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Juan se levanta todos los días y espera el bus en la parada.

La noche
anterior no pudo dormir bien, pero eso le sucede siempre por estas fechas
cuando llega el bus, en compás de anciano, se sube lento, pues nadie lo
apresura. Mira a un lado y a otro, se da cuenta que está en La Paz, ciudad
maravilla, lo cual le recuerda que no es tan viejo como aparenta.
Maestro, ¿me puede dejar el pasaje a dos bolivianos? le pregunta al chofer
sin obtener ninguna respuesta. Si todo fuera como antes, las cosas
estarían mejor, se decía a sí mismo en voz baja. No le importó la
indiferencia del maestrico siguió y se sentó al final del bus.
No habían pasado tres minutos, cuando descubrió que estaba soñando, él
no estaba en La Paz en la mente de Juan todo fue confusión ya que no
sabía dónde se encontraba: Aruba, Santa Cruz, Bogotá, Miami, no sabía
miró por la ventana y vio un perro corriendo; una casa rosada; una
pancarta de un político; una novia huyendo; y un marinero descalzo cerró
los ojos y pidió despertar del sueño.

Abre los ojos, escuchó que le decía una voz suave y dulce. Juan
sorprendido se levanta en una habitación oscura frente estaba su mamá,
no obstante desaparece ese espectro entre la oscuridad y se da cuenta
que esta preso y empieza su llanto recordando, que estaba ahí hace 15
años.

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