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Corría el año 1914, mes de diciembre, la familia Torino esperaba el nacimiento de su primer hijo

varón a quién le pusieron por nombre Jeremías, tal como lo habían pensado con mucha
anticipación..

Pero no fue sino hasta los 10 años cuando comenzó en Jeremías el sueño de ser misionero.
Entusiasmado, se lo contó a sus padres, pero ellos solamente lo felicitaron pensando que al día
siguiente lo olvidaría. Pero para sorpresa de ellos, este anhelo tan profundo no era algo que el
tiempo podría borrar.

Promediando su carrera de medicina, se sinceró con sus padres, expresándoles que quería
abandonar la universidad para dedicarse a ser misionero y de tal manera predicar la palabra de
Dios. Al no saber que hacer, los padres acudieron al pastor de su iglesia, quién muy sabiamente les
aconsejó que no le permitieran bajo ningún punto de vista, abandonar su carrera. Pero la madre
entre preocupada y asombrada por la respuesta preguntó: ¿pero que pasaría si se le apaga el
llamado de Dios que tiene desde hace tanto tiempo?, el pastor contestó, si es un verdadero
llamado de Dios, no se apagará jamás.

Jeremías terminó sus estudios, ahora era “el Doctor Jeremías”, una vez graduado pensó que por
fin después de tanta espera, ahora podría cumplir su verdadero sueño, el de ser misionero. Su
iglesia lo mandó a un pequeño pueblito de un país africano. En dicho lugar, no aceptaban pastores
ni misioneros de ninguna religión, pero necesitaban un médico y de esa manera se le abrieron las
puertas para vivir en ese pueblo.

Pronto se instaló en un cuarto amplio, Jeremías pensó, que en ese lugar, de día sería un templo y
de noche su dormitorio, lo que quería en realidad era predicar la Palabra de Dios. Pero no todas
eran buenas noticias, las autoridades del pueblo le dijeron que no querían que predicara o que
hable de dioses extraños, y le dejaron bien en claro, que solo le permitieron la entrada, porque
necesitaban un médico, pero que si se enteraban que él estaba predicando, lo iban a expulsar del
pueblo.

Aquel amplio dormitorio se transformaba durante el día en un consultorio médico, casi todo el
pueblo pasaba por ese cuarto sin más deseo que solo oír un diagnóstico médico. A la edad de 67
años, Jeremías enfermó, pasaron algunos días y fue trasladado a la ciudad más cercana donde
podría ser atendido de mejor manera, aunque dos días después falleció.

La iglesia que lo había mandado, lo honró con una plaqueta que decía: “un hombre de Dios, que
dio su vida por Dios, haciendo lo que él le había mandado a hacer”, más no tardaron mucho en
mandar a otro misionero para concluir el trabajo. Se trataba de otro médico para que no tuviera
ningún problema en su ingreso.

Cuando llegó al pueblo, las autoridades le dijeron: ¿es usted doctor?, si, respondió tímidamente el
misionero, ¿y conoce al Dios de Jeremías?, preguntó uno de ellos, si, le respondió.
Que bien, dijo uno de los líderes del pueblo, queremos oír del Dios de Jeremías porque si hay un
Dios que pueda hacer las maravillas que hizo por las manos de este hombre queremos conocerlo y
saber de Él.

Esa noche, aquel mismo consultorio se convirtió en el templo de Dios que Jeremías había soñado
tiempo atrás. En ese momento aquel misionero comprendió todo: Jeremías predicaba usando sus
bosquejos pero aún mas con sus acciones. Muchos de los que lo rechazaban se convirtieron a
Cristo. Su legado fue mucho más que palabras, fueron hechos.

Porque el fruto de nuestras acciones hace eco en la eternidad dejando atrás nuestros discursos.

Hay mucha gente que habla y muy lindo pero para predicar, también hace falta el ejemplo.

Que tus acciones hablen más alto que tus palabras…

Maximus Decimus Meridius

Esta semana he estado pensando mucho en lo que significa dejar un legado, en como yo quisiera
ser recordado, especialmente por mi esposa, mis hijos y mis nietos que aun no llegan, pero
llegaran. Cuando pienso en eso, me ayuda a elegir como vivir y trabajar hoy. Mi carácter, mis
actitudes, mis decisiones y mis conversaciones serán recordadas no solamente por mi familia sino
por muchas personas incluyéndote a ti que estas leyendo este artículo.

¿Has pensado cuál va a ser tu legado? Todos vamos a dejar un legado, todos vamos a ser
recordados de acuerdo a como vivamos por eso es importante que tu hagas de tu vida la mejor.
Vive tu vida sabiendo que Dios te ha diseñado para grandes cosas, sabiendo que El te dio todas las
habilidades y todos los recursos para cumplir con la misión. Dios no te dio la vida para que te
consumas el oxigeno que hay en la tierra, Dios no te trajo para que vivieras quejándote de las
circunstancias. Dios tampoco te trajo para que te consumieses en lo temporal. El todo lo hizo
hermoso y ha puesto eternidad en nuestros corazones.

Generalmente todas las personas nos preparamos para nuestra vida terrenal, nos enfocamos en
tener todo lo necesario para morar en este mundo, pero lastimosamente se nos olvida que, así
como lo dice el texto que hemos leído para comenzar en nosotros Dios ha puesto eternidad, es
decir nuestra vida no termina acá en este mundo material, en todo ser humano Dios ha puesto
eternidad, aunque esta vida terrenal termine, su vida continua eternamente.

La palabra de Dios nos declara que nosotros somos peregrinos en este mundo, vamos de paso,
vamos camino a la eternidad (Hebreos 11:13 / 1 Pedro 2:11)
Tenemos que recordar que nuestra vida terrenal un día terminara; la palabra de Dios nos recuerda
que nuestro paso por este mundo es fugaz comparado con la eternidad que nos espera:

“Todo lo hizo hermoso en su tiempo, y ha puesto


eternidad en el corazón del hombre,..” Eclesiastés
3:11
Así que en el día de hoy proponte dejar un legado, algo especial, algo significativo, y algo positivo
para recordar y transmitir a esta generación y a las que vendrán. Comienza a vivir la vida
extraordinaria a la cual Dios te llamó.

__________

El Pablo que había desafiado a Timoteo a sufrir como buen soldado de Cristo es el que dice: “He
peleado la buena, suprema y grandiosa batalla de la fe”. Él fue un luchador toda la vida. Luchó
contra autoridades de esta Tierra y contra huestes espirituales de maldad. Se vistió de la misma
armadura que ofreció a todos. No era Nerón el que terminaría con su vida; era él mismo quien la
derramaba como un perfume, entregándola como una ofrenda de gratitud.

El Pablo que le había dicho a Timoteo que corriera como atleta es el que dice: “He terminado”. La
carrera de su vida tuvo más obstáculos que cualquier otro, pero él corrió sin distracción y nunca
claudicó. Había obedecido las reglas y estaba seguro del premio. El que había desafiado a guardar
la fe dice que ha guardado la fe; es decir, la ha conservado y mantenido. Su vida no fue cómoda,
pero fue fiel. Guardamos la fe cuando vivimos y reflejamos los principios del Señor.

En la antigua Grecia, el atleta ganador era aclamado por la multitud y obtenía la corona del
vencedor, que consistía en una corona de laureles. Sin embargo, a Pablo no se le iba a dar una
corona de hojas marchitables, sino una corona de justicia perenne.

Pablo, que había enfrentado sin temores acusaciones y jueces injustos, estaba listo para enfrentar
al Juez justo y verdadero.

Estaba seguro de su corona, guardada y reservada. No la recibiría al morir, sino en la resurrección.


Llegó el final, y sabe exactamente cómo morirá. Va a morir como vivió: cumpliendo la misión. Sabe
que le espera una corona, como para todos los que aman la segunda venida de Jesús. Esa corona
también puede ser para nosotros si amamos el regreso de Cristo, si vivimos en obediencia a su
voluntad y si cumplimos la misión que nos ha concedido.

“Los que estén preparados recibirán pronto una corona inmarcesible de vida, y morarán
eternamente en el Reino de Dios, con Cristo, con los ángeles y con los que han sido redimidos por
la preciosa sangre de Cristo […] una corona de gloria sobre los que esperan, aman y anhelan la
aparición del Salvador […] coronados de gloria, honor e inmortalidad” (Elena de White, La segunda
venida y el cielo, p. 56).

He peleado la buena batalla !Predicando el Evangelio¡

Peleamos la buena batalla predicando el mensaje de Jesucristo, insistiendo en la Palabra, sea


oportuno o no, de manera que enseñemos con paciencia la Verdad de Dios.

2 Timoteo 4:1-2 Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los
muertos en su manifestación y en su reino,

Que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta
con toda paciencia y doctrina.

Pablo le da a Timoteo la responsabilidad solemne de usar con diligencia la Palabra de Dios en su


ministerio.

Y Pablo asigna esta responsabilidad haciendo una preciosa suplica “delante de Dios y del Señor
Jesucristo”.

Por eso los llama como testigos y pone a Timoteo bajo juramento ante Dios de llevar a cabo este
encargo importante que le está entregando

Esto significa que Timoteo debe hacer su trabajo consciente de que el Señor Jesús aparecerá
nuevamente en el día del juicio como nuestro glorioso Rey.

Y es en ese glorioso día que Timoteo querrá oír las palabras: “Bien hecho, siervo bueno y fiel”.[3]

La necesidad del testimonio cristiano


Entonces, al igual que Timoteo, todos los cristianos somos llamados hacer esa hermosa tarea, de
llevar la Verdad libertadora de Cristo a todos aquellos que no le conocen.

Porque cuando lo hacemos así, estaremos librando la batalla contra nuestros enemigos, de una
manera gloriosa ¡Como el cuerpo de Cristo¡

INTRODUCCION

Escena final del ministerio de Pablo en Roma. Tres décadas de constante servicio han sido
dedicadas a la transformación de Saulo de Tarso en Pablo, el celoso apóstol de Jesucristo.
Encarcelado una vez más, ahora enfrenta lo que parece ser la segura convicción de la muerte.
Temerosos, los amigos lo abandonan; otros lo traicionan. Sin embargo él permanece tranquilo y
regocijado. “porque yo ya estoy para ser sacrificado,” escribe sin remordimiento o lástima. “…el
tiempo de mi partida está cercano” (2 Timoteo 4:6).

Sin embargo, Pablo no está sin preocupaciones. Sus pensamientos se dirigen a sus hermanos que
quedan en el ministerio. Aun antes de su arresto final había escrito a Tito para guiarlo en su tarea.
Ahora escribe a su “amado hijo” Timoteo. Con la proximidad de la muerte, su consejo refleja una
perspectiva eterna de las cosas. Habla conmovedoramente de las pruebas que el joven Timoteo
debe enfrentar. Sobre todo, revela la clave de su propia fortaleza y de la futura felicidad de
Timoteo: la necesidad de edificar la espiritualidad.

Pablo ha aprendido esta lección: “Porque nosotros…éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes,
extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia,
aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros”, confesó Pablo en cuanto a su vida anterior (Tito
3:3). ¿Qué es lo que lo había transformado? Ahora, ante su muerte inminente, ¿cómo podía hablar
confiadamente de la exaltación? ¿Qué es lo que había aprendido y que le permitía reemplazar el
temor por fortaleza, amor y control personal? (Véase 2 Timoteo 1:7.)

Este es el mensaje de Tito y 2 Timoteo. Lean esas epístolas. Recuerden, estas son las últimas
palabras de Pablo, solemnizadas por la proximidad de la muerte. Son su último legado, la
destilación de su experiencia y sabiduría. Encontrarán que Pablo advierte a sus “hijos” en cuanto a
peligros similares a los de nuestro tiempo.

Pero más importante aún, enumera los medios por los cuales podemos edificar la espiritualidad, la
fórmula mediante la cual uno puede completar el viaje por la vida y asegurar el gozo pleno y
profundo que nuestro Salvador promete. (Juan 16:24.)
Antes de proseguir lean todos los versículos del cuadro de la página anterior.

45-13) La segunda epístola a Timoteo

Segundo Timoteo es una carta de ánimo escrita a Timoteo y a todos los directores del sacerdocio.
Es una advertencia contra la apostasía espiritual y una clara manifestación de la triunfante fe de
Pablo.

Esta carta probablemente fue escrita desde Roma cerca del final del segundo período de prisión
de Pablo y poco antes de su martirio, aproximadamente en el año 68. Es casi seguro que haya sido
la última carta de Pablo.

(45-14) Información

El segundo período de encarcelamiento de Pablo fue diferente al primero por el hecho de que las
autoridades romanas no trataron a Pablo con la misma deferencia con la que lo habían hecho
anteriormente. La actitud del gobierno de Roma hacia la iglesia había sufrido un cambio radical.
Nerón acusó a los santos de ser causantes del gran incendio de Roma e inició una serie de
persecusiones intensas pero limitadas, contra los cristianos en Roma. Tanto Pablo como Pedro
fueron afectados por este nuevo acto de hostilidad y llevados al martirio con muchos de los otros
miembros de la iglesia. Durante el período de su segundo encarcelamiento, los amigos aún
visitaban a Pablo, pero la evidencia indica que su libertad de predicar el evangelio había sido
bastante restringida. En el juicio contra él nadie defendió su causa. Aparentemente sólo Lucas
permaneció con él.

A pesar de las circunstancias negativas y adversas en las que se encontró, permaneció optimista y
animado por su fe en Cristo. Segundo Timoteo permanece como uno de los grandes monumentos
a la fe y a la esperanza ante la soledad y la adversidad.

(45-29) 2 Timoteo 4:6, 7. ¿Iba Pablo a sufrir el martirio antes de su tiempo?

“Se recordará que Pedro fue liberado de la prisión por un ángel y protegido en muchas maneras
mientras su obra no estaba terminada. Y con Pablo fue igual. Ningún tipo de violencia pudo
quitarle la vida hasta que hubo dado su testimonio a Roma, a Grecia y a otras tierras. Pero
finalmente hizo la declaración profética a Timoteo: ‘Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el
tiempo de mi partida está cercano. He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he
guardado la fe’ (2 Tim. 4:6-7). No había temor en su acercamiento a la eternidad, sino seguridad y
apacible resignación ante el inevitable martirio que enfrentaba. El no quería morir pero estaba
deseoso de sellar así su testimonio del Redentor” (Spencer w. Kimball, CR, abril de 1946, pág. 46).

(45-30) 2 Timoteo 4:6-8. “Por lo demás, me está guardada la corona de justicia…”

“El llamamiento y elección de Pablo habían sido asegurados. El fue sellado para vida eterna. Había
obedecido los mandamientos, había sido probado en toda circunstancia y el Señor le había dado la
promesa: ‘Hijo, tú serás glorificado.’ Y siendo que ningún hombre es, ni puede ser glorificado solo,
esta es una de las razones principales por las que sabemos que Pablo era casado” (McConkie,
DNTC, 3:116).

2ª Timoteo 4:6-8

2ª Timoteo 4:6 – Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano.

2ª Timoteo 4:7 – He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe.

2ª Timoteo 4:8 – Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor,
juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.

Las ultimas palabras que se dicen son de las mas importantes y Pablo en sus ultimas palabras le
escribe a Timoteo para animarlo.

Esta reconociendo que esta apunto de morir, aun que eso no le preocupe y lo exhorta a que le
eche ganas.

La buena batalla se pela con la palabra de Dios, sabiendo que de nuestro lado esta El.

El mundo piensa que la victoria es el ser mas rico, tener fama, llegar a ser una estrella de cine, ser
alguien importante.

La buena batalla se pelea siendo un buen soldado de Cristo.


Nosotros como cristianos estamos en una lucha inmensa, no contra sangre ni carne, sino contra
principados, debemos de entender eso, estamos en una lucha día a día.

La batalla se gana día tras día, no es solamente el día domingo, o cuando estamos pasando
problemas afuera.

1ª Timote 6:12 (Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo
fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión delante de muchos testigos.)

No solo dice Pablo he peleado la batalla, si no la buena batalla y aquí Pablo le dice a Timoteo pelea
la batalla de la fe y nosotros debemos de pelear cada día la buena batalla, no decir: otra vez el
trabajo, mi esposo, mis hijos, o mi esposa que no me deja en paz o esta enfermedad, debemos de
levantarnos y decir: yo estoy listo para pelear esta buena batalla, que tu me estas ayudando
Señor!.

Cuando estemos a punto de perder la fe o dudar de la obediencia a Dios, la fe, la salvación y todas
las cosas que Dios me dice, ahí es donde debemos de pelar, decir: estoy listo para pelear la buena
batalla.

Nosotros pensamos erróneamente que podemos vencer a satanás con nuestras propias fuerzas,
que lo puedo vencer por que leí tres versículos esta mañana, si vienen problemas yo voy a vencer
en mis fuerzas y la perdemos y se vuelve mala batalla.

En nuestra propia carne vamos a terminar tirados y vencidos.

En ves de confiar en la vida eterna, confiamos en la filosofía, en enseñanzas del mas halla, eso no
es pelear la buena batalla.

Versículo 19 (atesorando para sí buen fundamento para lo por venir, que echen mano de la vida
eterna.)

La primer batalla que nosotros podemos ganar contra el diablo es echando fuerzas en la vida
eterna.
La segunda manera es: testificar de la salvación que Cristo nos ha dado.

Por eso Pablo le dice pelea la batalla de la fe.

Pelea la buena batalla ganando almas.

Ir en esa batalla de la fe y presentarle a este mundo que Jesús murió por nuestros pecados y es el
único que nos puede salvar.

2ª Timoteo 1:8 (Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso
suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios,)

2ª Timoteo 4:7 (He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe.)

No solamente Pablo le dice pelea la buena batalla si no le dice he acabado la carrera.

No es como yo empiezo mi carrera si no como la termino.

Pablo le dice: no me eche para atrás, no tire la toalla, ni renuncie, si no la acabe, acabe la carrera y
hay que acabar cada carrera que nosotros empezamos.

Si yo empiezo la carrera, la voy a terminar.

Una de las carreras mas importante es esta vida.

Hebreos 12:1 (Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de
testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la
carrera que tenemos por delante,)
Si el pecado me esta asediando e impidiendo que pueda correr, tirar las cargas y seguir la carrera
con paciencia. Dios no quiere que nos adelantemos a El, ni nos atrasemos, si no que vayamos al
ritmo de Dios.

Dios sabe que tan rápido puedo correr.

Nuestro entrenador esta corriendo junto con nosotros al paso de El, El nos dirige y nos enseña.

A veces nos desesperamos en nuestra vida y terminamos tirando la toalla.

2. Acaba bien la carrera poniendo los ojos en Cristo.

No podemos terminar si nuestros ojos no están puestos en Cristo.

Si día a día ponemos nuestros ojos en Cristo va a ser mas fácil acabar la carrera.

No hay una bendición mas grande que al morir uno pueda decir: he acabado la carrera, la vida que
viví para mi Señor fue una vida en Cristo siempre poniendo los ojos en mi Dios.

Muchas veces no podemos terminar bien la carrera por que vienen las dudas, quitamos nuestros
ojos de Cristo o empezamos a ver otras cosas, no hay que permitirlo.

3. Guarda la Fe.

2ª Timoteo 4:7 (Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de
testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la
carrera que tenemos por delante,)

Nosotros podemos decir wow, Pablo era un hombre de fe, era alguien muy espiritual y ese es uno
de los errores que nosotros tenemos, el tuvo su momento de flaqueza pero siguió adelante, era
por que ellos guardaban la fe, caminaban con Dios.

El guardar la fe no significa meter la biblia en la alacena.


Guardar la fe es caminar con Dios y Dios quiere que guardemos la fe y que la protejamos, que
entendamos que hay alguien que quiere quitar mi fe.

Cuando parezca que en el mundo me salen las cosas mal, pero yo se que ando bien caminando con
Dios, no importa lo que la gente diga, Dios esta conmigo y he guardado la fe.

Efesios 4:12 (a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del
cuerpo de Cristo,)

Dios quiere que para que no seamos engañados andemos en su palabra.

Comenzamos con la frase Yo ya estoy próximo a ser sacrificado. Si usted visitara esa sala de
ejecución en Roma, vería un espectáculo sangriento. Y si a usted le hubiera tocado asistir a esa
ejecución en Roma, podría haber visto una escena sangrienta. Hablando sinceramente, habría sido
una escena que lo habría hecho enfermar a uno, al ver a este hombre colocar su cabeza en un
bloque de madera grueso y pesado sobre el cual se cortaba la cabeza a los condenados, mientras
un gigantesco soldado romano que hacía las veces de verdugo, levantaría esa tremenda cuchilla
sobre su cabeza y la dejaría caer en el cuello del Apóstol, y con un golpe rápido cortaría la cabeza
de Pablo. Luego su cabeza caería en una canasta, mientras que su cuerpo caería del otro lado sin
fuerzas y tembloroso. Pero el Apóstol nos estaba diciendo que si uno viera solamente eso, en
realidad no vería mucho. Primeramente, aquel lugar era un altar, y su vida estaría siendo
derramada como una libación, como una ofrenda. Pablo había usado esa figura retórica en su
carta a los Filipenses, cuando fue detenido por primera vez y pensó que su muerte estaba cerca. Y
escribió en Filipenses 2.17, 17Y aunque sea derramado en libación sobre el sacrificio y servicio de
vuestra fe, me gozo y regocijo con todos vosotros. Él quería que su vida fuese derramada. Ahora,
él podía decir al final de su vida que su vida sería derramada como una libación.

¿Y qué era una libación? Aunque Dios no había dado a los israelitas ninguna instrucción específica
en relación con la ofrenda de libación, se la mencionó una y otra vez en los libros de Éxodo y
Levítico. Consistía en tomar el vino y derramarlo sobre el sacrificio que se había colocado sobre el
altar. Ese altar, por supuesto, estaba extremadamente caliente porque era un altar de bronce con
fuego que ardía por debajo de él. (Este fuego representa el fuego del juicio.) Al tocar el altar
caliente, se convertía rápidamente en vapor y desaparecía. Esto era exactamente lo que Pablo
estaba diciendo aquí: "He derramado mi vida como una ofrenda de libación sobre el sacrificio de
Cristo. No ha sido nada, para mí, sino todo para Él". La vida de Pablo pronto desaparecería y Cristo
sería todo lo que se podría ver. Esta fue una de las más hermosas figuras retóricas que el apóstol
uso. Hay tantos creyentes que tratan de ser recordados haciendo que sus nombres sean
cincelados en piedra o que quede un edificio o sala llevando su nombre. Pero Pablo no estaba
interesado en esto. Es como si hubiera dicho: "Mi vida es una libación derramada; Cristo, y no
Pablo, es el que será exaltado". Este es un pasaje muy rico de la Escritura. El epitafio de Pablo está
dividido en dos secciones: La primera fue retrospectiva, en la cual Pablo miró a su vida en la tierra,
justamente antes de que lo ejecutaran. Después, la segunda parte de su epitafio era prospectiva,
orientada hacia el futuro, mirando con ansia a la vida eterna. La vida terrena y la eterna están
separadas por lo que en la tierra llamamos muerte.

Ahora, el Apóstol Pablo resumió su vida de tres diferentes maneras: (1) He peleado la buena
batalla. Él había sido un soldado, un buen soldado. Había habido una batalla para luchar, y una
victoria que ganar. Y aquí, al final de la vida dijo: "he sido un buen soldado de mi Salvador".
Estimado oyente, todos los creyentes deberían adoptar esta posición. Hay una batalla en la que
luchar, y cada creyente debería ser un defensor de la Palabra de Dios, permaneciendo firme en las
grandes verdades de la Biblia.

Luego, (2) el Apóstol Pablo continuó diciendo: he acabado la carrera. La vida cristiana no es solo
una batalla, es un evento atlético, una carrera. Durante la carrera el Apóstol estuvo manteniendo
su cuerpo bajo control. Estuvo intentando vivir la vida cristiana de tal manera que no fuera
desaprobado. Y así escribió en 1 Corintios 9:27, Golpeo mi cuerpo y lo hago mi esclavo?Como
consideramos a Pablo autor de Hebreos, creemos que en 12:1-2 escribió: corramos con paciencia
la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la
fe?.Ahora, en el final de su vida pudo decir: he acabado la carrera. Había completado todo lo que
Dios había planeado para él.

Luego (3) él dijo, aquí en la Segunda Epístola a Timoteo, capítulo 4, al final del versículo 7: he
guardado la fe. La vida había sido como un depósito de Dios, y él había sido un buen mayordomo.
Había guardado la fe. Nunca cambió su opinión acerca de las grandes verdades y doctrinas de la
Palabra de Dios. Estas fueron realmente 3 declaraciones tremendas.

Retrocedamos a su declaración del versículo 6 de este cuarto capítulo de 2 Timoteo: el tiempo de


mi partida está cercano. Ahora, esa palabra partida proviene de otra palabra griega diferente a la
que se usa en 1ª Tesalonicenses para la partida en el arrebatamiento de la iglesia de esta tierra. El
Apóstol Pablo mismo estaba pasando por otra puerta. Los creyentes que estén con vida cuando
tenga lugar el arrebatamiento no pasarán por la puerta de la muerte. Dijo el apóstol en 1 Corintios
15:51 y 52, No todos moriremos; pero todos seremos transformados, 52en un momento, en un
abrir y cerrar de ojos?La palabra griega que Pablo usó para hablar de su partida es "analusis", una
palabra totalmente diferente. Está formada por dos palabras, una de las cuales es luo que quiere
decir "desatar" y "soltar". Esta palabra analusis se podía usar para referirse a desatar cualquier
cosa, pero básicamente era un término náutico que se utilizaba para un barco que estaba
amarrado al puerto, listo para hacerse a la mar.

El Apóstol Pablo tenía una concepción completamente diferente a lo que es popular hoy. Lo
hemos escuchado en un culto fúnebre cuando se dice que "Fulano de Tal ha llegado por fin al
puerto; ha estado viajando por un mar embravecido borrascosas, pero el viaje ha terminado, y él
ha llegado a puerto seguro". Pablo estaba diciendo exactamente lo contrario. Estaba queriendo
decir: "He estado amarrado al puerto". Y esto es la que es la vida; aun no hemos estado en ningún
lugar; hemos estado atados a esta pequeña tierra.
El único escritor del pasado que ha captado ese significado de lo que el Apóstol Pablo dijo, fue
Tennyson, en un poema muy conocido que dice: "El ocaso y la estrella vespertina, y una llamada
clara para mí. Y que nadie lamente mi salida, cuando salgo a la mar". Y eso es lo que la muerte es
para el hijo de Dios, amigo oyente. Es una liberación.

El Apóstol Pablo nos estaba diciendo: "No miréis a mi ejecución ni permitáis que la sangre
derramada os pueda impresionar. Soy como un barco que ha estado atado amarrado en el puerto.
Cuando la muerte llegue, realmente partiré para estar con el Señor Jesucristo, lo cual será mucho
mejor".

Regresando al versículo 8 de este cuarto capítulo de 2 Timoteo, vemos que Pablo dijo, además.
Por lo demás, me está reservada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel
día. Esta frase nos lleva al aspecto positivo. Pablo estaba mirando hacia el futuro. Él estaba
esperando recibir una corona de justicia. Una corona es un premio, y el recibirá ese premio algún
día. Creemos que todavía no se la habrán entregado, pero el Señor la tiene para él cuando
comience a otorgarlas.

Hay varias coronas mencionadas en el Nuevo Testamento; una de ellas la encontramos en la


Primera Epístola del Apóstol Pablo a los Corintios, capítulo 9, versículos 24 y 25, donde dice: ¿No
sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio?
Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la
verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible. Esa es la corona
para el atleta por ser un ganador en la pista de carreras de la vida. Y también hay una corona para
el que gana almas, mencionada por Pablo en su Epístola a los Filipenses, capítulo 4, versículo 1,
donde dijo: Así que, hermanos míos amados y deseados, gozo y corona mía, estad así firmes en el
Señor, amados. Se dará una corona a aquellos que tuvieron parte en llevar a otros al Señor. Pablo
tendrá muchas coronas, no hay ninguna duda al respecto.

Creemos que una corona de justicia será la recompensa por una vida justa, y Pablo la recibirá.

Y añadió el apóstol, y no solo a mí, sino también a todos los que aman su venida. Bueno, el amar
Su venida no se refiere al punto de vista que usted tenga en relación con Su venida. Usted puede
tener una postura premilenarista (o sea, la segunda venida de Cristo anterior al milenio)
postmilenarista (la venida de Cristo posterior a un milenio) o amilenarista (que no cree en un
milenio literal). Pero no hay recompensa, no hay premio para ninguna de esas posiciones de la
profecía Bíblica. La cuestión es: ¿Ama usted su venida? Amar Su venida significa que usted tendrá
que amarle a Él. Estimado oyente, ¿tiene usted una relación íntima con Él? ¿Le ha dicho alguna vez
que lo ama? Yo tengo la impresión que Pablo le dijo al Señor cada día que le amaba, porque antes
le había odiado y perseguido. Hay una corona para aquellos que aman Su venida. Y creo que
brillará más que todas las otras.

Y ahora llegamos al último párrafo, que hemos titulado

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