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LAS HONRAS FÚNEBRES EN EL ISLAM

El Islam, dada su condición de religión universal y misionera, no omite facetas de la


vida sin tratar y legisla preceptos para desarrollar nuestra actitud ante ella, sin dejar
librado ningún vacío legislativo, ni  permite copiar legislaciones ajenas.

El hecho de nacer y el hecho de morir, son dos facetas vinculadas. Una trae la
felicidad, mientras la otra, deja tras de sí tristeza y dolor.

El comienzo de la vida, para un musulmán, es la difusión del alma en el embrión


humano. Desde ese preciso momento, la vida terrenal transcurre en etapas, teniendo cada
cual su mundo, sus vivencias, sus goces y sufrimientos. El paso de un mundo a otro siempre
va acompañado de una sensación de temor, temor a lo desconocido, lo incierto y lo
inusitado.

El recién nacido deja el claustro materno en pos de nuestro mundo con un grito, el
que no sabemos si es un grito de socorro, por haberlo extraído de un mundo donde
disfrutaba de toda clase de protección y  bienestar, o es un grito de alegría por haberlo
liberado de un mundo limitado hacia otro más amplio y más variado.

El realismo que caracteriza a la Doctrina Islámica hace de la muerte un escalón


difícil, una especie de sendero que conduce hacia la gloria, en otras palabras, la muerte
para un musulmán es un suceso triste y penoso, pero no catastrófico.

El llanto por la muerte de un ser querido es una manifestación sincera  e innata de


nuestros sentimientos, por lo tanto es imposible contenerlo totalmente, pero si es posible
aliviarlo y moderarlo. Por otra parte, el Islam, dada su condición de Doctrina basada en la
justicia y la equidad, condiciona la salvación a la obra y actitud personal de cada ser
viviente que es, en definitiva, la suma del bien y del mal, realizada a lo largo de su vida
mundana. Ser musulmán no es un salvoconducto hacia el paraíso.

Después de la muerte física, habrá un juicio y un veredicto, luego una condena justa
o un premio merecido, y en último caso el Soberano tendrá la última palabra, confirmar la
condena, rebajarla, u otorgar su amnistía a quién Él designe.

Es necesario que cada uno de nosotros “programe” su propia muerte en la mejor


escena posible, para que ésta sea lo menos traumática, para nosotros mismos como para
nuestros allegados, herederos y seres queridos. Es algo así como
prepararse para realizar el largo viaje; saldar las deudas, despedirse de los seres queridos,
documentar nuestro testamento, recomendar y aconsejar  a nuestros descendientes, etc.

Todo el equipaje permitido será solamente la obra personal, todo lo que pueda ser
una obra benéfica, un legado cultural o un hijo virtuoso que implore la clemencia divina
para con sus padres.

Ciertamente hay normas y formalidades propias de nuestra tradición para con el


musulmán fallecido. Bañarlo, amortajarlo, rezar por él y finalmente sepultarlo según las
enseñanzas del Corán y de la Sunna (tradición de nuestro Profeta Muhammad).
Esta comunidad, en el lugar del mundo donde se encuentre, tiene la obligación
colectiva de despedir ritualmente a quienes se nos anticiparon hacia la otra vida. Este adiós
debe abarcar el tiempo anterior, durante y posterior al hecho de la muerte. Es nuestra
responsabilidad dar testimonio de este acto con respeto, solemnidad  y condolencia.

 LEGADOS: Dejar una obra piadosa en funcionamiento, a título individual o


comunitario, por ejemplo: un asilo de ancianos, una escuela, una mezquita
(masyid), etc. Legar una obra científico-educativa, por ejemplo: un invento al
servicio del bien común, una obra en pro de la ciencia y del progreso humano, etc.
Un hijo virtuoso, que no dejará de implorar el perdón divino para sus padres, y al
mismo tiempo, el hacerse cargo de sus deudas económicas.

 EL TESTAMENTO (Uasíia): La legislación islámica nos indica que, en ausencia de un


registro de última voluntad o de un escribano o notario,  podremos redactar
nuestro testamento de puño y letra, y  atestiguar delante de quienes merecen
nuestra confianza el contenido del mismo.

La misión fundamental de los amigos y allegados es advertir a los familiares de la


importancia del testamento en caso de existir éste y de la importancia de dividir la
herencia cuanto antes, para evitar cualquier discrepancia entre los beneficiarios.
Aclararles que repartir la herencia de acuerdo a los preceptos islámicos es en
beneficio de todos, conservando la unidad de la familia.

 EL AGONIZANTE: Es preferible  que el agonizante esté rodeado de sus parientes


más cercanos y queridos, con el fin de escuchar sus últimos deseos y
recomendaciones,  tranquilizándolo y animándolo. La enseñanza islámica en ningún
caso acepta  gestos por parte de los asistentes, que motive el desánimo del
moribundo. El cambio de postura del agonizante, o sea orientarlo hacia la Qibla
(Meca), o recitar versículos del Generoso Corán ante él, no tienen apoyo en la
Jurisprudencia Islámica (Sharía), aunque no es reprochable hacerlo.

 EL MOMENTO DE LA MUERTE (Óbito): En el momento inmediatamente posterior al


óbito (o sea el último suspiro, que es cuando el alma abandona al cuerpo), después
de pasados los primeros minutos de dolor por parte de los presentes, alguien de sus
allegados deberá subir la mandíbula del fallecido, luego pasar la mano de arriba
hacia abajo sobre sus ojos para cerrar sus párpados, y cubrir el cadáver con una
prenda o trozo de tela.

Informar de su muerte. Anunciarla lo más rápido posible de acuerdo a las formas y


circunstancias del medio en que se vive, a través de diarios, radios o simplemente
por medio de los miembros de la comunidad. Además, comunicar la muerte de
manera oficial a las autoridades competentes  para así preservar los derechos del
fallecido y  de sus herederos.

PREPARATIVOS PARA EL ENTIERRO

Obtenido el certificado de defunción y el permiso de inhumación, se procederá a


preparar al fallecido según el ritual islámico, que consiste en:
 
 LA ABLUCIÓN FUNERAL (GUSUL): Bañar al fallecido antes de proceder a
amortajarlo y enterrarlo es un precepto islámico, y el realizarlo es una obligación de
la comunidad (Fard Kifaia), es decir, si alguien de la comunidad lo cumple, el resto
quedará exento. El objetivo del baño es hacerlo presentable ante aquellos que lo
despedirán.
 EL  AMORTAJAMIENTO: La mortaja es simplemente una prenda o trozo de tela de
extensión suficiente para envolver todo el cadáver, preferentemente de color
blanco. La Tradición Profética, recomienda utilizar tres paños blancos (sudarios),
uno tras otro, para el hombre y, dos paños más tres elementos complementarios
para la mujer (que veremos más adelante). Pero advierte contra el encarecimiento
y la ornamentación. Estos paños, además de ser nuevos, serán de tela normal y
corriente (no serán de seda ni cualquier otro tejido costoso).
 LA PLEGARIA FÚNEBRE: Se define la plegaria fúnebre como un  FARD KIFAIA  
“deber colectivo” hecho por algunos, quedando los demás miembros de la
comunidad exentos. La manera de realizar esta plegaria es muy peculiar, se hace de
pie (calzado, si no se estuviese en un piso alfombrado), sin Ruku’ (inclinación) ni
Suyud (prosternación). Puede realizarse en una mezquita, en un salón, o bien en el
solar del cementerio (dedicado a la oración funeraria o Musalla) o en su defecto, en
cualquier lugar antes de proceder al entierro, e incluso después de éste, si por algún
motivo no se hubiere podido realizar la plegaria.
 EL CORTEJO FUNEBRE: El cortejo fúnebre es una manifestación de despedida digna
a un miembro de la comunidad islámica, cualquier cortejo fúnebre sea de un
musulmán o de cualquier seguidor de otra religión, es digno de rendir homenaje 
ante su desaparición. Es recomendable acompañar al difunto hasta que sea
enterrado y rezar por su alma. Es digno de quienes acompañan al cortejo hacer un
examen de conciencia ante el significado de la muerte y el destino final de todo ser
viviente. Deberán recordar que algún día ellos serán los trasladados y rendirán
cuentas de su obra en este mundo ante Allah -Subhanahu ua Ta‘ala-
 TRASLADO DEL FÉRETRO: El traslado de los restos de un fallecido de una ciudad a
otra es un hecho reprobable. El traslado debe efectuarse cuanto antes hacia la
mezquita, la funeraria o hacia el cementerio donde se realizará la oración fúnebre.
 LA INHUMACIÓN: El suelo o tierra del cementerio es la morada natural de nuestros
fallecidos. En la tierra se completa el ciclo vital del hombre, “De ella (LA TIERRA) os
creamos, a ella  os retornaremos y de ella os haremos surgir otra vez”.

La filosofía que hay detrás de todas las limitaciones mencionadas anteriormente, 


evidencia que el Islam nos orienta siempre hacia lo práctico y útil, y que los recursos
de la tierra deberán ser destinados al bien común, es decir a los vivos, a los que la
necesitan para seguir en el camino de la supervivencia. Todo gasto innecesario para
los muertos perjudica a los vivos. Cada palmo de tierra dedicado innecesariamente
a un muerto perjudica a los vivos. Donde encontraríamos un lugar en la tierra para
vivir, si hubiésemos hecho de la superficie de la tierra un bosque de tumbas
monumentales.

La tumba para los musulmanes es una morada funcional, en ella se protege al


cadáver de toda agresión externa, hasta que sea absorbido  por la misma tierra.

 EL PÉSAME
El pésame es una muestra de solidaridad con los familiares del difunto.
Su objetivo fundamental es consolar a los familiares y amigos del fallecido, hacerles
comprender que la muerte es el destino inevitable e irremediable de todo ser. Es 
como elegir frases elocuentes para elevar el ánimo y el umbral del dolor emocional,
y aislar al familiar de su tormento.

 LA VISITA A LOS CEMENTERIOS: La visita a los cementerios no es un acto protocolar


que se haga en fechas determinadas, sino más bien es un acto recordatorio tanto
en honor del difunto como en beneficio propio. Pero lo más importante en tales
visitas es aislarse durante breve tiempo del mundo material, reflexionar sobre
nuestro destino final, meditar en las buenas acciones que nos beneficiarán el Día
del Juicio, recuperar tiempo perdido e intentar siempre mejorar nuestra conducta
personal en lo que resta de nuestras vidas.

La Muerte en el Judaísmo
El judaísmo, es la religión monoteísta más antigua, y la única que la considera, no sólo como una
religión, sino también como una tradición y una cultura. En el judaísmo la muerte se concibe como
la separación del alma y el cuerpo, como el fin natural de la vida y el paso de este mundo al mundo
futuro.

Ritos después de la muerte


La creencia en otra vida, más allá de esta estancia terrenal, daba lugar al cumplimiento de diversos
ritos y ceremonias por parte de los familiares del difunto. Antes de que se produjera el
fallecimiento del ser querido, el moribundo era confortado por el rabí, quien le dirigía en la
realización de los actos de constricción y en la recitación de oraciones como el Shemah Yisra'el.
Una vez producido el fallecimiento se cerraban enseguida los ojos del cadáver, con el fin de evitar
que se siguiese divisando el mundo terrenal pudiera tener dificultades para discernir el más allá.
La Toráh ordena que los muertos sean sepultados de inmediato y que nadie se contamine con
ellos por eso esta prohibido hacer autopsias en su religión. El cadáver del difunto debía ser
cuidadosamente lavado (rehisah), ya que la muerte era considerada por los judíos como causa de
un alto grado de impureza; todo lo que entraba en contacto con el cadáver se volvía impuro.
Asimismo se procedía a afeitar el pelo y el vello y a cortar las uñas del difunto.
Mientras se aseaba el cadáver, se preparaba la mortaja. En el amortajamiento del cadáver esta
totalmente prohibido los adornos de oro y plata.
Según la costumbre de los judíos, a medio camino entre la práctica religiosa y la superstición,
cuando una persona fallecía debían ser vaciados todos los depósitos de agua que había en la casa.
El origen de esta costumbre se encuentra en la creencia de que el "ángel de la muerte", después
de llevar a cabo su letal acción, limpiaba su espada mortífera en las aguas que encuentra a su
alcance. Otra costumbre también muy extendida entre los judíos, consistía en colocar en la boca,
debajo de la lengua, o en la mano del difunto una moneda o pieza pequeña de oro o plata.
Ya en el cementerio el cadáver era enterrado en una fosa con o sin ataúd, dependiendo de las
comunidades. La posición que adoptaba el cadáver sobre la fosa era horizontal orientada hacia el
oeste, la cabeza y los pies hacia el este; de manera que al resucitar el Día del Juicio Final lo primero
que haría sería dirigir su vista hacia Jerusalén. Entre los judíos esta prohibido la cremación de los
cuerpos por considerar esta práctica contraria a la creencia de la resurrección de la carne.
Concluida la ceremonia del enterramiento se iniciaba el luto de los familiares más cercanos al
difunto. Este luto oficial solía durar un año durante el cual el familiar más cercano debía recitar el
quaddish todos los días por el eterno descanso del alma del ser querido. Al cumplirse el año se
colocaba una losa de piedra sobre la tumba del difunto en la que se grababan algunos versículos
bíblicos.

Vida después de la muerte


En cuanto a la vida después de la muerte, no es un tema muy difundido y explicado por una
sencilla razón: "Dios te dio vida y un objetivo (mitzvot), por lo cual dedícate a vivir y hacer todo lo
posible mientras estés vivo". El judaísmo no se centra en atemorizar a la gente con inventos como
el infierno o cosas así. Por el contrario, incentiva a cumplir preceptos por el simple hecho de que
es una obligación, sin castigos de por medio. Para el judaísmo no existe algo como el infierno ni
mucho menos. Hay un "lugar"(Yorzeit), que puede asociarse a algo parecido al infierno para los
cristianos por el que pasan determinadas almas que se comportaron de una manera "no correcta".
Este "infierno" es un lugar que sirve para purificarte, en el cual un alma permanece una cantidad
de tiempo finita para corregirse de las acciones negativas que pudo haber hecho, pero nada tiene
que ver con un diablo que te tortura eternamente. Cuando el cuerpo muere, si es sometido a un
juicio y en base a sus acciones puede pasar por este "infierno" o bien puede ir al gran edén
(paraíso).
Lo importante es hacer las cosas bien en vida para garantizarse un lugar en el mundo por venir.

MUERTE EN EL JUDAISMO
EL SENTIDO DE LA VIDA Y LA MUERTE
Rabino Eliahu Birnbaum
 Un hombre vivo, aunque sea el hombre más simple, el más vulgar, el más malvado o aún
delincuente, no puede transmitir impureza ritual (Tumá). En cambio, el hombre muerto, aunque
haya sido el hombre más justo o el más santo o el más puro, dado que su alma ha sido tomada de
él, transmite impureza ritual. De este modo, a través de las leyes concernientes a la pureza ritual,
la Torá nos brinda una muestra más del valor de la vida. En el momento en que la vida se
interrumpe, el daño es enorme y la herida irreparable: el hombre se convierte en un cuerpo que
contamina.

 ¿Cómo podemos explicar la impureza que se produce por el contacto entre un hombre vivo y un
hombre muerto? La muerte es el fin natural e inevitable, que nos espera pacientemente al final
del camino. Sin embargo, el hombre no vive generalmente con la conciencia permanente acerca
de la muerte, ni la sombra de ésta. El hombre es un ser dinámico que vive y cree en sí mismo, en
su propia fuerza y en su propia vida. Sin embargo, el encuentro con la muerte concreta puede
hacer tambalear esta actitud del hombre. El peso de la realidad de la muerte puede ser más fuerte
que el de la conciencia acerca de su existencia.  La visión sorprendente del hombre que hasta hace
pocos instantes estaba con vida, respiraba y sentía, y que repentinamente deja de respirar, puede
sacudir al hombre y estremecerlo con el pensamiento de que "el hombre no vale nada", "que no
vale la pena esforzarse", "para qué luchar". Este encuentro con la muerte provoca un sentimiento
de pesimismo, que puede conducir a pensamientos individuales y sociales perjudiciales, y por
ende se produce la "contaminación". El sistema de impureza ritual es un medio de defensa del
espíritu del hombre ante la muerte. Todo contacto con la muerte contamina, para permitir la
vuelta al equilibrio, al pensamiento adecuado, para liberarse de la "filosofía del cementerio", y
pudiendo entonces volver a tener fe en el valor de su alma y de su vida.  El judaísmo no se
relaciona con la muerte como un problema de higiene o limpieza. El velatorio y entierro de los
muertos se prolongaba durante muchos días en el mundo antiguo. También hoy se acostumbra a
honrar al muerto no llevando a cabo el entierro en forma inmediata, haciéndole permanecer entre
los vivos mientras sea posible. Para el judaísmo sin embargo, cuanto menor sea el tiempo que
transcurre entre la muerte y el entierro, es mejor. El judaísmo considera que la vida y la muerte
son fenómenos reales, pero trata de llevar al hombre al equilibrio adecuado entre ambos
elementos, por lo cual se hace necesario diferenciar con la mayor celeridad posible entre los vivos
y los muertos. 

Es posible señalar otra profunda diferencia entre la vida y la muerte. En el momento de su muerte,
el hombre ve a la vida como una serie de momentos pasajeros, y a la muerte como el fenómeno
permanente. El judaísmo nos enseña lo contrario: la vida es permanente y firme, mientras que la
muerte es algo pasajero y temporal. Mientras vive, el hombre debe enfrentarse a la relación entre
lo temporal y lo permanente. La muerte enfrenta al hombre con el conflicto entre la temporalidad
y la permanencia. En esta relación radica el secreto de la existencia. La vida del hombre se
caracteriza por la búsqueda de algo duradero, algo que permanezca a lo largo de todos los
cambios y transiciones. En ello consiste la búsqueda del sentido de la existencia humana, el
hombre busca la existencia metafísica más allá de la mera existencia física. Desde el punto de vista
físico, el hombre depende de las leyes del espacio y del tiempo. A nivel metafísico el hombre
puede superarlas. Esto explica la necesidad de la cultura, de la fe, de algo que le conceda al
hombre un sentido de permanencia en el mundo. La muerte es un fenómeno físico que tiene lugar
en la dimensión del espacio. El sentido es un hecho metafísico que existe en la dimensión del
tiempo. En forma paradójica , el hombre puede "vencer" a la muerte en la dimensión del espacio,
en cuanto exista en el mundo del sentido, en la dimensión del tiempo, y la muerte es percibida
como temporal y secundaria en relación a la continuidad y la permanencia de la vida espiritual en
el mundo del sentido. El judaísmo santifica a la vida y ve en ella una característica verdaderamente
humana. El hombre santifica su vida mediante la constante búsqueda de sentido a su existencia.

FALLECIMIENTO Y DUELO
Rabino Jaim Halevy Donin Z"L
 La tradición judía aprecia la vida. La Torá fue entregada a Israel para que "vosotros viváis" por sus
enseñanzas y no para "que muráis por ellas". La muerte no posee ninguna virtud ya que "No son
los muertos los que alabarán al Señor..." (Salmos 115, 17). Sin embargo, la tradición judía fue
realista respecto a la muerte. "Ya que polvo eres y al polvo volverás" (Génesis 3, 19), "Y el espíritu
retorne a Dios que lo dio" (Eclesiastés 12, 7). "El fin del hombre es la muerte", dice Rabí Yonatán
(Berajot 17a). Dicho simplemente, todos hemos de morir. En sí, la muerte no es una tragedia. Lo
que denominamos una "muerte trágica" esta determinada por la naturaleza prematura de la
muerte, o por las circunstancias desafortunadas que la rodearon. Cuando una muerte pacífica
sigue a una larga vida bendecida con buena salud y vitalidad del espiritu y del cuerpo, una vida rica
en buenas obras, la muerte no puede considerarse como trágica, a pesar de lo inmenso de la
pérdida y del pesar que ella produzca. "Bendito es aquel que ha sido criado en la Torá y cuyas
acciones están basadas en la Torá, y que actúa de manera de agradar a su Creador, que creció con
un buen nombre y partió con un buen nombre..." (Berajot 17a). El mundo en que vivimos es
considerado como un pasillo que conduce a otro mundo. La creencia en otra vida, en un mundo
por venir (Olam Habá) donde el hombre es juzgado y donde su alma continúa floreciendo, está
arraigada en el pensamiento hebreo: "Todo Israel tiene participación en el mundo por venir".
(Mishná Sanhedrin 11,1). Pero cuando más valioso ha sido el individuo, más grande es la pérdida
para los sobrevivientes. Cuando más ha signficado para los que le rodean, familia amigos,
comunidad, más profunda es la congoja y más aguda la angustia. Las observancias tradicionales
judías que rodean la muerte y el duelo tiene como objetivo mantener la dignidad de la persona
fallecida y confortar a las personas en duelo.
LA MUERTE EN EL BUDISMO

¿Qué es el budismo?

La palabra budismo viene de budhi que significa despertarse; en este sentido, el budismo
es la filosofía del despertar. El budismo se llama así porque su iniciador fue un hombre que en un
momento de su vida se iluminó -despertó- y fue denominado Buddha (el que se despertó).
Budistas son los seguidores de Buda.

Historia de Buda
Buda fue un hombre que nació en el año 563 antes de Cristo. Se llamaba Siddhârtha
Gautama. Desde joven mostró gran inteligencia. Según las costumbres de la época se casó a los 16
años. Tuvo una esposa y un hijo. Vivía en el norte de la India en un ambiente lujoso. Pero vio el
sufrimiento ajeno, tuvo una crisis y decidió partir en busca de la verdad. Abandonó a su familia, y
se sentó a los pies de los maestros religiosos de su región. Fue la gran salida. Tenía 29 años.
Estos maestros le enseñaron muchas cosas, pero nadie conocía la causa del sufrimiento y
cómo superarlo. Luego de seis años de estudio, meditación y fuerte ascetismo, tuvo una
experiencia donde la ignorancia desapareció, y repentinamente comprendió. Desde ese día fue
llamado Buda, el Iluminado. Esta iluminación tuvo lugar al pie de una higuera que pasó a ser árbol
sagrado del budismo.
Desde entonces, se dedicó a viajar por el norte de la India, enseñando lo que había
descubierto. Su compasión y paciencia fueron legendarias y tuvo miles de seguidores. Murió en el
483 a.C. a los ochenta años, enfermo pero feliz y en paz
¿En el budismo se adora a Buda?
Los budistas no adoran, ni hacen ofrendas a Buda. No le dan culto de adoración, sino de
admiración y respeto. Como ejemplo, veamos el significado de unos símbolos usados en el
budismo: las estatuas de Buda invitan a desarrollar paz y amor en nosotros; el perfume del
incienso recuerda la penetrante influencia de la virtud; la lámpara señala la luz del conocimiento;
las flores que se marchitan simbolizan la impermanencia; una reverencia expresa gratitud a Buda
por sus enseñanzas. Ésta es la naturaleza del culto budista.
¿Cómo es la ética del budismo?
La ética budista se basa en los cinco preceptos: respetar la vida, no tomar lo que no me es
dado, conducta sexual correcta (que no sea dañina con otros o conmigo), no hablar de manera
dañina (mentir, rudeza, ostentación, cotilleo, charla vana), y no tomar intoxicantes (que alteran la
mente y ponen en riesgo de romper los otros preceptos).

Las cuatro nobles verdades

En el budismo reciben este nombre las siguientes afirmaciones:

o Todo lo que existe está sujeto al dolor, al sufrimiento.


o El origen del sufrimiento es el deseo (la sed, la concupiscencia, el ansia de vivir).

o El dolor puede ser suprimido (apagando esos deseos).


o Para extinguir el sufrimiento, se debe seguir el camino de ocho senderos.

El óctuple sendero

En el budismo se llama así al camino que lleva al cese del sufrimiento mediante la elevación de
la mente. Se trata de purificar la opinión, las ideas, el lenguaje, la acción, la memoria, la
meditación, etc. En resumen: sabiduría, conducta ética y meditación pura.

¿El budismo es una religión o una filosofía?

El budismo busca la perfección del hombre en su mente y en su amor a los demás; pero no
hace referencia a Dios. Por esto, no es religión sino filosofía. Se puede confundir con una religión
porque abarca a toda la vida y señala una meta final del hombre -pero sin Dios-. El budismo es una
escuela de sabiduría que elabora métodos que conducen al nirvâna siguiendo caminos de
meditación y penitencia.

El sufrimiento y la muerte en el budismo

La muerte y el dolor son los grandes problemas que quiere resolver el budismo. Y en ambos
casos, la solución que aporta es la supresión del deseo.

o El óctuple sendero son técnicas de meditación y sacrificio que pretenden lograr la


insensibilidad ante el dolor, de modo que aunque el sufrimiento esté presente, no exista
insatisfacción en la persona.
o Para resolver el problema de la muerte, el budismo acude a la teoría de la reencarnación
continua, que termina cuando uno consigue superar el deseo de vivir.

o La muerte
o Los maestros budistas han descrito cual es la experiencia subjetiva de la persona que está
en el momento de la muerte. No es propósito de este artículo entrar en detalles sobre
estas enseñanzas pero sí avalar las razones por las que los practicantes budistas demandan
a la sociedad que respete ciertas normas cuando mueren las personas, y en especial los
budistas. La norma básica es la de velar el cuerpo y no molestarlo durante un período que
puede oscilar entre los tres y los siete días.
o En primer lugar se produce lo que los maestros llaman la disolución externa, que es cuando
se disuelven los sentidos y los elementos [no referido a elemento material sino a
cualidades correspondientes a] tierra, agua, aire y fuego. De forma somera esbozamos este
proceso:

o Los sentidos dejan de funcionar, esta es la primera fase.


o La disolución de los elementos comienza con el elemento tierra. El cuerpo pierde toda su
fuerza, no tiene energía. Experimenta pesadez e incomodidad. Se instala la palidez y las
mejillas se hunden. Experimentamos debilidad y fragilidad, alternativamente tenemos la
mente agitada y delirante y luego somnolencia.
o Después el elemento agua: perdemos el control sobre nuestros líquidos, tenemos la
sensación de que los ojos se secan en las cuencas. Tenemos mucha sed, la boca y la
garganta pegajosas y obstruidas. La mente se nos vuelve brumosa, frustrada, irritable y
nerviosa.
o El elemento fuego: se secan por completo la boca y la nariz, se va el calor del cuerpo. Al
respirar el aire que pasa por la boca y la nariz es frío. La mente oscila alternativamente
entre la claridad y la confusión y ya no recordamos cómo se llaman nuestros parientes y
amigos, ni les reconocemos. Kalu Rimpoché escribe: “Para la persona que está muriendo su
experiencia interna es la de ser consumida por una llama, de hallarse en medio de un
rugiente incendio, o quizá la del mundo entero consumido por un holocausto de fuego”
o El elemento aire: Cada vez es más difícil respirar. Emitimos estertores y resuellos. A medida
que el intelecto se disuelve la mente queda perpleja, sin conciencia del mundo exterior,
todo se vuelve borroso y se va la última sensación de contacto con el entorno físico. Hay
alucinaciones y visiones: si ha habido mucha negatividad en nuestra vida quizá veamos
formas aterradoras, si hemos llevado una vida amable y compasiva acaso experimentemos
visiones dichosas y celestiales. Para los que han llevado una buena vida, en la muerte hay
paz en lugar de terror. Nuestras inhalaciones son cada vez más superficiales y nuestras
exhalaciones más largas, hasta llegar a tres largas exhalaciones finales y de pronto se
interrumpe la respiración. Solo queda un ligero calor en el corazón. Todos los signos vitales
han desaparecido, y este es el momento en el que en una situación clínica moderna se nos
declara “muertos”.
o Pero los maestros budistas hablan de un proceso interno que todavía prosigue. Es la
disolución interna:
o Se disuelven los estados de pensamiento y emociones, tanto bastos como sutiles y van
apareciendo cuatro planos de conciencia de creciente sutileza.
o Se desarrolla un proceso inverso al de la concepción, en relación a las esencias heredadas
de nuestro padre y de nuestra madre; mediante un proceso determinado de los centros y
canales energéticos sutiles ambas esencias se encuentran.
o Este proceso de encuentro da lugar, primero, a una experiencia como de “un cielo
iluminado por la luna” y de percepción extraordinariamente clara, en la que
o todos los estados de pensamiento que derivan de la ira llegan a su fin. Es el resultado del
descenso de la esencia del padre desde la zona de la coronilla hasta la zona del corazón.
Después, la esencia de la madre asciende por el canal central del cuerpo desde la zona del
bajo vientre hasta el corazón, experimentando una visión como “un sol que brilla en un
cielo puro”, y una gran dicha cuando todos los estados de pensamiento que derivan del
deseo dejan de funcionar. El encuentro en el corazón de ambas esencias se experimenta
como “un cielo vacío envuelto en la más profunda tiniebla” y un estado mental libre de
pensamientos.
o Cuando empezamos a recobrar ligeramente la conciencia amanece la Luminosidad Base, o
Clara Luz del Ser, como “un cielo inmaculado libre de nubes, bruma o niebla”. El Dalai Lama
afirma: “Esta conciencia es la mente más sutil e íntima. La llamamos naturaleza de Buda, la
fuente real de toda conciencia. El continuo de esta mente perdura incluso en la budeidad.”

Cuando morimos es como si retornáramos a nuestro estado original; todo se disuelve,


mientras el cuerpo y la mente se deshilachan. Todo este proceso nos lleva a la base primordial de
la naturaleza de la mente, en toda su pureza y sencillez natural. Ahora todo lo que la oscurecía
queda eliminado y se revela nuestra verdadera naturaleza.

o Este proceso no se experimenta solamente en el momento de la muerte; de hecho es lo


que sucede cuando “llevamos la mente a casa” mediante la práctica espiritual, el
entrenamiento meditativo, y tenemos experiencias de dicha, claridad y ausencia de
pensamientos, que indican que el deseo, la ira y la ignorancia se han disuelto
momentáneamente., Este es todo un arte sutil, como hemos apuntado al comienzo de este
artículo.En realidad es el arte de ser consciente de todo este proceso lo que nos permite,
cuando morimos, reconocer la Luminosidad Base o Clara Luz del Ser cuando aparece. La
mayoría de nosotros no estamos en absoluto preparados para su pura inmensidad, para la
profundidad vasta y sutil de su desnuda sencillez. Por eso, al no reconocerla, y aunque
hayamos muerto, en nuestro miedo e ignorancia nos retiramos y mantenemos nuestro
aferramiento. Y esto nos impide utilizar verdaderamente ese poderoso momento para
liberarnos y nos vemos impulsados hacia un nuevo renacimiento, comenzando así el
proceso del Bardo, o estado intermedio.
o Tradicionalmente en el budismo se considera que el proceso completo desde la muerte
hasta el siguiente nacimiento tiene una duración de cuarenta y nueve días, tiempo durante
el cual el difunto recibe asistencia espiritual.

Ritos funerarios

El Nirvana

Para los budistas, la muerte es sólo el principio de otra vida que se irá repitiendo hasta
llegar al Nirvana. Esto ocurre cuando el sujeto ha aprendido y ha obtenido la suficiente sabiduría
espiritual como para ver la Verdad, la Realidad. El Nirvana no se puede explicar, porque es tan
difícil de comprender como difícil es de ver la Verdad. Por ello, el rito funerario budista es un
llamado "rito de paso".

En el budismo tibetano, a la persona fallecida o próxima a morir se le lee El libro de los


Muertos, llamado Bar-do'i-thos-grol. La lectura es una manera de "dar claves" que servirán al
difunto en el Estado Intermedio de dos vidas (Bardo). Este proceso dura 49 días, durante los
cuales es común que se ofrezca alimentos y bebida al espíritu del fallecido por medio de ofrendas.

Los budistas prefieren ser incinerados, aunque también se practica la inhumación o el


sepelio en el agua. Otra variedad que es dejar el cuerpo en la naturaleza para que sean las mismas
aves carroñeras y la acción natural la que descomponga el cuerpo. Son las modalidades que
corresponden a los Cuatro Elementos de la naturaleza.

El funeral budista

En el funeral, se empieza por orar a Buda. Según el libro citado, al difunto se le cubre con
un sudario el rostro y no se le toca, para no interferir en el proceso. Este proceso dura unos tres
días. Después el fallecido es colocado en un ataúd para velarlo.

Antes de la incineración se producen ceremonias privadas y públicas. Lo común es que la


casa de los deudos esté abierta para que los más allegados se reúnan, puesto que también en los
budistas la muerte tiene un componente "social". Este gesto de reunión se hace para desterrar la
pena y el temor por medio de la amistad.
Hay una parte de la ceremonia en la que intervienen monjes que entonan cantos. No se les exige
participar en el cortejo fúnebre ni estar presentes en la cremación.

En algunos funerales budistas muy tradicionales, mientras se cumplen los ritos funerarios
en casa de los deudos algunos de los presentes son escogidos para hacer un honor especial al
muerto: por unos momentos, los hombres escogidos se convertirán en monjes, y las mujeres en
"madres blancas". Los hombres deberán raparse y vestirse con las ropas tradicionales y las
mujeres deberán de ir de blanco y no hablar ni tocar a ningún hombre para conservar su estado
puro. Ellas han de permanecer tras el ataúd y no soltar una especie de hilo blanco que es el
camino que el espíritu del difunto ha de seguir.

Pasada una semana de la cremación o inhumación se celebra una ceremonia en honor al


difunto y otra, a modo de "despedida final", una vez cumplidos los 49 días. En ocasiones también
se realiza una ceremonia funeraria anual durante los siguientes siete años y una especial cada
siete años durante 49 años.

TAOISMO

¿Cuáles son los fundamentos de su religión?


El Taoísmo estima dos aspectos como más importantes.
Una cosa es la vida y otra cosa es la práctica

¿Cree que hablar de muerte es un tema tabú?


En el taoísmo hablar sobre la muerte no es tabú, pero para hablar sobre la muerte en el
taoísmo existe un tabú, es mejor por la noche no hablar el tema de la muerte.

¿Por qué?
Porque la muerte es una parte del Yin.
Y eso no es bueno para las personas vivas.
Para la vida la energía tiene dos partes, la energía del Yin y la energía del Yang.
Para las personas es mejor la energía del Yang, por la noche la energía pertenece al Yin. Y
cuando se habla sobre la muerte se lleva la energía del Yin lo que no es bueno para las
personas vivas.

¿En qué consiste esta práctica?


La práctica taoísta, sirve para esta vida.
Porque para una persona cuando está viva lo más importante es esta vida.
Se puede por la práctica perfeccionar la vida.
Por la práctica se puede prolongar la vida para poder disfrutarla y alargarla para llegar a un
nivel más alto.

Cuando habla de un nivel más alto ¿a qué se refiere?


Con un nivel más alto se puede con la práctica resolver el gran acontecimiento de la vida y
de la muerte.
Por ejemplo con la práctica se puede unir lo que en taoísmo se llaman los tres tesoros que
es lo más importantes para las personas, uno es la esencia del cuerpo, otro es el espíritu, y
otro es el chi, en occidente es como la energía, estas tres cosas, con la práctica taoísta se
pueden unir dentro del cuerpo.
Esto en taoísmo se llama alquimia interior.
Se puede con la practica unir los tres tesoros dentro del cuerpo, y luego con la alquimia
interior se pueden subir y sacar por encima de la cabeza.
Eso es el espíritu de la persona.
Se puede con la práctica distribuir su espíritu hacia todo el universo eso es el nivel más
alto.
Cuando se llega a este nivel ya no existe el problema de la vida y de la muerte.
Por eso siempre se puede vivir tanto como el universo.

¿Qué es la muerte para su religión?


En el Taoísmo no se tiene miedo a la muerte.
En el libro Chuang Tse dice:
La vida y la muerte son como el día y la noche.
Eso es una cosa natural.

Y También en el taoísmo se dice:


La muerte y la vida es la misma raíz como el gemelo.
Por eso cuando se tiene la vida existe la muerte.
Cuando una persona tiene la vida, cuando se nace, su camino es desde la vida hacia la
muerte, pero en el taoísmo se puede con la práctica volver al origen de la vida, para vencer
a la muerte, y se puede prolongar la vida para poder resolver el gran acontecimiento de la
vida y de la muerte.

¿Es importante para su religión la manera en que se muere?


En el taoísmo, lo mejor es con la práctica, así se puede decidir, su dirección de la muerte.
Por ejemplo: la forma mejor es sentarse y después El espíritu sale fuera del cuerpo.
Entonces su espíritu puede decidir su dirección de la muerte.

LA MUERTE

Los taoístas generalmente creen en la reencarnación. Pero la reencarnación de la que


hablan no es exactamente la misma que la que postulan hinduístas o budistas.

Según ellos, tras la muerte de una persona normal, la unidad de la conciencia individual se
desintegra.

Hay una parte de su espíritu que llaman "Hun", la parte más ligada al Cielo, la parte más
ligada a la consciencia, que vuelve a su origen con la energía celestial y desde allí posteriormente
puede reencarnarse.

Y otra parte del espíritu que llaman "Po", más ligada a la tierra, la parte más instintiva, que
también vuelve a su origen con las energías terrenales y con el tiempo tiende a disiparse.

En todo caso, la identidad individual no sobrevive indemne a la muerte sino que se


fragmenta en partes que buscan combinarse con formas de energía afines.
Desde ese punto de vista, no sería exacto decir que "una persona" hace un tránsito de una
forma de vida a otra, pues la consciencia individual se pierde para siempre.

Un adepto de la alquimia interna taoísta busca potenciar su energía espiritual "Hun" y


reabsorber su parte de energía terrenal "Po" en ella.

Aspira a crear mediante la fusión alquímica de ambas, una Perla Misteriosa que será la
base a partir de la cual pueda crear en un estadio más avanzado un "Cuerpo Espiritual" en el que
entrará en el momento de la muerte, evitando así la disolución de la conciencia personal y
logrando así una Inmortalidad Espiritual.

Se trata de entrar conscientemente en la muerte, a la posibilidad de lo infinito, aunque sea


a costa de perder el sentido del "yo". En lugar de verse arrastrado por las fuerzas inconscientes,
ligadas a lo limitado.

Muchos textos espirituales (el "Bardo Thodol o Libro Tibetano de los Muertos" por
ejemplo) sostienen que en el momento de la muerte una persona se enfrenta a una Experiencia de
Luz sin Límites, pero ante la cual la conciencia individual se ve desbordada y generalmente
retrocede con temor. Es en ése instante crucial donde donde un adepto taoísta y una persona
ordinaria se distinguen.

Ambos mueren como individuos separados del Todo, pero el primero hace de ello una
victoria mientras que el segundo no.

El espíritu de la persona ordinaria se cierra a esa experiencia impotente de lo Sin Forma,


pues significaría su disolución, pues nunca ha experimentado nada tan abrumador e inmenso.

Habiendo perdido esa oportunidad de ser como Vacío o Espacio sin forma, luego, dice el"
Bardo Thodol" se unirá a otras formas similares por afinidad.

Como dice el Tao te King:

"El No-ser es el comienzo del Cielo y de la Tierr,/ el Ser, la Madre de los seres
individuales./El camino del No-ser/ lleva a contemplar la maravillosa esencia,/ el del Ser a
conemplar los espacios limitados".

En cambio, un taoísta realizado debe haber tenido ya un atisbo de ese estado en los
estadios avanzados de meditación y puede unirse a ella, convirtiéndose así en uno con el Universo.

CRISTIANISMO: VISIÓN DE LA MUERTE

La muerte y la resurrección de Jesucristo son el fundamento y el punto de partida del


cristianismo. Si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra fe, y los muertos no resucitarán. En
consecuencia, nos vamos a apoyar en las fuentes bíblicas y en la tradición para presentar
esquemáticamente los conceptos fundamentales de la visión cristiana de la muerte.
En el pensamiento judeo-cristiano, la muerte es la consecuencia del pecado original
cometido por Adán y Eva, la primera pareja. Ellos se alejaron del Dios de vida al transgredir la ley
divina. Así, el pecado original aparece como un deseo de independencia absoluta de Dios, de
autonomía: darse a sí mismo su propia ley, ser la única fuente de sí mismo. Ahora bien, ese deseo
es una ilusión porque el hombre no tiene en sí la fuente de su ser, de su existencia.
El pecado original es, en cierto modo, el paso del teocentrismo al egocentrismo, el paso del amor
infinito de Dios y para Dios, que al mismo tiempo es amor de la vida bajo todas sus formas, al
amor ilimitado de sí mismo. El pecado, por tanto, no es fundamentalmente de orden moral, sino
de orden espiritual.

Al separarse de la Fuente divina de su ser, es el mismo hombre el que se priva de la vida


incorruptible. En esa perspectiva, la muerte no se debe interpretar como un castigo que Dios
infligiera al ser humano. Es más bien la consecuencia intrínseca de la voluntad de autonomía. Ella
provoca la ruptura de la relación inmediata y vivificadora entre Dios y el hombre. Y en relación con
la muerte es como se han de comprender cuantas desgracias padece el ser humano: sufrimiento
físico o moral, angustia, soledad, sensación de desamparo, así como lo que deforma y altera la
relación con el prójimo, que es la pérdida de confianza (tanto, por lo demás, en uno mismo como
en los otros) y aumento de la desconfianza, la sospecha, el odio, etc.

Si la muerte tuvo lugar por el pecado de uno solo, la victoria sobre la muerte fue posible
por la Pasión y muerte de uno solo, Jesucristo, «verdadero Dios y verdadero hombre». Porque,
para la fe cristiana, la figura central de la Historia de la Salvación, es decir, de la victoria sobre el
pecado y sus consecuencias, es Jesús de Nazaret, el Cristo, el Verbo de Dios encarnado, que,
asumiendo libremente la condición humana doliente y mortal, destruye el poder de la muerte y
devuelve al hombre la posibilidad de comprender y afrontar de otra manera su destino.

En esta afirmación, auténtica confesión de fe, que es también el grito gozoso de Pascua:
«Cristo ha resucitado», está cimentada la Iglesia. Y esta resurrección de quien soportó los
tormentos de la muerte sin tener pecado, abre la puerta a la resurrección de todos al final de los
tiempos. Porque si el hombre también ha de morir, en adelante no es para dejar de vivir, sino para
vivir de otra manera, recuperando la incorruptibilidad e inmortalidad perdidas por el pecado. Es
evidente que la muerte sigue siendo un fenómeno físico ineluctable, pero ya no se ve como el
destino final definitivo porque «como todos mueren por Adán, todos recobrarán la vida por
Cristo» «Por eso, nosotros, según la naturaleza mortal de nuestro cuerpo, nos descomponemos
sólo por un tiempo a fin de recibir una resurrección mejor; nosotros, como granos de trigo
arrojados en tierra, no perecemos, sino que, sembrados en la tierra, germinamos de nuevo,
resultando así aniquilada la muerte por la gracia de nuestro Salvador».

 Resurrección.
La concepción cristiana «habitual», heredada, entre otros, del dualismo platónico, ve la
muerte como la separación del alma y el cuerpo. Pero para comprender bien lo que el cristianismo
ve en el concepto de resurrección hay que salirse de ese dualismo. En la antropología cristiana la
visión es más compleja.
Esquemáticamente se pueden distinguir, según algunos Padres de la Iglesia, tres elementos
para comprender la naturaleza del hombre:
- el cuerpo (soma) abarca generalmente el aspecto físico y material de la naturaleza del hombre,
pero también aquello por lo que éste se pone en contacto con el otro y el universo, es decir, su
capacidad expresiva;
- el alma (psyjé), principio de vida, denota tanto la capacidad de experimentar emociones,
sentimientos o pasiones como la capacidad de razonar, de analizar;
- el espíritu (pneuma), que no puede realmente distinguirse del alma, de la que es parte extrema,
capaz de «percepción espiritual».

 El cuerpo glorioso

Hasta el presente, sólo Cristo ha resucitado. Las otras resurrecciones de las que nos hablan
los evangelios, las de Lázaro, la hija de Jairo y el hijo de la viuda de Naín no son definitivas,
absolutas. Como hemos dicho más arriba, los Apóstoles dan testimonio (y es, por lo demás, el
objetivo del Evangelio) de que vieron y tocaron el cuerpo glorioso de aquél a quien ellos
reconocen como el Señor.

¿Cómo aparece ese cuerpo glorioso? Una de sus principales características es la de


trascender las contingencias limitativas del espacio y el tiempo: por ejemplo, Cristo «entra» en
una habitación con todas las puertas cerradas (Jn 20, 19), no tiene necesidad de alimento y, si
come con sus discípulos después de su resurrección, no es por necesidad, sino por entrar en
comunión con ellos y dar pruebas de su corporeidad.
Su cuerpo resucitado, por tanto, ha dejado de estar sometido a las leyes físicas habituales,
porque es un «cuerpo espiritual» (1 Cor 15, 44-46), «un cuerpo de gloria» que puede hacerse
presente en todo momento, y a pesar de todos los obstáculos. Importa, también, volver a precisar
que la resurrección no se ha de entender como la reanimación de un cadáver, sino como el
perfeccionamiento de la vida en su plenitud, perfeccionamiento irrealizable plenamente en esta
vida, pero cuyas primicias, no obstante, podemos vivir siempre que nos esforzamos en hacer
triunfar la vida sobre las cargas alienantes y mortíferas de todas clases.

 Vida después de la muerte:

En la perspectiva cristiana, el fin de los tiempos está marcado por la llamada de todos a la
vida: «Como todos mueren por Adán, todos recobrarán la vida por Cristo» (1 Cor 15, 22ss), y ese
retorno de todos a la vida significa la destrucción de la muerte. «El último enemigo en ser
destruido es la muerte» (1 Cor 15, 26), escribe en otra de sus cartas San Pablo.
En el pensamiento paulino, no haya duración entre la muerte y el juicio, no teniendo sentido las
nociones de tiempo y duración más que para aquéllos que están en la vida «carnal». La muerte,
además, es con frecuencia evocada en la sagrada Escritura como un sueño, es decir, un estado
transitorio sin la conciencia del tiempo.

Dicho esto, los interrogantes sobre la vida post mortem no han dejado de plantearse a lo
largo de los siglos. ¿Cómo imaginar el estado del alma después de la muerte a la espera del juicio
final y de la resurrección? Con la ayuda de los datos patrísticos (el estudio de los Padres de la
Iglesia), se distinguen tres maneras de ver el problema entre los teólogos.

Están primero aquéllos que afirman que las almas de los difuntos no sufren nada.

A continuación están aquéllos que admiten que los difuntos sufren o pueden sufrir. Es la
teoría del purgatorio que los católicos defienden. En la teología ortodoxa, el acento se pone en el
aspecto purificatorio y no expiatorio del sufrimiento. Dios perdona los pecados sin exigir
«penalidades expiatorias» porque Cristo, que quita el pecado del mundo, es el único rescate y el
único pago.
El sufrimiento experimentado no sería otra cosa que la toma de conciencia hecha por el
alma de su pecado (debilidad, ceguera, egoísmo, aberraciones...), es decir, de lo que ella es en
verdad como resultado de la vida que ha llevado. Por así decir, es el «juicio particular» que el alma
se hace sin complacencia ni hipocresía, un juicio auténtico hecho a la luz del amor divino.
Y, por último, están los que dejan el problema en suspenso, carente de certezas, porque los
evangelios son muy discretos al respecto. Un día que San Antonio, el ermitaño, se atormentaba
con estas cosas oyó una voz que le decía: «Presta atención a lo tuyo, Antonio, porque esas cosas
pertenecen al juicio de Dios, y no eres tú el que las tiene que dilucidar».
 Los ritos de los funerales

Lo que se hace hoy en algunas ceremonias sume a los asistentes en un estado anímico
dominado por la tristeza y, a veces, hasta por la desesperación. La causa, la elección que se hace
de algunos textos y cantos profanos. Sin embargo, el oficio de difuntos que se remonta a la más
antigua tradición de la Iglesia aún no dividida es tranquilizador para todos los presentes, en
especial para la familia y amigos.
La liturgia habla poco de muerte y mucho de sueño, de descanso, de vida nueva, de
ascensión a la luz y de paz. Pero, más aún que esta pacificación de los familiares del difunto, la
función principal de las ceremonias mortuorias cristianas es, para el catolicismo y la ortodoxia,
orar por aquél o aquélla que ha dejado este mundo.
Hemos visto anteriormente que para católicos y ortodoxos el alma después de la muerte puede
evolucionar; la libertad de abrirse o cerrarse a Dios, a su misericordia, se mantiene entera.

El orar por los difuntos entonces es prestarles nuestro apoyo en ese camino espiritual que
han de emprender para acceder a la plenitud de la vida eterna, íntimamente ligada al amor puesto
que «Dios es Amor». Este camino consiste en liberarse de las pasiones diversas y letales que
sumieron al ser humano en el pecado, el olvido de Dios, la egolatría, cuando aún estaba en este
mundo; trabajo de conciencia, de clarificación, de renuncia a sí mismo y de apertura a la plenitud
divina.

En la medida de lo posible, la Iglesia acompaña en sus últimos momentos al ser humano


que está a punto de morir. El acompañamiento se puede hacer de diferentes maneras.
Tradicionalmente se recitan oraciones y salmos de penitencia, y, en el catolicismo y la ortodoxia, si
un sacerdote está presente, puede oír la confesión del moribundo y darle la absolución. El objetivo
siempre es disponerlo al paso de esta vida a la otra. Este acompañamiento se llama
extremaunción, o más exactamente sacramento de los enfermos.

En las tres confesiones cristianas, católica, protestante y ortodoxa, puede haber tres
«estaciones», o ceremonias complementarias, en el ritual de los funerales: el levantamiento del
cuerpo, la iglesia y el cementerio. El levantamiento del cuerpo, para los protestantes, es una
ceremonia muy sencilla que comporta, por ejemplo, una invocación: «Que la paz de Cristo a la que
todos estamos llamados reine en nuestros corazones», una lectura bíblica y una plegaria que
implora el consuelo de Dios para todos los que están en el duelo; esta estación, para los
ortodoxos, va acompañada de incensación y bendición del cuerpo, de salmodia y oraciones
diversas.

La ceremonia de los funerales propiamente dicha -«servicio principal» para los


protestantes, «liturgia de los difuntos» para los ortodoxos, «misa de los funerales» para los
católicos-, hoy con frecuencia simplificada según las circunstancias en el rito católico, se celebraba
y se sigue celebrando en la iglesia.
Viene la oración por el o la que ha dejado esta vida: «Dale, Señor, el descanso a Tu siervo
(Tu sierva) introdúcelo(a) en el paraíso, donde los coros de los Santos y los Justos brillan como
astros. Dale, Señor, el descanso a Tu siervo(a) difunto(a) borrando sus pecados».

Durante este canto, el celebrante inciensa el féretro; la incensación, efectivamente, es una


muestra de respeto, de deferencia. El cuerpo del bautizado ha sido el Templo del Espíritu Santo, y
está destinado a la resurrección.
La ceremonia termina, por lo general, con la absolución; es, por así decir, el «último adiós» de la
Iglesia a quien va a ser enterrado.
A continuación, el oficiante asperge con agua bendita el féretro y luego a todos los que han
asistido a la ceremonia. Esa agua recuerda aquella otra que corrió por la frente de la persona
difunta, o en la que fue sumergida, el día de su bautismo, y que simbolizaba entonces el
enterramiento en la muerte de Cristo para resucitar con él.

El día del entierro, el cristiano ha muerto definitivamente al mundo, pero la Iglesia espera,
en confianza, que resucitará con Cristo de las aguas de la muerte.

En todos estos rituales es común el uso de vestimenta negra (de luto), la utilización de
velas y flores; todo esto se hace con el fin de no desviar el alma de la persona difunta de su camino
hacia Dios, se hace para iluminar su camino y evitar que se pierda y consiga otro cuerpo.
VENEZUELA EN LA ANTIGÜEDAD:

Momias Yukpa de la Region de Perija (Venezuela)

En la colección osteologica de la fundacion LaSalle de Ciencias Naturales de Caracas, se conserva


desde el año 1948, el cuerpo momificado de una mujer de edad avanzada. Esta momia fue
colectada en una cueva funeraria localizada en la tierra de Perijá (Venezuela), y de antigüedad no
mayor a los 250 años.

Berrizbeitia, Schon y Jam miembros de la expedicion que rescato la momia, relatan lo siguiente
acerca de los ritos funerarios de los Yukpas:“Cuando una persona muerese envuelve su cuerpo en
esteras o mantas, cruzandole previamente los brazos sobre el pecho y doblandole las piernas de
modo que las rodillas queden debajo del menton, los pies estirados siguiendo la direccion de la
tibia, y el pie izquierdo colocado sobre el derecho. Para mantener los miembros en esta posicion,
se aseguran firmemente las mantas que sirven de montaja por medio de cuerdas…”

“Una vez en esta forma, el cuerpo se cuelga en una rama de un arbol sobre una hoguera que debe
permanecer encendida durante la primera semana para secar el cuerpo. Alrededor de un mes
permanece el cadaver en su sepulcro aereo…” De esa forma el calor seco de la hoguera y el aire
favorecen a la hidratacion del cadaver y , si esta ocurre lo sufuciente rapido, el cuerpo se seca o
momifica manteniendo intactos los minusculos detalles de su anatomia.

Schom y Jam informan que “Cuando el cadaver esta “suficiente seco” un grupo de indios ajenos a
la familia lo busca… cargan con el cadaver y lo llevan al cementerio o Shormu, una caverna o gruta
situada en un terreno escarpado…”

Las descripciones de los autores citados sobre las practicas mortuorias de los yukpas, la confirma
Ruddle y Wilbert (1963) quienes dicen que “… el cadaver se amara en posicion fetal, se envuelve
en esteras o en tela y se coloca en una plataforma construida en lo alto de un arbol cuyas ramas le
sirven de cobijo… Meses mas tarde (lo llevan) al osario tribal una cueva en las montañas…”
Momias de los Andes Venezolanos

Se conoce muy poco acerca de las practicas funerarias de los indigenas que habitaron los Andes
Venezolanos. Sin embargo Jahn (1973), Lares (1952) y Marcano (1971) coinciden con
pequeños hallazgos que en esa region los cuerpos tenian dos maneras principales para
disponerse. : una colocandolos generalmente flexionados, en sepulcros artificiales excavados en la
tierra (mintoy) que son camaras subterraneas con una abertura superior o lateral la cual
introducian a los cadaveres; otra, depositandolos en cavernas o grutas de alta montaña

INDIGENAS DE VENEZUELA Y COSTUMBRES FUNERARIAS:

- Los Wayuu: (Habitan en el estado Zulia, Mérida y Trujillo) Ritos funerarios: . Según la
tradición wayuu, el ritual funerario reafirma los lazos familiares, tanto con parientes de
sangre como con aliados (parientes políticos). Todo wayuu muere dos veces y dos veces
entierran a los muertos. La primera vez, en cualquier parte, en donde la persona haya
fallecido. La segunda, en su territorio. Durante la exhumación no deben derramar una sola
lágrima. "Durante la exhumación uno no puede llorar porque después los espíritus no
quieren irse a Jepira"
- Las persona o persona encargada de la exhumación deberá estar en vigilia las siguientes 24
horas, rodeada de parientes que le hablan y cantan para que no se duerma. Si lo hace, los
difuntos pueden apoderarse de su cuerpo.
Las urnas son destapadas y las encargadas de la exhumación se apresuran a tapar el cráneo del
finado con un lienzo blanco. El público observa expectante. En el interior del ataúd sólo quedan los
huesos, que son limpiados con un pedazo de tela empapado en chirrinchi (UN LICOR) y
acomodados en un cofre de mármol. Las tumbas vacías son purificadas con licor y aseguradas con
un listón rojo. "En caso de hacerse mal el ritual, los espíritus malos pueden llevarse a un familiar; el
color rojo les tapa los ojos para que no hallen el camino", dice 'Pocha'.
"El segundo velorio es la verdadera despedida de nuestros deudos. Los wayuu somos la única
etnia en América con el privilegio de despedir dos veces a los difuntos".

- Los Yecuana: Los Yekuana entierran sus muertos en fragmentos de curiara. Al ocurrir una muerte sospechosa
o en caso de muertes múltiples, los Yekuana abandonan el pueblo.

- Los Piaroas: Se supone que practican el entierro secundario, dejando los cadáveres en cuevas que reservan para
osarios

- Yanomamis: Los Yanomami practican el infanticidio cuando nacen niños deformes o


gemelos, o cuando los nacimientos ocurren en un periodo muy corto.
Cuando no se puede proceder de inmediato a la incineraciòn, ponen el cadáver sobre una
plataforma en la selva, ver protegiéndolo así contra los animales de rapiña. Posteriormente
recogen los huesos para incinerarlos. Esto lo hacen los hombres teniendo los brazos y las
manos untados con ají, que tal vez equivale simbólicamente al fuego. En la mamañana
siguiente a la cremación se bañan en el río para purificarse,luego Los yanomami suelen
incinerar a sus muertos. En los rituales funerarios, se mezclan las cenizas con puré de
banano y agua, y la consumen en honor a sus difuntos.

VENEZUELA ACTUAL:

I.- El funeral puede ser de dos tipos: civil o religioso.


En Venezuela, dada su cultura y tradición, la mayoría de funerales son religiosos.
Los funerales religiosos tienen lugar en una iglesia o en una capilla u oratorio de la propia empresa
funeraria. Los familiares y más allegados al difunto se sitúan en los primeros bancos de la iglesia y
son saludados por el oficiante, que puede ser el párroco de la familia u otro oficiante con más
experiencia en este tipo de ceremonias, dispuesto por la empresa funeraria. Antes de entrar,
sobre todo si la ceremonia se celebra en la capilla de la empresa funeraria, los familiares habrán
dispuesto unas tarjetas a modo de recordatorio para los asistentes.
En todo caso, los más allegados al difunto deben estar en la iglesia antes que el féretro, que debe
entrar al principio (a veces acompañado de música). Cuando el ataúd hace su aparición en la sala,
en señal de respeto los asistentes se ponen en pie.
El féretro
Normalmente es portado por el personal de servicios funerarios, aunque en algunas partes de
Venezuela son los propios familiares y amigos los que acercan al ataúd que contiene al difunto
hasta la iglesia. Éste se sitúa con los pies mirando al altar. Encima del féretro se pueden disponer
flores sencillas o en caso de que el fallecido haya sido funcionario de jerarquía pública, militar,
policía,  puede haber una bandera o algún objeto simbólico como una gorra.
Se realiza una homilía, se bendice el féretro y a veces (si la familia lo desea) se realiza una misa.
Normalmente este acto dura de 15 a 30 minutos. Al finalizar, el féretro recibe agua bendita
(ceremonia católico) y se lo llevan. Sólo después de que el féretro desaparezca se puede salir de la
iglesia, por respeto al difunto y a la familia. A la salida es conveniente dar el pésame a la familia
directa, si no se ha dado durante el velatorio. Después del funeral los restos del difunto son
llevados a su destino final para darle sepultura o incineración. Si hemos de marchar después de la
ceremonia, solo lo haremos cuando la familia se suba al coche fúnebre.
Los funerales civiles se dan en menor medida, aunque están creciendo en nuestro país. Es un acto
laico en el que el orador ensalza las virtudes del difunto, haciendo un breve repaso de su vida y
contando algunas anécdotas. También es común que el discurso se enmarque en la filosofía y la
reflexión entorno a la muerte. El acto es mucho más sencillo que el religioso y bastante
conmovedor, ya que se habla mucho más del difunto. En el caso que se haga en una empresa
funeraria, existen profesionales preparados para este quehacer que entrevistan a las familias
antes de la ceremonia para obtener datos biográficos del difunto y así realizar un acto de
homenaje mucho más persona
EL FUNERAL RELIGIOSO CONSTA DE 5 ASPECTOS:
1.EL VELATORIO: La finalidad del velatorio del difunto es acompañar y reconfortar a los más
allegados. Es un espacio de tiempo en el que se despide al difunto y es un momento importante
en el proceso de duelo. El velatorio, en Venezuela, suele durar 24 a 28 horas y se puede dar en las
salas especialmente habilitadas de los tanatorios (lo más común) o en el domicilio particular (algo
inusual en los tiempos que corren). Las empresas funerarias son lo recomendable, dado
su profesionalismo, pues se encargan de todo: flores recibidas, recordatorios y horarios. Acudir al
velatorio es un detalle muy importante para los deudos.
Sólo la presencia ya es un gesto muy honrado y valorado.
Allí se acostumbra a dar el pésame y a acompañar a la familia directa del difunto. Su visita debe de
servir para reconfortar a la familia y acompañarla, es por ello , que si no llega otra visita que tome
el relevo, no debemos  irnos.
2.LA LITURGIA: Oración/Misa para pedir por el alma de difunto para que sean perdonados sus
pecados y sea aceptado en la gloria de Dios
3.TRASLADO AL CEMENTERIO
4.ENTIERRO
5.NOVENARIO
II.- La cremación:  es la práctica de deshacer un cuerpo humano muerto, quemándolo, lo que
frecuentemente tiene lugar en un sitio denominado crematorio.Junto con el entierro, la
cremación es una alternativa cada vez más popular para la disposición final de un cadáver.
Antigüedad
Las primeras cremaciones conocidas sucedieron en la zona del litoral mediterráneo en el Neolítico,
pero declinó durante el establecimiento de la cultura semita en esa área cerca del tercer
milenio a. C. La cremación fue ampliamente observada como una práctica bárbara en el Antiguo
Oriente Próximo, que se usaba solamente por necesidad en tiempos de plagas. Los babilonios, de
acuerdo a Heródoto, embalsamaban a sus muertos y los persas zoroástricos castigaban con la
pena capital a todo aquel que intentaba la cremación, con una especial regulación para la
purificación del fuego profano.
En Europa, hay huellas de cremaciones que datan de los principios de la Edad del Bronce (2000
años a. C.) en la llanura panónica y a lo largo del Danubio medio. La costumbre llegó a ser
dominante a través de la Edad del Bronce con la Cultura de los Campos de Urnas (1300 a. C.). En
la Edad del Hierro, la inhumación vino a ser nuevamente más común, pero la cremación persistió
en la cultura de Villanova y en otros lugares. Homero acota sobre los funerales de Patroclo,
describiendo su cremación y su posterior inhumación en un túmulo similar a los de la cultura de
los campos de urnas, siendo calificada como la más temprana descripción de los ritos de
cremación.
Las primeras cremaciones pudieron haber estado conectadas a las ideas de inmolación con fuego,
tal como Taranis, dios del paganismo céltico (ver Sacrificio humano).
La religión hinduista es notable por no sólo permitirla sino prescribirla. La cremación en la India es
atestiguada ya en la cultura del Cementerio H(1900 a. C.), considerada como la etapa formativa de
la civilización védica. El Rig-veda (en el mándala 10.15.14) contiene referencias sobre
el antyeṣṭi(sacrificios fúnebres), donde se invoca a los antepasados «cremados (agní-dagdhá) y
no cremados (anagní-dagdhá)».
La cremación fue común, pero no universal, tanto en la Grecia como en Roma. En Roma, la
inhumación fue considerada el rito más arcaico (segúnMarco Tulio Cicerón, De Leg., 2, 22), y
el gens Corneliano, uno de los más cultos en Roma —con la sola excepción de Sila—, nunca
permitieron la quema de sus muertos.
El cristianismo reprobó la cremación influido por los principios del judaísmo, y en un intento de
abolir los rituales paganos grecorromanos. Hacia el siglo V d. C., la práctica de la cremación había
desaparecido de Europa.
Edad Media
La cremación en vida fue usada como parte del castigo a los herejes, y esto no solo incluía arder
vivo en la hoguera. Por ejemplo, en 1428 la Iglesia Católica desenterró el cadáver del traductor
inglés John Wyclif (1320-1384) y lo cremó.[cita requerida] Sus cenizas fueron esparcidas en un río como
una forma explícita de castigo póstumo, por negar la doctrina católica de la transubstanciación.
La cremación retributiva (con base en las acciones en vida) continuó en los tiempos modernos. Por
ejemplo, después de la Segunda Guerra Mundial, los cuerpos de 12 hombres convictos por los
crímenes contra la humanidad en los Juicios de Núremberg, no fueron regresados a sus familiares,
sino cremados, y depositados en una locación secreta, como parte específica de un proceso legal
encaminado a negar el uso de dicha locación como cualquier suerte de memorial.
En Japón, sin embargo, una construcción en memoria de los criminales de guerra ejecutados,
quienes también fueron cremados, fue permitido erigirla para confinar sus restos.
La era moderna
El movimiento moderno de cremación comenzó en 1873, con la presentación de una cámara de
cremación hecha por el profesor paduano Brunetti en una exposición en Viena. En Gran Bretaña,
el movimiento contó con el apoyo del cirujano de la reina Victoria, sir Henry Thompson, quien
junto con sus colegas fundaron la Sociedad de Cremación de Inglaterra en 1874. El primero en
Estados Unidos fue construido en 1874 por Julius LeMoyne en Pensilvania). La segunda cremación
en EE. UU. fue la de Charles F. Winslow, verificada en Salt Lake City (Utah) en julio de 1877. Los
primeros crematorios en Europa fueron construidos en 1878 en Gotha (Alemania) y
en Woking (Inglaterra). La primera cremación en Gran Bretaña tuvo lugar el 26 de marzo de 1886
(ocho años después de la construcción del crematorio) en Woking.
La cremación fue declarada legal en Inglaterra y Gales, cuando el doctor William Price fue
procesado por cremar a su hijo. La legislación formal siguió después con la autorización del Acta
de Cremación de 1902 (dicha Acta no tuvo extensión legal en Irlanda) lo cual supuso
requerimientos procesales antes de que una cremación pudiese ocurrir y restringir su practica a
lugares autorizados. Algunas iglesias protestantes comenzaron a aceptar la cremación, bajo la
premisa racional del ser: «Dios puede resucitar a un difunto de un tazón de cenizas tan fácilmente
como puede resucitar a uno de un tazón de polvo». La Enciclopedia Católica criticó estos
esfuerzos, refiriéndose a ellos como «movimiento siniestro» y asociándolo con
la francmasonería aunque dijera que «en la práctica de la cremación no hay nada directamente
opuesto a cualquier dogma de la Iglesia». En 1963 el papa Paulo VI levantó la prohibición de la
cremación, y en 1966 permitió a los sacerdotes católicos la posibilidad de oficiar en ceremonias de
cremación.

Horno crematorio
El proceso de la cremación tiene lugar en el llamado crematorio. Consiste de uno o más hornos y
utilería para el manejo de las cenizas. Un horno de cremación es un horno industrial capaz de
alcanzar altas temperaturas (de aproximadamente 870 a 980 °C), con modificaciones especiales
para asegurar la eficiente desintegración del cuerpo. Una de esas modificaciones consiste en
dirigir las llamas al torso del cuerpo, en donde reside la principal masa corporal.
El crematorio puede formar parte de una capilla o una agencia funeraria, o también puede ser de
una construcción independiente o un servicio provisto por un cementerio.
Los hornos usan un número diverso de fuentes combustibles, tales como el gas natural o
el propano. Los modernos hornos crematorios incluyen sistemas de control que monitorean las
condiciones bajo las cuales la cremación tiene lugar. El operador puede efectuar los ajustes
necesarios para proveer una combustión más eficiente, así como de asegurarse de que la
contaminación ambiental que ocurra sea mínima.
Un horno crematorio está diseñado para quemar un solo cuerpo a la vez. Quemar más de un
cuerpo simultáneamente es una práctica ilegal en muchos países.
La cámara donde el cuerpo es colocado es llamada retorta, y está construida con ladrillos
refractarios que ayudan a retener el calor. Estos ladrillos requieren ser reemplazados cada 5 años
debido a que la continua expansión y contracción causada por el ciclo de temperaturas suele
fracturarlos.
Los modernos crematorios suelen ser controlados por un ordenador o computadora y están
dotados de sistemas de seguridad y candados para que su uso sea legal y seguro. Por ejemplo, la
puerta no puede abrirse hasta que el horno ha alcanzado su temperatura óptima, el ataúd se
introduce en la retorta lo más rápido posible para evitar la pérdida de calor, a través de la parte
superior de la puerta. El ataúd también puede ser introducido velozmente mediante una banda
transportadora, o una rampa inclinada que puede permitir su introducción dentro del horno
quemador.
En los crematorios se permite a los familiares ver la introducción del ataúd dentro del horno y a
veces esto se hace por razones religiosas, por ejemplo la cultura hindú; sin embargo, a pesar del
respeto con el que el difunto es tratado, esto es fundamentalmente un proceso industrial, y no es
recomendable para las personas sensibles o débiles de corazón.
Los crematorios tienen un tamaño estándar, un gran número de ciudades disponen de hornos de
mayor dimensión capaces de manejar difuntos con una masa corporal de hasta 200 kg. Sin
embargo, las personas con obesidad mórbida son preferentemente sepultadas en lugar de ser
destinadas a la cámara crematoria.
Contenedor para el cuerpo
Un cuerpo destinado a ser incinerado primero es colocado en un contenedor para cremación, el
cual puede ser una caja de cartón corrugado o un ataúd de madera. La mayoría de los fabricantes
de ataúdes proporcionan una línea de ellos destinada especialmente a la cremación. Otra opción
es una caja de cartón que queda dentro de un armazón de madera, diseñado para parecerse a un
ataúd tradicional. Después del funeral y antes de la cremación, la caja interior es retirada del
armazón de madera, permitiendo la reutilización del armazón en otro funeral.
Algunas funerarias pueden ofrecer también alquiler de ataúdes, que son ataúdes tradicionales,
usados sólo durante los servicios fúnebres, y después el cuerpo es transferido a otro contenedor
destinado a la incineración. Los ataúdes en alquiler, suelen ser diseñados con camas y líneas
movibles y reemplazables al final de cada uso.
En Australia, el difunto es incinerado dentro de un ataúd suministrado por la funeraria. Los
ataúdes reutilizables o de cartón son desconocidos. Si el costo es un asunto problemático, se pone
a disposición una línea de ataúdes de madera aglomerada, conocida en el mercado como «ataúd
económico». Los asideros (si son solicitados) son de plástico aprobado para su uso en la
incineración. Pueden ir desde madera aglomerada sin acabado o cubierto con tela de terciopelo (si
es solicitado), hasta madera salida. La mayoría prefiere la madera aglomerada chapada.
Las cremaciones pueden ser servicio único sin ninguna ceremonia religiosa dentro de la capilla del
crematorio (aunque hubiese habido alguno) ni precedido por algún otro. El servicio único permite
planificar las cremaciones, para hacer un mejor uso de los hornos, debiendo mantener el cuerpo
durante la noche dentro de un refrigerador. Como resultado, los honorarios aplicables son más
bajos. Servicio único es referido a menudo como "El servicio occidental de capilla".
Incineración y recolección de cenizas
La caja que contiene el cuerpo es colocada en la retorta e incinerada a la temperatura de 760 a
1150 °C. Durante el proceso, una gran parte del cuerpo (especialmente los órganos) y otros tejidos
suaves son vaporizados y oxidados debido al calor y los gases son descargados en el sistema de
escape. El proceso completo toma al menos dos horas.
Todo lo que queda después de que la cremación concluye son fragmentos secos de hueso (en su
mayor parte fosfatos de calcio y minerales secundarios). Estos representan aproximadamente el
3,5 % del peso del cuerpo original total (2,5% en niños, aunque hay variaciones debidas a la
consistencia del cuerpo). Debido a que el tamaño de los fragmentos de hueso secos están
estrechamente conectados a la masa esquelética, su tamaño varia de persona a persona. El cráneo
de la persona conserva su forma y parte de su densidad.

III.- VENEZUELA SEGÚN REGIONES Y SOCIEDAD:


- Los Andes: En los Andes se practica el Funeral religioso explicado anteriormente. Sin
embargo existen variaciones de los rituales según edad: Los recién nacidos fallecidos se
visten de blanco “como angeles” y se colocan en un ataúd blanco con tapa removible y se
reliza una procesión alrededor del pueblo en donde van cantando canciones religiosas.
Finalmente terminada la procesión, entierran al cadáver.

Los Malandros: Los malandros honrran a sus cadáveres dando tiros al aire,
bebiendo alcochol puro y con música con mucho volumen (especialmente
vallenato). El traslado del cadáver hacia en cementerio se realiza con una caravana
donde los motorizados es lo que mas se ve, van haciendo “caballito” y deteniendo
el tráfico para que la caravana no se mezcle con el transito normal. El grupo de
motorizados, con los motores rugientes, se atraviesan en las calles y detienen el
tráfico; también hacen esto cuando encuentran un lugar propicio para honrrar al
cadáver con tiros Y para robar también. 

EL DUELO

El duelo psicológico es el estado y proceso que sigue a la pérdida de un ser querido. Esta
pérdida es definitiva y por ello se asocia generalmente a la muerte, pero se puede dar duelo sin
muerte (como tras la ruptura de una relación, en la que se tiene una pérdida).

El duelo es la reacción natural ante la pérdida de una persona, animal, objeto o evento
significativo. Se trata de una reacción principalmente emocional y comportamental en forma de
sufrimiento y aflicción, cuando el vínculo afectivo se rompe. [1]
El duelo es el nombre del proceso psicológico, pero hay que tener en cuenta que este
proceso no se limita a tener componentes emocionales, sino que también los tiene físiológicos y
sociales. La intensidad y duración de este proceso y de sus correlatos serán proporcionales a la
dimensión y significado de la pérdida. Freud define al duelo como “la reacción frente a la pérdida
de una persona amada o de una abstracción equivalente”.
En el duelo el sujeto ha experimentado una pérdida real del objeto amado y en el proceso,
que se prolonga un tiempo necesario para la elaboración de esta pérdida, este pierde el interés
por el mundo exterior sustrayendo la libido de todo objeto que no remita al objeto perdido.

Elaboración del duelo


Por elaboración del duelo se entiende el transcurso del proceso desde que la pérdida se
produce hasta que se supera. Esta elaboración puede comenzar antes de la pérdida en el caso de
que ésta se pueda prever con cierta antelación.

Relacionado con la elaboración previa o duelo anticipatorio estaría el preduelo, si bien son
conceptos diferentes.

Determinantes en la elaboración del duelo

Algunos determinantes que influyen en la elaboración del duelo en caso de muerte son los
siguientes:

 Tipo de relación afectiva con el fallecido.


 Duración de la enfermedad mortal y la agonía, en caso de existir.

 Grado de parentesco.

 Carácter de la muerte.

 Aspecto del cadáver.

 Grado de dependencia.

 Sexo del superviviente.

 Soporte social, redes sociales.

 Fe religiosa o planteamiento filosófico vital.

 Presencia o no de otras experiencias de duelo.

A esto habría que añadir el factor cultural y social, que puede hacer que la elaboración del
duelo difiera mucho, si bien no deja de ser fundamental el tipo de vínculo y el apego que el deudo
tenía con el ser fallecido. Otro factor a considerar es la presencia de terceros a los que la pérdida
les afecte, con lo que se puede dar un duelo solidario.

DUELO INDIVIDUAL
Se describen 3 fases (Lindenmann, Brown, Schulz):

1.- Fase inicial o de evitación. Reacción normal y terapéutica, surge como defensa masiva del
siquismo, que perdura hasta que el Yo consiga asimilar gradualmente el golpe. Shock e
incredulidad, incluso negación. Dura horas, semanas o meses. Es impactante e increíble y puede
proteger al doliente de reacciones intensas. Como la certeza de la pérdida los inunda, la etapa
inicial da paso a un sentimiento arrollador de tristeza, el cual se expresa con llanto frecuente.

Inicia el proceso de duelo el poder ver el cuerpo. Lo que oficializa la realidad de la muerte
es el entierro o funeral, que cumple varias funciones, entre ellas la de separar al muerto de los
vivos.

2.- Fase aguda de duelo. Puede durar 6 meses o más. Existe agudo dolor por la separación,
desinterés por el mundo, preocupación por la imagen del muerto, incluso seudo-alucinaciones,
actitudes contrarias en las posesiones del muerto (se mantienen o se hacen desaparecer ), la rabia
emerge suscitando angustia y frecuentemente se desplaza hacia varios destinos. Estas sensaciones
disminuyen con el tiempo, pero pueden repetirse en ocasiones como los aniversarios. Trabajo
penoso de deshacer los lazos que continúan el vínculo con la persona amada y reconocer la
ambivalencia de toda relación (aspectos positivos y negativos).todas las actividades del doliente
pierden significado en esta fase.

3.- Resolución del duelo. Fase final. Gradual reconexión con vida diaria. Estabilización de altibajos
de etapa anterior. Energía sicológica ya está liberada y lista para reinvertirla. Cuando los recuerdos
de la persona desaparecida traen sentimientos cariñosos, mezclados con tristeza, en lugar del
dolor agudo y la nostalgia. Muchos sobrevivientes se sienten fortalecidos y orgullosos de haberse
recuperados.

ETAPAS DE LA AGONÍA SEGÚN KUBBLER ROSS


1) Negación y aislamiento: la negación nos permite amortiguar el dolor ante una noticia
inesperada e impresionante; permite recobrarse. Es una defensa provisoria y pronto será
sustituida por una aceptación parcial: "no podemos mirar al sol todo el tiempo".
2) Ira: la negación es sustituida por la rabia, la envidia y el resentimiento; surgen todos los
por qué. Es una fase difícil de afrontar para los padres y todos los que los rodean; esto se
debe a que la ira se desplaza en todas direcciones, aún injustamente. Suelen quejarse por
todo; todo les viene mal y es criticable. Luego pueden responder con dolor y lágrimas, culpa o
vergüenza. La familia y quienes los rodean no deben tomar esta ira como algo personal para
no reaccionar en consecuencia con más ira, lo que fomentará la conducta hostil del doliente.
3) Pacto: ante la dificultad de afrontar la difícil realidad, mas el enojo con la gente y con
Dios, surge la fase de intentar llegar a un acuerdo para intentar superar la traumática
vivencia.
4) Depresión: cuando no se puede seguir negando la persona se debilita, adelgaza,
aparecen otros síntomas y se verá invadida por una profunda tristeza. Es un estado, en
general, temporario y preparatorio para la aceptación de la realidad en el que es
contraproducente intentar animar al doliente y sugerirle mirar las cosas por el lado positivo:
esto es, a menudo, una expresión de las propias necesidades, que son ajenas al doliente. Esto
significaría que no debería pensar en su duelo y sería absurdo decirle que no esté triste. Si se
le permite expresar su dolor, le será más fácil la aceptación final y estará agradecido de que
se lo acepte sin decirle constantemente que no esté triste. Es una etapa en la que se necesita
mucha comunicación verbal, se tiene mucho para compartir. Tal vez se transmite más
acariciando la mano o simplemente permaneciendo en silencio a su lado. Son momentos en
los que la excesiva intervención de los que lo rodean para animarlo, le dificultarán su proceso
de duelo. Una de las cosas que causan mayor turbación en los padres es la discrepancia entre
sus deseos y disposición y lo que esperan de ellos quienes los rodean.
5) Aceptación: quien ha pasado por las etapas anteriores en las que pudo expresar sus
sentimientos -su envidia por los que no sufren este dolor, la ira, la bronca por la pérdida del
hijo y la depresión- contemplará el próximo devenir con más tranquilidad. No hay que
confundirse y creer que la aceptación es una etapa feliz: en un principio está casi desprovista
de sentimientos. Comienza a sentirse una cierta paz, se puede estar bien solo o acompañado,
no se tiene tanta necesidad de hablar del propio dolor... la vida se va imponiendo.
Esperanza: es la que sostiene y da fortaleza al pensar que se puede estar mejor y se puede
promover el deseo de que todo este dolor tenga algún sentido; permite poder sentir que la
vida aún espera algo importante y trascendente de cada uno. Buscar y encontrar una misión
que cumplir es un gran estímulo que alimenta la esperanza.

Distinción entre Duelo y Duelo Patológico

En principio Freud establece una diferencia de orden temporal entre duelo y duelo
patológico. El duelo tiene un tiempo de trabajo previsible: 6 meses a 1 1/2 años. Es el tiempo
normal de elaboración de un duelo, si supera este tiempo es patológico. Y una segunda precisión
que Freud establece con respecto al duelo patológico es que aquí el trabajo de duelo no termina,
se eternizar. Porque para Freud un tercer punto en el trabajo de duelo es la sustitución del objeto,
la aparición de otro objeto amado. Con lo cual el duelo patológico implicaría no poder amar a otro
objeto, no poder sustituirlo. En la melancolía se sustituye el objeto amado, perdido, por el yo; lo
que se pierde entonces es el yo, finalmente esto lo conduce frecuentemente a la muerte. Pero
vamos de a poco, porque la melancolía supone una identificación.

En el duelo patológico el sujeto intenta armar otros vínculos de pareja y no puede, quedó
atraído en eso que se perdió durante mucho tiempo. Depende de una característica de la libido: la
viscosidad de la libido la libido, cuando ciñe un objeto, no lo libera con facilidad. En el duelo
patológico el sujeto sabe perfectamente que el objeto está perdido, ya no tiene esperanzas de
recuperarlo, no falla aquí el examen de realidad. Puede llegar a ‘ver’ el objeto perdido, pero no
son más que creencias momentáneas, alucinosis, y esto es muy común en un duelo. Son
alucinosis, no alucinaciones, porque no son estructuradas, ni sistematizadas, ni duran más de un
instante.

El examen de realidad es una de las funciones yoicas teorizadas por Freud en 1914, en un
tanteo de la realidad para comprobar que el objeto no está, en el duelo patológico no fracasa, el
sujeto sabe que el objeto está perdido pero se resiste a aceptar esa realidad.

Moribundo, da: adj. Que está extinguiéndose o muy cercano a morir:

MUERTE: Se considera que la muerte ha ocurrido cuando los pulmones y corazón han dejado de
funcionar durante varios minutos. Por lo general la respiración se suspende primero; unos minutos
después se para el corazón. La ausencia de actividad de ondas cerebrales, medidas en un
encefalograma, es continuamente utilizada para confirmar que ha ocurrido la muerte.

GUÍA PARA VALORAR LAS NECESIDADES DE ASISTENCIA.

NECESIDADEES FISICAS DEL PACIENTE EN FASE TERMINAL.


1.- La sensibilidad, los movimientos y los reflejos, los empieza a perder el Enfermo por las piernas y
los pies, por lo que debemos vigilar que las sábanas estén suficientemente flojas.

2.- Al aparecer una abundante sudación, señal del deterioro de la circulación periférica, el pie se
enfría. Sin embargo la temperatura del organismo aumentara. La agitación que generalmente
presenta el moribundo se debe muchas veces a la sensación de calor; muchos enfermos intentan
quitarse las sabanas. Necesitan pues ropas ligeras y circulación de aire fresco.

3.- Conforme pasa el tiempo, el moribundo va perdiendo tanto la visión como la audición. Solo ve
lo que le está muy cerca y oye nada mas lo que se le dice directamente. Hay que procurar que la
habitación tenga luz suficiente, si es indirecta mejor, y pedir a los familiares que no hablen en voz
baja, sino cerca de él, al oído pudiera ser, con voz clara y con respuestas SINCERAS.

4.- Aunque vaya disminuyendo su sensibilidad, el Enfermo en Fase Terminal siente la presión. Si a
él le gusta, tóquelo. Pero habrá que saber si le place, hay muchos enfermos que prefieren la sola
compañía del familiar sin el menor asomo de caricia física.

5.- La presencia del dolor físico puede ser continua a lo largo de todo el proceso agónico. Hay que
curarlo. Si el Tanatologo no es medico ni enfermero, entonces se requiere una gran comunicación
con el equipo multidisciplinario pertinente.

6.- Con frecuencia., el Enfermo en Fase Terminal permanece con plena conciencia casi hasta el
final. Lo que significa que hasta el final, hay que brindarle un cuidado holístico total, biofisiologico,
psicológico, emocional., social, afectivo, místico, religioso, espiritual. Fisiológicamente hay que
hacer hincapié en los Cuidados Paliativos. Recordemos que el moribundo sigue siendo persona por
mas moribundo que esté y seguirá siendo la misma persona que siempre fue. Nunca debemos
olvidarlo.

NECESIDADES PSICOLOGICAS DEL PACIENTE EN FASE TERMINAL.

Respecto a sus necesidades psicológicas-emocionales, recordemos que el paciente está


sufriendo diferentes perdidas, muy dolorosas para el. Perdidas a las que el Tantólogo debe poner
mucha atención. Estas son principalmente:

 Perdida de salud: La primera y más obvia. Lo que ya no es tan manifiesto, son las
consecuencias necesarias por esta perdida, el enfermo pierde también su seguridad,
incluyendo quizás la que da la esperanza, ya que su futuro le es incierto, pierde su
tranquilidad, hasta económica en muchos casos, pierde su estabilidad, también
emocionalmente hablando, pierde su autonomía, es decir, se vuelve una persona
dependiente de todos y para todo y llega a perder hasta su capacidad de decisión, por mas
que se trate de su propia vida.
 Pérdida de libertad: Libertad de movimientos, ya que por el gran debilitamiento que
padece no podrá moverse aunque este llagado por no cambiar de postura, también
perderá su libertad de pensar: la mezcla de emociones que sufre lo obligara a pensar
siempre en una misma dirección, perderá su libertad de privacidad, aunque sea el
protagonista del drama, en los hospitales muchos estudiantes, los residentes, tienen el
derecho de entrar a examinar al paciente, por mas que éste se enoje, o por más vergüenza
que le de.
 Perdida del cuerpo: Lo pierde como aliado, como su amigo. Desde el momento en que
comenzó el proceso degenerativo consecuencia de la enfermedad terminal, su cuerpo se
convierte en el enemigo actual y en un obstáculo para su autorrealización. Para muchos
pacientes esto reviste la mayor importancia, hasta se apenan de que alguien vea su
deterioro físico.
 Perdida de la imagen propia: Ante el deterioro físico aparece la pérdida de autoestima,
principio de una depresión que puede ser muy profunda: por ejemplo, cuando la
quimioterapia obliga a la mujer a raparse la cabeza. Con la depresión el paciente sufre
también perdida de afectos ya que se negara a toda relación afectiva y se llenara de rabias
y de culpas.
 Perdida de la paz interior: Porque, ante la cercanía de la muerte, el moribundo comenzara
a hacer una autoanalisis de su vida y sino se le ha ayudado en todas sus perdidas, el saldo
será negativo para el. Igual le sucederá cuando, sin llegar aun a la Depresión Anticipatorio,
empiece a enfrentar la realidad de su problema, cercana muerte y todas sus
consecuencias: como van a quedar sus seres queridos cuando el haya muerto, cuanto irán
a sufrir…y es probable que surjan fuertes culpas.

LOS MIEDOS DEL MORIBUNDO.

Las crisis que acompañan al enfermo pueden aflorar problemas del pasado que han estado
reprimidos por largos años y activar al mismo tiempo, problemas de dependencia, Pasividad,
narcisismo, e identidad, entre otros. La muerte enfrenta a la persona con un potencial disolución
de su Yo y esto hace que el enfermo sufra de miedos. El Tantólogo debe ayudar a los Enfermo
Terminales y a los Enfermos en Fase Terminal a que negocien con los varios aspectos del proceso
del morir, según su personalidad y espiritualidad y con los miedos que brotan sin misericordia.
Estos son principalmente los siguientes:

 Miedo a lo desconocido: Aunque todos los estudios del tema lo mencionaran, parece ser
que no existe o al menos no es tan fuete, en las personas realmente místicas. Las personas
que tienen verdadera fe en la resurrección pueden manejar mejor este miedo. Por el
sentido de persona y trascendencia que proclama esta doctrina.
 Miedo a la destrucción: La destrucción del cuerpo en el proceso de putrefacción. Va en
contra del narcisismo natural. Además de que muchas personas sufren el miedo al cadáver
quizás por las consejas populares y las películas de terror.
 Miedo a la soledad: Desde el momento mismo de la hospitalización se aparta al enfermo
del resto de sus amigos y familiares, incluso sucede esto si el paciente permanece en su
casa. Es un fenómeno psicológico y cultural que deshumaniza y mecaniza el proceso de
morir. El asilamiento y la privación del contacto humano lleva rápidamente a una fuerte
depresión. Recordemos que el hombre es un ser antológicamente social y al Enfermo en
Fase Terminal, mas si está en alguna unidad de Terapia Intensiva, se le prohíbe estar con
miembros de su familia o sus amigos y la persona enferma sabe que esto va a suceder y lo
sabe mucho antes de ser un moribundo. Por eso su miedo. El Tantólogo consciente de tal
situación futura, deberá trabajarla anticipatoriamente tanto con el Enfermo Terminal como
con su familia.
 Miedo de perder el cuerpo: Sentido psicológico de la pérdida del Yo. Si perdemos el Yo
perdemos todo. También influye un poco la cultura al físico, típica de nuestros tiempos.
 Miedo a perder el autocontrol: Cada día que pasa y que la enfermedad se agrava, va
creciendo la dependencia. El Yo no es mas el amo ni el capitán. Parece que no tiene
derecho alguno a hacer la más mínima decisión sobre su vida y esto lo resiente todo
enfermo. Por eso es muy importante mejor dicho, es importante en extremo, dejarle al
moribundo cualquier autoridad que pueda seguir teniendo y dejarlo que siga reinando
tanto como sea posible sobre su propia situación, cuando ya no pueda hacerlo, lo podrá
aceptar un poco mas fácilmente y ya no sufrirá vergüenzas por ello.
 Miedo al dolor: Es uno de los mas agudos y realistas es una de las circunstancias que
pueden agobiar mas al Tantologo no es especialita en manejo del dolor. No es solamente
miedo al dolor físico, sino miedo a estar viviendo de sufrimiento en sufrimiento y de que
tal situación se torne inmanejable. Sabemos que el alivio del dolor esta muy influenciado
por las propias actitudes del paciente hacia su propio tormento. Manejarlas es una gran
meta Tantologica. En muchas ocasiones el miedo al dolor es provocado por algunos otros
de los miedos. Es importante tener una buena relación con algún especialista en la cura del
dolor físico. Ya existen muy buenas clínicas de dolor. Quitar el dolor es básico. No debemos
permitirnos que nuestro “miedo moral” por el peligro de una adicción impida que
ayudemos a nuestro paciente.
 Miedo de pérdida de identidad: Surge como resultado del vacío del contacto humano. En
muchos hospitales se ven “casos muy interesantes” o simplemente “expedientes” pero no
personas enfermas. Una señora decía: “La vida es triste, cuando vivía mi esposo, yo era la
señora X y cuando murió fui solamente Doña Luisa; ahora soy nada más la setenta y siete”
al sentirse tratado así y al tener que vivir una soledad profunda e interior, aparecen los
miedos ya citados en el Enfermo Terminal y mas aun si se trata de Enfermos en Fase
Terminal. Es necesario que el Tantólogo trate de levantar la autoestima de su paciente. Es
necesario que por todos los medios a su alcance, lo haga sentirse persona y no solo un
número de identificación.
 Miedo de regresión del Yo: Representa quizás la última lucha. El Ego pelea
constantemente contra la regresión dentro de su perdida del Yo. Lo que significa que todo
Enfermo, todo ser humano, necesita morir con dignidad. No por algo el acto de morir es el
último en la vida de las personas y el más trascendente e importante de todos.

NECESIDADES DEL MORIBUNDO.

 Necesidad de verse bien. El enfermo tiene diferentes necesidades. Una de ellas es la de


verse bien: limpio, arreglada presentable. Es muy importante su sentido de dignidad. Es
una necesidad de distinción, de seguir siendo dignamente la persona que siempre había
sido. Es tan importante este aspecto que muchas veces le hacemos un daño a nuestro
enfermo cuando lo obligamos a recibir visitas ya que el no se siente presentable. No
confundir esta necesidad, con la negación a ser visitado por una gran depresión. Por otra
parte, si deberás estamos ayudando a nuestro paciente de la manera como el lo necesita, a
lo largo de todas sus etapas del proceso del morir, o en esa entremezcla de emociones ya
estudiadas, forzosamente se le ira quitando este miedo, porque sabrá con certeza que al
morir lo hará con toda dignidad: es consciente de que si lo tratamos como persona y por lo
mismo, sabe que todo seguirá siendo igual hasta el final.
 Necesidad de la verdad. Es necesario que siempre le digamos la verdad a nuestro enfermo.
Es una condición indispensable. El requiere conocer toda la vereda sobre su estado.
Generalmente nos da miedo decirla, pero recordemos que es por nuestra angustia, no por
el bien del paciente. Cecily Saunders nos enseña que la verdad no esta reñida con la
esperanza y que siempre es mas fácil combatir al enemigo cuando se le conoce que cuando
se le ignora. El moribundo vive un real anhelo de certidumbre: los últimos meses, días,
momentos, de una persona deben vivirse con toda sinceridad y honestidad. Cierto que el
diagnostico, los cambios sufridos y los pronósticos, deberá hablarlos el medico tratante y
no el Tanatólogo. Pero este tiene que estar presente en el momento en que se le diga la
verdad al enfermo, para apoyarlo en sus muchas necesidades y dudas insatisfechas que
empezara a manifestar. La verdad siempre haya que decirla, lo importante s es saber que
decir, a quien, para que, como, cuando y donde. Es cierta la frase evangélica: “La verdad os
hará libres”. Además el paciente “sabe” interiormente la verdad, pues ve que su condición
no mejora, solo que necesita escucharlo de otra persona.

ASPECTOS CONDUCTUALES DEL MEDICO FRENTE AL PACIENTE MORIBUNDO Y SUS FAMILIARES

   El tema de la muerte es uno de los más difíciles de tratar en la Medicina y en la vida. Es un tema
interdisciplinario que rebasa con mucho el modelo médico y que implica para su cabal
comprensión.  Nuestro tema en este capítulo está circunscrito a la conducta del Médico frente al
paciente que va a morir y sus familiares. Esto hace posible que podamos tratarlo en forma
concreta y específica. Poco se ha escrito en la literatura médica con respecto a este tópico. Quizá
porque el contenido psicodinámico de la respuesta del Médico ante la muerte sea en principio
siempre negar la vulnerabilidad de la vida y la limitación de nuestros esfuerzos ante la inminencia
de la muerte inevitable. Se nos educa desde el primer año de la carrera en una filosofía que
siempre tiende hacia la vida, a promoverla y preservarla. Prácticamente nunca se nos habla de la
muerte y sólo hasta que tenemos que vivirla con nuestros enfermos o cuando nos toca la
experiencia en alguien muy cercano es que llegamos, después de un enorme esfuerzo de
autocrítica, a percatarnos que es la muerte la que le da un sentido de existencia a la vida y nos
enseña a valorarla en una dimensión más objetiva: la de la finitud que nos hace simplemente
humanos.
La muerte digna de un paciente que ha sido adecuadamente conducido en su proceso es una de
las situaciones más nobles del quehacer médico.

 EL PACIENTE TERMINAL: Tanatológicamente se llama paciente terminal a toda persona que tiene
pleno conocimiento de padecer una enfermedad incurable y que por lo tanto será la causa más
probable de su muerte. Es claro que el tiempo entre ese diagnóstico y el momento de la muerte
será muy variable y dependiente de muchas situaciones totalmente individuales.
   Siempre debe empezar a conducirse a un paciente desde un punto de vista tanatológico con el
mayor tiempo posible. Es claro que si se tiene algún tiempo previo para trabajar con él y sus
familiares se tendrán mayores posibilidades y eficiencia en la ayuda que si se hace solo hasta el
momento de encontrarlo moribundo y a un paso de la muerte. Tal es el beneficio de este
concepto tanatológico de paciente terminal. La ayuda tanatológica en el proceso de morir,
cualquiera que sea el momento en el cual se empiece a intervenir, implica desde la participación
médica con algún psicofármaco en el caso de ser necesario y estar indicado y por procesos de
apoyo emocional, espiritual, religioso, de orientación legal, etc. De tal manera que lleva algún
tiempo en consolidarse en el mayor beneficio del paciente y sus familiares.
   Existirá siempre el apoyo del Tanatólogo en aquellos centros en donde exista un servicio
estructurado, pero el Médico en general debe conocer que existen etapas bien definidas y
estudiadas con respecto al proceso de morir.
 EL PROCESO DE MORIR: Varios autores han abordado el tema. Los más destacados han sido
George Engel y Weissman A.(4), pero por su influencia dentro del ámbito tanatológico, médico
y cultural en general, Elizabeth Kübler-Ross (1) es la autora de mayor trascendencia en el tema,
por lo que exponemos a continuación su postulación acerca de este proceso. Debe recordarse
de que se trata de una experiencia totalmente individual, que involucra muchos procesos
psicológicos que pueden dar incluso manifestaciones frecuentes de psicopatología y que debe
considerarse como una guía clínica dado que no se trata de etapas que deban seguirse unas a
otras en forma rígida. La experiencia del Médico ante el proceso bien conducido y esta
información teórica son las guías más importantes para poder comprender el proceso y poder
ayudar al paciente y sus familiares.

NEGACION Y AISLAMIENTO. Se trata de un período defensivo que permite amortiguar el


impacto inicial y da oportunidad para que otros mecanismos de defensa de la personalidad
salgan a flote. Estos a veces son sanos y apropiados y a veces no lo son.
IRA. Implica un proceso de proyección de sentimientos muy primitivos y de muy difícil manejo
para el paciente, para sus familiares y para su Médico: rabia, envidia, resentimiento, etc. Tiene
tanto un componente racional como uno irracional. Se debe ser especialmente comprensivo,
paciente y prudente en esta etapa.
NEGOCIACION. Es una etapa que se da por accesos, breves pero progresivos hasta que el
paciente llega a liberarse de sus temores irracionales, deseos inconcientes de castigo y culpas.
Es una etapa en donde el paciente necesita un acompañamiento muy dirigido y profesional.
DEPRESION. Es el estado afectivo que sigue y tiene dos componentes: El reactivo: secundario al
propio proceso y El anticipatorio: pues recordemos que lo que el paciente tiene enfrente y
hacia donde se dirige es hacia su propia muerte.
ACEPTACION.  Siempre y cuando haya tenido suficiente tiempo y haya recibido la adecuada
ayuda y conducción en las fases anteriores. Cuando se llega a esta etapa habiendo vivido el
paciente y el Médico con él su proceso se tiene una de las experiencias más formativas y de
mayor templanza humana y espiritual que un Profesional de la Medicina pueda tener.
A partir de esta etapa se debe procurar la ayuda de los familiares que en algún tiempo más
deberán empezar a vivir su proceso de duelo.

 PROPUESTA DE CONDUCTA ANTE EL PACIENTE MORIBUNDO Y SUS FAMILIARES.

Manejo de la información: proporcionarla de acuerdo a la capacidad de entendimiento del


paciente y sus familiares. Identificar, si es posible, dentro del grupo familiar a un líder de opinión
que sirva de interlocutor y reforzador de la información en los términos de los códigos y
costumbres del grupo.    No existe ninguna norma que obligue al médico a decir en forma
inmediata toda la información. Se puede hacer en forma gradual pero lo correcto es que el
paciente y sus familiares la conozcan por completo eventualmente. Debe incluirse un apartado
amplio sobre los aspectos pronósticos en términos de calidad de vida y costo que implican las
alternativas terapéuticas que se pueden ofrecer. Aquellas de carácter experimental deben ser
claramente explicadas sin promover falsas expectativas. Es fundamental que en este proceso de
comunicación el Médico se fuerce a ser lo más sincero y abierto posible para favorecer que todas
aquellas dudas que se tengan le sean preguntadas y resueltas. El Médico debe ser compasivo,
paciente y sincero. El Médico debe proporcionar al enfermo o procurar que alguien lo haga:
apoyo emocional y espiritual además del físico. Se debe procurar en lo posible y con los medios a
la mano evitar el dolor y tratar de no afectar el estado de alerta si existe la alternativa. Tratar de
evitar, si es posible, el aislamiento del enfermo de su familia.
Siempre tratar de evitar el sentimiento de culpabilidad en la familia. Guiarlos para que se
convenzan de que están haciendo todo lo posible por su paciente. La prioridad siempre deberá ser
mantener la dignidad humana del paciente. Siempre preguntar cuando el tiempo y las
circunstancias le permiten si existen indicaciones específicas del paciente con respecto a
maniobras de reanimación, técnicas de soporte vital, donación de órganos, etc. y plasmarlas por
escrito con el aval de los familiares y hacerlo del conocimiento de una Autoridad. El Médico tiene
derecho a tener ayuda en lo personal de apoyo profesional, psicológico, espiritual, legal etc.
también.  Es importante la creación de Comités de Etica y Tanatológicos que puedan auxiliar en
tales circunstancias. Es importante que la familia sienta que el paciente recibe la mejor atención.
Ayudar al paciente a morir en forma digna y apacible es, posiblemente, una de las mayores
contribuciones que la enfermera puede hacer por la comodidad, tanto del paciente como de sus
familiares. En ocasiones, es la enfermera quien debe decir a lo familiares que el paciente ha
muerto. Es mejor decirlo en privado a la familia reunida. La enfermera debe prever que van a
sentirse mal y que van a buscar en ella un compresivo apoyo. En muchas instituciones hay un
pequeño salón o una capilla para orar a la que la enfermera puede llevar a la afligida familia y
dejarla sola unos momentos. En todos los grupos culturales hay ciertos ritos que se deben hacer a
la hora de la muerte y que ayudan a que la familia afronte su aflicción. La enfermera debe conocer
estos ritos y debe procurar sus últimos respetos a la persona muerta; esto debe ser permitido.
Algunos grupos étnicos consideran que los familiares cercanos deben expresar ruidosamente su
pena. En otros se espera, un comportamiento más estoico. Sin embargo, cualesquiera que sean los
antecedentes culturales, la muerte de un familiar cercano es una situación en la cual el llanto no
solo está permitido, sino que se considera como una ayuda en la aflicción.

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