Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Ya la tarde languidecia, el sol proyectaba sus débiles rayos por el horizonte, mientras el
desdichado hombre de blanco al recorrer por una ladera del encantado Saraja, logra escuchar
una vozarrona voz que le decía: "no te vayas benevolente señor, quédate con nosotros, ¿Por qué
te alejas de este valle sin motivo?
Respondió el desventurado varón: "me voy desepcionado, nunca pensé que los terrenos me iban
a olvidar y arrojar de estos lares; ahora que tienen en abundancia otras menestras, me desprecian
y son ingratos conmigo".
Insistió en su demanda el enigmático hombre de bronce voz: Por piedad, escúchame un instante,
soy el dios de los campos, mi morada está en este imponente cerro, en estos momentos iré por
todas las comarcas a fin de que mis subditos rectifiquen el gran error cometido; les diré que te
respeten y consideren como antaño, comprometiéndome bajo juramento cumplir con mi
promesa.
Despúes de pronunciar esas breves frases, descendió de su mansión, abrazó llorando de emoción
el desilucionado hombre que se iba y, tomados de la mano recorrieron los ardientes médanos
donde sus antiguos amigos los recibieron apoteósicamente.
Es así como retornó el señor de blanco, el de blanca vestidura a sus lares queridos.
En la actualidad, el pallar es el plato preferido del pueblo iqueño, el sabroso cereal que no falta
en todos los hogares sin ser menospreciados.