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Resumen: La medicina como práctica

La medicina como práctica


¿Cómo se entiende habitualmente el ejercicio de la medicina?

Si hacemos esta pregunta advertiremos que hay diversidad de respuestas, aunque también coincidencias,
entre los que ejercen la Medicina (llamados “médicos”) y aquellos que acuden a los médicos por sus dolencias
(llamados “pacientes”, o más modernamente, “consultantes”).

Muchas personas responden que el ejercicio de la Medicina es una ciencia; otras, que es un arte; algunas
opinan que es un sacerdocio; y también estará quien asocie su práctica con el desarrollo de habilidades
técnicas.

En este breve trabajo se intentará dar cuenta de las razones por las cuales el ejercicio de la medicina no
convierte al médico ni en un científico, ni en un artista, ni en un sacerdote, ni en un mecánico.

¿Por qué la medicina no es una ciencia, ni el practicante de la medicina clínica es un científico?

La tarea intelectual del médico debe ser doble: entender la enfermedad y entender al paciente. A partir de
ello podemos entender este doble sentido de la medicina:

- Uno más teórico, formal, conceptual, académico


- Otro, el del trabajo concreto del médico con el paciente o consultante: el campo de la clínica y la medicina
como práctica.

En el sentido académico y teórico, la medicina trabaja junto a disciplinas más básicas como la biología, la
química, la física, la fisiología y la matemática para entender “la enfermedad” -sus mecanismos
fisiopatológicos, sus agentes causales, casi diría su “micro-realidad”- desde el laboratorio, los estados de
normalidad y patología.

Éste sería el aspecto “más científico” de la medicina, el que comparte con las disciplinas básicas antes
nombradas.

Es el campo más epistémico: el de las hipótesis, las pruebas y protocolos de investigación: interceptación
intrínseca de sus mecanismos de acción de sustancias, definición de los conceptos de salud y enfermedad,
descubrimiento de mecanismos fisiopatológicos de producción de enfermedades, previsión mediante la
epidemiología de comportamientos de endemias y epidemias. Se trata del campo que los medios de
divulgación científica y redes sociales popularizan como “avances científicos de la medicina”: los logrados en
laboratorios en los que se trabaja más con mecanismos intrínsecos y modelos complejos que con pacientes.
Aunque luego esos “logros” se aplican en poblaciones humanas en la fase de experimentación de
tratamientos.

En el otro sentido, en el campo clínico -la medicina como práctica, el acto médico asistencial-, se considera
un consultante con un padecimiento y un médico o médica atendiendo a esa persona que consulta.

La Medicina no es una ciencia aplicada, sino una práctica, mediante la cual, por el acto médico, el
profesional atiende a la persona, asiste al paciente. Es la Medicina Clínica. La palabra “clínica”
etimológicamente, deviene del griego “kliné”, que significa “inclinarse”. Es decir que implica un profesional
inclinándose ante el paciente, asistiéndolo, poniendo en juego todo su saber médico y prestando atención a la
persona que lo consulta y sus circunstancias. Se podría decir que la medicina como práctica abarca la
“macro-realidad” del paciente (su mundo circundante). El sujeto en su marco referencial, familiar,
comunitario y social.

Adviértase la diferencia de enfoque:

- Para el científico, tratar a un paciente sería evaluar o analizar la efectividad de un tratamiento


- Para el médico, mejorar el estado del enfermo

Dicho de otro modo, los valores de la medicina se cifran sobre todo en su altruismo, en su inquebrantable
orientación hacia el alivio del sufrimiento y la curación de las enfermedades. Pero ni los médicos ni los
pacientes identifican estos valores como los propios de la ciencia.

Un ejemplo

Si un niño presenta un síndrome febril sin foco, el médico o la médica, mediante el diagnostico presuntivo,
sabrán cuánto tiempo debe esperar hasta realizar pruebas de laboratorio, decidirá que antitérmico
corresponde, dará a la madre y al padre indicaciones higiénico-dietéticas, verificará las vacunas, etc.

Todo esto porque sabe que probablemente está ante un cuadro viral de tal o cual características, cuya
presentación es de tal manera, cuyos signos y síntomas de alarma son tales, etc.

Es decir que todo su saber médico está dirigido hacia ese caso, con esa persona, en esa circunstancia. Y
mediante el acto médico articula el campo más académico con el aquí y ahora del paciente. La fiebre tiene su
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explicación fisiopatológica y su mecanismo de acción y reversión. En el acto médico, en la clínica, en la
medicina como práctica, se articulan lo teórico con lo clínico.

Lo “micro” del procedimiento (como la fisiopatología de la fiebre) se articula con las circunstancias macro del
paciente: familia que entiende y contiene, distancia al centro de salud, disposición económica para su
traslado, etc. La Medicina como práctica también implica que el “caso clínico” que está atendiendo el médico
o la médica puede ser un colectivo; no necesariamente una persona individual sino una familia, una
comunidad, una institución.

Lo teórico y lo clínico. Un prejuicio

Es habitual que los estudiantes de Medicina -y algunos médicos y médicas- asocien la investigación
exclusivamente a las prácticas de laboratorio y no entiendan que la investigación puede ser también clínica.
Lo que se hace en el ámbito asistencial puede estudiarse, ampliarse y debatirse en otros momentos más
académicos, más teóricos. Luego, con el producto de esos debates, se vuelve a la clínica para ratificar o
rectificar teorías.

Pensemos con amplitud y creatividad: en el acto médico, la articulación teórica y clínica se anudan: es el
tiempo clínico. Antes y después está el tiempo teórico.

En la currícula innovada de nuestra Escuela de Medicina de la UNMdP se ponen en juego estos tiempos
teóricos-clínicos-teóricos-clínicos desde el comienzo de la formación. El aprendizaje basado en problemas
(ABP) y el aprendizaje basado en casos (ABC) permiten la articulación antes planteada.

En el lugar de trabajo, lo asistencial debe tener su tiempo y lo teórico puede expresarse como reunión
multidisciplinaria de equipo, pase de sala, ateneo clínico.

La responsabilidad médica se articula en el tiempo clínico de la atención, que muchas veces es en soledad, y
en el tiempo teórico de la articulación, que puede realizarse con otros colegas del equipo interdisciplinario,
que enriquecen la experiencia clínica con sus comentarios y aportes. El tiempo teórico también puede
implicar la revisión bibliográfica, el intento de la escritura, de la transmisión de lo que se hace. El lazo
social permite ir ampliando los conocimientos que enriquecen el acto médico.

A medida que la medicina se va haciendo cada vez más precisa, más cuantitativa y, en una palabra, más
“científica”, el enfermo se va sintiendo más y más solo.

¿Por qué la Medicina no es una religión? ¿Por qué el médico no es un sacerdote?

Médicos y sacerdotes comparten un término -“profesión”-, que para la Real Academia Española tiene dos
acepciones:

a) Empleo, facultad u oficio que alguien ejerce y por el que percibe una retribución.
b) Ceremonia eclesiástica en que alguien profesa en una orden religiosa.

Es muy interesante que, en forma muy frecuente, ambas acepciones se confundan y se asocie el ejercicio de
la medicina con un acto de profesión de fe y no con el empleo por el que se recibe una retribución.

Las ideas de la medicina como religión y del médico como sacerdote responden a ideales morales que parecen
propiciatorios en primera instancia, pero luego se convierten en frustrantes y hasta peligrosas realidades.

De los mismos estudiantes de Medicina he escuchado que “el médico o la médica deben escuchar todo lo que
el consultante necesita decir para satisfacer la consulta”. Podríamos preguntarnos si comprender todo para
satisfacer completamente la consulta no es demasiada exigencia.

Por un lado, el que ejerce la Medicina no es un sacerdote porque no profesa fe en dogmas. La definición de
“dogma” es: “punto esencial de una religión, una doctrina o un sistema de pensamiento que se tiene por
cierto y que no puede ponerse en duda dentro de su sistema.” Se evidencia la diferencia entre dogma y
“paradigma”, que Thomas Kuhn definió como “la serie de prácticas que trazan los lineamientos de una
disciplina científica a lo largo de un cierto lapso temporal”. Los dogmas son irrefutables y eternos y
corresponden a la religión. Los paradigmas son cambiantes y epocales (tienen sus épocas, sus tiempos) y
corresponden al campo de la ciencia.

¿Por qué la Medicina no es un arte, ni el médico un artista?

Etimológicamente, la palabra “arte” procede del latín ars, artis, y éste a su vez del griego τέχνη (téchne), que
significa “técnica”. De ahí que fuera usada para referirse a disciplinas y actividades que requerían técnicas, y
que podían ir desde la del artesano o el herrero, hasta la del pintor o el poeta.

Se denomina “arte” el conjunto de disciplinas o producciones del ser humano realizadas con fines estéticos o
expresivos para representar, a través de medios como la pintura, la escultura, la arquitectura, la literatura o
la música, diferentes realidades y despertar una serie de ideas, emociones o sentimientos. Dependiendo de la
disciplina, el arte se vale de diferentes lenguajes y medios.

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También se utiliza el término “arte” para definir la excelencia, la dedicación, la maestría con el que se
desarrollan diferentes actividades: “el arte de la cocina”, “el arte de curar” para la Medicina.

Considero que los médicos, en el acto médico de la clínica, de la práctica médica, no son artistas, porque no
quieren expresar algo interno y crear una nueva realidad a partir de una técnica. Contrariamente, el acto
médico está sostenido y regulado por la demanda del paciente, de quien consulta. No son el médico ni la
médica libres artistas inspirados que crean según su libre albedrío.

El artista es en sí mismo, por su propio acto artístico, alguien que - conociendo una técnica- quiere crear,
innovar, avanzar, crear nuevas realidades. El médico tiene que atender las necesidades y demandas
del consultante. Está exigido por ese pedido, por esa consulta. El médico y la médica pueden innovar, pero
dentro de la regulación que la Medicina como disciplina científica y el código de ética los obliga. El artista es,
principalmente, un instituyente. El médico puede ser creativo, pero tiene que tener muy en cuenta el saber
médico (es decir, lo instituido) en su acto, en función estricta a la situación del paciente/consultante.

¿Por qué la Medicina no es una técnica? ¿Por qué el médico y la médica no son técnicos?

“Técnica”, etimológicamente deviene del griego “tekné”: implica los procedimientos, métodos y habilidades
que se utilizan para lograr un objetivo. La técnica puede ser científica o artística. Las herramientas
están asociadas a la técnica.

Varias actividades cotidianas son técnicas, como los oficios y todos los procedimientos que se aprenden de
una manera específica para obtener un resultado específico. En la técnica prevalece lo instituido sobre lo
instituyente, pues se sigue un procedimiento que puede estar hasta escrito en un manual de ese equipo.

El médico y la médica deben estudiar ciertas técnicas, tanto clínicas (cómo auscultar la entrada de aire en
los pulmones, cómo leer un electrocardiograma, cómo aplicar RCP) como quirúrgicas (cómo realizar la
incisión para realizar tal o cual operación, cómo manejar el laparoscopio).

Aunque las técnicas, porque se ganan habilidades, son parte del proceso de enseñanza y aprendizaje de los
médicos y médicas, la práctica médica no es fundamentalmente una técnica: en el conjunto del acto
médico no sigue una mecánica preestablecida con un objetivo predeterminado de entrada.

La técnica, en medicina, debe estar al servicio de la particularidad del caso, porque el trabajo con personas
no es asimilable al trabajo con equipos y objetos.

Aunque la medicina no es ciencia, ni religión, ni arte, ni técnica, también podemos decir que la medicina no
puede desvincularse de la ciencia, que a veces funciona como la religión de nuestros días (si lo dijo el médico
es palabra santa), que algunos médicos la ejercen con la creatividad y la habilidad de artistas, y que necesita
de la técnica y la tecnología para muchos de sus procedimientos.

Algunos conceptos preliminares para empezar a entender a la medicina como práctica

- Para Platón, la episteme es el verdadero conocimiento, que sólo puede serlo de lo inmutable, de la
verdadera realidad, de las Ideas, en contraposición a la "doxa", a la "opinión", al conocimiento de la
realidad sensible. Para Platón el mundo de la ideas (episteme) está totalmente separado del mundo lo
sensible (doxa).

- Aristóteles divide el conocimiento en tres grados:


1. El primero, y más básico, es el conocimiento con sentidos, “Los animales reciben de la
naturaleza la facultad de conocer por los sentidos”
2. El segundo escalón es el conocimiento con experiencia, que lo relacionaría con la facultad de “la
opinión” de Platón.
3. El último de los grados de conocimiento según Aristóteles es el conocimiento con arte y ciencia,
“el arte comienza, cuando de un gran número de nociones suministradas por la experiencia, se
forma una sola concepción general que se aplica a todos los casos semejantes”. Para Aristóteles
la episteme sería el conocimiento obtenido mediante la demostración.

En conclusión, aunque en el método Platón y Aristóteles no llegan a un acuerdo, ya que Platón ve la verdad
como una idea del bien, intangible e inmaterial, y Aristóteles la ve como un logro absolutamente empírico,
ambos concuerdan en un punto fundamental: su objetivismo.

La verdad es una sola, y sólo hay una manera de llegar a ella: por medio de la ciencia, es decir, por medio de
la filosofía. Recordemos que para los griegos ciencia y filosofía son idénticas.

Por lo tanto, para sintetizar, podríamos decir que el conocimiento puede clasificarse en Episteme, Teckné y
Doxa.

Cada uno de nosotros pensamos, sin saberlo, según la episteme de nuestra, manejamos y somos manejados
por ciertos niveles de teckné, y somos sujetos de pensamientos comunes, de opinión general al que se
denomina doxa.

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La episteme es la forma más abstracta del conocimiento, es el espaciotiempo de las ideas. El campo de la
episteme es el campo de la ciencia, de la producción y elaboración de conceptos. Implica metodología que
consiste en el conjunto de procedimientos basados en principios lógicos y observacionales utilizados para
alcanzar una gama de objetivos que rigen en una investigación científica. La metodología estudia también el
proceder del investigador y las técnicas que emplea.

Conjunto de conocimientos que constituyen los conceptos más abstractos. Implica los lenguajes más
abstractos, es una forma del lenguaje, donde uno debe definir un concepto que no es fácil pero hay que
hacerlo para poder recurrir a este. Son los conceptos fundamentales sobre los que se apoyan determinadas
actividades humanas. LA EPISTEME ES EL FUNDAMENTO DE LA TEKNÉ.

Método y metodología son dos conceptos diferentes. El método (ver en téckné o técnica) es el procedimiento
para lograr los objetivos. Metodología es el estudio del método y puede clasificarse en normativa (valora),
pero también es descriptiva (expone) o comparativa (analiza).

La epistemología es la teoría acerca del método científico, la reflexión acerca de sus condiciones de
producción y validación.

En este artículo hemos planteado que cierto aspecto de la Medicina, su forma más teórica y académica,
participa del campo de la episteme y se asocia a disciplinas más básicas como la Química, la Física, la
Matemática, la Fisiología. No sólo hay que asociar la episteme únicamente al campo del laboratorio químico
e imaginarse un doctor de barba sobre un microscopio: diseñar estrategias de salud pública, innovar
currículas para la enseñanza de la medicina, elaborar planes de enseñanza, también son desarrollos
epistémicos.

Michel Foucault, quien reintroduce el concepto de episteme en su célebre libro “Las palabras y las cosas”
(1966). Es él quien da la connotación contemporánea y aún vigente a la palabra episteme.

Para Foucault el poder determina el índice de verdad. De este modo sugiere que es muy difícil que la gente
pueda entender o concebir las cosas y las palabras fuera del marco de la episteme epocal en que tal gente
existe. El argumento principal de la interrogación de Foucault son los códigos fundamentales que están en la
base de una cultura, códigos que influencian nuestra experiencia y nuestro modo de pensar.

La episteme establece la distinción entre lo verdadero y lo falso dentro del campo del sentido, distingue lo
que puede ser dicho acerca de un dominio de objetos de lo que resulta meramente insignificante. Por
ejemplo: la locura tratada como delirio místico dispone una serie de prácticas y discursos respecto de ella
totalmente diferentes a su definición científica como enfermedad mental. De ahí la relación interna que el
autor propone entre saber y poder; definir un objeto dentro de ciertos discursos es intervenir sobre él.

Foucault dice que la “arqueología de las ciencias humanas” estudia los discursos de las varias disciplinas que
son interrogadas proponiendo teorías sobre la sociedad, sobre el individuo y sobre el lenguaje.

Teckné significa técnica. La técnica no es un dominio separado de la episteme. ¿Por qué? Porque la
epistemología indaga las condiciones que hacen válido y justificable al método. Dicho simple: para aplicar
una técnica primero hay que definir un objetivo y plantear una manera de alcanzarlo o hipótesis, eso hace la
epistemología.

Teckné: Conjunto de conocimientos que nos permite desarrollar una actividad (técnica). Tiene que ver con los
métodos/procedimientos para llevar a cabo la realización de algo.

Llamamos método el conjunto de actividades, técnicas y acciones secuenciales diseñadas y desarrolladas


para conseguir un objetivo. Es un camino diseñado para lograr el objetivo. Para hacer más fácil la vida. En
muchas actividades de la vida las personas vamos repitiendo métodos, acciones, para así no tener que
racionalizar. Por ejemplo, manejar un automóvil implica conocer el método de cómo utilizar los cambios,
cómo mirar por los espejos retrovisores, etc. No es necesario conocer, en profundidad, la mecánica de la caja
de cambios del motor para saber realizar los cambios, pues bien, ese es un método.

El método de aprender a escribir en un teclado sin mirar el mismo sino la pantalla, es un procedimiento que
se aprende mediante determinados ejercicios y repeticiones pero podemos no saber nada de la lógica del
programa Word para lograrlo. En la facultad de medicina también se enseñan y se aprenden técnicas.

Por ejemplo, el cirujano sabe qué incisión hacer para tal operación, el clínico sabe cómo palpar el pulso radial
o carotideo, el pediatra sabe cómo indicar una dosis de antibióticos multiplicando los miligramos por kg de
peso. Estos son ejemplos de métodos y no está mal que el médico domine estos métodos, todo lo contrario es
muy importante para el ejercicio de la medicina, en algunos casos es imprescindible. Pero también es
imprescindible que el médico y la médica conozcan que hay razones (episteme) para ese procedimiento.

Doxa, según Platón, corresponde al nivel del conocimiento vulgar, a la opinión, no ligada a la episteme. El
conocimiento habitual que tenemos sobres las cosas.

La doxa implica una opinión a la que no se puede sustentar con argumentos válidos. Por ejemplo, es sostener
una idea “porque la dijeron en la tele o lo leí en el Facebook” y no investigar si las afirmaciones son

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realmente verdaderas o no. Porque la doxa puede ser falsa o verdadera, pero es doxa porque no se articula
con conceptos o conocimientos articulados entre sí.

Muchos prejuicios (pre-juicio, lo que está antes del juicio) están sostenidos en doxas. Son opiniones
elevadas a la categoría de conocimiento.

Los practicantes de la medicina, los médicos y médicas, conviven habitualmente con la doxa. ¿De qué forma?
En primera instancia porque cada médico y médica se manejan en su vida cotidiana y, a veces inclusive en
su práctica médica, en el nivel de la doxa, en el terreno de las opiniones no asociadas a la episteme. Cada
persona tiene un nivel de “sentido común”, de opinión. Es interesante ver en los medios de comunicación
masiva y en las redes sociales cómo el nivel de la doxa es el más habitual. Se eleva una información, a veces
hasta errónea a nivel de algo “certificado por la ciencia”. El practicante de Medicina no está exento de
confundir doxa con su episteme.

Las personas consultantes tienen también sus ideas, intuiciones, imaginarios y costumbres con respecto al
funcionamiento de su cuerpo, a las causas de las enfermedades y a los procedimientos que tendrían que
llevarse a cabo para su curación. Es interesante el malentendido, el equívoco, que se puede constituir si se
piensa que el que practica la medicina siempre tiene la verdad certificada y el paciente queda desacreditado.

Muchos prejuicios se basan en doxas, en opiniones vulgares generalizadas que no han sido sometidos a
crítica, ni a razonamiento ninguno, sino a suposiciones injustificadas. Por ejemplo “No tiene pinta de médico”
porque se supone, por opinión vulgar, que un médico debe parecer de tal o cual forma.

Pero también y, principalmente, el conocimiento de sentido común informa y organiza las prácticas
cotidianas con lo cual no se lo puede simplemente descalificar como incoherente o confuso porque se
establecería una distancia nociva para la clínica respecto del consultante.

Los tres niveles de conocimiento pueden estar presentes en cada uno de nosotros. Un título de médico no
certifica que todo lo que él diga sea “científico” y nada garantiza que lo “científico” sea siempre lo más
adecuado y pertinente en ese momento de la consulta o del tratamiento.

Tratemos de no caer en el error de pensar que el lugar del médico o de la médica es el lugar de la episteme y
el de los pacientes el de la doxa.

La praxis, la práctica

Hemos realizado un recorrido para dar nuestras razones sobre la hipótesis que da origen a este trabajo, para
demostrar que la medicina es una práctica.

Es interesante… ¿por qué deberemos demostrar que la medicina es una práctica, una praxis, cuando muy
cotidianamente se llama “mala praxis” a los errores cometidos dentro del ámbito del ejercicio médico?

Existe la idea generalizada de la “mala praxis médica” pero no es popular el concepto de la


“praxis médica”.

El concepto popularizado y difundido de “mala praxis” obstaculiza pensar, advertir que la medicina es una
praxis. Es paradójico pero es así, el fallido o errado ejercicio de la medicina tiene un nombre consagrado y el
ejercicio de la medicina es siempre aludido mediante metáforas o comparaciones idealizadas como las que ya
trabajamos (ciencia, sacerdocio, arte o técnica).

“Práctica” viene de la palabra griega praxis, que significa que un simbólico, un saber teórico, puede
modificar, puede transformar un real.

Praxis se opone a tekné porque la praxis requiere de la relación dialógica entre sujetos para definir su
mundo de interacción, no tanto la transformación de lo simbólico en lo real, sino la producción del propio
mundo simbólico mediante la interacción.

La praxis aparece como una etapa necesaria en la construcción de conocimiento válido. A diferencia de la
teoría, que es desarrollada en las aulas y se focaliza en la abstracción intelectual, la praxis se hace presente
cuando dichas ideas son experimentadas en lo social, en lo real.

En el lenguaje corriente teoría y praxis son ideas distintas y a la vez complementarias. Así, un conocimiento
es teórico cuando se presenta a partir de conceptos, fórmulas, principios y esquemas alejados de la dimensión
cotidiana.

Para los primeros filósofos griegos la idea de praxis se podía aplicar a todas las actividades humanas no
contemplativas ni teóricas. En otras palabras, la filosofía griega distinguía entre los procesos intelectuales y
los procesos materiales. Así, un matemático griego que estudiase las formas geométricas realizaba una tarea
teórica, mientras que un alfarero llevaba a término una actividad técnica.

Lo que significa praxis para Marx es materia compleja y hasta la actualidad hay discusiones sobre si se
puede establecer una definición unívoca pero podríamos decir que el concepto que unifica y da sentido a la
labor teórica y política de Marx es justamente el concepto de praxis. Este concepto es el que permite fundar

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la concepción materialista de la historia. Y esto es así porque, para Marx, la praxis, es una actividad
humana fundamental, en virtud de la cual el hombre produce la realidad histórica y se produce a sí mismo.
En este sentido, la idea de praxis tiene una dimensión antropológica esencial. La praxis es justamente lo que
define al hombre como tal. El hombre, para Marx, es un ser de la praxis.

El desarrollo marxista del concepto de praxis fue luego desarrollado dentro y fuera del campo del marxismo.

Digamos que:

La praxis no es ni episteme pura, porque no es el conocimiento desarticulado de lo real. No es ciencia teórica


y abstracta.

La praxis no es una técnica rasa porque no es un método repetitivo, ni una conducta aprendida por un
entrenamiento que desconoce las razones de su proceder y que busca siempre el mismo objetivo.

La praxis no es una doxa, porque no es opinión vulgar. La praxis se fundamenta en un simbólico, en un


saber.

Entonces:

La praxis, la práctica, es un saber quehacer, es un aplicar un simbólico, un conocimiento, para transformar


la realidad. Es una episteme aplicada a la realidad. Es un quehacer que conoce las razones, las condiciones
lógicas de su realización.

No se basa en opiniones vulgares, ni conocimientos superfluos, ni conclusiones basadas en apariencias.

Es definir a través de la interacción –paciente, médico, familiares- que es aplicable a qué casos y en qué
situaciones.

Un simbólico no sólo es un proyecto matemático para llevar al hombre a la Luna. Usamos simbólicos en
forma cotidiana para modificar reales.

La cocina puede entenderse como una práctica (transformar nutrientes separados en un plato determinado),
realizar un deporte en forma disciplinada se la denomina práctica de un deporte, el saber interpretar un
instrumento musical se lo denomina práctica.

Inclusive, hechos más sencillos y casuales como orientarse mediante un mapa para ir a determinado lugar,
también implica aplicar un simbólico a una situación real. Pensemos, ahora, en algunos ejemplos de praxis
médica, tanto en el ámbito individual como colectivo:

- Escuchar y hablar con el paciente en la anamnesis, realizar su examen físico, decidir los exámenes
complementarios.
- Leer, comprender y evaluar los resultados de laboratorio o imágenes.
- Derivar el paciente a otro profesional.
- Prescribir medicamentos o contraindicarlos.
- Planificar y poner en acción políticas de promoción de la salud, como la educación que previene
embarazos no deseados y enfermedades de transmisión sexual.
- Indicar los planes de vacunación vigentes.
- Realizar controles de la embarazada y el niño recién nacido.
- Atención de pacientes en la urgencia.
- Atención de pacientes en controles de salud anuales.
- Atención de pacientes con determinada patología que implican indicación de tratamientos higiénicos
dietéticos, o medicamentosos o quirúrgicos.

En todos los casos estamos variando una realidad concreta gracias a un simbólico, un saber médico puesto en
acción.

¿Discurso médico hegemónico o práctica de la medicina?

Si se entendiera que el ser médico fuera un estado que trasciende al acto, que no está articulado al acto, no
se podría regular la actuación médica y hasta podríamos llegar a entender que ese ser es un estado
omnipotente del saber médico que le da superioridad y predominancia en casi todos los aspectos de la vida.
Es lo que se llama DICURSO MÉDICO HEGEMÓNICO.

Ser médico lo habilitaría, de hecho sucede frecuentemente, a elevar su opinión (doxa) sobre temas alejados
de su saber específico a una supuesta categoría “científica”.

Nos interesa plantear la articulación entre el acto médico y la responsabilidad. Dependemos


inexorablemente de nuestro acto para llevar adelante nuestra práctica.

Entendemos, éticamente, que el acto nos constituye. Que no preexistimos antes de nuestro acto. No somos
médicos ni médicas antes que desarrollemos actos médicos.

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El título que obtenemos en la Facultad nos habilita a ejercer la medicina pero no nos garantiza que todo lo
que hagamos en adelante entrará dentro de los límites de la ética, ni de la ciencia.

Identidad médica. El estudiante de medicina.

Se tiende a homologar la práctica que desarrolla una persona con la identidad de esa persona. Tal como
hemos venido trasmitiendo, los simbólicos cambian realidades y los simbólicos, el aprendizaje, también varía
a las personas que estudian.

A partir del aprendizaje que se lleva a cabo en la facultad, los estudiantes van transformando su forma de
ver el mundo y de actuar en él. Éste procedimiento es praxis.

La currícula innovada, apunta a un proceso de transformación que llevará a cada uno y a cada una a
convertirse en un profesional de excelencia académica, con sensibilidad hacia su comunidad y con
entendimiento y compromiso con los temas sociales de su tiempo.

En este país, en Buenos Aires y en las grandes ciudades donde hubo muchos inmigrantes, aparece gente tan
prejuiciosa que cree que los argentinos bajaron de los barcos, porque la mayoría de nuestros abuelos o
bisabuelos o tatarabuelos vienen de España, de Italia, de Europa Central, de Rusia. Otros, de los países
árabes. Hay muchos sirios-libaneses en la Argentina, descendientes de árabes, de armenios. Y entendemos
que nosotros somos ese crisol de razas que nos enseñaron en la facultad y que entre nosotros nos
reconocemos. Pero hay un montón de gente invisibilizada en la Argentina: los habitantes originarios de
nuestro país, los que en su momento fueron llamados, despectivamente, “cabecitas negras”.

Les pido después que, en el práctico que desarrollen de esta materia, piensen esta cuestión en donde uno es
según su acto. Cada ser humano se define según su acto. No somos médicos porque un rey o un príncipe
nos nombra, sino porque practicamos la medicina. Nuestra denominación depende del acto, del que de
alguna manera dependemos.

El médico no es un sacerdote, porque no lo guía la fe que caracteriza a los misterios de la


religión.
El médico no es un científico, porque no sólo se guía por la metodología epistémica y
conceptual sino también por la experiencia.
Entonces la medicina no es ni religión, ni ciencia, ni técnica; es UNA PRAXIS.
En la Antigüedad

No es el objetivo de la primera parte de este trabajo pormenorizar la historia de la Medicina sino marcar
algunos hitos que permitan establecer algunos antecedentes fundacionales para poder dar un marco de
referencia a la posición de los médicos y las médicas en el presente y poder estimular la lectura de textos que
lograrán el enriquecimiento de su práctica cotidiana.

El nacimiento de la Medicina como disciplina separada de la Filosofía se le atribuye a Hipócrates (Grecia,


Cos, c. 460 a.C.-Tesalia c. 370 a.C.), a quien se considera el padre de la Medicina y autor de la expresión
latina “primumnilnocere o primum non nocere” que se traduce en castellano por "lo primero es no hacer
daño". Se trata de una máxima aplicada en el campo de la Medicina y otras disciplinas asociadas y
derivadas. De allí que al juramento que realizan los médicos al recibirse se lo llame “Juramento hipocrático”.

Los autores de nuestro tiempo

- Michel Foucault (París, 1926-1984) pensador francés, hijo y nieto de prestigiosos médicos, fue profesor
del Collège de France y de universidades de EE.UU. Se destacó en los campos de la filosofía, sociología y
el análisis político. Su trabajo ha influido en importantes personalidades de las ciencias sociales y las
humanidades.
Foucault es conocido principalmente por sus estudios críticos de las instituciones sociales, en especial la
psiquiatría, la medicina, las ciencias humanas, el sistema de prisiones, así como por su trabajo sobre la
historia de la sexualidad humana. Sus análisis sobre el poder y las relaciones entre poder, conocimiento
y discurso han sido ampliamente debatidos. Desarrolló el método de la “arqueología de los conceptos”.

- Georges Canguilhem (Francia 1904-1995), maestro de Foucault, fue un filósofo y médico francés,
miembro del Collège de France, especializado en epistemología e historia de la ciencia. Escribió, entre
otros, “Lo normal y lo patológico” (1943 como tesis doctoral, 1986 como libro).
- Jean Clavreul (Francia, 1923-2006), médico psiquiatra y psicoanalista francés que ha escrito “El orden
médico”, texto que permite, gracias a la articulación con el psicoanálisis, hacer un recorrido por los
temas centrales de la medicina y su articulación con lo social.

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Resumen: La medicina como práctica
En nuestro país

Entendemos que en Argentina hubo un antes y un después de la gestión del Dr. Ramón Carrillo, quien fue el
primer Ministro de Salud Pública de la Argentina en el primer gobierno de Juan Perón. El Dr. Ramón
Carrillo “creó” la Salud Pública en la Argentina.

El Dr. Carillo, santiagueño maravilloso, neurólogo, neurocirujano e investigador pionero, había sido becado
en el exterior y era un nombre reconocido en el mundo. Cuando fue Ministro de Salud de la República
Argentina, durante el gobierno de Juan Perón, logró disminuir la tasa de mortalidad infantil y de infección
por tuberculosis en nuestro país, creó hospitales y diseñó un plan de salud reconocido internacionalmente.

Ramón Carrillo fue un hombre honesto, verdadero referente en la historia de la Salud Pública de la
Argentina, hermano de Doña Petrona C. de Gandulfo y compañero de la primaria de Homero Manzi. Murió
exiliado en Brasil, a los cincuenta y pico de años, vilipendiado, falsamente acusado de corrupto, calumniado,
perseguido por el gobierno argentino autodenominado “Revolución Libertadora” quien en 1955 depuso al
segundo gobierno de Perón, democráticamente electo. El gobierno golpista solicitó formalmente a Brasil
quitarle cualquier ayuda médica.

Salvador Mazza (Buenos Aires, 6 de junio de 1886 – Monterrey, México, 9 de noviembre de 1946) fue un
médico y bacteriólogo argentino, destacado por haber dedicado casi toda su vida al estudio y combate de la
tripanosomosis americana (enfermedad de Chagas-Mazza) y otras enfermedades endémicas. Completó los
estudios de Carlos Chagas sobre el agente etiológico (Tripanosoma cruzi) y sobre el vector de la enfermedad
(vinchuca), además de perfeccionar el tratamiento de la misma.

Floreal Ferrara (Punta Alta, 7 de junio de 1924 - Buenos Aires, 11 de abril de 2010) escribió varios libros
sobre medicina social, fue amigo de Ramón Carrillo y ministro de Salud de Oscar Bidegain y Antonio Cafiero
en la provincia de Buenos Aires.

Arturo Oñativia (Ciudad de Salta, Argentina, 15 de abril de 1914- 1 de abril de 1985), fue un médico
argentino, conocido por haber impulsado, como Ministro de Asistencia Social y Salud Pública de la Nación,
durante la presidencia del Dr. Arturo Illia, en el período 1963-1965, la ley de Reforma del Sistema
Hospitalario Nacional y de Hospitales de la Comunidad, la creación del Servicio Nacional de Agua Potable y
la Ley de Medicamentos que le daba al medicamento un carácter de bien social al servicio de la salud
pública, y por haber recibido el Premio Konex de Bromatología, Nutrición y Tecnología de los Alimentos 1983
Esteban Laureano Maradona (Esperanza, 4 de julio de 1895 – Rosario, 14 de enero de 1995) fue un médico
rural, naturalista, escritor y filántropo argentino, famoso por su modestia y abnegación, que pasó cincuenta
años ejerciendo la medicina en Estanislao del Campo, una remota localidad en la provincia de Formosa.

Su vida fue un ejemplo de altruismo. Colaboró con las comunidades indígenas en varios aspectos: económico,
cultural, humano y social. Es autor de obras científicas sobre antropología, flora y fauna. Renunció a todo
tipo de honorario y premio material viviendo en la humildad y colaborando con su dinero y tiempo con los
más menesterosos, a pesar de que pudo haber tenido una cómoda vida ciudadana, gracias a sus estudios y a
la clase social a la que pertenecía.

Una de las frases del Dr. Maradona sintetiza su ética: “Si algún asomo de mérito me asiste en el desempeño
de mi profesión, éste es bien limitado, yo no he hecho más que cumplir con el clásico juramento hipocrático
de hacer el bien a mis semejantes.”

“Solo sirven las conquistas científicas sobre la salud si éstas son accesibles al pueblo” Dr. Ramón Carrillo

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