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Práctica del ahorro como generador de riqueza en Colombia.

Becerra Ramírez, Luisa F1 & Rojas Manrique, Karen G1.

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Universidad de la Amazonia. Facultad de Ciencias Contables, Económicas y

Administrativas. Programa de Administración de Empresas.

Ingeniería Económica.

Luis Fernando Vargas.

Marzo 8, 2021.

El abogado Delfín Acevedo Restrepo, autor del libro Teoría y Práctica del Ahorro

expresa en su obra que: “La enseñanza del ahorro como virtud human y factor de progreso, es

una actividad de indiscutible influencia en la formación integral de la juventud” (Acevedo.

1973); a través de la cual comparte el pensamiento de muchos autores afines a temas de

economía, que la naturaleza del ahorro se sustenta en la previsión del futuro de un individuo,

contemplando con ello las necesidades futuras.

A lo largo del presente escrito se expondrán distintos aportes sobre el hábito del ahorro y

la disposición de la población para abarcarlo, discutiéndose acerca de la distorsión conceptual y

emocional al que se ha llevado el término de ahorro y de la riqueza del hombre, acerca de la

relación empírica del ahorro y el crecimiento económico evidenciado en Colombia en las últimas

dos décadas, se debatirá sobre el vicio del hombre sobre comprar por poseer, y finalmente, una

breve mención del interés que tienen algunas fracciones poblacionales acerca de la

bancarización.
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El concepto del ahorro.

A lo largo de la transición de la civilización se han visto distintas formas de ahorro que

han evolucionado y se han interpretado de modos diversos. Posiblemente en tiempos remotos,

por ejemplo, el hombre vivía una mayor abundancia de recursos naturales en su medio, y

libertades ajenas a esta época, no obstante, poco a poco fue sufriendo cambios climáticos y

nómadas que lo llevaron a reservar alimentos, agua, entre otros recursos indispensables para su

subsistencia y la de su comunidad (Acevedo. 1973). Conózcase esto como los inicios del ahorro

y su punto de partida en la evolución de las civilizaciones.

Siguiendo el ejemplo anterior, el hombre de entonces en medio de sus actividades diarias

vivía con una notable falencia de las limitaciones sociales, políticas y económicas que

actualmente rigen nuestra sociedad, pero, ¿Significaría esto que vivía en absoluta ausencia de

limitaciones o en plena libertad? Aunque parece una pregunta demasiado obvia y simple de

responder, este ejemplo con el que se inicia este escrito es vital para argumentar la utilidad del

ahorro; puesto que sí se idealizan amplias libertades en aquel hombre en los inicios de la

civilización se considera con ello las necesidades de la época.

Condiciones sencillas pero vitales como: Obtener disponibilidad de agua, reservas de

alimentos por la transición de estaciones climáticas o por movilidad de las comunidades a razón

de una nueva zona o área de asentamiento, la disponibilidad de objetos empleados para caza y

recolección, entre otras tantas situaciones; dieron luz al hombre para despertar en sí la necesidad

de reservar elementos de uso privilegiado (Acevedo. 1973).


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Una vez conocida la satisfacción de estas reservas, el hombre buscará satisfacer sus

necesidades y deseos con los elementos a su alcance. Siendo así, este rasgo distintivo evolucionó

a lo que hoy se conoce como la administración inteligente de los recursos y la satisfacción de

obligaciones y deseos futuros, ya sea a corto o largo plazo, según aplique.

La riqueza del hombre.

“Hay dos maneras de ser rico: Elevando las ganancias al nivel de los deseos o rebajando

los deseos al nivel de las ganancias” Kant (Citado en Acevedo, 1973).

Algunos autores suponen que la riqueza del hombre se constituye realmente por la forma

en se gasta el dinero propio obtenido y, de igual modo, por cómo se economiza en aquella

dinámica de gastos (Acevedo. 1973). Por lo tanto, se refuta plenamente que la riqueza del

hombre se defina explícitamente por la cantidad de dinero que posea en mano o bolsillo en un

momento dado. Lo que conlleva a considerar la funcionalidad de una correcta administración del

dinero, inclusive y no menos importante, de un bien o un servicio que al final, pueda

materializarse en dinero.

Ahora bien, ¿Cómo se pronostica el flujo normal que conlleva al ahorro según el

conocimiento común? Principalmente, se observa el patrón conceptual de limitar el ahorro para

las personas que, después de cierto tiempo, han conseguido dinero por su trabajo, entonces

tienen la capacidad de ahorrar, no sin antes satisfacer las necesidades básicas de sí mismos y de

sus familias. Esto se traduce a que únicamente las personas que tienen dinero abundante pueden

generar un ahorro, puesto que tienen la capacidad de extraer una fracción de sus ingresos y

depositarla aparte para un gasto futuro. Este patrón conceptual suele ser uno de los más comunes
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a la hora de refutar la viabilidad del ahorro, especialmente en países subdesarrollados como los

de Sur y Centro América, donde Colombia no se queda atrás.

Confundir dejar de gastar con ahorrar.

A través de un proyecto de grado realizado en la Universidad de los Andes en Colombia,

un estudiante del programa de Arquitectura y Diseño propuso la creación de PiggU, una

aplicación bancaria destinada para ayudar a los universitarios a administrar su dinero,

especialmente con el empleo del ahorro según su nivel de ingresos. En el desarrollo de la

respectiva tesis, el estudiante Sergio Ricardo Tolosa Russi sintetizó la identificación de una serie

de hallazgos a lo largo de la investigación de fondo que sustenta tal proyecto, entre estos

hallazgos claves se destacan: En primera instancia, que el alumnado posee una connotación

realmente negativa del ahorro; seguido de los imprevistos que comprometen los ahorros, y

finalmente, confundir el objetivo del ahorro (Tolosa. 2017).

Entre los hallazgos que se relacionan con la connotación negativa del ahorro, menciona

que se ha dispuesto el concepto de ahorro como una responsabilidad de adultos, es decir, una

tarea llevada a cabo en un contexto rígido y poco interactivo, pues acarrea un alto compromiso

de los jóvenes, a quienes les falta la respectiva disposición de cumplir con metas asociadas al

ahorro (Tolosa. 2017). Cabe mencionar que, aunque no es una actitud general en la población

juvenil colombiana, abarca una gran porción de la misma.

A demás, considérese la aclaración de que uno de los objetivos finales de las prácticas de

ahorro es, en pocas palabras, la reserva de una fracción monetaria destinada a futuros gastos

básicos o de deseos; acorde al concepto referente al ahorro, siendo “Reservar una parte de los

ingresos ordinarios” (Real Academia Española. 2001).


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Siguiendo el hilo de los hallazgos relevantes, se posiciona en segundo lugar la

prevalencia de gastos no planeados que entorpecen la responsabilidad de ahorrar, esta práctica no

planificada puede afectar no solo el compromiso de ahorro del alumnado universitario, sino

también a cualquier persona, adulta o joven, profesional o no, que priorice un gasto sobre un

ahorro. Cuando se presentan gastos imprevistos se suele gastar parte o totalidad de los ahorros en

subsanar estos imprevistos, pues tienen mayor prioridad y urgencia para el individuo.

Finalmente, el otro hallazgo relevante abarca la confusión del objetivo del ahorro, pues se

ha distorsionado a tal dimensión que se relaciona este con el acto fijo de no gastar nada de dinero

disponible en algo que se desea o necesita. Esta distorsión del concepto del ahorro cohíbe

directamente a la persona de consumir determinado bien o servicio, siendo un aspecto que

contradice el objetivo final de las prácticas de ahorro. Cuando el objetivo se hace explícito para

la persona ahorradora, se debilita y pierde vínculo motivacional ante el ahorro, el ahorrador lo ve

como una obligación más no utiliza el deseo del plan futuro como motor para sostener el

objetivo de seguir el ahorro.

Este conflicto con el interés en el ahorro es tan real que, inclusive es una experiencia de

las autoras del actual escrito, quienes al pertenecer al alma mater se han incorporado en una

dinámica de gastos económicos constantes, aunque ajenos a los básicos del diario vivir,

igualmente necesarios para sostener el compromiso con el respectivo programa académico.

Cabe aclarar que estos factores anteriormente mencionados, son hallazgos relevantes en

la determinación causal del desinterés ante la práctica del ahorro. Otro agente causal que se

puede sumar a esta situación es la desinformación en las familias colombianas ante el ahorro

(Amar. 2008), esta situación también se refleja en núcleos familiares de otros países de

Latinoamérica como, por ejemplo, se expresa en un estudio realizado en Chile por Denegri et. al
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llamado “Prácticas de Ahorro y uso del dinero en pre adolescentes (Tweens) chilenos”, donde

señalan que la socialización y la educación es consecuente a la comprensión de la economía en

los niños, y que son los padres lo principales educadores en esta materia, no obstante, estos

realizan una socialización económica de modo práctico y pertinente (Amar; Denegri. 2008).

Considerando este fenómeno de desinformación con un efecto colateral en cadena desde

los padres, pasando a los hijos, y continuando con los nietos de las familias colombianas. Para

entender más este punto de discusión, entiéndase a la desinformación como ignorancia ante la

utilidad del ahorro, además de su visualización poco interesante y productiva que ha pasado de

generación en generación (Denegri. 2008).

Lo anterior se nutre por la premisa de que las personas tienden a pensar que un ahorro

pequeño no podrá tener un impacto mediano o grande para la economía personal y familiar, y

nuevamente se aclara, aunque no es el caso de la totalidad de la población colombiana, se cree

además que este pensamiento aplica para una gran porción de la población.

Relación Ahorro – Crecimiento Económico.

En contraposición a estas posturas de desinterés y confusión del ahorro, se precisa la

participación de otras personas que depositan mayor fe y compromiso en los ahorros. Pues el

ahorro puede hacerse tanto a grande como a pequeña escala, según el nivel económico, la

necesidad y la planeación del ahorrador. Teniendo esto en consideración surge la premisa de

¿Cómo interviene esta postura en la formación de nuevas empresas? Basándonos en una

dinámica mundial y en los conocimientos propios acerca del tema, se ha observado una

regularidad de ahorro para invertir un determinado capital en negocios de distinta índole.


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Las personas han mostrado cierto interés por ahorrar e invertir posteriormente en los

llamados pymes nacionales, o en emprendimientos internacionales a través de distintas

plataformas. Particularmente, las siglas PYMES en Colombia se regulan mediante la Ley 590 del

2000 a través de la cual se clasifican las micro, pequeñas y las medianas empresas a lo largo del

territorio nacional, que han tenido un desarrollo considerable en la última década desde el

funcionamiento de la mencionada ley, llegando a representar el 96.4% de los establecimientos

que forman el panorama empresarial de Colombia, aproximadamente, aportan en un 67% en la

tasa de empleo y general el 28% del Producto Interno Bruto (PIB), por lo tanto es evidencia

sólida del impacto que generan las PYMES en la economía de Colombia, según cifras aportadas

por el DANE (Quintero, 2018; BusinessCol, s.f; Zapata., Perez, 2004).

Con ello, la participación en el desarrollo de las PYMES se ve de forma directa o

indirecta (Quintero. 2018). La forma indirecta en cuestión suele ser en el rol de invertir en un

emprendimiento propio, familiar, o por parte de una comunidad pequeña de socios, pues es

común en las PYMES que el puesto de gerentes es ocupado por los dueños y/o fundadores del

mismo (Zapata; Perez. 2004). Mientras que la forma indirecta suele ser la correspondiente a

invertir en emprendimientos de terceros con el objetivo de generar nuevas entradas económicas,

partiendo de un ahorro regular que ha establecido a su propio ritmo; donde cierta porción

poblacional que posee la capacidad financiera de invertir en un negocio dirigido por un tercero,

busca la circulación de su dinero para generar un ingreso adicional, del cual no depende

directamente, pero le beneficia económicamente.

La dinámica mundial a la que se hace referencia es respectiva a las inversiones de

distintas industrias, pero a una escala mayor, pues aquí intervienen empresas y marcas

extranjeras que requieren de capital de inversión de terceros, facilitando esta transacción por
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medios digitales y permitiendo la participación con montos de dinero relativamente bajos; esto

es un punto que en los últimos años ha tomado fuerza para las personas que buscan generar

ingresos con sus ahorros.

Materialización del Ahorro.

La necesidad de administrar efectivamente los ahorros propios ha dado cabida para la

popularización de modas como el Crowdfunding o Friends funding, que consisten

principalmente en una red virtual para promocionar un proyecto que requiere financiamiento.

Esta popularización se ha dado a razón de las utilidades que representan las inversiones, aunque

pequeñas pueden ser más beneficiosas que el dinero guardado en casa o en una cuenta bancaria.

Así mismo, el crowdfunding ha sido tan versátil que su atractivo principal es la amplitud de

proyecto que promueve, incluyendo sectores tan distintos entre sí, por lo tanto, los sitios web que

se dedican a estas iniciativas llegan cada vez más a nuevas personas con diversos intereses de

inversión.

Uno de los proyectos más conocidos a nivel nacional que fusiona el ahorro y el

Crowdfunding en Colombia es La Vaquinha, es un proyecto que nació alrededor del año 2015 de

la necesidad de optimizar la recolección de dinero por parte de un grupo de amigos, como

requisito para la planeación de un evento de celebración; para Joao, Contreras y Mejía, los

cofundadores de La Vaquinha, la solución más adecuada fue la creación de una página web que

les facilitara la recolección de tal dinero de una forma práctica y transparente.

Al eliminar el factor humano que suele encargarse de hacer las cuentas en las reuniones

de amigos, familiares y compañeros de estudio o trabajo, se asegura la transparencia del proceso

y la precisión del movimiento del dinero, se incentiva la participación plena de los involucrados
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y se exonera la tarea de gestionar estos fondos / ahorros a una única persona que realmente no

posee la obligación de encargarse de aquella tarea (FINTECH. 2020).

La practicidad de La Vaquinha se presenta en tres formas de administrar los ahorros,

según poseen disponible en su modelo web: Primero, la posibilidad de crear una cuenta por un

participante para que sucesivamente los involucrados depositen sus cuotas de ahorro respectivas.

Segundo, la creación de proyectos en los que participan distintas personas con objetivos

principalmente sociales. Tercero, una sección en tiempo real para depositar el monto necesario

para un pago momentáneo y que es responsabilidad de un grupo de personas, por lo tanto, los

involucrados deberán participar instantáneamente.

Por otro lado, la porción poblacional que parece estar interesada en la dinámica del

ahorro suelen realizarlo más comúnmente a corto y mediano plazo; a nivel Colombia, se

presencia que el objetivo de estos ahorros suele ser particularmente para consumo propio en

productos y servicios de uso regular pero indispensable. Un aspecto positivo a resaltar en esta

regularidad de consumo es que ha tenido un impacto positivo para el comercio regional, pues

nutren de apoyo real al comercio local de uno u otro sector.

No cabe duda que el aumento de las redes sociales y el implemento de figuras de

promoción a través de estas plataformas, han potenciado el comercio virtual. Con lo ocurrido del

año 2020 y la pandemia provocada por el Covid-19 a nivel mundial, se evidenció un aumento

gigantesco en los mercados virtuales, esto significa, en otros términos, al aumento de la

sugestión de prácticas de consumo masivas.


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El vicio de poseer.

“Hay muchos modos de ganar dinero. Sólo hay uno para conservarlo: Gastar siempre

menos de lo que se gana” R. Kehl. (Citado en Acevedo, 1973).

No ignorando el papel que cumplen los ahorros para consumo propio a corto plazo que

ayudan al sostenimiento del comercio local en Colombia, la sociedad actual da la leve impresión

de que padece aún más de despilfarros que, de escases de dinero. Es más probable que la

sociedad contemporánea ignore el uso de una metodología que le permita organizar de modo

sistémico su proceso de ahorro. Se observa que la sociedad ha direccionado su consumo en la

adquisición de bienes materiales de superfluo, que realmente no cumplen una función importante

en sus necesidades básicas, por lo tanto, se suman a las cosas no indispensables para un

individuo o grupo de ellos.

De allí a que nos refiramos a esta práctica con la siguiente expresión: Comprar

únicamente por el vicio de poseer (Acevedo. 1973); aquel gasto indiscriminado de fracciones de

ingresos, que se han convertido en ahorros momentáneamente, suelen afectar los gastos en

bienes de consumo básico, y llegan a significar una pérdida económica para el ahorrador; a pesar

de que el despliegue de conceptos económicas se ha impartido en infantes y adolescentes en las

últimas dos décadas, aún queda camino por recorrer en la alfabetización económica que

beneficien radicalmente el concepto de ahorro y la puesta en práctica del mismo (Amar, et. al.

2008).

Entiéndase por alfabetización económica al conjunto de conocimiento básicos de

economía y finanzas, es decir, sus bases, como lo son, según Amar: “El gasto, el ahorro, la ley de

oferta y la demanda, el precio relativo del dinero”, este autor nombra estas bases como las
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herramientas para la comprensión del entorno económico en el que estamos inmersos y los

factores que pueden afectarlo, para finalmente enriquecer el criterio económico de un individuo

(Amar, et. al. 2008).

La investigación realizada por Amar, et. al. en el año 2008 abarca el desarrollo de

estrategias de socialización económica en núcleos familiar de la ciudad de Barranquilla,

Colombia, con el objetivo claro de su estudio, se buscó la capacitación para padres en formación

de conocimiento económicos que se cree contribuirán razonablemente al desarrollo del

pensamiento económico en la familia, especialmente en los infantes (Hijos), puesto que otros

autores estipulan que la adquisición de conocimientos económicos ocurre primeramente en casa,

siendo uno de los más importantes para el adulto del mañana (Lasarre. 1999; Amar, et. al. 2008).

Mientras que, en el trabajo de investigación, Cástalo & Gallego, se direccionó la

educación financiera a un grupo de 48 estudiantes conformado por el 1er y 2do semestre de

finanzas de la Universidad de la Salle, (Bogotá, Colombia), y se obtuvieron resultados en base a

los conocimientos que estos demostraban adquirir; finalmente concluyen que las finanzas

conductuales sí inciden en la toma de decisiones del ámbito financiero de un individuo, las

cuales pueden ser afectadas por la cognición, pues esto se reflejará en las emociones, (Cástalo.

2020).

Arango & Sánchez (2017) investigan hacer de los hábitos de consumo, ahorro e inversión

de población del Valle de Aburrá, caracterizada como de bajos ingresos, los cuales presentan una

dificultad en el acceso formal a la bancarización, es decir, a procesos de créditos, ahorro en

entidades financieras formales. Una vez más se observa gracias a estudios como el mencionado

en cuestión que, a pesar de que las distintas sucursales bancarias se encuentran presentes en
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numerosos municipios a lo largo del territorio nacional, aún se presentan muchas dudas sobre

baja accesibilidad a estas entidades.

Lo anterior ocurre por dos motivos aparentes, por el factor económico de presentar

ingresos bajos, lo que dificulta el visto bueno de los bancos para otorgar facilidades crediticias e

hipotecarias, además de la mínima o nula conciencia de los beneficios de ahorrar con apoyo de

una entidad financiera formalizada y segura (Arango. 2017). Estos dos factores mencionados

anteriormente pueden impedir la formación de nuevos emprendimientos, limitar el desarrollo de

una economía familiar más estable y partícipe en el comercio local, y por último, pero no menos

importante, limitar la administración de dinero ahorrado de una persona o una familia.

Actualmente en Colombia laboran diversas entidades bancarias y cooperativas

financieras que permiten la creación de cuentas bancarias destinadas, en esencia, a actividades de

ahorro, a través de las cuales se pueden hacer pagos o transferencias sin inconveniente a otros

bancos, con amplia capacidad de recepción monetaria y costos de manejo relativamente bajos, en

algunos casos, no poseen cuota de manejo pues se su creación se ha idealizado teniendo en

cuenta el grupo poblacional que se caracteriza por bajos ingresos económicos, siendo un claro

ejemplo de eso, la aplicación Nequi del banco Bancolombia, y Daviplata del banco Davivienda.

Conclusiones.

Se concluye que la riqueza del hombre suele ser mal interpretada, igualmente el concepto

de ahorro suele ser distorsionado por parte de la población colombiana y de otros países sub

desarrollados de Latinoamérica, no obstante, es imprescindible que se esclarezcan estos

conceptos en todos los niveles socioeconómicos que existan en Colombia, para resignificar el

concepto del ahorro.


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También, es importante que se tomen medidas en pro de fortalecer el lazo emocional que

el ahorrador tenga con su objetivo final del ahorro, ya que parece ser un aspecto motivacional

importante para sostener la responsabilidad de dicha actividad. Se reconoce que los padres como

núcleo familiar influyen en el pensamiento de económico de su familia, y este al pasar de

generación en generación, debe ser mejorado para que el pensamiento financiero de las familias

colombianas sea más crítico y estratégico.

También se concluye que la inversión de los ahorros se ve priorizada por los gastos en

bienes y servicios de consumo básico, y, en algunos casos, esta priorización se altera por el vicio

de comprar cosas de superfluo; actitud que debe ser reconsiderada para proyectarse en cambio en

la acumulación y materialización del ahorro, en, por ejemplo, entradas / ganancias económicas

más razonables.

Por último, no se necesitan grandes cantidades de dinero libre en los ingresos mensuales

del individuo, el ahorro a largo plazo tiene su recompensa acorde a la constancia y sentido de

responsabilidad del ahorrador. Además de poder apoyarse en herramientas financieras o de

bancarización para administrar sus ahorros.

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