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Según explica David Levy, "todo empieza antes del fallecimiento, pues es de suma
importancia acompañar a la persona en sus últimos momentos para que pase bien
del mundo terrenal al espiritual”. Antes del entierro, el cadáver se lava para su
purificación -los hombres a los hombres y las mujeres a las mujeres- y se envuelve
en un sudario blanco. La cremación está prohibida y la sepultura debe realizarse
en tierra. Antes se enterraba el cuerpo directamente sin ataúd, pero al cambiar las
leyes sanitarias ahora se usan féretros, en los que no se ponen flores, pero sí lleva
en la cabecera una Estrella de David y se puede colocar encima del mismo una
pequeña piedra, en señal de que su ser querido ha estado presente en la
despedida.
"Dentro del budismo hay muchas lecturas y muchas escuelas distintas, pero hay
una idea básica sobre la eternidad de la vida. La muerte no es tanto el fin de la
vida sino el comienzo de otra", indica Enrique Caputo, director General de Sokka
Gakkai de España. Los budistas creen en la reencarnación, aunque no la llaman
así. Piensan que el ser humano es sólo el transmisor de una energía
ininterrumpida, de fuerzas acumuladas durante existencias anteriores. Es la rueda
sin fin del karma. Y según las acciones en vida el hombre renacerá en un estado
agradable o desagradable.
Aníbal Matos, Testigo de Jehová, explica que ellos afrontan la muerte de un ser
querido "desde una perspectiva mucho más serena, porque creemos en la
resurrección futura, la pesadumbre está algo más controlada. No existe esa
desesperación angustiosa como cuando alguien cree que ha perdido a su ser
querido y no hay más. Tenemos dolor y pesar, pero el sentimiento de desgarro es
más controlado"
Islam, Corán y orientación a la Meca
"El Islam enseña que la muerte es un decreto divino y que puede llegar en
cualquier momento. No es más que el fin de una etapa y el inicio de otra en el ciclo
vital de una persona. Se recomienda afrontar esos momentos diciendo 'Todos
somos de Dios y a Él hemos de volver', es decir, con aceptación y paciencia,
mostrando la tristeza, pero no ira y furia", explica Abdelaziz Hamaque, presidente
del Centro Cultural Islámico de Valencia. Los musulmanes creen en la
resurrección -no en la reencarnación-, en que la muerte es el comienzo de otra
fase de la existencia en el Jardín o en el Fuego. Tras el fallecimiento, al difunto se
le coloca sobre el costado derecho orientado hacia la Quibla. El cadáver se lava
(las mujeres se encargan de las mujeres y los hombres de los hombres) se le
cierran los ojos y se le cubre el cuerpo con tela blanca de algodón.
Son funerales muy complejos, que pueden tener más de 20 fases en un mismo
velatorio.
En la primera fase del funeral, solo para la familia, se decora la sala fúnebre con
flores colocando al fallecido con la cabeza hacia el este. Se limpia el cadáver con
tejidos húmedos, para luego introducirlo en un ataúd con diversas ofrendas: frutas,
arroz…
Luego llegan los invitados, que ofrecen sobres con una pequeña donación
económica (loden) para colaborar con los gastos del funeral. Después comienzan
una serie de oratorias, cánticos y reverencias dirigidos por un sacerdote.
Después se traslada el cadáver al crematorio, donde toda la familia del fallecido
come junta mientras el cadáver es incinerado.