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TEMA 30. NIVELES DE ORGANIZACIÓN DE LOS SERES VIVOS.

LA DIFERENCIACIÓN CELULAR. TEJIDOS ANIMALES Y VEGETALES.

1. NIVELES DE ORGANIZACIÓN DE LOS SERES VIVOS. 2


1.1. Nivel subatómico y nivel atómico. 2
1.2. Nivel molecular. 3
1.3. Nivel celular. 3
1.4. Nivel pluricelular. 3
1.5. Nivel poblacional. 4
1.6. Nivel de ecosistema. 4
2. LA DIFERENCIACIÓN CELULAR. 5
3. TEJIDOS ANIMALES. 8
3.1. Tejido epitelial. 8
A. Epitelios de revestimiento 8
B. Epitelios glandulares 9
3.2. Tejidos conectivos. 10
A. Tejido conjuntivo laxo 10
B. Tejido conjuntivo denso 10
C. Tejido conjuntivo mucoso 11
D. Tejido conjuntivo reticular 11
E. Tejido adiposo 12
F. Tejido cartilaginoso 13
G. Tejido óseo 13
H. Tejidos sanguíneo y linfático 15
3.3. Tejido muscular. 18
A. Tejido muscular liso 18
B. Tejido muscular estriado o esquelético 18
C. Tejido muscular cardíaco 19
3.4. Tejido nervioso. 19
4. TEJIDOS VEGETALES. 21
4.1. Tejidos formadores o meristemos. 21
4.2. Tejidos protectores. 22
4.3. Tejidos de sostén. 22
4.4. Tejidos conductores. 23
4.5. Tejidos fundamentales. 24
4.6. Tejidos secretores. 24
5. RELACIÓN CON EL CURRÍCULUM. 24
6. BIBLIOGRAFÍA. 25

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1. NIVELES DE ORGANIZACIÓN DE LOS SERES VIVOS.

Al observar la materia viva podemos distinguir varios grados de complejidad estructural,


que son los llamados niveles de organización. Actualmente se diferencian siete niveles: el nivel
subatómico, el nivel atómico, el nivel molecular, el nivel celular, el nivel pluricelular, el nivel
poblacional y el nivel de ecosistema.

1.1. Nivel subatómico y nivel atómico.

Toda la materia, incluyendo los organismos vivos más complejos, está constituida por
combinaciones de elementos. Los elementos son, por definición, sustancias que no pueden ser
desintegradas en otras sustancias por medios químicos ordinarios. La partícula más pequeña de
un elemento es el átomo.

Los átomos de cada elemento diferente tienen en sus núcleos un número característico de
partículas cargadas positivamente, llamadas protones. El número de protones en el núcleo del
átomo cualquiera se llama número atómico.

Fuera del núcleo de un átomo hay partículas cargadas negativamente, los electrones, que
son atraídos por la carga positiva de los protones. El número de electrones en un átomo iguala al
número de protones en su núcleo.

Los átomos también contienen neutrones, que son partículas sin carga de
aproximadamente el mismo peso que los protones. Estos también se encuentran en el núcleo del
átomo, donde parecen tener un efecto estabilizador.

Así, el primer nivel de organización es el nivel subatómico que está constituido por todas
las partículas que forman los átomos. La organización de estas partículas en átomos representa
un segundo nivel denominado nivel atómico.

En la naturaleza existen un total de 92 elementos y cada uno difiere de los otros en la


estructura de sus átomos. De ellos, únicamente 30 son esenciales para los seres vivos. Estos
elementos químicos que forman parte de los seres vivos se denominan bioelementos.

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1.2. Nivel molecular.

Este nivel, formado por la agrupación de átomos, se denomina nivel molecular. A las
moléculas que constituyen la materia viva se les denomina biomoléculas o principios inmediatos.
Todas las biomoléculas, básicamente, son compuestos de carbono, y se denominan moléculas
orgánicas, ya que se creía que solamente las podían producir los organismos.

A este nivel también pertenecen las macromoléculas y los virus. Las macromoléculas
resultan de la unión de muchas moléculas en un polímero. La unión que se repite se denomina
monómero. Así, por ejemplo, el almidón es un polímero de glucosa, las proteínas son polímeros
formados por aminoácidos y los ácidos nucleicos son polímeros de nucleótidos.

Varias macromoléculas pueden unirse en un complejo supramolecular, por ejemplo, las


glucoproteínas. Los complejos supramoleculares pueden encontrarse asociados formando
orgánulos celulares, como los lisosomas, los retículos endoplasmáticos, los cloroplastos, las
mitocondrias, los ribosomas, el aparato de Golgi, etcétera, sin que éstos puedan ser considerados
como individuos vivos, ya que no gozan de la autonomía necesaria. Los virus son complejos
supramoleculares que están constituidos por dos tipos de moléculas: Las proteínas y los ácidos
nucleicos.

1.3. Nivel celular.

En un cuarto nivel de organización surge la propiedad más notable de todas: la vida, en


forma de una célula. Estas son unidades de materia viva constituidas por una membrana, un
citoplasma y un núcleo. Se distinguen dos tipos de células: procariotas y eucariotas.

Las células procariotas son las que carecen de envoltura nuclear. En ellas, por tanto, el
contenido del núcleo se dispersa en el citoplasma. Las células eucariotas, por el contrario, sí
poseen envoltura nuclear, por tanto, tienen un núcleo bien diferenciado.

1.4. Nivel pluricelular.

El siguiente nivel es el pluricelular, que abarca aquellos seres vivos que están constituidos
por más de una célula. Dentro de este nivel se pueden distinguir varios grados de complejidad o
subniveles: los tejidos, los órganos, los sistemas y los aparatos.

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Los tejidos son conjuntos de células muy parecidas, que realizan las mismas funciones y
que tienen un mismo origen.

Los órganos están constituidos por varios tejidos diferentes y realizan actos concretos.

Los sistemas son conjuntos de órganos parecidos, ya que están constituidos por los
mismos tejidos, pero que realizan actos que pueden ser completamente independientes.

Los aparatos son conjuntos de órganos que pueden ser muy diferentes entre sí, pero
cuyos actos están coordinados para constituir lo que se llama una función.

1.5. Nivel poblacional.

En el nivel de población se consideran los organismos de la misma especie, y no en


cuanto a individuos concretos, sino desde el punto de vista de las relaciones que entre ellos se
establece, tanto en espacio como en el tiempo. Se entiende por población el conjunto de
individuos de la misma especie que viven en la misma zona y en un momento determinado.

1.6. Nivel de ecosistema.

Por último en el nivel de ecosistema se estudia tanto al conjunto de poblaciones que viven
interrelacionadas, la llamada comunidad o biocenosis, como el lugar, con sus condiciones
fisicoquímicas, en el que se encuentran viviendo, el llamado biotopo. El conjunto de biocenosis y
biotopo se denomina ecosistema.

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2. LA DIFERENCIACIÓN CELULAR.

Los organismos unicelulares constituyen más de la mitad de la biomasa total de la tierra y


su gran éxito se debe a que se han adaptado a una gran variedad de ambientes diferentes. Sin
embargo, el mayor grado de evolución lo han conseguido los organismos pluricelulares y ello ha
sido posible gracias a que sus células se diferencian y se coordinan formando un único
organismo con capacidades muy superiores a las de cualquiera de sus células.

Uno de los primeros pasos en la evolución de los organismos pluricelulares debió ser la
asociación de organismos unicelulares formando colonias, tal como hacen algunos tipos de
bacterias, protozoos y algas. En las colonias más complejas se produce ya un cierto reparto del
trabajo entre sus células y debido a ello presentan ya los dos rasgos esenciales de todos los
organismos pluricelulares: sus células se diferencian y se coordinan.

El salto de la unicelularidad a la pluricelularidad ha tenido lugar más de una vez en la


evolución; así, algas rojas, hongos, plantas y animales han desarrollado esta característica de
forma independiente.

Aunque existen organismos como Dictyostelium discoideum, que forman colonias


multicelulares mediante la agregación de individuos diferentes (multicelularidad agregativa), sin
embargo, lo más habitual es que las células de casi todos los organismos pluricelulares procedan
de la división repetida de la célula huevo o cigoto; dichas células poseen, por tanto, la misma
información genética y constituyen un clon (multicelularidad clonal). Las primeras divisiones del
cigoto dan lugar a células iguales entre sí que son totipotentes (también llamadas células
madre), ya que cada una de ellas, por separado, puede dar lugar a un organismo completo. Sin
embargo, en fases muy tempranas del desarrollo embrionario las células comienzan a
diferenciarse unas de otras, adquiriendo unas características morfológicas y químicas
adecuadas a la realización de una función determinada.

Durante mucho tiempo se ha pensado que las moléculas implicadas en la multicelularidad


y el desarrollo animal eran exclusivos de los animales. Sin embargo, los estudios de genómica
comparada están demostrando que ello no es así. Se han hallado en ancestros unicelulares
genes que codifican moléculas asociadas a la multicelularidad. Se trata de proteínas implicadas
en la adhesión, la comunicación y la diferenciación celular, funciones típicas del contexto
multicelular. Los animales no habrían “inventado” estas moléculas, sino que les habrían dado una
nueva función.

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Así, proteínas transmembrana como las cadherinas, que en los coanoflagelados tienen la
función de adhesión a bacterias para su captura, habrían pasado a asumir la función de otorgar
cohesión a las células que forman los epitelios, manteniéndolas unidas.

Otras proteínas como los receptores de membrana de la familia tirosín-quinasas, en los


protozoos sirven para la captación de señales del entorno (presencia de presas, depredador,
salinidad, etc.) mientras que en los organismos pluricelulares se emplean para la comunicación
química e intercambio de información entre células.

Por último, se han encontrado factores de transcripción que en organismos unicelulares


controlan el ciclo celular y la transición entre fase ameboide (activa) y cística (reposo), y que en
los animales controlan la gastrulación, y por tanto la diferenciación celular.

El proceso de la diferenciación celular mediante el cual las células se especializan,


conlleva la pérdida de la totipotencia embrionaria. La especialización de una célula en una función
concreta va en detrimento de sus otras funciones y supone, por tanto, la pérdida de su
independencia como organismo. Las células una vez especializadas solo pueden vivir si se
coordinan y colaboran con otros tipos de células, formando parte de un organismo pluricelular.

Los distintos tipos celulares de un organismo superior suelen diferir profundamente tanto
en estructura como en función. Si comparamos, por ejemplo, una neurona de mamífero con un
linfocito, observaremos que las diferencias son tan grandes que se hace difícil imaginar que
ambas células contienen el mismo genoma. Por esta razón y porque la diferenciación celular
suele ser irreversible, los biólogos inicialmente sospecharon que durante el proceso de
diferenciación de las células los genes se deberían perder de modo selectivo. Sin embargo,
actualmente sabemos que la diferenciación celular depende generalmente de cambios en la
expresión génica y no de la pérdida de genes. Los tipos celulares de un organismo pluricelular se
diferencian unos de otros porque sintetizan y acumulan juegos de moléculas de ARN y de
proteínas diferentes. Ello lo consiguen sin alterar de modo irreversible su ADN.

En los animales superiores la primera diferenciación que se establece durante el desarrollo


embrionario ocurre entre las células germinales que se van a encargar de la reproducción, y las
restantes células del organismo, denominadas células somáticas.

Se dice que una célula está determinada si ha sufrido un cambio autoperpetuo de carácter
interno que la diferencia, a ella y a sus descendientes, de las otras células del embrión, y que la
obliga a tomar una vía de desarrollo especializada.

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Normalmente, el término diferenciación se reserva para designar la especialización
celular manifiesta, es decir, referida a la especialización de un carácter celular muy evidente.
Generalmente una célula está determinada antes de su diferenciación, aunque en algunos casos
ambos procesos ocurran simultáneamente.

En los organismos adultos también hay células madre, relativamente indiferenciadas, que
poseen la capacidad e dividirse durante toda la vida del organismo. Estas células son necesarias
siempre que haya que reemplazar células diferenciadas que no puedan dividirse por sí mismas.

Las células madre embrionarias abren enormes perspectivas para la medicina, aunque los
sectores más reacios a la experimentación con embriones humanos han mostrado su esperanza
de que sean obtenidas de órganos adultos, de modo que se pueda evitar la utilización de
embriones.

Las células madre del adulto existen en casi todos los tejidos, pero todavía no se conocen
bien. A diferencia de las células madre embrionarias, únicamente pueden dar origen a un número
limitado de tipos celulares, y en función de ello pueden ser: unipotenciales si dan lugar a un solo
tipo de célula diferenciada; oligopotenciales, si dan lugar a un pequeño número de tipos
celulares y pluripotenciales si dan lugar a muchos tipos de células.

Últimamente los descubrimientos se están multiplicando; los investigadores han


conseguido transformar células madre nerviosas en células sanguíneas, células óseas en
musculares, etc. Un estudio reciente muestra la transformación de células madre de la médula
ósea de un adulto en células nerviosas.

En todas estas investigaciones es de vital importancia el concepto de nicho celular. El


nicho celular es un microambiente, dentro de la ubicación anatómica específica donde se
encuentran las células madre adultas, que interactúa con éstas para regular su destino celular. Es
esencial conocer las interacciones de tipo molecular, como hormonas, citocinas, e incluso
elementos de la matriz celular, que dirigen los procesos de multiplicación y diferenciación de las
células madre. Cuando se conozcan todos estos elementos, y su papel a nivel biológico sobre los
distintos tipos de células madre, será posible reproducirlos in vitro, y conseguir poblaciones
celulares viables y útiles para la regeneración de tejidos dañados.

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3. TEJIDOS ANIMALES.

A pesar de la complejidad que presentan los organismo animales, solo se reconocen en


ellos cuatro tipos básicos de tejidos, los cuales se asocian entre sí para originar los distintos
órganos y sistemas. Estos cuatro tipos básicos de tejidos son: los tejidos epiteliales, los tejidos
conectivos, los tejidos musculares y el tejido nervioso.

3.1. Tejido epitelial.

Los tejidos epiteliales consisten en láminas continuas de células que proporcionan una
cubierta protectora a todo el cuerpo y contienen terminaciones nerviosas sensoriales.
Proporcionan también una envoltura protectora para órganos internos determinados y forman las
membranas que revisten el interior de los órganos, cavidades y canales. Todo lo que entra y sale
del cuerpo y sus distintos órganos debe pasar a través de un epitelio, que desempeña así un
importante papel regulador en el movimiento de moléculas e iones.

El tejido epitelial cubre las superficies corporales y reviste las cavidades. Constituye la
capa externa de la piel así como de los revestimientos del tubo digestivo, las vías respiratorias,
las cavidades reproductivas y los túbulos renales. Los tejidos epiteliales participan, no sólo en la
protección, sino también en la absorción, secreción y percepción de las sensaciones.

Los tejidos epiteliales se clasifican en epitelios de revestimiento y epitelios glandulares.


las células de ambos presentan una morfología poliédrica y se están renovando continuamente
debido a su corta vida.

A. Epitelios de revestimiento

Los epitelios de revestimiento forman una capa que tapiza las superficies externas (piel,
pulmones o aparato digestivo) e internas (vasos sanguíneos, linfáticos y pleuras). La epidermis es
un epitelio que recubre la superficie externa del cuerpo. Cuando recubren cavidades serosas del
organismo como las pleuras se denominan mesotelios, pero cuando recubren la parte interna de
los vasos sanguíneos o linfáticos se llaman endotelios. Están constituidos por una capa o lámina
continua de células que carece de vasos sanguíneos y descansa sobre una membrana basal de
naturaleza conjuntiva. Atendiendo a la forma y a la disposición de sus células, se clasifican en
planos y cilíndricos.

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– Los epitelios planos están constituidos por células aplastadas. Si éstas se disponen en
una sola capa, se les denomina epitelios planos monoestratificados o endotelios, como la
capa interna de los vasos sanguíneos; si se disponen en varias capas, se les denomina epitelios
planos pluriestratificados, como los que recubren la superficie de la piel, el esófago, la cavidad
oral, la vagina y los conductos de algunas glándulas.

– Los epitelios cilíndricos están formados por células cilíndricas dispuestas en una capa
si hablamos del epitelio cilíndrico monoestratificado, o varias, en el caso del epitelio
cilíndrico pluriestratificado. Sus células son más altas que anchas y tienen un núcleo grande
situado en su base. Encontramos epitelio cilíndrico monoestratificado en el estómago, el intestino
y la vesícula biliar. El pluriestratificado se encuentra en la conjuntiva, la faringe, el ano y los
conductos galactóforos de las glándulas mamarias.

– Se denomina epitelios cilíndrico pseudoestratificado al epitelio en el que


aparentemente hay más de una capa de células, debido a que los núcleos se encuentran a
distintos niveles. Sus células pueden tener cilios en su cara libre (epitelio vibrátil), como las que
tapizan gran parte del aparato respiratorio de los mamíferos.

La superficie de la piel, así como los epitelios de algunos órganos sensoriales (lengua,
epitelio olfativo, etc.) tienen la capacidad de captar estímulos, lo que sucede gracias a la aferencia
de fibras nerviosas capaces de excitarse, o bien a la presencia, en el propio epitelio, de células o
agrupaciones de éstas, con capacidad para captar estímulos y transmitirlos a las neuronas.

B. Epitelios glandulares

Los epitelios glandulares están especializados en la secreción de distintos tipos de


sustancias, como mucus, sudor, cera o leche. El tejido glandular forma los órganos llamados
glándulas, de las que existen dos tipos:

– Cuando la masa de células dispone de un conducto, también epitelial, que las une y
mediante el cual se conectan con la superficie, constituye las glándulas exocrinas. Éstas
también pueden ser unicelulares, como las células caliciformes del intestino.

– Cuando el epitelio glandular pierde la conexión con el epitelio superficial del que deriva, y
la masa de células vierte su secreción directamente a los capilares sanguíneos, se forman las
glándulas endocrinas o de secreción interna. Las glándulas endocrinas (hipófisis, suprarrenales,
tiroides…) son las responsables de la síntesis y secreción de las hormonas.

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3.2. Tejidos conectivos.

La principal función del tejido conectivo es sostener y unir los otros tejidos y órganos del
cuerpo. Casi cada órgano del cuerpo tiene un armazón protector de tejido conectivo llamado
estroma. Los componentes epiteliales del órgano son soportados y aislados mecánicamente por
el estroma.

Los tejidos conectivos se caracterizan porque contienen relativamente pocas células, las
cuales están inmersas en una extensa sustancia intercelular consistente en fibras microscópicas,
de colágeno, elásticas y reticulares, y una sustancia fundamental rica en proteoglicanos y
glicosaminoglicanos secretada por las propias células. Los distintos tipos de tejidos conectivos
difieren en sus propiedades en función del tipo de células y de la mayor o menor abundancia
relativa de los componentes de la sustancia intercelular.

Comenzaremos describiendo los tipos de tejido conectivo propiamente dicho, a los que
llamaremos tejidos conjuntivos, para después pasar a otras formas de tejido conectivo con
funciones y características más específicas, como el adiposo, el cartilaginoso, el esquelético o el
sanguíneo.

A. Tejido conjuntivo laxo

El tejido conjuntivo laxo es la variante tisular más ampliamente distribuida en el


organismo; se encuentra como un fino relleno entre partes corporales, y actúa como depósito de
líquido y sales, que envuelve a nervios, vasos sanguíneos y músculos. Junto con el tejido adiposo
forma la capa subcutánea que une la piel a los músculos y otras estructuras subyacentes. El
tejido conjuntivo laxo consiste en fibras de colágeno y de elastina, y en menor medida reticulares,
que corren en todas direcciones a través de una matriz semilíquida. Su flexibilidad permite el
movimiento relativo de las partes que une. El tipo de células más abundante en este tejido son los
fibroblastos. También encontramos macrófagos, con capacidad fagocítica, que derivan de los
monocitos sanguíneos extravasados.

B. Tejido conjuntivo denso

El tejido conjuntivo denso es muy fuerte, aunque un tanto menos flexible que el laxo,
debido a la mayor abundancia de colágeno. A los fibroblastos del tejido conjuntivo denso se les
suele llamar fibrocitos para indicar que su actividad es mucho menor que en el conjuntivo laxo. La
principal función del tejido conjuntivo denso es contrarrestar tensiones mecánicas. Se pueden
considerar tres variantes dentro del tejido conjuntivo denso: irregular, regular y elástico.

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En el tejido conjuntivo denso irregular, las fibras de colágeno están dispuestas en haces
distribuidos en todas direcciones a través del tejido. Este tipo de tejido se encuentra en la capa
inferior o dermis de la piel y en las cápsulas de los órganos (pericardio, periostio, cápsulas
articulares). En el tejido conjuntivo denso regular, los haces de colágeno están dispuestos en
un patrón definido, lo cual hace al tejido muy resistente al esfuerzo. Los tendones y ligamentos
están formados por este tejido. El tejido conjuntivo denso elástico destaca por la abundancia
de fibras elásticas, que le confieren al órgano, además de un característico color amarillento, una
gran elasticidad. Este tejido se encuentra en órganos elásticos, como algunos ligamentos, que
sufren estrés mecánico (estiramientos y contracciones) debido a presiones o tensiones.

C. Tejido conjuntivo mucoso

El tejido conjuntivo mucoso o gelatinoso tiene aspecto de gelatina, está muy hidratado,
es turgente y presenta una gran resistencia mecánica. La mayor parte del tejido es matriz
extracelular, pudiendo representar hasta el 95% de su contenido. Este tejido abunda en el periodo
embrionario y es poco frecuente en adultos. Es el principal componente del cordón umbilical.

D. Tejido conjuntivo reticular

El tejido conjuntivo reticular está constituido principalmente por fibras reticulares


entrelazadas. Forma el estroma de sostén de muchos órganos, como hígado, bazo y ganglios
linfáticos. En él hay un gran número de células distintas a los fibroblastos, como son los linfocitos,
células adiposas, musculares lisas, macrófagos, células madre hematopoyéticas, etcétera.
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E. Tejido adiposo

El tejido adiposo es un tejido conjuntivo especializado en el almacenamiento de lípidos. Se


puede considerar como un tejido conectivo un tanto atípico puesto que posee muy poca matriz
extracelular, pero su origen es el mismo que el resto de tejidos conectivos. Su capacidad para
almacenar lípidos depende de sus células, los adipocitos, que pueden contener en su citoplasma
grandes gotas de grasa, pero el tejido adiposo no sólo almacena energía, sino que también
controla el metabolismo corporal a través de la liberación de hormonas, citocinas, proteínas,
lípidos específicos, y mi-ARNs.

Existen dos tipos de tejido adiposo: el formado por grasa blanca (o unilocular), cuyos
adipocitos presentan una gran gota de lípidos, y el formado por grasa parda (o multilocular). El
origen de los diferentes tipos de adipocitos quizá sea uno de sus aspectos menos conocidos.
Aunque los dos tipos de grasa derivan de células mesenquimáticas, lo hacen a partir de
poblaciones diferentes. De hecho, la grasa parda comparte progenitor con las células musculares,
no así la blanca. Este distinto origen podría explicar las diferencias metabólicas entre ambos.

El tejido adiposo unilocular se localiza en diferentes regiones del cuerpo de los


mamíferos y sobre todo en dos regiones: la subcutánea y la visceral. Además hay depósitos
subcutáneos y en la médula ósea. En los humanos, la distribución de la grasa corporal cambia
entre ambos sexos, ya que está influenciada por las hormonas sexuales. La ubicación de la grasa
también influye en el riesgo de ciertas enfermedades, siendo la grasa visceral y los depósitos
abdominales los que más relación tienen con el riesgo de sufrir diabetes tipo II y enfermedades
cardiovasculares.

La grasa parda está formada por adipocitos maduros que contienen, no una, sino
numerosas gotas de lípidos, por ello también se la denomina tejido adiposo multilocular. La
grasa parda es frecuente en los animales hibernantes y en los fetos y neonatos de mamíferos,
mientras que en los adultos está muy reducida. El color pardo de este tipo de grasa en fresco es
debido a la presencia de multitud de mitocondrias en su citoplasma, las cuales contienen una
gran cantidad de citocromo oxidasa. Estos adipocitos se caracterizan por poseer la proteína
UCP1, la cual desacopla la cadena de transporte de electrones de la síntesis de ATP, de manera
que esa energía se emplea en la producción de calor. Este tipo de grasa está inervado por el
sistema nervioso simpático, y los axones neuronales liberan noradrenalina directamente sobre los
adipocitos, estimulándolos en la producción de calor.

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F. Tejido cartilaginoso

El cartílago forma el esqueleto en las fases embrionarias de todos los vertebrados, pero es
sustituido en gran medida por el hueso en el adulto, excepto en animales como los tiburones y las
rayas (elasmobranquios). El cartílago es firme, pero elástico. Sus células, llamadas condrocitos,
secretan una matriz que se dispone alrededor de sí mismas. También secretan fibras de
colágeno, las cuales se entremezclan en la matriz y la refuerzan. Los condrocitos finalmente
quedan depositados, solos o en grupos, en pequeñas cavidades de la matriz denominadas
lagunas. Las células de cartílago permanecen vivas en la matriz. El tejido cartilaginoso carece de
nervios, vasos linfáticos y vasos sanguíneos, de modo que los condrocitos reciben por difusión
nutrientes y oxígeno a través de la matriz.

Existen tres tipos de cartílago, diferenciados por sus características mecánicas, las cuales
a su vez vienen determinadas por el tipo y la abundancia de fibras que los componen.

–El cartílago hialino tiene pocas células y cierta cantidad de fibras de colágeno. Se
encuentra en el tabique nasal, las costillas y las vías respiratorias. Es el que constituye el
esqueleto fetal y de los peces cartilaginosos.

–El cartílago elástico tiene más abundancia de elastina. Se encuentra en la epiglotis y en


el pabellón auricular.

-El cartílago fibroso o fibrocartílago contiene casi exclusivamente fibras de colágeno.


Constituye los discos intervertebrales y la sínfisis púbica.

G. Tejido óseo

El tejido óseo, junto con la médula ósea y otros tejidos conectivos, forma los huesos, los
cuales tienen una doble función: mecánica y metabólica.

En su faceta mecánica, los huesos sostienen las partes blandas del cuerpo y protegen a
los órganos como el cerebro, pulmones y corazón. También sirven como palanca para el agarre
de los músculos y la generación de los movimientos.

Como centro metabólico, el tejido óseo almacena calcio y fósforo, y regula su metabolismo.
Además, en el interior de los huesos, en la médula ósea, se generan las células sanguíneas
(hematopoyesis).

Los osteoblastos son las células especializadas en la síntesis de matriz ósea y son
responsables del crecimiento y remodelación del hueso.
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Los osteocitos son el tipo de celular óseo más abundante en el hueso maduro. Se
localizan en unas cavidades de la matriz ósea que se denominan lagunas óseas. Tienen aspecto
de arañas con largas patas. Esas patas corresponden a canales que discurren por la matriz
extracelular denominados canalículos óseos, en los cuales se extienden las prolongaciones de los
propios osteocitos. A través de estas prolongaciones es posible el trasiego de sustancias desde
los vasos sanguíneos a todos los osteocitos, puesto que la matriz ósea mineralizada es un medio
que dificulta la difusión de metabolitos. Los osteocitos mantienen la matriz ósea, reabsorben y
producen matriz ósea. También intervienen en la homeostasis del calcio en el cuerpo mediante su
liberación desde la matriz ósea.

Los osteoclastos se encargan de eliminar hueso, tanto la matriz ósea mineralizada como
la orgánica, mediante un proceso denominado reabsorción. Son células muy grandes y
multinucleadas.

Existen dos tipos de tejido óseo, el compacto y el esponjoso.

–El hueso compacto o cortical no posee cavidades vasculares y su matriz extracelular se


ordena en laminillas óseas, las cuales se pueden disponer de manera más o menos rectas y
paralelas (hueso compacto laminar) o de manera concéntrica alrededor de un canal (hueso
compacto de tipo osteónico). En el hueso osteónico, los vasos linfáticos, sanguíneos, y nervios
viajan por un canal denominado canal de Havers. Las laminillas óseas concéntricas y los
osteocitos, dispuestos entre las laminillas se disponen alrededor del canal de Havers, forman un
conjunto denominado osteona o sistema de Havers. Los canales de Havers de osteonas cercanas
están conectados mediante canales transversales denominados canales de Volkmann. Del orden
de 4 a 20 laminillas óseas se disponen alrededor de un canal de Havers. Los osteocitos se
encuentran en unos huecos localizados en las laminillas óseas denominados lagunas. De estas
lagunas salen pequeños conductos, denominados canalículos, por donde los osteocitos emiten
prolongaciones celulares. Los canalículos se abren a los canales de Havers por donde viajan los
vasos sanguíneos, y desde donde los osteocitos obtienen los nutrientes.

–El hueso esponjoso o trabecular posee grandes espacios denominados cavidades


vasculares, ocupados por vasos sanguíneos y elementos hematopoyéticos.

El proceso que da origen al tejido óseo recibe el nombre de osificación. Existen dos tipos
de osificación, la osificación intramembranosa, que consiste en la formación de hueso
directamente desde las células mesenquimáticas, mientras que la osificación endocondral
supone la diferenciación de células mesenquimáticas en cartílago y posteriormente la sustitución
de cartílago por tejido óseo.

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El primer tipo origina huesos planos, como los del cráneo, mientras que el segundo tipo se da en
los huesos de la mayor parte del esqueleto. Los huesos aumentan de grosor mediante osificación
intramembranosa del periostio hacia el interior.

H. Tejidos sanguíneo y linfático

La sangre es considerada por numerosos autores como un tipo especializado de tejido


conectivo compuesto de elementos celulares (células y fragmentos celulares) y una matriz
extracelular líquida denominada plasma. Sería el único tejido con matriz extracelular líquida.

Entre las principales funciones de la sangre destacan tres:

Transporte. La sangre sirve para transportar nutrientes y oxígeno desde el aparato


digestivo y los pulmones, respectivamente, al resto de las células del organismo, y productos de
desecho hasta el riñón, el hígado y los pulmones. Es la principal vía de comunicación entre
células distantes para el intercambio de señales como las hormonas.

Homeostasis. Contribuye a la homeostasis general o regulación del estado general del


cuerpo. Contribuye a mantener una temperatura corporal homogénea en todo el cuerpo
transportando calor a las zonas periféricas. También mantiene un pH tisular estable, así como es
el principal encargado de regular la cantidad de agua de las células del cuerpo.

Defensa. Tiene una función de protección frente a heridas mediante su capacidad de


coagulación, evitando así que el organismo pierda su sangre, y de defensa frente a patógenos
externos o células malignas internas gracias a las células del sistema inmunitario, los leucocitos,
que utilizan la red de vasos sanguíneos para viajar a cualquier parte del organismo.

El plasma es el componente fluido de la sangre y representa más de la mitad del volumen


sanguíneo. Es un 90 % agua, mientras que el resto es mayoritariamente proteínas, pero también
iones, aminoácidos, lípidos, y gases. Es el principal medio de transporte de nutrientes y productos
de desecho. Las células sanguíneas viajan en suspensión en el plasma, formando un coloide
fluido.

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La albúmina es la proteína más abundante del plasma (54 % del total de proteínas) y
desempeña diversas funciones. Muchas moléculas se asocian a ella para ser transportadas por la
sangre como ácidos grasos y hormonas esteroideas. También es el factor más importante para el
mantenimiento de la presión osmótica de la sangre, lo cual contribuye a mantener y regular el
volumen sanguíneo.

Las células sanguíneas se clasifican en dos tipos: eritrocitos o glóbulos rojos y


leucocitos o glóbulos blancos (Figuras 1 y 2). La sangre también contiene fragmentos celulares
denominados plaquetas. Los leucocitos se dividen a su vez en granulares: neutrófilos,
basófilos y eosinófilos, y en agranulares: linfocitos y monocitos. Entre el componente celular,
la mayoría son eritrocitos (99% de la células), el resto son leucocitos y plaquetas. Todas las
células de la sangre derivan de una célula madre adulta común, que en los organismos adultos se
encuentran en la médula ósea.

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Los glóbulos blancos o leucocitos, cada uno con tamaño, forma, estructura y funciones
bien definidos, constituyen una importante línea de defensa contra microorganismos que causan
enfermedades.

Los eritrocitos son los responsables de dar el color rojo a la sangre por su alto contenido
en hemoglobina, una proteína que contiene hierro en su estructura. Su principal misión es la de
transportar el oxígeno y el CO2. El eritrocito, en mamíferos, se puede considerar como una célula
modificada para su función puesto que no posee núcleo y carece de mitocondrias y otros
orgánulos celulares.

Las plaquetas, o trombocitos, son pequeñas porciones de citoplasma sin núcleo. Su


principal misión es cooperar en la aglutinación y coagulación sanguínea. Están presentes en los
mamíferos, pero no en los vertebrados inferiores. Se forman mediante "desgajes" del citoplasma
de unas células denominadas megacariocitos que se encuentran en la médula ósea.

En general la vida de los elementos celulares que forman la sangre es muy corta, y puede ir
desde horas a unas pocas semanas, por tanto, se deben generar continuamente células
sanguíneas en el proceso conocido como hematopoyesis. En humanos, los lugares donde esto
ocurre cambia durante el desarrollo: en embriones es sobre todo en el saco vitelino, durante la
etapa fetal se traslada al hígado, bazo y tejido linfático. Tras el nacimiento, la hematopoyesis se
traslada a la médula ósea del hueso trabecular y la cavidad medular de los huesos largos. En
adultos ocurre en los huesos de cráneo, pelvis, vértebras, esternón, y las zonas próximas de la
epífisis del fémur y el húmero. La hematopoyesis en adultos se puede reiniciar en el hígado y en
el bazo bajo ciertas circunstancias.
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3.3. Tejido muscular.

El tejido muscular es el responsable de los movimientos del cuerpo. La característica


principal de sus células es la de ser capaces de contraerse, es decir, de acortarse, cuando
reciben estímulos nerviosos. Las células o fibras musculares son alargadas y engloban una
cantidad de miofibrillas formadas por filamentos de proteínas contráctiles, fundamentalmente
actina y miosina. La contracción muscular se realiza por el deslizamiento de los filamentos finos
de actina a lo largo de los filamentos gruesos de miosina, con participación de cationes Ca++ en
un proceso que consume energía en forma de ATP.

Los movimientos de la mayor parte de los animales son resultados de la contracción de


unas células alargadas, cilíndricas del tejido muscular. Cada célula muscular suele denominarse
fibra, a causa de su longitud. Una fibra muscular contiene muchas pequeñas fibras contráctiles
paralelas longitudinales llamadas miofibrillas. Dos proteínas, miosina y actina, son los
componentes principales de las miofibrillas. La membrana celular de las células musculares se
denomina sarcolema, y el citoplasma, sarcoplasma. Los núcleos de este tipo de células han
perdido la capacidad de división.
Según la morfología y el funcionamiento de sus células, se diferencian tres tipos de tejido
muscular: el liso, el estriado y el cardíaco.

A. Tejido muscular liso

El tejido muscular liso está formado por células fusiformes uninucleadas y con miofibrillas
paralelas al eje mayor, carentes de estriaciones transversales. Su contracción es involuntaria,
lenta, rítmica y duradera. En los vertebrados se encuentra en los bronquios, las venas, las
arterias, el aparato digestivo (desde la parte media del esófago hasta el esfínter interno del ano) y
el útero, y rodea las glándulas mamarias y salivales y la vejiga urinaria. El control voluntario de
este último órgano es la excepción a la involuntariedad de este tejido.

B. Tejido muscular estriado o esquelético

El tejido muscular estriado o esquelético tiene una contracción rápida, arrítmica y


voluntaria, que está controlada por los nervios del sistema nervioso cerebroespinal (SNC). Sus
células son cilíndricas, muy largas y multinucleadas, y se agrupan en haces que presentan una
estriación transversal con alternancia de bandas claras y oscuras debido a la superposición de las
miofibrillas. En los vertebrados, constituye los músculos esqueléticos (de contracción rápida) que
se insertan en los huesos.

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C. Tejido muscular cardíaco

El tejido muscular cardíaco o miocardio tiene una contracción rápida, rítmica, e


involuntaria. En los vertebrados, sus células, que también presentan estriación transversal, son
alargadas y ramificadas; forman columnas que se asocian en una red tridimensional y están
unidas por discos intercalares. A diferencia de las células del músculo esquelético, sólo tienen
uno o dos núcleos, y carecen de sinapsis neuromusculares.

3.4. Tejido nervioso.

El tejido nervioso es el más complejo de todos los tejidos. Está especializado en percibir
estímulos por medio de receptores específicos, en transmitir información a los centros nerviosos,
en elaborar respuestas y en enviarlas a los órganos efectores para modificar su actividad. Está
repartido por todo el organismo, organizado en un sistema, el sistema nervioso. Consta de dos
tipos de elementos: las células nerviosas o neuronas y las células de la glía o neuroglía.

La unidad estructural del sistema nervioso es la neurona, hecho que descubrió Santiago
Ramón y Cajal. La neurona es una célula muy especializada que ha perdido su capacidad de
división.

Las neuronas tienen gran diversidad de formas y tamaños. Típicamente, una neurona esta
formada por un cuerpo celular o soma, que contiene el núcleo y la mayoría de la maquinaria
metabólica de la célula; dendritas, que suelen ser extensiones citoplasmáticas numerosas, cortas
y filiformes que, con el cuerpo celular, recibe los estímulos de otras células; y un axón, una
prolongación citoplasmática larga capaz de conducir rápidamente una señal electroquímica
conocida como impulso nervioso. Los axones se conocen también como fibras nerviosas.
Según su función, las neuronas se clasifican en sensitivas, que reciben estímulos, y
motoras, que producen las respuestas. La acción coordinada entre ambos tipos de neuronas
conduce, regula y modifica el impulso nervioso.
Los contactos entre neuronas reciben el nombre de sinapsis. A las neuronas que
establecen este contacto se les denomina neurona pre-sináptica y neurona post-sináptica,
respectivamente. Las sinapsis pueden ser de tres tipos diferentes en función de con qué
estructuras de la neurona postsináptica contacte el axón de la neurona presináptica: sinapsis
axo-somática, sinapsis axo-dendrítica y sinapsis axo-axónica.

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El otro tipo de células nerviosas son las de la glía o neuroglía. Existen cuatro tipos
principales de células gliales (astrocitos, oligodendrocitos, células de microglía y células de
Schwann)

Los astrocitos forman una envuelta que rodea a los vasos sanguíneos, tapizan la
superficie del encéfalo y están presentes como un tercer elemento de las sinapsis, siendo los
otros dos la neurona presináptica y la postsináptica. A pesar de que los astrocitos se han
considerado como mero soporte mecánico y metabólico de las neuronas, también participan en la
modulación de la actividad sináptica. Además, proliferan en las heridas o infartos cerebrales
ocupando el lugar de las neuronas muertas. Los oligodendrocitos y las células de Schwann
forman las vainas de mielina que rodean a los axones de las neuronas en el encéfalo y en el
sistema nervioso periférico, respectivamente. La microglía se relaciona con funciones de defensa
frente a patógenos o lesiones nerviosas puesto que actúan como fagocitos. Estas células no
proceden del linaje celular que da lugar a las neuronas, sino que son producidas en la médula
ósea e invaden el tejido nervioso desde los vasos sanguíneos.

Existe una gran controversia sobre el número real de neuronas y glía, y por tanto su
proporción en el sistema nervioso central. Hasta hace poco se creía que el número de células
gliales en el encéfalo excedía al de neuronas. Sin embargo, cuantificaciones recientes indican
que puede ser igualitario, al menos en estado adulto.

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4. TEJIDOS VEGETALES.

Durante el proceso evolutivo, los organismos autótrofos pluricelulares adquirieron dos


adaptaciones fundamentales para lograr establecerse en tierra firme:

-Unos sistemas de aislamiento con los que evitar la pérdida de agua.

-Unos mecanismos de conducción del agua y los nutrientes hasta la parte aérea.

Estas adquisiciones dieron origen a las plantas vasculares, y la especialización en tejidos


que las acompañó favoreció la aparición de un nivel de organización llamado cormo.

La estructura cormofítica, máxima respuesta adaptativa a la vida terrestre de los


organismos autótrofos, se compone de tres órganos básicos: raíz, tallo y hojas. Cada uno de
estos órganos está formado por diversos tipos de tejidos especializados, que se originan por un
proceso de diferenciación celular: por divisiones sucesivas del cigoto se forma el embrión, que
está encerrado en la semila; al germinar y desarrollarse, da lugar a los tejidos y órganos que
constituyen la planta adulta.

Todas las plantas vasculares tienen varios sistemas tisulares: sistema de tejidos
formadores, embrionarios o meristemos, tejidos protectores, tejidos de sostén, tejidos
vasculares, tejidos fundamentales y tejidos secretores.

4.1. Tejidos formadores o meristemos.

Son los encargados del crecimiento del vegetal tanto en longitud como en grosor. Sus
células son totipotentes, es decir, se multiplican de forma continua y luego se especializan
originando los demás tejidos. Son células pequeñas, sin vacuolas y con forma poliédrica.

Existen dos tipos de meristemos:

- Meristemos primarios: producen el crecimiento en longitud y se encuentran, por tanto,


en el extremo de la raíz y el tallo, así como en las yemas. Originan los tejidos primarios.

- Meristemos secundarios: son los causantes del crecimiento en grosor y sólo se


encuentran en plantas de más de un año de vida. Se hallan en el interior de las raíces y de los
tallos. Son dos, el cámbium y el felógeno. El cámbium está situado entre el xilema y el floema,
sólo se observa en las plantas de más de un año, y origina los tejidos conductores: xilema y
floema secundarios. El felógeno está situado cerca de la superficie de la planta, bajo la epidermis,
y da lugar al súber o corcho, hacia afuera, y al córtex secundario hacia adentro.
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4.2. Tejidos protectores.

Su misión es cubrir y proteger la superficie exterior de la planta o separar unos tejidos de


otros en el interior de ésta. Carecen de espacios intercelulares. Se distinguen cuatro tipos de
tejidos protectores: epidermis, exodermis, endodermis y súber.

El tejido epidérmico proporciona una cubierta protectora a todas las partes de la planta.
Está constituido por una sola capa de células sin clorofila. Su pared es más gruesa en la parte
externa de la planta, y se vuelve impermeable gracias a los depósitos de cutina y ceras, formando
la barrera de relación con el medio externo. El parénquima epidérmico no contiene cloroplastos y
es de naturaleza transparente, permitiendo la entrada de energía luminosa al interior del tallo y las
hojas donde ocurre la fotosíntesis

El tejido suberoso sustituye al epidérmico en los tallos y raíces de más de un año. Se


encuentra, pues, en las partes leñosas de la planta. Está compuesto por varias capas de células
muertas recubiertas de suberina, y es impermeable a los gases y al agua, por lo que, para
permitir el intercambio de gases, tiene unas estructuras llamadas lenticelas, que comunican los
tejidos vivos del interior, con el exterior.

La exodermis es un tejido propio de las raíces adultas de angiospermas y gimnospermas.


Se origina por un proceso de suberificación de un parénquima preexistente. La forman células
vivas.

La endodermis es un tejido formado por una única capa de células vivas. Se encuentra
sólo en las raíces, donde forma un cilindro que aísla los tejidos conductores de los parénquimas
periféricos. Las células jóvenes de la endodermis tienen un refuerzo en sus paredes, denominado
banda de Caspary.

4.3. Tejidos de sostén.

Los tejidos mecánicos, también llamados de sostén, proporcionan un nivel de resistencia a


los órganos adultos. Forman el sistema de sujeción de la planta. Sus células tienen paredes
gruesas y resistentes que comunican, por tanto, rigidez al tejido. Se distinguen dos tipos de
tejidos mecánicos: el colénquima y el esclerénquima.

El colénquima es un tejido de sostén simple formado por células colenquimatosas cuyas


paredes celulósicas se encuentran muy engrosadas, y su función es la de sostén estructural. Está
formado por células vivas con actividad fotosintética.

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El esclerénquima está formado por células cuya pared celular secundaria ha acumulado
gran cantidad de lignina, una molécula que confiere resistencia mecánica y rigidez. Las paredes
del esclerénquima son fuertes, duras, y muy gruesas. En la madurez funcional, cuando el
esclerénquima está dando sostén al cuerpo de la planta, es frecuente que sus células mueran.
Pueden existir células pétreas (esclereidas), como las que forman los “huesos” de los frutos, pero
también se pueden disponer, especialmente en los tallos leñosos, en forma de haces de fibras
largas.

4.4. Tejidos conductores.

Su función es la de transportar sustancias nutritivas desde la raíz hasta las hojas, o


viceversa.

El xilema es un tejido conductor complejo compuesto de células que han perdido el tabique de
separación entre ellas y se han convertido en auténticos tubos huecos. Las paredes laterales se
lignifican, por lo cual también sirven como tejido de sostén. Estos conductos reciben el nombre de
vasos leñosos. Conducen agua y minerales disueltos desde las raíces hacia tallos y hojas, y da
sostén estructural. Se localiza en todo el cuerpo vegetal; el xilema de las raíces es continuo con el
xilema de los tallos, y este lo es con el de las hojas. Tal continuidad es necesaria para desplazar
el agua en una corriente continua desde el suelo a través de la planta.

En realidad, sólo dos de los cuatro tipos celulares presentes en el xilema conducen agua y
minerales: éstos son las traqueidas y los elementos del vaso o tráqueas. Además de estas
células, el xilema también contiene células parenquimatosas, que realizan funciones de
almacenamiento, y fibras, que dan sostén.

El floema, al igual que el xilema, es un tejido complejo que en las plantas con flores está
compuesto de cuatro tipos celulares: elementos del tubo criboso, células acompañantes,
fibras y parénquima. A menudo las fibras son bastante extensas en el floema, lo que da sostén
adicional al cuerpo de la planta. El floema se encarga de llevar a cabo la conducción de la savia
elaborada (azúcares, aminoácidos, sales, en disolución) a través de la planta. Está formado por
células que mantienen los tabiques de separación entre ellas, aunque están perforados por
muchos orificios, constituyendo las placas cribosas, por lo que se denominan vasos cribosos.
Las células del elemento criboso han perdido el núcleo, por lo que dependen metabólicamente de
las células acompañantes.

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4.5. Tejidos fundamentales.

Constituyen los tejidos de relleno fundamental de la planta. También se denominan


parénquimas. Conservan su capacidad de división, y pueden intervenir en la cicatrización de las
heridas que se producen en el vegetal. Cumplen distintas funciones, por lo que distinguimos cinco
tipos de parénquimas:
El parénquima clorofílico tiene gran cantidad de cloroplastos y su función es realizar la
fotosíntesis. Cuando un parénquima cumple la función de almacenamiento recibe el nombre de
parénquima de reserva y es frecuente encontrarlo en órganos no expuestos a la luz (raíces,
rizomas, tubérculos). Existen parénquimas con capacidad para acumular aire, estos
parénquimas aeríferos tienen funciones de flotabilidad en plantas acuáticas como el nenúfar,
aunque también son fotosintéticamente activos. En los climas muy áridos, algunas plantas bien
adaptadas como los cactus almacenan agua en un parénquima acuífero. Las células
parenquimáticas que acompañan a los elementos del xilema y del floema reciben el nombre de
parénquima conductor, y sus células facilitan el transporte de solutos desde y hacia los vasos
conductores.

4.6. Tejidos secretores.

Son estructuras muy variadas cuya única característica en común es la de segregar


diversas sustancias que pueden ser consideradas, en unos casos, como productos de desecho, y
en otros, como sustancias útiles para la planta. Pueden constituir pelos, glándulas, cavidades o
tubos.

5. RELACIÓN CON EL CURRÍCULUM.

A lo largo del currículum de la enseñanza secundaria, los tejidos humanos se estudian en


la asignatura de Biología y Geología 3º de E.S.O. dentro del bloque “Estructura y organización del
cuerpo humano”. En este curso no se hace incursión en el estudio de los tejidos vegetales.

El bloque de “Histología” que forma parte de la materia de Biología y Geología de 1º de


bachillerato y estudia los distintos tipos de tejidos que animales y vegetales, va, secuencialmente,
precedido de los bloques de “composición y función de los seres vivos”, y “modelos de
organización celular”, que establecen el contexto adecuado para el estudio de los contenidos aquí
presentados.

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6. BIBLIOGRAFÍA.

▪ Megías M. y otros. Atlas de histología vegetal y animal.


http://mmegias.webs.uvigo.es/inicio.html. Consultado: 21/03/2023.
▪ “Biologia y Geología”. AA.VV. 1º Bachillerato. Anaya, 2002.
▪ Ruíz Trillo, I. El origen de la multicelularidad. Investigación y Ciencia, Vol. 437, p. 32-39.

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