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Por otro lado, la evolución de la Iglesia y los nuevos tiempos han sido motivo para impulsar la
búsqueda de una escuela formadora de líderes en la misión catequética, ya que no sólo basta la
actitud piadosa, sino por el contrario, dar el fundamento antropológico y doctrinal que amerita la
formación de aquel que es llamado a transmitir el mensaje de salvación a los pueblos. Es evidente
que pese al trabajo que desde décadas atrás se viene realizando para reforzar y mejorar la
catequesis, aún persisten cabos sueltos que en cierta medida dependen de la preparación de
quienes actúan como agentes pastorales. Al respecto, el Directorio General para la Catequesis
(1997) señala que: “acerca del contenido de la catequesis, subsisten varios problemas. Existen
ciertas lagunas doctrinales sobre la verdad de Dios y del hombre (…) existe la necesidad de una
sólida formación moral […] (n° 30)”.
Podemos aseverar entonces que el catequista necesita una preparación no sólo doctrinal y/o
teológica, sino también otra de índole humana enfocada desde el Personalismo, que le abra las
puertas al conocimiento de la integralidad que encierra la persona, y al mismo tiempo, también
debe poseer unas bases de tipo metafísico donde pueda descansar la defensa de la fe. A este
problema señalado por el Directorio para la Catequesis se suman otros como la falta de
conciencia del catequista para definir a la catequesis como escuela de fe y entrenamiento de la
vida cristiana, la falta de unidad entre Sagrada Escritura, la Tradición y el Magisterio, la
presentación no equilibrada sobre la verdad del misterio de Cristo (Humanidad y Divinidad), la
escasa relevancia de la doctrina social, así como la vinculación débil con la liturgia, el descuido
del aspecto pedagógico de la catequesis y de la contextualización del mensaje que cada pueblo
exige.
Es un hecho que las deficiencias que puede presentar la catequesis se hacen patentes en cada
iglesia particular; y sobre esto Caiza (2007) en su tesis denominada “Itinerario de formación
humano cristiana de los catequistas de la parroquia de Salcedo” señala que la realidad social
en Ecuador en los últimos años se ha visto invadida por ideas secularistas, el impacto negativo de
la tecnología y ciencia, el consumismo, entre otros aspectos que han influido en la formación
integral del catequista y catequizandos, generándose la presencia de un Cristianismo mediocre,
situación que exige un acompañamiento. De esta realidad se puede rescatar la relevancia que
encierra una vez más la formación de catequistas en sus distintas dimensiones, a fin de transmitir
de modo fidedigno en la doctrina y la praxis, la auténtica vida del cristiano, tal como lo expresa
constantemente nuestro Papa Francisco:
“El catequista…es un cristiano que lleva consigo la memoria de Dios, se deja guiar por la
memoria de Dios en toda su vida, y la sabe despertar en el corazón de los otros. Esto requiere
esfuerzo. Compromete toda la vida (…) (Jornada de los catequistas en el año de la Fe,
29/10/2013)”.
Otro estudio importante como el de los colombianos Laguna, Tovar y Matamoros (2013)
titulado: “Práctica de la catequesis como formación ética”, manifiesta que los catequistas no
solo deben ser formados en el ámbito de lo religioso, sino también en el campo de las ciencias
humanas, puesto que la formación que ellos dan ha de repercutir en sus catequizandos; es decir,
una vez más se reafirma que no basta el conocimiento doctrinal para ser un catequista bien
preparado, hace falta complementar dicha formación en la dimensión humana, porque esta
también tendrá implicancias en los catequizandos. No olvidemos que el ejemplo siempre arrastra,
y esta frase tiene su raíz en esa formación humana en la que tanto énfasis queremos dar.
Así pues, la Zona Pastoral Chiclayo de la Diócesis del mismo nombre, comprende 19
parroquias, las mismas que son disímiles en su número de catequistas. Algunas de ellas con éxito
tienen como fortaleza un total de 40 a 56 catequistas, mientras que otras sólo tienen el apoyo de 6
a 8 catequistas. Esto supone, por un lado, la necesidad de incorporar agentes pastorales con
experiencia de fe, de Jesucristo, que convoquen y cooperen en la evangelización efectiva del
pueblo chiclayano; y, asimismo, cabe preguntarse cuál es el perfil y la preparación de quienes
están inmersos en esta actividad pastoral de la catequesis que, si bien es cierto, tiene índole
evangelizadora, mesiánica; pero, de otra parte, cumple un rol educador. Esto hace hincapié una
vez más en los argumentos de Aparecida (2007): “hay que educar al pueblo…para que, por
propia experiencia vean que las palabras de Jesús son espíritu y vida. De lo contrario ¿cómo van
a anunciar un mensaje cuyo contenido y espíritu no conocen a fondo?” (p. 13).
Frente a la realidad expuesta surge la inquietud y necesidad de replantear los planes temáticos
de formación para catequistas, es por eso que en un afán de aportar a esta idea partimos del
siguiente problema de investigación: ¿Qué temas antropológicos y doctrinales son indispensables
en la formación de los catequistas de la zona centro de la Diócesis de Chiclayo?
Este trabajo propone un programa temático para catequistas desde una perspectiva
antropológica y teológica que refuerce la aprehensión verdadera de la doctrina cristiana en la vida
de estos agentes pastorales, ya que su formación integral en lo humano, doctrinal y espiritual
implica su testimonio que promueva la catequesis (kerigma) efectiva en los destinatarios. En eso
radica su importancia.
De otra parte y bajo esta perspectiva, la investigación tiene una relevancia teórica porque
pretende dar a conocer la necesidad de una formación humana y doctrinal a los catequistas, la
misma que debe contener en su base, determinados fundamentos de la Metafísica, Antropología y
la Teología. Así pues, tal y como lo señala el Directorio General para la Catequesis: “cualquier
actividad pastoral que no cuente para su realización con personas verdaderamente formadas y
preparadas, pone en peligro su calidad. Los instrumentos de trabajo no pueden ser
verdaderamente eficaces si no son utilizados por catequistas bien formados” (V, II, nº 234).
“…La catequesis es tan necesaria para la madurez de la fe de los cristianos como para su
testimonio en el mundo: ella quiere conducir a los cristianos «en la unidad de la fe y en el
conocimiento del Hijo de Dios y a formar al hombre perfecto, maduro, que realice la plenitud
de Cristo; también quiere que estén dispuestos a dar razón de su esperanza a todos los que les
pidan una explicación” (CT, nº 25).
De este modo pues, se puede deducir desde ahora la necesidad de replantear los temas de
formación para catequistas y/o cualquier agente pastoral que tiene en sus manos la delicada tarea
de formar y acercar a otros hacia la persona de Jesucristo; de una manera especial, se ha de
incidir en el aspecto antropológico, puesto que el acto de catequizar y evangelizar implica
involucrarse con personas humanas, y por ende estamos llamados a conocerlas en profundidad de
tal modo de establecer un puente directo hacia el Dios que se hizo hombre.
III. METODOLOGÍA
III.1. Tipo y nivel de investigación
III.2. Diseño de investigación
III.3. Población, muestra, muestreo
III.4. Criterios de selección
III.5. Operacionalización de variables
III.6. Técnicas e instrumentos de recolección de datos
III.7. Procedimientos
III.8. Plan de procesamiento y análisis de datos
III.9. Matriz de consistencia
III.10. Consideraciones éticas
IV. PROPUESTA
V. RESULTADOS Y DISCUSIÓN
VI. CONCLUSIONES
VII. RECOMENDACIONES
VIII. LISTA DE REFERENCIAS
IX. ANEXOS
Primera asesoría: 12 de enero de 2021 Actualización de marco teórico, revisión de aspectos
sobre reduccionismo, antropología personalista.