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Problemas y desafíos en el Perú actual

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Carreras para Gente que Trabaja

Material de trabajo de la semana 7

Indicaciones:
▪ Este material debe ser resuelto de manera individual.
▪ El trabajo debe ser enviado, a través de Canvas, a su docente en la fecha indicada.
▪ El trabajo enviado será calificado y forma parte de la nota de Participación.

Tema El Fujimorato 1990 – 2000: régimen político y social

A partir de los videos vistos, conteste las siguientes preguntas.

1. Explique cuál es el contexto en que es elegido presidente Alberto Fujimori.

Fujimori llega al gobierno en el año 1990, época de gran desprestigio de los partidos políticos, motivado
por la crisis política, económica, social y de seguridad por la que atravesaba el Perú en los años 80. El
país estaba en crisis, la gente culpaba a los políticos y querían alguno nuevo.

2. Explique qué se entiende por el autogolpe de Estado del 5 de abril de 1992 y cuáles fueron las
motivaciones.

El presidente Fujimori fue el que dio el golpe contra el congreso y el poder judicial. Principalmente, fue
motivado por una enemistad que venía creciendo entre el presidente y el congreso. Esta enemista
finalmente fue resuelta por el presidente Fujimori de manera autoritaria donde decide cerrar el
congreso y envía al ejercito al poder judicial. También interviene a algunos medios de comunicación y
otras instituciones. Dentro de las acciones que se tomaron para cerrar el congreso fueron:

• Reorganizaran Poder Judicial, Consejo de la Magistratura, Tribunal de Garantías


Constitucionales y Ministerio Público.
• Reestructuración de la Contraloría General de la Republica
• Modificación de la Constitución Política y Cambio estructural de los gobiernos regionales.

3. Explique los aspectos más saltantes de la Constitución de 1993.

A continuación se presenta los aspectos más resaltantes en la constitución de 1993:


o Permitió la reelección presidencial inmediata.
o Congreso unicameral (120 miembros).
o Reconoce nuevos derechos de participación ciudadana.
o En materia económica, iniciativa privada libre y se facilita la libre competencia.
o Las empresas públicas y privadas están sujetas a las mismas normas.
o El Estado puede ejercer actividad empresarial subsidiariamente y por ley expresa.
o La política monetaria es autónoma: El Banco Central de Reserva es autónomo de decisiones
políticas.
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4. Describa dos acontecimientos ocurridos durante el gobierno de Alberto Fujimori en donde hubo
violación de derechos humanos.

Entre los acontecimientos ocurridos durante el gobierno de Alberto Fujimori en donde hubo violación
de los derechos humanos tenemos:

• La matanza de Barrios Altos del 03/11/1991, en la cual fallecieron 17 personas que fueron
equivocadas a Sendero Luminoso.
• El caso llamado Santa que sucedió el 02/05/1992 en donde varios campesinos fallecieron por
obra del Grupo Colina.
• La matanza de la Cantuta el 18/07/1992 también bajo el mando del Grupo Colina donde
desaparecieron 9 estudiantes y 1 profesor.

Tema El Fujimorato 1990 – 2000: Régimen económico y corrupción

A partir de los videos vistos, conteste las siguientes preguntas.

1. Explique el contexto económico en que es elegido presidente Alberto Fujimori.

La situación económica del país era critica, debido a la hiperinflación (7649.6%), alto endeudamiento,
déficit fiscal y corrupción. La inflación es la elevación de los precios de los productos y dificulta el consumo
de la población. Esto influenciaba negativamente en el PBI. Véase el siguiente gráfico.

2. Explique en qué consistió el programa de estabilización económica aplicado por Fujimori.

El programa tenía como finalidad acabar con la hiperinflación (7649.6%) y consistía en retirar todos los
controles de precio, subir los precios y permitir que suban para que se ajusten a donde se suponía que
debían de estar naturalmente y no donde el estado lo estaba reteniendo artificialmente.
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3. A partir de lo explicado en los videos y la lectura del texto de Campodónico, explique en qué consistió
la reforma neoliberal del gobierno de Fujimori.

“En agosto de 1990, Alberto Fujimori ganó las elecciones con un programa que negaba la aplicación de un
shock de precios. Sin embargo, al poco tiempo de ganar las elecciones, cambió de política y aplicó un
programa típico de reducción de la demanda interna –que se conoció como ´fujishock´– para enfrentar la
hiperinflación. El diagnóstico básico del programa de estabilización era que los precios dependían de la oferta
monetaria: la inflación estaba determinada directamente por el enorme crecimiento de la cantidad de
dinero. Esta concepción tomó cuerpo en un shock aplicado para revertir los principales desequilibrios
macroeconómicos: déficit fiscal, baja presión tributaria, déficit de la balanza de pagos, hiperinflación y
desorden de los precios relativos. Dancourt y Mendoza nos dicen que vinculados con el mencionado
desequilibrio existían atrasos en los precios básicos de la economía: tipo de cambio y tarifas de los servicios
públicos (agua, electricidad, gasolina). Este shock vino acompañado por un programa de compensación social
para los sectores más pobres. Tuvo un impacto duro y devastador, generando condiciones de elevada anomia
social. Los programas sociales asistencialistas recién fueron creados dos años después, cuando la situación
había comenzado a mejorar.

En marzo de 1991, una vez estabilizada relativamente la economía, Fujimori puso en marcha el denominado
Programa de Ajuste Estructural (PAE), aplicación del Consenso de Washington. (…) Los PAE afirman que los
problemas de América Latina tienen un origen endógeno, vale decir que su causa radica en las políticas
intervencionistas del Estado en la economía bajo el modelo de Industrialización por Sustitución de
Importaciones (ISI). Por tanto, plantean una política integral que otorgue prioridad al mercado en la
asignación de los factores de producción. Así, los llamados diez mandamientos del Consenso de Washington
fueron:
1. Disciplina fiscal
2. Reorientación del gasto público
3. Reforma tributaria: se priorizan los impuestos indirectos (impuesto general a las ventas [IGV])
4. Liberalización financiera: apertura de la cuenta de capitales de la balanza de pagos
5. Tipos de cambio reales unificados y competitivos
6. Liberalización comercial: baja de aranceles
7. Apertura a la inversión extranjera directa (IEI)
8. Privatización de las empresas estatales
9. Desregulación
10. Mercados laborales flexibles

En consonancia con estos principios, los gobiernos latinoamericanos privatizaron las empresas estatales,
desregularon los mercados y abrieron las cuentas de capitales. Asimismo, se liberalizaron el tipo de cambio,
las tasas de interés y los mercados laborales, y se terminó con la reforma agraria.

Se crearon nuevas instituciones basadas en la libre competencia (Indecopi), se crearon las llamadas «islas de
eficiencia» -Comisión Nacional Supervisora de Empresas y Valores del Perú (CONASEV), SUNAT, PROMPERÚ,
PROMPEX, entre otras-, así como organismos reguladores para las políticas de precios de los servicios
públicos, casi todos basados en el enfoque de los costos marginales (electricidad y gas, Osinergmin; telefonía,
Osiptel; agua potable, Sunass).

La privatización
El escenario hiperinflacionario y recesivo que prevaleció en el Perú y en el resto de la región a fines de los
ochenta, legitimó un planteamiento fuertemente negativo sobre la pertinencia de la actividad empresarial
del Estado. Esto, unido a la caída de la Unión Soviética y al escenario de guerra interna, fue aprovechado para
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generar un consenso en torno a la privatización de empresas públicas como solución para la inflación, lo que
proporcionó elementos para una privatización sin mayor resistencia. Así, el presidente Fujimori inició la
reestructuración del Estado, dando curso a una importante transformación de las relaciones con la sociedad,
que a su vez condicionó los vínculos entre los distintos grupos sociales y actores políticos en el Perú.

La privatización constituyó un componente esencial del programa de reformas. El gobierno consideró que
era una herramienta a través de la cual el Estado dejaba en el sector privado la iniciativa empresarial, con el
fin de tornar eficiente la acción pública en aquellas áreas donde había perdido presencia en las últimas
décadas: educación, salud, seguridad y administración de justicia.

Por tanto, en el modelo correspondía al sector privado encargarse directamente de la actividad productiva y
constituirse en el motor del desarrollo del país. Así, la privatización no fue considerada como un fin en sí
misma, sino como un medio para reasignar los roles del Estado y el sector privado, a fin de conseguir una
mayor eficiencia en la asignación de recursos y en la producción de bienes y servicios. (…)

El dinero obtenido por el Estado gracias a la privatización no fue bien empleado. Casi un tercio de los ingresos
fue gastado en programas sociales asistencialistas a los sectores pobres, llamados también de “focalización”.
Esa ayuda social también fue funcional al desarrollo de un extenso clientelismo que subordinó las ilusiones
populares a los designios del poder político.

Un segundo tercio de los ingresos fue empleado en adquisiciones de bienes del extranjero, principalmente
en compra de armas. En estas compras el gobierno no cumplió con los procedimientos administrativos,
debido a la formación de una amplia red de corrupción. Cabe señalar, además, que buena parte del
armamento que se compró era obsoleto y de mala calidad y fue comprado a precios elevados pagando
enormes sobornos a funcionarios del gobierno peruano.

Finalmente, el último tercio de los ingresos sirvió para el pago de la deuda externa, sobre todo en los años
1999 y 2000, a los acreedores de la banca multilateral. Así, se logró “aliviar” la difícil situación del presupuesto
de la República, al no requerirse ingresos internos para atender el servicio de la deuda.

El dinero de la privatización utilizado para gastos sociales pudo mitigar los niveles de pobreza –con políticas
de corte populista–. No sucedió lo mismo con el dinero gastado en armas, como ya hemos visto, mientras
que el pago de la deuda externa puso menos presión a las cuentas fiscales. Así, la venta de los activos del
Estado produjo una ilusión poco duradera por definición, ya que estos solo pueden venderse una vez, por lo
que no generan ingresos sostenibles”. (Campodónico 2015: 189-195, 202-207 En: Zapata 2015)

La reforma neoliberal en materia económica: También, llamado los diez mandamientos del Consenso de
Washington y estas fueron:
• Disciplina fiscal.
• Reorientación del gasto público.
• Reforma tributaria: se priorizan los impuestos indirectos (impuesto general a las ventas [IGV]).
• Liberalización financiera: apertura de la cuenta de capitales de la balanza de pagos.
• Tipos de cambio reales unificados y competitivos.
• Liberalización comercial: baja de aranceles.
• Apertura a la inversión extranjera directa (IED): eliminación de los «requisitos de desempeño».
• Privatización de las empresas estatales.
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• Desregulación.
• Mercados laborales flexibles.”
Las reformas económicas, se mostró mediante la privatización de empresas públicas y la creación de
organismos reguladores.
Compañía Peruana de Teléfonos S.A Telefónica
Organismos reguladores:
• Osinergmin: Entidad reguladora de energía y minas
• Sunass: Superintendencia Nacional de Servicios de Saneamiento
• Ositran: Es el Organismo Supervisor de la Inversión en Infraestructura de Transporte de Uso
Público
• Osiptel: Organismo regulador de las telecomunicaciones.
• Indecopi: Institución Nacional de defensa de la competencia y de la protección de la propiedad
intelectual.

4. A partir de lo explicado en los videos y de la lectura del texto de Stéphanie Rousseau, explique los
factores permitieron el apoyo de las clases populares al gobierno de Fujimori.

«Tres factores explican el apoyo relativamente duradero que los sectores populares le brindaron a Fujimori
a lo largo de la década del 90. Estos pueden ser descritos como factores políticos, factores relacionados a la
identidad y factores materiales, incluyendo estas últimas dimensiones económicas y de seguridad. (…)
Fujimori propició una nueva fase de ruptura con la élite política asociada con el régimen democrático de la
década de 1980. Aun cuando los procesos fundamentales que han caracterizado la debilidad de la democracia
se mantuvieron, e incluso empeoraron –gobierno personalista, clientelismo, ausencia de frenos y
contrapesos institucionales, centralización del poder en manos del presidente–, la “independencia” política
de Fujimori y su habilidad para reconstruir un nuevo orden político, fueron bien recibidos por los sectores
populares que lo veían como una alternativa al estado de desesperación en el habían estado inmersos por
un tiempo.

El componente de identidad presente en el apoyo de los sectores populares estuvo relacionado con el alto
grado de identificación personal que una mayoría desarrolló frente a Fujimori. Como se ha mencionado
anteriormente, los sectores populares compartían con Fujimori su experiencia de discriminación vinculada a
su condición de hijo de inmigrantes japoneses, y sus antecedentes de clase popular. Fujimori también utilizó
referencias de la cultura popular en su lenguaje y en las imágenes de marketing que fue creando a través de
la utilización de ropa indígena en las diferentes regiones del Perú que visitaba y, por otro lado, bailando en
escenarios con bailarines de tecnocumbia (Degregori 2001). También se hizo famoso por visitar los pueblos
más remotos para inaugurar obras públicas, escuelas o puestos de salud. Ese contacto tan amplio del
presidente con los sectores populares no se había visto en anteriores políticos peruanos. Al mismo tiempo,
Fujimori jugó también con su origen asiático, el mismo que estaba asociado con el éxito en los negocios y en
las redes internacionales. Su llamado neopopulista para los sectores populares se anclaba en una peculiar
mezcla de referencias culturales que hacían eco en muchos peruanos y que los llevó a desarrollar un lazo
particularmente fuerte con el presidente.

Los componentes políticos y de identidad del apoyo de los sectores populares a Fujimori durante la mayor
parte de la década de 1990, probablemente no se hubieran mantenido por mucho tiempo sin los beneficios
materiales que recibieron las clases populares durante su gobierno. A pesar de la difícil situación económica
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en la que la mayoría de la población se mantuvo durante el gobierno de Fujimori, es importante tener en


cuenta el hecho de que su mandato se inició durante una crisis sin precedentes. De hecho, fueron tres los
principales logros, en particular, que los peruanos reconocieron como mejoras claves en su vida
socioeconómica. En primer lugar, en términos de seguridad, el gobierno logró avances impresionantes contra
los grupos insurgentes, como la detención de Abimael Guzmán, líder de Sendero Luminoso, pocos meses
después del autogolpe de abril de 1992. Si bien la violencia política siguió acosando a los peruanos a lo largo
de la década, como lo demostró por ejemplo la crisis de los rehenes instigada por el MRTA en la Embajada
del Japón en 1997, el número de ataques insurgentes en las principales ciudades del Perú y en la mayoría de
regiones se redujo drásticamente a partir de 1994, y Fujimori demandó y recibió un reconocimiento personal
por esta victoria.

Otros dos logros materiales relacionados con la seguridad fueron, en primer lugar, la mejora de la situación
macroeconómica en general, con una inflación estabilizada y el reinicio del crecimiento económico a
principios de 1990 y, en segundo lugar, las políticas sociales destinadas a beneficiar a los pobres, las mismas
que fueron aplicadas sobre todo después de 1993. Después de respaldarse en los programas de apoyo a la
emergencia que buscaron mitigar algunos de los impactos negativos de la adaptación inicial al shock que
tuvieron que enfrentar los sectores de bajos ingresos, el gobierno de Fujimori desarrolló una amplia gama de
programas de compensación social con el apoyo de fondos de la cooperación internacional. La centralización
de la mayoría de programas sociales bajo el paraguas del Ministerio de la Presidencia, controlado por
Fujimori, facilitó el vínculo directo entre el presidente y las personas beneficiarias. La política social estuvo
orientada por un enfoque de “reducción de la pobreza” en correspondencia con el marco dominante de los
organismos de crédito multilaterales a partir de los años 1990. Consistió en la entrega de beneficios a corto
plazo a través de los cuales los receptores de ayuda seguían dependiendo de la asistencia estatal. La política
del Estado no promovió el empleo sostenible, ni proporcionó recursos productivos o de formación técnica.
En cambio, los programas sociales clientelistas concordaban con la necesidad de Fujimori de ejercer el control
político directo sobre los sectores populares marginados, y de hecho una serie de trabajos han demostrado
que el gasto social aumentó de manera significativa en los meses previos a las campañas electorales
(Gonzáles de Olarte 1998, Cotler y Grompone 2000).

De esta manera, la política social no solo focalizó a los pobres de una manera paternalista, sino que también
se crearon relaciones clientelistas institucionalizadas entre los sectores populares y el Estado. En un contexto
en el que las organizaciones de los sectores populares ya estaban debilitadas y fragmentadas debido a los
años de violencia insurgente y contrainsurgente en las barriadas y zonas rurales, el ingreso masivo de las
agencias estatales al ámbito de las necesidades básicas debilitó aún más su capacidad de autonomía. El
presidente se benefició directamente de las nuevas redes clientelistas dada la concentración de recursos en
el Ministerio de la Presidencia, que controlaba la mayoría de tales programas, al menos hasta 1996, cuando
se creó el Ministerio de Promoción de la Mujer y del Desarrollo Humano (PROMUDEH). (…) El PROMUDEH
prosiguió con la estrategia del gobierno de focalizar a los sectores populares con la entrega de bienes que
eran esenciales para la supervivencia cotidiana de la población, ya que no tenían otra alternativa.

Esta descripción del apoyo brindado por las clases populares al gobierno de Fujimori corrobora la afirmación
de que este último representaba un nuevo tipo de régimen populista que continuaba con las tendencias de
representación política y de gobernanza que caracterizaron a la política latinoamericana al menos durante la
segunda mitad del siglo XX. Fujimori exhibió varios de los rasgos asociados con los gobiernos populistas del
pasado, tales como el liderazgo personalista, la movilización de un apoyo de masas heterogéneas
concentrado en las clases populares, y débiles canales intermediarios de representación entre el líder y sus
seguidores.» (Rousseau 2012: 90-94)

El neopopulismo fujimorista, representa la popularidad de Fujimori por parte de la población. A continuación,


menciono los factores que permitieron el apoyo de las clases populares al gobierno de Fujimori:
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• Fujimori llego a los lugares donde ningún otro presidente había llegado antes.
• Realizaba muchas obras públicas.
• Llevaba víveres, computadoras.
• Realizo muchas carreteras.
• La gente lo sentía cercano como uno de ellos.

5. A partir de los videos revisados y la lectura del texto de Alfonso, describa dos situaciones ocurridas
durante el gobierno de Fujimori donde sea posible identificar prácticas de corrupción.

“Montesinos y Fujimori celebraban, bajo un manto de secreto, algunas ocasiones especiales en compañía de
amigos y asociados íntimos. Los reporteros de prensa quedaban excluidos de estos acontecimientos, un
indicador simbólico de los lazos poco transparentes entre el poder ilimitado y sus colaboradores encubiertos.
Estas reuniones quedaron registradas solamente en las fotografías y videos del servicio de inteligencia. En el
quincuagésimo tercer cumpleaños de Montesinos, el 20 de mayo de 1998, había bastante que celebrar en
las lúgubres habitaciones y corredores del SIN. El régimen estaba consolidado en el poder, la maquinaria
corrupta venía operando con pocos problemas y la campaña para la segunda reelección de Fujimori
marchaba viento en popa. A la extraña reunión festiva acudió un grupo selecto de parlamentarios, ministros,
generales de las fuerzas armadas y de la policía, jueces, fiscales y empresarios. Esta y otras celebraciones
secretas eran una muestra representativa de las vastas redes y ramas de corruptela en la década de 1990.

Las redes de corrupción tenían, al centro, la íntima e intrincada alianza entre Fujimori y Montesinos. El
primero se ocupaba fundamentalmente de la política y actuaba como imagen mediática populista; y el
segundo negociaba secretamente con el alto comando militar y reunía fondos ilegales en medio de múltiples
otras tareas de inteligencia desde el SIN, su cuartel general de espionaje. Durante la fase final del régimen
de Fujimori, Montesinos mantenía enlaces con casi todas las ramas de la estructura de corruptela que
controlaba el poder, manipulaba la información pública, saboteaba a la oposición y daba el mal ejemplo a los
rangos inferiores de funcionarios y a la sociedad en general. El tamaño, alcance y composición de esta red
fueron asombrosos (...).

Fujimori contaba con un núcleo interno de parientes a cargo de los intereses familiares que giraban alrededor
de su poderoso cargo. Víctor Aritomi Shinto, casado con Rosa, hermana de Fujimori, fue nombrado
embajador del Perú en Japón en 1991, un puesto clave que mantuvo hasta los últimos días del régimen.
Hábilmente, Fujimori y Aritomi utilizaron la nacionalidad japonesa, que podía otorgarles protección e
impunidad. Entre otras varias operaciones, Aritomi usó su inmunidad diplomática para transportar con
regularidad los ingresos ilícitos de Fujimori al Japón, en montos manejables como para lavarlos sin dejar
huellas evidentes. Además, la secretaria personal de Fujimori hizo transferencias bancarias a Aritomi de los
fondos ilegales que el presidente recibía en el Perú. Aritomi también solicitó donaciones y fondos de socorro
humanitario que se canalizaron a la familia Fujimori.

Además, el poder y la influencia corruptora ejercida por Montesinos en el poder judicial se hicieron casi
absolutos después de 1992. Los jueces de la Corte Suprema y de los juzgados superiores y provinciales
conformaron una red de prevaricación y cohecho que otorgaba decisiones y sentencias a favor de intereses
privados y políticos protegidos por Montesinos. Un aliado principal de Montesinos en la Corte Suprema fue
el juez Alejandro Rodríguez Medrano, quien convocaba a otros jueces para presionarles a dictaminar según
lo requerido por el asesor presidencial. En un caso particularmente vergonzoso, Montesinos le entregó al
presidente de la Corte Suprema el borrador de una resolución favorable a la apelación de Fujimori para
postular a la presidencia del país por tercera vez, no obstante los impedimentos constitucionales. El juez en
cuestión y los miembros de la sala constitucional de la Corte Suprema se reunieron con Montesinos en el SIN
para tratar sobre dicha resolución, que luego aprobaron oficialmente.
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Desde su supuesta reforma en 1992, todo el sistema judicial estaba plagado de «innovaciones»
institucionales que servían como incentivo para los jueces mediocres y corruptos, y como castigo para los
honrados. Aproximadamente cincuenta jueces de cortes superiores y provinciales colaboraron en la red
judicial de Montesinos. En otro caso notorio, Blanca Nélida Colán, la fiscal de la Nación y cabeza del Ministerio
Público, desestimó diversas acusaciones formales contra Montesinos. Durante su larga permanencia en el
cargo (1992-2001), la fiscal accedió a una vida de considerable lujo que luego no pudo justificar al ser
encausada judicialmente.

El soborno de las autoridades electorales para que llevaran a cabo el fraude fue particularmente escandaloso.
En diciembre de 1999, José Portillo, el jefe de la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE), y
aproximadamente cuarenta asociados vinculados a los congresistas Absalón Vásquez y María Jesús Espinoza
falsificaron parte de las miles de firmas necesarias para la inscripción de Perú 2000, el rebautizado
movimiento político de Fujimori. El fraude fue expuesto por informes de investigación publicados en El
Comercio. Para la falsificación se usaron padrones confidenciales de votantes de elecciones anteriores.
Además, un aparato sofisticado de espionaje telefónico masivo, que suministraba información directamente
a Montesinos, fue instalado en la sede central de la ONPE. Portillo, así como Alipio Montes de Oca, el jefe del
Jurado Nacional de Elecciones (JNE), visitaban a Montesinos en el SIN regularmente. Invariablemente, el JNE
rechazaba todas las quejas legales presentadas contra las maniobras reeleccionistas e inconstitucionales de
Fujimori.(…)

Varios representantes elegidos por la oposición en el Congreso fueron sobornados por Montesinos para que
cambiaran de bando en cuestiones claves, suministraran información confidencial acerca de los partidos de
oposición o apoyaran en secreto a la bancada fujimorista en las votaciones. Este tipo de soborno se había
venido dando desde por lo menos 1992, pero se intensificó después de las elecciones de 2000 porque la
bancada fujimorista ya no tenía la mayoría. Los congresistas sobornados asistían a reuniones individuales y
secretas con Montesinos en el SIN para concertar los pagos. Algunos recibieron dinero directamente de
manos del asesor. Cada congresista tránsfuga tenía su precio. El más notorio fue el caso de Alberto Kouri,
quien recibió 60.000 dólares para cambiar su lealtad partidaria inmediatamente después de las elecciones
de 2000.

La investigación sobre las actividades de otro de los congresistas tránsfugas, Jorge Polack, resulta bastante
reveladora de los tratos realizados entre Montesinos y los dueños de medios de comunicación con el objetivo
de manipular la opinión pública. Polack —el acaudalado propietario de Radio Libertad, una radioemisora e
instrumento valioso de su propia campaña electoral— había sido elegido al Congreso en el año 2000 como
integrante del partido de oposición Solidaridad Nacional. Polack fue acusado de recibir cerca de medio millón
de dólares de Montesinos. Al parecer, este habría sido el soborno más grande dado a un congresista
tránsfuga. Además, en agosto de 2000, la red radial de Polack habría recibido pagos por 118.000 dólares de
tres compañías bajo el control de Montesinos y sus agentes para que emitiera avisos políticos. Polack,
asimismo, fue sindicado por colaborar con uno de los agentes confidenciales del asesor presidencial que
estaba a cargo de los equipos de vigilancia telefónica. No obstante, Polack sería solo la punta del viciado
témpano mediático.

Los magnates de los medios de comunicación de masas fueron los mejor pagados por Montesinos, debido a
su papel estratégico en la información pública. Dado que solo una parte menor de la población accedía a los
medios impresos, el jefe de espías puso conscientemente la mira en la emisión televisiva como el medio de
comunicación más influyente para sus fines. Los medios de comunicación no fueron censurados ni
controlados directamente por el gobierno. Esta engañosa «libertad» de expresión y de prensa fue la
cobertura para incesantes y bien orquestadas campañas mediáticas que apoyaban el «autoritarismo
electoral» de Fujimori. El soborno de los magnates y celebridades mediáticas a cambio del respaldo político
a Fujimori y de lanzar campañas de difamación contra la oposición fue una de las formas más perniciosas de
corrupción que manejaron las altas jerarquías del gobierno.
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Los participantes más notorios en la corrupción de los medios fueron José Francisco y José Enrique Crousillat,
padre e hijo entonces propietarios de América Televisión, canal 4. Dicha estación televisiva ofrecía programas
parcializados, conducidos por Laura Bozzo, la anfitriona de denigrantes reality shows, y otros presentadores.
Los Crousillat le vendieron la línea editorial de su emisora a Montesinos, desde por lo menos 1997, en cerca
de 600.000 dólares mensuales. Montesinos arregló el refinanciamiento de la deuda de siete millones de
dólares que los Crousillat tenían con el Banco Wiese y garantizó el pago de seis millones de dólares a los
Crousillat, a través de la Caja de Pensiones Militar Policial-Banco de Comercio, que se encontraba bajo control
financiero de agentes montesinistas. Los Crousillat amasaron fortunas personales de aproximadamente cinco
millones de dólares en bienes raíces y en cuentas offshore en el Caribe y en Panamá.

Montesinos aludía a este grupo de magnates mediáticos como el «equipo». Un video grabado en 1999
mostró a Ernesto Schütz, presidente del directorio de Panamericana Televisión, canal 5, negociando con
Montesinos por más de 12 millones de dólares para que vendiera su línea editorial y atacara a la oposición.
Schütz tuvo que contentarse con 1,5 millones de dólares al mes por un total de 9 millones. Los hermanos
Samuel y Mendel Winter tal vez recibieron menos por la venta de su contenido editorial, pero quedaron
agradecidos, pues lograron apropiarse del canal 2 en 1996, gracias a la persecución contra Baruch Ivcher, el
principal accionista. Ivcher se vio obligado a exiliarse y fue privado de su ciudadanía peruana después de que
le retirase su respaldo a Fujimori y emitiera informes reveladores sobre la tortura y el espionaje telefónico.
Genaro Delgado Parker, un importante accionista de canal 13 que tenía crónicos problemas legales, le
prometió a Montesinos que despediría al periodista independiente César Hildebrandt a cambio de una
sentencia favorable en una disputa por la propiedad de acciones del canal.(…)

La prensa amarilla, a la cual se conocía colectivamente como la «prensa chicha», atendía a las masas mal
informadas. Los propietarios y editores de estos pasquines mostraban gran imaginación en propagar insultos
estrambóticos, desinformación y manipulación sociopolítica. Los más exitosos en este tipo de periodismo y
sus campañas «psicosociales» fueron los hermanos Alex y Moisés Wolfenson (este último un congresista
fujimorista elegido en 2000), editores de El Chino. Otros propietarios de periódicos chicha como Rubén
Gamarra (La Yuca) y José Olaya (El Tío) fueron sindicados por recibir cuantiosos subsidios impropios en 1999.
Augusto Bresani, un periodista cercano al SIN, trabajó con Montesinos y el publicista Daniel Borobio en la
transmisión tanto de titulares como de dinero a los editores de la prensa chicha. Bresani no solo recibía
dinero de Montesinos sino también, a partir de 1997, de importantes corporaciones privadas decididas a
prestar respaldo a Fujimori y sus campañas sucias. Entre los principales contribuyentes de la prensa chicha
figuraron compañías extranjeras y grupos empresariales nacionales. En marzo y abril de 1998, la prensa
chicha lanzó una virulenta campaña de difamación contra prominentes periodistas independientes que iban
descubriendo los aspectos más escabrosos del régimen, en particular aquellos que publicaban informes
acerca de las fechorías de oficiales militares y de inteligencia en La República, entre ellos Fernando
Rospigliosi, Ángel Páez y Edmundo Cruz. La manipulación de la prensa amarilla, complementada con
amenazas de muerte y acusaciones de traición, representaba una censura ex post facto que caía
pesadamente sobre los periodistas más honrados. (Quiroz 2013: 466-483, 495-505)

Debemos de entender que la corrupción es el abuso de los puestos o recursos públicos o el uso de formas
ilegítimas de influencia política por integrantes de los sectores público y privado. A continuación,
procederé a describir dos situaciones ocurridas durante el gobierno de Fujimori donde sea identifica
prácticas de corrupción:

1. El desfalco a la caja militar: Durante el gobierno de Fujimori se enquisto una mafia que desmantelo
la institución pensionaria.
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2. La “Operación Siberia”: El tráfico de armas del ejército peruano a las FARC

Dentro de las publicaciones encontradas en el diario la Republica se muestra los siguientes titulares:

De Perú a Colombia
llevan armas, traen cocaína
Comandante de la fuerza aérea colombiana denuncia:

• Armamento sale de la selva peruana en aviones pequeños


• Fusiles son para las guerrillas de las FARC

Perú compro las armas


• Afirma que la venta fue legal, oficial y puede probarlo
• Dice que gobierno no controlo desvío ilegal de armamento por los militares a las guerrillas
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6. Describa, con sus propias palabras, el proceso de la caída de Alberto Fujimori.

Con la difusión de los “vladivideos” se dio la caída de Alberto Fujimori y el primero en difundirse fue el
video Kouri – Montesinos (setiembre 2000): En donde se mostraba al congresista recibiendo dinero para
cambiarse de bancada de Perú Posible al partido del oficialismo. Esto era muestra de cómo el gobierno
compraba a los congresistas de oposición.

Bibliografía
Quiroz, A. (2013). Historia de la corrupción en el Perú. Lima: Instituto de Estudios Peruanos / Instituto de
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Rousseau, S. (2012). Mujeres y ciudadanía: las paradojas del neopopulismo en el Perú de los noventa. Lima:
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Zapata, A. (Coord.) (2015). Perú: la búsqueda de la democracia 1960-2010. Tomo 5. Madrid: Fundación
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