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LA LUCHA CONTINÚA

Por: Manuel Guerra

Culmina el 2022, año aciago que deja una treintena de muertos que pagaron el precio de
sangre para que se imponga el régimen dictatorial tras la vacancia de Pedro Castillo.
Finalmente, la derecha ganó la partida frente a un gobierno que desde el inicio mostró sus
graves debilidades, su mediocridad, su incapacidad para encarar la crisis desde posiciones de
izquierda y populares, y que terminó reproduciendo lo peor de la politiquería criolla: el
patrimonialismo, la corrupción, apelar al golpismo para mantenerse en el poder.

Es cierto que Pedro Castillo ganó en segunda vuelta levantando las banderas del cambio
antineoliberal, apoyado por el conjunto de la izquierda, el movimiento popular y sectores de
centroderecha que se opusieron a Keiko Fujimori, con lo cual se abría una gran oportunidad
para llevar a cabo las transformaciones que el Perú demanda.

Es cierto que la ultraderecha jamás reconoció ese triunfo, y que, desde el primer momento,
desde el Parlamento, echó a andar una implacable ofensiva golpista, con el objetivo de vacar o
destituir al presidente, contando con el soporte del poder mediático, el empresariado,
operadores que accionaron desde la Fiscalía, el Poder Judicial, el Tribunal Constitucional, los
mandos de las fuerzas armadas y policiales.

Pero también es cierto que Pedro Castillo, Perú Libre y sus aliados no supieron responder a
esta ofensiva, desde la única manera en que podían haberlo hecho: afirmando la unidad de la
izquierda, el progresismo y los sectores populares, llevando a cabo el programa de
transformación, manteniendo movilizadas a las masas para respaldar tales medidas, es decir
construyendo la correlación política, social y cultural capaz de neutralizar o derrotar a la
derecha.

Los hechos demostraron que no tenían la voluntad y ese alcance de miras. En lugar de ello, lo
que vimos fue el abandono de las promesas electorales, la incapacidad para gobernar, la
angurria por los cargos, las disputas internas por cuotas de poder, el intento de manipular al
movimiento popular, incluso dividirlo, el uso abusivo de las posiciones conquistadas para
dirimir controversias sindicales. En tales condiciones era inevitable que la derecha ganara
terreno y que el gobierno terminara retrocediendo y haciendo cada vez mayores concesiones,
manteniendo intocadas las vigas maestras del modelo neoliberal. El aislamiento total que
prosiguió al fallido golpe de Estado al que recurrió Pedro Castillo, demuestran que se trataba
de un gobierno hace tiempo derrotado.

La derecha ha obtenido una victoria parcial, transitoria, pues la crisis del modelo, el Estado y el
régimen político neoliberales continúa irresuelta y el pueblo peruano se encuentra en pie de
lucha exigiendo democracia, empleo digno, pan, acceso a la salud y educación públicas de
calidad, solución a la crisis agraria, defensa del medio ambiente, lucha frontal contra la
corrupción, refundación del país a través de una nueva Constitución, aspectos que las clases
dominantes no pueden resolver, y que para mantenerse recurrirán a mayores niveles de
represión y dictadura.

El problema central para la izquierda, el progresismo y el movimiento popular consiste en


disputar el escenario a la derecha, derrotar su narrativa que pretende meter en un saco a
Castillo y a la izquierda, canalizar el descontento y las aspiraciones populares y encaminarlas
hacia una salida democrática, patriótica, de regeneración moral. Solo podrá hacerlo si supera
rápidamente la fragmentación y estrechez de miras existente, si se sacude del castillismo, si
cierra el paso a los caudillos y demagogos de turno, si se vuelca a un trabajo sostenido de
masas, colocando en el centro de sus preocupaciones el proyecto de país alternativo al que
han impuesto las clases dominantes.

En medio de la crisis, el Perú continúa buscando su destino, negado durante dos centurias por
clases dominantes ineptas, corruptas, racistas, que no defienden otra bandera que no sea sus
mezquinos intereses. Estamos en una encrucijada histórica en que la crisis, junto a sus efectos
devastadores, a sus amenazas y riesgos, nos presenta desafíos y oportunidades. Los
comunistas nos colocamos siempre del lado progresivo de la historia, confiamos en las
inmensas fuerzas del pueblo y miramos con optimismo el horizonte.

Con el advenimiento del nuevo año, nuestro Partido, el Partido Comunista del Perú – Patria
Roja, saluda y rinde homenaje al pueblo peruano, ratifica su vocación unitaria, su apoyo
militante a las luchas populares, su compromiso de estar en primera fila en la tarea de abrir un
nuevo rumbo a nuestra patria.

¡Otro Perú es posible, unidos podemos lograrlo!

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