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Introducción :
Sur. En este sentido, Argentina asumió desde fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX
los principios positivistas en la implementación de políticas públicas y en el armado y el
diseño de tecnologías de control social.
En el presente capí tulo se analizan algunos de los principios comtianos forjados en
el debate con la herencia moderna europea, y su integración en el pensamiento de
intelectuales argentinos, ya en el siglo XX, particularmente de José Ingenieros y la
corriente higienista del primer centenario de la República Argentina.
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dieciochescas acerca del conocimiento. El abordaje de la realidad efectiva debe tirar
definitivamente por la borda todo lastre metafísico. De este modo, la humanidad puede
alcanzar el estado positivo o real. El conocimiento positivo es, pues, un conocimiento
liberado de la metafísica.2
Desde el siglo XVII el debate sobre qué significa conocer estuvo caracterizado por
una lucha contra entidades imaginadas. Recuérdese, por ejemplo, la crítica de Moliere en
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es el rasgo distintivo del conocimiento positivo. Las preguntas acerca de qué sean las
cosas, el origen último de los fenómenos, son atribuidos a formas de organización social
precarias y estancadas. Sólo en la sociedad positivista el conocimiento es un factor de
progreso y dominio de la realidad.
Ahora bien, una vez señaladas las diferencias radicales que los separan, es preciso
señalar ciertos rasgos de época que comparten estos dos modelos de filosofía y de orden
social: el positivismo y el idealismo hegeliano.
En primer lugar, ambos mantienen una mirada unitaria y acabada del fenómeno del
conocimiento humano, es decir, tienen un espíritu enciclopédico. En su Enciclopedia de
las ciencias filosóficas Hegel se adelanta , incluso, al espíritu positivo de Comte ai colocar
la filosof ía del espíritu, tercera parte de su sistema que incluye lo que
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masas en el proceso productivo precisa con urgencia un ordenamiento de su inclusión
política. A la par de los movimientos democráticos que buscan otros modos más
liberadores y plantean duras críticas por la explotación del proletariado, estas filosofías
muestran su rostro más reaccionario y consevador: mantener el statu quo y el orden
social burgués.
Por último, los dos sistemas de filosofía, independientemente de su valoración de la
metafísica, colocan en un rol central a la comunidad de intelectuales en el orden político.
La sociedad moderna es científica . La ciencia, hegeliana o positivista, es el norte para el
ordenamiento del poder. En sus escritos sobre filosofía del derecho, Hegel insiste en el
fundamental servicio que presta la administración pública, el funcionariado, en el
sostenimiento del Estado burgués. No alcanza con la mera representación ciudadana
basada en un ideal constitucional. Si pueblo y Estado son dos caras de la misma moneda,
es en la administración pública donde mejor se refleja este doble valor. No son meros
ejecutores de leyes externas, impuestas por un deber kantiano. Son la mejor expresión
del espíritu del pueblo que se auto gobierna. De allí su valor central en el entramado
político moderno. El Estado, como un despliegue racional diaiécitco, es la vida de!
espíritu, que logra en el mundo moderno su mejor explayamiento, su maduración luego de
un lento proceso histórico y global. Hegel no mezquina descripciones figurativas: el
espíritu viene creciendo desde el lejano oriente, sede del despotismo absoluto, pasando
por la pequeña y elitista comunidad democrá tica de la Grecia Clásica, para rematar en el
orden del Estado Nación burgués del siglo XIX.
Por otra parte, se puede leer en Comte un deseo profundo de otorgar a la clase de
los políticos un carácter científico. La física social, en la cúspide de la pirámide, es la
directriz de ordenamiento de las ciencias, que debe velar no sólo por la consistencia
epistemológica, sino también por la pertinencia política de las ¡nvestigaciones3. Bajo el
paradigma positivo, la sociedad puede ser conocida en los mismos términos en que la
física de Newton explicó la naturaleza: cuerpos en movimiento. Pero además, cumple con
otro requisito fundamental: la previsión de los fenómenos sociales. Se conoce para
explicar y para predecir. La sociedad industrial debe, pues, ser manipuiable, epistémica y
políticamente. El control de todas las variables posibles de un fenómeno, rasgo propio de
toda ciencia natural experimental, es en la física social un objetivo político. Conocer las
3 En el cuadro sinóptico del conjunto del Curso de filosofía positiva, Comte detalla los escalones de la pirámide,
desde lo más abstracto a lo mas real, esto es: matemáticas, ciencias de los cuerpos brutos (astronomía, íf sica y
f sica social)
química) y ciencias de los cuerpos organizados (fisiología y í
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sociedades es controlar sus movimientos.
En resumen, la ideología que sostiene el positivismo puede tener entre sus
í sticas una actitud anti metafísica , pero no escapa al subsuelo de las filosofías de
caracter
la modernidad burguesa. Busca respuestas globales en el conocimiento científico para la
explicación y el dominio de los mundos natural y social. En palabras de Comte "... la
propiedad má s interesante de nuestra fórmula enciclopédica, debido a su importancia y a
la cantidad de sus aplicaciones inmediatas, es la de determinar directamente el auténtico
plan general de una educación científica , enteramente racional, lo cual se aplica
prácticamente con la simple ejecución de la fórmula"4.
El esp íritu de la obra que propone Comte hunde sus ra íces en el proyecto filosófico
moderno del siglo XVII. Así lo sostiene el francés en su Discurso cuando afirma que "los
más eminentes pensadores contemporáneos la juzgan así lo bastante lograda como para
haber establecido ya las verdaderas bases directas de la completa renovación mental
proyectada por Bacon y Descartes, pero cuya realización positiva estaba reservada a
nuestro sig!o".5
El siglo XIX asiste pues de la mano del espíritu positivo a un programa europeo de
transformación y ordenamiento social. En vez del desideratum hegeliano de la religión
cristiana como antesala del Espíritu absoluto, Comte propone en su filosofía evolutiva un
final, también moderno, de felicidad laica para la humanidad.
El contenido ético del positivismo se aparta de la teología y las religiones
dominantes: "Muy lejos de que la asistencia teológica sea eternamente indispensable a
ío, que, en los tiempos
los preceptos morales, la experiencia demuestra, por el contrar
modernos, les ha resultado cada vez más nociva, haciéndoles inevitablemente participar,
por esa funesta adherencia , en la creciente descomposición del régimen monoteísta,
sobre todo durante los tres últimos siglos".6
Ante el alza del espíritu científico positivo y el retraimiento de la teolog ía como modo
de conocimiento válido, Comte plantea la necesidad de un poder espiritual positivo, a
modo de una "religión laica", caracterizada por el sentimiento social y anti individualista.
Esta masificación moralizante de la ciencia intenta sustituir "una estéril agitación
política por un inmenso movimiento mental". La escuela positiva pretende una revolución
ordenada y progresiva , controlada y gobernada. La moral es el medio por el cual lograr
4 Comte, August, Curso de filosofía positiva , ed. Aguilar, Buenos Aires, 1980. Trad. José Manuel Revuelta. Pág. 71.
5 Comte, August, Discurso sobre el espíritu positivo, ed . Aguilar, Buenos Aires, 1980, pág. 141,
6 Comte, August, ibid . pág. 155.
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7 Se conoce como "generación del 80" a las élites intelectuales y políticas argentinas, concentradas principalmente en
Buenos Aires, que tuvieron preeminencia entre 1880 y 1916. Con la asunción a la presidencia de la Nación del
general Julio A. Roca bajo el lema "paz y administración" comienza una etapa de construcción del Estado bajo
coordenadas del liberalismo económico y el conservadurismo político de dichos sectores.
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orgánica y develar allí los factores que influían en el comportamiento de ios grupos
humanos. La raza, comprendida como un aparente conjunto de rasgos físicos y
fisiológicos entrelazados darwinianamente con su ecosistema, se constituyó en un
indicador científico para la investigación de los conflictos sociales, los comportamientos
reñidos con las normas y hasta la simple incapacidad de adaptación al modo de
producción económico.
La mayor virtud positivista de la noción de raza estará en su eficiencia política: el
ordenamiento social para construir el Estado moderno argentino tendrá que ver con la
limpieza étnica y la implementación de políticas de estimulación a la inmigración europea.
En síntesis, los elementos filosóficos y políticos más sobresalientes del positivismo
argentino pueden expresarse en los siguientes caracteres:
• El predominio de una explicación científica de los fenómenos sociales desde la
perspectiva de la biologí a y la fisiología .
• El racismo cientificista como matriz para la definición de problemas, elaboración de
hipótesis y el ensayo de explicaciones del tipo de sociedad necesaria para el
modelo económico vigente.
• La moralización de la ciencia social, tanto de los científicos como de sus
producciones, considerados herramientas fundamentales para la construcción de
una sociedad feliz, intentando dejar de lado los valores fundados en la teología .
Estas características, de índole ideológicas, se tradujeron en tecnologías de control
social por parte del gobierno, en manos de un grupo de intelectuales vinculados a la
academia: José Ingenieros, José Ramos Mejía , Carlos Octavio Bunge son algunos de
estos hombres. Provienen en su mayoría de la formación universitaria médica y del
derecho y están imbuidos de la doctrina sociológico positivista8. Con ellos se va a
implementar el gran programa higienista argentino, una articulación precisa de medidas
sanitarias, educativas y de seguridad para forjar la idea rectora de una nación argentina,
con rasgos propios y definidos, que nace y se sostiene a partir de una identidad colectiva
afín a la clase dominante. La salud pública, la urbanización y la escuela son las vías de
ejecución de este ideario. Es la fabricación del Estado moderno argentino.
En conclusión, el positivismo en Argentina no constituyó precisamente una "escuela",
o una doctrina enseñada en las universidades, sino mas bien un dispositivo de poder.
Esto es, un modo prá ctico de hacer filosofía , una actividad ligada indefectiblemente a
8 En el ámbito de las letras y la ensayísíica literaria, también suele citarse a Miguel Cañé, Eugenio Cambaceres ,
Lucio V. López y otros.
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intereses de una clase y conducidas por la idea de un control efectivo del conjunto de la
sociedad.9 Se puede hablar, desde esta perspectiva, de un conjunto de políticas precisas,
llevadas a cabo por una comunidad de tecnócratas con claridad en sus ideas y sus
programas de acción, que actuaron gracias una red de tecnologías, al servicio de la
"modernización" del Estado.
Tales tecnologías pueden resumirse del siguiente modo:
a) Políticas de la población y el ciudadano:
En 1884 el Congreso sanciona dos leyes fundamentales para el ejercicio de la
ciudadanía argentina: la creación del registro civil, que pone bajo la responsabilidad del
Estado el registro de nacimientos y defunciones; y la ley de educación 1420 que establece
la educación obligatoria primaria, laica y gratuita. En 1888 se modifica el código civil para
dar lugar a nivel nacional la figura del matrimonio civil. En todos estos casos se quitó a la
iglesia católica estas funciones de control y registro de la población para dar lugar a una
concepción estatal de la ciudadanía. Los lineamientos en favor de la ampliación de
derechos ciudadanos ir án más allá de la generación del ochenta, con la sanción en 1912
de la ley de voto obligatorio para todos los varones mayores de edad ( llamada "ley Saenz
Peña").
Por otra parte, las políticas de fomento a la inmigración europea a partir de 1880
hicieron que la población aumentara significativamente y convertía en imprescindible el
control social de estas nuevas masas habitantes del territorio. En este sentido, vale
señalar también la sanción de la ley de residencia en 1902, propuesta por el senador
Miguel Cañé, que permitía la expulsión de inmigrantes sin juicio previo, generalmente por
causas de disidencias políticas.
El surgimiento de una "sociología argentina" de la pluma de José Ingenieros, tiene
como referencia innegable este fenómeno de las masas inmigrantes. La mirada social del
científico positivista será netamente biologista pues para él "... la sociología es una ciencia
natural que estudia la evolución general de la humanidad y la evolución particular de los
grupos que la componen.*"10
En esta misma sociología biologicista, Ingenieros afirma sus nociones comtianas
evolucionistas:fl"Las razas, naciones, tribus y todos los agregados humanos, son colonias
9 Dispositivo, además, en el sentido foucaultiano más general, es decir como una red de relaciones que se pueden
establecer entre elementos heterogéneos: discursos, instituciones, arquitectura, reglamentos, leyes, medidas
administrativas, enunciados científicos, proposiciones filosóficas, morales, filantrópicas, lo dicho y lo no dicho
. Cfr.
, . Siglo XXI, Bs. As ,, 2011. pá g. 114 .
Castro, E., Diccionario Foucault , temas , conceptos y autores ed
10 Ingenieros, José, Sociología argentina , Elmer editor, Bs. As., 1957.
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animales organizadas con las condiciones de subsistencias propias de la especie; su
evolución en la superficie terrestre es un hecho tan natural como la evolución de una
colonia microbiana en un medio propicio a su cultivo. El bacteriólogo describe esta última
por los fenómenos que observa y se propone determinar sus leyes má s generales; el
naturalista investiga la vida colonial de las abejas, los castores y las hormigas ; el
sociólogo tiene igual campo de experiencia en las sociedades de los hombres".11
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b) Políticas de la urbe y la salud pública
A partir de la mayor epidemia de fiebre amarilla que sufrió Buenos Aires en 1871, el
gobierno de la ciduad comenzó un plan de urbanización, que constaba bá sicamente en
dotar de cloacas y agua corriente a las residencias de la ciudad. A partir de 1880, siendo
ya capital de la República, este plan se nacionalizó, de tal forma que se convirtió en uno
de los mayores emprendimientos de ingenieria del siglo. Gran parte de este plan de obras
públicas, a cargo del departamento nacional de Higiene, consistió en una producción
simbólica que presentó al resto de las urbes provincianas como un interior amenazado por
el enemigo invisible de las epidemias. Se extendió así el fenómeno capitalino de la peste
a la noción de un pa ís y una sociedad que requería modernizar sus ciudades para
controlar la enfermedad.
Las epidemias porteñas brotaron inicialmente en los conglomerados urbanos
surgidos del asentamiento de las oleadas de inmigrantes. El modelo arquitectónico fue el
conventillo. Eran las antiguas casonas abandonadas por los ricos en los barrios bajos y
cercanos al rio que se convirtieron en pensiones donde sobrevivían hacinados los recién
llegados de los barcos de Europa. La imagen del conventillo se convirtió, ademá s de un
asunto de salud pública, en una imagen literaria de lo excecrable para la élite porteña;
según la pluma de Santiago de Estrada, “Se convendrá en que cada uno de los
conventillos de Buenos Aires es un taller de epidemias; en que cada una de las inmundas
camas es el tálamo en el cual la fiebre amarilla y el cólera se recrean’’12
El plan de urbanización fue primordialmente un plan de salud pública. Según los
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especialistas ". . en menos de veinte años, Buenos Aires realizó una mutación notable en
el campo de la salud: la misma que a las ciudades de Europa occidental les tomó un siglo
realizar. El impulso decisivo data de la federalización. El intendente Torcuato de Alvear, en
11 Ingenieros, losé, "De la sociología como ciencia natural" en Terán, Oscar, Positivismo y Nación en Argentina, ed.
Puníosur, Bs. As., 1987. pag. 193.
12 Estrada, Santiago, Viajes y otras páginas literarias, en Jitrlk, Noé, El 80 su mundo, Jorge Alvarez, Buenos Aires,
1968.
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funciones desde 1879 a 1887, se rodeó de un grupo de médicos (G. Rawson, E. Coni, A.
Crespo, J. Ramos Mejía) que concibió un vasto programa de salubridad"13
Este movimiento sanitarista, derivó, a su vez, en una moraiización de la medicina: las
poblaciones enfermas se analogaban a personas con una "mala vida", a la noción de una
decadencia moral, cuya expresión física se corroboraba con las epidemias . Para combatir
fehacientemente estos problemas, no alcanzaba con las tecnologías de reordenamiento
urbano y de control médico de los cuerpos. El positivista tenía que educar estas masas
primitivas.
c) Politicas de la educación
Con la sanción de la ley 1420 de educación primaria obligatoria, fue preciso instalar
un sistema educativo abarcador no solo en infraestructura en todo el territorio, sino
también en cuanto a los contenidos curriculares. El objetivo fundacional fue el de forjar
una identidad nacional, donde pudieran acogerse la diversidad de nacionalidades
inmigrantes y las poblaciones criollas y originarias. Para ello fue preciso eliminar las
diferencias y homogeneizar en todo lo que fuera posible la población a educar. La
enseñanza de la lengua española y el respeto por los símbolos patrios fueron uno de los
elementos aglutinadores que, conjuntanmente con un ritual cuasi religioso de himnos,
altares, sitios de homenajes a los padres de la patria, buscaban disciplinar. La religión
laica del positivismo comtiano encontró un verdadero caldo de cultivo entre los
educadores de la generación del ochenta, que construyeron un verdadero "altar de la
patria" ante el cual, en cada escuela de la república, se juraba fidelidad y se reconocía
una historia común. Una nación, un territorio, una identidad homogéneos, donde la
diferencia quedaba fuera de la norma y culminaba ligada, tarde o temprano, a la patología
o al crimen.
En este sentido, no es casual que José María Ramos Mejía, fundador de! círculo
médico argentino, del departamento nacional de Higiene y de la cátedra de
neuropatología, fuera nombrado en 1892 en la presidencia del Consejo de Educación. El
modelo educativo positivista estaba así asegurado.
f) Políticas policiales
Para completar el dispositivo positivista, el sistema de control social má s efectivo
13 Bourdé, Guy, Urbanisation et inmigration en Amérique Latine- Buenos Aires , Par ís, ed. Montaigne, 1974. Citado y
traducido por Salessi, J., Médicos, maleantes y maricas , Beatriz Viterbo ed., Buenos Aires, 1995. pág. 22.
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14 Hegel en su Fenomenología del Espíritu (1807) dedica un apartado especial a la justificación epistemológica errada
de la frenología, anticipo de las investigaciones de Cesare Lombroso.
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de menores y juzgados.15
Sólo por dar un ejemplo, en un fragmento de La simulación de la locura Ingenieros
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Consideraciones finales
Las tecnologías positivistas argentinas de poder se desplegaron ampliamente, desde
el más burdo y efectivo uso de la fuerza física y el encierro, pasando por la urbanización,
la escuela, el hospital, las reglamentaciones sanitarias, hasta las má s sutiles de los
grupos selectos de investigadores en sus cátedras universitarias y asociaciones
científicas.
El ideal comtiano de una sociedad ordenada y en progreso rpediánte la organización
política y epistémica del conocimiento cientí fico tuvo su versión argentina en estos
dispositivos de control social que llevaron adelante los positivistas aliados al poder de la
época. En estos casos, la teoría de Auguste Comte fue actualizada y aumentada con
otros ingredientes necesarios para los fines políticos: la teoría de la evolución darwiniana
aplicada a las sociedades humanas, la criminología de Cesare Lombroso, la pedagogía
de la homogeneización de las diferencias sociales y culturales.
15 Cfr. Dovio, Mariana Ángela, "La ' mala vida y el servicio de observación de alienados (SOA) en la revista Archivos
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Argentina festejó así los primeros cien años de su constitución como estado nación,
en 1910 , bajo el imperio del orden positivo, hegemonizado desde un reducido sector auto
referido como la clase educada , civilizada y superior moral y económicamente al resto de
la población del país.
Referencias bibliográficas
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