Está en la página 1de 5

¿Qué significa hacer morir las obras de la carne?

Para hacer morir las obras de la carne es necesario que primero entendamos qué son, y cómo
las diferencio de vivir conforme a las obras manifiestas de la carne.

“Porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la
carne, viviréis.” Romanos 8:13.

Hay mucho que aprender y entender de este versículo. ¿Qué significa vivir conforme a la
carne? ¿Qué significa haced morir las obras de la carne que salen de nuestro cuerpo? Es
importante saberlo, ya que dice claramente que si lo hacemos, ¡viviremos!

El vivir conforme a la carne es lo mismo que satisfacer los deseos de la carne (Gálatas 5:16), o
ceder ante la tentación por el deseo de la carne. (Santiago 1:14-15). Vivir conforme a la carne
es cometer pecado concientemente, transgredir la ley y quebrantar de las leyes divinas que se
saben de antemano que son pecado.

Obras manifiestas de la carne

Las obras manifiestas de la carne son las cosas que sabemos que son pecado antes de que las
hagamos. Si continuamos viviendo según la carne – viviendo en pecado – moriremos. Si no
vivimos según la carne, entonces hemos crucificado la carne con sus pasiones y deseos
(Gálatas 5:24). Así estamos crucificados a todo lo que conocemos como pecado. En otras
palabras, cuando somos tentados a pecar, no cedemos a la tentación. Por supuesto esto no
significa que nuestros deseos de pecar desaparecen mágicamente; pero una mente dispuesta
es lo que se requiere para pelear la buena batalla y vencer al pecado. Esto implicará
sufrimiento en la carne ya que se niega la satisfacción de sus pasiones y deseos.

“Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús,
Señor nuestro. No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo
obedezcáis en sus concupiscencias.” Romanos 6:11-12.

“Puesto que Cristo ha padecido por nosotros en la carne, vosotros también armaos del mismo
pensamiento; pues quien ha padecido en la carne, terminó con el pecado, para no vivir el
tiempo que resta en la carne, conforme a las concupiscencias de los hombres, sino conforme a
la voluntad de Dios.” 1 Pedro 4:1-2.

Obras de la carne
Aún más significativo, está escrito que debemnos hacer morir las obras de la carne que salen
de nuestro cuerpo por medio del Espíritu, ¡y viviremos! (Romanos 8:13). Pero ¿qué son las
obras de la carne y cómo las diferencio de las obras manifiestas de la carne? (Gálatas 5:19-21).
Las obras de la carne o también llamadas obras del cuerpo, son las acciones que nos damos
cuenta que están mal hasta después de haberlas cometido; cuando el Espíritu Santo nos lo
hace saber, recibimos nueva luz de que lo que hicimos está mal. Por eso, todo lo malo que
hagamos inconscientemente – sin que pase por nuestros pensamientos o que estemos de
acuerdo – es una obra de la carne que salió de nuestro cuerpo. No hay condenación por dichas
obras, si aceptamos que hemos cometido un mal y las juzgamos por el Espíritu para hacerlas
morir. (Romanos 7:25 y Romanos 8:1-2)

Dos cosas son necesarias para poder “vivir”, y seguir a Cristo:

Que no vivamos conforme a la carne, para que terminen las obras manifiestas de la carne. En
otras palabras: Ya no hago lo que sé que está mal. (1 Pedro 4:1-2)

Que las obras de la carne que salen inconcientemente del cuerpo, sean llevadas a la muerte
(juzgadas, dejadas) una por una conforme vaya recibiendo luz. En otras palabras: Dejo de
hacer las cosas que la luz me revela que están mal. (Romanos 8:13; 1 Juan 1:6-8)

Tres conejos pera vencer la carne

1. Reconoce tu condición de pecador.

El fracaso de muchos cristianos radica en que no fueron humildes para reconocer sus
debilidades, nunca confesaron sus pecados, y nunca fueron confrontados. “El que encubre sus
pecados no prosperará; Mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia” (Proverbios
28:13).

El inicio de una vida cristiana llena de fruto comienza cuando vamos a Cristo en
arrepentimiento y fe, dejando que su gracia nos transforme.

2. Practica las disciplinas espirituales.

Seguramente ya sabes que necesitas orar, leer la Biblia, congregarte, ayunar, etc. Pero parece
que cada día son más los cristianos que no son constantes en las disciplinas espirituales que
tanto necesitamos.

Si Jesús usó la Palabra para vencer, ¿cuánto más necesitamos nosotros de ella?
La Biblia nos habla de muchos hombres piadosos que tenían comunión con Dios, pero Jesús es
el mejor ejemplo de todos. Los evangelios nos muestra a Jesús en acción, no solo sanando
enfermos y liberando a los cautivos, sino practicando los disciplinas espirituales.

Por ejemplo, en Mateo 4:1-11, en el episodio de la tentación en el desierto, vemos cómo el


Hijo de Dios derrota al enemigo usando bien la Palabra. Cada vez que el diablo lo atacaba,
Jesús respondía con las Escrituras. Él conocía, estudiaba, y memorizaba la Palabra.

Si Jesús usó la Palabra para vencer, ¿cuánto más necesitamos nosotros de ella? Nuestras
continuas derrotas contra el pecado se deben a que estamos vacíos de la Escritura.
Necesitamos perseverar en el hábito de atesorarla. “¿Cómo puede el joven guardar puro su
camino? Guardando Tu palabra… En mi corazón he atesorado Tu palabra, Para no pecar contra
Ti” (Salmo 119:9,11).

Si de oración se trata, Jesús también es nuestro ejemplo y maestro por excelencia. En Mateo
6:13 vemos la importancia que Él otorga a la oración como un arma para vencer la tentación y
mortificar el pecado.

Sin la oración es imposible vencer en la lucha contra el pecado. “Con toda oración y súplica
oren en todo tiempo en el Espíritu, y así, velen con toda perseverancia y súplica por todos los
santos (Ef. 6:18). “Velen y oren para que no entren en tentación” (Mateo 26:41). Como el
obispo J.C Ryle ha dicho: “La oración y el pecado no pueden vivir en el mismo corazón: o la
oración consumirá el pecado, o el pecado ahogará la oración”.

La oración y atesorar la Palabra de Dios son dos de los hábitos más importantes que
necesitamos para hacer morir el pecado a diario.

3. Reconoce tus zonas de peligro.

Debemos ser sabios al reconocer nuestras debilidades, o, dicho de otra forma, saber cuáles
son nuestras zonas de peligro (Mateo 26:41; 1 Pedro 5:8).

Así como Chernobyl es una zona de riesgo para quienes estén cerca, rodeada de carteles que
dicen “¡Peligro!”, nosotros también debemos cuidarnos de lo que nos hace daño. Hay
escenarios, situaciones, estados de ánimo, lugares, y tiempo en donde somos más vulnerables
a las tentaciones.
Si reconocemos nuestras debilidades o zonas de peligro, podemos tomar medidas drásticas
para evitar caer en los deseos de la carne.

No podemos luchar contra el pecado sin tener la mirada puesta en Cristo.

Teniendo la mirada en Jesús

Por supuesto, no podemos luchar contra el pecado sin tener la mirada puesta en Cristo. Su
sangre derramada por nosotros es la mayor motivación a vivir en santidad, y el mayor consuelo
cuando hemos fallado en eso.

Jesús nos dará las fuerzas necesarias para vencer, para la gloria de Dios:

“Y el Dios de paz, que resucitó de entre los muertos a Jesús nuestro Señor, el gran Pastor de las
ovejas mediante la sangre del pacto eterno, los haga aptos en toda obra buena para hacer Su
voluntad, obrando El en nosotros lo que es agradable delante de El mediante Jesucristo, a
quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén”, Hebreos 13:20-21. ¿

Confías en Él (¡hoy!) para luchar contra tu pecado y vivir amando más a Dios.
1-Las disciplinas internas:
 Meditación
 Oración
 Ayuno
 Estudio de la palabra

2-Las disciplinas externas:


 Sencillez
 Sumisión
 Servicio

3-Disciplinas incorporadas
 Confección
 Adoración
 Celebración

También podría gustarte