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Índice
Introducción / 3
1. La época del asombro, las preguntas sin respuestas y los dioses / 3
2. El descubrimiento de que la Tierra es un mundo muy pequeño y esférico / 5
La Biblioteca de Alejandría / 7
Hipatia de Alejandría / 8
3. La Primera revolución Jónica: la búsqueda de explicación en la naturaleza / 9
4. La Segunda Revolución Jónica: el método de la búsqueda / 13
5. La especulación teórica y el desprecio de la experimentación / 16
6. La humanidad vuelve a la senda del conocimiento / 18
Algunas distancias y tiempos del universo / 26
7. Y, sin embargo, esto es todo lo que sabemos hasta ahora del universo: el 5% / 28
8. El avance del conocimiento del organismo humano / 33
8.1. El dogmatismo en Medicina / 33
8.2. “Un profeta demente señala el camino” / 35
8.3. Comienza la observación cuidadosa del cuerpo humano / 37
8.4. El siguiente pionero: ¿Cómo funciona el corazón? / 39
8.5. Entra en acción la tecnología / 41
8.6. Vamos a superar la barrera de lo visible: el microscopio / 44
9. Las cuatro preguntas fundamentales de la vida / 47
9.1. Primera Pregunta: ¿De dónde venimos? / 48
9.1.1. El origen de la vida / 48
9.1.2. “La historia de la vida en 1000 palabras” / 51
9.1.3. Las dos máximas teorías de la vida / 54
9.1.4. Conclusión: ¿De dónde venimos? / 64
9.2. Segunda Pregunta: ¿Qué somos? / 64
9.3. Tercera Pregunta: ¿Por qué estamos aquí?, o ¿Cuál es el objetivo de la vida?/65
9.4. Cuarta Pregunta: ¿A dónde vamos?, o ¿Cuál es nuestro destino ulterior, en caso
de haber alguno, después de la muerte? / 79
9.5. Conclusión: respuesta a la cuarta pregunta / 84
Bibliografía / 85
3
1
Esta primera parte está basada, fundamentalmente, en los libros: COSMOS, Carl Sagan, Editorial Planeta,
Barcelona, Séptima Edición, 1983; y en LOS PENSADORES, Daniel J. Boorstin. Editorial Crítica, Barcelona,
1999. Unos párrafos son citas textuales, otros son paráfrasis, otros son propios del autor. Pero la deuda
es con los autores mencionados.
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implicó, además de trabajar con semillas y animales, luchar con las cambiantes
condiciones del clima, a las que muy poco a poco lograron comprender.
“Si comemos estos alimentos demasiado pronto, algunos de nosotros morirán
más tarde de hambre. Tenemos pues que ayudarnos los unos a los otros. Por este y por
muchos otros motivos tenemos unas reglas. Las reglas son sagradas.” En las
comunidades primitivas, si se violaba una ley contra la tribu o contra la naturaleza se
atentaba a la supervivencia de todo el grupo, por ello las reglas eran sagradas. En todos
los miembros de la tribu predominaba el espíritu altruista, por aquella misma razón.
Pero siempre se enfrentaron con fenómenos que no lograron comprender y, al
no poder despejar la oscuridad, echaron mano de la superstición.
“En general el cielo no cambia. Un año tras otro hay allí las mismas figuras de
estrellas. La Luna crece desde nada a una tajada delgada y hasta una bola redonda, y
luego retorna a la nada. Cuando la Luna cambia, las mujeres sangran. Algunas tribus
tienen reglas contra el sexo en algunos días del crecimiento y mengua de la Luna.
Algunas tribus marcan en huesos de cuerno los días de la luna o los días en que las
mujeres sangran. De este modo pueden preparar planes y obedecer sus reglas. Las
reglas son sagradas”.
“Me gustaría saber qué es lo cierto. No me gusta no saber.”
Las ideas inocentes e imaginativas que tenían los seres humanos de la pre
historia sobre las estrellas, por ejemplo, que eran fuegos de campamentos de otros
seres humanos que también estaban observando el cielo nocturno, o que eran el
“espinazo de la noche” que sostenía la oscuridad para que no caiga, etc., fueron
sustituidas más tarde en la mayoría de las culturas humanas por otra idea: los seres
poderosos del cielo quedaron promovidos a la categoría de dioses. Se les dieron
nombres y parientes, y se les atribuyeron responsabilidades especiales por los servicios
cósmicos que se esperaba que realizaran. Había un dios o diosa por cada motivo humano
de preocupación. Los dioses hacían funcionar la naturaleza. Nada podía suceder sin su
intervención directa. Si ellos eran felices había abundancia de comida y los hombres
eran felices. Pero si algo desagradaba a los dioses –y a veces bastaba con muy poco- las
consecuencias eran terribles: sequías, tempestades, guerras, terremotos, erupciones
volcánicas, epidemias. Había que propiciar a los dioses, y nació así una basta industria
de sacerdotes y de oráculos para que los dioses estuviesen menos enfadados. Pero los
dioses eran caprichosos y no se podía estar seguro de lo que irían a hacer. La naturaleza
era un misterio. Era difícil comprender el mundo.
La religión griega explicaba aquella banda difusa de luz en el cielo nocturno
diciendo que era la leche de Hera que le salió a chorro de su pecho y atravesó el cielo,
leyenda que origino el nombre que los occidentales utilizamos todavía: la Vía Láctea.
Casi todos nosotros descendemos de pueblos que respondieron a los peligros de
la existencia inventando historias sobre deidades impredecibles y malhumoradas.
Durante mucho tiempo el instinto humano de entender quedó frustrado por
explicaciones religiosas fáciles, como en la antigua Grecia, en la época de Homero,
cuando había dioses del cielo y de la Tierra, la tormenta, los océanos y el mundo
subterráneo, el fuego y el tiempo y el amor y la guerra, cuando cada árbol y cada prado
tenía su ninfa.
Si se diera una fiel relación de las ideas del Hombre sobre la Divinidad,
se vería obligado a reconocer que la palabra “dioses” se ha utilizado
5
del sol tienen la misma inclinación y forman el mismo ángulo con los dos palos. Pero,
¿cómo explicarse que en Siena no había sombra y, al mismo tiempo en Alejandría la
sombra era considerable?
2
Eratóstenes comprendió que la única respuesta posible es que la superficie de la
Tierra sea curvada. Y no sólo esto; cuanto mayor sea la curvatura, mayor será la longitud
entre las longitudes de las sombras. El Sol está tan lejos que sus rayos son paralelos
cuando llegan a la Tierra. Los palos situados formando ángulos diferentes con respecto
a los rayos del sol proyectan sombras de longitudes diferentes. La diferencia observada
en las longitudes de las sombras hacía necesario que la distancia entre Alejandría y Siena
fuera de unos siete grados a lo largo de la superficie de la tierra.; es decir que si
imaginamos los palos prolongados hasta llegar al centro de la Tierra, formarán allí un
ángulo de siete grados. Siete grados es aproximadamente una cincuentava parte de los
trescientos sesenta grados que contiene la superficie entera de la Tierra. Eratóstenes
sabía que la distancia entre Alejandría y Siena era de unos 800 kilómetros, porque
contrató a un hombre para que lo midiera a pasos. Ochocientos kilómetros por 50 dan
40.000 kilómetros; esta debía ser, pues, la circunferencia de la Tierra.
Esta es la respuesta correcta. Las únicas herramientas de Eratóstenes fueron palos,
ojos, pies, su cerebro y, además, el gusto por la experimentación. Con estos elementos
dedujo la circunferencia de la tierra con un error de sólo unas partes por ciento, lo que
constituye un logro notable hace 2.200 años. Fue la primera persona que midió con
precisión el tamaño del planeta.
¿Qué historias de audacia y de aventura debieron llegar a contarse mientras los
marineros y los navegantes, hombres prácticos del mundo, ponían en juego sus vidas
depositando su fe en las matemáticas de un científico de Alejandría?
2
Imagen tomada de SAGAN, Carl. 1983, op.cit. página 15.
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sobre estas bases. Funcionó durante siete siglos y, hasta su demencial destrucción, fue
el cerebro y el corazón del mundo antiguo. El arte de la edición crítica se inventó allí. Los
Tolomeos dedicaron gran parte de su enorme riqueza a la adquisición o copia de todos
los libros del mundo conocido, y animaron y financiaron la investigación científica; en
raras ocasiones un Estado ha apoyado con tanta avidez la búsqueda del conocimiento.
Pero (¡siempre hay un pero!) sus científicos se encerraron en su torre de marfil
y, para no ser molestados se cuidaron mucho de desafiar los supuestos políticos,
económicos y religiosos de la sociedad que les albergaba y otorgaba privilegios; pusieron
en duda la permanencia de las estrellas, pero no la injusticia de la esclavitud; y su ciencia
y cultura estaban exclusivamente reservadas para unos cuantos privilegiados. La vasta
población de la ciudad no tenía la menor idea de los grandes descubrimientos que tenían
lugar dentro de la biblioteca. Los nuevos descubrimientos no fueron explicados,
difundidos ni popularizados; los descubrimientos en mecánica y en la tecnología del
vapor se aplicaron principalmente a perfeccionar las armas, a estimular la superstición,
a divertir a los reyes. Los científicos nunca captaron el potencial de las máquinas para
liberar a la gente, con la única excepción de Arquímedes, quien durante su estancia en
la Biblioteca inventó el tornillo de agua, que se usa todavía hoy en Egipto para regar los
campos de cultivo; de manera que no hubo contrapeso al estancamiento social, al
pesimismo, a la entrega más abyecta al misticismo; y ocurrió lo obvio: cuando la
estupidez se presentó para quemar la biblioteca no hubo nadie capaz de defenderla, al
fin y al cabo la gente no la sentía suya. La gloria de la Biblioteca de Alejandría es un
recuerdo lejano. Sus últimos restos fueron destruidos poco después de la muerte de
Hipatia. Era como si toda la civilización hubiese sufrido una operación cerebral infligida
por propia mano, de modo que quedaron extinguidos irrevocablemente la mayoría de
sus memorias, descubrimientos, ideas y pasiones. La pérdida fue incalculable.
HIPATIA DE ALEJANDRÍA
El último científico que trabajó en la Biblioteca adjunta (la principal fue destruida
entre los siglos III y IV), la del Serapeo, fue una matemática, astrónoma, física y jefe de
la escuela neoplatónica de filosofía; un extraordinario conjunto de logros para cualquier
individuo de cualquier época. Su nombre era Hipatia. Nació en el año 370 en Alejandría.
En una época en la que las mujeres disponían de pocas opciones y eran tratadas como
objetos en propiedad, se movió libremente y sin afectaciones por los dominios
tradicionalmente masculinos. La Alejandría de la época de Hipatia –bajo dominio
romano desde hacía ya tiempo- era una ciudad que sufría graves tensiones. La esclavitud
había agotado la vitalidad de la civilización clásica puesto que se cumplía una de las leyes
del Materialismo Histórico: las contradicciones entre las fuerzas productivas y los
medios de producción habían llegado al extremo, y la productividad del trabajo esclavo
ya no daba más de sí, puesto que el trabajador no tenía nada que ganar y todo que
perder, incluso su vida, de manera que no tenía ningún interés en trabajar más ni mejor,
de manera que urgía introducir y masificar el trabajo asalariado. La creciente iglesia
“cristiana” estaba consolidando su poder e intentando extirpar la influencia y la cultura
paganas. Hipatia estaba en el epicentro de estas poderosas fuerzas sociales. Cirilo, el
arzobispo de Alejandría, la despreciaba por la amistad que ella mantenía con el
gobernador romano y porque era un símbolo de cultura y de ciencia, que la primitiva (y
actual) Iglesia identificaba con el paganismo. A pesar del grave riesgo personal que ello
suponía, continuó enseñando y publicando, hasta que en el año 415, cuando iba a
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trabajar, cayó en manos de una turba fanática de feligreses de Cirilo. La arrancaron del
carruaje, rompieron sus vestidos y, armados con conchas marinas, la desollaron
arrancando la carne de sus huesos. Sus restos fueron quemados, sus obras destruidas,
su nombre olvidado. Cirilo fue proclamado santo.
3. LA PRIMERA REVOLUCIÓN JÓNICA: la búsqueda de explicación en la
Naturaleza.
Esta primera revolución jónica, alentada por Tales de Mileto (nacido c. 624 a.C) derrocó
valerosamente a los dioses y puso en su lugar elementos impersonales. Haciendo caso
omiso de las aventuras eróticas de Cronos y Urano, Tales buscó las sustancias
permanentes y las causas generales: ¿De qué está hecho el mundo? Celebrado como el
primer físico que buscó los elementos básicos de la naturaleza, dio con una respuesta
sencilla e inteligente: “que el principio es el agua...”. Entre los demás físicos,
Anaximandro imaginó una masa primaria en movimiento incesante, mientras que
Anaxímenes llegó a la conclusión de que el principio era el aire. Todos ellos concibieron
la idea de que las diferentes variedades de la materia eran producidas por el calor, el
movimiento y otros procesos naturales. Otra idea poderosa la aportó Pitágoras de
Samos (c. 530 a.C) que concibió un Cosmos compuesto de números. “Todos ellos
salvaron el foso que separaba el caprichoso mundo mítico de Hesíodo de un universo
ordenado por fuerzas causales. Pero, al no llegar a desvincular la ciencia de la filosofía,
sus pesquisas científicas no constituyeron una búsqueda de sentido”.
Pero estos primeros físicos, al desvincularse de los dioses, creyeron que todo
estaba hecho de átomos; que los seres humanos y los demás animales procedían de
formas más simples; que las enfermedades no eran causadas por demonios o por dioses;
que la Tierra no era más que un planeta que giraba alrededor del Sol. Y que las estrellas
estaban muy lejos de nosotros.
Esta revolución creó el Cosmos a partir del Caos. Los primitivos griegos habían
creído que el primer ser fue el Caos (“sin forma”). Un universo creado a partir de Caos
concordaba perfectamente con la creencia griega en una naturaleza impredecible
manejada por dioses caprichosos. Pero en el siglo sexto antes de Cristo, en Jonia (en las
islas del mar Egeo oriental), se desarrolló un nuevo concepto, una de las grandes ideas
de la especie humana. El universo se puede conocer porque presenta un orden interno:
hay regularidades en la naturaleza que permiten revelar sus secretos. La naturaleza no
es totalmente impredecible; hay reglas a las cuales ha de obedecer necesariamente.
Este carácter ordenado y admirable del universo recibió el nombre de COSMOS.
La circunstancia geográfica de que Jonia estaba en una encrucijada de las
civilizaciones más avanzadas del momento favoreció el intercambio de conocimientos,
la diversidad; no había una única concentración de poder que pudiera imponer una
conformidad social e intelectual en todas las islas. Aquello hizo posible el libre examen,
el escepticismo, la formulación de preguntas sin temor a las represalias. La escritura dejó
de ser un monopolio de sacerdotes y escribas. Los pensamientos de muchos quedaron
a disposición de ser considerados y debatidos. Allí, las civilizaciones africana, asiática,
europea, de Egipto y Mesopotamia se encontraron y fertilizaron mutuamente en una
confrontación vigorosa y tenaz libre de prejuicios. Se conocían las creencias en distintos
dioses y, al confrontarlas, se preguntaron si todos ellos habían sido inventados por los
sacerdotes. Y así fue como nació la gran idea, de que podía haber una manera de
conocer el mundo sin la hipótesis de un dios; que podía haber principios, fuerzas, leyes
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ejercer una presión. Empédocles había descubierto lo invisible. Pensó que el aire debía
ser una materia tan finamente dividida que era imposible verla.
Lo fundamental es que el hombre se decidió a llevar a cabo un experimento para
comprobar el funcionamiento de la naturaleza, ejerciendo así el pensamiento escéptico
y desprendiéndose de la actitud general de creer lo que el pensamiento oficial o
predominante proclamaba.
Esa deducción de Empédocles sobre los átomos fue investigada mucho más a
fondo por Demócrito de Abdera (460-370 a.C). Demócrito creía que había que disfrutar
y comprender todo de la vida; comprender y disfrutar eran una misma cosa. (Qué
diferente sería el mundo si nuestros niños y jóvenes se convenciesen y practicasen esa
verdad).
En una época en la que nadie sabía de la existencia de cráteres de impacto,
Demócrito pensó que los mundos a veces entran en colisión; que algunos mundos
erraban solos por la oscuridad del espacio, mientras que otros iban acompañados por
varios soles y lunas; que algunos mundos estaban habitados mientras que otros no
tenían ni plantas ni animales ni agua; que las formas más simples de vida nacieron de
una especie de cieno primordial. Enseñó que la percepción –por ejemplo, la razón por
la cual pienso que tengo una pluma en la mano- era un proceso puramente físico y
mecanicista; que el pensamiento y la sensación eran atributos de la materia reunida de
un modo suficientemente fino y complejo, y no de algún espíritu infundido por los dioses
en la materia.
Demócrito inventó la palabra átomo, que en griego significa “que no puede
cortarse”. Dijo que todo está hecho de una reunión de átomos,, juntados
intrincadamente. Incluso nosotros. “Nada existe aparte de átomos y el vacío”.
Demócrito imaginó el cálculo del volumen de un cono o de una pirámide
mediante un número muy grande de placas muy finas una encima de la otra, y cuyo
tamaño disminuía desde la base hasta el vértice. De este modo formuló el problema que
en matemáticas se denomina teoría de los límites. Estaba llamando la puerta al cálculo
diferencial e integral, la herramienta fundamental para comprender el mundo; que dos
siglos después fue desarrollado por Arquímedes (287-212 a.C) cuando descubrió el valor
del número π, la superficie de la circunferencia y el volumen de la esfera; y que fue
finalmente desarrollado simultáneamente por Isaac Newton y Gottfried Leibniz en el
siglo XVII, o sea, ¡21 siglos después!
Demócrito creyó que la Vía Láctea estaba compuesta principalmente por
estrellas sin resolver, es decir que vio con los ojos de la razón “penetrando en el infinito
tan lejos como hicieron luego los astrónomos más capaces” con ayuda de las ciencias
ópticas modernas. Viajó a Atenas para visitar a Sócrates (pero se consideró demasiado
tímido para presentarse) y fue amigo íntimo de Hipócrates. Creía que las religiones
dominantes en su época eran malas y que no existían ni almas inmortales ni dioses
inmortales: “nada existe, aparte de átomos y el vacío”.
Pero la breve tradición de tolerancia ante las ideas no convencionales empezó a
erosionarse en su época y luego a hundirse. Se llegó a castigar a las personas que tenían
ideas insólitas. Y sus ideas fueron suprimidas, y se rebajó fuertemente su influencia
sobre la historia. Los místicos empezaron a ganar la partida.
Anaxágoras fue un experimentalista jónico que floreció hacia el año 450 a.C y
que vivió en Atenas. Era un hombre rico, indiferente ante su riqueza y apasionado por
la ciencia. Cuando le preguntaron cuál era el objetivo de su vida contestó: “la
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investigación del Sol, de la Luna y de los cielos”. No era tan radical como Demócrito,
pero ambos eran materialistas, en el sentido de no valorar las posesiones, sino de creer
que la materia proporcionaba por sí sola el sostén del mundo. Fue la primera persona
que afirmó claramente que la Luna brilla con luz reflejada y, en consecuencia, elaboró
una teoría de las fases de la Luna. Esta doctrina era tan peligrosa que el manuscrito que
la contenía tuvo que circular en secreto. No iba de acuerdo con los prejuicios de la época
explicar las fases o eclipse de la Luna y el brillo propio del Sol. Tanto es así que
Aristóteles, dos generaciones más tarde, se contentó afirmando que estas cosas se
debían a que la naturaleza de la Luna consistía en tener fases y eclipses: un simple juego
de palabras, una explicación que no explica nada! ¡Hay, con el bueno de Aristóteles, se
equivocó tanto!
Anaxágoras fue llevado a Atenas por Pericles, su dirigente en la época de mayor
gloria de la Ciudad Estado de Atenas, pero también el hombre cuyas acciones
provocaron la guerra del Peloponeso, debida a que utilizó el tesoro de la Confederación
de Delos (al que contribuyeron todas las ciudades Estado de Grecia para defenderse de
los persas), en una suerte de malversación de fondos, para el engrandecimiento de
Atenas; guerra que destruyó la “democracia”3 ateniense. Como era difícil atacar a
Pericles por su poder, atacaron a Anaxágoras, que fue condenado y encarcelado por el
crimen religioso de impiedad: porque había enseñado que la Luna estaba constituida
por materia ordinaria, que era un lugar, y que el Sol era una piedra al rojo en el cielo.
En Grecia, la corriente había cambiado de dirección, aunque la tradición jónica
continuaría luego en Alejandría, Egipto, doscientos años más tarde.
Estos pensadores anteriores a Sócrates, los de la primera revolución jónica:
Tales, Anaximandro, Anaxímenes, Empédocles, Demócrito y Anaxágoras, representan la
primera incursión del ser humano en la ciencia y en la experimentación científica,
empeñada en demostrar las hipótesis que el puro pensamiento formulaba.
Además de ellos, otra persona relacionada con la isla de Samos es Pitágoras, en
el siglo sexto a.C., fue la primera persona en la historia del mundo que dedujo que la
Tierra es una esfera. Además del famoso Teorema de Pitágoras, el no se limitó a
enumerar ejemplos de su Teorema sino que desarrolló un método de deducción
matemática para demostrarlo de manera general. Fue el primero en utilizar la palabra
COSMOS, para indicar un universo bien ordenado y armonioso, un mundo capaz de ser
entendido por el hombre. Muchos jonios creían que la armonía subyacente del universo
era accesible a la observación y al experimento, método este que domina la ciencia
actual. Pero Pitágoras empleó un método muy distinto, enseñó que las leyes de la
naturaleza podían deducirse por el puro pensamiento. El y sus seguidores no eran
experimentalistas, sino matemáticos. Uno de los discípulos de Pitágoras, Alcmeón, es la
primera persona de quien se sabe que diseccionó un cuerpo humano; distinguió ente
arterias y venas, fue el primero en descubrir el nervio óptico y las trompas de Eustaquio,
e identificó el cerebro como la sede del intelecto (afirmación discutida luego por
Aristóteles, quien puso la inteligencia en el corazón, equivocándose otra vez); también
fundó la ciencia de la Embriología (parte de la Biología que trata de la formación y
desarrollo del embrión).
3
Las comillas en la palabra democracia obedecen a que, en otro documento, demuestro que la tan
publicitada democracia ateniense era una gran mentira.
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“Puede que lo que acaba de sucederme sea un bien y que no acertemos lo
más mínimo cuando creemos que la muerte es un mal”.
De paso, lo ocurrido con Sócrates es uno de los argumentos más fuertes que
demuestran la falsedad de la mal llamada democracia; en efecto, la primera votación
democrática que se conoce en la historia determinó la muerte de Sócrates.
En síntesis, la Segunda Revolución Jónica consistió en la búsqueda del
conocimiento mediante el estímulo del asombro, la formulación incesante de preguntas
y el estímulo a la búsqueda de respuestas.
El encadenamiento de preguntas y respuestas partía de las apariencias de las
cosas o de los fenómenos; identificada la primera, más concreta y obvia apariencia, o
sea aspecto externo más evidente del objeto o fenómeno, se preguntaba a qué obedecía
o cuál era su causa, y se seguía respondiendo y volviendo a preguntar, hasta llegar a la
esencia de los objetos o a la causa final de los fenómenos. De esta manera se partía de
lo concreto hasta llegar a lo más abstracto. Se construía el conocimiento abstracto, que
es uno de los productos más importantes del cerebro humano.
“Y no dejamos de preguntarnos,
una y otra vez,
Hasta que un puñado de tierra
Nos calla la boca...
Pero, ¿es eso una respuesta?”
(Heinrich Heine. “Lazarus”. 1854)
“Excepto para los niños (que no saben lo suficiente como para dejar de hacer
las preguntas importantes), pocos de nosotros dedicamos mucho tiempo a
preguntarnos por qué la naturaleza es como es; de dónde viene el Cosmos,
o si siempre ha estado allí; si un día el tiempo irá hacia atrás y los efectos
precederán a las causas; o si hay límites definitivos a lo que deben saber los
humanos. Incluso hay niños, y he conocido algunos, que quieren saber cómo
es un agujero negro, cuál es el pedazo más pequeño de materia, por qué
recordamos el pasado y no el futuro, y por qué existe un universo...
Hay preguntas ingenuas, preguntas tediosas, preguntas mal formuladas,
preguntas planteadas con una inadecuada autocrítica. Pero toda pregunta
es un clamor para entender el mundo. No hay preguntas estúpidas.
Los niños listos que tienen curiosidad son un recurso nacional y mundial. Se
los debe cuidar, mimar y animar. Pero no basta con el mero ánimo. También
se les debe dar las herramientas esenciales para pensar.”4
“Donde yo vivo, siempre hacemos reverencias cuando alguien hace una
pregunta divertida... Y cuanto más profunda es la pregunta, más profunda
es la reverencia... Ante una respuesta nunca hay que hacer reverencias, por
muy ingeniosa y correcta que sea... Una respuesta es siempre el trozo de
4
SAGAN, Carl. EL MUNDO Y SUS DEMONIOS. Planeta Colombiana Editorial S.A. Bogotá. Séptima
reimpresión, agosto de 1998. Págs. 346-350.
16
camino que ya has andado. Sólo las preguntas pueden conducir hacia
delante... Cuanto más oscura es la noche, más soles podemos ver en el cielo.
Mientras es de día, solamente vemos el nuestro...”5
5. LA ESPECULACIÓN TEÓRICA Y EL DESPRECIO DE LA EXPERIMENTACIÓN
La experiencia nunca se equivoca, es el juicio quien lo hace cuando se
promete resultados que no proceden de experimentos.
Leonardo Da Vinci
Un desdén por todo lo práctico inundó el mundo antiguo. Platón animó a los
astrónomos a pensar en los cielos, pero a no perder el tiempo observándolos. Aristóteles
creía que “los de clase inferior son esclavos por naturaleza y lo mejor para ellos como
para todos los inferiores es que estén bajo dominio de un amo; el artesano está
relacionado con él menos estrechamente, y sólo llega a la excelencia de modo
proporcional cuando se hace esclavo. La clase más vil de mecánico tiene una esclavitud
especial y separada”. Con esto queda claro que Aristóteles despreciaba la labor manual,
la que construye objetos útiles para la sociedad, la que experimenta hasta hacerlos más
eficientes, la que ejerce la creatividad artística, la que confronta las ideas con
experimentos que las demuestren o desechen.
Jenofonte (431-354 a.C) decía: “Las artes llamadas mecánicas tienen un estigma
social, y es lógico que merezcan la deshonra de nuestras ciudades”. Plutarco (46 al 127
d.C.) podía llegar a apreciar los objetos materiales y artísticos, pero no a sus autores:
“No se sigue necesariamente que si la obra te encanta con su gracia, el que la hizo sea
merecedor de aprecio”. A consecuencia de tales actitudes, el brillante y prometedor
método experimental jónico fue, en gran parte, abandonado durante dos mil años. Sin
experimentación no hay posibilidad de escoger entre hipótesis contradictorias, es
imposible que la ciencia avance. La infección anti-empírica de los pitagóricas sobrevive
incluso hoy.
El historiador de la ciencia Benjamín Farrington explica la decadencia de la
ciencia antigua: La tradición mercantil, que desembocó en la ciencia jónica, también
desembocó en una economía de esclavos. La posesión de esclavos abrió el camino a la
riqueza y al poder. Atenas en la época de Pericles, Platón y Aristóteles tenía una vasta
población de esclavos. Todas las grandes formulaciones atenienses sobre la democracia
eran válidas únicamente para unos pocos privilegiados. La tarea característica de los
esclavos es el trabajo manual. Pero la experimentación científica es trabajo manual,
trabajo del cual los propietarios de esclavos prefieren mantenerse alejados; pero los
únicos que disponen de ocio para dedicarse a la ciencia son los propietarios de
esclavos... por lo tanto, casi nadie se dedicó a la ciencia”. La disponibilidad de esclavos
minó la motivación económica necesaria para el desarrollo de la tecnología.
Un problema básico en el llamado Tercer Mundo es que las clases educadas tienden
a ser los hijos de los ricos, interesados en mantener un status quo, o bien no
acostumbrados a trabajar con sus manos o a poner en duda la sabiduría convencional,
y las clases medias y medias bajas han sido totalmente alienadas por la subcultura del
5
GAARDER, Jostein. ¿HAY ALGUIEN AHÍ? Editorial Siruela, S.A. Madrid, 1998. Págs.32-35.
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consumismo y la riqueza fácil del llamado Primer Mundo. La ciencia ha arraigado ahí con
mucha lentitud.
Platón y Aristóteles se sentían confortables en una sociedad esclavista. Dieron
justificaciones para la opresión. Estuvieron al servicio de tiranos. Enseñaron la alienación
del cuerpo separado del alma (ideal muy natural en una sociedad esclavista); separaron
la materia del pensamiento; divorciaron a la Tierra de los cielos: divisiones estas que
iban a dominar el pensamiento occidental durante más de veinte siglos. Platón, quien
creía que “todas las cosas están llenas de dioses”, utilizó concretamente la metáfora de
la esclavitud para conectar su política con su cosmología. Se dice que propuso quemar
todas las obras de Demócrito y de Homero; quizás porque Demócrito no aceptaba la
existencia de almas inmortales o de dioses inmortales o el misticismo pitagórico; o
porque creía en un número infinito de mundos. No sobrevive ni una sola obra de los
setenta y tres libros que se dice escribió Demócrito.
Pitágoras y Platón, al reconocer que el Cosmos es cognoscible y que hay una
estructura matemática subyacente en la naturaleza, hicieron avanzar mucho la causa de
la ciencia. Pero al suprimir los hechos inquietantes, al creer que había que reservar la
ciencia para una pequeña élite, al expresar su desagrado por la experimentación, al
abrazar el misticismo y aceptar fácilmente las sociedades esclavistas, hicieron
retroceder la empresa del hombre.
Pero, ya en el siglo XV, el método jonio transmitido a través de los sabios de la
Biblioteca de Alejandría, fue re descubierto. El mundo occidental despertó de nuevo. La
experimentación y la investigación abierta se hicieron otra vez respetables. Se leyeron
de nuevo libros y fragmentos olvidados. Leonardo, Colón y Copérnico fueron inspirados
por esa antigua tradición griega y siguieron independientemente parte de sus huellas.
En nuestra época hay mucha ciencia jónica, aunque falte en política y en religión, y hay
en grado considerable un valeroso libre examen. Pero también hay supersticiones
detestables y ambigüedades éticas mortales. Llevamos la marca de antiguas
contradicciones.
Los platónicos y sus sucesores “cristianos” sostenían la idea peculiar de que la Tierra
estaba viciada y de que era en cierto modo repugnante mientras que los cielos eran
perfectos y divinos. La idea fundamental de que la Tierra es un planeta, de que somos
ciudadanos del universo, fue rechazada y olvidada. Aristarco de Samos (310 a 230 a.C.)
fue el primero en sostener aquella idea. Nacido tres siglos después de Pitágoras, fue uno
de los últimos científicos jonios. Fue la primera persona que propuso el modelo
heliocéntrico del Sistema Solar, colocando el Sol, y no la Tierra en el centro del universo
conocido; que todos los planetas giran alrededor del Sol y no de la Tierra. En su época,
el centro de la ilustración intelectual se había desplazado a la gran Biblioteca de
Alejandría. Dedujo, a partir del tamaño de la sombra de la Tierra sobre la Luna durante
un eclipse lunar que el Sol tenía que ser mucho mayor que la tierra y que, además, tenía
que estar a una distancia muy grande. Quizás esto le hizo pensar que era absurdo que
un cuerpo tan grande como el Sol girara alrededor de un cuerpo tan pequeño como la
tierra. Puso al Sol en el centro, hizo que la tierra girara sobre su eje una vez al día y que
orbitara al Sol una vez al año.
Por ello, Galileo llamó a Copérnico “restaurador y conformador” y no inventor de la
hipótesis heliocéntrica. Durante la mayor parte de los 1.800 años que separan a
Aristarco de Copérnico nadie conoció la disposición correcta de los planetas, a pesar de
haber sido expuesta de modo perfectamente claro en el 280 a.C. La idea escandalizó a
18
6
Lo que sigue, con comentarios propios intercalados, está basado en el libro EL ENIGMA DE COPÉRNICO,
de Jean-Pierre Luminet.
19
7
Se refería a William Tyndale (1495-1536), que tradujo la Biblia al inglés, “pecado” por el que en mayo
de 1535 fue encarcelado, pasó diecisiete (17) meses en una celda inmunda hasta que el 6 de octubre de
1536 lo sacaron de su celda, lo amarraron a una estaca, lo ahorcaron y después quemaron su cuerpo, en
una manifestación exquisita de la piedad y caridad “cristiana”. Había precedentes a esta política de la
Iglesia Católica, en efecto, por atreverse a contravenir la disposición de no traducir la Biblia a la lengua
vulgar, gran número de lolardos acabaron en la hoguera por leer y distribuir la Biblia de John Wickliffe,
20
No deis a los perros las cosas santas, ni echéis vuestras perlas a los cerdos,
no sea que las huellen con sus pies, y se vuelvan contra vosotros y os
despedacen. (Mateo, 7:6)
Jesús de Nazareth
Copérnico y sus amigos sabían de sobra que las disputas entre los fanáticos
supersticiosos y los sabios muchas veces habían desembocado en la muerte de los
segundos, ahí estaban los recuerdos de Jesús, Sócrates, Abelardo, Giorgio Novara,
quemado en la hoguera en Bolonia en el año 1500, o el médico Georg Iserin, quemado
en Padua.
Las teorías cosmológicas de Giordano Bruno apoyaban a la vez que diferían o
superaban el modelo copernicano, pues propuso que el sol era simplemente una
estrella; que el universo debía contener un infinito número de mundos habitados por
animales y seres inteligentes; escribió sobre el movimiento de los astros; sostuvo que
las estrellas son otros soles como el nuestro, a las que orbitan otros planetas; que el
universo era homogéneo, compuesto por los cuatro elementos (agua, tierra, fuego y
aire); que espacio y tiempo eran ambos infinitos; que no había lugar en su universo
estable y permanente para las nociones de creación divina y juicio final. Sus opiniones
suscitaron un escándalo, y se formularon 130 artículos de acusación contra él. Al adoptar
el sistema de Copérnico fue combatido tanto por católicos como por protestantes. En el
campo teológico propuso un tipo particular de panteísmo. Luego de permanecer siete
años preso en las cárceles del “Santo Oficio”, fue quemado vivo en la hoguera. Según
Isaac Asimov, su muerte tuvo un efecto disuasorio en el avance científico de la
civilización, particularmente en las naciones católicas pero, a pesar de esto, sus
observaciones científicas continuaron influyendo en otros pensadores, y se le considera
uno de los precursores de la investigación científica.
GALILEO GALILEI, (1564-1642). Astrónomo, filósofo, ingeniero, matemático y
físico italiano, eminente hombre del Renacimiento, mostró interés por casi todas las
ciencias y artes (música, literatura, pintura). Ha sido considerado como el “padre de la
astronomía moderna, de la física moderna y de la ciencia”. Su trabajo experimental es
considerado complementario a los escritos de Francis Bacon en el establecimiento del
moderno método científico. Ya empleando el telescopio, descubrió los cráteres lunares
y las cuatro lunas de Júpiter, con lo cual desconcertó la teoría hasta ese momento
aceptada de que las órbitas de los planetas estaban circunscritas por los cinco sólidos
de Pitágoras y Platón, que tampoco dejaban espacio para la Luna de la Tierra. Y se
aceptaba que las trayectorias de los planetas eran circulares y su movimiento
homogéneo. Galileo fue la primera persona que contempló Venus a través del
telescopio, y vio un disco absolutamente uniforme, observó que presentaba, como la
Luna, fases sucesivas, desde un fino creciente hasta un disco completo; este
descubrimiento reforzó la idea de que la Tierra gira alrededor del Sol y no al revés. La
Universidad de Leiden, siguiendo la tradición holandesa de apoyar la libertad de
pensamiento, ofreció una cátedra a un científico italiano llamado Galileo, a quien la
versión inglesa de la Vulgata. Fue tal la “caridad cristiana” de los papistas que, treinta años después de la
muerte de Wickliffe, el Concilio de Constanza lo declaró culpable de herejía, ordenó la quema de sus
libros, la exhumación de su cuerpo, la quema de sus huesos y que se esparzan sus cenizas en el río Swift
hasta que lleguen al mar.
21
8
CAMUS, Albert. EL MITO DE SÍSIFO. Pág. 5. (Formato pdf.)
22
reducen su velocidad al alejarse de él. Los planetas lejanos sentían de algún modo la
presencia del Sol. El magnetismo era también una influencia percibida a distancia, y
Kepler, en una sorprendente anticipación a la idea de la gravitación universal, sugirió
que la causa subyacente estaba relacionada con el magnetismo. De esta manera, Kepler
proponía que las leyes físicas cuantitativas válidas en la Tierra son las mismas que
gobiernan los cielos. Fue la primera explicación no mística del movimiento de los cielos;
explicación que convertía a la Tierra en una provincia del Cosmos. Kepler se yergue en
la cúspide de la historia: el último astrólogo científico fue el primer astrofísico.
Justamente ocho días después de que Kepler descubriese su tercera ley, se
divulgó en Praga el incidente que desencadenó la guerra de los Treinta Años. El conflicto,
calificado de santo por católicos y protestantes fue más bien una explotación del
fanatismo religioso por gente hambrienta de poder y de tierras. Kepler fue excomulgado
por la iglesia luterana a causa de su individualismo intransigente en materias
doctrinales. Y, no contentos con este ultraje, encarcelaron a la madre de Kepler, de
setenta y cuatro años de edad, bajo amenaza de tortura, acusándola de bruja. Kepler,
actuando como lo haría naturalmente un científico, se puso a encontrar explicaciones
naturales a los diversos hechos que habían provocado las acusaciones de brujería,
incluyendo pequeñas enfermedades que los burgueses de Württemberg habían
atribuido a sus hechizos. La investigación fue un éxito, un triunfo de la razón sobre la
superstición, como lo fue gran parte de su vida. Su madre fue exiliada con una sentencia
de muerte pendiente, y la enérgica defensa de Kepler parece que promovió un decreto
del duque que prohibió continuar esos procesos por brujería.
Hoy en día, los exploradores, hombres y robots, utilizan en sus viajes a través de
la inmensidad del espacio, como guías infalibles, las tres leyes del movimiento planetario
que Kepler aportó durante toda una vida de trabajo personal.
ISAAC NEWTON. El esfuerzo de Johannes Kepler, proseguido durante toda una
vida, para comprender los movimientos de los planetas, por buscar una armonía en los
cielos, culminó treinta y seis años después de su muerte, en la obra de Isaac Newton
(1642-1727). Fue quizá el mayor genio que haya existido. Incluso de joven se
preocupaba por cosas como saber, por ejemplo, “si la luz era una sustancia o un
accidente”, o conocer el mecanismo que permitía a la gravedad actuar a pesar del vacío
intermedio.
Al igual que Kepler no fue inmune a las supersticiones de su época y tuvo muchos
contactos con el misticismo; gran parte de su desarrollo intelectual se puede atribuir a
la tensión entre racionalismo y misticismo. A los veinte años de edad adquirió “sólo por
curiosidad” un libro de astrología, lo leyó hasta llegar a una ilustración que no pudo
entender porque desconocía la trigonometría. Entonces compró un libro de
trigonometría pero no pudo seguir los argumentos geométricos, así que encontró los
Elementos de Geometría, de Euclides. Dos años después y, durante un año mientras se
recuperaba de un brote epidémico inventó el cálculo Diferencial e Infinitesimal, (este
último aparte pero simultáneamente con Gottfried Leibiniz (1646-1716)). Newton
siempre estuvo fascinado por la luz y por el Sol, al que observaba reflejado en el espejo
sin protección alguna hasta el punto de poner en peligro su vista. También mientras se
recuperaba de la enfermedad realizó descubrimientos fundamentales sobre la
naturaleza de la luz y estableció las bases sobre la Teoría de la Gravitación Universal. El
único año tan productivo parecido a éste en la historia de la Física fue el “año milagroso”
de Einstein en 1905.
25
Newton dedicaba todo su tiempo a los estudios y a dar clase, creía que cualquier
hora que no estuviera dedicada a sus estudios era una hora perdida. Descubrió la Ley de
la Inercia, la tendencia de un objeto en movimiento a continuar moviéndose en una
línea recta, a menos que sufra la influencia de algo que le desvíe de su camino. Supuso
que si la Luna no salía disparada en línea recta, según una línea tangencial a su órbita,
se debía a la presencia de otra fuerza que la empujaba en dirección a la Tierra, y que
desviaba constantemente su camino convirtiéndolo en un círculo. Newton llamó a esta
fuerza “gravedad” y creyó que actuaba a distancia. Se sirvió de la Tercera Ley de Kepler
y dedujo matemáticamente la naturaleza de la fuerza de la gravedad. Demostró que la
misma fuerza que hacía caer una manzana sobre la Tierra mantenía a la Luna en su órbita
y explicaba las revoluciones de las lunas de Júpiter en sus órbitas alrededor de aquel
lejano planeta.
Las cosas han caído al suelo desde el principio de los tiempos, y que la Luna gira
alrededor de la Tierra es un hecho que la humanidad ha creído a lo largo de toda su
historia. Newton fue el primero en pensar que esos dos fenómenos se debían a la misma
fuerza. Este es el significado de la palabra “universal” aplicada a la gravitación
newtoniana. La misma Ley de la Gravedad es válida para cualquier punto del universo.
Es una ley de cuadrado inverso. La fuerza disminuye inversamente al cuadrado
de la distancia. Si separamos dos objetos el doble de su distancia anterior, la gravedad
que ahora tiende a juntarlos es sólo una cuarta parte de la de antes. Se entiende que la
fuerza deba ser inversa, es decir que disminuya con la distancia. Si la fuerza fuese directa
y aumentase con la distancia, la fuerza mayor actuaría sobre los objetos más distantes,
y toda la materia del universo acabaría precipitándose para formar una simple masa
cósmica. No, la gravedad debe disminuir con la distancia, y por ello un cometa o un
planeta se mueve lentamente cuando está lejos del Sol y rápidamente cuando está cerca
de él: la gravedad que siente es tanto más débil cuanto más alejado está del Sol.
El pasatiempo intelectual preferido de Newton durante sus últimos años fue la
concordancia y calibración de las cronologías de antiguas civilizaciones, en la tradición
de antiguos historiadores, como Maneto, Estrabón y Eratóstenes. En su obra póstuma
La Cronología de los Antiguos Reinos Amended, encontramos repetidas calibraciones
astronómicas de acontecimientos históricos; una reconstrucción arquitectónica del
Templo de Salomón; una provocativa propuesta según la cual todas las constelaciones
del hemisferio norte llevan nombres de personajes, objetos y acontecimientos de la
historia griega de Jasón y los argonautas; y la hipótesis lógica de que los dioses de todas
las civilizaciones, con la única excepción de la de Newton, no eran más que reyes
antiguos y héroes deificados por las generaciones posteriores.
Kepler y Newton representan una transición crítica en la historia de la
humanidad, el descubrimiento de que hay leyes matemáticas bastante simples que se
extienden por toda la naturaleza; que las mismas reglas son válidas tanto en la Tierra
como en los cielos; y que hay una resonancia entre nuestro modo de pensar y el
funcionamiento del mundo. Ambos respetaron inflexiblemente la exactitud de los datos
obtenidos mediante la observación, y la gran precisión de sus predicciones sobre el
movimiento de los planetas proporcionó una prueba convincente de que los hombres
pueden entender el Cosmos a un nivel insospechadamente profundo. Nuestra moderna
civilización global, nuestra visión del mundo y nuestra exploración del Universo tienen
una deuda profunda para con estos dos hombres excepcionales.
26
9
O sea que si una persona permanece “quieta, inmóvil” en un asiento durante una hora, ¡realmente se
ha movido 216.000 kilómetros alrededor del Sol! Cuando nos acostamos para dormir por la noche y nos
levantamos 8 horas después, realmente lo hacemos a 864.000 kilómetros del sitio donde nos acostamos.
10
O sea que si una persona permanece “quieta, inmóvil” en un asiento durante una hora, ¡realmente se
ha movido 1.666 kilómetros alrededor del eje de la Tierra!
27
-
- Foto a escala real, la Tierra a la izquierda y la Luna a la derecha.
- Superficie total de la Tierra: 510 millones de kilómetros cuadrados,
- Superficie sólida de la Tierra: 150 millones de kilómetros cuadrados,
- Superficie habitable de la Tierra: 80 millones de kilómetros cuadrados.
Aristarco de Samos sospechó que las estrellas eran soles distantes. ¿A qué
distancia están las estrellas con respecto de la Tierra? En el siglo XIX, aplicando
directamente la geometría griega, quedó claro que las estrellas estaban a años luz de
distancia. Hay otro método para medir la distancia a las estrellas que los jonios eran
perfectamente capaces de descubrir, aunque al parecer no hicieron uso de él: la
proporcionalidad inversa entre el tamaño aparente de un objeto y la distancia a la que
estamos de él, utilizado por la perspectiva en el arte y por la fotografía. Todos sabemos
que cuanto más lejos está un objeto más pequeño parece. Christian Huygens utilizó este
principio, muy en onda de la tradición jonia. Huygens practicó pequeños agujeros en
una placa de latón, puso la placa contra el Sol y se preguntó cuál era el agujero cuyo
brillo equivalía al de la brillante estrella Sirio, brillo que recordaba de haberlo observado
la noche anterior. El agujero resultó ser 1/28.000 del tamaño aparente del Sol. Dedujo,
por lo tanto, que Sirio tenía que estar 28.000 veces más lejos de nosotros que el sol, o
sea aproximadamente a medio año luz de distancia. Si Huygens hubiese sabido que el
brillo de Sirio es intrínsecamente superior al del Sol, hubiese dado con una respuesta
casi exacta. Sirio está a 8,8 años luz de distancia. El hecho de que Aristarco y Huygens
utilizaran datos imprecisos y consiguieran respuestas imperfectas apenas importa.
Explicaron sus métodos tan claramente que si luego se disponía de mejores
observaciones podían derivarse respuestas más precisas.
El gran legado de Aristarco es éste: ni nosotros ni nuestros planetas disfrutamos
de una posición privilegiada en la naturaleza. Desde entonces esta intuición se ha
aplicado hacia lo alto, hacia las estrellas y hacia nuestro entorno, hacia muchos
subconjuntos de la familia humana, con gran éxito y una oposición invariable. Ha
causado grandes avances en astronomía, física, biología, antropología, economía y
política. Carl Sagan se pregunta, muy apropiadamente, si la extrapolación social de
aquella intuición es una razón principal que explica los intentos de suprimirla; es decir,
hay personas, grupos humanos, nacionalidades y razas que se creen superiores que los
demás, lo que requiere desechar la intuición de Aristarco para poder sostener esa
fatuidad. En el mismo orden de pensamiento antropocentrista, se creía que la Tierra
estaba en el centro de la Vía Láctea; lo que quedó desvirtuado cuando, gracias a los
trabajos de Harlow Shapley, sabemos que estamos situados a unos 30.000 años luz del
28
núcleo galáctico, en los bordes de un brazo espiral, donde la densidad local de estrellas
es relativamente reducida.
Hasta bien entrado el siglo veinte, los astrónomos creían que sólo había una
galaxia en el Cosmos, la Vía Láctea, aunque en el siglo dieciocho, Thomas Wright e
Immanuel Kant tuvieron separadamente la premonición de que las exquisitas formas
luminosas espirales que se veían a través del telescopio eran otras galaxias. Kant sugirió
explícitamente que M31 en la constelación de Andrómeda era otra Vía Láctea.
Los hombres, en todos los momentos de su existencia han buscado su lugar en
el Cosmos. En la infancia de nuestra especie (cuando nuestros antepasados
contemplaban las estrellas con aire distraído), entre los científicos jonios de la Grecia
antigua, y en nuestra propia época, nos ha fascinado esta pregunta: ¿Dónde estamos?
¿Quiénes somos? Descubrimos que vivimos en un planeta insignificante de una estrella
ordinaria perdida entre dos brazos espirales en las afueras de una galaxia que es un
miembro de un cúmulo poco poblado de galaxias arrinconado en algún punto perdido
de un universo en el cual hay muchas mas galaxias que personas.
Desde Aristarco, cada paso de nuestra investigación nos ha ido alejando del
escenario central del drama cósmico. Hay quien deplora secretamente estos grandes
descubrimientos, porque considera que cada paso ha sido una degradación, porque en
lo más íntimo de su corazón anhela todavía un universo cuyo centro, foco y fulcro sea la
Tierra. Pero para poder tratar con el Cosmos primero tenemos que entenderlo, aunque
nuestras esperanzas de disfrutar de un status preferencial conseguido de balde se vea
contravenidas en el mismo proceso.
Si deseamos que nuestro planeta sea importante hay algo que debemos hacer
para contribuir a ello. Hacemos importante a nuestro mundo gracias al valor de nuestras
preguntas y a la profundidad de nuestras respuestas. Explorar es algo propio de nuestra
naturaleza. Empezamos como pueblo errante y todavía lo somos. Estuvimos demasiado
tiempo en la orilla de nuestro océano cósmico. Ahora estamos a punto de zarpar hacia
las estrellas.11
7. Y, SIN EMBARGO, ESTO ES TODO LO QUE SABEMOS HASTA AHORA DEL
UNIVERSO: EL 5%.
La Física es un enorme campo que cubre diferentes tópicos, desde galaxias en
el espacio profundo hasta lo diminuto de las partículas subatómicas. Y es a veces difícil
ver cómo todos estos campos se relacionan con los otros.
Se intenta mostrar esto en el mapa de la Física. La Física puede ser dividida en
tres partes principales: Física Clásica, Física Cuántica y Relatividad.
11
SAGAN, Carl. COSMOS. Editorial Planeta, Barcelona, séptima edición, noviembre de 1983.
29
Dominic Walliman.12
Comenzaremos por la Física Clásica, y una buena persona con quien comenzar
es Isaac Newton: sus leyes del movimiento describen cómo la materia se mueve, y su
ley de la gravitación universal, vincula el movimiento de los planetas en el cielo con la
caída de los objetos en la Tierra, en una elegante descripción general. El también inventó
el cálculo, una suprema y poderosa herramienta matemática, la cual ha sido usada por
siglos para la descripción de la física. El cálculo es en realidad parte de las matemáticas,
pero la física y las matemáticas son inseparables. Las matemática son el lenguaje de la
física, se lo puede imaginar como la roca sólida sobre la cual la física se edifica.
Newton también hizo avances en el campo de la óptica, la rama de la física que
estudia la luz y cómo esta atraviesa diferentes materiales. Esta explica la refracción que
se observa en prismas y lentes, los que son utilizados para enfocar la luz en los
telescopios, microscopios y cámaras.
Los telescopios nos permitieron mirar las profundidades del espacio, observar
cúmulos de objetos y así desarrollar la astrofísica y la cosmología (una seudo ciencia). La
óptica está ligada estrechamente con la teoría de ondas, la cual básicamente describe
cómo la energía viaja a través de perturbaciones en el medio, como las crestas en la
superficie de un estanque o el sonido a través del aire. La luz no necesita de un medio
en el cual viajar, esta puede moverse a través del vacío del espacio. Pero sigue los
mismos principios de las ondas, a saber, reflexión, refracción y difracción.
Esto nos conduce al electromagnetismo: la descripción del magnetismo,
electricidad, o más generalmente campos eléctricos y magnéticos. Un físico, llamado
James Clerk Maxwell, descubrió que estos son dos aspectos de la misma cosa, dedujo
maravillosamente reglas muy elegantes del electromagnetismo y teorizó que la luz es
12
https://m.xatakaciencia.com/fisica/esto-es-todo-lo-que-sabemos-sobre-fisica-en-una-sola-
imagen?utm_source=recommended&utm_medium=DAILYNEWSLETTER&utm_campaign=30_
Dec_2017+Xataka+Ciencia.
30
de las galaxias: según todas las observaciones sobre su rotación, las estrellas
más alejadas deberían escaparse y dispersarse por el espacio. Sólo podían
mantenerse bajo la influencia gravitacional de la galaxia si existía una
cantidad de materia muchísimo mayor de la que veíamos con los
telescopios. Y no podía tratarse de planetas u otros cuerpos “normales” que
no emitieran luz. Se requería una cantidad de materia oscura tan
descomunal que por fuerza debía ser de una naturaleza desconocida
todavía...
Desde mediados de la década de 1970 se han ido encontrado muchas
regiones del espacio donde existe materia oscura. Los astrónomos ven que
la luz se desvía por efecto de una gran masa invisible, u observan
agrupaciones de galaxias cuya existencia requiere una concentración de
materia muchísimo mayor de lo que podrían constituir planetas, estrellas,
cuerpos opacos, o agujeros negros. Por fuerza debe ser algo muy diferente,
ya que los cálculos más actuales aseguran que hay cinco veces más materia
oscura que materia ordinaria (el universo estaría constituido por un 74% de
energía oscura, un 23% de materia oscura, y un 4% de materia ordinaria).
Pero ¿qué es es materia oscura?... hasta que (los científicos) no descubran
de qué diantre está constituida, tendremos que continuar resignándonos a
aceptar que no tenemos ni idea de qué materia y fuerzas constituyen y rigen
al 96% del universo...”14
Hay muchos otros misterios, como el Big Bang, y no hay duda que existen otras
cosas que ni siquiera sabemos que no conocemos; lo cual nos pone una elevada nube
que flota sobre toda la Física: la Filosofía. Aunque muchos físicos se entretienen con la
Filosofía, hay grandes preguntas filosóficas que motivan a muchos físicos, como ¿Cuál
es la naturaleza fundamental de la realidad? ¿Cómo existe el Universo? ¿Tenemos
libertad de decisión si estamos hechos de física? O, ¿Cómo sabemos que lo que estamos
encontrando es la verdad fundamental sobre el Universo? Y, ¿Por qué la Física es como
es? Bien, estas fueron bastantes preguntas las cuales, tal vez, nunca podrán ser
respondidas; pero esto no es una razón para dejar de seguir intentando, después de
todo los físicos no renuncian. Y este ha sido el Mapa de la Física.
Vera Rubin dice: “En la primera década del siglo XX descubrimos que el
universo se expandía; en los años veinte, que nuestro Sol no era el centro de
la Vía Láctea; en los treinta, que había galaxias fuera de la nuestra propia; en
las décadas de 1940 y 1950 aprendimos a interpretar las ondas que nos
llegaban del espacio; en los sesenta descubrimos la radiación de fondo de
microondas; en los setenta, la materia oscura; en los años ochenta vimos
que en el centro de cada galaxia había un agujero negro; en los noventa llegó
la energía oscura, y en esta primera década del siglo XXI estamos asistiendo
a la explosión de los planetas extrasolares. Ha sido un gran siglo, y no hay
ninguna razón para imaginar que esto vaya a parar” (Estupinyà, 2013:123)
14
ESTUPINYÀ, Pere. EL LADRÓN DE CEREBROS. Compartiendo el conocimiento científico de las mentes
más brillantes. Editorial Debolsillo. Barcelona, marzo, 2013. Páginas 119-122.
33
15
Este contenido está basado fundamentalmente en el libro LOS DESCUBRIDORES, de Daniel J. Boorstin.
Editorial CRÍTICA, Barcelona, abril 2000. Capítulo X: Dentro de nosotros mismos. Págs, 332-374.
34
Pero Galeno nunca había visto la mayoría de las cosas que describía. La gran
autoridad en anatomía humana, cuya palabra fue un evangelio durante mil quinientos
años, probablemente había estudiado el cuerpo humano pero jamás había disecado un
cadáver. Según él mismo decía, sólo en dos ocasiones había podido estudiar la
estructura ósea completa del cuerpo humano: un esqueleto que había sido despojado
de sus carnes por las aves de rapiña, y otro que había quedado descubierto tras
permanecer largo tiempo en un río.
Galeno únicamente había realizado disecciones de monos, para estudiar la
anatomía externa y de cerdos para la interna. Luego proyectó sus averiguaciones a la
anatomía del cuerpo humano.
La creencia cristiana en la inmortalidad del alma y el desprecio por el cuerpo, no
estimularon el interés por la anatomía humana. Pero, luego, esa misma separación de
cuerpo físico y alma, hizo que la disección fuese autorizada.
El Islam medieval nunca se avino a la disección del cuerpo humano. Desde el siglo
VIII al XIII el conocimiento anatómico de los sabios doctores árabes se limitó a “Galeno
vestido de árabe”.
8.2. “Un profeta demente señala el camino”16
En las circunstancias históricas narradas anteriormente, el avance científico del
conocimiento del cuerpo humano requería atacar esa torre de marfil, ese dogmatismo
más propio de fe religiosa, y ese reducto reservado a los “iniciados”; lo cual demandaba
pasión, conocimientos y, además, poca prudencia, ya que el que lo intentase debía
poseer los conocimientos técnicos y científicos pero no debía estar comprometido con
la profesión. Debía estar en el mundo de los médicos pero ser lo bastante valiente y
honesto como para despreciar ser reconocido, premiado y aceptado como colaborador
en los despachos de los médicos famosos de la época.
“El indicado era un vagabundo y un visionario, un hombre de temeridad mística...
habría de usar la lengua vernácula y no hablar, sino gritar”.
Su nombre completo era Teofrasto Felipe Aurelio Bombasto von Hohenheim, pero
el apodo como se lo conoce en la historia es Paracelso (1493-1541).
Fue considerado sospechoso y tuvo fama de charlatán. Así como Kepler creía en la
divina simetría del universo, lo que le confirmó su fe en el sistema copernicano de los
cielos, Parcelso tenía fe en el orden divino aplicado al cuerpo humano.
Tuvo la suerte de ser llamado a Basilea para tratar a Johann Froben, que publicó el
primer Nuevo Testamento impreso en Griego. Curó a Froben y, como Erasmo (1466-
1536) vivía con Froben, también lo trató a él. Ambos quedaron tan impresionados que
en 1527 consiguieron que fuera nombrado médico municipal y catedrático de la
universidad. “Pero los demás profesores lo discriminaron por haberse negado a prestar
el juramento hipocrático y no ser siquiera doctor titulado en medicina”.
Paracelso combinada la arrogancia de un autodidacta con la elocuencia de un auto
designado portavoz de Dios. Respaldado por Erasmo comenzó a atacar a la torre de
marfil médica. Publicó su propio manifiesto de medicina, que aspiraba que reemplazaría
al juramento hipocrático. Arrojó a la hoguera una copia de la obra de Galeno y el Canon
de Avicena. Declaró que sus clases de medicina se basarían en su propia experiencia con
los pacientes. Y provocó la ira de los médicos al no enseñar en latín sino en un dialecto
16
Este es literalmente el título del contenido siguiente en el libro de Daniel J. Boorstin.
36
local alemán; con lo cual violaba el juramento hipocrático que obligaba al médico
“digno” a guardar su conocimiento profesional para evitar que los legos se convirtieran
en incompetentes practicantes de la medicina.
Todo esto provocó que “los sabios” doctores se volvieran contra Paracelso y
desencadenaran toda una tormenta contra él, hasta conducirle a la ruina. Un ejemplo
de su consabida terquedad, se produjo cuando siguió un juicio a un eclesiástico de alto
rango que le había prometido una elevada suma si le curaba, como Paracelso le curó
solamente empleando unas pocas píldoras de láudano, el cura se negó a pagarle;
Paracelso perdió el juicio y procedió a enjuiciar al juez. Hasta que sus adversarios de
todo tipo lograron obligarle a marcharse de Basilea; con lo cual nunca más volvió a
trabajar para institución alguna y se convirtió en un Don Quijote de la medicina,
trasladándose a Innsbruck y al Tirol a estudiar la enfermedad de los mineros.
En Nuremberg criticó el tratamiento que se acostumbraba dar a la sífilis
administrando dosis venenosas de mercurio y guayacol, una droga que se extraía de un
árbol de América, y que se pretendía respaldar con la típica superstición de que “Dios
había dispuesto que este árbol creciera en el lugar de origen de la enfermedad”.
Toda la persecución de los médicos dogmáticos y librescos de Galeno condujo a
Paracelso a la pobreza, la exposición a la intemperie y las tribulaciones de la vida errante
mientras practicaba la medicina. La persecución a que se vio sometido lo condujo
finalmente a Salzburgo, donde murió a la edad de 48 años, el 24 de septiembre de 1541.
En el epitafio de su tumba se puso: “Aquí descansa Felipe Teofrasto, distinguido
doctor en medicina, quien con arte maravilloso curó graves heridas, lepra, gota,
hidropesía y otras enfermedades contagiosas del cuerpo. Fue su deseo que sus bienes
se distribuyeran entre los pobres”.
“La oposición de las personalidades de la medicina evitó que la mayoría de
los escritos de Paracelso se publicase en vida de éste, pero pocas décadas
después de su muerte las imprentas habían difundido sus ideas más allá del
alcance de los académicos, y se convirtió en un héroe romántico, celebrado
por Christopher Marlowe, Goethe, Robert Browning y Schnitzler, así como
por el músico Berlioz”.
Dado que una enfermedad era, según la concepción de los académicos “galenistas”,
el desorden de todos los elementos del cuerpo, las curas de las enfermedades habrían
de tratar el cuerpo como un todo. La “ciencia” de los humores enseñaba a los médicos
a buscar el equilibrio de los humores de cada persona y a recuperar aquel mediante
tratamientos tales como el sudor, las purgas, las sangrías o la inducción de vómitos.
Paracelso tenia una teoría radicalmente diferente, basada en una noción de
enfermedad también radicalmente diferente, que tuvieron consecuencias de largo
alcance para la ciencia médica. Una enfermedad, decía Paracelso, no se debía al
desajuste de los humores del cuerpo de una persona, sino a causas concretas ajenas al
cuerpo, tales como venenos y minerales presentes en la atmósfera. Cuando defendía la
uniformidad de las causas y la especificidad de las enfermedades, señalaba el camino de
la medicina moderna.
La fe de Paracelso le llevó a pensar que no había enfermedades incurables sino
médicos ignorantes.
37
“Si amas a tu prójimo no debes decir: para ti no hay ayuda posible, sino que
debes decir: yo no puedo hacerlo, yo no lo comprendo.” En esto se asemejaba a Avicena,
que, una vez diagnosticada una enfermedad, tenía una de tres respuestas: “Esta es una
enfermedad que puedo curar”, o “Esta es una enfermedad que trataré de curar”, o “Esta
es una enfermedad que no puedo curar (porque no comprendo su causa)”.
El médico debía tratar de descubrir nuevos remedios, y no limitarse a los
admitidos por Galeno. Recomendación que es válida para el médico en la actualidad,
que se aprende de memoria los nombres de los medicamentos que le recomiendan
machaconamente los visitadores a médicos, convirtiéndose así, en simple empleado de
la empresa farmacéutica, la cual, luego premia al “médico” que más ha recetado sus
productos.
Paracelso superó la limitación de los médicos a los remedios botánicos, e impulsó
el uso también de minerales y productos orgánicos animales. Como en su tiempo no
existía una ciencia química, echó mano de los alquimistas, asignándoles una nueva
tarea: convertir los minerales y los metales en medicinas.
De la misma manera que Galeno dominó durante mil quinientos años la
profesión médica, Dioscórides, un griego del siglo primero, que servía como médico en
los ejércitos de Nerón, dominó durante los mismos mil quinientos años la “farmacopea”
con su libro de botánica De materia médica.
Paracelso realizó el primer estudio de las enfermedades profesionales, para lo
cual fue a vivir con los mineros y los fundidores de hierro, y escribió el libro Sobre la
enfermedad de los mineros y otras dolencias de los mineros, que fue publicado en 1567,
un cuarto de siglo después de su fallecimiento. Identificó, entre las enfermedades de los
mineros, las afecciones pulmonares y la úlceras de estómago, causadas por el aire y los
minerales absorbidos por los pulmones o la piel; observó las diferencias entre los
desórdenes causados por el arsénico, el antimonio o los álcalis. Identificó los síntomas
del envenenamiento por mercurio.
Paracelso estudió y aprendió a respetar la cultura y medicina popular: “Los
doctores en medicina deberían considerar mejor lo que ven con sus propios ojos; por
ejemplo, que un campesino analfabeto se cura antes que todos ellos con sus libros y
togas rojas. Y si estos togados caballeros escucharan cuál es la causa, se sentarían en un
saco de cenizas, tal como lo hicieron en Nínive”.
8.3. Comienza la observación cuidadosa del interior del cuerpo humano
Andreas Vesalio (1514-1564) nació en Bruselas y, desde niño, tuvo el infortunio
de poder mirar el monte en el que los criminales condenados eran torturados y
ejecutados. Recibió la mejor educación médica “galenista” de la época, y luego de
estudiar en las universidades de Lovaina y París, en la de Padua se sometió a dos días de
exámenes y recibió el título de doctor en medicina magna cum laude, con lo cual, a los
veinte y tres años desempeñó la cátedra de cirugía en dicha universidad.
Abandonó el dogma de considerar que los textos de Galeno eran la única
referencia y se apartó de la tradición. Dirigió la cátedra de anatomía (que en griego
significa cortar) pero, a diferencia de sus profesores, que se sentaban en altas cátedras
(sillones) a ordenar a los cirujanos-barberos lo que debían hacer en las entrañas de un
cuerpo, mientras otro ayudante señalaba con un puntero las partes del cuerpo, Vesalio
puso sus propias manos a la obra. Y, con su conocimiento directo del cuerpo humano,
preparó cuatro gráficos anatómicos muy detallados, en los que cada parte del cuerpo
38
estaba señalada con un nombre técnico, mientras en un glosario anexo colocó en orden
alfabético los nombres de todas las partes del cuerpo en griego, latín, árabe y hebreo.
Esta utilización de gráficos fue una gran novedad, ya que los textos de Galeno no tenían
ilustraciones. Pero, claro, los “eminentes” profesores se declararon enemigos de la
utilización de figuras y diagramas: ¡los alumnos sólo debían leer el texto auténtico!
Con estas Seis tablas anatómicas, Vesalio introdujo el método gráfico en
anatomía. En la actualidad resulta sorprendente que hubiera que inventar algo tan
evidente. Infortunadamente, los gráficos de Vesalio, ciñéndose al texto de Galeno, igual
mostraban el interior del cuerpo humano como el de algún animal.
Pero Vesalio abrió el camino para la disección del cuerpo humano.
Dado que los cuerpos de criminales ejecutados constituían la principal fuente de
las autopsias, los cadáveres femeninos eran particularmente escasos, lo cual añadía un
obstáculo más al estudio de los procesos de la procreación y la gestación.
Muy lentamente, la anatomía dejó de significar la abertura ocasional de un
cuerpo para responder a alguna pregunta concreta y se fue convirtiendo en el estudio
sistemático del cuerpo.
Vesalio aprovechaba cada oportunidad que se le presentaba, legal o ilegal, para
recoger especímenes humanos. E igual lo hacían los estudiantes interesados en conocer
de primera mano la anatomía humana, incluso robando cadáveres. “En Padua, Vesalio
interesó a un juez del tribunal de lo criminal en sus investigaciones, quien no sólo le
ofreció los cuerpos de los criminales ejecutados, sino que tenía la amabilidad de retrasar
las ejecuciones el tiempo suficiente para que los cuerpos estuviesen frescos cuando
Vesalio estuviera preparado par hacer las disecciones.”
Con todos esos estudios, Vesalio obviamente se dio cuenta de las equivocaciones
y mezclas que Galeno había hecho de cuerpos animales y humanos, entonces decidió
elaborar su propio manual de anatomía basado por completo en sus propias
observaciones del cuerpo humano. Este fue el La Estructura del cuerpo humano (De
humanis corporis fabrica), llamado comúnmente La fabrica, que lo escribió entre los 26
y 28 años de edad; y en él explicaba tanto la estructura como el funcionamiento del
cuerpo humano. Apareció en 1543, el mismo año de la publicación del libro de Nicolás
Copérnico que descalabró todas las concepciones y nociones sobre la Tierra que tenían
los seres humanos.
Cuando sus alumnos le preguntaban algo sobre el funcionamiento del cuerpo
humano, Vesalio se resistía a dar su opinión y les animaba a mirarlo por sí mismos
directamente en los cuerpos disecados.
Decidido a demostrar con la máxima precisión sólo lo que había confirmado con
sus propios ojos y manos, sabía que el valor científico de su libro dependería de la
calidad de las ilustraciones, de manera que contrató a los mejores artistas para realizar
los dibujos, artistas de la escuela de Ticiano, además de que él mismo era un dibujante
notable; y a los mejores grabadores en madera para que hicieran las reproducciones de
esos dibujos.
Cuando Leonardo señaló las cualidades del buen anatomista, señaló la paciencia,
la perseverancia, un amor por tales cosas, y el valor para vivir de noche horas y horas en
compañía de los cadáveres, descuartizados, despellejados y de horrible apariencia; y
añadió a esta lista saber dibujar y conocer la perspectiva. “Leonardo se jactó en sus
cuadernos de notas de haber disecado el mismo más de diez cuerpos humanos, y de que
él combinaría lo que había aprendido de todos ellos en un solo dibujo.”
39
Así que Harvey se lanzó a estudiar cuánta sangre pasaba y en qué período de
tiempo. Se dio cuenta que tal cantidad no puede proceder de los alimentos que
ingerimos, es muy superior a lo necesario para la nutrición de las partes; si la corriente
sanguínea era constantemente abastecida sólo por los jugos de los alimentos
consumidos, el resultado final sería el rápido vaciamiento de todas las arterias y su
explosión por la excesiva afluencia de sangre. “A no ser que la sangre volviera a fluir de
las arterias a las venas y regresara al ventrículo derecho del corazón”. Entonces comenzó
a considerar la posibilidad de un movimiento en círculo; para lo cual se inspiró en la
visión aristotélica de la unidad del proceso vital.
Establecida la circularidad, quedaba una laguna en el sistema de Harvey: las
grandes cantidades de sangre siempre eran rápidamente propulsadas del corazón a las
arterias, y luego a las venas, para regresar al corazón, pero todo el sistema dejaría de
funcionar si la sangre no fuera constantemente impulsada de las arterias a las venas.
Harvey nunca pudo encontrar los pasajes conectores (mas tarde llamados
“anastomosis”), pero estaba convencido en que la conexión se realizaba mediante
ciertos “admirables artificios” que todavía estaban por descubrir. Se necesitó del
invento del microscopio para descubrir los capilares.
8.5. Entra en acción la tecnología
Pese al enojo de los galenistas, Harvey atrajo la atención sobre las cuestiones de
las cantidades, la gente empezaba a hablar el lenguaje de las máquinas, analizando la
experiencia mediante modernos principios de medida. La experiencia corriente se
transformó. Lo mas destacable era la nueva manera de entender el frío y el calor. El calor
y el frío, lo seco y lo húmedo eran distinciones evidentes al tacto. Según los antiguos
griegos, estas cualidades se combinaban para formar la tierra, el aire, el fuego y el agua,
elementos que componían el mundo. La temperatura era considerada entonces como
hoy tratamos los olores y los sabores, como tipos diferentes y no como diferencia de
cantidades.
Mientras la medicina estuviera regida por la teoría de Galeno de los humores, no
podía haber un modo cuantitativo de comparar las condiciones internas de los cuerpos
frente a una norma externa.
Hasta que se descubrió la manera de medir la temperatura del cuerpo con una
escala universal, era natural creer que esta variaba en las distintas partes del mundo. La
gente que vivía en los trópicos tendría una temperatura corporal superior a la de los que
vivían en climas más fríos. En el primer libro europeo conocido sobre matemáticas
médicas (De logística medica, de Johannnis Hasler, de Berna, 1578) se plantea como
primer problema “el encontrar el grado natural de temperatura de cada hombre,
determinado por su edad, la época del año, la elevación del polo [es decir, la latitud] y
otras influencias. El autor incluía una tabla que indicaba el calor y el frío que podía
esperarse de una persona que viviera en una latitud determinada, de modo que el
médico pudiera ajustar la temperatura de las medicinas con propiedad.
Hubo “termoscopios”, aparatos que indicaban un cambio de temperatura,
muchos antes que existieran “termómetros”, que medían el cambio en una escala. Los
científicos antiguos –Philo de Bizancio (siglo II a.C) y Herón de Alejandría (siglo I a.c)-
habían demostrado que el calor hacía subir el agua y sugerido una “fuente experimental
que gotea por acción del sol”. Aunque Galileo probablemente no fue el primero,
42
sabemos que construyó un aparato para medir los cambios de temperatura del aire. El
primer uso conocido de la palabra “thermometer” (1653) lo describía como “un
instrumento para medir los grados de calor y de frío en el aire”.
Pero los dogmas propios de Galeno podían inducir un espíritu inventivo e
introducirse en el nuevo mundo de la medición. El hombre que lo hizo fue Santorio
Santorio (1561-1636), que creía haber descubierto técnicas cuantitativas capaces de
demostrar las teorías de Galeno y hacer todavía más útil el esquema clásico. Según la
clasificación de las enfermedades hecha por Galeno, cada persona tenía una escala
continua de desórdenes, que iban de la mezcla correcta de humores (“eucrasia”) hasta
la peor mezcal de todas (“discrasia”), que causaba la muerte. Santorio, que tenía una
mente matemática, calculó que todas las mezclas posibles de humores alcanzaban la
cifra aproximada de 80.000, lo cual significaba que había el mismo número de
“enfermedades” posibles. Antes del fin de su vida, el interés de Santorio por la medición
y el cómputo habría de llevarle mucho más allá de Galeno.
Santorio nació en la República de Venecia, donde el apogeo del comercio
mundial, el orgullo cívico y la lucha contra la ortodoxia papal favorecían la fertilidad
intelectual. En Venecia se hacían experimentos y difundían ideas que en Roma hubieran
requerido un espíritu arrojado y revolucionario.
Santorio creía que había inventado una nueva rama de la medicina, que él
llamaba “medicina estática”, de la palabra griega que significaba el arte de pesar. Su
libro El Ars de medicina statica (1612) fue publicado en toda Europa. Antes de que
pasara un siglo, los principales médicos clasificaban el libro de Santorio, junto al de
Harvey sobre la circulación de la sangre, como uno de los dos pilares de la moderna
medicina científica. El gran médico holandés Hermann Boerhaave (1668-1738) proclamó
el libro de Santorio como “el más perfecto de todos los libros de medicina”.
Santorio se basó en los médicos de la antigüedad, pero aspiraba a corregir los
errores de Hipócrates, Galeno, Aristóteles y Avicena. Confiaba en hacer avanzar la
ciencia de los humores hasta una nueva era cuantitativa mediante sus instrumentos
para medir los fenómenos y las cualidades del interior del cuerpo humano. Creó un
arsenal con el que llegaría a conquistar la ciudadela de humores y cualidades de Galeno.
El Termoscopio fue adaptado por Santorio para medir los cambios térmicos del interior
del cuerpo. Transformó el termoscopio en un termómetro añadiéndole una escala
dividida en unidades iguales entre la temperatura de la nieve y la de la llama de una
vela. Con ello no pretendía establecer la temperatura “normal” de todos los cuerpos
humanos, sino comprobar la variación de la temperatura de cada individuo entre el
calor de su cuerpo cuando estaba sano y cuando estaba enfermo. Cuando más se
desviaba de la norma individual, peor era la prognosis. El tiempo de medición eran diez
pulsaciones del pulsímetro. Al igual que Galileo cuando midió el vaivén de la lámpara de
la catedral de Pisa y contabilizó el tiempo tomando como referencia sus propias
pulsaciones, Santorio descubrió que podía utilizar un péndulo para medir el pulso, e
inventó el pulsímetro.
Cuando Santorio descubrió que conocer el porcentaje de humedad atmosférica
podía ser útil para el tratamiento de ciertas enfermedades, inventó un higrómetro
sencillo, simplemente con una cuerda y una bola.
Según Hipócrates y Galeno, la salud del cuerpo era el resultado del adecuado
equilibrio de los humores, y este dependía del equilibrio entre el cuerpo vivo y todo lo
que le rodeaba, por lo tanto, la enfermedad era un desequilibrio entre lo que el cuerpo
43
plantas con el sistema traqueal de los insectos, fundando así la fitotomía, la anatomía
de las plantas.
Malpighi formuló varias grandes hipótesis sobre todos los procesos vitales. Lo
que vio en la textura de la madera, en las tráqueas de los insectos, en los pulmones de
las ranas y de los hombres, sugería que cuanto más “perfecto” es un organismo más
pequeños son en comparación los órganos respiratorios. En efecto, mientras que los
órganos respiratorios de las plantas están extendidos por toda su superficie, las tráqueas
de los insectos están diseminadas por todo su cuerpo y los peces tienen grandes
branquias, el hombre y los demás animales superiores disponen de un par de pulmones
comparativamente pequeños.
Malpighi no quedó contento con el estudio de las plantas, los insectos, los
animales “inferiores” y los “superiores”, sino que intuyó que “el reino todavía más
simple de los minerales y los elementos debería precederlo todo. En este punto, la
empresa se hace inmensa y rebasa absolutamente mis fuerzas”.
Pero, claro, los sectarios y dogmáticos la emprendieron contra Malpighi, de la
misma manera que los ignorantes se habían negado a mirar por el telescopio de Galileo.
Hasta el extremo que en 1689, ante la aterradora presencia de dignatarios eclesiásticos,
se formuló una acusación formal contra Malpighi en la Biblioteca de los hermanos
siervos de Santa María de Roma. Cuatro tesis, elaboradas y defendidas por uno de sus
alumnos, condenaron la temeraria obra de Malpighi y la calificaron de inútil. En primer
ligar, dado que “Dios Todopoderoso preparó en el cuerpo un maravilloso refugio para la
muy noble alma humana... estamos firmemente convencidos de que la anatomía de la
sumamente reducida conformación interna de las vísceras, tan ensalzada en nuestra
época, no tiene utilidad alguna para los médicos”. ¡O sea que, para estos pobres sujetos,
comprender la estructura y funcionamiento del cuerpo humano no servía para nada,
porque en el microscopio no aparecía el alma! Segundo, afirmar “que los humores están
separados ... únicamente mediante una estructura que actúa como un tamiz... es
absolutamente falso”. ¡O sea que los capilares y los pulmones no existían! Tercero,
aunque “la anatomía de los insectos y de las plantas, a la que se llega por la exquisita
resolución de las partes que los componen, es ciertamente una importante labor de
nuestros tiempos... el conocimiento de la maravillosa conformación de estas entidades
no hará progresar el arte de curar al enfermo” ¿O sea que la anatomía comparada no
tenía sentido! Cuarto y último, la única anatomía útil del cuerpo humano es “aquella
que descubre las diferencias entre los signos y síntomas de la diagnosis y la prognosis,
y las posiciones de las partes orgánicas, por las cuales se conocen los nombres de las
enfermedades y sus períodos y consecuencias” ¡O sea que solamente son importantes
las apariencias! ¡Larga vida a la medicina verbal! ¡Que muera el experimento!
En 1697 se publicó en las actas de la Royal Society una carta necrológica: “El
incomparable Malpighi... que instintivamente sólo se dedicó a estudios serios,
interrumpidos rara vez y siempre en contra de su voluntad, dedicó todo su tiempo a
descubrir nuevos mundos mediante anatomías, y a refutar (al igual que los grandes
hombres) las calumnias de los envidiosos con su virtud y su sabiduría”. Y terminaba
diciendo que pocos hombres habían contribuido en su época con tanta abundancia a la
mancomunidad del conocimiento.
La autopsia practicada en el cuerpo de Malpighi descubrió que presentaba una
deformidad en el riñón derecho, una corazón “más grande de lo habitual”, y el vaso
sanguíneo roto que había provocado el derrame causante de su muerte.
47
9. LAS CUATRO PREGUNTAS FUNDAMENTALES DE LA VIDA
¡CUIDADO. ADVERTENCIA! La lectura de este punto puede producir efectos
nocivos en muchas personas, especialmente en aquellas que han basado su vida en
creencias religiosas. “En una vida corta e incierta parece cruel hacer algo que pueda
privar a la gente del consuelo de la fe cuando la ciencia no puede remediar su angustia”
(Sagan, 1998:323). Es decir que voy a atacar la fortaleza de la fe, pero advierto que, una
vez destruida esa fortaleza, no puedo ofrecer alternativas a ella. Por lo que aconsejo
muy enfática y encarecidamente a la gente que está en la situación indicada
anteriormente, que se abstenga de leer este punto.
Bien, habiendo dejada expresada esa advertencia, entro en la discusión de LAS
CUATRO PREGUNTAS FUNDAMENTALES DE LA VIDA.
Posiblemente desde que el ser humano empezó a reflexionar, tal vez incluso
antes de la Revolución Neolítica de hace aproximadamente 10.000 años cuando inventó
la agricultura y la ganadería; o cuando, siendo cazador y recolector se dio cuenta de que
los ejemplares de animales que cazaba o de frutos que recogía escaseaban en
determinadas temporadas y sus compañeros o parientes enfermaban y morían,
comenzó a darse cuenta e inquietarse por dos realidades, existían unas cosas que –en
su horizonte temporal- eran permanentes y otras que eran efímeras. Lo más efímero
era la tranquilidad, la paz, la felicidad, y la misma vida; mientras que –le parecía- que lo
más permanente era la naturaleza: el sol aparecía todos los días, las montañas no
cambiaban, los ríos no dejaban de fluir (aunque cambiaba su caudal), etc. Pero, lo
fundamental para este antepasado nuestro era que, en su vida, en nada se podía confiar,
nada se podía predecir o prever, el azar y la casualidad gobernaban la vida.
Ante esa incertidumbre, buscó un consuelo, algo a lo que aferrarse, se inventó
unos dioses y se dedicó a rogarles que lo defendieran y lo cuidaran, porque era (y es)
imposible defenderse del azar.
“Desde los tiempos del Paleolítico, cada tribu (de las que debieron de
existir miles y miles) inventó su propio mito creacionista... Los relatos
creacionistas conferían a los miembros de cada tribu una explicación de
su existencia. Los hacía sentirse amados y protegidos por encima de todas
las demás tribus. A cambio, sus dioses exigían creencia y obediencia
absolutas. Y con toda razón. El mito creacionista era el lazo esencial que
mantenía unidad a la tribu. Proporcionaba a sus creyentes una identidad
única, dictaba su fidelidad, reforzaba el orden, dispensaba la ley, animaba
el valor y el sacrificio y ofrecía significado a los ciclos de la vida y de la
muerte. Ninguna tribu podía sobrevivir mucho tiempo sin conocer el
significado de su existencia a través de un relato creacionista. La opción
era debilitarse, disolverse y morir. Por lo tanto, en la historia temprana
de cada tribu había que afirmar el mito en piedra.
El mito creacionista es un mecanismo darwiniano de supervivencia... La
verdad de cada mito residía en el corazón, no en la mente racional”17
17
LA CONQUISTA SOCIAL DE LA TIERRA. Edward O. Wilson. Editorial Debolsillo, Barcelona, 2015. Pág. 20.
48
Por supuesto que ese mito era elaborado por los miembros de la tribu que se
apropiaron del poco excedente alimentario, se separaron del trabajo y se dedicaron a
“pensar”; constituyeron un grupo dentro de la misma tribu y adquirieron poder sobre
todos los demás miembros de ella, eran gurús, chamanes o sacerdotes. Pero esa es otra
historia.
Más recientemente, los filósofos y los pensadores recogieron aquellas dos
realidades, obviamente priorizaron la primera, lo efímero de la existencia, y la búsqueda
de respuestas la estructuraron en cuatro preguntas:
1. ¿De dónde venimos?,
2. ¿Qué somos?,
3. ¿Para qué estamos aquí, o cuál es el objetivo de la vida?, y
4. ¿A dónde vamos o, cuál es nuestro destino ulterior, en caso de haber alguno, después
de la muerte?
A estas preguntas, en el transcurso de la historia, se han propuesto dos
respuestas: la creacionista y la científica; de manera que en la discusión de ellas
deberemos confrontar las dos y, obviamente, tomar partido por aquella que ofrezca
mayores pruebas objetivas de veracidad. En la medida en que no se expondrá
simplemente una respuesta sino que se pondrá en consideración una discusión, se
presentarán las pruebas para que cada lector quede en absoluta libertad de tomar su
propia decisión.
Vamos a ver que la respuesta a la primera pregunta puede sugerir de manera
plausible la respuesta a las tres restantes.
9.1. Primera Pregunta: ¿De dónde venimos?
Esta pregunta remite a, o se formula más frecuentemente como: ¿Cuál es el origen
de la vida?
De manera sintética vamos a transcribir y discutir tres explicaciones.18
9.1.1.19 El origen de la vida
El primer paso en la evolución de los elementos se lleva a cabo en las estrellas más
jóvenes, tales como el Sol. Es el paso del hidrógeno al helio y requiere de las altas
temperaturas del interior. Lo que sucede es que, de tiempo en tiempo, una pareja de
núcleos de hidrógeno pesado choca y se fusiona para formar el núcleo del helio. Con el
tiempo el Sol, en su mayor parte, se convertirá en helio.
El carbón se forma en una estrella cada vez que tres núcleos de helio chocan en un
punto dentro de un tiempo menor a una millonésima de millonésima de segundo. Cada
átomo de carbón en todo ser vivo ha sido formado por tan extraña e improbable
colisión. Más allá del carbón se forma el oxígeno, el silicio, el azufre y otros elementos
más pesados.
Cuando la teoría de la evolución propuso que algunas especies animales habían
hecho su aparición en épocas más recientes que otras, los críticos respondían
frecuentemente con citas bíblicas. Había la creencia de que el Sol formaba cocodrilos
del fango del Nilo. Se suponía que los ratones se generaban en montones de trapos
18
Las explicaciones serán síntesis, resúmenes o paráfrasis de los textos de los autores que se indica al
principio de cada una.
19
EL ASCENSO DEL HOMBRE. Jacob Bronowski. Fondo Educativo Interamericano S.A. 1979 E.U.A. Páginas
344, 309-317, 390.
49
viejos y sucios; y era evidente que el origen de las moscardas era la carne descompuesta.
Los gusanos debían ser creados dentro de las manzanas, pues, ¿de qué otra forma se
explicaría su presencia allí? Y se suponía que todas estas criaturas surgían
espontáneamente a la vida sin la intervención de progenitores.
Estas fábulas fueron desechadas a partir de las investigaciones de Louis Pasteur a
partir de 1860. ”El vino es un mar de organismos”, afirmó Pasteur. “Merced a algunos
vive, merced a otros se descompone”. Hay dos elementos sorprendentes en este
pensamiento. Uno es que Pasteur encontró organismos que viven sin oxígeno, lo cual a
partir de ese momento se hizo crucial para la comprensión del inicio de la vida, pues en
ese entonces la Tierra carecía de oxígeno. Y el segundo es que Pasteur demostró que
existen moléculas de formas características, lo cual permitió rastrear a través del
proceso vital.
La teoría de la evolución no es ya un campo de batalla. Eso se debe a que la
evidencia en pro de ella es mucho más rica y más variada ahora que en los días de
Charles Darwin y Alfred Wallace. La evidencia más interesante y moderna proviene de
la química de nuestro propio cuerpo. Por ejemplo, podemos mover una mano porque
sus músculos contienen un depósito de oxígeno, el cual se encuentra ahí gracias a una
proteína llamada mioglobina. Esta proteína está formada por un poco más de ciento
cincuenta aminoácidos. El número es igual en el hombre que en cualquier animal que
haga uso de la mioglobina. Pero los mismos aminoácidos tienen ligeras variantes. Entre
el hombre y el chimpancé existe sólo una diferencia en un aminoácido; pero entre el
hombre y la oveja o el ratón, el número de diferencias se incrementa. El número de
diferencias en los aminoácidos es la medida de la distancia evolutiva entre el hombre y
los demás mamíferos.
Está claro, pues, que debemos buscar el progreso evolutivo de la vida en la
producción de moléculas típicas. Y esta producción debe comenzar a partir de los
materiales en ebullición al formarse la Tierra. Para conocer con sensatez acerca de la
aparición de la vida debemos formular una pregunta histórica: Cuatro mil millones de
años atrás, antes del comienzo de la vida, cuando la tierra era muy joven, ¿cómo era su
superficie?, ¿cómo era su atmósfera?
Contamos con una respuesta aproximada. La atmósfera era expelida desde el
interior de la Tierra, y era, por tanto, algo como una zona volcánica de nuestros días: un
caldero de vapor, nitrógeno, metano, amoníaco y otros gases reducidos, así como un
poco de dióxido de carbono. Un gas estaba ausente: no había oxígeno libre. Esto es
fundamental, ya que el oxigeno es producido por las plantas, y no existía en estado libre
antes de la parición de la vida.
Al disolverse débilmente en los océanos, estos gases y sus productos formaron una
atmósfera reducida. ¿Cómo reaccionarían después bajo la acción de los relámpagos de
las descargas eléctricas y, particularmente bajo la acción de los rayos ultravioletas, que
revisten gran importancia en toda teoría de la vida en virtud de que pueden penetrar en
ausencia de oxígeno? Esta pregunta fue respondida a través de un bello experimento
realizado por Stanley Miller en los EEUU hacia 1950. Reprodujo la atmósfera en un
matraz: el metano, el amoníaco, el agua, etc., y trabajó con ellos día tras día; hacía hervir
el compuesto y le aplicaba descargas eléctricas simulado los rayos y otras fuerzas
violentas. Y el compuesto se oscureció ostensiblemente. ¿Por qué? Porque la prueba lo
demostró, se habían formado aminoácidos, que son los componentes primarios de la
50
vida. A partir de ellos se producen las proteínas, que son los constituyentes de todos los
seres vivos.
Pero, como los científicos son duros de convencer, apareció otra teoría, de que
podría haber existido otro conjunto de condiciones externas igualmente poderoso, la
presencia de hielo. Y es que el hielo posee dos propiedades que lo hacen muy apropiado
en la formación de moléculas simples, básicas. Primero, el proceso de congelamiento
reúne la materia que al principio del tiempo debió haber estado diluida en los océanos.
Y segundo, pudo haber ocurrido que la estructura cristalina del hielo hiciese posible que
las moléculas se alineasen de un modo que es ciertamente importante en cada etapa
del ciclo vital.
Sea lo que fuere, Leslie Orgel realizó una serie de elegantes experimentos que J.
Bronowski describe de una forma sencilla. Se proveyó de algunos de los constituyentes
básicas que con seguridad habrán estado presentes en la atmósfera terrestre de épocas
primitivas: cianuro de hidrógeno y amoníaco. Elaboró con ellos una solución diluida en
agua, la cual congeló durante algunos días. Como resultado, la materia concentrada fue
empujada hacia arriba por pequeños témpanos, y el cambio de coloración en esa zona
reveló la formación de moléculas orgánicas. Algunos aminoácidos, sin duda; pero más
importante, Orgel demostró que había formado uno de los constituyentes del alfabeto
genético que dirige toda vida. Obtuvo adenina, uno de los cuatro componentes básicos
del ADN. (El ADN está constituido de azúcares y fosfatos ((tenían que encontrarse ahí
por razones de estructura)) y cuatro pequeñas moléculas específicas o bases. Dos de las
moléculas son muy pequeñas, la tiamina y la citosina, en cada una de las cuales los
átomos de carbono, nitrógeno, oxígeno e hidrógeno se hallan dispuestos en forma de
hexágono. Y dos de ellas son bastante más grandes, la guanina y la adenina, en cada una
de las cuales los átomos están distribuidos conjuntamente en forma de hexágono y
pentágono. Los genes están formados de ácidos nucleicos). De manera que los
experimentos de Miller y de Orgel demuestran que el alfabeto vital del DNA se pudo
haber formado en condiciones de frío o de calor y no en condiciones tropicales.
Ahora bien, el problema del origen de la vida se concentra no en las moléculas
complejas, sino en las más simples con capacidad de autorreproducción. Esta habilidad
de replicar copias operantes de la misma molécula es lo que caracteriza a la vida; y, en
consecuencia la cuestión del origen de la vida conlleva la cuestión de si las moléculas
básicas se pudieron haber formado merced a proceso naturales.
Estamos buscando el origen de la vida, o sea moléculas simples, básicas, como las
llamadas bases (adenina, tiamina, guanina y citosina) que componen las espirales del
ADN que se autorreproducen durante la división de cualquier célula.
Hoy día la vida está controlada por unas cuantas moléculas, o sea las cuatro bases
del ADN. Estas descifran el mensaje de la herencia en toda criatura conocida, desde una
bacteria hasta un elefante, desde un virus hasta una rosa. Una conclusión que se puede
sacar de esta uniformidad del alfabeto de la vida es que éstos son los únicos arreglos
atómicos a cuyo cargo está la secuencia de la replicación de sí mismos. Si esto es verdad,
entonces la razón por la cual la vida que conocemos se encuentra dirigida por las mismas
cuatro bases es que la vida empezó por ellas. En tal interpretación, las bases son prueba
de que la vida sólo comenzó una vez. Ciertamente que ya nadie cree ahora que la vida
se sigue creando de la nada aquí en la Tierra.
La biología ha sido afortunada al descubrir, en un lapso de cien años, dos teorías
enormes y trascendentales. Una fue la de Charles Darwin y Alfred Wallace, la teoría de
51
la evolución por selección natural. La otra fue el descubrimiento, por nuestros propios
contemporáneos, de cómo se expresan los ciclos vitales a través de formas químicas que
los ligan con la naturaleza como un todo.
Solíamos pensar que los elementos químicos existentes en la Tierra durante la
aparición de la vida eran privativos de nuestro planeta. Pero la evidencia más reciente
desmiente ese pensamiento. En los últimos años se han encontrado vestigios
espectrales de moléculas en los espacios interestelares, las cuales nunca se creyó que
podrían formarse en tan frígidas regiones: cianuro de hidrógeno, cianoacetileno,
formaldehido; que supuestamente no existirían en otro sitio más que en la Tierra. De
manera que algunos de los componentes de la vida pudieron formarse en el espacio
exterior y llegar a la Tierra transportados por asteroides o trozos de cometas, lo que da
base a la expresión: “somos formados por polvo estelar”.
9.1.2. 20 “La historia de la vida en 1000 palabras”
Hace 4.600 millones de años, restos de polvo y gas girando en un disco estelar
alrededor del Sol empezaron a colapsarse hasta constituir un planeta que más tarde
llamaríamos Tierra.
Esa gran masa derretida comenzó a enfriarse, pero muy pronto, hace 4.530 millones
de años, un colosal impacto expulsó al exterior los materiales que a la postre formarían
la Luna.
Mientras tanto, la superficie de la Tierra primigenia se convirtió en un
laboratorio químico prebiótico [sustancia capaz de estimular el desarrollo y crecimiento
de las bacterias] donde las diferentes moléculas químicas iban combinándose y
haciéndose cada vez más complejas, hasta que en algún momento hace 4.000 millones
de años aparecieron unas protocélulas constituidas por envoltorios lipídicos
[compuestos biológicos que se clasifican conjuntamente por su estructura,
generalmente apolar (carbono, hidrógeno y oxígeno), que hace que sean poco solubles
en agua] que daban cobijo a macromoléculas de ácidos nucleicos con capacidad de
autorreplicarse.
Dichas cápsulas de previda podrían haberse creado y destruido en muchos
lugares y sitios a la vez, o incluso llegado del espacio exterior a bordo de meteoritos;
pero lo cierto es que fueron evolucionando hasta constituir los primeros
microorganismos procariotas [aquellas células que no poseen en su composición un
núcleo celular diferenciado y su ADN se halla desperdigado por el citoplasma, que es
aquella parte de las células que alberga a los orgánulos celulares y facilita el movimiento
de los mismos], con moléculas de ADN esparcidas por su interior junto a unos procesos
metabólicos básicos que les permitían obtener energía de los compuestos químicos que
atrapaban del medio exterior, entre ellos, la glucosa.
La vida procariota continuó evolucionando, fusionándose, sofisticándose y
haciendo todo tipo de experimentos intracelulares durante 1.500 millones de años.
Arqueas [organismos unicelulares carentes de núcleo] y bacterias se separaron, y un tipo
de estas últimas comenzó a realizar la fotosíntesis, provocando uno de los eventos más
trascendentales en la historia de la vida en la tierra: las cyanobacterias [antiguamente
llamadas algas verdeazuladas, son un filo del dominio Bacteria que comprende las
20
Lo que sigue es copia textual del artículo con el mismo título del libro EL LADRÓN DE CEREBROS. Pere
Estupinyà. Editorial Debolsillo. Barcelona. 2013. Páginas 329-332. El texto entre paréntesis cuadrados fue
copiado de Wikipedia.
52
bacterias capaces de realizar fotosíntesis oxigénica. Son los únicos procariontes que
llevan a cabo ese tipo de fotosíntesis, por ello también se les llamó oxifotobacterias21]
que llenaron la atmósfera de oxígeno.
Se calcula que las primeras células eucariotas con núcleo y orgánulos bien
definidos aparecieron hace 2.000 millones de años, y perfeccionaron una manera de
compartir material genético que daría origen a una reproducción sexual que les
permitiría evolucionar más rápidamente.
El mundo continuó siendo unicelular hasta hace poco más de 1.000 millones de
años. Entonces la evolución dio un salto más inverosímil, revolucionario y único que el
propio origen de la vida: varios microorganismos aprendieron a trabajar en conjunto y
terminaron renunciando a su identidad individual para convertirse en los primeros seres
pluricelulares. Este hecho insólito y el fin de un período glacial facilitó la llegada de
faunas como la de Ediacara hace 650 millones de años, formada por animales sésiles [El
término sésil se usa también en zoología para referirse a un organismo acuático que
crece adherido, agarrado o arraigado en su sustrato, del que no se separa y sobre el que
no se desplaza] que no necesitaban moverse porque vivían en paz sin necesidad de
depredarse los unos a los otros.
Este entorno bucólico se transformó con la llegada de los animales modernos y
la fabulosa explosión del Cámbrico hace 530 millones de años. Fue posiblemente la
etapa más esplendorosa de la vida. Como S. J. Gould ilustró en su apasionante libro La
vida maravillosa, los organismos más aberrantes y los diseños corporales más
inverosímiles que se pueda imaginar aparecieron sin restricción. Había más diversidad
de estructuras básicas en el Cámbrico que en la actualidad. Y llegaron los artrópodos,
representados por los extintos trilobites [del Latín: tres lóbulos] o seres enigmáticos
como Opabinia, serían los precursores de insectos, arácnidos o cangrejos y llegarían a
representar el 85 por ciento de las especies animales del planeta.
Imágenes de trilobites. (Imágenes de Google)
La vida continuó diversificándose en los océanos con moluscos, medusas,
amebas, crustáceos, estrellas de mar, pulpos, o ciempiés primitivos que según el registro
fósil empezaban ya a explorar la tierra firme. También aparecieron los cordados,
animales que tenían un nervio central a lo largo de su cuerpo y de los que hace 485
millones de años surgieron los primeros vertebrados.
21
Cianobacterias. Wikipedia.
53
Los peces surcaron los mares hace 440 millones de años, y posteriormente las
algas verdes evolucionaron hasta convertirse en las primeras plantas que colonizaron la
tierra y aceleraron el desplazamiento de insectos hacia su interior.
En los siguientes millones de años a los peces les crecieron mandíbulas y dientes,
y en los continentes salieron líquenes, más diversidad de plantas, ácaros y todo tipo de
insectos, entre ellos algunos con alas y capacidad para volar. Cuando hace 363 millones
de años empezó el Carbonífero, la vegetación ya cubría la tierra, había bosques con
gigantescos helechos, árboles, libélulas de 60 centímetros, escorpiones y los primeros
anfibios empezaban a abandonar los lagos para adentrarse en el mundo terrestre. La
Tierra, tal y como la conocemos estaba cogiendo forma. Hace 300 millones de años
aparecieron los reptiles, luego los escarabajos y muchos nuevos tipos de plantas. La vida
se iba diversificando, hasta que hace 250 millones de años la gran extinción del Triásico
eliminó el 96 por ciento de las especies marinas y el 70 por ciento de las terrestres. Se
discute si fue un impacto, vulcanismo extremo, liberación de metano, o una
combinación de catástrofes naturales lo que provocó un cambio climático extremo de
consecuencias desastrosas para muchas especies, pero que permitió el brote de otras
nuevas. Los mares se repoblaron con grandes depredadores, algunos reptiles dieron
paso a los dinosaurios hace 225 millones de años, y pequeños mamíferos intentaban
hacerse un espacio en este nuevo mundo hace 200 millones de años.
Llegó el Jurásico, acompañado de mayor diversidad de anfibios, insectos que
chupaban sangre, reptiles, enormes peces, y unos dinosaurios a los que hace 150
millones de años les salieron alas, convirtiéndose en los precursores de los pájaros
actuales. Algo faltaba para terminar de embellecer el planeta: las flores. Las plantas con
flor nacieron hace 130 millones de años, motivando una nueva explosión de diversidad
cuando los insectos empezaron a utilizar y dispersar su polen. Llegaron animales como
las abejas, serpientes u hormigas, que se han mantenido intactas durante 80 millones
de años. Los dinosaurios continuaron creciendo majestuosos hasta que la caída de un
meteorito hace 65 millones de años desencadenó la extinción del Cretácico,
eliminándolos a todos excepto las aves. El vacío que dejaron los dinosaurios fue
aprovechado por los mamíferos para abandonar su vida nocturna, aumentar de tamaño,
y extenderse por los casi ya separados cinco continentes. Los pájaros se diversificaban,
empezaban a cantar y se convertían en las especies modernas que ahora conocemos.
Unos mamíferos constituyeron hace 60 millones de años el grupo de los primates,
mientras que otros decidieron irse a vivir a los océanos y dar lugar a ballenas y delfines.
Hace 40 millones de años surgieron las mariposas, y los mamíferos continuaban
diversificándose en felinos, jirafas, caballos y chimpancés.
Hace 6 millones de años Ardi se convirtió en el homínido más antiguo que
conocemos, una familia de primates que caminaban de pie y cuyo cerebro fue
aumentando, pasando por los australopitecos que comían carne; habilis que fabricaban
herramientas complejas; un ergaster con indicios de cierto lenguaje articulado,
heilderbergensis y antecessor con conocimiento abstracto; hasta la llegada hace 200.000
años de un Homo Sapiens que salió de África para intentar adueñarse de un mundo que
durante un corto período de tiempo tuvo la ilusión de dominar.
54
22
COSMOS. Carl Sagan. Editorial Planeta, Barcelona, 1983. Páginas 23-44.
55
otros la vida puede nacer y morir más tarde, o bien no superar en su evolución las formas
más sencillas. Y en alguna pequeña fracción de mundos pueden desarrollarse
inteligencias y civilizaciones más avanzadas que la nuestra.
Toda la vida en la Tierra está estrechamente relacionada. Tenemos una química
orgánica común y una herencia evolutiva común.
Desde, por lo menos, la Revolución Neolítica, hace aproximadamente 10.000
años, los seres humanos al inventar la ganadería y la agricultura, sin proponérselo
conscientemente, determinaron el futuro de miles de especies animales y vegetales por
el simple acto de consumir unas y desechar otras. Los hombres han seleccionado
deliberadamente durante miles de años las plantas y animales que han de vivir y las que
han de morir. Los primeros son los animales, frutos, árboles y verduras familiares
cultivados y domesticados, los segundos son los que o no hemos cultivado o los que,
incluso, hemos matado porque suponíamos que nos eran perniciosos. Hace diez mil
años no había vacas lecheras, ni perdigueros ni espigas grandes de trigo; cuando
domesticamos a los antepasados de estas plantas y animales controlamos su crianza.
Procuramos que algunas variedades cuyas propiedades considerábamos deseables se
reprodujeran con preferencia a las demás. Cuando deseamos un perro que nos ayudara
a controlar un rebaño de ovejas, seleccionamos razas que eran inteligentes, obedientes
y que mostraban un cierto talento previo con el rebaño, talento que es útil para los
animales que cazan en jaurías. Las ubres enormemente dilatadas del ganado lechero
son el resultado del interés del hombre por la leche y el queso. Nuestro trigo o nuestro
maíz se ha criado durante diez mil generaciones para que sea más gustoso y nutritivo
que sus escuálidos antepasados; ha cambiado tanto que sin la intervención humana no
pueden ni reproducirse. Todo este proceso es lo que se denomina “selección artificial”.
La esencia de la selección artificial es esta: muchos rasgos físicos y de
comportamiento de las plantas y de los animales se heredan. Se reproducen enteros.
Los hombres, por el motivo que sea, apoyan la reproducción de algunas variedades y
reprimen la reproducción de otras. La variedad que se ha seleccionado se reproduce de
un modo preferente; llega a ser abundante; la variedad desechada se hace rara y quizás
llegue a extinguirse.
Pero si los hombres pueden crear nuevas variedades de plantas y de animales,
¿no ha de poder hacer lo mismo la naturaleza? Este proceso similar se denomina
“selección natural”. Los restos fósiles nos hablan de seres presentes antes en números
enormes y que actualmente han desaparecido de modo absoluto. Las especies que se
han extinguido en la historia de la Tierra son mucho más numerosas que las existentes
actualmente; son los experimentos conclusos de la evolución.
Los cambios genéticos inducidos por la domesticación se han producido con
mucha rapidez. El conejo no se domesticó hasta los primeros tiempos del medioevo; el
café en el siglo quince; la remolacha azucarera en el siglo diecinueve; y el visón está
todavía en las primeras fases de domesticación. En menos de diez mil años la
domesticación ha aumentado el peso de la lana que crían las ovejas desde menos de un
kilo de pelos duros hasta diez o veinte kilos de una pelusa fina y uniforme; o el volumen
de leche producido por el ganado en un período de lactancia desde unos cuantos
centenares de centímetros cúbicos hasta un millón. Si la selección artificial puede
provocar cambios tan grandes en un período de tiempo tan corto, ¿de qué será capaz la
selección natural trabajando durante miles de millones de años? La respuesta es toda la
belleza y diversidad del mundo biológico. La evolución es un hecho, no una teoría.
56
24
Este párrafo pertenece a Edward O. Wilson, en su obra LA CONQUISTA SOCIAL DE LA TIERRA, Editorial
Debolsillo, Barcelona, 2015, páginas 37-38.
58
Hace 4.000 millones de años la Tierra era un paraíso molecular. Todavía no había
predadores. Algunas moléculas se reproducían de modo ineficaz, competían en la
búsqueda de bloques constructivos y dejaban copias bastas de sí mismas. La evolución
estaba ya definitivamente en marcha, incluso al nivel molecular, gracias a la
reproducción, la mutación y la eliminación selectiva de las variedades menos eficientes.
A medida que pasaba el tiempo conseguían reproducirse mejor. Llegaron a unirse entre
sí moléculas con funciones especializadas, constituyendo una especie de colectivo
molecular: la primera célula. Las células vegetales de hoy en día tienen diminutas
fábricas moleculares, llamadas cloroplastos, que se encargan de la fotosíntesis: la
conversión de la luz solar, el agua y el dióxido de carbono en hidratos de carbono y
oxígeno. Las células presentes en una gota de sangre contienen un tipo diferente de
fábrica molecular, el mitocondrio, que combina el alimento con el oxígeno para extraer
energía útil. Estas fábricas están actualmente dentro de las células vegetales y animales,
pero pueden haber sido en otros tiempos células libres.
Hace unos 3.000 millones de años se había reunido un cierto número de plantas
unicelulares, quizá porque una mutación impidió que una célula sola se separara
después de dividirse en dos. Habían evolucionado los primeros organismos
multicelulares. Cada célula de nuestro cuerpo es una especie de comuna, con partes
que antes vivían libremente y que se han reunido para el bien común. Y nosotros
estamos compuestos por cien billones de células. Cada uno de nosotros es una multitud.
Parece que el sexo se inventó hace unos 2.000 millones de años. Con
anterioridad a esto las nuevas variedades de organismos sólo podían nacer a partir de
la acumulación de mutaciones casuales: la selección de cambios, letra por letra, en las
instrucciones genéticas. La evolución debió ser atrozmente lenta. Gracias al invento del
sexo dos organismos podían intercambiar párrafos, páginas y libros enteros de su código
de ADN, produciendo nuevas variedades a punto para pasar por el cedazo de la
selección. Los organismos han sido seleccionados para que se dediquen al sexo; los que
lo encuentran aburrido pronto se extinguen. Y esto no solamente es cierto en relación
a los microbios de hace dos mil millones de años. También los hombres conservamos
hoy en día una palpable devoción por intercambiar segmentos de ADN.
Hace 1.000 millones de años, las plantas, trabajando conjuntamente de modo
cooperativo, habían llevado a cabo un cambio asombroso en el medio ambiente de la
tierra. Las plantas verdes generan oxígeno molecular. Los océanos estaban ya repletos
de plantas verdes sencillas, y el oxígeno se estaba convirtiendo en un componente
importante de la atmósfera de la Tierral alterando irreversiblemente su carácter
original, rico en hidrógeno, y dando por terminada la época de la historia de la Tierra en
la que la sustancia de la vida estuvo constituida por procesos no biológicos25. Pero el
oxígeno tiende a provocar la descomposición de las moléculas orgánicas26. A pesar del
amor que le tenemos, se trata en el fondo de un veneno para la materia orgánica no
protegida. La transición a una atmósfera oxidante planteó una crisis suprema en la
historia de la vida, y una gran cantidad de organismos, incapaces de enfrentarse con el
oxígeno, perecieron. Unas cuantas formas primitivas, como los bacilos del botulismo y
25
Procesos químicos antes de la formación de células vivas que se reproducen a sí mismas, o sea, seres
vivos.
26
Compuestos químicos que contienen carbono, formando enlaces carbono-carbono y carbono-
hidrógeno. Los compuestos orgánicos tienen carbono con enlaces de hidrógeno, y los compuestos
inorgánicos no.
59
los animales, que somos en definitiva parásitos de las plantas, robamos sus hidratos de
carbono para poder llevar a cabo nuestros asuntos. Al comer las plantas combinamos
los hidratos de carbono con el oxígeno que tenemos disuelto en nuestra sangre por
nuestra propensión a respirar el aire, y de este modo extraemos la energía que nos
permite vivir. En este proceso exhalamos dióxido de carbono, que luego las plantas
reciclan para fabricar más hidratos de carbono. Esta es la simbiosis de las plantas con
los animales. ¡Qué sistema tan maravillosamente cooperativo! Plantas y animales que
inhalan mutuamente las exhalaciones de los demás, una especie de resucitación mutua
a escala planetaria, boca a estoma, impulsada por una estrella a 150 millones de
kilómetros de distancia.
En el núcleo mismo de la vida en la Tierra –las proteínas que controlan la química
de la célula y los ácidos nucleicos que transportan las instrucciones hereditarias-
descubrimos que estas moléculas son esencialmente las mismas en todas las plantas y
animales. Una encina y yo estamos hechos de la misma sustancia. Si retrocedemos lo
suficiente, nos encontramos con un antepasado común.
La célula viviente es un régimen tan complejo y bello como el reino de las galaxias
y de las estrellas. La exquisita maquinaria de la célula ha ido evolucionando
penosamente durante más de 4.000 millones de años. Fragmentos de alimento se
metamorfosean en maquinaria celular. La célula sanguínea blanca de hoy son las
espinacas con crema de ayer. ¿Cómo consigue esto al célula? En su interior hay una
arquitectura laberíntica y sutil que mantiene su propia estructura, transforma
moléculas, almacena energía y se prepara para copiarse a sí misma. Si pudiéramos
entrar en una célula, muchas de las manchas moleculares que veríamos serían
moléculas de proteína, algunas en frenética actividad, otras simplemente esperando.
Las proteínas más importantes son enzimas, moléculas que controlan las reacciones
químicas de la célula. Las enzimas son como los obreros de una cadena de montaje, cada
una especializada en un trabajo molecular concreto: por ejemplo, el Paso 4 en la
construcción del nucleótido fosfato de guanosina, o el Paso 11 en el desmontaje de una
molécula de azúcar para extraer energía, la moneda con que paga para conseguir que
se lleven a cabo los demás trabajos celulares. Pero las enzimas no dirigen el espectáculo.
Reciben sus instrucciones –y de hecho ellas mismas son construidas así- mediante
órdenes enviadas por los que controlan. Las moléculas que mandan son los ácidos
nucleicos. Viven secuestrados en una ciudad prohibida en lo más profundo de todo, en
el núcleo de la célula.
Si nos sumergiéramos por un poro en el núcleo de la célula nos encontraríamos
con algo parecido a una explosión en una fábrica de espaguetis: una multitud
desordenada de espirales e hilos, que son los dos tipos de ácidos nucleicos: el ADN, que
sabe lo que hay que hacer, y el ARN, que lleva las instrucciones emanadas del ADN al
resto de las células. Ellos son lo mejor que han podido producir 4.000 millones de años
de evolución, y contienen el complemento completo de información sobre la manera de
hacer que una célula, un árbol o una persona funcionen. La cantidad de información en
el ADN del hombre, escrito en lenguaje corriente, ocuparía un centenar de volúmenes
gruesos. Además de esto, las moléculas de ADN saben la manera de hacer copias
idénticas de sí mismas con sólo muy raras excepciones. La cantidad de cosas que saben
es extraordinaria.
El ADN es una hélice doble, con dos hilos retorcidos que parecen una escalera en
espiral. La secuencia u ordenación de los nucleótidos a lo largo de cada uno de los hilos
61
27
Los tres últimos párrafos corresponden al libro EL LADRÓN DE CEREBROS, Compartiendo el
conocimiento científico de las mentes más brillantes, de Pere Estupinyà, Editorial Debolsillo,
Barcelona, 2013, páginas 349-350.
64
y así paso a paso a lo largo de toda la escala, hasta formar los noventa y dos elementos
existentes en la naturaleza. 28
9.1.4. Conclusión: ¿De dónde venimos?
Parece claro y demostrado (hasta ahora) que venimos de procesos físico-
químicos que se iniciaron (o re-iniciaron) a partir de una enorme explosión provocada
por una inconcebible cantidad de energía, que comenzó a formar átomos de hidrógeno;
a partir de los cuales, en unos cuatro mil millones de años, se formó la vida, tal como la
conocemos.
9.2. Segunda Pregunta: ¿Qué somos?
Voy aproximándome al tratamiento y proposición de una verdadera toma de
partido sobre la vida de los seres humanos, es decir, voy a pisar terreno resbaladizo o
prohibido. Voy a tratar temas que han estado prohibidos por siglos y que, incluso, han
conducido a la hoguera a muchos hombres y mujeres que se han atrevido a mentarlos
de una manera diferente a la impuesta por los poderes vigentes y aceptada
humildemente por el resto de personas.
Empiezo poniéndolo de una manera fácil: hace casi 13.800 millones de años el
universo tuvo su origen en el Big Bang; 100 millones de años a partir de entonces se
formó la Vía Láctea; 4.603 millones de años a partir de ese acontecimiento se formó
“nuestro” sistema solar, con la Tierra (4.543 millones de años) y los planetas y,
finalmente, hace unos 4.000 millones de años “se dio una producción a gran escala de
moléculas orgánicas complejas que llevó a un sistema molecular capaz de
autorreplicación, empezando con ello la larga secuencia evolutiva, dificultosa y
exquisitamente bella que, desde aquellos primeros organismos, apenas capaces de
hacer vagas copias de sí mismos, condujo hasta la espléndida diversidad y matices de la
vida que adorna hoy nuestro planeta”29. En el momento en que una célula pudo
autorreplicarse, ese momento se inició la vida.
“Todos los elementos de la Tierra, excepto el hidrógeno y algo de helio, se
cocinaron en una especie de alquimia estelar hace miles de millones de años
en estrellas que ahora son quizás enanas blancas inconspicuas al otro lado
de la galaxia Vía Láctea. El nitrógeno de nuestro ADN, el calcio de nuestros
dientes, el hierro de nuestra sangre, el carbono de nuestras tartas de
manzana se hicieron en los interiores de estrellas en proceso de colapso.
Estamos hechos, pues, de sustancia estelar... El origen y la evolución de la
vida están relacionados del modo más íntimo con el origen y evolución de
las estrellas. En primer lugar la materia misma de la cual estamos
compuestos, los átomos que hacen posible la vida, fueron generados hace
mucho tiempo y muy lejos de nosotros en estrellas rojas gigantes...” (Sagan,
1983:233)
28
Este párrafo ha sido redactado con frases del libro EL ASCENSO DEL HOMBRE, de J. Bronowski. Páginas
343, 347, 348 y 349.
29
SAGAN, Carl. LA DIVERSIDAD DE LA CIENCIA. Editorial Planeta, Barcelona, 2007, Pág. 234.
65
La evolución desde los átomos hasta los seres vivos pluricelulares habría sido así:
átomos, moléculas sencillas, macromoléculas, orgánulos, células, tejidos, órganos,
sistemas y aparatos, individuos.
Y, de las células, las procariotas, que carecen de núcleo definido, por lo cual el
material genético se encuentra disperso en el citoplasma, evolucionaron a células
eucariotas, que tienen un citoplasma compartimentado por membranas, con un núcleo
celular organizado, limitado por una envoltura nuclear, en el cual está contenido el
material hereditario, que incluye el ADN, que es la base de la herencia. El paso de
organismos procariontes a eucariontes significó el gran salto de complejidad de la vida
y uno de los más importantes de su evolución. Sin este paso, sin la complejidad que
adquirieron las células eucariotas no habrían sido posibles ulteriores pasos como la
aparición de los seres pluricelulares; la vida, probablemente, se habría limitado a un
conglomerado de bacterias. El éxito de estas células eucariotas posibilitó las posteriores
radiaciones adaptativas de la vida, que han desembocado en la gran variedad de
especies que existe en la actualidad30.
Ahora bien, de dichas especies nos interesan (para esta explicación) los seres
humanos. Estos, “de la única especie Homo sapiens aparecieron en los últimos cientos
de miles de años, y sólo empezaron a expandirse por el planeta en los últimos sesenta
mil años 31. Estos seres, ¿son diferentes de los primeros organismos pluricelulares que
se formaron en la Tierra?
“De hecho, cuando observamos la vida en la Tierra de un modo más
genérico, encontramos que todo es el mismo tipo de vida. No hay muchas
clases diferentes; sólo hay una, que utiliza unos cincuenta bloques de
construcción biológica fundamentales... Así pues, con insignificantes
excepciones, todos los organismos de la Tierra recurren a un tipo de
molécula particular, llamada proteína, como catalizador o enzima para
controlar el grado de funcionamiento y la dirección de la química de la vida.
Todos los organismos de la tierra emplean un tipo de molécula llamada ácido
nucleico para codificar la información hereditaria y reproducirla en la
siguiente generación. Todos los organismos de la Tierra poseen un libro de
códigos idéntico para traducir el lenguaje del ácido nucleico al lenguaje de
la proteína y, aunque hay algunas diferencias evidentes entre, digamos, el
moho y yo, en lo esencial estamos muy emparentados. Desde el punto de
vista molecular, todos somos prácticamente idénticos.”32
En suma y síntesis, estamos hechos de hidrógeno, carbono, nitrógeno, oxígeno y
fósforo. Nuestro ADN está formado de nucleótidos y fosfato de azúcar. Y todos los seres
vivos estamos formados de lo mismo.
9.3. Tercera Pregunta: ¿Para qué estamos aquí? O ¿Cuál es el objetivo de la vida?
Desde niño, en el catecismo que me enseñaron en la escuela unas señoritas
catequistas y luego en la materia de Religión del colegio de los jesuitas, ante las
30
WIKIPEDIA. “Célula eucariota”.
31
WILSON, Edward O. LA CONQUISTA SCIAL DE LA TIERRA. Editorial Debolsillo. Barcelona. 2015. Pág. 29.
32
SAGAN, Carl, 2007, op.cit. págs. 88-89
66
preguntas: “Cuál es el objetivo de la vida? ¿Para qué nos creó Dios? siempre me
respondían: “Amar a Dios sobre todas las cosas, cumplir con su voluntad y rendirle
culto”. Desde niño me pareció que algo andaba mal, y ya de joven me convencí de que
los pobres jesuitas no las tenían todas consigo y repetían mecánica y dogmáticamente
lo que habían aprendido de memoria. O sea que Dios, un ser omnipotente, omnisciente
y omnipresente, pleno de aburrimiento al encontrarse solo, y de vanidad al no tener
nadie que le alabe por sus portentos, ¿decidió crear a los seres humanos para que le
llenen de halagos, le rindan culto y cumplan su voluntad? Y, esa voluntad, ¿solamente
era conocida por los curas o incluso ni siquiera por ellos sino por el Papa de Roma33?
Con esas respuestas todo el mito creacionista se cae como un castillo de naipes mal
construido. Otra de las frases que repetían los jesuitas con enorme candor era esta:
“Dios tiene un plan para ti y para cada uno de nosotros”, pero nunca supieron
explicarnos o guiarnos en el conocimiento de cuál era ese plan. Ahora, con setenta años,
todavía no alcanzo a comprender cuál puede haber sido o es cuál es aquel plan.
Por si la argumentación anterior a alguien le parece poco convincente y no
definitiva, voy a citar unos pocos descubrimientos que la expresan de otra manera.
“Si Dios hizo al hombre a su imagen (y semejanza), una creencia que sugieren
los relatos creacionistas y las iconografías de la mayoría de las religiones, es
razonable suponer que Él está personalmente a cargo de los seres humanos.
Si, en cambio, Dios no creó a la humanidad a su imagen, entonces existe la
elevada posibilidad de que el sistema solar no sea especial dentro de las
otras decenas de millares de trillones, aproximadamente, de sistemas
solares del universo...
Hay circunstancias en las cuales las personas inteligentes y bien educadas
asimilan su identidad y el significado de su vida a su religión...
Si un Dios personal, o dioses, o espíritus inmateriales no se aceptan al menos
en cierto grado ¿qué pasa con la fuerza divina que creó el universo? ¿No
podríamos adorar todos a este Creador, aunque no tenga un interés especial
en nosotros? Este es el razonamiento del deísmo: que la existencia material
fue iniciada con un propósito por algo o por alguien. Si es así, la razón del
universo sigue sin sernos revelada hasta el día de hoy, 13.700 millones de
años después del big bang...” (E. O. Wilson, 2015:299; subrayado mío)
“Cuando entendemos algo de la dinámica astronómica, de la evolución de
los mundos, nos damos cuenta de que los mundos nacen y mueren, que
tienen un ciclo vital como los humanos y que, por tanto, si bien en el cosmos
hay mucha vida, también hay mucho sufrimiento y muerte... con frecuencia
se produce una destrucción masiva y la devastación de planetas enteros en
todo el universo.
Se trata de un punto de vista diferente del tradicional sentimiento de
Occidente de una deidad amorosamente preocupada por el bienestar de las
criaturas inteligentes. La astronomía moderna sugiere conclusiones
diferentes.” (Sagan, 2007, págs. 50-51)
33
Con el agravante de que prácticamente todos y cada uno de los Papas han sido unos sujetos
impresentables, incluso malhechores, corruptos, asesinos, ladrones, inmorales, etc.
67
“Lo encontré en el resplandor de las estrellas,
lo distinguí en el florecimiento de sus campos,
Pero, en su relación con los hombres no lo encuentro...
¿Por qué en todo lo que nos rodea
es como si un dios menor hubiera creado el mundo,
y no tuviera fuerzas para darle la forma que debería?”
Tennyson.
Encontrar a dios “en el resplandor de las estrellas” y en el “florecimiento de los
campos” son sensaciones de asombro ante lo inconmensurable, ante la belleza, pero
solamente son eso, sensaciones.
Un Creador Inmortal que nos ha asignado como objetivo de vida “adorarle,
rendirle culto y cumplir su voluntad” es, “por definición un dios cruel, porque Él, que
nunca tiene que enfrentarse al temor de la muerte, crea en cambio innumerables
criaturas que sí tienen que hacerlo. ¿Por qué hace algo así? Si Él es omnisciente podría
ser más amable y crear seres inmortales, protegidos del peligro de la muerte. Sin
embargo, crea un universo en el que muchas de sus partes, y quizá la totalidad del
mismo, mueren” (Ann Druyan, citado en Sagan, 2007:51). Pero ese pedido de Ann
Druyan está negado en la Biblia, por decisión explícita de Dios:
“Y dijo el Señor Dios: Ved ahí al hombre que se ha hecho como uno de
nosotros, conocedor del bien y del mal; no vaya ahora a alargar su mano y
tome también el fruto del árbol de la vida, y coma de él, y viva par siempre”34
A la aspiración de Ann Druyan yo añadiría: y luego de hacer eso, para colmo,
quiere que lo adoremos, que le demos gracias y le rindamos culto; luego de crear la
enfermedad y el dolor, inclusive en niños recién nacidos o muy pequeños o en ancianos
indefensos; ¿en medio de ese dolor debemos adorarle, rendirle culto y darle gracias? El
mismo dolor, según la religión occidental, fue creado por Dios:
“Dijo asimismo a la mujer: Multiplicaré tus dolores en tus preñeces; con
dolor parirás los hijos” Y añadió otra condena: “y estarás bajo la potestad de
tu marido y él te dominará”35
Según las distintas religiones la preocupación principal de los dioses es la
inferioridad de los humanos y la permanencia de sus sufrimientos:
“En muchos mitos, la posibilidad que más preocupa a los dioses es que los
humanos descubran algún secreto de inmortalidad o incluso, como en el
mito de la Torre de Babel, por ejemplo, que intenten el asalto a los cielos.
Hay un imperativo claro en la religión occidental, y es que los humanos
deben seguir siendo criaturas pequeñas y mortales. ¿Por qué? Es un poco
34
Génesis, 3, 22.
35
Génesis, 3, 16.
68
como si los ricos que imponen la pobreza a los pobres pretendieran ser
amados por ello.” (Sagan, 2007, pág 51)
Sin embargo de todo lo anterior, los seres humanos han ido liberándose de la
dependencia de los dioses y desvirtuando los mitos creacionistas a costa de inmensos
sacrificios, a veces a costa de su misma vida, gracias al producto de su pensamiento:
“Tanto en tiempos clásicos como medievales, la idea más extendida (del
movimiento de los astros) era que los propulsaban dioses o ángeles, que, de
vez en cuando, les daban un pequeño empujón.
La superestructura gravitacional newtoniana sustituyó los ángeles por
GMm/r2... y en el curso de esa transformación, dioses y ángeles quedaron
relegados a tiempos más remotos y a asuntos más complejos. Durante los
últimos cinco siglos, la historia de la ciencia se ha ido alejando
paulatinamente de la micro intervención divina en los asuntos terrenales. En
otros tiempos, el florecimiento de cada planta se debía a la intervención
directa de la Deidad. Ahora sabemos algo sobre hormonas vegetales y
fototropismos, y prácticamente nadie se imagina a Dios dando órdenes
directas a cada flor para que florezca.
”Así, a medida que la ciencia avanza, Dios parece tener cada vez menos que
hacer. Es un gran universo, desde luego, por lo que Él, Ella o Ello podría estar
ocupado provechosamente en muchos sitios. Pero lo que evidentemente ha
ocurrido es que ante nuestros propios ojos ha ido apareciendo un Dios de
los Vacíos; es decir, lo que no somos capaces de explicar se lo atribuimos a
Dios. Después, pasado un tiempo, lo explicamos, y entonces deja de
pertenecer al reino de Dios. Los teólogos lo dejan de lado y pasa a la lista de
competencias de la ciencia...” Así, Dios ha ido derivando a un Dios que puso
en marcha el universo, fijó las leyes de la naturaleza y luego se retiró o se
fue a otra parte. (Sagan, 2007:85-86)
“Al considerar los quasars36 nos enfrentamos con profundos misterios. Sea
cual fuere la causa de una explosión de quasar, algo parece claro: un
acontecimiento tan violento ha de provocar estragos increíbles. En cada
explosión de quasar pueden quedar totalmente destruidos millones de
mundos, algunos con vida y con inteligencia para comprender lo que está
sucediendo. El estudio de las galaxias revela un orden y una belleza
universales . También nos muestra una violencia caótica a una escala hasta
ahora insospechada. Es notable que vivamos en un universo que permite la
vida. También es notable que vivamos en un universo que destruye galaxias,
estrellas y mundos. El universo no parece ni benigno ni hostil, simplemente
indiferente a las preocupaciones de seres tan insignificantes como nosotros”
(Sagan, 1983:250).
36
“A miles de millones de años luz de distancia, hay objetos tumultuosos, los quasars, que pueden ser
las explosiones colosales de galaxias jóvenes, los acontecimientos de mayor potencia de la historia del
universo desde el mismo big bang”.
69
Esta paradoja ha tratado de ser respondida con el argumento de que Dios nos
“otorgó” el libre albedrío, y que si existe el mal es porque nosotros lo provocamos
usando de manera libérrima nuestro albedrío. Pero, infortunadamente, los científicos
han descubierto lo siguiente:
En la década de 1980 Benjamin Libet realizó un experimento que representó la
primera amenaza testada científicamente al free will o libre albedrío. Los resultados
indicaron que ciertas zonas del córtex prefrontal relacionadas con la planificación de las
acciones motoras se activaban medio segundo antes de que los individuos fueran
conscientes de su elección. Desde entonces y con mejores técnicas estos experimentos
han sido replicados en numerosísimas ocasiones. Una de las últimas explica el
descubrimiento de otras áreas del córtex parietal que se activan hasta varios segundos
antes de ser conscientes de la decisión que nuestro subconsciente ya ha tomado por
nosotros (Unconscious determinants of free decisions in the human brain). La
abrumadora conclusión es que nuestros actos están muchísimo más predeterminados
por mecanismos cerebrales involuntarios de lo que creemos. “...pero algo de libertad de
acción sí debemos tener, ¿no?. Puede, pero de momento la neurociencia no lo ha
encontrado.
“En un muy recomendable artículo titulado “Volitional control of
movement: the physiology of free will”, el investigador Mark Hallet de los
Institutos Nacionales de Salud hace una revisión de todos los estudios y la
bibliografía científica acumulada hasta el año 2007, y concluye que “no hay
ninguna evidencia de que el free will sea una fuerza en la generación de
70
Si, como queda demostrado en las páginas anteriores, somos un sistema integrado
por átomos, moléculas, células y órganos que se formó al azar en el transcurso de, a
saber, 13.700 millones de años, en el que todo es efímero, cada circunstancia y evento
que ocurre cada minuto y cada día es producto del azar y el destino individual ineludible
es la muerte, ¿cuál puede ser el objetivo de esa vida tan azarosa y de corta duración?
La vida está determinada por el azar. John von Neumann “...se percataba de la
importancia técnica de las computadoras, pero también empezaba a darse cuenta de
que debemos comprender con claridad cómo las situaciones de la vida real son
diferentes de las situaciones de las computadoras, precisamente porque aquellas no
cuentan con las soluciones exactas del ajedrez o de los cálculos...” (Bronowski 432-433).
Desvirtuada la respuesta tradicional del objetivo de la vida, quedan tres
posibilidades, a saber: podría ser un objetivo individual, o uno general de la especie
humana, o un objetivo universal, para lograr algo que afecte a todo el Cosmos.
La casi unanimidad de pensadores y filósofos solamente se ha planteado el
primero de ellos, el individual. Y la respuesta más frecuente es que el objetivo de la vida
es lograr la felicidad. “Para Sócrates, como para la mayoría de los filósofos griegos, la
felicidad es el objetivo principal de la existencia”.
Por lo cual primero debemos definir qué es felicidad. Veamos algunas
definiciones:
“Estado de ánimo de la persona que se siente plenamente satisfecha por
gozar de lo que desea o por disfrutar de algo bueno”.
“La felicidad es una emoción que se produce en un ser vivo cuando cree
haber alcanzado una meta deseada”.
La felicidad es ”Una medida de bienestar subjetivo (autopercibido) que
influye en las actitudes y el comportamiento de los individuos”.
“Esta es la felicidad: atenerse a lo razonable, y es una felicidad
autosuficiente, porque no depende de nada más que de uno mismo. No
depende ni de la vida, ni de la salud, ni de las posiciones, porque no son
verdaderos bienes. De la misma forma, no son verdaderos males ni la
muerte, ni la enfermedad, ni las afrentas, ni la pobreza, ni el dolor... Alguien
feliz está libre de toda perturbación exterior”.
Todas esas definiciones implican que la felicidad es una noción ideológica
absolutamente individual, cada individuo tiene su propia concepción de lo que es la
felicidad para el, reside en el ámbito de los deseos, en la total subjetividad. Lo cual, obvia
e infortunadamente, lleva con demasiada frecuencia a que la felicidad del individuo se
logre a costa de la infelicidad de los demás, lo que se conoce como corrupción. O sea
que, a fin de cuentas, y puesto que el objetivo real e importante no es el que se plantea
sino el que se cumple, el objetivo final, trascendente y ulterior de la vida de cada
individuo sería la desgracia de los demás. ¿Será espantosamente así?
Pero hay otra noción que se contrapone a la anterior, que sostiene que la
verdadera felicidad es “ayudar a los demás” “uno es más feliz dando que recibiendo”.
Pero, ¿no será que al “ayudar a los demás” al “dar, más que recibir”, el ser humano
satisface su vanidad al sentirse más, mejor o superior a aquel a quien da o ayuda?
Nuevamente, la felicidad sería un asunto subjetivo, individual, propio de cada individuo.
“Vanidad de vanidades, y todo es vanidad” escribió algún pensador o religioso.
72
Pongamos otros ejemplos: el escritor, por más que esté consciente en que el
contenido de sus libros es de trascendental importancia para la supervivencia de los
seres humanos, o para elevar su nivel cultural o, en último término, para divertirles y
hacerles pasar un buen momento, si no vende sus libros, si no es reconocido, premiado
e invitado a cenas y homenajes, se siente infeliz. En la historia han existido científicos de
enorme valía, que han descubierto las causas de fenómenos de trascendental
importancia para el bienestar de los seres humanos pero, al no ser comprendidos sus
descubrimientos, se han suicidado. En ambos casos, y podría poner muchos otros, la
felicidad no residía en la obra en sí, sino en el reconocimiento social. O sea, en la
vanidad. ¿Es la vanidad sinónimo de felicidad? Las personas altruistas, al pasar el
tiempo, por ejemplo en el caso de las personas que dedican su vida o su tiempo libre a
trabajar en un banco de alimentos y comedor popular, o en un asilo u hospital, al ver
que su esfuerzo no es trascendente porque la persona que concurre a solicitar una sopa
caliente volverá al siguiente día, la persona asilada o enferma terminal pasará muchos
años en una vida de sufrimientos o morirá cualquier día, el altruista va perdiendo el
entusiasmo y su felicidad inicial va languideciendo hasta convertirse en una rutina.
Claro que unos pocos han afincado su felicidad en no traicionar sus principios, en
no ser despreciados por sí mismos, en no claudicar de sus ideales, a tal punto que han
preferido la crucifixión, la hoguera y la muerte antes que mentirse a sí mismos. Pero,
infortunadamente, estos seres son excepcionales, o sea han sido la excepción, no la
norma. Entre ellos, primero Jesús, y unos pocos semejantes a él. O sea, ellos han sido
los raros. “Sócrates era feliz sabiendo que hacía lo correcto. Por esa razón, cuando en el
año 399 a.C. fue condenado a muerte, acusado de cuestionar las bases de la moralidad
ateniense, aceptó templado y satisfecho la cicuta que acabaría con su vida”.
(https://www.xatakaciencia.com/psicologia/lo-que-dice-la-ciencia-sobre-la-felicidad-
de-socrates).
En la humanidad predominan las actitudes egoístas y la corrupción sobre las
altruistas, lo cual es explicado por la biología evolutiva como algo genético. La
explicación científica de esta realidad se la puede leer en el libro LA CONQUISTA SOCIAL
DE LA TIERRA, de Edward O. Wilson. Cito un extracto del mismo:
“Existen en la actualidad pruebas sustanciales de que el comportamiento
social humano surgió genéticamente por evolución multinivel. Si esta
interpretación es correcta, y un número creciente de biólogos evolutivos y
antropólogos así lo cree, cabe esperar un conflicto continuo entre los
componentes del comportamiento favorecidos por la selección individual y
los favorecidos por la selección de grupo. La selección a nivel del individuo
tiende a crear competitividad y comportamientos egoístas entre los
miembros del grupo (en estatus social, la formación de pareja y la obtención
de recursos)38. Por el contrario, la selección de grupo tiende a crear un
comportamiento abnegado, expresado en una generosidad y altruismo
mayores, que a su vez promueven una cohesión más fuerte del grupo en su
conjunto.
Un resultado inevitable de las fuerzas que se equilibran mutuamente de la
selección multinivel es la permanente ambigüedad en la mente humana
38
La ambición y la codicia sin límites a costa del bienestar de los demás, o sea la corrupción. (Nota mía)
73
39
Bronowski, op. Cit. Pág. 353.
40
GAARDER, Jostein. EL MUNDO DE SOFÍA. Ediciones Siruela. Madrid. 1994. Pág. 83.
41
Bronowski, op. Cit. Pág. 116.
74
real...”42 Vale recordar una cita anterior: “Alguien feliz está libre de toda perturbación
exterior”.
Esa frase me trae a la memoria otras dos que oí alguna vez de labios de personas
muy cultas y bien informadas: que Platón e Isaac Newton nunca sonrieron. Si eso es
verdad, pensaba yo, era porque su respectivo conocimiento del ser humano y del
universo era tan profundo que no encontraban motivo de felicidad, que para ser feliz
hay que, o ser ignorante o lograr abstraerse de la tragedia humana. En alguna parte leí
que Jorge Luis Borges dijo o escribió que la vida no era más que “una maldita cosa
después de otra”. Solamente se puede estar “libre de toda perturbación exterior”
encogiéndose de hombros ante la tragedia humana.
De manera que parece que la “felicidad”, en el mejor de los casos es un
sentimiento muy individual y pasajero; de corta duración, como un intervalo entre los
múltiples sufrimientos que padece el ser humano desde que nace hasta que muere. Hay
personas que dicen que la felicidad no es algo que se logra, sino que la búsqueda de la
“felicidad” es la misma “felicidad”. “Parece que la felicidad es más una actividad que un
estado o una posesión. Que la felicidad es más un experimento que una teoría...”43 O
sea que es una utopía que, trágicamente, no existe o nunca se alcanza.
“¿Cómo si no pudo saber William James, el fundador de la psicología
moderna, sin apenas datos en que sustentarlo, que la vida transcurre
buscando el amor y el reconocimiento del resto del mundo?” (Punset,
Eduardo, en el Prólogo al libro EL LADRÓN DE CEREBROS, de Pere Estupinyà,
pág. 17)
¿Vale la pena vivir para alcanzar ese objetivo tan pueril, vanidoso y propio de
personas con complejos de inferioridad, cuyo único objetivo en la vida es que los
demás les amen y les elogien?
Así que si el objetivo de la vida es alcanzar (nunca mejor empleada la palabra) la
felicidad, es un objetivo solamente individual (y que puede acarrear la infelicidad de los
demás) y, si se lo logra, es efímero, tanto que no vale la pena vivir para disfrutarlo tan
poco.
Entonces, ¿Por qué los seres humanos, al parecer, aman la vida? Muchos
creyentes, al levantarse de la cama cada día elevan una oración a su dios: “Gracias Señor,
por concederme este día”, a pesar de que, probablemente vayan a pasarse todo el día
en una quimioterapia que les tendrá postrados en la cama recuperándose los dos o tres
días siguientes, o buscando empleo, o realizando trámites interminables que no saben
si terminarán bien y cuándo.
Consideremos la vida de los esclavos, pobres, miserables, oprimidos, mendigos,
abandonados, enfermos, etc., consideremos que entre ellos miles de millones son niños,
todos ellos conforman la inmensa mayoría de la humanidad:
“...una vida aferrada a la miseria con el único objetivo de latir un poco más,
como aquel buey que araba al otro lado del campo, día tras día, arrastrando
un peso al límite de sus fuerzas. Otra vida miserable dirigida a una única
42
ASENSI, Matilde. VENGANZA EN SEVILLA. Editorial Planeta S.A. 2010. Pág. 94.
43
BARDERI, Montse. LOS ARCOS DEL AGUA. EDICIONES B, S.A. BARCELONA. 2013. PÁG. 322.
75
posibilidad: empeorar con el paso del tiempo..”. (como los campesinos que,
día a día, acarrean cargas superiores a sus fuerzas y trabajan de sol a sol,
bajo la lluvia, el hielo, el frío, o el calor inclemente, con el estómago vacío,
sólo para sobrevivir un día más)... “Lucio pensaba qué hubiera sido de su
vida tan solo si hubiera nacido mujer en vez de hombre, si formase parte de
un pueblo oprimido en vez de un pueblo opresor, si fuera campesino y no
de familia pobre. ¡Cuán insoportable sería el paso de las horas si, de repente,
tuviera que arrastrarse por una vida sin sentido! Fuera a donde fuese,
miraba a su alrededor y el mundo estaba lleno de vidas sin punto de partida,
sin acceso a la cultura, a la educación, a la lectura, al pensamiento, a los
sentimientos elevados, vedada también a la pura contemplación. Tan solo
trabajo, miseria y penurias... El estado del mundo le sobrepasaba
inmensamente...” (Barderi, 2013:122-123. Frase entre paréntesis y
subrayado mío)
Viktor E. Frankl, fue:
“prisionero durante mucho tiempo, en los bestiales campos de
concentración, él mismo sintió en su propio ser lo que significaba una
existencia desnuda. Sus padres, su hermano, incluso su esposa, murieron en
los campos de concentración o fueron enviados a las cámaras de gas, de tal
suerte que, salvo una hermana, todos perecieron. ¿Cómo pudo él –que todo
lo había perdido, que había visto destruir todo lo que valía la pena, que
padeció hambre, frío, brutalidades sin fin, que tantas veces estuvo a punto
del exterminio- cómo pudo aceptar que la vida fuera digna de vivirla? ... Es
mucho lo que el lector aprende de este fragmento autobiográfico: aprende
lo que hace un ser humano cuando de pronto, se da cuenta de no tiene nada
que perder excepto su ridícula vida desnuda... se urden las estrategias para
salvar lo que resta de vida, aun cuando las oportunidades de sobrevivir sean
mínimas. El hambre, la humillación y la sorda cólera ante la injusticia se
hacen tolerables a través de las imágenes entrañables de las personas
amadas, de la religión, de un tenaz sentido del humor, e incluso de
vislumbrar la belleza estimulante de la naturaleza: un árbol, una puesta de
sol...”44
Lo que lleva a pensar que el ser humano vive simplemente porque tiene que
hacerlo, como pensando: “puesto que estoy vivo, no me queda más que vivir; voy a
sobrellevar el infortunio o la desgracia pensando “en positivo” y disfrutando del canto
de las aves o de una puesta de sol”. O, como lo pone J. Bronowski:
“Todos tenemos miedo: por nuestra seguridad, por el futuro, por el mundo.
Tal es la naturaleza de la imaginación humana. Y, empero, todo hombre,
toda civilización, han seguido adelante, al sentir que tienen la obligación de
hacer lo que es preciso hacer. El compromiso personal del hombre con su
destreza, el compromiso intelectual y el compromiso emocional
44
Prefacio de: EL HOMBRE EN BUSCA DE SENTIDO, de VIKTOR E. FRANKL, escrito por Gordon W. Allport.
Págs. 6-9. Versión en Pdf de la edición de Editorial Herder S.A. Barcelona, 1979.
76
“En este mundo se emplea tiempo y dinero a espuertas para tratar de curar
el cáncer e intentar ampliar la esperanza de vida. A mis ochenta y seis años,
no me conmueve ese esfuerzo por tratar de vivir tanto. Admito que si
pudiera mantenerme sano y capaz de pensar al menos tan bien como ahora,
sería agradable poder llegar a los cien años o incluso más. Pero la buena vida
no se mide por los años que dura, sino por la intensidad de lo que se ha
gozado y por las buenas consecuencias de esa existencia”46
45
CAMUS, Albert. EL MITO DE SÍSIFO, Editorial Losada, Buenos Aires, El Libro de bolsillo, Alianza Editorial,
Madrid. 1985. Versión pdf. Pág. 6 de 69.
46
LOVELOCK, James. LA VENGANZA DE LA TIERRA. La Teoría de Gaia y el futuro de la humanidad. Editorial
Planeta. Santiago de Chile. 2006. Página 148.
77
47
Génesis, 3. 17-24.
79
Examinemos ahora, con la ayuda del mismo Sócrates49, las dos posibilidades que
pueden ocurrir después de la muerte: que no exista nada después o que exista un
paraíso. “Profundicemos un tanto la cuestión, para hacer ver que es una esperanza muy
profunda la de que la muerte es un bien.”
Primero, Sócrates examina si no hay nada después de la muerte:
el poder comparar mis aventuras con las suyas! Pero aún sería un placer
infinitamente más grande para mí pasar allí los días, interrogando y
examinando a todos estos personajes, para distinguir los que son
verdaderamente sabios de los que creen serlo y no lo son. ¿Hay alguno,
jueces míos, que no diese todo lo que tiene en el mundo por examinar al
que condujo un numeroso ejército contra Troya o Ulises o Sísifo y tantos
otros, hombres y mujeres, cuya conversación y examen serían una felicidad
inexplicable? Estos no harían morir a nadie por este examen, porque además
de que son más dichosos que nosotros en todas las cosas, gozan de la
inmortalidad, si hemos de creer lo que se dice.”
Analizando estos dos párrafos, parece evidente que la muerte, en cualquier caso,
es un bien, no un mal del que haya que preocuparse.
Y, en este punto se unen las respuestas a las dos preguntas: la felicidad y la
muerte:
”Considera que no es más feliz quien más tiene, ni quien más puede, ni quien
más vale, sino el que abre su vida a la libertad... la libertad para poder morir
en cualquier momento. La posibilidad de morir le ofrece al hombre una
salida frente a cualquier situación... Los estoicos no temían a la muerte,
nosotros sólo somos parte de un organismo compuesto. Este órgano
siempre es fugaz, cambiante e inestable. Salimos de este gran organismo y,
una vez que cumplimos nuestra misión50, volvemos a lo que éramos antes
de formarnos. Por mucho que algo se acabe, no hay diferencia entre el “ya
no ser” de la muerte y el “aún no ser” de antes de nacer...” (Barderi,
2013:303-304).
¿Cuál es la verdadera valentía?
“Pues, la valentía de morir. De hacerlo sin estrépito, llegado el momento,
como un encuentro ineludible, dejarse llevar por lo que marca en aquel
momento el destino. No es fácil morir con los ojos abiertos y el ánimo
dispuesto. ¿Cómo puedo aprender a hacerlo? No puedes. Se muere como se
vive, si está dentro de ti aparecerá en el momento adecuado, si es sólo un
conocimiento superpuesto, simplemente morirás asustado y en una huida
imposible... Vale más vivir poco y altamente, que largamente, en un largo
vivir que no sea otra cosa que un largo morir... Que la muerte te alcance
haciendo exactamente lo que quieres hacer y estando donde quieres estar”
(Barderi, 2013:325-326). Yo cambiaría la palabra “quieres” por “tienes”.
¿Existe la vida eterna? En coherencia con las respuestas a las preguntas
anteriores es obvio que no existe la vida eterna; una vez que los seres orgánicos mueren,
sus moléculas se desintegran, sus átomos vuelven a su singularidad y se inicia un nuevo
proceso orgánico. Es como dice Joan Manuel Serrat en la canción “Mediterráneo”:
“Mi cuerpo será camino
50
La cual misión quedó demostrado que no es ninguna.
82
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Fb/sociedadefilosofíaplicada
(https://www.xatakaciencia.com/psicologia/lo-que-dice-la-ciencia-sobre-la-felicidad-
de-socrates)
https://m.xatakaciencia.com/fisica/esto-es-todo-lo-que-sabemos-sobre-fisica-en-una-sola-
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