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Fulton Sheen, Paz Interior (citas)

Sobre la Humildad

«Antes de emprender una tarea grande o pequeña, antes de tomar


decisiones, antes de empezar un viaje, el humilde debe recordar su
dependencia de Dios e invocar su bendición y guía en todas sus empresas».

«Nuestro mundo moderno ha producido una generación


de políticos ricos que hablan mucho de su amor al pobre, pero que nunca
lo prueban con actos, y ha dado lugar a que los corazones de muchos
pobres se sientan llenos de envidia de los ricos y codicia de su dinero. El
rico humilde ayuda a los pobres más que el revolucionario que los usa para
abrirse caminos hacia los tronos stalinistas».

«Ante la Divina Sabiduría todo lo que tenemos, hacemos o


conocemos, es un don de Dios, y sólo un insignificante hormiguero
comparado con el monte de la ciencia divina. Los que gozan de relativa
superioridad deben preguntar, con San Pablo: “¿Qué tienes que no hayas
recibido? Siendo así, no te glorifiques como si no hubieses recibido nada”».

Tribulaciones buscadas por nosotros


Mismos

«Muchos padres de hoy procuran hacer creer a sus hijos que son los
más inteligentes de su escuela; que no hacen nada malo, y que si tuviesen
medios de aparecer en la radio o la televisión, como otros muchachos
“afortunados”, lo harían mil veces mejor. El resultado es que, cuando los
niños crecen, rebosan de falsas fantasías a propósito de su presunta
superioridad. Si más tarde no triunfan en los negocios, lo atribuyen a
prejuicios o envidias de otros; si se dedican a pintores y alguien critica sus
obras, se enfurecen; sus mejores amigos son quienes los toleran, y no
tienen sino desdén para los que no los ensalzan y adulan. Toman sus
fantasías por realidades y lo falso por auténtico».

«El heliotropo se inclina hacia el sol, la aguja magnética hacia la


Estrella Polar, y el ególatra hacia su fantasía».

«Realmente los egotistas siguen siempre siendo niños, porque lo


característico de un pequeño es desear todo lo que ve. El buscar
constantemente la propia complacencia acaba desafinando la
individualidad. Muchas de nuestras preocupaciones de hogaño se deben a
nosotros mismos. Nunca en el pasado hubo tantos males fabricados por
nuestras propias manos. La mayoría de las tribulaciones y conflictos que
soporta la gente debieran llevar este marbete: “Hecho por mí y en mi
interior”. Dios nos da fuerza para soportar las aflicciones que nos envía,
pero no siempre las que nosotros nos creamos. Los que preparan sus
propias contrariedades, nunca piden la ayuda divina y siempre la solicitan
los que sufren disgustos que les envía Dios. Las serpientes que nos pican
son internas y no exteriores; y la tragedia consiste en que las alojamos en
nuestro propio pecho. Incluso al perder los tesoros terrenales los que
confían en Dios lo conservan todo».

«La fidelidad en las cosas grandes es corriente; la fidelidad en las


pequeñas es muy rara y muy indicativa del verdadero carácter. Casi todos
los maridos se lanzarían al mar o entrarían en una casa ardiendo para
salvar a su mujer en peligro, pero adivinar la conveniencia o la felicidad de
la esposa en algo menudo, y cuyo olvido quizá no se notase, es una prueba
de ternura más elocuente».

«Las luchas que un hombre sostiene contra el mal en su


propia alma o en el círculo moral donde su influencia parece minúscula
componen, en realidad, el esfuerzo de la batalla por la vida y el decoro, y
aquí se muestra el verdadero egoísmo tanto como en los ambientes más
vastos en que otros ganan fama de jefe o corona de mártir. Los pequeños
deberes concienzudamente cumplidos; las pequeñas tentaciones vivamente
resistidas con la fortaleza que Dios nos da; los pequeños pecados,
suprimidos, son cosas que contribuyen a formar un carácter que, si no
popular y esplendente, será moral y noble».

«Desde el punto de vista de Dios, nada es grande ni pequeño en la


forma que nosotros lo medimos. El mérito y calidad de una acción
depende de sus motivos y no de que resalte mucho o presente cualquiera
de los otros accidentes que solemos tomar como varas métricas de la
grandeza. Nada es pequeño si se hace por un motivo poderoso, como el
óbolo que la viuda añadió al tesoro del templo. La conciencia no conoce
palabras como grande o pequeño, sino sólo estas dos: bien y mal. “Quien
acoja debidamente a un profeta por creer que lo es, recibirá la recompensa
dada a los profetas”, porque, aunque no dotado con la lengua del profeta,
tiene espíritu profético, y realiza su pequeño acto de hospitalidad en virtud
de un profético impulso que en otro más majestuosamente dotado
conduciría a fogosas palabras y hazañas grandiosas».

«El hombre se siente mucho más inclinado a concentrar sus acciones


morales en un gran momento en el que gana méritos de héroe. En cambio,
la mujer disemina muchos pequeños sacrificios a través de la vida,
multiplicándolos en una extensión que muchos no reconocen como tal
sacrificio por la abundancia con que se prodiga».

«En el orden espiritual, es mucho más fácil ejecutar algún acto magno
de abnegación que mortificar a diario y pacientemente la carne con todas
sus desordenadas afecciones. Con frecuencia los deberes mínimos son los
más difíciles de cumplir a causa de su insignificancia aparente y su
constante repetición. La infidelidad en lo pequeño puede preparar la
infidelidad en lo grande. Un menudo acto de injusticia quebranta
poderosamente la línea que separa lo bueno y lo malo. La infidelidad de lo
pequeño deteriora el sentido moral; hace al hombre indigno de confianza;
afloja los lazos que mantienen unida a la sociedad y contrarresta ese divino
amor en que deben cimentarse las buenas relaciones humanas».
«De cosas pequeñas está hecho el universo. Las nubes concentran la
humedad y la reparten en gotas de lluvia; el tiempo es tan precioso que se
halla dividido en segundos; las estrellas no recorren sus órbitas a saltos,
sino a paso mesurado. Análogamente, los humanos encontrarán poco que
hacer si reservan su energía para las grandes ocasiones. En todos los
sentidos lo grande se alcanza a través de lo pequeño. El que una agujilla
señale a un punto fijo es una cosa común, pero guía a los buques por los
mares poco conocidos. Lo más insignificante se convierte en grande si
implica la alternativa de obediencia a Dios o rebelión contra Él. Vivir al
día y vigilar todos nuestros pasos es el verdadero método del peregrino,
porque nada es pequeño si Dios nos lo exige».

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