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INDICE
1. NIKA TURBINÁ
2. EUNICE ODIO
3. ANNA AKHMATOVA
4. MARINA TSVETAEVA
5. NADIA ANJUMAN
6. LESLYA UKRAINKA
7. SIBILLA ALLERAMO
9. ELSE LASKER-SCHÜLER
18. CARONTE
19. MORTA
20. ÉREBO
21. CAÍN
22. ANUBIS
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23. HOLOFERNES
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46. ANNE SEXTON
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NIKA TURBINÁ
Después de la caída, quedan los huesos abandonados ante el rostro deforme del paisaje y de
la lepra. La ceniza y el sacrilegio poblaron del mismo modo nuestra casa. Ahora que los
espectros se han marchado, las cicatrices de tu carne se transmutan y los ángeles caídos nos
hablan con el mismo lenguaje de los excomulgados. ¿Qué van a saber ellos de la
putrefacción de nuestros sueños?. Nadie les contó que la infancia fue un leproso que se
arrancó los ojos en un nosocomio en ruinas. Nadie les contó que cada hemorragia fue un
símbolo que señaló el camino hacia la inmutabilidad de los espejos. En el corazón de ese
espejismo que desintegra el tejido del mundo, palpita ahora la geografía de nuestro
del álgebra del deseo y te hablo de ángeles que tejen una mortaja de tinieblas. Es así como
en piedra. Sin embargo, las palabras parecen hechas de distancias inabarcables. Hoy, que el
destino nos habla con el lenguaje anfibio de las sombras, creemos ver al huérfano que
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EUNICE ODIO
Hemos comenzado a jugar con la autodestrucción. No lo sabemos pero con cada grito se
abre una puerta hacia el vacío. Una deidad bicéfala nos escupe desde arriba, manufactura
nuestras pesadillas, nos recuerda que, en las mutaciones del silencio, surge la atalaya de oro
desde donde saltan los suicidas. De nada nos sirvió emprender este peregrinaje extrauterino.
De nada nos sirvió tejer una mortaja para los sueños. El espejo fue usurpado por los
la destrucción del universo. Les entregamos los manuscritos de la niebla a los emisarios de
estar a salvo, un aullido emergió desde los mundos subterráneos. Cada quien caminó hacia
el mismo precipicio y sin mirar atrás con la calavera del destino entre las manos.
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ANNA AKHMATOVA
cada minuto, en cada segundo, sobre nuestra errancia. Hoy he descubierto la tiranía de la
bosque de alerces al que sueles acudir a invocar lo impronunciable. Alguien nos observa, se
esos evangelios de niebla que nada pueden ofrendarte. Alguien pinta en un lienzo el rostro
del ángel exterminador. ¿Son estas las huellas de tu desintegración? ¿Soy yo quien te cose
los labios?. Dime que no hemos llegado tarde a las exequias de la luna. Dime que crees en
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MARINA TSVETAEVA
nacía el eco anfibio de tu errancia. Los días eran un cementerio de relojes de sol. No había
movimiento, signos, mutaciones, solo desequilibrio. Eras una fractura, ¿Dónde buscarte?.
ojos para ver el limbo y en eso se nos iba la vida: en una incontenible enunciación de lo
inabarcable. No había lenguaje que nos permitiera nombrar lo innombrable. Una noche de
grietas para describir con éxito la epidermis del caos. Una necrosis se apoderó de tus
palabras y comprendiste que eras un espejo roto. Fue la primera vez que tus propias ruinas
atravesaron el follaje del silencio. Eras lo impermanente: venías tejiendo, sobre el inmenso
Escribí versículos proféticos en tu piel como si fuera un lienzo de penumbras y allí anuncie
terminamos recluidos en el leprocomio del lenguaje. Anduviste sobre mis ruinas sin darte
cuenta de que también eras una hemorragia en los ojos del silencio.
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NADIA ANJUMAN
Todos los espejos son naturalezas muertas. Muestran los teratomorfismos del tiempo. Es así
Desintegra con cada imagen el lenguaje del abismo. Su hemorragia detenida en el cristal.
Es una naturaleza muerta que advierte de las imágenes que se pudren en los sueños. Se
nutren de una realidad que se desangra en cada espejismo. Sus átomos son pájaros que
¿Quién más nos salvara de los paisajes de la lepra?. ¿Del orfelinato de las palabras? Sin
embargo mis gritos buscan tus excoriaciones mientras inhalo las grietas que se gestan en el
un coro noble interpretado por los hijos de las penumbras. He llegado a convertirme en una
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LESYA UKRAINKA
En la palabra, el tiempo es gangrena que destruye los recuerdos. Pero la palabra es el último
sangran los espejos. Un hermafrodita nos espera en ese abismo inenarrable que explora la
palabra, hierático permanece en el envés de la nada y teje con sus distancias una mortaja
para la lluvia. La palabra hace amuletos con mis huesos y tus dientes, y el ángel nos
observa desde ese paraninfo embrujado que es la muerte. Nuestra sangre habita la potencia
interior y construyen una cripta para la impermanencia. A veces, desde afuera, una voz
grita nuestros nombres; la palabra que en la vida es cicatriz nos devuelve a los mundos
que nos saca del báratro y nos proyecta hacia una reposada inexistencia. Pero en este
cosmos todo tiende a las cenizas pues es propio del destino destruir todo lo que arde y
fluye. Alzamos la calavera de la memoria que nos mira desde la imposibilidad, somos la
efigie de su derrota. Peregrinamos entre los escombros atentos al polvo que cada día nos
hostiga somos la esfinge del silencio y nuestras heridas son signos telúricos o un limbo
dónde gritan los excomulgados. Persistimos incólumes con nuestros ojos de leprosos,
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SIBILLA ALLERAMO
El vacío se ha convertido en el color de la caída en el filo del naufragio. Los que besamos a
los leprosos, los que nos hicimos una corona con plumas de cuervo, sabemos que tan solo
a Dios en las criptas abiertas. Los huérfanos tardaron en arrancarse los ojos. Su soledad es
solo una efigie de fango. El ángel lamiendo su lepra. Nunca advertiste el poema en la
mirada necrosada que construye su lenguaje con la ceniza de los días. Nunca abjuraste de
los espejos. En su presencia, vuelves a gritar con la certeza de ser el acertijo de la esfinge.
Con tu olor a precipicio, con tu alfabeto hecho de ausencias, sientes que, nuestra propia
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Nada se muestra más lejano que lo que perdimos atravesando los espejos, cada herida
sangra lentamente ante el lenguaje que la prolonga. Quien vuelve la mirada hacia las
necesario escuchar el grito para entender que, tras de él, se agazapan muchas sombras y la
invisible de la sangre, nos señala el sepulcro abierto del mundo, las expectoraciones que
arrojamos en la epidermis del vacío. Pero solo lo intangible nos pertenece, en cada
hacia nuestros escombros. Nombrar lo inasible nos permite desfigurar el propio rostro,
abismo del lenguaje. Cuando la noche cae, y la sombra de un leproso cubre nuestros
paraninfo del deseo, ignoramos que huimos para escapar de la tiranía de la neurastenia,
para desenterrar los cráneos que permanecieron debajo de la sal, para beber la saliva de un
ángel hermafrodita. Sólo tenemos una opción: desestructurar lo indeterminado para ver la
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ELSE LASKER-SCHÜLER
Después de la caída, quedan los huesos abandonados ante el rostro deforme del paisaje y de
la lepra. La ceniza y el sacrilegio poblaron del mismo modo nuestra casa. Ahora que los
espectros se han marchado, las cicatrices de tu carne se transmutan y los ángeles caídos nos
hablan con el mismo lenguaje de los excomulgados. ¿Qué van a saber ellos de la
putrefacción de nuestros sueños?. Nadie les contó que la infancia fue un leproso que se
arrancó los ojos en un nosocomio en ruinas. Nadie les contó que cada hemorragia fue un
símbolo que señaló el camino hacia la inmutabilidad de los espejos. En el corazón de ese
espejismo que desintegra el tejido del mundo, palpita ahora la geografía de nuestro
del álgebra del deseo y te hablo de ángeles que tejen una mortaja de tinieblas. Es así como
en piedra. Sin embargo, las palabras parecen hechas de distancias inabarcables. Hoy, que el
destino nos habla con el lenguaje anfibio de las sombras, creemos ver al huérfano que
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SAFO DE MITILENE
El tren se marcha y entras con una calavera en uno de sus vagones. ¿De quién huyes?. Los
uxoricidas caminan en silencio por el oscuro sendero de un bosque de niebla. ¿Huyen como
tú de sus espectros? ¿Saben en qué paraninfo abandonado nos esperan?. Tienes una espina
en el costado y es entonces cuando me doy cuenta de que eres hija expósita. Tu dáimon se
queda atrás hasta que su éter se desvanece. A tu lado, ellos ocultan sus heridas, encienden
lumbres, dibujan un rostro como el de Antígona, unos naufragan, otros lamen sus
excoriaciones, vomitan áspides, bautizan el otoño, fabrican relojes de arena y otros pocos le
arrancan los ojos a las muñecas de una huérfana. Esto que me lleva lejos de tu
enervaciones de lo infinito.
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KAROLINE GÜNDERODE
Cae la noche sobre nuestros cuerpos desnudos. Un hilo de sangre lleva tus secretos al fondo
del mar de Bárents atravesando bosques de álamos y montañas embrujadas. Tus palabras
yacen desdibujadas, cada vez más desdibujadas como las cicatrices de la niebla. Estas
heridas abiertas son el recuerdo de la histeria, no su almendra, no su fractura, sino más bien
guarda, mi abyección es el silogismo de lo que para la muerte es tan sólo un alarido del
silencio.
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CHARLOTTE STIEGLITZ
mi caos al borde de lo irreparable. Tú, la más bella emperatriz de las sombras, no podrás
resistir el fuego de mi evangelio ni las llagas que nacen en la piel de quienes osan
repugnarme. Nunca aprenderé tu mantra. Dejé sobre tus huesos mi escritura de hiedras y
niñas amordazadas, mutilé con un bisturí las muñecas de brujería que habías
impenitencia.
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sido envuelta por una niebla sáfica. La primavera es un viejo ataúd de sueños y recuerdos
podridos en cuyo interior reposan las ruinas de tu desamparo. A través de la ventana, sólo
Detrás de un espejo roto por entre las resquebrajaduras, vuelven a ti las burbujas de una
sofocado los aullidos de tu silencio. Fagocita sin miramientos las reliquias de tus sombras.
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GERARD DE NERVAL
Yo no soy el vómito azul de un ángel bicéfalo. No soy el hombre que busca sus ruinas entre
se desdibuja en la intemperie del vacío. Yo no soy el sendero que nunca recorriste, tampoco
escombros, ni fabrico criptas para los recuerdos que se pudren en la memoria. El caos que
que practica espiritismo en las catacumbas de lo absoluto. No soy el leproso que persigue la
autodestrucción. Tampoco el grito que altera el origen de las penumbras. No soy mi carne,
no soy mis huesos, no soy mis miedos. Creo que soy todo lo que se nutre de la
desintegración del universo. No soy un mapa a los mundos subterráneos, ni las edades de lo
del destino. Tampoco la arcilla con la que manufacturo artesanías para los ángeles caídos.
Soy el fecaloma metafísico de los estafetas de las sombras. El estruendo del silencio. Soy la
lenguaje de los excomulgados, la sangre que fluye por las arterias del báratro. Soy la
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impronunciable, una fornicación de emancipaciones y penumbras. Soy la palabra
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Nirvana
La constituye el desamparo;
Hay un caos
Que desconozco
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Un caos entre abedules y caobos gigantes
Le hablan a diario
vigilias
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LA GORGONA EURÍALE
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Qué hermoso este costado palpitante
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en su último destierro.
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Cuán hermosa eres Perséfone:
a tus hemorragias.
me entregaré de nuevo a ti
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CARONTE
Soy agrimensor
Soy Caronte
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Gracias a los estorninos
de Adamá, de la oscuridad,
en donde yo,
soy agrimensor
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y aunque a mi padre subterráneo no le gusten mis oficios
hoy,
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MORTA
en la metempsicosis
Me llamo Morta
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y al manantial irrestañable de todas las quintaesencias.
Soy Morta
y me apropio a voluntad
de los chacales
de los estorninos.
a esperar a la infancia
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que viene de lo incognoscible
a alquimizarme
a fortificarme
a transmutarme
en otra hecatombe
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ÉREBO
Érebo,
y el espejo un acertijo
Inmarcesible Érebo,
la toxina de lo incognoscible.
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el estruendo de tu grito polimorfo
tus escupitajos
decoraban mi cabeza
mariscal milenario;
Érebo,
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hermano de mis hemorragias
Tántrico Érebo,
he atravesado el paraíso.
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CAÍN
me llaman Caín.
Soy Caín
Soy Caín
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que ondea sus velámenes y sus remos
Me llaman Caín
Soy Caín
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abriremos el sarcófago embrujado de las quintaesencias,
lo limpiaremos,
que la divulguemos
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ANUBIS
me llaman Anubis.
Soy Anubis
he conocido el yizaidísmo
su teogonía subyugante
que he practicado
Soy Anubis
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creo en la apostasía
en la seleunomancia
y ahora
Soy Anubis
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la mortaja va abriéndole espacio
a otras excomuniones.
Soy Anubis
el fragmento de infinito
con mi emancipación
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HOLOFERNES
caen al precipicio del olvido como los imprevisibles designios del destino.
Holofernes es su nombre:
Y se desplaza
Holofernes es su nombre
-matriz de éter-
Donde se gesta
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y el silencio se expande ante la totalidad
-secular y exculpatoria-
Holofernes es su nombre
todos afirman que fue también visitado por los exégetas de las sombras
y obligado a abandonar
Holofernes es su nombre
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por lo intangible
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GEORG TRAKL
los aullidos del silencio. Yo no vine a este planeta a coser los labios de Terpsícore. Mi reino
no es de este mundo. El dolor coexiste con el fango. La orfandad coexiste con la niebla y
las grietas coexisten con las cenizas. Esa es la trilogía del desarraigo. Con un manojo de
de las penumbras; y lo que es peor para esenios y rabinos, adormecer con el laúd del faraón
Menkaura a todos los pájaros del Estínfalo. Yo no vine a estos reinos a complacer a los
etnarcas. Nada me desestructura tanto como el llanto de los niños expósitos, el mutismo de
los extíspices de Corinto, y los papiros apócrifos que fueron hallados a orillas del mar de
Galilea. Nada me consuela tanto como el canto de los desposeidos: los himnos órficos, la
voz del adivino Tiresias, el olor a constelación de la ninfa Cirene. Yo no escribo para
complacer a las almas errantes. Y no creo estar blasfemando. Aún escribo un poema a tus
despojos y sé que aún eres una muñeca sin ojos cayendo a un despeñadero de tanatofonías.
Escucho el grito de Poliméstor mientras Hecuba le arranca los ojos y sé que su quejido
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inaugurará nuevos criptomorfismos en tu alma. Haré de este refugio un hogar para todos,
construiré para mi descendencia una teosofía que esté dictaminada por los axiomas
absolutistas del paganismo, un reino en el que sea posible coexistir y que ofrezca a sus
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PEIU YAVÓROV
niebla, pongo en tus manos, desde ya, la llave que abre la puerta de los reinos subterráneos.
Cada quién tomó su camino sin leer los pergaminos de la inmortalidad. Cada quién siguió
conectado al cordón umbilical del país de las sombras. Escribe para que regresen por su
dejándonos completamente subyugados. ¿Qué hacer con los utensilios del silencio?. Esta
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SERGEI ESENIN
Qué horrísonos los gritos del ángel. Gritos que recorren un manicomio de Cracovia en un
peregrinaje silencioso que deja un frio rastro de cenizas. Apenas son signos cifrados de un
evangelio prohibido que podría guiarnos a nuestras propias satrapías. El solsticio te obliga a
coexistir con las tinieblas. Así recibirás a tiempo tu alfabeto eólico, el lenguaje rupturista
del silencio. Reventarás también los tímpanos de la noche, delimitarás como un silogismo
ubicuo la profundidad del mutismo, la hemorragia irrestañable de los días perdidos que te
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JACQUES RIGAUT
Mi máscara fue hecha con la discontinuidad de tus exilios. Me protege de una epidemia de
olvidarte en un reino de lémures, leí tu carta y convulsioné en una calle de Eritrea buscando
el acantilado de las sombras pero tu cabeza fue degollada por la guillotina de la orfandad.
"El anatema reverbera en tus labios" dicen los leprosos y la secreción pastosa de tu propio
cuanto más ominoso, traza con tu pus en mi epidermis el nuevo porvenir. Profetiza que
aprenderé el lenguaje de los lémures, que encontraré el ectoplasma de los sueños y que
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VLADIMIR MAIAKOVSKI
Tu espejismo palpita en las entrañas del bosque. Todo es tantrismo. Niño ciego en orfanatos
labios reseca y vertical. Llegas como un heresiarca a barrer las cenizas del otoño. Nos
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FLORBELA ESPANCA
Desde este leprocomio lanzo unas falanges que rasgan el quietismo que rodea tu presencia.
Exhaustos piromantes lavan mi rostro con tu sangre. ¿Quién exhumará tus huesos para
Con el espejo roto del destino buscaré tu osamenta junto a un ángel empantanado que talla
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VACHEL LINDSAY
Yo también te considero execrable. Tu poesía fue una niña que masticaba un hueso de
pájaro. Cuando dormías, reaparecían las Mnemónides ocultando las reliquias de las
grito mi temor de no volver a verte, de que huyas a la colina de los excomulgados, de que
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VIOLETA PARRA
Ofreceré tus huesos al heredero del caos, ofreceré tu sangre al barquero del Hades. Porque
El leprocomio yace en ruinas, puedes entrar a ese reino secreto de espejos rotos y cenizas.
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MISUZU KANEKO
Revierte la sustancia de la muerte, mide tus pasos, vivisecciona sus entrañas de Gorgona, y
ora frente a la perplejidad de los niños que arrancan sus párpados. Una herida en la
presagios. Traigo a tu lecho la sangre de los ángeles caídos, sus cuadernos de anatemas.
Debes resistir, cortar el dogal de la joven ahorcada, entregar a la ninfa Argíope las falanges
multiplicación de los espectros, a las dentelladas del abismo. Mira cómo vamos extraviando
los signos que nos condujeron al códice de las tinieblas, cómo el vacío nos une a su pálpito,
de los espejos que has roto, la densidad del extravío, lo atávico del grito, que te revienta los
tímpanos.
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HART CRANE
estupor, y alejarme, y sentir el horror de sentirte como un epitafio, sin cognoscibilidad. Una
ambulacral, los labios cosidos, los párpados rotos, los arpegios del silencio, y la osamenta
de la noche. ¿Por qué no huyes? ¿Por qué no destruyes los artificios de la muerte? ¿Por qué
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SARA TEASDALE
El desequilibrio es tan viejo como la impermanencia. No hay ventanas que miren hacia este
nosocomio. Solo collares de falanges, como amuletos contra los malos espíritus. Lo que
grietas que la resquebrajan. Una inercia muchas veces sufrida termina por convertirse en
estrangulamiento, no así la baraja de los presagios que expone sus cartas y derriba cada vez
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RENÉ CREVEL
maniquí decapitado por la brutal caída en el báratro. El viento arrastra las cenizas de lo que
fuiste, tu olor a catacumbas y las hibridaciones de la niebla. ¿Por qué no te coses los labios?
¿Por qué no regurgitas el comportamiento de las inexactitudes? ¿Por qué no desentrañas los
advenimiento de la inmortalidad.
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BELA AJMADÚLINA
este bosque de mirtos y rosales. Soy como los otros huérfanos pero algo en ti se opone,
toma la forma de un hipogrifo que se desangra en el jardín derruido. Nunca estuve tan lejos
de mí como en tus hemorragias. Una profecía siniestra te revelará los confines del Nirvana.
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ALFONSINA STORNI
¿A dónde te llevarán estos pasos en falso?¿A qué tenebroso califato?¿A qué maleficio de
impronunciabilidades?¿A qué paisaje en sepia?¿A qué camino transitado sólo por los
exabruptos?. Estás esperando amparada por las encrucijadas. No recordaré tus plegarias
para volverlas a vomitar sobre tierra de cementerios. No exhumaré ninguna osamenta que
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ANTONIA POZZI
Me une a tu estupor la dramaturgia del caos, el enigma de los reinos subterráneos, un collar
de colmillos de hiena. Si no te alejas, será porque todavía eres un espíritu ubicuo, porque
espectros que nos acechan. Tus párpados también están necrosados y es por eso que nadie
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HERTA MÜLLER
traza un sendero, en los oscuros territorios de la inercia. Pero es imposible peregrinar sin el
graznido del cuervo, sin el tránsito de lo tangible a lo intangible, sin un lienzo con el cual
contrapuestas. Muy cerca de tu piel el universo teje su sudario maronita. Perseguimos, sin
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CESARE PAVESE
más excelso en medio de la mendicidad. Tuve que ser vidente y en los vaticinios reservar
los secretos de tu hastío. Del vínculo con tu cataclismo abro criptas, catacumbas que no me
atrevo a mirar. Los arcángeles persiguen el canto de una niña coronada de espinas. Un
huérfano con cabeza de buitre desentraña el corazón de las tinieblas. Tu oficio te impide
arrancarme los párpados, regresas resquebrajada y me besas los ojos. La otredad debe
irreparable.
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TOR JONSSON
Dibuja sobre mí tus despojos, cúbrelos de antimateria hasta que envilezcan. Extrae de mi
sarcófago del infinito, la grieta del silencio, la mortaja de la eternidad. Huyes para intentar
comprenderlo.
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dentelladas de la fiebre. Huimos del absolutismo de la causalidad. Supe también que algún
día heredaría tu intemperie. Sobre los fresnos, el tiempo debió ser como una coartada de
impertinencias. Las vísceras del vacío tejen una urdimbre de penumbras sobre tu rostro
ensangrentado.
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JOHN BERRYMAN
Mis párpados se cierran cuando hay un grito de intangibilidades. Tus ojos intentan no
vida ha sido el acertijo trazado en la piel del vacío por una multiplicidad de voces
suplicantes.
Fango en las ventanas, en los accesorios del desequilibrio. Maldices este ominoso destino
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ALEJANDRA PIZARNIK
Yo merodeo tu alma. La lumbre de mi fuego. Como los expedicionarios de las sombras que
En busca de tu abismo, he viajado de polizón en el tren que lleva hacia la niebla. Vivo en
una noche poblada de ausencias, en un país cuyas esfinges conocen mi tribulación y a mitad
de este peregrinaje sé que tu olor es una epifanía, sé que toco el rostro del viento esperando
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JON MIRANDE
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ANNE SEXTON
Mi desequilibrio posee la forma de un sagrario en ruinas. Nace del eco de mis palabras en
el calabozo de tu fiebre, de una gárgola de hospicio que cae en las profundidades del mar
jónico agrietada por el último de tus gritos. Sepulta esta mirada implorante en alguna
Tu blasfemia es mi presidio. Todo aquello que nos acecha nace en las mutaciones del vacío.
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JENS BJORNEBOE
No espero la tempestad. Es una ventana clausurada por una mano de éter la que me impide
contemplar otros rostros. Ya no eres un silencio hecho de flores marchitas. Peregrino como
un ángel errante buscando tu olor a solsticio de invierno y sólo encuentro las hibridaciones
de la niebla. Cuando todo oscurezca, y los niños escriban un epitafio de ceniza, ignoraré la
sobre tu sangre para que no intentes repugnarme. No necesito más que el escrutinio de la
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ALEXIS TRAIANÓS
inmortalidad. Quien mire con atención los párpados de la incertidumbre no encontrará los
alaridos del silencio. Cierra los labios. No pronuncies más metáforas excrementicias, más
blasfemias en lengua hitita. Díctame una teofanía que exorcise tus vulnerabilidades y
ayúdame a comprender por qué el alma tiene olor a palimpsesto, por qué no deja de ser una
II
yuxtapuestas por las que resbala un presagio líquido. Atalayas en llamas, tus plegarias en la
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PAULA SINOS
Guarda el grito que me ofreces, no entregues tus reliquias al fuego. Has escrito esta
los silogismos de la inmortalidad. Mis huellas no se borraron cuando hubo lluvia. Tus
atravesar las fronteras de lo ignoto. Retienes el grito un instante y me pides que trace las
runas de la vida. Como si la derrota fuera nuestra. Nosotros que no arriesgamos ninguna
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ANTJIE KROG
¿ Acaso soy esta niebla que te rodea ?. Inocente, sin presagios en las manos, arrastrado por
el cauce de tu mirada, me hundo en tus aguas cenagosas. ¿Acaso eres esa esfinge en los
yermos territorios de mi corazón?. Te busco con cautela con este olor a pájaros muertos y
una corona de huesos de hespérides pero solo encuentro un puñado de cenizas. Sobrevuelo
Esa mano de neblina me guía hacia tus pasos. Soy una sombra que se desintegra, un ángel
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Yo merodeo tu alma, la lumbre de mi fuego, como los expedicionarios de las sombras que
arrojado al precipicio del silencio en busca del calor de tu mirada. He viajado de polizón en
el tren que lleva hacia la niebla en busca de tu abismo. Vivo en una noche poblada de
sé que tu olor es una epifanía, sé que toco el rostro del viento esperando encontrarme con
tus labios.
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ERNESTO NOBOA
brotarían las más trepidantes premoniciones. Para que encontrara los cerrojos de la noche,
espejos de neblina y esfinges con olor a sortilegio. Nadie sabía mejor que él que la vida es
este laberinto de penumbras. Nadie imaginaba que su poesía era un tren de lejanías. Nadie
sospechaba que su corazón era una efigie bicéfala abandonada en el valle de los
excomulgados.
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ARTURO BORJA
Ha llegado con una máscara de jade el poblador de las dimensiones anfibias de la muerte, el
bestiario. Alguien pregunta de qué sustancia está hecha su alma transparentada por oleajes
las dársenas del silencio donde alguien batalla contra legiones de espejismos o manufactura
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ANÍBAL NÚÑEZ
Es noviembre. Dices que el silencio tiene entrañas de vidrio. Recuerdo que eras el estafeta
de las penumbras y que estabas enamorado de la mujer que poseía ojos del color de los
solsticios. Había una puerta roja que conducía a una ciudad de cristal. La habitaba una
legión de ángeles bicéfalos que buscaban, en códices antiguos, el verdadero nombre de una
llamas que nos tiene atrapados en sus vagones, solo quedará en la noche el recuerdo de
nuestros gritos peregrinos. Es noviembre, mientras pinto un ángel bicéfalo, arrojo tus
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Pudo ser en un bosque de álamos nevados. Pudo ser tocando un clavecín embrujado o cerca
a la estación de un tren fantasma, donde Ian Curtis, con las manos desastradas de tanto
abordando un carruaje negro que lo lleva a un castillo de los Cárpatos. Ian Curtis, de quien
monasterio abandonado, cuando la noche era una flor naciendo entre las ruinas.
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ÁNGEL ESCOBAR
hermafrodita que se arranca los ojos, recuerda que eres un paisaje en ruinas, un grito que
recorre los pasillos embrujados de un castillo de Bolonia. Alguien escruta sus cicatrices,
busca mis escombros entre las esfinges. A sus ojos la oscuridad es una gárgola de niebla.
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al poema en una ciudad derruida. El silencio es un paisaje de cenizas que oculta sus
secretas mutaciones. Tampoco es prudente cerrar las ventanas para no ver a los leprosos
como una niña que se arranca los ojos. Todavía es tiempo de huir, de hacerse un collar con
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RODRIGO LIRA
Recorres los rincones del hospicio donde le escribías un poema a la impermanencia. Ese
mundo donde el olvido era un niño con cabeza de corneja. La memoria convirtiéndose en
Tu tacto amortajando el cadáver del otoño. Eres fango abyecto en un espejo abandonado.
Veo tu efigie cayendo en el vacío mientras buscas las cenizas de este grito.
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OLGA OROZCO
He exhibido la calavera del viento. He arrancado los ojos de la niebla para naufragar como
manuscritos. Junto al sepulcro donde la luna inhuma los huesos del ocaso. Soy un
entre tus llagas. Y lo he hecho respirando tu paganismo. Con el desasosiego del corazón,
que narra una pesadilla orbicular, como una niña con cabeza de paloma que acaba de
cortarse las venas mientras afuera todo tiende hacia la grieta y la ceniza.
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PABLO DE ROKHA
Hace falta estar frente al espejo del vacío, con las palmas de las manos ensangrentadas y
con los párpados pesando como plomo, para asimilar que la vida es un bosque hacinado de
penumbras. Hace falta mirarse en el espejo, recoger los fragmentos del pasado, hurgar a
fondo en las entrañas donde fuerzas antagónicas se disputan nuestro espíritu. Hace falta
escribir en un poema nuestro viaje por el inframundo y con las heridas abiertas, hacerse una
máscara mortuoria. Eso de vivir inmersos en la incertidumbre, nos conducirá a los arcanos
de nuestra sangre. Eso de peregrinar y no empalmar la memoria con los abismos interiores,
resquebrajará nuestro quietismo. Una y otra y otra vez, se tornan desestructurantes los
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