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LOS ADOLESCENTES Y LA TEOLOGÍA:

LA NECESIDAD DE SER PADRE DE FAMILIA Y TEÓLOGO


por Guillermo Green
Vol. 8, No. 1

A ntier mi hija de 16 años entró a la casa después de clases cantando, feliz, y casi eufórica por
ninguna razón. Hoy entró sin decir nada y se encerró en su cuarto. Casi nada había cambiado en sus
circunstancias externas.
Los padres de familia (padres y madres) que tienen varios años de matrimonio, y que han criado a
varios hijos, podrán dar testimonio de lo maravilloso de este esfuerzo, y también de lo arduo. Dirigimos a
nuestros hijos desde ser pequeños niños que admiran a papá y adoran a mamá, hasta los años de la juventud
y luego la adolescencia cuando sus actitudes con frecuencia cambian mucho - lo cual puede ser un
verdadero vía crucis. Algunos padres, y algunas madres, al llegar a estas etapas de cambio, no saben cómo
explicar las reacciones repentinas de rebeldía, de amargura y de lo que parece ser el mal agradecimiento:
«¡Nunca me dejan salir, nunca me dan nada...!» En algunos casos los padres reaccionan con violencia ante
estas respuestas inesperadas e injustas. En otras ocasiones las madres se desmayan ante un joven gritón y se
tornan indolentes e inefectivas. Muchos padres de familia solamente esperan ‘sobrevivir’ la etapa de la
adolescencia, para ver si acaso sus hijos salen más o menos buenos después de la experiencia.
El problema no es lo novedoso de la situación. El problema está en nosotros los padres - a menudo
somos malos teólogos. El Dios que nos creó, y el Dios que promete redimirnos, tampoco nos ha dejado
desprovistos de luz para esta tarea. El problema es que no echamos mano de la herramienta que nos ha dado
- su Palabra. Como estamos más interesados en el partido de fútbol, o en la novela, o en cualquier otra cosa,
ignoramos aquello que está totalmente accesible. Nuestra pereza espiritual nos roba la bendición de
enfrentar toda oportunidad en esta vida, incluyendo las diferentes etapas de nuestros hijos. Hablamos de
oportunidad, porque cada momento es una oportunidad para ser santificados por la gracia de Dios. El tema
que abarcamos aquí es inmenso, y sólo podremos tocar la superficie. Sin embargo, queremos dar una
introducción con la esperanza de que otros colaboren.

Teología, Pacto y Adolescencia


El estudio sistemático de la Biblia arrojará luz sobre un tema de suma importancia - el Pacto.
Encontramos en la Biblia que Dios se relaciona con todo por medio del pacto. Se relaciona con Adán por
medio de pacto (Oseas 6:7), con Noé por medio de un pacto (Gen. 6:18), con la tierra por medio de un pacto
(Gen. 9:13), con Abraham (Gen. 15:18), con David (1 Crónicas 17:3-15), con Cristo (Heb. 13:20), y con
todos sus hijos (Heb. 8:10).1 Dios es Dios de pacto, y creó al hombre para relacionarse por medio de este
mismo medio. Somos «seres de pacto». Nuestra esencia incluye el deseo de tener relaciones de pacto. Al
hombre no nos cuesta entender lo que es un pacto - una relación solemne de compromisos mutuos. Todo
hombre y toda mujer sabe lo que es comprometerse con otra persona - hacer pacto.
Pero hay un problema: Adán y Eva rompieron el pacto con Dios. Altaneros, arrogantes y egoístas,
querían tomar sus propias decisiones, cada uno para sí mismo. El pacto en que habían ‘nacido’, un pacto de
vida en comunión con su buen Creador, fue violado y ellos escogieron la muerte antes que la vida. Pablo
dice en Romanos 5 que la decisión de Adán le afectó no sólo a él, sino a toda su descendencia. Cada hijo e

1 Ver Donald D. Grohman, “The Genevan Reaction to the Saumur Doctrine of Hypothetical Universalism: 1635-1685"
(Ph. D. Diss., Knox College, Toronto, 1971); Martin I. Klauber, “The Helvetic Formula Consensus: An Introduction and
Translation,” TJ (Primavera 1990): 103-23.
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hija de Adán y Eva nacemos afectados profundamente en nuestra relación con Dios - todos somos
violadores del pacto. Nacemos con la tendencia de seguir huyendo de Dios, de seguir buscando nuestros
propios intereses, en lugar de honrar a Dios.
Este defecto en nuestro espíritu afecta no sólo nuestra relación con Dios, sino nuestra relación con
todo lo demás - con nuestro prójimo y con la creación misma. Cuando Adán traicionó a Dios, su
desobediencia fue acompañada de la traición para con su esposa. Y siendo traidor total, ya no fue capaz de
cumplir sus funciones como mayordomo perfecto de Dios, y tuvo que ser expulsado del huerto de Dios - del
Paraíso.
Estas dos verdades son muy importantes en la crianza de nuestros hijos y en el trato con los
adolescentes.

1) Nuestro hijos entienden lo que es guardar pacto. Habrá ocasiones en que los adolescentes hablarán o
se conducirán como si no entendieran lo que es la fidelidad, la obediencia, la consideración hacia sus padres
y los demás. Pero la teología bíblica nos enseña que Dios nos creó como seres de pacto, y todos entendemos
y sabemos lo que es ser fiel a un pacto. Si el padre de familia presta atención a las palabras de los hijos,
ellos sí reclaman que los padres cumplan - a veces en el mismo acto de querer desobedecer. De este modo el
padre de familia puede tomar la oportunidad, con tacto y sabiduría, de señalar que su hijo entiende lo que
son los ‘compromisos’. El padre de familia podría sentarse con su hijo, y preguntarle: «¿Piensas que yo
debo cumplir mis deberes para con mis hijos? ¿Por qué?» La idea sería llevar al adolescente a ver que el
deber del padre de familia viene de Dios, el Padre supremo que siempre cumple. Ahora bien, el mismo Dios
que da el modelo para los padres, también da el modelo de ser hijo - ya que Jesucristo también cumplió el
pacto perfectamente, obedeciendo a su Padre. Ambos - padres e hijos - saben lo que son los pactos, porque
hemos sido creados a la imagen del Dios del pacto.

2) Por naturaleza los adolescentes son violadores del pacto. Esto parecería no dejar mucha esperanza,
pero sí es un punto muy importante. El paciente con cáncer nunca buscará ayuda si no descubre y acepta que
tiene un tumor. Entender y aceptar la realidad es siempre el primer paso para solucionar un problema. Es
muy importante que el padre de familia dirija a su familia de manera que todos entiendan y acepten su
condición de pecadores. Si el padre siempre tiene la razón y nunca admite error, sin duda criará hijos que
hacen lo mismo. Pero si el padre está dispuesto a pedir perdón, si los hijos ven a su madre pidiendo perdón a
su marido por sus errores - ellos recibirán una lección clave de buena teología.
Es difícil recordarle al adolescente este hecho al calor de la cólera, y lo ideal es haber puesto el
fundamento muchos años antes. Desde pequeño el niño debe ser instruido acerca de nuestras debilidades
innatas como pecadores, y la necesidad de aceptar realmente nuestra condición. Pero el padre de familia no
se asustará ante la conducta de su adolescente cuando esta rompa el pacto. Su desobediencia traerá dolor,
tristeza, y aún ira santa - pero no sorpresa. El corazón humano es perverso sobremanera, y sólo Dios lo
conoce y lo juzga.
Este punto es importante para poder conducir al adolescente a través de estos años, y he aquí la
necesidad de ser buen teólogo para ser buen padre. Si el adolescente percibe que sus acciones sorprenden y
asustan a sus padres - menos confianza tendrá en ellos. Pero si sus padres comprenden su desobediencia por
lo que es, tendrán respuestas aún antes de los hechos. De esto hablaremos enseguida.

El Dios Trino y el Pacto

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Dios mismo proveyó la solución para el hombre violador de pacto. El Dios trino efectuó salvación
para el hombre por medio del pacto. Dios se comprometió consigo mismo para redimir un pueblo. 2 Dios es
el único y verdadero guardador del pacto. Pero para que la salvación se pudiera efectuar, el Hijo debía
cumplir su papel de Redentor, obedeciendo a su Padre de manera perfecta. De esta manera Jesús nos mostró
aquí en la tierra una vida perfecta de fidelidad. Tomando nuestra naturaleza humana, llegó a ser el primer
hombre en cumplir perfectamente el pacto con Dios. Mientras que el primer Adán falló y trajo muerte, el
postrer Adán cumplió y trajo vida (1 Corintios 15:45). El Nuevo Testamento enfatiza que Jesús trajo
redención por medio del cumplimiento de su compromiso con su Padre, y el Padre cumplió su promesa de
exaltarlo y enviar al prometido Espíritu Santo sobre todos los que creen en Cristo (Hechos 2:33,38). Vemos
la naturaleza pactal y trinitaria de la salvación.
Sin cumplimiento del pacto no habría salvación. La desobediencia del hombre fue la razón por la
cual Jesús debía sufrir y morir. El Fiel redime a los infieles. El Hijo redime a los ingratos. Adán despreció el
pacto que Dios había hecho con él. Jesucristo honró su pacto con su Padre, ganando para nosotros eterna
salvación. Debemos recordar la naturaleza pactal de la salvación. Si no lo reconocemos, no entenderemos el
fruto de ella. Cuando Dios nos redime, nos vuelve a recrear a su imagen - para llegar a ser de nuevo
personas que guardan el pacto. Las actuales nociones empobrecidas de la salvación impiden que los
cristianos de hoy puedan apreciar la meta de la salvación. Adán despreció el pacto con Dios y la imagen de
Dios fue dañada y distorsionada. Pero el Hijo de Dios - Jesucristo - es la perfecta imagen del Padre, y al
redimirnos nos vuelve a recrear a su imagen en santidad y justicia - para que seamos fieles guardadores de
pacto.
El padre de familia debe enseñar a sus hijos desde pequeños que la obra de Dios en nuestro corazón
incluye convertirnos en guardadores del pacto. Por esto los padres cristianos deben corregir fuertemente
desde temprano la tendencia de mentir que tienen todos los niños. Lamentablemente la Iglesia hoy tiene
normas demasiado débiles en cuanto a lo sagrado de la verdad, y es porque nuestro concepto de la salvación
es demasiado superficial. Celebramos en el culto cantos de alabanza porque Cristo nos perdonó. Pero no
celebramos con tanto entusiasmo que Cristo haya sanado también nuestra lengua mentirosa y nuestro
corazón engañoso. La práctica de copiar en la escuela, de mentir en casa, y de inventar cuentos para
excusarse, resultará luego en la infidelidad matrimonial, el robo en el trabajo, y la hipocresía en la iglesia. Y
esto es exactamente lo que estamos viendo. Algunas encuestas muestran que los evangélicos se divorcian en
igual proporción que los no-cristianos. La tasa de embarazos fuera del matrimonio es casi la misma que los
no-cristianos. Estas acciones resaltan la incapacidad de establecer relaciones basadas en el pacto, y resaltan
la incapacidad de la iglesia en cuanto a promover ‘conversiones’ genuinas. Muchos son los padres que van
corriendo a la escuela para defender las mentiras de su hijo, confundiendo el amor verdadero con el
sentimentalismo dañino. Cuando sus hijos llegan a la adolescencia, estos padres no tendrán ninguna
autoridad para corregir sus patrones de conducta orientados a la violación de los compromisos.
Cuando el adolescente presenta actitudes o una conducta que compromete la integridad, los padres
cristianos deben ver estos momentos como oportunidades para enseñar de nuevo sobre Jesús. Es fácil caer
en el legalismo en esos momentos, reclamando su ingratitud, lanzando acusaciones, y respondiendo con
cólera. Pero somos salvos por el Jesús del pacto y de la gracia, y la gracia de Dios se muestra de manera
suprema ante nuestra infidelidad. Debemos recordar con mucha sobriedad que nuestros hijos heredaron su
naturaleza pecaminosa a través de nosotros sus padres. De nada vale lanzar acusaciones o exigir obediencia
aparte del perdón y la gracia de Jesucristo. Estos momentos serán oportunidades especiales para sentarse y
2 Sobre Vernet, ver Michel-Jean-Louis Saladin, Memoire historique sur la vie les ouvrages de Jacob Vernet, ministre de
l’Elise, accompagné de l’Invocation aux Muses’, de Montisquieu, et de plusieurs lettres J. J. Rousseau et Voltaire, qui n’ont pas
encore été publiées (Paris, 1790); Jean Gaberel, Voltaire et les Genevois (1857); Gaberel “Jacob Vernet et ses relations
contemporaines” Etrennes religieuses xxxiv (1883); 120-41; Eugène de Budé, Vie de Jacob Vernet, théologien genevois (1698-
1789) (Lausanne, 1893); Graham Gargett, Jacob Vernet, Geneva and philosophes (Oxford: Voltaire Foundation, 1994).
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hablar con su hijo adolescente acerca de los efectos del pecado en nuestros corazones, sobre cómo Jesús
obtuvo salvación para nosotros por su perfecta fidelidad, y cómo Jesús nos moldea a su imagen para ser
guardadores del pacto. Es posible que el adolescente se quede callado, sin querer responder, pero el padre
sabio intentará llegar a su corazón usando preguntas sabias, mostrando que está abierto al diálogo y
dispuesto a escuchar.
Ante las acusaciones a menudo injustas de los adolescentes, los padres de familia con frecuencia
reaccionan a la defensiva. Pero esto es una táctica que todos aprendimos de Adán y Eva. Adán no tenía la
culpa, era Eva la culpable. Eva no tenía la culpa, fue culpa de la serpiente. Los adolescentes - y todos
nosotros - seguimos echándole la culpa a otros, excusándonos a nosotros mismos. Los adolescentes no han
aprendido aún a tener mucho tacto en sus excusas - todavía están practicando y aprendiendo a ser más finos.
Los padres podrán verse a sí mismos en sus hijos cuando tenían la misma edad, y podrán comprender sus
tentaciones. La única respuesta para ellos es la misma respuesta para los padres - buscar el perdón de Dios y
el poder de Cristo y su Espíritu. Sólo Dios nos puede conformar a Cristo en fidelidad y verdad. El perdón de
Dios nos limpia, removiendo la culpa. Y Jesucristo, con amor y paciencia, nos recrea a su propia imagen
como hijos fieles, guardadores de compromisos.

El Engañador - Satanás
No debemos obviar las sutilezas y engaños del diablo. En el testimonio bíblico encontramos el
mayor número de manifestaciones diabólicas cuando Jesucristo anduvo en la carne. El supremo Hijo de
Dios, perfecto cumplidor del pacto, también debía enfrentar los ataques constantes de Satanás. Pero todo
cristiano que desea reflejar a Cristo también será blanco de los dardos de fuego del diablo.
Es común que los conflictos producidos por los hijos adolescentes produzcan conflictos
matrimoniales, y desestabilicen todo el hogar. Si los padres no fijan su mirada únicamente en Dios, será fácil
caer en extremos, y perder el equilibrio de su matrimonio. Es común echarse la culpa los unos a los otros.
Muchas veces ante situaciones difíciles el padre y la madre discrepan sobre cómo tratar el problema. Es muy
necesario que padre y madre redoblen esfuerzos para estar unidos en dirección al hogar. Los padres
divididos sólo agravarán el problema, y este es el resultado que quiere el diablo.
Es necesario recurrir cada día a la gracia de Dios, y abrazar por fe a Cristo - el que cumplió por
nosotros. Ante el pecado de un adolescente, los padres sentirán culpa - «¿Qué hicimos mal? ¿Cómo puede
ser posible que nuestro hijo haga esto?» En estos momentos es clave fijar la mirada en Cristo. Esta situación
también está bajo el control de Dios. Sólo Dios tiene la salida. Deben caminar cada día sólo por fe, y no fijar
la mirada en sus propios sentimientos, aunque sean ciertos. Es posible que un padre de familia haya tenido
fallas - más aún - todo padre de familia ha cometido muchos errores. Pero el hijo también es responsable por
su conducta, y tratar de resolver la complejidad de las relaciones será algo imposible. Cada día traerá su
afán, y cada día debemos humillarnos ante Dios y seguirle por fe.

Conclusión
Hemos intentado mostrar cómo la buena teología ayuda para tareas tan comunes como el trato diario
en el hogar. Los padres encontrarán no sólo fundamento para su propia fe al «dedicarse» al estudio bíblico,
sino que nutrirán todo aspecto de su vida con ella. Hacemos un llamado a que se apague el televisor por un
rato, y que se pase tiempo con la familia, enseñando, leyendo, aprendiendo a ser una familia de pacto.
A la vez, es de suma importancia que los pastores y maestros en las iglesias hagan estas aplicaciones
teológicamente. En la actualidad cada vez más los líderes aplican algunas moralejas sacadas de ejemplos
bíblicos: «no sean como Sansón porque le va a ir mal». Estos ‘moralismos,’ sin embargo, no proveen ningún
fundamento para el cambio de vida, y en última instancia representan al legalismo. Y con estos legalismos,
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la pregunta siempre queda sin respuesta: «¿Cómo no ser como Sansón?» Este mensaje superficial está
asfixiando a la iglesia, y la evidencia se palpa en todas partes. Es absolutamente necesario retornar al
Evangelio, y a una buena exposición teológica del evangelio.
La fe reformada honra el orden bíblico. Las confesiones reformadas presentan excelentes resúmenes
de la teología bíblica3, y nunca se debe desligar nuestra conducta de los grandes temas del pecado, la
redención y el perdón en Cristo, y su gracia otorgada por el Espíritu Santo. La fe cristiana es una fe
informada y fundamentada en la Revelación de Dios - las Escrituras - y todo cristiano debe ir en pos de una
fe profunda, fuerte, bien fundada. Las consecuencias son demasiadas altas como para descuidar nuestra
salvación en Cristo. Están en juego nuestros hogares, nuestro testimonio personal, la madurez de la Iglesia
de Cristo, y la gloria de Dios.
Padre de familia: ¡sé buen teólogo!

3 La «ortodoxia iluminada» empleaba un método de exégesis Bíblica que carecía del lenguaje controversial del
escolasticismo Reformado. Su meta primordial era desarrollar una forma más práctica de teología, más entendible para el laico
promedio. Fueron típicamente ignorados los debates sobre la naturaleza y orden de los decretos divinos de la elección, o incluso
la predestinación, en favor de una teología basada más en la ética. Ver François LaPlanche, La Bible chez les Réformés in Le
Siècle des Lumières et la Bible (ed. Yvon Belval y Dominique Bourel; París: Ediciones Beauchesne, 1986), 459.
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