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Remy de Puydt prometió que otros setecientos colonos arribarían en los próximos meses e
iniciarían los trabajos a que se comprometió para obtener la concesión. Se estableció así la
colonia belga en Guatemala, pero las condiciones del área eran inhóspitas y empezaron a
mermar rápidamente la salud de los belgas. Para 1850, la colonia ya había fracasado, las obras
de infraestructura prometidas no se construyeron, y los colonos belgas se habían dispersado al
interior de la República de Guatemala.
Posteriormente, en junio de 1848, se inició un proyecto de Bélgica e Inglaterra como iniciativa
del rey Leopoldo I de Bélgica y aprobado por Mariano Gálvez y después por el gobierno
de Rafael Carrera (lo que hizo posible su continuación) El proyecto se trató de construir vías
marítimas para facilitar la exportación del café, que unía los ríos Motagua y Polochic, ya que los
ingleses y belgas estuvieron muy interesados en las riquezas naturales de Izabal y Baja
Verapaz donde cruzaban los ríos. Los primeros navíos que entraron en Santo Tomás de Castilla
(Izabal) fueron Theodore, Louise Marie y Ville de Bruxelles en el cual la mayor parte de los
colonos eran belgas, seguido por los ingleses y franceses, y un número pequeño
de alemanes y holandeses Pronto Santo Tomas de Castilla se convertiría en un importante
poblado belga donde también se desarrollaba el café. Lamentablemente, debido a las
infestaciones climáticas muchos colonos fallecieron por enfermedades, además se perdieron
muchas plantaciones. El proyecto decayó ya que los nuevos gobiernos del país se encantaron
más por los nuevos proyectos que tenía Alemania con Cobán, Alta Verapaz, dejando en olvido
el proyecto de Bélgica e Inglaterra
Hacia los años 1880, durante el gobierno liberal de Justo Rufino Barrios, se fomentó la
inmigración europea, incluyendo a los belgas. Arribaron inmigrantes por la crisis económica y
alimentaria del siglo XIX y, en años recientes, por motivos económicos y comerciales de
inversionistas.
Tomado de: Hernández de León, Federico (30 de mayo de 1959). «El Capítulo de las Efemérides». Diario La Hora.
Como nota curiosa, debe indicarse que Carrera no solo no persiguió a Milla y Vidaurre, sino que
dos años después, cuando Milla se hizo conservador, Carrera lo invitó a formar parte de su
gobierno, en el que sirvió en diferentes posiciones hasta 1871; Milla también llegó a ser amigo
y consejero de Carrera.
Organización territorial
El 25 de febrero de 1848 la región de Mita fue segregada de Chiquimula, convertida en
departamento y dividida en tres distritos: Jutiapa, Santa Rosa y Jalapa
Específicamente, los distritos quedaron de la siguiente forma:
Incluyó a:
Santa Santa Rosa como
Rosa cabecera, Cuajiniquilapa, Chiquimulilla, Guazacapán, Taxisco, Pasaco, Nancinta,
Tecuao, Sinacantán, Isguatán, Sacualpa, La Leona, Jumay y Mataquescuintla.
La Batalla de la Arada:
Se libró el 2 de febrero de 1851 cerca de la ciudad de Chiquimula en Guatemala, entre las
fuerzas de Guatemala y un ejército aliado de Honduras y El Salvador. La batalla formó parte de
la guerra entre el gobierno conservador de Guatemala contra la coalición liberal de El Salvador
y Honduras, y fue la amenaza más patente para Guatemala de perder su soberanía como
república.
Luego del retorno de Rafael Carrera, de su exilio en 1849, el gobernante salvadoreño Doroteo
Vasconcelos dio asilo a los liberales guatemaltecos, quienes hostigaban al gobierno de
Guatemala en varias formas: José Francisco Barrundia lo hacía desde un periódico con ese
expreso fin; Vasconcelos alimentó, durante todo un año a la facción rebelde “La Montaña”, en
el oriente de Guatemala distribuyendo dinero y armas entre los sublevados. A fines del año de
1850, Vasconcelos se sintió cansado de esta guerra lenta contra Guatemala y decidió obrar
abiertamente. Así las cosas, el mandatario salvadoreño inicio una cruzada contra el régimen
conservador de Guatemala, invitando a participar en la alianza a Honduras y Nicaragua; pero
de ambos gobiernos solo el hondureño presidido por Juan Lindo aceptó participar en la
invasión.
Entre tanto, en Guatemala, donde se conocían perfectamente los planes de invasión en su
contra, el presidente Mariano Paredes toma las previsiones necesarias para enfrentar la
situación, mientras el arzobispo don Francisco de Paula García y Peláez ordena en su
archidiócesis rogativas de paz.
El 4 de enero de 1851 se reunieron en Ocotepeque los presidentes de Honduras y El Salvador,
con la cual quedó sellada la alianza en contra de Guatemala. El ejército salvadoreño se
componía de 4000 hombres perfectamente municionados y con apoyo de artillería; los
hondureños por su parte, aprestaron dos mil hombres para la campaña. El grueso de las fuerzas
aliadas se situó en Metapán, por ser esta una ubicación próxima a Honduras y a la frontera
guatemalteca.
La declaración de Guerra
El 28 de enero de 1851, el presidente salvadoreño dirigió al Ministerio de Relaciones Exteriores
de Guatemala un extenso comunicado, en cual se manifestaba:
1. Que el presidente guatemalteco abandonara el mando, para que fuera ocupado por un
hombre de confianza de los invasores.
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2. Que Carrera fuera exiliado del país, debiendo ser conducido hacia alguno de los puertos
del sur por un regimiento salvadoreño.
3. Que una vez estuvieran en poder del mando de Guatemala la alianza invasora, se
convocara a una Asamblea Constituyente.
4. Que el ejército salvadoreño podría ocupar los territorios de Guatemala que considerara
conveniente y por un tiempo indefinido.
Al que el gobierno guatemalteco respondió lacónicamente con una nota que decía:
La batalla:
El ejército aliado ingresó a Guatemala por tres lugares diferentes, ya que el 29 de enero entró
por Piñuelas, Agua Blanca y Jutiapa, un contingente de quinientos hombres, al mando del
general Vicente Baquero, pero el grueso de la fuerza marchó desde Metapán. Comandaba el
ejército aliado de El Salvador y Honduras los siguientes militares:
De febrero de 1851, ambos ejércitos se encontraron con únicamente el río San José de por
medio.
Carrera fortifico las estribaciones del cerro de La Arada, aprovechando sus colinas suaves, de
aproximadamente 50 metros de altura sobre el nivel del río; entre dicha colina y río hay unos
300 metros de vegas, mientras alrededor había siembra de caña de azúcar. Carrera dividió sus
fuerzas en tres secciones: la izquierda, dirigida por Cerna y Solares; la derecha comandada por
Bolaños, y él mandaba personalmente desde el centro, donde colocó la artillería. Quinientos
hombres quedaron en Chiquimula en defensa de la plaza y previniendo cubrir una posible
retirada, por lo que solo utilizó mil quinientos hombres guatemaltecos contra un enemigo de
cuatro mil quinientos efectivos.
El 2 de febrero
Se inició el combate a las 8:30 de la mañana del 2 de febrero de 1851. Los aliados tomaron la
iniciativa atacando por tres puntos diferentes y abriéndose un fuego muy vivo por ambas partes.
La primera carga de los aliados fue repelida por los defensores de la colina; al segundo ataque
los aliados lograron tomar la primera línea de trincheras, de donde nuevamente fueron
arrojados. A la tercera carga, la fuerza hondura-salvadoreña avanzó más, hasta llegar a
confundirse con los soldados guatemaltecos, que peleaban ahora cuerpo a cuerpo y a punta
de bayoneta, mientras que la artillería guatemalteca castigaba duramente el grueso de los
atacantes. En el punto más álgido de la batalla, cuando el resultado parecía incierto, Carrera
ordenó que se incendiasen los cañales que flanqueaba la vega del río donde operaba el ejército
invasor. De esta forma rodeó al enemigo ya que ahora tenía frente a sí el fuego vivo del ejército
guatemalteco, por los flancos un incendio y hacia atrás el río, que dificultaba la retirada. Al ver
esto la división central aliada cundió en pánico y comenzó una retirada desorganizada. El
general Saget ordenó tocar retirada para el cuerpo de Cabañas, la división hondureña que
peleaba junto a la salvadoreña en el centro, pero todo el ejército emprendió la huida. Pronto se
inició un retroceso de las líneas aliadas, que era más bien una fuga, que una retirada
estratégica.
Los quinientos hombres que mandaba el coronel Navas, y que se hallaban frescos por haber
estado en la retaguardia, se lanzaron en persecución de lo que quedaba del ejército aliado, el
cual buscaba desesperadamente las fronteras de sus países. El recuento final de las pérdidas
de los aliados arrojó quinientos veintiocho muertos, doscientos prisioneros, mil fusiles
abandonado en el campo de batalla, trece mil cartuchos útiles abandonados, multitud de bestias
y equipajes, once cajas de guerra y siete piezas de artillería.
El presidente Vasconcelos buscó refugio en El Salvador, mientras se vio cruzar en la frontera
hondureña a dos generales que montaban el mismo caballo. Por donde pasaba, Vasconcelos
era abucheado por sus conciudadanos. Carrera hizo reagrupar al ejército y cruzó la frontera en
El Salvador; se encontraba acampando en Santa Ana, cuando recibió órdenes del
presidente Mariano Paredes de regresar a Guatemala en vista de que los aliados solicitaban la
paz.
Como resultado inmediato del triunfo de las armas guatemaltecas en "La Arada", una Asamblea
Nacional Constituyente promulgó el 19 de octubre de 1851, una carta fundamental de gobierno,
que se llamó el Acta Constitutiva de la República. Su contenido era breve, pues solo constaba
de dieciocho artículos, en los cuales se establecían los principios generales para el
funcionamiento de la República, fundada 4 años antes. Batalla de la Arada significó la
hegemonía de Guatemala en Centroamérica y aseguró el clima para una época de
restauración, seguridad y una bonanza económica. Además, fue el punto de inicio del gobierno
vitalicio para Rafael Carrera y Turcios.
Concordato de 1852
Artículo principal: Concordato de Guatemala de 1852
Creación 1852
En 1854 se estableció el Concordato con la Santa Sede, el cual había sido suscrito en 1852 por
el cardenal Jacobo Antonelli -secretario de Estado de la Santa Sede- y Fernando Lorenzana -
ministro plenipotenciario de Guatemala ante la Santa Sede. Por medio de este tratado, -el cual
fue diseñado por el líder del Clan Aycinena, Dr. y clérigo Juan José de Aycinena y Piñol
Guatemala otorgaba la educación del pueblo guatemalteco a las órdenes regulares de la Iglesia
Católica, se comprometía a respetar las propiedades y los monasterios eclesiásticos, autorizaba
el diezmo obligatorio y permitía que los obispos censuraran lo que se publicaba en el país; a
cambio de ello, Guatemala recibía gracias para los miembros del ejército, permitía que quienes
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hubiesen adquirido las propiedades que los liberales habían expropiado a la Iglesia en 1829 las
conservaran, percibía impuestos por lo generado por las propiedades de la Iglesia, y tenía el
derecho de juzgar con las leyes guatemaltecas a los eclesiásticos que perpetraran crímenes.
El concordato mantenía la relación estrecha entre Iglesia y Estado y estuvo vigente hasta la
caída del gobierno conservador del mariscal Vicente Cerna y Cerna
«Bien conocidos son los sucesos ocurridos en Nicaragua desde que, en octubre del año
pasado, unos pocos extranjeros, procedentes de California, se apoderaron en aquella
república de la autoridad, aprovechándose del agotamiento que habían producido la
discordia y una prolongada lucha intestina».
«Vais a defender una causa santa: la causa de nuestra religión y de nuestra raza. A
vuestros hermanos de Costa Rica ha cabido el honor de derramar la primera sangre en
defensa de la patria. Vosotros vais acreditar que, en Guatemala estamos dispuestos a
sacrificar todo por ella. Tengo entera confianza en el jefe que os manda y en vuestro
valor y sufrimiento. Yo os seguiré de cerca, con todos vuestros compañeros si fuera
necesario. Entre tanto, os recomiendo la más estrecha unión con vuestros hermanos de
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El Salvador, Honduras y Costa Rica para llevar a cabo la obra común de lanzar del país
a los que, sin derecho alguno, han venido a mezclarse en nuestras disenciones y a
amenazarnos con la más oprobiosa servidumbre.»
—Tomado de: Hernández de León, Federico (14 de mayo de 1959). «El capítulo de las
efemérides: Guerra contro los filibusteros de Walker». Diario La Hora (Guatemala).
Convención de límites
Tipo de texto
Tratado Wyke-Aycinena:
Convención de límites de Belice (1859)
El área que ocupa Belice en la península de Yucatán nunca fue ocupada por España o
Guatemala, aunque España efectuó algunas expediciones exploratorias en el siglo XVI que le
sirvieron de base para luego reclamar el área como suya Guatemala simplemente heredó ese
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argumento para reclamar el territorio, pese a que nunca envió expediciones al área luego de la
independencia debido a las guerras que se produjeron en Centroamérica entre 1821 y 1860.
Por su parte, los ingleses habían establecido pequeños asentamiento desde mediados del
siglo XVII, principalmente para bases de bucaneros y luego para explotación maderera; los
asentamientos nunca fueron reconocidos como colonias británicas aunque estaban de alguna
forma regidos por el gobierno inglés en Jamaica. En el siglo XVIII Belice se convirtió en el
principal punto de contrabando en Centro América aunque luego los ingleses reconocieron la
soberanía española de la región por medio de los tratados de 1783 y de 1786, a cambio de que
se terminaran las hostilidades con España y que los españoles autorizaran a los súbditos de la
corona británica a explotar las maderas preciosas que había en Belice.
Tras la independencia de la región centroamericana de la corona española en 1821, Belice se
convirtió en la punta de lanza de la penetración comercial británica en el istmo centroamericano;
casas comerciales inglesas se establecieron en Belice e iniciaron unas prósperas rutas
comerciales con los puertos caribeños de Guatemala, Honduras y Nicaragua.
Los liberales tomaron el poder en Guatemala en 1829 tras vencer y expulsar a los miembros
del Clan Aycinena y el clero regular de la Iglesia Católica e iniciaron un reclamo formal pero
infructuoso sobre la región beliceña; esto, a pesar de que por otra parte, Francisco Morazán -
entonces presidente de la Federación Centroamericana- en lo personal inició tratos comerciales
con los ingleses, en especial el comercio de caoba. En Guatemala, el gobernador Mariano
Gálvez entregó varias concesiones territoriales a ciudadanos ingleses, entre ellos la mejor
hacienda de la Verapaz, Hacienda de San Jerónimo; estos tratos británicos fueron
aprovechados por los curas párrocos en Guatemala -ya que el clero secular no había sido
expulsado por no tener propiedades ni poder político- para acusar a los liberales de herejía e
iniciar una revolución campesina contra los herejes liberales y a favor de la verdadera religión.
Cuando llegó Rafael Carrera al poder en 1840 luego del triunfo de la revolución, no solamente
no continuó con los reclamos sobre el territorio beliceño, sino que estableció un consulado
guatemalteco en la región para velar por los intereses de Guatemala en ese importante punto
comercial. El comercio beliceño fue preponderante en la región hasta 1855, en que los
colombianos construyeron un ferrocarril transoceánico en Panamá en 1855, permitiendo que el
comercio fluyera más eficientemente en los puertos del Pacífico guatemalteco; a partir de este
momento, Belice empezó a declinar en importancia.
Cuando se inició la Guerra de Castas en Yucatán -alzamiento indígena que dejó miles de
colonos europeos asesinados- los representantes beliceños y guatemaltecos se pusieron en
alerta; los refugiados yucatecos llegaban huyendo a Guatemala y a Belice e incluso el
superintendente de Belice llegó a temer que Carrera -dado su fuerte alianza con los indígenas
guatemaltecos- estuviera propiciando las revoluciones indígenas en Centroamérica. En la
década de 1850, los ingleses demostraron tener buena voluntad hacia los países
centroamericanos: se retiraron de la Costa de los Mosquitos en Nicaragua e iniciaron
negociaciones que resultarían en la devolución del territorio en 1894, regresaron las Islas de la
Bahía a Honduras e incluso negociaron con el filibustero estadounidense William Walker en un
esfuerzo para evitar que éste invadiera Honduras tras apoderarse de Nicaragua. Y firmaron un
tratado sobre la soberanía de Belice con Guatemala -tratado que ha sido reportado desde
entonces en Guatemala como el mayor error del gobierno conservador de Rafael Carrera-.
Aycinena, como Ministro de Relaciones Exteriores, se había esforzado en mantener relaciones
cordiales con la corona británica. En 1859, la amenaza de William Walker se presentó
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nuevamente en Centro América; a fin de obtener las armas necesarias para enfrentarlo, el
régimen de Carrera tuvo que cederle el territorio de Belice al Imperio Británico. El 30 de abril de
1859 se celebró la convención entre los representantes de Gran Bretaña y Guatemala para
definir los límites con Belice, tras la cual se emitió un decreto en el que Guatemala se vio
favorecida en el artículo séptimo, que estipula que Inglaterra abriría por su cuenta una vía de
comunicación terrestre de la ciudad de Belice hasta la ciudad de Guatemala.
El controversial tratado Wyke-Aycinena de 1859 tenía dos partes:
Vicente Cerna
(Chiquimula, Guatemala, 22 de enero de 1815 - Ciudad de Guatemala, 28 de junio de 1885)
fue Presidente de Guatemala desde el 24 de mayo de 1865 hasta el 29 de junio de 1871.
Perteneció al Partido Conservador y accedió al poder tras la muerte del presidente vitalicio de
Guatemala, teniente general Rafael Carrera en 1865.
Tras la muerte del general Carrera el 14 de abril de 18652 quedó en el poder
interinamente Pedro de Aycinena, hasta que el mariscal Cerna fue designado presidente el 24
de mayo de ese año.
Cerna continuó con la política conservadora de Carrera y fue reelecto para otro período
presidencial que se inició el 24 de mayo de 1869. Pero entonces los criollos liberales se alzaron
en armas dirigidos por Miguel García Granados y Justo Rufino Barrios y lograron derrocar al
gobierno de Cerna el 29 de junio de 1871.
El mariscal Cerna era originario de Chiquimula; nació en el municipio de Ipala a principios del
siglo XIX, donde ejerció como procurador y corregidor. Era correligionario de Rafael Carrera y
fue oficial de su ejército con resultados satisfactorios. Participó en la Batalla de la Arada como
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coronel, al mando de una facción del Ejército conservador de Guatemala cuando era corregidor
de Chiquimula en 1851.4 Posteriormente, estuvo entre los firmantes del acta en donde se
declara a Carrera como Presidente Vitalicio de Guatemala en 1854. Su alta jerarquía en el
gobierno conservador guatemalteco le permitió aspirar al puesto de presidente tras el
fallecimiento de Carrera en 1865.
Batalla de la Arada
El gobernante salvadoreño Doroteo Vasconcelos dio asilo a los liberales guatemaltecos, tras
las derrotas que les infringió Rafael Carrera. Entre los exiliados estaba José Francisco
Barrundia -acérrimo enemigo de Carrera- quien fundó un periódico para atacar al gobierno
conservador guatemalteco. Vasconcelos alimentó, durante todo un año a la facción rebelde «La
Montaña», en el oriente de Guatemala distribuyendo dinero y armas entre los sublevados. A
fines del año de 1850, Vasconcelos se sintió cansado de esta guerra lenta contra Guatemala y
decidió obrar abiertamente. Así las cosas, el mandatario salvadoreño iniciaron una cruzada
contra el régimen conservador de Guatemala, invitando a participar en la alianza a Honduras y
Nicaragua; pero de ambos gobiernos solo el hondureño presidido por Juan Lindo aceptó
participar en la invasión.
Entre tanto, en Guatemala, donde se conocían perfectamente los planes de invasión en su
contra, el presidente Paredes tomó las previsiones necesarias para enfrentar la situación,
mientras el arzobispo don Francisco de Paula García Peláez ordena en sus archidiócesis
rogativas de paz.
El día 4 de enero de 1851 se reunieron en Ocotepeque los presidentes de Honduras y El
Salvador, con la cual quedó sellada la alianza en contra de Guatemala. El ejército salvadoreño
se componía de cuatro mil hombres perfectamente municionados y con apoyo de artillería; los
hondureños por su parte, aprestaron dos mil hombres para la campaña. El grueso de las fuerzas
aliadas se situó en Metapán, por ser esta una ubicación próxima a Honduras y a la frontera
guatemalteca.
La «Batalla de la Arada», donde Cerna y Cerna -entonces Corregidor de Chiquimula- tuvo un
papel destacado al frente de uno de los batallones guatemaltecos, se libró el 2 de
febrero de 1851 cerca de la ciudad de Chiquimula en Guatemala. La batalla fue la amenaza
más patente para Guatemala de perder su soberanía como república. La estrategia que utilizó
el comandante general de Guatemala, Rafael Carrera, resultó en una victoria aplastante para
sus tropas, que únicamente sufriendo ciento veinticinco bajas entre muertos y heridos, contra
más de mil quinientas bajas del enemigo.
Tras La Batalla de la Arada, el 22 de octubre de 1851 renunció el presidente Paredes; la
Asamblea Nacional nombró a Carrera para que lo sustituyera, y éste tomó posesión de la
Presidencia el 6 de noviembre de 1851 tras haber solicitado a los representantes que
modificasen la Constitución de la República a su conveniencia. Paredes pasó a formar parte de
sus oficiales, y le fue leal hasta su muerte en 1856
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Acta en donde se declara presidente vitalicio a Rafael Carrera; Cerna y Cerna es uno de los firmantes.