Está en la página 1de 267

CURSO DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

EN EL CÓDIGO CIVIL Y COMERCIAL

MÓDULO I

INTRODUCCIÓN
Un accidente de tránsito es un suceso (o
encadenamiento de sucesos) inesperado,
impremeditado, e indeseado, generalmente
de consecuencias desagradables: lesiones a
las personas y/o daños a las cosas.
En los accidentes de tránsito, habitualmente,
el suceso es la coincidencia témporo-espacial
de dos objetos y/o cuerpos.
Definido de esta manera, un accidente es
una situación dinámica que implica un
encadenamiento de circunstancias y sucesos
que culminan en él.
Este encadenamiento no significa que esté
predeterminada la ocurrencia inexorable del
accidente, aunque sí que la repetición
idéntica de todas las circunstancias y
procesos producirá idénticos resultados. Sin
embargo, la variación de alguna de las
circunstancias o sucesos aludidos, en el
entorno de inmediatez del accidente, lo
habría modificado, e inclusive podría haberlo
evitado.
A los efectos, entonces, de la reconstrucción
o del análisis del accidente, sólo es necesario
estudiar un intervalo témporo- espacial
acotado en el entorno mismo.
Es decir, a los efectos accidentológicos, no es
importante determinar si el conductor de un
móvil accidentado retrasó el comienzo de su
viaje (lo que hizo que estuviese en el sitio
del accidente en el instante de éste), por
haber estado tomando unas copas, sino si en
instantes previos al accidente su aptitud para
reaccionar adecuadamente estuvo afectada
por el alcohol.
El entorno témporo-espacial del accidente
está en primera instancia, y a los efectos de
su análisis y reconstrucción, limitado:
previamente por los instantes-sitios desde
donde los protagonistas tuvieron la primera
oportunidad de percibir el riesgo y luego del
accidente por los instantes-sitios donde se
alcanzó la situación de reposo o estabilidad.
En un proceso ulterior puede ser necesario
ampliar los límites; por ejemplo: hacia atrás,
buscando fallas mecánicas o humanas
previas, y hacia delante, para saber si previo
al registro de los indicios éstos fueron
modificados y de qué manera.

DEFINICIÓN DE ACCIDENTE DE
TRÁNSITO
Se define el término accidente como “hecho
que cause daño a persona, a material o a
cosas causado por la acción de un vehículo,
animal de tiro o silla”.*

* Cfr. art. 4° del reglamento general de


tránsito para los caminos y calles de la
República Argentina, aprobado por decr.
12.689/45 y ratificado por ley 13.893
(B.O., 5/12/49); art. 5o, ley 5800, Cód.
Tránsito Pcia. de Bs. As.

La actual ley 24.449, en el capítulo V, art.


64, dice: “Se considera accidente de tránsito
todo hecho que produzca daño en personas o
cosas como consecuencia de la circulación”.
Frecuentemente se equipara en este tipo de
eventos perjudiciales las voces “accidentes
de tránsito” y “accidentes de automotores”, a
pesar de que, como dice Brebbia, ambas
expresiones no son coincidentes, pues el
accidente de automotor puede ocurrir en un
lugar no librado al tránsito de vehículos,
como, por ejemplo, en el interior de un
inmueble de propiedad parti- i alar, y, por el
contrario, pueden ocurrir accidentes de
tránsito en el que no intervengan vehículos
motorizados.

LOS ACCIDENTES DE TRÁNSITO EN EL


CÓDIGO CIVIL Y COMERCIAL

El Código Civil derogado no contenía normas


que regulen la responsabilidad en accidentes
de tránsito. Obviamente no existían al
momento de su sanción, pero tampoco
fueron incorporadas con posterioridad.
El Código Civil y Comercial regula los
Accidentes de Tránsito en el art. 1769/4
ubicado en la Sección 9a “Supuestos
especiales de responsabilidad”, del Título V:
“Otras fuentes de las obligaciones”, Capítulo
I “Responsabilidad civil” establece
expresamente que resultan de aplicación las
disposiciones referidas a los daños causados
por la intervención de cosas a los accidentes
de tránsito.

Normas que se aplican a los accidentes


de automotores
Se aplican las reglas de los art. 1757 y las
causales de eximición de responsabilidad:
- hecho de la víctima 1729,* 6
- hecho del tercero asimilable al caso
fortuito, art. 1731,7
- uso contra la voluntad expresa o
presunta del dueño, 1758,8
- caso fortuito extraño al riesgo propio
de la cosa, art. 1733, inc. e).9

Art. 1769, CCyC: Accidentes de tránsito.


Los artículos referidos a la
responsabilidad derivada de la
intervención de cosas se aplican a los
daños causados por la circulación de
vehículo.

Art 1757, CCyC: Hecho de las cosas y


actividades riesgosas. Toda persona
responde por el daño causado por el
riesgo o vicio de las cosas, o de las
actividades que sean riesgosas o
peligrosas por su naturaleza, por los
medios empleados o por las
circunstancias de su realización.
La responsabilidad es objetiva. No son
eximentes la autorización administrativa
para el uso de la cosa o la realización de
la actividad, ni el cumplimiento de las
técnicas de prevención.

Art. 1729, CCyC: Hecho del damnificado.


La responsabilidad puede ser excluida o
limitada por la incidencia del hecho del
damnificado en la producción del daño,
excepto que la ley o el contrato
dispongan que debe tratarse de su
culpa, de su dolo, o de cualquier otra
circunstancia especial.

Art. 1731, CCyC: Hecho de un tercero.


Para eximir de responsabilidad, total o
parcialmente, el hecho de un tercero por
quien no se debe responder debe reunir
los caracteres del caso fortuito.

Art 1758, CCyC: Sujetos responsables. El


dueño y el guardián son responsables
concurrentes del daño causado por las
cosas. Se considera guardián a quien
ejerce, por sí o por terceros, el uso, la
dirección y el control de la cosa, o a
quien obtiene un provecho de ella. El
dueño y el guardián no responden si
prueban que la cosa fue usada en contra
de su voluntad expresa o presunta.
En caso de actividad riesgosa o
peligrosa responde quien la realiza, se
sirve u obtiene provecho de ella, por sí o
por terceros, excepto lo dispuesto por la
legislación especial.

Art. 1733, CCyC: Responsabilidad por


caso fortuito o por imposibilidad de
cumplimiento. Aunque ocurra el caso
fortuito o la imposibilidad de
cumplimiento, el deudor es responsable
en los siguientes casos:
a. si ha asumido el cumplimiento
aunque ocurra un caso fortuito o una
imposibilidad;
b. si de una disposición legal resulta
que no se libera por caso fortuito o por
imposibilidad de cumplimiento;
c. si está en mora, a no ser que ésta
sea indiferente para la producción del
caso fortuito o de la imposibilidad de
cumplimiento;
d. si el caso fortuito o la imposibilidad
de cumplimiento sobrevienen por su
culpa;
e. si el caso fortuito y, en su caso, la
imposibilidad de cumplimiento que de él
resulta, constituyen una contingencia
propia del riesgo de la cosa o la
actividad;
f. si está obligado a restituir como
consecuencia de un hecho ilícito.
Prueba
El accidente no se presume, y la prueba de
la causalidad recae sobre quien la invoca. La
prueba de las eximentes está en cabeza del
dueño o guardián.
Toda la elaboración jurisprudencial de la
responsabilidad por automotores, bajo la
vigencia del código sustituido, sigue siendo
de aplicación.

• Jurisprudencia relacionada

Declaración testimonial. Daños y


perjuicios-accidente de tránsito
Las primeras declaraciones que se suelen
formular luego del acaecimiento del
accidente de tránsito ante las autoridades
policiales, deben prevalecer sobre las
posteriores y aún las formuladas en el juicio
civil, porque por la fecha en que se
realizaron suponen una memoria mejor, en el
sentido del recuerdo de los hechos y una
mayor espontaneidad en el declarante.
(CApel., Río Grande, Tierra del Fuego,
30/10/2014, “Morganti, Alberto Guillermo c/
Aguila Vidal, Hernán Alberto s/ Daños y
perjuicios (ordinario)").

Accidente de tránsito. Rubros


indemnizatorios. Actualización
monetaria
En la cuantificación de los rubros
resarcitorios por un accidente de tránsito
deben tomarse los valores más actualizados
posibles al momento de la sentencia, como
modo de lograr una reparación integral,
valorando la documentación adjuntada con
los alcances concretos que correspondan
para cada rubro -ya que mediante dicha
prueba se pretende demostrar la entidad del
daño a valores actuales -art. 255 inc. 3ro. y
5to. ap. “a” del Cód.Proc.Civily Comercial de
Buenos Aires-.
(CApel.Civ.Com., Azul, Buenos Aires, Sala
01, 07/11/2013, “Iglesias, Graciela
Marcelina; Tellería Víctor Alejandro y Tbllería
Barbara Deborah c/ Marquez, Alfredo Alberto
s/ Daños y perjuicios”).

Accidente de tránsito. Conducción de


vehículo en estado de ebriedad. Prueba
pericial. Pericia química
La prueba pericial bioquímica, referida al
estado de ebriedad del conductor, no resulta
determinante cuando el perito se abstiene de
contestar sobre las consecuencias o efectos
que produce en una persona manejar en
estado de ebriedad y los valores de
alcoholemia posibles que informó fueron
suministrados sin conocer datos específicos,
que el propio experto aclara que son
relevantes -peso, tiempo entre la ingesta y el
momento del hecho.
(CApel.Civ. ComAzul, Buenos Aires, Sala 01,
07/11/2013, “Iglesias, Graciela Marcelina;
Téllería Víctor Alejandro y Tellería Barbara
Deborah c/ Marquez, Alfredo Alberto s/
Daños y Perjuicios”).

Sujetos responsables
Son responsables el dueño y el guardián del
automotor. Por dueño, en materia de
automotores, debe entenderse al titular
inscripto, quien si no efectuó la transferencia
deberá haber realizado la denuncia de venta,
o al menos acreditar fehacientemente la
transferencia de la guarda.
• Jurisprudencia relacionada
Debe responsabilizarse al instructor de
manejo codemandado por los daños
derivados del accidente de tránsito que
protagonizó junto a su pupilo, pues la
responsabilidad del docente surge por la
circunstancia de que el mismo se encuentra
también al comando de dicho automotor y es
en la emergencia su guardián.
(CApel.Civ.Com., La Matanza, Buenos Aires
Sala 01, 05/11/2012, “Vera, Cristian Nelson
s/ Romero, Sergio Daniel y otros”).

Prescripción de la acción por daños en


accidentes de tránsito
Para este supuesto se establece un plazo
especial de prescripción de tres años, sea
cual fuere la fuente de la responsabilidad, al
haberse unificado los regímenes de
responsabilidad civil contractual y
extracontractual.
Comprende todos los daños derivados de la
responsabilidad civil, incluidos los reclamos
de consumidores, en este caso dada la
modificación introducida por la reforma al
art. 50 de la ley 24.240 -que limitó el plazo
de prescripción a las sanciones aplicables en
ese específico régimen legal-, en tanto no se
afecte el principio general establecido en los
arts. 1094 y 1095.
La norma en análisis no indica desde cuándo
se computa el plazo -con anterioridad se lo
establecía a partir de la ocurrencia del hecho
generador o dañoso-, por lo que quedará
librado a la interpretación que se realice en
cada caso concreto, (art. 1717 CCyC).
Art. 1717, CCyC: Antijuridicidad.
Cualquier acción u omisión que causa un
daño a otro es antijurídica si no está
justificada.

CAUSALIDAD DE LOS ACCIDENTES DE


TRÁNSITO.

ENUMERACIÓN

Es sabido, aunque no tratado y no


perfectamente comprendido que el Factor
Humano es la causa principal del 90% de los
accidentes de circulación de colectivos
interprovinciales. De acuerdo a este enfoque
dicho porcentaje no es atribuible solamente
al conductor, sino también a otros
importantes factores.
A continuación, se exponen los factores
intervinientes y generadores de accidentes
de tránsito, de la causalidad de los
accidentes e incidentes ocurridos en el
transporte por ruta y las vías en general.

Causas básicas generadoras de


accidentes

Factores humanos relacionados


directamente con el conductor
• Inaptitud psicofísica (edad, deterioro
orgánico o enferme
dad aguda o crónica).
• La fatiga del conductor / la fatiga del
copiloto.
• Ingesta de alcohol o ebriedad del
conductor.
• Percepción inadecuada del riesgo o de
la exposición a riesgo, comprende:
- Subestimación de la velocidad con la
que circula,
- Subestimación de la distancia y el
tiempo de llegada o de colisión,
- Velocidad inadecuada o exceso de
velocidad,
- Disminución de la atención al
velocímetro debido a la demanda del
entorno.
• Paradigmas erróneos arraigados
(sobrestimación de la experiencia, de la
pericia, etc.).
• Conducción ofensiva o conducta
subestandar. Personalidad inadecuada para
la conducción.
• Conducir un vehículo en condición
subestandar.
• Desconocimiento de las normas de
circulación de vehículos en las vías.
• Adelantamientos peligrosos o
imprudencia temeraria del conductor.
• Mobbing (acoso psicológico u hostilidad
en el trabajo).
• Trastorno temporal o agudo de
personalidad (ansiedad, angustia,
hipersensibilidad, sentimiento de culpa por
participación en incidente o accidente previo,
etc.).
• Distracciones o instantes de
desatención al conducir.
• Motivación inadecuada o la ausencia de
ésta.
• Insatisfacción de necesidades básicas,
de pertenencia, de logro, etc.
• Clima laboral inadecuado.
• Conflicto interpersonal (con el copiloto,
con el administrador, con el cliente, con el
jefe).
• Uso del celular al conducir.
• Impericia del conductor.
• Quiebra o deudas impagables.
• Distracciones o instantes de
desatención al conducir por estímulo interno
o externo o en sus ideas o pensamientos
mientras se conduce.
• Estrés laboral por estándares de
trabajo inadecuados
• La pérdida de un ser querido.
• El nacimiento de un hijo.
• Conflictos conyugales
• La infidelidad del conductor
• La infidelidad de la pareja.
• La separación de la pareja.

• Jurisprudencia relacionada

Daños y perjuicios. Accidente de


tránsito
Corresponde hacer lugar a la indemnización
por los daños y perjuicios derivados de un
accidente producido por un camión con
acoplado que, al intentar sobrepasar la
bicicleta en la que circulaba una menor, por
una arteria en la que no estaba permitida la
circulación de camiones, dejó a la víctima sin
el espacio suficiente para argüir transitando
sin sobresaltos, motivando la caída de la
bicicleta.
(CApel.Civ.Com., Juran, Buenos Aires,
01/07/2014, “Álvarez, Né- lida Noemí y
otro/a c/ Rosales,-Juan Ricardo y otros s/
daños y perj. uulom. c/les. o muerte”).

Accidente de tránsito. Responsabilidad


objetiva
Corresponde confirmar la sentencia que
responsabilizó de forma exclusiva a un
automovilista por la muerte de un ciclista
con el que colisionó en una calle, pues se
tuvo por cierto que asumió la calidad de
embistente, que no guardó la debida
distancia respecto de la bicicleta en que
circulaba la víctima ni una velocidad que le
permitiera evitar el choque, máxime si no
existe elemento probatorio alguno que
acredite lamala maniobra adjudicada al
ciclista y el propio conductor admitió que el
siniestro ocurrió un día soleado con buena
visibilidad, que divisó el desplazamiento y lo
embistió cuando intentaba sobre-pasarlo sin
invadir el otro, lo que evidencia que fue él
quien realizó la maniobra imprudente.
(CApel.Civ.Com. (Mar del Plata), Mar del
Plata, Buenos Aires, Sala 02, 01/10/2013,
“Nintzel, Sergio Fabián y Otros c/ García,
Alejandro Ángel s/ Daños y perjuicios”).
Responsabilidad del conductor
embistente
“Antonio Pérez promovió la presente acción
contra Gabriel Néstor Salgado y sucesores de
José Ramón López y Cía. por cobro de la
cantidad de $ 59.000, con más sus intereses
y las costas del proceso, en concepto de los
daños y perjuicios que dice haber sufrido a
raíz de un accidente de tránsito que habría
sufrido el 16 de junio de 1999,
aproximadamente a las 09:30 horas, cuando
en su condición de peatón se encontraba
realizando tareas de limpieza en la vía
pública para la empresa “Solurban S.A.”, más
precisamente en la intersección de las calles
Juan Agustín García y Artigas, y sobre la
senda peatonal de la primera, sintió un
fuerte golpe en la cadera, cayendo sobre el
carro de limpieza y luego al piso. Así, pudo
observar que el golpe se lo produjo un
camión repartidor de soda, el cual venía
circulando por la calle Artigas, el que no
obstante la luz roja del semáforo continuó su
marcha y para tratar de evitar embestir a un
colectivo de la línea 135, interno 958 que
circulaba por la calle García habilitado por el
semáforo, volanteó hacia su izquierda,
ingresando en la contramano y a raíz de ello
lo embistió.”
“Discrepo con el juzgador acerca de que para
tener por acreditada la existencia del hecho
resulte indispensable que hubiese existido
contacto directo entre el camión F350 y el
actor. La ley no exige ese presupuesto para
hacer aplicable el segundo párrafo, segundo
apartado del art. 1113 del Cód. Civil.”
“En el caso de autos la propia demandada no
sólo no negó la existencia del hecho sino que
reconoció expresamente que, a raíz de
habérsele roto los frenos, el camión embistió
a un colectivo de la línea 135 que estaba
cruzando la intersección de las calles García
y Artigas con luz a su favor y, además,
admitió que, con posterioridad y antes de
detenerse, habría rozado al carrito de
limpieza que llevaba el actor.”
“Ese contacto del camión con el carrito de
limpieza se halla también acreditado a través
del informe pericial obrante en la causa
penal, en la que el experto en accidentología
vial pudo constatar -dos días después del
hecho- que aquél presentaba deformaciones
en la parte delantera izquierda y faltante de
su rueda derecha, siendo ellos de reciente
data contra cuerpos duros.”
“Por tanto, siendo aplicable la norma antes
citada, y toda vez que la accionada no arrimó
ningún elemento probatorio que desvirtúe la
presunción legal, es que habré de atribuirle
la responsabilidad a la demandada de las
consecuencias dañosas que pudiera haber
provocado con su accionar.”
(CNCiu., Sala F, 12/5/2008, Causa libre n°
470.826, (Expte. N° ■19.519/2001), “Pérez,
Antonio c/ Salgado, Gabriel Néstor y otros s/
danos y perjuicios", elDial - AA4977).

Factores humanos externos


relacionados con otros conductores y
peatones imprudentes
• Otros conductores en similares
condiciones subestandar.
• Condición peligrosa por accidente no
señalizado o advertido a otros conductores.
• Parada peligrosa de conductor curioso
en lugar de acci
dente o incidente.
• Conducción ofensiva de otros usuarios
de la vía.
• Piedras abandonadas en la vía por
otros conductores.
• Vehículo en la vía por avería no
señalizado por el conductor.
• Vehículo en marcha lenta sin
señalización o con señalización inadecuada o
insuficiente.
• Vía resbaladiza por derrame o caída de
material no corregida por el conductor.
• Imprudencia del peatón.
• Ebriedad del peatón.

• Jurisprudencia relacionada

Impericia del conductor en el manejo


del rodado. Colisión del vehículo contra
un árbol
“Sea cual fuere el enfoque que se dé a esta
cuestión, la culpa de este codemandado, sea
en el incumplimiento de su deber de
transportar sano y salvo al ocasional
pasajero, fuere en la comisión de un hecho
ilícito, ha quedado evidenciada mediante la
demostración cabal de su impericia en el
manejo, al estrellar el automóvil que
conducía en una curva de la Avda. Figueroa
Alcorta, bajo los puentes del ferrocarril
frente el Velódromo Municipal, contra un
árbol.”
“En cuanto a la omisión de empleo del
cinturón de seguridad en cabeza del
perjudicado, implica su propia culpa porque
se trata de un hecho de preponderante
relevancia causal respecto del resultado
dañoso. Es cierto que el conductor bien pudo
exhortar al acompañante a que utilizara
dicho medio, pero esta omisión no tiene la
misma trascendencia, pudiendo en todo caso
incidir en la mayor o menor medida de
distribución de la responsabilidad. Sin
embargo, no puede sustentarse, como se
hace a fs. 675 vta. desorbitando la
argumentación, que las lesiones no son
consecuencia del choque sino del
incumplimiento del deber de utilizar el
cinturón de seguridad, porque sin la primera
de las premisas no habría daño alguno, al
igual que no lo habría en la extensión que se
produjo sin la segunda.”
“Así, la responsabilidad compartida frente a
antecedentes semejantes ha sido admitida
en diferentes oportunidades, habiéndose
decidido que, como es doctrina de la Sala
que, mediando pluralidad de culpas, los
agentes tienen que compartir el peso del
daño en la proporción en que cada cual
contribuyó a ocasionarlo; que, si no hay
diferencia en la incidencia causal de una y
otra culpa es menester graduar la
responsabilidad atendiendo a la gravedad de
aquéllas, y, si tampoco hubiese en ello
diferencia, la discriminación debe ser
paritaria (conf. voto del dicente en c/ 87.089
del 24/4/91, con cita de Llambías,
“Tratado...” “Obligaciones”, t. III, 2a ed.,
págs. 724 a 728, letras c a f y nota 242, y de
Kemelmajer de Carlucci en Belluscio, op. y
loe. cits., págs. 399 y 400, letra e del
número 10 y números 11 y 12), corresponde
otorgar al hecho de la víctima el 50% de
incidencia causal en el resultado dañoso
(conf. cc. 423.445 del 10/5/05 y 422.603 del
20/3/06, votos del dicente).”
“Indudablemente, la responsabilidad del
conductor del vehículo se extiende a la de su
dueño, para el caso, la madre (conf. art.
1113 cit.). En cuanto al progenitor a cuyo
nombre no está inscripto el bien, resta
analizar la invocación hecha del art. 1116 del
Cód. Civil para eludir la responsabilidad
consagrada por el art. 1114 del mismo. La
circunstancia de poseer el menor licencia
habilitante para conducir otorgada por la
autoridad administrativa, excluye la
configuración de imprudencia del padre por
no oponerse a la utilización del vehículo, de
manera tal que no le resulta aplicable lo
dispuesto en el art. 1 í 14 cit. (conf. Sala “I”,
c/ 90.387 del 19/6/97, voto del Dr. Ojea
Quintana; C.Apel.Civ. y Com. de Mercedes,
Sala I, c/publ. en L.L. 1988-B-2809, con
nota aprobatoria de Jorge Bustamante Al sin
a: “Límites legales de la responsabilidad de
los padres por los actos ilícitos de sus hijos
menores de edad”; S.C.B.A., ¡>/12/01,
L.L.B.A. 2002-643).”
(CNCiv., Sala E, 7/9/2006, 459.974,
“Goncálvez, Emiliano c/Giusti, Norma Dora y
otros s/daños y perjuicios”).
Factores humanos externos
relacionados con el factor mecánico y la
logística
• Mecánico realiza mantenimiento
subestándar y produce falla o desperfecto
mecánico.
• Mecánico desactualizado y sin
capacitación.
• Condición subestándar no corregida
antes del uso del vehículo (visibilidad
reducida por condición subestándar de luces,
espejos, parabrisas, limpiaparabrisas, etc.).
• Adquisiciones inadecuadas. Elementos
inadecuados crean condiciones subestándar.
• Supervisión ineficiente durante el
mantenimiento.
• Supervisión ineficiente en la inspección
post-mantenimiento.
• Jurisprudencia relacionada

Accidente de tránsito. Culpa de la


víctima. Peatones. Rutas
Corresponde responsabilizar exclusivamente
al conductor y al dueño de una camioneta
por la muerte de un peatón que circulando
por la banquina de una ruta fue alcanzado
por el brazo de la sembradora que dicho
vehículo acarreaba, pues la actuación de la
sembradora, invadiendo parcialmente la
banquina y con el brazo derecho “caído”,
otorga al accionar de esa cosa de riesgo y al
comportamiento culpable (le su conductor la
entidad de única causa jurídica
desencadenante del evento, es que, la
circulación del peatón por la banquina de la
ruta, en infracción a lo prescripto por el art.
50, inc. 3 ley 11.430 (vigente íil momento
del hecho), es decir caminando en el mismo
sentido de circulación de los vehículos,
constituye una mera condición material, que
no se erige en concausa, ya que resulta
imprevisible para quien se desplaza por la
banquina de una ruta que un accesorio de la
maquinaria agrícola esté desprendido, fuera
de sus condiciones normales, invadiendo ese
sector del camino.
(CApel.Civ.Com., Azul, Buenos Aires, Sala
02, 17/06/2014, "M.,S.V. c/ Criado, Miguel
Ángel - Sarlo, Gustavo H. y Cía. Océano de
Seguros S.A. s/ Daños y perjuicios (causa N°
58.514)”

Otras causas básicas o reales


generadoras de accidentes
Factor humano relacionado con la
administración u operación
• Estándares o procedimientos
inadecuados o la ausencia de éstos.
• Liderazgo inadecuado o ausencia de
compromiso con la prevención de accidentes.
• Paradas innecesarias en la ruta.
• Programación inadecuada de los
conductores.
• Retrasos en la puntualidad del
embarque u otros.
• Retrasos en el itinerario de ruta por
falla mecánica.
• Conflicto psicosocial (con el copiloto,
con el administrador, con el cliente, con el
jefe, etc.).

• Jurisprudencia relacionada
Accidente de tránsito-muerte. Menores.
Obras en la vía pública
Resulta responsable la empresa constructora
a cargo del plan de reconstrucción de
calzada, bacheo y mejoramiento del
entoscado de ruta, por el fallecimiento de un
menor que mientras conducía su bicicleta por
la banquina fue embestido por un camión
que transportaba y descargaba materiales
para dicha obra vial, dado que la empresa
demandada reviste el carácter de guardián
del vehículo embistente en los términos de lo
dispuesto en el art. 1113 primera parte del
Código Civil, y no acreditó que hubiera
existido culpa de la víctima o de un tercero
por quien no debiera responder.
(SCJ, La Plata, Buenos Aires, 15/07/2015,
“Bogado, Juan Jorge y otro c/ Toledo, Víctor
Adrián y otros s/ Daños y perjuicios").
Condiciones medioambientales o de la
via
• Visibilidad reducida por neblina, lluvia,
granizo, viento huracanado, etc.
• Piedras en la vía, por derrumbes.
• Derrumbes o deslizamientos de tierra.
• Vía deteriorada por inadecuado
mantenimiento.
• Vía sin señalización vertical u
horizontal.
• Vía mal diseñada o modificación
inadecuada o situacional de la vía.

• Jurisprudencia relacionada

Acumulación de agua sobre la calzada


debido a las lluvias. Deficiente sistema
de drenaje. Anegamiento producido por
un error de proyecto y/o ejecución de la
obra vial
“Cabe advertir que la existencia de agua
acumulada en el lugar donde ocurrió el
evento, fue considerada por el “A Quo” en
virtud de las constancias arrimadas por el
accionado, consistentes en el informe del
supervisor mecánico que intervino el día del
accidente, en el Km. 13.500 de la rama
descendente, a las 21:00 hs. quien si bien
completó el formulario de rutina consignando
la opción calzada “normal” y no “resbaladiza”
marcó respecto del clima el casillero “lluvia”
lo que denota una contradicción, como bien
destacó el primer sentenciante, dado el mal
estado del tiempo según el informe
meteorológico antes aludido y la adecuada
apreciación que efectuó respecto de las
fotografías del lugar que dan cuenta de la
existencia de acumulación de agua en la
zona donde quedó detenido el rodado, siendo
ilustrada la trayectoria del vehículo con el
croquis de fs. 91.”
“Según el informe del Servicio Meteorológico
el día del accidente se registraron lluvias a
partir de las 19:40 hs. con tormenta eléctrica
y ráfagas de viento, condiciones que podrían
haber contribuido a acentuar la acumulación
de aguas, siendo factible su existencia por
deficiencia en el sistema de drenaje
proyectado originariamente en el sector
pues, posteriormente a la fecha del
accidente, han sido encartadas en el lugar
obras de drenaje complementarias que
consistiría en la construcción de un canal
colector sobre la banquina intema de
alrededor de 80 metros de longitud, lo que
denota la existencia del problema de drenaje
previo, todo ello ilustrado con los croquis y
fotografías que adjuntó a su informe.”
“De la inspección realizada por el perito
surgía inequívocamente que existió
deficiencia de proyecto y/o materialización
de los mismos sectorialmente, como pudo
apreciar visualmente en forma directa y por
los signos de la infraestructura vial y que la
obra realizada posteriormente, no consiste
en una mejora como sostiene el accionado a
fs. 193 vta. en su observación al dictamen,
sino a una obra de corrección de una
deficiencia del drenaje que provenía del
proyecto o materialización original y que el
anegamiento es lisa y llanamente un error de
proyecto y/o ejecución de la obra vial.”
“Por ello, receptadas dichas probanzas,
coincido con el juez de grado, en cuanto a
que Covisur S.A. incumplió con el deber de
seguridad y control que se encontraban a su
cargo como concesionaria de la autopista
mencionada.”
“En cuanto a los agravios referidos a la
ponderación efectuada en la instancia previa,
respecto de los recaudos que debió tomar el
actor en la conducción del rodado tratándose
de una noche de intensa lluvia, no advierto
que haya incurrido en una conducta
jurídicamente reprochable, pues no surge de
los dictámenes periciales que él condujera a
una velocidad excesiva o superior a la
permitida bajo condiciones meteorológicas
adversas o que sea ese un motivo que
pudiera haber desencadenado el accidente,
no habiendo el recurrente cumplido con la
carga probatoria según lo dispone el art. 377
del CPr, sumado a que además fueron
categóricos y coincidentes los informes antes
detallados en afirmar que la causa del
accidente fue el hidroplaneo que efectuó el
vehículo y su factor determinante, la
acumulación de agua existente en el tramo
de la autopista, que a su vez obedeció a una
falla del sistema de desagüe construido en el
lugar.”
(CNCiv., Sala K, 7/9/2006, Expíe N°
100.521/2000, “Puertas Oscar Julio c/
Caviares SA s/ Daños y Perjuicios)

Falta de control y fiscalización del


Estado

• Circulación de unidades subestandar,.


por nula o escasa
fiscalización / control del Estado.
• Circulación de conductores en
condiciones subestandar (inaptos y sin
capacitación) por nula o escasa fiscalización
o control de los organismos
correspondientes.
• Participación de malas autoridades del
Estado en el fomento de la informalidad.
• Jurisprudencia relacionada

Colisión con animales sueltos en ruta


concesionada
“El caballo que intervino en el siniestro tenía
una marca, cuyo diseño no se encontraba
registrado en la Provincia de Buenos Aires y,
como lo observan los propios demandantes,
en las investigaciones desarolladas en la
causa penal no se detectó ningún poseedor o
dueño del equino. En tales condiciones,
corresponde considerar que se trataba de un
animal domesticado abandonado por su
dueño (arts. 2605 y 2607 del Cód. Civil),
constatado lo cual queda impedida la
responsabilidad a la que se refiere el art.
1124 del Cód. Civil pues dicho precepto no
se aplica cuando los animales carecen de
dueño o no están bajo la guarda de nadie, es
decir, cuando no están sujetos a la dirección
de una persona.” (del voto de la mayoría)
“Por cierto, la cita que los demandantes
hacen del art. 2342, inc. i", del Cód. Civil no
valida una solución distinta de la anterior ya
que,
• unitariamente a lo que interpretan con
base en tal norma, los animales
domesticados abandonados por su dueño no
pasan al dominio l H ivado del Estado y
pueden, entonces, ser apropiados por
cualquiera. Kilo es lo que resulta, en efecto,
del art. 2527 del Cód. Civil que, en este
aspecto, no hace otra cosa que aplicar el
principio más amplio de que tratándose de
cosas muebles abandonadas, el Estado no
toma la posesión de ellas y, por consiguiente,
quedan en condiciones de ser apropiadas. De
ninguna manera, pues, dicho art. 2342, inc.
3°, del Cód. Civil permite reputar ala
Provincia de Buenos Aires como dueña n
poseedora del caballo que impactó contra el
vehículo, por lo que también desde esta
perspectiva se confirma la inaplicabilidad del
art. 1124 del Cód. Civil a su respecto.” (del
Voto de la mayoría)
“La atribución de un deber de seguridad
infringido que los actores hacen al Estado
provincial demandado para justificar su
condena (otribución expuesta en apenas tres
renglones), no puede ser tenida en cuenta a
ese fin porque no han identificado siquiera
mínimamente cuál es ese deber de seguridad
específico incumplido, señalando su objeto y
fundandamento normativo, definiendo su
alcance y grado de exigibilidad, y explicando
cómo se configuró su inobservancia. Se
trata, pues, de u na atribución de extrema
generalidad que, consiguientemente, impide
establecer la existencia de responsabilidad
estatal por omisión en el cumplimiento de
obligaciones determinadas, único supuesto
en el que, por hipótesis, podría existir tal
responsabilidad especial. Que en la presente
causa se ha acreditado el efectivo
incumplimiento de los deberes antes
señalados.” (del voto de la mayoría)
“La omisión descripta, aparte de haber
constituido un incumplimiento de la
concesionaria a la obligación que le imponía
el Reglamento de Explotación en cuanto a la
instalación urgente, una vez detectada la
necesidad de señalización de emergencia que
oriente ante accidentes u otras
anormalidades que dificulten la normal
circulación, constituyó del lado de los
usuarios accidentados, una clara omisión al
cumplimiento de los deberes de previsión y
de evitación a su cargo.” (del voto de la
mayoría)
“En cuanto hace a la responsabilidad que
podría corresponderle al propietario de los
animales que colisionaron con el automotor,
con arreglo a lo dispuesto por el art. 1124
del Cód. Civil, debe destacarse ante todo
que, si bien la demanda se promovió
genéricamente contra “quien eventualmente
pueda resultar dueño y/o guardián de los
animales causantes del accidente”, lo cierto
es que tras el frustrado intento de
individualizar al titular de la marca del
animal, se tuvo a la actora por desistida de
la citación del codemandado mencionado en
forma genérica, situación que excluye todo
pronunciamiento sobre la eventual
responsabilidad de aquel propietario
indeterminado.” (del voto del Dr. E. Raúl
Zaffaroni el que adhiere a la mayoría)
“Camino del Atlántico S. A. CV, que tenía a
su cargo la señalización de la ruta y la
verificación del estado de ese trabajo según
la reglamentación del contrato de concesión,
omitió cumplir con un recaudo que a su juicio
era necesario para asegurar la circulación de
los vehículos. Esa omisión se constituyó
entonces en un riesgo imprevisible para los
conductores con consecuencias para el
desarrollo del tránsito vial en la zona, y hace
aplicable a su respecto lo dispuesto en el art.
902 del Cód. Civil. Por otro lado, no hay
evidencias que demuestren la conducta
imprudente del conductor del automotor que
alega la codemandada en su responde toda
vez que las constancias del peritaje del
ingeniero mecánico agregado a la causa
acumulada no permiten acreditar que el
vehículo circulara a una velocidad superior a
los 80 km/hora, que era la permitida en el
lugar.” (del voto en DISIDENCIA PARCIAL Del
DOCTOR ENRIQUE SANTIAGO PETRACCHIY
DE LA DRA C. M. ARGIBAY)
“Que la responsabilidad de “Camino del
Atlántico S.A. CV”, que nace de la omisión en
que incurrió, no se ve alterada por la que
pudiera caber al propietario del equino que
invadió la ruta, según lo previsto on el art.
1124 del Cód. Civil. En efecto, la
responsabilidad que la citada norma pone en
cabeza del dueño o guardador de un animal
por los daños que cause, no es exclusiva ni
excluyente de aquella concurrente de distinta
índole y causa que corresponde a la citada
concesionaria vial. Esto es especialmente
aplicable en el sub lite, por cuanto no se ha
individualizado al dueño o guardián del
animal y por lo tanto no se lo ha traído
ajuicio, situación que excluye todo
pronunciamiento sobre la eventual
responsabilidad de aquél.” (del voto en
DISIDENCIA PARCIAL Del DOCTOR ENRIQUE
SANTIAGO PETRACCHI Y DE LA DRA C. M.
ARGIBAY)
(CSJN, 7/11/2006, B. 606. XXIV, “B., I. del
C. P. de c/ Buenos Aires, Provincia de y
Camino del Atlántico S.A. y/o quien pueda
resultar dueño y/o guardián de los animales
causantes del accidente s/ daños y
perjuicios”).

Conclusión
Por lo analizado se observa que casi la
totalidad de los factores generadores de
accidentes giran en tomo al error humano.
Cabe entonces afirmar que el enfoque actual
de abordaje e intervención en prevención y
seguridad es erróneo. La prevención de
accidentes no debe partir de la ingeniería. No
debe partir de la modificación del ambiente,
ni de la inspección constante, ni del
mejoramiento de las máquinas. Debe partir
del abordaje del ser humano. De su persona.
De su psicología. El resto es y debe ser
complemento en una forma
multidisciplinaria, pero se debe revertir el
enfoque actual. Si no es así continuaremos
lamentando pérdidas evitables. Cambiemos
el viejo paradigma de creer que sólo con
ingeniería se consigue la seguridad.

ASPECTOS PRÁCTICOS DE LA
RESPONSABILIDAD CIVIL EN EL
CÓDIGO CIVIL Y COMERCIAL

La Ley N° 26.994, publicada en el Boletín


Oficial el 8 de octubre de 2014, aprobó el
texto definitivo del nuevo Código Civil y
Comercial de la Nación, que entró en
vigencia el día 1o de agosto de 2015, en
lugar de la fecha original establecida por la
ley, que lo ponía en práctica el Io de enero de
2016. El nuevo Código introduce varias
modificaciones importantes sobre el régimen
en materia de responsabilidad civil, en base
a una nueva metodología y con el objetivo
principal de uniformar reglas y soluciones.
La responsabilidad civil se encuentra
regulada en el Capítulo 1 del Título V del
Libro III. El Libro III se refiere a los derechos
personales. Su Título V regula otras fuentes
de las obligaciones que no son los contratos.
El Capítulo 1 del Título V regula, a través de
11 secciones, la responsabilidad civil. No
obstante, y como es lógico, existen a lo largo
de todo el código diversas normas
específicas relativas a la responsabilidad
civil, como por ejemplo el art. 1243* referido
a la responsabilidad en el contrato de leasing
o el 1493, referido a la omisión de preaviso
en el contrato de agencia, etc.

* Art. 1243,CCyC: Responsabilidad


objetiva. La responsabilidad objetiva
emergente del art. 1757 recae
exclusivamente sobre el tomador o
guardián de las cosas dadas en leasing.

Art. 1493, CCyC: Omisión de preaviso.


En los casos del art. 1492, la omisión
del preaviso, otorga a la otra parte
derecho a la indemnización por las
ganancias dejadas de percibir en el
periodo.

En primer lugar, se ha fusionado en un


mismo cuerpo normativo la legislación civil y
la comercial, y consecuentemente, la
responsabilidad que surge por violar las
normas o los contratos propios de dichos
ámbitos hasta hoy diferentes. En segundo
lugar, también se ha decidido tratar en forma
conjunta a la responsabilidad contractual y la
extracontractual, lo que tendrá impacto
directo en varios aspectos que hasta el
momento tenían soluciones diferentes, como
por ejemplo en lo relativo a los factores de
atribución, la extensión del resarcimiento, la
prescripción, etc.

PRINCIPALES REFORMAS DEL CÓDIGO


CIVIL Y COMERCIAL
Según el jurista Vázquez Ferreyra las
principales reformas introducidas por el
nuevo Código en materia de responsabilidad
civil:
Establece expresamente que la
responsabilidad civil tiene dos funciones:
preventiva y resarcitoria.
Establece y regula el deber de prevención.
Menciona y regula las causales de
justificación que borran la ilicitud de una
conducta que ha ocasionado un daño. Son el
aspecto negativo de la antijuridicidad.
Regula el tema de la asunción de riesgos que
hasta ahora era de tratamiento doctrinario y
jurisprudencial.
Consagra expresamente la responsabilidad
civil contractual objetiva en las obligaciones
de resultado.
Fija una regla general en materia de
extensión del resarcimiento, estableciendo
que son indemnizables las consecuencias
inmediatas y las mediatas previsibles.
Contempla al simple hecho del damnificado
como causa de exclusión o limitativa de
responsabilidad, salvo que se trate de un
caso específico en que se exija culpa o dolo.
Respecto del hecho del tercero para que
funcione como eximente de responsabilidad
debe reunir los caracteres del caso fortuito.
Si bien fija como regla general que los
factores de atribución y las eximentes de
responsabilidad deben ser probados por
quien los alega, como excepción permite a
los jueces aplicar la teoría de las cargas
probatorias dinámicas.
Equipara el dolo al dolo eventual.
En caso de graves incapacidades, la
legitimación para reclamar indemnización por
daño moral la extiende no sólo al
damnificado directo, sino también a los
ascendientes, descendientes, cónyuge y
quienes conviven con aquél recibiendo trato
familiar ostensible.
Establece un método de cálculo para el caso
de incapacidades permanentes, ya sean
físicas o psíquicas.
El proyecto original contemplaba una sección
dirigida a los daños á los derechos de
incidencia colectiva, pero estos artículos han
sido eliminados por el Poder Ejecutivo y por
ende no han quedado incorporados al
Código.
Contempla expresamente a la pérdida de
chance como daño indemnizable.
Contempla la llamada responsabilidad
contractual por el hecho del tercero qüe se
introduce en el cumplimiento de la
obligación.
Establece la responsabilidad objetiva en
materia de actividades riesgosas, aunque lo
excluye expresamente en el caso de
profesionales.
Define al guardián de la cosa riesgosa o
viciosa.
Regula en detalle la responsabilidad
colectiva, tanto la general como aquella que
proviene de un grupo de riesgo.
En materia de responsabilidad del estado y
de los funcionarios públicos, lo deja librado a
las normas de derecho administrativo.
Si bien mantiene la imposibilidad de dictar
sentencia civil estando pendiente la
sentencia penal, establece algunas
excepciones a dicho principio que deja de ser
absoluto.
El plazo de prescripción único y aplicable a
todas las hipótesis de reclamos de daños y
perjuicios es de tres años. Para este fin se ha
eliminado la norma específica que existe en
la Ley de Defensa del Consumidor.
El plazo de prescripción comenzará a correr
el día en que la prestación se torna exigible,
es decir, desde que la víctima se encuentra
en condiciones de iniciar su demanda. El
plazo puede suspenderse por seis meses
mediante una interpelación fehaciente (en la
actualidad este plazo es anual), y se
interrumpe con cualquier petición judicial
que demuestre el interés del acreedor de
mantener viva la acción.

• Contempla a la mediación como supuesto


de suspensión de la prescripción.
El reclamo administrativo cuando es
obligatorio interrumpe la prescripción.
Tal vez una de las novedades más
importantes sea que se reconoce y regula en
forma expresa la doble función de la
responsabilidad: a) preventiva, y b)
resarcitoria.
Las normas de la responsabilidad civil,
propias de la de la función resarcitoria
(ámbito en el que se emplazaba la materia
en la visión tradicional), se declaran
aplicables a la prevención del daño y a la
sanción (art. 1708 del CCyC), en un clara
definición conceptual de la ampliación de las
funciones atribuidas al derecho de daños.

UNIFICACIÓN DE RESPONSABILIDADES
CONTRACTUALES Y
EXTRACONTRACTUALES

El Código Civil y Comercial, unifica las


responsabilidades «i más bien las regula
conjuntamente: la responsabilidad
contractual y extracontractual; la
responsabilidad civil prevé un régimen
unitario para los casos que hasta ahora se
consideraban abarcados por la obligación de
seguridad, consistente en la aplicación a esas
situaciones de las normas que estructuran la
responsabilidad extracontractual. De ese
modo, la obligación de seguridad abandona
el derecho común para instalarse
definitivamente en la Ley de Defensa del
Consumidor.
Es así que de este modo se superan los
múltiples problemas que generaba la
necesidad de encuadramiento de cada
supuesto en uno u otro ámbito, ante
diferentes regulaciones para cada uno,
especialmente en materia de prescripción de
acciones estableciendo un único plazo de
prescripción de tres años* en los accidentes
de tránsito y un régimen de consecuencias
indemnizables.

*
Art. 2561, CCyC: Plazos especiales. . .
El reclamo de la indemnización de daños
derivados de la responsabilidad civil
prescribe a los tres años. ....

FUNCIONES DEL DERECHO DE LA


RESPONSABILIDAD CIVIL
Está regulado en las Secciones 1 a y 2a del
Capítulo I del TITULO V del Libro Tercero, del
Código Civil y Comercial, el cual incorpora
normas vinculadas a las funciones
preventivas' y sancionatorias del derecho de
daños (o de la responsabilidad civil). Ambas
cuestiones no están reguladas en el Código
Civil de Vélez, no obstante lo cual tenían
clara recepción doctrinaria y jurisprudencial.

a) Funciones preventiva y
sancionatorias
La función preventiva y sancionatoria están
reguladas en la sección 2a del TÍTULO V del
LIBRO TERCERO. La función preventiva, tal
como trata la nueva norma, transita por dos
grandes carriles, en primer lugar se
establece expresamente el deber general de
no dañar y -correlativamente- un deber
genérico de prevención del daño, que
comprende no sólo el perjuicio que aún no se
ha causado como la disminución de la
magnitud del que se está produciendo. En
segundo término, a partir del art. 1711* se
trata acerca de la acción preventiva.
Toda persona tiene el deber, en cuanto de
ella dependa, de: a) evitar causar un daño
no justificado; b) adoptar, de buena fe y
conforme a las circunstancias, las medidas
razonables para evitar que se produzca un
daño, o disminuir su magnitud; si tales
medidas evitan o disminuyen la magnitud de
un daño del cual un tercero sería
responsable, tiene derecho a que éste le
reembolse el valor de los gastos en que
incurrió, conforme a las reglas del
enriquecimiento sin causa; c) no agravar el
daño, si ya se produjo. Sobre estos tres
puntos se asienta el principio general de la
prevención.
Se admite la acción preventiva judicial, ante
la posibilidad de la causación de un daño, o
para evitar su continuación o agravamiento
(Art. 1711 del CCyC), legitimándose a
cualquier persona que tuviera un interés
razonable en la prevención (Art. 1712 del
CCyC). La sentencia que admite la acción
preventiva debe disponer, a pedido de parte
o de oficio, en forma definitiva o provisoria,
obligaciones de dar, hacer o no hacer, según
corres ponda; debe ponderar los criterios de
menor restricción posible y de medio más
idóneo para asegurar la eficacia en la
obtención de la finalidad (Art. 1713 del
CCyC).

* Art. 1711, CCyC: Acción preventiva. La


acción preventiva procede cuando una
acción u omisión antijurídica hace
previsible la producción de un daño, su
continuación o agravamiento. No es
exigible la concurrencia de ningún
factor de atribución.

Art. 1712, CCyC: Legitimación. Están


legitimados para reclamar quienes
acreditan un interés razonable en la
prevención del daño.

Art. 1713, CCyC: Sentencia. La sentencia


que admite la acción preventiva debe
disponer, a pedido de parte o de oficio,
en forma definitiva o provisoria,
obligaciones de dar, hacer o no hacer,
según corresponda; debe ponderar los
criterios de menor restricción posible y
de medio más idóneo para asegurar la
eficacia en la obtención de la finalidad.
b) Sanción pecuniaria disuasiva
El art. 1714 expresa: Si la aplicación de
condenaciones pecuniarias administrativas,
penales o civiles respecto de un hecho
provoca una punición irrazonable o excesiva,
el juez debe computarla a los fines de fijar
prudencialmente su monto.
El Código Civil y Comercial incorpora como
herramienta .iplicable a cualquier ámbito en
que se produzcan daños, a la sanción
pecuniaria disuasiva (hoy reconocida por la
Ley 24.240 de Defensa de los Derechos de
los Consumidores y Usuarios, rn el art. 52
bis, como Daño Punitivo). El nuevo Código
Civil y Comercial limita la aplicación de estas
sanciones a supuestos de lesiones a
derechos de incidencia colectiva, y legitima
para solicitar su aplicación a quienes lo están
para defender dichos derechos, según las
disposiciones generales. Se fijan las pautas
para determinar su procedencia (“grave
menosprecio a los derechos”) y su cuantía
(circunstancias del caso, gravedad de la
conducta, repercusión social, beneficios que
obtuvo o pudo obtener, efectos disuasivos de
la medida, patrimonio del dañador y posible
existencia de otras sanciones), las que
otorgan al juzgador un amplio abanico de
criterios para fijar las sanciones y su monto.
Las sanciones tienen el destino que el juez
determine, lo que constituye una novedad
con relación a la figura hoy regulada en el
derecho del consumo.

c) Función resarcitoria
La función Resarcitoria esta regulada en las
Secciones 3a y 4a del Capítulo I del TITULO V
del Libro Tercero del nuevo Código Civil y
Comercial en la cual realiza una detallada
regulación de los presupuestos necesarios
para la reparación del daño.

1) Deber de reparar
La violación del deber de no dañar a otro, o
el incumplimiento de una obligación, da lugar
a la reparación del daño causado, conforme
con las disposiciones de este Código (Art.
1716, CCyC).

2) Antijuridicidad
El Código Civil y Comercial en el art. 1717
determina que Cualquier acción u omisión
que causa un daño a otro es antijurídica si
no está justificada.
Las causales de justificación admitidas son:
a) en ejercicio regular de un derecho;
b) en legítima defensa propia o de
terceros, por un medio racionalmente
proporcionado, frente a una agresión actual
o inminente, ilícita y no provocada; el tercero
que no fue agresor ilegítimo y sufre daños
como consecuencia de un hecho realizado en
legítima defensa tiene derecho a obtener una
reparación plena;
c) para evitar un mal, actual o inminente,
de otro modo inevitable, que amenaza al
agente o a un tercero, si el peligro no se
origina en un hecho suyo; el hecho se halla
justificado únicamente si el mal que se evita
es mayor que el que se causa. En este caso,
el damnificado tiene derecho a ser
indemnizado en la medida en que el juez lo
considere equitativo. (Art. 1718, CCyC).
No se admite la asunción de riesgos como
causal de justificación (cuestión que es
motivo de discusión en la doctrina) y se
prevé el supuesto de existencia de actos de
abnegación- que generan derecho
resarcitorio para quien sufrió daños para
salvar la persona o los bienes de otro. (Art.
1719, CCyC)
Se determina una cláusula general que el
consentimiento de la víctima. Sin perjuicio de
disposiciones especiales, el consentimiento
libre e informado del damnificado, en la
medida en que no constituya una cláusula
abusiva, libera de la responsabilidad por los
daños derivados de la lesión de bienes
disponibles. (Art. 1720, CCyC)

3) Factores de atribución
El Código Civil y Comercial realiza una
detallada regulación de los factores de
atribución de responsabilidad, definiéndolos,
rorrectamente, por las consecuencias del
emplazamiento de cada supuesto en cada
categoría, esto es las eximentes invocables.
Se determina como principio general residual
que, si no existe normativa específica, el
agente responde por su culpa (Art. 1721,
CCyC).

4) Relación de causalidad
En el comentario que hace el Dr. José
Fernando Márquez ¡d proyecto dice que:
sigue la tradición legislativa y doctrinaria de
aceptar la teoría de la causalidad adecuada
como el criterio más idóneo para determinar
la causa del daño, y determina un régimen
de indemnización de las consecuencias
inmediatas y mediatas previsibles,
superándose así las diferencias entre las
consecuencias indemnizables en los ámbitos
contractual y ex- tracontractual, en el Código
Civil de Vélez.
Se especifica que, en materia contractual, el
régimen de previsibilidad se individualiza de
acuerdo a lo que, en cada caso, se previo o
pudo prever.
5) Eximentes de responsabilidad
El Código Civil y Comercial realiza una
detallada regulación de las eximentes de
responsabilidad por ausencia de causación, o
concurrencia con otros hechos o
circunstancias, regulando el hecho del
damnificado, el caso fortuito o fuerza mayor
y el hecho
de un tercero, delimitando, en cada caso,
cómo se configuran y cuáles son sus efectos.

6) Caso fortuito. Fuerza mayor


Se considera caso fortuito o fuerza mayor al
hecho que no ha podido ser previsto o que,
habiendo sido previsto, no ha podido ser
evitado. El caso fortuito o fuerza mayor
exime de responsabilidad, excepto
disposición en contrario.
La nueva norma emplea los términos “caso
fortuito” y “fuerza mayor” como sinónimos,
(art. 1730 del CCyC).

7) Hecho de un tercero
Para eximir de responsabilidad, total o
parcialmente, el hecho de un tercero por
quien no se debe responder debe reunir los
caracteres del caso fortuito (art. 1731 del
CCyC).

Responsabilidad por caso fortuito el deudor


es responsable en los siguientes casos:
a) si ha asumido el cumplimiento aunque
ocurra un caso fortuito o una imposibilidad;
b) si de una disposición legal resulta que
no se libera por caso fortuito o por
imposibilidad de cumplimiento;
c) si está en mora, a no ser que ésta sea
indiferente para la producción del caso
fortuito o de la imposibilidad de
cumplimiento;
d) si el caso fortuito o la imposibilidad de
cumplimiento sobrevienen por su culpa;
e) si el caso fortuito y, en su caso, la
imposibilidad de cumplimiento que de él
resulta, constituyen una contingencia propia
del riesgo de la cosa o la actividad;
f) si está obligado a restituir como
consecuencia de un hecho ilícito. (Art. 1733
del CCyC).

8) Facultades judiciales
No obstante, el juez puede distribuir la carga
de la prueba de la culpa o de haber actuado
con la diligencia debida, ponderando cuál de
las partes se halla en mejor situación para
aportarla. Si el juez lo considera pertinente,
durante el proceso debe comunicar a las
partes que aplicará este criterio, de modo de
permitir a los litigantes ofrecer y producir los
elementos de convicción que hagan a su
defensa. (Art. 1735 CCyC).

9) Carga de la prueba
La carga de la prueba de la relación de
causalidad co- i responde a quien la alega,
excepto que la ley la impute o la presuma.
La carga de la prueba de la causa ajena, o
de la imposibilidad de cumplimiento, recae
sobre quien la invoca (art. 1736 del CCyC)
Como regla general, en el proceso de daños
es la víctima quien invoca la relación causal
entre el daño y el hecho atribuido ni autor y,
por ende, recae sobre ella la prueba de dicho
elemento, conforme lo establece el art.
1736.
El actor en el proceso de daños deberá,
entonces, probar la relación de causalidad
material o fáctica (es decir, que entre el
hecho del agente y el daño puede predicarse
la existencia de causalidad desde el punto de
vista físico), y además que ese nexo así
establecido es adecuado (causalidad
jurídica), porque el resultado suele derivarse
del hecho ilícito según la experiencia de vida,
lo que importa tanto como afirmar que ese
resultado era previsible. Si se está ante un
incumplimiento contractual (pero no de
obligaciones no contractuales), la prueba de
la causalidad adecuada se ve desplazada por
la de que las partes previeron o pudieron
haber previsto dicha consecuencia al
momento de celebración del negocio (art.
1728 del CCyC).
En cuanto a la prueba de los eximentes, la
norma establece que se encuentra a cargo
de quien los alega, de forma tal que la
prueba de la ruptura del nexo causal recaerá
sobre el agente, y la de la imposibilidad de
cumplimiento -propia del ámbito
obligacional-, en el deudor incumplidor.

DAÑO RESARCIBLE

Concepto
La nueva norma establece que: Hay daño
cuando se lesiona un derecho o un interés no
reprobado por el ordenamiento jurídico, que
tenga por objeto la persona, el patrimonio, o
un derecho de incidencia colectivo, (art.
1737 del CCyC). Se define de manera
amplia, otorgando, de esta manera, un
margen mayor de interpretación al juez para
determinar la existencia de daño resarcible.
El daño resarcible está regulado en la
Sección 4a del Capítulo I del TITULO V del
Libro Tercero del nuevo Código Civil y
Comercial.
El art. 1737 del CCyC establece qué debe
entenderse como daño jurídico, y adopta una
definición explícita del daño resarcible.
Asimismo, menciona algunos de los bienes
que pueden verse afectados por el hecho
ilícito, esto es, respecto del daño desde el
punto de vista fáctico o naturalístico
(siguiendo la expresión de Bueres).

Al respecto es preciso recordar que el daño,


apreciado desde un punto de vista material,
consiste en la lesión que recae sobre un bien
-u objeto de satisfacción, como lo señala
Zannoni-,* y es distinto del perjuicio desde
un punto de vista jurídico.
* Zannoni, Eduardo A., El daño en la
responsabilidad civil, Bs. As., Astrea,
2005, p. 50. la norma en comentario,
mientras que la de las consecuencias
derivadas de él (que son propiamente lo
que se resarce) resulta de los arts. 1738
y 1741 CCyC.

Es el daño fáctico que resulta indispensable


para la construcción del hecho idóneo en que
se funda la responsabilidad, y que debe
diferenciarse -como queda dicho- del daño
jurídico, en cuanto objeto del resarcimiento.
La afectación del bien (en la enuncia- non del
artículo, la persona, el patrimonio, o un
derecho de incidencia colectiva), que causa
la lesión de los intereses que mi sujeto de
derecho tiene sobre él, presupone la lesión a
cosas, derechos, bienes inmateriales con
valor económico; pero también puede
tratarse del proyecto existencial.la intimidad,
el honor, etc. que constituyen para el
derecho objetos de satisfacción no
patrimoniales.
El daño jurídico, por el contrario, consiste en
la lesión de un interés lícito, patrimonial o
extrapatrimonial (daño jurídico luto sensu),
que produce consecuencias en el espíritu o
en el patrimonio (daño jurídico stricto
sensu).
De este modo, el Código adopta una postura
acorde con el centro neurálgico del nuevo
sistema de derecho privado, que es la tutela
de la persona humana. En efecto, señala que
el perjuicio en sentido jurídico —no fáctico—
es la lesión a un interés no reprobado por el
ordenamiento jurídico. El interés es el valor
relativo que un bien determinado tiene para
un sujeto.
De esta forma, el perjuicio debe entenderse
desde el ángulo del individuo, de manera tal
que si existen diversos damnificados pueden
existir diversos intereses para cada uno de
ellos,. Es la posibilidad de que una o varias
personas puedan ver satisfechas sus
necesidades mediante un bien o bienes
determinados. El’ bien afectado (daño
fáctico) es el objeto que permite satisfacer
una necesidad, mientras que el interés (cuya
privación constituye el daño jurídico lato
sensu) es la posibilidad que tiene el individuo
de ver satisfecha la necesidad que le
proporciona el bien en cuestión. Finalmente,
las consecuencias derivadas de la lesión del
interés, que necesariamente tienen la misma
naturaleza (patrimonial o extrapatrimonial)
que este último, constituyen el daño
resarciblepropiamente dicho.
Para describir el ámbito de cada uno de estos
dos conceptos a través de un ejemplo, basta
con imaginar un accidente de tránsito en el
cual una persona sufre lesiones de
gravedaden su integridad física. En este
supuesto el perjuicio resarcible no es la
lesión que padeció, sino las consecuencias
derivadas de la afectación de los intereses
que respecto de su integridad física tenía la
víctima. Así, serán reparables:
a. los gastos de atención y tratamiento
médico en que tuvo que incurrir
(consecuencias patrimoniales que configuran
un daño emergente);
b. la incapacidad sobreviniente (entendida
como la pérdida de valores económicos
futuros producto de la disminución de las
aptitudes de la víctima para realizar tareas
económicamente mensurables) y las
ganancias que se vio privada de obtener por
las curaciones a las que fue sometida
(consecuencias patrimoniales que configuran
un lucro cesante); y
c. la afectación de su integridad espiritual
como consecuencia del hecho ilícito
(consecuencias extrapatrimoniales que
constituyen un daño moral).
Todas ellas son consecuencia, como se
aprecia a primera vista, de la lesión que
recayó sobre el mismo bien jurídico: la
integridad física del damnificado que, a la
postre, no constituye un daño jurídico.
Finalmente, cabe señalar que la norma en
comentario se refiere a todo interés “no
reprobado por el ordenamiento jurídico”.
Como lógico corolario de ello, no es preciso
que el interés en cuestión se éncuentre
admitido expresamente por el ordenamiento
jurídico (derecho subjetivo), sino que
también serán resarcibles las consecuencias
que surgen de la afectación de un interés
legítimo o simple (por ejemplo, daño
patrimonial reclamado por uno de los
convivientes ante la muerte del otro, cuando
la convivencia no alcanza el plazo del art.
510, inc. e, CCyC; daño patrimonial sufrido
por el guardador de hecho de un menor
como consecuencia de la muerte de este,
etc.).

Daños indemnizables

En cuanto a los daños indemnizables,


apreciamos que el art. 1738 del CCyC
dispone que “La indemnización comprende la
pérdida o disminución del patrimonio de la
víctima, el lucro cesante en el beneficio
económico esperado de acuerdo a la
probabilidad objetiva de su obtención y la
pérdida de chances. Incluye especialmente
las consecuencias de la violación de los
derechos personalísimos de la víctima, de su
integridad personal, su salud psicofisica, sus
afecciones espirituales legítimas y las que
resultan de la interferencia en su proyecto de
Vida”.
El art. 1738 del CCyC se refiere a las
consecuencias resarcibles por la afectación o
la lesión a un interés no reprobado por la ley.
A su vez, enuncia determinadas
consecuencias resarcibles, que son
especialmente relevantes dado el bien
afectado desde el punto de vista fáctico.

El daño emergente
El daño emergente produce un
empobrecimiento en el patrimonio de la
víctima.
Puede consistir en un gasto o en la
destrucción de la propiedad. Por eso el
código lo conceptúa correctamente como
disminución o pérdida en el patrimonio.
La nueva norma regula el daño emergente,
que puede producirse tanto por la
destruqción, deterioro o privación del uso o
goce de bienes materiales como por los
gastos que, en razón del evento dañoso, la
víctima ha debido realizar. En ambos casos
se produce un detrimento o disminución del
patrimonio del damnificado como
consecuencia del hecho que se analiza.
Es preciso tener en cuenta, sin embargo,que
cuando se resarce el daño emergente no se
está indemnizando el valor del bien
comprometido,sino el interés que aquel
satisfacía en la esfera patrimonial del
damnificado, que puede o no coincidir con el
valor objetivo del bien en sí mismo.
Entre, otros, se encuentran comprendidos en
el daño emergente los gastos de reparación
oreposición de las cosas menoscabadas como
consecuencia del acto ilícito, los gastos
médicos,farmacéuticos y de transporte (a los
cuales alude expresamente el art. 1746 del
CCyC)*, los gastos de tratamiento
psicológico, etc.

* Art. 1746, CCyC: Indemnización por


lesiones o incapacidad física o psíquica.
En caso de lesiones o incapacidad
permanente, física o psíquica, total o
parcial, la indemnización debe ser
evaluada mediante la determinación de
un capital, de tal modo que sus rentas
cubran la disminución de la aptitud del
damnificado para realizar actividades
productivas o económicamente
valorables, y que se agote al término del
plazo en que razonablemente pudo
continuar realizando tales actividades.
Se presumen los gastos médicos,
farmacéuticos y por transporte que
resultan razonables en función de la
índole de las lesiones o la incapacidad.
En el supuesto de incapacidad
permanente se debe indemnizar el daño
aunque el damnificado continúe
ejerciendo una tarea remunerada. Esta
indemnización procede aun cuando otra
persona deba prestar alimentos al
damnificado.

El lucro cesante
El lucro cesante es la frustración de un
enriquecimiento legítimo. No cualquier sueño
de ganancia es sin embargo un lucro
cesante, sino que deben demostrarse pautas
objetivas y ciertas de que se podía obtener,
como lo requiere el artículo.
La pérdida de chances
La pérdida de chances u oportunidades fue
reconocida por lu jurisprudencia como un
daño indemnizable. Se diferencia del lucro
cesante, en que en este último, las
probabilidades no son i .ni ciertas ni tan
lejanas. La pérdida de chances se cuantifica
de acuerdo a las probabilidades objetivas de
que suceda.
A mayor probabilidad mayor monto tendrá.
Por ejemplo el v cterinario que por su culpa
produce la muerte de un caballo de carrera
tendrá que pagarle al dueño los daños que
sufre porque no podrá competir en las
carreras del hipódromo. Si ese caballo venía
ganando las últimas carreras la pérdida dq
chance será muy grande, si salió último
quizás el juez no le conceda ni un centavo.
Por eso el art. 1739 dice que será
indemnizable “en lu medida en que su
contingencia sea mzonable y guarde una
adecuada relación de causalidad con el hecho
generador”.

Violación de derechos personalísimos


Este código ha suprimido la mención al daño
moral. No se advierten las razones para
prescindir de una denominación que era
ampliamente utilizada en la doctrina y la
jurisprudencia nacional, pero lo cierto es que
bien puede seguir denominándoselo .isí sin
ningún riesgo de confusiones.
Cuando el acto dañoso repercute sobre los
derechos personalísimos, habrá daño
extrapatrimonial. Sin embargo debe
aclararse que la lesión a un derecho
personalísimo también puede dar lugar a
daño patrimonial, como podría ser el caso de
una calumnia, que daña el buen nombre,
pero también produce una pérdida de
clientela a un profesional.

La integridad física y psíquica


La integridad física y psíquica es un daño
indemnizable. Repercute normalmente sobre
el patrimonio. La incapacidad permanente
(sea para las actividades laborales o de otra
índole) debe ser resarcida aunque la víctima
no haya dejado de ‘ganar’ pues la integridad
física, en la medida de la chance frustrada,
tiene en sí mismo un valor indemnizable. El
lucro cesante conjuga, en cambio, las
pérdidas experimentadas durante el tiempo
de inactividad o disminución de la actividad
laboral, es decir que responde a la
incapacidad (total o parcial), pero transitoria
Esto quiere decir que puede no llegarse a los
extremos de la prueba del lucro cesante,
pero puede haber un resarcimiento por
incapacidad.

Las afecciones espirituales legitimas


Es correcta además la mención por separado
de las afecciones espirituales legítimas. Por
lo común su lesión dará lugar a un daño
extrapatrimonial o moral. Por excepción
surgirá un daño patrimonial, si repercutiera
en el patrimonio.

Requisitos para la procedencia de la


indemnización
Para la procedencia de la indemnización debe
existir un perjuicio directo o indirecto, actual
o futuro, cierto y subsistente. La pérdida de
chance es indemnizable en la medida en que
su contingencia sea razonable y guarde una
adecuada relación de causalidad con el hecho
generador (art. 1739 del CCyC).
La nueva norma establece los requisitos que
debe reunir el daño para ser resarcible.
Asimismo, se refiere expresamente a los
caracteres que deben configurarse para que
proceda la reparación por pérdida de una
chance.

Presupuestos para que el daño sea


resarcible:

1) La certeza del daño


El principal presupuesto para que el daño sea
resarcible es que sea cierto, es decir, que
exista realmente y no se trate de un
perjuicio meramente eventual o hipotético.

2) La subsistencia del daño


Para que sea resarcible, el perjuicio debe
subsistir al momento de dictarse la
sentencia, pues nadie puede reclamar la
reparación de un daño que ya ha sido
resarcido.

3) La personalidad del daño


El perjuicio, para ser resarcible, debe ser
personal de quien i relama su indemnización.

4) La afectación de intereses no
reprobados por el ordenamiento jurídico
La clasificaciones del daño previstas en el
art. 1739 del L'CyC, son:
- Daño directo o indirecto, y
- Actual o futuro.

Reparación del daño


• Se establece el principio de reparación
plena, el principio parece ser el opuesto y
una vuelta a Vélez Sarsfield. La frase “la
victima puede optar por el reintegro
específico, excepto que sea parcial o
totalmente imposible”, indica que el pago en
dinero es la regla. En el régimen anterior la
víctima podía optar por el pago en dinero. Si
ahora la opción es por el pago en especie, no
cabe ot ra interpretación que ello es porque
se ha vuelto al principio de indemnización
dineraria.
• Reparación en especie En ciertos casos
de lesión de daños personalísimos daños
como ser el honor, la intimidad o la identidad
personal, la reparación puede consistir en la
publicación de la sentencia.
• Debido a que cada víctima es la que es
soberana de decidir si ésta es la mejor forma
de reparación, no procede de oficio. Está
bien que así sea, porque en casos de
violación a la intimidad, en que el hecho
suele ser verdadero, puede que no sea la
mejor forma de repararlo una nueva
difusión.
• La publicación de la sentencia no es
incompatible con el pago de los daños. Es
ciertamente una forma de reparación que en
todo caso tiende a evitar el daño futuro, pero
no borra los daños padecidos, como por
ejemplo los gastos incurridos, pérdida de
clientela por la difamación, etc.

Prueba del daño


El daño debe ser acreditado por quien lo
invoca, excepto que la ley lo impute o
presuma, o que surja notorio de los propios
hechos. (Art. 1744, CCyC).
La nueva norma sienta la regla general de
que, en principio, será la víctima quien
deberá acreditar el daño, salvo que exista
una presunción legal en contrario, o los
indicios existentes en la causa permitan
presumirlo.
Si bien la prueba del daño implica también
-en principio- la de su monto, no debe
perderse de vista que los códigos procesales
suelen acordar al juez la posibilidad de
determinar el monto del resarcimiento,
aunque no esté directamente probado (art.
165, CPCCN).
En tal caso corresponde fijarlo con
parquedad, procurando que la falta de
prueba no redunde en un enriquecimiento
injustificado de la víctima.

Parámetros para fijar indemnizaciones


Se establecen los parámetros para fijar
indemnizaciones por causa de muerte de la
persona o por lesiones o incapacidad física o
psíquica. Se incorpora la pérdida de chance,
que no tenía tratamiento legislativo.
El Código Civil y Comercial en su art. 1745
establece la indemnización en caso de
muerte:
En caso de muerte, la indemnización debe
consistir en:
a) Los gastos necesarios para asistencia y
posterior funeral de la víctima. El derecho a
repetirlos incumbe a quien los paga, minque
sea en razón de una obligación legal;
b) Lo necesario para alimentos del
cónyuge, del conviviente, de los hijos
menores de veintiún años de edad con
derecho alimentario, de los hijos incapaces o
con capacidad restringida, aunque no hayan
sido declarados tales judicialmente; esta
indemnización procede aun cuando otra
persona deba prestar alimentos al
damnificado indirecto; el juez, para fijar la
reparación, debe tener en cuenta el tiempo
probable de vida de la victima, sus
condiciones personales y las de los
reclamantes;
c) La pérdida de chance de ayuda futura
como consecuencia de la muerte de los
hijos; este derecho también compete a quien
tenga la guarda del menor fallecido.

Indemnización por lesiones o


incapacidad física o psíquica
Las lesiones o incapacidad permanente, física
o psíquica, l otal o parcial; la indemnización
debe ser evaluada mediante la determinación
de un capital, de tal modo que sus rentas
cubran la disminución de la aptitud del
damnificado para realizar actividades
productivas o económicamente valorables, y
que se agote al término del plazo en que
razonablemente pudo continuar realizando
tales actividades. Se presumen los gastos
médicos, farmacéuticos y por transporte que
resultan razonables en función de la índole
de las lesiones o la incapacidad. En el
supuesto de incapacidad permanente se
debe indemnizar el daño aunque el
damnificado continúe ejerciendo una tarea
remunerada. Esta indemnización procede
aun cuando otra persona deba prestar
alimentos al damnificado.

RESPONSABILIDAD DIRECTA
Está regulado en la Sección 5a del Título V:
Otras fuentes de las obligaciones. Capítulo 1:
Responsabilidad civil, del Libro Tercero:
Derechos Personales.
Se establece el principio general de que
quien causa un daño, por acción u omisión,
tiene el deber de repararlo, en tanto no esté
justificado (Art. 1749 del CCyC).*
* Art. 1749, CCyC: Sujetos
responsables. Es responsable directo
quien incumple una obligación u
ocasiona un daño injustificado por
acción u omisión.

Reconoce la posibilidad de fijar


indemnizaciones de equidad por daños
causados involuntariamentey se dispone, en
forma expresa, que el daño causado
mediando fuerza física irresistible no genera
responsabilidad para el agente (Art. 1750).
Si varias personas participan en la
producción del daño que tiene una causa
única, se aplican las reglas de las
obligaciones solidarias. Si la pluralidad deriva
de causas distintas, se aplican las reglas de
las obligaciones concurrentes (Art. 1751). En
cuanto al encubrimiento por daños causados
el encubridor responde en cuanto su
cooperación ha causado daño (Art. 1752).
RESPONSABILIDAD POR EL HECHO DE
TERCEROS
La Responsabilidad por el Hecho de Terceros
está regulada en la Sección 6a del TITULO V:
Otras fuentes de las obligaciones, CAPITULO
1 del Libro Tercero arts. 1753 a 1756.
José Fernando Márquez expresa que la
responsabilidad por el hecho de
dependientes» por hechos de los hijos y por
los causados por otras personas bajo
encargo, son reguladas en un todo de
acuerdo con la interpretación de los
supuestos que realiza la doctrina, autoral y
judicial, en la actualidad.

RESPONSABILIDAD DERIVADA DE LA
INTERVENCIÓN DE COSAS Y CIERTAS
ACTIVIDADES
Responsabilidad derivada de la intervención
de cosas y de ciertas actividades esta
regulado en la Sección 7a del Título V Otras
fuentes de las obligaciones Capítulo 1 del
Libro Tercero, arts. 1757 a 1759.
El nuevo Código Civil y Comercial regúlalos
daños causados por cosas riesgosas o
viciosas, o actividades riesgosas o
peligrosas, emplazando el supuesto en el
ámbito de la responsabilidad objetiva, y
deslindando las circunstancias que no
pueden ser invocadas como eximentes la
autorización previa y cumplimiento de las
técnicas de prevención (Art. 1757).*

* Art. 1757, CCyC: Hecho de las cosas y


actividades riesgosas. Toda persona
responde por el daño causado por el
riesgo o vicio de las cosas, o de las
actividades que sean riesgosas o
peligrosas por su naturaleza, por los
medios empleados o por las
circunstancias de su realización.
La responsabilidad es objetiva. No son
eximentes la autorización
administrativa para el uso de la cosa o
la realización de la actividad, ni el
cumplimiento de las técnicas de
prevención.

El dueño o guardián de la cosa, y quien


realiza, se sirve u obtiene provecho de la
actividad, son responsables en este supuesto
el nuevo código expresa. Se considera
guardián a quien ejerce, por sí o por
terceros, el uso, la dirección y el control de la
cosa, o a quien obtiene un provecho de ella.
El dueño y el guardián no responden si
prueban que la cosa fue usada en contra de
su voluntad expresa o presunta.
En caso de actividad riesgosa o peligrosa
responde quien la realiza, se sirve u obtiene
provecho de ella, por sí o por terceros,
excepto lo dispuesto por la legislación
especial. (Art. 1758).
Se aplican las mismas reglas en supuestos
de daños causados por animales, sean
feroces o no lo sean, eliminándose de este
modo la distinción que realiza el Código en la
materia. (Art. 1759).*

* Art. 1759, CCyC: Daño causado por


animales. El daño causado por animales,
cualquiera sea su especie, queda
comprendido en el art. 1757.

RESPONSABILIDAD COLECTIVA O
ANÓNIMA
La Responsabilidad colectiva y anónima esta
regulada en la Sección 8a del TITULO V:
Otras fuentes de las obligaciones CAPITULO
1 del Libro Tercero arts. 1760 a 1762.
Si de una parte de un edificio cae una cosa,
o si ésta es arrojada, los dueños y ocupantes
de dicha parte responden solidariamente por
el daño que cause. Sólo se libera quien
demuestre que no participó en su producción
(Art. 1760).
Si el daño proviene de un miembro no
identificado de un grupo determinado
responden solidariamente todos sus
integrantes, excepto aquel que demuestre
que no ha contribuido a su producción (Art.
1761). Actividad peligrosa de un grupo.
Si un grupo realiza una actividad peligrosa
para terceros, todos sus integrantes
responden solidariamente por el daño
causado por uno o más de sus miembros.
Sólo se libera quien demuestra que no
integraba el grupo (Art. 1762).
SUPUESTOS ESPECIALES DE
RESPONSABILIDAD
La Responsabilidad colectiva y anónima está
regulada en la Sección 9a del TITULO V:
Otras fuentes de las obligaciones, CAPITULO
1 del Libro Tercero arts. 1763 a 1771.
Entre los supuestos especiales de
responsabilidad se regulan:
• Responsabilidad de la persona jurídica. La
persona jurídica responde por los daños que
causen quienes las dirigen o administran en
ejercicio o con ocasión de sus funciones.
(Art. 1763).
• Responsabilidad de los establecimientos
educativos.
El titular de un establecimiento educativo
responde por el daño causado o sufrido por
sus alumnos menores de edad cuando se
hallén o deban hallarse bajo el control de la
autoridad escolar. La responsabilidad es
objetiva y se exime sólo con la prueba del
caso fortuito.
El establecimiento educativo debe contratar
un seguro de responsabilidad civil, de
acuerdo a los requisitos que fije la autoridad
en materia aseguradora.
Esta norma no se aplica a los
establecimientos de educación superior o
universitaria. (Art. 1767).
• Profesionales liberales. La actividad del
profesional liberal está sujeta a las reglas de
las obligaciones de hacer. La responsabilidad
es subjetiva, excepto que se haya
comprometido un resultado concreto.
Cuando la obligación de hacer se preste con
cosas, la responsabilidad no está
comprendida en la Sección 7 a, de este
Capítulo, excepto que causen un daño
derivado de su vicio. La actividad del
profesional liberal no está comprendida en la
responsabilidad por actividades riesgosas
previstas en el art. 1757. (Art. 1768).
• Los Accidentes de Tránsito. En los
casos de accidentes de tránsito está regulado
por el Art. 1769 del Código Civil y Comercial,
que lleva por título precisamente “accidentes
de tránsito”, los artículos referidos a la
responsabilidad derivada de la intervención
de cosas arts. 1757 a 1759, ubicados en la
Sección 7a, del Capítulo 1 “Responsabilidad
civil”, del Título V “Otras fuentes de las
obligaciones”, del Libro 3o “Derechos
personales”, se aplican a los daños causados
por la circulación de vehículos. Así, el dueño
y el guardián responden de manera
concurrente o in solidum (categoría de las
obligaciones acertadamente ahora
contemplada expresamente en el art. 850
del Código Civil y Comercial) por el daño
causado por el riesgo o vicio de las cosas -el
automotor-, entendiéndose por guardián
-como ahora lo considera expresamente la
norma- a quien ejerce, por sí o por terceros,
el uso, la dirección y el control de la cosa, o
a quien obtiene un provecho de ella
(artículos de La Responsabilidad Civil en el
Código Civil y Comercial 1757 y 1758, 1er.
párr.).
• Protección de la vida privada. El que
arbitrariamente se entromete en la vida
ajena y pública retratos, difunde
correspondencia, mortifica a otros en sus
costumbres o sentimientos, o perturba de
cualquier modo su intimidad, debe ser
obligado a cesar en tales actividades, si
antes no cesaron, y a pagar una
indemnización que debe fijar el juez, de
acuerdo con las circunstancias. Adémás, a
pedido del agraviado, puede ordenarse la
publicación de la sentencia en un diario o
periódico del lugar, si esta medida es
procedente para una adecuada reparación.
(Art. 1770).
• Acusación calumniosa. En los daños
causados por una acusación calumniosa sólo
se responde por dolo o culpa grave.
El denunciante o querellante responde por
los daños derivados de la falsedad de la
denuncia o de la querella si se prueba que no
tenía razones justificables para creer que el
damnificado estaba implicado. (Art. 1771)

EJERCICIO DELAS ACCIONES DE


RESPONSABILIDAD
El ejercicio de las acciones de
responsabilidad está regulada en la Sección
10a del TITULO V: Otras fuentes de las
obligaciones, CAPITULO 1 del Libro Tercero
arts. 1763 a 1771.
Se fijan reglas de legitimación activa por
daños causados a cosas o bienes, y de
legitimación activa en casos de
responsabilidad indirecta. (Arts. 1772 y
1773)

ACCIONES CIVIL Y PENAL


Las acciones civil y penal están reguladas en
la Sección 11a del TITULO V: Otras fuentes de
las obligaciones CAPITULO 1 del Libro
Tercero, arts. 1774 a 1780.

• Independencia. La acción civil y la acción


penal resultantes del mismo hecho pueden
ser ejercidas independientemente.
En los casos en que el hecho dañoso
configure al mismo tiempo un delito del
derecho criminal, la acción civil puede
interponerse ante los jueces penales,
conforme a las disposiciones de los códigos
procesales o las leyes especiales. (Art.
1774).

• Suspensión del dictado de la sentencia


civil. Si la acción penal precede a la acción
civil, o es intentada durante su curso, el
dictado de la sentencia definitiva debe
suspenderse en el proceso civil hasta la
conclusión del proceso penal, con excepción
de los siguientes casos: a) si median causas
de extinción de la acción penal; b) si la
dilación del procedimiento penal provoca, en
los hechos, una frustración efectiva del
derecho a ser indemnizado; c) si la acción
civil por reparación del daño está fundada en
un factor objetivo de responsabilidad. (Art.
1775).

• Condena penal. La sentencia penal


condenatoria produce efectos de cosa
juzgada en el proceso civil respecto de la
existencia del hecho principal que constituye
el delito y de la culpa del condenado. (Art.
1776).

• Inexistencia del hecho, de autoría, de


delito o de responsabilidad penal. Si la
sentencia penal decide que el hecho no
existió o que el sindicado como responsable
no participó, estas circunstancias no pueden
ser discutidas en el proceso civil.
Si la sentencia penal decide que un hecho no
constituye delito penal o que no compromete
la responsabilidad penal del agente, en el
proceso civil puede discutirse libremente ese
mismo hecho en cuanto generador de
responsabilidad civil. (Art. 1777)1

• Impedimento de reparación del daño.


Impiden la reparación del daño: a) la prueba
de la verdad del hecho reputado calumnioso;
b) en los delitos contra la vida, haber sido
coautor o cómplice, o no haber impedido el
hecho pudiendo hacerlo. (Art. 1779).

• Sentencia penal posterior. La sentencia


penal posterior a la sentencia civil no
produce ningún efecto sobre ella, excepto
en el caso de revisión. La revisión procede
exclusivamente, y a petición de parte
interesada, en los siguientes supuestos: a) si
la sentencia civil asigna alcances de cosa
juzgada a cuestiones re sueltas por la
sentencia penal y ésta es revisada respecto
de esas cuestiones, excepto que derive de un
cambio en la legislación; b) en el caso
previsto en el art. 1775, inc. c) si quien fue
juzgado responsable en la acción civil es
absuelto en el juicio criminal por inexistencia
del hecho que funda la condena civil, o por
no ser su autor; c) otros casos previstos por
la ley. (Art. 1780).

• Jurisprudencia relacionada

1- La pérdida de “chance” determinada,


como tal, es un daño cierto y por ende
resarcible, por el cual se pretende la
reparación de la probabilidad de éxito
frustrada y, a diferencia del lucro cesante, no
es más que una consecuencia mediata del
perjuicio causado, por lo cual la diferencia
entre uno y otro rubro estriba en un mayor o
menor grado de certeza sobre la frustrada
producción efectiva de las ganancias.
(CNCom., sala A, 23/2/2010, La Ley Online).
2- El fallecimiento de un hijo es un daño
que debe resarcirse como pérdida de una
chance y no como daño consumado, pues lo
que se frustra a los padres es la esperanza
de ayuda y sostén en la vejez o en el
momento de carencias existenciales.
(CCiv. Com. y Cont. Adm. Ia Nom. Río
Cuarto, 26/3/2012, LLC 2012 ¡mayo), 453).
3- Los gastos terapéuticos futuros son
resarcibles si, de acuerdo a las
características de las lesiones, resulta
previsible la necesidad de realizar o
proseguir algún tratamiento curativo o
gastos que permita afrontar las necesidades
psicofisicas derivadas de una incapacidad,
de modo que por tratarse de un daño futuro
rio es preciso tener la seguridad de que
sobrevendrá, sino un suficiente grado de
probabilidad.
(CNCiv., sala G, 29/11/2011, RCyS, 2012-1-
119).
4- La indemnización en concepto de
reparación integral no debe exorbitar el
objetivo esencial que es la reposición de las
cosas a su estado anterior, y como en
muchos casos esta reposición nó es posible,
se persigue sustituirla por los medios
económicos que permitan al damnificado
paliar su detrimento, proporcionándole los
recursos que ya no podrá obtener,
tratándose entonces de lograr la reparación
integral por vía indirecta.
(CCiv., Com. y Cont. Adm. 2a Nominación de
Río Cuarto, 23/5/2011, LLC 2011 [octubre],
1020).
5- La aplicación del art. 39, inc. 1, de la
Ley de Riesgos del Trabajo, en cuanto
cercena la posibilidad del trabajador
damnificado de acceder al sistema de
reparación integral previsto en el Código
Civil, resulta incompatible con derechos y
garantías de raigambre constitucional, así
como con diversos instrumentos
internacionales cuyas disposiciones
consagran la regla “alterum non laedere”, de
propiedad, de igual trato y no discriminación
y el que establece que el trabajo en sus
diversas formas gozará de la protección de
las leyes.
(CNTrab., sala VII, 30/9/2010, La Ley
Online).
6- Corresponde imponer las costas al
demandado vencido, aun cuando la demanda
no prospere en su totalidad o se hubieren
efectuado reclamos excesivos, pues ellas
forman parte de la reparación integral.
(CNCiv., sala F, 16/2/2010,
LLAR/JUR/3623/2010).
7- A efectos de determinar el importe
indemnizatorio que le corresponda a la
víctima de un accidente de tránsito en
concepto de “Daño Moral”, cabe considerar la
edad, sexo, estado civil y condición
socioeconómica de la actora, el natural
temor que de ordinario siente toda persona
al ser víctima de un siniestro, el tipo de
lesiones sufridas y las secuelas que le han
quedado, las consultas médicas que tuvo que
realizar, los estudios e intervenciones que se
le hicieron y el lapso que demandó su
curación y convalecencia.
(CA.pel.Civ.Com., Quilmes, Buenos Aires,
Sala 02, 11/06/2013, “Domínguez, Aranda
Epifania c/ Alarás, Gustavo Javier s/ Daños y
Perjuicios”).
8- Para la determinación del daño moral
en un accidente de tránsito constituyen
elementos mensurativos los padecimientos
físicos, angustias, aflicciones, consecuencia
directa del accidente, y de las intervenciones
quirúrgicas y tratamientos posteriores a los
que se debió someter la víctima, sumado a la
inferiorizante situación de verse obligado a
exhibir probablemente durante toda su
existencia la incapacidad que le ha quedado,
que lo afectará anímicamente en su vida de
relación y práctica de deportes, considerando
además la edad al momento del accidente y
la renguera constatada por la forense a más
de dos años de la fecha del hecho.
(CApel.Civ.Com., Pergamino, Buenos Aires,
Sala 01, 11/03/2013, “Lúea, Federico Lucas
c/ Barreto, Osmar Carlos y Otros s/ Daños y
Perj.Autom. c/Les. o Muerte (Exc. Estado)”).

EFECTOS DE LA LEY CON RELACIÓN AL


TIEMPO EN EL CÓDIGO CIVIL Y
COMERCIAL EN LOS ACCIDENTES DE
TRÁNSITO
El el sistema derogado los efectos de la ley
en el tiempo estaban contemplados en el art.
3o del Código Civil; por otra parte en el
Código Civil y Comercial se encuentran
previstos en el art. 7 o.
Ambos textos son muy similares con lo cual
la doctrina y la jurisprudencia nacida al
amparo del Código Civil (derogado) va a
tener aplicación en los casos futuros del
tema que trataremos.
A continuación compararemos los dos textos.
• Código Civil: Art. 3°.- A partir de su
entrada en vigencia, las leyes se aplicarán
aún a las consecuencias de las relaciones y
situaciones jurídicas existentes. No tienen
efecto retroactivo, sean o no de orden
público, salvo disposición en contrario. La
retroactividad establecida por la ley en
ningún caso podrá afectar derechos
amparados por garantías constitucionales.
A los contratos en curso de ejecución no son
aplicables las nuevas leyes supletorias (art.
sust. por art. l°de la Ley N° 17.711, B.O.
26/4/1968. Vigencia: a partir del Io de julio
de 1968).
• Código Civil y Comercial de la Nación:
Art. 7o - Eficacia temporal. A partir de su
entrada en vigencia, las leyes se aplican a
las consecuencias de las relaciones y situ
aciones jurídicas existentes.
Las leyes no tienen efecto retroactivo, sean o
no de orden público, excepto disposición en
contrario. La retroactividad establecida por la
ley no puede afectar derechos amparados
por garantías constitucionales.
Las nuevas leyes supletorias no son
aplicables a los contratos en curso de
ejecución, con excepción de las normas más
favorables al consumidor en las relaciones de
consumo.
Como se advierte, la nueva norma corrige
defectos de redacción de la anterior,
mantiene su esencia y agrega una
disposición específica con respecto a los
contratos de consumo.
• El nuevo art. 7o contiene cuatro reglas,
que son:
- Aplicación o efecto inmediato de las
nuevas leyes a las situaciones y relaciones
jurídicas en curso;
- Principio de irretroactividad salvo
disposición legal en contrario;
- Límite de la retroactividad dado por los
derechos amparados por la Constitución;
- Inaplicabilidad de las nuevas leyes
supletorias a los contratos celebrados con
anterioridad a ellas. Con excepción de las
normas más favorables al consumidor en las
relaciones de consumo.
ANÁLISIS DEL ARTÍCULO 7o DEL
CÓDIGO CIVIL V COMERCIAL

Efectos de la ley con relación al tiempo:


Efecto inmediato
El jurista Mauro A. Tulia expresa que el art.
7o, en su primer párrafo, -al igual que el art.
3o del Código de Vélez-, sienta el principio de
la aplicación inmediata de las leyes desde su
entrada en vigencia, o como dijera Borda,
con la máxima extensión, y no sólo a las
consecuencias de las relaciones y situaciones
jurídicas futuras derivadas de las relaciones y
hechos jurídicos nacidos bajo el amparo de la
nueva ley, sino también de aquellos nacidos
bajo el amparo de la ley anterior y se
encuentren en plena vigencia al dictarse la
nueva ley.
En este aspecto la norma aclara que la nueva
ley se aplica a las “consecuencias” de las
relaciones y situaciones jurídicas nacidas
bajo la vigencia de la ley anterior, y no a las
relaciones o situaciones, sino a sus efectos, y
desde su entrada en vigencia, como bien
expresa el codificador en los fundamentos de
elevación del anteproyecto.
Siguiendo a Llambías, podemos distinguir, a
los fines de lo expuesto en el párrafo
anterior, entre relación jurídica, situación
jurídica y consecuencias. Por relación jurídica
se entiende la vinculación entre personas,
autorizada por el derecho, que les impone un
cierto comportamiento de carácter peculiar y
particular, esencialmente variable. La
situación jurídica es un modo permanente y
objetivo de estar alguien con respecto a otro
que habilita a aquél o titular para el ejercicio
indefinido de poderes o prerrogativas
mientras tal situación subsista. Y las
consecuencias de tal relación o situación
jurídica, son las directivas de hecho que
reconocen su causa eficiente en aquellos
antecedentes.
Por ello podemos afirmar que en función de
lo normado por el art. 7o, las leyes se
aplican: a) a las relaciones y situaciones
jurídicas nacidas bajo la vigencia de la nueva
ley, y sus consecuencias; b) a las
consecuencias futuras (consecuencias
posteriores a la entrada en vigencia de la
ley) de las relaciones y situaciones jurídicas
ya existentes al momento de entrada en
vigencia de la nueva ley (relaciones y
situaciones que se encuentren vigentes); c)
por principio se excluye de la aplicación de la
nueva ley a aquellas situaciones a los hechos
pasados y agotados bajo la vigencia de la ley
anterior (noción de consumo jurídico).
Principio de irretroactividad
El art. 7o del CCivCom, sobre la eficacia
temporal de las leyes, sienta el principio de
irretroactividad, por el cual las leyes, como
regla, disponen para el futuro y desde su
entrada en vigencia, aun cuando se trate de
leyes de orden público. Sin embargo las
leyes pueden tener efectos hacia el pasado,
modificando hechos o actos, o efectos de
ellos, producidos con anterioridad a su
sanción.
El principio de la irretroactividad de la ley,
como regla de aplicación en el tiempo de la
misma, implica que las leyes rigen para el
futuro, a partir de su entrada en vigencia, y
encuentra como primer fundamento el de la
seguridad jurídica, y como dijera Llambías,
protegiendo la pacífica subsistencia de la
sociedad humana, ya que lo contrario
importaría la inseguridad en torno a que los
actos realizados bajo el imperio de una ley
determinada pudieren quedar aniquilados
por una ley posterior, lo que afectaría la
seguridad individual.*

* Borda (op. y lugar citados) señala que


si por un lado la retroacti- vidad de la
ley afecta la seguridad individual, por
otro es evidente que la sociedad está
interesada en que la nueva ley tenga el
mayor ámbito de aplicación posible,
porque siendo la última, debe
presumírsela más justa que la anterior.

En suma, la irretroactividad de la ley, que


como principio sienta la norma, implica que
las leyes rigen para el futuro, y no alcanzan
los hechos pasados que han agotado la
virtualidad que les es propia con anterioridad
a la entrada en vigencia de la nueva ley.
Respecto del principio de irretroactividad, la
norma aclara expresamente que el mismo se
aplica tanto se trate la nueva ley de una de
orden público o no, razón por la cual el
carácter de ley de orden público no importa
que la misma sea retroactiva.
No obstante, el principio de irretroactividad
de la ley, como regla de aplicación temporal
de la ley, el legislador puede disponer lo
contrario, es decir, determinar que una ley
tenga efectos retroactivos, alcanzando a las
situaciones jurídicas del pasado, lo que debe
ser dispuesto por el legislador en forma
expresa.
La ley será retroactiva cuando pretenda su
aplicación a la constitución o extinción de
una situación jurídica constituida o
extinguida bajo el amparo de la ley anterior,
o a los efectos de una situación jurídica que
se ha producido también bajo la vigencia de
la ley sustituida.
Si bien en la teoría puede resultar claro, en
la práctica la distinción entre los efectos
retroactivos de la ley y la aplicación
inmediata de la misma, el asunto puede no
ser tan diáfano.
En este aspecto explica Borda que hay
efectos inmediatos y no retroactivos cuando
la ley anula o modifica, acrece o disminuye
los efectos en curso de las relaciones o
situaciones jurídicas, es decir, los que se
producen después de su entrada en vigencia,
pero que resultan de las relaciones jurídicas
nacidas bajo el imperio de la ley anterior; y
cuando vuelve sin retroactividad, es decir,
respetando los elementos anteriores que
tienen un valor jurídico propio, sobre la
constitución o extinción en curso de una
relación jurídica, citando como ejemplo la
modificación del plazo de una prescripción
aún no cumplida.

Límite a la retroactividad de la ley


La nueva norma consagra un límite a los
efectos retroactivos de las leyes, que es el de
no afectar derechos amparados por garantías
constitucionales, recogiendo el concepto
amplio del Código de Vélez (art. 3o
reformado por la ley 17.711).
Por ello los derechos amparados por la
Constitución Nacional no pueden ser
afectados por la nueva ley, tanto se trate de
leyes retroactivas como de aquellas que no
lo son, lo que implica que los efectos de la
ley no pueden modificar dichas garantías
desnaturalizándolas.
Una parte de la doctrina -entre ellos
Allende-, abonada por fallos de la Corte
Federal, se inclinaba por la noción de
“derechos adquiridos” como límite de la
retroactividad de la ley, entendiendo que la
noción de garantías amparadas por la
Constitución y la noción de derechos
adquiridos son equivalentes.
No obstante Guillermo Borda, ha entendido
que la solución del problema de la seguridad
individual no está en la protección
constitucional de los derechos adquiridos, lo
que resulta jurídicamente imposible, sino en
el amparo de los derechos que se estiman
fundamentales para el individuo y la
sociedad, explicando que la Constitución no
sólo formula la clasificación de derechos
adquiridos o en expectativa, sino que los
toma en su esencia.
Respecto a la ley penal, cabe aquí hacer la
distinción de que la limitación a la
retroactividad encuentra su fundamento en
lo preceptuado por el art. 18 de la
Constitución nacional, en cuanto expresa que
nadie puede ser penado sin juicio previo
fundado en “ley anterior” al hecho del
proceso, siendo ésta una limitación absoluta
a la retroactividad de la ley penal.

Aplicación de la nueva ley a los


contratos en curso de ejecución
Mauro A. Tulia expresa que la parte final del
art. 7o del CCivCom sienta la regla de que las
nuevas leyes supletorias no son aplicables a
los contratos en curso de ejecución, con
excepción de las normas más favorables al
consumidor en las relaciones de consumo.
Por lo tanto a los contratos en curso de
ejecución le serán aplicables las nuevas
leyes, pero sólo aquellas normas de carácter
imperativo, no así las de carácter supletorio.
Según la opinión de Borda, la legislación
supletoria, contemporánea a la formación del
contrato, integra el contenido del acuerdo,
entendiendo que el no apartamiento de los
contratantes de la legislación no imperativa
importa atenerse a ella, tal cual como si la
hubiesen reiterado entre las previsiones del
contrato, y allí radica el fundamento de que
la ley derogada, de carácter supletorio, deba
seguir rigiendo con respecto a los
contratantes, por haberlas incorporado estos
tácitamente al contrato, entendiendo parte
de la doctrina que de esa manera se
respetaba la voluntad de las partes.
No obstante la consagración de la regla en el
art. 3o del Código de Vélez (según ley
17.711), dicha postura hubo de sufrir
atendibles embates por parte de la doctrina
nacional, bajo los argumentos de que la no
aplicación de la ley nueva respecto de las
normas supletorias, y por ende la
subsistencia sobre ese aspecto de los
contratos de la ley derogada, no es
apropiada por fundarse en una presunción
sobre la voluntad de las partes del contrato
que no se verifica en la práctica, llegándose
a decir que resulta “adivinatoria” de la
intención de las partes (intención no
expresada); la generación de una dualidad
de regímenes jurídicos aplicables; en
fundarse en un exagerado respeto a la
voluntad individual con sustento en que en
general las partes no conocen el derecho
supletorio que rige los aspectos no
explicitados en el contrato, por lo que mal
podrían haberlo omitido deliberadamente,
esto es, con la intención de que sea aplicable
y omitir su expresa constancia en el contrato
con fines de no celebrar un acto jurídico con
cláusulas sobreabundantes; y en la
inseguridad jurídica que engendra la
aplicación de normas de carácter supletorio
que han sido derogadas (lo que se denomina
efecto diferido de la ley).
El art. 7o del CCyC representa una innovación
respecto de su antecesor (art. 3o del Código
de Vélez) en materia de la aplicación de las
nuevas leyes a las relaciones de consumo, en
cuanto a que por principio la ley nueva no se
aplica a los contratos en curso de ejecución,
pero cuando se trate de una relación de
consumo se aplicarán en la medida que las
nuevas leyes sean más favorables al
consumidor en relación a la ley anterior.
El codificador, en los fundamentos del
anteproyecto, explicó que tratándose de una
relación de consumo, y particularmente
cuanto el contrato es de duración, cabe
destacar la presunción de una voluntariedad
“común” sobre la remisión a las normas
supletorias vigentes. Por ello, dado que es de
presumir que la nueva ley mejora según lo
justo la derogada y que el legislador la
sanciona de acuerdo a lo que parece más
razonable según los cambios sociales o las
prácticas negocíales, procurando interpretar
lo que hubieran con justicia pactado las
partes de haberlo previsto, parece
conveniente que, en estos contratos de
consumo, la regla sea invertida en el sentido
que, al contrato de consumo en curso de
ejecución, le sean aplicables las nuevas leyes
supletorias que puedan sancionarse, siempre
y cuando, obviamente, por fidelidad a un
principio cardinal que informa la materia, sea
más favorable al consumidor.
Es oportuno remitirnos a la ley 24.240 de
defensa del consumidor, reformada por la ley
26.361, a los fines de extraer las nociones de
consumidor y relación de consumo, y la regla
de interpretación normativa sobre los
derechos del consumidor en caso de duda.
Según el art. Io de la ley 24.240, se entiende
por consumidor o usuario a toda persona
física o jurídica que adquiere o utiliza bienes
o servicios en forma gratuita u onerosa como
destinatario final, en beneficio propio o de su
grupo familiar o social, quedando
comprendida la adquisición de derechos en
tiempos compartidos, clubes de campo,
cementerios privados y figuras afines;
considerando asimismo consumidor o usuario
a quien, sin ser parte de una relación de
consumo, como consecuencia o en ocasión
de ella adquiere o utiliza bienes o servicios
como destinatario final, en beneficio propio o
de su grupo familiar o social, y a quien de
cualquier manera está expuesto a una
relación de consumo.
Conforme se deprende del art. 3o de la citada
ley, la relación de consumo es todo vínculo
jurídico entre el proveedor * y el consumidor
o usuario, y en concordancia con el art. 1o, la
amplitud de la tutela legal alcanza
situaciones de sujetos que de cualquier
manera están expuestos a una relación de
consumo.

* El proveedor según el art. 2o de la ley


24.240, es la persona física o jurídica de
naturaleza pública o privada, que
desarrolla de manera profesional, aún
ocasionalmente, actividades de
producción, montaje, creación,
construcción, transformación,
importación, concesión de marca,
distribución y comercialización de
bienes y servicios, destinados a
consumidores o usuarios. Excluyendo a
los servicios de profesionales liberales
que requieran para su ejercicio título
universitario y matrícula otorgada por
colegios profesionales reconocidos
oficialmente o autoridad facultada para
ello, pero si la publicidad que se haga de
su ofrecimiento.

La inclusión de la previsión legal que se


comenta, tiene su raíz en la consideración
del principio protectorio que informa la
materia, y que deriva del art. 42 de la
Constitución Nacional reformada en el año
1994.

CASOS JURISPRUDENCIALES
APLICANDO EL CÓDIGO CIVIL Y
COMERCIAL

CASO. Aplicación del artículo 7° del


Código Civil y Comercial y los
expedientes en trámite en los que no
existe sentencia firme
• Acuerdo Plenario, CApel.Circ.Jud., Trelew,
Provincia del Chubut, Acuerdo N° 194 -
C.A.T., 15/04/2015

1) Síntesis del Acuerdo plenario


El nuevo Código Civil y Comercial prevé la
forma en que se va a aplicar la nueva Ley a
las causas que lleguen a la Cámara de
Apelaciones de Trelew en grado de apelación,
que tramitaron bajo las normas de los
Códigos Civil y de Comercio y en las que se
dictó sentencia a la luz de esos cuerpos.
Refiere que una vez dictada la sentencia de
grado en una causa bajo el régimen de los
Códigos de Vélez Sarsfield y Acevedo, se
produce una consolidación jurídica de la
causa o un consumo jurídico, que lleva
aparejada la consecuencia de que en las
sucesivas instancias judiciales habrá de
revisarse la sentencia de grado a la luz del
mismo ordenamiento bajo cuyo amparo ella
se dictó. Ello así con excepción de aquellos
supuestos que se pudieran presentar como
hechos en curso de ejecución, esto es, que
no se agotaron con el dictado de la sentencia
sino que comenzaron a existir a partir de
ella.

2) Análisis del Acuerdo plenario


El 15 de abril de 2015, la Cámara Civil y
Comercial de la ciudad de Trelew se reunió
en pleno y de oficio, dictó el acuerdo 194 del
cual resulta que “Una vez dictada la
sentencia de grado en una causa bajo el
régimen de los Códigos Civil y de Comercio
hoy vigentes, en las sucesivas instancias
judiciales habrá de revisarse la sentencia de
grado a la luz de los mismos ordenamientos
bajo cuyo amparo ella se dictó”.
Me propongo analizar críticamente el
contenido, sin ingresar en las facultades que
puede o no tener la Cámara de esa provincia
para autoconvocarse a plenario, sin un caso
en el que alguna cuestión haya sido sometida
a decisión.
Para facilitar la comprensión de mi posición,
contrapongo mis argumentos a los del
tribunal en el mismo orden expuesto en el
documento que analizo.
1. El tribunal intenta justificar la
convocatoria en dos razones: (a) no afectar
derechos amparados por garantías
constitucionales; (b) evitar que la entrada en
vigencia de la nueva norma “trastorne el
funcionamiento del sistema de
administración de justicia y el ejercicio de la
abogacía”, por lo que “corresponde
establecer pautas claras y uniformes”.
Ninguna de las dos argumentaciones es
correcta. En efecto:
a) El art. 7o del nuevo código es copia del
art. 3o del código
civil, según texto incorporado por la ley
17.711 en 1968. Desde hace más de treinta
y cinco años, ese artículo ha regido sin que
decisiones judiciales argentinas hayan
declarado su inconstitucionalidad.
b) A lo largo de estos años, las
discrepancias a las cuales el art. 3o ha dado
lugar han sido resueltas por la jurisprudencia
sobre la base de situaciones concretas,
nunca en abstracto y, mucho menos,
teniendo en consideración el estadio procesal
en el que el expediente se encuentra
(primera o ulterior instancia).
2. El punto de partida del razonamiento
del acuerdo es correcto: El art. 7o, al igual
que el art. 3o de la ley 17.711 establece:
(a) la regla de la aplicación inmediata del
nuevo ordenamiento;
(b) La barrera a la aplicación retroactiva.
“O sea, la nueva ley rige para los hechos que
están in fieri o en su curso de desarrollo al
tiempo de su sanción y no para las
consecuencias de los hechos pasados, que
quedaron sujetos a la ley anterior, pues
juega allí la noción de consumo jurídico”.
También son correctas las citas de los
maestros Borda, Morello, López y Moisset de
Espanés.
3. Los errores surgen al pretender
establecer “pautas claras y uniformes”
cuando afirma que: (a) Revisar sentencias
dictadas en la instancia de grado con los
Códigos de Vélez Sarsfield y Acevedo antes
del Io de agosto del año en curso, luego de
ese hito temporal al conjuro del nuevo
ordenamiento, “constituiría lógicamente un
despropósito y constitucionalmente un
atentado contra derechos individuales
amparados por garantías constitucionales
como el derecho de defensa en juicio y
resguardo del debido proceso legal”; (b) una
vez dictada la sentencia de grado en una
causa bajo el régimen de los Códigos de
Vélez Sarsfield y Acevedo, se produce una
consolidación jurídica de la causa o un
“consumo jurídico”, que lleva aparejada la
consecuencia de que en las sucesivas
instancias judiciales habrá de revisarse la
sentencia de grado a la luz del mismo
ordenamiento bajo cuyo amparo ella se
dictó.
En mi opinión, ambas afirmaciones son
incorrectas porque:
(A) Las llamadas normas de transición o de
derecho transitorio no son de derecho
material; son una especie de tercera norma
de carácter formal a intercalar entre las de
dos momentos diferentes. A través de esa
norma formal, el juez aplica la ley que
corresponde, aunque nadie se lo solicite,
pues se trata de una cuestión de derecho
(iuria novit curia), todo lo cual no impide que
invite a las partes, si lo estima conveniente,
a argumentar sobre cuál es la ley aplicable,
si se trata de una cuestión dudosa.*

* CSN, 3/10/2002, JA 2003-1-766, con


nota aprobatoria del voto minoritario de
HÉRCULES, Acción de amparo y nuevas
normas dictadas durante el curso del
proceso. Ciertamente, en el caso, el
argumento parece insuficiente, pues el
solo hecho de llegar a la Corte Suprema
implica que el expediente ha tenido un
tiempo de duración más que
considerable.

Por lo tanto, poco tiene que ver el alegado


derecho de defensa en juicio.
(B) El acuerdo de la Cámara de Trelew
implica, en contra de lo dispuesto por el art.
7o y sin bases normativas de ningún tipo
que: (i) el código civil y comercial no se
aplique a los expedientes que se encuentran
en las instancias superiores al momento de
entrada en vigencia del nuevo código,
postergando la aplicación inmediata sin
bases legales (ii) consagrar la regla de la
aplicación diferida del código civil después de
su derogación.
4. La noción de consumo que subyace en
el art. 7o fue tomada por Borda de la obra de
Roubier, quien distingue entre leyes que
gobiernan la constitución y la extinción de
una situación jurídica, y leyes que gobiernan
el contenido y las consecuencias. Cada fase
se rige por la ley vigente al momento de esa
etapa; el consumo o el agotamiento debe
analizarse según cada una de esas etapas,
en concreto, para cada tipo de situaciones,
siendo imposible una formulación en
abstracto, para todo tipo de cuestiones.
5. El hecho de que se haya dictado una
sentencia que no se encuentra firme no tiene
influencia sobre cuál es la ley aplicable. Así,
por ej:
a) Si en el período que va entre el dictado
de la sentencia de primera instancia y la de
la cámara se dictara una ley más favorable
para el consumidor, el tribunal de
apelaciones debería aplicarla a todas
aquellas consecuencias no agotadas y que
hayan operado mientras el expediente
estuvo en la Cámara.
b) Si la Cámara revisa una sentencia
relativa a un accidente de tránsito, aplica la
ley vigente al momento de ese accidente; en
agosto de 2015 revisará conforme el art.
1113 del CC, no porque así resolvió el juez
de primera instancia, sino porque la ley que
corresponde aplicar es la vigente al momento
de la constitución de la relación jurídica En
cambio, si la apelación versara sobre
consecuencias no agotadas de esas
relaciones, o lo que atañe a la extinción de
esa relación (por ej., se discute la aplicación
de una ley que regula la tasa de interés
posterior al dictado de la sentencia de
primera instancia), debe aplicar esa ley a los
períodos no consumidos; más aún, debería
aplicarla también a los consumidos si la ley
ha establecido su carácter retroactivo y no se
vulneraran derechos adquiridos.
c) Para que haya divorcio se requiere
sentencia (arts. 213.3 del CC y 435 inc. c del
CCyC); se trata de una sentencia
constitutiva, sin perjuicio de que algunos
efectos se retrotraigan a un momento
anterior. Por lo tanto, mientras no haya
sentencia firme, no hay divorcio, lo que
implica, contrariamente a lo que sostjene
este acuerdo, que después del 1/8/2015, si
el expediente que declara el divorcio
contencioso se encuentra en Cámara porque
la sentencia de primera instancia fue
apelada, el tribunal de apelaciones no puede
ni debe revisar esta decisión a la luz del
Código civil, porque está extinguiendo una
relación, y la ley que rige al momento de la
extinción (el Código Civil y Comercial) ha
eliminado el divorcio contencioso. Debe
pues, declarar el divorcio, pero sin
calificación de inocencia o culpabilidad.
Esta es la doctrina que subyace en la
sentencia de la Corte Suprema de Justicia de
la Nación del:28/4/1992* que confirmó la de
la cámara de apelaciones que había
rechazado el pedido de alimentos del hijo
extramatrimonial contra los herederos del
padre, pues a la época en que el superior
debía pronunciarse se había derogado el
antiguo art. 331 del CC norma que había
sido el fundamento de la sentencia de
primera instancia que había fijado alimentos
provisorios.
6. En definitiva, la noción de consumo
jurídico no se vincula a la existencia de una
sentencia que no se encuentra firme y, por lo
tanto, las causas que se encuentran en
apelación o en ulterior instancia deben ser
resueltas interpretando rectamente el art.
7°, que en nada modifica el art. 3° según
texto de la 17.711, excepto en lo que hace a
las nuevas leyes supletorias más favorables
para el consumidor.

* Fallos 315-850; comentado por


Molina, Mariel, La jurisprudencia de la
Corte Federal frente al derecho
alimentario en las relaciones familiares,
en Herrera, M., Kerhelmajer de Carlucci,
Ay Lloverás, N. (Directoras), Máximos
precedentes de la Corte Suprema de
Justicia de la Nación, Derecho de
familia, Bs. As., Ed. La Ley, 2014, 1.1,
pág.1376.

3) Texto del Acuerdo plenario


En la ciudad de Trelew, Provincia del Chubut,
a los 15 días del mes de abril del año dos mil
quince, se reúne en Acuerdo Plenario la
Cámara de Apelaciones de la Circunscripción
Judicial con asiento en la ciudad de Trelew,
bajo la Presidencia de su titular Dr. Aldo Luis
De Cunto, Vicepresidencia del Dr. Marcelo
Jorge López Mesa, y asistencia de los
señores Jueces de Cámara Dres. Carlos
Alberto Velázquez, Natalia Isabel Spoturno, y
Sergio Rubén Lucero; y
VISTO: Que la Ley 26.994 aprobó el Código
Civil y Comercial de la Nación que como
Anexo integra la citada ley.
Que la Ley 27.077 modificatoria del artículo
7o de la Ley 26.994, publicada en el Boletín
Oficial el 19/12/2014 dispuso que la misma
entrará en vigencia a partir del Io de agosto
de 2015, y CONSIDERANDO:
Que dada la inminencia de la entrada en
vigencia del nuevo Código Civil y Comercial,
que introduce notorios, extensos y profundos
cambios en la normativa civil y comercial que
viene aplicándose en la República, se hace
necesario unificar criterios a su respecto,
interpretando lo establecido en el art. 7o de
la Ley 26.994 a fin de no afectar derechos
amparados por garantías constitucionales.
Que a los efectos de evitar que la entrada en
vigencia de la nueva norma trastorne el
funcionamiento del sistema de
administración de justicia y el ejercicio de la
abogacía, corresponde establecer pautas
claras y uniformes, a fin de procurar una
correcta impléruentación del nuevo
ordenamiento que nos regirá a partir del 1 o
de agosto del corriente año.
Que resulta imperioso prever la forma en
que se va a aplicar la nueva Ley a las causas
que lleguen a esta Alzada en grado de
apelación, que tramitaron bajo las normas de
los Códigos Civil y de Comercio y en las que
se dictó sentencia a la luz de esos Cuerpos,
debiendo tenerse en cuenta a tal fin lo
dispuesto en el art. 7° del nuevo Código Civil
y Comercial, correctamente interpretado.
Que la norma citada no consagra la
aplicación retroactiva de la nueva ley sino su
aplicación inmediata, aún a las
consecuencias de las relaciones o situaciones
jurídicas existentes; o sea, que la nueva ley
rige para los hechos que están in fieri o en
su curso de desarrollo al tiempo de su
sanción y no para las consecuencias de los
hechos pasados, que quedaron sujetos a la
ley anterior, pues juega allí la noción de
consumo jurídico (SCBA Ac. 27.221 del
7/8/79; Ac. L. 45.548 del 18/12/90, Ac.
51.810 del 5/4/94, Ac. 51.335 del 3/5/95,
Ac. 63.638 del 27/4/99, Ac. 67.772 del
23/2/00, e. o.).
Es decir, que la nueva ley toma a la relación
o situación jurídica en el estado en que se
encontraba al tiempo de ser sancionada,
pasando a regir los tramos de su desarrollo
aún no cumplidos, en tanto que los
cumplidos se los considera regidos por la ley
vigente al tiempo en que se desarrollaron.
En este sentido se ha dicho que: “dictada
una nueva ley, las partes anteriores de esa
relación o situación jurídica quedan sujetas a
la antigua ley, en tanto que las partes
posteriores son regidas por la nueva ley
(Borda, “La reforma del Código Civil. Efectos
de la ley con relación al tiempo” en El
Derecho, tomo 28, pág. 810).
Como lo señala Morelló (“Códigos...”, tomo
I., pág. 716 y ss.), “Esta idea de consumo
jurídico resguarda la incolumnidad de los
actos ya operantes en el tráfico, enjugando
una irretroactividad inconstitucional,
preservando el principio de seguridad jurídica
y acordando un plafón suficiente a las
consecuencias de aquellos actos que sí
pueden atraparse por el regulamiento
ulterior”.(Causa 243.736, Juzg. 23, S3°, LP).
Que dadas las dificultades e incertidumbre
del sistema de entrada en vigencia y de
derecho transitorio que contiene el nuevo
Código Civil y Comercial (cfr. Medina,
Graciela, “Efectos de la ley con relación al
tiempo en el Proyecto de Código”, La Ley
2012-E, 1302), cuya interpretación y
aplicación parcial o no criteriosa, podría
provocar el desafortunado desenlace de que
por aplicación literal de su art. 7o, se llegase
al inconveniente de que sentencias dictadas
en la instancia de grado con los Códigos de
Vélez Sarsfield y Acevedo antes del 1o de
agosto del año en curso, fueran revisadas en
la Alzada luego de ese hito temporal al
conjuro del nuevo ordenamiento, lo que
claramente constituiría lógicamente un
despropósito y constitucionalmente un
atentado contra derechos individuales
amparados por garantías constitucionales
como el derecho de defensa enjuicio y
resguardo del debido proceso legal.
Bien se ha dicho, que “El legislador, al
sancionar nuevas normas, lo hace basado en
la creencia que contempla de manera más
justa la realidad social, y mejora el
ordenamiento jurídico, lo que apareja una
pretensión de inmediata sustitución del
antiguo Derecho y puede llevar a aplicar la
nueva ley a todas las situaciones jurídicas
pendientes, tanto en lo que se vincula con
sus efectos o consecuencias, o a juzgar con
una vara distinta, situaciones que se
amparaban legítimamente en la ley que
estaba en vigor en el momento de su
nacimiento. Nosotros afirmamos la necesidad
de una rápida adaptación al nuevo sistema,
pero la transición no puede ser tan brusca
que vulnere la seguridad jurídica; ello exigirá
que se apliquen los viejos dispositivos, al
menos para juzgar la validez de las
situaciones que se foijarony consolidaron al
amparo de la ley anterior” (cfr. López,
Joaquín M. R.- Moisset de Espanés, Luis. “El
cambio legislativo. Normas de transición y
Provincia del Chubut PODER JUDICIAL de
conflicto (en línea). A tal fin, y a los efectos
meramente orientadores, esclareciendo
algunos criterios que habrán de aplicarse
para brindar previsibilidad y certeza a los
operadores jurídicos, tanto integrantes del
Poder Judicial, como abogados del foro y
justiciables, esta Cámara señala que una vez
dictada la sentencia de grado en una causa
bajo el régimen de los Códigos de Vélez
Sarsfield y Acevedo, se produce una
consolidación jurídica de la causa o un
“consumo jurídico”, que lleva aparejada la
consecuencia de que en las sucesivas
instancias judiciales habrá de revisarse la
sentencia de grado a la luz del mismo
ordenamiento bajo cuyo amparo ella se
dictó.
Ello así con excepción de aquellos supuestos
que se pudieran presentar como hechos en
curso de ejecución, esto es, que no se
agotaron con el dictado de la sentencia sino
que comenzaron a existir a partir de ella.
Así, los hechos pasados que han agotado la
virtualidad que les es propia no pueden ser
alcanzados por la nueva ley sin incurrir en
retroactividad de ella. Esa es la noción de
“consumo jurídico”; en palabras del maestro
Llambías, así como ante una relación jurídica
sus “consecuencias aún no ocurridas al
tiempo de dictarse la nueva ley, quedan
gobernadas por ésta; en cambio, las
consecuencias ya producidas están
consumadas y no resultan afectadas por las
nuevas leyes, pues lo impide la noción de
consumo jurídico” (“Tratado de Derecho Civil
- Parte general”, 4a ed., Perrot 1984, 1-142;
en sentido coincidente, Borda, “Tratado de
Derecho Civil - Parte general”, 7a ed., Perrot
1980,1- 167, n° 150). “La nueva ley toma a
la relación jurídica en el estado que se
encuentra al tiempo que la ley es sancionada
y pasa a regir los tramos de su desarrollo
aún no cumplidos, en tanto que a los
cumplidos se los considera regidos por la ley
vigente al tiempo en que se desarrollaban”
(S.C.B.A., E. D. 100-316).
Asimismo, es dable aconsejar a los Sres.
Jueces de primera instancia que ante la
presentación de demandas con sustento en
las normas que cesan en su vigencia en el
plazo de su traslado, propicien con un
despacho saneador su adecuación, en el
plazo que fijen, a las normas que entrarán
en vigencia, a fin de evitar que se trabe la
litis con apoyatura en normas que, a días
vista, habrán de cesar en su vigencia.
Por ello, la Cámara de Apelaciones de la
Circunscripción Judicial con asiento en la
ciudad de Trelew,
ACUERDA:
1°) DISPONER que una vez dictada la
sentencia de grado en una causa bajo el
régimen de los Códigos Civil y de Comercio
hoy vigentes, en las sucesivas instancias
judiciales habrá de revisarse la sentencia de
grado a la luz de los mismos ordenamientos
bajo cuyo amparo ella se dictó.
2°) Regístrese, comuniqúese y cumplido,
archívese.
Se deja constancia que el presente es
suscripto por cinco jueces de Cámara en
razón de hallarse de licencia el Dr. Raúl A.
Vergara (art. 7° Ley V N° 17).
Con lo que se dio por terminado el Acuerdo,
firmando los señores Presidente,
Vicepresidente y Jueces de Cámara
asistentes, por ante mí, que doy fe.
Fdo.: Dr. Aldo L. De Cunto (Presidente). Dr.
Marcelo J. López Mesa (Vicepresidente). Dr.
Carlos A. Velázquez (Juez de Cámara). Dr.
Sergio R. Lucero (Juez de Cámara). Dra.
Natalia I. Spotumo (Juez de Cámara).
Ante mí: Dra. Zulema M. Ybarra (Auxiliar
Letrada) Cámara de Apelaciones.
(Acuerdo Plenario, CApel.Circ.Jud., Trelew,
Provincia del Chubut, Acuerdo N° 194 -
C.A.T., 15/04/2015)

b) CASO: Aplicación de la ley vigente al


momento del accidente de tránsito.
Daños y perjuicios. Aplicación inmediata
y retroactividad de la ley
• CApel.Civ.Com.Fam., Sala I, Lomas de
Zamora (Buenos Aires), 27/08/2015,
“Vivero, Francisco Javier c/ Inda Moisés,
Francisco David s/ Daños y Perjuicios”

1) Síntesis del caso


Accidente de Tránsito. Daños y Perjuicios.
Accidente ocurrido entre una moto y un auto
durante la vigencia del Código Civil (Ley
340). Derecho transitorio. Art. 7o del CCCN.
El conflicto deberá ser juzgado por la ley
vigente al momento en que se produjo el
daño. Art. 1113 del Código Civil.
Contradicción de la parte actora entre la
declaración en sede penal y lo manifestado
en la instancia civil. Valoración de las
pruebas. Culpa exclusiva del accionante.
Rechazo de la demanda.
2) Análisis del caso
Otra sentencia bonaerense ratificó la posición
de la Corte provincial en torno a la aplicación
del nuevo Código Civil y Comercial de forma
retroactiva: como el accidente de tránsito
sucedió antes de la entrada en vigencia de
este cuerpo normativo, se juzgó en torno al
art. 1113 del Cód. Civil.
En los autos “Vivero, Francisco Javier c/Inda
Moisés, Francisco David s/Daños y
perjuicios”, los integrantes de la Sala I de la
Cámara de Apelaciones en lo Civil y
Comercial de Lomas de Zamora decidieron
aplicar el viejo Código Civil para decidir en
torno a un accidente de tránsito, desechando
el uso retroactivo del Código Civil y
Comercial, gracias a un precedente de la
Suprema Corte de Buenos Aires (SCBA) al
respecto.
Los jueces entendieron que se debía aplicar
la ley vigente al momento de! hecho,
teniendo en consideración que se podrían
violentar los principios de defensa en juicio
de las partes. En concreto, se hizo uso del
art. 1113 del Código Civil.
En su voto, el juez Javier Rodriño señaló que
“encontrándose la causa a estudio del
Tribunal, el primero de agosto de 2015 entró
en vigencia el Código Civil y Comercial de la
Nación aprobado por la ley 26.994;
circunstancia sobreviniente por la cual
corresponde determinar en primer término la
ley aplicable a los supuestos como el que nos
ocupa”.
El magistrado afirmó “que el art. 7o del
nuevo ordenamiento vigente establece la
aplicación inmediata de las leyes a las
consecuencias de las relaciones y situaciones
jurídicas existentes, agregando a párrafo
seguido que las mismas no tienen efecto
retroactivo, salvo disposición en contrarió.
El camarista destacó “que ambos principios
(aplicación inmediata e irretroactividad de la
ley), bien entendidos, se complementan. Que
de tal modo, corresponde entender -como
regla general- que la nueva legislación se
aplica inmediatamente a todos los supuestos
acaecidos a partir de su entrada en vigencia,
así como también a aquéllos otros que,
habiéndose originado aún en fecha anterior,
producen sus consecuencias jurídicas con
posterioridad a la sanción de la norma”.
Asimismo, el vocal afirmó que “nó será
aplicable entonces a las relaciones o
situaciones jurídicas -y sus consecuencias-
consumados, agotados o extinguidos con
anterioridad a su vigencia, excepto cuando,
claro está, exista disposición legal en
contrario”.
A continuación, el miembro de la Sala
observó “que, sentado ello, advierto que en
la especie la relación jurídica obligacional en
la que se funda el reclamo nació en el
momento en el que se produjo el daño -esto
es, el 05/01/2004-; razón por la cual
considero que el conflicto deberá ser juzgado
por la ley vigente en aquél entonces, hoy
derogada”.
En otro orden de ideas, el integrante de la
Cámara indicó que “el factor de atribución de
la responsabilidad civil en materia de
accidentes de tránsito es el riesgo creado,
por lo que la cuestión se emplaza en la
preceptiva del art. 1113 -2o párrafo- del
Código Civil aplicable a la contienda, de
manera que el dueño o guardián de la cosa
riesgosa cuya actuación produjo el daño es
responsable, salvo que demuestre que la
conducta de la víctima o de un tercero
constituye la causa del menoscabo y ello ha
obrado como factor interruptivo, total o
parcialmente, de la relación de causalidad”.
El sentenciante puntualizó que “no obsta a lo
expresado la circunstancia de tratarse de un
accidente ocurrido entre dos vehículos en
movimiento, por cuanto según la doctrina
sentada por el más Alto Tribunal de nuestra
provincia, ‘cuando en la producción de un
daño interviene activamente una cosa son
responsables su dueño y guardián, salvo que
se demuestre la concurrencia de alguna
excepción legalmente prevista’”.
Además, Rodiño expresó que “resulta
inadmisible la supresión de esta teoría
cuando se ha producido un encuentro entre
rodados, porque el choque que los puede
dañar no destruye, de ninguna manera, los
factores de atribución de responsabilidad”.
Finalmente, el juez puso de manifiesto que
“la solución en los casos de colisión entre las
cosas que presentan vicio o riesgos consiste,
por ende, en que cada dueño y guardián
debe afrontar los daños causados al otro. No
existe norma ni principio jurídico que permita
otra interpretación del art. 1113 del Código
Civil”.

3) Texto del fallo


Lomas de Zamora, a los 27 días de Agosto
de 2015, reunidos en Acuerdo Ordinario los
señores jueces que integran esta Excma.
Cámara de Apelación en lo Civil, Comercial y
de Familia, Sala I, de este Departamento
Judicial, Dres. Javier Alejandro Rodiño y
Carlos Ricardo Igoldi con la presencia del
Secretario actuante, se trajo a despacho,
para dictar sentencia, la causan0 71852,
caratulada: “VIVERO, FRANCISCO JAVIER C/
INDA MOISES, FRANCISCO DAVID S/ DAÑOS
Y PERJUICIOS”.- De conformidad con lo
dispuesto por los artículos 16$ de la
Constitución de la Provincia de Buenos Aires
y 266 del Código Procesal Civil y Comercial,
del mismo Estado, la Excma. Cámara
resolvió plantear las siguientes:
CUESTIONES
1o.-¿Es justa la sentencia dictada?
2o.- ¿Qué corresponde decidir? Practicado el
sorteo de ley (art. 263, últ. parte, Cód.
Proc.), dio el siguiente orden de votación:
Dres. Javier Alejandro Rodiño y Carlos
Ricardo Igoldi.
VOTACION-
• A la primera cuestión, el Dr. Javier
Alejandro Rodiño dice:
I.- El señor Juez titular del Juzgado de
Primera Instancia en lo Civil y Comercial
número uno de este Departamento Judicial,
dictó sentencia a fs. 397/411 rechazando la
demanda deducida por Francisco Javier
Vivero contra Moisés Francisco David Inda y
lá aseguradora Provincia Seguros S.A.;
Impuso las costas a la vencida.- A fs. 415
apela la parte actora, concediéndosele
libremente el recurso deducido a fs. 421.- A
fs. 434/444 expresa agravios la accionante
sin recibir réplica alguna por parte de la
contraria.- A fs. 447 se llamó la causa para
dictar sentencia mediante providencia que se
encuentra firme y habilita el dictado de la
presente.
II— De los agravios.- Sé agravia la parte
actora por la valoración que ha realizado el
a-Quo repecto de la prueba producida en
autos en referencia al siniestro objeto del
presente litigio y la errónea exégesis en su
conjunto, rechazando, en consecuencia la
demanda deducida. A su vez, se agravia por
la desestimación del testimonio del señor
Pajón ordenando la remisión de copia
certificada de su declaración y de todo
aquello que fuere menester, a la esfera
criminal a los fines de la investigación de la
posible comisión del delito de falso
testimonio.- Efectúa un minucioso análisis de
cada uno de los puntos que hacen, en su
conjunto, al rechazo de la demanda, los
cuales en honor a la brevedad, doy por
reproducidos.
III- Cuestión preliminar.- Que
encontrándose la causa a estudio del
Tribunal, el Io de agosto de 2015 entró en
vigencia el Código Civil y Comercial de la
Nación aprobado por la ley 26.994;
circunstancia sobreviniente por la cual
corresponde determinar en primer término la
ley aplicable a los supuestos como el que nos
ocupa.
Que el art. 7o del nuevo ordenamiento
vigente establece la aplicación inmediata de
las leyes a las consecuencias de las
relaciones y situaciones jurídicas existentes,
agregando a párrafo seguido que las mismas
no tienen efecto retroactivo, salvo
disposición en contrario.
Que ambos principios (aplicación inmediata e
irretroactividad de la ley), bien entendidos,
se complementan.
Que de tal modo, corresponde entender
-como regla general- que la nueva legislación
se aplica inmediatamente a todos los
supuestos acaecidos a partir de su entrada
en vigencia, así como también a aquéllos
otros que, habiéndose originado aún en
fecha anterior, producen sus consecuencias
jurídicas con posterioridad a la sanción de la
norma. No será aplicable entonces a las
relaciones o situaciones jurídicas -y sus
consecuencias- consumados, agotados o
extinguidos con anterioridad a su vigencia,
excepto cuando, claro está, exista
disposición legal en contrario.
Que, sentado ello, advierto que en la especie
la relación jurídica obligacional en la ique se
funda el reclamo nació en el momento en el
que se produjo el daño -esto es, el
05/01/2004-; razón por la cual considero
que el conflicto deberá ser juzgado por la ley
vigente en aquél entonces, hoy derogada.
(En este sentido, Kemelmajer de Carlucci, A.,
en La Ley 02/06/2015, punto IV último
párrafo.; Lorenzetti, R. L., en “Cód. Civ. y
Com. de la Nación Comentado”, T. I, p. 47 y
sgtes, Ed. Rubinzal Culzoni; “Cód. Civ. y
Com. de la Nación Comentado” Tit. Prel. y
Libro I, Ed. Infojus; p. 23 y sgtes; id. SCBA,
Ac. 107.423).
IV- Consideración de las quejas.- A- El
factor de atribución de la responsabilidad
civil en materia de accidentes de tránsito es
el riesgo creado, por lo que la cuestión se
emplaza en la preceptiva del art. 1113 -2°
párrafo- del Código Civil aplicable a la
contienda, de manera que el dueño o
guardián de la cosa riesgosa cuya actuación
produjo el daño es responsable, salvo que
demuestre que la conducta de la víctima o
de un tercero constituye la causa del
menoscabo y ello ha obrado como factor
interruptivo, total o parcialmente, de la
relación de causalidad (conf. CSJN “Emp
Nacional de Telecomunicaciones c/ Pcia. de
Bs. As. y ot., 22/12/87, en La Ley 1988-D-
296; esta Sala, Exp:65089 RSD: 197/08,
12/06/2008, in re “Gui, Luis Pedro
c/Maglieri, Carlos s/Ds y PS”). No obsta a lo
expresado la circunstancia de tratarse de un
accidente ocurrido entre dos vehículos en
movimiento, por cuanto según la doctrina
sentada por el más Alto Tribunal de nuestra
provincia, “cuando en la producción de un
daño interviene activamente una cosa son
responsables su dueño y guardián, salvo que
se demuestre la concurrencia de alguna
excepción legalmente prevista”. Resulta
inadmisible la supresión de esta teoría
cuando se ha producido un encuentro entre
rodados, porque el choque que los puede
dañar no destruye, de ninguna manera, los
factores de atribución de responsabilidad
(Mazeaud y Tune, “Tratado Teórico Práctico
de la Responsabilidad Civil y Delictual y
Extracontractual” Ed 1977, t, II n° 953). La
solución en los casos de colisión entre las
cosas que presentan vicio o riesgos consiste,
por ende, en que cada dueño y guardián
debe afrontar los daños causados al otro. No
existe norma ni principio jurídico que permita
otra interpretación del art. 1113 del Código
Civil (conf. SCBA, Causa Ac. 42946 del 9-4-
91 y ots, Cam. Civ. y Com. Lomas de
Zamora, Sala I, Causa 52/02, abril de 2002,
RSD: 77/02, “Schiavoni, M c/Fabiani, A s/Ds
y Ps”). También se ha sostenido
jurisprudencialmente, cuya fuerza expansiva
y vinculante resulta innegable, que el criterio
para interpretar la concurrencia y la
acreditación de los eximentes debe ser
restrictivo, por lo que la prueba liberatoria
tiene que ser “fehaciente e indudable”,
revistiendo la conducta de la víctima las
características de “imprevisibilidad” e
“irresistibilidad” propias del “caso fortuito o
fuerza mayor” (conf. SCBA, Ac. 34081 “Pérez
c/ Transp. Atlánticos”, y Ac. 33353 “Porco c/
Gazda”, en Ac. y Sent. 1985-11-205 y 1986-
11-205; asimismo C.S.N. “Ortiz y ot. c/ Emp.
Ferrocarriles Arg.”, E.D. diario del 10- 5-90,
pág. 1).
En cuanto a la culpa de la víctima, aún
cuando se considera superada la doctrina
que requería para su configuración idénticos
caracteres que la del agente, vale decir,
relación de causalidad, ilicitud e
imputabilidad, inclinándose hoy en forma
mayoritaria por otorgarle un sentido
particular figurado o impropio a este
concepto jurídico- normativo, situándola en
el plano de la relación de causalidad o de la
autoría, como interruptiva del nexo entre el
responsable de la cosa y el daño, no puede
por ello quedar reducida, o identificada, con
la simple relación objetiva de causalidad
entre la acción material de la víctima y el
daño por ella sufrido -doctrina de la “conditio
sine qua non”-, la vida actual nos pone de
continuo, voluntaria e involuntariamente,
frente a situaciones de riesgo tolerables,
donde a condición de ello, al dueño o
guardián se le carga con la responsabilidad
propia que ello implica.
No toda o cualquier culpa de la víctima lo
exime. Menos la simple de existir en la
contingencia, la de ser víctima de su sola
circunstancia. Por el contrario, debe ser
importante, y su excepcional admisión de
interpretación restrictiva y su prueba clara y
certera La culpa implica siempre un defecto
de conducta, un carácter normativo que se
funda en que el sujeto debía hacer algo
distinto de lo que hizo y le era exigible en
esas circunstancias. El no prever el daño, no
obstante ser previsible, o bien preverlo pero
sin observar la conducta necesaria para
evitarlo. La víctima bien puede representarse
la posibilidad de sufrir el resultado dañoso
(esta Sala, Exp: 64042, RSD: 95/08 10-04-
2008 in re “Martinez, Luis Angel c/Poustis,
Fernando David s/Ds y s”). Resaltaré,
entonces, que en los casos de daños
causados por el riesgo o vicio de la cosa,
para atribuir responsabilidad al dueño o
guardián no es necesaria la culpa en ellos -a
tal punto que su ausencia no los libera-,
resultando impropio hablar de “exclusividad”
en el accionar de la víctima o del tercero.
Debe sí determinarse si el mismo es
excluyente de responsabilidad y, en su caso,
en qué medida. No puede dejarse de valorar
el cuadro total de la conducta de todos los
protagonistas (SCBA, Ac. 34081 S 23-7-85,
AYS 1985-11-204, JA 1986-11, 456, DJBA
1986-130, 81; id., 36391 S 23-9-86, AyS
1986-III-277; id., Ac. 39187 S 9-8-88, AyS
1988-III-51, DJBA 1988-135, 172, LL 1989-
C, 630; id., 40109 S 21/2/89, AyS 1989-1-
146; id., 43500 S 26-11-91, AyS 1991 IV,
264).
B- Despejado el marco jurídico aplicable al
hecho que se ventila en estos autos,
corresponde analizar si se ha logrado
acreditar la existencia de culpa de la víctima
o si, por el contrario, no se ha logrado
acreditar dicho extremo. Ha dicho la
Suprema Corte de esta Provincia que los
jueces de mérito pueden preferir alguna de
las pruebas producidas a otras y omitir toda
referencia a las que estimen inconducentes;
que basta expresarse en su valoración de los
datos fácticos a aquellos dirimentes para la
solución del caso, y que no deben seguir al
pie de la letra las argumentaciones de las
partes, siendo suficiente que se pronuncien
sobre las cuestiones fundamentales (Doct.
art. 384 CPCC; Ac. 22330 del 13-X-76; Ac.
33589 del 2-XI-84; Ac. 33693 del 25-IX-84;
Ac. 41085 S 7-7-89; Ac. 82248 S 23-4-03,
entre otros). Si bien el juez tiene el deber de
apreciar la prueba, ello no implica la
obligación de referirse en detalle a cada uno
de los elementos aportados, sino de
seleccionarlos a fin de fundar el fallo en los
más eficientes, tal como viene de la acción
de los arts. 163 y 384 de la ley procesal.Es
que no existe imposición de merituar todas y
cada una de las pruebas arrimadas pues se
halla dentro de las facultades legalmente
regladas -como ya lo referí- la de preferir
uno sobre otros sin siquiera hacer mención
de estos últimos, cuando no resulten
relevantes para la dilucidación de la cuestión
litigiosa(esta Sala I, in re “G. de V. C. n. c/
V.C.A. s/ Alimentos causa n°58.267 reg.
sent. Def:545/03). No está de más señalar
que los órganos jurisdiccionales gozan de
amplias atribuciones en la selección y
jerarquización de los elementos de juicio
aportados al proceso, en la medida, claro
está, que no incurra en absurdo (conf.
S.C.B.A., causa L. 67.419, sent, del 31-V-
2000, entre otras). Existe un elemento
probatorio del cual se puede concluir la
existencia del evento, a saber los términos
de la contestación de demanda del accionado
y citada en garantía, en los cuales se ha
reconocido la existencia del accidente, mas
se ha propuesto una mecánica distinta a la
denunciada por la parte actora.(fs. 92/108 y
140/154). Estimo que de las sendas
contestaciones de demanda, no puede
extraerse conclusión distinta a que el hecho
aconteció efectivamente, ya que no ha sido
desconocida su existencia, sino que por el
contrario se sostuvo que fue la culpa del
propio accionante lo que desencadenó la
colisión (art. 384 CPCC).
C- Sentadas tales premisas y a los fines de
abordar los agravios deducidos, merece a
modo de introito efectuar una breve reseña
de los hechos acaecidos y mediante los
cuales se promueve la presente acción.-
Manifestó la accionante en su escrito
postulatorio, que el día 5 de Enero del 2004
circulaba con su motocicleta Gilera 125 azul
por la Ruta Provincial n° 36 en sentido
Norte-Sur de la localidad de Florencia Varela
y, que llegando a la intersección de la calle
Las Rosas en circunstancias que se enciende
el semáforo en amarillo, comenzó a frenar.
Habiendo transpuesto apenas la senda
peatonal es embestido violentamente, por un
rodado marca Renault 9, dominio VDF 272,
quien circulaba por la misma ruta y en el
mismo sentido, pero por el carril lento. La
embestida se produce debido a que el rodado
que conducía el accionado maniobra para
girar en “U* y así retomar la Ruta n°36 en
sentido contrario.- Ofreció prueba para
convalidar su postura, dentro de las cuales
se encontraba la causa penal n° 203712,
labrada a consecuencia del evento aquí en
estudio.- Del cotejo de la misma, la cual
tengo a la vista, se desprende que a fs. 8
vta. el actor narra lo acontecido, pero de
manera diferente. En ese entonces, depuso
ante la autoridad policial al efecto, que
circulaba a bordo de su motocicleta por la
Ruta n° 36 en el carril rápido, que al llegar al
semáforo de la calle Las Rosas, pudo
observar que los automóviles que circulaban
en la misma dirección aminoraban la
marcha, en razón de que el semáforo estaba
en luz amarilla, por lo que realizó varias
maniobras para poder frenar, “no llegando a
su cometido”, produciéndose la colisión con
un automotor marca Renault 9 de color gris,
que “cruzaba” la Ruta 36 de Oeste a Este. Tal
descripción se encuentra avalada mediante el
acta de choque efectuada también por el
accionante y que da cuenta la
documentación de fs. 30.- Se desprende de
lo expuesto, una clara contradicción de la
parte actora al momento de efectuar la
mecánica del suceso en sede penal con la
plasmada en la instancia civil.
Ahora bien, más allá de ello, el recurrente en
su pieza impugnatoria (fs. 434 vta. A)
Introito de la cuestión), acepta, además de
sostener la suya, la postura adoptada por el
Magistrado de grado respecto a la mecánica
del hecho, y a raíz de ello efectúa los
agravios.
En base a esta nueva mecánica del hecho
aceptada por el recurrente y la cual difiere
con la narrada al efectuar la demanda,
comenzaré, en base a la prueba aportada y
producida en autos, a desmenuzar la
atribución de responsabilidad que les cabe a
los contendientes.
Respecto a la crítica del apelante en relación
a la valoración de la prueba, es del caso
atribuir inoperancia al intento de probar un
hecho a través de la personal interpretación
de las pruebas, bajo la pretensión de que el
sentenciante, que decide de acuerdo a los
datos que considere dirimentes, deba
explicar en cada caso, el por qué prescinde
de la valoración de unas u otras, cosa que
importaría sin lugar a duda declinación del
principio del art. 384 y concordantes del
Código Procesal.
D- Sentado ello, centra su queja el
recurrente en la valoración de la declaración
testimonial de los señores Gustavo Javier
Figueroa y Andrés Arnaldo Pajón.- En el
análisis de la prueba testimonial debemos
traer a consideración que el testimonio se
funda en una doble presunción: la
conformidad del conocimiento de este con la
realidad y la de su fundamento moral; es
decir, que no se ha engañado y que no trata
de engañar al juez, ya que la fe en la palabra
del hombre que ha presenciado el hecho es
uno de los pocos recursos que restan al
magistrado para la averiguación de la
verdad. Además, el valor del testimonio es
de libre apreciación por parte del juez, según
la norma del art. 384 del CPCC; aunque la
referencia a las reglas de la sana crítica está
indicando que “el principio de la libertad está
constituido en base del criterio objetivo” en
oposición “al subjetivismo y al empirismo de
la convicción íntima o de la conciencia”; y en
particular para esta prueba, el art. 456
dispone que el juez apreciará “las
circunstancias y los motivos que corroboren
o disminuyan la fuerza de las declaraciones",
también según las reglas de la sana crítica.
Así, cuando los testigos comunican hechos
concretos que han caído bajo el dominio de
sus sentidos, dando adecuada razón de
ciencia de sus dichos, que resultan
coincidentes con otras declaraciones y que
no aparecen desvirtuados por prueba
contraria, ni se observan contradicciones
groseras o expresiones poco verosímiles, no
puede prescindirse de tales testimonios, so
riesgo de establecer una presunción de
mendacidad sin adecuado sustento (art. 443,
pár. 2do., CPCC; esta Sala, Exp: 61762,
RSD: 81/07 del 15/3/2007, mi voto in re
“Rivadeo, Maria Rosa del Valle c/Chiodini,
Ignacio Hernán y ot s/Ds y Ps”). Es que los
testigos no son de la parte que los propuso,
sino que constituyen elementos de juicio del
proceso. Ello por sí solo es insuficiente para
presumir que el testimonio tiende a
favorecer a uno de los litigantes. No cabe
olvidar que se ha prestado juramento o
promesa de decir verdad y a su vez, como
son interrogados por las preliminares de la
ley, a los fines de facilitar la crítica del
testimonio, las circunstancias personales que
no se ocultan pueden, en ocasiones, dar
mayor fuerza de convicción (arts. 438, 439
del CPCC).
El testigo Gustavo Javier Figueroa en su
declaración de fs. 271/272, refiere que se
enteró del accidente por la madre del actor
Francisco Vivero. Relató que ella fue
personalmente a su domicilio y le comunicó
que había recibido un llamado de una
persona comunicándole que Javier -actor-
había tenido un accidente. En tal contexto,
resulta ser un testigo de “oído" conforme lo
reseñara el Magistrado de grado en su
pronunciamiento, razón por la cual, a los
efectos del presente agravio, no he de
considerar su declaración, (arts. 384 y 456
del CPCC). Consideración aparte merece la
declaración testimonial prestada por el señor
Andrés Amaldo Pajón a fs. 285/287, la cual
en honor a la brevedad doy por reproducida
íntegramente.- Es que si el recurrente asume
como probable la postura asumida por el
sentenciante respecto a la mecánica del
accidente, su declaración no puede ser
considerada, ya que se sustenta en los
hechos plasmados en la demanda, y los
cuales no se condicen entre si. En
consecuencia, su declaración no puede ser
considerada a mi criterio (arts. 384 y 456
CPCC).
Situación contraria ocurre con la declaración
testimonial del señor Ricardo Ruben
Paniagua prestada a fs. 288/290, la cual si
logra persuadirme de que el evento en
estudio se produce conforme lo relata. De su
minuciosa exposición, puede extraerse entre
varios detalles relevantes que hacen a la
cuestión, que “el testigo se hallaba a bordo
de su vehículo Renault Clio y que al ir
llegando a la ruta adelante suyo se
encontraba parado un Renault 9 gris
(vehículo del demandado) con el semáforo
en rojo. Cuando el semáforo se pone en
verde el Renault 9 arranca y ahí siento un
golpe y veo una moto que le pega al auto de
adelante...Para mí la moto choca al auto, por
que el hombre avanzó, el del Renaut, y
aparte vi que el semáforo estaba en verde y
yo avancé. La moto venía del lado izquierdo
y para el estaba el semáforo en rojo”. En
dicho contexto, de su deposición se logra
acreditar la mecánica del evento conforme lo
detalla, por lo que su declaración habré de
considerarla a efectos de fundar mi voto (art.
384 y 456 CPCC).
E- Se agravia a su vez el recurrente debido a
que el Juez de Primera Instancia no ha
valorado correctamente las notificaciones de
audiencia de posiciones cursadas al
demandado. Entiende que, en base a los
fundamentos planteados corresponde la
“ficta confessio” del accionado.- Sin ser
necesario entrar en un exhaustivo análisis
sobre el tópico, se desprende de la cédula de
notificación a la cual hace referencia el
recurrente -ver fs. 180- que la letra del
departamento en el cual se efectuó la
diligencia presta a simple vista a confusión,
es decir, no se advierte si es “D” o “B”,
detalle este no menor, si se tiene en cuenta
el domicilio real denunciado por el
demandado en la ocasión de contestar la
acción, pero que no habré de darle mayor
trascendencia. Es que más allá de lo
expuesto, tiene dicho nuestro Máximo
Tribunal, que la confesión ficta ha de
apreciarse en su correlación con el resto de
las pruebas atendiendo a las circunstancias
de la causa, pues de los contrario se haría
prevalecer la ficción sobre la realidad y la
decisión podría alejarse de la realidad
material. Y siguiendo el lineamiento de la
Corte Provincial, ésta ha puesto de
manifiesto que incurre en absurdo el fallo
que la soslaya si la confesión no estaba
desvirtuada por otras probanzas (SCBA, L.
37346). Puesto a elegir entre la negativa
expresa de la autenticidad en la contestación
de la demanda y el reconocimiento ficto,
estimo que debe prevalecer la primera, ya
que no existen otros elementos probatorios
para sustentar la confesión ficta.
F- Se agravia el recurrente a su vez, por el
análisis efectuado por el sentenciante
respecto al informe técnico-mecánico
presentado por el experto Eduardo Benente
a fs. 317/321 y su contestación al pedido de
explicaciones de fs. 339/340.- Al respecto
cabe decir que, en cuestiones
eminentemente técnicas, como
indudablemente se dirimen en este rubro, la
prueba pericial adquiere especial relevancia y
preeminencia, si bien la misma, en su
contenido y conclusiones carece de fuerza
vinculante para el Magistrado, como que su
seguimiento o apartamiento no depende de
la actitud del justiciable de observar el
dictamen o la falta de ello, sino del grado de
convicción que tal elemento acreditatorio
produzca en el ánimo del juez, en sustento
de la aplicación y experiencia (sana crítica)
del adecuado procedimiento para la
realización y producción de tal medio. Los
profesionales brindan valores que deben ser
ponderados para asumir la decisión, dando
pautas que, aún de orden matemático como
los porcentuales, configuran meros
parámetros y no autorizan resolver la
cuestión de manera arbitraria ni discrecional
(doct. art. 384, 473, 474 CPCC; CALZ Sala I
Reg. Sent. Def. 373/95, 5/97, 151/97,
255/97, 91/97 entre muchos otros). El
informe pericial resulta el medio de
excelencia, puesto que integra los
conocimientos del juez a través de
explicaciones técnicas y ciertas apreciaciones
que efectúa el experto caben presumirlas
sustentadas precisamente en el conocimiento
que emana de la circunstancia de detentar
título habilitante de rigor científico con
incumbencia en el tópico, aún cuando el juez
personalmente las posea. En principio, la
fuerza probatoria del dictámen solamente
puede enervarse por fundada razones
científicas o técnicas, resultando ilógica la
pretensión de contrariarlas con opiniones
profanas o discrepancias subjetivas, y, por
más amplias que sean las facultades del juez
al apreciar las conclusiones y que las mismas
no sean vinculantes, el apartamiento debe
ser fundado en razones de mucha entidad
(SCBA, Ac. 45797 S 14-5-1991, A y S 1991-
1-710). Y no concierne al juez ensayar una
respuesta sobre el déficit científico de la
pericia. Lo que sí corresponde es apreciar tal
diligencia mediante parámetros vinculados
con la colección de información, exámenes,
respaldo empírico, fundamentos, exposición
lógica de datos y conclusiones como
ingredientes principales a la actividad
destinada a formar convicción judicial a
través de la sana crítica (doct. arts. 384, 474
CPCC).
Es que, si bien la pericial no es vinculante
para el juez de la causa, éste debe tener
fundadas razones técnicas para enervarlo. En
la hipótesis, el magistrado debe contar con
fundamentos científicos del mismo nivel y
rigor probatorio que el elaborado por el
experto, pues sería ilógico -como quedó
dicho- que el sentenciante intente confrontar
un dictámen de tal naturaleza con
discrepancias de índole subjetiva que nunca
alcanzarían la entidad convictiva del informe,
puesto que si éste no resulta fuera del
contexto de las circunstancias de autos, ni
encuentra demostrada al juzgador la
inexactitud de sus conclusiones, no debe
apartarse de ellas (CNCiv., Sala F, LL, 1982-
D-249).
De la pericia mecánica elaborada a fs.
317/321 por el ingeniero Eduardo Benente se
extrae, entre varias conclusiones, que el
rodado del demandado circulaba por la
arteria Las Rosas, con intención de cruzar la
ruta 36 con sentido norte-sur, es decir hacia
Capital Federal, tesitura esta que se sustenta
en el croquis labrado al efecto y presentado
como anexo 1 y que se condice que los
hechos narrados por la demandada.
Por lo expuesto, y más allá de los
argumentos vertidos por el recurrente en su
pedido de explicaciones al experto y su pieza
im- pugnatoria, no encuentro mérito para
apartarme de las conclusiones arribadas por
el ingeniero mecánico Eduardo Benente en
su prolijo dictámen.
Encuentra agravio también el recurrente, por
la desestimación del testimonio del señor
Andrés amaldo Pajón, ordenando la remisión
de copia certificada de su declaración y de
todo aquello , que fuera menester a la esfera
criminal a los fines de la investigación de la
posible comisión del delito de falso
testimonio.
Dispone taxativamente el art. 438 del
Digesto Procesal que antes de declarar, los
testigos prestarán juramento o formularán
promesa de decir verdad, a su elección, y
serán informados de las consecuencias
penales a que pueden dar lugar las
declaraciones falsas o reticentes. En
concordancia y siempre dentro de la misma
normativa, reza el art. 447 que si las
declaraciones ofreciesen indicios graves de
falso testimonio u otro delito, el juez podrá
decretar la detención de los presuntos
culpables remitiéndolos a disposición del juez
competente, a quien se enviará también
testimonio de lo actuado.
De lo expuesto se infiere , sin mayor
hesitación, que la posición adoptada por el
Magistrado de grado al respecto, se
encuentra amparada por las facultades
instructorias y ordenatorias consagradas en
el art. 36 del Código de forma.
Por ende, siendo que esta Sala tiene decidido
que la resolución cuestionada por medio de
la cual claramente se advierte el ejercicio de
las facultades instructorias, deviene
inapelable por encuadrar dentro de las
facultades privativas que tienen los
magistrados (arg. art. 36 y ccs. del rito;
CALZ, Sala Ia in re “Fiscalía de Estado c/
Costoya Esther Beatriz y otro s/
Expropiación”, Causa N° 58.974 Reg. Int.
514/04).
En consecuencia, propongo al Acuerdo
desestimar las quejas argüidas por el
recurrente.
Conclusión: De la compulsa de las pruebas
producidas en autos, las cuales analizo a la
luz de la sana crítica (art. 384 del CPCC),
tengo por acreditado que la producción del
evento dañoso, aquí en litigio,
acaeció por exclusiva culpa de la víctima, por
lo que he de proponer al Acuerdo confirmar
la sentencia apelada.
VOTO POR LA AFIRMATIVA.
• A la primera misma cuestión el Dr.
Carlos Ricardo Igoldi dice que,
por compartir los fundamentos,
VOTA TAMBIEN POR LA AFIRMATIVA.
• A la segunda cuestión el Dr. Javier
Alejandro rodiño expresa:
Visto el acuerdo logrado al tratar la cuestión
que antecede corresponde confirmar la
sentencia apelada, en la medida del recurso
y agravios. Imponer las costas de Alzada a la
parte actora -apelante- quien continúa
perdidosa (art. 68 CPCC) y ordenar que los
honorarios profesionales se regulen en su
oportunidad (conf. ley 8904).
ASI LO VOTO.
• A la segunda cuestión el Dr. Carlos
Ricardo Igoldi expresa que, por compartir los
fundamentos, VOTA EN IGUAL SENTIDO.
Con lo que terminó el Acuerdo, dictándose la
siguiente:
SENTENCIA:
En el Acuerdo celebrado quedó establecido
que la sentencia apelada es íntegramente
justa por lo cual debe confirmarse en la
medida del recurso y agravios. Con costas de
Alzada a la actora apelante (art. 68
C.P.C.C.). Por ello, consideraciones y citas
legales;
Io) Confírmase la sentencia apelada, en la
medida del recurso y agravios.
2o) Con costas de Alzada a la actora apelante
quien continúa perdidosa (art. 68 del
C.P.C.C.).
3o) Difiérese para su oportunidad la
regulación de honorarios de los profesionales
intervinientes (conf. ley 8904).
4o) Regístrese. Notifíquese y, consentida o
ejecutoriada, devuélvanse las actuaciones al
Juzgado de origen.
Fdo.: Javier Alejandro Rodiño (Presidente),
Carlos Ricardo Igoldi (Vocal), Germán de
Cesare (Auxiliar Letrado).
(CApel.Civ.Com.Fam., Sala I, Lomas de
Zamora (Buenos Aires), 27/08/2015,
“Vivero, Francisco Javier c/ Inda Moisés,
Francisco David s/ Daños y Perjuicios”,
elDial.com -AA9207).
c) CASO: Daños y perjuicios. Código Civil
y Comercial: Aplicación temporal; relaciones
y situaciones jurídicas futuras, existentes a
la fecha de entrada en vigencia y a sus
consecuencias no agotadas
• CNApel.Civ., sala B, 06/08/2015, “M., J. E.
c/ V., O. H. y otros s/daños y perjuicios
(accidente de tránsito, c/les. o muerte)”.
1) Análisis del caso
1 - Puesto que, en materia de derecho
intertemporal, con excepción de las normas
más favorables al consumidor en las
relaciones de consumo, el art. 7o del nuevo
Código Civil y Comercial de la Nación ha
mantenido el mismo texto y sistema que el
derogado art. 3° del Código Civil, según
reforma de la ley 17.711, cabe concluir que
el mismo es aplicable a las relaciones y
situaciones jurídicas futuras; a las existentes
a la fecha de su entrada en vigencia,
tomándolas en el estado en que se
encuentren -en este caso regirá los tramos
de su desarrollo no cumplidos- y también a
las consecuencias no agotadas de relaciones
y situaciones jurídicas constituidas bajo el
amparo de la antigua ley.
2 - Dado que al ser el daño un
presupuesto constitutivo de la
responsabilidad (confr. arts. 1716 y 1717 del
Código Civil y Comercial de la Nación y art.
1067 del anterior Código Civil), aquél que
diera origen al proceso constituyó, en el
mismo instante en que se produjo, la
obligación jurídica de repararlo, por lo cual,
dicha relación jurídica, al haberse
consumado antes del advenimiento del
actual Código Civil y Comercial de la Nación,
debe ser juzgada -en sus elementos
constitutivos y con excepción de sus
consecuencias no agotadas-, de acuerdo al
sistema del anterior Código Civil.
3 - Más allá de considerar que, en lo
atinente a la aplicación temporal del nuevo
Código Civil y Comercial de la Nación, ha de
seguirse una hermenéutica que no limite su
efectiva vigencia, por aplicación del principio
consagrado en el art. 7o de dicho cuerpo
legal, el mismo no debe ser aplicado para
resolver el presente reclamo resarcitorio,
pues el hecho dañoso que dio origen al
proceso se consumó antes del advenimiento
de dicho Código. R. C.

2) Texto del fallo


Buenos Aires, Capital de la República
Argentina, a los 06 días del mes de Agosto
de dos mil quince, reunidos en Acuerdo los
Señores Jueces de la Excma. Cámara
Nacional de Apelaciones en lo Civil, Sala “B”,
para conocer en los recursos interpuestos en
los autos caratulados: “M., J. E. c/V., O. H. y
ots. s/daños y perjuicios” respecto de la
sentencia de fs. 371/378, el Tribunal
estableció la siguiente cuestión a resolver:
• ¿Es ajustada a derecho la sentencia
apelada?
Practicado el sorteo resultó que la votación
debía efectuarse en el siguiente orden
Señores Jueces Doctores: Roberto Parrilli -
Mauricio Luis Mizrahi - Claudio Ramos Feijoo.
• A la cuestión planteada el Dr. Parrilli,
dijo:
I - Este proceso se origina con la demanda
iniciada por J. E. M. por la cual pretendió el
resarcimiento por los daños y perjuicios
sufridos como consecuencia de un accidente
de tránsito sucedido el día 18 de octubre de
2010, cerca de las seis de la tarde. Según
dijo, conducía el taxímetro de su propiedad
-Peugeot 405 dominio DTV 940- y en
circunstancias en que se detuvo en el
semáforo de Avda. Belgrano, a la altura de la
calle San José, resultó imprevistamente
embestido por el Peugeot 307, dominio EXU
919, conducido por el aquí demandado,
quien circulaba a excesiva velocidad y sin
conservar el dominio sobre su rodado.
Sostuvo también que a raíz del suceso
relatado sufrió serias lesiones físicas y
psíquicas por las cuales reclama.
La sentencia de fs. 371/378 hizo lugar a la
demanda y condenó a “O. H. V.” y
“Federación Patronal Seguros SA” -esta
última, en la medida del seguro- a pagarle a
“J. E. M.” una suma de dinero, con más sus
intereses y costas del proceso.
Dicho pronunciamiento fue apelado por las
partes.
I.a.- La accionante expresa agravios a fs.
396/399 centrando su crítica en el quantum
otorgado en la instancia de grado para
resarcir los rubros “incapacidad
sobreviniente”, “daño moral” “gastos” y
“lucro cesante”, los que considera reducidos.
Asimismo, se queja de forma en que fueran
fijados los intereses.
Tales quejas recibieron respuesta de la
contraparte a fs. 406/407.
De su lado, la demandada y citada en
garantía hace lo propio a fs. 403/404,
quejándose del monto otorgado por el rubro
“incapacidad sobreveniente”; el que
considera excesivo. Esta última pieza ha
merecido respuesta de la parte actora a fs.
409/410.
I.b.- De acuerdo con lo dispuesto por el art.
Io de la ley 27.077 (B.O n° 33.034 del
19/12/2014), que modificó el art. 7o de la ley
26.994, el Código Civil y Comercial de la
Nación aprobado por esta última, que fuera
promulgada por decreto 1795/2014 (B.O.
32.985 del 8/10/2014), ha entrado en
vigencia el Io de agosto pasado por lo que,
antes de ingresar en la consideración de las
cuestiones sujetas a recurso, y ante la
vigencia de normas sucesivas en el tiempo,
se hace necesario determinar los alcances
del nuevo texto legal en el presente caso.
• Al respecto el nuevo Código Civil y
Comercial de la Nación fija en su art. 7o las
reglas a seguir en estos casos estableciendo
que:
“A partir de su entrada en vigencia, las leyes
se aplican a las consecuencias de las
relaciones y situaciones jurídicas existentes.
La leyes no tienen efecto retroactivo, sean o
no de orden público, excepto disposición en
contrario. La retroactividad establecida por la
ley no puede afectar derechos amparados
por garantías constitucionales.
Las nuevas leyes supletorias no son
aplicables a los contratos en curso de
ejecución, con excepción de las normas más
favorables al consumidor en las relaciones de
consumo”.
Como se aprecia, en materia de derecho
intertemporal, con excepción de las normas
más favorables al consumidor en las
relaciones de consumo y salvedad hecha de
la evidente omisión incurrida en el primer
párrafo del adverbio “aún”, el nuevo cuerpo
legal ha decidido mantener el mismo texto y
sistema que el derogado art. 3° del Código
Civil, según reforma de la ley 17.711.
De este modo, con las aclaraciones ya
realizadas en materia contractual, el nuevo
Código Civil y Comercial de la Nación es
aplicable a las relaciones y situaciones
jurídicas futuras; a las existentes a la fecha
de su entrada en vigencia, tomándolas en el
estado en que se encuentren- en este caso
regirá los tramos de su desarrollo no
cumplidos- y también a las consecuencias no
agotadas de relaciones y situaciones
jurídicas constituidas bajo el amparo de la
antigua ley.
Pues bien, al ser el daño un presupuesto
constitutivo de la responsabilidad (cfr. arts.
1716 y 1717 del Código Civil y Comercial de
la Nación y art. 1067 del anterior Código
Civil), aquél que diera origen a este proceso
constituyó, en el mismo instante en que se
produjo, la obligación jurídica de repararlo.
En consecuencia, dicha relación jurídica, al
haberse consumado antes del advenimiento
del actual Código Civil y Comercial de la
Nación, debe ser juzgada-en sus elementos
constitutivos y con excepción de sus
consecuencias no agotadas-, de acuerdo al
sistema del anterior Código Civil- ley 17.711
(ver en este sentido, Luis Moisset de
Espanes, “Irretroactividad de la ley”,
Universidad de Córdoba, 1975, en especial p.
22 y 42/43, p.IV, apartado “b”).
Esta es la solución que siguió este Tribunal
en pleno, in re, “Rey, José J. c/ Viñedos y
Bodegas Arizu S.A.” del 21/12/1971,
publicado en La Ley on line,
AR/JUR/123/1971, cuando luego de
sancionarse la reforma de la ley 17.711 se
produjeron resoluciones contradictorias
respecto de la aplicación temporal de esta.
Allí la mayoría entendió que el hecho ilícito
se produce instantáneamente, no quedando
sometido a acción alguna del tiempo, por lo
cual corresponde atribuir a la ley antigua la
regulación de los presupuestos de existencia
de la obligación de reparar el daño causado,
así como su contenido, inclusive la extensión
del daño y su avaluación (cfr. Belluscio
Augusto C.- Zannoni Eduardo A., “Código
Civil y leyes complementarias...” Buenos
Aires, 1979, tomo 1, p. 28).
En suma, más allá de considerar que en lo
atinente a la aplicación temporal del nuevo
Código Civil y Comercial de la Nación ha de
seguirse una hermenéutica que no limite su
efectiva vigencia, pues como recordaba Vélez
en su nota al viejo art. 4044 -luego derogado
por la ley 17.711- “el interés géneral de la
sociedad exige que las leyes puedan ser
modificadas y mejoradas, y que las leyes
nuevas, que necesariamente se presumen
mejores, reemplacen cuanto antes a las
antiguas, cuyos defectos van a corregir” , en
este caso puntual, rige la limitación ya
señalada por aplicación del principio
consagrado en el art. 7° del mismo cuerpo
legal.
De todos modos, con Código viejo o nuevo,
la interpretación que guíe esta decisión, y
cualquier otra, no puede desconocerla
supremacía de la Constitución Nacional, ni
los tratados de derechos humanos en los que
la República sea parte, no ya porque lo
recuerde el nuevo Código Civil y Comercial
de la Nación (art. Io y 2°), sino porque así lo
manda la Constitución Nacional (cfr. art. 31 y
art. 75, inc. 22). Tampoco, pueden
soslayarse los valores que inspiran nuestro
ordenamiento jurídico porque estos se
sintetizan en el mandato de “afianzar la
justicia” contenido en el Preámbulo de
nuestra Constitución, que no es letra vana.
II.- Hechas estas precisiones, examinaré las
quejas formuladas que se circunscriben a los
rubros integrativos de la indemnización en lo
que hacen al quantum, y a la forma en que
se fijaran los intereses.
Il.a. Incapacidad sobreviniente.- Se agravian
las partes respecto del monto indemnizatorio
fijado por el juez a quo.
Previo a todo, debe entenderse a la
“incapacidad sobreviniente” como aquella
que se verifica luego de concluida la etapa
inmediata de curación y convalecencia y
cuando, no obstante el tratamiento, no se ha
logrado total o parcialmente el
restablecimiento de la víctima (Zavala de
González, Resarcimiento de Daños a las
Personas, ed. Hammurabi, Bs. As., 1990, vol.
2a., pág. 289).
Respecto de las lesiones padecidas por el
actor, el experto estableció -en su informe de
fs. 256/260-una incapacidad física parcialy
permanente del 11% de la t.o. (tabla de
evaluaciones de incapacidades laborales dec.
659/96), producto de la espondiloartrosis
lumbar con disminución del espacio articular
L5 y SI, que se corresponde con un
accidente como el de autos.
En el plano de la psiquis, el mismo experto
señaló que el demandante presenta un
trastorno por estrés postraumático, reacción
vivencial anormal neurótica de grado III, del
que resulta una incapacidad parcial y
permanente del 20%.
Si bien las conclusiones del experto han sido
observadas por las emplazadas en lo que
hace al porcentaje físico (ver f. 293 y vta.),
no puede soslayarse que el art. 458, in fine
del ritual, autoriza a las partes a designar un
consultor técnico, quien -contando con la
idoneidad del caso- está en condiciones de
elaborar no sólo mía mera impugnación
insustancial, sino una verdadera contra
experticia que lleve al ánimo del juez de que
son acertadas sus operaciones técnicas y
fundamentos científicos, en lugar de los
volcados por el perito designado de oficio.
De manera tal que al no existir el informe
antes referido, cuando el peritaje aparece
fundado en principios técnicos y no existe
prueba que lo desvirtúe, la sana crítica
aconseja, frente a la imposibilidad de oponer
argumentos científicos de mayor valor,
aceptar las conclusiones de aquél (cf. CNCiv.
Sala H, 29/9/97 Del Valle, M. c/ Torales J, s/
daños y perjuicios, en similar sentido CNCiv.
Sala M, 19/3/96, Paradela D. c/ Malamud D.
s/- daños y perjuicios).
Así, y conforme lo que surge de la
contestación de fs. 343/344 corresponde
aceptar y valorar las conclusiones del
experto mencionado, en los términos del art.
477 del CPCCN.
En función de todo lo explicitado, teniendo
en cuenta los porcentajes de incapacidad
establecidos por el idóneo, el cual sólo
tomaré como referencia, como así también lo
precedentemente señalado, edad del actor y
demás circunstancias personales del
nombrado que se desprenden de autos,
considero que la suma fijada por el juez a
quo resulta reducida por lo que habré de
proponer al acuerdo se incremente a la suma
de pesos sesenta y cinco mil ($ 65.000) para
responder a este rubro (arg. art. 165 del
CPCCN).
Lo expuesto, lleva implícito la desestimación
de las quejas vertidas por los emplazados y
el acogimiento parcial de lo peticionado por
la parte actora.
II.b. Daño moral.- Como fuera manifestado,
sólo la parte actora se queja del quantum
indemnizatorio decidido en la instancia de
grado.
Ahora bien, no es fácil traducir en una suma
de dinero la valoración de los dolores,
sufrimientos, molestias, angustias,
incertidumbres o temores padecidos por la
víctima. Sólo ella puede saber cuánto sufrió,
pues están en juego sus vivencias
personales.
Para estimar pecuniariamente la reparación
del daño moral falta toda unidad de medida,
pues los bienes espirituales no son
mensurables en dinero. Sin embargo, al
reconocerse una indemnización por este
concepto, no se pone un precio al dolor o a
los sentimientos, sino que se trata de
suministrar una compensación a quien ha
sido injustamente herido en sus afecciones
íntimas (cfr. Orgaz Alfredo “El daño
resarcible” pág. 187; Brebbia Roberto, “El
daño moral”, N° 116; Mosset Iturraspe,
Jorge “Reparación del dolor: solución jurídica
y de equidad”, LL 1978-D-648).
En el caso, este reclamo es procedente, ya
que debe tenerse por configurado in re ipsa,
por la sola producción del episodio dañoso,
que -más allá de las escasas secuelas
incapacitantes derivadas del mismo-,
importó un episodio traumático, que acarreó
cambios en la personalidad del demandante
puestos de manifiesto por el experto médico
y por los testigos (ver fs. 256/260 y fs.
230/231).
Por otra parte, para fijar la cuantía he de
ponderar, el tiempo que lógicamente debió
demorar la recuperación definitiva del actor y
aquél en que debió utilizar collar de
Philadelfia (ver fs. 260 p.ll) con la
consiguiente alteración en su ritmo de vida
normal y habitual.
En consecuencia, ponderando que la cuantía
fijada ($ 15.000) no se compadece con los
establecidos por esta Sala para casos
similares, propondré al acuerdo su
incremento a la de pesos treinta mil
($30.000); en virtud de las facultades
contempladas por el art. 165 del CPCCN.
Bajo tales parámetros, serán atendidas
parcialmente las quejas vertidas por la parte
actora sobre este punto.
II.c. Gastos.- Aquí también, se agravia el
pretensor en lo que hace al monto
indemnizatorio fijado para resarcir este ítem.
El criterio que debe prevalecer sobre la
procedencia de estos rubros es amplio, no
siendo imprescindible agregar documentos
para que se reconozcan pues, como ocurre
en el caso, se deducen de las lesiones
sufridas por la víctima (cfr. art. 163 inc.5
CPCCN). Claro está, que esa ausencia de
comprobantes va en desmedro de la cuantía
Sobre lo dicho, y ponderando las lesiones
sufridas por el actor considero que el Sr. Juez
de la anterior instancia ejerció de manera
razonable la facultad conferida por el art.
165 del Código Procesal, por lo que habré de
proponer al Acuerdo el rechazo de este
agravio.
II.d. Lucro cesante.- El Sr. Juez de la anterior
instancia receptó este ítem basándose para
ello en la documental obrante f.239 y f. 280;
apuntando luego que el actor se vio
impedido de trabajar por un periodo de
cuarenta y dos días, por lo que fijó por esta
partida la suma de $ 12000, señalando que
el importe es a la fecha del decisorio.
La Corte Federal ha establecido que el lucro
cesante está configurado por las ventajas
económicas esperadas de acuerdo a
probabilidades objetivas debida y
estrictamente comprobadas (Fallos:
306:1409), cuya admisión requiere una
acreditación suficiente del beneficio
económico (Fallos: 311: 2683).
Recuérdase que el lucro cesante traduce la
frustración de un enriquecimiento
patrimonial: a raíz del hecho lesivo se impide
a la víctima que obtenga determinados
beneficios económicos. Es, pues, la ganancia
de que fue privado el damnificado (cfr. art.
1069 del Cód. Civil). Aparece claro
-entonces- que el apuntado daño se
establece casi siempre a partir de un
razonamiento inferential, esto es sobre la
base de la prueba de la actividad productiva
que se desarrollaba, de las ganancias que así
se lograban y del impedimento temporal para
continuarla; de manera que permita concluir
que los beneficios habrían subsistido durante
ese período de no haber sucedido el hecho
(conf. esta Sala, “Ibarra c/ Linea 216 de
Transporte Colectivo de Pasajeros s/ ds. y
ps.” del 19/7/2006).
Cabe recordar también, que la suma
indemnizatoria por lucro cesante alcanza
solamente el monto neto, es decir, la
ganancia que efectivamente percibía por día
el actor con su taxímetro por la actividad
lucrativa del rodado, monto que se obtiene
de descontar al ingreso bruto, las sumas en
concepto de pagos de salarios, cambios de
lubricantes, combustible, limpieza del
rodado, etc. (CNCiv., Sala J,
20/2/97,”Principato, Cayetano S. c/Villar,
Osvaldo s/ds. y ps.”)
A mérito de lo expuesto a lo largo de este
apartado pero también teniendo en cuenta
los gastos evitados con motivo de la
inmovilización; estimo ajustada a derecho la
suma fijada por la juez a quo para reparar el
daño.
En función de lo expuesto, propondré al
Acuerdo se desestimen las quejas vertidas
sobre este punto, confirmándose la suma
establecida en la instancia de grado.
III. - Intereses.- La parte actora también
se queja de la tasa que se ha decidido aplicar
para liquidar losréditos. Ahora bien, esta
Sala viene sosteniendo que para estos casos
deberá aplicarse la tasa activa al capital de
condena desde el momento del hecho, y
hasta el efectivo pago que hagan los
deudores. Es que, dicha tasa de interés
resulta obligatoria en los términos del art.
303 del CPCCN, precepto que esta Sala
considera vigente en su redacción originaria
conforme lo decidido en autos: “Pérez
Horacio Luis c/ Banco Saez SA s/ ejecución
de honorarios, pub. LL CITA ONLINE
AR/JUR/55224/2013, del 30/08/2013.
Por tanto, deberá aplicarse la tasa activa en
los casos en que la misma no genera o
configura un”enriquecimiento indebido”. Si
así fuera e importara una situación
excepcional que se apartara de la regla
general establecida en el plenario “Samudio
de Martínez, L. c/ Transportes Doscientos
Setenta SA”, debe ser probada en forma
clara por el deudor en el ámbito del proceso
(cf. art. 377 del CPCCN), circunstancia que
no se verifica en el presente.
Finalmente debo aclarar que con relación a
los intereses devengados a partir de la
entrada en vigencia del nuevo Código Civil y
Comercial de la Nación y hasta el efectivo
pago, al ser una consecuencia no agotada de
la relación jurídica que diera origen a esta
demanda, la tasa que resulte aplicable para
liquidarlos por imperio del art. 768 del citado
ordenamiento, nunca podrá ser inferior a la
activa antes mencionada pues, ante la falta
de pago en tiempo de la indemnización y
dadas las actuales circunstancias
económicas, iría en desmedro del principio
de la reparación plena del daño que se ha
causado a la actora (ver art. 1740 del mismo
Código)
En función de lo expuesto, propondré al
acuerdo que las quejas sobre este punto
sean parcialmente atendidas.
IV. - Por todo ello y si mi voto fuera
compartido propongo al Acuerdo: 1)
modificar parcialmente la sentencia
recurrida, en lo que hace a los montos
otorgados en concepto “incapacidad
sóbreviniente” y “daño moral”, los que serán
incrementados a la suma de pesos sesenta y
cinco mil ($ 65.000) y pesos treinta mil ($
30.000), respectivamente; 2) determinar los
intereses de acuerdo a lo dispuesto en el
considerando III; 3) confirmar el resto de la
sentencia que fue materia de agravios;
y 4) imponer las costas de alzada en igual
modo que en la instancia de grado (efe. arts.
68, 163 inc. 8 y 279 del CPCCN). ASÍ LO
VOTO.
• Los Dres. Mizrahi y Ramos Feijóo, por
análogas razones a las aducidas por el Dr.
Parrilli, votaron en el mismo sentido a la
cuestión propuesta.
Con lo que terminó el acto: Roberto Parrilli -
Mauricio Luis Mizrahi - Claudio Ramos Feijoo.
Es copia fiél del Acuerdo que obra en la pág.
n° a n° del Libro de Acuerdos de ésta Sala B
de Excma. Cámara Nacional de Apelaciones
en lo Civil.
Y VISTOS: Por lo que resulta de la votación
que instruye el Acuerdo que antecede,
SE RESUELVE:
1) modificar parcialmente la sentencia
recurrida, en lo que hace a los montos
otorgados en concepto “incapacidad
sobreviniente” y “daño moral”, los que serán
incrementados a la suma de pesos sesenta y
cinco mil ($ 65.000) y pesos treinta mil ($
30.000), respectivamente;
2) determinar los intereses de acuerdo a
lo dispuesto en el considerando III;
3) confirmar el resto de la sentencia que
fue materia de agravios; y
4) imponer las costas de alzada en igual
modo que en la instancia de grado (cfr. arts.
68, 163 inc. 8 y 279 del CPCCN).
Teniendo en cuenta como se decide en esta
instancia, se difiere la adecuación dispuesta
por el art. 279 del Código Procesal respecto
de las regulaciones practicadas a fs. 378, así
como la determinación de los honorarios
correspondientes a la tarea desplegada en la
Alzada, hasta tanto exista liquidación
definitiva aprobada.
Regístrese y notifíquese por cédula por
Secretaría. Fecho, pu- blíquese (c/ Acordada
24/2013 CSJN). Cumplido, devuélvanse las
actuaciones a primera instancia.
Fdo.: Roberto Parrilli. - Mauricio L. Mizrahi
-Claudio Ramos Feijoo.
(CNApel.Civ., sala B, 06/08/2015, “M., J. E.
c/ V., O. H. y otros s/ daños y perjuicios
(accidente de tránsito, c/les. o muerte”).

d) CASO: La Justicia determinó que en


un caso por daños y perjuicios a raíz de
un accidente de tránsito, debía utilizarse
el Código Civil derogado y no el nuevo
Código
• CNApel.Civ., Martínez, José Eduardo c/
Varela Osvaldo Héctor y otros s/ daños y
perjuicios”, 06/08/201$

1) Análisis del caso


En los autos “Martínez, José Eduardo c/
Varela Osvaldo Héctor y otros s/ daños y
perjuicios” los integrantes de la Sala B de la
Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil,
compuesta por Roberto Parrilli, Mauricio
Mizrahi y Claudio Ramos Feijóo,
determinaron que en el caso, donde se puso
en discusión un accidente de tránsito, debía
aplicarse el viejo Código Civil.
Los jueces afirmaron que el hecho
constitutivo de la responsabilidad sucedió
antes de la entrada en vigencia del nuevo
cuerpo normativo. De esta forma se sentó un
precedente que se puede poner de relieve
con aquellos que sí aplicaron el nuevo Código
Civil y Comercial.
En su voto, el juez Parrilli consignó que “las
leyes no tienen efecto retroactivo, sean o no
de orden publico, excepto disposición en
contrario. La retroactividad establecida por la
ley no puede afectar derechos amparados
por garantías constitucionales”.
El magistrado afirmó que “las nuevas leyes
supletorias no son aplicables a los contratos
en curso de ejecución, con excepción de las
normas más favorables al consumidor en las
relaciones de consumo”.
Como se aprecia, en materia de derecho
intertemporal, con excepción de las normas
más favorables al consumidor en las
relaciones de consumo y salvedad hecha de
la evidente omisión incurrida en el primer
párrafo del adverbio “aún”, el nuevo cuerpo
legal ha decidido mantener el mismo texto y
sistema que el derogado art. 3° del Código
Civil, según reforma de la ley 17.711”.
El camarista indicó que “de este modo, con
las aclaraciones ya realizadas en materia
contractual, el nuevo Código es aplicable a
las relaciones y situaciones jurídicas futuras;
a las existentes a la fecha de su entrada en
vigencia, tomándolas en el estado en que se
encuentren- en este caso regirá los tramos
de su desarrollo no cumplidos- y también a
las consecuencias no agotadas de relaciones
y situaciones jurídicas constituidas bajo el
amparo de la antigua ley”.
El vocal observó: “Pues bien, al ser el daño
un presupuesto constitutivo de la
responsabilidad, aquél que diera origen a
este proceso
constituyó, en el mismo instante en que se
produjo, la obligación jurídica de repararlo.
En consecuencia, dicha relación jurídica, al
haberse consumado antes del advenimiento
del actual Código Civil y Comercial de la
Nación, debe ser juzgada - en sus elementos
constitutivos y con excepción de sus
consecuencias no agotadas-, de acuerdo al
sistema del anterior Código Civil - ley
17.711’.
El miembro de la Sala recordó que “esta es
la solución que siguió este Tribunal en pleno,
in re, “Rey, José J. c/Viñedos y Bodegas
Arizu S.A.” del 21/12/1971, publicado en La
Ley on line, AR/JUR/123/1971, cuando luego
de sancionarse la reforma de la ley 17.711
se produjeron resoluciones contradictorias
respecto de la aplicación temporal de esta.
Allí la mayoría entendió que el hecho ilícito
se produce instantáneamente, no quedando
sometido a acción alguna del tiempo, por lo
cual corresponde atribuir a la ley antigua la
regulación de los presupuestos de existencia
de la obligación de reparar el daño causado,
así como su contenido, inclusive la extensión
del daño y su avaluación”.
“En suma, más allá de considerar que en lo
atinente a la aplicación temporal del nuevo
Código Civil y Comercial de la Nación ha de
seguirse una hermenéutica que no limite su
efectiva vigencia, pues como recordaba Vélez
en su nota al viejo art. 4044 - luego
derogado por la ley 17.711- “el interés
general de la sociedad exige que las leyes
puedan ser modificadas y, mejoradas, y que
las leyes nuevas, que necesariamente se
presumen mejores, reemplacen cuanto antes
a las antiguas, cuyos defectos van a
corregir”, en este caso puntual, rige la
limitación ya señalada por aplicación del
principio consagrado en el art. 7° del mismo
cuerpo legal”, puntualizó el integrante de la
Cámara.
El sentenciante espetó que “de todos modos,
con Código viejo o nuevo, la interpretación
que guíe esta decisión, y cualquier otra, no
puede desconocer la supremacía de la
Constitución Nacional, ni los tratados de
derechos humanos en los que la República
sea parte, no ya porque lo recuerde el nuevo
Código Civil y Comercial de la Nación (art. Io
y 2o), sino porque así lo manda la
Constitución Nacional.
Tampoco, pueden soslayarse los valores que
inspiran nuestro ordenamiento jurídico
porque estos se sintetizan en el mandato de
“afianzar la justicia” contenido en el
Preámbulo de nuestra Constitución, que no
es letra vana.

2) Texto del fallo


Buenos Aires, Capital de la República
Argentina, a los 06 días del mes de Agosto
de dos mil quince, reunidos en Acuerdo los
Señores Jueces de la Excma. Cámara
Nacional de Apelaciones en lo Civil, Sala “B”,
para conocer en los recursos interpuestos en
los autos caratulados: “MARTINEZ, José
Eduardo c/VARELA, Osvaldo Héctor y ots. s/
daños y perjuicios” respecto de la sentencia
de fs. 371/378, el Tribunal estableció la
siguiente cuestión a resolver:
• ¿Es ajustada a derecho la sentencia
apelada?
Practicado el sorteo resultó que la votación
debía efectuarse en el siguiente orden
Señores Jueces Doctores: Roberto Parrilli -
Mauricio Luis Mizrahi - Claudio Ramos Feijoo.
• A la cuestión planteada el Dr. Parrilli,
dijo:
I.-. Este proceso se origina con la demanda
iniciada por José Eduardo Martínez por la
cual pretendió el resarcimiento por los daños
y perjuicios sufridos como consecuencia de
un accidente de tránsito sucedido el día 18
de octubre de 2010, cerca de las seis de la
tarde. Según dijo, conducía el taxímetro de
su propiedad -Peugeot 405 dominio DTV
940- y en circunstancias en que se detuvo en
el semáforo de Avda. Belgrano, a la altura de
la calle San José, resultó imprevistamente
embestido por el Peugeot 307, dominio EXU
919, conducido por el aquí demandado,
quien circulaba a excesiva velocidad y sin
conservar el dominio sobre su rodado.
Sostuvo también que a raíz del suceso
relatado sufrió serias lesiones físicas y
psíquicas por las cuales reclama.
La sentencia de fs. 371/378 hizo lúgar a la
demanda y condenó a Osvaldo Héctor Varela
y “Federación Pátronál Seguros SA” -esta
última, en la medida del seguro- a pagarle a
José Eduardo Martínez una suma de dinero,
con más sus intereses y costas del proceso.
Dicho pronunciamiento fue apelado por las
partes.
I.a.- La accionante expresa agravios a fs.
396/399 centrando su crítica en el quantum
otorgado en la instancia dé grado para
resarcir los rubros “incapacidad
sobreviniente”, “daño moral”, “gastos” y
“lucro cesante”, los que considera reducidos.
Asimismo, se queja de forma en que fueran
fijados los intereses.
Tales quejas recibieron respuesta de la
contraparte afs. 406/407.
De su lado, la demandada y citada en
garantía hace lo propio a fs. 403/404,
quejándose del monto otorgado por el rubro
“incapacidad sobreviniente”; el que considera
excesivo.
Esta última pieza ha merecido respuesta de
la parte actora a fs.409/410.
I.b.— De acuerdo con lo dispuesto por el art.
1° de la ley 27.077 (B.O n° 33.034 del
19/12/2014), que modificó el art. 7o de la ley
26.994, el Código Civil y Comercial de la
Nación aprobado por esta última, que fuera
promulgada por decreto 1795/2014 (B.O. n°
32.985 del 8/10/2014), ha entrado en
vigencia el Io de agosto pasado por lo que,
antes de ingresar en la consideración de las
cuestiones sujetas a recurso, y ante la
vigencia de normas sucesivas en el tiempo,
se hace necesario determinar los alcances
del nuevo texto legal en el présente caso.
Al respecto el nuevo Código Civil y Comercial
de la Nación fija en su art. 7° las reglas a
seguir en estos casos estableciendo que:
“A partir de su entrada en vigencia, las leyes
se aplican a las consecuencias de las
relaciones y situaciones jurídicas existentes.
La leyes no tienen efecto retroactivo, sean o
no de orden público, excepto disposición en
contrario. La retroactividad establecida por la
ley no puede afectar derechos amparados
por garantías constitucionales.
Las nuevas leyes supletorias no son
aplicables a los contratos en curso de
ejecución, con excepción de las normas más
favorables al consumidor en las relaciones de
consumo” Como se aprecia, en materia de
derecho intertemporal, con excepción de las
normas más favorables al consumidor en las
relaciones de consumo y salvedad hecha de
la evidente omisión incurrida en el primer
párrafo del adverbio “aún”, el nuevo cuerpo
legal ha decidido mantener el mismo texto y
sistema que el derogado art. 3° del Código
Civil, según reforma de la ley 17.711.
De este modo, con las aclaraciones ya
realizadas en materia contractual, el nuevo
Código Civil y Comercial de la Nación es
aplicable a las relaciones y situaciones
jurídicas futuras; a las existentes a la fecha
de su entrada en vigencia, tomándolas en el
estado en que se encuentren- en este caso
regirá los tramos de su desarrollo no
cumplidos- y también a las consecuencias no
agotadas de relaciones y situaciones
jurídicas constituidas bajo el amparo de la
antigua ley.
Pues bien, al ser el daño un presupuesto
constitutivo de la responsabilidad (cfr. arts.l
716 y 1717 del Código Civil y Comercial de la
Nación y art. 1067 del anterior Cód.Civil),
aquél que diera origen a este proceso
constituyó, en el mismo instante en que se
produjo, la obligación jurídica de repararlo.
En consecuencia, dicha relación jurídica, al
haberse consumado antes del advenimiento
del actual Código Civil y Comercial de la
Nación, debe ser juzgada -en sus elementos
constitutivos y con excepción de sus
consecuencias no agotadas-, de acuerdo al
sistema del anterior Código Civil - ley 17.711
(ver en este sentido, Luis Moisset de
Espanés, “Irretroactividad de la ley”,
Universidad de Córdoba, 1975, en especial p.
22 y 42/43, p. IV, apartado “b”).
Esta es la solución que siguió este Tribunal
en pleno, in re, “Rey, José J. c.Viñedos y
Bodegas Arizu S. A.” del 21/12/1971,
publicado en La Ley on line,
AR/JUR/Í23/1971, cuando luego de
sancionarse la reforma de la ley 17.711 se
produjeron resoluciones contradictorias
respecto de la aplicación temporal de esta.
Allí la mayoría entendió que el hecho ilícito
se produce instantáneamente, no quedando
sometido a acción alguna del tiempo, por lo
cual corresponde atribuir a la ley antigua la
regulación de los presupuestos dé existencia
de la obligación de reparar el daño causado,
así como su contenido, inclusive la extensión
del daño y su avaluación (cfr. Belluscio
Augusto C.- Zannoni Eduardo A., “Código
Civil y leyes complementarias...” Buenos
Aires, 1979, tomo 1, p. 28).
En suma, más allá de considerar que en lo
atinente a la aplicación temporal del nuevo
Código Civil y Comercial de la Nación ha de
seguirse una hermenéutica que no limite su
efectiva vigencia, pues como recordaba Vélez
en su nota al viejo art. 4044 - luego
derogado por la ley 17.711- “el interés
general de la sociedad exige que las leyes
puedan ser modificadas y mejoradas, y que
las leyes nuevas, que necesariamente se
presumen mejores, reemplacen cuanto antes
a las antiguas, cuyos defectos van a
corregir”, en este caso puntual, rige la
limitación ya señalada por aplicación del
principio consagrado en el art. 7o del mismo
cuerpo legal.
De todos modos, con Código viejo o nuevo,
la interpretación que guíe esta decisión, y
cualquier otra, no puede desconocer la
supremacía de la Constitución Nacional, ni
los tratados de derechos humanos en los que
la República sea parte, no ya porque lo
recuerde el nuevo Código Civil y Comercial
de la Nación (art. Io y 2o), sino porque así lo
manda la Constitución Nacional (cfr. art 31 y
art 75, inc. 22). Tampoco, pueden soslayarse
los valores que inspiran nuestro
ordenamiento jurídico porque estos se
sintetizan en el mandato de “afianzar la
justicia” contenido en el Preámbulo de
nuestra Constitución, que no es letra vana.
II.- Hechas estas precisiones, examinaré las
quejas formuladas que se circunscriben a los
rubros integrativos de la indemnización en lo
que hacen al quantum, y a la forma en que
se fijaran los intereses.
II. a.- Incapacidad sobreviniente Se agravian
las partes respecto del monto indemnizatorio
fijado por el juez a quo.
Previo a todo, debe entenderse a la
“incapacidad sobreviniente” como aquella
que se verifica luego de concluida la etapa
inmediata de curación y convalecencia y
cuando, no obstante el tratamiento, no se ha
logrado total o parcialmente el
restablecimiento de la víctima (Zavala de
González, Resarcimiento de Daños a las
Personas, Hammurabi, Bs.As., 1990, vol. 2,
p. 289).
Respecto de las lesiones padecidas por el
actor, el experto estableció -en su informe de
fs. 256/260- una incapacidad física parcial y
permanente del 11% de la t.o. (tabla de
evaluaciones de incapacidades laborales
dec.659/96), producto de la
espondiloartrosis lumbar con disminución del
espacio articular L5 y SI, que se corresponde
con un accidente como el de autos.
En el plano de la psiquis, el mismo experto
señaló que el demandante presenta un
trastorno por estrés postraumático, reacción
viven- cial anormal neurótica de grado III,
del que resulta una incapacidad parcial y
permanente del 20%.
Si bien las conclusiones del experto han sido
observadas por las emplazadas en lo que
hace al porcentaje físico (ver f. 293 y vta.),
no puede soslayarse que el art.458, in fine
del ritual, autoriza a las partes a designar un
consultor técnico, quien -contando con la
idoneidad del caso- está en condiciones de
elaborar no sólo una mera impugnación
insustancial, sino una verdadera contra
experticia que lleve al ánimo del juez de que
son acertadas sus operaciones técnicas y
fundamentos científicos, en lugar de los
volcados por el perito designado de oficio.
De manera tal que al no existir el informe
antes referido, cuando el peritaje aparece
fundado en principios técnicos y no existe
prueba que lo desvirtúe, la sana crítica
aconseja, frente a la imposibilidad de oponer
argumentos científicos de mayor valor,
aceptar las conclusiones de aquél (cf. CNCiv.
Sala H, 29/9/97 Del Valle, M. c/ Torales J, s/
daños y peijuicios, en similar sentido CNCiv.
Sala M, 19/3/96 Paradela D. c/ Malamud D.
s/ daños y perjuicios). Así, y conforme lo que
surge de la contestación de fs. 343/344
corresponde aceptar y valorar las
conclusiones del experto mencionado, en los
términos del art. 477 del CPCCN.
En función de todo lo explicitado, teniendo
en cuenta los porcentajes de incapacidad
establecidos por el idóneo, el cual sólo
tomaré como referencia, como así también lo
precedentemente señalado, edad d el actor y
demás circunstancias personales del
nombrado que se desprenden de autos,
considero que la suma fijada por el juez a
quo resulta reducida por lo que habré de
proponer al acuerdo se incremente a la suma
de $ 65.000 para responder a este rubro
(arg. art. 165 del CPCCN). Lo expuesto, lleva
implícito la desestimación de las quejas
vertidas por los emplazados y el acogimiento
parcial de lo peticionado por la parte actora.
Il.b.- Daño moral.- Como fuera manifestado,
sólo la parte actora se queja del quantum
indemnizatorio decidido en la instancia de
grado.
Ahora bien, no es fácil traducir en una suma
de dinero la valoración de los dolores,
sufrimientos, molestias, angustias,
incertidumbres o temores padecidos por la
víctima. Sólo ella puede saber cuánto sufrió,
pues están en juego sus vivencias
personales.
Para estimar pecuniariamente la reparación
del daño moral falta toda unidad de medida,
pues los bienes espirituales no son
mensurables en dinero. Sin embargo, al
reconocerse una indemnización por este
concepto, no se pone un precio al dolor o a
los sentimientos, sino que se trata de
suministrar una compensación a quien ha
sido injustamente herido en sus afecciones
íntimas (cfr. Orgaz Alfredo “El daño
resarcible” pág. 187; Brebbia Roberto, “El
daño moral”, N° 116; Mosset Iturraspe,
Jorge “Reparación del dolor: solución jurídica
y de equidad”, LL 1978-D 648).
En el caso, este reclamo es procedente, ya
que debe tenerse por configurado in re ipsa,
por la sola producción del episodio dañoso,
que -más allá de las escasas secuelas
incapacitantes derivadas del mismo-,
importó un episodio traumático, que acarreó
cambios en la personalidad del demandante
puestos de manifiesto por el experto médico
y por los testigos (ver fs. 256/260 y fs.
230/231).
Por otra parte, para fijar la cuantía he de
ponderar, el tiempo que lógicamente debió
demorar la recuperación definitiva del actor y
aquél en que debió utilizar collar de
Philadelfia (ver fs. 260 p.ll) con la
consiguiente alteración en su ritmo de vida
normal y habitual. En consecuencia,
ponderando que la cuantía fijada ($ 15.000)
no se compadece con los establecidos por
esta Sala para casos similares, propondré al
acuerdo su incremento a la de pesos treinta
mil ($ 30.000); en virtud de las facultades
contempladas por el artículo 165 del CPCCN.
Bajo tales parámetros, serán atendidas
parcialmente las quejas vertidas por la parte
actora sobre este punto.
II.c - Gastos.-Aquí también, se agravia el
pretensor en lo que hace al monto
indemnizatorio fijado para resarcir este ítem.
El criterio que debe prevalecer sobre la
procedencia de estos rubros es amplio, no
siendo imprescindible agregar documentos
para que se reconozcan pues, como ocurre
en el caso, se deducen de las lesiones
sufridas por la víctima (cfr. art. 163 inc.5
CPCCN). Claro está, que esa ausencia de
comprobantes va en desmedro de la cuantía.
Sobre lo dicho, y ponderando las lesiones
sufridas por el actor considero que el Sr. Juez
de la anterior instancia ejerció de manera
razonable la facultad conferida por el art.
165 del Código Procesal, por lo que habré de
proponer al Acuerdo el rechazo de este
agravio.
II.d.- Lucro cesante.- El Sr. Juez de la
anterior instancia receptó este ítem
basándose para ello en la documental
obrante f. 239 y f. 280; apuntando luego que
el actor se vio impedido de trabajar por un
periodo de cuarenta y dos días, por lo que
fijó por esta partida la suma de $ 12000,
señalando que el importe es a la fecha del
decisorio.
La Corte Federal ha establecido que el lucro
cesante está configurado por las ventajas
económicas esperadas de acuerdo a
probabilidades objetivas debida y
estrictamente comprobadas (Fallos:
306:1409), cuya admisión requiere una
acreditación suficiente del beneficio
económico (Fallos: 311: 2683).
Recuérdase que el lucro cesante traduce la
frustración de un enriquecimiento
patrimonial: a raíz del hecho lesivo se impide
a la víctima que obtenga determinados
beneficios económicos. Es, pues, la ganancia
de que fue privado el damnificado (cfr. art.
1069 del Cód. Civil). Aparece claro
-entonces- que el apuntado daño se
establece casi siempre a partir de un
razonamiento inferencial, esto es sobre la
base de la prueba de la actividad productiva
que se desarrollaba, de las ganancias que así
se lograban y del impedimento temporal para
continuarla; de manera que permita concluir
que los beneficios habrían subsistido durante
ese período de no haber sucedido el hecho
(conf. esta Sala, “Ibarra c/ Línea 216 de
Transporte Colectivo de Pasajeros s/ ds. y
ps.”, del 19/7/2006).
Cabe recordar también, que la suma
indemnizatoria por lucro cesante alcanza
solamente el monto neto, es decir, la
ganancia que efectivamente percibía por día
el actor con su taxímetro por la actividad
lucrativa del rodado, monto que se obtiene
de descontar al ingreso bruto, las sumas en
concepto de pagos de salarios, cambios de
lubricantes, combustible, limpieza del
rodado, etc. (CNCiv., Sala J, 20/2/97,
“Principato, Cayetano S. c/Villar, Osvaldo
s/ds. y ps”) A mérito de lo expuesto a lo
largo de este apartado pero también
teniendo en cuenta los gastos evitados con
motivo de la inmovilización; estimo ajustada
a derecho la suma fijada por la juez a quo
para reparar el daño. En función de lo
expuesto, propondré al Acuerdo se
desestimen las quejas vertidas sobre este
punto, confirmándose la suma establecida en
la instancia de grado.
III. - Intereses.- La parte actora también
se queja de la tasa que se ha decidido aplicar
para liquidar los réditos.
Ahora bien, esta Sala viene sosteniendo que
para estos casos deberá aplicarse la tasa
activa al capital de condena desde el
momento del hecho, y hasta el efectivo pago
que hagan los deudores. Es que, dicha tasa
de interés resulta obligatoria en los términos
del art. 303 del CPCCN, precepto que esta
Sala considera vigente en su redacción
originaria conforme lo decidido en autos:
“Pérez Horacio Luis c/ Banco Saez SA s/
ejecución de honorarios, pub. LL CITA
ONLINE AR/ JUR/55224/2013, del
30/08/2013.
Por tanto, deberá aplicarse la tasa activa en
los casos en que la misma no genera o
configura un “enriquecimiento indebido”. Si
así fuera e importara una situación
excepcional que se apartara de la regla
general establecida en el plenario “Samudio
de Martínez, L. c/ Transp. Doscientos Setenta
SA” , debe ser probada en forma clara por el
deudor en el ámbito del proceso (cf. art.377,
CPCCN), circunstancia que no se verifica en
el presente.
Finalmente debo aclarar que con relación a
los intereses devengados a partir de la
entrada en vigencia del nuevo Código Civil y
Comercial de la Nación y hasta el efectivo
pago, al ser una consecuencia no agotada de
la relación jurídica que diera origen a esta
demanda, la tasa que resulte aplicable para
liquidarlos por imperio del art. 768 del citado
ordenamiento, nunca podrá ser inferior a la
activa antes mencionada pues, ante la falta
de pago en tiempo de la indemnización y
dadas las actuales circunstancias
económicas, iría en desmedro del principio
de la reparación plena del daño que se ha
causado a la actora (ver art. 1740 del mismo
Código)
En función de lo expuesto, propondré al
acuerdo que las quejas sobre este punto
sean parcialmente atendidas.
IV. - Por todo ello y si mi voto fuera
compartido propongo al Acuerdo: 1)
modificar parcialmente la sentencia
recurrida, en lo que hace a los montos
otorgados en concepto “incapacidad
sobreviniente” y “daño moral”, los que serán
incrementados a la suma de pesos sesenta y
cinco mil ($ 65.000) y pesos treinta mil ($
30.000), respectivamente; 2) determinar los
intereses de acuerdo a lo dispuesto en el
considerando III; 3) confirmar el resto de la
sentencia que fue materia de agravios;
y 4) imponer las costas de alzada en igual
modo que en la instancia de grado (efe. arts.
68, 163 inc. 8 y 279 del CPCCN). ASÍ LO
VOTO.
• Los Dres. Mizrahi y Ramos Feijóo, por
análogas razones a las aducidas por el Dr.
Parrilli, votaron en el mismo sentido a la
cuestión propuesta. Con lo que terminó el
acto: Roberto Parrilli, Mauricio Luis Mizrahi,
Claudio Ramos Feijoo.
Es copia fiel del Acuerdo que obra en la pág.
n° a n° del Libro de Acuerdos de esta Sala B
de Excma. Cámara Nacional de Apelaciones
en lo Civil.
Y VISTOS: Por lo que resulta de la votación
que instruye el Acuerdo que antecede,
SE RESUELVE:
1) Modificar parcialmente la sentencia
recurrida, en lo que hace a los montos
otorgados en concepto “incapacidad
sobreviniente” y “daño moral”, los que serán
incrementados a la suma de pesos sesenta y
cinco mil ($ 65.000) y pesos treinta mil ($
30.000), respectivamente;
2) Determinar los intereses de acuerdo a
lo dispuesto en el considerando III;
3) Confirmar el resto de la sentencia que
fue materia de agravios; y
4) Imponer las costas de alzada en igual
modo que en la instancia de grado (cfr. arts.
68, 163 inc. 8 y 279 del CPCCN).
Teniendo en cuenta como se decide en esta
instancia, se difiere la adecuación dispuesta
por el art. 279 del Código Procesal respecto
de las regulaciones practicadas a fs. 378, así
como la determinación de los honorarios
correspondientes a la tarea desplegada en la
Alzada, hasta tanto exista liquidación
definitiva aprobada.
Regístrese y notiflquese por cédula por
Secretaría. Fecho, publí- quese (c. Acordada
24/2013 CSJN).
Cumplido, devuélvanse las actuaciones a
primera instancia.
(CNApel.Civ., Sala B, 06/08/2015, “Martínez,
José Eduardo c/ Varela Osvaldo Héctor y
otros s/ daños y perjuicios”).

También podría gustarte