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El hecho de nacer y el hecho de morir, son dos facetas vinculadas. Una trae la
felicidad, mientras la otra, deja tras de sí tristeza y dolor.
El recién nacido deja el claustro materno en pos de nuestro mundo con un grito, el
que no sabemos si es un grito de socorro, por haberlo extraído de un mundo donde
disfrutaba de toda clase de protección y bienestar, o es un grito de alegría por haberlo
liberado de un mundo limitado hacia otro más amplio y más variado.
Después de la muerte física, habrá un juicio y un veredicto, luego una condena justa
o un premio merecido, y en último caso el Soberano tendrá la última palabra, confirmar la
condena, rebajarla, u otorgar su amnistía a quién Él designe.
Todo el equipaje permitido será solamente la obra personal, todo lo que pueda ser
una obra benéfica, un legado cultural o un hijo virtuoso que implore la clemencia divina
para con sus padres.
EL PÉSAME
El pésame es una muestra de solidaridad con los familiares del difunto.
Su objetivo fundamental es consolar a los familiares y amigos del fallecido, hacerles
comprender que la muerte es el destino inevitable e irremediable de todo ser. Es
como elegir frases elocuentes para elevar el ánimo y el umbral del dolor emocional,
y aislar al familiar de su tormento.
La Muerte en el Judaísmo
El judaísmo, es la religión monoteísta más antigua, y la única que la considera, no sólo como una
religión, sino también como una tradición y una cultura. En el judaísmo la muerte se concibe como
la separación del alma y el cuerpo, como el fin natural de la vida y el paso de este mundo al mundo
futuro.
MUERTE EN EL JUDAISMO
EL SENTIDO DE LA VIDA Y LA MUERTE
Rabino Eliahu Birnbaum
Un hombre vivo, aunque sea el hombre más simple, el más vulgar, el más malvado o aún
delincuente, no puede transmitir impureza ritual (Tumá). En cambio, el hombre muerto, aunque
haya sido el hombre más justo o el más santo o el más puro, dado que su alma ha sido tomada de
él, transmite impureza ritual. De este modo, a través de las leyes concernientes a la pureza ritual,
la Torá nos brinda una muestra más del valor de la vida. En el momento en que la vida se
interrumpe, el daño es enorme y la herida irreparable: el hombre se convierte en un cuerpo que
contamina.
¿Cómo podemos explicar la impureza que se produce por el contacto entre un hombre vivo y un
hombre muerto? La muerte es el fin natural e inevitable, que nos espera pacientemente al final
del camino. Sin embargo, el hombre no vive generalmente con la conciencia permanente acerca
de la muerte, ni la sombra de ésta. El hombre es un ser dinámico que vive y cree en sí mismo, en
su propia fuerza y en su propia vida. Sin embargo, el encuentro con la muerte concreta puede
hacer tambalear esta actitud del hombre. El peso de la realidad de la muerte puede ser más fuerte
que el de la conciencia acerca de su existencia. La visión sorprendente del hombre que hasta hace
pocos instantes estaba con vida, respiraba y sentía, y que repentinamente deja de respirar, puede
sacudir al hombre y estremecerlo con el pensamiento de que "el hombre no vale nada", "que no
vale la pena esforzarse", "para qué luchar". Este encuentro con la muerte provoca un sentimiento
de pesimismo, que puede conducir a pensamientos individuales y sociales perjudiciales, y por
ende se produce la "contaminación". El sistema de impureza ritual es un medio de defensa del
espíritu del hombre ante la muerte. Todo contacto con la muerte contamina, para permitir la
vuelta al equilibrio, al pensamiento adecuado, para liberarse de la "filosofía del cementerio", y
pudiendo entonces volver a tener fe en el valor de su alma y de su vida. El judaísmo no se
relaciona con la muerte como un problema de higiene o limpieza. El velatorio y entierro de los
muertos se prolongaba durante muchos días en el mundo antiguo. También hoy se acostumbra a
honrar al muerto no llevando a cabo el entierro en forma inmediata, haciéndole permanecer entre
los vivos mientras sea posible. Para el judaísmo sin embargo, cuanto menor sea el tiempo que
transcurre entre la muerte y el entierro, es mejor. El judaísmo considera que la vida y la muerte
son fenómenos reales, pero trata de llevar al hombre al equilibrio adecuado entre ambos
elementos, por lo cual se hace necesario diferenciar con la mayor celeridad posible entre los vivos
y los muertos.
Es posible señalar otra profunda diferencia entre la vida y la muerte. En el momento de su muerte,
el hombre ve a la vida como una serie de momentos pasajeros, y a la muerte como el fenómeno
permanente. El judaísmo nos enseña lo contrario: la vida es permanente y firme, mientras que la
muerte es algo pasajero y temporal. Mientras vive, el hombre debe enfrentarse a la relación entre
lo temporal y lo permanente. La muerte enfrenta al hombre con el conflicto entre la temporalidad
y la permanencia. En esta relación radica el secreto de la existencia. La vida del hombre se
caracteriza por la búsqueda de algo duradero, algo que permanezca a lo largo de todos los
cambios y transiciones. En ello consiste la búsqueda del sentido de la existencia humana, el
hombre busca la existencia metafísica más allá de la mera existencia física. Desde el punto de vista
físico, el hombre depende de las leyes del espacio y del tiempo. A nivel metafísico el hombre
puede superarlas. Esto explica la necesidad de la cultura, de la fe, de algo que le conceda al
hombre un sentido de permanencia en el mundo. La muerte es un fenómeno físico que tiene lugar
en la dimensión del espacio. El sentido es un hecho metafísico que existe en la dimensión del
tiempo. En forma paradójica , el hombre puede "vencer" a la muerte en la dimensión del espacio,
en cuanto exista en el mundo del sentido, en la dimensión del tiempo, y la muerte es percibida
como temporal y secundaria en relación a la continuidad y la permanencia de la vida espiritual en
el mundo del sentido. El judaísmo santifica a la vida y ve en ella una característica verdaderamente
humana. El hombre santifica su vida mediante la constante búsqueda de sentido a su existencia.
FALLECIMIENTO Y DUELO
Rabino Jaim Halevy Donin Z"L
La tradición judía aprecia la vida. La Torá fue entregada a Israel para que "vosotros viváis" por sus
enseñanzas y no para "que muráis por ellas". La muerte no posee ninguna virtud ya que "No son
los muertos los que alabarán al Señor..." (Salmos 115, 17). Sin embargo, la tradición judía fue
realista respecto a la muerte. "Ya que polvo eres y al polvo volverás" (Génesis 3, 19), "Y el espíritu
retorne a Dios que lo dio" (Eclesiastés 12, 7). "El fin del hombre es la muerte", dice Rabí Yonatán
(Berajot 17a). Dicho simplemente, todos hemos de morir. En sí, la muerte no es una tragedia. Lo
que denominamos una "muerte trágica" esta determinada por la naturaleza prematura de la
muerte, o por las circunstancias desafortunadas que la rodearon. Cuando una muerte pacífica
sigue a una larga vida bendecida con buena salud y vitalidad del espiritu y del cuerpo, una vida rica
en buenas obras, la muerte no puede considerarse como trágica, a pesar de lo inmenso de la
pérdida y del pesar que ella produzca. "Bendito es aquel que ha sido criado en la Torá y cuyas
acciones están basadas en la Torá, y que actúa de manera de agradar a su Creador, que creció con
un buen nombre y partió con un buen nombre..." (Berajot 17a). El mundo en que vivimos es
considerado como un pasillo que conduce a otro mundo. La creencia en otra vida, en un mundo
por venir (Olam Habá) donde el hombre es juzgado y donde su alma continúa floreciendo, está
arraigada en el pensamiento hebreo: "Todo Israel tiene participación en el mundo por venir".
(Mishná Sanhedrin 11,1). Pero cuando más valioso ha sido el individuo, más grande es la pérdida
para los sobrevivientes. Cuando más ha signficado para los que le rodean, familia amigos,
comunidad, más profunda es la congoja y más aguda la angustia. Las observancias tradicionales
judías que rodean la muerte y el duelo tiene como objetivo mantener la dignidad de la persona
fallecida y confortar a las personas en duelo.
LA MUERTE EN EL BUDISMO
¿Qué es el budismo?
La palabra budismo viene de budhi que significa despertarse; en este sentido, el budismo
es la filosofía del despertar. El budismo se llama así porque su iniciador fue un hombre que en un
momento de su vida se iluminó -despertó- y fue denominado Buddha (el que se despertó).
Budistas son los seguidores de Buda.
Historia de Buda
Buda fue un hombre que nació en el año 563 antes de Cristo. Se llamaba Siddhârtha
Gautama. Desde joven mostró gran inteligencia. Según las costumbres de la época se casó a los 16
años. Tuvo una esposa y un hijo. Vivía en el norte de la India en un ambiente lujoso. Pero vio el
sufrimiento ajeno, tuvo una crisis y decidió partir en busca de la verdad. Abandonó a su familia, y
se sentó a los pies de los maestros religiosos de su región. Fue la gran salida. Tenía 29 años.
Estos maestros le enseñaron muchas cosas, pero nadie conocía la causa del sufrimiento y
cómo superarlo. Luego de seis años de estudio, meditación y fuerte ascetismo, tuvo una
experiencia donde la ignorancia desapareció, y repentinamente comprendió. Desde ese día fue
llamado Buda, el Iluminado. Esta iluminación tuvo lugar al pie de una higuera que pasó a ser árbol
sagrado del budismo.
Desde entonces, se dedicó a viajar por el norte de la India, enseñando lo que había
descubierto. Su compasión y paciencia fueron legendarias y tuvo miles de seguidores. Murió en el
483 a.C. a los ochenta años, enfermo pero feliz y en paz
¿En el budismo se adora a Buda?
Los budistas no adoran, ni hacen ofrendas a Buda. No le dan culto de adoración, sino de
admiración y respeto. Como ejemplo, veamos el significado de unos símbolos usados en el
budismo: las estatuas de Buda invitan a desarrollar paz y amor en nosotros; el perfume del
incienso recuerda la penetrante influencia de la virtud; la lámpara señala la luz del conocimiento;
las flores que se marchitan simbolizan la impermanencia; una reverencia expresa gratitud a Buda
por sus enseñanzas. Ésta es la naturaleza del culto budista.
¿Cómo es la ética del budismo?
La ética budista se basa en los cinco preceptos: respetar la vida, no tomar lo que no me es
dado, conducta sexual correcta (que no sea dañina con otros o conmigo), no hablar de manera
dañina (mentir, rudeza, ostentación, cotilleo, charla vana), y no tomar intoxicantes (que alteran la
mente y ponen en riesgo de romper los otros preceptos).
El óctuple sendero
En el budismo se llama así al camino que lleva al cese del sufrimiento mediante la elevación de
la mente. Se trata de purificar la opinión, las ideas, el lenguaje, la acción, la memoria, la
meditación, etc. En resumen: sabiduría, conducta ética y meditación pura.
El budismo busca la perfección del hombre en su mente y en su amor a los demás; pero no
hace referencia a Dios. Por esto, no es religión sino filosofía. Se puede confundir con una religión
porque abarca a toda la vida y señala una meta final del hombre -pero sin Dios-. El budismo es una
escuela de sabiduría que elabora métodos que conducen al nirvâna siguiendo caminos de
meditación y penitencia.
La muerte y el dolor son los grandes problemas que quiere resolver el budismo. Y en ambos
casos, la solución que aporta es la supresión del deseo.
o La muerte
o Los maestros budistas han descrito cual es la experiencia subjetiva de la persona que está
en el momento de la muerte. No es propósito de este artículo entrar en detalles sobre
estas enseñanzas pero sí avalar las razones por las que los practicantes budistas demandan
a la sociedad que respete ciertas normas cuando mueren las personas, y en especial los
budistas. La norma básica es la de velar el cuerpo y no molestarlo durante un período que
puede oscilar entre los tres y los siete días.
o En primer lugar se produce lo que los maestros llaman la disolución externa, que es cuando
se disuelven los sentidos y los elementos [no referido a elemento material sino a
cualidades correspondientes a] tierra, agua, aire y fuego. De forma somera esbozamos este
proceso:
Ritos funerarios
El Nirvana
Para los budistas, la muerte es sólo el principio de otra vida que se irá repitiendo hasta
llegar al Nirvana. Esto ocurre cuando el sujeto ha aprendido y ha obtenido la suficiente sabiduría
espiritual como para ver la Verdad, la Realidad. El Nirvana no se puede explicar, porque es tan
difícil de comprender como difícil es de ver la Verdad. Por ello, el rito funerario budista es un
llamado "rito de paso".
El funeral budista
En el funeral, se empieza por orar a Buda. Según el libro citado, al difunto se le cubre con
un sudario el rostro y no se le toca, para no interferir en el proceso. Este proceso dura unos tres
días. Después el fallecido es colocado en un ataúd para velarlo.
En algunos funerales budistas muy tradicionales, mientras se cumplen los ritos funerarios
en casa de los deudos algunos de los presentes son escogidos para hacer un honor especial al
muerto: por unos momentos, los hombres escogidos se convertirán en monjes, y las mujeres en
"madres blancas". Los hombres deberán raparse y vestirse con las ropas tradicionales y las
mujeres deberán de ir de blanco y no hablar ni tocar a ningún hombre para conservar su estado
puro. Ellas han de permanecer tras el ataúd y no soltar una especie de hilo blanco que es el
camino que el espíritu del difunto ha de seguir.
TAOISMO
¿Por qué?
Porque la muerte es una parte del Yin.
Y eso no es bueno para las personas vivas.
Para la vida la energía tiene dos partes, la energía del Yin y la energía del Yang.
Para las personas es mejor la energía del Yang, por la noche la energía pertenece al Yin. Y
cuando se habla sobre la muerte se lleva la energía del Yin lo que no es bueno para las
personas vivas.
LA MUERTE
Según ellos, tras la muerte de una persona normal, la unidad de la conciencia individual se
desintegra.
Hay una parte de su espíritu que llaman "Hun", la parte más ligada al Cielo, la parte más
ligada a la consciencia, que vuelve a su origen con la energía celestial y desde allí posteriormente
puede reencarnarse.
Y otra parte del espíritu que llaman "Po", más ligada a la tierra, la parte más instintiva, que
también vuelve a su origen con las energías terrenales y con el tiempo tiende a disiparse.
Aspira a crear mediante la fusión alquímica de ambas, una Perla Misteriosa que será la
base a partir de la cual pueda crear en un estadio más avanzado un "Cuerpo Espiritual" en el que
entrará en el momento de la muerte, evitando así la disolución de la conciencia personal y
logrando así una Inmortalidad Espiritual.
Muchos textos espirituales (el "Bardo Thodol o Libro Tibetano de los Muertos" por
ejemplo) sostienen que en el momento de la muerte una persona se enfrenta a una Experiencia de
Luz sin Límites, pero ante la cual la conciencia individual se ve desbordada y generalmente
retrocede con temor. Es en ése instante crucial donde donde un adepto taoísta y una persona
ordinaria se distinguen.
Ambos mueren como individuos separados del Todo, pero el primero hace de ello una
victoria mientras que el segundo no.
Habiendo perdido esa oportunidad de ser como Vacío o Espacio sin forma, luego, dice el"
Bardo Thodol" se unirá a otras formas similares por afinidad.
"El No-ser es el comienzo del Cielo y de la Tierr,/ el Ser, la Madre de los seres
individuales./El camino del No-ser/ lleva a contemplar la maravillosa esencia,/ el del Ser a
conemplar los espacios limitados".
En cambio, un taoísta realizado debe haber tenido ya un atisbo de ese estado en los
estadios avanzados de meditación y puede unirse a ella, convirtiéndose así en uno con el Universo.
Si la muerte tuvo lugar por el pecado de uno solo, la victoria sobre la muerte fue posible
por la Pasión y muerte de uno solo, Jesucristo, «verdadero Dios y verdadero hombre». Porque,
para la fe cristiana, la figura central de la Historia de la Salvación, es decir, de la victoria sobre el
pecado y sus consecuencias, es Jesús de Nazaret, el Cristo, el Verbo de Dios encarnado, que,
asumiendo libremente la condición humana doliente y mortal, destruye el poder de la muerte y
devuelve al hombre la posibilidad de comprender y afrontar de otra manera su destino.
En esta afirmación, auténtica confesión de fe, que es también el grito gozoso de Pascua:
«Cristo ha resucitado», está cimentada la Iglesia. Y esta resurrección de quien soportó los
tormentos de la muerte sin tener pecado, abre la puerta a la resurrección de todos al final de los
tiempos. Porque si el hombre también ha de morir, en adelante no es para dejar de vivir, sino para
vivir de otra manera, recuperando la incorruptibilidad e inmortalidad perdidas por el pecado. Es
evidente que la muerte sigue siendo un fenómeno físico ineluctable, pero ya no se ve como el
destino final definitivo porque «como todos mueren por Adán, todos recobrarán la vida por
Cristo» «Por eso, nosotros, según la naturaleza mortal de nuestro cuerpo, nos descomponemos
sólo por un tiempo a fin de recibir una resurrección mejor; nosotros, como granos de trigo
arrojados en tierra, no perecemos, sino que, sembrados en la tierra, germinamos de nuevo,
resultando así aniquilada la muerte por la gracia de nuestro Salvador».
Resurrección.
La concepción cristiana «habitual», heredada, entre otros, del dualismo platónico, ve la
muerte como la separación del alma y el cuerpo. Pero para comprender bien lo que el cristianismo
ve en el concepto de resurrección hay que salirse de ese dualismo. En la antropología cristiana la
visión es más compleja.
Esquemáticamente se pueden distinguir, según algunos Padres de la Iglesia, tres elementos
para comprender la naturaleza del hombre:
- el cuerpo (soma) abarca generalmente el aspecto físico y material de la naturaleza del hombre,
pero también aquello por lo que éste se pone en contacto con el otro y el universo, es decir, su
capacidad expresiva;
- el alma (psyjé), principio de vida, denota tanto la capacidad de experimentar emociones,
sentimientos o pasiones como la capacidad de razonar, de analizar;
- el espíritu (pneuma), que no puede realmente distinguirse del alma, de la que es parte extrema,
capaz de «percepción espiritual».
El cuerpo glorioso
Hasta el presente, sólo Cristo ha resucitado. Las otras resurrecciones de las que nos hablan
los evangelios, las de Lázaro, la hija de Jairo y el hijo de la viuda de Naín no son definitivas,
absolutas. Como hemos dicho más arriba, los Apóstoles dan testimonio (y es, por lo demás, el
objetivo del Evangelio) de que vieron y tocaron el cuerpo glorioso de aquél a quien ellos
reconocen como el Señor.
En la perspectiva cristiana, el fin de los tiempos está marcado por la llamada de todos a la
vida: «Como todos mueren por Adán, todos recobrarán la vida por Cristo» (1 Cor 15, 22ss), y ese
retorno de todos a la vida significa la destrucción de la muerte. «El último enemigo en ser
destruido es la muerte» (1 Cor 15, 26), escribe en otra de sus cartas San Pablo.
En el pensamiento paulino, no haya duración entre la muerte y el juicio, no teniendo sentido las
nociones de tiempo y duración más que para aquéllos que están en la vida «carnal». La muerte,
además, es con frecuencia evocada en la sagrada Escritura como un sueño, es decir, un estado
transitorio sin la conciencia del tiempo.
Dicho esto, los interrogantes sobre la vida post mortem no han dejado de plantearse a lo
largo de los siglos. ¿Cómo imaginar el estado del alma después de la muerte a la espera del juicio
final y de la resurrección? Con la ayuda de los datos patrísticos (el estudio de los Padres de la
Iglesia), se distinguen tres maneras de ver el problema entre los teólogos.
Están primero aquéllos que afirman que las almas de los difuntos no sufren nada.
A continuación están aquéllos que admiten que los difuntos sufren o pueden sufrir. Es la
teoría del purgatorio que los católicos defienden. En la teología ortodoxa, el acento se pone en el
aspecto purificatorio y no expiatorio del sufrimiento. Dios perdona los pecados sin exigir
«penalidades expiatorias» porque Cristo, que quita el pecado del mundo, es el único rescate y el
único pago.
El sufrimiento experimentado no sería otra cosa que la toma de conciencia hecha por el
alma de su pecado (debilidad, ceguera, egoísmo, aberraciones...), es decir, de lo que ella es en
verdad como resultado de la vida que ha llevado. Por así decir, es el «juicio particular» que el alma
se hace sin complacencia ni hipocresía, un juicio auténtico hecho a la luz del amor divino.
Y, por último, están los que dejan el problema en suspenso, carente de certezas, porque los
evangelios son muy discretos al respecto. Un día que San Antonio, el ermitaño, se atormentaba
con estas cosas oyó una voz que le decía: «Presta atención a lo tuyo, Antonio, porque esas cosas
pertenecen al juicio de Dios, y no eres tú el que las tiene que dilucidar».
Los ritos de los funerales
Lo que se hace hoy en algunas ceremonias sume a los asistentes en un estado anímico
dominado por la tristeza y, a veces, hasta por la desesperación. La causa, la elección que se hace
de algunos textos y cantos profanos. Sin embargo, el oficio de difuntos que se remonta a la más
antigua tradición de la Iglesia aún no dividida es tranquilizador para todos los presentes, en
especial para la familia y amigos.
La liturgia habla poco de muerte y mucho de sueño, de descanso, de vida nueva, de
ascensión a la luz y de paz. Pero, más aún que esta pacificación de los familiares del difunto, la
función principal de las ceremonias mortuorias cristianas es, para el catolicismo y la ortodoxia,
orar por aquél o aquélla que ha dejado este mundo.
Hemos visto anteriormente que para católicos y ortodoxos el alma después de la muerte puede
evolucionar; la libertad de abrirse o cerrarse a Dios, a su misericordia, se mantiene entera.
El orar por los difuntos entonces es prestarles nuestro apoyo en ese camino espiritual que
han de emprender para acceder a la plenitud de la vida eterna, íntimamente ligada al amor puesto
que «Dios es Amor». Este camino consiste en liberarse de las pasiones diversas y letales que
sumieron al ser humano en el pecado, el olvido de Dios, la egolatría, cuando aún estaba en este
mundo; trabajo de conciencia, de clarificación, de renuncia a sí mismo y de apertura a la plenitud
divina.
En las tres confesiones cristianas, católica, protestante y ortodoxa, puede haber tres
«estaciones», o ceremonias complementarias, en el ritual de los funerales: el levantamiento del
cuerpo, la iglesia y el cementerio. El levantamiento del cuerpo, para los protestantes, es una
ceremonia muy sencilla que comporta, por ejemplo, una invocación: «Que la paz de Cristo a la que
todos estamos llamados reine en nuestros corazones», una lectura bíblica y una plegaria que
implora el consuelo de Dios para todos los que están en el duelo; esta estación, para los
ortodoxos, va acompañada de incensación y bendición del cuerpo, de salmodia y oraciones
diversas.
El día del entierro, el cristiano ha muerto definitivamente al mundo, pero la Iglesia espera,
en confianza, que resucitará con Cristo de las aguas de la muerte.
En todos estos rituales es común el uso de vestimenta negra (de luto), la utilización de
velas y flores; todo esto se hace con el fin de no desviar el alma de la persona difunta de su camino
hacia Dios, se hace para iluminar su camino y evitar que se pierda y consiga otro cuerpo.
VENEZUELA EN LA ANTIGÜEDAD:
Berrizbeitia, Schon y Jam miembros de la expedicion que rescato la momia, relatan lo siguiente
acerca de los ritos funerarios de los Yukpas:“Cuando una persona muerese envuelve su cuerpo en
esteras o mantas, cruzandole previamente los brazos sobre el pecho y doblandole las piernas de
modo que las rodillas queden debajo del menton, los pies estirados siguiendo la direccion de la
tibia, y el pie izquierdo colocado sobre el derecho. Para mantener los miembros en esta posicion,
se aseguran firmemente las mantas que sirven de montaja por medio de cuerdas…”
“Una vez en esta forma, el cuerpo se cuelga en una rama de un arbol sobre una hoguera que debe
permanecer encendida durante la primera semana para secar el cuerpo. Alrededor de un mes
permanece el cadaver en su sepulcro aereo…” De esa forma el calor seco de la hoguera y el aire
favorecen a la hidratacion del cadaver y , si esta ocurre lo sufuciente rapido, el cuerpo se seca o
momifica manteniendo intactos los minusculos detalles de su anatomia.
Schom y Jam informan que “Cuando el cadaver esta “suficiente seco” un grupo de indios ajenos a
la familia lo busca… cargan con el cadaver y lo llevan al cementerio o Shormu, una caverna o gruta
situada en un terreno escarpado…”
Las descripciones de los autores citados sobre las practicas mortuorias de los yukpas, la confirma
Ruddle y Wilbert (1963) quienes dicen que “… el cadaver se amara en posicion fetal, se envuelve
en esteras o en tela y se coloca en una plataforma construida en lo alto de un arbol cuyas ramas le
sirven de cobijo… Meses mas tarde (lo llevan) al osario tribal una cueva en las montañas…”
Momias de los Andes Venezolanos
Se conoce muy poco acerca de las practicas funerarias de los indigenas que habitaron los Andes
Venezolanos. Sin embargo Jahn (1973), Lares (1952) y Marcano (1971) coinciden con
pequeños hallazgos que en esa region los cuerpos tenian dos maneras principales para
disponerse. : una colocandolos generalmente flexionados, en sepulcros artificiales excavados en la
tierra (mintoy) que son camaras subterraneas con una abertura superior o lateral la cual
introducian a los cadaveres; otra, depositandolos en cavernas o grutas de alta montaña
- Los Wayuu: (Habitan en el estado Zulia, Mérida y Trujillo) Ritos funerarios: . Según la
tradición wayuu, el ritual funerario reafirma los lazos familiares, tanto con parientes de
sangre como con aliados (parientes políticos). Todo wayuu muere dos veces y dos veces
entierran a los muertos. La primera vez, en cualquier parte, en donde la persona haya
fallecido. La segunda, en su territorio. Durante la exhumación no deben derramar una sola
lágrima. "Durante la exhumación uno no puede llorar porque después los espíritus no
quieren irse a Jepira"
- Las persona o persona encargada de la exhumación deberá estar en vigilia las siguientes 24
horas, rodeada de parientes que le hablan y cantan para que no se duerma. Si lo hace, los
difuntos pueden apoderarse de su cuerpo.
Las urnas son destapadas y las encargadas de la exhumación se apresuran a tapar el cráneo del
finado con un lienzo blanco. El público observa expectante. En el interior del ataúd sólo quedan los
huesos, que son limpiados con un pedazo de tela empapado en chirrinchi (UN LICOR) y
acomodados en un cofre de mármol. Las tumbas vacías son purificadas con licor y aseguradas con
un listón rojo. "En caso de hacerse mal el ritual, los espíritus malos pueden llevarse a un familiar; el
color rojo les tapa los ojos para que no hallen el camino", dice 'Pocha'.
"El segundo velorio es la verdadera despedida de nuestros deudos. Los wayuu somos la única
etnia en América con el privilegio de despedir dos veces a los difuntos".
- Los Yecuana: Los Yekuana entierran sus muertos en fragmentos de curiara. Al ocurrir una muerte sospechosa
o en caso de muertes múltiples, los Yekuana abandonan el pueblo.
- Los Piaroas: Se supone que practican el entierro secundario, dejando los cadáveres en cuevas que reservan para
osarios
VENEZUELA ACTUAL:
Horno crematorio
El proceso de la cremación tiene lugar en el llamado crematorio. Consiste de uno o más hornos y
utilería para el manejo de las cenizas. Un horno de cremación es un horno industrial capaz de
alcanzar altas temperaturas (de aproximadamente 870 a 980 °C), con modificaciones especiales
para asegurar la eficiente desintegración del cuerpo. Una de esas modificaciones consiste en
dirigir las llamas al torso del cuerpo, en donde reside la principal masa corporal.
El crematorio puede formar parte de una capilla o una agencia funeraria, o también puede ser de
una construcción independiente o un servicio provisto por un cementerio.
Los hornos usan un número diverso de fuentes combustibles, tales como el gas natural o
el propano. Los modernos hornos crematorios incluyen sistemas de control que monitorean las
condiciones bajo las cuales la cremación tiene lugar. El operador puede efectuar los ajustes
necesarios para proveer una combustión más eficiente, así como de asegurarse de que la
contaminación ambiental que ocurra sea mínima.
Un horno crematorio está diseñado para quemar un solo cuerpo a la vez. Quemar más de un
cuerpo simultáneamente es una práctica ilegal en muchos países.
La cámara donde el cuerpo es colocado es llamada retorta, y está construida con ladrillos
refractarios que ayudan a retener el calor. Estos ladrillos requieren ser reemplazados cada 5 años
debido a que la continua expansión y contracción causada por el ciclo de temperaturas suele
fracturarlos.
Los modernos crematorios suelen ser controlados por un ordenador o computadora y están
dotados de sistemas de seguridad y candados para que su uso sea legal y seguro. Por ejemplo, la
puerta no puede abrirse hasta que el horno ha alcanzado su temperatura óptima, el ataúd se
introduce en la retorta lo más rápido posible para evitar la pérdida de calor, a través de la parte
superior de la puerta. El ataúd también puede ser introducido velozmente mediante una banda
transportadora, o una rampa inclinada que puede permitir su introducción dentro del horno
quemador.
En los crematorios se permite a los familiares ver la introducción del ataúd dentro del horno y a
veces esto se hace por razones religiosas, por ejemplo la cultura hindú; sin embargo, a pesar del
respeto con el que el difunto es tratado, esto es fundamentalmente un proceso industrial, y no es
recomendable para las personas sensibles o débiles de corazón.
Los crematorios tienen un tamaño estándar, un gran número de ciudades disponen de hornos de
mayor dimensión capaces de manejar difuntos con una masa corporal de hasta 200 kg. Sin
embargo, las personas con obesidad mórbida son preferentemente sepultadas en lugar de ser
destinadas a la cámara crematoria.
Contenedor para el cuerpo
Un cuerpo destinado a ser incinerado primero es colocado en un contenedor para cremación, el
cual puede ser una caja de cartón corrugado o un ataúd de madera. La mayoría de los fabricantes
de ataúdes proporcionan una línea de ellos destinada especialmente a la cremación. Otra opción
es una caja de cartón que queda dentro de un armazón de madera, diseñado para parecerse a un
ataúd tradicional. Después del funeral y antes de la cremación, la caja interior es retirada del
armazón de madera, permitiendo la reutilización del armazón en otro funeral.
Algunas funerarias pueden ofrecer también alquiler de ataúdes, que son ataúdes tradicionales,
usados sólo durante los servicios fúnebres, y después el cuerpo es transferido a otro contenedor
destinado a la incineración. Los ataúdes en alquiler, suelen ser diseñados con camas y líneas
movibles y reemplazables al final de cada uso.
En Australia, el difunto es incinerado dentro de un ataúd suministrado por la funeraria. Los
ataúdes reutilizables o de cartón son desconocidos. Si el costo es un asunto problemático, se pone
a disposición una línea de ataúdes de madera aglomerada, conocida en el mercado como «ataúd
económico». Los asideros (si son solicitados) son de plástico aprobado para su uso en la
incineración. Pueden ir desde madera aglomerada sin acabado o cubierto con tela de terciopelo (si
es solicitado), hasta madera salida. La mayoría prefiere la madera aglomerada chapada.
Las cremaciones pueden ser servicio único sin ninguna ceremonia religiosa dentro de la capilla del
crematorio (aunque hubiese habido alguno) ni precedido por algún otro. El servicio único permite
planificar las cremaciones, para hacer un mejor uso de los hornos, debiendo mantener el cuerpo
durante la noche dentro de un refrigerador. Como resultado, los honorarios aplicables son más
bajos. Servicio único es referido a menudo como "El servicio occidental de capilla".
Incineración y recolección de cenizas
La caja que contiene el cuerpo es colocada en la retorta e incinerada a la temperatura de 760 a
1150 °C. Durante el proceso, una gran parte del cuerpo (especialmente los órganos) y otros tejidos
suaves son vaporizados y oxidados debido al calor y los gases son descargados en el sistema de
escape. El proceso completo toma al menos dos horas.
Todo lo que queda después de que la cremación concluye son fragmentos secos de hueso (en su
mayor parte fosfatos de calcio y minerales secundarios). Estos representan aproximadamente el
3,5 % del peso del cuerpo original total (2,5% en niños, aunque hay variaciones debidas a la
consistencia del cuerpo). Debido a que el tamaño de los fragmentos de hueso secos están
estrechamente conectados a la masa esquelética, su tamaño varia de persona a persona. El cráneo
de la persona conserva su forma y parte de su densidad.
Los Malandros: Los malandros honrran a sus cadáveres dando tiros al aire,
bebiendo alcochol puro y con música con mucho volumen (especialmente
vallenato). El traslado del cadáver hacia en cementerio se realiza con una caravana
donde los motorizados es lo que mas se ve, van haciendo “caballito” y deteniendo
el tráfico para que la caravana no se mezcle con el transito normal. El grupo de
motorizados, con los motores rugientes, se atraviesan en las calles y detienen el
tráfico; también hacen esto cuando encuentran un lugar propicio para honrrar al
cadáver con tiros Y para robar también.
EL DUELO
El duelo psicológico es el estado y proceso que sigue a la pérdida de un ser querido. Esta
pérdida es definitiva y por ello se asocia generalmente a la muerte, pero se puede dar duelo sin
muerte (como tras la ruptura de una relación, en la que se tiene una pérdida).
El duelo es la reacción natural ante la pérdida de una persona, animal, objeto o evento
significativo. Se trata de una reacción principalmente emocional y comportamental en forma de
sufrimiento y aflicción, cuando el vínculo afectivo se rompe. [1]
El duelo es el nombre del proceso psicológico, pero hay que tener en cuenta que este
proceso no se limita a tener componentes emocionales, sino que también los tiene físiológicos y
sociales. La intensidad y duración de este proceso y de sus correlatos serán proporcionales a la
dimensión y significado de la pérdida. Freud define al duelo como “la reacción frente a la pérdida
de una persona amada o de una abstracción equivalente”.
En el duelo el sujeto ha experimentado una pérdida real del objeto amado y en el proceso,
que se prolonga un tiempo necesario para la elaboración de esta pérdida, este pierde el interés
por el mundo exterior sustrayendo la libido de todo objeto que no remita al objeto perdido.
Relacionado con la elaboración previa o duelo anticipatorio estaría el preduelo, si bien son
conceptos diferentes.
Algunos determinantes que influyen en la elaboración del duelo en caso de muerte son los
siguientes:
Grado de parentesco.
Carácter de la muerte.
Grado de dependencia.
A esto habría que añadir el factor cultural y social, que puede hacer que la elaboración del
duelo difiera mucho, si bien no deja de ser fundamental el tipo de vínculo y el apego que el deudo
tenía con el ser fallecido. Otro factor a considerar es la presencia de terceros a los que la pérdida
les afecte, con lo que se puede dar un duelo solidario.
DUELO INDIVIDUAL
Se describen 3 fases (Lindenmann, Brown, Schulz):
1.- Fase inicial o de evitación. Reacción normal y terapéutica, surge como defensa masiva del
siquismo, que perdura hasta que el Yo consiga asimilar gradualmente el golpe. Shock e
incredulidad, incluso negación. Dura horas, semanas o meses. Es impactante e increíble y puede
proteger al doliente de reacciones intensas. Como la certeza de la pérdida los inunda, la etapa
inicial da paso a un sentimiento arrollador de tristeza, el cual se expresa con llanto frecuente.
Inicia el proceso de duelo el poder ver el cuerpo. Lo que oficializa la realidad de la muerte
es el entierro o funeral, que cumple varias funciones, entre ellas la de separar al muerto de los
vivos.
2.- Fase aguda de duelo. Puede durar 6 meses o más. Existe agudo dolor por la separación,
desinterés por el mundo, preocupación por la imagen del muerto, incluso seudo-alucinaciones,
actitudes contrarias en las posesiones del muerto (se mantienen o se hacen desaparecer ), la rabia
emerge suscitando angustia y frecuentemente se desplaza hacia varios destinos. Estas sensaciones
disminuyen con el tiempo, pero pueden repetirse en ocasiones como los aniversarios. Trabajo
penoso de deshacer los lazos que continúan el vínculo con la persona amada y reconocer la
ambivalencia de toda relación (aspectos positivos y negativos).todas las actividades del doliente
pierden significado en esta fase.
3.- Resolución del duelo. Fase final. Gradual reconexión con vida diaria. Estabilización de altibajos
de etapa anterior. Energía sicológica ya está liberada y lista para reinvertirla. Cuando los recuerdos
de la persona desaparecida traen sentimientos cariñosos, mezclados con tristeza, en lugar del
dolor agudo y la nostalgia. Muchos sobrevivientes se sienten fortalecidos y orgullosos de haberse
recuperados.
En principio Freud establece una diferencia de orden temporal entre duelo y duelo
patológico. El duelo tiene un tiempo de trabajo previsible: 6 meses a 1 1/2 años. Es el tiempo
normal de elaboración de un duelo, si supera este tiempo es patológico. Y una segunda precisión
que Freud establece con respecto al duelo patológico es que aquí el trabajo de duelo no termina,
se eternizar. Porque para Freud un tercer punto en el trabajo de duelo es la sustitución del objeto,
la aparición de otro objeto amado. Con lo cual el duelo patológico implicaría no poder amar a otro
objeto, no poder sustituirlo. En la melancolía se sustituye el objeto amado, perdido, por el yo; lo
que se pierde entonces es el yo, finalmente esto lo conduce frecuentemente a la muerte. Pero
vamos de a poco, porque la melancolía supone una identificación.
En el duelo patológico el sujeto intenta armar otros vínculos de pareja y no puede, quedó
atraído en eso que se perdió durante mucho tiempo. Depende de una característica de la libido: la
viscosidad de la libido la libido, cuando ciñe un objeto, no lo libera con facilidad. En el duelo
patológico el sujeto sabe perfectamente que el objeto está perdido, ya no tiene esperanzas de
recuperarlo, no falla aquí el examen de realidad. Puede llegar a ‘ver’ el objeto perdido, pero no
son más que creencias momentáneas, alucinosis, y esto es muy común en un duelo. Son
alucinosis, no alucinaciones, porque no son estructuradas, ni sistematizadas, ni duran más de un
instante.
El examen de realidad es una de las funciones yoicas teorizadas por Freud en 1914, en un
tanteo de la realidad para comprobar que el objeto no está, en el duelo patológico no fracasa, el
sujeto sabe que el objeto está perdido pero se resiste a aceptar esa realidad.
MUERTE: Se considera que la muerte ha ocurrido cuando los pulmones y corazón han dejado de
funcionar durante varios minutos. Por lo general la respiración se suspende primero; unos minutos
después se para el corazón. La ausencia de actividad de ondas cerebrales, medidas en un
encefalograma, es continuamente utilizada para confirmar que ha ocurrido la muerte.
2.- Al aparecer una abundante sudación, señal del deterioro de la circulación periférica, el pie se
enfría. Sin embargo la temperatura del organismo aumentara. La agitación que generalmente
presenta el moribundo se debe muchas veces a la sensación de calor; muchos enfermos intentan
quitarse las sabanas. Necesitan pues ropas ligeras y circulación de aire fresco.
3.- Conforme pasa el tiempo, el moribundo va perdiendo tanto la visión como la audición. Solo ve
lo que le está muy cerca y oye nada mas lo que se le dice directamente. Hay que procurar que la
habitación tenga luz suficiente, si es indirecta mejor, y pedir a los familiares que no hablen en voz
baja, sino cerca de él, al oído pudiera ser, con voz clara y con respuestas SINCERAS.
4.- Aunque vaya disminuyendo su sensibilidad, el Enfermo en Fase Terminal siente la presión. Si a
él le gusta, tóquelo. Pero habrá que saber si le place, hay muchos enfermos que prefieren la sola
compañía del familiar sin el menor asomo de caricia física.
5.- La presencia del dolor físico puede ser continua a lo largo de todo el proceso agónico. Hay que
curarlo. Si el Tanatologo no es medico ni enfermero, entonces se requiere una gran comunicación
con el equipo multidisciplinario pertinente.
6.- Con frecuencia., el Enfermo en Fase Terminal permanece con plena conciencia casi hasta el
final. Lo que significa que hasta el final, hay que brindarle un cuidado holístico total, biofisiologico,
psicológico, emocional., social, afectivo, místico, religioso, espiritual. Fisiológicamente hay que
hacer hincapié en los Cuidados Paliativos. Recordemos que el moribundo sigue siendo persona por
mas moribundo que esté y seguirá siendo la misma persona que siempre fue. Nunca debemos
olvidarlo.
Perdida de salud: La primera y más obvia. Lo que ya no es tan manifiesto, son las
consecuencias necesarias por esta perdida, el enfermo pierde también su seguridad,
incluyendo quizás la que da la esperanza, ya que su futuro le es incierto, pierde su
tranquilidad, hasta económica en muchos casos, pierde su estabilidad, también
emocionalmente hablando, pierde su autonomía, es decir, se vuelve una persona
dependiente de todos y para todo y llega a perder hasta su capacidad de decisión, por mas
que se trate de su propia vida.
Pérdida de libertad: Libertad de movimientos, ya que por el gran debilitamiento que
padece no podrá moverse aunque este llagado por no cambiar de postura, también
perderá su libertad de pensar: la mezcla de emociones que sufre lo obligara a pensar
siempre en una misma dirección, perderá su libertad de privacidad, aunque sea el
protagonista del drama, en los hospitales muchos estudiantes, los residentes, tienen el
derecho de entrar a examinar al paciente, por mas que éste se enoje, o por más vergüenza
que le de.
Perdida del cuerpo: Lo pierde como aliado, como su amigo. Desde el momento en que
comenzó el proceso degenerativo consecuencia de la enfermedad terminal, su cuerpo se
convierte en el enemigo actual y en un obstáculo para su autorrealización. Para muchos
pacientes esto reviste la mayor importancia, hasta se apenan de que alguien vea su
deterioro físico.
Perdida de la imagen propia: Ante el deterioro físico aparece la pérdida de autoestima,
principio de una depresión que puede ser muy profunda: por ejemplo, cuando la
quimioterapia obliga a la mujer a raparse la cabeza. Con la depresión el paciente sufre
también perdida de afectos ya que se negara a toda relación afectiva y se llenara de rabias
y de culpas.
Perdida de la paz interior: Porque, ante la cercanía de la muerte, el moribundo comenzara
a hacer una autoanalisis de su vida y sino se le ha ayudado en todas sus perdidas, el saldo
será negativo para el. Igual le sucederá cuando, sin llegar aun a la Depresión Anticipatorio,
empiece a enfrentar la realidad de su problema, cercana muerte y todas sus
consecuencias: como van a quedar sus seres queridos cuando el haya muerto, cuanto irán
a sufrir…y es probable que surjan fuertes culpas.
Las crisis que acompañan al enfermo pueden aflorar problemas del pasado que han estado
reprimidos por largos años y activar al mismo tiempo, problemas de dependencia, Pasividad,
narcisismo, e identidad, entre otros. La muerte enfrenta a la persona con un potencial disolución
de su Yo y esto hace que el enfermo sufra de miedos. El Tantólogo debe ayudar a los Enfermo
Terminales y a los Enfermos en Fase Terminal a que negocien con los varios aspectos del proceso
del morir, según su personalidad y espiritualidad y con los miedos que brotan sin misericordia.
Estos son principalmente los siguientes:
Miedo a lo desconocido: Aunque todos los estudios del tema lo mencionaran, parece ser
que no existe o al menos no es tan fuete, en las personas realmente místicas. Las personas
que tienen verdadera fe en la resurrección pueden manejar mejor este miedo. Por el
sentido de persona y trascendencia que proclama esta doctrina.
Miedo a la destrucción: La destrucción del cuerpo en el proceso de putrefacción. Va en
contra del narcisismo natural. Además de que muchas personas sufren el miedo al cadáver
quizás por las consejas populares y las películas de terror.
Miedo a la soledad: Desde el momento mismo de la hospitalización se aparta al enfermo
del resto de sus amigos y familiares, incluso sucede esto si el paciente permanece en su
casa. Es un fenómeno psicológico y cultural que deshumaniza y mecaniza el proceso de
morir. El asilamiento y la privación del contacto humano lleva rápidamente a una fuerte
depresión. Recordemos que el hombre es un ser antológicamente social y al Enfermo en
Fase Terminal, mas si está en alguna unidad de Terapia Intensiva, se le prohíbe estar con
miembros de su familia o sus amigos y la persona enferma sabe que esto va a suceder y lo
sabe mucho antes de ser un moribundo. Por eso su miedo. El Tantólogo consciente de tal
situación futura, deberá trabajarla anticipatoriamente tanto con el Enfermo Terminal como
con su familia.
Miedo de perder el cuerpo: Sentido psicológico de la pérdida del Yo. Si perdemos el Yo
perdemos todo. También influye un poco la cultura al físico, típica de nuestros tiempos.
Miedo a perder el autocontrol: Cada día que pasa y que la enfermedad se agrava, va
creciendo la dependencia. El Yo no es mas el amo ni el capitán. Parece que no tiene
derecho alguno a hacer la más mínima decisión sobre su vida y esto lo resiente todo
enfermo. Por eso es muy importante mejor dicho, es importante en extremo, dejarle al
moribundo cualquier autoridad que pueda seguir teniendo y dejarlo que siga reinando
tanto como sea posible sobre su propia situación, cuando ya no pueda hacerlo, lo podrá
aceptar un poco mas fácilmente y ya no sufrirá vergüenzas por ello.
Miedo al dolor: Es uno de los mas agudos y realistas es una de las circunstancias que
pueden agobiar mas al Tantologo no es especialita en manejo del dolor. No es solamente
miedo al dolor físico, sino miedo a estar viviendo de sufrimiento en sufrimiento y de que
tal situación se torne inmanejable. Sabemos que el alivio del dolor esta muy influenciado
por las propias actitudes del paciente hacia su propio tormento. Manejarlas es una gran
meta Tantologica. En muchas ocasiones el miedo al dolor es provocado por algunos otros
de los miedos. Es importante tener una buena relación con algún especialista en la cura del
dolor físico. Ya existen muy buenas clínicas de dolor. Quitar el dolor es básico. No debemos
permitirnos que nuestro “miedo moral” por el peligro de una adicción impida que
ayudemos a nuestro paciente.
Miedo de pérdida de identidad: Surge como resultado del vacío del contacto humano. En
muchos hospitales se ven “casos muy interesantes” o simplemente “expedientes” pero no
personas enfermas. Una señora decía: “La vida es triste, cuando vivía mi esposo, yo era la
señora X y cuando murió fui solamente Doña Luisa; ahora soy nada más la setenta y siete”
al sentirse tratado así y al tener que vivir una soledad profunda e interior, aparecen los
miedos ya citados en el Enfermo Terminal y mas aun si se trata de Enfermos en Fase
Terminal. Es necesario que el Tantólogo trate de levantar la autoestima de su paciente. Es
necesario que por todos los medios a su alcance, lo haga sentirse persona y no solo un
número de identificación.
Miedo de regresión del Yo: Representa quizás la última lucha. El Ego pelea
constantemente contra la regresión dentro de su perdida del Yo. Lo que significa que todo
Enfermo, todo ser humano, necesita morir con dignidad. No por algo el acto de morir es el
último en la vida de las personas y el más trascendente e importante de todos.
El tema de la muerte es uno de los más difíciles de tratar en la Medicina y en la vida. Es un tema
interdisciplinario que rebasa con mucho el modelo médico y que implica para su cabal
comprensión. Nuestro tema en este capítulo está circunscrito a la conducta del Médico frente al
paciente que va a morir y sus familiares. Esto hace posible que podamos tratarlo en forma
concreta y específica. Poco se ha escrito en la literatura médica con respecto a este tópico. Quizá
porque el contenido psicodinámico de la respuesta del Médico ante la muerte sea en principio
siempre negar la vulnerabilidad de la vida y la limitación de nuestros esfuerzos ante la inminencia
de la muerte inevitable. Se nos educa desde el primer año de la carrera en una filosofía que
siempre tiende hacia la vida, a promoverla y preservarla. Prácticamente nunca se nos habla de la
muerte y sólo hasta que tenemos que vivirla con nuestros enfermos o cuando nos toca la
experiencia en alguien muy cercano es que llegamos, después de un enorme esfuerzo de
autocrítica, a percatarnos que es la muerte la que le da un sentido de existencia a la vida y nos
enseña a valorarla en una dimensión más objetiva: la de la finitud que nos hace simplemente
humanos.
La muerte digna de un paciente que ha sido adecuadamente conducido en su proceso es una de
las situaciones más nobles del quehacer médico.
EL PACIENTE TERMINAL: Tanatológicamente se llama paciente terminal a toda persona que tiene
pleno conocimiento de padecer una enfermedad incurable y que por lo tanto será la causa más
probable de su muerte. Es claro que el tiempo entre ese diagnóstico y el momento de la muerte
será muy variable y dependiente de muchas situaciones totalmente individuales.
Siempre debe empezar a conducirse a un paciente desde un punto de vista tanatológico con el
mayor tiempo posible. Es claro que si se tiene algún tiempo previo para trabajar con él y sus
familiares se tendrán mayores posibilidades y eficiencia en la ayuda que si se hace solo hasta el
momento de encontrarlo moribundo y a un paso de la muerte. Tal es el beneficio de este
concepto tanatológico de paciente terminal. La ayuda tanatológica en el proceso de morir,
cualquiera que sea el momento en el cual se empiece a intervenir, implica desde la participación
médica con algún psicofármaco en el caso de ser necesario y estar indicado y por procesos de
apoyo emocional, espiritual, religioso, de orientación legal, etc. De tal manera que lleva algún
tiempo en consolidarse en el mayor beneficio del paciente y sus familiares.
Existirá siempre el apoyo del Tanatólogo en aquellos centros en donde exista un servicio
estructurado, pero el Médico en general debe conocer que existen etapas bien definidas y
estudiadas con respecto al proceso de morir.
EL PROCESO DE MORIR: Varios autores han abordado el tema. Los más destacados han sido
George Engel y Weissman A.(4), pero por su influencia dentro del ámbito tanatológico, médico
y cultural en general, Elizabeth Kübler-Ross (1) es la autora de mayor trascendencia en el tema,
por lo que exponemos a continuación su postulación acerca de este proceso. Debe recordarse
de que se trata de una experiencia totalmente individual, que involucra muchos procesos
psicológicos que pueden dar incluso manifestaciones frecuentes de psicopatología y que debe
considerarse como una guía clínica dado que no se trata de etapas que deban seguirse unas a
otras en forma rígida. La experiencia del Médico ante el proceso bien conducido y esta
información teórica son las guías más importantes para poder comprender el proceso y poder
ayudar al paciente y sus familiares.