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PROFESOR
Dr. Hiram Badillo Almaraz
CAPÍTULO I. INTRODUCCIÓN
Una estructura puede concebirse como un sistema, es decir, como un conjunto de partes
o componentes que se combinan en forma ordenada para cumplir una función dada. La
función puede ser: salvar un claro, como en los puentes; encerrar un espacio, como
sucede en los distintos tipos de edificios, o contener un empuje, como en los muros de
contención, tanques o silos. La estructura debe cumplir la función a la que está destinada
con un grado razonable de seguridad y de manera que tenga un comportamiento
adecuado en las condiciones normales de servicio. Además, deben satisfacerse otros
requisitos, tales como mantener el costo dentro de límites económicos y satisfacer
determinadas exigencias estéticas.
Un análisis de las consideraciones anteriores hace patente la complejidad del diseño de
sistemas estructurales. ¿Qué puede considerarse como seguridad razonable, o como
resistencia adecuada? ¿Qué requisitos debe satisfacer una estructura para considerar que
su comportamiento sea satisfactorio en condiciones de servicio? ¿Qué es un costo
aceptable? ¿Qué vida útil debe preverse? ¿Es estéticamente aceptable la estructura?
El proceso de diseño de un sistema principia con la formulación de los objetivos que se
pretenden alcanzar y de las restricciones que deben tenerse en cuenta. El proceso es
cíclico; se parte de consideraciones generales, que se afinan en aproximaciones sucesivas,
a medida que se acumula la información sobre el problema.
En el diseño de estructuras, una vez planteado el problema, supuestas ciertas acciones
razonables y definidas las dimensiones generales, es necesario ensayar diversas
estructuraciones para resolverlo. En esta fase del diseño es donde la intuición y la
experiencia del ingeniero desempeñan un papel primordial. La elección del tipo de
estructuración, sin duda es uno de los factores que más afecta el costo de un proyecto.
Los refinamientos posteriores en el dimensionamiento de secciones son de mucha menor
importancia.
La elección de una forma estructural dada implica la elección del material con que se
piensa realizar la estructura. Al hacer esta elección, el proyectista debe tener en cuenta las
características de la mano de obra y el equipo disponible, así como también el
procedimiento de construcción más adecuado para el caso. Después de elegir
provisionalmente una estructuración, se le idealiza para estudiar los efectos de las
acciones o solicitaciones a las que puede estar sometida. Esta idealización es necesaria,
porque el problema real siempre es más complejo que lo que es práctico analizar.
El análisis estructural, es decir, la determinación de las fuerzas internas en los elementos
de la estructura, implica un conocimiento de las acciones que actúan sobre la misma y de
las dimensiones de dichos elementos. Estos datos son imprecisos cuando se inicia el
diseño, ya que sólo se conocen en forma aproximada las dimensiones que tendrán los
elementos. Éstas influyen tanto en el valor del peso propio como en el comportamiento
estructural del conjunto. En un proceso cíclico, el proyectista va ajustando los datos
iniciales, a medida que afina el análisis. Solamente en la fase final de este proceso hace un
cálculo numérico relativamente preciso. El grado de precisión que trata de obtener en
este proceso depende de la importancia de la estructura y de la posibilidad de conocer las
acciones que realmente actuarán sobre ella. Un vicio común es el exceso de minuciosidad
cuando la importancia del problema no lo amerita, o el conocimiento de las acciones
solamente es aproximado, y cuando no lo justifica el ahorro que pueda obtenerse gracias
al refinamiento en el análisis.
Idealmente, el objeto del diseño de un sistema es la optimización del sistema, es decir, la
obtención de la mejor de todas las soluciones posibles.
Estructuración
En esta parte del proceso se determinan los materiales de los que la estructura va a estar
constituida, la forma global de ésta, el arreglo de sus elementos constitutivos y sus
dimensiones y características más esenciales. Como se desprende de lo expresado en
párrafos anteriores, es ésta la parte fundamental del proceso. De la correcta elección del
sistema o esquema estructural depende más que de ningún otro aspecto la bondad de los
resultados. En esta etapa es donde desempeñarán un papel preponderante la creatividad
y el criterio.
Análisis
Se incluyen bajo esta denominación las actividades que llevan a la determinación de la
respuesta de la estructura ante las diferentes acciones exteriores que pueden afectarla, es
decir se trata de determinar los efectos de las cargas que pueden afectar a la estructura
durante su vida útil. Para esta determinación se requiere lo siguiente:
a) Modelar la estructura, o sea idealizar la estructura real por medio de un modelo
teórico factible de ser analizado con los procedimientos de cálculo disponibles. Un
ejemplo es la idealización de un edificio de columnas, vigas y losas de concreto por
medio de un sistema de marcos planos formados por barras de propiedades
equivalentes. En esta idealización se cometen con frecuencia errores graves, tales
como ignorar elementos que contribuyen a la respuesta de la estructura o emplear un
modelo demasiado simplista que no representa adecuadamente la respuesta
estructural. La modelación incluye la definición de diversas propiedades de los
elementos que componen al modelo. Esto implica la recolección de diversos datos y la
suposición de otras propiedades, como son las propiedades elásticas de los materiales,
incluyendo el suelo de cimentación, y las propiedades geométricas de las distintas
secciones. Los valores supuestos en etapas iniciales del proceso para estas
propiedades, pueden tener que modificarse e irse refinando a medida que se obtienen
los resultados del análisis.
b) Determinar las acciones de diseño. En muchas situaciones las cargas y los otros
agentes que introducen esfuerzos en la estructura están definidos por los códigos y es
obligación del proyectista sujetarse a ellos. Es frecuente, sin embargo, que quede
como responsabilidad del proyectista la determinación del valor de diseño de alguna
carga, o al menos la obtención de datos ambientales locales que definen la acción de
diseño. Cabe aquí hacer notar que en esta etapa se suelen tener grandes
incertidumbres y se llegan a cometer errores graves que dan al traste con la precisión
que se pretende guardar en las etapas subsecuentes. Baste como ejemplo reflexionar
sobre el grado de aproximación con que se puede determinar la acción máxima debida
a sismo que puede presentarse durante la vida útil de estas estructuras.
Dimensionamiento
En esta etapa se define en detalle la estructura y se revisa si cumple con los requisitos de
seguridad adoptados. Además, se elaboran los planos y especificaciones de construcción
de la estructura. Nuevamente, estas actividades están con frecuencia muy ligadas a la
aplicación de uno o más códigos que rigen el diseño de la estructura en cuestión. Los
códigos y procedimientos son peculiares del material y sistema de construcción elegido y
de ello poco se tratará en este texto.
Lo que constituye un aspecto general son los criterios de seguridad y la estructura de los
procedimientos de diseño, los cuales se analizarán en detalle.
El haber distinguido en el proceso de diseño tres partes que indican una secuencia lógica,
no debe llevar a pensar que en el diseño se sigue un proceso unidireccional en el que
primero se imagina una estructura, luego se analiza y finalmente se dimensiona. El
proceso real es mucho más complejo e iterativo; implica pasar varias veces por cada etapa
a medida que la estructura evoluciona hacia su forma final.
ESTRUCTURA
RESPUESTAS
El sistema estructural debe soportar una serie de acciones externas que le ocasionan
deformaciones, desplazamientos y, ocasionalmente, daños; todos estos constituyen su
respuesta a dichas acciones.
Por acciones se entiende lo que generalmente se denominan cargas. Pero un concepto
más general incluye a todos los agentes externos que inducen en la estructura fuerzas
internas, esfuerzos y deformaciones. Por tanto, además de las cargas propiamente dichas,
se incluyen las deformaciones impuestas, como los hundimientos de la cimentación y los
cambios volumétricos, así como los efectos ambientales de viento, temperatura,
corrosión, etc.
La respuesta de la estructura está representada por el conjunto de parámetros físicos que
describen su comportamiento ante las acciones que le son aplicadas.
Para que la construcción cumpla con las funciones para las cuales está siendo proyectada,
es necesario que la respuesta de la estructura se mantenga dentro de límites que no
afecten su correcto funcionamiento, ni su estabilidad. Debe definirse por tanto cuáles son
en cada caso los límites admisibles de la respuesta estructural; éstos dependen del tipo de
construcción y de su destino y están definidos para las estructuras más comunes en los
códigos y reglamentos de diseño.
Se llama estado límite de una estructura a cualquier etapa de su comportamiento a partir
de la cual su respuesta se considera inaceptable. Se distinguen dos tipos de estados límite.
Aquéllos relacionados con la seguridad, se denominan estados límite de falla y
corresponden a situaciones en las que la estructura sufre una falla total o parcial, o
simplemente presenta daños que afectan su capacidad para resistir nuevas acciones. La
falla de una sección por cortante, flexión, torsión, carga axial o cualquier combinación de
esos efectos, que llamaremos fuerzas internas, constituye un estado límite de falla, así
como la inestabilidad o falta de equilibrio global de la estructura, el pandeo de uno de sus
miembros, el pandeo local de una sección y la falla por fatiga.
EI ingeniero proyectista debe procurar que no se presenten estados límite de falla debido
no sólo a las acciones que ocurren durante la operación normal de la estructura, sino
también a las acciones correspondientes a condiciones excepcionales.
El otro tipo de estados límite se relaciona con aquellas situaciones que, aun sin poner en
juego la seguridad de la estructura, afectan el correcto funcionamiento de la construcción.
Estos se denominan estados límite de servicio y comprenden las deflexiones,
agrietamientos y vibraciones excesivas, así como el daño en elementos no estructurales
de la construcción.
En términos de los conceptos aquí definidos, el objetivo del diseño estructural puede
replantearse como el de proporcionar una seguridad adecuada ante la aparición de
estados límite de falla para las acciones más desfavorables que puedan presentarse
durante la vida útil de la construcción y procurar que en las condiciones normales de
operación no se sobrepasen los estados límite de servicio.
Cabe recalcar la importancia de cumplir con ambas condiciones, ya que es frecuente que
los proyectistas de la estructura se concentren exclusivamente en cumplir con los
requisitos de seguridad y descuiden los de servicio, dando lugar a que se presenten
situaciones que hacen inservible la estructura, aun cuando sea adecuada su seguridad. Los
requisitos de servicio se relacionan principalmente con la rigidez de la estructura y de sus
miembros; de ella dependen principalmente los movimientos, flechas y vibraciones, que
constituyen los aspectos de la respuesta que afectan más frecuentemente el correcto
funcionamiento. Para revisar si ante un conjunto dado de acciones se rebasa algún estado
límite, se necesita contar con procedimientos que permitan relacionar la acción con la
respuesta y contar con criterios para determinar qué niveles de respuesta constituyen un
estado límite. La relación entre acción y respuesta se establece por medio de
procedimientos de análisis estructural que determinan la distribución de fuerzas internas,
deflexiones y deformaciones que se inducen en la estructura.
CONFIABILIDAD ESTRUCTURAL
Si todas las variables que intervienen en el diseño fueran deterministas, o sea si su valor
pudiera predecirse con absoluta precisión, para lograr la seguridad deseada para la
estructura bastaría diseñarla para que su resistencia ante todos los posibles estados límite
de falla fuera ligeramente superior que la acción correspondiente. En la realidad existen
incertidumbres en todo el proceso de diseño que hacen que no pueda fijarse con
precisión, en la etapa de proyecto, el valor de ninguna de las variables que intervienen en
la resistencia y en los efectos de las acciones. Como ejemplo, no puede predecirse cuál
será la carga viva máxima que actuará sobre la losa de un piso destinado a habitación
durante la vida útil de éste, ni cuál será la resistencia que tendrá el concreto en el
momento en que actúe dicha carga viva. Estrictamente, no pueden tampoco fijarse cotas
superiores a los valores de la gran mayoría de las acciones y, para las variables que
intervienen en la resistencia, no puede fijarse una cota inferior que excepto la trivial de
cero.
Esto implica que, por muy alto que supongamos en el diseño el valor de una acción, o por
muy bajo que supongamos el de una resistencia, siempre habrá una probabilidad finita,
aunque muy pequeña, de que ese valor sea excedido del lado desfavorable. Esto lleva a
contradecir la opinión común de que las estructuras deben diseñarse para que no fallen.
Por muy conservador que sea el diseño, siempre habrá una probabilidad mayor que cero
de que la acción máxima que se vaya a presentar exceda a la resistencia para algún estado
límite de falla. El diseño debe procurar que esta probabilidad sea muy pequeña dentro de
los límites que permite la economía. El tratamiento de estos problemas que se refieren a
la seguridad en condiciones de incertidumbre se denomina confiabilidad estructural y
conlleva necesariamente el empleo de la teoría de las probabilidades. Es importante que
el ingeniero maneje al menos los conceptos fundamentales de probabilidades aplicados a
la seguridad de las estructuras, para poder guiar su juicio y ponderar adecuadamente el
efecto de las incertidumbres en juego, al tomar una decisión sobre el grado necesario de
seguridad para una situación dada.
Lo enunciado en los párrafos anteriores se ejemplifica en la Figura 1.2, en la que se
representan las distribuciones de frecuencias de solicitaciones o cargas (P) y resistencias
(R) de un elemento estructural.
BIBLIOGRAFIA