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De próxima aparición en Pasolini transatlántico, ed. Oscar Ariel Cabezas (Santiago: LOM).
Bruno Bosteels
El título de la primera novela de Pier Paolo Pasolini, Il sogno di una cosa (El sueño de una
cosa), le viene de una carta de Karl Marx a su amigo Arnold Ruge, escrita en septiembre de 1843
desde Kreuznach. Casi al final de esta carta, la última en una serie de ocho cartas que serán
(Anales franco-alemanes) que los dos jóvenes hegelianos llegaron a editar, Marx escribe lo
presenta bajo forma religiosa o política. Luego será evidente que el mundo ha
Aquí, como indican los puntos suspensivos, Pasolini corta el resto de la cita de Marx, que
… de la que sólo tiene que hacerse consciente para poseerla de verdad. Será
evidente que no se trata de trazar una gran línea mental divisoria entre el pasado y
evidente que la humanidad no está comenzando una nueva tarea, sino que está
1843," 459-460)
Además de que le permite terminar la frase con las palabras del título de su novela, mi
hipótesis con respecto a este corte es que Pasolini interrumpe la cita de Marx porque, a pesar de
que el pensador alemán afirma no querer proceder por medio de dogmas, la continuación de sus
punto de vista típico de cierto marxismo oficial o vulgar que el pensamiento de Antonio Gramsci
Octubre fue una revolución en contra del Capital, es decir, en contra de la lógica de la historia
El núcleo potencialmente dogmático que contiene la carta del joven Marx consiste en
pensar que para la reforma intelectual—tarea que el pensador alemán ciertamente comparte tanto
con Gramsci como con el propio Pasolini—bastaría con una toma de conciencia de la realidad de
la cosa, hasta ahora poseída sólo en forma de sueño. Como Marx escribe justo antes en la misma
carta a Ruge:
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crítica de la religión por Feuerbach, otra que presentar las cuestiones políticas y
1843," 459)
La implicación es que por debajo de las ilusiones hay una concordancia fundamental
movimiento de la historia que a través de una conciencia crítica de sí misma—sobre todo crítica
concepto y lo real. "No le decimos al mundo: 'Termina con tus luchas, pues son estúpidas; te
daremos la verdadera consigna de lucha,'" continúa la carta Marx. Más bien al contrario: "Nos
limitamos a mostrarle al mundo por qué está luchando en verdad, y la conciencia es algo que
Sugiero que este ideal de la necesaria e inevitable fusión entre concepto y realidad (o
entre lógica e historia) es lo que Pasolini, en su poemario Le ceneri di Gramsci (traducido como
Las cenizas de Gramsci, 1957), llamará "el místico rigor de una acción siempre par a la idea" o
también "el idilio entre mundo y mente." Pero justamente es sintomático que a la hora de invocar
este ideal, en el poema "Una polémica en versos" sobre la esclerosis institucional del Partido
Comunista Italiano, Pasolini se lo atribuya a un anónimo interlocutor, tal vez siendo él mismo,
Aquí la historia ya no es directamente portadora del sentido de la lucha política, así como
ésta tampoco se reduce a ser una mera concentración de la instancia económica, organizada en
forma de partido. Al contrario, estas ideas que atraviesan el pensamiento revolucionario de Marx
hasta Lenin serán duramente criticadas no sólo por ser ideas que históricamente habrían perdido
su vigor, como banderas rojas sin viento, sino también por haberse inspirado en un determinismo
hegemónica o contrahegemónica de una genuina cultura nacional-popular. Son ideas que, más
que descarriladas, se encuentran sobre raíles muertos. Por eso Pasolini en "Una polémica en
verso" ni siquiera espera ya encontrar una adecuación entre la idea y la acción histórica:
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Y más tarde, en el último poema de Las cenizas de Gramsci, "La Tierra de Trabajo,"
Pasolini parece ir aún más lejos en su rechazo a la idea del joven Marx sobre el comunismo
como la toma de conciencia del ser social de la humanidad, ni siquiera si se amplía con la luz
De esta forma, entre la inspiración marxiana del título de El sueño de una cosa y los once
poemas que componen el libro Las cenizas de Gramsci—para no hablar de sus obras literarias o
intelectual de una autocrítica permanente, brillantemente puesta en escena como drama interior.
con ustedes porque soy poeta. La poesía pertenece a otro plano civil. Cualquiera
cisma, retractación, etc.), éste es el drama que la poesía encarna. Yo soy este
drama. (50)
Desde este punto de vista desencantado, nutrido por la experiencia de la derrota mundial
entre la conciencia y lo real, sino que en este intervalo ahora considerado insuperable la nueva
izquierda posmarxista, siempre lista para proclamarse gramsciana y pasoliniana a la vez, sabrá
Marx "ortodoxo" o "vulgar" y un Gramsci "herético" para luego proyectar esas imágenes sobre la
obra de Pasolini, donde por magia subrepticia del crítico prestidigitador se encontrarán desde
siempre ya disponibles para el consumo especulativo del lector. Ésta sería una forma de dejar
que la teoría o la filosofía de antemano detenga ya su solución, que luego simplemente bastaría
con aplicar a la realidad empírica. Como dice Marx en su carta a Ruge con respecto a la
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influencia del viejo Hegel: "Hasta ahora, los filósofos habían dejado la solución de todos los
enigmas quieta en los cajones de su mesa, y el estúpido mundo exotérico no tenía más que abrir
la boca para que le cayeran en ella los pichones asados de la ciencia absoluta" ("Cartas cruzadas
en 1843," 458). Una manera de evitar este peligro será ciñéndome a las dos obras de Pasolini que
son las únicas que me propongo analizar, es decir, su primera novela y su más célebre libro de
poemas.
que sale en 1962 después del éxito controvertido de sus novelas I ragazzi di vita (Muchachos de
la calle, 1955) y Una vita violenta (Una vida violenta, 1959), pero sí la primera en ser escrita.
Con dos partes fechadas en 1948 y 1949, la novela es estrictamente contemporánea al famoso
poema "La scoperta di Marx" ("El descubrimiento de Marx," 1949), el cual marca el punto de
regreso con su madre en Casarsa, en la zona rural de Friuli en el noreste de Italia. Narra las
historias de tres jóvenes—Nini, Milio y Eligio—con sus ilusiones de la adolescencia aún intactas
antes de ser sistemáticamente frustradas, con sus encuentros y desencuentros amorosos y con sus
luchas ininterrumpidas para salir del hambre y la pobreza. Aunque el traductor al inglés la
describe erróneamente como perteneciendo al género pastoril, la novela más bien combina
Trabajo, amor y religión constituyen los tres ejes de una imposible triangulación en la
novela. Cada uno de esos ejes, de hecho, lleva al fracaso, a la rutina como otra forma de derrota,
o a la muerte prematura. En primer lugar, dominado por el hambre como en la mejor tradición
picaresca, el mundo del trabajo está lejos de ofrecer la base suficiente para la solidaridad en la
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lucha política por el comunismo. Cuando el Nini y Eligio con otros tres compañeros cruzan la
frontera para probar su suerte en la Yugoslavia socialista de Tito, rápidamente se dan cuenta de
que el hambre es mucho peor cuando todo depende de la burocracia para conseguir los
documentos necesarios para obtener la ración que les corresponde como trabajadores de fábrica.
Sin éxito con las chicas locales y temiendo una muerte tanto más terrible por tener el estómago
vacío, los jóvenes deciden regresar a su país natal, deseosos de una mejor versión de la idea del
comunismo. El Nini, al que un viejo obrero en Italia en dos ocasiones había llamado "moro,"
como el apodo de Marx por tener la piel más oscura, todavía exclama, refiriéndose a los agentes
de Tito:
idea, y la tendré hasta la muerte, pero estos hijos de puta…. (El sueño de una
De regreso en Friuli, sin embargo, la causa comunista tampoco corre una suerte mucho
mejor. Y el mayor éxito del Partido, en un pacto histórico verídico, consiste en obligar a los
grandes terratenientes de la zona a contratar a los pobres campesinos desempleados. A pesar del
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entusiasmo que genera este logro entre los jóvenes, ésta parece más bien una victoria pírrica,
En el terreno del amor y la sexualidad, por otra parte, los juegos de seducción y el
institución del matrimonio heteronormativo, frustrado y abusivo, como cuando el Nini por vez
primera se impone bruscamente a su futura esposa Pía, dejándola para siempre avergonzada, de
él o de su propia debilidad:
distintas a Pía—, el Nini pensó con temor en lo que ella habría podido decir o
hacer. Pero Pía, en cambio, no dijo y no hizo nada. Solo parecía entristecida o
La escena es sólo una entre varias que dan un significado un tanto siniestro a la noción
Luego, de pronto, entre los árboles bajos apareció un pajarraco gris, grande como
honda!
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dulce melancolía.
debilidad, y su expresión se hizo cada vez más reservada y dolorida. (El sueño de
impone el modelo del matrimonio heterosexual, violento e infeliz, por encima de la fraternidad
homosocial entre hombres y mujeres. La cosa no se realiza en el acto sexual, sino que más bien
parece ser un sueño en el sentido peyorativo de una mera utopía cuya posibilidad de realización
constituye uno de los mayores obstáculos para lograr una fusión entre la lucha política de los
campesinos pobres y el mundo libidinal del deseo y la sensualidad. A pesar de crear un ambiente
propicio para la alegría de las fiestas y las sobremesas, con su intercambio intergeneracional de
risas y opiniones, por ejemplo, en el entorno de los Faedi en la segunda mitad de la novela, en
última instancia es siempre la autoridad paterna la que acaba aplastando las ilusiones de los hijos
y las hijas para unir los deseos del cuerpo con las ideas de la justicia social, o la pasión con la
ideología:
falta de prejuicios de la juventud de hoy, todos los Faedis estaban de acuerdo con
eso, incluso si no eran exactamente unos puritanos. (El sueño de una cosa, 171)
O, como grita Herminio Faedis, uno de los ancianos de la familia, inconsciente del efecto
que causarán sus palabras en una sobrina suya que, al no poder alcanzar que su amor sea
un tronco húmedo al fuego—, son todos delincuentes, gente que no tiene ganas de
trabajar! … Dime algo: si tú tuvieras una hija en edad de casarse, ¿se la darías a
uno de esos? ¿Eh? ¿A uno como el Nini Infant?—agregó—, ¿se la darías? Dime.
Así, en vez de unir a las familias pobres a partir del núcleo humanista que según Pasolini
podría haber de común entre marxismo y cristianismo, el catolicismo acaba dividiendo a los
ancianos de los jóvenes y los aleja para siempre de sus anhelos tanto políticos como amorosos.
¿Dónde nos deja finalmente este triple desencuentro con respecto a aquel "sueño de una
cosa" prometido en el título y el epígrafe de la novela? Para Marx, recordemos que el sueño tenía
que dar lugar a la realidad, gracias al trabajo de la conciencia humana capaz de apropiarse de su
historia. En cambio, para alguien como Lenin, para quien ya no hay transitividad entre la
posición económica y la estrategia política, sino que se necesita importar la conciencia de clase
desde fuera en función del partido, el sueño tiene valor en sí al proyectar la mirada más allá del
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horizonte de lo dado. Así, en un segmento un tanto extraño de su clásico ¿Qué hacer? Lenin cita
a Dmitri Písarev para justificar el derecho a soñar del militante comunista: "El desacuerdo entre
los sueños y la realidad no produce daño alguno, siempre que la persona que sueña crea
seriamente en su sueño, se fije atentamente en la vida, compare sus observaciones con sus
Cuando existe algún contacto entre los sueños y la vida, todo va bien" (516). Parte de la tradición
marxista-leninista, en este sentido, incluye el derecho a contestar la pregunta ¿Qué hacer? con
un imperativo: "Atrévete a soñar." Lo que pasa es que según Lenin faltan atrevidos en este
sentido en el movimiento comunista: "Pues bien, los sueños de esta naturaleza, por desgracia,
son sobradamente raros en nuestro movimiento. Y la culpa la tienen, sobre todo, los
'proximidad' a lo 'concreto'" (ibid.). Para el Pasolini de El sueño de una cosa, sin embargo, la
Ya vimos cómo el sueño de Nini o Pía se estrella contra las cuatro paredes de la
institución del matrimonio. De hecho, hasta el final de la novela seguimos sin saber realmente de
qué cosa se nos está hablando. A primera vista alude a un deseo de amistad y justicia cuyo
nombre genérico sería el comunismo, pero al parecer esto no es algo que se puede poner en
referencia positiva, pero todavía vaga, al significado de "una cosa" aparece en el último capítulo
—Debes curarte, ¿sabes, Eligio?—le dijo el Nini, inclinándose sobre él casi hasta
rozarlo con una mano en la frente; él dijo que sí con la cabeza—. Eh, compañero,
Eligio giró de golpe la cabeza hacia él, y murmuró rápidamente una frase
incomprensible, con un esfuerzo tan grande que lo dejó sin aliento, con los ojos
cerrados, y decía que sí con la cabeza, como dando a entender que comprendía
quién era él; luego se quedó mirándolo durante un rato, fijamente; parecía que
algo como una sonrisa nacía en el fondo de sus ojos apagados. De pronto apuntó
un dedo hacia el Nini, pero el brazo volvió a caer enseguida, mientras nuevamente
E indicaba, como guiñando un ojo, algo que sabían bien él, el Nini y
Milio. Pero no hablaba, no conseguía decir de qué se trataba. La tenía en los ojos.
menos lo lograba ahora, que se estaba muriendo. (El sueño de una cosa, 202)
Más que un defecto, este vaciamiento del significado de la cosa tan ansiosamente deseada
sirve para aumentar su atractivo. Y, sobre todo en la obra poética de Pasolini, le permitirá al
autor escenificar una explicación interminable tanto consigo mismo como con el dogmatismo de
completa de Pasolini bajo el título "Il 'sogno di una cosa' chiamata poesia" ("El 'sueño de una
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cosa' llamada poesía"), es por su vocación para convertir la lucha política en el drama interior de
una sublime mirada poética. Si no puede haber concordancia entre la conciencia y lo real, al
menos habrá una fusión paradójica—sobre todo en el volumen Las cenizas de Gramsci—entre la
poesía y la necesidad de poner en palabras este mismo conflicto irresuelto. Así la expresión del
antaño.
La poesía para Pasolini es esa "originaria fuerza" capaz de agotar el misterio de un país
… Ésta es Italia
la prehistoria y la historia
es fruto de una oscura semilla. ("La humilde Italia," Las cenizas de Gramsci, 111)
Por un lado, en el poema "Cuadros friulanos," Pasolini todavía evoca el idilio que
con más luz del húmedo cuarto. ("Cuadros friulanos," ibid., 127)
Por otro lado, en la medida que esa Italia humilde hunde sus pies en una prehistoria cuyas
la fuerza de tu felicidad,
Finalmente, es la sabiduría de quien es lo que no sabe la cual aleja al poeta incluso del
ideal que delineaba el autor de los Cuadernos de la cárcel. Lo que era todavía iluminador para el
Es por este motivo por el que Pasolini quiere desentrañar cuánto hay de razón en el
El amor que le tiene Pasolini a Gramsci en este sentido se dobla de un fuerte sentido de
odio y rencor. El mal que lo hiere viene por dentro, ya que es el mal de su propio ser burgués el
que lo une y lo divide a la vez, tan escindido como el mundo alrededor suyo:
… y si se me ocurre
escindido—contigo—el mundo,
En otras palabras, no es que un Gramsci herético sustituya ahora al Marx ortodoxo como
el nuevo ideal del ego de Pasolini. Al contrario, si el poeta de Las cenizas de Gramsci tiende a
su naturaleza, no su conciencia;
Es sobre todo el PCI, el partido que Gramsci ayudó a fundar, el que ha perdido su brújula
al pueblo, no en su corazón
En cambio, aquello que el poeta posee por encima de todo, aunque sea tan sólo bajo la
forma de un sueño, es el "estado absoluto" del "más exaltante de los bienes burgueses," es decir,
la poesía misma:
… Pero en mi condición
desoladora de desheredado,
¿pero para qué sirve la luz? ("Las cenizas de Gramsci," ibid., 155-157)
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Tal vez no sirva de nada su luz para el avance de la historia, pero es porque el poeta sabe
que precisamente esta historia—la historia que Marx, Lenin e incluso Gramsci suponen continua
Para ser más precisos, lo que supo reconocer Pasolini, veinte años antes de que Louis
otros veinte años más antes de que Jean-Luc Nancy dijera lo mismo en un capítulo añadido a La
Con la típica mezcla de lucidez y mordacidad que caracteriza toda esa jerga lacerada de
ideal para una izquierda postmarxista en cuya hoja hagiográfica se podrá siempre recalcar el
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tumba. Pero entre el sueño de una cosa que se va volando como un pajarraco gris y las cenizas de
los fuegos fatuos de la militancia comunista, también es un diagnóstico que acaba sirviendo de
Bibliografía
Althusser, Louis. "El marxismo como teoría 'finita.'" En Discutir el Estado: Posiciones frente a
una tesis de Louis Althusser. Ed. José Aricó. México: Folios, 1982. 11-21.
Bandini, Fernando. "Il 'sogno di una cosa' chiamata poesía." En Tutte le poesie, tomo I. Ed.
Desogus, Paolo, ed. Il Gramsci di Pasolini: Lingua, letteratura e ideología. Casarsa della
Gramsci, Antonio. “La rivoluzione contro Il capitale”, en Il Grido del Popolo, 1 de diciembre de
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Lenin, V. I. ¿Qué hacer? En Obras completas, tomo V: Mayo 1901-Febrero 1902. Madrid:
Leone De Castris, Arcangelo. "L'esperienza di Pasolini, tra 'poesia' e 'storia.'" En Sulle ceneri di
Marx, Karl. "Cartas cruzadas en 1843." En Obras fundamentales de Marx y Engels. Ed.
1982. 441-460.
Nancy, Jean-Luc. "La historia finita." En La comunidad desobrada. Trad. Pablo Perera. Madrid:
Pasolini, Pier Paolo. El sueño de una cosa. Trad. Guillermo Piro. Buenos Aires: Mardulce, 2020.
___. Las cenizas de Gramsci. Trad. Stéphanie Ameri y Juan Carlos Abril. Madrid: Visor Libros,
2009.
___. "La scoperta di Marx." En Tutte le poesie, tomo I. Ed. Walter Siti. Milan: Arnoldo
Vattimo, Gianni. "Pasolini cattivo maestro. Una testimonianza." Fratello selvaggio: Pier Paolo
Pasolini tra gioventù e nuova gioventù. Ed. Gian Maria Annovi. Turin: Transeuropa,
2013. 137-140.