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Introducción.
A pesar de contar con problemas de acceso y lejanía, Nosara no deja de ser uno de
los puntos de parada y descanso preferidos para los visitantes, esto gracias a diversas
estrategias de publicidad y mercadeo realizadas por empresas turísticas de la zona que
ilustran el paisaje prometedor que representa Nosara, siendo este uno idóneo para escapar
de la “cotidianidad” de la ciudad y adentrarse en un lugar lleno de bosques, paraísos
tropicales, playas vírgenes alejadas de la ciudad y masificación de personas, un destino
“perfecto” para desconectarse, relajarse y vivir en sintonía con la naturaleza lleno del
confort y lujo del sector de la hospitalidad.
Sin embargo, todas estas imágenes del “destino virgen e inexplorado” y “del buen
vivir” se encuentran lejos de mostrar la auténticas verdades socioambientales, cultuales y
económicas vividas en la comunidad de Nosara y sus pobladores locales, sino que más bien
siguen ciertas fantasías, sueños y discursos coloniales impulsados por los imaginarios
sociales y turísticos como medios de enganche para capturar la atención de los turistas,
quitando, expulsando o modificando todos aquellos elementos que no encajen dentro de esa
imagen forjada en la mente del visitante.
Acorde con Montandon (2003) citado por Sogayar y Rejowski (2011), “reconoce la
hospitalidad como una construcción humana de la relación con el otro, defendiendo la idea
de que es un modo de encuentro interpersonal marcado por la actitud de acogimiento en
relación al otro” (p.5)
En este sentido, los autores comentan que para que exista hospitalidad debe existir
una interacción entre dos individuos (el anfitrión y huésped) dónde el Uno acoja y proteja
al “Otro”, ese “Otro” debe ser alguien necesitado de esa protección que busca ese resguardo
y gentileza que le pueda brindar ese “Uno”, pero ¿Qué pasa cuando ese Uno se convierte en
el Otro? ¿Qué pasa cuando el que viene de afuera se apodera y moldea la realidad del que
en un principio debía ser el protector, es decir el de adentro? ¿Qué pasa cuando el local “el
otro” es expulsado de su propia tierra ante un imparable desarrollo turistico que busca
moldear el espacio geográfico y social según sus imaginarios turísticos?
Son algunas de las interrogantes que impulsan el interés por este estudio, que busca
analizar el nivel de influencia que tienen todas estas narrativas de poder y discursos
coloniales representados e ilustrados en la publicidad y mercadeo turistico de Nosara, que
muestra imágenes y realidades diferentes a las verdaderamente vividas en la comunidad,
trayendo como consecuencias problemáticas asociadas a la gentrificación, aporofobia,
privatización del territorio, entre otras.
Silva (2013) citado por Vélez (2017), propone que las investigaciones sobre
imaginarios turísticos deben tratar tres inscripciones: la primera se asocia una cuestión
individual de inscripción psíquica, es decir pensamientos, ideas o reacciones producto de
experiencias personales. La segunda se asocia al esparcimiento de esa marca psíquica hacia
un contexto compartido que la transforma en una inscripción social (una forma de entender
la realidad compartida), dando paso a la última inscripción que sería la tecnológica, como
un medio para promulgar el imaginario (medios gráficos).
Según Hiernaux, D (2002) citado por Zamudio (2011) dichos imaginarios sociales
son producidos en la industria del turismo, por medio de experiencias de viajes de otros,
(fotografías, relatos de viaje, anécdotas personales, narrativas) como también el gran aporte
de la publicidad y mercadeo utilizados por las empresas, siendo estos mismos formas de
crear imágenes mentales de una realidad de lo que existe en el destino visitado.
En la misma línea, Barboza (2017) comentan que existen tres mitos en el discurso
colonial que bien pueden estar representados en el imaginario que tienen las personas de
cómo es visto Costa Rica, el primer mito tiene que ver con lo inalterado que supone a todo
aquel territorio inexplorado, virgen, lleno de vegetación sin ninguna alteración humana. El
segundo mito, sería el desenfreno donde el turista básicamente tiene acceso con inmunidad
a todos los recursos naturales de la zona sin ningún tipo de represión, que va muy enlazado
con el imaginario de “la buena vida” que expone Hiernaux donde el turista debe ser trato
como rey por una noche. Y finalmente, Barboza explica que el tercero es lo “incivilizado”,
dónde la existencia de las personas es bajo una condición primitiva y salvaje.
En la misma línea, Barboza, E (2017) estudia la relación del paisaje y el turismo con
la imagen turística, la cual es sometida a diversos factores específicos que disciplinan la
forma en cómo se debe ver y apreciar el entorno, dichos elementos se asocian a medios
publicitarios, infraestructuras e inclusive el importante aporte de las fotografías tomadas
por los mismos turistas que sirven para inmortalizar y promulgar el imaginario de un
paisaje construido, a que a su vez, conlleva a la invisibilización de otros componentes
pertenecientes al mismo territorio.
Estudios como los de Noy, C (2014), evidencian el poder que ejerce la actividad
fotográfica dentro del turismo, el autor realiza un estudio etnográfico en un viaje de
crucero, dónde comenta cómo en cada espacio de las instalaciones se habilitan de espacios
temáticos para que los turistas puedan tomarse fotos “de manera gratuita”. Como una forma
de ejercer poder, inconscientemente los turistas son invitados por los fotógrafos a tomarse
fotos gratis durante toda la estadía, para luego enterarse que deberán pagar por la
“impresión de las mismas”, dejando ver como se forma un gran negocio en la toma de
fotografías, y que a su vez sirven para impulsar el imaginario social de inmortalizar los
momentos.
Gravari, M y Graburn N, (2012) enseñan como los imaginarios no solo sirve como
impulsores de selección de los destinos turísticos, sino que al mismo tiempo forjan dichos
destinos e inclusive determinan que practicas socioambientales pueden seguir funcionando
o por el contrario cuales deben ser eliminadas.
En otras palabras, los autores Cañadas, E y Gascón (2016) citados por Zizumbo, L y
Monterroso, N (2020) agregan que un campesino debe dejar un oficio donde es experto
como la agricultura, por un puesto en turismo dónde no cuenta con las cualidades exigidas
por la industria, además de contar con bajas remuneraciones y excesivas jornadas.
Autores como Salazar, N (2011), interpreta cómo los imaginarios no son cuestiones
aleatorias ni tampoco están sometidas a posibilidades, sino que están presentes dentro de la
institucionalidad local, regional, nacional e inclusive internacional siendo formas de poder
muy sutiles que determinan construcciones mentales, sociales, políticas, económicas y
geográficas sobre los lugares, forjando realidades de lo que hay, de lo que existe y de lo que
se quiere mostrar.
Cierre.
Sin embargo, en su mayoría los autores abordan el tema desde una perspectiva
critica meramente teórica, que si bien, es de particular interés para la investigación ya que
permite conocer el génesis y funcionamiento de los imaginarios sociales dentro de la
dinámicas de poder políticos, económicos, sociales y ambientales que forjan las maneras de
ver y el que hacer en los destinos turísticos, aún en su mayoría los artículos carecen de
propuestas practicas que eviten los impactos negativos que pueden producir las
configuraciones socioespaciales desarrolladas por el turismo.
Cartagena Núñez, C. (2022). Los Mitos Del País Verde: La Costa Rica Esencial Del
Bicentenario. Revista de Ciencias Sociales, 175, 57-71.
https://doi.org/10.15517/rcs.v0i175.52483