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El Mito del Pájaro Xooch’

Hace algunos ayeres cuando el cielo era domado por K’u’uk’ul Kaan y se dormía bajo la
protección de Ixchel existía una ciudad llamada Uxmal, una de las ciudades más
importantes de su tiempo, donde el trueque y el juego de pelota era cosa de todos los días.
En ella habitaba un adolescente Ah Chakan Yah, un niño que en su día emergió de la selva.
Apenas y podía mantenerse en pie y dar unos pasos cuando fue encontrado por Ah
Muuk’náal el sacerdote de la ciudad.Este lo acogió, le dio comida, vestimenta y hasta techo.
Procuró por su bienestar y lo educó como si se tratase de su hijo, le enseño todo lo que
sabía y se aseguró que sea una persona honorable.
Un día como cualquier otro se encontraba Ah Chakan en el mercado. Ahí se encontraba un
señor bastante pequeño. “Ha regresado, lo he visto con mis propios ojos” exclamó de forma
temerosa mientras se agarraba una herida en el brazo, grande pero superficial, “La bestia
ha regresado…” dijo antes de desplomarse sobre el suelo. Los murmullos comenzaron de
forma casi inmediata, todos hablaban horrorizados y concluían en lo mismo: “La muerte
los está acechando”.
La ciudad tan llena de vida y júbilo se apagó, existía un silencio que transmitía mucho más
que todas las palabras contenidas en el Popol Vuh. La gente estaba aterrorizada, en espera
a alguna respuesta por el gran Ah Mekat Tutul Xiu, gobernante de esas tierras. Las calles
que antes eran transitadas por cientos de personas se vaciaron y los comercios cerraron
abruptamente. Y tan pronto bajo el sol Ah Mekat llamó a los 12 sabios de la ciudad, una
reunión en la que se encontraban la gente más influyente y claro está el sacerdote Ah
Muuk’náal.
En la mesa los gritos se lanzaban cual dagas, todos reclamándose entre todos por no haber
previsto el asunto, por no haber desarrollado un plan de contención o por no haber notado
la presencia de la creatura que deambulaba en lo profundo del monte.
Todos los gritos cesaron abruptamente cuando Ah Mekat emergió de la sala del trono. Con
un temple de acero y una mirada mas tajante que la obsidiana misma tomo asiento y
respiró profundamente antes de pronunciar sus primeras palabras. “Están seguros…” dijo
de forma calmada pero firme mientras se reclinaba en el borde de la mesa. El silencio se
adueñó de la sala, agravado por el silencio de la ciudad misma. “No traeríamos el tema a
la mesa de no estarlo” contestó Ah Sak, jefe de la milicia y encargado de las exploraciones.
“Sigo pensando que estamos saltando a conclusiones de forma muy apresurada… ” replicó
Ah Noíl, el erudito encargado de instruir a los hijos de los nobles en botánica y ciencias de
la naturaleza “… la muerte de alguien que presuntamente fue atacado por un animal con
garras no significa que la bestia haya regresado” dijo mientras se inclinaba sobre la mesa.
“La bestia ha regresado… de eso no tengan duda” dijo la bruja Ix Litza mientras entraba
dentro del salón.
“¡Vieja bruja insolente, aqui nadie ha solicitado tu presencia!” exclamó Ah Sak mientras
estrellaba su puño sobre la mesa. “Al contrario Sak…” dijo Ah Muuk’náal mientras se
erguía apoyando ambas manos sobre la mesa “…he sido yo quien la ha convocado”.
“Ella es nuestra mejor opción para descubrir lo que ha estado pasando dentro del bosque”
expuso Ah Muuk’náal mientras dirigía una mirada hacia Ah Mekat, quien no había
cambiado su temple en ningún momento. “Si no han escuchado sobre más relatos de la
bestia es porque sus víctimas no han sobrevivido lo suficiente para contarlos” añadió la
bruja, quien procedió a explicar los terribles sucesos que ocurrieron dentro del bosque;
animales degollados, personas desaparecidas y árboles derribados eran muestra de que la
bestia se encontraba rondando las afueras de la ciudad nuevamente. Más gritos y reclamos
volaban sobre la mesa, los ahora más de 12 asistentes se enfrascaron en diversas peleas
sobre como frenar los ataques de la bestia, y en lo único que coincidieron todos es que
había que actuar rápido.
Pasaron varias noches en las cuales todos se prepararon para la gran excursión, hasta que
un día Ah Mekat solicitó la presencia de Ah Chakan para darle instrucciones muy
importantes. “Necesito que cuides de mi hija” dijo el cacique de Uxmal. “Eres la única
persona de confianza que se va a quedar en la ciudad” expresó mientras le agarraba un
hombro “Confío en que no fallarás”.
Así empezó la noche de la gran excursión, Ah Chakan se encontraba montando guardia
antes de la partida del grupo de expedición, “Ten cuidado” le dijo Ah Muuk’náal a Ah
Chakan antes de irse “Si algo malo pasa toca esta flauta” dijo mientras le entregaba una
flauta de color blanco con grabados cafés que asemejaban el plumaje de un ave “La
escucharé no importa donde me encuentre” mencionó antes de despedirse de su hijo.
Pasaron las horas y el alba parecía nunca llegar cuando de repente Ah Chakan siente un
escalofrío recorrer su cuerpo entero al ver una bestia en forma de jaguar salir de entre los
árboles. Ah Chakan veía todo desde el palacio, y entonces tomó a la hija del cacique en
brazos y corrió a avisarles a todos que la bestia había llegado a Uxmal, fue a la plaza del
pueblo gritando que la bestia se encontraba ahí, evacuando a todas las personas hacia el
campo de juego de pelota. Pero ya era muy tarde para él, la bestia se abalanzó sobre Ah
Chakan quien defendió a la hija del cacique sin éxito, pereciendo en la plaza del pueblo.
Con sus últimas fuerzas Ah Chakan tocó la flauta que le había entregado su padre que se
escuchó como los llantos de la hija de Ah Mekat, esto hizo que el equipo regrese de
inmediato a la ciudad, ahuyentando a la bestia antes de que hiciera más daño.
Al terminar vieron los cuerpos de ambos niños sobre la plaza, Ah Mekat recogió el cadáver
de su hija en brazos y se dirigió al palacio, sin mencionar una sola palabra a nadie.
Mientras que Ah Sak y los demás militares culparon a Ah Chakan por no haber cumplido
su labor de protección hacia la futura gobernante de Uxmal.
Ah Muuk’Náal con el corazón destrozado realizó un ritual para intentar traer a su hijo de
vuelta, “Fallaste tu misión salvando a miles de personas de morir. Eres un héroe, aunque
nadie más lo pueda ver, espero que en otra vida puedas cumplir la labor que no pudiste
cumplir hoy” dijo mientras le untaba aceites y menjurjes al cadáver de su hijo.
Nada pasó… todo estaba en silencio… hasta que en la noche un ave de color blanco como el
sacbé con tintes cafés sobrevoló la ciudad de Uxmal, haciendo un sonido parecido al llanto
de un bebé como si buscara advertir de una amenaza que andaba cerca.

Cuentan por ahí que esa ave sigue sobrevolando los poblados de Yucatán, buscando
advertir a la gente sobre un mal que se acecha, y aunque la gente lo ahuyente con palos y
piedras, esta ave bondadosa sigue ayudando a las personas que corren un peligro
fulminante.

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