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UNIVERSIDAD CATÓLICA SANTO TORIBIO DE MOGROVEJO

ESCUELA PROFESIONAL DE EDUCACIÓN

PROPUESTA DE UN PROGRAMA ANTROPOLÓGICO Y


DOCTRINAL PARA CATEQUISTAS DE LA ZONA PASTORAL
CENTRO DE LA DIÓCESIS DE CHICLAYO
TESIS PARA OPTAR EL TÍTULO DE:
LICENCIADO EN EDUCACIÓN
ESPECIALIDAD: FILOSOFÍA Y TEOLOGÍA

AUTORA: Llontop Guevara Edith Noelia


Chiclayo, 29 de julio de 2020
DEDICATORIA
AGRADECIMIENTOS
RESUMEN Y PALABRAS CLAVE
ABSTRACT AND KEYWORDS
ÍNDICE
I. INTRODUCCIÓN
II. MARCO TEÓRICO
II.1. Antecedentes del problema
La catequesis y la evangelización desde la aparición de la Iglesia Católica han formado parte
de los recursos eficaces para la transmisión del mensaje mesiánico. No se puede olvidar la
importancia que cobra en este aspecto el kerigma como el primer ardor que busca persuadir al
hombre en su encuentro personal con Cristo.

Por otro lado, la evolución de la Iglesia y los nuevos tiempos han sido motivo para impulsar la
búsqueda de una escuela formadora de líderes en la misión catequética, ya que no sólo basta la
actitud piadosa, sino por el contrario, dar el fundamento antropológico y doctrinal que amerita la
formación de aquel que es llamado a transmitir el mensaje de salvación a los pueblos. Es evidente
que pese al trabajo que desde décadas atrás se viene realizando para reforzar y mejorar la
catequesis, aún persisten cabos sueltos que en cierta medida dependen de la preparación de
quienes actúan como agentes pastorales. Al respecto, el Directorio General para la Catequesis
(1997) señala que: “acerca del contenido de la catequesis, subsisten varios problemas. Existen
ciertas lagunas doctrinales sobre la verdad de Dios y del hombre (…) existe la necesidad de una
sólida formación moral […] (n° 30)”.

Podemos aseverar entonces que el catequista necesita una preparación no sólo doctrinal y/o
teológica, sino también otra de índole humana enfocada desde el Personalismo, que le abra las
puertas al conocimiento de la integralidad que encierra la persona, y al mismo tiempo, también
debe poseer unas bases de tipo metafísico donde pueda descansar la defensa de la fe. A este
problema señalado por el Directorio para la Catequesis se suman otros como la falta de
conciencia del catequista para definir a la catequesis como escuela de fe y entrenamiento de la
vida cristiana, la falta de unidad entre Sagrada Escritura, la Tradición y el Magisterio, la
presentación no equilibrada sobre la verdad del misterio de Cristo (Humanidad y Divinidad), la
escasa relevancia de la doctrina social, así como la vinculación débil con la liturgia, el descuido
del aspecto pedagógico de la catequesis y de la contextualización del mensaje que cada pueblo
exige.

Es un hecho que las deficiencias que puede presentar la catequesis se hacen patentes en cada
iglesia particular; y sobre esto Caiza (2007) en su tesis denominada “Itinerario de formación
humano cristiana de los catequistas de la parroquia de Salcedo” señala que la realidad social
en Ecuador en los últimos años se ha visto invadida por ideas secularistas, el impacto negativo de
la tecnología y ciencia, el consumismo, entre otros aspectos que han influido en la formación
integral del catequista y catequizandos, generándose la presencia de un Cristianismo mediocre,
situación que exige un acompañamiento. De esta realidad se puede rescatar la relevancia que
encierra una vez más la formación de catequistas en sus distintas dimensiones, a fin de transmitir
de modo fidedigno en la doctrina y la praxis, la auténtica vida del cristiano, tal como lo expresa
constantemente nuestro Papa Francisco:

“El catequista…es un cristiano que lleva consigo la memoria de Dios, se deja guiar por la
memoria de Dios en toda su vida, y la sabe despertar en el corazón de los otros. Esto requiere
esfuerzo. Compromete toda la vida (…) (Jornada de los catequistas en el año de la Fe,
29/10/2013)”.

Otro estudio importante como el de los colombianos Laguna, Tovar y Matamoros (2013)
titulado: “Práctica de la catequesis como formación ética”, manifiesta que los catequistas no
solo deben ser formados en el ámbito de lo religioso, sino también en el campo de las ciencias
humanas, puesto que la formación que ellos dan ha de repercutir en sus catequizandos; es decir,
una vez más se reafirma que no basta el conocimiento doctrinal para ser un catequista bien
preparado, hace falta complementar dicha formación en la dimensión humana, porque esta
también tendrá implicancias en los catequizandos. No olvidemos que el ejemplo siempre arrastra,
y esta frase tiene su raíz en esa formación humana en la que tanto énfasis queremos dar.

Por otro lado, es importante mencionar el diagnóstico que presentó el Documento de


Aparecida (2007) sobre la Fe cristiana y la catequesis en América Latina. Al respecto señala que
actualmente está en juego el desarrollo armónico de la sociedad y la identidad católica de los
pueblos latinoamericanos, puesto que no hay una toma de conciencia de lo que implica ser
discípulos y misioneros de Cristo, y al mismo tiempo de la praxis de la moral cristiana. Para esto,
Aparecida, remarca con ahínco la presencia de catequistas abnegados, de vida cristiana sólida, ya
que: “un gran medio para introducir al pueblo de Dios en el misterio de Cristo es la catequesis.
En ella se transmite de forma sencilla y substancial el misterio de Cristo” (p. 14). De esta manera
se hará conveniente y necesario intensificar la catequesis de niños, jóvenes y adultos a fin de que
los mismos logren la madurez de su fe, y a su vez ésta les sea luz de vida y fuerza para
convertirse en seguidores de Cristo.

A la postre, en el Perú encontramos ciertos vacíos de la catequesis en sus diversos programas,


ya que los ministros y agentes pastorales no son un número suficiente que responda a la demanda
de feligreses que posee cada parroquia o iglesia particular, y no se diga de aquellas que tienen en
su jurisdicción territorios de índole rural, en los cuales por las características de contexto y
cultura, implica una catequesis más diversificada que haga posible la conversión de los pueblos,
tema que no deja de hacer eco en la Iglesia. Es así, que diversas parroquias en el país
constantemente realizan planeaciones anuales, trazándose como meta principal, la verdadera
experiencia de fe en sus miembros, asumiendo para ellos la responsabilidad de la formación
permanente de sus agentes pastorales. Un ejemplo de esto es la Diócesis de Chosica, en la
provincia de Lima, que en su Plan Anual 2014, planteó diversos objetivos, entre los cuales
destaca el objetivo estratégico nº 5, el mismo que enfatiza el fortalecimiento de la propuesta
formativa para agentes pastorales. Para cumplir este fin, como acciones principales se consideró
un diagnóstico de la realidad catequética de cada parroquia, así como el implemento y la
evaluación de mejora de los programas de formación para catequistas (Plan Operativo Anual de
la Diócesis de Chosica 2014).

Finalmente, en la Diócesis de Chiclayo, la cual se divide en cuatro zonas pastorales (Centro,


Este y Sierra, Litoral y Norte), encontramos una situación que no diverge mucho con la descrita
sobre Ecuador, Colombia y la problemática que señala el Directorio General para la Catequesis y
Aparecida, puesto que cada parroquia que la integra a menudo se han preocupado por capacitar y
formar a los catequistas; sin embargo, situaciones socioculturales y personales de cada uno de
ellos, en determinadas ocasiones se convierten en impedimentos para la realización de esa
anhelada formación. Como ejemplo podemos citar las limitaciones económicas de algunas
parroquias para enviar a sus catequistas a cursos convocados por las escuelas diocesanas de
catequesis, así como la disposición del tiempo para participar de los mismos. Este tipo de
acontecimientos, como ya se ha dicho, suele convertirse en ocasión de deserción, y por ende
puede llevar a un enfriamiento del espíritu catequético y el afán de dar a conocer a Cristo y su
mensaje.

Así pues, la Zona Pastoral Chiclayo de la Diócesis del mismo nombre, comprende 19
parroquias, las mismas que son disímiles en su número de catequistas. Algunas de ellas con éxito
tienen como fortaleza un total de 40 a 56 catequistas, mientras que otras sólo tienen el apoyo de 6
a 8 catequistas. Esto supone, por un lado, la necesidad de incorporar agentes pastorales con
experiencia de fe, de Jesucristo, que convoquen y cooperen en la evangelización efectiva del
pueblo chiclayano; y, asimismo, cabe preguntarse cuál es el perfil y la preparación de quienes
están inmersos en esta actividad pastoral de la catequesis que, si bien es cierto, tiene índole
evangelizadora, mesiánica; pero, de otra parte, cumple un rol educador. Esto hace hincapié una
vez más en los argumentos de Aparecida (2007): “hay que educar al pueblo…para que, por
propia experiencia vean que las palabras de Jesús son espíritu y vida. De lo contrario ¿cómo van
a anunciar un mensaje cuyo contenido y espíritu no conocen a fondo?” (p. 13).

En congruencia a lo expuesto, existe necesidad de reforzar la formación humana, desde una


mirada Personalista, en relación a la adhesión de la persona de Cristo, ya que si esto no se da,
entonces no se puede hablar de la formación en valores, ni mucho menos de la búsqueda y
hallazgo de la verdad; y por el contrario, estaremos frente a un catequista vacío, que sólo se
somete a la búsqueda del provecho personal, y sobre esto San Agustín en su “Catechizandis
Rudibus” agregaba que: “lo que siempre hemos de cuidar sobre todo es ver qué medios se han de
emplear para que el catequista lo haga siempre con alegría, pues cuanto más alegre esté, más
agradable resultará” (nº 14). Es importante señalar entonces que se busca formar al catequista no
sólo en lo humano y espiritual para su propia conversión, sino que también es necesario priorizar
la formación doctrinal, considerando como ejes los aspectos bíblico y teológico, además del
conocimiento elemental que debe poseer de la metodología propia para la catequesis. Finalmente,
en este contexto, se considera la formación espiritual como requisito exclusivo que lleve a la
adhesión libre a Cristo, y al respecto aún hace falta una participación más viva, ya que en
ocasiones no todos los catequistas participan de retiros, jornadas y/o talleres para enriquecer su
formación.

Frente a la realidad expuesta surge la inquietud y necesidad de replantear los planes temáticos
de formación para catequistas, es por eso que en un afán de aportar a esta idea partimos del
siguiente problema de investigación: ¿Qué temas antropológicos y doctrinales son indispensables
en la formación de los catequistas de la zona centro de la Diócesis de Chiclayo?

Para la presente investigación se ha planteado como objetivo general diseñar un programa


temático para mejorar el nivel de conocimientos antropológicos y doctrinales de los catequistas
de la zona pastoral centro de la Diócesis de Chiclayo, el mismo que ha de seguir la siguiente ruta
de objetivos específicos:

- Identificar el nivel de conocimientos antropológicos y doctrinales de los catequistas de la


zona pastoral centro de la Diócesis de Chiclayo.
- Seleccionar la temática antropológica – doctrinal adecuada para mejorar el nivel de
conocimientos de los catequistas de la zona pastoral centro de la Diócesis de Chiclayo.
- Elaborar los guiones temáticos antropológicos y doctrinales para mejorar el nivel de
conocimientos de los catequistas de la zona pastoral centro de la Diócesis de Chiclayo.

Este trabajo propone un programa temático para catequistas desde una perspectiva
antropológica y teológica que refuerce la aprehensión verdadera de la doctrina cristiana en la vida
de estos agentes pastorales, ya que su formación integral en lo humano, doctrinal y espiritual
implica su testimonio que promueva la catequesis (kerigma) efectiva en los destinatarios. En eso
radica su importancia.

De otra parte y bajo esta perspectiva, la investigación tiene una relevancia teórica porque
pretende dar a conocer la necesidad de una formación humana y doctrinal a los catequistas, la
misma que debe contener en su base, determinados fundamentos de la Metafísica, Antropología y
la Teología. Así pues, tal y como lo señala el Directorio General para la Catequesis: “cualquier
actividad pastoral que no cuente para su realización con personas verdaderamente formadas y
preparadas, pone en peligro su calidad. Los instrumentos de trabajo no pueden ser
verdaderamente eficaces si no son utilizados por catequistas bien formados” (V, II, nº 234).

Finalmente, hemos considerado su relevancia metodológica y práctica, ya que contribuirá a la


solución de una problemática en concreto, en este caso, establecer una mejora en los planes
temáticos de formación para catequistas y otros agentes pastorales de las iglesias particulares de
la Zona Pastoral centro de la Diócesis de Chiclayo, con el objetivo de que los mismos, más allá
de transmitir el mensaje evangélico, también tengan convencimiento y experiencia de fe, puesto
que es a través del verdadero ejemplo de cristiano con el cual se logra la conversión de quienes
aún no conocen el misterio de fe; cabe resaltar al mismo tiempo, de que en muchas de las iglesias
particulares sí se ha consolidado la preparación doctrinal de sus catequistas; en todo caso, hay
que darle prioridad al conocimiento y aprehensión de los fundamentos filosóficos que les
permitan apropiarse con convicción de la doctrina que a menudo difunden desde su labor
pastoral, y en congruencia a lo expuesto la Catechesi Tradendae nos dice que:

“…La catequesis es tan necesaria para la madurez de la fe de los cristianos como para su
testimonio en el mundo: ella quiere conducir a los cristianos «en la unidad de la fe y en el
conocimiento del Hijo de Dios y a formar al hombre perfecto, maduro, que realice la plenitud
de Cristo; también quiere que estén dispuestos a dar razón de su esperanza a todos los que les
pidan una explicación” (CT, nº 25).

De este modo pues, se puede deducir desde ahora la necesidad de replantear los temas de
formación para catequistas y/o cualquier agente pastoral que tiene en sus manos la delicada tarea
de formar y acercar a otros hacia la persona de Jesucristo; de una manera especial, se ha de
incidir en el aspecto antropológico, puesto que el acto de catequizar y evangelizar implica
involucrarse con personas humanas, y por ende estamos llamados a conocerlas en profundidad de
tal modo de establecer un puente directo hacia el Dios que se hizo hombre.

II.2. Bases teórico científicas


II.2.1. El problema de la realidad
 El reduccionismo antropológico, gnoseológico y metafísico del mundo
posmoderno el hombre light, la cultura de la muerte, fe y cultura, cruzando el
umbral de la esperanza, fides et ratzio, el cientificismo, positivismo,
materialismo …..reduces el ser….se reduce en el pensar…reduccionismo en el
actuar….
 La realidad y sus dimensiones…tomás alvira ...diccionario filosófico…todo lo
 Propiedades metafísicas de la realidad…esencia, ser, propiedades
II.2.2. Antropología filosófica Personalista tomás melendo propiedades del ser….
II.2.2.1. ¿Qué es el hombre? Es para el mundo, las cosas
II.2.2.2. ¿Quién es el hombre? Persona tridimensional
II.2.2.3. ¿Cómo está estructurado ontológicamente? Cuerpo, psique, afectividad
II.2.2.4. ¿Cómo es el hombre operativamente? Cognoscitiva, apetitiva, afectividad
II.2.3. Antropología Teológica
 El hombre imagen y semejanza de Dios
 El hombre un ser caído
II.2.4. TEOLOGIA
 La revelación
 La fe
 La liturgia ...Y todo lo que ya hemos considerado en el esquema anterior…
II.2.5. Metodología Catequética
II.2.6. Nueva evangelización…evangelium gaudium, art 11.

III. METODOLOGÍA
III.1. Tipo y nivel de investigación
III.2. Diseño de investigación
III.3. Población, muestra, muestreo
III.4. Criterios de selección
III.5. Operacionalización de variables
III.6. Técnicas e instrumentos de recolección de datos
III.7. Procedimientos
III.8. Plan de procesamiento y análisis de datos
III.9. Matriz de consistencia
III.10. Consideraciones éticas
IV. PROPUESTA
V. RESULTADOS Y DISCUSIÓN
VI. CONCLUSIONES
VII. RECOMENDACIONES
VIII. LISTA DE REFERENCIAS
IX. ANEXOS
Primera asesoría: 12 de enero de 2021 Actualización de marco teórico, revisión de aspectos
sobre reduccionismo, antropología personalista.

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