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Módulo Nº 02:
Esta se caracterizaba por tener una agricultura intensiva con una distribución de
las actividades y bienes de la población, y un control generalizado de los pueblos
anexados de lo que entonces se conocía como el Tahuantinsuyo.
La sierra piurana fue anexada al imperio inca, en la segunda mitad del siglo XV.
No se puede precisar la fecha exacta del inicio de la anexión. Podría haber sido durante
el gobierno de Túpac Inca Yupanqui, como lo sugieren las crónicas de Garcilaso; o
mucho antes, durante el gobierno de Pachacútec Inca Yupanqui, como lo expresan las
crónicas de Cieza de León y Cabello de Valvoa. Sin embargo, el investigador César
Astuhuamán advierte que “la información de Garcilaso respecto a que dicha anexión se
produjo durante el gobierno de Túpac Yupanqui, debe ser tomada con reserva pues la
familia materna de Garcilaso pertenecía a la panaca de Túpac Yupanqui, y es posible que
le atribuyera dicha anexión para incrementar los hechos notables de su panaca”.
Se puede decir que, en el norte, Túpac Inca Yupanqui tuvo que acudir a las
batallas, a los acuerdos y negociaciones de paz, y a otros métodos de persuasión
(yanacunas y mitimaes) que permitieron una anexión de territorios por vía de los
impuestos. Fue Túpac Inca Yupanqui quien castigó a la población de una provincia
rebelde (no precisada por los cronistas) reduciéndola a servidumbre perpetua. Fue así
como creó una clase hereditaria de sirvientes a perpetuidad llamados YANACUNAS.
Estos, por lo general, realizaban los trabajos más viles, además de servir en tareas
domésticas, cultivar las tierras de sus amos y ser cargadores, entre otras ocupaciones. A
estos esclavos iniciales se sumaron los delincuentes y prisioneros de guerra
sentenciados, que así salvaban su vida.
Por voluntad del Inca, todo miembro de un Ayllu podía ser reducido al estado de
Yanacuna como castigo. Sólo el Inca, como señal de favoritismo, podía obsequiarlos a
los nobles y desde ese momento podían pasar de mano a otra.
Era un fuerte castigo para los mitimaes que habían sido potencialmente rebeldes.
Además de recibir un aumento de trabajos e impuestos, pasaban por la dura prueba de
aclimatarse a una nueva región que podía ser totalmente opuesta a la de origen (un
pueblo del litoral era trasladado a un lugar de la sierra, por ejemplo).
Sin embargo, cuando los mitimaes se consideraban ya fieles al Inca se les volvía a
trasladar a otro lugar como imposición de privilegios, se les otorgaban cargos
declarándolos como funcionarios del Inca y eran liberados de algunos servicios
temporalmente.
Es esta la razón por la cual existía un grupo TALLÁN mitimae en Cajamarca y por la que
diversos mitimaes fueron traídos a Sóndor, mitimaes de Huaras se asentaron en Colán y
probablemente fueron mitimaes Cañaris los que residieron en Simbilá.
Una vez lograda la pacificación (Pax Inca) y anexión de los pueblos de la costa, el
Tahuantinsuyo gradualmente fue reconociendo una nobleza provincial del pueblo
anexado.
Un curaca Tallán, por ejemplo, mantenía su status y su familia conservaba los privilegios
que tenía antes de la anexión, pero siempre debían obediencia al Inca y tenían la
obligación de pagar los impuestos o parias.
También gradualmente, los incas subordinaron los cultos locales al culto solar e
impusieron el quechua como idioma oficial. Como parte de los mecanismos de control,
construyeron asentamientos planificados en lugares estratégicos planificados. En la
región norte había centros administrativos ceremoniales principales (Especie de palacios
rodeados de ciudades), centros administrativos ceremoniales secundarios (Palacios
rodeados de aldeas), tambos reales principales o secundarios sin pueblo (habitaciones
residenciales dispersas y alejadas unas de otras donde cualquier inca podía guarecerse
http://www.slideshare.net/Cristhi/elimperioincaico-
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TALLANES
Los Tumpis conformaron una etnia costeña que pertenecía a la raza Tallán. Vivían
colindando e interrelacionándose con varias etnias vecinas. Por todos estos datos, los
expertos los consideran parte del conglomerado Tallán. Los Tumpis habitaban en las
orillas del río Tumbes y colindaban con los Paltas, que moraban en la cabecera del
mismo río. Dominaban las costas a través de las balsas tallancas que manejaban con
gran dominio y destreza. Esta pericia en las artes navales fue de tal magnitud que según
cuenta la tradición, cuando los incas los atacaban en el mar o en el río, los Tumpis se
lanzaban al agua, hundían la carga y desarmaban las balsas de palos rápidamente.
Gracias a su gran destreza para nadar, los Tumpis alcanzaban la orilla sin problemas
mientras el enemigo moría ahogado en su intento por atraparlos.
Las etnias tallancas de los valles de La Chira y del Piura fueron sometidas en
1480, cuando Túpac Inca Yupanqui logró la anexión y la paz transitoria de los Tallanes.
Para eso fue necesario llegar a acuerdos de tributación, dejar en libertad de acción a los
curacas y colocar orejones o veedores del Inca en cada una de las zonas conquistadas.
Según Vegas, ésta fue una dominación sin ocupación o asimilación plena. Parte de la
nobleza Inca se trasladó a Tumebamba (Ecuador) que sería desde ese momento centro
Incaico de igual importancia que el Cuzco.
Los Incas fueron superiores tanto en número como en armas. Los Tallanes no
tuvieron mayor opción que aceptar sus imposiciones, guardando secretamente un ansia
de libertad que fue decisiva en el momento de la conquista española.
Túpac Inca Yupanqui no pudo controlar los constantes movimientos de insurrección de
los tallanes mientras gobernó. Este fue el motivo por el que mantuvo siempre un ejército
de guarnición acantonado en la serranía de Huancacarpa, Chicuate, Caxas, gentiles de
Portachuelo y Aypate.
En 1510, Huayna Cápac realizó la conquista total de los Tallanes tras desatar una cruel
batalla.
Los estudios realizados sobre esta etapa histórica precisan que los Tallanes
realizaron contínuos levantamientos y sólo estuvieron sometidos al Tahuantinsuyo por 20
años. Este fue un periodo realmente corto en el que no se pudo lograr una incaización del
norte del Perú Antiguo.
La rebeldía o resistencia de los Tallanes, ante los incas, explica el hecho que, más
tarde, apoyaran a los españoles en su lucha contra los Incas. Quizá un a manera de
venganza o, simplemente, el deseo de recobrar su libertad. El escritor Edgar Seminario
anota que los Tallanes vieron a los españoles “como sus salvadores y aliados para lograr
su autonomía.”
Debemos destacar que, a pesar que los Tallanes fueron sometidos o conquistados en
diferentes momentos de su historia –mochicas, chimús, incas y españoles-, supieron
guardar sus costumbres y creencias. En suma, mantuvieron su identidad cultural.
Cuando Túpac Inca Yupanqui incursionó por la serranía de Piura, encontró a los
Guayacundos, Calvas, Caxas y Ayahuancas unidos en confederación con sus vecinos los
Huancapampas, los Bracamoros, los Cascas y los Calluas. Se trató de una alianza que,
según Garcilazo, contaba con cerca de 40,000 hombres para defenderse del enemigo
común que procedía del Cuzco.
Los enfrentamientos fueron realmente cruentos y sanguinarios. Los incas eran mayores
en números, estrategia y armamento militar, pero tuvieron que luchar duramente a lo
largo de cinco meses.
“Por los Bracamoros entró y volvió huyendo (el Inca Túpac Yupanqui) porque es mala
tierra aquella de montaña, en los Paltas y en Guancavanbo, Caxas, Ayavaca y sus
comarcas tuvo gran trabajo en sojuzgar aquellas naciones porque son belicosas y
robustas, y tuvo guerra con ellos más de cinco lunas más asentava oy y mañana
estaba la provincia llena de mitimaes y con gobernadores, sin quitar el señorío a los
naturales y se hazían depósitos y ponían en ellos mantenimiento y lo que más se
mandava poner y se hazía el real camino con las postas que avía de haber en todo él”
Caxas en mitimaes de privilegio. El Inca envió a estos guayacundos hasta Quito, a las
mitas, con privilegios de funcionarios y fieles seguidores del incario.
Según Herrera, éste fue el motivo por el cual Túpac Yupanqui mandó a traer
mitimaes y envió a su vez naturales desterrados al Cuzco con sus familias.
La llamada Pax Incaica no se produjo del todo en los años sucesivos puesto que
Huayna Cápac tuvo que imponer duramente su gobierno la paz por las armas en las
provincias de Caxas, Ayabaca y guancabamba.
Una vez anexadas las cuatro provincias parcial o totalmente al incario, algunos
toponimios o nombres de curacas se cambiaron por voces quechuas recogidas por Fray
Domingo de Santo Tómas. Este fue el caso de la sustitución de Guayacundos por Wailla-
Kuntur que significaría: los cóndores de los verdes pastizales; de Ayahuancas por
Ayavacas que en quechua quería decir: lugar sagrado de muertos; y de Huancabamba o
Huancapampa que en quechua sería: Wanq´a-pampa que significa Grande piedra
sagrada.
Teniendo en cuenta la ubicación, de sur a norte, a partir del Cuzco –de donde
salieron las tropas Inca a conquistar más tierras para el Chinchaysuyo-, el orden de
anexión habría sido el siguiente:
Primero habría sido anexada Huancabamba, que era la localidad más próxima
a la ciudad Inca de Cajamarca, la misma que fue convertida en una “cabecera
de provincia” y la cercana localidad de Mitupampa fue convertida en “Capital
de Provincia”. “Además, la presencia de un importante asentamiento militar
(Huancacarpa), próximo a Caxas y Huancabamba, nos indica que estas zonas
fueron anexadas tempranamente”, según el investigador César Astuhuamán.
FICHA DE TRABAJO
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BIBLIOGRAFÍA
ALDANA Rivera, Susana; DIEZ Hurtado, Alejandro. Balsillas Piajenos y algodón. Procesos
históricos en Piura y Tumbes. Lima, Cipca: Tarea, 1994