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Dios se parece a los piojos

Enfrentaba en Argentina un auditorio difícil. Cristianos conservadores, algunos curas


reaccionarios, intelectuales orgánicos al sistema imperante. Hablaba de la liberación como
respuesta al grito de los oprimidos y de la Tierra depredada. De la necesidad de que el
oprimido fuese sujeto de su liberación: oprimido que no conoce las razones de su opresión
nunca consigue dejar de ser oprimido. Que debería soñar con un proyecto de mundo
diferente a este excluyente. Que debería organizarse para implementarlo. Que todo consistía
en dar los primeros pasos. Que todos los que no han perdido todavía el sentimiento de
solidaridad y de compasión deberían ser sus aliados. Que la Iglesia, históricamente aliada de
los ricos, debería ser ahora aliada de los pobres, porque así lo hizo el Jesús histórico. Y
muchos otros ques, ques y ques.

Gasté todo mi latín sin resultados visibles.

Les recordé que el cura José Gabriel Brochero, especie de padre Cícero argentino, ya en el
siglo XIX enseñaba: “Dios está en todas partes, pero convénzasen que está más cerca de los
pobres que de los ricos. En eso se parece a los piojos, que están más junto con los pobres
que junto con los ricos.”

Hermosa y verdadera metáfora.

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