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Tema: MARIA, UNA MUJER ESCOGIDA POR

DIOS PARA SER MADRE


Lucas 1:26-38
Introducción

La mujer que en su vida tiene la oportunidad de ser madre goza


de un gran privilegio. De importancia crucial es, pues, que la
mujer sea consciente de que el privilegio y el honor de dar la vida
a otro ser humano provienen directamente de Dios.

La Biblia distingue a muchas mujeres valientes, capacitadas,


generosas, humildes, abnegadas y de fe. Entre todas ellas
resalta a María. Si bien nosotros no la idolatramos, ni le damos
culto, ni adoración, reconocemos que Dios puso los ojos en ella
para cumplir el más grandioso de los planes jamás ideados por
Él: la redención de la raza humana.

“María dijo: He aquí la sierva del Señor, hágase conmigo


conforme a tu palabra… Engrandece mi alma al Señor; y mi
espíritu se regocija en Dios mi Salvador. Porque ha mirado la
bajeza de su sierva; pues he aquí, desde ahora me dirán
bienaventurada todas las generaciones. Porque me ha hecho
grandes cosas el Poderoso; Santo es su nombre, y su
misericordia es de generación a los que le temen”, Lucas 1:38,
46-50.

Aquella doncella hebrea reunía cualidades hermosas que


hicieron que Dios se fijara en ella para llevar a cabo el gran
misterio de la encarnación de Jesús. Cualidades resaltantes en
María:

1) Su humildad y su disposición para el servicio; 2) su fe y


piedad; 3) su capacidad para guardar secretos; 4) y su fidelidad.

1.- María, una mujer humilde

La sociedad actual está caracterizada por el aumento vertiginoso


de los embarazos frutos del sexo prematrimonial. Hoy día, el
caso de María hubiese sido “uno entre tantos”. Sin embargo, el
embarazo de las jóvenes solteras pone abruptamente el punto
final a la infancia y a la inocencia, para marcar el inicio de las
responsabilidades de una mujer.

María, nunca había conocido varón y, en su tiempo, quedarse


embarazada fuera del matrimonio era considerado como un delito
digno de muerte, llevando en su seno lo que parecería el fruto de
la fornicación, y más al estar desposada con José. No obstante,
son hermosas las palabras que pronunció, cuando recibió el
mensaje del ángel Gabriel: “He aquí la sierva del Señor; hágase
conmigo conforme a tu palabra”(Lucas 1:38).

Para desempeñar la función de madre, es necesario que la mujer


entienda que ella es una sierva del Señor. Sin duda, es triste
cuando un hijo es menospreciado, pero también es de lamentar
cuando una madre lo idolatra. La madre ha de pedirle al Señor
sabiduría, madurez y fortaleza para cumplir lo mejor posible con
dicha responsabilidad.

Cuando recibió la noticia de que quedaría embarazada, María le


pidió a Dios que todas las cosas se encaminaran según su
Palabra. Definitivamente, criar a nuestros hijos bajo la guía divina
es la mejor herencia que podemos dejarles.

2.- María, una mujer de fe y de piedad

Confiaba totalmente en Dios, y aceptó el reto de llevar en su seno


al Creador. María entendió que ser la madre del Mesías le haría
una mujer bienaventurada entre todas las generaciones (Lucas
1:48). Cuando una mujer no ve como una bendición el tener un
hijo, será incapaz de cumplir con su deber maternal, siempre verá
al niño como un estorbo, como un enemigo que le roba su tiempo
y espacio.

En ciertas circunstancias, la rebeldía de los jóvenes se explica


por el hecho de que nunca han conocido el calor de una madre.
Al haber derrumbado los pilares de la familia, esos niños han
tenido una casa y han compartido un mismo techo con sus
progenitores, pero nunca fue un hogar para ellos, nunca
experimentaron el amor. ¿Sabía usted que se ha probado
científicamente que desde el vientre de la madre, el hijo percibe
los sentimientos y las emociones?

3.- María, una mujer de confianza

“Y su madre guardaba todas estas cosas en su corazón” (Lucas


2:51). Ella supo guardar en secreto todo lo que el ángel le había
revelado con respecto a Jesús y su misión mesiánica antes de
que naciera.

Cuando María y José llevaron a Jesús al templo, para que fuera


circuncidado, Simeón le profetizó:“Y una espada traspasará tu
misma alma” (Lucas 2:35). María, como madre, sabía lo que

pasaría con Jesús y, seguramente, sentía tristeza al pensarlo. Sin


embargo, nunca permitió que sus sentimientos maternales
interfirieran en el plan de Dios.

En las bodas de Caná fue a Jesús como una madre que ve las
capacidades y los talentos de su hijo. María puso toda su
confianza en Jesús, sabiendo que era capaz de ayudarla, y que
sabría hacer lo correcto. Ella dijo a los siervos que atendían a los
comensales de la boda: “Haced todo lo que os dijere”(Juan 2:5).

María le había inculcado principios morales sólidos, y sabía que


Él no dañaría nunca su testimonio ni tampoco traería la deshonra
a su casa. Es menester entender que los principios y los valores
fundamentales de la vida se enseñan principalmente en el hogar,
no en la Iglesia ni en la escuela.

4.- María, una mujer fiel

“Estaban junto a la cruz de Jesús su madre, y la hermana de su


madre, María mujer de Cleofas, y María Magdalena” (Juan
19:25). En medio de tanto dolor y sufrimiento, la madre de Jesús
estaba al pie de la cruz. El apóstol Juan no visualizó a María
como una mediadora en el plan de la redención, sino que le
prestó atención a la entrañable relación filial que existía entre
ambos.

Jesús sabía por qué estaba muriendo en la cruz; pero también


era consciente de su responsabilidad filial. Dice la Biblia: “Cuando
vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien Él amaba, que
estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo. Después

dijo al discípulo: He ahí tu madre. Y desde aquella hora el


discípulo la recibió en su casa”(Juan 19:26-27).

Conclusión

Es menester aprender a valorar a las que son nuestras madres.


Cristo supo valorar a la suya hasta su partida de esta tierra. El
Maestro, una y otra vez, nos ha dejado trazadas sus huellas para
que las sigamos. María es una fuente de inspiración para todos
nosotros: estuvo al pie de la cruz, cuando todos los amigos y los
discípulos de Jesús lo habían abandonado. María fue una mujer
valiente, fiel, dispuesta, reservada, llena de fe y de piedad.
Imitémosla en esas cualidades tan hermosas.

La mujer que en su vida tiene la oportunidad de ser madre goza


de un gran privilegio. Ser madre no significa estar cargando un
bulto o un objeto cualquiera en su seno, sino abrigar a un ser
viviente, el cual permitirá que perdure la raza humana. De
importancia crucial es, pues, que la mujer sea consciente de que
el privilegio y el honor de dar la vida a otro ser humano provienen
directamente de Dios.

Por desgracia, hay mujeres que no valorizan el don divino de ser


madres, y como no lo hacen, el hijo viene a convertirse para ellas
en una carga, en algo molestoso, de lo cual pueden disponer a su
antojo, y hasta decidir la vida o la muerte sobre él. Para
desempeñar la función de madre, es menester que la mujer
entienda que ante todas las cosas, ella es una sierva del Señor.
Sin duda, es triste cuando un hijo es menospreciado, pero
también es de lamentar cuando una madre lo idolatra.

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