Está en la página 1de 5

LA NAVIDAD LIMEÑA

San Francisco de Asís (Asís, 1181/1182, ibidem, 3 de octubre de 1226)

Representación de San Francisco de Asís, en un fresco de Cimabue en la Basílica de Asís, se


cree que es la imagen más fiel del santo.

De ser hijo de un rico comerciante de la ciudad en su juventud, pasó a vivir bajo la más


estricta pobreza y observancia de los Evangelios. En Egipto, intentó infructuosamente la
conversión de los musulmanes al cristianismo. Su vida religiosa fue austera y simple, por lo que
animaba a sus seguidores a hacerlo de igual manera. Es el primer caso conocido en la historia
de estigmatizaciones visibles y externas. Fue canonizado por la Iglesia católica en 1228, y su
festividad se celebra el 4 de octubre. Es conocido también como "el pobrecillo de Asís".

Greccio

Entre Roma y Asís, a pocos kilómetros de Rieti, se encuentra la pequeña población


de Greccio. Situada en la pendiente del Monte Lacerone, a 705 metros de altitud, y encima de
una escarpada roca se levanta majestuoso el Santuario de San Francisco de Asís en
Greccio. Se trata de un lugar lleno de misticismo. Todavía se conserva la iglesia Antigua y el
convento del siglo XIII, al que se le han añadido algunas construcciones nuevas. En el
convento se puede ver la que dicen era la celda donde dormía San Francisco, con apenas siete
metros de longitud por casi dos metros de anchura, excavada en la roca.

Hoy en día, la gruta que sirvió de altar y pesebre la Navidad de 1223 y donde creyeron ver al
niño Jesús dormido, es una capilla en honor a San Francisco. Desde entonces, en Italia se
impuso la tradición de poner un pesebre con la figura de un niño en las Navidades. Pero aún se
conserva la roca que sirvió de altar y de pesebre. Sobre la pared frontal hay restos de algunos
frescos de la escuela de Giotto, de los siglos XIII-XIV.

Guaman Poma de Ayala

Felipe Guamán Poma de Ayala, (San Cristóbal de Suntuntu, actualmente conocido como el
Valle de Sondondo, Cuzco, 1534-Lima, 1615), fue un cronista amerindio de ascendencia
incaica de la época del virreinato del Perú.
Guamán Poma se dedicó a recorrer durante varios años todo el virreinato y a escribir su Primer
nueva crónica y buen gobierno, uno de los libros más originales de la historiografía mundial.
En esta obra, de 1180 páginas y 397 grabados, que presuntamente terminó de escribir
en 1615, muestra la visión indígena del mundo andino y permite reconstruir con mucho detalle
aspectos de la sociedad peruana después de la conquista, a la vez que ilustra sobre la historia
y genealogía de los Incas con textos en el castellano del siglo XVI y en el quechua general. La
obra, tenía como destinatario al rey Felipe III y fue enviada a España, sin embargo, se extravió
en el camino. Actualmente se conserva en la Biblioteca Real de Dinamarca y es posible
consultarla en línea.
----------
La celebración de la Navidad en Lima se inició en 1535, pero no se usaba vino, porque era muy
costoso y sólo podía usarse para atender a los enfermos más necesitados o para el culto.
Además, los dulces y confituras estaban prohibidos por la escasez de azúcar y prepararlos
costaba un destierro, además la chicha, más tarde conocida con el nombre de "Orines del
Niño", no podía hacerse.

El ingenio de los limeños rebasó por mucho al pesebre que veneró San Francisco de Asís en
Greccio, y que dio origen a las costumbres de los nacimientos.

El pesebre original sólo representaba a la Santa Familia y a los animales acompañantes, pero
la variante limeña tenía además la Anunciación, los pastores, dos grupos de Reyes Magos con
séquito de llamas de oro y plata, representaciones de paisajes bíblicos, como la huida a Egipto,
el sacrificio de Abraham, la disputa en el templo y el arca de Noé, así como una serie de
personajes típicos: la jazminera, la vendedora de tamales, el panadero, el vendedor de
helados, la planchadora de los pañales del niño... y muchos, muchos más.

La costumbre de los nacimientos o pesebres en Lima llega junto con los españoles, el primer
Misterio, según documentos en la Catedral de Lima, se encuentra en 1535, éste lo mandó traer
don Francisco Pizarro para su primogénita Francisca, (1534-1598) hija que tuvo con la bella
ñusta Inés Huaylas Yupanqui, hermana de Atahualpa e hija del Emperador Huayna Cápac,
años después, Francisca donó su nacimiento a la Catedral de Lima.

Posteriormente y para poder catequizar al indígena, se colocaron las figuras en el comúnmente


llamado retablo, siendo su verdadero nombre "Cajón de San Marcos"; allí guardado y de fácil
transporte, diseñado como altares o capillas portátiles en su interior se encontraba el
Nacimiento.

También se cree que el primer nacimiento armado por estas festividades de diciembre en Lima
le corresponde a los franciscanos, que además en el mundo fueron los primeros en representar
de esta manera el nacimiento de Cristo allá en el siglo 13.

En Lima, sin embargo, además de los franciscanos, quienes también reproducían este
momento del nacimiento de Cristo, fueron los padres belethmitas o conocidos como
“barbones”, por llevar largas barbas que los identificaba por sobre otra orden religiosa.

La también llamada Orden de Bethlem o Compañía Bethlemítica fue fundada en Guatemala


por fray Pedro de San José Betancourt en 1660; se trató de la primera congregación nacida en
el Nuevo Mundo. Sus frailes llegaron al Perú, en 1671, durante el gobierno del virrey Conde de
Lemos El primer betlemita fue fray Rodrigo de la Cruz, natural de Marbella (Granada). El virrey
lo puso al frente del Hospital Nuestra Señora del Carmen (fundado en 1648 por el indio Juan
Cordero y el presbítero Antonio Dávila), que atendía a los convalecientes; luego, se les entregó
a los betlemitas otro hospital, titulado “incurables” de Santo Toribio, establecimiento que luego
tomó el nombre “El Refugio”. Ellos tenían su iglesia y convento en los límites de la Lima
amurallada. Hoy este lugar es conocido como un fuerte militar llamado precisamente Barbones,
en recuerdo de sus primeros inquilinos.

Respecto al nacimiento de los padres belethmitas, anota Ricardo Palma: "El más famoso de los
nacimientos de Lima, era el que se exhibía en el convento de los padres belethmitas o
barbones. Y era famoso por la abundancia de muñecos automáticos y por los villancicos con
que festejaban al Divino Infante".

Sigue contando Palma sobre los nacimientos: "Desde el primer día de pascuas, armábase en
algunas casas un pequeño proscenio, sobre el que se veía el establo de Belén y todos los
personajes de que habla la bíblica leyenda. Figurillas de pasta o de madera más o menos
graciosas complementaban el cuadro".

"Cuando llegaban personas amigas de la familia propietaria del nacimiento, se les agasajaba
con un vaso de jora, chicha morada u otras frescas horchatas, bautizadas con el nada limpio
nombre de "orines del niño".

"En no pocas casas, después de las once, cuando quedaban sólo los amigos de confianza, se
armaba una de golpe al parche y fuego a la lata. Se bebía y se cuequeaba en grande".

"Pero, como todo tiene fin sobre la tierra, el 6 de enero, Día de los Reyes Magos, se cerraban
los nacimientos. De suyo se deja adivinar que aquella noche de jolgorio era mayúscula".

"Y hasta diciembre del otro año, en que, para diferenciar, se repetían las mismas fiestas, sin la
menor variante", finaliza Palma.

La Purísima

Empezaban las celebraciones relacionadas a este mes navideño desde el 7 de diciembre,


como ya mencionamos, con la muy española costumbre del altar de la Purísima, tradición
traída por los franciscanos a América. En algunas casas de los barrios limeños, se armaba este
altar en las salas o salones principales, y desde esa misma noche, a partir de la siete
empezaban a llegar los amigos e invitados.

Las jóvenes solteras se diferenciaban de las casadas en la colocación de las flores que se
ponían en el peinado. Todos sabían que rosas y claveles al lado izquierdo significaban que la
propietaria de este adorno se encontraba disponible y con el corazón solitario.

Al ser por principio una reunión religiosa, se iniciaba por un rosario de cinco misterios,
acompañado de cánticos a la Virgen; seguía una charla devota, pronunciada por fraile de
confianza y de mucho respeto entre los concurrentes, y finalizaba la función religiosa con
villancicos alegres, cantados a compás de clavicordio y violín por las criadas de la casa, a las
que se asociaban otras de la vecindad.

Después de las diez de la noche, hora en que se despedían los invitados de etiqueta como los
llama Palma, principiaba lo bueno y lo sabroso. Jarana en regla. Las parejas se sucedían
bailando delante del altar el ondú, el paspié, la pieza inglesa y demás bailes de sociedad por
entonces a la moda.

Por supuesto que las copas menudeaban, y ya después de media noche se trataba a la
Purísima con toda confianza, pues dejándose de bailecitos sosos y ceremoniosos entraba la
voluptuosa zamacueca con mucho de arpa y cajón.

Y el altar de Purísima duraba tres noches, que eran tres noches de fiesta la mayor de las veces
desenfrenada, un aviso de lo que se venía en las demás celebraciones pías ese mes.

Triguitos de Santa Lucia

En algunas casas, se colocaba desde el 13 de diciembre, tarritos con trigo dentro en los bordes
y alrededor del nacimiento, y que, al cabo de los días, para el 24, ya había crecido la plantita de
este germen, dando un bonito aspecto campestre casi real a la reproducción del lugar donde
nació Jesús.  Esta tradición es muy simple y entretenida de hacer en familia. En un recipiente
bajo, poco profundo se plantan semillas y se riegan 3 veces por semana hasta la semana de
Navidad. En tiempos más modernos, algunos ya colocaban otros adornos más “modernos”
como trencitos a pila alrededor del pesebre, buscando de esta manera tener el nacimiento más
espectacular del barrio.

La misa de gallo

La misa de gallo era la liturgia más importante de nochebuena, y era realizada a la


medianoche. Cuando Lima tuvo alumbrado a gas y cuando se instaló el alumbrado eléctrico en
1888, la vida en Lima nunca volvería a ser igual. Para esta misa las iglesias de la ciudad se
esmeraban en la decoración de sus altares y fachadas. Las cofradías y beatas organizaban
una bonita velada, en la que incluso se llegaron a utilizar decoraciones importadas.

Era famosa la misa de gallo de la iglesia de la Merced en el jirón de la Unión.


Después de la misa la multitud regresaba a la plaza mayor para seguir con la celebración. En
los hogares algunas familias celebraban la cena navideña, según su condición social, con cena,
bebida y baile.

Noche Buena de Antaño

El termino Noche Buena en realidad es bastante antiguo y se refería a las vísperas de las
celebraciones de Pascuas como es el caso de nuestro tema, pero también a las celebraciones
por Fiestas Patrias en el mes de julio. Estas eran las Nochebuenas de antaño.

Desde horas antes de la Noche Buena de Pascuas, la Plaza de Armas se llenaba de mesitas
donde se vendían juguetes, aguardientes, chicha, fiambres de gallina, jamón, picadillo y
chicharrones; picantes, buñuelos, tamales, etc para los adultos. Era como una especie de feria
donde se escuchaba el pregón en diversos tonos de las vendedoras, mezclado con el bullicio
siempre alegre de los concurrentes, acompañado del sonido del tamborcito, pitos y matracas
que solían siempre llevar los más jóvenes y mocetones.

Desde las ocho o nueve de la noche, la Plaza se encuentra llena de gente, de toda clase y
condición, y es preciso siempre llevar algo de la plaza, ya sea un juguete para el niño que con
seguridad le exige a sus padres, o una flor que el enamorado obsequia al objeto de sus
amores. Después del paseo, la mayoría de familias se recogen a cenar, bien lo que han
comprado en la plaza o lo que han preparado en casa.

También sobre esto nos relata Don Ricardo Palma, que la "Nochebuena, con su Misa del Gallo,
era el no hay más allá del criollismo". Sobre esa noche, escribe:
"Desde las cinco de la tarde del 24 de diciembre, los cuatro lados de la Plaza Mayor,
ostentaban mesitas en las que se vendían flores, dulces, conservas, juguetes, pastas, licores y
cuanto de apetitoso y manducable plugo a Dios crear".

"A las doce, sólo el populacho quedaba en la plaza multiplicando las libaciones. La aristocracia
y la clase media se encaminaban a los templos, donde las pallas cantaban en el atrio,
villancicos como éste:

Arre borriquito,
vamos a Belén,
que ha nacido un niño,
para nuestro bien.

Arre borriquito,
vamos a Belén,
que mañana es fiesta,
pasado también.

"A la Misa del Gallo, seguía en las casas opípara cena, en la que el tamal era el plato obligado.
Y como no era higiénico echarse en los brazos de Morfeo tras una comilona bien mascada y
mejor humedecida con buen tinto de Cataluña, enérgico jerez, delicioso Málaga y alborotador
quitapesares (vulgo legítimo aguardiente de Pisco o de Motocachi), improvisábase en familia un
bailecito al que los primeros rayos del Sol, ponían remate".

"En cuanto al pueblo, para no ser menos que la gente de posición, armaba jarana hasta
alrededor de la pila de la plaza. Allí, las parejas se descoyuntaban bailando zamacueca, pero
zamacueca borrascosa, de esa que hace resucitar muertos".

Cabe mencionar que las Pallas, según nos cuenta Carlos Prince en su Lima Antigua (1890),
eran unas indias jóvenes, vestidas a la usanza de sus pueblos, que iban acompañadas de sus
respectivas parejas y de una diminuta orquesta, compuesta de arpa, violín y pitos de caña que
ellos mismo fabricaban. Las Pallas bailaban en las calles y entraban a las casas a hacer lo
mismo.

Concluida la danza, uno del grupo de estos músicos y danzarinas, arrojaba un pañuelo blanco
a la persona que se veía mejor ataviada entre los espectadores, para que dentro de él le
echaran unas monedas por su espectáculo.

La nota pintoresca de este grupo de danzarinas y músicos, lo constituía casi siempre un


personaje, que yendo enmascarado y dándosela de gracioso, repartía algunos latigazos entre
la muchedumbre que los rodea, ¡con el pretexto de abrirse paso!

Las cenas navideñas

La cena navideña era un verdadero festival de sabores. En las plazas de la ciudad se


instalaban las mesas ambulantes donde se ofrecían todos lo potajes criollos. El escritor
costumbrista Hernán Velarde nos habla de este gran festín de sabores en su “Lima de Antaño”.

Chicharrones, tamales, humitas,


Y fritanga, y cau-cau y escabeche,
Y frejoles con dulce, y turrones,
Y champús ordinario y de “leche”.
Mazamorra morada y de chancho,
Manjarblanco, maní, camotillo,
Picarones, buñuelos, natillas,
Alfajores de Huaura y Trujillo.
Camarones, y huevos, y papas,
Y salchichas de Huacho, y jamones,
Y seviche de conchas y peces,
Y anticuchos, camote y lechones.
Damajuanas, repletas de pisco, grandes platos con cien butifarras,
Y torrentes de chichas diversas,
En porongos y vasos y jarras.
Estos festines se ofrecían en las plazas y plazuelas, en especial, en la plaza mayor, donde se
instalaban las mesas. Esta era la fiesta donde se mezclaban limeños de todos los sectores
sociales.

Por su parte, los inmigrantes italianos, ingleses y españoles conservaban sus costumbres y
preparaban la cena según sus tradiciones.

Durante la época del guano se pasaron navidades muy opulentas. En medio de la Guerra del
Pacifico y la Reconstrucción Nacional, las navidades fueron muy tristes. Es a partir de 1895,
que la situación del país mejora con el gobierno de Nicolás de Piérola. A partir de este año
llegan con fuerza las costumbres europeas: el árbol de navidad, Santa Claus, la cena en casa y
la influencia de la gastronomía europea.

En las vitrinas de las tiendas del jirón de la Unión, los almacenes de importadores anunciaban:
“un gran surtido de confites, chocolatitos, frutas abrillantadas, higos secos, turrón, macarrones
de Nápoles, queso suizo, parmesano, tortellini de Bologna y un completo surtido de conservas,
vinos y licores finos de todas clases, frescos y á precios módicos".
La costumbre de adornar la mesa navideña con dulces y confiterías es europea, esto se ha
conservado hasta nuestros días. Sin embargo, algunos de estos manjares dejaron de
consumirse, como el famoso “turrón del alba” que aun se prepara en algunos pueblos de
España durante la Nochebuena.

Abraham Valdelomar nos ofrece otra descripción literaria de la cena navideña en su “carta
pascual”.
“Sobre el blanco mantel había una cena regalada, aunque humilde. Un lechoncito tostado al
horno, con almendras y pimentones, holgado en hojas verdes de lechuga, plátanos; racimos de
uvas pintadas, ácidas a la vista; una empanada de choclo dorada al fuego como joya de
orfebre, y pan calientito. De la cocina llegaba el olor escandaloso de los chicharrones,
humeaban los tamales en una fuente entre las marchitas hojas de banano y el ponche de
agrás, oliendo a canela y nuez moscada, lucía en una jarra transparente. Además, rosas,
claveles, jazmines, aromas y albahaca.”
La investigadora de la gastronomía peruana, Rosario Olivas anota que en estas fechas se
consumía “gallinas, jamones y chorizos” y otros potajes vendidos en la plaza mayor.
También cuenta Don Ricardo Palma que después de las Misas del Gallo, seguía en las casas
una opípara cena, donde el tamal era el plato obligado. Sin embargo, sabiendo que los limeños
eran amantes de los guisos, las frituras y el picante, podemos deducir que otros platos
conformaban la cena navideña.

Se servían estofados o guisados a fuego lento con mucha pimienta y grasa. Asimismo,
jamones, salchichas, pescado en escabeche, camarones y ensaladas, todo fuertemente
condimentado con ají. Agrega Palma: buen vino tinto de Cataluña, Jerez, delicioso Málaga y
alborotador quitapesares (vulgo legítimo aguardiente de Pisco), improvisábase en familia un
bailecito, al que los primeros rayos de sol ponían remate.
En cuanto al pueblo, para no ser menos que la gente de posición, armaba jarana hasta el alba
alrededor de la pila de la plaza. Allí las parejas se descoyuntaban bailando zamacueca, pero
zamacueca borrascosa, de esa que hace resucitar muertos.

El Panetón
La costumbre de comer panetón es del siglo XX, sin embargo, en el siglo XIX algunas familias
de Lima ya degustaban el famoso “Panetón de Milán” o el “Pan dulce a la genovesa”.

En un aviso encontrado en el diario El Comercio se anunciaba el famoso Panetón Bonaspetti

F. Bonaspetti
Exquisito, para la Pascua y Año Nuevo, se vende en la Bodega de la Unión, Mercaderes 195,
frente a la sombrerería Crevani. (El Comercio, diciembre 16, 1898)

Sin embargo, hay que aclarar que en el siglo XIX, no era una costumbre muy difundida entre la
población, estos primeros panetones italianos fueron importados y vendidos en las bodegas
para consumo de familias extranjeras.

Es recién en el siglo XX, Motta y D’Onofrio industrializaron la fabricación del panetón y su


consumo se popularizó hasta nuestros días.

También podría gustarte