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1. NIVELES DE ORGANIZACIÓN DE LOS SERES VIVOS.
Toda la materia, incluyendo los organismos vivos más complejos, está constituida por
combinaciones de elementos. Los elementos son, por definición, sustancias que no pueden ser
desintegradas en otras sustancias por medios químicos ordinarios. La partícula más pequeña de
un elemento es el átomo.
Los átomos de cada elemento diferente tienen en sus núcleos un número característico de
partículas cargadas positivamente, llamadas protones. El número de protones en el núcleo del
átomo cualquiera se llama número atómico.
Fuera del núcleo de un átomo hay partículas cargadas negativamente, los electrones, que
son atraídos por la carga positiva de los protones. El número de electrones en un átomo iguala al
número de protones en su núcleo.
Los átomos también contienen neutrones, que son partículas sin carga de
aproximadamente el mismo peso que los protones. Estos también se encuentran en el núcleo del
átomo, donde parecen tener un efecto estabilizador.
Así, el primer nivel de organización es el nivel subatómico que está constituido por todas
las partículas que forman los átomos. La organización de estas partículas en átomos representa
un segundo nivel denominado nivel atómico.
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1.2. Nivel molecular.
Este nivel, formado por la agrupación de átomos, se denomina nivel molecular. A las
moléculas que constituyen la materia viva se les denomina biomoléculas o principios inmediatos.
Todas las biomoléculas, básicamente, son compuestos de carbono, y se denominan moléculas
orgánicas, ya que se creía que solamente las podían producir los organismos.
A este nivel también pertenecen las macromoléculas y los virus. Las macromoléculas
resultan de la unión de muchas moléculas en un polímero. La unión que se repite se denomina
monómero. Así, por ejemplo, el almidón es un polímero de glucosa, las proteínas son polímeros
formados por aminoácidos y los ácidos nucleicos son polímeros de nucleótidos.
Las células procariotas son las que carecen de envoltura nuclear. En ellas, por tanto, el
contenido del núcleo se dispersa en el citoplasma. Las células eucariotas, por el contrario, sí
poseen envoltura nuclear, por tanto, tienen un núcleo bien diferenciado.
El siguiente nivel es el pluricelular, que abarca aquellos seres vivos que están constituidos
por más de una célula. Dentro de este nivel se pueden distinguir varios grados de complejidad o
subniveles: los tejidos, los órganos, los sistemas y los aparatos.
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Los tejidos son conjuntos de células muy parecidas, que realizan las mismas funciones y
que tienen un mismo origen.
Los órganos están constituidos por varios tejidos diferentes y realizan actos concretos.
Los sistemas son conjuntos de órganos parecidos, ya que están constituidos por los
mismos tejidos, pero que realizan actos que pueden ser completamente independientes.
Los aparatos son conjuntos de órganos que pueden ser muy diferentes entre sí, pero
cuyos actos están coordinados para constituir lo que se llama una función.
Por último en el nivel de ecosistema se estudia tanto al conjunto de poblaciones que viven
interrelacionadas, la llamada comunidad o biocenosis, como el lugar, con sus condiciones
fisicoquímicas, en el que se encuentran viviendo, el llamado biotopo. El conjunto de biocenosis y
biotopo se denomina ecosistema.
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2. LA DIFERENCIACIÓN CELULAR.
Uno de los primeros pasos en la evolución de los organismos pluricelulares debió ser la
asociación de organismos unicelulares formando colonias, tal como hacen algunos tipos de
bacterias, protozoos y algas. En las colonias más complejas se produce ya un cierto reparto del
trabajo entre sus células y debido a ello presentan ya los dos rasgos esenciales de todos los
organismos pluricelulares: sus células se diferencian y se coordinan.
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Así, proteínas transmembrana como las cadherinas, que en los coanoflagelados tienen la
función de adhesión a bacterias para su captura, habrían pasado a asumir la función de otorgar
cohesión a las células que forman los epitelios, manteniéndolas unidas.
Los distintos tipos celulares de un organismo superior suelen diferir profundamente tanto
en estructura como en función. Si comparamos, por ejemplo, una neurona de mamífero con un
linfocito, observaremos que las diferencias son tan grandes que se hace difícil imaginar que
ambas células contienen el mismo genoma. Por esta razón y porque la diferenciación celular
suele ser irreversible, los biólogos inicialmente sospecharon que durante el proceso de
diferenciación de las células los genes se deberían perder de modo selectivo. Sin embargo,
actualmente sabemos que la diferenciación celular depende generalmente de cambios en la
expresión génica y no de la pérdida de genes. Los tipos celulares de un organismo pluricelular se
diferencian unos de otros porque sintetizan y acumulan juegos de moléculas de ARN y de
proteínas diferentes. Ello lo consiguen sin alterar de modo irreversible su ADN.
Se dice que una célula está determinada si ha sufrido un cambio autoperpetuo de carácter
interno que la diferencia, a ella y a sus descendientes, de las otras células del embrión, y que la
obliga a tomar una vía de desarrollo especializada.
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Normalmente, el término diferenciación se reserva para designar la especialización
celular manifiesta, es decir, referida a la especialización de un carácter celular muy evidente.
Generalmente una célula está determinada antes de su diferenciación, aunque en algunos casos
ambos procesos ocurran simultáneamente.
En los organismos adultos también hay células madre, relativamente indiferenciadas, que
poseen la capacidad e dividirse durante toda la vida del organismo. Estas células son necesarias
siempre que haya que reemplazar células diferenciadas que no puedan dividirse por sí mismas.
Las células madre embrionarias abren enormes perspectivas para la medicina, aunque los
sectores más reacios a la experimentación con embriones humanos han mostrado su esperanza
de que sean obtenidas de órganos adultos, de modo que se pueda evitar la utilización de
embriones.
Las células madre del adulto existen en casi todos los tejidos, pero todavía no se conocen
bien. A diferencia de las células madre embrionarias, únicamente pueden dar origen a un número
limitado de tipos celulares, y en función de ello pueden ser: unipotenciales si dan lugar a un solo
tipo de célula diferenciada; oligopotenciales, si dan lugar a un pequeño número de tipos
celulares y pluripotenciales si dan lugar a muchos tipos de células.
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3. TEJIDOS ANIMALES.
Los tejidos epiteliales consisten en láminas continuas de células que proporcionan una
cubierta protectora a todo el cuerpo y contienen terminaciones nerviosas sensoriales.
Proporcionan también una envoltura protectora para órganos internos determinados y forman las
membranas que revisten el interior de los órganos, cavidades y canales. Todo lo que entra y sale
del cuerpo y sus distintos órganos debe pasar a través de un epitelio, que desempeña así un
importante papel regulador en el movimiento de moléculas e iones.
El tejido epitelial cubre las superficies corporales y reviste las cavidades. Constituye la
capa externa de la piel así como de los revestimientos del tubo digestivo, las vías respiratorias,
las cavidades reproductivas y los túbulos renales. Los tejidos epiteliales participan, no sólo en la
protección, sino también en la absorción, secreción y percepción de las sensaciones.
A. Epitelios de revestimiento
Los epitelios de revestimiento forman una capa que tapiza las superficies externas (piel,
pulmones o aparato digestivo) e internas (vasos sanguíneos, linfáticos y pleuras). La epidermis es
un epitelio que recubre la superficie externa del cuerpo. Cuando recubren cavidades serosas del
organismo como las pleuras se denominan mesotelios, pero cuando recubren la parte interna de
los vasos sanguíneos o linfáticos se llaman endotelios. Están constituidos por una capa o lámina
continua de células que carece de vasos sanguíneos y descansa sobre una membrana basal de
naturaleza conjuntiva. Atendiendo a la forma y a la disposición de sus células, se clasifican en
planos y cilíndricos.
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– Los epitelios planos están constituidos por células aplastadas. Si éstas se disponen en
una sola capa, se les denomina epitelios planos monoestratificados o endotelios, como la
capa interna de los vasos sanguíneos; si se disponen en varias capas, se les denomina epitelios
planos pluriestratificados, como los que recubren la superficie de la piel, el esófago, la cavidad
oral, la vagina y los conductos de algunas glándulas.
– Los epitelios cilíndricos están formados por células cilíndricas dispuestas en una capa
si hablamos del epitelio cilíndrico monoestratificado, o varias, en el caso del epitelio
cilíndrico pluriestratificado. Sus células son más altas que anchas y tienen un núcleo grande
situado en su base. Encontramos epitelio cilíndrico monoestratificado en el estómago, el intestino
y la vesícula biliar. El pluriestratificado se encuentra en la conjuntiva, la faringe, el ano y los
conductos galactóforos de las glándulas mamarias.
La superficie de la piel, así como los epitelios de algunos órganos sensoriales (lengua,
epitelio olfativo, etc.) tienen la capacidad de captar estímulos, lo que sucede gracias a la aferencia
de fibras nerviosas capaces de excitarse, o bien a la presencia, en el propio epitelio, de células o
agrupaciones de éstas, con capacidad para captar estímulos y transmitirlos a las neuronas.
B. Epitelios glandulares
– Cuando la masa de células dispone de un conducto, también epitelial, que las une y
mediante el cual se conectan con la superficie, constituye las glándulas exocrinas. Éstas
también pueden ser unicelulares, como las células caliciformes del intestino.
– Cuando el epitelio glandular pierde la conexión con el epitelio superficial del que deriva, y
la masa de células vierte su secreción directamente a los capilares sanguíneos, se forman las
glándulas endocrinas o de secreción interna. Las glándulas endocrinas (hipófisis, suprarrenales,
tiroides…) son las responsables de la síntesis y secreción de las hormonas.
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3.2. Tejidos conectivos.
La principal función del tejido conectivo es sostener y unir los otros tejidos y órganos del
cuerpo. Casi cada órgano del cuerpo tiene un armazón protector de tejido conectivo llamado
estroma. Los componentes epiteliales del órgano son soportados y aislados mecánicamente por
el estroma.
Los tejidos conectivos se caracterizan porque contienen relativamente pocas células, las
cuales están inmersas en una extensa sustancia intercelular consistente en fibras microscópicas,
de colágeno, elásticas y reticulares, y una sustancia fundamental rica en proteoglicanos y
glicosaminoglicanos secretada por las propias células. Los distintos tipos de tejidos conectivos
difieren en sus propiedades en función del tipo de células y de la mayor o menor abundancia
relativa de los componentes de la sustancia intercelular.
Comenzaremos describiendo los tipos de tejido conectivo propiamente dicho, a los que
llamaremos tejidos conjuntivos, para después pasar a otras formas de tejido conectivo con
funciones y características más específicas, como el adiposo, el cartilaginoso, el esquelético o el
sanguíneo.
El tejido conjuntivo denso es muy fuerte, aunque un tanto menos flexible que el laxo,
debido a la mayor abundancia de colágeno. A los fibroblastos del tejido conjuntivo denso se les
suele llamar fibrocitos para indicar que su actividad es mucho menor que en el conjuntivo laxo. La
principal función del tejido conjuntivo denso es contrarrestar tensiones mecánicas. Se pueden
considerar tres variantes dentro del tejido conjuntivo denso: irregular, regular y elástico.
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En el tejido conjuntivo denso irregular, las fibras de colágeno están dispuestas en haces
distribuidos en todas direcciones a través del tejido. Este tipo de tejido se encuentra en la capa
inferior o dermis de la piel y en las cápsulas de los órganos (pericardio, periostio, cápsulas
articulares). En el tejido conjuntivo denso regular, los haces de colágeno están dispuestos en
un patrón definido, lo cual hace al tejido muy resistente al esfuerzo. Los tendones y ligamentos
están formados por este tejido. El tejido conjuntivo denso elástico destaca por la abundancia
de fibras elásticas, que le confieren al órgano, además de un característico color amarillento, una
gran elasticidad. Este tejido se encuentra en órganos elásticos, como algunos ligamentos, que
sufren estrés mecánico (estiramientos y contracciones) debido a presiones o tensiones.
El tejido conjuntivo mucoso o gelatinoso tiene aspecto de gelatina, está muy hidratado,
es turgente y presenta una gran resistencia mecánica. La mayor parte del tejido es matriz
extracelular, pudiendo representar hasta el 95% de su contenido. Este tejido abunda en el periodo
embrionario y es poco frecuente en adultos. Es el principal componente del cordón umbilical.
Existen dos tipos de tejido adiposo: el formado por grasa blanca (o unilocular), cuyos
adipocitos presentan una gran gota de lípidos, y el formado por grasa parda (o multilocular). El
origen de los diferentes tipos de adipocitos quizá sea uno de sus aspectos menos conocidos.
Aunque los dos tipos de grasa derivan de células mesenquimáticas, lo hacen a partir de
poblaciones diferentes. De hecho, la grasa parda comparte progenitor con las células musculares,
no así la blanca. Este distinto origen podría explicar las diferencias metabólicas entre ambos.
La grasa parda está formada por adipocitos maduros que contienen, no una, sino
numerosas gotas de lípidos, por ello también se la denomina tejido adiposo multilocular. La
grasa parda es frecuente en los animales hibernantes y en los fetos y neonatos de mamíferos,
mientras que en los adultos está muy reducida. El color pardo de este tipo de grasa en fresco es
debido a la presencia de multitud de mitocondrias en su citoplasma, las cuales contienen una
gran cantidad de citocromo oxidasa. Estos adipocitos se caracterizan por poseer la proteína
UCP1, la cual desacopla la cadena de transporte de electrones de la síntesis de ATP, de manera
que esa energía se emplea en la producción de calor. Este tipo de grasa está inervado por el
sistema nervioso simpático, y los axones neuronales liberan noradrenalina directamente sobre los
adipocitos, estimulándolos en la producción de calor.
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F. Tejido cartilaginoso
El cartílago forma el esqueleto en las fases embrionarias de todos los vertebrados, pero es
sustituido en gran medida por el hueso en el adulto, excepto en animales como los tiburones y las
rayas (elasmobranquios). El cartílago es firme, pero elástico. Sus células, llamadas condrocitos,
secretan una matriz que se dispone alrededor de sí mismas. También secretan fibras de
colágeno, las cuales se entremezclan en la matriz y la refuerzan. Los condrocitos finalmente
quedan depositados, solos o en grupos, en pequeñas cavidades de la matriz denominadas
lagunas. Las células de cartílago permanecen vivas en la matriz. El tejido cartilaginoso carece de
nervios, vasos linfáticos y vasos sanguíneos, de modo que los condrocitos reciben por difusión
nutrientes y oxígeno a través de la matriz.
Existen tres tipos de cartílago, diferenciados por sus características mecánicas, las cuales
a su vez vienen determinadas por el tipo y la abundancia de fibras que los componen.
–El cartílago hialino tiene pocas células y cierta cantidad de fibras de colágeno. Se
encuentra en el tabique nasal, las costillas y las vías respiratorias. Es el que constituye el
esqueleto fetal y de los peces cartilaginosos.
G. Tejido óseo
El tejido óseo, junto con la médula ósea y otros tejidos conectivos, forma los huesos, los
cuales tienen una doble función: mecánica y metabólica.
En su faceta mecánica, los huesos sostienen las partes blandas del cuerpo y protegen a
los órganos como el cerebro, pulmones y corazón. También sirven como palanca para el agarre
de los músculos y la generación de los movimientos.
Como centro metabólico, el tejido óseo almacena calcio y fósforo, y regula su metabolismo.
Además, en el interior de los huesos, en la médula ósea, se generan las células sanguíneas
(hematopoyesis).
Los osteoblastos son las células especializadas en la síntesis de matriz ósea y son
responsables del crecimiento y remodelación del hueso.
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Los osteocitos son el tipo de celular óseo más abundante en el hueso maduro. Se
localizan en unas cavidades de la matriz ósea que se denominan lagunas óseas. Tienen aspecto
de arañas con largas patas. Esas patas corresponden a canales que discurren por la matriz
extracelular denominados canalículos óseos, en los cuales se extienden las prolongaciones de los
propios osteocitos. A través de estas prolongaciones es posible el trasiego de sustancias desde
los vasos sanguíneos a todos los osteocitos, puesto que la matriz ósea mineralizada es un medio
que dificulta la difusión de metabolitos. Los osteocitos mantienen la matriz ósea, reabsorben y
producen matriz ósea. También intervienen en la homeostasis del calcio en el cuerpo mediante su
liberación desde la matriz ósea.
Los osteoclastos se encargan de eliminar hueso, tanto la matriz ósea mineralizada como
la orgánica, mediante un proceso denominado reabsorción. Son células muy grandes y
multinucleadas.
El proceso que da origen al tejido óseo recibe el nombre de osificación. Existen dos tipos
de osificación, la osificación intramembranosa, que consiste en la formación de hueso
directamente desde las células mesenquimáticas, mientras que la osificación endocondral
supone la diferenciación de células mesenquimáticas en cartílago y posteriormente la sustitución
de cartílago por tejido óseo.
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El primer tipo origina huesos planos, como los del cráneo, mientras que el segundo tipo se da en
los huesos de la mayor parte del esqueleto. Los huesos aumentan de grosor mediante osificación
intramembranosa del periostio hacia el interior.
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La albúmina es la proteína más abundante del plasma (54 % del total de proteínas) y
desempeña diversas funciones. Muchas moléculas se asocian a ella para ser transportadas por la
sangre como ácidos grasos y hormonas esteroideas. También es el factor más importante para el
mantenimiento de la presión osmótica de la sangre, lo cual contribuye a mantener y regular el
volumen sanguíneo.
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Los glóbulos blancos o leucocitos, cada uno con tamaño, forma, estructura y funciones
bien definidos, constituyen una importante línea de defensa contra microorganismos que causan
enfermedades.
Los eritrocitos son los responsables de dar el color rojo a la sangre por su alto contenido
en hemoglobina, una proteína que contiene hierro en su estructura. Su principal misión es la de
transportar el oxígeno y el CO2. El eritrocito, en mamíferos, se puede considerar como una célula
modificada para su función puesto que no posee núcleo y carece de mitocondrias y otros
orgánulos celulares.
En general la vida de los elementos celulares que forman la sangre es muy corta, y puede ir
desde horas a unas pocas semanas, por tanto, se deben generar continuamente células
sanguíneas en el proceso conocido como hematopoyesis. En humanos, los lugares donde esto
ocurre cambia durante el desarrollo: en embriones es sobre todo en el saco vitelino, durante la
etapa fetal se traslada al hígado, bazo y tejido linfático. Tras el nacimiento, la hematopoyesis se
traslada a la médula ósea del hueso trabecular y la cavidad medular de los huesos largos. En
adultos ocurre en los huesos de cráneo, pelvis, vértebras, esternón, y las zonas próximas de la
epífisis del fémur y el húmero. La hematopoyesis en adultos se puede reiniciar en el hígado y en
el bazo bajo ciertas circunstancias.
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3.3. Tejido muscular.
El tejido muscular liso está formado por células fusiformes uninucleadas y con miofibrillas
paralelas al eje mayor, carentes de estriaciones transversales. Su contracción es involuntaria,
lenta, rítmica y duradera. En los vertebrados se encuentra en los bronquios, las venas, las
arterias, el aparato digestivo (desde la parte media del esófago hasta el esfínter interno del ano) y
el útero, y rodea las glándulas mamarias y salivales y la vejiga urinaria. El control voluntario de
este último órgano es la excepción a la involuntariedad de este tejido.
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C. Tejido muscular cardíaco
El tejido nervioso es el más complejo de todos los tejidos. Está especializado en percibir
estímulos por medio de receptores específicos, en transmitir información a los centros nerviosos,
en elaborar respuestas y en enviarlas a los órganos efectores para modificar su actividad. Está
repartido por todo el organismo, organizado en un sistema, el sistema nervioso. Consta de dos
tipos de elementos: las células nerviosas o neuronas y las células de la glía o neuroglía.
La unidad estructural del sistema nervioso es la neurona, hecho que descubrió Santiago
Ramón y Cajal. La neurona es una célula muy especializada que ha perdido su capacidad de
división.
Las neuronas tienen gran diversidad de formas y tamaños. Típicamente, una neurona esta
formada por un cuerpo celular o soma, que contiene el núcleo y la mayoría de la maquinaria
metabólica de la célula; dendritas, que suelen ser extensiones citoplasmáticas numerosas, cortas
y filiformes que, con el cuerpo celular, recibe los estímulos de otras células; y un axón, una
prolongación citoplasmática larga capaz de conducir rápidamente una señal electroquímica
conocida como impulso nervioso. Los axones se conocen también como fibras nerviosas.
Según su función, las neuronas se clasifican en sensitivas, que reciben estímulos, y
motoras, que producen las respuestas. La acción coordinada entre ambos tipos de neuronas
conduce, regula y modifica el impulso nervioso.
Los contactos entre neuronas reciben el nombre de sinapsis. A las neuronas que
establecen este contacto se les denomina neurona pre-sináptica y neurona post-sináptica,
respectivamente. Las sinapsis pueden ser de tres tipos diferentes en función de con qué
estructuras de la neurona postsináptica contacte el axón de la neurona presináptica: sinapsis
axo-somática, sinapsis axo-dendrítica y sinapsis axo-axónica.
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El otro tipo de células nerviosas son las de la glía o neuroglía. Existen cuatro tipos
principales de células gliales (astrocitos, oligodendrocitos, células de microglía y células de
Schwann)
Los astrocitos forman una envuelta que rodea a los vasos sanguíneos, tapizan la
superficie del encéfalo y están presentes como un tercer elemento de las sinapsis, siendo los
otros dos la neurona presináptica y la postsináptica. A pesar de que los astrocitos se han
considerado como mero soporte mecánico y metabólico de las neuronas, también participan en la
modulación de la actividad sináptica. Además, proliferan en las heridas o infartos cerebrales
ocupando el lugar de las neuronas muertas. Los oligodendrocitos y las células de Schwann
forman las vainas de mielina que rodean a los axones de las neuronas en el encéfalo y en el
sistema nervioso periférico, respectivamente. La microglía se relaciona con funciones de defensa
frente a patógenos o lesiones nerviosas puesto que actúan como fagocitos. Estas células no
proceden del linaje celular que da lugar a las neuronas, sino que son producidas en la médula
ósea e invaden el tejido nervioso desde los vasos sanguíneos.
Existe una gran controversia sobre el número real de neuronas y glía, y por tanto su
proporción en el sistema nervioso central. Hasta hace poco se creía que el número de células
gliales en el encéfalo excedía al de neuronas. Sin embargo, cuantificaciones recientes indican
que puede ser igualitario, al menos en estado adulto.
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4. TEJIDOS VEGETALES.
-Unos mecanismos de conducción del agua y los nutrientes hasta la parte aérea.
Todas las plantas vasculares tienen varios sistemas tisulares: sistema de tejidos
formadores, embrionarios o meristemos, tejidos protectores, tejidos de sostén, tejidos
vasculares, tejidos fundamentales y tejidos secretores.
Son los encargados del crecimiento del vegetal tanto en longitud como en grosor. Sus
células son totipotentes, es decir, se multiplican de forma continua y luego se especializan
originando los demás tejidos. Son células pequeñas, sin vacuolas y con forma poliédrica.
El tejido epidérmico proporciona una cubierta protectora a todas las partes de la planta.
Está constituido por una sola capa de células sin clorofila. Su pared es más gruesa en la parte
externa de la planta, y se vuelve impermeable gracias a los depósitos de cutina y ceras, formando
la barrera de relación con el medio externo. El parénquima epidérmico no contiene cloroplastos y
es de naturaleza transparente, permitiendo la entrada de energía luminosa al interior del tallo y las
hojas donde ocurre la fotosíntesis
La endodermis es un tejido formado por una única capa de células vivas. Se encuentra
sólo en las raíces, donde forma un cilindro que aísla los tejidos conductores de los parénquimas
periféricos. Las células jóvenes de la endodermis tienen un refuerzo en sus paredes, denominado
banda de Caspary.
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El esclerénquima está formado por células cuya pared celular secundaria ha acumulado
gran cantidad de lignina, una molécula que confiere resistencia mecánica y rigidez. Las paredes
del esclerénquima son fuertes, duras, y muy gruesas. En la madurez funcional, cuando el
esclerénquima está dando sostén al cuerpo de la planta, es frecuente que sus células mueran.
Pueden existir células pétreas (esclereidas), como las que forman los “huesos” de los frutos, pero
también se pueden disponer, especialmente en los tallos leñosos, en forma de haces de fibras
largas.
El xilema es un tejido conductor complejo compuesto de células que han perdido el tabique de
separación entre ellas y se han convertido en auténticos tubos huecos. Las paredes laterales se
lignifican, por lo cual también sirven como tejido de sostén. Estos conductos reciben el nombre de
vasos leñosos. Conducen agua y minerales disueltos desde las raíces hacia tallos y hojas, y da
sostén estructural. Se localiza en todo el cuerpo vegetal; el xilema de las raíces es continuo con el
xilema de los tallos, y este lo es con el de las hojas. Tal continuidad es necesaria para desplazar
el agua en una corriente continua desde el suelo a través de la planta.
En realidad, sólo dos de los cuatro tipos celulares presentes en el xilema conducen agua y
minerales: éstos son las traqueidas y los elementos del vaso o tráqueas. Además de estas
células, el xilema también contiene células parenquimatosas, que realizan funciones de
almacenamiento, y fibras, que dan sostén.
El floema, al igual que el xilema, es un tejido complejo que en las plantas con flores está
compuesto de cuatro tipos celulares: elementos del tubo criboso, células acompañantes,
fibras y parénquima. A menudo las fibras son bastante extensas en el floema, lo que da sostén
adicional al cuerpo de la planta. El floema se encarga de llevar a cabo la conducción de la savia
elaborada (azúcares, aminoácidos, sales, en disolución) a través de la planta. Está formado por
células que mantienen los tabiques de separación entre ellas, aunque están perforados por
muchos orificios, constituyendo las placas cribosas, por lo que se denominan vasos cribosos.
Las células del elemento criboso han perdido el núcleo, por lo que dependen metabólicamente de
las células acompañantes.
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4.5. Tejidos fundamentales.
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6. BIBLIOGRAFÍA.
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