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Módulo 1 - Lectura 3
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Transmisión de la herencia
Es muy común que los herederos de una persona se pregunten, ¿cuándo se abre la sucesión? ¿A partir de qué momento puedo o debo
tomar decisiones respecto de los bienes? En el caso que venimos analizando los herederos de María se preguntarían: “Murió mamá, ¿y
ahora?”. Entonces es fundamental transmitirles tranquilidad y explicarles algunas cuestiones.
Video conceptual
Referencias
LECCIÓN 1 de 3
El art. 2277 expresa “la muerte real o presunta de una persona causa la apertura de su sucesión y la transmisión de
su herencia a las personas llamadas a sucederle por el testamento o por la ley (…)”1.
Este artículo tiene especial importancia, ya que consagra tres principios generales del derecho hereditario, la
muerte:
Como la ley no quiere que la herencia quede vacante, estatuye que la transmisión se opera en el momento de la
muerte; la herencia se adquiere ipso iure al momento de la apertura de la sucesión. Pero como tampoco se impone
la aceptación, se condiciona esa transmisión a que sea aceptada.
En el fenómeno sucesorio, hasta la adquisición definitiva de la herencia, podemos indicar ciertos momentos,
algunos de los que coinciden cronológicamente. Tales momentos tienen vigencia siempre que el heredero adquiera
de manera definitiva la herencia por medio de la aceptación. Si ello no sucede, se considera que estos momentos no
han existido.
[1] Art. 2277. Ley 26.944. (2014), Libro Quinto, Título I. Código Civil y Comercial de la Nación.
Fuente: Elaboración propia
Detallados tales momentos, es necesario precisar que en nuestro derecho —en principio— no se produce la herencia
yacente. Esta se configura en aquellos ordenamientos jurídicos en los que la herencia se adquiere mediante
aceptación y, por lo tanto, existe un período de tiempo que va desde la apertura de la sucesión hasta la aceptación,
durante el que la herencia carece de titular actual. En cambio, en los ordenamientos jurídicos —como el nuestro— la
herencia se adquiere ipso iure (esto es de pleno derecho) al momento de la apertura de la sucesión. Sin embargo, la
regla no es absoluta, pues existen algunos supuestos excepcionales que se producen por la vacancia actual de la
titularidad hereditaria o por el estado de hecho de incertidumbre sobre la identidad del heredero, a saber:
el heredero instituido bajo condición suspensiva: no tiene vocación actual durante el tiempo que
transcurre desde la muerte del causante y hasta el cumplimiento de la condición, período en el que la
herencia no pertenece al causante ni al instituido bajo condición.
Cuando no hay herederos testamentarios o legítimos o los existentes han renunciado a la herencia y
corresponde iniciar el trámite de vacancia a favor del fisco.
Transmisor:
–
es el causante, que debe ser una persona física, pues el derecho de familia estudia las relaciones entre personas físicas —en nuestro
caso práctico María—.
Receptor:
–
herederos y legatarios. Los hijos de María, su cónyuge y su amiga Cristina.
Objeto:
–
son todos los derechos transmisibles. Los no transmisibles no forman parte del caudal relicto (que son los bienes del causante al
momento de morir). Los derechos extrapatrimoniales se extinguen con la muerte de su titular, mientras que los derechos patrimoniales
—en principio— se transmiten a los herederos, pues hay derechos inherentes al patrimonio que no son susceptibles de transmisión.
Título o causa:
–
esta trasmisión de derechos se opera en virtud de la ley (lo que da origen a la sucesión legítima, ab intestado o intestada) o por un
llamado hecho por el causante por medio de un testamento (lo que da origen a la sucesión testamentaria). En el caso bajo
análisis la sucesión de María es en parte testada y en parte deferida por la ley.
La muerte real o presunta es el hecho jurídico que causa de manera simultánea la apertura de la sucesión de la
persona fallecida y la transmisión de la herencia a los llamados a recibirla por ley o por testamento. Una vez
sucedida la muerte, la ley o la voluntad del causante producirán el llamamiento a una o más personas para que
reciban la herencia.
La muerte real se produce con el fallecimiento de una persona, mientras que la muerte presunta procede en el
supuesto de ausencia de una persona sin que se tenga noticias de ella durante el tiempo establecido por la ley. En
este supuesto, se requiere que sea declarada por el juez.
La determinación del momento preciso de la muerte puede tener gran trascendencia en materia hereditaria si entre
quienes mueren, casi al mismo momento, existen derechos sucesorios.
Supuesto de conmoriencia
Se refiere al caso en que dos o más personas que tienen derechos hereditarios entre sí fallecen en un mismo
desastre o acontecimiento (terremoto, incendio, etc.) o en cualquier otra circunstancia (p. ej.: dos personas fallecen
en lugares diferentes sin poder determinarse quién murió primero).
El Código Civil y Comercial, en su art. 95, presume la contemporaneidad de los fallecimientos; esto es, que se
considera que todas murieron en el mismo instante si no es posible precisar quién falleció primero; en
consecuencia, no se puede alegar transmisión alguna de derechos entre ellos.
Ilustremos con un ejemplo, si María y su esposo, Juan, hubieran fallecido en el mismo accidente de tránsito sin que
pudiera determinarse quién falleció primero. En ese supuesto, en virtud del art. 95 del CCCN se recurriría a la ficción
de que murieron en el mismo momento.
Nuestro Código, en el capítulo 7 del título 1 del libro primero, regula lo relativo a la presunción de fallecimiento. Tal
presunción procede cuando una persona se ausenta de su domicilio sin que se tenga noticia de ella por el término
de tres años. El plazo se cuenta desde la fecha que se tuvo la última noticia del ausente.
En este caso, la declaración judicial del fallecimiento presunto se asimila a la muerte comprobada. La sentencia
debe contener el día presuntivo de la muerte y, si es posible, la hora; de lo contrario, se tiene por sucedida la
expiración ese día.
La determinación de dicho día tiene gran importancia, ya que la sucesión se considera abierta en ese momento y
determinará quiénes tienen vocación y delación hereditarias.
Respecto a la entrega de los bienes a los herederos y legatarios, el art. 91 del Código Civil y Comercial señala que
recibirán los bienes del declarado presuntamente fallecido, previa formación de inventario. Asimismo, se dispone
que el dominio debe inscribirse en el registro correspondiente con la prenotación del caso. Entre sus facultades,
pueden hacer la partición de los bienes, pero no enajenarlos ni gravarlos sin autorización judicial.
Si una vez entregados los bienes se presenta el ausente o se tiene noticia cierta de su existencia queda sin efecto la
declaración de fallecimiento, procediéndose a la devolución de tales bienes a petición del interesado.
Por su parte, el art. 92 preceptúa que la prenotación queda sin efecto luego de transcurridos cinco años desde la
fecha presuntiva del fallecimiento u ochenta años desde el nacimiento de la persona. Desde ese momento, puede
disponerse libremente de los bienes y si sucediera que el ausente reaparece, este podrá reclamar:
[2] Art. 92. Ley 26.944. (2014). Libro Primero, Título I. Código Civil y Comercial de la Nación.
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Delación de la herencia
La delación supone un llamamiento concreto a determinados herederos y efectivo porque con esta se adquiere la
herencia, en virtud de que los llamados carecen de obstáculos para adquirirla.
Es importante distinguir la delación de la figura de la vocación. Esta última es un llamamiento a todos los posibles
herederos, efectuado por la ley o la voluntad del difunto. Dentro de este llamamiento pueden existir herederos
llamados subsidiariamente o afectados por alguna inhabilidad o ser indignos; por lo tanto, la delación presupone la
vocación.
En nuestro derecho, desde la delación hay heredero, con la salvedad de que puede dejar de serlo si renuncia a la
herencia, pues se trata de un adquirente provisional. De allí, que la delación y la adquisición provisional se producen
siempre en el mismo instante.
En conclusión, se adquiere provisionalmente la herencia como consecuencia del llamamiento concreto y efectivo,
que es la delación. Tal adquisición no requiere la intervención de la voluntad del tercero.
Nuestro Código recepta el sistema de la adquisición ipso iure de la herencia. En consecuencia, el heredero a quien
se ha deferido la herencia se hace titular de ella desde el momento de la apertura de la sucesión. Es decir, entre la
apertura de la sucesión y la adquisición no media intervalo de tiempo alguno. Así lo determina el art. 2280 del
Código Civil y Comercial, cuando prescribe que “desde la muerte del causante, los herederos tienen todos los
derechos y acciones de aquél de manera indivisa, con excepción de los que no son transmisibles por sucesión (…)”3.
Como ya mencionamos, se trata de una adquisición provisional, pues el heredero tiene la facultad de renunciar a la
herencia, lo que tendrá efecto retroactivo y, por lo tanto, se considerará que nunca ha sido heredero. Asimismo,
puede consolidar su adquisición por medio de la aceptación de la herencia, hecho que constituiría la aceptación
[3] Art. 2280, Ley 26.944. (2014). Libro Quinto, Título I. Código Civil y Comercial de la Nación.
[4] Art.2293, Ley 26.944. (2014). Libro Quinto, Título II. Código Civil y Comercial de la Nación.
Efectos de la transmisión
en ese momento debe verificarse el requisito de la existencia del sucesor y su habilidad para
suceder5. La indignidad para suceder también se entiende referida al momento del fallecimiento.
A partir de allí, los herederos pueden aceptar o repudiar la herencia. Comienza a correr el plazo de
veinte años para aceptarla o repudiarla8.
A ese instante se retrotrae el efecto declarativo de la partición9.
La ley que rige la sucesión es la vigente al tiempo del fallecimiento del causante, correspondiente a
su último domicilio10.
La competencia: juez del último domicilio al producirse el fallecimiento —fuero de atracción—. En caso
de un heredero único, las acciones personales de los acreedores del causante pueden dirigirse, a su
opción, ante el juez del último domicilio del causante o ante el que corresponda al domicilio del
heredero único.
[5] Art.2279, Ley 26.944. (2014). Libro Quinto, Título I. Código Civil y Comercial de la Nación.
[6] Art.2279, Ley 26.944. (2014). Libro Quinto, Título I. Código Civil y Comercial de la Nación.
[7] Art.2337, Ley 26.944. (2014). Libro Quinto, Título VII. Código Civil y Comercial de la Nación.
[8] Arts.2287 y 2289, Ley 26.944. (2014). Libro Quinto, Título II. Código Civil y Comercial de la Nación.
[9] Art.2403, Ley 26.944. (2014). Libro Quinto, Título III. Código Civil y Comercial de la Nación.
[10] Arts.2644 y 2466, Ley 26.944. (2014). Libro Sexto, Título IV y Libro Quinto, Título XI, respectivamente. Código Civil y Comercial de la Nación.
El Código Civil y Comercial, en su terminología, no habla de capacidad o incapacidad para suceder, sino que se
refiere a las personas que pueden suceder y las que son inhábiles para ello. Sin embargo, esto no implica que
desaparezca la noción de capacidad, que es la causa por la cual se puede o no suceder.
La capacidad es la aptitud legal para ser titular del derecho a recibir por sucesión los derechos activos y pasivos
transmisibles del causante. Tal capacidad es la de derecho y debe acreditarse al momento de la muerte del autor de
la sucesión, salvo en el caso de las fundaciones creadas por testamento que obtengan la autorización del Estado
para funcionar.
La capacidad para suceder ser rige por la ley del domicilio del causante al tiempo de su fallecimiento.
Debemos distinguir la capacidad, de la vocación y la delación hereditaria. La vocación implica un llamamiento virtual
de todos los posibles herederos, hecho por la ley o por el testador; la delación es el llamamiento concreto de quien
no tiene impedimento para adquirir la herencia; por ello, la capacidad es un presupuesto subjetivo de la delación.
Para que el heredero con vocación tenga delación, es decir, el concreto y efectivo llamamiento de la herencia y
pueda adquirirla, debe ser una de las personas autorizadas por la ley para suceder.
Retomemos el caso práctico planteado al comienzo del módulo, supongamos que María en su testamento hubiese
realizado la siguiente disposición:
“Todas mis joyas se las dejo al hijo o hija que en el futuro conciba mi único hijo varón”
El art. 2279 del Código Civil y Comercial establece que pueden suceder al causante:
las nacidas después de su muerte mediante técnicas de reproducción humana asistida, con los
requisitos previstos en el artículo 561;
las personas jurídicas existentes al tiempo de su muerte y las fundaciones creadas por su
testamento11.
En cuanto al inciso b), la persona humana debe estar concebida y nacer con vida. Si no naciere con vida, se
considera que nunca existió. La respuesta entonces es no.
Es menester realizar otras consideraciones, respecto al inciso c), señalamos que, en un primer momento, el
Proyecto de Código hacía una remisión al art. 563, lo que implicaba reconocer que las personas concebidas por las
técnicas de reproducción humana asistida —TRHA— luego de la muerte del causante podían sucederlo;
posteriormente, esto fue suprimido. Solo pueden sucederlo las nacidas luego de la muerte del causante habiendo
utilizado estas técnicas y siempre que se cumplimenten los requisitos establecidos sobre el consentimiento
informado.
La persona concebida tiene capacidad hereditaria; sus representantes legales administran sus bienes y esos actos
son válidos respecto del heredero que resulte ulteriormente; solo que la muerte antes del nacimiento opera una
extinción retroactiva de todos sus derechos, al punto que la ley la reputa como si nunca hubiera existido.
Con relación al inciso d), se establece que pueden suceder las fundaciones creadas por testamento. A esto hay que
relacionarlo con el art. 193 del Código Civil y Comercial, en cuanto establece que si el fundador es una persona
humana, puede disponer su constitución por acto de última voluntad. Como ya dijimos precedentemente, la
fundación debe obtener la autorización del Estado para poder funcionar.
[11] Art. 2279, Ley 26.944. (2014). Libro Quinto, Título I. Código Civil y Comercial de la Nación.
Indignidad
Noción. Fundamento
En el estudio del abogado, los hijos de María, Verónica y Luciano, le explican al letrado la mala relación que tenía
Valeria con su madre, relatan que culpaba todo el tiempo a su progenitora por su enfermedad y de no hacer nada
para asistirla económicamente y que hasta en una oportunidad —en diciembre de 2015— entre acusaciones e
insultos renunció por escrito a la herencia de su madre, preguntan si por esta causa podría ser declarada indigna de
suceder. ¿Cuál es la respuesta a este interrogante?
Veamos, en primer lugar debemos decir que la indignidad es una sanción legal impuesta en una sentencia judicial,
en virtud de la que el heredero o legatario que ha incurrido en determinadas ofensas contra el difunto tipificadas por
la ley, queda privado de la herencia. Por ello, no es indigno frente a cualquier sucesión, sino frente a determinada
sucesión.
La exclusión del indigno solo puede ser demandada después de abierta la sucesión, a instancia de
quien pretende los derechos atribuidos al indigno. También puede oponerla como excepción el
demandado por reducción, colación o petición de herencia. La acción puede ser dirigida contra los
sucesores a título gratuito del indigno y contra sus sucesores particulares a título oneroso de mala fe.
La acción de indignidad tiene por finalidad obtener la declaración de indignidad, cuya consecuencia inmediata es la
exclusión del heredero, al que se considera que nunca ha sido tal. Se trata de una acción personal que persigue la
declaración de indignidad sin incluir lo relativo a transferencia de los bienes al demandante. Por ello, cuando el
demandado se encuentra en posesión de los bienes es conveniente ejercer también la acción de petición de
herencia a fin de que se le entreguen los bienes hereditarios.
Esta declaración de indignidad puede entablarse como acción o excepción. La primera corresponde cuando se
entabla contra el indigno que se encuentra en posesión material de la herencia; la segunda, cuando el poseedor
material de la herencia es el heredero real, entonces este opone excepción por indignidad.
los descendientes;
los ascendientes;
el cónyuge;
el fisco, si por falta del indigno tiene que recibir los bienes hereditarios.
Respecto a los legatarios, no hay una posición unánime en la doctrina: una parte considera que los legatarios no
pueden ejercer la acción (Pérez Lasala, 2014, p. 432); otros sí, reconocen esta acción cuando se pretende evitar la
reducción de la liberalidad (Rolleri, Pagotto y Dangeli, 2014, p. 32).
Con relación a la legitimación pasiva, pueden ser declarados indignos los herederos llamados por ley o testamento y
los legatarios. Cabe la acción contra los herederos del indigno siempre que no hereden por representación.
Caduca el derecho de excluir al heredero indigno por el transcurso de tres años desde la apertura de la
sucesión y al legatario indigno por igual plazo desde la entrega del legado. Sin embargo, el demandado
por el indigno por reducción, colación o petición de herencia, puede invocar la indignidad en todo
tiempo13.
La finalidad de la norma es que no quede por tiempo indefinido sin aclararse la situación del indigno que se
encuentra en posesión material de la herencia.
Una innovación en este punto está dada por el modo de contar el término de caducidad que para el heredero es de
tres años desde la apertura de la sucesión y para el legatario es de tres años desde la entrega del legado.
En el primer supuesto del artículo, el heredero indigno está en posesión material de la herencia; por ello, los demás
herederos solicitan la declaración de indignidad y el reintegro de los bienes hereditarios.
El segundo supuesto es el que procede cuando el indigno no se encuentra en posesión material de la herencia, sino
que la tiene otro heredero. El heredero indigno demanda al heredero poseedor, quien podrá oponerle la excepción de
indignidad en todo tiempo.
Una cuestión que resulta necesario indicar es la supresión en el Código de la figura de la desheredación y la
ampliación de las causales de indignidad. Es dable apuntar que la desheredación consistía en la privación de la
legítima a los legitimarios en virtud de una causa justa, demostrable, taxativamente enumerada en la ley y
expresada en el testamento. En los fundamentos del Proyecto de Código, se manifestó que dichas modificaciones
(es decir, la eliminación de esta figura y el incremento de causas de indignidad) obedecen a evitar una doble
regulación para situaciones prácticamente idénticas. Esto ha sido objeto de fuertes críticas por prestigiosos autores
que estiman que existen claras diferencias que admiten mantener ambas instituciones, ya que en la desheredación
es el propio sujeto el que califica la conducta de su futuro sucesor; de esta manera, puede defender la porción
legítima del resto de sus sucesores frente a alguno que no mereciera adquirir mortis causa (Rolleri, Pagotto y
Dangeli, 2014). Asimismo, sostienen que si se admite que ciertos parientes deben recibir necesariamente una
determinada porción de bienes del difunto, aun contra la voluntad de este, con más razón debe asegurarse su
derecho a excluir por testamento a alguien cuando medien justas causas (Córdoba, 2014). Para profundizar este
punto te sugiero la lectura de:
Desheredacion indignidad.pdf
60.6 KB
Fuente: Mazzonelli, María Laura. (10/04/2019). Indignidad y prestación alimentaria. Algo perdimos en el camino: la desheredación. Publicado en: DFyP, 118. Cita Online:
AR/DOC/1883/2018.
[12] Art. 2283, Ley 26.944. (2014). Libro Quinto, Título I. Código Civil y Comercial de la Nación.
[13] Art. 2284, Ley 26.944. (2014). Libro Quinto, Título I. Código Civil y Comercial de la Nación.
Causales. Consecuencias
El art. 2281 enuncia las siguientes causas de indignidad (se alternan comentarios):
Los autores, cómplices o partícipes de delito doloso contra la persona, el honor, la integridad sexual, la
libertad o la propiedad del causante o de sus descendientes, ascendientes, cónyuge, conviviente o
hermanos. Esta causa de indignidad no se cubre por la extinción de la acción penal ni por la de la
pena.
La norma comprende los delitos dolosos; en consecuencia, no alcanza a los delitos culposos. Dentro
de los delitos dolosos, no se limita al homicidio o tentativa como regulaba el código de Vélez, sino que
incluye un amplio espectro de hechos que afectan distintos bienes jurídicos protegidos. Otra novedad
del inciso es la incorporación de la figura del conviviente.
Los que hayan maltratado gravemente al causante u ofendido gravemente su memoria.Esta causal
es genérica por lo que serán la doctrina y la jurisprudencia quienes establecerán las pautas sobre el
alcance del término “gravedad”.
Los que hayan acusado o denunciado al causante por un delito penado con prisión o reclusión,
excepto que la víctima del delito sea el acusador, su cónyuge o conviviente, su descendiente,
ascendiente o hermano o haya obrado en cumplimiento de un deber legal.
La norma se refiere a un delito penado con prisión o reclusión, cualquiera sea el tiempo establecido
en la condena. Esta causal no es absoluta, el mismo inciso determina los casos en que no se
configura la indignidad.
Los que omiten la denuncia de la muerte dolosa del causante, dentro de un mes de ocurrida, excepto
que antes de ese término la justicia proceda en razón de otra denuncia o de oficio. Esta causa de
indignidad no alcanza a las personas incapaces ni con capacidad restringida, ni a los descendientes,
ascendientes, cónyuge y hermanos del homicida o de su cómplice.
El fundamento de esta causal es que el heredero que va a recibir una herencia debe procurar el
castigo del delincuente que ocasionó la muerte del causante. La denuncia debe formularse dentro de
un mes de ocurrida la muerte, salvo que antes de ese término el juez ya se encuentre interviniendo en
razón de otra denuncia o de oficio.
Los parientes o el cónyuge que no hayan suministrado al causante los alimentos debidos o no lo
hayan recogido en establecimiento adecuado si no podía valerse por sí mismo. Esta causal recepta
dos supuestos. Respecto a los alimentos, para algunos autores, la causal no exige reclamo judicial o
que hayan sido fijados judicialmente (Pérez Lasala, 2014); para otros, por razones de seguridad, solo
se configura la causal cuando media incumplimiento de una resolución que establece la cuota
alimentaria (Mazzingui, 1996).
La falta de reconocimiento debe haberse dado durante la minoridad, por lo tanto, si tal
reconocimiento se efectuó después de la mayoría de edad, lo alcanza esta causal.
El padre o la madre del causante que haya sido privado de la responsabilidad parental.
Los que hayan inducido o coartado la voluntad del causante para que otorgue testamento o deje de
hacerlo o lo modifique, así como los que falsifiquen, alteren, sustraigan, oculten o sustituyan el
testamento. Esta causal se funda en el propósito de proteger la libre manifestación de la voluntad del
testador o el cumplimiento de esa voluntad.
Los que hayan incurrido en las demás causales de ingratitud que permiten revocar las donaciones14.
El art. 1571 detalla las causas de ingratitud que autorizan a revocar las donaciones. A saber:
a) si el donatario atenta contra la vida o la persona del donante, su cónyuge o conviviente, sus
ascendientes o descendientes; b) si injuria gravemente a las mismas personas o las afecta en su honor;
c) si las priva injustamente de bienes que integran su patrimonio; d) si rehúsa alimentos al donante
(…)15
Por último, el artículo expresa que “en todos los supuestos enunciados, basta la prueba de que al indigno le es
imputable el hecho lesivo, sin necesidad de condena penal”16. Ello solo resulta aplicable cuando se trata de
supuestos en que la conducta del indigno implica delito.
Cabe señalar que las causales previstas en la norma son de interpretación restrictiva, atenta a la naturaleza
sancionatoria de la indignidad; además, son de carácter excepcional y limitadas, es decir que no pueden extenderse
a otras situaciones, aun cuando sean de mayor gravedad.
Las causales pueden obedecer tanto a hechos positivos realizados por el indigno como a omisiones o abstenciones.
Admitida judicialmente la exclusión, el indigno debe restituir los bienes recibidos, aplicándose lo
dispuesto para el poseedor de mala fe. Debe también pagar intereses de las sumas de dinero recibidas,
aunque no los haya percibido. Los derechos y obligaciones entre el indigno y el causante renacen, así
En definitiva, una vez dictada la declaración judicial de indignidad, el indigno es excluido de la sucesión y se
considera que nunca ha heredado.
1 Efectos respecto al indigno:
Conforme a esta norma, se considera que el indigno es poseedor de mala fe en el período anterior a
la declaración judicial de indignidad y, en consecuencia, debe restituir los bienes recibidos con todos
los aumentos, mejoras, los frutos y productos obtenidos y los que por su culpa dejó de percibir,
además de los intereses de las sumas de dinero recibidas, aunque no los haya percibido. En cuanto a
las mejoras, hay que distinguir dos posibilidades: 1) si fueron realizadas con frutos y productos de los
bienes recibidos, debe entregarlas; 2) si fueron realizadas con dinero propio, se aplica el art. 1938, del
Código Civil y Comercial.
Desde otro costado, el indigno puede reclamar las mejoras útiles, pero hasta el límite del mayor valor
adquirido por la cosa.
Por otra parte, renacen los derechos y obligaciones entre el indigno y el causante, pues se considera
que nunca hubo sido heredero; por lo tanto, los créditos que tenga contra la sucesión son exigibles y
lo mismo sucede a la inversa.
Desde otra arista, el indigno no está obligado a restituir los bienes que el causante le hubiese donado,
salvo que afectara la legítima, en cuyo caso estará sometido a reducción.
los hijos del indigno vienen a la sucesión [del causante de este] por derecho de representación.
las enajenaciones de los bienes hereditarios que el indigno haya realizado antes de la declaración de
indignidad son en principio válidas, sin perjuicio de que los herederos puedan accionar contra el
indigno por daños y perjuicios.
El art. 2283 del Código Civil y Comercial, en el segundo párrafo, sienta el principio de protección a los
terceros adquirentes a título oneroso y de buena fe.
[14] Art. 2281, Ley 26.944. (2014). Libro Quinto, Título I. Código Civil y Comercial de la Nación.
[15] Art. 1571, Ley 26.944. (2014). Libro Tercero, Título IV. Código Civil y Comercial de la Nación.
[16] Art. 1571, Ley 26.944. (2014), Libro Tercero, Título IV. Código Civil y Comercial de la Nación.
[17] Art.2285, Ley 26.944. (2014). Libro Quinto, Título I. Código Civil y Comercial de la Nación.
Perdón
El artículo 2282 regula que “el perdón del causante hace cesar la indignidad. El testamento en que se beneficia al
indigno, posterior a los hechos de indignidad, comporta el perdón, excepto que se pruebe el desconocimiento de
De la norma se desprende que el perdón puede hacerse por testamento; sin embargo, algunos autores señalan que
esto no impide receptar otros medios.
Por otra parte, no es necesario que en el testamento conste de manera expresa el perdón; se aceptan también los
casos en que el testador instituyó heredero o legatario a quien incurrió en una causal de indignidad, pues se
presume iuris et de iure que ha tenido conocimiento de ese hecho y lo ha perdonado.
Entonces, por todo lo expuesto y respondiendo a nuestra pregunta inicial, podemos decir que Verónica y Luciano
poseen legitimación activa para iniciar la acción de indignidad y Valeria legitimación pasiva, que la actitud podría
haberse encuadrado en una causal de indignidad si el juez considerase que “maltrató gravemente a su madre” —en
el supuesto en que hubiese comprendido sus actos—. Sin embargo, el testamento posterior de María otorga el
perdón y torna abstracta cualquier deliberación respecto de la causal que se invoque.
[18] Art. 2282, Ley 26.944. (2014). Libro Quinto, Título I. Código Civil y Comercial de la Nación.
A continuación, identifique cuáles de las siguientes son causales de indignidad y cuáles no.
No es causal de indignidad.
Acusar o denunciar al
No reconocer
causante por un delito
voluntariamente al hijo en su
penado con prisión o
menor edad.
reclusión.
C O NT I NU A R
LECCIÓN 2 de 3
Video conceptual
Indignidad
C O NT I NU A R
LECCIÓN 3 de 3
Referencias
Pérez Lasala, J. L. (2014), Tratado de Sucesiones. Santa Fe: Rubinzal Culzoni, Tomo 1.
Rolleri, G., Pagotto, N., y Dangeli, R. (2014). Título I Sucesiones - Capítulo 2 Indignidad. En J. C. Rivera y G. Medina
(Dirs.), Código Civil y Comercial de la Nación Comentado. Buenos Aires: Thomson Reuters – La Ley.