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David Miller Alianza editorial
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Alianza editorial El libro de bolsillo


BIBLIOTECA DIGITAL

TEXTOS DE HISTORIA
BREVES HISTORIAS

DE LA ÉPOCA CONTEMPORÁNEA 1900 HASTA 2000

FICHA DEL TEXTO

Número de identificación del texto en clasificación historia: 535


Número del texto en clasificación por autores: 2260
Título del libro: Filosofía política: una breve introducción
Título original: Political Philosophy. A Very Short Introduction
Autor (es): David Miller
Traductor (es): Guillermo Villaverde López
Editor: Alianza Editorial. S. A.
Registro de propiedad: Depósito legal: M. 29.494-2011; ISBN: 978-84-206-5369-3
Imprenta: Huertas Industrias Gráficas, S.A.
Año: 211
Ciudad y país: Madrid – España
Número total de páginas: 107
Fuente: http://es.scribd.com/doc/209429686/Miller-David-Filosofia-Politica-Una-breve-
introduccion-Alianza-Edit
Temática: Breves historias
D avid Miller

Filosofía política:
una breve introducción

Alianza editorial
El libro de bolsillo
/

Indice

Título original: Politícal Phílosophy. A Very Short 9 Prefacio


Introductzón
Traducción de Guillermo VWaverde López 11 l. ¿Por qué necesitamos la filosofía politica?
35 2. Autoridad política
Publicutla originalmente en inglés en 2003. Esta traducCIÓn se ha realizado por
acuerdo con Oxford Univers ity Press 6o 3. Democracia
4. La libertad y los límites del gobierno
84
Diseño de colección: Estudio cle Manuel Estrada con la colaboración de Roberto
Turéguno y Lyoda Bozarth
uo 5. Justicia
Diseíio de cubiertt~: Manuel Estrada 135 6. Feminismo y multiculturalismo
ilustración de cubierta: Marzi/estación de protesta en Berlín, 29 de marzo de 1990.
©H. P. Stiebing /J ndex-Bridgeman 163 7. Naciones, estados y justicia global
Selección de imagen: Alicia Fuentes

Re.~c;rvudps todt>s los derechos. El conttnido de esta obro está protegido por L. U:y, que establece penas 191 Bibliografía
de prisión y/o mullas, adem~s de la' cotrc:sponditntcs mdemnitRcioncs poT d:tiios y perjuicios. parn
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obra lirtrnrin, nrtísucn o científica. o su transforrnae~ón, imerpretac•ón o ~jecución artístic~ UJ:ldn en
cualquier tipo de soporte o com11mC11da n través de cualqUier medio, sm In precepuvo outonzaoón. 198 Lista de ilustraciones
© DsVJd Mtller, 2003
© t..le la traducción: Guillermo Villaverdc López, 201l 200 Índice analítico
© Alianza Edlwrial. S. A., Madrid, 2011
Calle Juan Ignacio Luca de Tena, 15;
28027 Madrid; teléfono 9l 393 88 88
www.a lianzaeditorial.es

ISBN: 978-84-206-5369-3
Depósito legal: M. 29.494-2011
Composición: Grupo Anaya
Impreso en Huertas Industrias Gráficas, S. A
Primed in Spa.in

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envíe un correo electrónico a la dirección: alianzaedhorial@anaya.es

7
Prefacio

Mi pretensión con este libro es hacer atractiva y accesi-


ble la @osofía política para aquellos que nunca antes han
tenido contacto con ella, y por ello me he esforzado mu-
cho en escribir de la manera más simple posible sin sacri
ficar precisión. Tratar de explicar algunas ideas notable-
mente abstractas sin caer en la jerga técnica gue l.astra
hoy en día tantas y tantas obras académicas se convirtió
en un interesante desafío.
Estoy enormememe agradecido a varios amigos -de
diferentes ámbitos de mi vida- que accedieron a leer el
primer borrador del manuscritO y que, además de ofre-
cer un apoyo generalizado, hicieron muchas observacio-
nes útiles: Graham Anderson, George Brown, Sue Mi-
ller, Elaine Poole y Adam Swift, así como dos revisores
de Oxford University Press. Tengo que dar las gracias
también a Zofia Stemplowska por su inestimable ayuda
en la preparación de la versión final.

9
l. ¿Por qué necesitamos la filosofía
política?

Éste es un libro pequeño sobre un gran tema y, puesto


que, como dice el proverbio, una imagen vale más que
mil palabras, me gustaría empezarlo hablando de un
cuadro muy grande que puede ayudarnos a entender de
qué trata la 6Josofía política.
El cuadro en cuestión fue pintado entre 1337 y 1339
por Ambrogio Lorenzetti, cubre tres muros de la Sala
dei Nove en el Palazzo Pubblico de Siena, y el nombre
por el que habitualmente se le conoce es Alegoría del
buen y elrnal gobierno. Estos frescos describen, en pri-
mer lugar, la naturaleza del buen y el mal gobierno me-
diante figuras que representan las cualidades que debe-
rían tener y no tener los gobernantes; después muestran
los efectos que estos dos tipos de gobierno tienen sobre
la vida de la gente común. Así, en el caso del buen go-
bierno, vemos aJ majestuoso gobernante vestido con ri-
cos ropajes, sentado en su trono y rodeado por figuras

11
Filosofí.a pohtica. una breve umoducción l. ¿Por qué necesitarnos la (ilosofia política>

que representan las virtudes del Valor, la Jusricia, la puerta de la ciudad, una dama bien vestida sale a cazar a
Magnanimidad, la Paz, la Prudencia y la Templanza. caballo, y a su paso se encuentra un rollizo cerdo man-
Tras éJ aparece una fila de ciudadanos rodeados por una chado al que llevan al mercado; en el campo propiamen-
larga cuerda cuyos extremos están atados a la muñeca te dicho, los campesinos labran la Lierra y recogen la co-
del gobernante, como símbolo de la armónica vincula- secha. Y por si acaso algún visitante descuidado no
ción entre el soberano y el pueblo. Si miramos a la dere- lograse captarlo, el mensaje del fresco se explicita clara-
cha de esta imagen, vemos cómo Lorenzetti retrata los mente en una banderola sostenida en lo al ro por unan-
efectos del buen gobierno, primero en la ciudad y luego gura alada que representa la Seguridad:
en el campo. La ciudad es próspera y en ella reina el or-
den: vemos artesanos aplicados a sus tareas, comercian- Que caJa cual camine libre y sin miedo, y cultive y siembre,
tes comprando y vendiendo, nobles montando caballos mientras en esta comunidad siga gobernando esta dama, que
vistosamente engalanados; en otro lugar, un grupo de ha privado a los malvados de todo poder.
gente baila en círculo, dándose la mano. Más allá de la
El fresco del lado opuesto, que representa el gobierno
malvado, se conserva en peor estado, pero su mensaje es
igualmeme claro: un diabólico gobernante rodeado de
vicios como la Avaricia, la Crueldad y el Orgullo, una
ciudad ocupada militarmente, y una tierra baldía arrasa-
da por fantasmales ejércitos. En este caso, la inscripción
que porta la figura del Miedo dice:

Puesco que cada cual busca solamente su propio bien, en


esta ciudad la Justicia está sujeta a la tiranía; por lo que nadie
pasa por este camino sin temer por su vida, habiendo robos
fuera y dentro de las puertas de la ciudad.

No hay mejor manera de entender qué es la filosofía


política y por qué es necesaria, que contemplar el magní-
fico mural de Lorenzetti. Podemos definir la filosofía po-
l. El gobernante virtuoso de La alegoría del buen y el mal gobierno, lítica como una investigación acerca de la naturaleza, las
de Ambroglio Lorenzetti causas y los efectos del buen y el mal gobierno, y nuestro

12 13
rilosofí¡¡ política; una breve introducción l . ¿Por qué necesitamos la filosofí¡¡ política?

cuadro no sólo encierra esta búsqueda, sino que visual- pueblo, o si el pueblo incumplía su deber de vigilar es-
mente expresa de manera sorprendente tres ideas que rrechameme a sus representantes.
yacen en el corazón mismo de la disciplina. La primera La tercera idea es que podemos saber lo que distingue
es que el buen y el mal gobierno afectan profundamente al buen gobierno del mal gobierno: podemos estudiar los
a la calidad de las vidas humanas. Lorenzetti nos mues- efectos de los distintos modos de gobierno, y podemos co-
tra cómo el imperio de la justicia y de las otras virrudes nocer qué cualidades constituyen la mejor forma de go-
permite a la gente corriente trabajar, comerciar, cazar, bierno. Es decir, que hay algo así como conocimiento po-
bailar y en general hacer todas esas cosas que enriquecen lírico. Los frescos de Lorenzetti reflejan esta idea en toda
la vida humana, mientras que, en el otro lado del cuadro, su amplitud. Como ya hemos visto, el gobernante virtuoso
la tiranía romcnta la pobreza y la muerte. Ésta es pues la aparece rodeado de figuras que representan cualidades
primera idea: una diferencia realmente importante en características, según la filosofía política de la época, del
nuestras vidas depende ele si estamos bien o mal gober- buen gobierno. Los frescos están pintados con w1a inten-
nados. No podemos dar la espalda a la política, retirar- ción instructiva: están concebidos para enseñar tanto a los
nos a la vida privada y suponer que el modo en que so- gobernantes como a los ciudadanos la manera de alcanzar
mos gobernados no afectará profundamente a nuestra el tipo de vida que querían. Y eso presupone, como Lo-
felicidad personal. renzetti sin duda creía, que podemos saber cuál es la ma-
La segunda idea es que la forma que adopte nuestro nera correcta de procecler.
gobierno no está predeterminada: tenernos que elegir. Ahora bien, ¿debemos creer el mensaje que transmiten
Después ele todo, ¿por qué se pintó el mural? Fue pinta- los frescos? ¿Son realmente verdaderas las afirmaciones
do en la Sala dei Nove -la Sala de los Nueve-, y los Nue- implícitas en ellos? ¿Afecta realmente a nuestras vidas el
ve eran el consejo formado por nueve ricos comerciantes tipo de gobierno que tengamos? ¿Tenemos algún mar-
que se rotaban para gobernar la ciudad en la primera mi- gen de elección al respecto, o el tipo de gobierno que
tad del siglo XIV. Servía no sólo como recordatorio de las existe es más bien algo sobre lo cual no tenemos ningún
responsabilidades que estos hombres tenían ante el pue- control? Y, ¿podemos saber qué es lo que hace a una for-
blo de Siena, sino también como una celebración de la ma de gobierno mejor que otra? Éstas son algunas de las
forma republicana de gobierno alli adoptada en una grandes preguntas que se plantean los filósofos de la po-
época en la que muchas de las ciudades italianas sufrían lítica, junto con muchas otras de rango inferior. Pero an-
considerables turbulencias políticas. El retrato del mal tes de intentar darles respuesta, debo añadir todavía al-
gobierno no era solamente un ejercicio académico: era gunas explicaciones.
un recordatorio de lo que podría suceder si los gober- Cuando hablo de «gobierno» en este contexto, me
nantes de la ciudad incumplían sus deberes para con el estoy refiriendo a algo mucho más amplio que «el go-

14 15
Filosofía política: una breve introducción L. ¿Por qué neccs•l•tmos lu filosofía política?

bierno de turno» -es decir, el grupo de personas que Cuando Lorenzetti pintó sus frescos, presentó el buen
están en el poder en una sociedad en un determinado y el mal gobierno fundamentalmente en términos de las
momento-. De hecho, me refiero a algo incluso más cualidades humanas de los dos tipos de gobernante, y de
amplio que el «estado» -es decir, las instituciones polí- los efeccos que dichas cualidades tenían sobre sus súbdi-
ticas a través de las cuales se ejerce el poder, como el tOS. Quizás esto fuese inevitable, dado el medio (mate-
consejo de ministros, el parlamento, los tribunales de rial) en el que se formulaba el mensaje, pero en cualquier
justicia, la policía, las fuerzas armadas, etc.-. Al hablar caso estaba en plena consonancia con el pensamiento de
de «gobierno» en este contexto, me estoy refiriendo a su época. En aquel entonces, se entendía que la cuestión
todo el sistema de normas, prácticas e instituciones del buen gobierno tenía que ver tanro con el carácter de
bajo cuya guía convivimos en sociedad. Quizás en un los gobernantes -su prudencia, su valor, su generosi-
comexto como éste podemos dar por sentado que los dad, etc.-, como con el sistema de gobierno propiamen-
seres humanos necesitan cooperar unos con otros, ne- te dicho. Por supuesto, también había debates sobre
cesitan saber quién puede hacer qué con quién, quién cuál era el sistema adecuado: sobre si la monarquía era
posee qué parres del mundo material, qué pasa si al- preferible al gobierno republ icano, por ejemplo, o vice-
guien infringe las normas, etc. Pero lo que todavía no versa. Hoy en día, el énfasis no se pone en el mismo lu-
podemos dar por supuesto es que un estado sea necesa- gar: prestamos mucha más atención a las instituciones
rio para resolver estos problemas. Como veremos en el del gobierno, y menos a las cualidades personales tle
próximo capítulo, una cuestión fundamental de la filo- quienes las hacen funcionar. Quizás hayamos ido dema-
sofía política es justamente la de por qué necesitamos siado lejos por esta vía, pero yo voy a seguir la costumbre
en absoluto estados o, en general, autoridad política, y moderna y en los capítulos posteriores hablaré funda-
tendremos que enfremarnos al argumento anarquista mentalmente del buen gobierno como sistema, no de
de que las sociedades pueden autogobernarse perfecta- cómo hacer virtuosos a nuestros gobernantes.
mente sin poder polítko. Volvamos ahora a las ideas que están detrás del gran
Así pues, por el momento dejaré abierta la cuestión de cuadro. La más fácil de defender de las tres es que el go-
si el «buen gobierno» implica en general la existencia bierno afecta profundamente a la calidad de nuestras vi-
de un estado o un gobierno en el sentido convencional das. Si algún lector no lo ve inmediatamente, probable-
del término. Otra cuestión que permanecerá abierta has- mente se deba a que vive bajo una forma de gobierno
ta el último capítulo del libro es la de sí debe haber un relativamente estable, en la que pocas cosas cambian Je
solo gobierno o muchos gobiernos -esto es, un sistema un año a otro. Un partido sustituye a otro en época de
único para toda la humanidad, o diferentes sistemas para elecciones, pero el cambio, pese a las pretensiones de los
distintos pueblos. políticos en sentido contrario, tiene un efecto marginal

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Filosofía pohuca: una breve lntroducaón l. ¿Por qué necesitamos la filo~ofía poütica?

en la vida de la mayoría de la gente. Pensemos sin em- glo XIX- la creencia más compartida era el progreso
bargo en algunos de los regímenes que surgieron y su- histórico: la historia se movía en línea recta desde la bar-
cumbieron en el siglo pasado: en el régimen nazi en Ale- barie primitiva hasta las etapas superiores de la civiliza-
mania y los 6 millones de judíos que murieron en él, o en ción. Ambas ideas presuponen que la forma en que se
la China de Mao y en los 20 millones de personas (o más) gobiernan las sociedades depende de causas sociales que
que murieron de hambre en el llamado «Gran Salto están fuera del control humano.
Adelante». Mientras tanto, en otros países los niveles de La versión más influyente de esta postura fue el marxis-
vida de poblaciones enteras se elevaban a un ritmo sin mo, según el cual el desarroUo de la sociedad dependía en
precedentes. La historia del siglo XX parece haber repro- último término de cómo la geme produce bienes materia-
ducido el marcado contraste del mural de Lorcnzetti de les, de la tecnología que utiliza y del sistema económico
manera casi exacta. adoptado. La política, de esta manera, pasaba a formar
En este punto, no obstante, debemos considerar la se- parte de la «superestructura», y se configuraba en función
gunda de nuestras tres ideas. Incluso en el caso de que de las necesidades del modo de producción imperante.
las distintas formas de gobierno fuesen, y todavía sean, Así, de acuerdo con Marx, en las sociedades capitalistas el
causas directas de prosperidad y pobreza, de vida y estado tenía que servir a los intereses de la clase capitalis-
muerte, ¿en qué medida podemos influir nosotros en los ta l en las sociedades socialistas serviría a los intereses de
regímenes que nos gobiernan? ¿Son simplemente esla- los trabajadores y, eventualmente, bajo el comunismo,
bones de una cadena, y están regidos ellos mismos por desaparecería por completo. Desde este punto de vista, la
causas más profundas que escapan a nuestro control? Y discusión sobre la mejor forma de gobierno deja de tener
si es así, ¿qué sentido tiene la filosofía politica, cuya pro- sentido: la historia resolverá el problema por nosotros.
pósito declarado es ayudarnos a elegir la mejor forma de Resulta muy interesante ver cómo el propio desarrollo
gobierno? del marxismo nos muestra lo que tiene de erróneo este
La opin ión fatalista de que en realidad no hay lugar tipo de determinismo. Las revoluciones socialistas esta-
para las decisiones políticas ha sido defendida de dife- llaron, bajo la influencia de las ideas marxistas, en luga-
renles maneras en dislintos periodos de la historia. En la res en los que según Marx no tendrían que haberse pro-
época en la que Lorenzetti estaba pintando sus frescos, ducido -sociedades como Rusia y China, que tenían una
muchos creían que la historia se movía en ciclos: el buen economía relativamente subdesarrollada, y que por tan -
gobierno no podía durar, se corrompería incviLablemen- to no estaban preparadas para adoptar una forma socia-
te con el paso del tiempo, hundiéndose en una tiranía, y lista de producción-. Si atendemos, por eJ contrario, a
sólo a través de un lento proceso volvería a su forma óp- las sociedades capitalistas más avanzadas, vemos que en
tima. En otras épocas -cuyo mejor representante es el si- algunas de ellas se instauraron gobiernos democrálicos

18 19
Filosofía política: una breve introducción l. ¿Por qué necesitamos la filosofía política?

relativamente estables (algo que Marx había considera- ello sería un relativo declive de su economía, y supuesta-
do imposible dada la división de clases que las caracteri- mente ninguna sociedad deseaba tal cosa. Era la llamada
zaba), mientras que otras fueron víctimas de regímenes tesis del «fin de la historia>>. En esencia, afirmaba que to-
fascistas. das las sociedades se verían impulsadas por fuerzas eco-
Con ello se puso de manifiesto que la política era, en nómicas a adoptar básicamente la misma forma de go-
una medida muy considerable, independiente de la eco- bierno.
nomía y, más en general, del desarrollo social. Y esto su- No cabe duda de que, al igual que hicieron con sus ver-
ponía que la gente volvía a tener grandes decisiones que siones anteriores, los hechos también arruinarán esta for-
tomar, no solamente respecto de la forma de su gobierno ma de fatalismo. De hecho, podemos ver ya una reacción
en sentido limitado, sino, en un sentido más amplio, res- contra la globalización en los movimientos políticos preo-
pecto de cómo estaba constituida su sociedad. ¿Deberían cupados por el medio ambiente, por el impacto de los
regirse por un estado de partido único o por una demo- mercados mundiales en las naciones en desarrollo, o por
cracia liberal con elecciones libres? ¿Debe la economía es- la igualación a la baja de la calidad de la cultura globaliza-
tar planificada de manera centralizada, o debe 11lás bien da. Todos estos movimientos ponen en tela de juicio la
basarse en el libre mercado? Este tipo de preguntas son idea de que el crecimiento económico sea el objeüvo su-
las que los @ósofos de la política tratan de responder, y premo, y al hacerlo, plantean interrogantes acerca de los
una vez más volvían a estar a la orden del dia. valores últimos de nuestra vida, y de cómo podemos al-
Peto si las experiencias del siglo XX acabaron con el canzarlos, que son preguntas fundamentales deJa filosofía
tipo de determinismo histórico que tan influyente había política. E incluso si nos limitamos al centro de gravedad
sido en el siglo XIX, para principios del XXI había surgido tradicional del debate político, sigue habiendo un espado
ya una nueva forma de fatalismo. Se inspiraba en el cre- muy amplio para discutir hasta qué punto debemos sacri-
cin1iento de una nueva economía mundial, y en la idea ficar libertades económicas en nombre de una mayor
de que los estados tienen cada vez menos margen de ma- igualdad, o en qué medida deben restringirse las liberta-
niobra si quieten que sus ciudadanos se beneficien de des personales para fortalecer las comunidades en las que
esa economía global. Cualquier estado que tratase de re- vivimos. En el momento en que escribo, se está produ-
sistirse al mercado vería a su economía desplomarse. ciendo un acalorado debate sobre terrorismo, derechos
Además, los únicos estados con posibilidades de éxito individuales y el principio de no interferencia en los asun-
en la nueva competencia mundial eran las democracias tos internos de otros estados (independientemente de
liberales, de manera que, aunque una sociedad pudiese cómo se gobiernen). Una vez más, se trata de cuestiones
en principio gobernarse de un modo distinto -mediante sobre las que deben tomarse decisiones colectivas, y per-
w1 régimen islámico, por ejemplo-, el precio a pagar por tenecen de manera esencial a la filosofía política.

20 21
Filosofía polírica: una breve introducción l. ¿Por qué ncccsnamos la filosofía polítJca?

Hasta el momento, he sostenido que la filosofía polí- no sentó bien ni a realistas ni a parlamentaristas. Los pri-
tica se enfrenta a problemas que son de vital importan- meros pensaban que los reyes debían gobernar por deCI-e-
cia para todos nosotros, y que además son problemas to divino, los últimos que un gobierno legítin10 requiere
sobre los cuales hay decisiones verdaderamente políti- del consentimiento de sus súbditos. Partiendo de una cru-
cas que tomar. Ahora me gustaría abordar otra de las da imagen de la condición humana, Hobbes llegó a la
razones que se han esgrimido para desechar esta disci- conclusión de que debemos sometemos a cualquier go-
plina como tal, a saber: que la política versa sobre el bierno establecido y eficaz, independientemente de sus
uso del poder, y la gente poderosa -especialmente los credenciales. Con ello queda dicho, implícitamente, que
políticos- no prestan ninguna atención a las obras de Carlos I tenia derecho a gobernar cuando estaba en el po-
filosofía política. Según esta forma de pensar, si quieres der, pero que CromweU también lo tenía una vez que
cambiar las cosas debes salir a la calle, manifestarte, hubo conseguido deponer a Carlos, y esto es algo que nin-
crear algún tipo de caos, o tratar de encontrar un polí- guno de los bandos queda oír.
tico al que corromper o chantajear, pero no deberías El ejemplo de I Iobbes nos puede ayudar a entender
andar molestando con eruditos tratados que nadie lee por qué los filósofos de la política sólo en muy raras oca-
sob re la sociedad ideal. siones han tenido una influencia directa en los aconteci-
Es cieno que cuando los filósofos de la política han tra- mientos políticos. Puesto que consideran la política
tado de intervenir directamente en la vida política, por lo desde una perspectiva filosófica, se ven empujados a
general han terminado fracasando. Han sido consejeros cuestionar muchas de las ideas convencionales que sos-
de poderosos gobernantes -Aristóteles fue tutor de Ale- tienen tanto los políticos como la gente en general. Colo-
jandro Magno, Maquiavelo intentó aconsejar a los Médi- can estas ideas bajo el microscopio y preguntan qué en-
cis en Florencia, y Diderot fue invitado a San Petersburgo tiende uno exactamente cuando dice tal y tal cosa, qué
por Catalina la Grande para hablar sobre cómo moderni- pruebas tiene de lo que cree, cómo defendería sus creen-
zar Rusia-, pero si esas intervenciones hicieron o no algún cias si alguien las pusiese en duda. Una de las consecuen-
bien es ya otra cuestión. A menudo, lo único que han con- cias de este examen forense es que, cuando estos filóso-
seguido los tratados escritos en épocas de intensos conflic- fos de la política se ponen a defender sus propias ideas y
tos políticos ha sido atizar el enfrentamiento entre ambos propuestas, casi siempre resultan raras e inquietantes a
lados. Ejemplo famoso de esto es el Leviatán de Thomas los ojos de quienes csrán acostumbrados al debate con-
Hobbes, obra maestra de la filosofía política escrita toda- vencional, como resultaron las ideas de Hobbes a los
vía en el fragor de la Guerra Civil inglesa: el razonamiento bandos enfrentados en la Guerra Civil.
de I Iobbes a favor de un gobierno absolutista -del que Sin embargo, esto no significa que la filosofía política
me ocuparé más extensamente en el próximo capítulo- no renga una influencia, a veces una considerable in-

22 23
Filosofía polílica: una breve introducción
1 ¿Por qué necesiwmo~ la filosofía polílica?

fluencia, a largo plazo. Cuando pensamos en política, ras tienen efectivamente importancia práctica, contestó:
asumimos cosas de las que a menudo apenas somos «Hubo una vez un hombre llamado Rousseau que escri-
conscientes, y estas supuestos tácitos, no obstante, cam- bió un libro que sólo contenía ideas. La segunda edición
bian de manera radical a lo largo de la historia. En la se encuadernó en la piel de los que se habían reído de la
época de I Iobbes, por ejemplo, era habitual apelar en primera»).
una discusión política a principios religiosos, y especial- Nadie puede decir de antemano si una determinada
mente a la autoridad de la Biblia. Uno de sus legados obra de pensamiento poütico tendrá el efecto que tuvo
más duraderos fue precisamente la posibilidad de pensar el Leviatán de Hobbes, o El controlo social de Rousseau,
la poiÍlica en un sentido totalmente secular: aunque el o por tomar un ejemplo posterior, El Manifiesto Comu-
propio Hobbes estaba muy interesado en cuestiones re- nista de Marx y Engels. Todo depende de si la transfor-
ligiosas, su manera, radicalmente nueva, de aproxjmarse mación del modo de pensar que propone el filósofo se
al poder político permitió que política y religión se sepa- corresponde o no con los cambios políticos y sociales de
rasen y que se hab lase de ellas en términos diferentes. manera que las nuevas ideas puedan convertirse en los
O, si no, pensemos también en que en la época de Hob- lugares comunes de las siguientes generaciones. Así,
bes sólo un puñado de radicales extremistas creía en la otras obras de filosofía política han gozado de un éxito
democracia como forma de gobierno (el propio Hobbes, limitado y han desaparecido después prácticamente sin
en una posición típica, no la excluía del wdo, pero la dejar rastro.
consideraba inferior a la monarqLúa). Sin embargo, la necesidad de filosofía política siempre
Hoy en día, naturalmente, damos por supuesta la de- está ahí, y quizás de manera especialmente clara cuando
mocracia hasta el punto de que nos cuesta imaginar otra hay que afrontar nuevos retos políticos para los que no
forma de gobierno legítima. ¿Cómo se ha producido este basta utilizar la sabiduría convencional del momento. En
cambio? La historia es compleja, pero una parte indis- esos casos es necesario ir más al fondo, sondear los fun-
pensable de ella corresponde a los filósofos que argu- damentos de nuestras creencias políticas, y es en este
mentaron a favor de la democracia, cuyas ideas fueron punto en el que podemos recurrir a la filosofía política,
asumidas, popularizadas e incorporadas al pensamiento quizá no en sus fuentes, pero sí filtrada en panfletos, re-
político dominante. Probablemente el más famoso de es- vistas, periódicos y similares (pues todo filósofo de la po-
tos filósofos sea Jean-Jacques Rousseau, cuya influencia lítica con éxito ha confiado en discípulos «mediáticos»
en Ja Revolución Francesa a través de su libro El contrato para poner sus ideas en circulación).
social casi nadie discute. (Por lo menos T homas Carlyle Ahora bien, incluso si la fi losofía política da respuestas
no tenía ningún tipo de duda sobre esto. Se dice que, a necesidades genuinas, ¿son genuinas sus credenciales?
cuando fue desafiado a demostrar que las ideas abstrae- (Los horóscopos responden a una necesidad muy fuerte

24
25
l. ¿Por qué necesitamos la fUosofía política?
Filosofía política: una breve introducción

-la gente quiere saber qué es lo que les deparará el futu-


ro-, pero la mayoría de nosotros pensamos que los ho-
róscopos son, en sí mismos, completamente espurios). Y
es que la filosofía política afirma ser capaz de ofrecernos
una cierra «verdad» sobre la política, diferente de las
«opiniones» que nos guían en el día a día. La expresión
más cruda de esta pretensión es la que presenta Platón, a
quien a menudo se considera padre de la disciplina, con
la alegoría de la caverna de la República. Platón compara
a la gente corriente con prisioneros que han sido encade-
nados en una caverna de tal manera que sólo pueden ver
sombras de cosas proyectadas en una pared; estos prisio-
neros, dice Platón, darían por hecho que las únicas cosas
reales son las sombras que ven. Supongamos ahora que
uno de los prisioneros fuese liberado y saliese aJ exterior
cegado por la luz. Con el tiempo podría llegar a ver los
objetos reales del mundo y entendería que lo que había
visto antes no «eran» más que sombras. Ahora bien, si
regresase a la caverna para intentar convencer a sus com-
pañeros de que estaban en un error, es muy probable
que no le creyesen. Ésta, piensa Platón, es la situación
del filósofo: él posee verdadero conocimiento, mientras
que quienes le rodean sólo poseen opiniones tergiversa-
das, pero, corno el camino hacia el conocimiento filosó-
fico es largo y dificil, muy pocos están dispuestos a to-
rnarlo.
Pero, ¿tiene razón Platón al trazar esa oposición tan
marcada entre el conocimiento filosófico y la opinión co-
m(m? Éste no es el lugar para analizar los fundamentos 2. Platón y Sócrates. Frontispicio c.lc M:.nLhew París (m. 1259) para
metafísicos de esa distinción, así que permíteme simple- The Prognostics o/ Socrates the King.
mente decir que mi concepción de lo que es la filosofía

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FilosotíJ poliricll: una breve Introducción l. ¿Por qué necesitamo~ IJ ftlosofía polític.t?

política no implica atribuir a los filósofos un tipo espe- de tener un nivel de vida decente a no ser que (rabaje?
cial de conocimiento inalcanzable para otros seres hu- Pero si se trata de esto último, ¿por qué no proporcionar
manos. Por el contrario, piensan y ra~onan de una mane- a todo el mundo unos ciertos ingresos (crabaje o no tra-
ra muy similar a la del resto de la gente, pero lo hacen de baje) y convertir el trabajo en una actividad voluntaria
un modo más crítico y sistemático. Dan por supuestas para los que la disfrutan?
menos cosas: se preguman si nuestras ideas son coheren- Nuestro filósofo de la política preguntaría también
tes unas con mras, si están respaldadas por los hechos, y cómo están relacionados emre sí los distintos objetivos
cómo pueden (si es que pueden) integrarse todas ellas en de la lista. Quizás los políticos tengan realmente que sa-
un sola panorámica. La manera más fácil de explicar esto crificar ciertos objetivos para alcanzar mros (aunque
es escoger algunos ejemplos. muy pocas veces lo admiran). Tomemos, por ejemplo, ley
Imaginemos que le preguntásemos a un político por y orden frente a libertad individual. ¿No es verdad que
sus objetivos: qué Ílnalidades o qué valores debería tra- podríamos awnentar la seguridad de nuestras calles limi-
tar de alcanzar la comunidad política en la que vive. Si tando las libertades individuales -por ejemplo, otorgan-
perteneciese a una sociedad occidental contemporánea, do a la policía mayores poderes para arrestar personas
probablemente nos saldría con una lista bastante prede- sospechosas de estar a punto de participar en actos cri-
cible: ley y orden, libertad individual, crecimiento eco- minales?-. Pero si esto es así, ¿a qué valor debería darse
nómico, pleno empleo, y una o dos cosas más. ¿Qué po- prioridad? Evidentemente, para contestar a esta pregun-
dría replicar a esto un filósofo de la política? En primer ta, nuestro filósofo tendría que establecer con un poco
lugar, desplazaría el foco de atención hacia los propios más de precisión qué sigmfica «libertad individual». ¿Se
objetivos y preguntada cuáles de ellos son realmente ob- trata simplemente de la posibilidad de hacer lo que a
jetivos últimos. Tomemos el crecimiento económico, por uno le apetezca, o más bien de hacer lo que a uno le ape-
ejemplo. ¿Es algo bueno en sí mismo, o solamente es tezca mientras no perjudique a nadie? La respuesta cam
bueno en la medida en que ofrece a la gente más oportu- bia radicalmente según se emienda una cosa u otra.
nidades de elección, en que les permite llevar una vida Al plantear estas preguntas, y al ofrecer algunas res-
más saludable y feliz? ¿Podemos dar por hecho que un puestas, los filósofos (de la política) no están (o no Lienen
mayor crecimiento siempre es bueno, o hay un punto a por qué estar) apelando a ninguna forma esotérica de co
partir del cual ya no contribuye a las cosas que realmente nacimiento, sino que están invitando a los lectores a que
importan? Y lo mismo podría decirse del pleno empleo. reflexionen sobre sus propios valores políticos, a que
¿Valoramos el pleno empleo porque consideramos que consideren cuáles son, en úJtimo término, los valores a
el trabajo remunerado es intrínsecamente valioso para los que dan más importancia. Es posible que en el trans-
las personas, o se trata más bien de que la gente no pue- curso de esta reflexión añadan algunos datos nuevos. A

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Filosofía política: una breve mtroducctón l. ¿Por que nccesit;uno~ la filosofía política?

la hora de estimar el valor del crecimiento económico, verdad universal, es decir, una verdad aplicable a todas
por ejemplo, conviene saber qué puntuación obtienen, las sociedades y en todos los momentos de la historia?
en indicadores físicos corno la salud y la mortalidad, y en ¿Es más bien el conocimiento local-relevante sólo para
indicadores psicológicos corno el nivel de satisfacción el particular tipo de sociedad en la que vivimos hoy-lo
con sus propias vidas, personas con niveles de vida ma- máximo a lo que podemos aspirar?
terial muy diferentes. Por esta razón, los filósofos que es- En este punto, mí respuesta es la siguiente: la agenda
tudian la política necesitan tener un buen conocimiento de la filosofía política cambia a medida que cambia la so-
de las ciencias sociales y polfticas. En tiempos pasados, ciedad y el gobierno, pero algunos elementos han per-
trataban de obtener este conocimiento recopilando la in- manecido en elJa desde la época más antigua de la que
formación disponible en fuentes históricas sobre un am- tenemos noticia. Entre estos problemas perennes se
plio abanico de sociedades humanas, y sobre sus distin- cuentan algunas cuesriones f undamemales sobre la polí-
tos sistemas políticos, pero esta información era bastante tica y el poder político que nos ocuparán en el próximo
dispersa y a menudo poco fiable. capítulo: para empezar, ¿por qué necesitamos la políti-
En este sentido, el filósofo de la política de hoy puede ca?, ¿qué derecho tiene una persona a obligar a otra per-
tomar como base fundamentos empíricos mucho más sona a hacer algo en contra de su voluntad?, ¿por qué
sólidos gracias al inmenso desarrollo de las ciencias so- razón debería yo obedecer una ley cuando no me viene
ciales en el siglo XX. Sin embargo, la naturaleza esencial bien? En otros casos, sin embargo, o bien las preguntas,
de su tarea sigue siendo la misma: partiendo de lo que o bien las respuestas, o bien ambas cosas, han cambiado
sabemos sobre las sociedades humanas y sus modos de con el paso del tiempo, y tenemos que estudiar por qué
gobernarse, se pregunta cuál sería la mejor forma de go- esto es así.
bierno teniendo en cuenta los objetivos y valores que, en Una razón es que los cambios sociales abren posibili-
su opinión, serán compartidos por su audiencia. A veces dades que no existían anteriormente, y también, a la in-
esta forma óptima de gobierno resulta similar a la que ya versa, cierran ciertos caminos. Como ejemplo, pensemos
exisLe; y otras veces es radicalmente diferente. en la democracia como forma de gobierno. Casi todos
En los úlcimos parráfos he intentado mostrar cómo la los filósofos de la política actuales -al menos en las socie-
filosofía política puede iluminar y clarificar nuestra ma- dades occidentales- dan por hecho que «buen gobier-
nera de pensar sobre la politica sin tener que apelar a no» significa necesariamente algún tipo de democracia:
ningún tipo especial de verdad inaccesible para el hom- de un modo u otro, es la gente la que debe gobernar
bre común. Aquí hay que señalar otra cuestión muy rela- (como veremos en el capítulo 3, esto deja un margen
cionada con esto, a saber: ¿en qué medida el tipo de ver- muy amplio para discutir qué quiere decir realmente, en
dad que nos proporciona la filosofía política es una la práctica, eso de la democracia). En el pasado, y duran-

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Filosofía política: una breve mrroducción l. ¿Por qué ncccsiLOmo~ la filosofía polítical

te muchos siglos, la que predominaba era la opinión lor que hoy en día le damos a las elecciones personales.
contraria: «buen gobierno» significaba entonces gobier- Hoy consideramos que la gente debe poder elegir libre-
no de un monarca prudente, o de una aristocracia ilus- mente su trabajo, su pareja, sus creencias religiosas, la
trada, o de hombres con fortuna, o quizás una combina- ropa que lleva, la música que escucha, etc. Creernos que
ción de todos ellos. es importante que cada persona descubra o invente el es-
¿Se trata entonces de que nosotros estamos en lo co- rilo de vida que más encaja con ella. Ahora bien, ¿qué
rrecto y nuestros antepasados simplemente estaban sentido tiene esto en una sociedad en la que la mayoría
equivocados? No, porque parece que la democracia ne- de la gente está obligada a segLúr los pasos de sus padres
cesita ciertas precondiciones para poder funcionar satis- si quiere sobrevivir, en la que el margen para elegir pro-
facLOriarnente: una población próspera y letrada, medios fesión es muy estrecho, hay muy pocos modos de entre-
de comunicación de masas de manera que las ideas y tenimiento, una sola religión común, etc.? En ese caso,
opiniones puedan circular libremente, un sistema jurídi- otros valores adquieren una importancia mucho mayor.
co que desempeñe correctamente sus funciones y que De hecho, durante la mayor parte de la historia humana,
inspire respeto en la gente, etc., y estas condiciones no se las sociedades eran de este lipo, así es que no tiene nada
alcanzaron en ningún lugar hasta época muy reciente. de extraño que sólo en los dos úllimos siglos encontre-
Además, tampoco podían establecerse de la noche a la mos filosofías políticas construidas en torno al valor su-
mañana (a menudo se esgrime la Atenas clásica como ex- premo de la elección personal, como la de John Stuan
cepción, pero conviene recordar que la «democracia» tvlill en Sobre la libertad (de la que me ocuparé en el ca-
ateniense incluía solamente a una minoría de la pobla- pítulo 4).
ción, y que estaba basada, como los propios griegos re- En esre libro he inremado enconrrar un equilibrio en-
conocían, en el trabajo de las mujeres, los esclavos y los tre las cuestiones perennes de la filosofía política y las
extranjeros residentes). Por lo tanto, los viejos filósofos que han aparecido en su agenda sólo en tiempos recien-
no se equivocaban al rechazar la democracia como for- tes (como es el caso, por ejemplo, de las luchas de las
ma de gobierno. Incluso Rousseau, que fue, como ya he- mujeres y de las minorías cuhurales, que serán tratadas
mos visto, una fuente muy importante de las ideas demo- en el capítulo 6). Encontrar este equilibrio tiene sus difi-
cráticas, dijo que sólo era adecuada para los dioses, y no cultades: es fácil verse barrido por los problemas del mo-
para los hombres. Dadas las condiciones imperantes, la mento y perder de vista las cuestiones básicas que han
democracia, tal y corno la entendemos hoy en día, no era estado siempre en la base de la política. Una manera de
una forma de gobierno viable. evitarlo es volver a Siena y a los frescos de Lorenzetti y
Veamos otro ejemplo de cómo la agenda de la filosofía recordar, una vez más, que el modo de constitución del
política cambia a lo largo del tiempo. Pensemos en el va- poder político puede determinar la diferencia entre ri-

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Filosof•a política: una breve imroducción

queza y pobreza, y entre vida y muerte. Éste será el pun- 2. Autoridad política
to de partida del próximo capítulo.
He intentado también encontrar un equilibrio entre el
despliegue de las distintas posturas que se han adoptado
en estas cuestiones y la presentación de mis propios ar-
gumentos. Mi objetivo es explicar qué es lo que está en
juego cuando los anarquistas discuten con los estatistas,
cuando los demócratas discuten con los elitistas, cuando
los liberales discuten con los panidarios del autoritaris-
mo, cuando los nacionalistas discuten con los cosmopo-
litas, ere., etc., pero sería muy poco honrado por mi par-
te pretender que, cuando analizo estos debates, lo hago
desde una perspectiva completamente neutral, olúnpica.
No se puede escribir sobre filosofía política sin hacer fi-
Si alguien nos preguntase cómo nos gobernamos hoy en
losofía política. De esta manera, aunque he tratado de no
día -mediante qué acuerdos convivimos en sociedad- ,
intimidar al lector para que piense que sólo hay una po-
sición plausible en algunas de las disputas más acalora- deberíamos contestar que estamos gobernados por esta-
das de nuestro tiempo, tampoco he intentado ocultar dos con un poder de influencia en nuestras vidas sin prt:
mis simpaúas. En los puncos en los que no estés de cedentes. No sólo nos proporcionan la protección básica
acuerdo conmigo, espero que encuentres, presentadas frente a los ataques contra nuestras personas o nuestras
de manera justa, las razones que apoyan tu postura en el posesiones, sino que también nos controlan rígidarnenLe
debate. Por supuesto, espero todavía con más energía en una infinidad de sentidos, estableciendo las condicio-
nes dentro de las cuales podemos ganarnos la vida, co-
que las razones de 1m postura logren convencene.
municarnos unos con otros, viajar t.le un lado a orro 1
criar a nuestros hijos, etc. Al mismo tiempo, nos propor-
cionan un inmenso abanico de prestaciones, desde asis-
tencia médica hasta educación, pasando por carreteras,
casas, parques, museos, instalaciones deportivas y simi
lares. No seria exagerado decir que hoy en dia somos
criaturas del estado. Por supuesto, no todos los estados
consiguen cumplir estas funciones en la misma medida,

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Filo~ofía poütica: una breve introducción 2. Autoridad poütica

pero nadie se beneficia de pertenecer a un estado que no de los filósofos de la política de los últimos 500 años. He
las cumple. aquí una institución que afirma tener el derecho de go-
Considerado desde el punto de vista de la historia hu- bernar nuestras vidas de inconrables maneras. ¿Qué
mana, éste es un fenómeno muy reciente. Por lo general, puede justificar esa pretensión? ¿En qué circunstancias
las sociedades humanas se han gobernado a sí mismas a (si es que las hay) tienen los estados una autoridad política
una escala mucho menor. En las sociedades tribales, la legítima? ¿1lasta qué punto estamos obligados nosotros,
autoridad estaba en manos de los ancianos de la aldea, en cuanto ciudadanos ordinarios, a obedecer las leyes que
que se reunían para dirimir los conflictos que pudieran hacen los estados y a seguir sus otras prescripciones?
surgir entre los miembros de la tribu, o para interpretar Antes de pasar a los próximos capítulos, en los que nos
las leyes de la tribu. Cuando aparecieron sociedades a preguntaremos cuál es la mejor manera de constituir un
mayor escala, como ]a China de la dinastía Han o la Eu- estado -cuál debería ser la forma de gobierno- y qué li
ropa medieval, seguía sin haber nada que mereciese lla- mites deben establecerse a su autoridad, es necesario
marse estado: la autoridad suprema correspondía al rey que resolvamos estas cuestiones fundamentales.
o al emperador, pero la administración del día a día la ¿Qué queremos decir cuando decimos que el estado
llevaban los señores locales y sus oficiales. Su impacto ejerce autoridad política? La autoridad política tiene dos
sobre Jas vidas de la gente era también mucho más limi- aspectos. Por un lado, la gente la reconoce por lo general
tado, puesto que ni trataban de controlarlas de manera como autoridad, es decir, reconoce que tiene derecho n
tan estrecha (exceptuando quizás las cuestiones religio- obligarles a comportarse de ciertas maneras. Cuando la
sas), ni, por supuesto, trataron de proporcionar casi nin- gente obedece la ley, por ejemplo, lo hace habitualmenre
guno de los bienes y servicios que ofrecen los estados porque cree que el órgano que hizo la ley tenía derecho
moJemos. La autoridad política estaba entrelazada con a hacerlo, y que ellos tienen el correspondiente deber de
el tejido social hasta taJ punto que su existencia parecía cumplirla. Por otro lado, a la gente que se niega a obede-
relativamente nalUral, y las discusiones tenían que ver cer, se le obliga mcdiame amenazas de sanciones - los
con cuestiones como: ¿quién en concreto debía ostentar que han infringido la ley se exponen a ser detenidos y
la autoridad?, ¿en virtud de qué derecho gobiernan los castigados-. Y ambos aspecros se complemencan. Si la
reyes?, ¿debería dividirse en distintos cuerpos, por ejem- mayoría de la gente no obedeciese las leyes la mayor par-
plo entre reyes y sacerdotes? te del tiempo porque cree que no son legítimas, el siste-
El surgimiento del estado moderno, primero en la Eu- ma no podría funcionar: para empezar, haría falta un in-
ropa occidental y después en casi todos los demás luga- menso número de encargados de hacer cumplir la ley, y
res del mundo, ha supuesto, sin embargo, la entrada del entonces se plantearía la cuestión de quién hace que ellos
problema de la autoridad política en las preocupaciones también la cumplan. Del mismo modo, la gente que cum-

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Filosofía polmca; una breve mtroducción 2. Autondad polític:l

ple la ley por un sentido del deber se siente más incitada a res antes que yo, pidiendo al lector que imagine cómo
hacerlo al saber que quienes infringen la ley probable- sería la vida en sociedad sin ella, es decir, sin policía, sin
mente serán castigados. Yo no robo a mi vecino porque ejército, sin sistema jW'ídko, sin administración pública y
respeto su derecho a la propiedad. Espero que él también sin las demás ramas del esrado. ¿Qué ocurriría entonces?
respete el mio, pero sé que si no lo hace puedo llamar a la Probablemente el experin1ento mental de este tipo
policía para que recupere mis pertenencias. De esta mane- más famoso sea el que se encuentra en el Leviatán de
ra, quienes obedecen voluntariamente a la autoridad sa- Thomas Hobbes, publicado en 1651. Como ya señalé en
ben que están protegidos frente a las personas menos es- el capítulo 1, Hobbes fue testigo del parcial hundimien -
crupulosas que quieran aprovecharse de ellos. to de la autoridad política provocado por la Guerra Civil
La autoridad política, por tanto, combina autoridad inglesa, y describió la vida en ausencia de autoridad po-
propiamente dicha y cumplimiento obligado. No es pura lítica invariablemente en términos de sordidez y miseria.
autoridad, como la del sabio cuyos discípulos siguen sus La «Condición natural de la humanidad» cuando no hay
instrucciones sin coacción ninguna, pero tampoco es poder politico es, según la descripción de Hobbes, una
pura [uerza, como la que ejerce el hombre armado que te competencia feroz por cubrir las necesidades básicas
quita la canera, sino una mezcla de las dos cosas. La pre- propias, en la que todo el mundo teme constantemente
gunta, sin embargo, sigue en pie: ¿por qué necesitamos ser atacado o robado y en la que todo el mundo, en con-
la autoridad política? Después de LOdo, la autoridad po- secuencia, se siente inclinado a golpear primero. El re-
lítica, especialmenre cuando la ejerce una institución tan sultado se resume en un pasaje muchas veces citado:
poderosa como el estado moderno, nos impone una gran
cantidad de molestas exigencias, algunas de las cuales En una condición así, no hay lugar para el trabajo, ya que el
(como por ejemplo pagar impuestos) empeoran nuestra fruto del mismo se presenta como incierto; y, consecuente-
situación material, mientras otras (como luchar en gue- mente, no hay cultivo de la tierra; no hay navegación, y no
rras a las que nos oponemos) nos obligan a hacer cosas hay uso de productos que podrían importarse por mar;
que objetamos moralmente. ¿Cómo podemos responder no hay construcción de viviendas, ni de instrumentos pam
a la tesis anarquista de que las sociedades pueden gober- mover o transportar objetOs que requieren la ayuda de una
narse perfectamente sin autoridad política, y de que el fuerza grande; no hay conocimiento en toda la faz de la ue
estado es esencialmente un tinglado para que se benefi- rra, no hay cómputo del tiempo; no hay arres; no hay letras;
cien los que ocupan cargos en el poder? no hay sociedad. Y, lo peor de roda, hay un constan le miedo
Volveré a las alternativas anarquistas al estado más tar- y un constante peligro de perecer de muerte violenta. Y la
de, dentro de este mismo capítulo, pero primero voy a de- vida del hombre es solitaria, pobre, desagradable, brutal >
fender la autoridad política, como hao hecho otros auto- cona.

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Filoso na pol1tica: una breve introducción 2. Autoridad poÜtica

Se ha dicho algunas veces que Hobbes llega a esta pe-


simista conclusión porgue parte de la idea de que los se-
res humanos son por naturaleza egoístas y avariciosos,
de modo que tratal"án de tomar para sí mismos todo lo
que puedan en caso de que ninguna autoridad política se
lo impida. Sin embargo, esta afirmación yerra el tiro y
pasa por alto la verdadera idea de Hobbes.
Su idea es que la cooperación entre personas es impo-
sible alli donde falta confianza, y que no puede haber
confianza donde no hay un poder superior que haga
cumplir la ley. Las cosas que, según la descripción de
Hobbes, faltan en la «condición natural» son ante todo
cosas que exigen el trabajo conjunto de varios individuos
y la confianza de que .los otros harán la parte que les toca.
En ausencia de autoridad política, no resulta seguro al-
bergar confianzas de este tipo. Si yo llego a un acuerdo
con alguien, ¿por qué debería esperar que lo vaya a cum-
plir, cuando no hay ninguna ley que obligue a cumplir
acuerdos? Incluso en el caso de que se sintiese inclinado
a cumplirlo, podría preguntarse lo mismo sobre mí, y de-
cidir que es demasiado arriesgado mantener el acuerdo.
En esta situación, sostiene Hobbes, resulta totalmente
lógico ponerse en lo peor, y hacer todo lo posible para
protegerse de las amenazas de muerte. A su vez, la mane-
ra de conseguir esto es acumular más poder que otros.
En último término, es el miedo a los demás, nacido de la 3. 1nomas Hobbes, defensor de la autoridad política.
desconfianza, es el que convierte la vida sin autoridad
política en una «guerra perpetua de cada hombre contra numerosas pruebas de confianza, cooperación e incluso
su vecmo». ayuda desinteresada sin que en ello medie el estado ni
¿Estaba justificado el pesimismo de Hobbes? Sus críti- ninguna de sus ramas. Por ejemplo: un grupo de vecinos
cos señalan que a nuestro alrededor podemos encontrar decide reparar un parque infantil abandonado, forma un

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Filosofía política· una breve introducción 2. Autondad pol!tica

grupo de trabajo, se divide la tarea y cada cual confía en antes de examinar más detalladameme cómo tiene que
que los demás hagan su pequeña parte, sin haber esta- constituirse la autoridad, debemos detenernos a conside-
blecido ningún acuerdo legal ni medio alguno de coac- rar si hay alguna forma de escapar de la «Condición naru-
ción. La naturaleza humana, por tanto, no es como la ral>>. A pesar de todo lo que cüce I Iobbes, ¿puede haber
pintó I Iobbes. Sin embargo, esta crítica yerra el tiro. cooperación social en ausencia de autoridad política?
Aunque probablemente Hobbes ruviese, de hecho, una Los anarquistas así lo creen y, aunque sus voces siem-
opinión bastante pobre de la naturaleza humana (una pre han sido muy minoritarias, debemos escucharlas: en
vez fue sorprendido dando dinero a un mendigo, y dijo cuanto filósofos de la política, estarnos moralmente obli-
que sólo lo hacía para aliviar la incomodidad que le cau- gados a someter a prueba la sabiduría convencional, así
saba el verle), lo que realmente está afirmando es que en que no podemos dar por supuesta la autoridad política
el clima de miedo que seguiría al hundimiento de la au- sin explorar las alternativas gue se le presentan. Aquí po-
toridad, el lado más amable y confiado de la naluraleza demos tomar dos caminos diferentes, puesto que los
humana quedaría anulado. Y, por lo que sabemos del anarquistas se dividen, grosso modo, en dos grupos. Uno
comportamiento humano en situaciones de guerra civil de ellos apunta a la <<comunidad»; el otro, al «mercado».
u otras en las que peligra la propia vida, parece haber es- La alternativa comunitarista a la autoridad política
tado en lo cierto. considera que las comunidades en las gue todo el mundo
Por lo tanto, necesitamos autoridad política porgue se conoce son los pilares básicos que hacen posible la
nos proporciona la seguridad necesaria para confiar en confianza y la cooperación. En una comunidad pequeña
otras personas, y en un clima de confianza la gente es ca- en la que la gente interactúa con los demás diariamente,
paz de cooperar y producir todos esos beneficios que se- y todo el mundo sabe quién forma parte de ella y quién
gún rIobbes faltaban señaladamente en la «Condición no, es relativamente sencillo mantener el orden social.
naLUral». Ahora bien, ¿cómo podemos crear autoridad Cualquiera que ataque a otra persona, o tome las propie-
allí donde no existe? Hobbes concibió el siguiente dades de otros, o se niegue a realizar su jusra cuota del
modo: todos los individuos se reúnen y establecen un trabajo deJa comunidad, se cnrrenta a evidentes sancio-
pacto conjunto por el cual erigen un soberano que go- nes. A medida que la comunidad vaya teniendo noticia
bernará sobre todos ellos a partir de ese día; otra manera de lo que ha hecho, recibirá reprimendas, quizás haya
es que se sometan individualmente a un hombre podero- gente que se niegue a trabajar con él en el futuro, será
so, como un general victorioso, por ejemplo. Según Hob- denunciado en las reuniones e incluso puede que se le
bcs, importa bastante poco quién tenga la autoridad, pida abandonar la comunidad. Todo ello sucedería stn
mientras sea una autoridad ilimitada e indivisa. En este que el malhechor hubiese sido obligado a nada y sin que
punto podemos distanciarnos de su razonamiento, pero hubiese sido formalmente castigado -y por eso podemos

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Filosofí.l políúca: una breve introducción 2. Autoridad política

decir que se trata de una alternativa a la autoridad poli- otro como en el sentido de que hay una continua ofena
rica, y no una forma de ella-. Uno de los más importan- de nuevas personas con las que colaborar y también, por
tes motivos de la conducta humana es el deseo de ser desgracia, de las que aprovecharse. No es que la descrip-
aceptado y respetado por la gente que nos rodea y este ción anarquista sea absurda, pero funciona bajo el su-
motivo, en el contexto de una comunidad pequeña, hace puesto de que la interacción siempre se produce entre el
posible la cooperación aun cuando no seamos santos. mismo grupo de personas, de modo que la conducta de
En una sociedad formada por comunidades de este cada cual es conocida por todo el grupo, y bajo la idea de
tipo, afirman los anarquistas comunitaristas, la coopera- que la posibilidad de exclusión del grupo es un podero-
ción sería posible a una escala mucho mayor. En esencia, so freno del comportamiento antisocial. Sin embargo,
las distintas comunidades estarán de acuerdo en inter- esto no se cumple en sociedades extensas y de gran mo-
cambiar determinados servicios -cada una de ellas, por vilidad. Por lo tanto, es necesario que haya un sistema
ejemplo, se podda especializar en producir un cierto jurídico que persiga y castigue a los que atenten contra
tipo de bienes-, y colaborarán en proyecws que necesi- los demás, y que permita establecer acuerdos vinculantes
tan un mayor despliegue de medios, como por ejemplo en virtud de los cuales se sancione a quien los incumpla.
crear un sistema de transportes o un servicio de correos. La cooperación entre comunjdades no es tan franca
A cada comunidad le interesa establecer este tipo de como suponen los anarquistas: la lealtad a nuestra pro-
acuerdos, y la sanción derivada de incumplidos es que pia comunidad a menudo va unida a una notable des-
nadie querrá cooperar con tu comunidad en el futuro, confianza hada las demás, y este hecho puede hacer que
puesto que ha demostrado ser indigna de confianza. Una fracasen los acuerdos, en el sentido de que <<nosotros los
vez más, no hace [alta ninguna autoridad central que le de aquí» no estamos convencidos de que «vosotros los de
diga a la gente lo que tiene que hacer, y tampoco hace allí» estéis cumpliendo la parte que os toca del proyecto
falta ninguna fuerza coercitiva que obligue a cooperar a en el que supuestamente estamos trabajando todos. Ade-
las distintas comunidades: el sistema se vigilará a sí mis- más, puede que no estemos de acuerdo en cómo definir
mo eficazmente. <da parte que a cada cual le toca».
¿Cuál es el problema de esta idílica descripción de la Supongamos que queremos construir, en ausencia de
vida sin estado? Un problema fundamental es que confía una autoridad central, una red ferroviaria que alcance a
en comwüdades pequeñas y estrechamente trabadas toda la sociedad. ¿Qué cantidad de recursos debe apor-
para construir el orden social. Quizás en el pasado haya tar cada comunidad? ¿Debe determinarse esa cantidad
sido razonable asumir algo así, pero hoy ya no lo es: vivi- por número de habitantes, o deberían aportar propor-
mos en sociedades de gran movilidad, tanto en el sentido cionalmente más recursos las comunidades que sean más
de que es notablemente fácil desplazarnos de un sitio a ricas? Si mi comunidad está situada en un área remota a

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Filosofía política: una breve introducción 2. AULondac.l pohtica

la que es mucho más caro llevar la red de u·enes, ¿tendría tección, y ellos, en mi nombre, adoptarían medidas con-
que asumir ella sola los costes extras, o habría que divi- tra el problemático vecino.
dirlos por igual entre todas las comunidades? Ninguna Ahora bien, ¿qué pasaría si mi vecino no admite esas
de estas preguntas tiene una respuesta sencilla, y no hay medidas y llama a su agencia, la cual, por supuesto, po-
razón para suponer que muchas comunidades locales dría ser distinta de la mía? Según los anarcoliberales, si
puedan llegar voluntariamente a un acuerdo sobre ellas. las dos agencias no consiguen JJegar a un acuerdo, pue-
El estado, por el contrario, puede «imponer» una solu- den llevar el caso a una instancia de arbitraje, que a su
ción: puede «exigir>> a cada persona, o a cada comuni- vez cobrada por sus servicios. Después de todo, a ningu-
dad, que contribuya con una determinada cantidad, por na de las dos agencias le interesa entrar en combate. Así,
ejemplo, mediante los impuestos. habría un mercado primario de servicios de protección,
Consideremos ahora la otra alternativa anarquista a y después un mercado secundario de servicios de arbi-
la autoridad política y al estado, la alternativa basada traje para dirimir las disputas surgidas en aquél-a no ser,
en el mercado económico. Desde lu ego, esta opción evidentemente, que todo el mundo eligiese contraLar a la
está en sintonía con la naturaleza del mundo moderno, misma agencia de protección (pero, ¿por qué habría de
en e] sentido de que eJ mercado ha demostrado ser un suceder tal cosa?)-. Todos los demás servicios que ac-
formidable instrumento a través del cual grandes canti- tualmente proporciona el esLado serían también cedidos
dades de personas pueden trabajar juntas. D e hecho, ya al mercado: la gente contrataría seguros de salud, paga-
nos proporciona la mayoría de los bienes y servicios ría por la educación de sus hijos, pagaría peajes en las
que necesitamos y queremos. Pero ¿puede sustitu ir al carreteras, etc.
estado? ¿Suprime realmente este sistema al estado? Las agen-
Los anarquistas de mercado -llamados a veces anarco- cias de protección tendrían que hacer uso de la fuerza
liberales (libertarians)- sosrienen que podríamos contra- para proteger los derechos de sus clientes. Si mi vecino
tar y pagar individualmente los servicios que ahora nos no devuelve la propiedad una vez establecido mi legíti-
proporciona el estado, incluida (y esto es fundamental) mo derecho sobre ella, entonces mi agencia enviará su
la protección personal. En ausencia del estado, distintas artillería pesada para recuperarla. Pero aun así sigue sin
empresas se ofrecerían para proteger a sus clientes y sus haber autoridad propiamente dicha, porque mi vecino
propiedades, y esto incluye recuperar propiedad robada, no está obligado a reconocer a mi agencia -siempre pue-
obligar a que se respeten los contratos firmados y obte- de contraatacar- y yo también puedo cambiar de agencia
ner compensaciones por las agresiones recibidas. De esta si no estoy conforme con el comportamiento de la que
manera, si mi vecino roba algo que es mío, en vez de lla- tengo. En este sentido, es verdaderamente una alternati-
mar a la policía (pública), llamaría a mi agencia de pro- va anarquista al estado. Pero, ¿es una buena alternativa?

47
rilosofia política: una breve introducción 2. Aurondad política

Sería una alternativa atractiva si pudiésemos dar por he-


cho que las distintas agencias se pondrán de acuerdo en
apücar el mismo conjunto de criterios para solucionar dis-
putas sobre la propiedad, y que todas ellas estarán de
acuerdo en acudir a una instancia independiente de arbi-
traje en caso de conflicto. Sin embargo, ¿por qué habrían
de hacer tal cosa? Una agencia podría intentar conseguir
cUentes prometiendo luchar en nombre del cliente bajo
cualquier circunstancia -esto es, incluso si no tienen razón
según el criterio mayoritariamente aceptado-. Una vez
que w1 puñado de agencias de este tipo entrase en el mer-
cado, las demás agencias tendrían que responder adop-
tando ellas mismas una línea igualmente agresiva. Y esto
significaría que las conflictos se resolverían cada vez más a
menudo por la fuerza física, con el consiguiente riesgo de
que la gente corriente se vea atrapada por el fuego cruza-
do. Estaríamos volviendo al estado hobbesiano de «gue-
rra, en el que cada hombre es enemigo de cada hombre»,
y en esa situación la única decisión racional para cada cual
sería contratar a la agencia que más posibilidades tiene de
ganar más combates. Pero entonces el resultado sería la
creación de un órgano con el poder y la autoridad sufi-
cientes como para imponer el mismo conjunro de normas
a todo el mundo; en otras palabras, habríamos recreado
(sin damos cuenta) el estado.
Hay también otro problema cuando se confían a] mer-
cado todas las funciones que ahora realiza el estado. Una 4. Cómo ven los anarquistas la autoridad política. Viñeta rusa J e l900. El
de estas funciones es la provisión de lo que se denomi- texro dice, desde arriba y en el sentido de las agujas del reloj: «Reinamos
nan «bienes públicos» -prestaciones de las que todo el sobre vosoLros; os engañamos; comemos por vosotros; os disparamos; os
gobernamos».
mundo se beneficia y de cuyo beneficio nadie puede ser
excluido-. Los bienes públicos se presentan de muchas

49
Filosofía política: una breve introducción 2. Autoridad polftic~

y muy variadas maneras: aire y agua limpios, defensa No tenemos espacio suficiente para considerar aquí to-
contra las agresiones externas, acceso a carreteras, par- dos los ingeniosos argumentos concebidos por los anar-
ques, actividades culturales, medios de comunicación, coliberales para demostrar que los bienes públicos pue-
etc. Estos bienes se crean o bien imponiendo restriccio- den ser alcanzados a través del mercado, o mediante
nes -por ejemplo, cuando los gobiernos exigen a los fa- asociaciones de personas que estén de acuerdo en con-
bricantes que controlen la emisión de gases tóxicos a la tribuir a su producción: en filosofía política, siempre hay
atmósfera-, o bien elevando los impuestos y utilizando más argumentos. Espero, no obstante, haber dado una
la recaudación para financiar radios y televisiones públi- idea suficiente de por qué ni las comw1idades ni Jos mer-
cas, el sistema de transportes, la protección deJ medio cados -por muy in1portantes que sean en muchos ámbi-
ambiente y similares. tos de la vida humana- pueden <<sustituir» a la autoridad
¿Podría el mercado económico proporcionar estos política y a su encarnación moderna, eJ estado.
bienes? E l mercado opera sobre la base de que la gente Por mucho que nos disguste el estado cuando regla-
paga por los bienes y servicios que quiere utilizar. Pero menta, recauda impuestos, recluta gente a su servicio e
precisamente el problema con los bienes públicos es que interfiere de mil maneras distintas en nuestras vidas, la
se ofrecen a todo el mundo, con independencia de que verdad es que no podríamos vivir bien sin él. La verda-
paguen o no paguen. Evidentemente, es posible que la dera alternativa no es autoridad política sí o autoridad
gente, al reparar en el valor del bien en cuestión, quisiese política no, sino qué tipo de autoridad tener, y cómo de-
contribuir de manera voluntaria: algunas viejas iglesias, terminar sus límites. De ello nos ocuparemos en los
muy cosLOsas de mantener, se sostienen en parte por las próximos capítulos. Pero todavía no hemos rerminac.lo
monedas que los visitantes que disfrutan de la visita con la propia autoridad política. Todavía tenemos que
echan en la caja de la puerta. Sin embargo, resulta muy responder a una cuestión crucial: ¿por qué tengo yo
tentador convertirse en polizón (free rider), y además, en que obedecer a la autoridad política cuando me ordena
el caso de muchos bienes públicos, disfrutamos de ellos hacer cosas que no me gustan o que no apruebo? Los fi-
sin apenas darnos cuenta (cuando nos levantamos por la lósofos de la política Jlaman a esto eJ «problema de la
mañana, no pensamos en lo afortunados que somos por obligación política».
tener aire limpio y protección frente a las amenazas ex- Quizás pienses que ya hemos contestado a la pregunta
ternas; simplemente lo damos por hecho hasta que algo al explicar por qué necesitamos la autoridad política,
empieza a ir mal). En definitiva, parece necesario que pero sigue habiendo una diferencia entre reconocer que,
exista una autoridad política con el poder coactivo sufi- por ejemplo, el gobierno británico tiene derecho a hacer
ciente como para garantizar la provisión de este tipo de leyes y a recaudar impuestos, y pensar que yo, personal-
bienes. mente, estoy obligado a cumplir esas leyes y pagar mi

50 51
filosofía política: una breve imroJucción 2. Autoridad polmca

cuota de impuestos. No es que al negarme a hacer tales mos que voy al club de fútbol del barrio y pido inscribir-
cosas vaya yo a derribar el gobierno o a dificultar seria- me. Cuando llega el sábado, me presento para jugar el
mente el mantenimiento del orden social; de hecho, to- partido, pero en vez de jugar de acuerdo con las reglas,
dos los estados consiguen sobrevivir a una considerable me empeño en coger el balón con las manos y correr con
canridad de infracciones de la ley y de evasiones fiscales. él. Los miembros del equipo estarían, sin duda, muy in-
Si pienso solamente en las consecuencias de mi acción, dignados: al inscribirte en el eqwpo, dirían, has acorda-
quiz~1s llegue incluso a la conclusión de que el mayor do jugar al fútbol según las reglas habituales, aunque no
bien se deriva de la infracción de las leyes; por ejemplo: hayas firmado explícitamente ningún docwnemo al efec-
si yo me encadeno a las puertas de un histórico edificio to. Si yo replicase que el juego es más divertido cuando
de mi ciudad, impidiendo así el paso de los bulldozers y se permite correr con el balón entre las manos, sería co-
evitando que las autoridades locales lo derriben, o del rrectamente ridiculizado. Éste, dirían, es un equipo de
desvío a otros fines (por ejemplo, apoyar a Oxfam) del di - fútbol: rodo el que se inscribe acepta implícitamente las
nero que originalmente iba a ser destinado a pagar im- reglas habituales.
puestos. Así pues, ¿por qué debería yo obedecer la ley? Las di.ficultades comienzan, sin embargo, cuando tra-
Una razón, evidentemente, es que si no lo hago es muy tamos de transferir este argumento del equipo de fútbol
probable que me castiguen. Sin embargo, lo que estamos al estado. Y es que, por lo general, la gente no elige ins-
buscando ahora es una razón más de principios para cribirse a un estado: se le exige obediencia a un estado le
obedecer. Algunos filósofos de la política han llegado a guste o no le guste. Por lo tanto, ¿en qué semido puede
la conclusión de que este problema es insoluble: según decirse que estén dando su consenrimienco? Hobbes
ellos, debo obedecer las leyes sólo cuando hay razones sostuvo que elegimos pertenecer al estado porque es
independientes para hacerlo, razones que no tienen nada preferible al estado de naturaleza, en el que la vida, como
que ver con el hecho de que la ley emane de una autori- vimos, es «desagradable, brutal y corta», siendo indife-
dad legítima. Otros autores, sin embargo, han tratado de rente cómo baya surgido el estado. Incluso si nos some-
ofrecer soluciones positivas -demasiadas soluciones, temos a un conquistador que nos tiene con la espada aJ
de hecho, como para poder considerarlas aquí LOdas-. cuello, estaríamos dando nuestro consemimienro a su
Me limitaré solamente a dos de ellas, la primera porque aucoridad, porgue lo hacemos para escapar a un destino
ha sido histórkamente la más famosa, y la segunda por- peor. Lo que pasa es que con ello se extiende la noción
que creo que es esencialmente correcta. de «consentimiento» hasta hacerla irreconocible. Lo que
La primera solución sostiene que estamos obligados a en el caso del ejemplo del equipo de fútbol lo hacía vin-
obedecer la ley porque hemos acordado o consentido culante era precisamente el hecho de que yo había elegi-
hacerlo. Es fácil ver el atractivo de esta idea. Suponga- do libremente inscribirme.

52 53
Filosofía políúca: una breve introducción 2. Autoridad polídca

Algunos autores posteriores rechazaron el argumento dad de elegir libremente entre votar y no votar, y no ten-
de Hobbes sobre la obligación y el consentimiento, y dría ningún sentido celebrar elecciones si la gente no
trataron de encontrar algo que indicara que nuestro reconociese como legítimo al gobierno resultante. Pero,
consentimiento a la ley no fuese por el mero hecho de por desgracia, parece que sigue habiendo una diferencia
someternos al estado. John Locke, por ejemplo, señala- entre votar y dar nuestro consentimiento.
ba en su Segundo tratado sobre el gobierno ávil (1689) ¿Qué pasa si estás en profundo desacuerdo con los dos
que todos aceptamos beneficios que provienen del es- partidos en liza, pero votas porque piensas que uno es li-
tado, y que esa aceptación puede entenderse como una geramente menos malo que el otro? O, ¿qué sucede si
forma de consentimiento. Concretamente, y puesto has dado tu consentimiento en cierto sentido a todo el
que una de las principales funciones del estado es pro- paquete de medidas anunciadas por el partido ganador,
teger nuestra propiedad, cuando compramos o, por pero hay ciertas medidas que te repugnan, y no has teni-
ejemplo, heredamos alguna propiedad, estamos dando do oportunidad de votar sobre estas cuestiones indivi-
nuestro consentimiento tácito a la jurisdicción del esta- dualmente? El consentimiento de los votantes tal vez
do sobre esa propiedad, y por lo tanto, a sus leyes. Y lo pueda contribuir a explicar por qué los gobiernos gozan
mismo se aplica también, según e1 razonamiento de de autoridad legítima, pero no por qué los ciudadanos,
Locke, a aquel que solamente se hospeda durante una de manera individual, tienen la obligación de obedecer
semana en un sitio, o viaja por una autopista. Sin em- las leyes.
bargo, el problema vuelve a ser que realmente no tene- Una vía más prometedora para demostrar que tal obli-
mos casi elección con estas prestaciones: no podemos gación existe, una vez abandonado el enfoque del con-
vivir sin propiedades de algún tipo, aunque fuese sola- sentimiento, la encontramos en la referencia a la justicia
mente comida y ropa, y no podemos salir del estado sin o «juego limpio». Una vez más, un ejemplo es la mejor
utilizar las autopistas para llegar a la frontera. Y una forma de presentar la idea fundamental. Supongamos
vez más, decir que cualquiera que se beneficie del esta- que un grupo de personas estamos viviendo en una casa
do está dando su consentimiento y obligándose a sí con la cocina compartida. Aproximadamente cada se-
mismo a obedecer la ley de ese estado supone forzar mana, uno de los residentes limpia la cocina y friega a
demasiado la idea de <<Consentimiento». fondo. Todo el mundo ha hecho ya su turno de limpieza
En fechas más recientes, algunos filósofos de la politi- y ahora me toca a mí pasarme media hor:a fregando cace-
ca han argumentado que al participar en unas elecciones rolas y pasando la bayeta por las encimeras. ¿Por qué de-
estamos acordando acatar al gobierno que surja de ellas bería hacer tal cosa? Me he beneficiado del nabajo que
y las leyes que éste apruebe. Esta vía parece más prome- otros han invertido en ello -he disfrutado de una cocina
tedora: en este caso sí tenemos como mínimo la posibill- limpia en la que prepararme la cena-, y por eso yo debe-

54 55
foilo~ofía políoca: una breve umoducción 2. Autoridad política

ría asumir también mi parte del trabajo, en este caso el son realmente beneficios para todos. ¿Qué pasaría, por
coste de un poco de trabajo manual. Si no hago mi tur- ejemplo, si las leyes protegiesen la propiedad, pero sólo
no, me estaré aprovechando de los demás inquilinos, y algunas personas tuviesen propiedades? O, ¿qué pasaría
eso no es justo. Nótese que ahora no tenemos que suponer si los impuestos se utilizasen para financiar galerías de
que esté de acuerdo o que haya dado mi consentimiento en arte, pero a mucha gente el arte le Lrajese sin cuidado?
participar en el turno de limpieza: mi obligación se deriva Sin embargo, el argumento funciona con tal de que el
directamente del hecho de que me beneficio de una paquete «toLah> de prestaciones estatales haga que todo
práctica que requiere la contribución por turnos de to- el mundo esté en mejor situación, y con tal de que estos
dos los integrantes. beneficios sean compartidos de una manera razonable-
¿Cómo se traslada esta idea a la obligación política? mente justa por todos los ciudadanos cuyo cumplimien-
Respetar las leyes, y acatar la autoridad política en gene- to de las leyes posibilita el sistema de autoridad. Quizás
ral, significa renw1ciar a cosas que de lo contrario po- yo nunca haya estado en una galería de arte, pero sí que
drías hacer. Cada uno de nosotros preferiría hacer exac- utilizo e1 campo de fútbol gratuito que hay en el parque
tamente lo que le apetezca, sin las cortapisas de tener de mi barrio.
que respetar los derechos de otras personas, pagar im- Esta mención de la justicia nos lleva a la segunda difi-
puestos y observar las normas de tráfico. Por otro lado, cultad. En el ejemplo de la cocina, di por hecho que ro-
el cumplimiento de rodas estas leyes es un beneficio para dos los inquilinos de la casa hacían un uso aproximada-
los demás. Cuando pagas impuestos, todos nos beneficia- mente igual de la cocina, y que por tanto compartirían la
mos de las carreteras, escuelas y hospitales que se finan- carga de la li mpieza por iguaL Pero, ¿qué pasaría si una
cian con esos impuestos. Cuando te paras en un semáforo persona sólo cocinase una vez cada quince días? ¿Debe-
en rojo, contribuyes a la seguridad de los motoristas que ría limpiar tan a menudo como los Jemás? ¿Diremos
cruzan en verde. Por lo tanto, parece que la persona que sí porque, después de todo , «podría» utilizar la co-
que infringe la ley pero se beneficia de su cumplimiento cina más a menudo si quisiese, y siempre la tiene dispo-
por otras personas está actuando injustamente, del mis- nible en caso de que la necesite? ¿O deberíamos tratar
mo modo que la persona que utiliza la cocina pero no de ajustar la contribución que se le pide con el uso real
hace su turno de limpieza. que le da? Podríamos llamar a estas preguntas cuestio-
Las apariencias pueden engañar, no obstante. Al me- nes de justicia sustantiva. Parece que el argumento del
nos hay dos dificultades que tienen que ser resueltas si juego lim pio funciona mejor cuando se aplica a prácticas
queremos que el argumento del juego limpio justifique sustantivamente justas, en el senrido de que Jos costes y
realmente la obligación política. El primero es que tene- beneficios deJa práctica están justamente repartidos en-
mos que mostrar que los beneficios que ofrece el estado tre rodos los participantes. P ero si intentamos pasar del

s6 57
['iJosofía poJitica: una breve IntroduCCIÓn 2. AutoridJJ política

ejemplo de la cocina a la sociedad en su conjunto, choca- El argumento a favor de la desobediencia civil es como
mos con dificultades. ¿Cómo sería una distribución justa sigue: si una ley concreta es injusta o tiránica, o si el esta-
de los costes y beneficios sociales, teniendo en cuenta do se niega a escuchar las peticiones de una minoría an-
que la gente tiene muy distintas necesidades, capacida- tes de tomar sus decisiones, y si además las formas lega-
des, preferencias, etc.? Y si, como parece claro, la distri- les de protesta demuestran ser ineficaces, entonces la
bución «real» de los costes y beneficios en las sociedades infracción de la ley puede estar justificada. En otras pa-
de hoy queda muy lejos de este ideal, ¿podemos seguir labras, la obligación polrtica no tiene por qué ser vincu-
diciendo que LOdo el mundo tiene la obligación de acatar lante en todos los casos. Podemos tener la obligación ge-
la ley para mantener una práctica justa? neral de obedecer las leyes, y aun asf estar legitimados a
Parece, en definitiva, que la solución del problema de actuar ilegalmente en circunstancias extremas.
la obligación política por la que he optado nos exige ¿Cambia algo el hecho de que se trate de una demo-
abordar la cuestión de la justicia social, cosa que hare- cracia? Una opinión común es que la desobediencia cívil
mos en el capítulo 5. Pero, por el momento, supongamos puede ser una forma de protesta aceptable contra un ré-
que podemos demostrar que la sociedad es lo suficiente- gimen autoritario, pero en un estado democrático, en el
mente justa corno para que sus miembros tengan efecti- que hay libertad de expresión y derecho a manifestarse
vameme la obligación de acatar la ley. pacíficamente, no tiene justificación ninguna -la obliga-
¿Significa eso que ninguna razón puede justificar ja- ción política sería más estricta en este caso-. Pero ello
más su incumplimiento? ¿O puede haber principios de nos obligaría a decir que la auroridad poLítica democrá-
más peso que desplacen la obligación política? Los filó- tica tiene algo especial que la distingue de otras formas
sofos de la política, entre ellos Hobbes, han sostenido de poder político. Qué pueda ser ese algo es lo que se
muchas veces que sin obediencia estricta la autoridad discute en el próximo capítulo.
politica quedaría reducida a polvo. Sin embargo, en la
práctica parece que los estados y otras formas de autori-
dad polílica pueden sobrevivir y funcionar eficazmente
con tal de que haya una disposición general (y no nece-
sariamente universal) a acatarlos, y esto ha abierto las
puertas a formas limitadas de desobediencia, especial-
mente la que ha venido a llamarse «desobediencia civil»,
a saber, una forma de protesta política, ilegal pero no
violenta, cuyo objetivo es presionar al gobierno para que
cambie de rumbo.

59
3 Democntcin

3 . D emocracia todopoderoso que podía disponer a su antojo de las vi-


das y propiedades de sus súbditos no era más que ir de
mal en peor. Como memorablemente señaló J ohn Loc-
ke, ello supone dar por hecho que

los hombres son ran estúpidos como para cuidar de proLe-


gerse de los daños que puedan causarles los gatos monteses
y los zorros, } que no les preocupa, más aún, que encuentran
seguridad en el hecho de ser devorados por los leones

Lo único que pudo decir Hobbes contra esta crítica es


q ue un monarca prudente siempre desearía la prosperi -
dad de sus sC1bditos, pues su propio poder depende, en
último término, de esa prosperidad. Si echamos w1 vista-
Hemos visto ya por qué para poder hablar de un buen zo a la historia, sin embargo, tendremos que concluir
gobierno, al menos en las grandes sociedades modernas, que muy pocos monarcas han sido prudentes. La autori-
ciene que existir y riene que mantenerse un sistema de dad política está justificada porque establece las condi-
autoridad política. H obbes, a quien hemos seguido para ciones para que la gente pueda llevar una vida segura y
mostrar la necesidad de la autoridad po lüica, considera- próspera, y queremos estar tan seguros como sea posible
ba imprescindible la presencia de un soberano absoluto de que sea precisamen te eso lo qt1e hace. Confiarlo todo
-una fuente unitaria de autoridad cuyo alcance no esta- a un monarca es, sencillameme, demas iado arriesgado.
ría sujeto a limitaciones terrenales (pues, según H obbes, Otra alternativa que se nos puede ocurrir es dar el po-
el soberano seguía estando obligado ante Dios)-. Aun- der a los sabios y virtuosos, porque sabemos que llevan el
que no era necesario que esta institución soberana se en- interés de la gente en sus corazones. Éste es el argumento
carnase en una sola persona -un monarca-, H obbes lo a favor de la aristocracia, que literalmente significa «go-
consideraba preferible, porque la voluntad de un rey, a bierno de los mejores», y fue el argumemo más convin-
diferencia de la de una asamblea, sería consta nte y no es- cente para muchos filósofos de la política hasta por lo me-
taría sujeta a divisiones internas. Sin embargo, desde el nos med iados del siglo XIX. E l problema, no obstante, era
momen to mismo en que la escribió, esta opinión de Ho- determinar con exactitud qué sign ifica «bondad» en el
bbes fue contestada por quienes pensaban que sustituir caso de un gobernante, y después encontrar algún modo
la inseguridad del estado de naturaleza por un monarca de seleccionar a los que tuviesen esas caraCLerísticas. Esta

6o
Filosofía polírica: una breve introducción 3. Democracia

tarea demostró ser muy complicada: en la práctica, aristo-


cracia equivalía al gobierno de la clase noble, la clase adi-
nerada, o la clase mejor educada, dependiendo del tiempo
y el lugar. Y aun cuando pudiese demostrarse que las per-
sonas de estas clases tienen efectivamente habilidades po-
liticas que no tiene el resto de la población, el problema
segLÚría siendo que esas personas tienen intereses propios
y distintos de Jos intereses de la mayoría: ¿por qué habría-
mos de creer que nunca van a perseguir sus propios inte-
reses a expensas del bien común?
De esta manera fue ganando peso el argumento a favor
de una constitución democrática de la autoridad políti-
ca, que estaba basado en dos supuestos fundamentales:
en primer lugar, que ninguna persona es por naturaleza
superior a otra, y por tanto que toda relación de autori-
dad emre ellas exige una justificación (en otras palabras,
toda persona debe disfrutar de idénticos derechos polí-
ticos mientras no se demuestre que todo el mundo se be-
neficiaría de la existencia de desigualdad); en segundo
lugar, que el mejor modo de salvaguardar los intereses
del pueblo es convertir al pueblo en el depositario final
de la autoridad política (es decir, cualquier persona a la
que se dé poderes especiales debe responder ante el pue-
blo en su conjunto). Sin embargo, esto todavía dejaba
abierta la cuestión de qué papel exactamente ha de
desempeñar el pueblo en su conjunto dentro del gobier-
no. ¿Debe participar directamente en las labores legisla-
tivas, como afirmaba Rousseau en su Contrato social? En
caso afirmativo, ¿cómo? ¿O debe solamente participar a
distancia, eligiendo a los representantes que ejercerán el 5. La Diosa de la Democracia en la Plaza de Tiananmen de Pekín frcme a
un retrato de Mao.
poder en su nombre?

62
Filosofía política: una breve imroducción 3. Democracia

En la práctica, como sabemos, los sistemas políticos a sencillo consultar la opinión de la gente sobre un an1plio
los que llamamos democracias conceden a sus ciudada- abanico de cuestiones, desde la guerra y la paz hasta el
nos solamente un papel limitado en el gobierno. Tienen trato a los animales y el medio ambiente, pasando por los
derecho a votar en elecciones periódicas, se les consulta impuestos y el gasto público. ¿Por qué, entonces, sólo se
ocasionalmente mediante referendos cuando se tiene hace en 1as raras ocasiones en las que se convoca un refe-
que decidir alguna cuestión constitucional importante, y rencia?
pueden formar grupos para presionar a sus representan- La razón es la extendida creencia de que la gente co-
tes en asuntos que les conciernen, pero ése es todo su rriente simplemente no está «capacitada>> para enten-
poder. La capacidad real de determinar el futuro de las der lo que está detrás de las decisiones políticas, y por
sociedades democráticas está en manos de un número eso la gen te se alegra de poder ceder esas decisiones a
notablemente pequeño de personas -ministros, funcio- personas que consideran más cualificadas para enfren-
narios y hasta cierto punto miembros del parlamento o tarse a ellas. En el libro de Joseph Schumpeter, Capita-
de otra asamblea legislativa-, y resulta natural pregun- lismo, socialismo y democracia (1943), podemos encon-
tarse por qué. Si la democracia es la mejor manera de to- trar una formulación de no compromiso de este punto
mar decisiones políticas, ¿por qué no hacerla realidad de vista. En él, su autor sostiene que lo que debe hacer
permitiendo que la gente decida por sí misma y directa- el ciudadano no es intentar tomar decisiones directa-
mente las cuestiones importantes? mente, sino elegir un grupo de lideres que le represen-
Una respuesta que se suele oír en este punto es que re- ten. A diferencia de lo que sucede, por ejemplo, con las
sulta sencillamente imposible, en términos prácticos, transacciones económicas, en las que la gente experi-
que millones de ciudadanos corrientes participen en el menta directamente los resultados de sus decisiones (y
inmenso número de decisiones que los gobiernos de hoy si compran un producto defectuoso, pronto descubren
en día tienen que tomar. Si lo intentasen, no sólo queda- su error), en el caso de las decisiones políticas, dice
da paraJizado el gobierno, sino que ellos mismos se que- Schumpeter, no hay tal mecanismo de retroalimenta-
darían sin tiempo para hacer todas esas otras cosas que ción, y la gente pierde contacto con la realidad y se
la mayoría de la gente considera más importantes que la comporta de manera irresponsable.
politica.
Esta respuesta, sin embargo, es insuficiente, porque, Así pues, el ciudadano normal desciende a un nivel inferior
como es fácil ver, los ciudadanos podrían tomar las deci- de actuación mental tan pronto como penetra en el can1p0
siones políticas generales, dejando los detalles de su de la politica. Argumenta y analiza de una manera que él
puesta en práctica a ministros y similares. Gracias a la re- mismo calificaría de infantil dentro de la esfera de sus inte-
volución electrónica, hoy en día resultaría relativamente reses reales. Se hace de nuevo primitivo.
Filosofía politica: una breve introducción J. Democracia

Ésta es una tesis muy fuerte, e implica que el mejor sis- co varía de unos casos a otros. Algunas cuestiones son
tema al que podemos aspirar es lo que a veces se deno- fundamentalmente técnicas, de manera que la decisión
mina «aristocracia electiva». En él, todo lo que se le pue- será relativamente sencilla una vez que nos hayamos
de pedir al ciudadano de a pie es que sea capaz de puesto de acuerdo en la parte fáctica. Antes de permitir
reconocer a las personas capacitadas para tomar decisio- la entrada de un nuevo medicamento en el mercado, por
nes en su nombre (y echarles del gobierno, mediante los ejemplo, querremos saber si ha sido debidamente eva-
votos, si resultan no estarlo). Sean cuales sean sus otras luado y si se ha comprobado que es seguro, pero una vez
virtudes, este sistema encaja muy mal con el ideal demo- hecho esto, el darle luz verde será una cuestión rutinaria.
crático de que la autoridad política esté en manos del En otros casos, lo fundamental son Jos principios mo-
pueblo en su conjunto. ¿Qué podemos responder, en- rales. Pensemos en el debate sobre si la pena de muerte
Lences, al escepticismo de Schumpeter? Examinemos debe adoptarse o mantenerse para ciertos crímenes. En
más cle cerca cómo se alcanzan Jas decisiones polfticas. este caso, la informaci6n fáctica tiene su importancia
Pundamentalmente, una decisión política requiere un - ¿conseguirá la pena de muerte clisuadir eficazmente de
juicio polftico sobre qué se debe hacer en una situación este tipo de crímenes?, ¿qué probabilidades hay de que
en la que hay varias posibilidades y desacuerdo sobre se aplique a personas inocentes?-, pero la cuestión cru-
cuál es la mejor opción. cial, para la mayoría de la gente, es si tenemos o no legi-
¿Qué elementos forman parte de este juicio? En primer timidad moral para arrebatarle la vida a otro ser humano
lugar, información fáctica sobre lo que sucederá en caso de mediante el castigo.
elegir una u otra cosa; por ejemplo, ¿qué consecuencias Los juicios más difíciles son los que implican los tres ti-
económicas tendrá un determinado aumento de los im- pos de elementos a la vez. Consideremos el debate en e1
puestos? En segundo lugar, información sobre las preferen- Reino Unido sobre si hay que prohibir o hay que permitir
cias reales de las personas a las que va a afectar Ja decisión; la caza del zorro. La información fáctica es relevante: ¿en
suponiendo que el aumento de impuestos esté pensado qué medida la caza contribuye al control de la población
para financiar nuevas instalaciones deportivas, ¿cuántas de zorros?, ¿qué consecuencias tendría la prohibición to-
personas desean realmente estas instalaciones, y cuánto lo tal sobre la economía rural? También hay implicadas cues-
desean? En tercer lugar, hay una cuestión de principios mo- tiones de preferencias: ¿hasta qué punto es vital para los
rales; ¿es justo que todo el mundo pague impuestos para fi- que ahora cazan zorros el seguir haciéndolo, en vez, por
nanciar las instalaciones deportivas o su coste deben asu- ejemplo, de ir tras perros que siguen un rastro de semillas
mirlo solamente aquellos que van a darles uso? de anís?, ¿y qué opinan los demás habitantes del campo?,
En la mayoría de los casos, un juicio político incorpora- ¿quieren que continúe la caza, o están hartos de que caba-
rá elementos de estos tres tipos, aunque su peso específi- llos y perros pisoteen sus campos y estropeen sus cercas?

66
Filosoffn política: una breve introducción 3. Democracia

Por último, hay también cuestiones morales: la liber- del asunto, y, en caso de que esas opiniones sean djver-
tad individual, ¿incluye el derecho a cazar zorros?, ¿o gentes, tienen que decidir cuál es más .fiable. Por el mo-
tienen los zorros y otros animales derechos, dentro de mento, no hay razón para pensar que una aristocracia
los cuales está el derecho a no ser asesinado? Para llegar electiva emitirá mejores juicios que la gente co rriente.
a tomar una decisión, la mayoría de la gente querría to- El siguiente elemento es detectar las preferencias de la
mar en consideración todos estos aspectos, y por eso re- gente y su fuerza relativa. Aquí, podrías pensar, la demo-
sulta tan difícil formarse un juicio racional en este caso. cracia tiene una ventaja decisiva: al .fin y al cabo, cuando
Por supuesto, en la práctica la gente tiene opiniones muy las decisiones se toman democráticamente, todo el mun-
firmes sobre asuntos como éste, pero quizás lo ún.ico que do tiene la oportunidad de contribuir a ellas, de manera
eso demuestra es que las despectivas observaciones de que las opiniones y preferenci.as de todas las clases socia-
Schwnpeter sobre la competencia política del ciudada- les, etnias, confesiones religiosas, etc., serán escuchadas,
no medio están plenamente justificadas. pero nuestros gobernantes de hoy en día son predomi-
Veamos a continuación si las personas elegidas como nantemente hombres blancos de clase media. Por su-
representantes pueden hacerlo mejor, analizando sucesi- puesto, se espera que los miembros del parlamento y
vamente cada uno de los elementos del juicio político. otros legisladores tomen en cuenta las opiniones de sus
Una de las grandes dificultades que asedian la toma de electores, pero en realidad disfrutan de una gran inde-
decisiones políticas en las sociedades contemporáneas es pendencia (en la medida en que reciben presiones para
que muchos juicios requieren de información fáctica que votar en un sentido o en otro, las presiones proceden de
sólo los expertos en el tema pueden proporcionar. Esto su partido, no de la gente que les votó). Por tanto, sí que-
es evidente cuando lo que está en juego son cuestiones remos que las decisiones políticas respeten las preferen-
científicas, pero lo mismo sucede con muchos asuntos cias de quienes se van a ver afectados por esas decisio-
sociales y económicos, en los que el problema consiste nes, ¿no deberíamos tomar en consideración a toda la
en determinar los efectos probables de la ley o medida población en su conjunto, en vez de a w1a pequeña mi-
que se quiere instaurar. Por ejemplo, sí se produce la le- noría que no es socialmente representativa?
galización del can.nabis, ¿aumentaría o disminuiría el nú- Antes de llegar a la conclusión, no obstante, tenemos
mero de personas que terminan consumiendo heroína y que abordar una complicación más. Supongamos que,
otras drogas duras? La respuesta a este tipo de preguntas en una cuestión concreta, la mayoría apoya un tipo de
no es ni mucho menos obvia y, en general, los representan- política, pero la minoría, que apoya una política distinta,
tes electos y los funcionarios no están en mejor situación considera que la cuestión es mucho más importante de
que nosotros para contestarlas. Al igual que nosotros, tie- lo que piensa la mayoría. A menudo se dan casos de este
nen que confiar en las opiniones de los que sí saben algo tipo, y quizás el debate de la caza del zorro sea un buen

68
Filo~ofia polírica: una breve introducción 3. Democracia

rales, y la subsistencia de mucha gente depende de ella.


Un juicio político sobre este asunto debería tener en
cuenta no solamente el número de personas de cada ban-
do, sino también la fuerza con la que se inclinan hacia ese
bando. No parece justo que una Libia mayoría tenga que
pasar siempre por encima de una minoría apasionada.
¿Por qué razón los representantes electos habrían de
hacer mejores juicios que el público en general en asuntos
como éste? Una razón es que los miembros de una mino-
ría apasionada pueden presionarles más fácilmente. Los
representantes quizás se convenzan al ver la intensidad
con gue se defiende Ja posición de ese bando, o porque su
única preocupación es no perder votos de cara a las si-
guientes elecciones. Además, las minorías pueden múrse y
6. Una mam:ra de fo1·talecer la democracia: ¡ánimo, políticos! [En la viñe- llegar al acuerdo de que cada una de ellas defenderá tam-
ta: «SOLO PARA AN JMARLO UN POCO». Stafford Crips (laborista de izquier-
das) intenra animar al cachazudo caballo de la Democracia - lastrado por bién las exigencias de todas las demás, de modo que al
el socialista moderado Alee Walkden (izda.) y los sindicalistas Ernest Be- considerar conjuntamenle varias cuestiones es posible
vm (centro) y Walter Citnne (dcha.)- atándole a la cola un cartucho de di
namua, mientras un chucho fascista ladra con furia. El cartel del escapara-
que surja una coalición mayoritaria. Esta manera de en-
te hace referencia al tibio papel de los sindicatos (T.U.C.: Trade Union tender la democracia representaúva se denomina a veces
Congress)] Viñeta de David Low, 5 de septiembre de 1933.
«pluralismo», y se basa en el supuesto de que la gente se
unirá en grupos para defender sus intereses y preferencias
ejemplo de ello. La mayoría de la gente tiene una opi- más preciados, y que los encargados de tomar decisiones
nión más bien negativa de la caza del zorro, aun cuando responderán a Las actividades de estos grupos (actividades
no defiendan firmes posturas morales sobre los derechos que además de la acción de los lobbies, pueden incluir ma-
de los animales. Consideran que es un espectáculo arcai- nifestaciones e incluso formas ilegales de protesta).
co, esnob y por lo general desagradable y, si se les diera Desde luego, hay algo de verdad en el cuadro que pre-
la posibilidad, votarían a favor de su prohibición. Por su sentan los pluralistas, pero los politólogos han tendido a
parte, los cazadores de zorros son una pequeña minoría, ser escépticos al respecto. Y es que la presión que puede
pero la mayoría de ellos creen vehementemente que se ejercer un grupo no sólo depende del número de perso-
les tiene que dejar seguir cazando: la caza es un impor- nas involucradas, y de la intensidad de su compromiso,
tante acontecimiento social en muchas comunidades ru- sino también del tipo de organización y de la cantidad de

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Filosofi;~ política: una breve introducción
3. Democracia

recursos con los que cuentan, lo cual supone que ciertos


deré sobre el papel crucial que tiene que desempeñar
intereses tienen una ventaja inherente. El caso más claro
el debate en la toma democrática de decisiones, pero aho-
es el de los intereses empresariales, que pueden contra-
ra debemos considerar el tercer elemento constituyente
tar a abogados muy convincentes para que presionen a
del juicio político, a saber, el elemento moral.
su favot -incluso quizás para que consigan directamente
Los principios morales están presentes en casi todas las
el apoyo de representantes electos-, y además pueden
decisiones politicas (no sólo en las relacionadas con las Ua-
amenazar, de manera muy creíble, con terribles conse-
madas «cuestiones morales» como el aborto o la legaJiza-
cuencias si sus exigencias no son satisfechas. Por tanto,
ción de la homosexualidad) y lo que ópicamente se plan-
en un sisrema representativo se escucha de hecho a todas
tea es si una determinada ley que se pretende aprobar
las minorias, pero en absoluto a todas ellas por igual.
trata equitativamente a todos los individuos y a todos los
Pensemos ahora en lo que pasaría si se votase de mane-
grupos, o si conculca alguno de sus derechos. ¿Se puede
ra directa una cuestión en la cual la mayoría y la minoría
decir que los políticos tienen un conocimiento más pro-
tienen preferencias distintas. En este caso, no habría nin-
fundo que el ciudadano medio de los principios morales
gún punto central sobre el que se pudiera concentrar la
relevantes? La verdad es que resulta difícil afirmarlo: se
presión, de manera que todos los grupos tendrían que
suele decir que no hay expertos en moral. Y, de hecho,
recurrir al contacto directo entre sus miembros y el ma-
tiende a haber un acuerdo bastante amplio sobre cuáles
yor número de votantes posibles. Los grupos con mu-
son los principios básicos que deben gobernar la vida po-
chos recmsos podrían utilizarlos para hacer campaña en
litica en una sociedad democrática. Por lo tanto, no hay
los medios de comunicación, pero se podría poner un li-
razones para pensar que la gente tomaría peores decisio-
mite a esta práctica, del mismo modo que se pone un lími-
nes desde el punto de vista moral en w1a democracia di-
te en muchas democracias actuales a los gastos de campa-
recta que los politicos en una democracia representativa.
ña. En esta versión directa de la democracia, por tanto, los
Ahora bien, ¿podemos realmente separar estos tres
grupos con muchos recw·sos tendrían mucl1a menos in-
elementos del juicio político? ¿No es más bien el político
fluencia que en un sistema representativo. En general, se
experto ptecisamente aquel que es capaz de «combinar»
puede decir que en un sistema de democracia directa los
información fáctica relevante, conocimiento de los inte-
grupos minoritarios tienen que basar su estrategia más en
reses y preferencias de los ciudadanos y principios mora-
la persuasión y menos en el poder y en las influencias. Su
les para encontrar la mejor solución para un dilema polí-
suerte dependerá, fundamentalmente, de si los miembros
tico? Desde luego, aquí se plantea una cuestión de peso.
del grupo mayoritario están dispuestos a escuchar sus
A menudo es muy difícil tomar una decisión po15tica: es
planteamientos, moclificar sus propios puntos de vista y
posjble que exija conocer a fondo determinada informa-
encontrar compromisos. Un poco más adelante me exten-
ción compleja, o sopesar dos argumentos morales muy
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73
Filosofía políúca: una breve introducción 3. Democracia

equilibrados. Las personas que tienen que tomar deci- muy arriesgado pedir a la gente en general que tomase de-
siones políticas suelen hacerlo cada vez mejor. Pero no es cisiones políticas importantes si no tiene la formación y la
porque tengan una especial capacidad innata que ningu- información necesarias para emitir buenos juicios, pero
no de nosotros tiene. Nada hace pensar que el ciudada- por otro lado, no tiene ningún incentivo para adquirirlas
no medio no lo pudiese hacer igual de bien, si se le diese si no se le permite tomar decisiones significativas.
el tiempo y la información necesarios para pensar cuida- ¿Deberíamos preocuparnos porque nuestra democra-
dosamente un problema. Y de hecho hay pruebas que lo cia seguirá siendo incompleta mientras el papel político
confirman: los citizens' juries son pequeños comités de del ciudadano medio siga estando limitado, en general,
personas elegidas al azar para que debatan y recomien- aJ voto en las elecciones, más algtma actividad intermi-
den medidas concretas en cuestiones como la política sa- tente cuando se pone en peligro algo de su especial inte-
nitaria y la política de transportes. Convocan a expertos rés (como, por ejemplo, protestar frente a la iniciativa de
para que les informen, escuchan a los defensores de los construir una nueva carretera o una nueva urbanización
distintos puntos de vista y someten a discusión el proble- en su jardin)? Personalmente creo que si. La palabra
ma antes de emitir un veredicto. Los observadores se <<idiota» de nuestra lengua proviene del griego idiotes,
han quedado sorprendidos por la seriedad y el rigor de que designaba a la persona que vivía de manera comple-
sus debates y por la sensatez de sus conclusiones. tamente privada y no participaba en la vida pública de la
¿Cómo explicar entonces la pobre formación política ciudad. En la medida en que actualmente no consegui-
y el escaso interés que muestran la mayor parte de los mos ejercer nuestras capacidades políticas, la mayoría de
ciudadanos de las sociedades democráticas cuando son nosotros somos, por tanto, idiotas. Rousseau pensaba
entrevistados o encuestados? Lo normal es que no co- que ceder por completo la autoridad política a represen-
nozcan a los líderes políticos, que no sepan indicar las tantes electos era w1a perniciosa costumbre moderna:
diferencias entre los programas de los p1·incipales parti-
dos, ecc. Una manera de explicar esto es decir que la de- El pueblo inglés se piensa libre; se equivoca mucho; sólo lo
mocracia, tal y como se practica hoy en dia, ofrece muy es durante la elección de los miembros del Parlamento; en
pocos incentivos para que la gente adquiera conocimien- cuanto que han sido elegidos, es esclavo, no es nada. En los
tos y formación política. Todo lo que se le pide es hacer breves momentos de su libertad, el uso que hace de ella bien
una elección entre partidos cada cuatro o cinco años, y merece gue la pierda.
no hace falta saber mucho de política para tomar una de-
cisión como ésa (de hecho, entender los detalles más su- Aunque consideremos que Rousseau exagera en este
tiles de la política a menudo es irrelevante). Con Jo cual punto, el hecho de que la mayoría de los ciudadanos de
nos enfrentamos al problema del huevo y la gallina: sería las democracias contemporáneas estén demasiado apáti-

74 75
1'ilosofía poliu(,t. unJ breve introduccrón 3. Dcmocracin

cos como para vigilar de manera efectiva las actividades


ele sus líderes sí que debería alarmarnos. Es necesario
desarrollar formas de participación que proporcionen a
todo el mundo la experiencia de una ciudadanía activa,
ya sea a nivel local o mediante selección aleatoria de per-
sonas para que formen parte de cítizens 1 juries o simila-
res. Esta experiencia aumenta por lo general la cualifica-
ción de la gente, y después de haberla tenido es más
probable que se interesen de manera sostenida por la
política. Con ello descubrimos que la democracia no es
una cuestión de todo o nada, sino una lucha constante
por dar al conjunto de la población la autoridad última
sobre los asuntos del estado.
Pero ahora debemos volver a la cuestión todavía no re-
suelta de la mayoria y la minoría. Aunque de manera ta-
quigráfica podemos pensar en la democracia como el
«gobierno del pueblo», la realidad es que cuando hay
que tomar decisiones suele ser la mayoría quien las toma
(y de hecho, a menudo el vencedor de las elecciones es
un partido votado por «menos» de la mayoría de los vo-
tantes). Puesto que un acuerdo unánime sobre la política
a adoptar es ahamenre im probable, la votación mediante
mayorías parece inevitable como instrumento para to-
mar decisiones. Ahora bien, ¿qué decir de los que termi-
nan en el bando perdedor?
De entrada, podría parecer que no tienen derecho a 7 . Jean-Jacques Rousseau, filósofo de la democracia.
quejarse de nada: al fin y al cabo, sus votos se han conta-
do igual que los de la mayoría, y dar «más» peso a sus las que una minoría podría sentir que el gobierno de la
votos supondría violar la idea de igualdad política que, mayoría «viola» la igualdad política.
como vimos, subyace a la propia democracia. Pero ahí Una de ellas nos ha aparecido ya: es el caso de que los
no acaba la cosa. H ay dos circunstancias en particular en votantes de la mayoría se jueguen menos o tengan menos

76 77
I;Üosofía política: una breve introducción 3. Demo~:r¡¡cia

interés en la decisión que los votantes de la minoría. mente de lo que decida la mayoría, no será conculcado
Aunque el número de votos se ha contado de manera ninguno de sus derechos fundamentales recogidos en la
equitativa, da la impresión de que no sucede lo mismo constitución.
con las preferencias y los intereses. Este tipo de solución a menudo es tildada de antide-
La segunda circunstancia es la de un grupo que se en- mocrática, porque otorga a, por ejemplo, un pequeño
cuentra una y otra vez en minoría a la hora de votar. Ima- comité de jueces el derecho de bloquear la voluntad ma-
ginemos un club de raqueta en el que hay un gran nú- nifiesta de la mayoría de los ciudadanos. Pero es fácil ver
mero de entusiastas jugadores de tenis y un pequeño que la propia constitución se habría adoptado mediante
número de jugadores de squash igualmente entusiastas, un procedimiento democrático; además, casi todas las
y que siempre que se vota sobre si gastar el dinero para constituciones existentes incluyen cláusulas para enmen -
mejorar las pistas de tenis o las pistas de squash, los juga- dar y reformar la constitución, y por lo general no basta
dores de squash pierden. Podríamos pensar que este sjs- solamente con el apoyo mayoritario de los votantes para
tema no trata equitativamente a todos los miembros, y aprobar una enmienda. ¿Por qué razón querría la gente
que por tanto es menos democrático que otro sistema en aprobar una constitución que limita su capacidad de to-
el que los jugadores de squash consiguen lo que quieren mar decisiones mayoritarias en el futuro? Quizás porque
de vez en cuando. Tenemos, en otras palabras, dos pro- quieren asegurarse de que ciertos derechos suyos estarán
blemas: el problema de una minoría «intensa» y el proble- protegidos, y no están seguros de que no vayan a verse
ma de una minoría «persistente». alguna vez formando parte de una minoría impopular.
¿Cómo abordar estos problemas en una democracia? Pensemos por ejemplo en la libertad religiosa. Toda per-
l lay, fundamentalmente, dos formas de hacerlo. Una es sona creyente quiere estar segura de poder practicar su
diseñar una constitución que limite el poder de las ma- religión de una manera libre, aun cuando la mayo:í~ _de
yorías de manera que las minorías queden protegidas. la población esté frontalmente en contra de esa relig1on.
Por ejemplo, la constitución puede incluir una lista de Ahora bien, no es tan fácil predecir qué religiones atrae-
derechos que todo ciudadano debe poseer, y toda ley o rán sobre sí la cólera de la mayoría en el futuro. Por lo
medida que viole uno de estos derechos será desechada tanto, la mejor manera de garantizar esa seguridad es in-
como inconstitucional: tiene que haber por tanto una cluir el derecho a la libertad de culto en la constitución.
autoridad especial, por lo general un tribunal constitu- Otro mecanismo constitucional para proteger a las mi-
cional, que tenga el poder de decidir si una medida que norías es crear distintas circunscripciones para decidir
se quiere adoptar, o una medida adoptada provisional- distintos conjuntos de cuestiones. Así ocurre, por ejem-
mente, infringe o no la constitución. Todas las minorías plo, en los sistemas federales, en los que las regiones o
reciben en definitiva la garantía de que, independiente- provincias tienen competencia legislativa en asuntos es-

78 79
Pilosofía política: una breve introducción 3 Dtmocraoa

pecialmente relevantes para sus habitantes, mientras que sólo a ellos les corresponde decidir. Evidentemente,
otro tipo de decisiones están reservadas para el gobierno hay demasiados intereses contrapuestos en juego como
central. Sin embargo, las circunscripciones no tienen por para que la solución descentraüzadora del club de ra-
qué tener un fundamento territorial. Volvamos al ejem- queta funcione correctamente en este caso.
plo del club de raqueta en el que Jos jugadores de squash Por lo tanto, aunque los mecanismos constitucionales
eran tratados injustamente. Una solución obvia al pro- son un in1porta.nte instrumento para garantizar que las
blema es crear dos subcomités, uno encargado de cuidar minorías reciben un trato cor·tecto, el sistema democrá-
las pistas de tenis, y otro encargado de cuidar las pistas tico que pretenda tratar equitativamente a todos sus ciu-
de squash, y dar a cada uno de ellos una parte del presu- dadanos tendrá que ir más allá. Tendrá que asegurarse
puesto anual del club. En este caso, se protege a las mi- de que la mayoría toma en consideración adecuadamen-
norías convirtiéndolas en mayorías en los asuntos que te las inquietudes de la minoría antes de adoptar una de-
más les afectan. cisión 1inal, y ello incluso en los casos en los que no estén
En cualquier caso, sería muy ingenuo pensar que to- en juego los derechos básicos. En este punto, la clave es
dos los problemas relacionados con las minorías pueden el debate púbüco, en eJ que los dos lados escuchan el
resolverse mediante alguno de estos mecanismos consti- punto de vista del contrario y tratan de llegar a una solu-
tucionales. Esto se ve de manera especialmente clara en ción que sea, en la medida de lo posible, aceptable para
la cuestión de la caza del zorro. Las personas que quie- ambos. En otras palabras, se trata de que el votante ma-
ren cazar no pueden defenderse simplemente apelando a yoritario no vote simplemente por la solución que ya ha-
sus derechos constitucionales, porque es muy improba- bía elegido antes del debate, sino de que trate de formar-
ble que una constitución incluya un derecho ilimitado a se un juicio tras escuchar los argumentos del bando
la caza de animales. En el próximo capitulo examinare- contrario. A veces, se encuentra un principio general
mos más detenidamente cómo se puede establecer un con el que ambos lados pueden estar de acuerdo, y esto
ámbiw de libertad personal que ningún gobierno tenga supone un paso hacia adelante.
derecho a invadir, pero es fácil ver que los derechos de Pero, ¿por qué habría de comportarse así la mayoría?
caza no van a formar parte de él. Seguramente, la caza Por lo general, la solución final Lmplica que el lado ma-
de animales sea un asunto que debe ser decidjdo por ma- yoritario renuncia a parte de sus objetivos originales;
yoría, puesto que tanto el bienestar de los animales como por ejemplo, quienes empezaron deseando la prohibi-
la protección de especies amenazadas conciernen poten- ción tmal de la caza del zorro pueden terminar aceptan-
cialmente a todo el mundo. Del mismo modo, tampoco do, después de oír los argumentos de la otra facción, que
puede defenderse la encendida posición de los cazado- se permita la caza siempre y cuando esté regulada como
res de zorros diciendo que la caza del zorro es un asunto es debido.

So
rilosofía política: una breve introducción 3. Dcmocracm

Ahora bien, si tienes una gran cantidad de seguidores que resistamos -a menos que nos aferremos a la idea de que
en tu lado, ¿por qué retroceder de esa manera? Hay dos la autoridad política pertenece en último término a la
razones para ello. Una es simplemente por respeto a tus ciudadanía en su conjunto- terminaremos siendo devo-
conciudadanos. Quizás en el asunto que se está tratando rados, como ya nos avisó Locke, por los leones que nos
estés en profundo desacuerdo con ellos, pero se supone gobiernan.
que, en una democracia, sus voces cuentan igualmente, La discusión sobre la democracia ha hecho surgir otras
así que debes escucharles antes de decidir, y si es posible tres cuestiones que nos van a ocupar en los capítulos si-
encontrar una solución que tome en cuenta lo que dicen. guientes. La primera de ellas es si hay una esfera de liber-
(I la y algunos asuntos que no admiren acuerdos de nin- tad personal que deba ser protegida frente a las intrusio-
gún tipo, pero en realidad son muy raros: incluso en un nes, incluso de un gobierno democrático. La segunda es
caso como el aborto, hay más posibilidades aparte de la si determinados grupos minoritarios deben ser dotados
prohibición tOtal y la libertad total de abortar a petición de derechos «especiales», que estén por encima de los
de las usuarias). La otra razón por la cual puede ser sen- derechos constitucionales propios de todos los ciudada-
sato renunciar a algunos de los objetivos iniciales es que nos, para garantizar que reciben un trato justo. Y la ter-
quizás en la siguiente vuelta tú estés en minoría, y que- cera es en qué condiciones la democracia es en absoluto
rrás que los que están en el lado mayoritario tengan en posible -concretamente en qué casos la gente confiará
cuenta tus inquietudes. En otras palabras, te interesa fo- en el prójimo lo suficiente como para respetar una cons-
mentar una cultura democrática en La que las mayorías titución democrática, y estará dispuesta a discutir y deci-
no arrollen simplemente a las minorías, sino que traten dir cosas en un ambiente de mutuo respeto-. En el
de considerar justamente sus intereses antes de tomar próximo capítulo me ocuparé de la primera de estas
decisiones. cuestiones.
Resulta, pues, que la democracia es una tarea muy exi-
gente. Exige que la gente se interese por asuntos políti-
cos que a menudo son complicados y parecen estar muy
apartados de sus vidas cotidianas, y exige que tengan
mesura y autocontrol cuando tomen decisiones de este
tipo -especialmente, que no pisoteen a los grupos mino-
ritarios aunque puedan hacerlo-. Puede ser difícil .resis-
tir los cantos de sirena que nos dicen que sería mejor de-
jar las decisiones políticas en manos de aquellos a los que
hemos votado para que nos representen. Pero a menos
4. La libertad y los límiLes del gobierno

4. La libertad y los límites del alcance de la política -sobre si hay o no hay áreas de
la vida humana en las que el gobierno deba abstenerse
del gobierno categóricamente de intervenir-. Esta idea, que es un ele-
mento fundamental de la ideología política dominante
en nuestra época -el liberalismo-, no había aparecido
aún en la época en la que pintaba Lorenzettí. Por su-
puesto, el buen gobierno de Lorenzetti dejaba un consi-
derable margen de libertad: la gente era muy libre de
cultivar, comerciar, cazar, etc., pero no se trataba de w1a
cuestión de principios, sino más bien de la limitada ca-
pacidad del gobierno para intervenir en esos aspectos de
la vida diaria.
La idea de que el gobierno debe estar limitado ha ido
configurándose a lo largo de varios siglos, y recibió su
Si nuestro pintor síenés, Ambroglio Lorenzetti, viajase primer impulso de los conflictos religiosos posteriores a
en una máquina del tiempo hasta el día de hoy, y le pre- la Reforma europea del siglo XVT. Cuando la Iglesia cató-
guntásemos su opinión sobre la filosofía política conteni- lica romana perdió su monopoUo sobre la vida religiosa
da en este libro, creo que gran parte de lo que hemos di- de las sociedades cristianas, la primera respuesta f-ue que
cho hasta este momento le resultaría familiar y más o cada comunidad política debía tener su propia religión
menos aceptable. Probablemente pensaría que he dedi- oficial, ya fuese católica o protestante. Sin embargo, la
cado más espacio del necesario a las ideas anarquistas, y multiplicación de sectas protestantes dio lugar a una exi-
consideraría extraordinario que algtúen pueda tener es- gencia de tolerancia religiosa: dentro de ciertos límites,
crúpulos morales frente a la caza del zorro, pero estaría- cada persona tenía derecho a buscar su propio camino
mos (confío) fundamentalmente de acuerdo en cuanto a hacia Dios, y el estado no tenía por qué interferir en esta
la naturaleza de la autoridad política, la necesidad de búsqueda. Con el paso del cjempo, la exigencia de liber-
que los gobernantes respondan ante el conjunto de los tad religiosa se transformó en una exigencia más amplia
ciudadanos, y los elementos que forman parte de un de libertad personal: una defensa del derecho de cada
buen juicio político. Sin embargo, Lorenzetti encontra- persona a elegir sus propias creencias y su propio modo
da mucho más extraño el capítulo que ahora comienza. de vida, siempre y cuando esas decísiones no afectaran
Este capítulo trata sobre la cuestión de si hay o no hay un directamente a la libertad de otros. Concretamente, el
ámbito de libertad humana que deba mantenerse fuera movimiento romántico de finales del siglo XVIII y princi-
Filosofía política: una breve inLroducción
4. La libertad y los Límiles dcl gobierno

pios del XIX legó a todas las generaciones posteriores la que estamos hablando? ¿Qué queremos decir cuando
idea de que cada persona es un individuo único, y que decimos que alguien es libre para hacer esto o aquello, o
sólo puede realizarse verdaderamente si se le permite para vivir de una manera o de otra? En segundo lugar,
elegir por si misma su forma de vivir. Y esto, natural- ¿qué limites tiene la libertad individual? ¿Qué hay que
mente, exige el espacio más amplio posible para probar hacer cuando mi libertad entra en conflicto con otros
nuevos y originales modos de vida: nuevas profesiones, objetivos políticos, incluida la libertad de todas las de-
nuevas formas de expresión artística, nuevas maneras de más personas? ¿Hay alguna manera de resolver este pro-
entender las relaciones personales, etc. Como escribió blema según principios?
John Stuart Mili en su clásico escrito Sobre la libertad (de Comencemos con la propia libertad, una idea esquiva
cuyas propuestas prácticas hablaremos más adelante):
que ha llenado páginas y páginas de libros de @osofía
política. Como primer acercamiento, diremos que la li-
No hay razón para que toda existencia humana tenga que
bertad de w1a persona depende del número de opciones
construirse sobre uno o sobre un pequeño número de patro-
disponibles y de su capacidad de decidirse por una de
nes. Siempre y cuando una persona posea w1a cantidad ra-
ellas. Una persona que puede elegir entre diez trabajos
zonable de sentido común y de experiencia, su propio modo
diferentes tiene más libertad que otra que sólo puede
de disponer su existencia es el mejor, no porque sea el mejor
elegir entre dos. Naturalmente, también impona la cali-
en sí mismo, sino porque es el suyo. Los seres humanos no
dad de las opciones: alguien puede pensar que la posibi-
son como las ovejas; e incluso las ovejas no son tan similares
lidad de elegir entre dos trabajos buenos le da más liber-
que no se las pueda distinguir.
tad que la posibilidad de elegir entre diez trabajos
infames, sobre todo si todos los trabajos malos soo simi-
Los liberales razonaban de este modo: puesto que la li-
lares (barrendero, limpiador de oficinas, limpiador de
bertad individual tiene un valor tan grande, debe prohi-
aseos, etc.). Así pues, en vez de <<número de opciones»
birse a todos los gobiernos, por muy buena que sea su
quizás deberíamos decir «amplitud de opciones», donde
constitución, que interfieran en ella. El buen gobierno
«amplitud» incluye también el valor de las opciones dis-
no basta: incluso el gobierno mejor constituido y mejor
ponibles y el grado de diferencia que hay entre ellas.
intencionado sentirá la tentación de entrometerse en zo-
Debemos incluir además la segunda cláusula, la «capa-
nas en las que la libertad individual debe ser intocable.
cidad de decidirse por una de las opciones», porque al-
Ésta es la idea que a Lorenzettí le habría resultado tan
guien podría tener ante sí diversas opciones pero por
extraña, y que vamos a explorar en este capítulo.
una u otra razón ser incapaz de decidirse auténticamente
Tenemos que hacernos dos preguntas fundamentales.
por una de ellas. Imaginemos por ejemplo que alguien te
En primer lugar, ¿qué es exactamente esta libertad de la
ofrece la opción de ir a ver una de las dos obras de teatro
86
87
4. La libenaJ y lo:. limues Jd gobiemo
Filosofía política: una breve introuucción

que se representan esta noche, pero sólo le dice el títu lo de haber opciones cuando a las mismas se vinculan san-
de las obras, ninguno de los cuales te suena de nada. ciones de distinto tipo. Las leyes, en concreto, resLringen
la libertad de quienes están sometidos a eUas, porque se
Puedes elegir una obra al azar, pero no puedes elegir en
el sentido de decidir qué obra te apetece ver más. O, si aplica un castigo a los que las incumplen. Nada me imp~­
de, físicamente, conducir a mayor velocidad de la perllll-
no, pensemos en una chica que está completamente do-
minada por su madre y que siempre hace lo que ella su- tida, o romper la ventana de mi vecino, pero si lo hago,
giere. Cuando se le ofrecen distintos trabajos, elige inva- estru·é expuesto a ser detenido y castigado, de modo que
riablemente el que recomienda su madre. Desde un no soy libre de hacer tales cosas. Lo mismo sucede con
punto de vista, tiene libertad para elegir su empleo, pero las amenazas hechas por personas. Si alguien me amena-
desde otro punto de visLa, no lo tiene. za con darme una paliza si me ve otra vez hablando con
Podemos decir, por tanto, que la libertad tiene un as- su novia, entonces (suponiendo que la amenaza vaya en
pecto externo y un aspecto interno: depende de si la serio) eso deja de ser una opción para mí.
constitución del mundo abre ante nosotros varias puer- Generalmente se admite que los impedimentos físicos y
tas, pero también depende de si somos capaces de elegir las sanciones son barreras que reducen la libenad. La cosa
auténticamente por qué puerta pasar. Para entender qué se vuelve mucho más controvertida cuando lo que disuade
significa realmente que una puerta esté abierta, y qué sig- a la gente de elegir algo es el coste que supondría hacerlo,
nifica hacer una auténLica elección, tenemos que profun- y el «coste» no es ninguna forma de castigo~. de sanc!ón.
dizar ahora un poco más. Siguiendo una formulación que a veces se utiliza: ¿es libre
¿Cuándo podemos decir que alguien dispone de la op- de cenar en un restaurante caro -el Ri.tz, por ejemplo- una
ción de elegir? Demos la vuelta a la cuestión y pregunté- persona que no tiene un céntimo? ¿Diremos que no por-
monos cuándo «no» hay opción. El caso más claro es que en realidad no hay ninguna posibilidad de que una
aquel en el que la opción de elegir se ha vuelto física- persona así cene en el Ritz (al menos sin su~rir las terni?les
mente imposible: una persona a la que se ha inmoviliza- consecuencias que se seguirí~m al descubnr que no t1ene
do o a la que se ha metido en prisión tiene muy poca li- dinero)? ¿O diremos que sí porque el único impedimento
bertad, porque se le impide físicamente hacer casi todas es su falta de medios, y no Ja intención de los dueños del
las cosas que haría en otro caso. Algunos filósofos de la Ri.tz o de cualquier otra persona de impedirle que cene
política, incluido nuestro viejo amigo Hobbes, han sos- allí? Ésta no sólo es una pregunta filosófica, porque el
tenjdo que lo «único» que restringe la libertad de las modo mismo de entender las relaciones entre gobierno y
personas son los impedimentos físicos. A la mayoría de libertad depende de la respuesta que le demos.
la gente, sin embargo, esto le parece un punto de vista Entre otras muchas medidas, los gobiernos ponen en
demasiado estrecho. Por lo general, pensamos que deja marcha políticas de transferencias de recursos -por lo

88
filosofía polióca: una breve introducción
4. La libertad y los límites del gobierno

general, para que los recursos fluyan de los que más tie- ceso universal a un sistema de atención médica, ya sea a
nen a los que menos tienen-. Ahora nos gustaría saber si través de la sanidad pública, ya sea regulando el merca-
esto aumenta la libertad de los receptores, o disminuye do de seguros médicos para que todo el mw1do pueda
la libertad de los contribuyentes, o ambas cosas, o ningu- pagarse una cobertura apropiada. De manera que si al-
na de ellas. guien se enfrenta a una factura de 12.000 euros por una
Así pues, consideremos en primer lugar algtmos ejem- operación que necesita, la responsabilidad es del estado,
plos de gente que no puede hacer cosas que le gustaría que no ha cumplido con su obligación. El que los costes
hacer por el coste que ello conlleva. ¿Diremos que cuan- de una elección supongan o no una restricción de líber-
do los costes llegan a un determinado punto la persona tad depende no solamente de la magnitud de estos cos-
ya no es libre? Esto es simplificar demasiado: compare-
mos a una persona con un sueldo modesto que no puede
permitirse unas vacaciones de 12.000 euros con otra per-
"My d....,. cnap. don't you ,....u$a
sona con el mismo sueldo que necesita una operación _.,4! out only for Hbefty • ~
líbtrTy- to Takt. mor~ 'll¡an your f~r
privada de 12.000 euros para aliviar una dolorosa (aun- wh~cr.. of fOOd • To gr.t your peTrot
rEserdlns of COIISOq_o~c(;s -li~rTy
que .no incapacitante) afección. ¿Por qué decimos que la to onjoy your pr-of.ls wo'lltout all 'Thos
'ho,¡o;;>itlon- and, of C<>UI'Sf., libeo'ty To
segunda persona no es libre de obtener la operación que mal<~ 1he wor•kus do w~<:>.t 11-Jey're
dasned well Told •
necesita, mientras que en el primer caso solemos utilizar
otro lenguaje, y decimos: es libre de tener esas vacacio-
nes, simplemente no se lo puede permitir? ¿Por qué el
lenguaje de la libertad nos viene de manera natural en el
segundo caso, pero no en el primero?
Unas vacaciones catas son un bien de lujo cuya distri-
bución es razonable dejar en manos del mercado econó-
mico, donde la gente toma decisiones sobre cuánto gana
y cómo gasta sus ingresos. Independientemente de si la
persona de nuestro ejemplo pudiera haber ganado en
realidad 12.000 euros más trabajando más horas, cam- 8. Una visión controvertida de la libertad: «LA LlBeRTAO EN YERSJÓN OR·
biando de trabajo o reduciendo otros gastos (cosa que se DINARIA: "Pero hombre, ¿no Le das cuenLa de que sólo velarnos por la li-
bertad, por tu libertad, para que puedas obtener tu ración escasa de comi-
puede discutir), sabemos con plena certeza que nadie da y conseguir el petróleo que necesitas sin reparar en los medios, por la
tiene la obligación de costearle esas vacaciones. Por el libenad para que puedas gozar de rus beneficios sin pagar impuestos y, por
supuesto, por la liberrad de obligar a los trabajadores a hacer lo que se les
contrario, el estado tiene la obligación de garantizar el ac- manda?"». Viñeta de David Low, 15 de febrero de 1950.

90 91
Filosofía política: una breve introducción 4. L:llibcrtad y los hmitc~ del gobierno

tes, sino también de cómo han surgido dichos costes y de


si alguien es responsable de su existencia.
Por lo tamo, es errónea la opinión comúnmente de-
fendida de que cuanto más hacen los gobiernos, menos
libertad tiene la gente. Es verdad que los gobiernos a
veces restringen libertades, en ocasiones de manera jus-
tificada y en ocasiones de manera injustificada (la ley que
obliga a ponerse el cinturón, por ejemplo, limita la liber-
tad de los conductores, pero casi todo el mundo está de
acuerdo en que se justifica por las vidas que salva). Pero
la acción del gobierno también aumenta a veces la liber-
tad disponible, al ofrecer a la gente opciones de las que
no podría disfrutar de otra manera por su elevado coste.
Debemos ahora examinar medidas concretas, para ver si
al abrir nuevas opciones lo que está haciendo el estado es
cerrar otras opciones más importantes. Por desgracia, la
mayor parte de la retórica política sobre «la sociedad li-
bre» no desciende nunca a este nivel de detalle. En este
puntO, la filosofía política, que se pregunta qué quere-
mos decir exactamente cuando decirnos que una perso-
na no es libre de elegir una determinada opción, puede
ayudarnos a elaborar juicios mejor informados y más
macizados sobre las relaciones entre gobierno y libertad
personal. Éste es un buen exponente de lo que dije en el
capítulo 1 sobre el valor de pensar filosóficamente las
cuestiones políticas cotidianas. 9. Isaiah Bcrlin, el filósofo de la libertad más leído del siglo XX.
Los gobiernos pueden intervenir menos directamente
en lo referente al aspecto interno de la libertad, es decir, a negativa», que seda la libertad entendida como disponibi-
la capacidad de una persona de tomar auténticas decisio- lidad de opciones no bloqueadas por factores externos.
nes entre las opciones que se le presentan. A veces a esto Uno de los filósofos de la poJítica que ha contrapuesto es-
se le llama «libertad positiva», por oposición a la «libertad tos dos tipos de libertad ha sido Isaiah Berlín, en su famo-

92 93
Filosofía política: una breve inttoducción 4. La libertad y (o; límites c.ld gobierno

sa conferencia «Dos conceptos de libertad». Berlin quería fuerza externa, como la chica que siempre hace Jo que
resaltar el peligro que conlleva la «libertad positiva», pues le dice su madre. Aunque en este caso la persona pare-
puede utilizarse según él para justificar regímenes autori- ce satisfecha con sus decisiones -no hay lucha interna,
tarios o totalitarios, como la Unión Soviética de Stalin, en como suele haber en Jos compulsivos o los adictos-, ve-
la que la gente gozaba de muy poca «libertad negativa». mos que sus decisiones no son realmente suyas. Para
A mí me parece, sin embargo, que resulta más provechoso que se produzca una auténtica elección, tiene que ha-
considerarlas como complementarias, y ya he sugerido an- ber un cierto tipo de independencia; una persona libre
tes, mediante algunos ejen1plos, que debemos preocupar- tiene que preguntarse a sí misma «¿qué quiero en reali-
nos tanto de que se pueda elegir verdaderamente como de dad? ¿en qué creo verdaderamente?», y ser capaz de
que haya opciones donde elegir. Ahora bien, ¿cómo po- rechazar respuestas de segunda mano. En este sentido,
dremos saber cuándo una elección es una verdadera elec- la gente pierde su libertad cuando la presión social para
ción? Esto es más difícil de decidir. que se adapten a las convenciones y creencias imperan-
Quizás nos pueda servir de ayuda, una vez más, abor- tes se hace tan fuerte que no son capaces de resistirla.
dar la cuestión desde el ángulo opuesto, y preguntarnos La religión y las ideologías políticas pueden generar, las
cuándo reconocemos de manera obvia que una elección dos, este efecto.
no es una auténtica elección. Un ejemplo bastante claro ¿Cómo podemos fomentar la libertad interna, la capa-
es el de las personas que son víctimas de una compulsión cidad de elegir auténticamente? Una manera de hacerlo
o una adicción -por ejemplo, el cleptómano que no pue- es exponer a la gente a un amplio abanico de alternati-
de evitar robar cuando se presenta la ocasión, o el drogo- vas, de modo que se sienta menos inclinada a suponer
dependieme que hará lo que sea para conseguir la si- que un determinado conjunto de creencias, o un deter-
guiente dosis-. Las personas que están en esta situación minado modo de vida, debe ser el correcto (inversamen-
actúan en el momento de la decisión siguiendo su deseo te, las sectas religiosas y los regímenes políticos que quie-
más fuerte, pero cuando toman distancia y reflexionan, ren controlar las decisiones de sus miembros hacen todo
saben que éstos no son los deseos que quieren tener. Si lo posible para asegurarse de que no vean o experimen-
pudiesen pulsar un botón y deshacerse de la compulsión ten nada que se desvíe del modo de vida sancionado
o la adicción, lo harían. Su decisión de coger la camisa o como correcto). Por lo tanto, un gobierno que quisiese
de inyectarse la heroína no es una auténtica elección, fomentar la libertad de elección podría hacerlo promo-
porque está motivada por un impulso que el individuo viendo la diversidad social-exponiendo a la gente a nue-
en cuestión preferiría no tener. vos modos de vida, nuevas formas de cultura, etc.-. Una
Un ejemplo de distinto tipo es el que se da cuando las manifestación práctica de esta estrategia podría ser la si-
elecciones de una persona están determinadas por una guiente: un sistema educativo que animara a los niños a

94 95
hlosofía polnic:a: una breve Introducción 4. La libertad y los limites del gobierno

pensar críticamente sobre las creencias y valores hereda- John Stuart Mili, el autor dd ya citado ensayo 5obre la
dos de sus padres o asimilados en su entorno social, y libertad, creía que tal esfera, de hecho, existe. En su opi-
que al mismo tiempo les pusiese en contacto con otros nión, las acciones que Mili denomina «autorreferentes»
credos y otros valores culturales juntando en las mismas (self-regarditzg), es decir, las que no causan perjuicio a los
escuelas a niños de diferentes comunidades. Sin embar- intereses de nadie excepto, quizás, a los del agente mis-
go, a diferencia de la libertad externa, la libertad interna mo, no deben ser obstaculizadas nunca. MilJ considera-
no se puede garantizar. Algunas personas tienen por na- ba que este principio fundamema la libertad de pensa-
turaleza una forma independiente de pensar; otros na- miento y de expresión, y la libertad personal de vivir la
cen conformistas. La política sólo puede proporcionar vida que uno quiera -cómo vestir, qué comer y qué be-
condiciones más favorables para que los gue quieran de- ber, a qué actividades culturales dedicarse, qué relacio-
gi r su propio camino en la vida puedan hacerlo. nes sexuales tener, en qué religión creer, etc.-. (Estas
Hasta el mo mento, he tratado de explicar qué es la li- ideas nos resultan hoy en día familiares, pero en la época
bertad y por qué en las sociedades contemporáneas se le en la que escribía Mil1, en pleno periodo victoriano, se
otorga un valor tan elevado. Ahora me gustaría empezar consideraban radicales e incluso ofensivas). Ahora bien,
a explorar sus límiles. ¿se puede trazar realmente Ja línea que MiJl quería tra-
La necesidad de limitar la libertad individual en varios zar?, ¿hay realmente acciones que, con plena cerreza,
sentidos debería ser evidente por sí misma: la libertad de sólo van a causar perjuicio a la persona que las realiza?
cada persona debe resLringirse de manera que permita a Mill admitía que determinadas personas podrían sin
todas las demás personas disfrutar del mismo grado de duda sentirse «ofendidas» por comportamientos que él
libertad externa. Pero además, más allá de este punto, consideraría autorreferentes -indumentarias extrava-
hay muchos objetivos sociales legítimos cuya consecu- gantes, prácticas sexuales insólitas, ateísmo militante,
ción requiere limitar la libertad individual. Para proteger etc.-, pero sostenía que sentirse ofendido por algo no es
el medio ambiente, por ejemplo, hay que impedir que la lo mismo que verse perjudicado por ello. Verse perjudi-
gente tire basura, contamine d aire con sus tubos de es- cado tiene que ver con ser atacado o amenazado, con
cape, convierta hábitats salvajes en terrenos urbaniza- que tus propiedades sean destruidas, o con que ru situa-
bies, etc. Sopesamos la libertad frente a otros valores, y a ción económica empeore, y a ojos de Mili esto es algo
veces tenemos que sacrificarla. Pero, ¿hasta dónde debe que puede determinarse objetivan1ente. Por el contrario,
llegar este sacrifico? ¿Existe alguna esfera de libert ad sentirse ofendido depende de las convicciones y actitu-
personal cuya invasión no está justificada bajo ningún des personales de la persona ofendida - quizás a ti te
concepto, independientemente de los beneficios quepa- ofenda la homosexualidad, o la música rap, pero es por-
rezcan derivarse de su limitación? que según tu escala personal de valores estas actividades

97
foilosotía políuca: una breve introducción 4. La libertad y los lunues del gobierno

están mal o son inacep[ables; mi reacción ante ellas pue- aun cuando otras personas consideren que su forma de
de ser muy distinta-. A Mili le parecía perfectamente expresarse es profundamente ofensiva.
bien que quienes se sientan ofendidos por otJ·as personas Hay tres cosas que merecen especiaJ atención en los
traten de evitarlas, e incluso que traten de convencerlas ejemplos que hemos puesto. La primera es que la consi-
de que cambien su conducta, pero lo que no pueden le- deración de la conducta como ofensiva no es solamente
gítimamente hacer es impedir esa conducta mediante una cuestión de idiosincrasia personal. Al margen de lo
una ley o cualquier otro medio. que pensemos nosotros sobre los posters de desnudos,
Podemos preguntarnos ahora si ofensa y perjuicio deberíamos ser capaces de entender por qué muchas
pueden distinguirse tan fácilmente. Supongamos que mujeres los consideran ofensivos. Se trata de algo muy
una mujer trabaja en una oficina o una fábrica en la que distinto de, por ejemplo, oponerse a que alguien cuelgue
la mayoría de los trabajadores son hombres, y que éstos un poster de David Beckham encima de su mesa de tra-
insisten en colgar grandes posters de mujeres desnudas bajo porque eres ran del equipo rival.
que a ella le parecen ofensivos. Como resultado de ello, En segundo lugar, la ofensa sólo se puede evitar me-
la mujer se siente incómoda en el trabajo e incluso puede diante un cambio sustancial en la conducta de la víctima,
decidir dejarlo. En un sentido muy evidente, está siendo por ejemplo, dejando el trabajo o abandonando la uni-
perjudicada por el comportamiento aparentemente au- versidad, a diferencia de lo que sucede si me siemo ofen-
torreferente de los hombres de la empresa. dido por los posters que mi vecino üene en la pared de
Otro ejemplo puede ser el llamado «discurso del odio»: su saJón -puedo evitarlos no yendo a esa casa- o por las
los comentarios malintencionados dirigidos en público a opiniones vertidas en w1 periódico racista, que no tengo
los miembros de minorías étnicas o religiosas pueden ha- por qué comprar.
cer que abandonen escuelas, universidades, o puestos de En tercer lugar, la conducta ofensiva en sí misma no
trabajo, o al menos hacer que se sientan muy incómodos tiene o tiene un valor positivo muy pequeño que ofrecer
en ellos. Una vez más, parece que un comportamiento que frente al mal que produce: no forma parte esencial de la
de manera inmediata sólo es ofensivo, puede causar per- idea de «buena vida» de nadie el tener que poder ver
juicios de manera indirecta. Aquí se nos presenta una po- mujeres desnudas mientras trabaja, o el poder insultar a
sibilidad de elegir: podemos ampliar la idea de perjuicio negros o musulmanes (no niego que algunas personas
para que incluya estos casos, y entonces se reducirá la es- puedan desear, con gran intensidad, hacerlo, pero la
fera de las acciones autorreferentes, o podemos atenernos cuestión es ¿qué se pierde si se les impide?). Aunque la
a la tesis inicial de que sólo la conducta directamente per- libertad de expresión es importante, no LOda expresión
judicial puede ser obstaculizada, en cuyo caso diremos importa lo mismo. Es muy importante que todo el mun-
que la gente debe tener derecho a expresarse libremente do pueda rendir culto libremente, que todo el mundo

99
Filosofía política: una breve inrroducción 4. La libertad y los limites dcl gobierno

pueda participar en el debate politice, que todo el mun-


do pueda expresarse artísticamente, etc., pero es muy
poco importante que puedan poner posters en su traba-
jo, o gritar agresivos eslóganes racistas.
Así pues, en vez del simple principio de Mili-que nin-
guna conducta autorreferente debe ser obstaculizada-,
quizás tengamos que adoptar juicios más complejos, so-
pesando el vaJor de ]os diferentes tipos de conducta des-
de el punto de vista de los costes que suponen para los
demás y de la facilidad con la que se pueden evitar di-
chos costes.
Fijémonos ahora en otro problema diferente que se le
plantea al principio de Mili: las conductas que sólo tie-
nen consecuencias inmediatas para el agente pueden sin
embargo tener consecuencias a largo plazo para otras
personas porque el agente quizás ya no puede contribuir
a la sociedad en la misma medida, o porque crea costes
que otros tienen que pagar. Es posible que una persona
que se convierte en alcohólica, por ejemplo, no consiga
mantener un empleo estable; una persona que fuma mu-
cho, aunque sólo lo haga en su casa, está aumentando
sus probabilidades de tener cáncer o una enfermad car-
diaca, y por tanto de necesitar tratamiento médico a cos-
ta del erario público. La cuestión aquí, por tanto, es si
debemos o no considerar que este tipo de actividades
son exclusivamente autorreferentes y tienen derecho a la
protección en virtud de la libertad individual.
Mili también analizó el ejemplo del alcoholismo, y sos-
tuvo que la cuestión de la bebida dejaba de ser exclusi-
vamente autorreferente en dos casos: cuando la persona 10. John Stuan Mili, utilitaiista, feminista y defensor de la libertad.
en cuestión ha asumido un trabajo o un compromiso im-

lOO 101
Filosofía política: una breve introducci6n 4. La libenad y los límites del gobierno

posibles de realizar bajo la iníluencia del alcohol, y cuan- gir a todas las personas, y con carácter coactivo, que con-
do existe el riesgo de que la persona cometa actos violen- tribuyan a la financiación de los servicios sociales y que
tos mientras está borracha. Ahora bien, si el único efecto eviten depender innecesariamente de ellos?
de la bebida es reducir la contribución social que la perso- Ésta es una de las cuestiones más polémicas de la polí-
na en cuestión es capaz de realizar, entonces la sociedad tica actual. Uno de los motivos por los que quizás tenga-
no tiene ningún derecho a impedírselo. En la escuela se mos que darle finalmente la razón a Mill es que, una vez
puede educar a los niños acerca de sus responsabilidades abandonado su principio de libertad, no parece haber
sociales, y se les puede alertar de los peligros del alcohol, ningún lugar claro en el que parar. Por ejemplo, ¿debe el
etc., pero en el caso de personas adultas, lo más importan- estado exigir a sus ciudadanos que lleven una dieta salu-
te es preservar la libertad, aun cuando la sociedad en su dable?, ¿debe obJigarles a hacer ejercicio regularmente?,
conjunto pueda verse perjudicada como resultado de ello. ¿debe impedir que hagan deportes de riesgo? Cualquie-
Una de las razones que pueden hacernos vacilar a la ra de estas medidas reduciría notablemente el coste de la
hora de seguir a Mill en este punto es que, desde la épo- sanidad pública, pero aun así puede parecernos una in-
ca en la que él escribía hasta ahora, el estado ha asumido tromisión intolerable en la vida privada. Si éste es el
un conjunto mucho mayor de responsabilidades hacia caso, quizás lleguemos a una conclusión como la siguien-
sus ciudadanos, de manera que hoy en día tiene que cu- te: el estado puede exigir legítimamente que todos aque-
brir los costes de muchas más conductas aparentemente Uos que vayan a hacer alpinismo o deportes extremos
autorreferentes. Cuando Mili escribió Sobre la libertad contraten un seguro; el estado tiene un papel fundamen-
no había sanidad pública, no había sistemas nacionales tal en La «educación» de las personas (incluidas personas
de educación ni de ayudas económicas a los pobres, no adultas) sobre los riesgos que conlleva fumar, beber, co-
había vivienda pública, etc. Aquellos que dañaban su mer alimentos grasos, pasar la mayor parte del tiempo de
propia salud o se incapacitaban para el trabajo tenían ocio repanchingado delante del televisor, etc.; sin em-
que asumir los costes, en gran medida, ellos mismos, o bargo, no se le debe «impedir» que hagan todas estas co-
solicitar ayuda a las instituciones de beneficencia locales, sas. Como decía Mili, se trata de «un inconveniente que
las cuales tenían derecho a poner ciertas condiciones a la sociedad se puede permitir en aras del bien mayor de
los destinatarios de las ayudas. La cuestión entonces es si la libertad humana».
el principio de Mili sigue teniendo sentido en el contex- La defensa milliana de la libertad frente al estado su-
to de un estado de bienestar, que se fin anda por los im- ponía delimitar una esfera de actividad prjvada dentro
puestos, y que se compromete a proporcionar a todo el de la cual las personas deberían tener completa libertad
mundo un nivel mínimo de ingresos, educación, aten- para hacer lo que quieran. Hemos visto ya algunos de los
ción sanitaria y vivienda. En este contexto, ¿se debe exi- problemas que plantea este enfoque, y veremos algunos

102 103
1'ilosofía política: una breve introducción 4. La libertad y los límites del gobierno

más en el capítulo 6, cuando abordemos los argumentos ción. En cualquier caso, de acuerdo con el análisis de la
feministas contra la idea de esfera privada protegida. Lo libertad que hemos hecho en este mismo capítulo, tam-
que quiero hacer ahora es explorar una manera distinta bién estos derechos pueden ser considerados modos de
de restringir la libertad del estado en nombre de la liber- proteger la libertad individual, pues aseguran la disponi-
tad de los individuos. La idea es que toda persona tiene bilidad de opciones que de otra manera estarían exclui-
un conjunto de «derechos humanos» que ningún gobier- das por falta de recursos materiales.
no debe violar. Dentro del enfoque de los derechos humanos, no es
La idea de derechos humanos ha ido adquiriendo cada necesario preguntarse si determinadas actividades hu-
vez más influencia desde que las Naciones Unidas res- manas son potencialmente dañinas para otras personas.
paldaron en 1948 la Declaración Universal de los Dere- En lugar de ello, fijamos la atención en la persona misma
chos Humanos. Esta Declaración establecía una larga y nos preguntamos si es posible identificar condiciones
lista de derechos que todos los estados firmantes se com- sin las cuales nadie puede llevar una vida humana digna.
prometían a respetar por lo que hace a sus propios ciu- Dicho enfoque trata de ser neutral en la cuestión de cuál
dadanos. Sin embargo, el origen de la idea en sí misma se es la mejor forma de vida para los seres humanos -no
puede llevar hasta mucho más atrás, hasta la idea de «de- dice que sea más valioso ser creyente, o activista, artista,
rechos naturales» que tan importante fue en las primeras o granjero, o ama de casa-, pero sí afirma que todas esas
etapas de la filosofía política liberal. John Locke, por formas de vida necesitan condiciones que los derechos
ejemplo, sostenía que al menos todos los hombres (no humanos protegen. Algunas de estas condiciones son
está claro si su exclusión de las mujeres era deliberada) perfectamente evidentes: nadie puede vivir una vida dig-
tienen un derecho natural a la vida, a la libertad y a la na sin libertad para pensar, comunicarse y desplazarse,
propiedad, y que cuando un gobierno se establece me- sin alimentación y cobijo adecuados, sin la posibilidad
dianre contrato social, está asumiendo que sólo tendrá de relacionarse personal y profesionalmente con otras
autoridad polltica si se compromete a respetar estos dere- personas, etc. Pero otras condiciones que aparecen en
chos. La lista de la Declaración Universal incluye muchos las listas habituales de derechos humanos, incluida la
más derechos: no sólo aquellos que protegen directamen- Declaración original de la ONU, son mucho más proble-
te la libertad -como el derecho a circular libremente, el máticas. Puede tratarse de derechos que nos gustaría ver
derecho a la libertad de culto, y el derecho a contraer asumidos por nuestra sociedad, especialmente si somos
matrimonio-, sino también ottos derechos que tienen liberales, pero ¿son realmente esenciales a la vida huma-
como finalidad el acceso universal a prestaciones mate- na en todas sus formas?
riales, como por ejemplo el derecho al trabajo, el dere- Consideremos un par de ejemplos. En primer lugar, el
cho a un nivel de vida adecuado y el derecho a la educa- derecho a la libertad de «pensamiento, de conciencia y

104 lOS
Ftlosofia política: una brevé introducción 4. La libertad y los límites del gobierno

de religión», que la Declaración de la ONU interpreta en esencial de una vida humana digna. Las sociedades hu-
un sentido muy amplio, incluyendo la libertad de cam- manas han vívido durante milenios sin este tipo de dere-
biar de religión y la libertad de practicar cualquier reli- chos den1ocráticos y, aunque todas ellas eran imperfectas
gión en público o en privado. Puesto que las creencias según nuestro criterio, sería muy problemático afirmar
religiosas y la práctica de la religión son rasgos omnipre- que indefectiblemente ninguna de ellas consiguió nunca
sentes en Ja existencia humana, podemos estar de acuer- ofrecer condiciones de vida tolerables para sus miem-
do en que todo el mundo debe tener la oportunidad de bros.
asistir a sus cultos, leer textos religiosos, etc. Pero, ¿de- En otras palabras, tenemos que dividir los derechos
ben poder elegir sin restricción qué religión profesar?, humanos, tal y como se entienden convencionalmente,
¿deben poder hacer proselitismo (es decir, tratar de con- en dos categorías. Hay, por un lado, un lista considera-
vertir a los seguidores de otras religiones)?, ¿debe el estado blemente corta de derechos de los cuales podemos decir
tratar a todas las religiones por igual, o puede privilegiar a con cierta seguridad que su posesión es esencial para los
una de ellas como religión nacional? En las sociedades seres humanos, con independencia de qué tipo de vida
liberales, el derecho de culto se interpreta a menudo en en particular decidan llevar. Si son privados de estos de-
un sentido fuerte, que exige una respuesta afirmativa a rechos, sus vidas se verán disminuidas, atrofiadas, y no
todas estas cuestiones, pero en otros lugares sólo se reco- serán completamente humanas.
noce un derecho mucho más limitado, y sería muy difícil Por otro lado, hay w1a lista más larga de derechos que
demostrar que la vida en esas sociedades es, por ello, me- consideramos que todo ciudadano debe poder disfrutar,
nos digna. y que establecen elementos para el buen gobierno de la
En segundo lugar, la Declaración de la ONU incluye sociedad. Pero esta lista más larga puede admitir dife-
un derecho fuerte a la participación polrtica. Toda perso- rentes versiones, dependiendo de quién la redacte.
na, se dice, tiene derecho a participar en el gobierno de La versión de las sociedades liberales puede ser distinta
su país, y ello implica, añade la Declaración, elecciones de la que defienden otras sociedades con una tradición cul-
periódicas, sufragio universal e igual y voto secreto u tural diferente, como por ejemplo sociedades islámicas, o
otro procedimiento equivalente. Una vez más, los libera- sociedades del Extremo Oriente de tradición confuciana o
les aplaudirán este derecho, y ya vimos en el capítulo an- budista. A la luz de esto podríamos concluir que los dere-
terior que hay muy buenas razones para desear que los chos que aparecen solamente en una de las listas largas y
gobernantes tengan que rendir cuentas, democrática- que no aparecen en la lista corta no deberían llamarse, en
mente, ante el conjw1to de la población. Pero si estamos sentido estricto, derechos humanos. Cuando los revolucio-
hablando de derechos humanos, lo que debemos pre- narios franceses elaboraron su declaración de principios
guntarnos es si ese derecho es realmente un componente en 1789la llamaron La Declaración de Derechos del Hom-

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filosofm política: una breve introducción 4. La libert.td y los límites del gobiernu

bre y del Ciudadano. Siguiendo su ejemplo, a los derechos sultar más tarde socialmente perjudiciales (los Padres Fun-
que pertenecen a la lista larga podríamos denominarlos dadores de Estados Unidos querían asegurarse de que
«derechos de ciudadanía», en el sentido de que tales dere- siempre se pudiese reclutar una milicia ciudadana para de-
chos deben ser reconocidos como protecciones básicas del fender el país, y por eso la Segunda Enmienda a la Consti-
individuo «dentro de nuestra comunidad política», mien- tución establece el derecho de todo ciudadano estadouni-
tras que en otras comunidades tendrá que regir un conjun- dense a Uevar armas, un derecho que hoy en día impide que
to de derechos distinto, parcialmente coincidente, pero no los legisladores puedan introducir medidas eficaces para
idéntico al nuestro. controlar la proliferación de armas de uso personal).
Comencé el capítulo señalando que la idea de que existe La libertad, en definitiva, es un valor político muy im-
un ámbito de libertad individual que el gobierno no pue- portante, pero no tan importante como para que deba fi-
de invadir bajo ningún concepto era una idea muy arrai- jar límites absolutos al ejercicio de la autoridad política.
gada en las sociedades liberales. Pero lo que hemos descu- Especialmente, en una democracia se debatirá de manera
bierto es que se trata cle una idea bastante problemática. abierta cómo se deben utilizar los recursos para fomentar
Cuando empezamos a investigar qué significa realmente la la libertad, cómo se deben entender la libenad y la res-
libertad, vimos que en muchos casos no se podía disfrutar ponsabilidad social, y qué derechos hay que garantizar a
sin la acción positiva del gobierno, que proporciona los todos los ciudadanos, y para contestar a estas cuestiones,
recursos suficientes para que las opciones sigan abiertas y la gente apelará a muchos principios distintos: igualdad,
las condiciones bajo las cuales la gente puede romar sus justicia, el bien común, el respeto por la naturaleza, la pro-
decisiones libre e informadamente. También vimos que tección de la cultura, etc. Según vayan avanzando estos
no había manera de definir en términos sencillos un ámbi- debates, algunas libertades serán seleccionadas y consa-
co de actividad autorrcfcreme que no afectase a nadie más gradas, quizás incluso en una constitución escrita.
que al propio individuo agente. Y por último, hemos visto Pero eso no será nunca la úlcima palabra: a medida que
que la estrategia de utilizar los derechos humanos para es- las sociedades cambien, y a medida que vayan surgiendo
tablecer unos parámetros absolutos que todo gobierno nuevas necesidades y nuevos problemas, así también cam-
debe observar sólo funciona si mantenemos una lista corta biará la forma de la propia libertad. ¿Quién podría haber
y básica de derechos. imaginado hace veinte añ.o s que el acceso a Internet, la vi-
La lista larga de derechos de ciudadanía variará, con total gilancia por medios electrónicos o la propiedad de los ge-
legitimidad, de unas sociedades a otras, y ello quiere decir nes pasarían muy pronto a ocupar w1 lugar central en los
que se trata propiamente de un asunto que debe ser deba- debates sobre la libertad individual? ¿Quién puede pre-
tido desde un punto de vista político. Los derechos que en decir qué nuevas cuestiones ocuparán su lugar dentro de
un determinado momento parecían esenciales pueden re- veinte años?

108 109
5. ] usticia

5. Justicia da hasta la figura de la Concordia, quien las trenza en un


cordón más grueso que a su vez rodea a la larga fila de
ciudadanos y sube hasta la mano del gobernante. Loren-
zetti da a entender que la justicia une recíprocamente a
los ciudadanos, y después une a todos ellos con el go-
bierno. En este punto, estaba siguiendo una muy larga
tradición según la cual la justicia es un elemento funda-
mental de la justificación de la autoridad política: San
Agustín había preguntado ya, casi mil años antes, «si se
elimina la justicia, ¿qué son los reinos sino grandes ban-
das de ladrones?».
Decir que la justicia tiene una importancia capital para
el buen gobierno es una cosa; decir en qué consiste la
justicia es otra cosa muy distinta, y ésa es la cuestión que
En la Alegoría del buen y el mal gobierno de Lorenzetti va a ocuparnos a lo largo de todo este capítulo. D e una
no hay lugar para la figura de la Libertad, por razones cosa podemos estar ya seguros: no va a ser una respuesta
que acabamos de ver en el capítulo precedente, pero la sencilla. Nos lo dice la propia obra de Lorenzetti. Uno
Justicia aparece no una sino dos veces. Es una de las fi- de los platillos de la balanza está sosteniendo a un ángel
guras vinuosas colocadas junto al buen gobernante, que representa a la Justicia Distribudva, y este ángel está
pero también aparece aislada, en el centro mismo del al mismo tiempo cortando con una espada la cabeza
fresco, como una majestuosa efigie sentada en solitario de un malhechor y poniendo una corona en la cabeza de
entre los dos grupos de figuras que representan, res- una persona que se la merece. Cl otro platillo sostiene a
pectivamente, al buen y el mal gobierno. la Justicia Conmutativa, y ésta parece estar supervisando
¿Por qué Lorenzetti pintó a la Justicia dos veces? un intercambio emre dos comerciantes, asegurándose
Creo que intentaba transmitir la idea de que la justicia supuestamente de que la lanza del herrero y el fardo de
es algo más que simplemente una virtud que los gober- tela del tejedor sean del mismo valor.
nantes deben poseer: es, antes que nada, esencial para La justicia, por tanto, tiene algo que ver con castigos y
las instituciones que convierten a una masa de indivi- premios, y tiene algo que ver con la igualdad, pero
duos en una comunidad política. En esta representación ¿cómo definirla? Una definición muy antigua, del empe-
de Lorenzetti, la figura central aparece sujetando una ba- rador romano Justiniano, dice: «justicia es la voluntad
lanza, de cada uno de cuyos platillos desciende una cuer- constante y perpetua de dar a cada uno lo suyo». Por sí

110 111
Filosofi<l poliuca: una breve introducción 5. Just.icJa

justicia es que la genre debe ser tratada de una manera


no arbitraria: el trato que una persona recibe a lo largo
del tiempo debe ser uniforme, y también debe haber uni-
formidad en eJ trato que se depara a «distintas» personas,
de manera que si mi amigo y yo tenemos las mismas cua-
lidades, o nos hemos comportado de la misma manera,
entonces deberíamos recibir los mismos beneficios, o el
mismo castigo, dependiendo de las circunstancias.
El hecho de que la justicia implique uniformidad expli-
ca por qué actuar con justicia es tan a menudo una cues-
tión de seguir «reglas» o aplicar <<leyes»: las reglas y las le-
yes garantizan la uniformidad al csrablecer que dadas
ciertas circunstancias especificadas, debe hacerse tal cosa.
Pero la uniformidad por sí sola no basta para que haya jus-
ticia, como es fácil ver considerando una regla que dijese:
11 La Justicia en el cuadro de Ln alegoría del buen y el mal gobierno, «todas las personas pelirrojas deben ser ejecutadas», u
de Ambroglio Lort:nzetti. otra regla que dijese: «todas las personas cuyo apellido co-
mience por "D" recibirán el doble del sueldo normal».
misma, esta definición no parece darnos mucha informa- Lo que estos ejemplos ponen de man ifiesto es que la jus-
ción, pero al menos nos orienta en la dirección correcta. ticia exige <<relevancia»; si distintos incl ividtiOS va n a reci-
En primer lugar, subraya que la justicia tiene que ver con bir tratos diferentes, debe ser en vutud de diferencias que
que cada persona individual reciba el trato correcto; no sean relevantes para la cuestión. Y ello también significa
riene que ver con si la sociedad en general es próspera o que si no hay diferencias relevantes que puedan funda-
pobre, culturalmente rica o culturalmente estéril, etc. mentar una discriminación, la justicia implica igualdad:
Esto no significa que debamos ignorar por completo la todo el mundo debería ser tratado de la misma manera.
idea de justicia para «grupos» -de hecho nos ocupare- Todavía está por ver hasta qué punto un trato igual es ne-
mos más detenidamente de esta cuestión en el capítulo cesario en la práctica, pero ahora tenemos ya un segundo
siguiente- , pero sí que el elemento primario de la justicia elemento de l.a justicia que debemos colocar junto a la
es cómo son tratados los individuos. En segundo lugar, mera uniformidad: la justicia exige que todo el mundo sea
la expresión «voluntad constante y perpetua» en la defi- tratado de manera similar a no ser que haya razones rele-
nición nos recuerda que otro aspecto fundamental de la vantes para tratarlo de manera diferente.

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Filosofía política: una breve introducción 5. Justicia

Podemos añadir todavía w1 tercer elemento central: la cer la justicia? Por el momento, muy poco: me dice que
idea de proporcionalidad. Esta idea nos dice que cuando debo tratar a todos de manera uniforme, que si hago dis-
alguien recibe un trato diferente en virtud de razones re- tinciones debe ser por razones relevantes, y que la distri-
levantes, ese trato debe ser proporcional a la razón que bución que haga debe estar proporcionada. Complete-
justilica la desigualdad, ya sea algo que ha hecho o algún mos ahora el contexto de maneras diferentes, y veamos
rasgo que posee. Mucha gente considera, por ejemplo, qué tipo de distribuciones se presentan como candida-
que la dedicación intensa en el trabajo es una razón rele- tas. Pudiera ser que las cinco personas fuesen mis em-
vante para recibir un sueldo más alto. Ahora bien, para pleados, y los 100 euros fuesen la prima que han ganado
que haya justicia tiene que haber también proporcionali- esta semana; en tal caso, debería considerar cuánto ha
dad: si Smith trabaja de manera dos veces más producti- contribuido cada uno de ellos a nuestro objetivo común,
va que Jones, debe recibir un sueldo dos veces mayor y recompensades proporcionalmente. Pudiera ser tam-
que el de] ones, pero no diez veces mayor. bién que yo fuese un trabajador social y que el dinero es-
Exprimiendo la fórmula justiniana hemos conseguido tuviese dirigido a que la gente sin recursos pueda com-
extraer una considerable cantidad de información sobre prar comida; en tal caso, debería tratar de eslimar las
la justicia, pero todavia no hemos sido capaces de decir necesidades relativas de cada uno de los cinco, y dar más
exactamente a qué tiene derecho la gente en cuestión de a quien tiene mayor necesidad. O quizás los 100 euros
justicia, ni qué razones (si es que las hay) justifican el tra- sean el premio de una pequeña lotería, y las cinco perso-
to desigual. Y de hecho no hay respuestas fáciles para es- nas y yo seamos miembros de una agrupación, en cuyo
tas preguntas. En parte, esto se debe a que la gente no caso, evidentemente, deberíamos compartir el dinero de
suele ponerse de acuerdo sobre qué es lo que exige la manera equitativa.
justicia en términos concretos, pero también porque Supongo que para la mayoría de los lectores estas ma-
toda respuesta dependerá, en gran medida, de quién está neras de distribución son más o menos evidentes, dadas
actuando, del tipo de trato recibido y de las circunstan- las circunstancias de cada caso. E llo demuestra que, aun-
cias en las que ello se produce. En una medida muy gran- que ejercer la justicia es una tarea muy compleja, todos
de, nuestras ideas de justicia son <<Contextuales»: antes tenemos de antemano una buena comprensión intuitiva
de poder decidir sí una regla o ley es justa tenemos que de lo que ello implica en la práctica. La justicia se parece
saber w1 montón de cosas sobre la situación en la que se más a una caja de herramientas que a una vara de medir:
aplica. Permíteme ilustrarlo con un ejemplo. frente a una tarea concreta -como tomar una decisión o
Imaginemos que me han dado 100 euros para que los elegir una regla-la mayoría de las veces sabemos qué he-
reparta entre las cinco personas que tengo enfrente de rramienta debemos sacar y utilizar. Lo que resulta más
mí solicitando su parte del dinero. ¿Qué me ordena ha- difícil es expresar ese conocimiento en forma de princi-

114 us
Filosofía políoca: una breve introducciÓn 5. Jusricia

píos generales -crear una «teoría» de la justicia-. Y, sin los casos consultando hojas de té y que un día por casua-
embargo, en cuamo filósofos de la política debemos de- lidad acierta en rodos sus veredictOs: ¿se ha hecho justi-
sarrollar una teoría, porque habrá casos en los que nues- cia? Los acusados pensarían que no, y nosotros también
tras imuiciones entren en conflicto, o incluso nos aban- lo pensaríamos (de hecho, hay estudios que demuesuan
donen completamente. que en este tipo de circunstancias la genre se preocupa
Esto sucede especialmente cuando hablamos de justi- más por que se les apliquen procedimientos justOs que
cia «social>> -justicia no solamente entre determinados por el resultado real de su caso).
individuos, sino en el conjuntO de la sociedad-. De esta En algunos casos, la justicia depende «enteramente»
controvertida idea me ocuparé un poco más adelante en del procedimiento utilizado para llegar a la decisión -no
este capítulo, pero primero tenemos que indagar en el tenernos ningún criterio independiente con el que pu-
principio general de justicia que aplicamos en casos sim- diéramos evaluar el resu ltado-. Si, por ejemplo, hay que
ples como el de nuestro ejemplo anterior. hacer un trabajo desagradable o peligroso y no hay nin-
Para empezar, conviene fijarse en que en muchos casos guna razón por la que alguien en particular tuviese que
la justicia no sólo tiene que ver con el trato que recibe la hacerlo (por, digamos, tener especiales habilidades), en-
gente, sino también con el procedimiento que se ha se- tonces podemos decidirlo en función de quién saque el
guido para llegar a ese resultado. Pensemos en la justicia palito más corto, y será un procedimiento justo, porque
penal. Por supues[Q, es importante que las personas cul- todo el mundo tiene las mismas posibilidades de que le
pables sean castigadas en proporción a su deli[Q y que las toque. O quizás un equipo tiene que elegir a su capitán,
personas inocemes queden en libertad -eso es lo que y lo hace votando -una vez más, un procedimiento justo
exige un resultado justo-, pero también importa que se porque a las preferencias de todos se les da el mismo va-
sigan los procedimientOs adecuados para llegar al vere- lor-. En algunas ocasiones se han utilizado procedimien-
dicto, por ejemplo, que las dos partes puedan exponer tos de este tipo para decidir cuestiones más importantes
su caso, que el juez no tenga intereses personales que le -se han utilizado, por ejemplo, métodos aleatorios para
hagan inclinarse en un sentido o en otro, etc. La impor- decidir quién debe ser reclutado para el ejércilo, o quién
tancia de estos procedimientos se debe en parte a que debe desempeñar determinados cargos políticos-. Pero
tienden a garantizar el veredicto correcto, pero antes que nosotros estarnos buscando procedtmientos que produz-
eso y sobre todo, se debe a que muestran el adecuado can resultados no simplemente aleatorios, sin o resulta-
respeto por las personas sometidas a juicio, las cuales dos justos en m1 sentido más fuerte.
quieren tener la oportunidad de exponer su caso, contar ¿Qué principios aplicamos, entonces, para decidir
con las mismas reglas que se aplican a otros acusados, cuándo un resultado es justo? A la luz de lo que dijimos
etc. Supón que hay un juez arbitrario que decide todos antes sobre el núcleo del concepto de justicia, uno de los

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Filosofía política: una breve ímroducaón 5. Jusrícia

candidatos evidences es la igualdad -todo el mundo ocurre tal cosa, entonces debería elegir una persona al
debe recibir la misma cantidad de lo que sea que se esté azar y darle el dinero, puesto que así al menos rodas ellas
distribuyendo-. Éste es el principio que aplicamos en el tienen una oportunidad entre cinco de sobrevivir. Pero
caso del premio de lotería, y se puede aplicar, en general, este tipo de casos son la excepción. Por lo general, es
cuando se trata de repartir algún beneficio, o algún cos- mejor compartir los beneficios en partes iguales, y lo
te, y no hay ninguna razón relevante que nos permita dis- mismo vale para los costes: al extenderlos tanto como
tinguir entre dos posibles receptores. sea posible, reducimos las probabilidades de que a al-
En estas circunstancias, la igualdad tiene dos argumen- guien le toque soportar una carga muy pesada.
tos de su parte: en primer lugar, cualquier otro modo de Un principio de distribución justa es, por lo tanto, la
distribución de los beneficios o costes está condenado a igualdad. Algunos filósofos de la política han sostenido
la arbitrariedad, puesLo que no hay razones relevantes que es el <<único» principio -q ue toda justicia es una for-
para la discriminación; en segundo lugar, es más proba- ma de igualdad-, pero creo con eUo se confunde el prin-
ble que produzcamos un mayor bien global si comparti- cipio formal contenido en la definición misma de justicia
mos tanto los beneficios como los costes de manera equi- -que todo el mundo debe ser tratado de la misma mane-
tativa. ra a menos que haya diferencias relevantes entre ellos-
Volviendo a nuestro ejemplo inicial, supongamos que con el principio sustantivo según el cual todo el mundo
yo no sé absolutamente nada de las cinco personas debe recibir realmente la misma cantidad de beneficios o
que reclaman los lOO euros, y que tengo que elegir entre la misma cantidad de costes. Y es que muchas veces
darle todo eJ dinero a una persona seleccionada al azar y «hay>> diferencias relevantes entre la gente. Esto es muy
repartirlo equitativamente entre las cinco. Desde el pun- claro en el caso de los castigos, por ejemplo: nunca nadie
to de vista de los procedimientos, ambas decisiones son ha defendido que LOdo el mundo, independientemente
justas, pero el segundo resultado es probablemente mejor de si es inocente o culpable, de si ha aparcado en un sitio
porque, si rodas las demás circunstancias permanecen prohibido o es un asesino en serie, tenga que recibir en
iguales, para una persona los primeros 20 euros tienen todos los casos el mismo castigo. Y lo mismo sucede
más valor que los incrementos subsiguientes. Suponga- cuando se trata de asignar beneficios.
mos, por ejemplo, que las cinco personas resultan estar Una buena razón para no tratar de igual manera a toda
muriéndose de hambre: entonces, si le doy a una sola la gente es que tienen diferentes «necesidades». Nadie
persona los 100 euros, las otras cuatro pueden morir. pondrá ninguna objeción a que la gente en [erma o con
Por supuesro, hay circunstancias en las que sucede pre- hambre reciba más recursos que quienes están sanos y
cisamente lo contrario -necesitas 100 euros para seguir bien alimentados, al menos mientras sus necesidades no
vivo, y 20 euros no sirven para nada-. Si supiese que sean resultado de una conducta irresponsable. Sin ern-

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Ftlo~ofía política: una breve imroducción 5 Jusúcia

bargo, no todo el mundo estará de acuerdo en que ésta persona necesita ingerir un determinado número de ca-
sea una exigencia de la justicia. Según una tradición muy lorías al día para estar correctamente nutrida, necesita
asentada, ayudar a los necesitados es una cuestión de ca- tener acceso a agua limpia para no contraer enfermeda-
ridad, y ello quiere decir que debe ser fon1enrada, pero des, etc.-. Otras necesidades, sin embargo, son más va -
no impuesta. Casi con total seguridad, Lorenzetti habría riables, porque dependen de las expectativas propias de
adoptado este punto de vista. Ninguna de sus dos figuras la sociedad en la que se vive. Todo el mundo necesita
de la Justicia muestra entusiasmo alguno por dar limos- una vestimenta adecuada, pero qué es lo que se conside-
nas a los pobres. Esa tarea le está reservada a la Magna- ra «vestimenta adecuada» varía de unos lugares a otros.
nimidad, que está sentada con una bandeja de monedas Todo el mundo necesita cierta movilidad -cierra capaci-
de oro en su regazo para repartirlas cuando aparezca dad para desplazarse de unos sitios a otros-, pero el gra-
gente necesitada. Sin embargo, a medida que el estado do de movilidad considerado necesario y la forma que
ha ído asumiendo responsabilidades anteriormente re- ella adopta varían igualmente.
servadas a comunidades de menor tamaño -comunida- Las necesidades, por tanto, son el conjunto de requisi-
des religiosas, gremios de artesanos y similares-, la nece- tos que deben cumplirse para que una persona pueda
sidad se ha ido convirtiendo en un elemento fundamental llevar una vida digna en la sociedad a la que pertenece.
de la idea de justicia social. Hoy se espera que el estado Hasta cierto punto, son relativos a la sociedad en la que
cubra las necesidades básicas de alimentación, vestido, se consideran, pero no son puramente subjetivos, como
adecuado acceso al sistema sanitario, etc. sostienen los críticos. En las sociedades económicamen-
Ahora bien, ¿se pueden distinguir las verdaderas nece- te más desarrolladas se pueden satisfacer las necesidades
sidades de otras cosas que la gente puede demandar en genuinas de todos los ciudadanos con relativa sencillez,
nombre de la justicia? Algunos pensadores críticos con y aun así quedan holgados recursos para dedicar a otros
este planteamiento consideran que las necesidades son propósitos; de hecho, en estas sociedades hay suficientes
como una especie de agujero negro en el que se precipi- recursos como para satisfacer las necesidades definidas
tarán todos los recursos de la sociedad en el momento en de forma local en todos los sitios, si hubiese la voluntad
que afirmemos que la justicia exige satisfacerlas. ¿Qué política de hacerlo.
significa, por tamo, encontrarse en estado de necesidad? Si el tener necesidades distintas es una razón relevante
Significa carecer de algo esencial, donde lo que es «esen- pata alejarnos de la igualdad en una dirección, el dife-
cial» se define en parte a través de los criterios imperantes rente merecimiento o mérito nos aparta de la igualdad
en la sociedad a la que se pertenece. Algunas necesidades en otra dirección. Una vez más tenemos que preguntar-
son universales porque atañen a funciones corporales que nos: ¿qué significa merecer algo? Significa que se ha ac-
son vitales para el ser humano en cualquier lugar -toda tuado de una manera que exige un determinado modo

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Filo$ofía política: una breve introducción 5. Justicia

de rrato como respuesta a esa acción. Una persona es La idea de merecimiento desen1peña un papel central
merecedora de un trato favorable -una recompensa, un en la comprensión que la mayoría de la gente tiene de la
dinero, un premio, etc.- cuando acñ1a de un modo que justicia pero, al igual que el principio de necesidad, ha
los demás consideran admirable en algún sentido (por sido objeto de críticas desde varios frentes. Los críticos
ejemplo, dedicarle tiempo y esfuerzo a un proyecto que suelen denunciar que el mérito se convierte muy fácil-
produce beneficios para otros); es merecedora de un tra- mente en un instrumento de justificación de grandes
to desfavorable -culpa o castigo- cuando actúa de modo desigualdades salariales y económicas, y desde luego es
deplorable (haciendo algo que dañe a otras personas, cierto que las personas con salarios más altos están desean-
por ejemplo). Los fundamentos del mérito varían de do defender que sus sueldos no son más que la adecuada
unos casos a otros, por lo que no podemos decir nada recompensa a su especial contribución a la sociedad. Pero
más especifico acerca de qué hay que hacer para conver- aquí quizás el problema no sea tanto la idea de mérito en
tirse en m~erecedor de cosas. sí misma como la búsqueda de un sistema exacto para
Conviene, no obstante, subrayar la relación entre el medir las contribuciones a la sociedad.
mérito y la responsabilidad. Todo lo que merecemos de- Otra objeción de mayor peso filosófico consiste en se-
pende de acciones o actuaciones de las que somos res- ñalar que, en realidad, la gente nunca es responsable de
ponsables, y una persona puede librarse, por ejemplo, de sus acciones en el sentido fuerte que hace falta para jus-
un castigo demostrando que ella no fue responsable tificar cuestiones de merecimiento. Miremos deuás de la
de la conducta que produjo el mal-sino que estaba sien- conducta de una persona y encontraremos una cadena
do obligada a actuar así, o que estaba trastornada, diga- de causas que se remontan mucho más allá de ella mis-
mos-. De la misma manera, por el lado positivo, tampo- ma. Esa persona nació ya con determinadas capacidades
co podemos reclamar reconocimiento por los resultados y propensiones (incluida la propensión a optar por un
de acciones que no nos hemos propuesto y que no po- tipo de conducta en vez de por otro), y aún otras muchas
dríamos haber anticipado. Si salvo la vida de un extraño, propensiones fueron inculcadas en ella por su familia, de
merezco desde luego alguna recompensa -al menos unas modo que cualquier «reconocimiento» pór una buena
sinceras gracias-, pero si le empujo bruscamente fuera conducta o «culpa» por una mala conducta debería diri-
de mi camino mientras me apresuro por la calle, de ma- girse en realidad a sus genes o a sus padres. Esta obje-
nera que al hacerlo evito por casualidad que la bala de ción a la idea de merecimiento plantea cuestiones funda-
un asesino alcance su objetivo, entonces no merezco nin - mentales sobre la responsabilidad personal que no
gún tipo de recompensa. Dentro de mis intenciones no puedo abordar aqui, pero creo que merece la pena que
estaba el salvarle la vida, y no puedo atribuirme la res- nos fijemos en las graves consecuencias que se derivarían
ponsabilidad de haberlo hecho. de la renuncia totaJ a esta idea. Si tuviésemos que dejar

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Filosofía política: una breve introducción 5. Justicia

de trato como respuesta a esa acción. Una persona es La idea de merecimiento desempeña un papel central
merecedora de un tratO favorable -una recompensa, un en la comprensión que la mayoría de la gente tiene de la
dinero, un premjo, etc.- cuando actúa de un modo que justicia pero, al igual que el principio de necesidad, ha
los demás consideran admirable en algún sentido (por sido objeto de críticas desde varios frentes. Los críticos
ejemplo, dedicarle tiempo y esfuerzo a un proyecto que suelen denunciar que el mérito se convierte muy fácil-
produce beneficios para otros); es merecedora de un tra- mente en un instrumento de justificación de grandes
to desfavorable -culpa o castigo- cuando actúa de modo desigualdades salariales y económicas, y desde luego es
deplorable (haciendo algo que dañe a otras personas, cie1to que las personas con salarios más altos están desean-
por ejemplo). Los fundamentos del mérito varían de do defender que sus sueldos no son más que la adecuada
unos casos a otros, por lo que no podemos decir nada recompensa a su especial contribución a la sociedad. Pero
más específico acerca de qué hay que hacer para conver- aquí quizás el problema no sea tanto la idea de mérito en
tirse en merecedor de cosas. sí misma como la búsqueda de un sistema exacto para
Conviene, no obstante, subrayar la relación entre el medir las contribuciones a la sociedad.
mérito y la responsabilidad. Todo lo que merecemos de- Otra objeción de mayor peso filosófico consiste en se-
pende de acciones o actuaciones de las que somos res- ñalar que, en realidad, la gente nunca es responsable de
ponsables, y una persona puede librarse, por ejemplo, de sus acciones en el sentido fuerte que hace .falta para jus-
un castigo demostrando que ella no .fue responsable tificar cuestiones de merecimiento. Miremos detrás de la
de la conducta que produjo el mal-sino que estaba sien- conducta de una persona y encontraremos una cadena
do obligada a actuar así, o que estaba trastornada, diga- de causas que se remontan mucho más al lá de ella mis-
mos-. De la misma manera, por e.! lado positivo, tampo- ma. Esa persona nadó ya con determinadas capacidades
co podemos reclamar reconocimiento por los resultados y propensiones (incluida la propensión a optar por un
de acciones que no nos hemos propuesto y que no po- tipo de conducta en vez de por otro), y aún otras muchas
dríamos haber anticipado. Si salvo la vida de un extraño, propensiones .fueron inculcadas en ella por su familia, de
merezco desde luego alguna recompensa -al menos unas modo que cualquier «reconocimiento» por una buena
sinceras gracias-, pero si le empujo bruscamente fuera conducta o «culpa» por Lma mala conducta debería diri-
de mi camino mientras me apresuro por la calle, de ma- girse en realidad a sus genes o a sus padres. Esta obje-
nera que al hacerlo evito por casualidad que la bala de ción a la idea de merecimiento plantea cuestiones funda -
un asesino alcance su objetivo, entonces no merezco nin- mentales sobre la responsabilidad personal que no
gún tipo de recompensa. Dentro de mis intenciones no puedo abordar aquí, pero creo que merece la pena que
estaba el salvarle la vida, y no puedo atribuirme la res- nos fijemos en las graves consecuencias que se derivarían
ponsabilidad de haberlo hecho. de la renuncia total a esta idea. Si tuviésemos que dejar

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Filosofia polmca: una breve introducción 5. Jusuciu

por completo de alabar y culpar, de recompensar y de gir legítimamente como compensación otro bien de va-
castigar a otras personas, nuestra interacción social cam- Lor equivalente (he considerado estas razones como
biaría radicalmente -de hecho, casi no les estaríamos tra- menos fundamentales porque presuponen que las ex-
tando como «personas>>-. Una vez que se entiende esto, pectativas se han formado en un comexto que era ya sus-
se entiende que la verdadera cuestión no es si la idea de tancialmente jusm). Una vez más, comprobamos que ha-
mérito tiene o no que formar parte de nuestro modo cer justicia es un asumo complicado, y que lo que le
de comprender la justicia, sino qué parte le corresponde corresponde a cada cual se dercrm in a en gran medida a
dentro de esa comprensión. Concretamente, ¿hasta qué La luz del contexto.
punto debe permitirse que el mérito gobierne la distri- Hasta ahora he considerado la justicia en términos ge-
bución de recursos materiales como los salarios y la ri- nerales, sin prestar especial atención al papel que los go-
queza? biernos desempeñan en su promoción. En lo que queda
Necesidad y mérito son, pues, dos razones muy básicas de capítulo me centraré en la idea de justicia «social» -es
por las que quizás tengamos que tratar a la gente de ma- decir, la idea de que es posible establecer un grupo de
nera diferente para ser justos. Al margen de éstas, hay instituciones sociales y políticas que garanticen una justa
también otras razones menos fundamentales. Por ejem- distribución de beneficios y costes en el conjunto de la
plo: la gente se forma a menudo expectativas legítimas sociedad-. Esta idea surgió a finales del siglo XIX, y ha
sobre el tipo de trato que va a recibir (expecrarivas que estado en el corazón de los debates políticos a lo largo de
no tienen nada que ver con la necesidad ni con el méri- todo el siglo XX. Exige un nivel ele implicación del estado
to), y a veces la justicia nos exige corresponder a esas ex- en cues[iones de distribución mucho mayor de lo que
pectativas. Hacer promesas y firmar contratos son ejem- era posible para los es[ados de épocas anteriores, aun
plos cvidemes de ello. cuando sus miembros lo hubiesen deseado. Y es tan1-
Volviendo a nuestro caso original, es posible que yo le bién una idea muy controvertida: mientras que la idea ele
hubiese prometido 100 euros a una de las cinco personas justicia en sí misma sólo ha sido atacada por un puñado
que tengo delante, y en ese caso puedo tener una razón de escépticos radicales, la idea de justicia social ha sido
suficientemente buena para darle a esa persona todo el puesta en la picota muchas veces, fundamentalmente
dinero. Otro tipo de razones que pueden justificar un por críticos de derecha anarcoliberal, quienes conside-
trato especial son las que tienen que ver con la restitu - ran que corroe la libertad personal y que sobre todo co-
ción de algo o Ja compensación por algo. Si alguien ha rroe la libertad económica necesaria en toda economJa
sido injustamente privado de un beneficio al que tenía de mercado.
derecho, puede legítimamente reclamar la restitución de Examinemos más de cerca estos ataques a la justicia
dicho beneficio, y en caso de no conseguirlo, puede exi- social. Algunos críticos -como el economista y filósofo

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Filo~ofía políuca: una breve introducción 5. ju~Liciu

austriaco Friedrich Hayek- han sostenido que el mero supondría introducir los cambios institucionales que se
hecho de hablar de justicia social supone ya un error proponen.
fundamental. Según Hayek, la justicia es esencialmente En este sentido, la distribución de recursos dentro del
una propiedad de las acciones individuales: una acción conjunto de la sociedad -quién percibe qué prestaciones,
es injusta cuando viola una regla general instituida por que límite se establece a la disparidad Je ingresos, etc.- está
una sociedad para permitir la cooperación entre sus en las democracias bajo el control colectivo de la población.
miembros -el robo, por ejemplo, es injusto porque viola Resulta por tanto perfectamente razonable preguntarse qué
la regla gue protege la propiedad-. Pero si nos fijamos apariencia tendría una distribución justa de los recursos -es
en cómo están distribuidos en el conjunto de la socie- decir, qué exige de nosotros la justicia social.
dad los recursos -dinero, propiedad, oportunidades de Lo cual no significa, sin embargo, que la justicia social
empleo, etc.- , no podemos decir que esa distribución sea algo que debemos perseguir. La segunda afirmación
sea justa o injusta, puesto que no es el resultado de las de Hayek es que, si intentamos hacer que la distribución
c.1cciones o decisiones de un agente individual, sino de real de recmsos se corresponda con nuestro principio de
las acciones y decisiones de millones de personas inde- justicia distributiva, destruiremos la libertad económica
pendientes, ninguna de las cuales tenía como propósito y por tanto la gallina de los huevos de oro. Supongamos
crear esta o cualquier otra distribución en particular. con Hayek que la economía de mercado es la manera
I Jayek tiene razón en que la «distribución social» no más eficiente de organizar la producción y el intercam-
puede atribuirse a una sola instancia de distribución, bio, y que cualquier alternativa a ella supondría una re-
dada la complejidad de las sociedades contemporáneas. ducción intolerable del nivel de vida en las sociedades
Pero lo que no ve Hayek es que el sistema de distribu- económicamente desarrolladas. La cuestión es si la bús-
ción que tenemos a nuestro alrededor sí depende, en lí- queda de la justicia social supone dar la espalda a la eco-
neas generales, de instituciones que hemos creado, de- nomía de mercado o si es posible lograr ese objetivo «a
liberadamente o no -por ejemplo, las normas que rigen través» de una economía de mercado (la cual estaría
la propiedad y los contratos, el sistema fiscal, el nivel de configurada de la manera adecuada, y trabajaría junto
gasto público en sanidad, educación y vivienda, las polí- con otras instituciones).
ticas de empleo, etc.-. Todas estas cosas son institucio- En este punto debemos considerar las distintas mane-
nes que pueden transformarse mediante decisiones polí- ras de interpretar Ja idea de justicia social. Su versión
ticas, Je manera que dejar las cosas como están es Jo más radical, -defendida por los marxistas y por algunos
mismo que decidir aceptar la distribución actual de re- de los anarquistas comunitarislas que ya vimos en el ca-
cursos. Además podemos entender, aunque sea otra vez pítulo 2-, reduce la justicia social a los principios de
en líneas generales, y no en los detalles concretos, lo que igualdad y necesidad. Según este punto de vista, una so-

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Filosofía política: una breve introducción 5. justicia

ciedad justa es una sociedad en la que cada cual contri- do como de planificación centralizada que no estén ba-
buye en la medida de sus capacidades, y en la que los re- sadas en incentivos materiales, en la práctica este objeti-
cursos están distribuidos según la necesidad de cada vo ha demostrado ser imposible de alcanzar (a mediados
cual (y todo superávit es compartido equitativamente). del siglo XX, los regímenes comunistas de China y Cuba
La idea de que la gente necesita incentivos para contri- intentaron sustituir los incentivos materiales por incenti-
buir a la sociedad o se merece una recompensa por ha- vos morales, pero ninguno de los dos experimentos tuvo
cerlo, no tiene cabida aquí. ¿Podría existir una sociedad éxito). En definitiva, parece que la consecución de la jus-
así? A pequeña escala, desde luego que sí. Hay muchos ticia social, en su forma más radical, sí exige dejar de
ejemplos de comunidades cuyos miembros practicaron lado el mercado y reconstruir la sociedad sobre una base
entre sí la justicia social de este modo tan radical. Lama- comunitaria muy distinta.
yoría de ellas tenían una base religiosa, y una autoridad Existe, no obstante, una concepción menos radical de
religiosa sostenía el etbos según el cual cada miembro la justicia social que ha sido defendida por muchos so-
trabajaba por el bien común de la comunidad sin esperar cialdemócratas y también por muchos liberales contem-
ninguna recompensa personal, pero también hay casos poráneos. Según esta concepción, la justicia social exige
de comunidades seculares que alcanzaron ese mismo fin que se distribuyan de manera equitativa algunos benefi-
-el más notable de ellos, los kibutz de Israel-. Estas co- cios sociales -en especial los derechos de ciudadanía,
munidades prescindían del mercado, al menos interna- como son el derecho al vow y la libertad de expresión-.
mente. Confiaban en lo que a veces se denominan «in- Exige también que otros beneficios se distribuyan de
centivos morales»: la gente contribuye sencillamente acuerdo con el principio de necesidad, de modo que
porque cree que es lo que debe hacer o porque siente la todo el mundo tenga garantizado un salario adecuado, el
mirada de sus vecinos sobre ella. acceso a la vivienda y al sistema de salud, etc. Pero tam-
La pregunta es si una sociedad grande puede ejercer la bién permite que otros recursos se distribuyan de mane-
justicia social de esta manera. Parece que la coordina- ra desigual, en la medida en que todo el mundo tenga las
ción informal de conductas que se produce en las comu- mismas oportunidades para tratar de conseguir una cuo-
nidades pequeñas no puede tener lugar aquí - la econo- ta mayor de dicho recurso. Para justificar estas desigual-
mía tiene que ser o bien de mercado, y ofrecer incentivos dades se recurre al mérito o a la idea de que, si se ofrecen
a la gente para que produzca Jo que otros quieren consu- a la gente incentivos materiales para la producción efi-
mir, o bien estar dirigida por el estado, en cuyo caso una ciente de bienes y servicios demandados por otras perso-
autoridad central planifica lo que hay que producir y di- nas, toda la sociedad saldrá beneficiada.
rige a los individuos de acuerdo con ese plan-. Aunque Probablemente la interpretación de la justicia social
en teoría se puede pensar en economías tanlo de merca- que mayor influencia ha tenido en este sentido sea la de

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5. Jusricia
Filosofía polític.l: una breve introducción

John Rawls. En su libro Una teoría de la juJticia, Rawls


sostenía que una sociedad justa debe cumplir tres condi-
ciones. En primer lugar, debe conceder a cada uno de
sus miembros eJ conjunto más ampUo de libertades bási-
cas (incluidas libertades políticas, como eJ derecho aJ
voto) que sea compatible con el hecho de que todos los
demás miembros disfruten de las mismas libertades. En
segundo lugar, todo el mundo debe tener acceso en con-
diciones de igualdad de oportunidades a las posiciones
sociales más ventajosas -como por ejemplo, empleos me-
jor remunerados- . Tercero, las desigualdades de ingre-
sos y de riqueza estarán justificadas sí redundan en el
mayor beneficio de los miembros menos aventajados de
la sociedad; en otras palabras, si proporcionan incenti-
vos que elevan la producrividad total de la sociedad, y
por lo tanto permiten que un mayor número de recursos
se canalicen hacia los que ocupan la parte más baja de la
pirámide.
La teoría de la justicia social de Rawls es explícitamente
compatible con una economía de mercado. Su tercer prin-
cipio está formulado de manera que la gente pueda con-
servar al menos parLe de las ganancias que ha obtenido
produciendo bienes y servicios para el mercado, siempre
y cuando estén suficientemente motivados hacia el trabajo
duro y utilicen su talento de la manera más productiva.
Esto pone en entredicho la tesis de Hayek de que la justi-
cia social y la libertad de mercado son objetivos conu·a-
puestos. Pero, por otro lado, una economía de mercado
gobernada por principios rawlsianos tendría una aparien-
cia muy distinta a los sistemas económicos que existen en
12. John Rawls, auto r de Una teoría de la j ustícza, obra que ha ejercido una
enorme influencia la mayoría de las democracias liberales actuales.

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Filll~llfíJ política· unJ brcvt: introducción 5 Justic1a

Para empezar, la idea de igualdad de oportunidades -misma libertad y mismas oporrunidades-, y sustituir sin
que utiliza Rawls es bastante radical. No basta con que embargo el principio de diferencia por otros dos. El pri-
las posiciones ventajosas se den a quienes, en el momen- mero de ellos sería garantizar a toda la población un mí-
to de la selección, demuestren estar más cualificados nimo social, entendido en términos del conjunto de ne-
para el puesro. Los candidatos tienen que haber tenido cesidades sin cuya satisfacción no es posible llevar una
también las mismas oportunidades de cualificarse, lo vida digna; como ya dije antes, este mínimo no está pre-
cual significa que, desde el momento de su nacimiento, fijado de una vez por todas, sino que cambia de unas so-
dos personas con el mismo talento y la misma motiva- ciedades a otras y de unas épocas a otras. El segundo se-
ción tienen que haber tenido las mismas oportunidades, ría un principio de mérito: las dirercncias económicas y
tanto en la escuela como en cualquier otro sitio. Desde salariales que existan deberían ser proporcionales a las
Juego, esta condición está muy lejos de cumplirse en nin- diferencias relativas en las contribuciones que cada cual
guna sociedad existente. hace a la sociedad (donde estas diferencias relativas se
Además, el tercer principio de Rawls, llamatlo usual- medirían por el éxito en la producción de bienes y servi-
meme el «principio de la diferencia», permite las des- cios gue ou·as personas quieren y necesitan).
igualdades sólo en el caso de que demuestren beneficiar AJ igual que en la teoría de Rawls, estos principios no
a los que peor están. En Ja práctica, esto quiere decir que implican que tengamos que deshacernos de la economía
los gobiernos deberían establecer un sistema fiscal por el de mercado, pero sí exigen que el estado sostenga un
cual los beneficios fluyeran continuamente de ricos a po- amplio sistema de bienestar; también exigen reajustar el
bres hasta que la productividad de los más privilegiados marco legal en el que funciona el mercado, de manera
empezase a decaer y por tanto también se redujese la re- que el vínculo entre nivel de contribución económica y
caudación obtenida de los impuestos. Aunque la mayor nivel de ingresos sea lo más estrecho posible. Esto su-
parte de los estados democráticos tienen sistemas fisca- pondría introducir algunas modificaciones importantes
les en cierta medida redistributivos, ninguno de ellos lle- en el modo de funcionamiento del capitalismo actual,
ga a cumplir este requisito. Los impuestos se fijan de puesto que las leyes de propiedad y las leyes de herencia
modo que todos los ciudadanos puedan disponer de una vigentes hoy en día permiten obtener grandes beneficios
cantidad adecuada de servicios sociales, pero ningún go- gracias a la suerte, la riqueza heredada, la propiedad de
bierno intenta «exprimir a los ricos hasta la última gota», acciones de empresas, etc. -factores que no están rela-
como supuestamente afirmó Denis Healey, un antiguo cionados con su contribución a la sociedad-. De hecbo,
ministro laborista de Hacienda. es posible que la búsqueda de la justicia social nos lleve
En mi opinión, una teoría adecuada de la justicia social hacia una forma de socialismo de mercado en el que las
debería conservar los dos primeros principios de Rawls empresas sean propiedad y responsabilidad de quienes

132 133
Filosofia pol!tica: una breve introducción

trabajan en ellas y no de accionistas externos, de manera


que los beneficios puedan dividirse entre los verdaderos
6. Feminismo y multiculturalismo
productores.
Ésta no es la utopía comunista que defendían Marx y
otros socialistas radicales, pues permite que las personas
más trabajadoras y más capacitadas recojan los frutos de
su labor, pero sí nos lleva mucho más allá de la agenda
política actual, al menos en lo que concierne a las demo-
cracias liberales.
Al igual que la democracia, la justicia social es un pro-
yecto inacabado. La tarea del filósofo de la política es de-
cirnos, de manera esquemática, cómo seria una sociedad
justa, sin construir castillos en el aire pero sin adaptarse
tampoco excesivamente a la realidad política del me-
memo. I Ioy en día mucha gente piensa que la lucha por En las democracias occidentales de hoy, los debates sobre
la justicia social se ha visto frenada por las dinámicas glo- el lugar de las mujeres y de los grupos culturalmente mi-
bales que reducen la capacidad de los gobiernos de regu- noritarios atraen mucha atención dentro de la esfera polí-
lar la economía de mercado según las exigencias de la tica. Feministas y multiculturalistas afirman a menudo
justicia. Volveré sobre este asuntO en el último capítulo que las cuestiones que les tocan de cerca -cuestiones so-
del libro, pero antes quiero examinar otro desafío distin- bre la idenridad personal, sobre la posibilidad de distin-
to a la comprensión tradicional de la justicia: el desafío guir lo público y lo privado, sobre el respeto a las diferen-
planteado por feministas y multiculruralistas. cias culturales- han desplazado del escenario político a
asuntos como la autoridad, la democracia, la libertad y la
justicia, de los que me he estado ocupando en los capítu-
los anteriores. De hecho, sostienen, la naturaleza misma
de la política ha cambiado: ya no tiene que ver tanto con lo
que sucede en las instituciones del gobierno cuanto con
lo que sucede entre las personas -hombres y mujetes,
blancos y negros, cristianos y musulmanes- en sus interac-
ciones cotidianas. La filosofía política, por lo tanto, tiene
que ser reescrita desde un enfoque completamente nuevo.

134 135
Filosofia política: una breve introducción 6. Feminismo y multículturalísmo

En mi opinión, estas afirmaciohes son exageradas, y a todas estas cosas, era fundamentalmente porque nadie
lo largo de este capítulo trataré de explicar por qué. Las defendía lo contrario. Aunque retrospectivamente pode-
cuestiones que plantean feministas y multiculturalistas mos echarles en cara su machismo -y se han escrito mu-
son desde luego muy importantes, y deben transformar chos libros de este estilo-, es más útü, y también en cier-
nuestra forma de pensar en la política, pero no deberían to modo más honesto, preguntarnos por lo que hay en
desplazar a las viejas cuestiones, que siguen siendo tan nuestra sociedad que nos hace tomarnos tan en serio los
apremiantes como antes. En lugar de ello, deben dar a argumentos feministas y m ulticulturalistas. ¿Cómo es
estas cuestiones una nueva dimensión. Mi propósito que nosotros podemos ver cosas que nuestros predece-
ahora es indagar hasta qué punto los argumentos femi- sores pasaron por alto de una manera tan palmaria (por
nistas y multiculturalistas tienen que hacernos pensar de ejemplo, que no hay absolutamente ninguna razón por la
manera diferente sobre la autoridad política, la demo- cual las mujeres no deberían tener las mismas oportuni-
cracia, la libertad y sus límites y la justicia. dades profesionales que Jos hombres)?
Una manera de no perder eJ rumbo es pregtu1tarnos lo La respuesta, en mi opinión, es que vivimos en socie-
siguiente: ¿en qué circunstancias han pasado el feminis- dades basadas en un compromiso con la libertad y la
mo y el multicuJturalismo a ocupar el centro del debate igualdad, pero que hasta el momento han fracasado en el
político? O , dando la vuelta a la pregunta, ¿por qué du- intento de vivir de acuerdo con este compromiso en el
rante siglos las relaciones entre hombres y mujeres, y la caso de las mujeres y las minorías culturales. Forma par-
posición de Jos grupos culturales minoritarios, han sido te de nuesu·as creencias más profw1das la idea de que
rutinariamente ignorados en los tratados de filosofía po- cada persona debe poder vivir su vida como ella elija,
lítica? bajo ciertos límites que ya exploramos en e1 capítulo 4.
Resulta muy tentador pensar que se trata de un gigan- Otra de estas creencias profundas es que todo el mundo
tesco descuido, o argüir que los grupos socialmente do- tiene derecho a ser tratado como un igual, bien disfru -
minantes mantuvieron dichas cuestiones fuera de la tando de los mismos derechos, o bien teniendo las mis-
agenda. Desde luego es cierto, por tomar el caso del fe- mas oportunidades que cualquier otro.
minismo, que la .filosofía política del pasado fue escrita Una vez asumidas estas ideas, pasa a ser un asunto muy
por hombres que asw11ían la subordin.ación de la mujer grave e1 hecho de que una parte de la sociedad no reciba
con respecto aJ hombre como un hecho natmal, que pen- todas las libertades individuales, o que reciba un trato
saban que la mujer no tenía ningún papel activo que de- desigual por parte de las instituciones sociales y políti-
sempeñar en política, etc., etc. (Hubo ocasionales excep- cas. Por ejemplo, cuando se niega a las mujeres la posibi-
ciones -John Stuart Mili fue w1a de ellas- pero fueron lidad de armonizar vida profesional y vida familiar, o
pocas y muy a.isJadas). Sin embargo, si daban por hecho cuando los miembros de una minoría étnica no tienen las

137
6. Feminismo y multiculruralismo

mismas oportunidades que otros en el mercado laboral.


En ninguno de los dos casos están siendo tratados como
miembros enteramente libres e iguales de su sociedad.
A veces resulta tentador contestar que, especialmente las
feministas, están luchando en nombre de grupos que son
ya unos privilegiados. Como, por ejemplo, cuando lee-
mos en el periódico que una alta ejecutiva financiera ha
ido a juicio porque sus opciones sobre acciones valen no
sé cuántos millones menos c¡ue las acciones de sus cole-
gas masculinos, y pensamos que, desde cualquier punto
de vista razonable, ya le va extremadamente bien. Esta
reacción es correcta en un cierto sentido, pero incorrecta
en otro. Pasa por alto que la experiencia de la discrimi-
nación en una sociedad comprometida con la igualdad
implica la devaluación del individuo discriminado en
cuanto persona, independientemente de que su estilo de
vida pueda ser muy cómodo y holgado.
Las feministas propugnan modos de transformación
social que permitan a las mujeres disfrutar de una liber-
tad y una igualdad completas, y no solamente de manera
nominal o parcial. Los multiculturalistas reclaman algo
análogo respecto de grupos étnicos, religiosos o de otro
tipo cuyos miembros sufran discriminación o cuya cultu-
ra sea menospreciada por la mayoría dominante. Cada
una de estas posturas admite diferentes versiones, pero
en lugat de rastrear mecánicamente todas ellas, me gus-
taría considerar el teto que, en general, suponen el femi-
nismo y el multiculturalismo para las ideas establecidas
en los capítulos precedentes.
13. El precio de la liberación de la mujer: la sufragista Emmcline
Comencemos con la cuestión del poder político y la
Pankhurst es arrestada frente al Palacio de Buckingham, 1914. autoridad política. En el capítulo 2 la abordamos como

139
Filosofía polític-.-1: una bn:ve imroducción 6. Feminismo y muhiculturulismo

una cuestión sobre la autoridad del «estado» -es decir, cton entre los sexos, y no quiere decir que todos los
di por hecho que cuando nos preguntamos por la forma hombres, individualrnenre, hayan utilizado estos tres
que debe adoptar la autoridad política, estamos pregun- instrumentos para mantener a las mujeres bajo control
tándonos, al menos en las sociedades modernas, por la -en primet lugar, porque muchas veces las mujeres han
forma que debe adoptar el estado-. Sin embargo, mu- encontrado modos de defenderse-, pero sí está apuntan-
chas feministas han criticado esta manera de entender la do, no obstante, a un tipo de poder que por lo general ha
política. Según ellas, es muy difícil, si no imposible, tra- pasado desapercibido en la filosofía política. Cuando un
zar una línea de separación entre la esfera pública, en la filósofo de la política como Hobbes escribe sobre las lu-
que se establecen recíprocas relaciones políticas, y la es- chas de poder y sobre cómo controlarlas, está pensando
fera privada, en la que las relaciones son no-políticas. En en relaciones entre hombres. Parece como si la cuestión
otras palabras, consideran que la política es WJ fenóme- de la relación entre los sexos hubiese sido ya resuelta.
no mucho más extendido que afecta a todos y cada uno Sin embargo, no por ello tenemos que pensar ahora,
de los aspectos de nuestra vida. Este nuevo enfoque se necesariameme, que ese tipo de relaciones sean políticas.
resume en el eslogan «lo personal es político», y de él se Si bien la política versa sobre el poder -quién debe po-
desprende que si en adelante querernos hablar de la au- seerlo, cómo debe ser controlado-, no toda relación de
toridad política, tendremos que referirnos no solamente poder es polrtica. Pensemos en algunos ejemplos cerca-
a la autoridad que ejercen los estados sobre sus habitan- nos: el poder de un profesor sobre sus alumnos, el poder
tes, sino también a la autoridad ejercida por los hombres de un empresario sobre sus trabajadores, o el poder de
sobre las mujeres. un general sobre sus soldados. En cada uno de estos ca-
Lo que resulta atractivo de este enfoque es el hecho in- sos, quien posee el poder puede conseguir que los otros
dudable de que los hombres han ejercido poder sobre se comporten como él quiera, en parte mediante el ejer-
las mujeres, y no solamente en el pasado, sino también, cicio de una autoridad voluntariamente reconocida, en
hasta cierto punto, todavía hoy. Lo han hecho, en parte, parte porque puede amenazar con determinadas conse-
manteniendo a las mujeres en una situación de depen- cuencias desagradables -medidas disciplinarias, despi-
dencia económica (pues, para sobrevivir, han necesitado dos, tribunales militares- si no se obedecen sus instruc-
de un hombre que trajera el dinero a casa); en parte, di- CiOnes.
fundiendo una serie de ideas sobre cuál es el papel ade- ¿Y por qué no van a ser políticas estas relaciones?
cuado de la mujer que las propias mujeres han llegado a Consideremos qué es lo que convierte a la política en
aceptar; y, en parte, por la pura fuerza física -la amenaza una parte distintiva de la vida humana. En primer lugar,
de violencia pende sobre quien desobedezca las órdenes implica tomar decisiones y ponerlas en práctica, pero no
del hombre-. Ésta es una descripción general de la rela- de cualquier manera, sino permitiendo que las dircrentes

140 141
6. fcminismu y mullicul tu nuismo
Filosofía política: una breve introdu cción

clones especialmente íntimas que se esLablecen entre


voces y opiniones sean escuchadas. No tiene por qué ser
ambos sexos. Ha fracasado en diversos sentidos: no ha
necesariamente democrática -puede haber política en
proporcionado a las mujeres un nivel adecuado de segu-
una corre real-, ni necesariamente pura en términos mo-
ridad física, especialmente en cuanto protección contra
rales -de hecho, las amenazas y la negociación forman
la violencia doméstica; no ha garantizado la igualdad de
parte de ella tanto como la discusión y el debate-, pero
derechos entre hombres y mujeres en varios ámbitos im-
allí donde un dktador pueda imponer su voluntad sin
portantes de la vida, y no ha otorgado suficiente libertad
tener que escuchar otras voces ni consultar a las partes
personal a la mujer (dentro de un momento examinaré
interesadas, no habrá política. En segundo lugar, la auto-
qué significa esto). Estos fracasos politices son los que
ridad política afecta potencialmente a codos los aspectos
han permitido que los hombres tengan poder sobre las
de la vida humana. Y aunque podamos y debamos esta-
mujeres en su vida personal , y una de las razones obvias
blecer unos límites - fijando una esfera de libertad perso-
de ello es que las mujeres han estado durante siglos ex-
nal en la que no pueda inmiscuirse la autoridad política,
cluidas casi por completo de la política en el sentido
como vimos en el capítulo 4-, el propio acto de delimitar
convencional.
esa esfera es un acto político. Como también es político
Esto nos lleva directamen[e a la crítica de la democra-
el acto de determinar qué poderes deben tener derecho
cia actual formulada por feministas y mulriculturalístas,
a ejercer los individuos en las distintas situaciones de la
pero antes de entrar en ello me gLtstaría examinar un
vida. Decidir hasta dónde debe extenderse la autoridad
poco más de cerca la cuestión de la libenad.
del profesor sobre los alumnos, cuáles deben ser los de-
Como ya vimos en el capítulo 4, la libertad se suele en-
rechos y deberes de los empresarios y los trabajadores
tender en términos de una esfera de acción protegida en
respecrivamen te, y cuál debe ser el margen de actuación
la cual cada persona tiene la posibilidad y los medios de
de un general en la dirección de un ejército, son todas
decidir cómo quiere vivir su propia vida. Las feministas
ellas decisiones políticas.
han criticado esta idea de dos maneras distintas -y los
Si la política tiene las características distintivas que
multiculturalistas han defendido argumentos símilares-.
acabamos de ver, entonces la objeción feminista a la au-
En primer lugar, afirman, las mujeres son en realidaJ
toridad polftica se puede formular de una manera dis-
mucho menos libres en la esfera privada de lo que suelen
tinta. Lo que estarían señalando las feministas no sería
dar por hecho los filósofos de la política. En segw1do lu-
tanto que las relaciones entre hombres y mujeres son in-
gar, un comportamiento que aparentemente sólo es au-
herentemente políticas, cuanto que la política ha «fraca-
tOITeferente, por utilizar la expresión de Mili, puede de
sadO'» a la hora de tenerlas en cuenta. La autoridad polí-
hecho tener efectos perjudiciales sobre los intereses de
tica, tal y como se ha entendido hasta el momento no ha
sabido establecer las medidas apropiadas para l~s rela-
las mujeres.

143
142
Filosofía poliuc:a: una breve introducción 6. Feminismo y multiculturalismo

Como ya hemos visto, la libertad implica tener ante sí quedan incrustadas en la psique de la mujer a una edad
un conjunto de opciones disponibles, pero también po- muy temprana, y resulta muy difícil combatirlas posterior-
seer la capacidad de elegir entre ellas. En el pasado, la mente. Sin duda, las mujeres toman verdaderas decisiones
gran mayoría de las mujeres disp01úa de un conjunto de en muchos ámbitos de la vida -profesión, religión, estilo
opciones claramente muy limitado. Apenas tenía otra de vida en un sentido amplio-, pero casi siempre sin salir-
opción que no fuese casarse, criar a los hijos y trabajar en se de los límites fijados por las ideas dominantes de femi-
las rareas del hogar o bien en un limitado número de niJad. Lo cual puede derivar en resultados dañinos: la ob-
profesiones relacionadas con el hogar. El siglo XX fue sesión por la apariencia física, por ejemplo, puede generar
testigo de una transformación radical en este aspecto ex- anorexia entre las adolescentes, las ideas sobre las tareas
terno de la libertad de las mujeres. No solamente las mu- domésticas propias del hombre y la mujer pueden hacer
jeres pudieron acceder, al menos formalmente, a casi to- que las mujeres se sometan a una división enormemente
das las profesiones, sino que también pudieron tomar injusta de las faenas deJ hogar, etc.
verdaderas decisiones en la esfera privada -decidir si se El problema a la hora de abordar este asunto es que se
casaban o no, tener hijos o no tenerlos, incluso formar mezcla con otra cuestión sobre la que las propias femi-
parejas heterosexuales o no, etc.-. Lo cual no quiere de- nistas no se ponen de acuerdo: ¿comparten hombres y
cir que tuviesen la «misma» libertad que los hombres en mujeres, en esencia, una naturaleza común?, ¿o las dife-
todos estos aspectos, puesto que la libertad, como -una rencias que les sepélran son tan profundas que siempre
vez más- ya hemos visto, también tiene que ver con los preferirán vivir de maneras diferentes? Si esto último es
costes asociados a cada curso de acción, y a menudo las cierto, entonces no deberíamos dar por sentado tan rápi-
mujeres tenían que en[rcntarse a costes extra si decidían, damente que toda mujer que elija seguir ciertos patrones
por ejemplo, combinar una carrera profesional con el culturales está eligiendo de manera inauténtica. No se
cuidado de los hijos. La cuestión más delicada, no obs- trata de que tengamos que aceptar las normas que, por
tante, tiene que ver con el aspecto interno de la libertad: ejemplo, llevan a las adolescentes a matarse de hambre,
la capacidad de elegir. pero al menos resulta posible pensar que quizás dentro
Las mujeres, han afirmado las feministas, siguen sien- de la naturaleza de la mujer esté el preocuparse más que
do esclavas de determinadas normas culturales muy los hombres por su apariencia física. En tal caso, no tiene
arraigadas aun cuando no estén ya físicamente obHgadas por qué ser necesariamente perjudicial para su libertad
a atenerse a ellas. Estas normas tienen que ver especial- el hecho de que sus decisiones en esta es[era de la vida
mente con el aspecto que deben tener las mujeres, con adopten patrones distintos a los de los hombres.
cómo deben comportarse, con el tipo de relaciones que ¿Cómo decidir si estas «diferentes maneras de elegir>> son
deben establecer con los hombres, etc. Dichas normas solamente el resultado de normas culturales que pueden ser

144 145
Filosofía política: una breve introducción
6. Feminismo y muhicuhurali~mo

modificadas, o reflejan más bien diferencias que son inhe-


Las minorías culturales -grupos cuya identidad reli-
rentes a los sexos? Esta cuestión es tan compleja que tal ve~
giosa o étnica es disrinra a la de la mayoría de la socie-
lo más prudente sea imitar a Jobn Stuart Mill y mantener-
dad- también encuentran barreras a su libertad perso-
nos en el agnosticismo. Como Mill escribió en El sorneti-
nal. Aunque en las sociedades liberales contemporáneas
miento de los mujeres (uno de los escasísimos ejemplos que
disfrutan formalmente de las mismas oportunidades
hay de filosofía política feminista antes del siglo XX):
educativas y profesionales que los miembros de la mayo-
ría, a menudo los costes derivados <..le esas opciones son
[ ... ]niego que alguien conozca o pueda conocer la naturale-
mucho mayores. Puede que la propia manera de definir
za de los dos sexos ya que sólo han sido vistos en la relación
los empleos, por ejemplo, dificulte el cumplimiento de
mutua que ahora mantienen . Si alguna vez se hubieran en
los requisitos asociados a los mismos por parte de los
contrado hombres en una sociedad sin mujeres, o mujeres
oTupos minoritarios -tal vez se exija un tipo de indumen-
sin hombres, o si hubiera habido alguna vez una sociedad tle
hombres y mujeres en la cual las mujeres no se hallaran bajo
~aria que entre en conOi cto con las normas religiosas o la
tradición, puede que la distribución de las horas de tra-
el control de los hombres, algo podría saberse con certeza
bajo a lo largo de la semana sea incompatible con las
sobre las direrencias mentales y morales que puedan ser in-
prácticas religiosas, por ejemplo si se exige trabajar en el
heremes a la naturaleza de cada sexo.
día señalado como sabbot, etc.-. Los multiculturalistas
sostienen que debe haber igualdad de oportunidades en
Puesto que carecemos de ese tipo de información, te-
un sentido que no sea solamente formal. El problema es
nemos muy buenas razones para exigir que las condicio-
que quizás los propios costes sean una cuestión de elec-
nes externas de libertad sean las mismas para hombres y
ción. Si yo decido no comer cerdo por razones religiosas,
mujeres, es decir, que tengan un mismo abanico de op-
es evidente que no se trata de una limitación de mi liber-
ciones, y que los costes derivados de cualquier opción
tad: yo mismo me he impuesm esa restricción. ¿Qué di-
que elijan sean los mismos para unos y otras.
ferencia hay, entonces, si yo me empeño en llevar un de-
Ahora bien, si, además de ello, deberíamos intentar
terminado estilo de ropa y muchos empresarios se niegan
acabar con el dominio de las normas culturales mayori -
por ello a contratarme? Yo podría elegir no llevar esa
tarias sobre lo que significa conducta apropiada para
ropa.
hombres y mujeres, o si deberíamos más bien intentar
Para resolver este problema tenemos que examinar si
que las nmmas tradicionales femeninas sean valoradas
determinadas reglas en el vestir, o cualquier otro requisi-
e n la misma medida que las normas tradicionales mascu-
to especificado, son o no esenciales para el trabajo en
linas, esto, ya digo, sigue siendo objeto de intenso debate
cuestión. En algunos casos, la obligación de llevar deter-
entre las propias feministas.
minada indumentaria responde a razones de seguridad.

147
hlosofía política: una breve introducción 6. rcmmtsmo y muhicultumlismo

En otros casos, puede haber razones estéticas -por ejem- negros son representados como criminales o traficantes
plo: actores y bailarines tienen que estar dispuestos a lJe- de droga, ello afectará, quizás de manera inconsciente, a
var la ropa que el diseñador de producción haya elegido la conducta de la gente que está decidiendo a quién con-
para ellos. Pero si las reglas en el vestir son básicamente trata o a quién promociona. La conclusión es que la li-
convencionales, entonces las minorías culturales pueden bertad de expresión debería estar más limirada de lo que
decir con plena legitimidad que, salvo en los casos de ex- habíamos pensado. Deben evitarse las expresiones que per-
cesivo abandono o informalidad, se está limitando su li- judiquen a los intereses de grupos vulnerables; por esta
bertad de elección profesional. (Por supuesto, también razón, algunas feministas han pedido que se prohíba Ja
tendrían que demostrar que su propia manera de vestir pornografía; algunos representantes de religiones mino-
está profundamente arraigada en su cultura, y que a las ritarias han pedido leyes contra la blasfemia que prohiban
personas en cuestión les costaría mucho renunciar a los comentarios denigratorios sobre sus religiones, como
ella). hicieron, por ejemplo, los musulmanes después de que
Estamos viendo, en definitiva, que los retos feministas Salman Rushdie publicase su libro Los versos satánicos.
y multiculturalistas pueden obligarnos a revisar no la Este tipo de afirmaciones plantea un problema para las
idea misma de libertad, pero sí nuestra manera de enten- sociedades muy comprometidas con la libertad indivi-
der las condiciones bajo las que una persona es genuina- dual. Al fin y al cabo, la libertad ¿no es valiosa precisa-
mente libre para elegir su camino en la vida. Lo mismo mente porque permite a la gente desafiar las convencio-
sucede cuando nos fijamos en los límites de esa libertad. nes, conmocionar a la gente y crear indignación, y así
En el capíwlo 4 puse algunos ejemplos de cómo una conseguir que otras personas se cuestionen sus propias
conducta que en principio sólo parece ofensiva para ideas? ¿Podemos aplaudir opiniones y conductas que
otros -y por tanto, no «other-regarding» según la defini- ofenden a un determinado grupo de personas, e inme-
ción de Mili- puede convertirse en algo más que eso si diatamente después tratar de prohibir las opiniones y
las personas afectadas se viesen obligadas a cambiar su conductas que ofenden a otro grupo? Es difícÜ distin-
propio comportamiento como consecuencia de ella. Las guir entre formas de expresión que son liberadoras a pe-
feministas y muhiculturalistas podrían llevar un poco sar de ser ofensivas para ciertas personas y formas de ex-
más lejos este razonamiento. Podrían sostener, por ejem- presión que son exclusivamente ofensivas, y por eso
plo, que la manera de retratar a las mujeres y a las mino- podríamos llegar a la conclusión de que, en esta cues-
rías cullurales, especiaL11ente en los medios de comuni- tión, la ley resulta un instrumento poco preciso, es decir,
cación de masas, puede repercutir notablemente en que en general debería dejarse que la gente juzgue por sí
cómo son tratados en general. Sí, pongamos por caso, las misma qué expresiones le parecen aceptables y cuáles
mujeres son representadas como objetos sexuales, o los no, exceptuando solamente los casos extremos, como

149
filosofía política una breve inrroducción 6. Femimsmo y mu1ticulturalismo

por ejemplo un discurso racista en un lugar público.


Esto no significa que no deba haber debate púbüco sobre
estas cuestiones; al contrario, ese debate puede hacer que
la gente sea más consciente de lo que ou·as personas con
tradiciones culturales diferentes consideran ofensivo o in-
sultante. En una sociedad multicullural es muy importan-
te que haya respeto generalizado por los valores culturales
de otros grupos. AJ mismo tiempo, es importante no su-
cumbir a la debilüadora corrección política. Allí donde la
cultura contenga elementos hostiles a la libertad y la igual-
dad -especialmente a la libertad e igualdad de las muje-
res- no debemos dudar en decirlo enérgicamente, aun
cuando resulte o[ensivo para algunos.
Paso a ocuparme ahora de la cuestión de la democra-
cia. En las sociedades con sufragio universal, un proble-
ma fundamental para feministas y muhiculturalisras ha
sido la relativa (alta de mujeres y de representanres de
grupos minoritarios en las asambleas .legislativas. ¿Por
qué tendría que ser esto un problema? Desde eJ Jado
contrario se argumenta que Jos representantes son elegi-
dos por todos los votantes, y que tienen que responder
ante codos los vocantcs, de manera que aunque haya de
hecho pocas mujeres y miembros de minorías entre ellos,
sus intereses e inquietudes seguirán siendo canalizados a
través de los hombres (blancos) que les representan. En
otras palabras, lo que importa no es quién sale elegido
para ser miembro del Parlamento o del Congreso, sino el
mecanismo por el cual rodos ellos deben responder ante
el electorado.
14. Musulmanes qu~mando Los versos satánicos de Salman Rushdie en Este razonamiento pasa por alto el hecho de que, en
Bradford, Reino Unido, en 1989.
las democracias actualmente existentes, los representan-

150 151
Filosofía polínca: una breve introducción 6. Feminismo y mulucuhurallsmo

tes electos tienen un amplio margen de decisión en cues- argumentos de la otra parte, sopesarlos con ecuanimi-
tiones sobre las que sus votantes nunca han tenido lapo- dad y cambiar sus propias ideas en consecuencia. Por su-
sibilidad de pronunciarse. En el capítulo 3 estuvimos puesto, las democracias no siempre funcionan de esta
viendo algunas maneras de profundizar en la democra- manera, pero es muy importante que lo hagan, sobre
cia, de hacer que la gente se involucre más en la toma de todo para los grupos minoritarios. Al fin y al cabo, son
decisiones y, si se produjese algo de ese tipo, desde luego minorías, y si todo el mundo vota teniendo en cuenta so-
podría importar menos quién sale elegido para represen- lamente el interés de su facción, las minorías están con-
tarla, pero a día de hoy importa y mucho. denadas a perder. La fuerza de los argumentos es su úni-
El argumento a favor de que aumente la representa- ca arma.
ción femenina y minoritaria consiste en señalar que hay Esta manera de ver las cosas ha sido criticada por algu -
cuestiones muy importantes en las cuales es muy dificil nas voces del movimiento feminista y multicultural.ista,
entender del todo el punto de vista y los intereses de es- para quienes la idea misma de que los problemas tengan
tos grupos si no se pertenece a ellos. Por ejemplo: si en el que resolverse mediante una discusión razonada supone
Parlamento o en el Congreso se llega a discutir una cues- ya un sesgo a favor de los que son expertos en este tipo
tión sobre prácticas religiosas, en relación, digamos, con de discusión. Según ellos, es posible que las mujeres y los
un caso de discriminación laboral, es muy importante grupos minoritarios tengan que hacer uso de formas de
que haya presente alguien que pueda explicar el signifi- expresión más apasionadas para defender sus puntos de
cado de dicha práctica, su relevancia dentro de la vida vista; rambjén sugieren que la decisión sobre determina-
del grupo, etc. Y lo mismo sucede cuando surge una das cuestiones debería reservarse a los grupos que más se
cuestión que concierne especialmente a las mujeres, por juegan en ellas, de tal manera que las Jisyuntivas que ata-
ejemplo, algo relacionado con el permiso de maternidad ñen a los derechos reproductivos -aborto, anticoncep-
o el cuidado de los hijos. ción, etc.- fuesen resueltas en exclusiva por las mujeres.
No es esencial que la representación sea estrictamente En el capítulo 3, en relación con el problema general de
proporcional a la distribución de la población. Lo im- las minorías, defendí que las democracias deben estar dis-
portante es que cada uno de los ptmtos de vista más sig- puestas a resguardar como oro en paño determinados de-
nificativos esté adecuadamente representado en los ór- rechos básicos en una constitución, precisamente para
ganos legislativos. Esto se sigue de la descripción que proteger a las minorías en todo momento frente a mayo-
hicimos de la democracia como un sistema para llegar a rías hostiles. También sugerí que la creación de distintas
decisiones políticas a través del debate abierto entre los circunscripciones para resolver distintas cuestiones, tal y
implicados. Al hablar en esos términos, supusimos que como se hace en los sistemas federales, tiene una justifica-
las personas implicadas están dispuestas a escuchar los ción democrática. Sin embargo, el problema es que mu-

152 153
Fílosofía polílica: una breve introducción (¡, Feminismo y mulriculmralismo

chos de los asuntos que más afectan a las mujeres y los entre la población. El sistema fiscal y de propiedad, el
grupos minoritarios también preocupan considerable- sistema de sanidad y educación públicas, y las institu-
mente a otros grupos. ciones de este tipo han ocupado, tradicionalmente, el
El aborto es un caso claro. Por muy tentados que este- centro de atención. Pero, ¿podernos realmente lli11Ítar
mos de pensar que este asunto sólo concierne a las muje- nuestra atención a los efectos distributivos de estas insti-
res, es evidente que también preocupa mucho a otros tuciones públicas? Según las feministas, debemos consi-
grupos, en panicular a los grupos religiosos que creen derar también lo que ocurre dentro de la unidad familiar,
que el aborto supone la destrucción de un ser humano cómo se distribuyen en ella los beneficios y los costes, y
con alma. No podemos rechazar este punto de vista til- también cómo esa distribución afecta a la distribución
dándolo sin más de locura, a no ser que estemos dispues- general de empleos, ingresos, etc. Concretamente sostie-
tos a rechazar también, mediante el mismo expediente, nen que, sin justicia doméstica, nunca se alcanzará la jus-
todas las demás afirmaciones culturales que tengan una ticia social para las mujeres.
base religiosa. El único modo de avanzar es tratar de lle- Hoy en día casi todo el mundo estaría de acuerdo en
gar, mediante el debate y la discusión, a una posición que que, históricamente, la familia ha tratado muy mal a la
sea minirnamente aceptable para todas las posturas en- mujer: la situaba más o menos a merced del bombre,
frentadas, lo cual, una vez más, subraya la importancia quien no sólo esperaba trabajar muy poco en el hogar,
de que todas las perspectivas estén representadas en el sino que también controlaba, en su papel de sostén fi-
organismo que va a tornar la decisión. nanciero, la economía familiar. Podría parecer que, aho-
Como parte final de este capítulo, llegamos a la cues- ra que las mujeres han obtenido su independencia en la
tión de la justicia: ¿qué tipo de desafíos han planteado esfera pública -al haber obtenido derechos civiles y po-
feministas y multiculturalistas a las ideas mayoritarias so- líticos, e igual posibilidad de acceder al mercado labo-
bre justicia social, y cómo debemos responder a estos de- ral-, las relaciones domésticas entre hombres y mujeres
safíos? Me centraré en dos cuestiones concretas: la justi- han tenido que cambiar también profundamente: ahora
cia doméstica -justicia entre hombres y mujeres en la i1lteractuarán en términos de igualdad. En otras pala-
vida familiar- y la discriminación positiva: las medidas bras, una vez que se haya alcanzado justicia social (en
concebidas para favorecer a las mujeres y a las minorías sentido habitual) para las mujeres, la justicia en el ámbi-
en el acceso al sistema de educación superior y al merca- to de la familia sobrevendrá por sí sola. Pero esta opti-
do de trabajo. mista opinión no se ha confirmado en la práctica: la po-
Como ya indiqué en el último capítulo, la justicia so- sición de las mujeres ha mejorado, sin duda, en mud1os
cial tiene que ver con la manera en la que las institucio- aspectos, pero sigue habiendo una gran desigualdad, es-
nes sociales y políticas distribuyen los costes y beneficios pecialmente en la distribución de las tareas del hogar en-

154 155
Filosofía política: una breve introducción 6. f'emini~mo )' muluculwraltsmo

tre hombres y mujeres. Incluso cuando los dos miembros ¿Por qué razón podrían haber aceptado algo asf? Pre-
de la pareja u·abajan fuera de casa a jornada completa, la surniblememe, porque siguen existiendo normas sobre
mujer es la que carga con la mayor parte de las labores los respectivos roles del hombre y la mujer que nos dicen
domésticas. Suponiendo que estas tareas sean molestas que las mujeres tienen una especial responsabilidad en el
(¿a alguien le gusta realmente pasar el aspirador o plan- hogar y en el cuidado de los niños, mientras que los
char?), tal distribución parece injusta. hombres tienen una especial responsabilidad en ganar
Otro hecho que pone en desventaja a las mujeres es un sueldo fuera de casa. De esta manera, aunque en la
que, cuando nacen los hijos, casi invariablemente son práctica la gran mayoría de mujeres en edad de trabajar
ellas las que interrumpen su carrera profesional durante está trabajando, hay una tendencia en ambos sexos a
más tiempo, a menudo volviendo al mercado con un tra- considerar que ese trabajo suyo es una especie de bonifi-
bajo a jornada parcial o, en cualquier caso, ascendiendo r
cación, algo que se añade a sus responsabilidades un da-
más lentamente que ellos en la escala laboral. A este fe- mentales. Es evidente que esta forma de pensar, aunque
nómeno, y a la abierta discriminación sexual, parece de- sea compartida por muchas mujeres, las perjudica en tér-
berse el hecho, tantas veces observado, de que las muje- minos del equilibrio de costes y beneficios. Es una reliquia
res ganan sistemáticamente menos que los hombres y de tiempos pasados, y el hecho de que sea defendida li-
están infrarrepresentadas en la cúspide de las diversas bremente no la convierte en justa (se sabe que incluso los
profesiones (hay muy pocas altas ejecutivas, juezas o ca- esclavos llegaron a aceptar las normas que justificaban
tedráticas). su esclavitud).
Sin embargo, no debemos saltar precipitadamente a la Una cosa es mostrar que en nuestra sociedad no se ha
conclusión de que, puesto que hombres y mujeres termi- alcanzado la justicia doméstica; decir positivameme qué
nan en posiciones desiguales en muchos aspecros, tiene hace falta para que haya justicia dentro del hogar es, sin
que haber un~l injusticia. Al fin y al cabo, algunas situa- embargo, mucho más diffcil. ¿Insistiremos en que la re-
ciones de desigualdad son sin embargo justas, por ejem- gla para todas las parejas debe ser compartir equitativa-
plo cuando reflejan las distintas decisiones que se han mente los costes y los beneficios, o hay un cieno margen
tomado. Así pues, ante los hechos que acabo de presen- para que la gente establezca diferentes arreglos en fun-
tar, alguien podría responder: es que las mujeres han ción de sus circunstancias? Quizás cuando las viejas nor-
aceptado las disposiciones que parecen ir en su contra, es mas sobre cuál es la posición apropiada de la mujer
decir, han aceptado como parte del acuerdo familiar, por hayan desaparecido, el principio del libre acuerdo se
así decirlo, el tener que hacer la mayor parte del trabajo manifieste en todo su espJendor. Como ya hemos visto,
doméstico y el tener carreras profesionales menos bri- aJgunas feministas insisten en que hay profundas dife-
llantes que las de sus parejas masculinas. rencias entre el hombre y la mujer, especialmente a la

157
Filosofía política: una breve inu·oducción
6. Feminismo y multiculturalismo

hora de criar a los hijos, y consideran que la igualdad es-


sesgos culturales, o a que las personas que están en estas
tricta supone fo rzar a las mujeres a comportarse de un categorías hayan tenido menos oportunidades de adqui-
modo que niega su naturaleza maternaL En la medida en rir las capacidades para cuya medición están concebidos
que esto sea cierto, la justicia en las relaciones domésti- los tests. Alli donde se pueda demostrar que ocurre algo
cas debería ser compatible con cierta flexibilidad en la así - cosa que es más plausible en el caso de grupos étni-
vida familiar, en la que se pueda dividir el trabajo dentro cos marginados que en el caso de las mujeres, dado que
y fuera del hogar de acuerdo con las preferencias y capa- hoy en día las niñas tienden a sacar mejores notas que los
cidades personales de cada uno de los miembros. niños en la escuela-, las medidas de discriminación posi-
En este capítulo debemos examinar por último las
tiva son realmente un instrumento bastante adecuado
cuestiones relacionadas con la discriminación positiva y
para alcanzar la igualdad de oportunidades. No hay dis-
las políticas que van en esa dirección. El enfoque con-
cusión alguna al nivel de los principios: se discute sola-
vencional sobre la igualdad de oportunidades, que tanto mente cuál es la mejor forma de asegurar que las perso-
feministas como multiculturalistas han puesto en tela de nas seleccionadas para .los puestos más ventajosos sean
juicio, es que la elección de personas para empleos o pla- las personas que realmente se lo merecen.
zas en la universidad debe regirse estrictamente por los Sin embargo, hay un segundo tipo de justificación que
méritos. Por el contrario, dicen estos críticos, es posible sí plantea cuestiones de principio. Esa justificación parte
que para ser justos tengamos que discriminar positiva- del hecho de que las mujeres y las minorías émicas tie-
mente a las mujeres o a los miembros de minorías étnicas nen hoy en día una representación muy escasa en los es-
-en otras palabras: los comités de selección deben in- calones superiores de la sociedad, y presenta la discrimi-
cluir un factor de ponderación que tenga en cuenta si el nación positiva como la mejor manera de arreglar esta
candidaro pertenece a una de estas cat:egorías-. Desde situación. Dicho de otro modo, la politica social debe
luego, el empleo de este tipo de políticas está muy exten- considerar como un importante objetivo el que haya mu-
dido, tanto en las universidades como en las empresas, chas mujeres, negros, musulmanes, etc., ocupando pues-
pero no obstante siguen siendo polémicas. tos de alto nivel en el mundo empresarial, en el mundo
Tenemos que distinguir dos tipos de justificaciones profesional, en la administración pública, etc. Desde
que pueden darse a favor de la discriminación positiva. este punto de vista, la justicia social no se reduce al justo
La primera es que los métodos habituales de medir los tratamiento de los individuos, sino que también tiene un
«méritos» -mediante las notas de un examen o los resul- importante elemento grupal. Una sociedad justa sería
tados de un test, por ejemplo- tienden a infravalorar las una sociedad en la que todos los grupos importantes es-
verdaderas capacidades de las mujeres y las minorías. tuviesen representados en las distintas esferas sociales en
Ello puede deberse a que el test esconda determinados proporción aproximada al número de sus miembros.

159
Filo~ofía poÜtico~: una breve introducción 6. Feminismo y mulúculturahsmo

Supongamos que hubiese verdadera igualdad de opor- vez que reciben un empujón inicial -por ejemplo, una
tunidades individuales -que la selección de personas plaza en una buena universidad-. Estas personas pueden
para empleos u otros cargos se hiciese siempre en función convertirse eo modelos de conducta, animando a otros a
de los méritos, y que todo el mundo tuviese las mismas seguir sus pasos.
posibilidades de desarrollar las capacidades y habilidades Así es que este tipo de medJdas quizás sí puedan justi-
que cuentan como méritos-, pero que, sin embargo, al- ficarse, a fin de cuentas, por sus efectos globales (los
gunos grupos sociales tuviesen más éxito que otros en afroamericanos probablemenre sean el mejor ejemplo de
términos globales, y que. por tamo, algunos de ellos ocu- ello). Lo cual no significa, sin embargo, que vengan exi-
pasen la mayor parte de los puestos de máximo nivel gidas por la propia idea de justicia, o que podamos decir
mientras que o tros se apiñasen en el nivel más bajo. ¿Po- que los grupos con escasas aspiraciones y con escasos lo-
dríamos decir que los grupos con menos éxito son vícti- gros, sólo por eso, sean víctimas de una injusticia. Es po-
mas de una injusticia g rupal? No si sus miembros hubie- sible, de hecho, que nos encontremos ante un auténtico
sen decidido voluntariamente no aspirar a empleos conflicto de valores -entre tratar justamente a los indivi-
mejores por ejemplo por razones cultu rales. Sin embar- duos, y asegurar que los grupos étnicos y de otros tipos
go, parece poco probable que suceda algo así en general
(aunque podría haber determinados trabajos que resul-
taran poco atractivos a ciertos grupos por razones cultu-
rales). Una explicación más plausible podría ser que los
grupos cuyos miembros han tendido a desempeñar his-
tóricamente empleos de bajo nivel tienen unas expecta-
tivas y una autoestima muy bajas, por lo que muy pocos
de sus miembros creen que puedan tener alguna posibi-
lidad de ascender en la escala profesional. En conse-
cuencia, prefieren no intentarlo.
Esta situación debería preocuparnos. Que haya gru-
pos de baja condición social y que sus miembros no
aprovechen las oportunidades que podrían aprovechar,
es muy perjudicial tanto para esos grupos como para
toda la sociedad. Las políticas de discriminación positiva
pueden ser útiles a este respecto, al poner de manifiesto
de lo que son capaces los miembros de las minorías una 15 Armonía muJticultural· Cam.1val de Noning 1 fill, 1980.

160
161
Filosofía política: una breve introducción

se integren plenamente en la vida de la sociedad en su


conjunto-. Casi al comienzo de este libro dije que los fi-
7. Naciones, estados y justicia global
lósofos de la política deben resistir la tentación, a la que
sucumben muchos políticos, de dar por hecho que las
medidas que ellos defienden no implican sacrificar ot,ros
valores. Ahora deberíamos llegar a la conclusión de que
la discriminación positiva es justa sólo en la medida en
que trata de garantizar la verdadera equidad entre las
personas -sacando a la luz los verdaderos méritos-. Si va
más allá de eso, y se convierte en un medio para elevar la
posición global de ru1 grupo respecto de otros, entonces,
por muy deseable que pueda parecer ese objetivo en ge-
neral, ya no estaremos hablando de justicia.
Al principio de este capítulo sugerí que el feminismo y
elmulticulturalismo no deben verse como corrientes que En el último capítulo nos hemos planteado algunas cues-
desplazan los problemas perennes de la filosofía política, tiones básicas sobre el «alcance>> tanto de la autoridad
sino más bien como modos de replantear esos proble- política como de la justicia. Nos hemos preguntado qué
mas. Ahora espero haber justificado esa afirmación. es lo que convierte en políticas algunas relaciones huma-
El feminismo y el multiculturalismo nos enseñan a nas y otras no, y nos hemos preguntado si la idea de jus-
pensar de manera diferente sobre la autoridad política, ticia se puede aplicar a las relaciones entre hombres y
la libertad, la democracia y la justicia, y en particular nos mujeres en la esfera doméstica y a las relaciones entre
retan a explicar cómo deben ser llevados a la práctica distintos grupos culturales dentro de una sociedad.
esos valores en unas sociedades culturalmente muy di- En este capítulo también vamos a ocuparnos del alcan-
versas y en las que las mujeres esperan ser tratadas en ce de la política y la justicia, pero al1ora dirigiremos
términos de igualdad respecto de los hombres. Sus obras nuestra atención hacia afuera, en lugar de hacia dentro.
enriquecen la .filosofía política y la ponen directamente Nos preguntaremos si las unidades políticas con las que
en contacto con algunas de las cuestiones más acalorada- estamos más familiarizados -los estados-nación- no han
mente debatidas en la actualidad. sobrevivido a su utilidad, y si no deberíamos considerar
que la política es algo que tiene lugar a escala internacio-
nal, e incluso a escala mundial. También nos planteare-
mos cuál podría ser el significado de la justicia más allá
7. Nacionc~. estados y justicill global
filosofía política: una breve imroducctón

conocían personalmente a los lideres políticos, y en la


de los estados-nación: ¿es posible hablar de una justicia que éstos eran vistos día tras día ocupándose de sus
global? Y, en caso afirmativo, ¿son sus principios esen- asuntos dentro de las muros de la ciudad. El Consejo
cialmente diferentes de los principios que se aplican General, formado por representantes de todas las partes
dentro de las comunidades políticas nacionales? de la ciudad, se convocaba a través de un pregonero y
Estas cuestiones sobre alcance y escala no son sola- del sonido de una campana, así es que, cuando decimos
mente cuestiones técnicas. [] modo de interactuar con que era una comunidad política, queremos decir exacta-
los demás cambia profundamente según vamos ascen-
mente eso.
diendo de pequeños grupos en los que todo el mundo se La filosofía política tal y como se entiende hoy en día
conoce personalmente a grandes sociedades donde el surgió inicialmente en estas comunidades políticas a pe-
conocimiento de los demás es, en su mayor parte, de tipo queña escala -de manera especialmente notable, en la
a?stracto -les conocemos sólo como tipos, como catego- Atenas clásica-. Allí los ciudadanos controlaban su pro-
nas- y en las que ese conocimiento se obtiene de manera pio destino, al menos en lo que concernía a la vida inter-
indirecta, a través de reportajes en los medios de comu- na de la ciudad, y tenía mucho sentido hacerse preguntas
nicación, por ejemplo. sobre la mejor forma de gobierno, las cualidades del
Merece la pena desandar un poco el camino para ver buen gobernante, el significado de la justicia, etc. Es po-
cómo funcionaba la ciudad de Siena en la época de Lo- sible que las ciudades estado de este tipo diesen a los se-
renzerti, nuestro pintor de frescos. En comparación con res humanos la mejor oportunidad que han tenido nunca
las unidades políticas que dominan el mundo de hoy - los de gobernarse bien a sí mismos -de alcanzar la libertad '
estados-nación-, su tamaño era minúsculo. Además de la justicia y la democracia-. ¿Por qué, entonces, no han
la ciudad propiamente dicha, Siena tenía jurisdicción so- sobrevivido? La respuesta es que las ciudades-estado
bre un área de sólo unos 50 kilómetros de radio, que como Atenas y Siena siempre estaban expuestas a ser
abarcaba pequeños pueblos, aldeas y campo. Se estima capturadas y absorbidas por otras unidades más gran-
que la población total de esta unidad política llegó a al- des. Tenían que estar constantemente en disposición de
canzar un máximo de 100.000 personas antes de recibir luchar para conservar su independencia, y para ello de-
el golpe de la peste negra en 1348; aproximadamente la bían formar inciertas alianzas con las ciudades vecinas.
mitad de ellas vivían en la propia ciudad, y sólo una par- Este sistema podía funcionar durante cierto tiempo,
te minoritaria de los residentes estaba cualificada como pero a la larga se mostró incapaz de resistir a imperios
ciudadanos. De manera que lo que estaba retratando Lo- más centralizados: Atenas sucumbió a Filipo de l\1ace-
renzetti -cuya Alegoría del buen y el mal gobierno tiene donia, mientras Siena, aunque durante un tiempo con-
muchos rasgos que la identifican con Siena- era una co- servó cierta independencia poniéndose bajo la protec-
munidad política en la que muchos de los ciudadanos

164
Filosofía política: una breve introducción 7 N.u.:ton~~. c~tudos y justicia global

ción de gobernantes cercanos como el duque de Mi lán, que diferencie genuinamente a los que viven a un lado
fue finalmente conquistada por el emperador Carlos V. de una frontera nacional de los que viven al otro lado?
El fracaso de las ciudades-estado no se debió a deficien- El Deán Inge dijo en una ocasión que una nación es
c~as i~ternas, sino a su debilidad externa frente a los ejér- una sociedad unida por un engaño sobre sus ancestros y
cnos mvasores. por un odio común a sus vecinos. Como la mayoría de
La unidad política que demostró ser capaz de resistir las buenas ciras, esra frase tiene bastante de verdad. Es
al poder imperial al mismo tiempo que encarnaba algu- cierro que las identidatlcs nacionales surgen, muy a me-
nas de las vinudes de la ciudad-estado fue el estado-na- nudo, del antagonismo frente a algún pueblo vecino: una
ción. Constituido a una escala mucho mayor, el estado- parte muy importante de ser británico consistió una vez
nación abarcaba a millones de personas en una gran área en no ser francés, del mismo modo que hoy en día ser es-
geográfica y concentraba las instituciones del estado -el cocés consiste en no ser inglés, y ser canadiense consiste
pa rl amento, los tribunales, el gobierno, el mando militar, en no ser estadounidense. También es cieno que las na-
etc.- en Ja capita l. Sin embargo, todavía podía reclamar- ciones suelen elaborar mitos sobre sí mismas -sobre su
se, en cieno sentido, como una comunidad política, por- incomparable moralidad o sus cualidades culturales, so-
que sus miembros se consideraban inregrantes de un bre su pasado militar o sus éxitos políticos (o deportivos) ,
pueblo o una nación distinta e independiente de la de etc.- ; sin embargo, la identidad nacional no es una mera
sus vecinos. Para que esto llegase a suceder, los medios ilusión, y sirve tanto para buenas causas como malas.
de comunicación tcnian que poner en contacto recípro- Los grupos a los que llamamos naciones comparten, en
co a las numerosas localidades que constituían el estado- casi todos los casos, una lengua común, una larga histo-
nación, contando a los habitantes de cada una de ellas lo ria de convivencia y determinados rasgos culturales que
que pensaban y hacían las demás. Por eso el hjsroriador se expresan no solamente en la literatura, sino también
Benedicr Andcrson ha llamado a las naciones «comuni- en el entorno físico -en cómo se construyen los pueblos
dades imaginadas»: a diferencia de lo que ocurre en las y las ciudades, en el Lipo de paisaje, en los monumentos,
comunidades en las que todo el mundo se conoce perso- en los edificios religiosos y similares- . Cuando las nuevas
nalmente, su propia existencia depende de un acto co- generaciones son educadas en ese ambiente culmral y ~í­
lectivo de imaginación. La gente tuvo que aprender a sico, quedan inevitablemente marcadas por esa herenc1a
verse a sí misma como francesa, como estadounidense o común, incluso aunque se rebelen contra muchos aspec-
japonesa, y no soJamente como miembros de una fam iHa tos de ella.
o habitantes de una ciudad determinad a. La influencia de la cultura nacional es especialmente
Pero, ¿existen realmente las naciones?, ¿o son no sola- fuerte en las naciones que poseen un estado propio, pues
mente imaginadas sino también imaginarias? ¿Hay algo en ese caso la transmisión cultural tiene lugar a través de

166
foilosoft:J polilica: una breve introducción 7. Nnc1ones, estados y justicia ~lobal

las leyes, las instituciones Jel gobierno, el sistema educa- de las grandes dificultades de la política democrática es
tivo y los medios de comunicación de alcance nacional, reconciliar a las mayorías y a las minorías -convencer a la
así como a través de los canales informales a Jos que me minoria de que acepte las decisiones de la mayoría, al
he referido hace un momento. La nación y el estado se mismo tiempo que se convence a las mayorías de que no
refuerzan mutuamente: por un lado, el poder del estado pisoteen los deseos o imereses de la minoría, sino que
se utiliza para fortalecer la identidad nacional, y por otro traten de tenerlos en cuenta cuando tomen decisiones-.
lado, las personas unidas por este tipo de vínculos están Allí señalé que uno de los factores que más pueden hacer
más dispuestas a aceptar una autoridad política común y por esta «autolimiración democrática» -si queremos lla-
a acudir en su defensa cuando es atacada. Esto explica marla así- es la confianza entre las partes implicadas. En
por qué los estados-nación han sido unidades políticas una sociedad en la que hay confianza general en los de-
relativamente exitosas: son lo bastante grandes como para más, la gente tiene menos miedo a verse en minoría y
no ser absorbidas por ejércitos imperiales, pero al mismo está más dispuestn a dejar que la mayoría ponga en prác-
tiempo pueden reclan1ar la lealtad de sus miembros en tica sus decisiones, pues da por hecho que no serán muy
caso de que la resistencia sea necesaria. perjudiciales para ellos. Cuando, por el contrario, la con-
Esta lealtad, por supuesto, tiene su lado negativo. fianza se evapora o no existe, cada decisión se puede
Cuando los estados-nación luchan entre sí, como suce- convertir en un asunto de vida o muerte.
dió en las dos guerras mundiales del siglo XX, pueden Pensemos en un caso sencillo: supongamos que tenemos
provocar muerte y sufrimiento a una escala que habría una constitución democrática y que nuestro partido acaba
sido impensable en épocas anteriores, en las que la mayor de ser derrotado en unas elecciones generales. ¿Debemos
parte de las guerras se llevaban a cabo fundamentalmente ceder el poder, como exige la constitución, o debemos dar
entre ejércitos mercenarios al servicio de los distintos im- un golpe de mano y declarar nulas e inválidas las eleccio-
perios. Por lo tanto, para defender el estado-nación en nes? AJ ceder las riendas del gobierno nos estamos expo-
cuanto unidad política, no basta con resaltar sus capaci- niendo a dos tipos de riesgos. El primero es que nuestros
dades militares. Tenemos que decir algo más sobre los adversarios utilicen el poder que acaban de conseguir para
fines que se pueden alcanzar políticamente en una socie- perseguirnos, o por lo menos que imroduzcan medidas
dad cuyos miembros permanecen unidos por una iden- discriminatorias dirigidas a favorecer a sus propios seguj-
tidad común.
dores. El segundo es que, a pesar de haber llegado al poder
En este punto quiero defender dos tesis. La primera es mediante elecciones democráticas, no respeten la constitu-
que esa identidad común facilita enormemente el correc- ción, de manera que al ceder el poder ahora lo que estaría-
w funcionamiento de un gobierno democrático. Si re- mos haciendo sería perder la posibilidad de volver a recu-
cordarnos lo que dijimos en el capítu lo 3, vimos que una perarlo alguna vez (lo cual no es solamente una posibilidad

168 169
Filosofía política: una breve introducción 7. Naciones, estados y justicia global

teórica; es bien sabido que el momento clave para las de- La segunda tesis que quiero defender tiene que ver
mocracias bisoñas no es el de las primeras elecciones, sino con la justicia social. ¿Qué es lo que hace que la gente
el momento en el que el partido que venció en las primeras esté dispuesta a apoyar medidas que fomenten la justicia
elecciones pierde y debe abandonar el poder: ¿qué hará?). social? Especialmente cuando saben que van a salir per-
Nuestra disposición a asumir el riesgo depende de cuánta diendo con la implantación de este tipo de medidas,
confianza rengamos en las personas que van ahora a ocu- ¿qué les empuja a apoyarlas? Puede ocurrir, por ejem-
par el poder. plo, que tengan que pagar muchos impuestos para que la
Para completar el argumento debemos preguntarnos cobertura de los servicios sociales de todos los ciudada-
qué es lo que inclina a la gente a confiar en otros, sobre nos pueda ser financiada, cuando les resultaría más bara-
todo en otros a los que no se conoce personalmente. Los to contratar seguros de salud, educación, etc., de manera
psicólogos sociales que han investigado esta cuestión han privada. Puede suceder también que tengan que renun-
encontrado que un factor importante es la percepción de ciar a algunos privilegios, como que sus hijos disfruten
semejanza: tendemos a confiar en aquellas personas que de acceso automático a plazas universitarias y puestos de
creemos que se parecen a nosotros en algún aspecto. No trabajo, para que haya igualdad de oportunidades res-
es muy difícil pensar en una explicación de este fenóme- pecto de grupos que se han quedado rezagados hasta el
no: puede tratarse de tm rasgo heredado de las etapas ini- momento. ¿Pot qué harían tal cosa? Por sentido de la
ciales de la evolución humana, cuando la cooperación justicia o de la equidad, podría contestar alguien. Pero
mutua tenía lugar dentro de extensos grupos de parentes- una vez más tenemos que preguntarnos ¿qué es lo que
co, y los individuos tenían que aprender a distinguir entre empuja a la gente a relacionarse con los demás en térmi-
los que pertenecían al grupo y los que no. En las socieda- nos de justicia? Y para contestar a esta pregunta tene-
des a gran escala, donde es posible que la gente hable de mos que considerar otra vez la cuestión de la identidad
manera muy diferente y tenga una apariencia muy distin- compartida.
ta, la confianza es un problema. Es evidente, por supuesto, que reconocemos ciertas
Pero la identidad nacional puede ayudar a resolver este obligaciones de justicia para con las personas de todo el
problema: puede que discrepemos con el otro bando en mundo, independientemente de que compartamos o no
cuestiones políticas, puede incluso que despreciemos mu- algo más que nuestra común humanidad. Sabemos que
chas de las cosas que defienden, pero sabemos que siguen está mal matar a alguien, o lesionarle, o encarcelarle in-
teniendo mucho en común con nosotros -una lengua, una justificadamente, y que debemos acudir en su ayuda si
historia, una tradición cultural-. Así es que podemos con- está en peligro o en apuros. Este conocimiento común
fiar en que al menos respetarán las normas y el espíritu del puede ayudarnos a entender la idea de justicia global,
gobierno democrático. como mostraré más adelante.

170 171
Filosofía política: una breve introducción
7. Naciones, c~tados y Justicia global

Pero la justicia social nos exige mucho más que eso; Quienes no están de acuerdo con estas tesis en las que
concretamente, nos exige aceptar a menudo restriccio- se vincula identidad nacional, democracia y justicia so-
nes impuestas por los principios de equidad, cuando po- cial suelen señalar como contraejemplo a países como
dríamos estar (y nuestros amigos y familiares podrían Bél~ica, Canadá y Suiza, que son plurin~cionales ~cada
esta r) en una situación mucho mejor si rechazásemos uno de ellos alberga a dos o más comumdades nac10na-
esas restricciones. Nadie se va a morir o va a resultar he- les distintas- y sin embargo son democracias estables
rido porque engañemos en los impuestos o porque for- que defienden unas prestaciones sociales de amplia co-
cemos un poco las normas para dar un buen empleo a un bertura y otras instituciones de justicia social. A esto
sobrino que no reúne los méritos. ¿Qué puede motivar- quiero responder dos cosas. En primer lugar, estos esta-
nos a aceptar estas exigencias? Como han subrayado al- dos se han convertido en sistemas federales que transfie-
gunos filósofos de la politica,John Rawls entre otros, un ren muchas decisiones importantes -incluyendo decisio-
motivo muy importante es el deseo de convivir en unas nes sobre política económica y social- a provincias o
condiciones que todos podamos justificarnos mutua- regiones que albergan distintos grupos nacionale~. En
mente. Es decir, que si alguien me pide que explique mi Bélgica, por ejemplo, los flamencos y los valm:es uen~e~
comportamiento -que explique por qué lo que estoy ha- gobiernos diferentes con muchas competenc1as pohu-
ciendo es aceptable- pueda hacerlo recurriendo a prin- cas, como empleo y vivienda, junto a un gobierno federal
cipios admisibles para ambos. que se ocupa de cuestiones que afectan a todo el país,
La fuerza de este motivo dependerá de lo estrechos como defensa y política exterior. En segundo lugar, la
que sean los lazos que nos unen al resto de personas im- mayoría de las personas que viven en estas socíeda~es
plicadas. Muestra su mayor fuerza en las comunidades tienen lo que podríamos denominar identidades naclO-
pequeñas en las que todo el mundo se conoce personal- nales «anidadas»: se consideran a sí mismas flamencas y
mente, pero las comunidades nacionales ofrecen al me- belgas, quebequeses y canadienses, etc. En otras pala-
nos parte del cemento necesario para que a la gente le bras, participan de una identidad nacional inclusiva y de
importe vivir con otros en términos de justicia. No estoy una identidad más localizada, y ello nos ayuda a emen-
diciendo que en las naciones existentes la gente siempre
der por qué estas sociedades funcionan de una m~ner.a
se comporte de manera justa -cosa que está muy lejos de tan eficaz: pueden apelar a lealtades comtmes para ¡usu-
suceder-, sino que tienen un motivo para hacerlo, y que ficar las instituciones democráticas a nivel nacional y
ello les predispone a apoyar medidas relacionadas con la para justificar la redistribución de recursos de las regio-
fiscalidad progresiva o con las legislaciones de igualdad nes más ricas a las regiones más pobres.
de oportunidades del tipo de las mencionadas anterior- En definitiva, los estados-nación han permitido que la
mente. gente colabore políticamente a gran escala y alcance la

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173
Filosofía política: una breve introducción 7. Naciones, estados y justicia global

que los estados tienen que operar hoy en día: su capaci-


dad de control sobre las fuerzas económicas mundiales
ha quedado muy reducida, y cada vez es mayor el abani-
co de problemas -especialmente medioambientales-
que sólo se pueden resolver mediante la colaboración
entre estados o a través de organismos internacionaJes.
Mi intención no es añadir nada al inmenso caudal de bi-
bliografía que ya existe sobre estas cuestiones, sino plan-
tear algunas preguntas sobre el tipo de orden politico
que podría ocupar el lugar del estado-nación.
La alternativa más defendida es la de alguna forma de
cosmopolitismo. El cosmopolitismo, de hecbo, es una
idea muy antigua, puesto que se remonta a los estoicos
16. Canadienses manifestándose por la unidad nacionaJ y en contra del
sepanttismo de: Quebec. Montrenl, 1995. romanos, quienes gustaban de considerarse a sí mismos
kosmopolüai, «ciudadanos del mundo». Pero, ¿qué
quiere decir esto exactamente? Una interpretación del
democracia y la justicia social al menos parcialmente, cosmopolitismo es la idea de un gobierno mundial en
tnecliante la creación de identidades políticas comunes sentido literal-la sustitución de los 191 estados indepen-
que pueden unir a distintas personas aunque tengan opi- dientes que existen hoy en día por una autoridad política
IÚones e intereses enfrentados y aunque estén geográfi- unitaria- . Aunque la idea de un gobierno mundial ha
camente separadas. Sin embargo, hoy en día mucha gen- sido defendida por algunos, sus desventajas no dejan de
te cree que esta forma de gobierno ha pasado de moda. ser evidentes.
Se han escrito ya innumerables obituarios por el estado- En primer lugar, es difícil pensar de qué manera po-
nación y, al parecer, ya sólo estamos esperando a que el dría ser democrático un gobierno de esta magnitud. Ten-
cuerpo caiga convenientemente en su tumba. dría que operar, naturalmente, a través de representantes
¿Por qué se considera que el estado-nación está obso- electos, y cada uno de ellos representaría a millones de
leto? Algunas razones son internas, y tienen que ver con personas, de manera que los ciudadanos de a pie no ten-
la dificultad de mantener identidades nacionales comunes drían prácticamente ninguna posibilidad de controlar o
en sociedades que, debido entre otras cosas a la inmigra- influir en el gobierno. El punto central de mi argumento
ción, tienen un carácter cada vez más multicultural. Otras en este capítulo es que la democracia funciona mejor a
razones están relacionadas con el medio externo en el pequeña escala: probablemente la ciudad-estado fuese

174 175
Filosofía politka: una breve introJucción 7. Naciones, estados \' jusucia glob,tl

su lugar ideal, y el gran logro del estado-nación ha sido cho más profundos serían los problemas con los que ten-
fomentar la intimidad propia de la ciudad mediante el dría que enfrentarse un gobierno mundial que abarcase
uso de los medios de comunicación, dando a la gente aJ a las principales civilizaciones actualmeme existentes,
menos la sensación de estar involucrados, y poder influir, donde cada una de ellas trataría de que las políticas pú-
en los asuntos políticos. Pero un gobierno mundial se blicas reflejasen sus valores y creencias. De hecho, sólo
percibiría como un organismo distame y ajeno, como de hay dos circunstancias en las que un gobierno mundial
hecho ya le pasa hoy a mucha gente con la Unión Euro- podría ser mínimamente viable.
pea, y eso que en este caso se trata de una escala mucho Una sería la aparición de una cultura mundial común
menor. Al mismo tiempo, el problema de la confianza que absorbiese las diferencias culturales actualmente
del que ya hemos hablado antes, se manifestaría co~ existentes -probablemente, una cultura basada en el
toda su fuerza: ¿por qué tendría yo que considerar legí- consumismo masivo, un escenario al que podemos lla-
timas las decisiones adoptadas por una mayoría cuyos mar «McMundo», en el que todo se convertiría en w1a
miembros pertenecen a comunidades con las que siento especie de gigantesco centro comercial americano-.
que no tengo casi nada en común? La otra circunstancia sería una masiva privatización de
En segundo lugar, existe el riesgo real de que un gobier- la cultura de tal manera que, aunque distintos grupos
no mundial se vuelva tiránico y, si sucediese cal cosa, no de distintos lugares se rigiesen por sus propios valores
habría refugio en el que pudiesen resguardarse las perso- culturales, nadie esperada que el gobierno tomase en
nas. En un mundo formado por estados, un signo claro de cuenta dichos valores (piénsese, como analogía, en una
mal gobierno es tener que construir muros y vallas para sociedad en la que no haya iglesias estatales, sino sola-
mantener cautiva a la población, y de hecho, estos muros mente iglesias construidas y financiadas por los propios
Y vallas no pueden sostenerse en pie indefinidamente allí fieles). Este segundo escenario quizás sea más plausible
donde hay alternativas (el Muro de Berlín, construido (y menos descorazonador) que el primero. Sin embargo,
para evitar que los habitumes de Alemania Oriental esca- uno de los enfrentamientos más enconados en el mundo
pasen hacia el Oeste, duró 28 años, hasta que en 1989 fue de boyes el que opone a los que están dispuestos a acep-
derribado bloque a bloque). La posibilidad de que la gen- tar la privatización de la cultura (y especialmente de las
ce escape a lugares donde hay más libenad y más seguri religiones) en este semido, y a los que insisten en que la
d~d mantiene,~ raya, al menos en cierra medida, a los go- política del gobierno debe basarse en los valores cultura-
bJernos despoucos. Pero ese freno dejaría de existir si el les que son de su preferencia.
gobierno mundial se hiciese realidad. Esta comprensión del gobierno mundial en sentido li-
Por último, si la creciente diversidad cultural está ya teral no debe confundirse con la propuesta, mucho más
planteando problemas a numerosos estados-nación, mu- modesta, y defendida entre otros por el filósofo Imma-

177
Filosofía política: una breve imroducetón
7 Nactones, estados y justicta global

nuel Kant, de que los estados establezcan un acuerdo


permanente y recíproco para renunciar al uso de la fuer-
za; debería haber una confederación que garantizase lo
que Kant llamó «paz perpetua». Esto puede verse prefi-
gurado en el tipo de relaciones que mantienen las demo-
cracias liberales hoy en día, que presuponen un acuerdo
a veces tácito y a veces explícito de resolver sus diferen-
cias mediante negociación o a través de organismos in-
ternacionales como la Unión Europea o las Naciones
Unidas. Es importante señalar que un acuerdo de este
tipo estabiliza las relaciones entre los estados, pero per-
mite que los estados mismos sigan siendo la fuente prin-
cipal de autoridad política. El propio Kant defendía una
posición de este tipo: un gobierno mundial único, pensa-
ba, sería un despotismo universal que llevaría al «que-
brantamiento de todas las energías» y terminaría en el
«cementerio de la libertad».
El cosmopolitismo en su sentido más literal es poco
probable y poco atractivo. Sin embargo, los filósofos de
la política a veces interpretan la idea de ciudadanía global
en un sentido diferente, no como una forma de gobierno,
sino como una propuesta sobre la forma de pensar y de
actuar que deben adoptar las personas. Se sugiere con
ello que debemos superar nuestros estrechos vínculos
nacionales y similares, y considerarnos ciudadanos del
mundo, es decir, personas que tienen las mismas respon-
sabilidades respecto de nuestros prójimos, Jos seres hu-
manos de todo el mundo.
L7. Resistencia frente a la globalización según el estilo de Estados Unidos: Desde este punto de vista, las fronteras nacionales son
Letanía, 1996.
simplemente líneas divisorias arbitrarias a las que no
debe atribuirse ningún significado moral. Concretamen-

179
Pilosofía polí1ica: una breve inlroducción 7. Nacion •.:s, es1ado~ y justicia ¡¡lobal

te, tendríamos que dejar de pensar que la justicia es un Una de estas razones pasa por asumir que seguiremos vi-
objetivo que se debe cumplir fundamentalmente dentro viendo en un mundo culturalmente dividido; en otras pala-
de los límites de la ciudad o la nación; los derechos de to- bras, que la hipótesis «McMundo» a la que me referí antes
dos los seres humanos, independientemente de su raza, no llegará a hacerse realidad. La cultura afecta a nuestra
religión o nacionalidad, deben ser tenidos en cuenta en forma de entender la justicia, qLúzás no en el nivel más bá-
la misma medida. Así pues, aunque siga estando localiza- sico, pero sí desde luego en cuanto a qué tipos de exigencias
da en estados-nación individuales, la autoridad política pueden consitlcrarse propiamente como exigencias de jus-
debe ser utilizada para fomentar la justicia global, y de- ticia. La religión nos ofrece algunos ejemplos evidentes.
bemos dejar Jedar preferencia a quienes caen dentro de Supongamos que alguien reclama tener necesidades espe-
la comunidad política a la que casualmente pertenece- ciales por sus creencias religiosas, o denuncia que sus opor-
mos. tunidades están siendo limitadas por determinadas prácti-
A menudo, los cosmopolüas de este tipo admüen Jo cas religiosas que se le exige cumplir. ¿Cómo debemos
que dijimos anteriormente sobre la relación entre nues- valorar estas exigencias? Si nos mantenemos dentro de la
tras identidades comunitarias y nuestra disposición a tradición religiosa a la que pertenece la persona en cues-
aceplar obligaciones de justicia hacia otras personas. tión, y admitimos su interpretación de dicha religión, en-
Pueden estar de acuerdo en que el sentido de justicia de tonces consideraremos que sus exigencias son exigencias
la gente está a menudo configurado, en gran medida, por válidas de justicia. Pero si lo consideramos desde fuera, se-
su sentimiento de pertenencia, por la división entre los guramente tendremos otra opinión. Tal vez reconozcamos
que pertenecen y los que no pertenecen a nuestra comu- que las exigencias tienen un cierto peso, pero también esta-
nidad política. Pero consideran que esto es un problema remos inclinados a preguntamos si la tradición no puede
que debe ser superado, no una limitación permanente. ser modificada para hacerla menos gravosa para los fieles.
Esta cuestión pone en juego problemas muy profundos, Y la misma diferencia de perspectivas se puede produ-
corno hasta qué punto los seres humanos son capaces de cir a nivel internacional. Supongamos que yo pertenezco
actuar por principios puramente racionales, o, por otro a una sociedad fundamentalmente secular, y estoy com-
lado, si la razón tiene que aliarse a sentimientos y emo- prometido con unos principios cosmopolitas de justicia
ciones -la percepción de quiénes somos- para poder que me exigen ignorar las fronteras nacionales. Una se-
motivar la conducta. Sin embargo, en vez de tratar de re- gunda sociedad es materialmente mucho más pobre que
solver estas cuestiones, me gustaría señalar un par de ra- la mía, pero esto se debe, en gran medida, a que sus
zones para dudar de, al menos, las versiones fuertes del miembros dedican una fracción considerable de sus re-
cosmopolitismo ético, y proponer a continuación una cursos a una institución reljgiosa, afirmando que no tie-
forma alternativa de comprender la justicia global. nen más remedio que hacerlo -Dios lo ha ordenado-.

180
7. Naciones, estados y justicia global
Filosofía política: una breve introducción

¿Hasta qué punto tiene derecho a disfrutar de m.is re- nes legales. Sin esta seguridad, la conducta justa nos ex-
cursos una persona de esa sociedad? ¿Debería conside- pone a ser víctimas de los abusos de otras personas con
rar que su estado de relativa pobreza es algo que ella ha menos escrúpulos.
el.egido por razones religiosas, y que por tanto no plantea Si aplicamos esta idea a la justicia cosmopolita, el pro-
runguna especiaJ exigencia por lo que a mí respecta, o blema salta a la vista. Suponiendo que sepa lo que la jus-
debería considerar que el gasto religioso viene impuesto ticia me exige hacer respecto de una persona que perte-
desde fuera y por tanto entender que su necesidad es nece a una comunidad lejana, ¿qué razones tengo para
más acuciante que las necesidades de los miembros de esperar su reciprocidad? ¿Cómo sé que mi disposición a
mi sociedad? La idea genetaJ que se quiere señalar con actuar con justicia no va a ser explotada? Desde luego,
esto es que, si las diferencias culturales condicionan esto no me «impide» hacer lo que la justicia exige, pero
nu.estra ~orr~~ de entender la íusticia, entonces lo que si lo convierte en una opción más costosa. Este problema
ex1ge la JuStlCla para la totalidad de un mundo cultural- podría dejat de serlo si surgiesen normas compartidas
mente plural queda sin determinar. mundialmente por Las que todas las personas pudiesen
Una segunda razón tiene que ver con la conexión entre reconocer cuándo una situación les exige actuar por una
justicia y reciprocidad. La idea básica se puede formular cuestión de justicia -algo así, si bien en un sentido muy
sencillan1ente: actúo con justicia hacia otras personas limitado, se ha empezado a desarrollar en el caso de de-
confiando en que ellas, a su vez, actúen con justicia hacia sastres naturales a gran escala, en los que hoy en día se ha
mí. Esto no quiere decir que Lo que yo haga y lo que ha- convertido ya en norma organizar ayuda internacional
gan ellos tenga que ser exactamente lo mismo. Es posible para socorrer a las víctimas-. Es posible, por tanto, que
g.ue nuestras circunstancias sean diferentes. Pero, si, por estemos lentamente acercándonos a un mundo en el
eJemplo, yo ayudo a alguien que lo necesita -suponga- que ciertas maneras de conducta justa sean correspondi-
mos que a altas horas de la noche me encuentro a alguien das. Pero, hasta que eso suceda, el individuo que se de-
en apuros porgue ha perdido el último autobús que le cide a actuar por principios cosmopolitas -en el sentido
llev.aba a su casa-, lo hago dando por hecho que si yo es- de principjos que no tienen en cuenta las fronteras na-
tuVIese en la misma situación, esa persona u otra persona cionales u otras formas de pertenencia- estará actuando
~aría lo .mismo por mí. Dentro de las comunidades polí- heroicamente, y estará haciendo más de lo que se le e>.ri-
ticas, la tdea de reciprocidad adquiere una forma concre- ge moralmente.
ta~ ;ravés del sjstema jurídico y de otros modos de regu- Esto no significa que no haya justicia más allá de las
~aclOn. Cuando obedezco las normas de tráfico o pago fronteras del estado-nación. Hay algo así como «justicia
Impuestos, asumo que mis conciudadanos también lo global», y es un factor cada vez más importante en lapo-
harán, ya sea voluntariamente, ya sea para evitar sancio- litica globalizada, pero no debemos pensar, como hacen
Filosofía polnica: una breve introducción
7 Na<.iones, cstJJos y justiciJ global
los cosmopolitas, que la justicia global es simplemente
una extensión de la justicia social más allá de las fronte- También hay aspeccos importantes que tienen que ver
ras nacionales que abarca a todas las personas del mun- con el comercio internacional. Hoy en día los países ri-
do. Quiero concluir este capítulo, y el libro entero, esbo- cos y poderosos tienen la capacidad de fijar los términos
zando brevemente en qué consistiría esta alternativa del comercio internacional de tal manera que ellos pue-
no-cosmopolita. Consta de tres elementos principales. dan exportar libremente sus productos a los países menos
En primer lugar, consta de un conjunto de condiciones desarrollados al mismo tiempo que las barreras impuestas
que define cuáles son los términos de interacción justos para proteger a sus propios agricultores dificultan la ex-
«entre» los estados-nación. Algunas de estas condiciones portación de las cosechas de esos países. Existen argu-
nos resultan ya familiares por los manuales de derecho in- mentos a favor y argumentos en contra de la completa
ternacional. Los estados deben cumplir los n·atados o liberalización de los mercados internacionales, pero la
acuerdos que hayan aswnido; deben respetar la integridad justicia exige que, sean cuales sean las restricciones im-
territorial de los demás estados; no deben utilizar la fuerza puestas al comercio, ofre~can a las personas de los países
contra otro estado, excepto en caso de aurodefensa, etc. pobres las nüsmas oportunidades que a las personas de
Pero hay otros requisitos menos conocidos, y que sólo los países ricos.
recientemente han entrado a formar parte del proceder En segundo lugar, la justicia global impüca respetar y
de las relaciones internacionales. Dichos requisitos tie- proteger los derechos humanos de todas las personas,
nen que ver con cómo se distribuyen los costes y benefi- y ello incluye desafiar, si es necesario, la autoridad de los
cios de la cooperación internacional. Existen, por ejem- estados que violen esos derechos. En el capítulo 4 exa-
plo, varios problemas medioambientales cuya solución miné la idea de derechos humanos con cierto detalle, y
exige que los estados-nación impongan restricciones al defendí la necesidad de distinguir entre derechos huma-
comportamiento de sus ciudadanos. Las cuotas de emi- nos básicos -derechos a las condiciones que los seres hu-
sión de gases de efecto invernadero son una ilustración manos de todo el mundo necesitan para poder vivir de
de eUo. Otra son las cuotas de captura en la pesca de es- una manera mínimamente decenre- y la lista más amplia
pecies en peligro de extinción. La cuestión es decidir que aparece en muchos tl:xtos de declaraciones de dere-
cómo se distribuyen estos costes, y los principios de jus- chos, que debe entenderse más bien como conjunto de
ticia pueden comribuir a resolver la cuestión (por des- derechos que determinadas comunidades poüticas tie-
gracia, a menudo la respuesta no está perfectamente de- nen que asegurar a sus ciudadanos. Esta distinción es
lineada, porque hay varios principios a los que se puede importame en este contexto, porque desde el punto de
apelar razonablemente, y ello deja de manera inevitable vista de la jusúcia global lo único que cuenta es la pro-
un espacio para la imromisión de las políticas de poder). tección de los derechos básicos. No debemos intervenir
en otros estados simplemente porque no reconozcan de-

185
7. Naciones, estados y justicia global
Filosofía política: una breve introducción

rechos que a «nosotros» nos parecen importantes, como


el derecho al sufragio universal o a la libertad religiosa
sin cortapisas (podemos «fomentar» la implantación en
esos paises de los derechos de la lista larga mediante in-
centivos de distintos tipos -por ejemplo, ofreciendo la
posibilidad de entrar en organismos internacionales
como la Unión Europea-, pero no debemos intentar im-
ponerlos).
¿Por qué los derechos humanos nos imponen obliga-
ciones de justicia independientemente de fronteras na-
cionales o fronteras culturales de otro tipo? Por un lado,
señalan características verdaderamente universales de la
existencia humana que trascienden las diferencias cultu-
rales. Tú y yo podemos disentir razonablemente sobre la 18. Derechos humanos wuversales: los actores Julle Ch ristie y ~y Grant
celebrando el Día de los Derechos Humanos de las Naoooes Umdas.
importancia de las creencias y las prácticas religiosas,
pero no podemos disentir razonablemente sobre si al-
te, lo único que importa es que yo estoy en posición de
guien que está siendo torturado o muriéndose de ham-
ayudarle. La protección de los derechos h~manos p~r;e­
bre está sufriendo o no. Por lo tanto, el argumento ante-
nece al segundo caso. Sí no están protegidos, morlra o
riormente presentado sobre el carácter no universal de
sufrirá gente, así que todo aquel que pueda ayudar debe
las ideas de justicia social no tiene aplicación aquí.
hacerlo por una cuestión de justicia.
Por otro lado, los derechos humanos tienen un gran
El tercer requisito de la justicia global es que todas las
peso moral. Corresponden a las formas más graves de
personas tengan la posibilidad ¡¡}e ser políticamente au-
daño que pueden sobrevenir a una persona, y en este
tónomas; que todas las comunidades políticas puedan
sentido están por encima de nuestros escrúpulos sobre
disfrutar del derecho de autodeterminación. Esto no
equidad y reciprocidad. Ésta es una diferencia que reco-
quiere decir que toda nación tenga que tener su pr?pio
nocemos instintivamente. Si alguien que no está en serio
estado independiente. En algunos casos, la gente esta tan
peligro me pide ayuda -por ejemplo, me pide que le lle-
entremezclada geográficamente que esta simple fórmula
ve a la estación-, lo más probable es que me pregunte si
para la autodeterminación no se puede aplicar. Sin em-
se está aprovechando de mi buena voluntad o si esa per-
bargo, hay formas de autodeterminación que se pue~en
sona estaría dispuesta a hacer lo mismo por mí en otra
utilizar en estos casos, como el acuerdo de compartir el
ocasión. Pero si está gravemente herido por un acciden-

186
Filo~ofía polu ica: una breve inrro<.lut:ción 7. Naci<mcs, estados '1 JtiStlcta ~loba]

poder entre protestantes y católicos en Irlanda del Norte ternaciona1 se distribuyesen de manera equitativa. Cada
que está echando a andat trabajosamente según se escri- comunidad política se gobernaría a sf misma de acuerdo
be este libro. ¿Qué puede frustrar la búsqueda de auto- con sus propias tradiciones políticas, y la forma de enten-
gobierno? Bien las ambiciones políticas de estados veci- der la justicia social también variaría bastante de unos lu-
nos que quieren imponer algún tipo de control imperial gares a otros. Pero en todos los Jugares se respetarían los
sobre la comunidad en cuestión, o bien una situación derechos humanos, y allí donde estuviesen amenazados,
e~~nómka tan precaria que la comunidad no tenga posi- - bien por desastres naturales como la sequía o bien por
bilidades reales de decidir nada. En ambos casos, las de- regímenes opresores-, otros estados Lrabajarían jumos
más naciones tienen la responsabilidad de trabajar juntas para detener la amenaza. Algunos estados serían más ricos
para crear las condiciones en las que la autodetermina- que otros, lo cual no sería injusto siempre y cuando fuese
ción es posible. el resultado de elecciones políticas y decisiones culturales,
¿Por qué ésta es una cuestión de justicia? En mi argu- y no de la explotación económica. Algunos estados serían
mento contra el cosmopo1itismo politice, subrayé lo im- también más democráticos que otros, pero incluso Jas per-
portante que es para muchos grupos el que se les permi- sonas que no controlasen a sus gobernantes directamente
ta expresar políticamente sus tradiciones culturales. Y se termLnarían identificando con su gobierno y sentirían
eso sólo lo pueden conseguir si disfrutan de autodeter- que representa sus intereses y valores.
minación política. Incluso las sociedades liberales atri - Un mundo así es muy diferente al nuestro. Es lo que
buyen un gran valor a la autodeterminación nacional, y John Rawls denominaba en su libro El derecho de gentes
se resisten a renunciar a sus derechos de soberanía. Esto una «utopía realista» -una visión ética que ensancha los
es una prueba de que la gente, incluso quienes no parti- límites de la posibilidad política hasta donde pueden ser
cipan activamente en el gobierno democrático, tiene una forzados sin llegar a construir castillos en el aire-. ¿Llega-
fuerte necesidad de sentir que controla su propio desti- remos a ello? Muchos observadores del escenario interna-
no. Si estas consideraciones son correctas, entonces la cional. actual pronostican una especie de triunfalismo del
negación de la autodeterminación es una pérdida muy mercado, en el que las fuerzas económicas globalizadas
grave, suficientemente grave como para imponer obliga- impiden que los estados-nación puedan tomar verdaderas
ciones de justicia a otros. decisiones políticas. La autodeterminación deja de tener
Si la justicia global, entendida de esta manera, fuese al- sentido si la única opción es adoptar medidas que asegu-
canzada, el mundo tendría una apariencia similar a esto: la ren la máxima competitividad económica. Sin embargo,
autoridad politica estaría en manos, fundamentalmente, como ya dije en el capítulo 1, esta forma de fatalismo no
de los estados-nación, los cuales colaborarían entre sí para parece estar mejor fundamentada que otras formas ante-
garantizar que .los costes y beneficios de la cooperación in- riores que hoy consideramos anticuadas. En cualquier

188
Filo~ofía poli rica: una breve mrroducción

caso, si realmente no quedan decisiones políticas que to-


mar, entonces la filosofía política -esté centrada en pro- Bibliografía
blemas nacionales o internacionales- se convierte en algo
inútil, tan inútil como tocar la lira mientras arde Roma.
Todo lo que he dicho en este libro presupone que la elec-
ción entre buen y mal gobierno es una elección que siem-
pre tenemos que hacer, aun cuando la forma que adopta
el buen gobierno varía según avanza la tecnología y las so-
ciedades se hacen más grandes y complejas. Cuestiones generales
Hemos recorrido un largo camino desde el cuadro so- Existen varios manuales de lilosofíu política recomendables para quien~:;
quieran explorar en mayor profunJicJ.,d las cuestiones tratoc.las en este 11
bre el buen gobierno en una ciudad-estado de 100.000
bro:
habitantes. Nos resulta más dífíciJ que a Lorenzetti des-
cribir las condiciones bajo las cuales la gente puede la- JONATHAN WOLFF, An f1¡troducttml to PoliticaL Pht'losophy (Oxf?rc.l
University Press, 1996) fcd. cast.: Pt!ow/ía política· u11a i1ttroduca6n.
brar la tierra, comerciar, cazar, enseñar y bailar en relati- Ariel, 2001]. d
va paz y seguridad -o, alternativamente, describir cómo ADAM SWIFT, Polttical Plnfojopby · A Beginners' Cuide /or Students an
Politrcians (Polity Prcs, 2001) ..
la tiranía y la opresión traen consigo desolación y ma- WILL KYMLlCKA, Contempomrv Polrtical Pbilosophy, segunda edtcton
sacre-. Nuestra política se desarrolla a una escala mucho (Qxford Univcrsity Press, 2002) [eJ c.tsL: Filosofia política contemporá-
nea: una mtroduccron, Ancl, 1995]
mayor, y a muy diferentes niveles. Resulta mucho más di- DUDLEY KNOWLES, Polaica/ Phílowphy (Routledge, 2001) .
fícil conectar causa y efecto, y por tanto asignar respon- GERALD GAUS, Poltbcal Conapts and Pohtical Theorres (Wesrvre\v
sabilidades por un éxito o un fracaso político. Sin em- Press, 2000)
ROBERl GOODIN y PI TILIP PfiTIT, A Comp.uum1 to Contemporary
bargo, hay elementos en el cuadro de Lorenzetti que Politzcal Pbilosophy (Biackwell, 1993).
siguen siendo tan relevantes para nosotros hoy en día
La historia de la filosofía política plantea mayores problemas. Qui:ás. de-
como lo fueron en la Siena del siglo XIV: la diferencia en- bido al inmenso peso de la erudición histórica acumuJ~da, los acad~mtcos
tre autoridad política legítima y tiranía; la relación entre de hoy son reacios a escribir inc.lividuJiment~ panorámtcas de la dt~ctplma.
Dos libros imroductonos escritos por vanos autores son Davtd Mus-
el gobierno y sus ciudadanos; la naturaleza de la justicia. champ (ed.), Polztícal Thmkm (MacMillan, ~986) y 8rian Redhead (ed.),
Estas cuestiones siguen estando en el corazón de la filo- Polltzcal Thottght frorn Plato to Nato (Pengum, 199_5); ambos trar~ a los
pensadores Je la filosofía polhicn en orden. ~istónco. ~os estudros que
sofía política, y precisamente en esos momentos en los ilustran cuestiones general e!; COO figu C•lS htstoncas son el IJbro dejonathan
que sentimos que el futuro de la humanidad se está esca- Wolli ya ciLaJo y John Morrow, T/ts!OI'Y o/ Polrtica/ Th~ught (M~~Millan,
pando de nuestro control es cuando debemos reflexio- !998). Pum un tratamiento t.:n profundidad del pcnsanuento poltuco des-
de Hobbes en adelante, véase Iaín Hampsher-Monk, A Hutory o/Modem
nar sobre ellas larga e intensamente, y decidir, juntos, Political Thought (Bh1ckwell, 1992) [ed. ca~ t.: Tlatoria del pensamie11/o ~o­
qué hacer. lfúco moderno: los princrpaler pemadores polítzcos de Hobbes a Marx, Anel,
1996]. Quien busque estudios breves sobre las figuras mayores Y menores
Filosofín política: una breve introducción Bibliografía

de la historia del pensamiento poütico puede acudir a mi Blackwell Ency- Me he ocupado más extensamente del anarquismo en Anarchism (Dem,
clopaedia o/ Polllica/ Thought, co-editada con .fanet Coleman, William 1984). El anarquista comunitarista más conocido fue el prú1cipe ruso Pi cm
Connolly y Alan Hyan (Biackwell, 1987) [ed. cast.: David Miller, Enciclope- Kropotkin -véase, por ejemplo, The Conquest of Bread ond Other Wri-
dia del pensamrento poLltico, Alianza Editorial, 1989]. tings, ed. M. Shatz (Cambridge University Press, 1995) [ed. casr_: Piotr
Kroporkin, La conquista del pon, Ediciones 29. 19961. El libro más impor-
l. ¿Por qué necesitarnos la fiJosofía política? tante de filosofía poütica anarcoliberal es Robert Nozick, Anarchy, Sta/e
and Utopía (Blac.bvdJ, 1974) aunque conviene fijarse en t¡ue Nozick ter-
Los frescos de Lorenzeró son reproducidos y comentados en Randolph mina defendiendo el estado mínimo, y no la anarquía [ed. casL.: Roberr
Starn, Ambrog/.io Lorenzettt: The PaLat.t.o Pubblico, Szena (Braziller, 1994). Nozick, Anarquía, estado y utopía, Fondo de Cultura Económ ica, 19911.
También pueden verse en Internet en hrtp;//www.kfki.hu/arthplhrm/lllo- Para tm buen estudio, véase Jonathan Wolff, Roberl Not.zck (Polity Press,
renzer/ambrogio/govemme/index.html. A la hora de interpretar los fres- 1991).
cos, me han sido de gran ayuda los ensayos de Quentin Skinner sobre Lo- Sobre los bienes públicos, y sobre si es necesario que In autoridad polí-
ren zetd, recogidos en sus Viszom o/ Politics, ii (Can1bridge University r.ica proporcione este tipo de bienes, véase David Schmidtz, Tht-• Limtts o/
Press, 2002) [ensayos recogidos en: Quemin Skinncr, EJ artista y la filoso- Covernment (Wesrview Press, 1991).
/fa: el Buen Gobierno de A!ilbroglio Lorenzetti, Trona, Fundación Alfonso John Horton analíza el problema de la obligación política en Polltical
Martín Escudero, 2009]. ObLigation (MacMillan, 1992). La defensa más convincente dd argumento
La ceoría de Marx de que la politica está en gran medida determinada del juego limpio se encuentra en G. Klosko, The Prindp/e o/ rairness and
por la forma de producción material de la sociedad puede enconLrarse en PoLitical Oblzgation (.Rowman & Liruefield, 1992); este argumento, jumo
El manifiesto colllunista y en el prólogo a la Cont?,ibudón a la crítica de la con el argumemo del consentimiento, es criticado en John Simmons, Mo
economfa polítittJ, textos ambos que aparecen recogidos en nwnerosas an- ral PrincipLe.s and PoLitrcaL ObLigation.r (Princeton University Press,
tologías de textos de Marx. La tesis del «fin de la historia» (ue populariza. 1979).
da por Francis Fukuyama, Tbe End o/ Hlstory and tbe Las/ Man (Ham!sh Peter Singer analiza las bases de la desobediencia civil en DemocraLy
Hamilron, 1992) [ed. case.: EL fin de la bistorta y eL zílttino hombre, Planeta- and Disobedience (Oxford University Press, 1973) [cd cast.: Petcr Singcr,
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En cuanto a Hobbes y Platón, véanse respectivan1cnte Thomas Hob-
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Leviatán, Alian.-.a Edicorial, 1989] y Plarón, The Republic, gue está dispo-
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1955) [ed. casL.: La República, Alianza Edirorial, 2002) -el símil de la ca- vernment, ed. P. Laslett (Cambridge University PreSS¡ 1998) [ed. cast.:
verna puede encontrarse en el libro 7. John Locke, Segundo Tratado xobre el Gobierno Civil Un emayo acerCIJ del
Para comrastar las formas antiguas y modernas de democracia, véase San- verdadero orzgeN, alcance y fin del Gobierno Ctuil, AJjanza Editorial, 19901.
ford Lakoff, Democracy: History, Theory, Practice (Westview Press, 1996). La cita pertenece al Second Treattse, capÍI ulo 7, págs. 108-109 de la edicil)n
castellana.
2. Autoridad política La cita de Schumpeter proviene deJosepb Schumpct~r. Czpitalism, So-
cz'alism and. Democracy, ed. T. Bottomore (Al! en & Unwin, l 976), [ed.
El análisis más accesible que conozco sobre la autoridad política es April casi.: Capitalismo, sodalismo y democracra, Folio, Barcelona, 1984], pág.
Carter, Authortly dnd Democracy (Routledge & Kegan Paul, 1979). Leslie 335 de la edición castellana.
Green, Tbe Autorithy o/ the State (Ciaren don Press, 1998) es más avan- La ciLa de Rousscau está sacada de Jean Jacques-Rousseau, The Social
zado. Contrae!, ed. C. Frankel (Hafnl:r, 1947), [ecl. cast.: Del contrato social,
La descripción hobbesiana de cómo sería la vida sin autoridad política Alianza Editorial, 2008], pág. 202 tle la edición castellana_
aparece en su Leviatán, ed. Richard Tuck (Cambridge Universiry Press, En cuanto a la democracia en general, véanse Ross Harrison, DemoCI'Ocy
1991), cap. U; el pasaje citado está en la página 115 de la edición castella- (Routledge, 1993) y Albert Weale, Democracy (MacMillan, 1999). Para el
na anteriormente citada. EL libro de Richard Tuck, Hobbes (Oxford Uni- enfoque pluralista véase Roben Dahl, Diimocracy and its Critics (Yale Uni-
versity Press, 1989) es una buena introducción a su pensamiento. versi ry Press, 1989) [ed. cast.: La democracia }' sus críticos, Paidós, 1992].

192 193
Bibliografía
Filosofía polirica: una bn::ve introducción

He analizado la iJea de justicia con mayor Jct<::nimicnto en PnnczpleJ o/


En Bcnjamtn Barber, Strong Democracy (University of Califorma Press, Soeza/ fustrce (Harvard Universaty Press, 1999) -centrándome en los prin-
1984) [ed. cast.. Democracza fuerte, Almuzara, 2004) y John Burnhetm, Ir cipios de igualdad, mérito y necesidad-. Para un buen análisis de las das-
Democracy Pomb/e? (Polity Press, 1985) se puede encomrar una defensa tintas teorías de la jusucaa puede verse Tom Campbell, ]ustice, Ségunda
de la participación popular en la política edición (MacMillan, 2001) [ed. cast.: 1'om Cumpbcll,fusticia: los pn'ncípa-
Anna Coote y Jo Lenaghan, Cztilens' ]unes (IPPR, 1997) y James Fish les debates contempordneos, Gcdisa, 2008). así como los manuales genera-
kin, The· Vozce o/ People (Yale Universiry Press, 1995), muelitran cómo se les de Kymlicka y Swút anteriormente mencionados. En cuamo a la idea
comporta na el ciudadano medio si tuviese que tamar decisiones políricas. de que en diferentes contextos rigen disuntos principios de justicia, vé~se
Sobre el papel de la constituciones, véase Geoffrey Marshall, Constrtu- especialmente Michael Walzer, 5pheres o/ ]ustice A Dt:/ence o/ Pluralzsm
tronal Tbeory (Ciaren don Press, 1971) [ed. cast.: Teoría constitucronal, Es- and Equalrty (Basic Books, 1983) led. cast.: Michael w,1lzer. Las es/eras de
pasa-Culpe, 1982]. la;ust1eta: una defensa del pluralzsmo y la tgualdad, Fondo de CuiLUra Eco-
nómica, 1993].
4. Libertad y límites del gobierno Una buena selección de trabajos recien tes Je varios filósofos de la polí-
tica sobre la igualdad es Manhcw Clayton y Andrcw Williams (eds.), The
On L1ht'Tiv Jcjohn SLUart Mili está incluido en Utilztarramsm, On Liberty; Ideal ofEqualrty (MacMillan, 2000).
ConrrderoÚrms vn Representattve Government, editado por A. D. Lindsay La críúca de llayek a la justicia social se puede encontrar en Friedrich
(Dcm, 1964) rcd . Ct\Sl: Sobre la Libertad, Alianza, 1997. L as citas de este ca H ayek, Law, Legislation and Uberty, vol. 2, 11Je Mirage o/ Soeza/ }mtice
píwlo están cxrra1dns de las páginas 182 y 207 de esta edición). (Roucledge & Kegan PauJ, 1976) [ed. cast.: Derecho, lt::gislación y libertad,
J lt• reunido los que considero mejores ensayos sobre el concepto Jc li- Unión Editorial, 2006J.
bertad, entre.: ellos c.:l de Tsaiah Berlín, en Ltberty (Oxford University Press, Charles Erasmus, In Search o/ the Common Good. Utopzan Expcmnents
199 1). Tim Gray, Freedom (MacMillan, 1991) y la segunda parte de Adarn Post and Future (Free Press, 1977) recoge datos sobre Las comunidades y
Swift, Political Plulosophy (Poliry Press, 2001), son también buen.ls sociedades que han intentado prescindir Je incentivos materiales.
aproximaciones .1 c~rc concepto. La obra maestra de John Rawls es A T'heory o/ ]usllce, publicada por
Ll principio de libenaJ de Mili ha sido muy eswdiado. Entre lo:; libros primera vez en 1971 (edtción revisad(!, Ilarvard University Press, 1999)
recomembdos figuran C L. Ten, Mil/ on Lzberty (Clarendon Press, 1980) [ed. cast.: Teoría de la ;usticia, Fondo de Cultura Económica, 1979], pero
y Joel Feinberg, 1/arm to Others (Oxford University Press, 1984). se puede encontrar una versión m<ÍS breve y accesible de su teoría en ]ustt-
En cuanto a las discusiones sobre la libertad de expresión originadas ce as Faimess A Restatemeflt, cd. E. Kdly (Harvard University Press,
por The Salame Verwr de alman Rushdie, véase Bhikhu Parckh (cd.), 2001) y [ed cast.:}mttcza como equidad: una re/ormulación, Paidós, 2002].
Free Spet•ch (Comisión para la Igualdad Racial, 1990) y Bhikhu Parekh, Para una introducción accesible a la idea de soctalismo de mercado,
Rethmkmg AfulllculturaltJm (MacMillan, 2000), cap. lO [eJ. ca:;t.: Repen· véase jul1an Le Grand y Saul Estrin (eds.), Market Soczalism (Clarendon
sando el multiculturalismo dzversidod cultural y teoría política, Istmo, Press, 1989).
2005)
R.tchard Tuck rastrea el desarrollo de la idea de derechos naturales en 6. Feminismo y mul ticulturalismo
Natural Rr;,bts Thermes Thezr Ortgms and Developmenl (Cambridge Uni
vers1ty Prcss, 1979) Para el análisis de la idea más reciente de derechos Tanto el feminismo como el multicuhuralismo son analizados por exten-
hum<Hlos, veasc.: James Nickel, M.trking Sense o/lluman RtghtJ (Univcrsity so en Will Kymlicka, Contemporary Polrtrcal Phrlosophy, segunda edi-
of California Press, 1987) y ITenry Shue, Basic Rtghts (Princenton Umver ción (Oxford University Press, 2002) leJ cus1. ya citada, en Cuestrones
sny Press, 1996). generales]. Hay muchas antologtas dd pensamiento político feminista,
como por ejemplo Al ison Juggar e [ris M¡1rion Young (cds.), A Compa-
5. Justicia nion to Femz'nist Philosophy (Biackwcll , 1998) y Anne P hilips (ed .), Ft>-
minísm and Politt'cs (Oxford University Press, 1998). Sobre el mul ticu l·
La observación de San Agustín sobre la justicia se encuentru en The Clly turalismo, véase \XIill Kymlicka, Multicultural Cltiz:enship (Ciarendon
o/God against the Pagans, erutado por R. W. Dyson (Cambridge Universi Press, 1995) [eJ. cast.: Cmdadan{a multzcultural, Paidós, 2006] y Bhikhu
ty Press, 1998) [ed. cas1.: La Czudad de Dios, Biblioteca Clásica Credos, Parekh, Rethinking Multzcu!turalism (MacMillan, 2000) [ed. cast. ya ci-
2007], pág. 279 de la edición castellana.

195
194
l'ilosofia política: una breve introducaón Biblio~rnfía

tada en cap. 4 ); y para una críuca, Brían Barry, Culture ami Equality (Po- mo no tiene por qué ir en detnmento de los valores liberales, véase Yael
lity Press, 2001). Tamir, Liberal Nationalism (Princcnron Universiry Press, 1993 ).
Pura la tesis de que el poder de Jos hombres sobre las mujeres no ha sido David Held defiende ideas pollucilS cosmopolitas en Democmcy and the
reconocido en los debates sobre el poder político y la autoridad, véase cs- Global Order (Polity, 1995) [ed casl' Oavid Held, Lo democracza y el or-
pecialmenrc Ca role Pateman, The Sexual Contrae! (Polity Press, 1988) [etl. den global del Estado moderno al gobrerno cormopollta, Paidós, 2002].
cast.: e/ contrato sexual, Anthropos, 1995]. Un análisis de cómo los filóso- Charles Beitz, Poiltrcal1'heory and lntematronal Relatzonr (nueva edición,
fos de (¡¡ política han considerado a la mujer en eJ pasado se encuentra en Princenron University Pn::.s, 1999), Thom;1S Poggc, Reab:.mg Rawls (Cor-
Susan Okin, \Vomm m Westem Poltücal Thought (Virago, 1980). oell Uoiverstty Prcss, 1999) y Charles Joncs, Global ]ustice De/endmg Cw-
La cita de John Stuarr Mili proviene de The Sub;ection o/ \\'lomen, en mopolitanrsm (Oxford Umversnv Pn·ss, 1999) contienen una defensa de
John Stuan Mili y 1 Iarriet Taylor, Ersays on Sex Equa!tty, ed. A. Rosst los princtpios cosmopolitas de justtcta
(Univcrsnv of Chicago Press, 1970) [ed. cast.: En :sayos sobre la desigua!ckld Michacl Walzer defiende la idea dl: que dentro de las comumdac.les na
Jt:xual, Alianta Edirorial, 2010), pág. 67 de la edición castellana. La cues- cionales valen principios de justicia «más densos>> que en el mundo en su
tión de si hay o no diferencias esenciales entre la naturaleza del hombre y conjunto en Thick and Thill' Moral Arg11ment atllome rmd 1lbroad (Uni-
de la mujer se analiza en Dcborah Rhode (ed.), Tbeoretical PerspectJt)ei on vcrsiry of Notre Dame Press, 1994) lcd. cast.: Moralidad en el ámbito Local
Sexual Dzf/erence (Yale Universiry Press, 1990). e mternacional, Alianza Editorial, 1996]
El rcchozo feminista de la pornografía aparece vigorosamente formula- El ensayo de [mmanuel Ktlnt sobre la «p<.IZ rcrpetua» aparece recogido
do en C.uherJnc MacKinnon, Only Words (Harper CoUins, l 994). en Kartt's Política! Writings, cd. I I. Rciss (Cnmbridge University Press,
Para una disCLtsión sobre por qué y cómo las mujeres y las minorías cLd- 1971) [ed. cast.: Sobre lu paz perpc•tttn, Al innztl Editorial, 2002]. Los e:x-
tura les deben ser incluidas en In política democrática, véase Anne PhWips, u·acws citados aparecen en la p<1g. 76 de la edición castcUana.
The Polttic.s o/ PrcJence CClarendon Press, 1995) e Iris Marion Young, In- En cuamo a la visión de John Rawls dl! un orden mundial justo como
clusion and Dl•mocracy (Oxford University Press, 2000). una «utopín realista», véase the Ltlw o/ PeopleJ (HarvarJ University Pn:ss,
Sobrl: justicht dentro de la familia, véase especialmente Susan Moller 1999) [ed. cast.: El derecho de JI.C'!IIes v "Una n·visión de /(1 ulea de razón
Okin, )uwce, Gemler and tbe Fatml}' (Basic Books, 1989). pública», Paitlós, 2002).
Quien desee profundizar en los problemas filosóficos planteados por las
políucas de discriminación positiva encontrará un buen puma de partida
en Stephen Cahn, The A//irmatzve Action Debate, segunda edición (Rout-
ledgc. 2002). Véanse rnmbién los ensayos de Richard Dworkin recogidos
en A Mt~ller o/ PmiCiple (Clarendon Press, 1986), parte V.

7. Naciones, estados y justicia global


La influyente tdca de Bcnedict Anderson de que las naciones son comunida-
des imagmadas se desarrolla en lmagined Commumtzes· Re/lecltonr Olt the
Orzgms and Spread o/ Nationalmn, edición revisada (Verso, 1991) [ed cast.:
Cmmmrdade.s zmagmadas reflexiones sobre los orígenes y la dz/uHÓn del na-
ciomt!ismo, Pondo de Culcura Económica, 1993]. Dos interpretaciones con-
' rapuestas dd nacionalismo como fenómeno sociológico son EmesL Gellner,
Natrons nnd Natt(malism (Biacwell, 1983) [ed. cast.: Naaones y nactomJiis
mo, AJianza Editorial, 2003] y Anrhony Smith, National Identity (Penguin,
1991) [ed. cast.: La identidad nadon al, Trama Editorial, 1997].
M i u6rmttción c.le que la idenridad nacional apoya la democracia y la jus-
ticia social es exrlicada más extensamente en On Nationality (Clarendon
Press, 1995) [cd. cast.: Sobre la nacionalid{Jd: autodeterminaci6n y pluralis
mo atltural, Paitlós, 1997]. En cuanto al argumento de que el nacionalis

197
Lista de ilustraciont.'"S

Lista de ilustraciones 8. Viñem de David LO\\ (15 de febrero de 1950) © Daily


Herald!Ccnrre for the Studv of Cartoons & Caricature
Universidad de Kcm, Cam~bury ..................................• 91

9. lsaial1 Berlin. Foto de Douglas Glass ©J. C. C. Glass. 93

10. John Stuarr Mili.© Corbis............................................. 101

11. La Justicia en La alegoría del buen y el mal gob1erno de


Arobroglio Lorcnzetti. Palazzo Pubblico, Siena. I oto©
Archivio Tconografico S.A./Corbis .......... ..................... 112

12. John Rawls. Colección privada...................................... 130

13. Arresto de Emmeline Pankhurst frente al Palacio de


Buckingham, 1914. © 2003 TopFotoc.co ku!/Musewn
ofLondon/HIP .............................................................. 138
l. La alegoría del buen y el mal gobierno, de Ambroglio Lo-
rcnzetti. Palazzo Pubblico, Siena. Foco© Archivio Ico- 14. Musulmanes quemando Los versos .ralamcos en Bra-
nografico S.A./Corbis....................................................... 12 dford, Reino Unido, en 1989. © Corbis Sygmu ............ 150

2 frontispicio de Plarón y Sócrates, de Matthew Paris (m. L5. Carnaval de Notting Hill. 1980. © Hulton Archive...... 161
L259). The Bodleian Library, Universidad de Oxford,
shclfmark, MS. Ashm, 304, fol. 3lv................................. 27 16. Manifestación en Momreal contra d scparalismo de
Quebec, 1995. © Kra.ft Books/Corbis Sygma............... 174
3. Thomas Hobbes. © Michael Nicholson/Corbis ............. 41
17. Resistencia frente a la globalización al estilo de Estados
4. Viñeta rusa de 1900 de iJcología anarquista................... 49 Unidos: Lc10nia, 1996. © Steve Raymer/Corbis........... 178

5. La Diosa de la Democracia en la Plaza de Tiananroen 18. Julie Christie y Cy Gram celebran el Día de los Dere-
frente a un retrato de Mao, Pekín.© Jacques Langcvin/ chos I !u manos de las Naciones Unidas. © Hulton Ar-
Corbis Sygma........ ... ... ... ... .. ... .. .... ... ... ..... .. ...... ... .. ...... .. .. ... 63 chive................................................................................ 187

6. Viñeta de David Low (5 Je septiembre de L933). © Eve-


ning Standard/Centre for rhc Study of Cartoons & Cari-
cature, Universidad de Kent, Canterbury ....................... 70

7. Jean-Jacques Rousseau. Musée Antoine Lecuycr, Saint-


Quentin, Francia. Foto© Bettmann/Corbis................... 77

199
Índice unali1ico

ciencias sociales, 30 Cuba, 129


Índice analítico aizzens' ¡itries, 74, 76 cultura, 50, 82, 95-97. 109, 112,
ciudadanía, 144, 177' 181 182, 186. 189
activa, 76 global, 21, 176 177
apatía polírica, 74-76 nacional, 167. 170
competencia política, 68, 74. 84
derechos de, 78, 83. 107-109, debates, 17, 23, 34, 67, 73-74, 81,
129, 164, 185 100, 109, 125, 135-136, 142,
e impuestos, 132, 171 , 182 146 151 152
esfera privadn y publica. 140 sobre la caza del zorro, 67-70,
global, 175. 179 80-81, 84
abono,73.82,153-154,201 alternativas a la, 43-48, 51 necesJdades de b, 121 sobre la libertad mdividual. 29,
ab:;olutismo. 22, 60 desafío femmista a la, 139-142 obediencia de las leyes, 37, 55, 68, 86-87, 109
adiCCIÓn, 9-1 monarquía absoluta como, 60 57, 182 sobre los Clllzcm'¡une>, 74,76
administración pública, 39, 159 y desobediencia civil, 58-59 preferencias de la, 73 sobre m.tyorías/minorías, 72, 76-
agencias de p rorección, 46 48 y obligación política, 31, 33. 37· volunwd de, 79 81
Agustín, santo, 111 , 194, 40, 43,5 1-52, 54-59 y decisiones políticas, 64-66 decisiones polflicas, 18, 64-66. 68-
alcoholismo, 100, 102 autorrefcrente (Je/f-regarding), con- y el esmdo, 102 103, 165, 18-1, 190 69.73 75, 82, 142, 152, 189 190
Alcjilndro Ma~mo, 22 ducta, 97-98, 100, 102, 108 y justicia, 111 Dcclan1c1Ón de los Derechos Hu-
Alemania, 18 ayuda humnniraria, 102, 120, 183 ciudades-estado, 165-166, 175, manos ( 1948), 10-1-109, 185-
Alemama Oriental. 176 190 18 7' 189
anarcoltberales, 46-47. 51. 125 Bélgica, 173 compensación, 46, 124 125 democracia, 19, 24, 31-32, 59 83,
<lnarquismo, 16, 34, 38, 43 47 49, Berlín, Isaiah, 93 -94 «comunidades imaginndas», 166 109, 127, 131-132, 13-1-135, 142-
84. 125, 127 Biblia, autond.td de ht, 24 comunharismo, 43-44, 127 143 , 162, 165, 168-170, 188-189
anarquistas comunitaristns, -14, bienes públtcos, 48-5 1 conducta ofensiva, 97-99, 148-149, e identidad compartida, 173 -
127 blasfemia, leyes contra, 149 151 175
anarquistas Jc mercado. 46 confederación, 179 en Atenas, 32
ancianos de la aldea, 36 campo, 12 13, 167 conlianza, 40-45, 169, 176, 182 y den:chos humanos, 106-107
Anderson, Beneuic1, 166 Canadá, 167, 173- 174 y percepción de semejanza, 170 y desobediencia civil, 58-59
anLiconccpción, 153 cannabis, legalizacion del, 68 conocimiento, 15, 26, 28, 30, 73- y feminismo, 142-146, 151-153
t~ntisocial, componamicmo, 45 capitalismo, 19, 133 74,115, 164,171 y JUICiCl poJiliCO, 66, 68, 71, 73,
arbitraje, -17 caridad, 120 consentimiento, 23, 52-56 84
arbitrariedad, 1 18, 179 Carlos 1 cle Inglaterra, 23 contrato social, 104; vease también v multiculturalismo, 142-146, 151 -
aristocracia. 32, 61-62 Carlos V, emperador, 166 El contrato social CRousscau) 153
aristocracia electiva, 66, 69 Carlyle, Thomas, 24 contratos, 46, 124 democracia liberal, 20, 131, 134,
Aristóteles. 22 castigo, 37-38, 43 , 45. 52, 67. 89, cooperaCIÓn, 16,40--14, 126, 170 179
annas. derecho a llevarlus, 109 111, 113 , 116, 119, 122, 124 entre comunidndes, 45 derecho dl\'1110 de los reye:;, 23
Atenas, 32, 165 Catalina la G ranue. 22 internacional, 18-1, 188-189 derecho tnrcrnacional, 184
democracia ateniense, 32 catolicismo, 85, 188 corrección políLica, 151 derecho natural, 104
nutodeterm inación, 187- 189 caverna, Rlegoria (Pl:~tón), 26 corrupción, 18,22 derechos constitucionales, 78-80,
;tutoridad legítimn, 52, 55, 190 caza del zorro, deba le sobre la, 67- cosmopolüismo, 34, 175, 179-181, 83
autoridad políticn, 16, 36 60, 62, 70, 80-8 1' 84 183-184, 188 derechos de los ammales, 68, 70,
66, 75. 83-8-1, 104 , 109, 111, China, 18-19,36,63, 103 crecimiemo economico, 21, 28, 30 80
135-136,162-163, 168, 175, 179- Gran Salto Adelante (1956- CromweU, Oliver, 23 derechos especiales, 83
180, 188 196J ), 18

201
200
Filosofia política: una breve introducción
Índice analítico

derechos humanos, véase Declara- elecciones políticas, 54, 76, 106,


ción de los Derechos Humanos 169-170, 189 y ümires de la libertad, 136, 148- monargufa absolura, 22
derechos individuales, 21, 38, 56, libertad de, 88, 95 151 obediencia a la autoridad políti-
59, 62, 64, 73, 79, 81, 85, 98, y consenrimiemo, 54-55 «fin de la historia», tesis del, 21 ca, 53,58
100, 129, 131, 137, 142-143, y libertad personal, 33, 80 fisc~dad, véase impues~os Holocausto, 18
153, 155, 180, 182, 185-186 elecciones, 17, 20, 54-55, 64, 71, Homosexualidad, 73, 97
derechos naturales, 104, 106 106, 170, 189 genes, propiedad de los, 123
derechos reproductivos, 153 apatía del votante, 74-76 globalizacíón, 20-21, 118-162, ideas abstractas, 9, 24, 16-1
desigualdad, 62, 114, 129 autolimiración democrática, 169 178-179, 183, 189 identidad,
de ingresos, 123, 131 limitaciones a los gastos de cam- gobierno, 16, 166 identidades comunitarias, 180
y minorías étnicas, 13 7, 139 paña, 72 buen, 11-19,30-32,60,86, 107, nacional, 167, 170-171,173-174
y mujeres, 155-156 Engels, Friedrich, 25 110-111, 190 personru, 135
desobediencia civil, 58-59 equidad, 162 , 171 -172, 186, 195 de la mayoría, 77 religiosa y étnica, 147
determinismo, 19-20 esclavos, 32, 157 del estado-nación, 168,173-174 idiotes, 75
Diderot, Denis, 22 estado, 16, 19-21, 35-36, 41, 44, democrático, 168-170, 188 igualdad, 21, 62, 76-77, 118, 121,
diferencia, principio deJa, 132-133 46-48, 85, 90-92, 120, 125, 128, establecen leyes, 50-51 123, 137, 139, 151' 155·156, 162
diferencias culrurales, 177, 186 formas, 15, 17-18,20,22-24,32, de oportunidades, 131-132, 147,
133
diferencias de género, 146 democrático, 60, 76, 132 37, 165, 179 158-160, 171-172
diversidad cultural, 176 e identidad nacional, 163-164, limitado, 85-86, 92, 95 y derechos políticos, 143
diversidad social, 95 166-168, 173-176, 180, 183-185 mundial, 175-177, 179 y justicia, 109, Jll, 113-ll.J,
discriminación, 113, 118, 139, 169 moderno, 36-39 papel del pueblo, 54, 58, 62, 64. 119
laboral, 152 y autoridad política, 51-54, 56, 66, 76, 189 impuesws, 38, 46, 50·52, 56-57,
sexual, 156 58, 102-104, 106, 109, 140 y derechos humanos, 104, 106, 65-66, 91, 126, 132, 155, 171
discriminación positiva, 154, 158- y globaUzación, 174-176, 179- 108 172, 182
160, 162, 196 180, 184-190 y distribución social, 89·90, 124. incentivos, 74-75, 131
discurso tlel odio, 98 estado-nación, véase estado e iden- 132 morales, 128-129
disrribución de recursos, 118-119, tidad nacional y justícia social, 132, 134 lnge, Deán , 167
125-129, 132, 154-155, 173, estado de bienestar, 102, 133 y libertad personal, 80, 89, 108 inmigración, 174
184, 189 estado de naturaleza, 53, 60 Gran Salto AJe.lantc (1956-1961), Internet, acceso a, 109
Estados Unidos, 109, 178 18 intervencionismo, 22, 85, 92
distribución social, 126
estoicismo, 175 grupos de presión (fobbies), 64, Irlanda del Norte, 188
economía de planificación centra- exdusión,45,48, 104-105 71-72 islámicas, sociedades, 20, 107
lizada, 29, 129 expertos, 68, 73-74, 153 grupos minoritarios, véase mino-
educación, 35, 47, 62, 95. 102-104, rías y minorías étnicas y cultura- juicio político, 66, 68,70-71,73,84
126,147,15-1-155, 167-168,171 familia, 97, 123,137,154-156, 158, les justicia, 13-14, 16, 55, 110, 112,
efecto invernadero, emisiones de 172 Guerra CivU inglesa, 22-23, 39 130, 132, 135-136, 156-158, 160-
gases, 50, 184 fascismo, 20, 70 guerras, 40, 42, 65, 168 16 1, 172, 181, 185, 189-190;
ejército, 39, l17, 142, 166, 168 fatalismo, 18, 20-21, 189 véase también justicia social
El contrato social (Rousseau), 24- federalismo, 79,153, 173 hambre, 18,118- 119, 145 carácter concextual de la, 114·
feminismo, lOl, 1.04 Hayek, Friedrich, 126-127, 131 115
25,62
elección, 15, 28, 33, 64, 71,74-76, y autoridad política, 135-142 Healey, Denis, 132 doméstica, 154-155, 157-158
herencia, Leyes, 1)3 e igualdad, 109, 111, 113-114,
91, 94, 148, 158, 190; véase tam- y democracia, 136,143,151-154
bién elecciones y justicia, 134, 154-162 Hobbes, Thomas, 23-25, 39-43, 119
elección personal, 33 y libenad de elección, 144-146 48,54,60-61,88,141 fórmula justiniana para la, 111,
estado natural, 39 114

202
203
Filosofía¡loliticll: una breve imroJucdón 1ndice analítico

jusuci,l global, 163-165, 171, de elección, 95 protección, 50, 80, 96 nac10n, 166-167, 180, 187; véa1e
180, 183-185, 187-188 de ex1m•sión y de pensamiento, medios de comunicación , 32, 50, ttunbién cswdo e identidad na-
métodos aleatorios, 76, 11 7 59,99,104-106,129,186 72, 166, 168, 176 cional
rec•prociJaJ. 182-183. 186 de mercado, véare libenad eco- mercado, 13, 20, 43, 47,50-51,67, «comunidadt"s Imaginadas», 166
y diferencias culrurnles, 182 nómica 90, 125, 128-129, 133, 189 1demidad nacional, 167, 170·
y feminismo, 162 desafío feminista, 135-1.37, 142- econom1a de mercado, 125, 127, 171,173- L74
v merito, 123-124 1.¡8, 151, 162
y mulnculturalísmo, 162
131,133134 y est<.~do, 168
desafío mulliculturalista, 147-148 laboral, J39, 155-156 nacionalismo, 34
justiciu dimiburíva, 111, 127 económica,21, 125,127,131 libre, 20, 131 Naciones Unidas, 104, 179, 187
justicia penal, 116·117 individuuJ, 28-29, 80, 85-87, 92, mercados mtcrnacionales, 21, nazismo, 18
justicia recíproca, 11 1 96-97, 105, 108-109. 125, 131, 185 necesidades, 19, 25, 39, 58, 60, 84,
justicia relevante, 113 137, 142-143, 149 socialismo de mercado, 133 96, 109, 115, 119-121, 123-124.
justicia social. 58, 120, 125-129, interna, 95 96 mercenarios, 168 127-129, 181-182, 185. 188
134, 154-155. 159, 172, 173, libenades políticas, 131 meritocraci:t, 121-124, 129, 133. mveles de vida, 18,29-30, 104, 127
184, 186 límites, 96-100, t09, 136-137, 158, 160, 162, 172; véase tam
desafíos feministas y muhiculw- 142, 148
ralistas a la, 155, 159
b1én justicia social obhgación política, 31, 33,37-40,
negariv,t, 92 94 Mill,John SlUart,101 43. 5l-52, 5.¡·59
e identidad comparrida, 174 personal, véase libertad indivi Sobre la lthertad. 33, 86, 97, 102 cilio, 167; véast' tambrén discurso
tcona de lbwls, 131-133 dual y el papel de la mujer, 136, 143, del odio
justicia sustantiva, 57 positiva, 92, 94 146 opciones 87, 89, 92-94, l05, 108,
Justiniano. emperador, 111, 114 religiosa, 33, 79, 85, 97, 105- y la libertad individual, 97-98, 139, 144, 147
106, 186 lOO, 102 103, 148 orden y ley, véuse ley y orden
Kant, 1mmanuel, L79 y derechos humanos, 104 109 minorías, 59,69-72,76-83, 169 orden soClJI, 43 ·44, 52
kibutz, 128 y gobiernos, 85-86, 89, 92, 95, derechos especiales, 8.3
104, 108 protección, 78-80, 153 países desarrollados, 21, 121, 127
Levtatán (1 lobbesl, 22, 25, 39 libertarums, véase nnarcoliberales
ley minorías étnicas y culturales, 33. p;úses menos desarrollados, 185
lobbrer, véase grupos de pres1ón 98, 136· 137, 147 148, 151, 153 Pankhurst, C.mmdmc, l38
complejidad, 68, 73, 114, 133 Locke,John, 54, 83, 10-1 154, 158-160; veáse tambré11 paz.12,65,190
mfluencía cultural en su elabo- Lorenzem, Ambroglio, 11-15, 17- mulucuhmalismo «paz perpetua» (Kant), 179
raCión, 168 18,33,84 86, 110-112, 120
injusta, 59 y discriminación positiva, 154, pena de muerte, 27
Los venas Juldnu:os (Rushdie), 158-160, 162 percepción th.: :.cmej,mza, 170
obligoci6n de obedecerla. 3 1, 149-150 monarquía, 17, 24,60-61 pesca, cuotas de, J8-1
36-38, 40, 51 52,54-59, 223
moral, 3S, 43, 67-68, 70, 73, 84, pesimismo, 40
restricciones a la liberrad persa· macb1smo, 136-137
nal. 78, 89, 92, 98 146, 167, 179, 183, 186 planificací6n, vt;ase economía de
MaqUJavelo, Nicolás, 22 incentívol> morales. 128-129 planific.tcion cemr:úizada
y orden, 28-29 Manifiesto Comunrsla, 25 principios morales, 73 Platón, 26 27
liberahsmo, 34,85-86, 105-108, 129 Mao Zedong, 18,63 mortalidad, 14, 18, 30, 34, 39-40, pleno empleo, 28, 97
democracia liberal, 20, !31, Marx, Karl, 19-20, 25, 13<1
134, 179 168-169 pluralismo, 71, L82
marxismo, 19, 127 motivación, 131-132,172,180 poder, 16, 22, 33, 35,38-40,48,61
libertad matrimonio, 104 muerte, véaiP mortalidad 62, 64, 72, 139 143, 166, 168
amplrtud de opciones, 87, 89, mayorías/minorfas, 72,76-81
92 mujeres vla.1e feminismo 170, 184; t•éa\e tambu!n aurori
Médicis, familia, 22 muluculturalismo, 134-137, 139, dad poütka
de culto, véare libenad de ex- medio ambiente, 21, 65, 184
presiÓn y de pensam1emo 141,143 151,153-155,162-163, poder políuco, 16, 24, 31. 33, 39,
cooperac1on internacional, 17'5 174 59, 139

204
205
Filosofi,t politim: un;¡ breve introducción fnJict: annlítico

policía. 16, 29, 38-39, 46 religión, 24, 36, 69, 139, 145, 152, socialismo, 19. 70, 134 tiranía, 13-14, 18, 190
políticos, 17,22-23,73, 162, 165 177, 186 socmlJ:;mo de mercado, 133 toraht:trismo, 94
juicio político, 66, 68, 70-71, 73, conflictos religiosos, 85 sociedades tribales, 36 trastornos compLJsJvos, 9-1-95
84 grupos relig1osos, 120, 128, 154 Stalin, losif, 94
objcrivos, 28-29, 87 sufragiO umversnl. 106, 151,186 Unión Europea, 176, 179, 186
libcnad religiosa, 33, 79, 85, 97,
opinión de Rousseau sobre los, 105-106, 186 sufragistas, 138 Unión Soviética, 94
75 Suiza, 173
y cosmopolitismo, 98, 147, 149,
represem:mtes clccros, 15, 62, 154 verdad universal, 30-3 1
64 65,68-69,71 72. 75,82 recnolog1a, 19, 190 vestir, reglas en el, 121, 147 148
y libertad personal, 180-182
socialmente no representativos, y política, 95
terrorismo, 21 vigilancia elcctromca, 109
74 Heforma, 85
pornografía, 149 representantes decros véase politi
prestaciones del esLado, 35, 48, 54, cos
57, 104, 127, 173 representativo, sistema, 69, 71-73
privado, esfera de lo, 14, 75, 103- Repúblu:o (Platón), 26
104, 135, 140, 143-144, 171 republicanismo, 14, 17
privauzación deJa cultura, 177 respeto, 32, 38, 82-83, 109, 116,
producción, 19, 51, 127, 129, 133 135, 151
productividad, 131 132 responder anre el pueblo, 62, 71,
propiedad, 43, 46, 48, 61, 97, 126, 151
155 restitución, 124
derecho, 38, 104 Revolución Fmncesa, 24, 107-l08
protección del estado, 54, 57, revoluciones, 19, 24, 107
133 riqueza, 131, 133
proporcionalidad, 45, l t 4-115, robo, 38, 94, 126
133, 152 Romanticismo, 85
protección
Rousseau,Jean-Jacques, 24-25, 32,
agrfcola, 185 62,75, 77
de las minorías, 78-80, 153 Rushdie, Salman, 149-150
de los derechos humanos, 185, Rusia, 19, 22
187
del medio amb1ente, 50, 80,96 sacerdotes, 36
personal, 35, 38, 40, 46, 50, 79, Schumpcter, Joseph,
83, 100, 104-105, 108, 126, Capitalismo, soctaltJmo y demo-
143 croaa, 65 -66
pr01cstantismo, 85, 188 seguriJad, 13, 29, 42, 56, 79, 147,
183, 190
racismo, 991-100, 151 scgurosdesatud,47,6 L, l 03, 17 1
radiotelevisión pública, 50 S1ena, 11, 14, 33, 164-165, 190
Rawls,John, 130-133, 189 sistema económico, 19, 131
reciprocidad, 111 , 140, 166, 179 sistema jurídico, 32, 39, 45, 182
redistribución de la riqueza, 132, sistema penal, véase justicia penal
173 sistema representativo, 72-73
rcfercndos, 64 sistema sanitario, 102, 120

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