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El autor describe su experiencia misionera en el sureste de México como parte de una pequeña comunidad que atiende las necesidades espirituales de los padrinos y madrinas y promueve las vocaciones en la región. Además, colaboran en una parroquia local donde realizan sacramentos, formación y acompañamiento. Estas experiencias han fortalecido su vocación y compromiso con la misión, al ver la fe y entrega del pueblo a pesar de las necesidades, y son motivados por los jóvenes que buscan discernir su vocación
El autor describe su experiencia misionera en el sureste de México como parte de una pequeña comunidad que atiende las necesidades espirituales de los padrinos y madrinas y promueve las vocaciones en la región. Además, colaboran en una parroquia local donde realizan sacramentos, formación y acompañamiento. Estas experiencias han fortalecido su vocación y compromiso con la misión, al ver la fe y entrega del pueblo a pesar de las necesidades, y son motivados por los jóvenes que buscan discernir su vocación
El autor describe su experiencia misionera en el sureste de México como parte de una pequeña comunidad que atiende las necesidades espirituales de los padrinos y madrinas y promueve las vocaciones en la región. Además, colaboran en una parroquia local donde realizan sacramentos, formación y acompañamiento. Estas experiencias han fortalecido su vocación y compromiso con la misión, al ver la fe y entrega del pueblo a pesar de las necesidades, y son motivados por los jóvenes que buscan discernir su vocación
Estimados Padrinos y Madrinas, quiero contarles mi experiencia misionera en
México. Nuestra comunidad se integra por el P. Hugo Ciprián Sarabia, mg, el D. Rigoberto Flores Garduño, mg, y un servidor, que actualmente curso la etapa pastoral previa a mi ordenación diaconal. Somos una comunidad pequeña que vive en Mérida, Yucatán; sin embargo, tenemos el gran reto de atender la región sureste del país (Tabasco, Campeche, Yucatán, Quintana Roo). Nuestro trabajo consiste principalmente en el servicio a algunas necesidades espirituales de ustedes, Padrinos y Madrinas, colaborando en el área de Promoción en esta zona; por otro lado, estamos a cargo de impulsar las vocaciones en el Centro de Orientación Vocacional (cov) del sureste, y finalmente, se nos ha encomendado colaborar en la Parroquia de San Miguel Arcángel, en Temax, Yucatán. Sin duda, suena casi imposible que tres personas logren abarcar el trabajo dentro de la región mencionada, pero, con la ayuda de Dios, vamos avanzando, y desde nuestra pobreza, vamos compartiendo el Reino de Dios. Esta labor ha sido de gran provecho para mi vocación, pues renueva el fuerte compromiso de mi llamado a la misión. Algunos fines de semana nos damos a la tarea de ir a los diferentes estados de esta región, donde son incontables las experiencias que vivimos, desde una simple plática hasta una confesión: estas visitas me hacen consciente de la gran necesidad de Dios que existe en la sociedad mexicana; además, observar su entrega y oración para nuestra vocación, así como sus contribuciones para sustentar nuestros estudios y misiones, me permite ver que, pese a las necesidades, nuestro pueblo quiere y sigue enviando misioneros. Padrinos y Madrinas, siempre he pensado que ustedes son quienes verdaderamente están en la misión; sin su ayuda, no podríamos evangelizar en tierras tan lejanas. Son ustedes los que actúan a través de nosotros. También, quisiera compartir mis experiencias en el cov. Una vez al mes, algunos jóvenes vienen a Yucatán para participar en nuestros encuentros de acompañamiento vocacional. Con ellos compartimos la experiencia misionera y ponemos a su alcance herramientas de discernimiento para su camino vocacional. Parece que este año hay algunos jóvenes valientes dispuestos a iniciar su formación a la vida misionera dentro del seminario; los admiro mucho porque se han dado el tiempo para dialogar con Dios y preguntarle cuál es el camino en el que pueden servir mejor a los demás. Actualmente vivimos en un mundo muy ruidoso, que pone al alcance de los jóvenes muchas opciones de vida; a pesar de eso, confío en que quienes vienen a hacer su discernimiento tienen más recursos para enfrentar ese ruido y elegir un camino de vida que los lleve a ser evangelizadores del Reino, desde la opción de vida que decidan de la mano de Dios, ya sea en el matrimonio, la soltería o la vida sacerdotal misionera (o cualquier otro carisma religioso). Estos jóvenes me impulsan y transmiten tantas ganas de vivir y de servir, tienen una sed insaciable de transformar el mundo en un lugar mejor, a ellos, como a ustedes Padrinos y Madrinas, los llevo conmigo, pues siguen nutriendo y motivando mi vocación, incrementan aún más mi deseo de apoyar esta transformación. Por último, quiero mencionar nuestra experiencia misionera en la Parroquia de San Miguel Arcángel, en Temax, Yucatán. Esta comunidad parroquial consta de unos 10 mil habitantes. Nuestro trabajo ha consistido en celebrar y acompañar los sacramentos con los fieles; hacer promoción vocacional, pues algunos de nuestros jóvenes pertenecientes al cov son de esta comunidad y, en tercer lugar, la formación de agentes de evangelización mediante la implementación de un curso de teología básico, tratando de formar en áreas esenciales para que los fieles estén mejor formados y puedan seguir con la labor evangelizadora, además, consideramos que les ayudará a esclarecer los problemas sociales en su comunidad, de tal manera que logren desechar cualquier estructura que les impida tener una vida acorde al Reino de Dios. Cabe destacar que es una comunidad muy bonita, con gente muy amorosa y buena, que busca y anhela ese encuentro cada vez más profundo con Dios. Termino señalando que estas experiencias han sido muy importantes, pues estoy a corto tiempo, si Dios quiere, de recibir la ordenación diaconal y salir a alguna de las misiones en las que tenemos presencia. Sé que no iré solo, me acompañarán todas estas personas con las que he estado colaborando, además de ustedes, Padrinos y Madrinas, que me han compartido su gran experiencia de fe; también los jóvenes del cov, que renuevan mi vocación cada día con sus inquietudes y sueños de ir a tierras de misión, y finalmente, la linda gente de la Parroquia de Temax que me comparte esperanza y amor. Hasta ahora puedo decir que mi trabajo ha sido bien remunerado, pues el sureste me ha enamorado, me ha conmovido a seguir respondiéndole a Dios; así como aquel día en que Fray Juan de Zumárraga (siendo él un misionero) fue evangelizado por Juan Diego al ser heraldo de la Virgen, así, esta región me deja recibir la gracia de Dios que está con nosotros.
“La Iglesia Alcanzado a Su Comunidad”: Un Proyecto Misional Desarrollado Para Que La Iglesia Local Pueda Encontrar Formas De Comunicarse Con La Comunidad a La Que Pertenece