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1 de Juan: 5

Juan puso mucho énfasis en amar, pero también nos dice que solo
amando a los demás no es señal de ser nacidos de Dios, hay que
CREER, que Jesús es Cristo, poniendo nuestra confianza en él y en
su obra salvadora, y el efecto de ser nacidos de Dios es que
amaremos a nuestros hermanos, aparte de ello, demostramos que
amamos verdaderamente a Dios, cuando guardamos sus
mandamientos. También nos aclara que ser hijos de Dios es ser más
que vencedores, la clave para la victoria es la fe, es creer, una fe
constante y permanente, depender y confiar en Jesucristo. Juan
deja en claro nuevamente que el Jesús del que hablamos, es un
Jesús real que vino en carne y hueso, y que de eso da testimonio la
trinidad, cuando creemos en Jesús, recibimos el Espíritu Santo
como una confirmación interna de nuestra posición ante Dios,
porque el Espíritu da testimonio a nuestro espíritu de que somos
hijos de Dios. El mensaje esencial de Dios a los hombres es que, si
tenemos a Cristo, tenemos vida, él nos ha dado esto como un regalo,
si es que creemos, Confiar en él también implica que cuando pidamos
algo en oración, lo hagamos conforme a su voluntad, porque
confiamos que su voluntad es perfecta, buena y agradable, que lo
que él hace es para nuestro bien, y si hacemos nuestras oraciones
en confianza basado a su voluntad, él lo hara. El nacer de Dios
también lleva consigo tener la protección de Dios, la certeza de que
el maligno no puede tocarnos. En conclusión, Juan nos habla sobre
nuestra comunión y que Jesús es quien nos dará entendimiento en
toda cosa, y finaliza con que no idolatremos a nada ni nadie, nuestro
primer lugar siempre debe ser Dios.

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