del necesario, provocando que la temperatura media del planeta
aumente y se produzca lo que popularmente llamamos calentamiento global.

¿En qué momento comenzó a incidir el hombre en el cambio climático?


Los expertos coinciden en señalar la Revolución Industrial como el punto de
inflexión en el que las emisiones de gases de efecto invernadero arrojadas a la
atmósfera empezaron a dispararse. Hay que recordar que la Revolución industrial
nació de otras muchas pequeñas revoluciones: la agrícola, la tecnológica, la
demográfica, de medios de transporte, finanzas… que dieron lugar a un nuevo
modelo de producción y consumo.
Desde ese momento, el crecimiento de la población (en 1750 había menos de 800
millones de habitantes en la Tierra, hoy somos más de 7.500 millones), un
consumo de recursos cada vez más desmedido, el aumento en la demanda y
producción de energía obtenidas mayoritariamente a través de combustibles
fósiles… han provocado que el planeta haya entrado en lo que parte de la
comunidad científica ha denominado el Antropoceno: la nueva era geológica
motivada por el impacto del ser humano en la Tierra.

El principal resultado ha sido el aumento de la temperatura global del planeta, que


desde ese período ha aumentado en 1,1 0C, si bien se estima que al final del
presente siglo el termómetro pueda aumentar todavía más aun cumpliéndose los
compromisos de reducción de emisiones fijados por los países.
Consecuencias del cambio climático
¿Cómo nos afecta el cambio climático? Este aumento global de la temperatura
trae consecuencias desastrosas que ponen en peligro la supervivencia de la flora
y la fauna de la Tierra, incluido el ser humano. Entre los impactos del cambio
climático destacan, el derretimiento de la masa de hielo en los polos, que a su vez
provoca el aumento del nivel del mar, lo que produce inundaciones y amenaza los
litorales costeros –incluso pequeños estados insulares están en riesgo de
desaparición-.
El cambio climático también aumenta la aparición de fenómenos meteorológicos
más violentos, sequías, incendios, la muerte de especies animales y vegetales, los
desbordamientos de ríos y lagos, la aparición de refugiados climáticos y la
destrucción de los medios de subsistencia y de los recursos económicos,
especialmente en países en desarrollo.
Cambio climático
El cambio climático es el mayor desafío de nuestro tiempo y nos encontramos en
un momento decisivo. Desde pautas meteorológicas cambiantes, que amenazan
la producción de alimentos, hasta el aumento del nivel del mar que incrementa el
riesgo de inundaciones catastróficas, los efectos del cambio climático son de
alcance mundial y de una escala sin precedentes. Si no se toman medidas
drásticas desde hoy, será más difícil y costoso adaptarse a estos efectos en el
futuro.
La huella humana en los gases de efecto invernadero
Los gases de efecto invernadero (GEI) se producen de manera natural y son
esenciales para la supervivencia de los seres humanos y de millones de otros
seres vivos ya que, al impedir que parte del calor del sol se propague hacia el
espacio, hacen la Tierra habitable. Pero después de más de un siglo y medio de
industrialización, deforestación y agricultura a gran escala, las cantidades de
gases de efecto invernadero en la atmósfera se han incrementado en niveles
nunca antes vistos en tres millones de años. A medida que la población, las
economías y el nivel de vida crecen, también lo hace el nivel acumulado de
emisiones de ese tipo de gases.
Se han relacionado científicamente varios hechos:
La concentración de GEI en la atmósfera terrestre está directamente
relacionada con la temperatura media mundial de la Tierra;
Esta concentración ha ido aumentando progresivamente desde la Revolución
Industrial y, con ella, la temperatura mundial;
El GEI más abundante y que representa alrededor de dos tercios de todos los
tipos de GEI, es el dióxido de carbono (CO2), resultado de la quema de
combustibles fósiles.
¿Cómo funciona el clima de la Tierra?
El Sol es la fuente principal de energía para nuestro planeta; ésta llega
principalmente en forma de luz visible, y aproximadamente un tercio es reflejada
de nuevo al espacio por las nubes y las superficies terrestres de color claro, como
la nieve y los desiertos. El resto de esta energía (dos tercios) es absorbida por la
tierra y los océanos. Sin embargo, el planeta no almacena dicha energía desde
hace millones de años, pues emite al espacio en forma de radiación infrarroja
(esto es, radiación térmica) la misma cantidad de energía que la que absorbe. Las
leyes de la física nos dicen que la temperatura promedio de la superficie planeta
debería ser -18°C si no tuviera atmósfera, esto es, si toda la radiación infrarroja
emitida por la superficie se dirigiera directamente al espacio. Afortunadamente, no
es así y la temperatura promedio es de +15°C.

¿Qué hace posible que la Tierra tenga esta temperatura?


Ciertos gases presentes en la atmósfera en pequeñas cantidades dejan pasar la
energía en forma de luz visible, pero absorben una buena parte de la radiación
infrarroja emitida por la superficie. La atmósfera emite esa energía absorbida en
forma de radiación infrarroja en todas direcciones, por lo que aproximadamente la
mitad la regresa a la superficie, que absorbe dicha radiación. Puesto que la
cantidad de energía que pierde el planeta al espacio es igual a la cantidad que
absorbe, la superficie del planeta emite prácticamente el doble de la energía que
recibe del sol, pues solamente la mitad se libera al espacio. Estos gases que
absorben radiación infrarroja son llamados “Gases de Efecto Invernadero (GEI)”,
porque actúan en forma algo similar a los vidrios de un invernadero (figura 1).
Así pues, la atmósfera que rodea a la Tierra juega un papel muy importante: por
un lado, protege al planeta de radiación de alta energía (radiación ultravioleta,
“UV”) proveniente del sol, y, por otro lado, da lugar a las temperaturas confortables
que prevalecen y que han permitido la evolución de la vida. Si no existiera la
atmósfera la tierra estaría congelada y la vida no sería como la conocemos.
La atmósfera se compone principalmente de nitrógeno (78%) y oxígeno (21%). El
resto es argón, vapor de agua (H2O), y otros gases denominados gases traza,
pues se encuentran en muy pequeñas cantidades que se miden en partes por
millón (ppm). Los principales GEI son el vapor de agua y el bióxido de carbono
(CO2), los cuales son parte de la composición natural de la atmósfera e
intervienen en ciclos fundamentales para la vida, como el ciclo del agua y el ciclo
del carbono. Estos gases se producen cuando los seres humanos y otros seres
vivos respiramos, pues esto causa que el oxígeno de la atmósfera reaccione con
los alimentos (carbohidratos, C6H12O6). A su vez, el CO2 es utilizado por las
plantas para realizar la fotosíntesis, que regenera al oxígeno atmosférico. También
se libera CO2 cuando se queman los combustibles fósiles o la biomasa.
Existen otros gases de efecto invernadero como el metano (CH4), que se produce
por la descomposición bacteriana de la materia orgánica en ausencia de oxígeno,
tal como ocurre con la actividad digestiva de los rumiantes; y el óxido nitroso
(N2O), que se produce naturalmente por la descomposición bacteriana de materia
orgánica.
Durante cientos de miles de años, la composición de estos gases se ha mantenido
estable en la atmósfera. Sin embargo, desde la Revolución Industrial el hombre
empezó a utilizar combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas natural) y las
concentraciones de bióxido de carbono en la atmósfera se han incrementado a
niveles que no habían existido en varios millones de años.
De la misma manera, las concentraciones atmosféricas del metano se han más
que duplicado en años recientes, y del óxido nitroso también han aumentado
considerablemente. En otras palabras, la actividad humana ha modificado
significativamente la composición química de la atmósfera desde la perspectiva de
los gases traza.
¿Qué evidencias se tienen del cambio climático?
El calentamiento del sistema climático es inequívoco, como evidencian ya los
aumentos observados del promedio mundial de la temperatura del aire y de la
capa superior del océano, el deshielo generalizado de nieves y hielos, y el
aumento del promedio mundial del nivel del mar.
Existe una estrecha relación entre el acelerado crecimiento en las emisiones de
bióxido de carbono, su concentración en la atmósfera (figura 2), y el aumento en la
temperatura promedio de la superficie del planeta, que ha sido de alrededor de 1
°C en los últimos 50 años (figura 3). Es importante tomar en cuenta que este
promedio viene dado por cambios mayores en distintas zonas del planeta.
El consenso de los expertos es que la probabilidad de que el cambio que se
observa actualmente en el clima se deba principalmente a las actividades
humanas es de 95%.
¿Cuáles son las consecuencias de estos cambios?
La ciencia nos indica que, como resultado de algunos grados de calentamiento, la
cantidad de vapor de agua que puede existir en el aire aumenta. Por ejemplo, un
incremento de 3°C, dependiendo de la humedad relativa puede aumentar la
cantidad de vapor de agua hasta un 25%. Este vapor asciende hacia las nubes y
posteriormente se condensa en forma de lluvia, por lo que la cantidad de lluvia ha
aumentado considerablemente en zonas húmedas, causando frecuentemente
inundaciones. De la misma manera, también se ha incrementado la intensidad,
duración y extensión geográfica de las sequías.
Eventos climáticos extremos
En algunas zonas frías, principalmente en el hemisferio norte, el cambio de
temperatura ha llegado a ser de hasta + 3°C, lo cual provoca el derretimiento de
glaciares y masas de hielo. Así mismo, en algunas partes de los océanos se
detectan incrementos en temperatura de hasta +3 o +4° C, lo cual ha
incrementado la probabilidad de que los huracanes que se formen sean de gran
intensidad. Este tipo de sucesos se conocen como “eventos climáticos extremos”,
pues normalmente ocurren solamente una vez cada veinte, treinta o cien años;
otros eventos extremos incluyen ondas de calor, inundaciones, y sequías de gran
intensidad.
El cambio climático ha ocasionado un aumento en la frecuencia e intensidad de
los eventos climáticos extremos, que, sumada al aumento del nivel del mar, ya
tienen efectos adversos sobre los sistemas naturales y humanos, efectos que
previsiblemente se van a exacerbar en el futuro, a menos de las emisiones de GEI
se reduzcan significativamente en esta y en la próxima década.
Proyecciones para finales de Siglo
Si bien las proyecciones detalladas sobre el incremento en la temperatura para
finales de Siglo, y por ende los efectos que se tendrían, presentan incertidumbres,
con la información actual es posible establecer que sí existe un enorme riesgo
para la sociedad y sus actividades. De continuar creciendo las emisiones de GEI
a una tasa igual o superior a la actual, el calentamiento aumentaría y el sistema
climático mundial experimentaría durante el siglo XXI numerosos cambios,
incluyendo un aumento del nivel del mar, cambios que se mantendrían por siglos
debido a la magnitud de las escalas de tiempo asociadas a los procesos
climáticos. La temperatura promedio de la superficie terrestre probablemente
aumentaría 30C o 4 0C hacia finales de siglo. Sin embargo, lo más preocupante
es que, de acuerdo con los modelos del clima aceptados por la comunidad
internacional de expertos, hay una probabilidad de uno en cinco de que la
temperatura aumentara 50C o 6 0C, lo que tendría consecuencias desastrosas
para la humanidad: se crearían zonas inhabitables en el planeta ocasionadas por
ondas de calor y sequías intensas, y consecuentemente habría grandes
migraciones; habría un aumento muy considerable en los daños ocasionados por
eventos extremos, tales como tormentas y huracanes intensos; el nivel del mar
aumentaría al grado de inundar un gran número de poblaciones asentadas en
zonas costeras; etc. Además, se podrían generar perturbaciones muy dramáticas
e irreversibles, como por ejemplo la desaparición de la selva del Amazonas o el
deshielo total del Ártico, mismas que crearían un clima terrestre muy distinto al
que hemos conocido.
¿Existe solución?
Como se ha mencionado arriba, para frenar el problema del cambio climático es
necesario estabilizar la concentración de GEI en la atmósfera a un nivel que
disminuya el riesgo de que continúen ocurriendo catástrofes cada vez más
preocupantes. La noticia alentadora es que sí hay soluciones para lograr este
objetivo, lo que requiere de acciones en todos los niveles. Una de las más
importantes es que los gobiernos de todos los países, principalmente los mayores
emisores, se pongan de acuerdo para regular las emisiones de GEI. Esto se
puede alcanzar poniendo un precio a las emisiones, y también a través del
desarrollo y empleo de fuentes de energía alternativa como la solar, y la eólica,
que ya son costeables, y la nuclear de última generación. También es importante
hacer más eficiente el uso de la energía, que es una medida factible de
implementar casi de forma inmediata, así como promover acciones de
reforestación y evitar la deforestación. También es importante llevar a cabo
acciones de adaptación orientadas a reducir la vulnerabilidad de las personas, de
la infraestructura y de los ecosistemas ante los efectos adversos del cambio
climático, especialmente en las zonas vulnerables a los eventos extremos.
El cambio climático, al igual que el agotamiento de la capa de ozono, son prueba
fehaciente del daño que las actividades humanas ejercen sobre la Tierra. Las
soluciones requieren del compromiso de todos los sectores de la sociedad. Las
estrategias de mitigación y las medidas de adaptación necesitan de la
colaboración a nivel global de la comunidad científica, economistas, ingenieros,
empresarios, tomadores de decisiones y la población en general.
Afortunadamente se sabe cómo resolver el problema para limitar eficazmente el
incremento de la temperatura, y así evitar catástrofes de gran impacto. Con la
firma del Acuerdo de Paris, organizado por la Organización de las Naciones
Unidas en diciembre de 2015, después de más de 20 años de trabajo concluyó un
esfuerzo global exitoso de negociación frente al cambio climático, pero aún queda
mucho trabajo por hacer para consolidarlo y convertirlo en acciones concretas, y
todavía más para que éstas se refuercen y se aceleren a la velocidad requerida
para disminuir satisfactoriamente el riesgo que enfrenta la sociedad. El propio
Acuerdo establece mecanismos para aumentar su grado de ambición en el futuro
inmediato, en concreto para la revisión periódica de las metas y los esfuerzos
individuales y colectivos para lograrlas. Sí es posible que funcione este tipo de
acuerdo internacional, como quedó demostrado con el Protocolo de Montreal,
donde prácticamente todos los países del planeta se comprometieron a reducir y
eliminar la producción, consumo y comercialización de sustancias que dañan la
capa de ozono, y cuyos beneficios a 30 años de su implementación ya se pueden
observar.
Causas y consecuencias del cambio climático
La atmósfera terrestre está compuesta por diferentes gases que tienen como
función mantener una temperatura apropiada para la vida. A este fenómeno
natural se le llama efecto invernadero.
Es necesario que exista equilibrio en la emisión de gases de efecto invernadero
para conservar su justa proporción. Sin embargo, las actividades humanas han
aumentado la producción de estos gases provocando el llamado calentamiento
global, la principal causa del cambio climático.
Causas del cambio climático
El ser humano es el responsable del cambio climático y sus emisiones de gases
de efecto invernadero que calientan el planeta, como veremos más adelante. El
gas más conocido es el CO2, causante del 63% del calentamiento global, pero
existen otras causas:
Deforestación: la industria maderera, la agricultura, la minería y la ganadería
son las principales actividades económicas dedicadas a la tala de árboles.
Aumento desproporcionado de gases de efecto invernadero: provocado por el
uso de fertilizantes, la actividad química para el tratamiento de aguas residuales,
la quema de combustibles fósiles, el transporte, la calefacción y el urbanismo.
Crecimiento acelerado de la población: el aumento de la cantidad de habitantes
influye en la producción de gases que exacerban el efecto invernadero.
Descubre las causas y consecuencias del cambio climático
Consecuencias del cambio climático
Las consecuencias están afectando a procesos esenciales de nuestra naturaleza,
llegando a ser vitales. En el caso de los ecosistemas, como los humedales, están
en riesgo de desaparecer. Otro punto importante es el aumento de la temperatura
media y la disminución de las precipitaciones que está creando un caldo de cultivo
ideal para los incendios. A continuación, te mostramos más consecuencias del
cambio climático:
Acidificación y contaminación del agua gracias a la concentración de dióxido de
carbono en el aire.
Grandes fenómenos meteorológicos como los huracanes, ciclones, lluvias,
sequías extremas o inundaciones.
Muerte, migración y extinción de diferentes especies de animales. Como la
destrucción del hábitat marino: la presencia de plásticos y otros contaminantes en
el mar, la pesca excesiva y otras prácticas de pesca destructivas contribuyen a su
desaparición.
Alteración del ciclo del agua.
Aumento del nivel del mar y de la temperatura global.
Aparición de enfermedades como el dengue y la malaria.
Agotamiento de recursos naturales necesarios para la vida humana.

Existen muchas evidencias científicas que demuestran las graves causas y


consecuencias del cambio climático en nuestro planeta. Por eso es hora de abrir
los ojos ante la inminente realidad para comenzar a luchar y construir un mundo
mejor.
Los científicos trabajan activamente para entender el clima pasado y futuro
mediante observaciones y modelos teóricos. Para ello recopilan un registro
climático del pasado remoto de la Tierra basado en la evidencia geológica a partir
de sondeos geotécnicos de perfiles térmicos, testigos de hielo, registros de la flora
y fauna como crecimiento de anillos de árboles y de corales, procesos glaciares y
peri glaciares, análisis isotópico y otros análisis de las capas de sedimento y
registros de los niveles del mar del pasado. Cualquier variación a largo plazo
observado a partir de estos indicadores (proxies) puede indicar un cambio
climático.
Los factores externos que pueden influir en el clima son llamados forzamientos
climáticos. Los forzamientos climáticos son factores que inciden en el balance de
energía del sistema climático, modificando la cantidad de energía que el sistema
recibe del Sol o la cantidad de energía que el sistema pierde por emisión desde la
Tierra al espacio exterior. Los climatólogos que estudian el cambio climático actual
suelen denominarlos forzamientos radiativos y consideran básicamente cuatro de
ellos: la cantidad de la radiación solar en lo alto de la atmósfera (constante solar),
el albedo terrestre, la concentración de gases de efecto invernadero y la
concentración de aerosoles tanto de procedencia natural, como son los
procedentes de erupciones volcánicas, como los de origen antropogénico que
proceden de actividades humanas, entre otros
Los paleoclimatólogos, sin embargo, consideran como forzamientos climáticos
externos un rango mucho más amplio de fenomenología extraterrestre que
incluyen las variaciones en los parámetros orbitales de la Tierra o la caída de
meteoritos.11 Las variaciones orbitales, por ejemplo, cambian la distribución
geográfica y estacional de la radiación solar pero apenas modifican el balance de
energía planetario, es decir, no constituyen un forzamiento radiativo relevante.
Precisamente, uno de los objetivos de climatólogos y paleoclimatólogos es
entender qué mecanismos amplificadores inducen estas variaciones orbitales para
explicar los diferentes ciclos glaciales que se han producido en la historia de
nuestro planeta.
CAUSAS
El clima es un promedio del tiempo atmosférico a una escala de tiempo dado que
la Organización Meteorológica Mundial ha estandarizado en 30 años. Los distintos
climas se corresponden principalmente con la latitud geográfica, la altitud, la
distancia al mar, la orientación del relieve terrestre con respecto a la insolación
(vertientes de solana y umbría) y a la dirección de los vientos (vertientes de
Sotavento y barlovento) y por último, las corrientes marinas. Estos factores y sus
variaciones en el tiempo producen cambios en los principales elementos
constituyentes del clima: temperatura atmosférica, presión atmosférica, vientos,
humedad y precipitaciones.
VARIACIONES ORBITALES
Si bien la luminosidad solar se mantiene prácticamente constante a lo largo de
millones de años, no ocurre lo mismo con la órbita terrestre. Ésta oscila
periódicamente, haciendo que la cantidad media de radiación que recibe cada
hemisferio fluctúe a lo largo del tiempo, y estas variaciones provocan las
pulsaciones glaciares a modo de veranos e inviernos de largo período. Son los
llamados períodos glaciares e interglaciares.
Hay tres factores que contribuyen a modificar las características orbitales haciendo
que la insolación media en uno y otro hemisferio varíe aunque no lo haga apenas
el flujo de radiación global. Se trata de la precesión de los equinoccios, la
excentricidad orbital y la oblicuidad de la órbita o inclinación del eje terrestre. Solo
la excentricidad puede cambiar ligeramente el flujo de radiación global, en menos
del 0,2%
Esas variaciones orbitales podrían tener su relevancia en tiempos históricos y
constituir uno de los disparadores del Óptimo Climático del Holoceno hace unos
6000 años, cuando el verano del hemisferio norte llevaba varios milenios en la
parte de la órbita cercana al perihelio.
La mayor cantidad de radiación incidente sobre el norte de África también ayudó al
aumento de las lluvias monzónicas y a crear, como consecuencia, un Sahara
verde y húmedo haces unos 10 000 años
Composición atmosférica
La atmósfera primitiva, cuya composición era parecida a la nebulosa inicial, perdió
sus componentes más ligeros, el hidrógeno diatómico (H2) y el helio (He), para ser
sustituidos por gases procedentes de las emisiones volcánicas del planeta o sus
derivados, especialmente dióxido de carbono (CO2), dando lugar a una atmósfera
de segunda generación. En dicha atmósfera son importantes los efectos de los
gases de invernadero emitidos de manera natural en volcanes. Por otro lado, la
cantidad de óxidos de azufre (SO, SO2 y SO3) y otros aerosoles emitidos por los
volcanes contribuyen a lo contrario, a enfriar la Tierra. Del equilibrio entre ambos
efectos resulta un balance radiativo determinado.
Con la aparición de la vida en la Tierra se sumó como agente incidente el total de
organismos vivos, la biosfera. Inicialmente, los organismos autótrofos por
fotosíntesis o quimiosíntesis capturaron gran parte del abundante CO2 de la
atmósfera primitiva, a la vez que empezaba a acumularse oxígeno (a partir del
proceso abiótico de la fotólisis del agua). La aparición de la fotosíntesis oxigénica,
que realizan las cianobacterias y sus descendientes los plastos, dio lugar a una
presencia masiva de oxígeno (O2) como la que caracteriza la atmósfera actual, y
aún mayor. Esta modificación de la composición de la atmósfera propició la
aparición de formas de vida nuevas, aeróbicas que se aprovechaban de la nueva
composición del aire. Aumentó así el consumo de oxígeno y disminuyó el
consumo neto de CO2 llegándose al equilibrio o clímax, y formándose así la
atmósfera de tercera generación actual. Este delicado equilibrio entre lo que se
emite y lo que se absorbe se hace evidente en el ciclo del CO2, la presencia del
cual fluctúa a lo largo del año según las estaciones de crecimiento de las plantas.
Actividad humana
El impacto ambiental, también conocido como impacto antrópico o impacto
antropogénico, es el efecto que produce la actividad humana sobre el medio
ambiente. El concepto se puede extender a los efectos de un fenómeno natural
catastrófico. Técnicamente, es la alteración en la línea de base ambiental.
Las acciones de las personas sobre el medio ambiente siempre provocan efectos
colaterales sobre este, pero el impacto puede variar mucho en función de la
intervención. La preocupación por los impactos ambientales abarca varios tipos de
acciones, como la contaminación de los mares con petróleo, los desechos de la
energía radioactiva o desechos radioactivos/nucleares, la contaminación auditiva,
la emisión de gases nocivos, o la pérdida de superficie de hábitats naturales, entre
otros.
Las acciones de las personas sobre el medio ambiente siempre provocan efectos
colaterales sobre este, pero el impacto puede variar mucho en función de la
intervención. La preocupación por los impactos ambientales abarca varios tipos de
acciones, como la contaminación de los mares con petróleo, los desechos de la
energía radioactiva o desechos radioactivos/nucleares, la contaminación auditiva,
la emisión de gases nocivos, o la pérdida de superficie de hábitats naturales, entre
otros.
EFECTOS
Los efectos del calentamiento global incluyen efectos ambientales, sociales,
económicos y de salud. Algunos ya se observan y otros se esperan a corto,
mediano o largo plazo (con diverso grado de certeza); algunos son localizados y
otros globales; algunos son graduales y otros abruptos; algunos son reversibles y
otros no; algunos pueden tener consecuencias positivas, pero la mayoría son
adversos.
Los efectos del cambio climático ya se han acelerado pero serán mucho peores,
especialmente en los países mediterráneos, donde, en los próximos años, habrá
más episodios de gota fría, mayor escasez de lluvias en verano, más
enfermedades respiratorias, cardiovasculares, y más migraciones, hambrunas y
conflictos, según alerta un reciente estudio internacional realizado por 18
instituciones.
Gran parte de los impactos empiezan a ser identificados y están afectando a los
bosques, a la rica biodiversidad de la que presume, a los ecosistemas y
hábitats terrestres y marinos, a los cuatro climas diferentes y el variado relieve
que hacen de cada rincón un peculiar enclave natural. La magnitud del problema
es tal que el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de Naciones
Unidas (IPCC) señala que de las especies que se han estudiado, alrededor del
50% ya se han visto afectadas por el cambio climático. En definitiva, se prevé la
posible desaparición de algunas especies, la proliferación de otras, ya sean
autóctonas como alóctonas (de fuera) y muchos sectores económicos se
resentirían, además de aumentar los riesgos para la salud. Un mayor estrés
hídrico, una mayor incidencia de fuegos forestales no solo por su número,
sino por su frecuencia y dimensiones, los cambios en el proceso de polinización
de las plantas, que afecta a los sistemas de reproducción y supervivencia de los
animales y una intensificación de los fenómenos meteorológicos extremos son
solo el primer eslabón.
El cambio climático afecta a todas las regiones del mundo. Los casquetes polares
se están fundiendo y el nivel del mar está subiendo. En algunas regiones, los
fenómenos meteorológicos extremos y las inundaciones son cada vez más
frecuentes, y en otras se registran olas de calor y sequías.
Es probable que sus consecuencias se intensifiquen en las próximas décadas.
Deshielo y aumento del nivel del mar
El volumen del agua aumenta cuando se calienta. Al mismo tiempo, el
calentamiento global hace que se derritan las capas de hielo de los polos y los
glaciares.
La combinación de esos cambios está provocando el aumento del nivel de los
océanos, que causa inundaciones y erosión en las zonas costeras y de baja
altitud.
Condiciones meteorológicas extremas y aumento de las precipitaciones
Las fuertes lluvias y otros fenómenos climáticos extremos son cada vez más
frecuentes y pueden provocar inundaciones y el deterioro de la calidad del agua, e
incluso en algunas zonas una progresiva disminución de los recursos hídricos.
Consecuencias para los países en desarrollo
Muchos países pobres en vías de desarrollo se encuentran entre los más
afectados. Sus habitantes suelen depender estrechamente del entorno natural y
tienen menos recursos para hacer frente a los cambios climáticos.
Peligros para la salud humana
El cambio climático ya está repercutiendo en la salud:
En algunas regiones, ha habido un incremento del número de muertes
producidas por las altas temperaturas y en otras, una disminución de las muertes
causadas por el frío.
Se observan ya cambios en la distribución de algunas enfermedades
transmitidas por el agua.
Costes para la sociedad y la economía
Los daños causados a las propiedades, las infraestructuras y la salud suponen
gastos muy elevados para la sociedad y la economía.
Entre 1980 y 2011 las inundaciones afectaron a más de 5,5 millones de personas
y causaron pérdidas económicas directas por más de 90.000 millones de euros.
Los sectores que dependen en gran medida de determinadas temperaturas y
niveles de precipitaciones, como la agricultura, la silvicultura, la energía y el
turismo, se vieron especialmente perjudicados.
Riesgos para la naturaleza
El cambio climático se está produciendo tan deprisa que muchas especies de
plantas y animales tienen problemas para adaptarse.
Varias especies terrestres, marítimas y de agua dulce se han trasladado a otros
hábitats. Algunas especies de plantas y animales estarán aún más expuestas al
riesgo de extinción si las temperaturas medias globales siguen subiendo de
manera descontrolada.

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