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EL MIEDO

El miedo es la abolición neta de toda elección, exactamente la parálisis, como en el

insecto que, frente al peligro, se queda inmóvil en un estado (aparentemente) mortal. Por

paradójico que parezca, el miedo es la desaparición del automatismo, la eliminación de

todo automatismo y la aparición de mi yo, de mi verdadero yo inerme y tembloroso que

al mismo tiempo se proclama como el único interés, el único problema existente que

queda y, justo por eso, abdica en las manos de la fuerza.

Es la profundidad del miedo, es una representación de mi verdadero ser,

El yo que yace debajo de los hábitos caóticos y opacos que protegen y

Oculto y finalmente mostrado desnudo, libre, separado y más allá de todo

Metas e intereses de vida. en un trance tan desapegado y sin todo

[fragante] peligro, miedo déjame cosechar los frutos de la auto liberación

Ya terminé, que todos los propósitos me sequen y me protejan porque no

No más límites, me aprieto, obedezco, obedezco como dicen

Cardenal Federico a Don Abundio por pecado[6], así que esta vez también

Puedo decir que he solucionado el problema porque estoy evitando trabajar de nuevo,

Especialmente la temida fatiga de elegir, elegir entre fuerzas en conflicto.

El miedo es el sentimiento que revela todo el secreto de la debilidad del individuo,

porque revela la extrema miseria a la que su espíritu se reduce. Privado de vínculos con

los grandes intereses de la vida, no le queda más respiro que el de su material existir, que

el de su ser material en su ensamblaje carnal. Casi se diría que toda la tela infinita de la

existencia se ha reducido para él a ese mínimo fragmento que es su yo físico. Igual que

el insecto, que en su individualidad no significa nada en el coro inmenso de las


existencias que componen la physis. Hay en el miedo una especie de aparición, de pobre

aparición del yo y, en cierto modo, una afirmación del yo, porque por poco afirmativo

que sea el miedo, se reduce a una especie de acto con el cual el yo se afirma, aunque sea

para someterse y esconderse, pero en definitiva un acto con el que el yo emerge solo en

medio de la universal desaparición de todos los fines y los principios de la experiencia.

Cesa todo, pero quedo yo como ley, yo como interés sagrado que debe ser tutelado,

salvaguardado y realizado en toda la experiencia. El miedo es en cierto modo una

especie de orgullo (subalterno a todas las fuerzas que dominan la vida).

El miedo es una emoción desagradable que es provocada por la percepción de un peligro, real o

supuesto, presente, futuro o incluso pasado. Es una emoción primaria que se deriva de la aversión

natural al riesgo o la amenaza, que se manifiesta en todos los animales, lo que incluye al ser

humano. La máxima expresión del miedo es el terror. Además, el miedo está relacionado con la

ansiedad.

En la actualidad existen dos conceptos diferentes sobre el miedo, que corresponden a las dos

grandes teorías psicológicas que tenemos: el conductismo y la psicología profunda. Según el

pensamiento conductista, el miedo es algo aprendido. En el modelo de la psicología profunda el

miedo existente corresponde a un conflicto básico inconsciente y no resuelto, al que hace

referencia.

Pero desafortunadamente no basta. Las cosas no son tan sencillas. Por desgracia, estos

grandes intereses que yo vivo sin vivirlos, porque los vivo automáticamente, están en

conflicto y se hacen la guerra. La misma red de los hábitos es rota una y otra vez por las

pasiones de los demás, que obligan al autómata a optar, es decir, que me encuentran

precisamente a mí en el autómata, que no se contentan con el autómata. ¿Cómo hacer?

¿Cómo reducir al mínimo la fatiga esta vez? ¿Cómo decidirse, en el contraste, a elegir y

cómo superar el problema sin resolverlo? Una vez más el problema se resuelve sin

resolverlo. El autómata ya no basta. Es mi yo el implicado aquí, y precisamente porque


soy yo el implicado, soy yo el que actúa esta vez de manera original y rara, el que

resuelve el caso con el mínimo derroche de mí mismo, con el mínimo trabajo. Cierro los

ojos, trato de no ver nada más que a mí mismo y de no proponerme otro fin que salvarme

a mí mismo del mal trago y me hipnotizo con esta ansia de salvarme a mí mismo y me

confío a la elección fácil, neta y perentoria de ver quién es más fuerte en el contraste. Me

confío y elijo al más fuerte. Esta especie de hipnotización de mí mismo, esta especie de

parálisis por la que trato de despojarme de todo, de todo interés, de todo fin y de toda

elección, y de no permanecer en juego más yo mismo, simplificando toda la dificultad

del asunto al entregarme inmediatamente en manos del más fuerte, es en definitiva el

miedo.

El miedo es la desaparición del automatismo: ¿Que es el automatismo? Falta de intervención de


la voluntad, la reflexión o la conciencia plena en la realización de movimientos o actos mentales.
ES POR ESTO QUE CUANTO TENEMOS MIEDO NOS TRANCAMOS Y NO PODEM OS
REACCIONAR.

El miedo es una emoción desagradable que es provocada por la percepción de un peligro, real o
supuesto, presente, futuro o incluso pasado.

Es una emoción primaria que se deriva de la aversión natural al riesgo o la amenaza.

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