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La economia
Se entiedne por “economia” a una ciencia social, se ocupa de la asignacion mas conveniente
de los recursos de una sciedad. Los recursos son aquellos limitados y las necesidades son
ilimitadas, por ende, el hombre se plantea “la eleccion”, es decir, la posibilidad de elegir entre
diferentes alternativas. Los recursos son cuantitativamente escasos en la naturaleza, lo que
implica que el sujeto, así como la sociedad, tengan que inventar alguna estrategia para
emplearlos del modo más racional posible, siguiendo una lógica dictada por el principio de
economicidad.
En el Antiguo Testamento se encuentra una doble actitud respecto de los bienes económicos y
de la riqueza:
El que reconoce su propia pobreza ante Dios, en cualquier situación en que viva, es objeto de
particular atención por parte de Dios: cuando el pobre busca a Dios, el Señor responde; La
intervención salvífica de Dios se llevará a cabo a través de un nuevo David, el cual será
defensor de los pobres y promotor de la justicia; él establecerá una nueva alianza y escribirá
una nueva ley en el corazón de los creyentes
Por ultimo, la actividad económica y el progreso material deben ser puestos al servicio del
hombre y de las sociedades.
Moral y economia
Desarrollo y subdesarrollo
La actividad económica debe tener como sujetos a todos los hombres y a todos los pueblos, ya
que todos tienen el derecho de participar en la vida económica y el deber de contribuir, según
sus propias capacidades, en el progreso del propio País, y de la entera familia humana.Si, en
alguna medida, todos son responsables de todos, cada uno tiene el deber de comprometerse
en el desarrollo económico de todos: es un deber de solidaridad y de justicia, pero es también
es el mejor camino para hacer progresar a toda la humanidad.
Cuando se vive con sentido moral, la economía se realiza como prestación de un servicio
recíproco, mediante la producción de bienes y servicios útiles para el crecimiento de cada uno,
y se convierte para cada hombre en una oportunidad de vivir la solidaridad y la vocación a la
«comunión con los demás hombres para lo que Dios lo ha creado».
El esfuerzo por concebir y realizar proyectos económicos – sociales capaces de favorecer una
sociedad más equitativa y un mundo más humano representa un desafío difícil, pero también
un deber estimulante, para todos los operadores económicos y para quienes se dedican a las
ciencias económicas
Consumismo
El fenómeno del consumismo produce una orientación hacia el «tener» más que sobre «el
ser». Esto impide «distinguir correctamente las nuevas y más elevadas formas de satisfacción
de las nuevas necesidades humanas, que son un obstáculo para la formación de una
personalidad madura».
Para contrastar este fenómeno es necesario «esforzarse por implantar estilos de vida, a tenor
de los cuales la búsqueda de la verdad, de la belleza y del bien, así como la comunión con los
demás hombres para un crecimiento común sean los elementos que determinen las opciones
del consumo, de los ahorros y de las inversiones».
Es innegable que la influencia del contenido social sobre los estilos de vida es muy notable: por
esto el desafío cultural, que nos presenta hoy el consumismo, debe ser enfrentado con mayor
incidencia, sobre todo si se consideran las generaciones futuras, las cuales corren el riesgo de
vivir en un ambiente natural saqueado a causa de un consumo excesivo y desordenado.
Globalizacion
Uno de los estímulos más significativos para el actual cambio de la organización del trabajo
procede del el fenómeno de la globalización, que permite experimentar nuevas formas de
producción, trasladando las plantas de producción en áreas diferentes a aquellas en las que se
toman las decisiones estratégicas y apartadas de los mercados de consumo. Dos son los
factores que dan impulso a este fenómeno: la extraordinaria velocidad de comunicación sin
límites de espacio y de tiempo y la relativa facilidad de transportar mercancías y personas de
una parte a otra del globo.
El desafío consiste en asegurar una globalización en la solidaridad, una globalización sin dejar a
nadie al margen y una solidaridad adecuada requiere la defensa de los derechos humanos.
Por ultimo, en la época de la globalización debe ser subrayada con fuerza la solidaridad entre
las generaciones. La solidaridad entre las generaciones requiere que en la planificación global
se actúe según el principio del destino universal de los bienes
Participacion en la empresa
El objetivo de la empresa debe ser realizado en términos y con criterios económicos, pero no
deben descuidarse los auténticos valores que permiten el desarrollo concreto de la persona y
de la sociedad. En esta visión personalista y comunitaria: «la empresa no puede considerarse
únicamente como una «sociedad de capitales»; es, al mismo tiempo, una «sociedad de
personas», en la que entran a formar parte de manera diversa y con responsabilidades
específicas los que aportan el capital necesario para su actividad y los que colaboran con su
trabajo
El Antiguo Testamento presenta a Dios como Creador todopoderoso, quien modela al hombre
a su imagen, lo invita a trabajar la tierra y a cuidar el jardín del Edén en el que lo ha puesto. A
la primera pareja human Dios les confía la tarea de trabajar la tierra y dominarla.
Este dominio debe significar el «cultivo y cuidado» de los bienes creados por Dios: bienes que
el hombre ha recibido como un don precioso otorgado por el Creador bajo su responsabilidad.
Cultivar la tierra significa no abandonarla a sí misma: ejercer el dominio sobre ella y tener
cuidado, así como un rey sabio toma cuidado de su pueblo y un pastor de su rebaño.
Durante su ministerio, Jesús trabaja incansablemente, realizando obras poderosas para liberar
al hombre de la enfermedad, del sufrimiento y de la muerte
El trabajo humano no sólo procede de la persona, sino que está esencialmente ordenado y
finalizado a ella. Independientemente de su contenido objetivo, el trabajo debe ser orientado
hacia el sujeto que lo realiza, porque el fin del trabajo, de cualquier trabajo, es siempre el
hombre
El trabajo es también «una obligación, es decir, un deber del hombre». 591 El hombre debe
trabajar tanto porque el Creador se lo ha mandado, como para responder a las exigencias de
su mantenimiento y desarrollo de su misma humanidad. El trabajo se ve como obligación
moral con relación al prójimo, que es en primer lugar su propia familia, pero también la
sociedad, a la que pertenece, la Nación de la que se es hijos o hijas, la entera familia humana,
de la que se es miembro: somos herederos del trabajo de generaciones y juntos artífices del
futuro de todos los hombres que vivirán después de nosotros.
El trabajo confirma la profunda identidad del hombre creado a imagen y semejanza de Dios: «
Haciéndose —mediante su trabajo— cada vez más dueño de la tierra y confirmando todavía —
mediante el trabajo— su dominio sobre el mundo visible, el hombre en cada caso y en cada
fase de este proceso se coloca en la línea del plan original del Creador; lo cual está necesaria e
indisolublemente unido al hecho de que el hombre ha sido creado, varón y hembra, «a imagen
de Dios». Esto califica la actividad del hombre en el universo: él no es su dueño, sino su
administrador, llamado a reflejar en su obrar la huella de Aquél del que es imagen.
Los derechos de los trabajadores, como todos los demás derechos, se basan en la naturaleza
de la persona humana y en su trascendente dignidad. El Magisterio social de la Iglesia ha
considerado correcto enunciar una lista de algunos derechos: indicando la conveniencia de su
reconocimiento en los ordenamientos jurídicos:
Ideologia