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Régimen del proceso penal

Sarrabayrouse – Pastor Zamboni


Facultad de Derecho
Universidad de Buenos Aires

Lección nro. 2

I. Evolución y estado actual de la legislación procesal penal argentina1

En las clases anteriores, vimos la distinción entre procedimiento acusatorio –


inquisitivo. Pese a los múltiples significados que este binomio puede tener, 2 lo cierto es que
resulta útil desde el punto de vista pedagógico. A través de ella podemos calificar los
distintos ordenamientos procesales que se sucedieron en nuestro país y también nos
permite describir la situación actual.

El punto de partida que aquí elegimos para analizar la evolución de la legislación


procesal penal es la Constitución Nacional (en adelante, CN) de 1853-1860. Ella significó,
simultáneamente, que la Argentina adoptara definitivamente la ideología liberal y
republicana para el ejercicio del poder estatal y la organización nacional bajo el signo del
federalismo. En materia penal, estableció el juicio por jurados (arts. 24, 75 inc. 12 y 118,
según el texto de la CN, reformado en 1994), aunque esta forma de enjuiciamiento recién
hace algunos pocos años comenzó a aplicarse en algunas provincias y, por ende, no en todo
el territorio nacional.

Julio MAIER ha sostenido a lo largo de toda su obra,3 y casi en soledad, que la CN previó el juicio
por jurados para todo el país y que las provincias solo conservaron la facultad de organizar sus tribunales. Esto significa, en
términos prácticos, que debería regir una ley general de juicio por jurados para toda la Argentina (aunque
quizás no para todos los delitos) mientras que a las provincias les correspondería establecer qué jueces
intervendrían en esos procesos. Sobre esta cuestión volveremos en las clases siguientes.

El modelo de organización judicial previsto por la CN 1853-60 era (y es) horizontal y


con un enjuiciamiento criminal basado en un juicio oral, público, cuya sentencia se basaba
en la inmediación, es decir, en lo que percibían quienes eran llamados a decidir el caso (jueces
populares).

1 Clase Nº 3 del Curso de CPO, Régimen del proceso penal, Facultad de Derecho, UBA.
2 Ver nuevamente el trabajo de Máximo Langer, Dicotomía acusatorio – inquisitivo y tradición jurídica anglosajona, en
Maier, Julio B. J. / Bovino, Alberto, El procedimiento abreviado, Editores del Puerto, Buenos Aires, 2001, ps. 97
– 133.
3 Cfr. Derecho Procesal Penal. Fundamentos, t. 1, 2ª ed. Editores del Puerto, Buenos Aires, 2006 § 2, A; § 7, C y E;

del mismo autor, El juicio por jurados, en Constitución de la Nación Argentina, en Daniel Sabsay (dirección) / Pablo
Manili (coordinación), Constitución de la Nación Argentina, t. 1, Hammurabi, Buenos Aires, 2009, ps. 1020 -
1043; del mismo autor, Sobre enjuiciamiento por jurados, instrucciones a jueces y fundamentos de sentencias criminales, en
Binder, Alberto / Harfuch, Andrés (directores), El juicio por jurados en la jurisprudencia nacional e internacional, Ad
– Hoc, Buenos Aires, 2016, ps. 69 – 78; del mism autor, La reforma procesal penal para implementar un sistema de
juicios terminados por jurados, en AA.VV, Juicio por jurados en el proceso penal, Ad – Hoc, Buenos Aires, 2000, ps. 11-
16.

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Sin embargo, el legislador nacional de la segunda mitad del siglo XIX decidió
emprender otro camino, pese a que algunas comisiones habían trabajado antes con
distintos proyectos para establecer el juicio por jurados. De este modo, en 1889 se sancionó
el Código de Procedimiento en Materia Penal (en adelante, CPMP) elaborado por Manuel
Obarrio, basado en una legislación española que en ese momento ya había sido derogada. Es
decir, que este código procesal no solo iba a contramano del diseño constitucional, sino
que su propio modelo ya no estaba vigente cuando comenzó a regir en nuestro país.

Como principales características de este código cabe mencionar: el procedimiento


era escrito, por actas; la investigación estaba a cargo de un juez profesional, al igual que el
dictado de la sentencia; sus decisiones eran revisadas mediante el recurso de apelación por
tres jueces también profesionales; el ministerio público fiscal tenía un papel pobre; el
sistema de valoración de la prueba era el legal o de la prueba tasada, es decir, que el mismo
código indicaba qué elementos debían reunirse para considerar probado un hecho
(básicamente: dos testigos).

Como puede verse, respondía claramente al modelo inquisitivo, por lo cual se dijo
que había nacido “viejo y caduco”, según una feliz expresión de Alfredo Vélez Mariconde
(procesalista cordobés al que nos referiremos más abajo).

La importancia de este código radica en que rigió durante más de cien años, pues
recién fue reemplazado en 1991 (mediante el llamado Código Levene {h}).

Para entender el alcance territorial del CPMP debe tenerse presente que se aplicaba
en la Capital Federal y los territorios nacionales, esto es, organizaciones políticas que no
eran provincias y dependían directamente del gobierno federal. Vale recordar que hasta la
reforma constitucional de 1994, la ciudad de Buenos Aires era gobernada por un
intendente elegido por el Presidente de la Nación y el Congreso Nacional era,
simultáneamente, la legislatura local. Además, desde fines del siglo XIX y hasta el primer
gobierno de Juan Domingo Perón (1946 – 1955) nuestro país contaba con nueve territorios
nacionales (las actuales provincias de Misiones, Formosa, Chaco, La Pampa, Rio Negro,
Neuquén, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego). Es decir, que el CPMP se aplicaba en
gran parte del territorio argentino.

Sin embargo, algunas provincias comenzaron a diferenciarse de este modelo.


Primero fue la provincia de Buenos Aires que en 1915 y por iniciativa de Tomás Jofré
instauró un procedimiento penal que, tímidamente, se acercaba al modelo constitucional.
Decimos tímidamente porque preveía la realización optativa del juicio oral y público (pero
con jueces profesionales) y solamente para delitos graves. El modelo de la provincia de
Buenos Aires fue rápidamente seguido por San Luis.

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La provincia de Córdoba será la que rompa con esta tendencia legislativa y en 1939
sancione su propio código procesal. Es obra de la Universidad Nacional de Córdoba, pues
el gobernador de aquel entonces, Amadeo Sabattini, le encargó la redacción del proyecto a
una comisión de profesores de aquella institución. Estuvo a cargo de Alfredo Vélez
Mariconde y Sebastián Soler, quizás dos de los más importantes juristas penales argentinos.
Con ellos colaboró Ricardo C. Núñez. El primero es un procesalista cordobés, de enorme
trascendencia, no sólo por las obras que redactó4 sino también por los discípulos que
formó. Entre ellos, Julio MAIER, a quien ya hemos citado y, como veremos en los puntos
siguientes, fue el autor de distintos proyectos de ordenamientos procesales. El segundo
coautor de este CPP (Soler) seguramente ya Uds. lo habrán escuchado nombrar: su gran
mérito fue combatir al positivismo criminológico y desterrar, al menos en la doctrina, el
derecho penal de autor.

El CPP de Córdoba puede ubicarse dentro de la categoría de los “códigos


procesales mixtos” o “inquisitivo reformado”. Esto quiere decir que, si bien mantenía
algunos elementos del modelo inquisitivo, introducía otros que lo modificaban, lo
atenuaban. Así, la instrucción o etapa preparatoria (el periodo del proceso donde el Estado
recaba pruebas para decidir si el hecho investigado es un delito y merece ser discutido en
un juicio) estaba a cargo de un juez, era escrito y podía ser secreto. En cambio, la etapa del
juicio (el periodo del proceso donde se define si el hecho es un delito; en definitiva, la
suerte del o la imputada) si bien estaba a cargo de tres jueces profesionales (es decir, no
adoptó el juicio por jurados) la sentencia se dictaba luego de un juicio oral, público y continuo
(lo que responde a los tres principios fundamentales que rigen esa etapa: oralidad,
publicidad e inmediación).

Llegamos así al primer gobierno de Juan Domingo Perón (1946-1955) y la reforma


que alumbró la Constitución de 1949. Sin entrar aquí en las discusiones en torno a la
misma,5 lo que nos interesa resaltar es que, en ese momento, y contando los códigos que
enumeramos antes, había por lo menos cuatro códigos procesales diferentes en vigencia (el CPMP que
regía en Capital Federal y los territorios nacionales; el CPP de la provincia de Buenos Aires;
el de Córdoba y el de San Luis). Por esta razón, muchos procesalistas ya señalaban en las
décadas de 1930 y 1940 que era necesaria unificar la legislación procesal penal porque esa
dispersión afectaba el principio de igualdad (si bien el Código Penal era único, al ser distinta la
manera de llevarlo a la práctica, las consecuencias en casos análogos podían ser diferentes:
sobre esta cuestión, volveremos más adelante). Se trataba del problema que en nuestros

4 Su tesis doctoral se refería a “La competencia federal”; escribió gran cantidad de artículos, proyectos de
Código Procesal y un tratado de Derecho procesal penal.
5 Para quien esté interesado puede consultar el trabajo de Eugenio SARRABAYROUSE, La Constitución de 1949.

Nuevos delitos, ampliación de garantías constitucionales y reformas de la organización judicial, en Mauro BENENTE
(compilador), La Constitución maldita. Estudios sobre la reforma de 1949, EdunPaz Editorial Universitaria, 2019, ps.
223-245.

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días la doctrina denomina particularismo6, propio de las etapas previas a la codificación


ilustrada.7

En las discusiones previas a esta reforma constitucional, mucho se debatió acerca


de la necesidad de unificar el régimen procesal para toda la Argentina. Es decir, si además
de los códigos de fondo (penal, civil, comercial, laboral, etc.) el Congreso Nacional también
debía establecer un único procedimiento para cada una de esas materias aplicable en todo el
país. Sin embargo, los constituyentes de aquel entonces tomaron dos decisiones: por un
lado, eliminaron el juicio por jurados; y por el otro, buscaron la unificación de la aplicación del
derecho de fondo no a través de la ley sino de la jurisprudencia. De este modo, la
Constitución de 1949 modificó las competencias de la Corte Suprema y la transformó en
un Tribunal de Casación. Así, el nuevo art. 95 establecía en sus últimos tres párrafos: “La
Corte Suprema de justicia, conocerá, como Tribunal de Casación, en la interpretación e inteligencia de los
códigos a que se refiere el inciso 11 del artículo 68. La interpretación que la Corte Suprema de Justicia
haga de los artículos de la Constitución por recurso extraordinario, y de los códigos y leyes por recurso de
casación, será aplicada, obligatoriamente por los jueces y tribunales nacionales y provinciales. Una ley
reglamentará el procedimiento para los recursos extraordinarios y de casación y para obtener la revisión de
la jurisprudencia…”. El art. 68, inc. 11 equivale al art. 75, inc. 12 de la Constitución hoy
vigente.

Como puede verse, se pensó, como camino intermedio, que la Corte Suprema
actuara como Tribunal de Casación,8 para que ella, a través de sus sentencias, unificara la
interpretación y aplicación de los códigos de fondo. Sin embargo, la ley reglamentaria
nunca fue sancionada y la Corte tampoco funcionó como tribunal de casación con respecto
a las reglas de derecho común.9

Paradójicamente, Natalio Carvajal Palacios, Ministro de Justicia de la Nación entre el 4 de junio de


1952 y el 23 de julio de 1954, durante el ejercicio de su función, presentó un proyecto de ley para implantar el
juicio por jurados en todo el país, iniciativa que finalmente no prosperó.

6 Cfr., por todos, PASTOR, Daniel, Recodificación penal y principio de reserva de código, Ad-Hoc, Buenos Aires, 2005,

ps. 136.
7 Uno de los logros de la Revolución Francesa de 1789 es la codificación. El afán racionalista llegó también a la

legislación. La ley, como expresión de la voluntad popular (transmitida por el legislador) regulaba en un libro,
de manera integral, determinada materia (civil, penal, laboral). Napoleón fue el encargado de sancionar los
códigos que luego expandió por toda Europa y de allí llegó a nuestra América Latina. De allí también que sea
habitual la distinción entre derecho continental europeo y derecho común (common law). Uno y otro se diferencian
por la fuente del derecho que tiene mayor preeminencia: la ley en uno, la jurisprudencia en otro. Sin embargo,
estas diferencias tajantes deben ser matizadas; además, todos los sistemas jurídicos basados en la ley sufren
los embates del neoconstitucionalismo y la vigencia de los principios; a ellos se suman los Tratados
Internacionales de Derechos Humanos, que han modificado la forma tradicional de entender e interpretar los
sistemas jurídicos.
8 Los tribunales de casación tradicionalmente tuvieron la función de uniformar la jurisprudencia mediante la

interpretación de la ley; es decir, que la cuando establecían el significado de una regla (por ejemplo, qué ingresaba
dentro del concepto de arma para agravar el delito de robo) esa decisión era obligatoria para todos los otros jueces,
principalmente aquellos cuyas sentencias revisaba (por esa razón, llamados “jueces inferiores” expresión propia de
una concepción “vertical” del Poder Judicial). Sobre este tema volveremos también más adelante.
9 Cfr. DE LA RÚA, Fernando, El recurso de casación, Zavalía, Buenos Aires, 1968, ps. 72.

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La Constitución de 1949 fue abrogada por un bando militar el 1º de mayo de 1956


(Perón había sido derrocado por un golpe cívico-militar el 16 de septiembre de 1955).

El desarrollo de la legislación procesal a partir de 1956 seguió el modelo de


Córdoba de 1939. De ese modo, distintas provincias adoptaron códigos similares al
córdobes (La Rioja, 1950; Mendoza, 1950; La Pampa, 1964 {con las modificaciones
propuestas por el Dr. Levene (h); esto es importante porque será la base del CPPN de
1991; Entre Ríos, 1969, por citar algunos).

Dentro de esta evolucion, es central la cita del Proyecto de Reforma Procesal Penal
de 1986 (conocido como “Proyecto Maier”) que durante el gobierno de Raúl Alfonsín (y
con el apoyo del Consejo para la Consolidación de la Democracia, presidido por el jurista
Carlos Nino)10 planteó una modificación del proceso penal federal en sus dos aspectos
esenciales: las reglas que regulan el procedimiento propiamente dicho y la organización judicial
que apoyaba esa transformación. Este proyecto es clave para entender la evolución posterior. Si
bien su trámite legislativo fracasó (no logró la aprobación del Congreso Nacional; y luego,
el gobierno de Carlos Menem optó por sancionar el llamado Código Levene (h), ley 23.984)
fue tomado por modelo por varias provincias y se expandió por América Central (Costa
Rica, Guatemala, Honduras). 11Además, muchas de las ideas plasmadas por este Proyecto
fueron tomadas por la legislación posterior.

El Proyecto de CPP de 1986 estaba acompañado de un Proyecto de Ley de


Organización Judicial y del Ministerio Público12. Este aspecto es importante, porque como
veremos a lo largo del curso, el derecho de la organización judicial ha merecido poca o ninguna
atención académica.13 En aquel Proyecto desaparecía la diferencia entre jueces "nacionales
de la Capital Federal" y jueces "federales" de idéntico territorio, lo que unida a la
organización judicial de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires conforman hoy constituyen
un caótico conjunto de reglas de competencia. Además, desaparecía la organización judicial
celular para dar paso a una horizontal de los tribunales federales, diferenciados sólo por su
competencia territorial, distribuida en varias zonas (región noroeste, región noreste, región
centro, región sud, región Buenos Aires). También introducía una novedad importante: los
colegios de jueces, establecidos en cada zona a razón de una proporción de ellos por cada
cien mil habitantes, que tanto el Poder Legislativo como el Ejecutivo estaban obligados por
la ley a nombrar en ese número mínimo. Los jueces cumplían todas las tareas judiciales que

10 Carlos Santiago NINO es uno de los juristas argentinos más relevantes. Entre sus obras, cabe citar…Su
muerte temprana privó a nuestra cultura jurídica de uno de sus exponentes más relevantes. Sus discípulos son
Roberto Gargarella, Roberto Saba, Carlos Ronsenkrantz, Marcelo Alegre, por citar algunos.
11 Más detalles de este Proyecto de CPP pueden verse en la obra de Julio Maier,t. 1, Derecho procesal penal. Parte

General, 2ª ed., Buenos Aires, 1996, § 5, G, 8, b).


12 Cfr. ANTEPROYECTO DE LEY ORGÁNICA PARA LA JUSTICIA PENAL Y EL MINISTERIO PÚBLICO , Títulos IV

(arts. 19 – 36), Título V (arts. 37 – 42 y Título VI (arts. 43 – 47), “Doctrina Penal”, Cuadernos nº 2, 1988.
13 Se trata de establecer no sólo el perfil del juez que se pretende, sino establecer cuántos son necesarios para

cumplir adecuadamente sus funciones.

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la ley de enjuiciamiento les encomendaba, unipersonalmente, en formaciones de jueces


profesionales o con escabinos, esto es, con jueces accidentales o legos. En este último caso,
para los delitos más graves o cometidos por funcionarios públicos.

Además de transformarse en modelo para varios países centroamericanos


(Guatemala, por ejemplo; además, lo adoptó el Instituto Iberoamericano de Derecho
procesal), el Proyecto Maier de 1986 fue seguido por varias provincias: los códigos de
Córdoba (ley 8123 que reemplazó el Código de 1939), Tucumán (ley 6203), Buenos Aires,
(ley 11.922), Chaco (ley 4538) y Catamarca (ley 5097). Parcialmente podría incluirse a
Mendoza (ley 6730).

Por esta razón, cuando se sancionó el CPPN, ley 23.984 (el llamado Código Levene
{h}) volvió a repetirse la paradoja del “Código Obarrio” de 1889. Este ordenamiento seguí
el modelo de Córdoba de 1939. Así, nuevamente se sancionó un código cuyo modelo ya
había sido reemplazado en su lugar de origen. Al igual que el antiguo Código de
Procedimientos en Materia Penal, había nacido “viejo y caduco”, según la cáustica
definición de Alfredo Vélez Mariconde que ya mencionamos y retomó Daniel Pastor.14
Además, padecía de varios vicios de origen: el legislador nacional en vez de adoptar el
Código Levene {h} en su versión “original” lo retocó durante el trámite parlamentario y
luego lo reformó permanentemente hasta desnaturalizarlo por completo. Señalamos sólo
dos ejemplos: la figura del querellante no estaba originalmente prevista por Levene (h) y
fue incluida durante la discusión legislativa del proyecto o la instrucción jurisdiccional (que
no tolera una investigación preparatoria fiscal, introducida por la ley 24.826). A ello se
suman sentencias de la Corte Suprema que han declarado inconstitucionales distintos
artículos.

Otra etapa en la evolución legislativa se inicia con la sanción del código de Chubut
(ley 4566) elaborado, nuevamente, por Julio Maier, que si bien no entró en vigencia,
posibilitó el nacimiento de uno nuevo sobre sus bases (ley 5478). Como notas más
importantes, este Código cambiaba totalmente la “lógica” de los ordenamientos procesales:
empezaba directamente regulando el juicio oral y público, para remarcar su importancia.
Preveía dos instituciones novedosas: el colegio de jueces y las oficinas judiciales, encargadas
de las labores administrativas de los tribunales. Además, la instrucción preparatoria se
“desformalizaba”, es decir, no constaba en actas y las decisiones se tomaban en audiencias,
favoreciendo la celeridad y economía procesales.15 Posteriormente, se sancionaron otros
códigos patagónicos (Neuquén y Río Negro) que junto con el código de Chubut ya
mencionado, los de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (ley 2303), Santa Fe (ley 12.734),

14 Cfr. autor citado, Derecho procesal penal, t. I, Lerner, Córdoba, 1969, p. 197; la cita ha sido tomada de
PASTOR, Daniel, Código Levene, ¿nacerá viejo y caduco?, en Tensiones, op. cit., pp. 214 y sigs.
15 Por encargo del Ministerio de Justicia de la Nación, Julio Maier redactó un Código Procesal Penal Modelo,

que sigue las bases del modelo sancionado en Chubut; los mismos pueden consultarse en…

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Entre Ríos (ley 9754) y La Pampa conforman una tercera generación de CPP que siguen la
orientación mencionada.16

En esta línea se inscribe la sanción del CPPN, ley 27.063, cuyo texto fue
reordenado y renombrado por la ley 27.482 (Código Procesal Penal Federal).

De este modo, hoy nuestro país tiene vigentes un código procesal en cada provincia
más la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA); sumados a dos códigos “nacionales” o
“federales” que todavía se aplican en la CABA para algunos delitos y en el resto del país
para aquellos que corresponden a la “competencia federal”, lo que da en total 26 códigos
procesales. Esto genera múltiples problemas.

II. La reforma del art. 59, CP

Con este ejemplo, queremos mostrar el problema de la legislación procesal diversa.


La dificultad consiste en que, si una provincia o la Nación no han regulado ciertos
mecanismos para extinguir la acción penal, algunas sentencias y parte de la doctrina
interpretó que no era posible aplicar esos institutos. Esta interpretación, en la práctica,
podía conducir a soluciones contradictorias

La ley 27.147 reformó el art. 59, CP e introdujo nuevas causas de extinción de la


acción penal. La regla quedó redactada de la siguiente forma: “La acción penal se
extinguirá:...5) Por aplicación de un criterio de oportunidad, de conformidad con lo previsto en las leyes
procesales correspondientes; 6) Por conciliación o reparación integral del perjuicio, de conformidad con lo
previsto en las leyes procesales correspondientes; 7) Por el cumplimiento de las condiciones establecidas para
la suspensión del proceso a prueba, de conformidad con lo previsto en este Código y las leyes procesales
correspondientes...”.

Esta modificación del CP fue sancionada junto con otras leyes destinadas a poner
en marcha el CPPN, ley 27.063 (leyes orgánicas del Ministerio Público Fiscal y del
Ministerio Público de la Defensa, 27.148 y 27.149, respectivamente; y ley de
Implementación, 27.150). Está en sintonía con la tercera etapa del movimiento de reformas
procesales provinciales que, como vimos en el punto anterior, se iniciaron con el Código de
Chubut sancionado por obra de Julio Maier. Estas receptaron criterios de oportunidad en
el ejercicio de la acción penal, a través de diversos mecanismos: el principio de
insignificancia, la proporción entre la pena y el daño sufrido, la aplicación de métodos
alternativos (composición con la víctima, reparación del daño).

Lo que nos interesa mostrar aquí, es que el texto original del CPPN ley 27.063 (en
estos aspectos no fue modificado por la ley 27.482), mencionaba a la conciliación en el art.

16Cfr. LEDESMA, Ángela, Proceso de reforma procesal penal y judicial, Momentos y ejes rectores, Revista de Derecho
Procesal Penal, GARCÍA YOMHA, Diego / MARTINEZ, Santiago, El proceso penal adversarial, t. 2, pp. 22-24.

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30 inc. c, como uno de los casos en que el representante del Ministerio Público Fiscal
puede disponer de la acción penal pública; por su parte, el art. 34 lo reglamentaba: “Sin
perjuicio de las facultades conferidas a los jueces y representantes del Ministerio Público Fiscal en el artículo
22, el imputado y la víctima pueden realizar acuerdos conciliatorios en los casos de delitos con contenido
patrimonial cometidos sin grave violencia sobre las personas o en los delitos culposos si no existieran lesiones
gravísimas o resultado de muerte. El acuerdo se presentará ante el juez para su homologación, si
correspondiere, en audiencia con la presencia de todas las partes. La acreditación del cumplimiento del
acuerdo extingue la acción penal; hasta tanto no se acredite dicho cumplimiento, el legajo debe ser reservado.
Ante el incumplimiento de lo acordado, la víctima o el representante del Ministerio Público Fiscal podrá
solicitar la reapertura de la investigación...”. A su turno, la reparación aparecía nombrada como
una causal de sobreseimiento (art. 236, inc. g), y dentro de la audiencia de control de la
acusación, como una de las propuestas que pueden realizar el acusado y su defensa
(“...proponer reparación, conciliación, la suspensión del juicio a prueba o la aplicación del procedimiento de
juicio abreviado...”; art. 246, inc. d). Sin embargo, a diferencia de la conciliación, la reparación
carecía de una regulación detallada, esto es, este código nada dice sobre sus alcances, delitos
a los que puede aplicarse y procedimiento, entre otros aspectos.

Sin embargo, la entrada en vigencia del CPPN, ley 27.063, fue suspendida por el
decreto de necesidad y urgencia (DNU) 257/2015, fundado en que no se encontraban
reunidas “...las condiciones básicas para asegurar la implementación proyectada en el plazo establecido...”,
lo que ponía, a juicio del Poder Ejecutivo, en grave riesgo la correcta administración de
justicia. Es decir, que continuó vigente el CPPN, ley 23.984 que no preveía ningún mecanismo de
conciliación, reparación o criterios de oportunidad.

Entonces comenzó a discutirse en la doctrina y la jurisprudencia de los tribunales


nacionales y federales si era posible aplicar esos institutos pese a la falta de regulación del
CPPN, ley 23.984. El problema principal y que es lo aquí pretendemos mostrar, es que si
un hecho era juzgado con el CPP de la CABA era posible aplicar algunas de esas formas de
extinción de la acción; en cambio, si se aplicaba el CPPN, ley 23.984, el intérprete para
hacerlo tenía que llenar una laguna, pues no estaban regulados esos institutos. Por eso,
muchas sentencias rechazaron aplicarlos, hasta que una decisión de la Comisión Bicameral
de Seguimiento y Monitoreo de la Implementación del Código Procesal Penal Federal
decidió poner en vigencia esas reglas.

III. El juicio por jurados en las provincias de Córdoba, Buenos Aires y Neuquén

Para finalizar esta clase, queremos mostrarles cómo funciona el juicio por jurados
en algunas provincias argentinas. La descripción no será detallada, pues su estudio más
profundo lo haremos en las clases siguientes.

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Ante la falta de una ley nacional, varias provincias han puesto en vigencia el juicio
por jurados. Aquí mencionaremos ya llevan algún tiempo de implementación.

En abril de 2019, las provincias de Buenos Aires, Neuquén y Córdoba contaban ya


con un procedimiento de juicio por jurados vigente y aplicado en la práctica; otras varias habían
sancionado las leyes respectivas e incluido dentro de sus códigos procesales, pero todavía
no lo aplicaban; o contaban con proyectos en trámite de aprobación por sus legislaturas.
Así habían procedido Chaco, Mendoza, Río Negro y San Juan, mientras que en Santa Fe, el
proyecto respectivo contaba con media sanción legislativa.17 Para una información
actualizada, recomendamos visitar la página http://www.juicioporjurados.org/p/legislacion.html,
vhttp://www.juicioporjurados.org/p/legislacion.html

Asimismo, la Constitución de la CABA (art. 106) contempla el juicio por jurados,


todavía no regulado; lo mismo ocurre con las provincias de Chubut (arts. 135 inc. 27, 162 y
171 a 173), Corrientes (art. 178) y San Luis (art. 215); por su parte, el CPPN, ley 27.063 (art.
249; equivalente al CPPF, ley 27.482, 282)18 contempla el juicio por jurados pero remite a
una ley especial, aún no sancionada.

Aquí cabe señalar los puntos relevantes que diferencian el juicio por jurados de otro
realizado ante un colegio de jueces profesionales: la programación de una audiencia previa
(voir dire) para definir la integración del banco de jurados, esto es, para tratar las
excusaciones y las recusaciones de las partes (incluso sin causa) dirigidas a ellos; la
organización del debate de otra manera, bajo la dirección de un juez permanente que no
participa en la deliberación y la votación del veredicto de culpabilidad o inculpabilidad; la
separación clara entre aquél y el banco de jurados durante el debate; las instrucciones del
juez profesional para la deliberación; las exigencias de unanimidad o mayorías necesarias
para absolver y condenar, y el sistema de recursos, entre otras cuestiones.

La comparación de los distintos procedimientos vigentes muestra que, hasta el


momento, aquí se presentan dos modelos: por un lado, el escabinado, propio del CPP
Córdoba; mientras que el resto de las provincias que han sancionado o ya pusieron en
práctica el juicio por jurados, optaron por el modelo anglosajón clásico.

17 Chaco, ley 7661, Mendoza, ley 9106, el CPP Río Negro (ley 5020) y el CPP San Juan (ley 1851) prevén un
jurado clásico, de doce miembros, integrado por hombres y mujeres en partes iguales para delitos graves, con
la exigencia de unanimidad para la toma de decisiones; la regulación del Chaco establece un jurado especial
para casos donde estén imputados o sean víctimas integrantes de los pueblos originarios, esto es, de las
comunidades Qom, Wichi o Mocoví (ley 7661, 4); y la de Río Negro propone jurados de siete miembros para
delitos menos graves. San Juan aprobó en diciembre de 2018 un nuevo CPP en la misma línea que los
anteriores. En Santa Fe cuenta con media sanción un proyecto de ley de enjuiciamiento con jurados de
acuerdo con el modelo clásico anglosajón. La información actualizada sobre el avance de la legislación
provincial ha sido tomada de la página http://www.juicioporjurados.org/p/legislacion.html, visita del
8.04.2019.
18 “Integración del tribunal de jurados. La ley de juicio por jurados determinará la composición, integración,

constitución, sustanciación y deliberación del juicio en el que participe un tribunal de jurados” (CPPN, ley 27.063, 249;
CPPF, ley 27.482, 282).

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El jurado de escabino o escabinado esta integrado por una mezcla de jueces profesionales, permanentes y
jueces legos y accidentales; un ejemplo de esta conformación del banco de jueces se presenta en Alemania.

En esta clase únicamente analizaremos los rasgos principales del juicio por jurados
en las distintas provincias. Luego, cuando estudiemos la unidad 3, examinaremos sus
diferencias con el procedimiento común.

a. El tribunal con jurados en Córdoba

Córdoba, en cumplimiento de cláusulas constitucionales propias, 19 fue la primera


provincia argentina que, tímidamente, instrumentó y aplicó una suerte de participación
ciudadana en la administración de justicia penal.20 No siguió el modelo anglosajón clásico
sino que optó por una solución mixta, buscando quizás atenuar los defectos que,
generalmente, se atribuyen a los jueces profesionales y a los legos: la posible deformación
profesional o burocratización del tribunal totalmente oficial y la supuesta ignorancia del
derecho por parte del jurado lego.21

En un primer momento, la ley 8123 (art. 5), modificó el CPP Córdoba, (art. 369), al
establecer un tribunal escabinado facultativo para el debate público del caso, esto es, a
pedido del Ministerio Público, la parte querellante o el imputado, compuesto por tres
jueces profesionales y dos escabinos o legos, que conformaban así el tribunal para juzgar
delitos contenidos en la acusación cuya pena fuera de quince años de privación de la
libertad o mayor a ella. Luego, por ley 9122, (CPP Córdoba, 369 II), esta integración se
tornó obligatoria para la Cámara en lo Criminal Económico, cualquiera fuera el máximo de
la escala penal prevista para el o los delitos contenidos en la acusación y sin necesidad de
requerimiento alguno. Los requisitos para ser jurado estaban contenidos en el CPP
Córdoba, art. 558.

En 2005 entró en vigencia la ley 9182 que instituyó otro sistema de jurado
escabinado integrado por ocho jueces accidentales sumados a las cámaras en lo criminal
(tres jueces permanentes y profesionales) para juzgar, obligatoriamente, los delitos
comprendidos en el fuero penal económico y anticorrupción administrativa (ley 9181, art.
7), más los siguientes: homicidio agravado (art. 80, CP), contra la integridad sexual de los
que resultare la muerte de la persona ofendida (art. 124, CP), secuestro extorsivo seguido
de muerte (art. 142 bis, in fine, CP), homicidio con motivo u ocasión de tortura (art. 144
tercero, inc. 2º, CP) y homicidio con motivo u ocasión de robo (art. 165, CP).

La ley cordobesa mencionada contiene reglas que disciplinan tanto la competencia y


el desarrollo del juicio con jurados como la organización judicial necesaria para soportar

19 Constitución de Córdoba, 162.


20 Cfr. MAIER, Julio B. J., El juicio por jurados, en Constitución de la Nación Argentina, t. 1, p. 1024.
21 Cfr. CAFFERATA NORES, José I. / TARDITTI, Aída, Código procesal penal de la provincia de Córdoba comentado, t. 2,

p. 158, nota 66.

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este procedimiento, ya que regula también los requisitos de los jueces legos para integrar el
colegio único.

b. El juicio por jurados en las provincias de Buenos Aires, Neuquén.


Rasgos fundamentales

La sanción de la ley 14.543 en la provincia de Buenos Aires, por su peso político y


demográfico, tuvo una gran importancia para el establecimiento del juicio por jurados en el
resto del país, pues permitió que otras provincias se sumaran a la iniciativa.22 Lo hizo
mediante la introducción de nuevas reglas en el CPP provincial, sin alterar la numeración
original de este ordenamiento (arts. 22 bis, 338 bis a 338 quater, 342 bis, 371 bis a 371 quater).
Con anterioridad, la provincia de Neuquén había sancionado un nuevo CPP (ley 2784) que
directamente incluyó dentro de los distintos procedimientos, el juicio por jurados populares.

En la provincia de Buenos Aires, el tribunal de jurados (art. 22 bis) conoce en los


delitos cuya pena máxima exceda los quince años de prisión o reclusión, o en el caso de un
concurso de delitos, alguno de ellos supere esa gravedad. Se trata de un derecho del
imputado, pues en la etapa intermedia, puede renunciar a este modo de integración del
tribunal, personalmente o por intermedio de su defensor, decisión que debe ser ratificada
ante el juez. Una vez firme el requerimiento de elevación a juicio, ya no es posible
renunciar al juicio por jurados y, si los imputados son varios, la renuncia de uno de ellos
implica que el tribunal se integrará exclusivamente con jueces profesionales.

En cambio, el CPP Neuquén (art. 35) dispone obligatoriamente la integración del


tribunal con jurados, para los casos en los que “…se deba juzgar delitos contra las personas, la
integridad sexual o cualquier otro delito cuyo resultado haya sido muerte o lesiones gravísimas, siempre que
el Ministerio Público Fiscal solicite una pena privativa de libertad superior a los quince años…”.

Los dos ordenamientos prevén la realización de la audiencia de voir dire. También


disponen expresamente la integración plural del jurado, por partes iguales entre hombres y
mujeres, contando titulares y suplentes.

El debate es dirigido por el juez profesional, y los jurados constituyen un banco


separado, que escucha lo que sucede sin intervenir en el juicio y sin atribución alguna para
interrogar durante su transcurso.

Los dos códigos regulan de manera similar las instrucciones para la deliberación, el
desarrollo de ésta y el contenido del veredicto. En cuanto a las mayorías necesarias, el CPP
Buenos Aires (art. 371 quater) establece que el veredicto de culpabilidad requiere, como
mínimo, diez votos afirmativos sobre las cuestiones planteadas. En cambio, si el delito

22 Cfr. MALAGNINO, Stefany A., Juicio por jurados: comparación normativa de los principales institutos de cada provincia
con ley aprobada, p. 1.

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juzgado tuviere prevista pena de prisión o reclusión perpetua, se exige unanimidad de votos
afirmativos. Por su parte, el CPP Neuquén (art. 207) establece que, en los tribunales
compuestos por doce jurados, el veredicto de culpabilidad requiere como mínimo ocho
votos y si no se alcanza esa mayoría, la decisión debe ser de no culpabilidad.

Puede ocurrir que, durante la deliberación, los jueces accidentales no alcancen las
mayorías exigidas por la ley para dictar el veredicto, situación conocida como jurado
estancado, situación que normalmente conduce a un veredicto de no culpabilidad.

Por último, tanto el CPP Buenos Aires (art. 371 quater, 7) como el CPP Neuquén
(art. 238) establecen, con diferente redacción y ubicación sistemática, la carencia de recurso
del acusador contra la sentencia. El primero, lo establece de manera absoluta, mientras que
el segundo, lo admite en el caso que “…el acusador demuestre fehacientemente que el veredicto de no
culpabilidad fue producto del soborno…”.

IV. Ejercicios y preguntas

Recomendamos leer el CPP Córdoba de 1939 y compararlo con la legislación procesal argentina
posterior. Muchas de sus reglas fueron copiadas textualmente y hoy, casi 80 años después de su
entrada en vigencia, se siguen aplicando a través del CPPN, ley 23.984 (que hoy es aplicado por la
llamada justicia nacional ordinaria en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires -CABA-) y en el ámbito
federal (aunque ya parcialmente). El CPP de Córdoba de 1939 si bien tomó como modelo el
denominado “Código Rocco” (sancionado en Italia en 1930 por el gobierno de Mussolini) significó
un avance enorme en la legislación procesal argentina.

¿Qué opina acerca de que la legislación procesal diferente afecta el principio de igualdad? Quienes
defienden las potestades provinciales para legislar en esa materia sostienen que ellas responden a la
idiosincrasia de cada lugar. ¿Qué opinión le merece?

Lea la sentencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación en el caso “Canales” e indique,


brevemente, qué interpretó con respecto a las facultades provinciales para sancionar el juicio por
jurados. Contraste esta posición con la de Julio Maier e indique si advierte alguna diferencia.

¿Cuáles son las diferencias entre el CPMP 1889 y el CPP Córdoba 1939?

Enumere cuatro aspectos relevantes del Proyecto de Reforma Procesal Penal de 1986, denominado
“Proyecto Maier”.

¿Cuál fue el modelo del Código Procesal Penal de la Nación (CPPN, Ley 23.984)?

¿Qué Códigos Procesales Penales pueden aplicarse hoy en el territorio de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires?

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¿Cuál es la diferencia más importante entre el juicio por jurados regulado en la provincia de
Córdoba con el de las provincias de Buenos Aires y Neuquén?

V. Lecturas recomendadas

MAIER, Julio B. J, Derecho procesal penal, t. 1, 2ª ed., Parte General. Fundamentos, Editores del
Puerto, Buenos Aires, 1996, ps 391-442 (§ 5, G).

BINDER, Alberto, Derecho procesal penal, t. I, Hermenéutica del Proceso penal, Ad-Hoc, Buenos
Aires, 2013, ps. 31 y sigs.

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