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JURISPRUDENCIA SOBRE RESPONSABILIDAD CIVIL

POR ACCIDENTES DENTRO DE SUPERMERCADOS

Rama del Derecho: Derecho Civil. Descriptor: Responsabilidad Civil Extracontractual.

Palabras Clave: Responsabilidad civil extracontractual, Supermercado, Accidente, Lesiones, Caída


de cliente, Carga de la prueba.

Fuentes de Información: Jurisprudencia. Fecha: 02/02/2023.

Investigador: Luis Daniel Morux Vargas.

CONTENIDO
RESUMEN.................................................................................................................... 2
JURISPRUDENCIA ...................................................................................................... 2
1. Responsabilidad civil extracontractual en accidente sufrido en baño de
supermercado ........................................................................................................... 2
2. Improcedente reclamo ante falta de prueba en caso de supuesta caída dentro
de establecimiento provocada por vómito de bebé .................................................... 8
3. Daños y perjuicios derivados de responsabilidad extracontractual: Ocasionados
por caída de cliente dentro de establecimiento comercial........................................ 11
4. Demanda a corporación de supermercados por caída de señora causada por
piso mojado ............................................................................................................. 15
5. Responsabilidad civil por daño causado por cortadura en supermercado con
envase de vidrio por mal acomodo de estante ........................................................ 25
6. Daños ocasionados por accidente ocurrido en un supermercado..................... 36
7. Responsabilidad civil por lesiones provocadas por caída en supermercado:
Consideraciones acerca de la carga de la prueba ................................................... 41
REFERENCIAS .......................................................................................................... 43

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RESUMEN

El presente documento, recopila sentencias sobre casos de responsabilidad civil que se


reclama en casos de accidentes en supermercados. Sobre los mismos se citan extractos
de sentencias en materia civil, citando temas como: accidente sufrido en baño de
supermercado, falta de prueba en caso de caída provocada por vómito de bebé, daños
y perjuicios por caída de cliente en local comercial, la cortadura provocada por un
envase de vidrio que lesiona cliente y por último la carga de la prueba.

JURISPRUDENCIA

1. Responsabilidad civil extracontractual en accidente sufrido en baño de


supermercadoi

Res. 001591-F-S1-2019

SALA PRIMERA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. San José, a las catorce


horas quince minutos del veinticuatro de julio de dos mil diecinueve.

Proceso ordinario establecido en el Juzgado Civil de Mayor Cuantía de Cartago por A.,
…, vecina de Cartago; contra Corporación de Supermercados Unidos S. A., ….

Redacta el magistrado Molinari Vílchez

CONSIDERANDO

I.- Conforme los hechos tenidos por acreditados en la sentencia recurrida, en fecha 13
de noviembre de 2013, la señora A. sufrió un percance en el servicio sanitario ubicado
en el supermercado Palí de las Ruinas de Cartago, lugar donde se encontraba
realizando unas compras, el cual le generó lesiones en su pie derecho. En virtud de lo
anterior, doña A. interpuso demanda ordinaria contra Corporación de Supermercados
Unidos S.A. a fin de que se declare la responsabilidad civil extracontractual de esta
última, la cual deriva de la explotación de su giro comercial. Asimismo, se le indemnice
por la incapacidad temporal sufrida, la pérdida de un 15% de su capacidad general y el
daño moral causado. Por último, se condene a la accionada al pago de intereses legales
sobre las sumas que se otorguen, así como a las costas de este proceso. La

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representación de la compañía demandada contestó negativamente y planteó las
excepciones de falta de derecho y de legitimación (activa y pasiva). Mediante sentencia
de primera instancia No. 61-2017 de las 16 horas 21 minutos del 16 de marzo de 2017,
dictada por el Juzgado Civil de Cartago se acogió parcialmente la defensa de falta de
derecho y se rechazaron las demás excepciones. Se declaró parcialmente con lugar la
demanda, entendiéndose denegada en lo no dicho expresamente. Se condenó a la
accionada a pagarle a la actora una indemnización por la incapacidad temporal de 5
meses sufrida, cuyo monto se ordenó determinar en ejecución de sentencia. Se condenó
a la demandada a cancelar la suma de 3 millones de colones, más los intereses legales
generados a partir de la firmeza del fallo y hasta su efectivo pago, por concepto de daño
moral. Se impusieron ambas costas a cargo de la empresa accionada. Mediante voto
No. 2017000298 de las 14 horas 37 minutos del 10 de noviembre de 2017, emitido por
el Tribunal de Apelación Civil y de Trabajo de Cartago, se confirmó el fallo de primera
instancia. Inconforme con lo resuelto, la representación de la demandada interpuso
recurso de casación ante esta Sala, el cual fue admitido. De previo a conocer las
censuras, se aclara, toda referencia al Código Procesal Civil (CPC), deberá entenderse
como la Ley No. 7130, publicada en el año 1989, por ser esa la normativa vigente al
momento en que fue dictada la resolución recurrida.

Casación por motivos procesales

II.- En el único cargo procesal, el recurrente acusa la falta de motivación de la sentencia.


Señala, el precepto 155, inciso 3), acápite e) del Código Procesal Civil (CPC), dispone:
“3) También en párrafos separados y debidamente numerados que comenzarán con la
palabra “considerando”, se hará: e) Un análisis de las cuestiones de fondo fijadas por
las partes, de las excepciones opuestas y de lo relativo a costas, con las razones y citas
de doctrina y leyes que se consideran aplicables”. No proceder de tal forma, advierte,
supone un quebranto a la tutela judicial efectiva, debido proceso, derecho de defensa y
seguridad jurídica, por cuanto los sujetos procesales desconocen el fundamento jurídico
de la decisión tomada, lo que a su vez dificulta su impugnación. En apoyo a lo expuesto,
cita el voto de esta Sala No. 497-2017. Expone, en el recurso de apelación formulado
por la demandada se expusieron 6 agravios, subdivididos en varios “sub-argumentos”;
sin embargo, muchos de esos reproches ni siquiera fueron referidos por el Tribunal, y
los que sí se atendieron fueron rechazados sin “expresión de la doctrina y los
fundamentos legales correspondientes”, como lo prevé la Ley, o fueron denegados a
partir de una remisión a los argumentos de la sentencia de primera instancia o por el
uso de conocimientos privados de los juzgadores. Ejemplifica, en el recurso de
apelación se plantearon las siguientes censuras: 1) “Existe una absoluta contradicción
en la motivación de la sentencia. La sentencia tuvo por demostrado al mismo tiempo
que (a) la actora ya no pudo correr más y no pudo trabajar durante los meses de
incapacidad temporal, y que (b) estaba corriendo varios kilómetros al día y llegaba en
tacones a las citas médicas. Es imposible sostener los dos hechos al mismo tiempo y
hacerlo sin explicación violenta el derecho de defensa”. 2) “No se puede saber de donde
concluyó el juzgado que la actora “se deprime” por no poder salir a correr (hecho
probado (g) ni por qué medio de prueba concluyó que correr era “su pasión”
(considerando VIII). En el hecho g) no cita medio probatorio alguno y no existe ninguna
prueba en autos que lo sustente, los testigos que cita después no son especialistas en
psicología o psiquiatría. El segundo hecho no se incluyó en el elenco de hechos

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probados y no hay prueba en autos”. 3) “La sentencia incurre en un vicio de
incongruencia por extra-petita, pues concedió por daño moral afecciones que no fueron
reclamadas por la actora”. 4) “La sentencia tuvo ilegalmente por demostrados supuestos
perjuicios sufridos por la actora: 1.- El lucro cesante requiere de prueba directa y en este
caso no hay una sola prueba directa. 2.- Más bien hay prueba en contrario de su
existencia: (a) La actora ha dicho a todas las instituciones médicas que es ama de casa.
(b) Los testigos evidenciaron que la actora no cobraba por trabajos de costura y que
eran muy ocasionales. (c) La actora mintió en su demanda, pues en el proceso se
evidenció que su medio de subsistencia era una pensión. 5) “La sentencia deriva el daño
moral del supuesto hecho que ya no puede correr ni hacer labores de costura. Sin
embargo, la prueba del expediente refleja más bien que esas 2 supuestas limitaciones
no son tales”. Aduce, sobre ninguno de esos reproches hubo pronunciamiento del
Tribunal, ni siquiera referencia de lo alegado. Asevera, en los agravios de fondo
planteados, se alegó que la testigo J. Campos declaró que la actora tenía una pensión
y era ese su único medio de subsistencia, a su vez, se dejó ver que la actora ha realizado
trabajos de costura después del accidente, pero estos no han sido remunerados.
Además, la actora reconoció en su declaración confesional que ella recibe una pensión.
Con base en lo anterior, menciona, en la apelación se adujo que el lucro cesante no fue
debidamente demostrado en la sentencia de primera instancia; sin embargo, el Tribunal
omitió pronunciarse sobre el particular, limitándose a decir que “los testigos acercados
al proceso dieron fe de que la actora es costurera”; sin hacer referencia a los errores de
valoración probatoria reprochados. También, recrimina que el Tribunal remitió sus
argumentos a lo expuesto en primera instancia, cuando el numeral 155 del CPC prohíbe
tal proceder, en cuanto estatuye: “[…] y en las de segunda instancia resolver tan solo
con remisión a las consideraciones de las de primera instancia, pues el superior debe
dar también las razones correspondientes”. Por otro lado, manifiesta, en la sentencia
recurrida se indicó: “[…] no es necesario se (sic) perito para saber que las máquinas de
coser, excepción de la (sic) eléctricas, funcionan con la fuerza del pie, que si este pie
está lesionado en el tobillo y otras articulaciones, el movimiento necesario
probablemente va a provocar dolor en el operario […]”. Arguye que no podía el Tribunal
utilizar conocimientos privados para resolver, pues se trata de una cuestión que debe
ser acreditada por la parte interesada. Finalmente, alega que en la sentencia se citó
únicamente el canon 35 de la Ley de Promoción de la Competencia y Defensa Efectiva
del Consumidor (en adelante Ley No. 7472) para fundamentar la responsabilidad
atribuida a la demandada, dejando el resto de los agravios resueltos sin fundamentación
jurídica. Por ejemplo, dice, omitió referirse a los requisitos del lucro cesante y a los
argumentos de la demandada que lo combatían.

III.- Para la resolución del reproche, se torna indispensable incluir un resumen de los
agravios expuestos en apelación, a fin de cotejarlo luego con lo resuelto en la sentencia
recurrida. Resumen de agravios formulados en apelación. Según consta en la expresión
de agravios presentado por la demandada en fecha 30 de mayo de 2017, dicha parte
clasificó su impugnación en 3 reparos procesales y 3 de fondo. En el primero alegó que
la sentencia de primera instancia había incurrido en una absoluta contradicción, por
cuanto tuvo por demostrado que la actora no podía correr más y no pudo trabajar
durante los meses de incapacidad y, a su vez, tuvo por acreditado que la accionante
estaba corriendo varios kilómetros al día y vestía zapatos de tacón cuando asistía a las
citas médicas. En su criterio, ambos hechos resultan contradictorios y, por ende, la

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motivación del fallo corre la misma suerte. En el segundo manifestó que no se lograba
determinar cómo el Juzgado tuvo por demostrado que la actora “se deprime” por no salir
a correr (hecho g) y que esa era su pasión (considerando VIII), cuando no citó ningún
medio de prueba, ni existe en los autos probanza alguna que acredite el particular.
Advirtió que tal aseveración responde a una condición clínica diagnosticable únicamente
por un experto, de modo que las declaraciones testimoniales recabadas en el sub-lite
no tiene el mérito para probar ese hecho técnico, por cuanto los deponentes no son
especialistas en psicología o psiquiatría. En el tercero acusó un vicio de incongruencia
por extra-petita, por cuanto en la valoración del daño moral, el A-quo incluyó
afectaciones que la demandante no había alegado. Explicó, la actora limitó su afectación
moral a lo siguiente: “[…] el daño moral que he sufrido al verme totalmente limitada en
mis capacidades físicas y económicas dependiendo totalmente de lo que
voluntariamente que brinden (sic) mis hijos mayores y familiares para atender las
necesidades básicas de mi familia y principalmente de mi hija menor de edad, a quien
ni siquiera puede comprar (sic) los útiles y uniformes del colegio, amén del estrés sufrido
por no poder realizar más mis actividades deportivas, las que durante más de diez años
me ayudaron a encausar (sic) mi estabilidad emocional”. Señaló que la actora nunca
alegó afectación emocional por ver limitado su oficio de costurera, por lo que al incluirse
ese aspecto en la valoración del detrimento en cuestión, el fallo se tornó incongruente.
En la cuarta censura, atacó la demostración de los perjuicios. Adujo que el Juzgado
condenó a la demandada a pagar a favor de la actora las ganancias dejadas de percibir
durante la incapacidad temporal de 5 meses; sin embargo, durante ese tiempo la
accionante no dejó de percibir ganancia alguna. Al respecto pidió tomar en cuenta los
siguientes aspectos: a) El lucro cesante requiere de prueba directa para su
demostración y en este caso no existe prueba en ese sentido. b) La actora ha dicho que
es ama de casa y su medio de subsistencia es el monto que recibe por pensión. c) Los
testigos Monge Campos y Quesada Hernández manifestaron que la actora realizaba
trabajos de costura, pero dejaron claro que estos no eran remunerados. Por lo anterior,
estima que no se demostró la existencia de un lucro cesante. En el quinto embate trató
de combatir la determinación y el quamtum del daño moral. Para ello, apuntó, el A-quo
justificó el menoscabo en mención, a partir del hecho de que la actora no puede correr,
ni hacer labores de costura; sin embargo, ello es contrario a la prueba constante en
autos. Solicitó se tomase en consideración los informes médicos, concretamente, los
reportes del 12 de marzo, 16 de abril y 14 de mayo, todos del año 2014. En su criterio,
de estos se evidencia que a la demandante se le dio de alta en varias ocasiones, por lo
que es dable concluir que sus posteriores afectaciones fueron consecuencia de la
desobediencia de la misma paciente o por cualquier otra causa que no sería imputable
a la demandada. Además, en tales documentos se hace referencia a que la accionante
llegaba en tacones altos a la citas y estos rara vez son tolerados cuando existe
metatarsalgia real. Asimismo, que la demandante podía correr varios kilómetros diarios.
Adicionalmente, pidió se valorase que ningún testigo pudo dar razón de las supuestas
afectaciones sufridas por doña Abigail, por cuanto señalaron que lo narrado por ellos
refería a hechos que la propia actora les había contado. Hizo referencia a lo señalado
en los embates segundo y cuarto, para concluir: “Si la actora podía correr varios
kilómetros al día y llegaba en tacones a las citas médicas, entonces no puede
sostenerse que sufrió daño moral por supuestamente no poder hacer labores de costura
y ver limitada la actividad de correr”. Por otra parte, alegó que el monto fijado como
indemnización era desproporcional, exagerado e irracional, sobre todo porque no se

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demostró que la actora tuviese alguna limitación permanente. En el sexto reparo adujo
que no hay prueba de la existencia del supuesto hueco en el baño del supermercado.
Sostuvo, los testigos que afirmaron haberlo visto luego se contradijeron, indicando que
no les constaba porque la puerta permaneció cerrada. Además, fueron declaraciones
complacientes. Recalcó, el accidente no se produjo por el supuesto hueco, sino por un
mal paso de la actora. Alegó que la actora incumplió con la carga de probar ese hecho.
Resumen de lo resuelto en la sentencia recurrida. Para mayor claridad, se transcribirán
los considerandos III y IV del fallo impugnado, pues en estos consta el resumen de
agravios hecho por el Tribunal y su respectiva resolución de fondo: “III.- Agravios
expuestos por el apelante: Las molestias del recurrente se pueden resumir de la
siguiente forma: Afirma el apelante que la pieza en estudio tiene contradicciones que
hacen necesario el decreto de su nulidad. En su decir, o la actora no tiene las
limitaciones que indica, o se las produjo por no obedecer recomendaciones médicas, o
algo pasó pero no obstante ese razonamiento, se le achaca a su representada la
responsabilidad del daño moral concedido. De la misma forma considera contradictorio
que si la actora podía correr varios kilómetros y llegar en tacones a las citas médicas,
difícilmente podría estar incapacitada por lo que no pudo haber sufrido lucro cesante.
Agrega que en todo caso, la actividad lucrativa nunca se demostró. En este extremo
manifiesta que (sic) la actora es jubilada desde hace varios años y que se describe como
ama de casa por lo que el reclamo por lo que dejó de percibir con la costura es
totalmente infundado. Por otro lado niega la existencia del accidente como
responsabilidad de su representada y lo atribuye a descuido de la actora. IV.- SOBRE
EL FONDO DEL ASUNTO: Empezaremos por decir que el infortunio como tal, está
totalmente acreditado, de hecho fue aceptado por la sociedad demandada, en fin
creemos que es innecesario ahondar más en un tema que está harto demostrado. La
señora A. se dobló el pie en el servicio sanitario del Palí de la Ruinas (sic) aquí en esta
ciudad, y la mercantil demandada, no ha acreditado que el evento fuera provocado por
la imprudencia de la actora, por lo que es totalmente responsable de los daños sufridos
por la accionante, en razón de que al no demostrar que la actora fuera la causante del
propio daño sufrido, la responsabilidad objetiva le corresponde, por haber introducido
una actividad lucrativa al tráfico cotidiano. (artículo 35 de la Ley de Promoción y Defensa
Efectiva del Consumidor). También quedó totalmente acreditado que tras el accidente
sufrido por la actora, estuvo incapacitada desde noviembre de dos mil trece a mayo del
dos mil catorce. Aquí vale considerar que si se demostró la incapacidad, que el hecho
de que doña Abigail fuera una persona jubilada, no obsta para que desarrollara
actividades privadas de orden lucrativo, amén de que las testigos acercadas al proceso
dieron fe de que la actora es costurera. No es necesario se perito (sic) para saber que
las máquinas de coser, excepción de la eléctricas (sic), funcionan con la fuerza del pie,
que si este pie está lesionado en el tobillo y otras articulaciones, el movimiento necesario
probablemente va provocar (sic) dolor en el operario. Estas circunstancias y las
valoradas en la sentencia recurrida, dan fundamento a que se ordene el pago de una
incapacidad temporal por el plazo dicho, quedando para determinar en etapa de
ejecución, el monto de la indemnización por la falta de prueba en ese sentido. En cuanto
al daño moral impugnado por el apelante, el Tribunal concuerda con la juzgadora de
primera instancia, en que el accidente sufrido, el proceso de sanación con sus
incomodidades, la renuncia a sus actividades habituales, tanto lucrativas como
recreativas, generan en la víctima un trastorno en su estabilidad emocional, un
sufrimiento, un menoscabo en su armonía emocional y todo estos sin duda, constituye

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un daño injusto, por lo que debe ser resarcido por la sociedad demandada. No sobra
decir que atendiendo a la lesión sufrida y el tiempo que transcurrió hasta su recuperación
el monto concedido no parece exagerado, todo lo contrario, parece justo y equitativo
según las circunstancias analizadas. En síntesis los agravios expuestos por el apelante
resultan insuficientes para revocar los resuelto (sic), toda vez que se componen de
apreciaciones personales y valoraciones subjetivas del acerbo (sic) probatorio, sin
mayor contenido fáctico o jurídico, de manera que, en lo que ha sido motivo de
impugnación, se confirmará la resolución venida en segunda instancia”.

IV.- Al confrontarse los reproches planteados en apelación y lo resuelto en la sentencia


cuestionada, se observa, sobre lo alegado en los agravios primero, segundo y tercero
no hubo pronunciamiento del Tribunal. El cuarto y quinto se resolvieron de manera
parcial y sólo el sexto fue resuelto íntegramente. Nótese, los juzgadores no se refirieron
a las contradicciones argüidas, a la indebida acreditación de un supuesto hecho técnico,
ni al vicio de incongruencia alegado. Así, aunque el recurso se rechazó en su totalidad,
no se explicó por qué esos reparos no tenían cabida. Por otra parte, si bien en el fallo
se hizo referencia al lucro cesante, no se valoró lo que el apelante en realidad estaba
cuestionando: la ausencia de remuneración en las labores de costura de la actora. Sobre
ese tópico no hubo pronunciamiento del Tribunal. Lo mismo ocurrió con el tema del daño
moral, donde el Tribunal no se ocupó de analizar los argumentos citados por el
impugnante para combatir ese rubro. Obsérvese, el apelante trató de desvirtuar el
detrimento en cuestión por ausencia de pruebas en cuanto a la supuesta afectación de
la actora por no poder correr y realizar labores de costura; sin embargo, nada de ello
fue analizado en la sentencia cuestionada. Precisa recordar, la motivación de un fallo
consiste en plasmar o poner en manifiesto los fundamentos fácticos y jurídicos por los
que se adopta la decisión. Por ello forma parte integrante del debido proceso y del
derecho de defensa, pues sólo conociendo los motivos por los que se arriba a esa
determinación, es que se coloca al afectado en posibilidad de combatirla. Con ello se le
concede a las partes la posibilidad de tener claros los argumentos que sirvieron para
acoger o descartar las pretensiones, defensas, o agravios formulados, según sea el
caso. Esta Cámara ha advertido que la ausencia de motivación se manifiesta en dos
supuestos: 1. Cuando la fundamentación es inexistente, es decir, cuando el juzgador o
juzgadora omite consignar los cimientos de su decisión. 2. Se produce en aquellos casos
donde el despliegue argumentativo del órgano decisor resulta confuso o exhibe
contradicciones, que se erigen como obstáculo para determinar de forma diáfana los
motivos que le sirven de base. (Al respecto se pueden consultar los votos de esta Sala
No. 184 de las 13 horas del 23 de febrero de 2009, No. 1568 de las 9 horas 30 minutos
del 29 de noviembre de 2012 y No. 389 de las 15 horas 50 minutos del 26 de abril de
2018). En este caso, se produjo el primer escenario expuesto, por cuanto el recurso de
apelación fue rechazado por el Ad-quem, sin que se plasmasen las razones por las
cuales se denegó cada uno de los agravios formulados; vulnerando de tal forma el
derecho de defensa de la parte y, consecuentemente, el debido proceso. Así, al tenor
de lo dispuesto en el cardinal 610, inciso 1) del CPC, lo procedente será acoger el
embate formulado y, en consecuencia, anular la sentencia recurrida. Ahora bien, aunque
lo pertinente es anular y reenviar el expediente al Tribunal de origen para que dicte un
nuevo fallo conforme a derecho, por los cambios introducidos con la reforma procesal
civil, el Tribunal de origen dejó de existir, por ello, en consonancia con lo estatuido en el

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canon 1.5 de las Normas Prácticas para la Aplicación del Nuevo Código Procesal Civil,
el asunto deberá remitirse al Tribunal de Apelación Civil de Cartago.

V.- En mérito de lo resuelto en el considerando precedente, se omitirá pronunciamiento


sobre las restantes censuras. Así, se declarará con lugar el recurso de casación
formulado por la parte demandada. En consecuencia, se anulará la sentencia recurrida
y se reenviará el expediente al Tribunal de Apelación Civil de Cartago para que dicte un
nuevo fallo conforme a derecho.

POR TANTO

Se declara con lugar el recurso de casación formulado por la parte demandada. En


consecuencia, se anula la sentencia recurrida y se reenvía el expediente al Tribunal de
Apelación Civil de Cartago para que dicte una nueva conforme a derecho.

Luis Guillermo Rivas Loáiciga


Román Solís Zelaya Rocío Rojas Morales
William Molinari Vílchez Yazmín Aragón Cambronero

2. Improcedente reclamo ante falta de prueba en caso de supuesta caída


dentro de establecimiento provocada por vómito de bebé

[Tribunal Segundo Civil Sección Extraordinaria]ii

Extracto de sentencia:

“II.- Refiere el actor en su demanda que la sociedad accionada se dedica al comercio


público de servicio de supermercados en todo el territorio nacional, bajo el nombre
comercial de Maxipalí.- Que el día veintiocho de febrero de dos mil catorce alrededor de
las seis de la tarde, en condición de usuario de los servicios comerciales que ofrece la
demandada en su local Maxipalí Turrialba, resbaló porque en el piso había una
"vomitada" que no habían limpiado y sin ningún tipo de rotulación de precaución,
sufriendo una caída, golpeándose el hombro derecho muy fuerte.- Al día siguiente
conversó con Gerardo Durán de Walmart, quien le dio un documento para que lo
atendieran en el Hospital Metropolitano, indicándole que la aseguradora Assa se haría
cargo de la atención médica y económica de su caso.- Que la empresa demandada
presentó el reporte de accidente a la aseguradora Assa, quien utilizó la póliza de
responsabilidad civil, cancelándole la suma de doscientos cincuenta y nueve dólares por
concepto de adelanto de salarios y ciento veintisiete dólares por concepto de reembolso
de transporte.- Indica que la demandada es directamente responsable del accidente que
le ocurrió, ya que al ser dueña del supermercado debe asumir por completo la
responsabilidad generada por el evento, debido a las malas condiciones de los pisos del
local comercial y por no tener avisos o advertencias de la situación, por lo que le debe
cancelar los daños y perjuicios ocasionados.- Manifiesta que es chofer y al momento del

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percance recibía un salario de quinientos sesenta y nueve mil seiscientos veintidós
colones mensuales. Reclama como daño patrimonial por las lesiones sufridas,
incapacidades temporales y permanentes fijadas por el médico forense o perito que se
designe, mientras que el daño moral sean los daños psicológicos inferidos a su persona
y a su hija.- La parte demandada contestó negativamente la demanda así entablada y
al efecto opuso las defensas de falta de derecho y falta de legitimación activa y pasiva.-
Argumenta que no todos los supermercados están bajo el nombre comercial Maxipalí.
Niega una relación de consumo pues la factura aportada resulta insuficiente al carecer
del nombre del actor. Que a pesar de no ser responsable por los daños y perjuicios
reclamados por el actor, actuó de buena fe, utilizando su póliza de responsabilidad civil,
con el fin de ayudar al actor con la reparación de los ínfimos daños que había sufrido,
los que calificó de leves.- Niega que la caída fuera provocada por una "vomitada" en la
superficie del supermercado y su negligencia de no limpiar, pues desconocen los
pormenores de la caída.- Que le fue cancelado al actor, el cuatro de julio de dos mil
catorce, la suma de doscientos cincuenta y nueve dólares con noventa y cuatro centavos
por adelanto de salario correspondiente a dos quincenas y ciento veintisiete dólares
cincuenta y ocho centavos por reembolso de transporte, utilizando su póliza de
responsabilidad civil, brindándosele al actor atención médica en el Hospital
Metropolitano.- En la sentencia venida en alzada, el señor Juez de primera instancia
desestimó la excepción de falta de legitimación activa y pasiva. Acogió la defensa de
falta de derecho y declaró sin lugar en todos sus extremos la demanda ordinaria y
condenó a la parte actora al pago de las costas personales y procesales.-

III.- Contra lo así dispuesto, recurre la parte actora, argumentando que el juez de
instancia realiza una errónea aplicación del derecho, pues valoró acertadamente que
según los hechos y fundamentos de derecho estamos ante un proceso de
responsabilidad civil objetiva, sin embargo, a la hora de analizar la carga de la prueba,
establece que la misma debía ser por parte del actor. Considera que el actor debía
demostrar su calidad de consumidor y la ocurrencia del accidente en el local comercial
de la parte demandada, además de su lesión. Que la actividad de riesgo y por la cual
es responsable el demandado lo es en razón del servicio que presta en su local
comercial a los consumidores, por ende ante la ocurrencia de un accidente dentro de
sus instalaciones y a uno de sus clientes, debe para exonerarse demostrar causales
eximentes, es decir, la carga de la prueba ante la demostración de lo anterior le competía
al demandado, pues el Juez presumió que la actividad de riesgo era la "vomitada",
cuando en realidad la actividad de riesgo era el servicio que se brinda en el local
comercial a los clientes y el buen estado del mismo, es decir el nexo causal es el servicio
brindado, la obligación de buen servicio y seguridad hacia los clientes que visitan el local
y el accidente ocurrido.- Asimismo, acusa la falta de una adecuada congruencia, pues
se tuvo por demostrado como primer hecho que el actor sufrió un accidente,
concretamente una caída en el interior del supermercado, pero posteriormente en el
considerando indica que no existe prueba directa alguna sobre la caída del actor.- Por
último, estima que existe una errónea valoración de la prueba, pues la prueba evacuada,
tanto la testimonial de LR, la confesional del actor, la constancia de la aseguradora y el
dictamen médico pericial, establecen un nexo causal entre lo narrado por el actor y la
lesión, pues efectivamente la caída se da por el mal estado de los pisos en razón de la
limpieza que debieron haber tenido. Concluye indicando que la responsabilidad civil
objetiva fundamentada en la teoría del riesgo creado, la que enuncia que quien se

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beneficie económicamente de una actividad lícita, pero riesgosa, debe asumir los costos
de una reparación de los daños causados a otras personas.-

IV.- De acuerdo con los artículos 550, 559, 565, 574 del Código Procesal Civil, votos
5798-98, 1306-99 de la Sala Constitucional y 195-02 de la Sala Primera, ambas de la
Corte Suprema de Justicia, el presente recurso de apelación se resolverá en estricta
sujeción a lo que ha sido objeto de agravios.- Dentro de ese contexto, los artículos 2 y
35 de la Ley de la Promoción y efectiva Defensa del Consumidor, 1045, 1046, 1047 y
1048 del Código Civil, conceptúan en nuestro ordenamiento jurídico la responsabilidad
civil extracontractual, como aquella que nace del deber general de no dañar a otros.- Al
respecto, la Sala Primera de la Corte Suprema de Justicia, ha señalado
exhaustivamente que para que concurra este tipo de responsabilidad "es requisito
indispensable la existencia de un nexo causal, directo, eficiente o adecuado, entre la
conducta del sujeto a la que se pretende atribuir la responsabilidad, y el daño causado"
(Sala Primera de Casación, 10:00 horas del 14 de diciembre de 1990).- Es así, como la
ley permite cuando la causa del hecho generador no sea imputable directamente al
demandado, alegar en su defensa las llamadas causas eximentes de responsabilidad,
cuales son la falta de la víctima, hecho de un tercero, caso fortuito y la fuerza mayor de
acuerdo con el numeral 35 de la Ley de Protección y defensa Efectiva del Consumidor.-
Una de las diferencias fundamentales entre la responsabilidad civil contractual y
extracontractual, radica en la carga de la prueba, pues en la responsabilidad derivada
de un contrato el acreedor no está obligado a demostrar la culpa del deudor, ya que ésta
se presume en tanto el segundo no demuestre que su incumplimiento o el atraso no le
son imputables, como el caso fortuito o la fuerza mayor; en cambio, en la
responsabilidad extracontractual o aquiliana le compete al damnificado demostrar la
culpabilidad del autor del acto ilícito. Así el artículo 317 inciso 1) del Código Procesal
Civil, dispone que a quien formule una pretensión le incumbe la carga de la prueba
respecto de los hechos constitutivos de su derecho.- Sobre el caso concreto, esta
Cámara considera que lo alegado por el demandante no es conforme con el acervo
probatorio que consta en el expediente.- Se advierte que el aspecto fáctico central
alegado por el actor como motivo de su caída en las instalaciones de la demandada,
alude a la presencia de un "vómito de bebé", por lo que le correspondía acreditar tal
hecho, lo cual no hizo, por cuanto del examen del expediente se echa de menos prueba
conducente de la caída producto de ese vómito.- Sobre el particular, la única testigo
recibida, fue la señora Luz Marina Romero López, quien nada revelante dijo al respecto;
por el contrario, fue clara al manifestar que "Yo en sí no vi el accidente, porque yo estaba
un toquesito más atrás, yo estaba donde están los productos y él doblo hacia el área de
carnicería y embutidos.." si bien, luego declara: "El vomito fue la causa de esa caída, lo
aseguro porque inmediatamente fui donde estaba él, donde había caído y estaba un
muchacho recogiendo la vomitada que estaba ahí en el piso... El vomito era
transparente, no se distinguía por el color del piso que también era blanco..." declaración
que en tales términos, así de lacónicos, en modo alguno da lugar para deducir, primero
en la caída y segundo que si se dio ésta, se debió a la presencia del vómito.- Por su
parte, se evacuó prueba confesional del actor, sin embargo, debemos recordar: Sólo
existe confesión cuando el hecho reconocido es desfavorable al declarante, o favorable
a la parte contraria (artículo 338 del Código Procesal Civil), situación que no es la de
autos, pues no se puede tener por probada la caída con el dicho del mismo accionante.-
En cuanto a las constancias de la Aseguradora, como se indicó, no hay prueba que el

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actor haya sufrido un accidente como el descrito en su demanda y el uso de la póliza,
no viene en modo alguno, a permitir concluir que la supuesta caída se da por el mal
estado de los pisos y puede justificarse en la buena fe por parte de la sociedad
demandada.- Igual suerte ocurre con el informe médico pericial, pues el profesional
certifica las lesiones del actor, pero no puede establecerse, como lo pretende hacer ver
la parte actora, un nexo causal entre esas lesiones y lo narrado en la demanda, toda
vez que la caída pudo ser por falta de la víctima, hecho de un tercero, caso fortuito y la
fuerza mayor.- Sobre la base de lo expuesto, no se deriva mérito suficiente para revocar
la sentencia apelada.- Es cierto que por el deber de seguridad, por imperativo legal pesa
en todo establecimiento comercial la obligación de adoptar las medidas necesarias a
efecto de conjurar el riesgo de que el consumidor sufra un menoscabo en su salud e
integridad física.- En ese cometido y en relación con la acción de tránsito peatonal del
público, se impone un especial deber de diligencia por parte de los empresarios con
respecto a un mantenimiento limpio y seguro del suelo de sus locales en pro de
minimizar posibles caídas que den lugar a violentos choques de la persona contra el
suelo.- Empero, aún en un sistema objetivo de responsabilidad como lo es el que en
beneficio del consumidor preceptúa nuestro ordenamiento jurídico para las vicisitudes
de las relaciones de consumo, no cabe atribuir de manera automática al titular del local
la responsabilidad por cualquier daño que haya tenido lugar dentro del mismo, esto es,
con total prescindencia acerca de cuál haya sido su causa, así como de cualquier
posible imputación directa o indirecta al mismo de culpa alguna.- Esto es así porque el
solo hecho de que éste un local abierto al público no supone, la creación de un nuevo
riesgo o de un riesgo añadido para la seguridad de las personas, aunque en él se
desarrolle la actividad económica del que lógicamente se beneficia el empresario.- La
responsabilidad objetiva del empresario con respecto a daños sufridos por el
consumidor acaecidos dentro del local no equivale a responsabilidad absoluta o
automática, pues también campean aquí las hipótesis de exoneración de
responsabilidad propias de todo sistema objetivo de responsabilidad, como lo son
aquellas citadas anteriormente.- Colorario de lo expuesto y sin necesidad de ahondar
en mayor abundamiento de razones, se impone confirmar en lo apelado el fallo venido
en alzada.-”

3. Daños y perjuicios derivados de responsabilidad extracontractual:


Ocasionados por caída de cliente dentro de establecimiento comercial

[Sala Primera de la Corte]iii

Extracto de sentencia:

“III. Las sentencias emitidas por las instancias precedentes señalan, en lo medular, que
la actora demostró haber sufrido una caída en el establecimiento propiedad de la
sociedad demandada, causado por la presencia de un derrame de líquido en el piso,
que no contaba con señalización, lo que le produjo secuelas físicas y morales. La

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primera instancia le endilga responsabilidad subjetiva extracontractual con base en los
artículos 1045 y 1048 del Código Civil, pues le reprocha: 1) que no había indicativo de
que no se pudiera pasar por la zona, por lo que no atendió la situación con la diligencia
debida, 2) no fue diligente en mantener limpio y seguro el suelo de sus locales. Esta
tesis fue prohijada por el Tribunal. Teniendo claro este marco básico de referencia, han
de examinarse las razones de censura. Ahora, en vista del manejo que en él se hace de
las nociones de responsabilidad subjetiva, objetiva, e inversión de la carga de la prueba,
es preciso deslindar y clarificar algunos conceptos.

IV. El régimen de responsabilidad patrimonial deriva, en el ordenamiento


costarricense, del artículo 41 de la Constitución Política, conforme al cual: “Ocurriendo
a las leyes, todos han de encontrar reparación para las injurias o daños que hayan
recibido en su persona, propiedad o intereses morales. (…)”. La norma recoge el
principio -y garantía- de indemnidad de la persona y su patrimonio (neminem laedere),
de modo que cualquier afectación reprochada por el Ordenamiento, genera la obligación
de reparar -o indemnizar- al damnificado. En criterio de esta Sala, la enunciación;
“Ocurriendo a las leyes (…)”- tiene dos claras derivaciones. La primera; para obtener la
reparación, el interesado habrá de acreditar los elementos indispensables que así
disponga el legislador. La segunda; no se decanta el constituyente por un modelo de
imputación en específico (objetivo o subjetivo), de modo que la elección del sistema a
seguir, también fue dejada a la legislación. Por otra parte, la doctrina del Derecho
Continental, en un esfuerzo de sistematizar el instituto de la responsabilidad patrimonial,
acogido por la jurisprudencia local, en atención a la característica dispersa de las
normas que la regulan, ha dotado de una columna vertebral de elementos
indispensables para concluir la responsabilidad patrimonial de un sujeto, en cualquiera
de sus diversas modalidades. Así; el daño, la conducta lesiva, la existencia de un nexo
causal entre ambos y, finalmente, el criterio de imputación, que puede ser subjetivo
(dolo, culpa, negligencia o imprudencia) u objetivo (riesgo creado en el ejercicio de una
actividad) son la base sustantiva que genera el deber de indemnizar. Si bien existen
divergencias a nivel doctrinal en cuanto a si la antijuridicidad es un elemento
indispensable de la responsabilidad patrimonial, en criterio de este órgano, la cuestión
es zanjada por la propia regla constitucional, en tanto dispone que la reparación deviene
como consecuencia de una conducta -activa u omisiva- que sea contraria al
Ordenamiento Jurídico (lo que se extrae, de nuevo, a partir de la expresión “Ocurriendo
a las leyes (…)” . La precisión no deviene ociosa, toda vez que ciertos supuestos
generadores de menoscabos, podrían no derivar en responsabilidad, pues las mismas
“leyes” la excluyen. Al efecto cabe mencionar, verbigracia, en la intervención médica
que para evitar la muerte, precisa de la amputación de un miembro, o de las lesiones o
muerte provocadas a un sujeto, actuando en defensa propia. En suma, la antijuridicidad
es un juicio de constatación de que, a una conducta generadora de daños, se le impone
la consecuencia jurídica de responder patrimonialmente. Ahora bien, aquellos
elementos; daño, conducta lesiva, nexo causal y criterio de imputación, requieren de
acreditación. Los dos primeros son constataciones de eventos fenomenológicos, de
modo que ha de probarse que tuvieron lugar. El nexo causal es un juicio de vinculación
entre el antecedente y el efecto; entre el hecho y su consecuente. Dependiendo de su
complejidad, podría ser de fácil apreciación, o incluso, requerir de prueba técnica. El
criterio de imputación está definido por el legislador, de modo que si es subjetivo, por
regla general habrá de demostrarse la imprudencia, impericia o negligencia, en tanto

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que si es objetivo, que el menoscabo se produjo dentro -o con ocasión de- una actividad
o situación que el legislador predefinió como riesgosa, como acontece, por citar un caso,
en las relaciones de consumo. Si bien las reglas de la carga de la prueba provienen,
usualmente, del Derecho Procesal, lo que supondría que la prueba de esos elementos
indispensables de responsabilidad, se regiría por lo que establece el artículo 317 inciso
1) del Código Procesal Civil; en ciertos supuestos el Derecho Civil costarricense, desde
muy antigua data, ha establecido reglas particulares y excepciones, en atención a las
actividades en las cuales tiene lugar el daño. En materia de responsabilidad
extracontractual, que es lo debatido en este asunto, se encuentran algunos ejemplos de
ello. El régimen de responsabilidad extracontractual definido por el artículo 1045 del
Código Civil, es indudablemente subjetivo: “Todo aquél que por dolo, falta, negligencia
o imprudencia causa a otro un daño, está obligado a repararlo junto con los perjuicios.”.
El precepto no contiene ninguna enunciación relacionada sobre la carga de probar los
elementos de responsabilidad. No obstante, el propio numeral 1048 ibidem, -ubicado
dentro del mismo capítulo del artículo 1045 mencionado-, contiene indicaciones precisas
que se contraponen a lo dispuesto en el precepto 317 referido. Nótese que en los
primeros dos párrafos se indica: “Los jefes de colegios o escuelas son responsables de
los daños causados por sus discípulos menores de quince años, mientras estén bajo su
cuidado. También son responsables los amos por los daños que causen sus criados
menores de quince años. / Cesará la responsabilidad de las personas dichas si
prueban que no habrían podido impedir el hecho de que se origina su responsabilidad,
ni aún con el cuidado y vigilancia común u ordinaria.” (El destacado es suplido). En este
caso, a juicio de este órgano, si bien es diáfano que se sigue un sistema de
responsabilidad subjetivo por hecho ajeno, el legislador se decantó por presumir la
culpa, trasladando la prueba al demandado de que no habría podido impedir el daño “ni
aún con el cuidado y vigilancia común u ordinaria”. Lo dicho no equivale, como por error
se entendió en otras épocas, que ello suponga, en la parte citada del precepto, una
conversión del régimen de responsabilidad subjetivo en uno objetivo, pues el elemento
de imputación determinante continúa siendo la culpa. La diferencia estriba en que el
legislador invirtió la regla general, para presumirla -iuris tantum- en el caso concreto y
trasladarle al demandado la acreditación de su diligencia, prudencia, cuidado o pericia,
según corresponda. Así, la legislación sustantiva de responsabilidad patrimonial da
cuenta, desde antigua data, de lineamientos que más recientemente se examinan desde
la teoría de la facilidad y disponibilidad probatoria. Es decir, en ciertos casos el legislador
incorporó presunciones iuris tantum sobre algunos de los elementos de responsabilidad,
que se derriban hasta que el demandado pruebe lo contrario. Esta mutación deliberada
y expresa en las reglas probatorias, a diferencia de lo que señala el recurrente, no
“convierten” un régimen subjetivo a uno objetivo. Por otra parte, en cuanto al nexo
causal, la regla general sobre la carga de la prueba impondría que, por tratarse de un
juicio de vinculación entre dos eventos -una acción u omisión y un resultado lesivo-, en
principio, debe ser acreditado por el actor. Sin embargo, la actitud procesal del
demandado no tiene que ser equivalente a la inercia, en tanto la legislación le dota de
la posibilidad de defenderse (activamente), demostrando, por su parte, que ese reputado
vínculo se rompe ante la intervención de un tercero, del hecho o la culpa de la propia
víctima, en virtud de caso fortuito, o de fuerza mayor -según corresponda-. Esto resulta
acorde con lo dispuesto por la norma procesal referida -inciso 2-, puesto que al
demandado le corresponde probar los hechos impeditivos, modificativos o extintivos del
derecho del actor. En esta misma línea el artículo 1048 ibidem refiere: “(…) Y si una

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persona muriere o fuere lesionada por una máquina motiva, o un vehículo de un
ferrocarril, tranvía u otro modo de transporte análogo, la empresa o persona
explotadora está obligada a reparar el perjuicio que de ello resulte, si no prueba que
el accidente fue causado por fuerza mayor o por la propia falta de la persona muerta o
lesionada.” (El destacado es suplido). De igual modo, el numeral 702 ibídem, refiere: “El
deudor que falte al cumplimiento de su obligación sea en la sustancia, sea en el modo,
será responsable por el mismo hecho de los daños y perjuicios que ocasione a su
acreedor, a no ser que la falta provenga de hecho de éste, fuerza mayor o caso
fortuito.”. En esa misma tesitura puede citarse el precepto 35 de la Ley de la Promoción
de la Competencia y Defensa Efectiva del Consumidor, conforme al cual: “El productor
el proveedor y el comerciante deben responder concurrente e independientemente de
la existencia de culpa, si el consumidor resulta perjudicado por razón del bien o el
servicio, de informaciones inadecuadas o insuficientes sobre ellos o de su utilización y
riesgos. / Sólo se libera quien demuestre que ha sido ajeno al daño. (…)”. (Los
destacados no provienen del original). Con todo, tanto en regímenes de responsabilidad
subjetivos, como objetivos, sí residiría en el demandado la carga de probar que fue ajeno
al daño, pues corresponde a un hecho impeditivo de las pretensiones del actor. Así las
cosas, habiéndose deslindado que en ciertos supuestos de responsabilidad subjetiva,
la culpa podría presumirse, lo que no equivale a objetivación del régimen de
responsabilidad, y que el demandado tiene la carga de demostrar los hechos que
producen el rompimiento del nexo causal, habrá de examinarse el meollo de
disconformidad.

V. En tesis del recurrente, las normas citadas por los fallos (1045 y 1048 del Código
Civil), no dan cuenta de su responsabilidad, porque no se demostró que alguno de sus
empleados ocasionara el derrame, no tenía obligación de señalizarlo, ni de evitar el
daño, en tanto esas reglas no le imponen la obligación de reparar los daños y perjuicios
que sucedan en su inmueble. Las normas referidas, por sí mismas, podrían -en
apariencia- resultar insuficientes para fincar la responsabilidad de la empresa
demandada. No obstante, en criterio de este órgano, en las sentencias subyace el
examen de antijuridicidad de la conducta endilgada al actor, pero de seguido será
clarificada aún más diáfanamente. Para ello, precisa tomar en cuenta lo dispuesto en el
artículo 41 de la Constitución Política. Esta máxima, según se dijo, obliga a responder
por los daños causados, de lo que se sigue -aunque resulte obvio- la obligación de no
causar daño. Tratándose de un comerciante, con un establecimiento abierto al público,
destinado a exhibir y vender mercancía y brindar servicios, con zonas donde se permite
el libre tránsito de personas, el titular está obligado, en virtud de la máxima elemental
de no causar daño a otro, a realizar su actividad empresarial disponiendo, con diligencia,
lo que sea necesario para dotar de seguridad a las personas a quienes se permite -y
promueve- el acceso a su local. Esta es una derivación elemental del principio general
de buena fe y prohibición del abuso del derecho contenidos en los artículos 21 y 22 del
Código Civil. Dicho de otro modo, la libertad de empresa y de comercio, junto con su
derecho de propiedad que tiene garantizados desde la misma Constitución, permiten a
los particulares hacer todo aquello que no esté prohibido. Ahora, causar daño en el
ejercicio de los derechos está prohibido por el Ordenamiento, de modo que si en el
ejercicio de tales garantías, un sujeto lesiona -en este caso por negligencia- la garantía
de indemnidad de las personas, tiene obligación de responder. Así, contrario a su aserto,
sí tenía el deber de señalizar el charco y disponer todo lo que estuviere a su alcance

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para informar suficientemente sobre el derrame y evitar, por mecanismos razonables,
que alguien tuviera un percance en él. Con todo, este examen da cuenta de la
responsabilidad que se le endilga con base en los preceptos 1045 y 1048 del Código
Civil. En síntesis, conforme a las razones señaladas, el recurso debe denegarse.”

4. Demanda a corporación de supermercados por caída de señora causada


por piso mojado

[Tribunal Segundo Civil Sección I]iv

Extracto de sentencia:

“I. Sobre los hechos probados: El listado de la sentencia se sustituye por el siguiente:
1. Sin precisar hora exacta, pero sí en la tarde del día diez de febrero de dos mil
dieciséis, la actora [Nombre 011], quien es persona adulta mayor, se encontraba en las
instalaciones del supermercado Walmart en Escazú, propiedad de la aquí accionada,
Corporación de Supermercados Unidos, Sociedad Anónima, propiamente en el área de
cajas, cuando, al realizar una maniobra con el carrito eléctrico que usaba para
desplazarse dentro del negocio, una de las ruedas del mismo se atascó en un estante
con mercadería, el cual se le vino encima. Debido a la pronta ayuda de una persona,
quien la jaló a tiempo, no fue golpeada por dicho artefacto (en ese sentido, ver hechos
cuarto y quinto de la demanda a folio 52, el cuarto tácitamente aceptado por la
accionada, en lo que aquí se indica, al contestar la demanda a folio 103, declaración de
[Nombre 012] de folios 802 a 806). 2. Debido a lo ocurrido, la actora sufrió en ese
momento una fuerte impresión que la afectó emocionalmente, de tal forma que fue
trasladada al Hospital La Católica, por cuenta de la demandada, donde se le diagnóstico
trauma en brazo derecho y cervicalgia, lo que se le trató con analgésicos para el dolor
y con un cuello ortopédico, efectuándosele además una serie de exámenes para
determinar su estado físico, por lo que permaneció hasta el día siguiente en dicho centro
hospitalario, de donde se le dio de alta (expediente médico certificado de folios 388 a
482). 3. Para la fecha del accidente, la actora ya era pensionada por invalidez, debido a
un accidente laboral que la dejó con múltiples dolores en la espalda, extremidades y
cervicales. Previamente había sido operada de la rodilla, padecía de asma y
fibromialgia, además de encontrarse en tratamiento psiquiátrico desde junio de dos mil
cinco por trastorno depresivo-ansioso y estrés post traumático, por la caída sufrida en
su centro de trabajo. La suma de estos padecimientos prexistentes al incidente descrito
en el hecho primero, ya le habían producido una limitación física para desplazarse
(contestación de la accionada a los hechos octavo y noveno de la demanda, expediente
médico certificado por el Hospital La Católica de folios 388 a 482, especialmente lo
indicado por la actora a folio 473, expedientes médicos certificados por la Caja
Costarricense de Seguro Social de folios 484 a 699 y 724 a 769).

II. Sobre los hechos no probados: El único hecho que se indica se sustituye por los
siguientes: No probó la actora: 1. Que como consecuencia del percance sufrido en el

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negocio de la demandada, se le subió la presión, perdió la conciencia por el dolor, miedo
y desesperación, además de sufrir un daño grave en su integridad física que le causó
fuertes dolores que posteriormente no le permitieron coordinar sus movimientos y que
esto le provocó angustia (se encuentran ayunos de prueba). 2. Que como consecuencia
del accidente sufrido en el establecimiento de la accionada tuviera que contratar los
servicios de una servidora doméstica, para que realizara los quehaceres domésticos
que ella hacía antes del mismo (no existe prueba idónea al respecto). 3. Que como
producto del accidente, no pudo conciliar el sueño (no existe prueba idónea que lo
acredite). 4. Que fue maltratada emocional y psicológicamente por los empleados de la
accionada (no se hizo prueba). 5. A consecuencia del infortunio, sufrió "estados de
estrés, miedo y desesperación sin iguales " (no existe prueba idónea que así lo
demuestre). No acreditó la demandada: 6. Que el incidente sufrido por la actora en sus
instalaciones se debiera a su negligencia en la conducción del carrito eléctrico que ese
día utilizó para desplazarse y hacer sus compras (no existe prueba alguna al respecto).

III. Mediante sentencia de las dieciséis horas cuarenta y dos minutos del veintiuno de
setiembre de dos mil dieciséis (folios 824 a 833), el juez de primera instancia dispuso:
"Se rechaza la excepción de falta de legitimación y se acoge parcialmente la excepción
de falta de derecho.- Se declara con lugar parcialmente el presente proceso ordinario
promovido por [Nombre 011] contra CORPORACIÓN DE SUPERMERCADOS UNIDOS
SOCIEDAD ANÓNIMA, entendiéndose denegada en lo que expresamente no se
indique.- Se condena a la demandada a pagar a la actora por concepto de daño moral
la suma de DOS MILLONES DE COLONES.- Son ambas costas de este juicio a cargo
de la sociedad demandada.-". Contra lo así resuelto se alzan ambas partes, la actora
en los términos del libelo de folios 837 a 847, suscrito por su apoderado especial judicial
Mario Rojas Barrantes y la demandada, de acuerdo a los escritos de folios 851 a 853
(recurso de apelación) y 868 a 874 (expresión de agravios), ambos suscritos por su
apoderado especial judicial, Sergio Artavia Barrantes.

IV. Sobre el recurso de apelación de la demandada : En forma resumida se reprocha


en primer lugar, el juzgador aplicó en el presente caso el régimen de responsabilidad
objetiva establecido en la Ley 7472 denominada de Promoción y Defensa Efectiva del
Consumidor, respecto de la cual, afirma, no hicieron referencia, ni la parte actora en el
escrito de la demanda, ni la accionada al contestarla, lo que la coloca en un estado
grave de indefensión, al verse vulnerados el derecho de defensa y el principio de
igualdad de las partes. El reclamo no es de recibo. Si bien reconoce el Tribunal, que
en el contenido de la demanda no se indica claramente el régimen de responsabilidad
que se invoca, ya que la argumentación de la actora y su abogado, adolece de una
acertada precisión jurídica, al oscilar la misma entre el criterio de imputación objetivo
(puesta en marcha de una actividad riesgosa en relaciones de consumo) y subjetivo
(culpa, negligencia), lo cierto es que sí podemos afirmar que se hace alusión al primero
de ellos a folio 53, párrafo in fine, esto, cuando dice: "...Estamos claramente aquí ante
un caso de Responsabilidad Civil Extracontractual ya que surge por los daños y
perjuicios causados a terceros como consecuencia de actividades que crean riesgos a
personas ajenas a la misma" y a folio 55 punto d) al sostener que se cumple en este
asunto la teoría del riesgo, no resultando así sorpresivo para la accionada el sustento
de la demanda y la aplicación del criterio de imputación objetivo. En ese tanto, debió
aportar los elementos probatorios necesarios, los cuales echa de menos el a quo para

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acreditar, de manera fehaciente, que la actora incurrió en una conducta negligente a la
hora de maniobrar el carrito eléctrico en el área de cajas -culpa de la víctima-, esto, con
el fin de excluir su responsabilidad en el hecho, por lo que, no hay en este caso ninguna
violación al derecho de defensa ni al principio de igualdad de las partes que pueda
producir la nulidad del fallo. Aunado a ello tenemos que, la Sala Primera de la Corte
Suprema de Justicia ha señalado en forma reiterada, que en virtud de la aplicación del
principio iura novit curia no existe incongruencia cuando, de la causa de pedir y la
pretensión contenidas en la demanda se puede inferir, como en este caso, que los daños
y perjuicios reclamados por la parte actora derivan de una relación de consumo, en la
que, la persona comerciante, ha puesto en marcha una actividad creadora de un riesgo
capaz de producir daños al consumidor, en los términos que se derivan del artículo 35
de la ley de cita (ver entre muchos, los votos números, 421 de las 14:30 horas del
09/04/2013 y 345 de las 09:50 horas del 19/03/2015).

V. En segundo lugar, se cuestiona la recurrente la existencia del daño, cita extractos de


dos votos, de los cuales no identifica la autoridad judicial de la que proceden, para
seguidamente reprochar, que el juzgador indica en la sentencia que las dolencias de la
actora fueron causadas por la "mala disposición de los estantes", sin embargo, a su
criterio, esto no implica la existencia de un nexo causal suficiente del cual se pueda
derivar la verdadera existencia de daño moral subjetivo, además de que, "de las
afirmaciones realizadas ni siquiera se puede asumir de forma remota la existencia de
un daño". La protesta no es procedente. De una lectura del Considerando VIII del fallo
podemos concluir, que lo afirmado por el apoderado de la quejosa en este punto, a fin
de que se considere no existe una relación de nexo causal, es falaz. Nótese que no es
cierto que el juzgador indicó en el fallo "que las dolencias de la actora fueron causadas
por la «mala disposición de los estantes»", dado que a folio 830 frente, lo que realmente
asegura el a quo es que, "el percance sufrido por doña [Nombre 011] en el
Supermercado, se debió a una mala disposición de la estantería" (lo resaltado es
suplido). Como se aprecia, a lo que alude el juez en este punto, es a la condición, que
a su juicio propició el accidente sufrido por la actora cuando, un estante ubicado en el
área de cajas se le vino encima al realizar una maniobra con el carrito eléctrico que
manejaba, no así al daño, que de carácter moral, estima se produjo como consecuencia
de lo ocurrido. Por otro lado, no indica la impugnante en forma clara y precisa cuáles
son esas afirmaciones realizadas por la parte o el togado, ya que no se aclara de quien
las hace, de las cuales no se puede derivar, ni siquiera remotamente, la existencia de
un daño, lo que hace al agravio carecer de fundamentación. Ahora, también se
argumenta en este aparte, que el daño invocado por la demandante no es tutelable,
pues según lo ha expuesto la Sala Primera no lo es, cuando consiste "en meras
subjetividades de la presunta víctima o en daños insignificantes". Manifiesta que en este
caso, lo sufrido por la actora fue un "susto", que no produjo daños físicos, ni daños
materiales, lo cual, estima, no justifica la condena por daño moral, aparte de que las
"precondiciones" padecidas por la actora, las que el mismo juzgador reconoce, no le son
imputables, así, señala, dicho " susto" constituye, "en palabras de la Sala I,
susceptibilidades excesivas y subjetivas que no son atribuibles.", según cita que a
continuación realiza. Finalmente indica, no se puede tener por demostrada la existencia
del daño moral únicamente "por su dicho", pues no se demostraron los hechos de los
cuales se pueda colegir, en el tanto, reitera, no hubo daño físico o patrimonial. La
inconformidad deberá rechazarse . Primero, debemos partir del hecho de que el daño

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físico o patrimonial, no es requisito para que se produzca un daño moral de la víctima,
como pareciera entenderlo el apoderado de la demandada, pues los mismos son
independientes y autónomos. Segundo, tampoco es plausible descartar la existencia del
daño moral sufrido por la actora, debido a su condición de salud preexistente. Tercero,
la cita de jurisprudencia en el recurso, por sí misma, no implica fundamentación de este.
Al respecto señala el autor argentino Osvaldo Gozaíni: " ...no puede ser considerado
como una crítica concreta y razonada del fallo apelado, cuando no se procede a
correlacionarlos debidamente con la cuestión materia de debate, ni con ellos se
desvirtúan los argumentos, con base en prueba concreta, con los cuales el sentenciante
de primera instancia ha formado convicción" (Gozaíni, Osvaldo A. Elementos de
Derecho Procesal Civil. 1ª edición. Buenos Aires. Editorial Ediar. Pags 443 y 444). En la
especie, la recurrente lo que concluye, luego de la transcripción de algunos extractos de
sentencias, es que el daño moral que doña [Nombre 011] reclama en este caso, no es
indemnizable, dado que ella "accionó por un aparente susto que sufrió en el
supermercado" sin consecuencias corporales o patrimoniales y que las "precondiciones"
de salud de doña [Nombre 011], que el juez reconoce "como co-causas del daño son
inimputables " y constituyen más bien "susceptibilidades excesivas y subjetivas ". Sin
embargo, a juicio del Tribunal, lo expuesto por la apelante no guarda relación directa
con la motivación concreta e integral que hace el juzgador en el Considerando VII de la
sentencia, en el sentido de que, el accidente ocurrido a la actora en el negocio de la
accionada tuvo, a nivel emocional, consecuencias jurídicamente tutelables.
Efectivamente, el a quo estimó sobre este punto: " En cuanto al daño moral solicitado,
el mismo si resulta procedente.- No hay duda que el percance sufrido por doña [Nombre
011] en el Supermercado, se debió a una mala disposición de la estantería con respecto
al espacio necesario para que pudieran circular los carritos eléctricos que al efecto tiene
dispuesto el Supermercado de la demandada para las personas con necesidades
especiales de traslado, tal y como dispone como obligación, el numeral 41 de la Ley
7600, denominada Igualdad de Oportunidades para las Personas con Discapacidad.- Y
según se indicó no tuvo consecuencias físicas mayores, aunque si provocó en doña
[Nombre 011] una impresión que la alteró emocionalmente y que le afectó su parte
anímica, siendo que además que le provocó sentimientos de frustración, angustia de no
ser atendida oportunamente conforme a lo dispuesto por la Ley 7600, es decir en una
caja especial con prioridad de atención debido a los problemas de movilización que
tiene. En igual sentido, el hecho de que sufriera un desmayo y tuviera que ser movilizada
a un nosocomio privado para que la atendieran sin duda alguna la alteró al punto de que
tuvo que ser tranquilizada de sus dolores crónicos con analgésicos fuertes como la
morfina.- Y como consta en autos pasó un día completo internada en el Hospital la
Católica, situación que sin duda alguna provocó que se minara su estado anímico.- Lo
anterior porque doña [Nombre 011] llegó al supermercado propiedad de la demandada
a hacer compras y no encontrarse con una situación repentina que le provocó una
impresión, terminando en el Hospital indicado. ...Ahora bien, considerando las
circunstancias de como ocurre el accidente dentro de las instalaciones de la
demandada, así como las condiciones de discapacidad de la demandada, las
consecuencias que produjo en su estado anímico debido a sus padecimientos crónicos
de asma y fibromialgia, así como la obligación que tiene la demandada de dar atención
prioritaria a las personas con discapacidad, el suscrito Juzgador considera que la suma
de DOS MILLONES DE COLONES es una cantidad suficiente para resarcir ese daño
moral sufrido por la actora.-...". Como se aprecia de lo anterior, existe una falta de

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cuestionamiento puntual de la accionada contra las razones dadas por el juez para
conceder el rubro de daño moral, entre ellas, el ser doña [Nombre 011] una persona
adulta mayor, discapacitada, con una condición de salud preexistente que fue afectada
dada la fuerte impresión que causó en ella el incidente, de tal manera que tuvo que ser
trasladada a un centro médico donde permaneció internada por un día para tratar su
reacción física al hecho de que, una estantería ubicada en el negocio de la accionada
se le vino encima al maniobrar el carrito eléctrico que conducía, cuyas mayores
consecuencias pudieron ser evitadas por un tercero. Tome en cuenta la parte, que la
competencia funcional de este órgano está limitada a los agravios, que en este caso, no
se encuentran debidamente fundamentados por la empresa apelante. En consecuencia,
la existencia del daño moral subjetivo, que en primera instancia se estableció a favor de
doña [Nombre 011] deberá mantenerse.

VII. En tercer lugar se alega: "Aún y aplicando el régimen de responsabilidad civil del
consumidor, ilegalmente aplicado, erró el juzgador al tener por demostrado que los
estantes estaban mal acomodados, sin un solo medio probatorio. Aún y no teniéndolo
como hecho probado formalmente, la sentencia impugnada indica en sus considerandos
que se tuvo por demostrado que los estantes estaban mal acomodados. El artículo 35
de la Ley 7472 obliga al consumidor a, como mínimo, demostrar que el daño se sufrió
en razón del bien o del servicio, mientras que le releva de demostrar la culpa o dolo del
comerciante. En el caso concreto no hubo un solo medio probatorio que sustentara que
el supuesto daño se sufriera por las razones que acusa la actora. No es cierto que todo
daño que suceda dentro del inmueble de un comerciante genera responsabilidad
automática. Pesa sobre el actor el mínimo de demostrar como sucedió el accidente y si
del propio dicho del actor se colige culpa suya, se debe admitir la defensa y rechazar su
reclamo./ La testigo [Nombre 012] que cita el juzgado, no presenció el supuesto
accidente, pues declaró que fue llamado por personeros de la demandada después de
sucedido. Por lo que constituye un error de hecho en la valoración de dicho testimonio,
atribuirle hechos que no dijo el testigo.". El agravio es de recibo únicamente en lo
que se dirá. En relación al criterio de imputación aplicado, es un aspecto al que ya nos
referimos supra. Y sí, lleva razón la recurrente en sentido de que, no es un hecho
acreditado en autos que los estantes mencionados estaban mal colocados, por ello el
Tribunal varió este evento fáctico de la siguiente manera: " ...la actora [Nombre 011],
quien es persona adulta mayor, se encontraba en las instalaciones del supermercado
Walmart en Escazú, propiedad de la aquí accionada, Corporación de Supermercados
Unidos, Sociedad Anónima, propiamente en el área de cajas, cuando, al realizar una
maniobra con el carrito eléctrico que usaba para desplazarse dentro del negocio, una
de las ruedas del mismo se atascó en un estante con mercadería, el cual se le vino
encima. Debido a la pronta ayuda de una persona, quien la jaló a tiempo, no fue
golpeada por el mismo". Ahora, el Tribunal estima que la apelante, al contestar los
hechos cuarto y quinto de la demanda, no negó que el accidente se produjo como
consecuencia del servicio prestado por ella, ni que la dinámica fue la aquí descrita por
la Cámara, sino que lo que hizo, fue calificar la acción de la actora, de maniobrar el
carrito eléctrico y de que ese se enganchara en el estante ubicado en la caja, de
negligente y de falta de deber cuidado de su parte, esto con fin de asegurar, que existió
culpa de víctima. Pero resulta que, de conformidad con el numeral 35 de la Ley 7472 de
cita, es a la demandada a quien le correspondía demostrar que fue ajena al hecho
dañoso, lo que no logra hacer, pues el único elemento con que cuenta para acreditar su

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dicho, es la misma narración de la demandante, de la cual, contrario a lo que indica la
apelante, no es posible extraer una negligencia de su parte. Es cierto, que no todo daño
que sufra una persona "dentro del inmueble " (sic) de un comerciante, genera
responsabilidad de forma automática, pero también lo es, que todo daño que un
consumidor sufra en un negocio comercial, que presta un servicio, como en este caso,
de venta de bienes, debe considerarse prima facie una responsabilidad objetiva, salvo,
que dicho comerciante acredite, de forma fehaciente, que es ajeno al daño como tal, lo
que precisamente, no probó la quejosa en el proceso. No se cuenta en autos con
elementos probatorios de que doña [Nombre 011] actuara ese día con imprudencia,
negligencia o descuido inexcusable. La causa del accidente sufrido por la actora, no fue
el que se le atascara una rueda del carrito en el estante, es que este se desestabilizó al
no estar adherido al suelo, lo que produjo que se le viniera encima. Así las cosas, el
Tribunal considera que analizados en forma conjunta, el dicho de la víctima, la forma en
que la parte accionada procede a contestar los hechos cuarto y quinto de la demanda y
la testimonial de la señora [Nombre 012] a folio 802 a 806, se logra probar donde ocurrió
el accidente y su dinámica. Finalmente, es cierto que la declarante [Nombre 012], hija
de la actora no observó el accidente, no obstante, en su declaración da fe que, ocurrido
este y comunicada del mismo por personeros de la demandada, se apersonó
inmediatamente al supermercado Walmart de Escazú, observando la reacción
emocional que su madre tuvo con motivo del mismo, además de ser, por este motivo,
trasladada a una clínica para su atención.

VIII. En cuarto lugar expresa la apelante: "No es cierto lo concluido por el juzgado en
cuanto a que el supermercado no contaba con pasillos para que personas con
discapacidad transitaran seguramente. La propia demandante afirma y el juzgado
reconoce, que existía una fila para personas con discapacidad, pero que en ese
momento estaba llena. No se tuvo por demostrado, por no ser cierto, que estuviera llena
de personas sin discapacidad y así de alguna manera achacar responsabilidad a mi
representada. Es irracional exigir que los pasillos de supermercado para personas con
discapacidad tengan que tener que un ancho según el cual las personas que los utilicen
puedan descuidar los mínimos cuidados y aún así quedar indemnes. De la propia
confesión espontánea de la actora y los hechos tenidos por demostrados se concluye
que la actora hizo una maniobra que el pasillo de discapacitados, QUE SI EXISTIA Y
EXISTE, exigía un mínimo de cuidado. No es controvertido el que el estante NO se cayó
solo. La actora lo botó con su carrito. Es decir se violentaron las reglas de las
presunciones humanas, al concluir que no existió, como mínimo, culpa de la víctima.".
El reproche no es admisible. Palabras más, palabras menos, lo que cuestiona aquí la
apelante nuevamente, es cómo se produjo el accidente y que la actora es la responsable
de que el estante se le viniera encima, lo que ya ha sido analizado en los Considerandos
anteriores, a los que se remite para evitar repeticiones innecesarias.

IX. Finalmente señala la empresa recurrente: " No puede caber duda que el monto
concedido por daño moral es exagerado, irracional y desproporcionado. Si bien el juez
tiene cierta discrecionalidad en la fijación del quantum por daño moral, debe respetarse
siempre los principios constitucionales de razonabilidad y proporcionalidad. Para ese
fin, es necesario analizar las circunstancias particulares del caso. En el caso concreto
el juzgador tuvo por demostrado una afectación meramente subjetiva y por
susceptibilidades subjetivas que no son amparables jurisdiccionalmente. No hubo

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ningún daño físico-corporal- o patrimonial, que justifique una condena de 2 millones de
colones. Montos como el descrito han sido otorgados a personas que han sufrido
verdaderos daños físicos-corporales- y no menoscabos anímicos de los cuales
únicamente se tiene su dicho.". El reclamo deberá rechazarse. Una vez más insiste la
quejosa en restar importancia o de descalificar el impacto emocional sufrido por la
actora, llamándolo "una afectación meramente subjetiva y por susceptibilidades
subjetivas que no son amparables jurisdiccionalmente", en el tanto doña [Nombre 011]
no sufrió ningún daño patrimonial o físico, pero con esto la recurrente no ataca la
"razonabilidad y proporcionalidad" del monto fijado como indemnización a la actora, sino
la existencia misma del hecho dañoso, partiendo para ello de una apreciación
meramente subjetiva de las consecuencias que produjo el infortunio. Por último, que el
monto de dos millones ha sido otorgado a personas que han sufrido daños físicos
corporales, es una afirmación que no demuestra la impugnante y tampoco guarda
relación alguna con el daño moral otorgado a la víctima en este caso. Aún más, es
importante hacer hincapié en que, cualquier fallo que se hubiera dado en vía civil, en el
sentido que invoca la apelante, no es vinculante para este Tribunal, quien considera que
la suma fijada por el a quo en forma prudencial, sí es razonable y proporcional, pues
guarda corelación con lo padecido emocionalmente por la demandante como
consecuencia del accidente sufrido.

X. Sobre el recurso de apelación de la actora: En primer término se afirma, es


cuestionable y contradictoria la posición del juzgador, pues por un lado, en el incidente
de objeción de la cuantía estimó que esta, no era exagerada ni ficticia, por lo que la fijó
en la suma de ¢53.000.000.00, conforme a los montos peticionados en la demanda,
aspecto que fue confirmado por este Tribunal, mientras que, en la sentencia señala que
el daño moral reclamado resulta abiertamente despropocionado. Asevera, de ser así
entonces el juzgado debió desde un principio acoger la incidencia y fijar la cuantía sin
más contratiempo en la suma que creía a su "sana crítica" al disgusto anímico de la
actora. Reprocha que el fallo en este punto también es contrario a la magnitud del daño
recibido, por lo que considera que el monto aprobado es una burla, al distar mucho de
la estimación de la cuantía que se fijo. La protesta no es atendible . Sin duda la tesis
del apoderado de la apelante es totalmente absurda y violenta, entre otros, el principio
de independencia del juez, al pretender darle un carácter de obligatoriedad a los
términos en que se dio la fijación de la cuantía al resolverse el incidente de objeción
planteado por la demandada. Tome en cuenta el apoderado de la demandante, que este
acto es para efectos netamente procesales, más aún tratándose de obligaciones de
valor, que se realiza de manera previa a la etapa probatoria, de tal manera que no es
dable, bajo ninguna circunstancia, sujetar al sentenciante a lo decidido en forma
interlocutoria. Por lógica jurídica, es en la sentencia de fondo donde la persona
juzgadora determina, luego del correspondiente análisis fáctico, probatorio y legal, si la
parte accionada es responsable desde el punto de vista civil, si los daños y perjuicios
pretendidos por la parte actora resultan procedentes o no y en caso de lo primero, el
monto, que entratándose del daño moral, estima es proporcional y razonable a la
magnitud del daño sufrido por la víctima. La recurrente no ataca en forma concreta clara
y precisa, las razones por las cuales el a quo fija el daño moral, lo que hace que su
molestia carezca de fundamento.

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XI. En segundo lugar señala: " El daño físico de Doña [Nombre 011] si existe, ya que ha
tenido cambios degenerativos, la manifestación de su esposo y testigo [Nombre 013],
es clara al manifestar que Doña [Nombre 011], después del accidente, ha tenido
cambios importantes en su comportamiento, ya no conviven maritalmente pues ella ha
perdido el apetito sexual y la convivencia en pareja no existe, no puede conciliar el
sueño, su estado anímico no es el mismo, sobrevienen síntomas que antes no tenía
anteriormente, es vulnerable ante circunstancias que vuelve a re - experimentar, por lo
que ya no quiere hacer ningún ejercicio ni caminar, se vuelve impredecible en su
comportamiento en familia.". A continuación la recurrente hace alusión a
manifestaciones hechas por la testigo [Nombre 012], que a criterio de la Cámara
constituye esencialmente una queja, a la forma en que los personeros de la accionada
abordaron el accidente de su madre y a la atención recibida por esta en el Hospital La
Católica. Finalmente señala: "El daño que padece Doña [Nombre 011] es colateral,
posterior a un accidente o trauma postraumático por estrés, nunca fue valorado, no se
le dio seguimiento, no se realizó un chequeo post-traumático o para descartar secuelas
cognitivas, conductuales y emocionales.". La inconformidad no es de recibo. Dada
las condiciones de salud preexistentes de la actora, la prueba testimonial resulta
inidónea para determinar un posible daño físico como consecuencia directa del
accidente sufrido por ella en las instalaciones de la demandada, lo cual el juez rechaza
por las razones que expone en el Considerando VI, que no son cuestionadas por la
apelante. Tómese en cuenta que la misma actora reconoce que el supuesto "daño
colateral" que dice sufrió posteriormente al incidente, no fue valorado médicamente en
este proceso, esto implica, a criterio del Tribunal, que la parte no cumplió con la carga
de la prueba, pese a que a ella correspondía acreditar, de manera fehaciente, la
existencia del daño físico alegado, lo cual no hizo.

XII. En tercer lugar se expresa: "Es importante hacer énfasis, que según dictamen de la
Clínica Católica que se encuentra en el expediente, la atención que se dio a Doña
[Nombre 011] fue por un tiempo limitado de 24 horas, sin embargo el daño que sobrevino
posterior del accidente o trauma postraumático por estrés nunca fue valorado, no se le
dio seguimiento, no se realizó un chequeo para descartar secuelas cognitivas,
conductuales y emocionales, es decir se dejaron sin atender, para corroborar lo dicho,
nos remitimos a la prueba para mejor resolver, que no fue valorada por el a-quo...", la
prueba que se indica no fue apreciada es la que consta a folios 76 y 180, la cual
transcribe para seguidamente censurar: "Sin embargo, el Señor Juez dice que no hay
prueba que nos permita concluir que Doña [Nombre 011] sufrió un daño físico, más allá
que una impresión traumática, que del expediente del Hospital Clínica Católica tampoco
se desprende que se la haya incapacitado para sus labores habituales, por esas razones
se debe descartar el daño físico reclamado y descartar la pretensión económica./
Apreciación que dista mucho de la epicrisis actual de Doña [Nombre 011] por la que
mantiene atención médica, acordémonos que solo estuvo en observación un día, y que
por orden de los personeros del Supermercado Waltmart, se le dijo que no podía seguir
con ningún tratamiento adicional, porque ya se había gastado un millón de colones y no
tenía ningún hueso roto, dándosele de alta, tal y como consta en el dictamen médico
indicado, visible al folio 53 de la demanda, aparte sétimo.". Expone, en razón de lo
anterior es que se presenta certificación No 34.195-16, del expediente médico del
Hospital San Juan de Dios, sobre nota del psiquiatra de fecha del 06-10-16, en la que
se indica que la actora sigue consulta de psiquiatría desde el 2005 por presentar un

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trastorno mixto depresivo ansioso, que: "Empezó en los últimos 3 años, luego de un
accidente que sufrió en un supermercado, desde entonces pasa más inestable, con
sueños angustiantes y recurrente sobre el accidente y ve ediciones imaginarias con lo
ocurrido ese día. Su respuesta al tratamiento ha sido pobre.". El reclamo no es
procedente. Primero, se vuelve hacer referencia a un daño emocional que se dice
sobrevino posteriormente al accidente que la parte denomina "trauma postraumático por
estrés" no valorado médicamente en este proceso, lo que evidentemente no formó parte
del contradictorio y en ese tanto, no es posible para el Tribunal conocer del mismo en
esta alzada para variar los términos y el monto en que se concedió el daño moral en
primera instancia. Segundo, la prueba que se acusa no valorada por parte del juzgador,
nunca fue admitida de forma válida dentro del proceso, por lo que su apreciación era
improcedente. Ahora lo que expone a continuación la recurrente es verdaderamente
confuso y contradictorio, por lo que deberá ser rechazado. Nótese cómo en el punto
"TERCERO" del recurso, a partir del último párrafo del folio 840, el apoderado de la
actora hace alusión a los motivos que estimó el juzgador para proceder al rechazo del
"daño físico" solicitado por la actora en la demanda en la que alegó "dolores y traumas
sufridos en la integridad física" (folio 59), pero sin embargo, al manifestar su oposición
a lo así expresado por el a quo , lo hace tomando como sustento aspectos propios de
la salud emocional de doña [Nombre 011], que trata de acreditar, con una certificación
extendida por el Hospital San Juan de Dios, de una nota puesta en el expediente de la
actora en fecha 06 de octubre de 2016, por su psiquiatra tratante, que indica que la
misma presenta "un trastorno mixto depresivo ansioso", es decir, una enfermedad
mental y no física. El rechazo debe darse además porque, la certificación que se aporta
es hecha posteriormente al dictado de la sentencia y lo que se consigna en esta, es un
hecho nuevo que no se introdujo al contradictorio, en la forma y el tiempo procesal
oportuno para ello, que de haber sido así, debía ser demostrado mediante prueba
médica idónea, es decir, mediante prueba pericial, en razón de la condición de salud
preexistente de la actora. Nótese que el " trastorno mixto depresivo ansioso", le está
siendo tratado a doña [Nombre 011] desde el año 2005, por lo que no sería posible
determinar con una simple nota, que el mismo es consecuencia directa del accidente
sufrido por ella en las instalaciones de la demandada. Ahora, si esto produjo un
agravamiento en el estado de salud emocional de la demandante, así debió alegarlo y
probarlo, pero no lo hizo.

XIII. En cuarto lugar se manifiesta: "En el aparte del "perjuicio", dado del resultado de la
epicrisis que presenta la actora, es más que evidente que el mismo existe, está más que
probado, ya que Doña [Nombre 011] no puede realizar oficios domésticos ni otras
actividades porque su condición no se lo permite, viéndose obligada por su estado,
después del accidente, a contratar una empleada doméstica, que se prueba con el
hecho de su testimonio, que aflora en autos, pone de manifiesto que fue contratada
precisamente por los padecimientos de Doña [Nombre 011], entre ellos por la pérdida
de equilibrio y dolor de cabeza constante todo este daño físico sufrido por la actora, ya
expuesto en el aparte tercero, viene a dar sustento al perjuicio, porque es resultado del
mismo, por lo que no es cierto como lo asegura el a-quo que no se halla acreditado y
debe desestimarse por no existir.". El agravio no es de recibo. Es cierto que la testigo
[Nombre 015] indica en su declaración de folio 800, haber sido contratada como
servidora doméstica para atender a doña [Nombre 011] en fecha 15 de febrero de 2013,
es decir, a pocos días después del accidente, esto, debido a su deterioro físico y

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psicológico, no dice la deponente, que entre ellos está la pérdida de equilibrio y dolor de
cabeza. No obstante, con dicha prueba no se acredita, ni se podría acreditar, dada la
condición de salud preexistente de la actora, que el deterioro físico y psicológico de la
misma es como consecuencia directa del incidente sufrido en el negocio de la
demandada, por lo que el "perjuicio", que dice doña [Nombre 011] haber sufrido por
tener que contratar a una servidora doméstica, carece de fundamentación probatoria.
Por el contrario, llama poderosamente la atención al Tribunal, que dentro de la prueba
ofrecida por la demandada para comprobar la condición de salud de la demandante
antes del incidente, se encuentra un informe sociolaboral, de fecha 18 de setiembre de
2012, es decir, de pocos meses antes de los hechos aquí investigados que indica: "...
La dinámica familiar es muy compleja, doña [Nombre 011] no desempeña ningún oficio
doméstico porque no se lo permite el dolor, [Nombre 012] y [Nombre 014] se encargan
de los oficios domésticos. A doña [Nombre 011] hay que ayudarle a vestirse ya que la
movilidad de brazos y piernas es limitada." (folio 507).

XIV. En el punto que la parte denomina "QUINTO", se expresa: "Queda claro, que no
fue por negligencia de Doña [Nombre 011] que el carrito se atoró en el estante como lo
asegura el representante de Walmart, como respuesta a la demanda, Doña [Nombre
011] arribó a las cajas rápidas con la intención de pagar las compras, había largas filas
de gente y una dependiente del supermercado le indicó que la caja para discapacitados
estaba cerrada, que regresara a las cajas rápidas, donde ocurrió el percance, pues los
pasadizos son demasiado angostos, como se ha indicado reiteradamente, que no
cumplen con lo dispuesto en la Ley 7600, y como el mismo a-quo lo indicó en la
sentencia, como hecho probado./ En ese momento la señora que jaló el carrito eléctrico,
evitó que el estante cayera sobre el cuerpo de Doña [Nombre 011], pero no evitó el
golpe y la caída, y posiblemente una lesión más grave./ Precisamente por su estado de
salud tan frágil, no resistió el movimiento tan brusco, se le subió la presión, colapsando
su estado emocional, perdiendo la conciencia por el dolor del golpe, el miedo, y toda la
situación, aunado a la frustración y la vergüenza en verse en ese estado.". No existe
agravio alguno que atender. En lo transcrito solo existe una narración de lo que el
apoderado estima produjo el accidente sufrido por la actora dentro de las instalaciones
de la accionada, mas no expresa crítica alguna a lo resuelto por el a quo.

XV. En el punto que la parte denomina "SEXTO", tampoco existe agravio alguno. Como
se aprecia a folios 842 y 843, el apoderado de la demandante solo hace referencia al
tipo de responsabilidad de la demandada, a la posición asumida por esta al contestar la
demanda y durante el proceso, pero no en realidad no existe cuestionamiento alguno
de la sentencia en ese sentido.

XVI. En el punto "SETIMO", se alude primeramente a la necesidad de que las empresas,


como la demandada, tengan una póliza de responsabilidad civil, pero este no es un tema
abordado en el fallo. Seguidamente se señala: "Con una debida apreciación de la
prueba, el juez puede determinarlo bajo su "sana crítica", es por eso que la sentencia
emitida por el Juez Primero Civil, no refleja toda esta magnitud de elementos probatorios
que constan en autos, principalmente los dictámenes médicos emitidos, por lo que esta
representación considera que la suma de ¢ 2.000.000,00 aprobada en el rubro del daño
moral resulta insuficiente y ridicula, como parte de la responsabilidad civil, tratándose
de un establecimiento comercial como lo es Walmart, no por el hecho de que sea una

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empresa tan prestigiosa, más bien porque ese hecho, la obliga a cumplir con todas las
exigencias legales, y a tomar todas las previsiones para minimizar este tipo de
accidentes que más bien van detrimento del negocio, y la seguridad de sus
consumidores, en todas las categorías, desde un niño a un adulto mayor o una persona
discapacitada./ En el caso de Doña [Nombre 011] lo mínimo que se puede hacer es
indemnizarla acorde con sus padecimientos después del accidente, basados en la
responsabilidad civil de la empresa para hacerlo, que es el de responder por los daños
y perjuicios ocasionados con su incumplimiento y gravísimas omisiones, por el daño
físico, moral y psicológico, que es irreversible, degenerativo y emocional en detrimento
de la salud que sufre la actora.". Se rechaza lo anterior. Se remite a la parte a los
anteriores Considerandos, para evitar repeticiones innecesarias, sobre las razones que
ha tenido el Tribunal para rechazar cualquier modificación a lo resuelto en primera
instancia y por ende confirmar, en lo que ha sido objeto de apelación de ambas partes,
el fallo recurrido.”

5. Responsabilidad civil por daño causado por cortadura en supermercado


con envase de vidrio por mal acomodo de estante

[Sala Primera de la Corte]v

Extracto de sentencia:

“I. Acorde a los hechos que se tuvieron por probados en ambas instancias, los cuales
no fueron objetados, se tiene que el día 26 de abril de 2010, la señora [Nombre 001]
ingresó al supermercado denominado PALÍ, ubicado en San Pedro de Poás de Alajuela,
con el fin de comprar una lata de palmito. Al tomar el producto seleccionado del estante,
cayeron otras latas golpeando su pie izquierdo, causándole una cortadura y fractura de
los ortejos segundo y tercero. Doña [Nombre 001] le comunicó lo ocurrido a uno de los
cajeros del negocio llamado Robin, quien le indicó que no podía hacer nada por ella. En
horas de la noche de ese día, por recomendación de su hijo, se trasladó al hospital de
Grecia. La lesión se agravó, pues al no haber recibido la asistencia médica necesaria,
sufrió lesiones en el tobillo y el talón de Aquiles. Al día siguiente del evento, la hija de la
señora [Nombre 001] se apersonó al indicado establecimiento comercial, con el fin de
notificar lo sucedido. Asimismo, doña [Nombre 001] acudió al Hospital La Católica,
donde recibió el tratamiento requerido. Le efectuaron exámenes, entre ellos, ultrasonido;
se utilizaron materiales quirúrgicos; estuvo en consultas de medicina general y
ortopedia; recibió medicamentos, ondas de choque, electroterapia, láser, tanque
remolino, vendajes; le practicaron fisioterapia, en donde efectuó ejercicios terapéuticos.
Corporación de Supermercados Unidos Sociedad Anónima –en lo sucesivo
Supermercados Unidos- asumió los gastos del tratamiento recibido por doña [Nombre
001], según el protocolo con el que cuenta para estos casos y al convenio entre ella y
el Hospital. La señora [Nombre 001], en su momento, requirió muletas, sillas de ruedas
y bastón.

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II. El 25 de febrero de 2011, doña [Nombre 001] interpuso demanda ordinaria civil en
contra de Supermercados Unidos. Pretende se le condene al pago de los daños y
perjuicios causados, así como a los intereses actuales y futuros sobre las sumas
otorgadas. También, pide se le impongan las costas del proceso. Los daños los liquida
de la siguiente manera: 1) Daño moral: ¢15.000.000,00, debido a la angustia mental,
estrés, sufrimiento y humillaciones sufridas por parte de Walmart y sus empleados
durante todo este tiempo. Dice, esta situación cambió su vida por completo. Las lesiones
han mermado su capacidad como jefa de hogar, ya que no le permiten barrer la casa,
debido a los fuertes dolores. Además, tuvo que dejar de asistir a una de sus grandes
pasiones, el Club de Leones de San Pedro de Poás, del cual su esposo y ella son socios
desde hace 33 años. Dejó de asistir, afirma, tanto a los eventos de ayuda a la
comunidad, como a los formales que organiza el Club. Esto, debido a su incapacidad
para estar de pie mucho tiempo, alzar objetos y desplazarlos o, incluso, poder bailar. 2)
Daño material: el monto que ha tenido que desembolsar durante todo este proceso y no
le ha sido reconocido: ¢1.000.000,00. En cuanto a los perjuicios, reclama los réditos
dejados de percibir por el dinero invertido, así como los gastos en los que incurrirá en
virtud de la operación que debe practicarse a raíz de las lesiones producidas por la
negligencia de la empresa demandada al no ayudarla en la forma como debió hacerlo -
este rubro lo estima en la cantidad de ¢7.000.000,00-. El apoderado especial judicial de
la sociedad demandada aceptó unos hechos y otros los rechazó. Opuso las defensas
de pago total y las de falta de: derecho, causa y legitimación pasiva. También adujo la
eximente de responsabilidad de culpa de la víctima. El juzgador A quo acogió
parcialmente la de falta de derecho. En consecuencia, declaró, también de manera
parcial, con lugar la demanda. Condenó a la empresa demandada a reconocerle a la
actora la suma de ¢1.000.000,00 por concepto de daño moral. Resolvió sin imposición
de costas. El Ad quem confirmó lo resuelto. Disconforme, el apoderado especial judicial
de Supermercados Unidos interpuso recurso de casación por motivos de fondo.

III. En la única censura interpuesta, alega el recurrente indebida aplicación de ley. A su


juicio, la sentencia impugnada aplicó erróneamente, en relación con su representada, el
canon 35 de la Ley de Promoción de la Competencia y Defensa Efectiva del
Consumidor, número 7472 del 20 de diciembre de 1994 (en lo sucesivo Ley de
Protección al Consumidor o Ley no. 7472). En consecuencia, anota, se produjo un vicio
en la premisa menor y en la conclusión del silogismo de la resolución. Con los hechos
tenidos por demostrados, alega, resulta imposible concluir que el daño se ocasionó por
razón del servicio prestado por su poderdante. De una valoración probatoria bajo la luz
de la sana crítica racional, arguye, no cabe duda que la causa jurídicamente relevante
de los daños sufridos por la actora fue su propio descuido. La norma aplicada
erróneamente, apunta, establece como primer presupuesto para la procedencia de este
tipo de responsabilidad civil, la prestación de un servicio que eleva en un grado de
anormalidad la existencia de un riesgo. El Ad-quem, señala, erró al valorar los hechos
a la luz de dicha norma, decidiendo que la causa jurídicamente relevante de los daños
reclamados fue la creación de un riesgo anormal, por parte de su representada. La
decisión impugnada, indica, se separó de la realidad y el sentido común. Se escudó en
aspectos teóricos para no enfrentar los problemas fácticos del caso concreto. Para el
Tribunal, expresa, colocar productos uno sobre otro en un supermercado, a una altura
que puede resultar elevada para algunos consumidores, crea un riesgo
desproporcionado que responsabiliza al propietario del comercio de ocurrir un

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accidente. Acomodar productos de esa manera, manifiesta, se ha hecho y se sigue
haciendo tanto en el comercio más pequeño como en los de mayor tamaño y no
representa, por sí mismo, un riesgo anormal e imprevisible para el consumidor. En su
criterio, es imposible concluir que se creó un riesgo, como lo ha exigido esta Sala, “[...]
en un grado de anormalidad [...]" (sentencia no. 300-F-S1-2009). Más aún, relata, y con
el fin de insistir a toda costa en su tesis y esquivar la clara falta de cuidado de la actora,
rechazó esta causa indicando, únicamente, que no se puede probar por medio de
indicios. En primer lugar, no existe norma que prohíba demostrar esos hechos por medio
de indicios. Por el contrario, sostiene, el artículo 318 del Código Procesal Civil –CPC-
los incluye dentro de los medios de prueba válidos. En segundo término, añade, el
Tribunal tuvo por demostrados hechos suficientes para achacarle la responsabilidad de
los daños y perjuicios reclamados a la actora. La determinación de la causa
jurídicamente relevante, afirma, es una valoración jurídica que le corresponde al
juzgador y no una determinación fáctica. El Ad quem, argumenta, tuvo por demostrados
tres hechos de trascendental importancia para considerar la negligencia de la
demandante como causa jurídicamente relevante de los daños y perjuicios que sufrió:
a) intentó tomar una lata de palmito de un estante del que no tenía visibilidad y al que
por su estatura no alcanzaba, b) no solicitó ayuda de nadie para tomar el producto que
no alcanzaba y c) las latas de palmito no estaban mal acomodadas. Si bien, señala, el
Ad quem no consideró esos hechos relevantes y, por lo tanto, no los incluyó en el elenco
de hechos probados y no probados, en la página seis de la sentencia cuestionada indicó:
“Mas bien, su actuación fue lógica, pues si iba al supermercado a comprar únicamente
la lata de palmito que necesitaba, trató de tomar una, del estante donde éstas se
encontraban. El problema fue, que éste, estaba demasiado alto, arriba de la cabeza de
doña [Nombre 001], lo que significa, falta de previsión por parte del vendedor, pues
obliga al consumidor, a realizar un esfuerzo extra, que implica un riesgo para su
persona. Véase que doña [Nombre 001], con toda franqueza, admite que las latas
estaban acomodadas, una sobre otra, como es lo normal, lo que hace ver, que el
problema, más bien se dio, por la elevada altura del estante, donde el producto, estaba
en exhibición, para su venta.” Es claro que la sentencia impugnada, anota, reconoció un
error en el actuar de la demandante, pero lo atribuyó a “la elevada altura del estante.”
No cabe duda, expone, una aplicación adecuada de los hechos tenidos por demostrados
a la norma infringida, conduce a la conclusión que la causa jurídicamente relevante de
los daños y perjuicios sufridos por la actora fue su propia negligencia. El espíritu de la
norma, estima, a la luz del precepto 10 del Código Civil, no conduce a tratar a las
personas como menores de edad sin exigencias mínimas de cuidado. En otros países,
refiere, las reformas tendientes a la protección de los consumidores buscan nivelar la
posición de desventaja en que se encuentran muchas veces al, por ejemplo, demostrar
la negligencia en la equivocada confección de un producto, cuando, a pesar de ser
consumible, contiene elementos tóxicos dañinos para la salud. En esos casos, expone,
le resultaba difícil a las víctimas demostrar la existencia del factor de atribución culpa o
dolo, pues el producto se elabora en establecimientos privados destinados a ese fin.
Esa, afirma, es la verdadera aplicación de la norma en cuestión. El aumento de los
riesgos tiene que ser significativo. No implica relevar de cuidados mínimos a los
consumidores. Si un consumidor decide levantar un producto pesado, ejemplifica, como
podría ser una refrigeradora, sin solicitar ayuda y resulta lesionado, bajo la tesis del Ad
quem, se debería responsabilizar al comerciante, ya que simplemente se produjo “bajo
una relación de consumo”. La Ley de Protección al Consumidor, anota, contiene otras

27
disposiciones que favorecen esta interpretación. El numeral 33 establece como
obligación del Poder Ejecutivo, en relación con daños y perjuicios como los reclamados:
“a) Velar porque los bienes y servicios que se vendan y se presten en el mercado,
cumplan con las normas de salud, seguridad, medio ambiente y los estándares de
calidad.” El artículo 34, por su parte, incluye, dentro de las obligaciones del comerciante:
“d) Suministrar, a los consumidores, las instrucciones para utilizar adecuadamente los
artículos e informar sobre los riesgos que entrañe el uso al que se destinan o el
normalmente previsible para su salud, su seguridad y el medio ambiente.” De dichas
disposiciones, resalta, es claro que la intención del legislador fue proteger al consumidor
frente a la gran proliferación de bienes y servicios, específicamente, de sus elementos
desconocidos para el consumidor, que ocasionan o elevan riesgos anormalmente. En
su criterio, el hecho de que un estante se encuentre muy alto para un consumidor
específico, resulta impropio al espíritu de la ley, por sí mismo. Reitera, la lata de palmito
no se cayó del estante por su altura, sino porque la actora intentó alcanzarla sin estar
dentro de sus posibilidades y sin solicitar ayuda. La negligencia de la actora no se
exculpa por estar muy alto el estante para su estatura, pues el daño era previsible para
ella y sin su participación activa nunca se hubiera producido. La tesis de la sentencia
impugnada, arguye, conduce a imponer a todos los comerciantes la desproporcionada
obligación de tener estantes de una altura mínima y a la que todos y cada uno de los
consumidores puedan alcanzar sin problemas. La alternativa es la más lógica: imponer
un mínimo deber de cuidado a los consumidores. Si la víctima de esos daños y
perjuicios, expresa, hubiera sido un niño, no cabría duda de que se responsabilizaría al
adulto garante de su bienestar por no vigilarlo, permitiendo que intentara tomar
productos de estantes altos. La experiencia y conocimiento medio de una persona
adulta, como doña [Nombre 001], sostiene, le permite prever los riesgos de intentar
alcanzar latas colocadas una sobre otra de un estante que no alcanza. Tan previsibles
son para un adulto los riesgos de levantar una refrigeradora sin ayuda, manifiesta, como
los de intentar alcanzar un producto, del peso de una lata de palmito y de la manera en
que normalmente se acomodan, de un estante que no ve ni alcanza. La exclusión de
responsabilidad civil por el hecho de la víctima, indica, es admitida por la doctrina. Hace
mención, sin transcribir fragmento alguno, a las siguientes obras: Javier Tamayo
Jaramillo, “De la Responsabilidad”; J. Bustamante Alsina, “Teoría general de la
responsabilidad civil”; Luis Díez-Picazo y Ponce de León, “Derecho de daños”; Eduardo
Zannoni, “El daño en la responsabilidad civil”; Víctor Pérez Vargas, “Principios de
responsabilidad civil extracontractual”, en Derecho Privado. Reproduce, en lo
conducente, lo expuesto por esta Cámara en la sentencia número 92 del 9 de setiembre
de 1992 –también, alude a las números 2 del 6 de enero de 1993, 73 del 19 de agosto
de 1994, 15 de las 14 horas 30 minutos del 14 de abril de 1994, 38 de las 14 horas 30
minutos del 27 de marzo de 1991 y 61 del 19 de junio de 1996-. De igual manera, copia
lo expuesto en las sentencias de este órgano judicial números 584 de las 10 horas 40
minutos del 11 de agosto de 2005 y 653 de las 16 horas 10 minutos del 27 de octubre
de 2009. La sentencia objetada, insiste, infringió el precepto 35 de la Ley de Protección
al Consumidor, por indebida aplicación, al responsabilizar a su representada, pese a
existir una causa extraña y jurídicamente relevante de los daños y perjuicios sufridos
por la actora y, con ello, no subsumir los hechos adecuadamente a la norma. El Tribunal,
afirma, la violentó por indebida interpretación, lo cual, estima, conlleva al rechazo de las
pretensiones de la actora. La disposición señala, afirma, como motivo de exclusión de
responsabilidad, el hecho de la víctima o la ajenidad del hecho que originó el daño.

28
Manifiesta, existen dos parámetros de responsabilidad y su exclusión: a) La
responsabilidad objetiva del empresario por daño a un consumidor y b) el hecho de la
víctima como motivo de exclusión. Es aquí, enuncia, donde se produce la primera
infracción. El tema, dice, es “si puede existir culpa concurrente del consumidor por la
producción de un daño, basado en el hecho y eximente de la culpa concurrente o hecho
de la víctima, se basa no solo en el propio numeral 35 citado, por su frase “...solo se
libera quien demuestre que ha sido ajeno al daño ”, así como en los artículos [sic] 702 y
el artículo 1048 párrafo 5° del Código Civil que acusamos con [sic] infringidos”. Estima
necesario que esta Sala interprete la afirmación “ ajeno al daño”, tocante a la
responsabilidad objetiva de comerciantes. En su opinión, la exclusión de
responsabilidad por el hecho de la víctima, que libera al comerciante, y que acontece
cuando “[...] demuestre que ha sido ajeno al daño”, tiene relación con el examen de los
hechos que debe hacer el Tribunal, para determinar si el hecho dañoso se dio o no por
una conducta -acción u omisión- de la propia víctima. Es decir, debió analizarse en qué
tanto, por los hechos del caso, fue la negligencia de la propia víctima la que
desencadenó la caída de los productos encima de ella. O sea, que la experiencia común
y por la conducta humana normal, se debe determinar si la persona pudo evitar el hecho;
o, bien, si fue su descuido el que provocó el daño, el comerciante debe ser excluido. La
vulneración de la norma, en esa frase por parte del Tribunal, expresa, se produce pues
considera, por un lado, que era previsible y por la forma en cómo tomó la lata, que
sucediera el accidente, es decir, un hecho de la propia víctima fue lo que condujo al
accidente. Si en el conocimiento del hombre medio se sabe que un evento o accidente
va a suceder y aún así, sigue adelante, debe excluirse al comerciante de
responsabilidad, pues, pudiendo evitarlo el consumidor, no lo evita, sigue adelante y se
auto inflige el daño, para luego reclamar. También, expresa, se vulneró el canon 702 del
Código Civil que señala que el deudor-incumplidor- se puede eximir de responsabilidad
“[...] cuando la falta provenga de hecho de éste -víctima-, fuerza mayor o caso fortuito”.
Son tres supuestos de exención total o parcial de responsabilidad civil —de cualquier
especie-, informa, que existen en el ordenamiento jurídico, a saber: fuerza mayor: como
hecho imprevisible, inevitable, de la naturaleza, extraño y exterior; caso fortuito: como
un acontecimiento eventualmente previsible, inevitable, derivado del accionar humano,
interior y connatural; y culpa de la víctima: en la medida en que es el propio sujeto pasivo
del daño, quien produce -por negligencia o imprudencia inexcusable- la lesión, o se
coloca en posición propicia para ello. Alude, sin efectuar transcripción alguna, a las
sentencias de esta Cámara números 263 de las 15 horas 30 minutos del 22 de agosto
de 1990, 252 de las 16 horas 15 minutos del 28 de marzo de 2001, 607 de las 16 horas
15 minutos del 7 de agosto de 2002 y 63 de las 14 horas 20 minutos del 11 de agosto
de 1994. La propia acción de la actora, anota, que por su conocimiento medio debía
saber que el accidente sucedería y no lo evitó, se presenta como una concausa para la
producción del daño y, en esa medida, constituye una eximente parcial de
responsabilidad por culpa de la víctima que, sin duda, atenúa la reparación civil y por
supuesto la condena impuesta. No permitir la defensa de la culpa de la víctima, reclama,
al no tomar las previsiones necesarias para evitar que las latas le cayeran encima al
tomar una de ellas del lugar que casi no alcanzaba, y sin pedir ayuda a un dependiente,
es atribuir la responsabilidad al empresario por un hecho en el que no participó o, como
dice el 35 de la Ley no. 7472, fue “ajeno al daño”. De igual manera, acusa infringidos l
os preceptos 1, 6 y 14 del Código Civil por falta de aplicación. El Tribunal, sostiene, no
aplicó supletoriamente ese cuerpo normativo, lo cual permiten estas normas al resto del

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ordenamiento jurídico, como fuente directa. Por el contrario, aplicó aisladamente la
figura de la responsabilidad objetiva del artículo 35 de la Ley no. 7472. Como
consecuencia de esa omisión, exalta, conculcó los numerales 702 y 1048 del Código
Civil. La primera disposición, en tanto establece, como causa de exclusión o reducción
de la responsabilidad y de indemnización del daño, el hecho de la víctima o culpa
concurrente, sin importar si se está en presencia de responsabilidad objetiva o
tradicional, simplemente si en el hecho y el daño causado hay culpa de la víctima -como
en la especie, por falta de diligencia adecuada- el daño se atenúa y debe compartirse.
Se transgredió también el párrafo 3) del canon 1048 íbid, afirma, en tanto una norma
sobre responsabilidad objetiva establece, como causa de exclusión, la “fuerza mayor o
por la propia falta de la persona muerta o lesionada” y, en materia de consumidor,
vinculada a bienes y servicios -no la vida o el cuerpo de personas- no se permita la
aplicación de la culpa de la víctima como causa de eximente o reducción concurrente
de la condena. En el supuesto de no compartirse lo expuesto, arguye, acusa violación
del canon 702 íbid, en virtud del monto concedido por concepto del daño moral
ocasionado. Quedó debidamente demostrado, afirma, los daños sufridos por la actora,
específicamente el moral, se debieron a dos causas concretas: a) la negligencia de la
víctima y b) porque la actora caminó desde el supermercado hasta su casa después del
accidente y apoyó mal el pie al caminar, lo que ocasionó un daño en su talón de Aquiles.
La lata de palmito impactó un dedo del pie de la demandante, no esa otra parte del pie.
El Ad quem, comenta, responsabilizó a su poderdante por esta agravación negligente.
La única teoría jurídica que podría fundamentar la decisión del Tribunal es aplicable a
otras ramas, mas no a la civil. Esta Sala, afirma, ha sentado, desde larga data, que la
teoría de causalidad aplicable al derecho civil es la de la causalidad adecuada.
Responsabilizar a su patrocinada por los daños causados por haber caminado
apoyando de manera equivocada el pie, sería como máximo discutible bajo la teoría de
la equivalencia de las condiciones, inaplicable al caso concreto. El artículo 35 de la Ley
de Protección al Consumidor y el canon 702 del Código Civil, apunta, establecen como
requisito para responsabilizar al comerciante que el daño haya sido ocasionado por
razón del bien o el servicio. Ineludiblemente, acota, la exigencia del nexo causal entre
el riesgo creado y el daño sufrido excluye los daños o la agravación de los mismos
ocasionados por la conducta de la víctima. La ajenidad del daño implica,
necesariamente, lo anterior. Como mínimo, prosigue, la actora agravó los daños
sufridos, incumpliendo su deber de mitigar los daños y constituyéndose como única
responsable de dicha agravación. Por lo anterior, el monto por daño moral es excesivo,
de ahí la vulneración de que el daño sea cierto, directo y determinado. Si bien, expresa,
el Ad quem tuvo por demostrado que la actora informó al cajero que le había caído una
lata de palmito en el pie, esto no es suficiente para responsabilizar a su representada
por la agravación de su lesión. El Tribunal parece atribuir la responsabilidad de dicha
agravación al hecho de que el cajero indicó en el momento que no podía hacer nada y
que ningún doctor o persona autorizada “le haya prohibido manejar o trasladarse a otros
lugares, luego del accidente”. Al respecto, dice, quedó acreditado que la actora no
solicitó asistencia médica ni llamó a un conocido o familiar para que la recogiera del
supermercado. Se limitó a indicarle al cajero del supermercado “[...] entré bien y salí
mala [...] me cayó una lata de palmito en el pie [...]” (pregunta confesional número 10).
Además, prosigue, resulta previsible, para una persona adulta como doña [Nombre 001],
que un cajero de un supermercado no va a tener los conocimientos médicos necesarios
para instruirle que no debía caminar en esa condición, menos con una descripción tan

30
lacónica y causal como la que confesó haber externado. Cualquier error que un médico
hubiera podido cometer en relación con lo que debía o no hacer doña [Nombre 001],
relata, es ajeno a mi representada. Es aquí donde se produce la infracción del artículo
35 de la Ley de Protección al Consumidor y 702 del Código Civil por indebida aplicación,
concluye, al responsabilizar a su representada por la parte del daño moral ocasionado
por culpa de la demandante.

IV. Debido a la manera cómo se plantea el reparo, es menester apuntar en primer lugar,
acusa una contradicción desconcertante. El casacionista, a folios 594 y 595 señala: “6.-
En segundo lugar, el tribunal sí tuvo por demostrados hechos suficientes para achacarle
la responsabilidad de los daños y perjuicios reclamados a la propia actora. La
determinación de la causa jurídicamente relevante es una valoración jurídica que le
corresponde al juzgador, y no una determinación fáctica. / 7.- El tribunal civil tuvo por
demostrados tres hechos de trascendental importancia para considerar la negligencia
de la actora como causa jurídicamente relevante de los daños y perjuicios que sufrió: /
a) que la actora intentó tomar una lata de palmito de un estante del que no tenía
visibilidad y al que por su estatura no alcanzaba, b) la demandante no solicitó ayuda de
nadie para tomar el producto que no alcanzaba, y, c) las latas de palmito no estaban
mal acomodadas. […] No cabe duda, a simple vista, que una aplicación adecuada de
los hechos tenidos por demostrados a la norma infringida conduce necesariamente a la
conclusión que la causa jurídicamente relevante de los daños y perjuicios sufridos por
la actora, es su propia negligencia.” Sin embargo, a folio 595, también afirma que: “8.-
Si bien el ad-quem no consideró estos hechos relevantes y por lo tanto no los incluyó
en el elenco de hechos probados y no probados, en la página 6 de la sentencia indicó
[…]”. Es decir, en un primer momento afirma que los tres hechos a los que se refiere
fueron acreditados por el Tribunal, mas, de seguido, señala todo lo contrario, que no
fueron incluidos dentro del elenco de hechos probados. Lo expuesto riñe con la técnica
que impera en la formulación del recurso de casación, la cual le impone al casacionista
el deber de expresar con claridad y precisión, no solo la ley o leyes a su juicio
conculcadas; sino también, la explicación de cómo se produjo la infracción alegada
(artículos 596 párrafo segundo y 597 párrafo segundo del CPC).

V. En segundo término, anuncia el impugnante que la objeción la interpone por


quebranto directo de ley. En concreto, por indebida interpretación del precepto 35 de la
Ley de Protección al Consumidor, así como por falta de aplicación de los cánones 1, 6,
10, 14, 702 y 1048 párrafos 3 y 5 del Código Civil. Las personas juzgadoras de ambas
instancias señalaron que la relación entre la actora y la empresa demandada es de
consumo. Esto no fue cuestionado por el recurrente. En consecuencia, las disposiciones
contenidas en la Ley de Protección al Consumidor, de carácter especial en relación con
el Código Civil, son las aplicables a esta lite. El canon 71 de esta legislación dispone:
“Supletoriedad de la Ley General de la Administración Pública. Para lo imprevisto
en esta Ley, regirá, supletoriamente, la Ley General de la Administración Pública.” Es
diáfana la norma transcrita, por lo que, distinto a lo señalado por el casacionista, las
disposiciones invocadas del Código Civil no resultan aplicables a esta lite -sino que son
las de la Ley General de la Administración Pública-. Ergo, no han podido conculcarse
por falta de aplicación.

31
VI. En otro orden de ideas, a pesar de que, como se indicó, el recurrente anuncia que
el reparo lo interpone por quebranto directo de ley; lo cierto es que, luego de un examen
minucioso de lo alegado, esta Sala concluye que, en realidad, lo invocado es una
violación indirecta de ley. En concreto, un error de derecho por indebida valoración de
la confesión rendida por la actora. Al respecto, precisa recordar, esta Cámara, desde
épocas pretéritas, ha señalado que el recurso de casación por el fondo se otorga ante
violaciones de la ley sustantiva. La vulneración legal puede ser directa o indirecta. Es
directa cuando no existe error de índole probatorio. Los hechos están correctamente
seleccionados y enunciados en el fallo, pero el Tribunal se equivoca en su calificación
jurídica o interpreta mal la ley sustantiva. Es indirecta cuando se produce a través de
yerros cometidos al apreciar las pruebas, los cuales pueden ser de hecho o de derecho.
Se da el error de hecho cuando el juzgador incurre en desaciertos materiales al apreciar
la prueba, cual sería, verbigracia, endosar a los declarantes afirmaciones no emitidas
por ellos o atribuir a un documento un contenido inexistente. El error de derecho estriba
en otorgar a las pruebas un valor legalmente indebido, o en negarles el propio. Cuando
se alega error de derecho, es necesario indicar las normas infringidas concernientes al
valor de los elementos probatorios apreciados erróneamente, y en las dos clases de
errores, de hecho o de derecho, es indispensable señalar también las leyes
quebrantadas en cuanto al fondo, como consecuencia de los errores de apreciación
reclamados; asimismo, ha de señalarse con igual rigor, cuáles fueron las pruebas mal
apreciadas y en qué consisten los yerros cometidos (artículos 595 inciso 3 y 596 del C.P
.C). Al respecto, pueden consultarse, entre muchas otras, las sentencias nos. 120 de
las 15 horas 5 minutos del 25 de noviembre de 1998, 600 de las 11 horas 12 minutos
del 19 de junio de 2009, 826 de las 9 horas 40 minutos del 4 de julio de 2013 y 909 de
las 9 horas 20 minutos del 6 de agosto de 2015.

VII. En esta línea de pensamiento, a folio 593 manifiesta el casacionista: “ De una


valoración probatoria bajo la luz de la sana crítica racional, no cabe duda que la causa
jurídicamente relevante de los daños sufridos por la actora es su propio descuido.”
Luego, a folio 594 indica: “El Ad-quem erró al valorar los hechos a la luz de dicha noma
y decidir que la causa jurídicamente relevante de los daños reclamados fue la creación
de un riesgo anormal por parte de mi representada. La decisión impugnada se separó
de la realidad y el sentido común y se escudó en aspectos teóricos para no enfrentar los
problemas tácticos del caso concreto. Según el tribunal civil, colocar productos uno
sobre otro en un supermercado en una altura que puede resultar elevada para algunos
consumidores crea un riesgo desproporcionado que responsabiliza al propietario del
comercio, de concretarse. Acomodar productos de esa manera, se ha hecho y se sigue
haciendo tanto en el comercio más pequeño como en los de mayor tamaño y no
representa por sí mismo un riesgo anormal e imprevisible para el consumidor. Por lo
que resulta imposible concluir que se creó un riesgo, como le ha exigido esta honorable
sala […] Más aún, y con el fin de insistir a toda costa en su tesis y esquivar la clara falta
de cuidado de la actora, rechazó esta causa indicando, únicamente, que no se puede
probar por medio de indicios. En primer lugar, no existe norma que prohíba demostrar
dichos hechos por medio de indicios. Por el contrario, el artículo 318 del Código Civil
incluye a los indicios dentro de los medios de prueba válidos.” A folio 595, después de
transcribir, en lo conducente, lo afirmado por el Tribunal, señaló: “Resulta claro,
entonces, que la sentencia impugnada reconoció un error en el actuar de la
demandante, pero lo atribuyó a "la elevada altura del estante."” De igual manera, a folio

32
597 alega: “ El hecho de que un estante se encuentre muy alto para un consumidor
específico es completamente impropio al espíritu de la ley, por sí mismo. Véase que,
reiteramos, la lata de palmito no se cayó del estante por su altura, sino porque la actora
intentó alcanzarla sin estar dentro de sus posibilidades y sin solicitar ayuda. La
negligencia de la actora no se exculpa por estar muy alto el estante para su estatura,
pues el daño era previsible para ella y sin su participación activa nunca se hubiera
producido. […] La experiencia y conocimiento medio de una persona adulta, como doña
[Nombre 001], le permite prever los riesgos de intentar alcanzar latas colocadas una
sobre otra de un estante que no alcanza. Tan previsibles son para un adulto los riesgos
de levantar una refrigeradora sin ayuda, como los de intentar alcanzar un producto, del
peso de una lata de palmito y de la manera en que normalmente se acomodan, de un
estante que no ve ni alcanza.” A folio 600 indica: “Es decir, se debió analizar en qué
tanto, por los hechos del caso, fue la negligencia de la propia víctima, la que
desencadenó con la caída de los productos encima de ella. Es decir, que la experiencia
común y por la conducta humana normal, se debe determinar si la persona, por su
descuido o negligencia, pudo evitar el hecho o bien, fue por su descuido la que provocó
el daño, el comerciante debe ser excluido. La vulneración de la norma, en esa frase, por
parte del Tribunal se produce pues considera por un lado, que era previsible y por la
forma en como [sic] tomó las latas, que sucediera el accidente, es decir, un hecho de la
propia víctima fue lo que condujo al accidente. Si en el conocimiento del hombre medio
se sabe que un evento o accidente va a suceder y aun así, sigue adelante, debe
excluirse al comerciante de responsabilidad, pues pudiendo evitarlo el consumidor no lo
evita, sigue adelante y se auto inflige el daño, para luego reclamar.” En igual sentido, a
folio 601 afirma: “ No permitir la defensa de la culpa de la víctima, al no tomar las
previsiones necesarias para evitar que las latas le cayeran encima al tomar latas de
lugares que casi no alcanzaba y sin pedir ayuda a un dependiente, es atribuir
únicamente la responsabilidad al empresario por un hecho en el que no participó, o
como dice el 35 de la Ley 7472 fue "ajeno al daño"" . Como se determina de lo expuesto,
el meollo de lo recriminado por el casacionista, en esta parte del recurso, es que el Ad
quem valoró indebidamente prueba, al no acreditar la existencia de la eximente de
responsabilidad de culpa de la víctima, debido a que la actora intentó alcanzar una lata
de palmito de un estante que le resultaba muy elevado, con la mala suerte de que, en
el intento le cayó una en su pie. Sin embargo, el recurrente no concretiza cuál es el
medio de convicción indebidamente valorado. Solo se refiere, de manera muy vaga o
escueta, a la existencia de indicios, sin indicar cuáles son. Esto conlleva la informalidad
de esta parte del reparo.

VIII. Sin perjuicio de lo antes expuesto, es menester apuntar que la situación fáctica
reseñada en el apartado anterior –intentar alcanzar una lata de palmito de un estante
que a la actora le resultaba muy alto- no fue acreditada por las personas juzgadoras. En
los hechos probados antecedidos con los números 1, 2 y 3 de la sentencia del A quo,
prohijados por el Ad quem, se indica: “1) El día 26 de abril del 2010, la actora ingresó al
supermercado denominado PALÍ, ubicado en San Pedro de Poás de Alajuela, con el fin
de comprar una lata de palmito. (Hecho no controvertido).- 2) Una vez allí, al tomar la
actora el producto seleccionado del estante en la cual se encontraba este, caen otras
latas, cayendo en su pie izquierdo y causándole una lesión. (Hecho no controvertido).-
3) La lesión sufrida consistió en una cortadura y fractura de los ortejos segundo y tercero
de su pie izquierdo. (Ver copias de expediente médico a folios 40 a 62, así como epicrisis

33
a folios 63 y 64, además de expediente clínico certificado a folios 393 al 451).-” No
obstante, el Tribunal, en sus consideraciones aludió a esa circunstancia. En el apartado
IV, denominado “APELACIÓN DE LA PARTE DEMANDADA”, en lo de interés, señaló:
“[…] Durante la confesional de la actora, ésta indicó que desde la distancia en que se
encontraba, el día del incidente, no lograba divisar todas las latas de palmito, porque el
estante donde se encontraban, estaba arriba de su cabeza, y que al tomar una, se
vinieron tres más, que cayeron al piso, y que fueron las que le causaron daño en su
extremidad inferior izquierda. Esa narración no significa, que la misma actora haya
actuado con descuido, tal como pretende hacerlo ver la empresa demandada. No hay
una prueba fehaciente, que acredite con toda certeza, que la actora, haya actuado con
negligencia o inadvertencia de una conducta normal, que desembocara en la lesión que
sufrió. Más bien, su actuación fue lógica, pues si iba al supermercado a comprar
únicamente la lata de palmito que necesitaba, trató de tomar una, del estante donde
éstas se encontraban. El problema fue, que éste, estaba demasiado alto, arriba de la
cabeza de doña [Nombre 001], lo que significa, falta de previsión por parte del vendedor,
pues obliga al consumidor, a realizar un esfuerzo extra, que implica un riesgo para su
persona. Véase que doña [Nombre 001], con toda franqueza, admite que las latas
estaban acomodadas, una sobre otra, como es lo normal, lo que hace ver, que el
problema, más bien se dio, por la elevada altura del estante, donde el producto, estaba
en exhibición, para su venta. Ergo, con los elementos de prueba que se recabaron, no
puede llegarse a la conclusión, de que el daño se ocasionó, por un hecho o por culpa
de la propia víctima, de manera que el agravio, tal como ha sido expuesto, no es de
recibo. La actora ni siquiera sabía, que con ocasión de un accidente como el que sufrió,
existía un protocolo de atención, por parte del supermercado, y cuando le informó lo
acontecido al cajero Robin, éste le dijo que no podía hacer nada por ella, siendo por esa
razón, que se trasladó a como pudo, a su casa de habitación, sin que quedara
debidamente acreditado que algún doctor o una persona autorizada, le haya prohibido
manejar o trasladarse a otros lugares, luego del accidente. Es determinante, que sí
existe un nexo causal, entre la actuación de la parte proveedora, y el evidente daño
ocasionado a la parte consumidora. La ayuda brindada por la empresa demandada, a
fin de que la persona afectada, pudiese recibir el tratamiento y atención médica
requeridos, es consecuencia lógica y normal de lo acontecido, y del protocolo que debe
seguirse, según fue indicado, por el mismo testigo ofrecido por la empresa, Henry
Esteban Hernández Araya, a partir del folio 372.” Como se colige, las personas
juzgadoras de segunda instancia se refirieron a la situación de hecho antes indicada,
así como a la inexistencia de la culpa de la víctima, en virtud del análisis de la prueba
confesional de la señora [Nombre 001]. Empero, como se indicó, el casacionista no
invocó indebidamente valorado ese medio de convicción. Tampoco cita la norma de su
valor probatorio ni explica cómo se produjo su quebranto. Esto también implica la
informalidad de esta parte del agravio.

IX. Como un segundo aspecto del recurso, el recurrente, a partir del folio 602, objeta el
monto concedido por concepto de daño moral subjetivo. Al respecto, las personas
juzgadoras de segunda instancia, en el mismo apartado IV de la sentencia impugnada,
manifestaron: “De otro lado, no encuentra este órgano colegiado, razón de peso, para
disminuir el monto otorgado en primera instancia, por concepto de daño moral, tal como
lo solicita la demandada, pues sí quedó acreditado, que la actora, debió variar su forma
de vida en ciertos aspectos, a consecuencia del accidente sufrido en su extremidad

34
inferior izquierda. Existe en los autos prueba testimonial, que verifica esa circunstancia.
No fue desvirtuada, la declaración de su esposo José Edwin Murillo Solís, quien a folio
341 vto., señaló: "...Mientras [Nombre 001] recibía el tratamiento, ella dejó de realizar
actividades, tales como actividades en la comunidad como reuniones con el Club de
Leones, mientras estuvo con la lesión más severa tuvo que dejar de asistir a un grupo
de ejercicios y natación donde asistía en Grecia. Las dejó de realizar, porque la lesión
no se lo permitía." Además, por medio de la prueba documental que se aportó, también
se comprobaron las secuelas físicas, así como, todo el proceso de rehabilitación, que
debió seguir la accionante, lo que lógicamente, alteró su forma normal de vida. Así las
cosas, los reproches que expuso la demandada, no son de recibo.” Como se determina
con claridad, el casacionsita no combatió el fundamento esgrimido por el Tribunal a
efecto de mantener la suma concedida por concepto de daño moral. Por consiguiente,
lo alegado resulta anodino a efecto de quebrar el fallo.

X. En todo caso, y a mayor abundamiento de razones, precisa indicar lo siguiente. El


impugnante funda su objeción en dos supuestos, los cuales, según indica, quedaron
debidamente demostrados: 1) la negligencia de la víctima y 2) que ella caminó desde el
supermercado hasta su casa después del accidente y apoyó mal el pie al caminar, lo
que ocasionó un daño en su talón de Aquiles. Tales situaciones fácticas, distinto a lo
señalado por el recurrente, no fueron acreditadas por las personas juzgadoras de ambas
instancias. Sin embargo, según se determina de lo expuesto en el considerando VIII de
esta sentencia, el Tribunal aludió a ellas en el considerando de fondo ahí indicado, luego
de valorar lo afirmado por la actora en su confesión, determinando la inexistencia de
culpa de la víctima y descartar que el supuesto agravamiento de la lesión se debiera a
su actuar negligente. Por consiguiente, lo alegado por el casacionista configuraría un
quebranto indirecto de ley, por error de derecho en la valoración de ese medio probatorio
legalmente. Esto se confirma con lo expuesto por el propio recurrente a folio 604, en
donde afirmó: “En primer lugar, quedó acreditado que la actora no solicitó asistencia
médica, ni llamó a un conocido o familiar para que la recogiera del supermercado. La
actora se limitó a indicarle al cajero del supermercado que: / "...entré bien y salí mala
(...) me cayó una lata de palmito en el pie..." (pregunta confesional # 10). / Además,
resulta previsible para una persona adulta como doña [Nombre 001] que un cajero de
un supermercado no va a tener los conocimientos médicos necesarios para instruirle
que no debía caminar en esa condición, menos con una descripción tan lacónica y
causal como la que confesó haber externado.” Empero, lo señalado por el casacionista
resulta informal, pues omitió citar la norma de valor respectiva.

XI. Asimismo, tocante a la cuantificación de este tipo de daño, esta Sala, desde vieja
data ha indicado: “[...] proviene de la lesión a un derecho extrapatrimonial. Sea, no
repercute en el patrimonio de manera directa. Supone una perturbación injusta de las
condiciones anímicas. No requiere de una prueba directa y queda a la equitativa
valoración del Juez. Si se trata de daño moral subjetivo los tribunales están facultados
para decretar y cuantificar la condena. La naturaleza jurídica de este tipo de daño no
obliga al liquidador a determinar su existencia porque corresponde a su ámbito interno.
Ello no es problema de psiquiatras o médicos. Se debe comprender su existencia o no
porque pertenece a la conciencia. Se deduce a través de las presunciones inferidas de
indicios, ya que, el hecho generador antijurídico pone de manifiesto el daño moral, pues
cuando se daña la psiquis, la salud, la integridad física, el honor, la intimidad, etc. es

35
fácil inferir el daño, por ello se dice que la prueba del daño moral existe “in re ipsa”.
Tampoco se debe probar su valor porque no tiene un valor concreto. Se valora
prudencialmente. No se trata, entonces, de cuantificar el sufrimiento, pues es
inapreciable, sino de fijar una compensación monetaria a su lesión, único mecanismo al
cual puede acudir el derecho, para así reparar, al menos en parte, su ofensa. Para mayor
detalle sobre este aspecto, se pueden consultar, entre otros, de este órgano colegiado,
los fallos no. 112 ya citado, no. 17 de las 14 horas 30 minutos del 21 de febrero de 1996
y no. 41 de las 14 horas 40 minutos del 14 de mayo de 1997. Su otorgamiento no guarda
una estrecha sujeción a factores probatorios (salvo que se refieran a la relación de
causalidad), sino a la prudencia y objetivo arbitrio del juzgador. Sin embargo, su fijación
está sujeta a los principios de razonabilidad y de proporcionalidad, los que deben ser
valorados por la autoridad competente en cada caso, para que su cuantificación sea
acorde a Derecho y no lleve a indemnizaciones excesivas que beneficien
injustificadamente a una de las partes. Es decir, debe guardar un justo equilibrio
derivado del cuadro fáctico específico, cuestión que ha de ponderarse dentro de los
límites señalados.” (Sentencia no. 537 de las 10 horas 40 minutos del 3 de setiembre
de 2003, reproducida, entre otras, en las números 1157 de las 14 horas 20 minutos del
5 de noviembre de 2009; 478 de las 9 horas 20 minutos del 18 de abril, 942 de las 12
horas 10 minutos del 31 de julio, ambas del año 2013 y 1228 de las 14 horas 30 minutos
del 22 de octubre de 2015). Es decir, una vez establecida la existencia del daño moral
y su nexo de causalidad con los hechos analizados en esta lite –lo cual no fue
desvirtuado por el recurrente-, la determinación del quántum depende de la equitativa
valoración del Juez. Debe atender las circunstancias especiales del caso, así como a
los principios constitucionales de razonabilidad y proporcionalidad. Con apoyo en lo
antes expuesto, esta Cámara estima que el monto concedido por las personas
juzgadoras de ambas instancia, ¢1.000.000,00 por el daño moral subjetivo, se ajusta a
la entidad del gravamen infligido a la señora [Nombre 001], al haberse lesionado su pie
izquierdo cuando le cayó una lata de palmito del estante del supermercado en donde se
encontraba, lo cual le generó sentimientos de angustia, desazón e impotencia.”

6. Daños ocasionados por accidente ocurrido en un supermercado

[Sala Primera de la Corte]vi

Extracto de sentencia:

“III.- En materia de impugnaciones rige el principio dispositivo. Es por iniciativa del


interesado y a través de su ruego específico, que el juez que dictó una resolución o su
superior, según sea el tipo de recurso de que se trate, debe analizarla, a los efectos de
determinar si se encuentra o no ajustada a derecho. Para llevar a cabo esa función
contralora, es menester la exposición de motivos concretos de agravio, los cuales
delimitarán el examen de lo resuelto, no pudiendo el juzgador abarcar aspectos diversos
de los reclamados ni decidir en perjuicio del único recurrente. El recurso de casación

36
participa de estas características, y, además, impone el riguroso cumplimiento de ciertos
requisitos de admisibilidad. Se restringe al estudio de los cargos sometidos a la Sala, la
cual, por disposición del artículo 608 del Código Procesal Civil, solo podrá conocer de
los puntos objeto del recurso, no pudiendo verificar un examen oficioso de lo decidido
por los jueces de instancia. Requiere, entonces, que el casacionista formule, de manera
diáfana y manifiesta, las objeciones que tiene contra la resolución impugnada. De otro
modo, es imposible establecer si se han cometido defectos formales, capaces de
calificar como causales de índole procesal, o bien, quebrantos normativos, propios de
la casación por razones de fondo. Desde esta orientación, el legislador ha dispuesto, en
los artículos 596 y 597 ibídem, el deber del recurrente de explicar, clara y precisamente,
en qué radican los yerros cometidos por el ad quem, debiendo el recurso, en orden a
esas exigencias, bastarse a sí mismo, en cuanto a su cabal entendimiento, para evitar
que la Sala tenga que verse obligada a interpretarlo, a fin de desentrañar todo aquello
que el casacionista debió decir de modo explícito y comprensible. Por lo expuesto, la
falta de precisión y claridad conducen a su rechazo de plano. Relacionado con lo anterior
y en lo que al caso interesa, esta Sala ha indicado que, al amparo de los cánones
mencionados del Código de rito civil, la violación de ley puede acontecer, de manera
indirecta, por errores de hecho o de derecho en la apreciación de la prueba. En ambos
supuestos, debe precisarse la prueba mal valorada y las normas sustantivas que se
habrían infringido con ese proceder. En el último de los yerros, además, deben invocarse
las disposiciones atinentes al valor del elemento probatorio cuya ponderación
desacertada se reclama. En segundo lugar, la infracción de ley puede ser directa ya sea
por errónea interpretación, aplicación indebida o falta de aplicación. Esto no resulta
necesario que la norma de manera expresa lo indique, pues es labor del intérprete
colegir tal aspecto. Salvo para el primer supuesto –errónea interpretación- siempre
existirán dos normas conculcadas. De esta forma, si se alegare violación de ley por
aplicación indebida, existirá otra norma quebrantada por falta de aplicación y viceversa.

Recurso de la actora.

IV.- En el primer agravio de fondo, acusa violación de los artículos 1045 y 1046 del
Código Civil que transcribe. Según expone, el A quo tuvo por demostrado que la
demandada con su falta de deber de cuidado provocó las lesiones que la demandante
padece actualmente. Detalla, no hubo prueba que demostrara que la accionada pudiera
o hubiera pretendido resguardar todos los derechos de sus clientes, como eximente de
toda culpabilidad, pero no fue así. Más bien, agrega, se demostró que la actora en ánimo
de comprar algunos productos en las instalaciones de la accionada, se vio envuelta en
unas eventualidades jamás pensadas. Por esa razón y por el descuido para con los
clientes que visitan las instalaciones, esta no previó los accidentes y consecuencias que
pudieran darse con su falta al deber de cuidado, que provocó los eventos que produjeron
las lesiones y daños a la señora Villalobos. Esas lesiones que aun lleva en su cuerpo y
tendrá por siempre, tal y como se demostró le han producido, asevera, graves secuelas
emocionales, traducidas en daño moral. Aduce, la demandada como gran cosa indica
que la envió con una orden a la clínica, pero no se trata de eso, se trata del daño que
provocó el descuido. Argumenta, en primera instancia se determinó que existía un daño
moral causado por las lesiones que a su vez fueron causadas por la falta del deber de
cuidado y así lo reafirmaron los testigos en la recepción de prueba, en la que, no hubo
presencia de la parte demandada. Quedó demostrado, explica, que la actora sufre una

37
fibrosis permanente ocasionada por los eventos de ese día. Sostiene, aportó abundante
prueba en el proceso, en la que se indica, quedará afectada por mucho tiempo o mejor
dicho de por vida. Interlocutoriamente, acota, se demostró la afectación sicológica,
moral, económica, causante de la situación emocional y moral de Carmen Villalobos, lo
que se traduce en un grave daño moral que debe ser resarcido. En ese orden de ideas,
relata, el A quo, así lo tuvo y dio por hecho, declaró con lugar la demanda y como
indemnización fijó la suma de ¢5.000.000,00, la que considera es simbólica para el daño
causado. Inexplicablemente, reprocha, el Tribunal varió la suma aplicada, sin un análisis
de fondo ni examinar la prueba que se hizo llegar a los autos oportunamente. Los
testigos, arguye, fueron congruentes y claros al afirmar que la actora se vio totalmente
afectada por los eventos producidos el día de los hechos narrados, lo que le produjo un
grave daño moral. Refiere a lo expuesto en la expresión de agravios, respecto a la
testigo Karen Calvo, Vásquez Vega y el esposo de la actora. Todos esos elementos,
sumados a la experiencia del Juez, hicieron que declarara con lugar la demanda y
condenara a la accionada al pago de ¢5.000.000,00 por daño moral, cifra que califica
de escasa para el daño sufrido. Recrimina, el fallo de segunda instancia consideró: “Ante
esa situación procede rebajar el monto de la indemnización a dos millones quinientos
mil colones”. En ese pequeño análisis que hizo, agrega, se indica que existe el daño
moral, pero solo por el daño físico no por el sicológico, lo que asegura, es incongruente
con las declaraciones de los testigos y de la prueba abundante que obra en autos. Es
claro, censura, los numerales 1045 y 1046 del Código Civil, han sido violentados porque
obligan a todo aquel que causa un daño a repararlo junto con los perjuicios. Por esa
razón, puntualiza, en aplicación exacta de lo dispuesto por los artículos mencionados y
transcritos, la indemnización debe mantenerse en ¢5.000.000,00 tal y como lo estableció
el A quo, tomando en consideración que los hechos derivan de la falta de deber de
cuidado de la accionada, que desencadenaron el daño físico y a su vez el daño moral
que le afecta. En el segundo cargo, alega violentados los artículos 221, 222 y 223 del
Código Procesal Civil que transcribe. En un análisis de siete renglones, manifiesta, se
exonera a la parte vencida del pago de costas personales de este proceso. No es de
recibo la apreciación de que las pretensiones de la accionante fueron exageradas, como
lo pretende hacer creer la demandada. La accionada indica que existe una exageración
en el monto pretendido para retribuir el daño moral que evidentemente se dio. Reprocha,
no es excesiva la suma que se indicó en la demanda, porque se aproxima a lo deseado
o calculado lo que se puso en conocimiento a la demandada, sin que lo objetara. La
actuación de la sociedad es ilegal en cuanto al monto de la demanda, ya que no se
opuso a la estimación del proceso dentro de los 10 primeros días como lo establece el
canon 297 del Código Procesal Civil. Reclama, al no oponerse a tal estimación se da
por un hecho que se tiene fijada en forma legal y asi lo determinó el Juzgado por
resolución de las 16 horas 27 minutos del 30 de setiembre de 2011 cuando señaló. “NO
SIENDO ARBITRARIA NI EXAGERADA, SE FIJA LA CUANTIA DE ESTE ASUNTO EN
LA SUMA DE VEINTISIETE MILLONES QUINIENTOS MIL COLONES”. Reitera, la
parte demandada nunca se opuso a esa estimación. En este momento, enfatiza, seria
contra legem pretender o beneficiarse de su propio dolo, al indicar que las pretensiones
de la actora son exageradas cuando tuvo oportunidad de oponerse dentro del plazo de
ley para tales efectos. Al no haber oposición, insiste, aceptó el monto de la estimación.
Por otro lado, critica, la sentencia sostiene que las pretensiones fueron exageradas,
pero nunca existió oposición al respecto, por eso, afirma, la hace acreedora de todas
las costas en que incurrió por este asunto, tal y como lo establece el precepto 221 citado.

38
Por otro lado, manifiesta, se debe examinar si existe o no buena fe de la parte accionada
en cuanto a los hechos de la demanda. El artículo 223 establece que no puede eximirse
de costas a las partes que obren de mala fe. A su entender no actuó de buena fe porque
se opuso a los hechos primero, tercero, cuarto, quinto, sexto, sétimo, octavo, noveno,
décimo, undécimo, décimo segundo, décimo tercero, décimo sétimo, décimo octavo,
décimo noveno, vigésimo, vigésimo segundo, vigésimo tercero, vigésimo cuarto,
vigésimo quinto y vigésimo sexto, que transcribe y asegura, debieron ser aceptados al
contestar la demanda. Por todo lo expuesto y las pruebas aportadas, estima, no existe
buena fe.

V.- A tenor de lo expuesto en el considerando primero, los cargos que se han reseñado,
distan en su formulación de las exigencias técnicas que impone el Código Procesal Civil
al recurso de casación. Según se indicó, el planteamiento debe ser claro y preciso, de
manera que la Sala no tenga que llevar a cabo la labor de desentrañar la intención del
recurrente, quien debe puntualizar en cada uno de sus reparos, las violaciones
normativas, la manera en que se produjeron e inciden en la decisión que recurre.
Obsérvese que no precisa si su protesta obedece a una violación directa o indirecta de
ley. Sin embargo, de lo expuesto en el primero cargo se infiere que se trata de errores
en la valoración de la prueba, conforme al canon 595 inciso 3) del Código Procesal Civil,
en punto a los hechos tenidos por demostrados y falta de valoración de la prueba
aportada a los autos (testimonial de Karen Vargas y Vásquez Vega), que llevó al
Tribunal a variar el monto de la condenatoria del daño moral y exonerar a la accionada
del pago de ambas costas. En este supuesto, para que el agravio sea admisible y
cumpla con la técnica procesal, además de precisar la prueba que estima mal valorada,
estaba en la ineludible obligación de citar la o las disposiciones atinentes al valor
probatorio de los elementos que estima indebidamente apreciados, así como las normas
sustantivas que se hubieren irrespetado con ese proceder y la forma en que ello sucedió,
cuestión que resulta insoslayable cuando se acusa violación de esta naturaleza. La sola
enunciación de los artículos 1045 y 1046 del Código Procesal Civil, no tiene la virtud de
satisfacer las exigencias que la ley procesal civil impone a este recurso extraordinario.
En el Segundo apartado, censura el pronunciamiento de costas. Afirma que la
demandada no actuó de buena fe, porque se opuso a los hechos establecidos en la
demanda, los que asegura debió aceptarlos en la contestación. Además refiere que
como la demandada no se opuso al monto de la estimación del proceso dentro del plazo
que establece el artículo 297 del CPC, se da por hecho que la cuantía se fijó en forma
legal. Sustenta el motivo con la cita de los preceptos 221, 222 y 223 del Código Procesal
Civil, pese a ello, no detalla si su quebranto obedece a una aplicación indebida, falta de
aplicación o viceversa, o en su defecto a una errónea interpretación, contrariando así
los requerimientos legales que se exigen para este tipo de recurso, tal y como con detalle
se expuso en el considerando primero de este fallo. Esas desatenciones, impiden entrar
a su análisis, tornando el recurso en informal, lo que impone su consecuente rechazo.

Recurso de la sociedad demandada

VI.- En un único agravio por el fondo, acusa transgredido el canon 704 del Código Civil.
Según expone, la actora tuvo un accidente en un supermercado de la demandada,
consecuencia de un reguero de agua que había en el piso. Manifiesta, fue atendida y se
le dio todo el tratamiento médico. Sin embargo, detalla, ahora los juzgadores de ambas

39
instancias imponen además, del pago de todo aquel tratamiento la condena de un daño
moral. A su juicio, la condena por un monto de ¢2.500.000,00 por daño moral es
exagerada. Detalla, de los hechos alegados en la demanda, la causa petendi y los
hechos tenidos por probados, el accidente se dio debido a dos factores: a) un reguero
de agua en el piso y b) la falta de diligencia de la víctima para evitar el accidente.
Enfatiza, con esas premisas y sin perjuicios del motivo de ampliación, solo como
argumentos del motivo señala: a) Las caídas son usuales en los seres humanos, por
diversos factores. De niños, jóvenes y adultos, de manera constante los humanos a
menudo tienen caídas. b) Si lo anterior es cierto, es determinar que una caída, accidente
humano normal debe ser indemnizable con un monto de ¢2.500.000,00. c) Que además
de la reparación y atención médica, tiene un valor de ¢2.500.000,00 y d) si por el
contrario, no es de tal envergadura, justificar un daño moral -afectación a la psiquis- de
¢2.500.000,00. A su entender, es lamentable y no debe suceder una caída motivada por
cualquier causa, como en este caso. Pero, relata, no debe dar origen a una
indemnización de daño moral y menos por un monto exorbitante, por esa razón alega la
violación del ordinal 704 citado, en un doble sentido. Primero, porque considera que una
caída no debe producir una condena en daño moral. Se entiende, dice, el daño moral
indemnizable como aquel que provoco una afectación en los sentimientos o la psiquis
del sujeto, pues los restantes son materiales y directos. En materia civil, asegura, están
referidos a una afectación directa del sujeto pasivo, sea en su honor, renombre, en su
valoración social o como ser humano, una afectación de tal manera que marca una
diferencia en su condición que antecede al accidente con el que el estado anímico o de
reputación personal o social, luego de un hecho dañoso. Menciona, por supuesto que
aprovechándose de una situación una persona puede maximizar y decir que tal hecho
le provocó un daño moral determinable y que tal hecho afectó moral o socialmente a
una persona. A su entender, el juzgador debe analizar a la luz del sentido común y
contenido normativo si tal hecho además del daño directo y material provoca el daño
moral. A su parecer, los hechos sin esa connotación no producen en el común de las
personas un daño moral serio y directo e inmediato en los términos que exige el precepto
704 citado. Segundo, considera se infringe el ordinal citado, de aceptarse que el hecho
debe ser censurable y condenar en daño moral. El monto, asevera, parece exagerado
y por esa razón, apunta, excedería el contenido de la norma, al convertirlo en un daño
no directo ni inmediato.

VII.- El cargo que se ha reseñado, dista en su formulación de las exigencias técnicas


que impone el Código Procesal Civil al recurso de casación. El recurrente refiere a una
violación directa de ley, nótese como invoca el quebranto del artículo 704 del Código
Civil, en cuyo caso debió referir si ello obedece a una falta de aplicación y su correlativa
aplicación indebida o viceversa, o en su defecto a una errónea interpretación de ley,
todo sobre lo cual fue omiso. Lo anterior dice de la informalidad del cargo e impone sin
más su rechazo de plano.”

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7. Responsabilidad civil por lesiones provocadas por caída en
supermercado: Consideraciones acerca de la carga de la prueba

[Tribunal Segundo Civil Sección I]vii

Extracto de sentencia:

“III.- El mandatario especial judicial de la actora, señora K. apeló la sentencia. En lo


sustancial, refiere que su cliente no tendría jamás la intención de proferirse una lesión
que le marcaría de por vida su cuerpo, y ella siempre tuvo el cuidado de conducirse
dentro del local comercial de la parte demandada, por lo que resulta totalmente fuera de
contexto tratar de conducir la sentencia en el sentido de que por culpa de su patrocinada
se suscitaron los hechos y eso es como conducir la responsabilidad objetiva del
demandado hacia su representada, lo que no procede porque el propietario del local
comercial es quien está obligado a brindar a sus clientes el mínimo de condiciones de
seguridad, para que no sufran ningún accidente. Señala que los artículos 3, 38, 39
siguientes y concordantes de la Ley General de Salud, establecen la obligatoriedad del
comerciante de tomar medidas o precauciones a favor de la salud de terceros, por lo
que no era de resorte de su cliente que las cajas de envases estuvieran en un lugar por
donde el público transita, y era responsabilidad del demandado que la recepción de ellas
se hiciera en forma segura. Remite a lo dispuesto en el artículo 1045 del Código Civil
sobre la obligación del demandado por responsabilidad extra contractual. Concluye que
ante el incumplimiento de la obligación de cuidado del demandado surgió la contienda,
producto de los daños ocasionados culposamente por él ante el descuido de sus
empleados al haber dejado en un lugar inseguro los obstáculos que propiciaron el daño
en las rodillas, que nos ocupa. Que demostró con la prueba testimonial y documental
aportada, que el día de los hechos había mucha gente, y que no se puede negar que
desde que ingresaron las cajas de envase al negocio la responsabilidad era de la
demandada. Que no se trató de un infortunio sino de un asunto que genera
responsabilidad del demandado con el cliente. Pide que se revoque la sentencia.

IV.- Como lo tuvo por demostrado el juzgador de instancia, el trece de abril del dos mil
dos, en el supermercado Palí, en el Roble de Puntarenas, la actora sufrió una caída
cuando se tropezó con unas cajas; al caer, sus rodillas impactaron en el suelo y se
produjo una herida al quebrarse una botella que ella traía. La herida sufrida por la actora
fue cortante y como tratamiento se le hicieron suturas. Que producto de las lesiones la
demandante sufrió una incapacidad temporal de cinco días y una permanente del cuatro
por ciento de pérdida de la capacidad general orgánica. Con base en esa situación
fáctica, no rebatida por la parte accionada, se tiene que en el caso, contrario a lo
apreciado por el juez de instancia, la responsabilidad que surge no es una de carácter
subjetivo, en que sea preciso acreditar, aparte de la demostración del accidente, que ha
mediado dolo, falta, negligencia o imprudencia de la parte accionada. Aunque la
demanda se fundamenta sólo en los artículos "1045, 1046, 707, 704 siguientes y
concordantes del Código Civil,.." es en virtud del principio de que el juez conoce el
derecho, que procede en este caso considerar que la situación de hecho planteada, -
reconocida por la parte accionada en cuanto admite que la actora "se enredó con una
caja y al caer tuvo un pequeño raspón o cortada en su rodilla." (ver hecho 2 de la

41
contestación de la demanda a folio 22)-, está ínsita en la responsabilidad objetiva
derivada del numeral 35 de la Ley de Promoción y Defensa Efectiva del Consumidor
(Ver en este sentido voto N° 575-03 de la Sala Primera de la Corte Suprema de Justicia,
de las 10 horas del 17 de octubre del dos mil tres). Esa norma señala lo siguiente: “El
productor, el proveedor y el comerciante deben responder concurrente e
independientemente de la existencia de culpa, si el consumidor resulta perjudicado por
razón del bien o el servicio, de informaciones inadecuadas o insuficientes sobre ellos o
de su utilización y riesgos. Sólo se libera quien demuestre que ha sido ajeno al daño.
Los representantes legales de los establecimientos mercantiles o, en su caso, los
encargados del negocio son responsables por los actos o los hechos propios o por los
de sus dependientes o auxiliares. Los técnicos, los encargados de la elaboración y el
control responden solidariamente, cuando así corresponda, por las violaciones a esta
Ley en perjuicio del consumidor.” Al amparo de esa normativa, al tratarse de una
responsabilidad fundamentada en un criterio de imputación objetiva, se debe indicar que
la carga de la prueba de la parte actora se encuentra limitada a aspectos muy puntuales,
los cuales son el daño y el nexo causal. En otras palabras, derivado del criterio de
imputación objetiva, entre las ventajas que se le ofrece a la persona consumidora, se
encuentran las de acreditar tales circunstancias, los cuales constituyen el requisito sine
qua non para endilgar la responsabilidad a la parte comerciante. A pesar de lo anterior,
en este caso, el juzgado de primera instancia, le deniega su reclamo a la actora,
aduciendo que ella no aportó prueba que acredite los daños sufridos, siendo suya la
carga de la prueba (artículo 317, inciso 1° del Código Procesal Civil), criterio que como
se ha indicado no comparte el Tribunal.

V.- Según el cuadro fáctico elaborado por el juez de instancia, es claro que se demostró
que las lesiones sufridas son consecuencia directa del servicio brindado por la
demandada, dado que resulta inconcebible que un negocio dedicado a la venta masiva
de productos y servicios y a la atención de gran cantidad de personas, no se tenga el
cuidado de que áreas en que los usuarios transitan estén libres de obstáculos, como lo
son cajas con envases, por el riesgo de que una persona tropiece con ellos y resulte
lesionada, como ocurrió en este caso. De ahí que el daño y el nexo causal como
elementos para la procedencia de la responsabilidad objetiva derivada de la norma
supracitada, quedaron acreditados. Como las lesiones fueron demostradas, es a la
accionada a quien le corresponde el resarcimiento por el sufrimiento causado por esas
lesiones, y si sólo se determinó en esta fase de conocimiento la existencia de los daños
y la relación causal, procederá en fase de ejecución del fallo determinar su importe.

VI.- Por las razones expuestas, se revoca la sentencia recurrida, para en su lugar
declarar con lugar la demanda interpuesta por la actora contra la sociedad demandada.
Se condena a la accionada al pago de los daños y perjuicios causados a la actora
derivados de las lesiones sufridas como consecuencia de la caída sufrida por ella en las
instalaciones de la demandada, los cuales se determinarán en etapa de ejecución de
sentencia. Por haber resultado vencida la accionada se le condena al pago de las costas
procesales y personales (artículo 221 del Código Procesal Civil).”

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REFERENCIAS

i
SALA PRIMERA DE LA CORTE. Resolución Nº 01591 - 2019. Fecha de la Resolución: 24 de
Julio del 2019 a las 2:15 p. m. Expediente: 14-000418-0640-CI. Clase de asunto: Proceso
ordinario.

ii
TRIBUNAL SEGUNDO CIVIL SECCIÓN EXTRAORDINARIA. Resolución Nº 00406 - 2018.
Fecha de la Resolución: 22 de Junio del 2018 a las 3:02 p. m. Expediente: 14-000267-0180-CI.
Clase de asunto: Proceso ordinario civil.

iii
SALA PRIMERA DE LA CORTE. Resolución Nº 00498 - 2017. Fecha de la Resolución: 11 de
Mayo del 2017 a las 10:00 a. m. Expediente: 08-100148-0216-CI. Clase de asunto: Proceso
ordinario.

iv
TRIBUNAL SEGUNDO CIVIL SECCIÓN I. Resolución Nº 00304 - 2017. Fecha de la
Resolución: 22 de Mayo del 2017 a las 3:25 p. m. Expediente: 13-000084-0180-CI. Clase de
asunto: Proceso ordinario.

v
SALA PRIMERA DE LA CORTE. Resolución Nº 00921 - 2016. Fecha de la Resolución: 08 de
Setiembre del 2016 a las 10:40 a. m. Expediente: 11-000142-0295-CI. Clase de asunto: Proceso
ordinario.

vi
SALA PRIMERA DE LA CORTE. Resolución Nº 01417 - 2014. Fecha de la Resolución: 30 de
Octubre del 2014 a las 4:30 p. m. Expediente: 11-000384-0164-CI. Clase de asunto: Recurso de
revocatoria.

vii
TRIBUNAL SEGUNDO CIVIL SECCIÓN I. Resolución Nº 00035 - 2009. Fecha de la
Resolución: 21 de Enero del 2009 a las 9:40 a. m. Expediente: 02-100634-0417-CI. Clase de
asunto: Proceso ordinario.

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