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INTERVENCIÓN JUDICIAL DE SOCIEDADES Y REMOCIÓN DEL

ADMINISTRADOR

Supuestos en los que es viable


- Cuando ha incurrido en abuso de autoridad arrogándose poderes que corresponden a la
reunión de socios o asamblea (entiendo que el hecho de que se haya auto designado
presidente configura un supuesto de abuso de autoridad);

- Cuando no se cita a reunión de socios o a la asamblea, al menos una vez al año


(entiendo que no se cumplió con dicho recuado).

Con respecto a la viabilidad de la intervencion judicial, Halperín afirmaba que, “Es


improcedente si existen decisiones de asambleas aprobatorias de la gestión del
directorio, es una condición previa la impugnación exitosa de estas decisiones de la
asamblea”1.

Sin perjuicio de ello, autorizada doctrina manifiesta que ”las particularidades del caso
obligan a soslayar la exigencia consistente en el agotamiento de la vía intrasocietaria,
dado que ante la condición de socia minoritaria de la accionante y el abuso de derecho
por parte de la mayoría -como el supuesto de autos-, sería infructuoso su intento (Ariel
A. Dasso, La intervención judicial en la sociedad anónima, LL 1990-A, p. 6362) e
igualmente, tampoco sería exigible dicho agotamiento cuando, como el caso, la
asamblea ha aprobado la gestión de los directores (conf. Horacio Roitman, ob. cit. T.
IV, p. 459).

Aún advirtiendo que la asamblea es el órgano natural para abordar la cuestión,


autorizada doctrina no considera exigible el agotamiento de las vias internas societarias
cuando de las circunstancias del caso, surge la manifiesta la inutilidad de llevar adelante
ese debate (conf. Roitman, ob. cit., T. IV, p. 459, Nissen, ob. cit., T. III. p. 611).

1
Halperín Isaac, Otaegui Julio C., “Sociedades Anónimas” Ed. Depalma Buenos Aires, 1998

2
Ariel A. Dasso, “La intervención judicial en la sociedad anónima”, LL 1990
En un caso similiar al de autos, la Sala C de la Cámara Nacional en lo Comercial llegó a
esa conclusión valorando que los accionistas demandantes, además de superar la
tenencia

accionaria que exige el art. 275, no habian convalidado el acto, dado que la acción de
remoción habia sido acumulada a la de nulidad de asamblea conforme lo aconseja
prestigiosa doctrina (conf. Roitman, ob. y p. cit), dado que el hecho de haberse
aprobado la gestión de los directores en la asamblea demostraba que cualquier pedido
en tal sentido hubiese resultado infructuoso (“Palmeiro c Posta Pilar SA”, Sala C de la
Cámara Nacional en lo Comercial, 18/04/20173).

Ahora bien, la acción de remoción de los directores no debe ser confundida con la
acción de responsabilidad, pues la primera tiende a desplazar de su cargo a uno, varios o
todos los integrantes del órgano de administración de la sociedad demandada, y no se
requiere que la misma haya sufrido daños y perjuicios, bastando al respecto el
incumplimiento de sus funciones. Pero si además de este incumplimiento provocó
efectivos daños a la compañía, pueden entonces acumularse ambas acciones, quedando
claro la independencia que existe entre ambas pretensiones (conf. Nissen, ob. cit., T. III,
p. 610; “Oliveto Osvaldo c. CCR Sociedad Anónima s/ medida precautoria”, de la sala
B de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial, del 10/04/20124).

Si bien no se requiere un daño, se se debe acreditar que el director incurrió en actos


susceptibles de poner en peligro los derechos de los accionistas “Aún aceptando que
la acción de remoción no requiere la configuración de un daño, si requiere, en cambio,
que el accionista que la deduce demuestre que el director cuestionado ha producido
actos graves susceptibles de poner en peligro los derechos de la sociedad, de los
accionistas o de los terceros por quienes debe velar.5”

3
Palmeiro c Posta Pilar SA”, Sala C de la Cámara Nacional en lo Comercial, 18/04/2017
4
Oliveto Osvaldo c. CCR Sociedad Anónima s/ medida precautoria”, Sala B Cámara Nacional de
Apelaciones en lo Comercial, 10/04/2012
5
“Palmeiro, Guillermo César c. Lyon Gas SA y otros s/ ordinario” Sala C de la Cámara Nacional en lo
Comercial, 27/10/2021
Acerca de los deberes de lealtad y diligencia del administrador, explica Ernesto Eduardo
Martorell, con cita de Horacio Fargosi: “...en su momento, un listado de las obligaciones
derivadas de la función de administrar un ente societario, en cuanto tarea, hubiera
pecado siempre de incompleto, principalmente, por la imposibilidad de adaptar la
dimensión o a la especialidad de cada sociedad. Ante tal inconveniente, conforme se ha
señalado con acierto,
la ley ha optado por consagrar un cartabón de conducta, dotado de la suficiente
permeabilidad como para posibilitar a los tribunales un manejo adecuado de cada
situación particular...Mediante esas dos “ideas-fuerza” —en referencia al deber de
actuar con lealtad y de obrar con la diligencia de una buen hombre de negocios— la
actividad de los administradores se debe orientar hacia una gestión ordenada y prudente
de los asuntos corporativos, en un marco en el cual la atención de los intereses de la
sociedad siempre deberá ser antepuesta a la de los asuntos propios…” (ob. cit. p. 361).

“La falta de lealtad resulta del simple conocimiento del carácter abusivo o fraudulento
del hecho que se juzga, en la época en que éste se concreta, sin adoptar las medidas
necesarias para impedirlo...6” (ob. cit. p. 546).

En esa dirección, y criticando un fallo de la Sala D de la Cámara Nacional de


Apelaciones en lo Comercial (Gianakis c. D’Mode SA del 23/10/13) Ricardo Nissen
sostuvo que: “al rechazarse la demanda de impugnación del acuerdo asambleario que
aprobó los estados contables, el tribunal de Alzada hizo una aplicación particular y
equivocada del principio de la doctrina de los actos propios, pues no existe disposición
legal en el ordenamiento societario que impida a un accionista, aun cuando revista el
carácter de director, ejercer con plenitud su derecho de información en el seno de
cualquier acto asambleario y requerir en esa oportunidad, las explicaciones necesarias
para aclarar la inclusión de una cuenta en el pasivo, cuyo monto provocó la existencia
de pérdidas y la exposición, en dichos estados contables, de un patrimonio neto
negativo...” (ob. cit. T. III, p. 358).“La falta de explicacion adecuada de lo acontecido,
sin duda vulneró el derecho a la información de los accionistas y no permitió un
adecuado ejercicio de sus derechos, más allá de que, ello a la postre el defecto haya sido

6
E. D. Martorell “Tratado de los contratos de la empresa”, Abeledo Perrot, 2016
subsanado, demuestra un incumplimiento de los deberes del directorio respecto al
manejo de la empresa.7”

En el ya citado fallo “Palmeiro c Posta Pilar SA”, la Sala C de la Cámara Nacional en lo


Comercial sostuvo que “La sentencia que admitió el pedido de remoción de directores
de una sociedad anónima fundado en la participación que ellos tuvieron en la
votación que aprobó su gestión y fijó sus honorarios debe confirmarse, pues una
actitud de tales características resulta manifiestamente incompatible con el estándar de
conducta impuesta por el art. 59 de la ley 19.550 y es fundamento suficiente para la
remoción de quienes así se comportaron.”

Y debe destacarse que: “El abuso de las mayorías existe cuando se produce la ruptura de
la igualdad entre todos los accionistas, pero es necesario además que se la haya
provocado intencionalmente (elemento subjetivo) y la intención culpable existirá
cuando se tenga conciencia de obtener una ventaja personal directamente o por persona
interpuesta. Hay abuso de derecho en las decisiones de las asambleas en las sociedades
cuando la mayoría responde a un interés personal y, a consecuencia de su voto, la
decisión persigue ese interés en perjuicio del interés social o de los demás socios.”
(conf. SCBA, Ac 51258, del 02/08/1994, autos “Di Lernia, Osvaldo c. Clínica Estrada
S.A. s/Nulidad de Asamblea General Ordinaria).

7
“Mecherques Julian Nadim y otros c. Empresas Prestadoras de Servicios de Salud S.A. y otros s/
Medidas cautelares,” Cámara de Apelaciones en lo Comercial y Comercial de Junin 09/08/2022
Frente a lo anterior, resulta meridianamente clara la afectación al interés social, pues no
otra cosa puede deducirse del hecho de que tras haberse desaprobado la gestión de los
directores, son los propios sujetos involucrados como responsables quienes valiéndose
de su paralela condición de socios, hacen pesar su voto para inhibir la promoción de las
respectivas acciones resarcitorias en su contra. Aun en regímenes jurídicos, como el
español, en los que la ley no introduce un deber de abstención de voto de los directores-
socios en las hipótesis indicadas (conf. Pérez Carrillo, E., La administración de la
sociedad anónima, ps. 197/198, Madrid-Barcelona, 1999), se admite el ejercicio de la
acción de impugnación de asamblea en la situación indicada en que con el voto de los
directores-socios se produce un desplazamiento de la mayoría —que en el caso
había quedado integrada al desaprobarse la gestión— lesionándose, en beneficio de
uno o varios accionistas (en este caso los administradores) los intereses de la
sociedad (conf. Garrigues, J. y Uría, R., Comentario a la ley de sociedades anónimas, t.
II, p. 177, Madrid, 1976).
 Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial, sala D, "Paz Rodríguez, Jesús c. Clínica Lafarrere S.A.",
16/04/2007, IMP 2007-13 (Julio), 1341 - LA LEY 11/07/2007, 7, con nota de Carlos A. Molina Sandoval - LA LEY
2007-D, 340, con nota de Carlos A. Molina Sandoval

Algunos autores señalan que la prohibición del art. 241, LSC, se aplica analógicamente a otros supuestos 
De todas formas, y teniendo en cuenta que el art. 248, LSC, es una norma de aplicación más amplia que el art. 241,
LSC, no se excluye la posibilidad de que se aplique a otros accionistas (sean o no directores) y para otros temas
(siempre que exista conflicto de interés).
Por ello, la mera aplicación del art. 248, LSC, elude cualquier discusión sobre el alcance temático de la prohibición.
Si no resulta alcanzado por el art. 241, LSC, podrá —según el caso— encontrarse prohibido por el art. 248, LSC.

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