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UNA SOCIEDAD SÁDICA QUE DISCAPACITA AL SUJETO

Por: Marlon Cortés – Asociado a la Nel Medellín


(Texto a propósito de la serie EL AMOR EN EL ESPECTRO, en el marco de la actividad CINE Y PSICOANÁLISIS, de la NEL
Guatemala)

Fecha: 28 de abril

(Suena la canción “Un mundo ideal” de Ricardo Montaner)

Una de las pocas veces en las cuales Lacan habló sobre autismo fue en el texto que llamamos “La
conferencia de Ginebra”, en 1975.
No voy a hacer una cita.
Voy a relatar un trozo.
Así: Es una conferencia en la que Lacan habla sobre el síntoma, sobre el ser hablante, y sobre cómo
sucede el proceso de comunicación entre la madre y el hijo.
Al final de la conferencia, uno de los participantes toma la palabra diciendo que la madre escucha al
hijo, pero que los niños deben escuchar, y hay algunos que no lo hacen. Ese participante dice estarse
refiriendo a los autistas. Dice: Los autistas no escuchan, permanecen aislados.
Lacan replica: No llegan a escuchar lo que usted tiene para decirles.

Y el participante insiste:

A nosotros nos cuesta escucharlos. Su lenguaje es cerrado.

Y Lacan insiste: El hecho de que usted no los escucha, es lo que hace que ellos no los escuchen a ustedes.
Pero finalmente, sin duda, hay algo para decirles. Es verdad que hay algo que se congela en el autista,
sigue diciendo Lacan, pero ustedes no pueden decir que no habla. Más bien, ustedes tienen
problemas para escucharlos.

Hasta ahí el relato de la cita de Lacan hablando sobre los autistas. De allí se pueden extraer varias
cosas, pero permítanme extraer algo que me evocó ver los tres capítulos primeros de la serie EL
AMOR EN EL ESPECTRO. Lo siguiente:

En el relato de la cita que acabo de leer, Lacan encuentra un problema al momento de pensar el
autismo, pero el problema no radica en el autista en sí, sino en quien pretenda escuchar al autista.
Lacan le dice: a usted le cuesta oírlos… eso no significa que no hablen.

Con este comentario que le hago a la película, me siento un poco en los zapatos de Lacan diciéndole
a ese participante de su seminario que los autistas sí hablan, que el problema es que no los sabemos
escuchar.
Me explico: me pregunto por qué hicieron la serie. Por qué Netflix quiso hacer una serie alrededor
del amor en el espectro autista, qué les hizo pensar a ellos que la serie podría ser un éxito, y, qué
tenían en la cabeza los de Netflix para, incluso, sacar una segunda temporada.

Tengo hipótesis, sólo hipótesis: mediáticamente hablando, e incluso lo dicen en alguna parte de los
tres capítulos que vimos para esta actividad, mediáticamente hablando, el autismo es una
discapacidad, y si lo nombramos con las nuevas terminologías internacionales, el trastorno del
espectro del autismo, es una discapacidad mental psicosocial. Mediáticamente, es un asunto muy
cercano a la locura, y para algunos psiquiatras, muy cercano a la esquizofrenia.

Escuchen juntas estas palabras que les subrayo del párrafo anterior: discapacidad, trastorno,
discapacidad mental psicosocial, locura, esquizofrenia. Son palabras que para la gente del común
están del lado de lo anormal a nivel psicológico, y entonces Netflix vio una gran oportunidad de
lanzar una serie de éxito hablando de algo que, en principio, tal vez no tendría por qué estar junto…
¿qué no tendría por qué estar junto? el amor en el trastorno mental llamado autismo.

Es decir, para el común de la gente, las personas que tienen un trastorno mental no aman, o, en el
mejor de los casos, se les dificulta mucho el amor. Entonces, dijo don Netflix, hagamos un
documental en el que se muestren los esfuerzos que tienen que hacer las personas autistas para
conseguir amar. Ahí tenemos el éxito: hablemos un poco de autismo, entrevistemos a algunos para
que nos cuenten los problemas que tienen para conseguir la pareja ideal, entrevistemos a una pareja
de autistas, y, sobre todo, entrevistemos a quienes se dedican a enseñarles a los autistas a conseguir
pareja. Buena parte del éxito de un documental es que muestre temas mediáticamente raros, y aquí
tenemos uno que, para el común de la gente, es bien raro: el amor en el espectro autista.

Pero, ¿por qué es raro?

Voy a responder al estilo Lacan en la Conferencia de Ginebra: “A usted le parece raro que un
autista ame; el asunto es que ama por fuera de la imagen de amor ideal que usted tiene en la
cabeza”. El problema del amor en el autista no está en el autista. El problema está en la noción de
amor que subyace en la serie de Netflix, y, para mí, triste decirlo, el problema está en la noción de
amor que la cultura tiene, tan idealista, tan platónica, tan Ricardo Montaner.

Traigamos a la memoria las expresiones que utiliza la serie para describir el amor en pareja…
expresiones que pone en boca de los jóvenes autistas: el hombre indicado, la pareja adecuada, el
alma gemela, la pareja perfecta, la pareja ideal, el amor verdadero, etc.

Es evidente que las “psicólogas expertas” que entrevistan tienen como marco teórico la perspectiva
cognitivo conductual. Y entonces, en la serie, muestran muchas situaciones en las cuales estas
expertas les van indicando qué es lo que se debe hacer para encontrar al indicado, a la pareja
adecuada, al alma gemela, etc. Lo primero que tienes que hacer es esto, lo segundo es esto, lo
tercero es esto otro, etc., etc., y entonces, efectivamente, el joven se aprende paso a paso todo lo que
tiene que hacer en la primera cita, y, obviamente, fracasa.

Estas psicólogas expertas cognitivo-conductuales muy seguramente no podrán quejarse de no ser


escuchadas, como se queja el asistente a la Conferencia de Lacan. Claro que son escuchadas. Los
jóvenes siguen al pie de la letra todas las indicaciones que les dan. Pero, insisto, fracasan… no en la
didáctica utilizada, pues los jóvenes efectivamente aprenden lo que ellas quieren enseñarles…
fracasan, por la idea de amor que está en el fondo de la propuesta; un amor congeladamente ideal.
Déjenme romperles la cabeza un poco a quienes, como yo, hemos leído algo de autismo desde la
perspectiva psicoanalítica, con esta hipótesis: lo usual es plantear que algo en el autista está
congelado. Lo que planteo es que el mundo ideal de Ricardo Montaner es el que está congelado. El
mundo ideal de Ricardo Montaner es el amor muerto. El paraíso que pinta la canción es muerte.

Por eso es que los problemas que tienen los jóvenes autistas de la serie, llegan porque le hacen coro
a Ricardo Montaner. Digámoslo en términos psicoanalíticos: los problemas que tienen los jóvenes
autistas de la serie llegan porque, en el fondo, la serie quiere hacer existir la relación sexual. Los
productores de la serie, digo yo, de una manera sádica, les pone de tarea a los autistas a que hagan
existir la relación sexual. Y ellos, todos los que se someten a ese ejercicio, se rebelan, y entonces
ese amor idílico, nunca sucede. Si recuerdan, hay una pareja que no se somete a este ejercicio, y son
los que no usan libreto, sino que le dan lugar a la contingencia de los cuerpos sexuados. Aman.

Escuchen a los autistas, es lo que Lacan le dice a quien interviene en su Conferencia de Ginebra. El
asunto es que, insiste Lacan, no sabemos escucharlos. Alguien podrá no estar de acuerdo conmigo,
y me dirá que el documental está hecho de entrevistas con las voces de los autistas; podrá decir que
quienes hicieron el documental estan escuchandolos. Y entonces yo debo replicar: un psicoanalista
no solo escucha. Si la práctica analítica fuera solo poniendo en juego el objeto voz, entonces se
podría hacer siempre por internet, y con la cámara apagada. Y no es así. Yo no me quedo solamente
con lo que los jóvenes autistas dicen. Yo escucho sus voces robotizadas, yo veo su angustia para
mirar a los ojos al interlocutor, veo que repiten lo que la experta dice, veo las escenas amorosas
libreteadas por los adultos que los rodean, veo la incomodidad en sus cuerpos al intentar una y otra
vez hacer existir el mundo ideal de Ricardo Montaner, o, lo que es lo mismo, hacer existir la
relación sexual por mandato de los amos que los rodean. Pero lo que más veo, y espero que ustedes
también vean esto, es que ellos se resisten, no por rebeldía, sino porque hay un real (es decir, un
imposible) que les impide vincularse del modo como el amo les indica.

Y entonces, desde la perspectiva de Ricardo Montaner, el autismo siempre será leído como una
discapacidad, pues ningún autista llega a conseguir a su pareja ideal. Es más. Y les sigo reventando
la cabeza: desde la perspectiva de Ricardo Montaner, que es la perspectiva del intento de hacer
existir la relación sexual, el neurótico mismo también es un discapacitado. Ni para el autista ni para
el neurótico existe su media naranja. Para todos, la inexistencia de la relación sexual.

De hecho, muchas veces las clases de educación sexual en los colegios, en donde la mayoría son
neuróticos, podrían llegar a ser las mil temporadas de una serie de Netflix que se llame: LA MEDIA
NARANJA. Y entonces, todos los personajes, autistas o no, fracasaríamos, si consentimos a entrar
en ese experimento en el cual hay un profesor que sabe cómo es que todos nos debemos conducir en
el nivel de la dimensión sexual y amorosa.

¿Quiénes no fracasan?

No fracasan los que no conocen la canción de Ricardo Montaner. Los que no creen en el Paraíso.
Los que no creen en el amor absoluto y eterno. En resumidas cuentas, los que se conducen por la
vida teniendo como brújula el desamparo que se experimenta ante la no existencia de la relación
sexual. Algunos de esos que no fracasan son analizantes.

Ya para terminar, les puedo confesar algo: hace un tiempo yo supe de la serie. La empecé a ver.
Sólo la soporté los primeros 30 minutos del primer capítulo. Vi los 3 capítulos para esta actividad, y
fue oportunidad para recordar, una vez más, que en el tema de la discapacidad, muchas veces lo más
discapacitante no es la condición del sujeto, sino la sociedad misma que, de manera sádica, exige
formas y estilos de vida que nos alejan de nuestro real, y, lo sabemos, nuestra Escuela tiene una
ORIENTACIÓN POR LO REAL. Por lo tanto, sugiero no seguir viendo la serie.

Muchas gracias.

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